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Universidad de los Llanos: «De seis pisos. Antología de poesía
from Revista Ulrika 67
UNIVERSIDAD DE LOS LLANOS:
«DE SEIS PISOS. ANTOLOGÍA DE POESÍA»
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POR PABLO ARCINIEGAS
Participaron en las xii Jornadas Universitarias de Poesía Ciudad de Bogotá: Henry Benjumea, Laura Jimena Benavides, Héctor Rolando Chaparro, Laura Isabel Ramos y Darío Sánchez Carballo.
Incuido además en la antología: Carlos Enrique Pachón. e seis pisos (2020) es una antología de poesía escrita en la Universidad de los Llanos, de Villavicencio, Meta. En ella participan seis autores que guardan un estrecho vínculo con esta institución, algunos como docentes o exdocentes y otros como estudiantes y egresados, lo que hace que la obra no solo manifieste la inquietud por la poesía (dentro de los espacios académicos: pasillos, salones de clase, gimnasios y laboratorios…) de un individuo, sino de un colectivo, de una resonancia entre sujetos. Esto lo vienen a probar los temas, las imágenes y sensaciones que se repiten entre los autores, pese a las diferencias de tiempo y espacio de sus textos. ¿Es el paso por la Unillanos lo que las aglutina?, lo tendrá que responder el lector.
En todo caso, reconociendo el carácter multifacético, pero, a la vez, de momentos sincrónicos de esta antología, es que se pensó como una construcción en la que a cada uno de sus participantes le corresponde un nivel o piso con su propio diseño y ambientación. Cabe aclarar: construcción «de seis pisos», mas no edificio, ya que no está soportada sobre columnas, sino sobre casualidades y causalidades. Y si el último piso, el sexto, se reservó para Carlos Enrique Pachón, el único autor difunto, no ha sido con el objetivo de apuntar hacia un cielo, sino por puro azar.
De hecho, al lector de este libro también lo invito para que lo aborde de la manera menos pensada posible, pero completa, con el fin de que pueda ver todo el cuadro.
Por ejemplo, Henry Benjumea, a quien corresponde el primer piso de esta antología, abre con una exploración sobre la familia y sobre quien concentra
el miedo al interior de ella, que en el siguiente piso retomará Darío SánchézCarballo en un poema casi fantasmagórico, dedicado a su madre muerta (vista desde el retrovisor). Más adelante, Rolando Chaparro (tercer piso) también abre el misterio en el rostro imperturbable de su padre y Laura Ramos (quinto piso) convierte al suyo en la personificación del hombre distraído. En Laura Benavides (cuarto piso) también aparece la noción de familia, pero no se limita a la consanguinidad, sino que se expande a los momentos de «compinchería» entre las mujeres del campo. Pachón, por su parte, deja escrito un poema que explica la comunicación entre hermanos a partir de la discordia.
Luego de la familia, otro tropo importante dentro de esta antología es el amor romántico, pero de ninguna manera un amor romántico que se expresa con sublimaciones, sino con –todo lo contrario– miedos y rencores. Pachón es tan crudo como cómico al narrar el desenlace de una novia que tuvo en su adolescencia y era demasiado bonita para estar con él. Benjumea y Carballo exploran el deseo y la mente de sus amantes, mientras que, por ley de opuestos, Rolando y Laura Ramos hacen la misma indagación, pero con respecto a ellos mismos, por medio de las frustraciones y contradicciones de tener una pareja o querer tenerla. Un ejercicio que recuerda Aprendizaje de Clarice Lispector, por cierto.
En la selección de Laura Benavides, el amor romántico es un misterio. Uno puede llegar a pensar que hasta se escapa de su lente, pero se percibe, más bien, en una voluptuosidad de las formas de la naturaleza que van creciendo salvajes.
Naturaleza. Aprovecho que la menciono para hablar un poco de la que nos comparte cada autor. Laura Ramos, quien es bióloga, termina el segundo poema de su piso con una imagen muy precisa: el vuelo tóxico de un aptérix (Apteryx) o kiwi, una especie de ave de Nueva Zelanda que no puede volar y está en peligro de extinción. Carballo, arquitecto, hace un estudio sobre el círculo, que evoca el Libro de los sueños de Borges, y también traza su propia ciencia con la selección que hace del libro Materia oscura. La naturaleza en Chaparro es una etología de los recuerdos y del efecto del confinamiento en el comportamiento humano. Benjumea es contundente en su poema Cuando pase el temblor, al
Carlos Enrique Pachón (1971-2013). Foto tomada de su Facebook.
Portada y contraportada de la antología De seis pisos, editada por la Universidad de los Llanos. construir un ecosistema de la devastación, con una multiplicidad de otras imágenes recortadas. Pachón desnuda a una mujer con la que juega al doctor y le mide la fiebre.
En síntesis, qué bella experiencia resulta leer esta antología. Qué agradable encontrarse con tantas voces que han sido atravesadas por un espacio en concreto: la Universidad de los Llanos o «Unillanos», como se le dice con cariño. Un espacio vivo, también, hogar de ruidos de cigarras que están por reventar y de mantras de los atletas que practican jiu-jitsu en el coliseo. No podrán negar los poetas de la presente antología que su paso por la Unillanos afecta su producción escrita, así la evidencia de ello no esté expresada en los versos de este texto. Tampoco podrán negar que directa o indirectamente ellas y ellos hacen parte de una tradición de escritores que desde el mismo nacimiento de la Universidad (hace 45 años) han propuesto que su producción (editorial, en este caso) no se limite a la ciencia y la investigación, sino al arte y las letras. Sin embargo, De seis pisos no solo condensa este espíritu, sino que con su presentación en las xii Jornadas Universitarias de Poesía «Ciudad de de Bogotá» 2020 sienta un precedente, como una obra que reclama abiertamente por un abordaje de la creación artística dentro de los programas de las instituciones académicas llaneras (reclamo que la Unillanos hoy intenta satisfacer con su nueva maestría en Estudios Culturales, la primera en toda la región).
