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Agradecimiento (a mi madre

ISRAEL SÁNCHEZ TRUJILLO

Laura o “Lauris” como le decimos de cariño es una mujer muy fuerte, con un carácter bastante agradable, aunque a veces sea todo lo opuesto. Sé que es un cliché, pero los clichés son ciertos porque es la mejor persona que me pudo haber tocado para educarme. Desde que recuerdo, mi madre siempre me ha dado la confianza para hacer todo lo que yo he querido, nunca he recibido un ¡no! como respuesta, para ella no hay obstáculos y todo se puede resolver. Es la persona más atenta que he conocido, siempre está al pendiente de todos en la familia, en el trabajo, en el ejercicio como ella le llama; se sabe los cumpleaños de todos, ayuda cuando alguien lo necesita y nunca espera algo a cambio.

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Agradezco a mi madre por estar cada vez que la he necesitado, por siempre tener una sonrisa cuando estoy triste y cuando hemos compartido tiempo juntos, es lo mejor que me ha pasado en la vida. Es divertida, no toma en cuenta jamás el qué dirán, para ella la vida es simple y no hay que complicarla. Me fui de su casa cuando tenía 25 años y recuerdo que me dijo “si eso es lo que tu quieres, adelante”, creo que eso podría definir un poco la ideología de mi mamá, “si es lo que tu quieres, si es lo que te gusta, hazlo, hazlo sin importar lo que cueste”, siempre habrá una manera de encontrar una solución, porque para ella, todo tiene una solución, excepto la muerte.

Agradezco la manera en que cuida de mi hermana Anahí y de los siete perros que son la felicidad de la casa, Tenoch, Archi, Doris, Maya, Cloe, Hans y Milka, son la compañía perfecta cuando no está mi hermana. Se duermen todos en la misma

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cama, en la cama de mi madre haciendo una especie de cobija perruna, para ella tienen el mismo derecho de acostarse en la cama, de subirse a los sillones, etcétera como cualquier persona que llegue a visitar su casa.

Agradezco que también tenga un carácter fuerte, no todo es miel sobre hojuelas. A ella, si algo le molesta, lo expresa de inmediato, es respetuosa, pero no le gusta que le falten al respeto. Si tienes que hacer algo debes hacerlo bien, ella no te dirá cuando tienes que hacer las cosas, una persona que sabe como es mi madre debe saber cómo, cuándo y a qué hora hacer cualquier labor, sino habrá serios problemas, qué significa una mala cara y posteriormente a un sermón con un tono alto, por no decir gritos.

Agradezco que aprecia mucho los detalles que tengo con ella, por ejemplo, le he traído café de Bogotá y duró un par de años en su alacena, probablemente caduco ahí por tratar de contener el sabor. Le he traído collares, blusas y aretes de algunos lugares de diferentes estados de la República y los utiliza sólo en ocasiones muy especiales porque no le gustaría que se le perdieran o se le rompieran.

Agradezco que en mayo del 2018 hicimos un viaje a Buenos Aires, Argentina. Era la primera vez que Lauris salía del país, estaba muy nerviosa por estar cerca de nueve horas en un avión y cruzar casi la mitad del continente, pero pisando tierras argentinas todo fue alegría, risas y mucha caminata. Comíamos cosas con nombres que no conocíamos, en su mayoría eran cortes de carne, pero hubo una ocasión en específico donde pidió un platillo y cuando lo pusieron en la mesa era una tabla de unos 50 centímetros con carne, huevo, zanahoria, jícama, papas a la francesa, ensalada rusa, lechuga y betabel; mi madre puso una cara genuina de sorpresa que fue muy graciosa tanto para mí como para la chica que nos estaba atendiendo. Cuando cruzamos el río de la plata para llegar a Colonia del Sacramento, en Uruguay, el clima era totalmente diferente, hacía calor, tenía playa, un puerto y un faro. Un lugar pequeño, pero con un ambiente muy agradable para estar. Allí pasamos uno de los mejores momentos que he tenido con ella.

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Estaba sentada a la orilla de la playa jugando con la arena y yo estaba jugando con un perro que pasó por ahí, esa media hora, tal vez cuarenta minutos, parecía que el tiempo no pasaba, solo éramos mi madre y yo en un país lejano, disfrutando de una linda vista y donde no eran necesarias las palabras para demostrar lo felices que estábamos en ese momento.

Agradezco a mi madre por todas las aventuras buenas, malas y regulares que hemos pasado, porque eso me ha hecho la persona que soy, esas experiencias que jamás se olvidan y que estarán en nuestros corazones, y en nuestro recuerdo.

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