POLISEMIA|Edición octubre 2019

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Polisemia Pluralidad de significados

Ediciรณn

bimestral

Octubre

2019


Pluralidad de significados de la palabra:

PRO FANA C IĂ“N


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Dirección

editorial

Dennise Alcíbar Consejo

editorial

Jonathan Alburo Andrés Castellanos Leonardo Imer Enrique Reyes Ruiz Corrección

de

estilo

Andrés Castellanos Karla Michelle Nevarez Colaboradores

Ana de Lacalle Blanca Volca Ramsés Guerrero Montserrat Varela Sabina Luna Ella Marday Fabien Ortiz Atilano Sevillano Octavio Huesca Audiel Gonzajuá


CONTENIDO 06

4

16

ee Editorial

ee Reproches de resurrección

Dennise Alcíbar

Ramsés Guerrero

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ee Profanación

ee El juicio

Ana de Lacalle

Montserrat Varela

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ee Elena Profana

ee El estruendo hueco

Blanca Volca

Sabina Luna


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ee Garimpeiros Ella Marday

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ee Falsa ficciรณn Fabien Ortiz

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ee Junto a la tumba

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ee Fragmentos sin rostro Octavio Huesca

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ee Andropausa Audiel Gonzajuรก

Atilano Sevillano

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eDitorial

Dennise ALCÍBAR

E

l adjetivo profano origina el sustantivo profanación y el verbo profanar, proviene del vocablo latino profanus, voz compuesta de pro ‘delante’ y fanum ‘templo’. Lo profano era lo no consagrado o que había dejado de serlo por estar fuera del templo. La evolución de la lengua latina permitió que el verbo profanare comenzara a utilizarse en sentido figurado como sinónimo de ensuciar o deshonrar. Recordemos el célebre verso de Horacio “Odio a la gente profana y la mantengo a distancia” —Odi profanum vulgus et arceo— la palabra profanum se utiliza como adjetivo para describir a la gente ignorante o no iniciada, con el sentido figurado que la palabra no tenía en su origen.

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En español se registra por primera vez en 1493 en documentos sobre relaciones internacionales de los Reyes Católicos. Actualmente la RAE define la palabra profanar como: “tratar algo sagrado sin el debido respeto. Deslucir, deshonrar, prostituir, hacer uso indigno de cosas respetables.” De acuerdo con el Corpus de Español Actual la mayor parte de los usos son literarios, los menos son periodísticos, religiosos y políticos. En esta edición de Polisemia, los creadores distinguen entre la profanación del cuerpo y la profanación de las ideas, pero en honor al mes de los muertos también hubo profanación de tumbas. Octubre 2019

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A

llí donde la profanación se produce con toda la intensidad y profundidad del término, se está vilipendiando toda posibilidad de recuperar principios axiológicos inquebrantables. Porque deslindado el límite de lo sagrado, nada tiene ya en sí mismo valor, ni reparación. Cuando el cuerpo se cosifica, se denigra el alma. No cabe pensar en una deshonra que, afectando al soma, no mortifique a su vez a la psique, porque el uso indigno de un ser humano tiene lugar allí donde ese vínculo necesario se ve desdorado en alguno de sus dos componentes. Somos un binomio inseparable ultrajado siempre en su totalidad. Ante nuestra incapacidad de trascender la existencia que nos vino dada, lo sacro no puede ser más que el humano como cuerpo-alma. Así es que no hay mayor profanación que la de prostituir aquello en que se manifiesta la condición humana. Una contingencia que ante la ausencia de ente alguno necesario, deviene lo más sagrado que debemos considerar. 8


PROFANAC IÓN Ana de Lacalle 9


[

Podría alguien considerar que aquí mismo, mediante estas letras desesperadas, estamos cometiendo una profanación, por utilizar el término para sacralizar lo profano. Mas, quien no respeta y trata con dignidad a sus congéneres nunca podrá acceder a nada más sagrado, si es que lo hubiere. En consecuencia, la primera condición que nos permite el acceso a lo sacro en sí mismo, es el trato respetuoso, digno y justo de los otros existentes de nuestra misma índole. Recordemos aquí la salvaje y monstruosa profanación que cotidianamente, minuto a minuto, se produce en muchos lugares del mundo cuando se niega a humanos alimentos básicos para sobrevivir, se los esclaviza de múltiples formas, se los cosifica, se les despoja de su dignidad como personas y son reciclados como estiércol hasta su extinción.