No es de extrañarse, entonces, que hacia el futuro se vayan a publicar más obras como esta antología, dado que, a través de proyectos similares, irá tomando forma el verdadero interés de la Universidad por las artes y la escritura. Además, estos seis poetas no son ni los únicos, ni los últimos poetas unillanistas, ellos son parte de un despliegue más grande de dramaturgos, cuentistas y ensayistas escondidos en el campus. Sin embargo, visitar estos «seis pisos» es una buena oportunidad para enterarse de la riqueza artística que posee la Universidad de los Llanos.
Henry Benjumea
(Villavicencio, 1957)
Miedo 1
el padre ha vuelto Madre ya no es fiera
me he encerrado en los confines del pudor pero tengo miedo
Madre
del que ablandó la ley a su regreso
Cuando pase el temblor
Las tinieblas las ciudades los hombres
las partículas elementales una tarde la siesta
el ombligo la novena dimensión
la chamusquina y dos o tres espejos desolados
Acción de gracias
Soy el abismo la frágil costura de la risa la niña enamorada de la tarde
nací triste pero pequeñita me enredé en telarañas y sonrisas en tus pestañas, en la noche
la pedrada me enseñó a gozar para siempre el arcoíris
me enseñaste a besar a esperar tu risa, el amanecer…
ven noche habita la tristeza
acércate al extremo sur donde muere el deseo
viajera
la maleta se sienta en el costado dispuesta a pensar en otro viaje uno más que le aguarda y del que ignora el desenlace
parece nerviosa, se sacude tiembla se revisa por dentro y por fuera busca la cercanía de las cosas las recorre con íntima ternura
la camisa de rayas que no falta la gillet, el dentífrico, las chanclas los zapatos, las medias, el piyama
la maleta comprueba los pasajes el pasaporte, las tarjetas las piernas, los brazos, la cabeza
siempre ha temido viajar sola
Carlos Enrique Pachón
(Villavicencio, 1971-2013)
Conciencia
Casi nunca coincidimos con mi hermano en los tragos. Cuando él toma y quiere procurar elogios para mí yo permanezco hermético ausente de su sentimiento. Cuando yo tomo él está encerrado en su cuarto ausente de mi silencio. Cuando coincidimos celebramos el día que nos conocimos, se espesa nuestra amistad, se ahonda nuestra tristeza.
Todos los días
Mamá llora en secreto todos los días a su hijo muerto regresa invisible de la ausencia mamá fuerte mamá guayacán se astilla con el recuerdo
Todos los días abona con lágrimas la limonada del almuerzo regresa a las fotos para engañar a los ojos
Mamá está en la cima del dolor
todos los días Soy testigo de su ausencia.
Mujer
Una mujer destendida sobre un verso con su pelo mirando hacia otro lado. Una mujer, mientras escribo, cubierta sólo de sí misma, mientras hablo con ella, mientras la imagino.
Consejo para los muchachos
Muchachos a los que les gusta el amor de una, sin idas a cines, sin promesas largas, sin la proximidad de un olvido. Muchachos que aman de noche, no pierdan su tiempo en contar cuentos para desembrumar la noche, con ellas eso no sirve. No sirve ser poeta, ni cinturón negro. No vale abrirles la puerta del taxi, no vale la afrenta de amarlas. Donde las putas hay que ir con plata., dispuestos a aprender que el amor es una herida que se pudre hasta volverse olvido. Muchachos que confían en su juventud y descuidan su intelecto, con ellas el amor es sin tiempo, de una vez y para nunca. Donde las putas se entra sin esperanza y se sale sin ellas y con menos esperanza.
La muchacha del café
La muchacha del café está recién llegada. Se le nota por su sonrisa permanente. Cuando los señores le coquetean amplía más su sonrisa. Cada cinco minutos viene a limpiar el vidrio de la mesa, lo brilla hasta desaparecerlo y mientras lo hace no menea el culo, permanece quieto como un tiro al blanco. Después de varios cafés y varias cervezas, me entran ganas de decirle que se vaya a vivir conmigo pues la suerte me ilumina y habrá suficiente para levantarnos tarde y dedicarle varias horas al amor. Pero recién la conozco, es mejor no hacerme ilusiones. Seguiré viniendo, hasta que después de varias cervezas y varios cafés me importe un pito la muchacha del café.
Laura Jimena Benavides
(Villavicencio, 1996)
Una mujer lava la tierra de las papas Sacude los paños sucios y pesados. Nadie ve el humo de las casas donde se hierve el café.
El pan tierno sobre su mesa Ya era el brillo último los ojos últimos. Un niño duerme toca el fondo de todo lo que duerme y las dulces naranjas ya no acompañan el pan.
Llaves
Llaves Pretender escucharlas para levantarse y saber que aún no hay nadie en la puerta.
Bajo la sombra de los cámbulos un joven no pudo despedirse detrás de todo lo que se eleva nadie pregunta quién parte.
Sobre una pared gris casi derrumbada cuelgan fotografías de familia padre y abuelo no están ahí golondrinas de agua azul que una luz dolorosa alza y aleja. Las últimas casas, el ruido de un ratón en el mercado. Un mantel bien puesto sobre la mesa, Un árbol de limón, que se nombra y desaparece en cualquier otra cosa que se espera, en cualquier otro cuerpo que dejará de volverse tierra.