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Universidad Nacional Autónoma de México: «Periódico de Poesía

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO:

«PERIÓDICO DE POESÍA»

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POR HERNÁN BRAVO VARELA

esde su primer número, impreso en 1987, Periódico de Poesía ha apostado por una noble contradicción: diseñar un escaparate para la poesía emergente y, en paralelo, confeccionar una antología móvil del canon, compuesta por provocaciones críticas que arrojen luz sobre su historia –e, incluso, su porvenir.

En esta nueva época, el Periódico de Poesía refrenda aquel compromiso y aspira a levantar un puente: entre el tiempo vertiginoso de las publicaciones digitales y la pausa obligada que abren el poema y la reflexión de su quehacer; entre las generaciones que componen la poesía de México y Latinoamérica, desde los autores nóveles hasta las voces consagradas de la lengua española; entre las modas y los modos que conviven en el espacio poético nacional; entre las lenguas del mundo, empezando por las originarias de nuestro país, y las tradiciones que prohíjan.

Desde 2007, bajo la batuta de Pedro Serrano, fue lanzada la versión en línea del PdP. Tomamos la estafeta de su índice virtual, reforzando el repertorio de las secciones fijas –poemas, traducciones, ensayos, reseñas, entrevistas, varia invención– y ampliando la presencia de piezas multimedia a cargo de poetas y artistas visuales; asimismo, anunciamos el proyecto de rescate íntegro del archivo del PdP en sus distintas estaciones. Todo ello gracias al rediseño de la plataforma del Periódico de Poesía, que hoy lanzamos para una consulta más prolija, dinámica e interdependiente de sus contenidos. A

Participaron en las xii Jornadas Universitarias de Poesía Ciudad de Bogotá: Jordi Virallonga (España), Esther Zarraluki (España) y Víctor Rodríguez Nuñez (Cuba).

Portada del primer número impreso de Periódico de Poesía.

Otros destacados poetas contemporáneos publicados: Jenaro Talens, Raúl Gómez Jattin. Jorge Esquinca, Teresa Calderón, Elicura Chiuailaf, Floridor Pérez, Gonzalo Millán, Jaime Quezada, Jorge Bustamante García, Enzia Verduchi, Tomás Segovia, Carmen Nozal, Dolores Castro, Myriam Moscona, Raúl Renán, María Negroni, Mercedes Roffé, Alex Fleites, Luis Armenta Malpica, Pedro Shimose, Dolores Castro, Ida Vitale, Verónica Volkow, Francisco Hernández, Valerio Magrelli, Nancy Morejón.

Aspecto actual del Periódico de Poesía en su versión en línea. partir de ahora, además, el Periódico de Poesía no contará ya con números mensuales, sino que publicaremos nuevos contenidos cada semana.

Más allá de la tecnología; mediante un estrecho vínculo con la comunidad universitaria e intelectual, con creadores y académicos, continuaremos el rescate de obras y figuras del pasado poético, pertinentes para la lectura, la escritura, el pensamiento y el mundo contemporáneos. Asimismo, en alianza con destacados sellos de México e Iberoamérica, ofreceremos adelantos de sus publicaciones y revisiones críticas de su catálogo, a fin de dar cuenta de la vigorosa (y, por lo general, inadvertida) industria poética.

La literatura, en paráfrasis de Ezra Pound, es una noticia permanente. A eso aspiramos en el Periódico de Poesía: a que un poema y su apasionada reflexión sigan siendo la primera, primerísima, plana de la humanidad. 

Víctor Rodríguez Núnez

(La Habana, 1955)

el cuaderno de la rata almizclera/ 1

por un cuello de abrigo sale el sol la luna vuelve por la chimenea hace el resto la lluvia con su densa solución unitiva la piña y el fenómeno la esencia y el ciprés se corresponden ante tu desnudez la luz se oculta la sombra se revela como piel en la esquina celeste acorralados perros que nada puede desunir

lunas por todas partes con deseos de no perderse nada no hay más que paja seca aura de serranía en la brasa el cabrito que arrastraba el arroyo soles desempañados por el vino por la ginebra turbios el arpegio y la imagen se sacan a bailar la memoria en jirones del que no estuvo allí pero se acuerda

el cuaderno de la rata almizclera/ 2

para John Kinsella

estampan las nocturnas mariposas su cifra en la pared se posan en los ángulos las imprevisiones donde acecha la araña con las alas en v marcan la elipsis donde no se aventura la razón en luz se vuelven fósiles recuerdan lo que debes olvidar los corderos manchados con asombro rumian entre la niebla al reflejo oxidado de un silo con cereal al vacío es tierra resentida por artes de una cruenta floración no más escarcha cómplice realismo toda la claridad arrancada del iris por el viento

el cuaderno de la rata almizclera/ 49

contra la roja paz la fe de los contrarios al vértigo mayor el águila sobre el desfiladero al vacío absoluto la belleza vibrante contra la desazón el esférico tizne de la ciega todo menos callar desarmonía descruce de visiones

nada debe borrarse cizañas crisantemos los pasos de montaña donde nunca se vuela por parejas el jade y el rocío el laúd y el incienso el martín pescador que anida en las tijeras de jardín empezar por el fin la nada original

Esther Zarraluki

(Barcelona, 1956)

Bienes

La culpa atesora mis bienes manos huesudas los guardan en escotes sin leche sin piel dulce. Saco mis ahorros uno a uno para dártelos a ti. La culpa duerme.