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Si no disponemos de la sensibilidad moral para no profanar nuestra humanidad: ¿No estamos impostando falsos ídolos e idolatrando la nada? ¿Qué resta de un humano que profana, extermina y denigra hasta su muerte a otro humano? Acaso un despojo sin posibilidad de discernir sobre la sacralidad de nada, considerando que si no posee de compasión para sus semejantes ¿Qué puede, sin ser hipócrita, sacralizar? Por tanto, profanar es un acto cotidiano que los humanos realizamos y padecemos, quizás porque perdimos, tras constatar las atrocidades de las que éramos capaces, el sentido de lo sacro, lo intocable, lo incuestionable. Y sin límites, todo es lo mismo, es decir la misma nada.§

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ELENA PROFANA

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E

blanca volcA

n el Archivo Histórico Nacional de España, entre los expedientes ejecutados por el Santo Oficio, se halla el legajo 234 (exp. 24), en el que se reflejan las acusaciones, declaraciones y disposiciones judiciales que el Tribunal de la Inquisición de Toledo, ejecutó contra Elena de Céspedes, acusada de sodomía, profanación del sagrado vínculo matrimonial, usurpación de vestimenta masculina, bigamia, herejía, apostasía y hechicería. Cargos que a la rea le acarrearon, en el Año del Señor de 1588, la confiscación de bienes, diez años de trabajo hospitalario sin retribución y doscientos azotes que recibiría, en públicos Autos de Fe, en dos tandas de cien, en las localidades de Yepes y Ciempozuelos.

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[

Elena de Céspedes nació en Alhambra de Granada en 1545. Al nacer se le consideró niña y como tal fue educada hasta su matrimonio con un albañil de Jaén. Parió a un niño que abandonó con el padre cuando notó, que tras el parto, su propia naturaleza había cambiado. Huyó pero nunca anuló este primer matrimonio. Ella misma se defendió alegando que había sido “hombre y mujer y aunque esto es ser cosa prodigiosa y rara que pocas veces se ve, no es contra la naturaleza“. Tras pasar tiempo en la cárcel, debido a una reyerta pública, en la que laceró con un cuchillo a un hombre que se propasó con ella, Elena decidió fajarse los pechos y vestir de hombre —con el nombre de Eleno de Céspedes—, sentenció que era la única solución para moverse libremente y establecerse como cirujano, oficio que finalmente desempeñó. Por esa época, Elena —ya como Eleno— había tenido contactos carnales satisfactorios con mujeres que, en ningún caso, dudaron de su masculinidad.

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“Su forma de entender y vivir la vida fue más allá de cualquier distinción dual de géneros, sexos y ocupaciones. Lo que más ha llamado la atención de los investigadores, han sido los cambios de su cuerpo y el hermafroditismo.” Tras años en la sierra sobreviviendo de diversos trabajos, se estableció en Ciempozuelos con el oficio de cirujana —lo que la convirtió en una de las pioneras de España—, y decidió casarse con María del Caño. En 1589, se pierde para siempre su pista. Elena de Céspedes fue una mulata y esclava que intentó hallar la libertad y el amor transformada en hombre. Su empecinamiento vital estuvo a punto de costarle la vida. Es la historia de la lucha de un ser humano que quiso vivir y sentir de acuerdo a sus propias convicciones, en una sociedad donde el papel de la mujer carecía de relevancia, y su supeditación a los dictados masculinos no se cuestionaba.§ 15


REPROCHES DE

RESURRECC IÓN

RAMSÉS GUERRERO Dios mío, si tú hubieras sido hombre, hoy supieras ser Dios; pero tú, que estuviste siempre bien, no sientes nada de tu creación. César Vallejo

No fueron trompetas, ni angelicales coros aquello que anunció la resurrección del ungido. 16


Fue solo una chispa de vida en el cuerpo de Jesús, algo muy parecido a la sensación de caer mientras se está en profundo sueño; esa bruta sensación después se transformó en una especie de claustrofobia que fue bajando de poco en poco. El ungido estaba rodeado de una oscuridad total, incluso se imaginó por unos momentos que seguía muerto, pero sintió la pesadez del cuerpo sobre su aura. Entre la oscuridad era imposible contemplarse, pero las sensaciones de su carne lo hacían inferir que su piel estaba corita y descansando sobre un polvoso suelo. Después de un eterno silencio, que lo mismo pudo durar un segundo que mil años, se sintió observado por un ente invisible que todo lo abarcaba, un incorpóreo ser celestial. —Al final apareciste, padre. Vacuos fueron mis lamentos para tus oídos y mi dolor ínfimo para ti. Dime, padre, ¿por qué no acudiste al llamado de tu fiel siervo y principal emisario? 17


