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Universidad Pedagógica Nacional: periódico de poesía «Aldabón

SUBDIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL:

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PERIÓDICO DE POESÍA «ALDABÓN»

Participaron en las xii Jornadas Universitarias de Poesía Ciudad de Bogotá: Samuel Jaramillo (Colombia) AinoKaisa Huusko (Finlandia), Órinzon Perdomo, Luisa Yara, Carlos Andrés Almeyda (Colombia). POR RAFAEL DEL CASTILLO

omo un ejercicio complementario a la revista de poesía Ulrika, al Festival Internacional de Poesía de Bogotá y a las Jornadas Universitarias de Poesía derivadas del mismo y, en virtud al apoyo concertado con la UPN para brindar sostenibilidad al Taller de poesía Ulrika – Universidad Pedagógica Nacional, adscrito a la Red de Talleres del Ministerio de Cultura, surge el periódico universitario de poesía Aldabón.

En principio la idea es brindar a los jóvenes vinculados al taller de poesía herramientas para asumir con naturalidad el hecho de que la poesía es tan importante que no la podemos dejar apenas en mano de los poetas. El ensayo, como ejercicio de decantación, y la lectura cuestionadora que le es propia, se constituyen consecuentemente en deberes impostergables para los jóvenes vinculados al periódico cada semestre. Con los mismos colaboradores e invitados a los eventos convocados por la revista de poesía Ulrika, el periódico Aldabón es eco y cuestionamiento constructivo de tales emprendimientos, contando para ello de manera dialogante con el lector de poesía.

Así, a los textos de los talleristas más destacados, se suman aquí los de poetas y ensayistas entregados, desde su vocación humanística, al diálogo con las nuevas generaciones del pensamiento. Hoy, desde las páginas de Ulrika, celebramos las iniciativas de estos noveles editores, a partir de la voz de tres poetas publicados en las páginas del Aldabón. Tres generaciones, cuatro maneras de habitar el mundo y la palabra: Samuel Jaramillo, Orinzon Perdomo, AinoKaisa Huusko y Carlos Almeyda. 

AinoKaisa Huusko

(Vigti, Finlandia, 1980)

Käsi ja puoliselkää

Kävellessämme sanoit tykkääväsi laittaa käden keskelle selkääni. Hetkeksi, tunnustellen kuoppaisuuteni korostuneisuutta alleviivaten kahtiajakoisuuttani kuin ovenkahvoja, joilla lepuuttaa kättään tyynen päättämättömänä.

Lauloimme vaalenpunaista populaarimusiikkia toistemme muistista ja eri kielillä: Avaimenreiän odottamaton välähdys. Jokin siellä liikkui. Pidit siitä, ettei minua hätkähdyttänyt mikään ja minua se hymyilitti pitkästä aikaa. Sinä yönä yksinäisen kellon raksutus harhaili tiivistämättömistä raoista ulos ja vaikka heiluriliikkeeni ei pysähtynytkään, seurassasi oli helppo olla: Ruuhkabussi kuin ihmiskunnan kehto, missä kurottava käsi ei olekaan varkaan vaan ystävän, joka vetää vastakohtaisuuuksiani yhteen ja sanoo:

«Katso nyt» ja «Olithan aina».

La mano y mitad de la espalda

Cuando caminamos te gusta acogerme el medio de la espalda, por un momento y adivinar entre mis divisiones, tan marcadas como pomos sobre los que descansas tus manos con calma indecisa.

Cantamos baladas sentimentalmente pop de memoria interpuesta, en diferentes idiomas; un destello inesperado en el ojo de cerradura. Algo se movía allí. Te gusta, que nada me sobresalta y después de mucho tiempo, eso me puso a reír. Esta noche el latido de un reloj solitario se salió a través de unas rajas poco impermeables y aunque mi péndulo no se paró, tu compañía fue fácil; un bus en la hora pico como una cuna de la humanidad, donde una mano alcanzándote no es del robo, sino de un amigo, que jala mis contradicciones más cerca entre ellas y dice: «Mire, ahora» y «Érase siempre».

Misticismo de la patria

Toda verdad se basa en la confianza

kaTe TempesT

Amigos, juntaos y escuchen, cuando me pongo mintiéndome sobre contempladores del fuego, quemadores de los botes de almas en las hogueras de San Juan. Gente plantada en el agua como dominós erectos rodeando mi corazón en la espera de la ola; huevos de aves acuáticas flotando en silencio absoluto.

Lempi caminó sobre el agua, plantó muchas semillas buenas y aunque las mayores luces nórdicas fueron tragadas por las mujeres, ellas circundaron sus lunas, siempre alrededor de sus ejes, siempre solas. Vodka en la carnada; hacha de madera ardiente firme clavada en la espalda.