Base de coure, xapa de ferro i boles

Ten cuidado de la belleza, resguárdala, como un vigía a los que duermen. Entre sus cabellos, en las brasas, en los restos de la cena. En la lejanía y en la piel de los párpados, en la noche que vencen. En el callejón hacia el mercado vacío, sangre y escamas en el suelo, olor a lana y a nido. Como en lo profundo del bosque, donde no hay ni culpa ni vergüenza. Guarda la moneda de ese país extranjero.

Coure cremat amb àcid barra de ferro i volum de plom

Aquí, una mañana apacible. Tenemos que cumplir con el verano, nos esperan, y el aire parece inocente: inmóvil sobre las hojas sostiene las moscas y las voces. Calor en las piedras. Si pones la mano, queman. Y quema el aire no muy lejos, donde el hierro se hunde en la carne y el ácido corre sobre el cobre de los sueños, sobre casas, barcas, labios, hasta entrar en los ojos y dejar un surco en ellos para siempre. El aire mece las ramas, libera el hueso, seca la tierra y los pechos. El aire labra en tus ojos y siembra la verdad que reconoces en las piedras. Acerca las manos. No las apartes.

Se acerca. Quiere abrazarme ya. Yo quiero ver cómo se acerca, así que le detengo dulcemente: espera, espera, deja que mire primero las cosas que nos rodean, la noche fuera y este sumarse todo en la habitación, fondo de mar, pantano donde yacen animales muertos y crías que ven la luz y gritan. Porque está todo aquí, en mi cuerpo, todo lo que tocaron mis manos y lo que vi y pensé, su incendio. Y también la ciruela que come una muchacha, sus pendientes y su alegría, la mujer que bebe y la que duerme, la que vio marchar a su amante y la que ahora, en este instante, se pregunta qué hace aquí, allí, en su propio pantano. Subo a un camión repleto en un país en guerra. Perdí a mi hijo. Soy anciana y niña, me afano por llegar y olvido las llaves. Busco un lugar donde sentarme. Tuve dos hijos, siete, no he sido madre. Y todas callan ahora, mientras veo cómo te acercas.

Jordi Virallonga

(Barcelona, 1955)

El amor cuesta más de lo que vale

El amor cuesta más de lo que vale, a algunos mucho más y otros se alegran de que exista ese dolor que desconocen si con la debilidad salen ganando. Se llaman miserables y tienen siempre una casa al final de algún sitio, llaman borracho a los dejados, insolventes, debiluchos depresivos furibundos para los que encargan libros de autoayuda, para dejarlo todo en la custodia de los fuertes, los pacíficos sensibles a la tuerca y la factura. Los algunos nada tienen que ver con los otros, no tienen domicilio, por eso leen mucho y escriben improperios que a veces tachan para que no se note que aman la poesía. Por fin tienen dos ventajas con que embisten: conociendo el odio no odian casi a nadie, y lo mismo que los perros, duermen poco, aman más a quien está más triste, no te abandonan ni aconsejan ni te avisan y un día se mueren pronto para dar menos disgusto.

El centinela

Esperar, sufrir, dar vueltas por la casa, atender un regreso, desear verdad y venganza, cavar la bajeza. Nada más puedo hacer con todo esto que soy, aun sabiendo que, cuando tienes pavor, la peor soledad es la del centinela.

Ser Ulises

Quien tira de un cuerpo hacia otros cuerpos, a ser posible jóvenes, no es un poema, es un enjambre con la miel justa para cubrir la terminal de los deseos.

Cuando uno sabe que los padres mintieron, cuando pasó demasiado tiempo para que el hijo pueda avergonzarse de los suyos y siga amando por obediencia transmitida a quien llegó del frío, de una reunión que calla para siempre; cuando es muy tarde ya para girar la deriva, mete su síndrome de Estocolmo en el bolsillo, como las llaves de su casa que sólo un par de amigos frecuentan.

A casi todos nos ocurre algo parecido, queremos ser nosotros pero ansiamos ser quien viene de visita. Ajenos a la edad escondemos las maletas para no cambiar de barrio, dispersamos ciudades encima de una mesa, con mujeres y días, pero planeamos la vuelta a nuestro reino.

Al final sólo el regreso justifica haber sido jóvenes cuando era poco necesario. Todo es inversamente proporcional a nuestra edad, los sabios nos dieron teoremas, existencia los padres, pero el cuerpo destrozado es sólo nuestro.

Ante la muerte la vida no sirve para nada. Mientras tanto los ojos que resisten la ceguera habilitan al hombre y a la bestia, justifican la rabia o el pudor de no haber sido el príncipe al que temen los mercaderes de Ítaca.

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