El silencio seguía reinando todo, más allá de lo que podía soportar el coronado hijo de Dios. Decidió proseguir con su discurso. —Lo cierto es que mi aparición era para expiar el pecado de mis hijos, y a la vez hermanos. No es eso entonces, adorado padre, lo que te reprocho. Mis auténticas inquietudes son: ¿Por qué me despiertas de mi eterno descanso? ¿Por qué me dejas en esta media muerte? ¿Cómo te atreves a entrar en mi independiente corporeidad para despertarme sin mi consentimiento? ¿No he pagado con el dolor de mi carne todo lo que no hice pero he de costear? El silencio continuaba dominando la pequeña caverna, domicilio ultimo del ungido. La oscuridad y el silencio hacían pesada la presencia.

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Jesús entonces comenzó a auscultarse con sus dedos que iban dibujando imágenes en su mente elevada; sus yemas estructuraban nervios, luego huesos, músculos, piel, llagas, vellos, marcas y finalmente imperfecciones, halló demasiadas heridas, casi todas a medio sanar. Para cuando llegó a su costilla, introdujo sus dedos en aquella herida profunda que lo hacía doblarse de dolor y procedió a examinar el aroma de su sangre, era una mezcla de podredumbre con ligeros matices de esencia de clavo. —Con tu superior vista, observaste llorar a María, a mis hermanos, a mi Magdalena, a los niños y algunos soldados. No sólo cayó pesadumbre en mí, provocaste dolor en tantos, padre.

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Jesús se puso de pie al fin, experimentando una debilidad desconocida en sus piernas. A tientas, llegó hasta una esquina y comenzó a orinar sin importar que sus pies se humedecieran un poco. Cuando terminó su tarea, prosiguió con aquello que se había vuelto un monólogo. Mientras construía en su mente cada frase que deseaba manifestar, las palabras exhaustivas y suficientes para concretar su razonamiento, averiguaba a tientas la ubicación de su manto mortuorio para cubrir su desnudez. —Sé bien que has de pensar que esto es un reproche burdo y carente de razonamiento. Pero te olvidas que soy, sólo en parte, tú… De sobra sé cada palabra que articulo y conozco tus pensamientos. Imaginas que soy un ingrato. Piensas que por ser extensión de ti, con mi llamarada de vida, puedes hacer lo que quieras, pero ahí te equivocas, porque no soy sólo tuyo.

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Pausó un momento para hacerse un nudo a la altura de la cintura con el largo manto. —Soy de María, comí su comida y sangró mi existencia; soy mío, batallé mi dolor a solas; soy de la humanidad, porque dolí sus pecados; soy tuyo porque libré tu batalla. En mis venas corre la sangre rebelde del terrenal que todo cuestiona, de este extraño mestizaje nacen mis reproches de resurrección y si tú fueras un poco humano sabrías ser humilde. Y con la liquidez que la presencia celestial apareció, desapareció indignada. Pero de sobra el hijo rebelde sabía que los oídos seguían presentes en cada rincón de la caverna, en cada rincón de su lastimado cuerpo, en cada centímetro insignificante, añadió entonces: -Yo, que soy tu hijo, no he podido oír ni una de tus mil voces ni recibí justa audiencia: ¿Qué puede esperar el mortal completo?