La señorita Centeno de verano floreció en verano Se hizo agua entre el agua, hundió su peso invernal y conoció la antigravedad de la pica. Se movían mandíbulas en las cañadas como un gran cuento que persiste, envidia dorada de vecinos.

Oh ellos, la apatía agobia mentes sanas, siempre a punto de llegar al ahora. Siempre a punto de dejar el pasado. Viviendo a través de la respiración boca a boca con sus bosques reverenciados.

Samuel Jaramillo

(Bogotá, 1950)

A punto de llorar

Hagamos de cuenta que todo está sumergido en esta lenta marea de verdes de distintos tonos. Matices terrestres que se van degradando y se entretejen delicadamente.

Podríamos decir que se trata de la Sabana de Bogotá, con su sol frío envuelto en vendas traslúcidas y su horizonte de vacas indolentes repasando su mirada vidriosa sobre la planicie, tal vez interrumpida por un puente.

Sí, pensemos que se trata de la Sabana siempre a punto de llorar y que es su viento helado el que sopla sin término.

Algo empapa mi corazón en vuelto en vendas blancas, tibio sol que apenas caldea mi pecho. Mi frente tiene un horizonte interminable y allí siempre se está al borde de ponerse a llover.

Pensemos que se trata de la Sabana de Bogotá, y que con el hombre que sufre su despojo, con el poeta que yerra en el desamparo, también fue expulsada esta parte del paraíso.

Lenguaje de sangre

Un instante tan solo, y en él, los rayos del sol que se despide hablan en un lenguaje de sangre. La sangre, espesa y a la vez transparente, resplandece en el cielo de la Sabana, inflama los charcos, enciende las gotas que han quedado suspendidas en las ramas de los árboles. Donde comienza un rostro que contempla, un astro rojo naufraga en un pecho. Se incendian las córneas, los pómulos, las frentes. Sobre el horizonte del pecho zozobra un sol moribundo. Sus adioses se agazapan como bandoleros que saltarán sobre nosotros desde las yerbas malas y las sombras.

Lagunas

Había grandes lagunas bajo la noche. Espejos ciegos que repetían las nubes y los sueños del cielo. Desde su superficie agitada partía el viento y visitaba la tierra helada. Tocaba con su soplo los corazones. Sus dedos muy fríos recorrían los trazos de un rostro, el contorno de una montaña, la curva lenta de un cuerpo. Espejos humeantes bajo la noche. La Sabana vestida de la niebla inasible de mi imaginación: lagunas nocturnas laceradas por la ira de un ángel terrible.

Carlos Andrés Almeyda

(Bogotá, 1979)

Adentro

“A secret self I had enclos’d within”.

Thomas Traherne

Venir del otro lado de la tierra, sostenerse boca abajo, vivir allí, en el dorso de una mano abierta, gusano en su manzana podrida.

Adjudicarse el derecho a crecer como un matorral de hiedra venenosa y florecer del otro lado de la tierra en donde la antigua prostituta ha fundado alguna Babilonia.

Es este lado, algo semejante a un óleo de Otto Dix donde una dama mutante sostiene su pitillera, sonríe en sus dientes rotos y el olor a vodka de cereza la perfuma como a un santo. Arena seca de estos largos caminos llevan al forastero hasta la rosa negra...

ella descuelga del fondo del vaso, ingrávida y muerta en su oscuridad eterna, bendecida por todos los apóstoles y los náufragos, yerta empuñadura de un dios que se ha ido de juerga para siempre, aparece de vuelta y me mira como el cuervo del poema

me habla de un tiempo por ahora inalcanzable.

Nadie

Hay hombres que caminan rodeados por sombras y asoman a la ventana de su vientre mientras pequeñas manitas los saludan como polluelos hambrientos.

Dan cada paso buscando las líneas de las lozas y resuellan de frío mientras otros transeúntes los cruzan con su vulgaridad a cuestas.

Es aquella calle y ese lado del mundo en donde un poeta nodriza ha vagado sobre charcos y evadido sus deudas, la curva de las calles donde espera el casero o el hombre de la farmacia o el sastre, la tintorería y la calle que se acorta como en una tierra plana hasta ir a dar al estanquillo de siempre como cosa real por fuera.

*** Al otro lado del mundo estoy yo vuelvo a cruzar la acera y a fumar con un cigarro imaginario mientras algo se proyecta en el aire, dibujado,

y suena el bolero que las paredes del barrio replican.

Me siento frente a esta ventana del otro lado de una tienda de abarrotes en el barrio Lisboa de Bogotá y vuelvo a todos los ruidosos habitantes en su monólogo a mil voces.

Y aunque en esencia todo me sea ajeno, el tener mis lentes y el libro del lisboeta, con su spleen y su metafísica, me hacen más feliz que todos los seres como cosa real por dentro.

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