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Por última ocasión esperó alguna respuesta, pero ante la necedad del superior, finalizó: —Padre, te amo y por ello te obedezco en cada una de tus consignas, pero mi sangre mortal siempre me acompañará y con ella mis dudas. La roca que sellaba la entrada de la caverna se abrió con fuerza, pero la radiante luz no sorprendió a Jesús. Su rictus sólo expresaba resignación, sabía que no escucharía ni una voz de su padre y andaría suspendido en un descanso incompleto, violado por su padre.§

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ne

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EL JUIC IO


U

Montserrat Varela

n ángel toca una trompeta de la cual pende una bandera rojiblanca. Mujeres, hombres y niños se levantan de sus tumbas y extienden los brazos hacia él. María despertó de pronto pero no se quitó el pesado edredón que la aplastaba; envuelta en él se quedó inmóvil, boca abajo, sobre la cama, reflexionando largo rato sobre aquella imagen que invadía su memoria. Finalmente decidió levantarse y entrar al cuarto de baño. El agua de la regadera estaba tibia. Pasó la esponja lentamente y se enjuagó sin prisa, haciendo pausas de vez en cuando para ajustar la temperatura del agua que caía cascada abajo sobre su cuerpo. Fue entonces que recordó la mirada de su amigo y una sensación de vértigo la obligó a retroceder unos pasos.

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Alargó su brazo para sostenerse del cancel, pero falló en su intento. Bajo el chorro de agua, recargada en el muro frío de mosaico azul, fue deslizando su espalda lentamente hacia abajo. Lo recordó a él, a su mirada tristona mendigando afecto y a sus caricias torpes que no alcanzaban para enchinarle la piel; recordó su presunción en la cama, su risa franca y sus ojos como unas rendijas luminosas; recordó su talento para crear grandes historias y su valentía al intentar sobrevivir en el mundo sombrío que el mismo se pintaba. Tuvo sexo con él varias veces cuando él llegaba a la ciudad y le pedía posada. María se escurrió hasta quedar sentada en el frío mosaico. Su rostro estaba descompuesto, su llanto trabado en la garganta, asfixiándola. Justo ese día él le había dejado de parecer interesante.

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Recordó la mirada obscena del que llamaba amigo y la sonrisa sardónica en su rostro; recordó las manos toscas y pequeñas prendidas a su cintura hacía apenas unas horas, su cuerpo apresándola contra el colchón, su sexo penetrándola sin su consentimiento y después de unas cuantas súplicas, sin su oposición. Ella no emitió sonido aun cuando el chorro de agua helada caía sobre su rostro, y a pesar de que su gesto era de grito, de rabia infinita y de infinita culpa recordando cómo él se vistió y caminó hacia la puerta y ella, sin reclamarle nada, sin defenderse, tan sólo la cerró. Un ángel tocando una trompeta con una bandera rojiblanca era la ilustración de una carta de tarot que irónicamente continuaba tirada como único testigo de su ultraje.§

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EL ESTRUENDO HUECO SABINA lUNA

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D

espierta. Sólo fue una pesadilla. En el sueño, la casa olía a cebolla y vinagre porque estábamos en un velorio y así disipas el olor a muerto. El muerto es tu hijo, lo asesinaron: se escucharon golpes en el portón y después entraron tres soldados. Cada uno apuntó con su fusil para llevarlo fuera de la casa. Nadie pronunció palabra. La noche les azotó el rostro y los árboles mostraron su perfil siniestro. Uno de los soldados gritó y se detuvo. Lo colocaron contra un grueso tronco de anacahuita. Supo que iba a morir. Sintió el rastrillar de las armas y cerró los ojos en espera de la descarga. El estruendo hueco. Despierta. Miras lleno de asombro a tu alrededor. Sólo fue una pesadilla. En el sueño, la casa olía a cebolla y vinagre porque estábamos en un velorio y así disipas el olor a muerto. El muerto es tu hijo, lo asesinaron…§

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GARIMPEIROS Ella Marday —Buscamos oro, plata o algún objeto de valor. —¡Esto es un cementerio, aquí descansan los muertos! —En un país donde no hay reposo para los vivos, no hay razón para que los muertos descansen.§

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FALSA FICC IÓN

fABIEN ORTIZ

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A

gentes de la Policía Nacional apresaron a un hombre de 43 años acusado de profanar la tumba de su madre y haber lanzado el cadáver a una de las calles del sector Villa Rosa. De acuerdo con el informe policial, Elvin Núñez expuso en la vía pública la osamenta, mientras vociferaba que pertenecía a su madre. Alegó que la mujer no le dejó una propiedad de las tantas que tenía. La profanación se castiga con hasta un año de prisión, pero es posible que sólo sea un mes. El huérfano deberá buscar otra morada pronto.§

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JUNTO A LA T UMBA atilano sevillano

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E

l guardián de un cementerio, ante un ruido sospechoso avisa a la policía, que se presenta en seguida llevándose en el coche patrulla al presunto profanador. En comisaría tratan de tomarle declaración y se percatan rápidamente de la necesidad de derivarlo a emergencias psiquiátricas. El doctor Augusto del Río echa un vistazo al informe suministrado por la policía y se dirige al interfecto: —Bien, señor Argüelles: ¿Puede usted decirme qué hacía a altas horas de la noche en el cementerio? —Nada en particular, es una cuestión muy sencilla, doctor: mi esposa padece de cáncer, pero no está muerta, tan solo está dormida. Me lo ha dicho en sueños. Y ya sabe usted, doctor, que en los sueños no se finge.§

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FRAGMENTOS SIN ROSTRO octavio huesca

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M

asticaba pausadamente y caminaba mientras leía uno de los reportes. Llegó a su oficina y había una pila de fólderes marrón sobre su escritorio. —Asco de ciudad. Llena de muertos— dijo en voz alta; pero nadie escuchó. Se terminó su endeble sándwich y le dio un trago a su botella de agua. No le agradaba el ruido, así que iba descalza. Cuando no había nadie o casi nadie, le gustaba hacer eso y sentir el frío en sus pies atravesándola, llegando hasta su hipotálamo. Otros, los más asustadizos, siempre tarareaban y algunos empleados de limpia ponían música en pequeñas grabadoras o se ponían audífonos. —No se quede tan tarde, señorita, luego espantan—le aconsejó una señora en alguna ocasión antes de terminar su turno. En su mente pensaba que la gente, a todo, a cualquier cosa, le quiere encontrar el lado paranormal: ella nunca vio una declaración del CEO de Lockheed Martin Corporation decir que había visto un fantasma, nunca creería en esas cosas. 37


Sola trabajaba mejor. “A solas con los muertos”, pensó y sonrió. Hacer necropsias es algo que mucha gente no puede ni imaginar, encontrarse frente a frente con un cuerpo. Es algo íntimo, especial, único incluso, hasta emocionante y morboso. El simple hecho de ver gente desnuda, indefensa y contrita, le hacía sentirse con una especie de poder, la otra parte involucrada no podía negarse a nada. Y los casos: muerto por manejar borracho en una carretera a alta velocidad; muerta a golpes por el esposo y sus amigos por supuesta infidelidad (estos casos iban a la alza); tropas de adolescentes suicidándose y transmitiéndolo por redes sociales, porque nada, más que las reacciones de alguien en otros continentes, les interesaba y les hacía sentir algo. A eso añádele, a veces, muchísima sangre o el rigor mortis, cuerpos destrozados en accidentes, brutales choques, incendios, explosiones. El olor, la visión, cerraba los ojos y recreaba la escena, es algo brutal no apto para todos los estómagos. 38


Durante la carrera muchos renunciaron cuando por primera vez se enfrentaron al escenario de manipular un cuerpo ya sin luz, sin alma: vacío. Sólo un envase sin fondo que te mira desde cerca o desde muy lejos. Tocarlo, abrirlo, coserlo, sacar y meter órganos. Cuando le habían tocado bebés… ni hablar. En ese trabajo veía de todo: en alguna ocasión durante sus primeros días, y cuando todavía no conocía el movimiento del lugar con precisión, entró sin tocar a la habitación y halló a una de las personas, que ella pasó a suplir más adelante, arrullando a un bebé muerto. —Está dormido—le dijo con una sonrisa y siguió arrullándolo mientras susurraba una canción de cuna. “Pinche loco” pensó en esa ocasión. De alguna manera y para su sorpresa recordó esa historia y se le secó la boca. Ahora era de piedra, rara vez algo la impresionaba; pero divagaba en esos pensamientos fútiles y viejos, tenía trabajo por hacer.

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Se puso talco y después los guantes, caminó en absoluto silencio hacia la sala, no tenía ni ganas de fumar como usualmente sucedía cuando terminaba de cenar, si a eso se le podía llamar cena. Apenas entró, el cuerpo sobre la plancha llamo su atención, tuvo un pequeño espasmo; pero ella ni se inmutó, es algo normal. Era un hombre de aproximadamente veinticinco a treinta años, pelo azabache, esbelto, cuerpo lampiño y tenía algunos tatuajes; los más identificables eran dos gatos en el lado derecho del pecho, un gato parecía atacar al otro: estilo japonés, y el otro era una ballena surcando, lo que parecía ser el espacio, con las palabras “Non est ad astramollis e terrisvia”1escritas un poco más abajo del lado izquierdo de su pecho. Se ruborizó levemente cuando se sorprendió ya muy cerca de él y la piel se le erizó, por suerte estaba sola. 1 No hay camino fácil de la Tierra a las estrellas, frase de Lucio Anneo Séneca.

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Con destreza retiró los guantes, temblando un poco lo acarició despacio sintiendo su frialdad, su extrañeza y se excitó, su respiración de inmediato se agitó, sentía como si acabara de correr los 100 metros planos. Escuchaba fuertemente el latir de su corazón en sus oídos. Continuó observando, tenía labios carnosos, espalda ancha, las pupilas dilatadas a punto de estallar, alguna droga en el organismo o un traumatismo craneal seguramente. Con cuidado se alejó y abrió la puerta que daba al pasillo, miró para ambos lados cerciorándose de que estuviera sola, cerró la puerta y le puso el seguro. Por reclamos de respeto y privacidad habían quitado las cámaras de seguridad en esa habitación, lo sabía porque ella había estado ahí el día que las quitaron, tomó el reporte y comenzó a inspeccionarlo. Tenía hasta el siguiente día para alistarlo, más abajo halló: Causa de muerte: Aún sin determinar. 41


42


Firmó la hoja con antelación y lo miró nuevamente de reojo mientras se mordía el labio. Se persignó y comenzó a desvestirse sin premura. —Tenemos tiempo,mi amor. Y lo montó.§

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anANDROPAUSA Audiel Gonzajuรก 44


H

oy cumplo 56 años y mis hijos vendrán a visitarme. La cita es a las 8 pm, me baño a las 7:10, pongo una canción de Rocío Dúrcal y los recuerdos se me agolpan en el pecho, lloro y el pelambre de canas cae junto con varias lágrimas que se confunden entre las arrugas. Salgo de la ducha y plancho mi ropa con la lentitud del que quiere detener el tiempo. Me pongo la camiseta que me regaló mi hijo Paolo el año pasado, el cocodrilo me raspa la tetilla izquierda y duele, prefiero ponerme algo más liso. Me miro al espejo, los kilos de más, la calvicie ganando la batalla, la papada flácida y caída. Mis hijos no llegan hasta las 9:10, sólo dos de ellos, Alejandro ha cancelado de último momento, parece que por asuntos de la oficina. Sentados en la mesa bebemos café y comemos pastel de chocolate, nadie ha cantado el feliz cumpleaños y mi único nieto juega concentrado en el celular.

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Mi hija Ariel me regaña frente a su esposo y Paolo la secunda, dicen que no uso nada de lo que ellos me dan, me apena confesar el dolor que me provocan las costuras en los pezones o que los pantalones no me cierran de la cintura. Ariel y su esposo son los primeros en irse a las 10:15, Tadeito no me abraza porque dice que huelo muy fuerte, su madre lo reprende, pero le digo que no se preocupe, que todo esta bien. Paolo se va diez minutos después y me recuerda tomarme las pastillas de la hipertensión, intento besarle la mejilla pero rehúye con un gesto violento y me golpea la barbilla sin querer, sí, fue mi culpa, y tomando lo sobrante del pastel se marcha. Me quedo mirando las sombras de las tazas sucias, recuerdo mis viejos cumpleaños cuando Dolores todavía estaba aquí. Me preparaba la cena o salíamos a pasear y le besaba la frente como en la academia. Dolores falleció hace un par de años, parece que se llevó a nuestros hijos. 46


Apago las luces y camino despacio a la alcoba, tengo los pies hinchados y quiero dormir. Abro el ropero para sacar el pijama, y la ropa de Dolores me pone a llorar, aprieto sus vestidos de encaje, los estampados de flores, sus blusas de fiesta, los zapatos de bailarina que le encantaban, su sostén bordado, un camisón lila... La luz del cuarto no me mira, la ropa de Lola me inunda, a tientas alcanzo su cofrecito de maquillaje que le regalé en nuestras bodas de plata. Un poco de carmín, lápiz de ojos, rubor, perfume de rosas y mi aliento se confunde con la soledad. Enciendo la luz, me siento otra vez vivo. Si mis hijos me encontraran así, con la ropa de su madre muerta y maquillado... no sé... seguramente estarían orgullosos.§

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C

O

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T A

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