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Más que una típica carta de gratitud

MAGNOLIA GONZÁLEZ MARTÍNEZ

Ella es María de Lourdes Martínez, educadora de profesión, aunque ya no ejerce desde hace un tiempo debido a la enfermedad de esclerosis múltiple que le fue diagnosticada en el año 2001. Lourdes es una mujer muy fuerte e inteligente, que siempre quiso que mi hermana y yo tuviésemos una educación de primera con una mentalidad libre de prejuicios y males, una vida digna sin las preocupaciones básicas para la supervivencia ante la sociedad, por ello, procuró a sus posibilidades, que tanto mi hermana como yo llevásemos a cabo los valores que nos inculcó en nuestro entorno. A pesar de que su enfermedad la ha estado deteriorando físicamente, demuestra su entusiasmo por vivir, por presenciar cada instante en el cual su enfermedad no la ataca, para convivir con mi hermana, su nieto y conmigo.

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Quiero poner en contexto la enfermedad de mi mamá; la Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmune, esta hace que la mielina la cual es una sustancia que recubre al cerebro se vaya desgastando conforme al paso del tiempo y así deteriore lentamente el sistema nervioso central, por consiguiente, hace que la persona con esta enfermedad sufra la pérdida de sus funciones motrices incluyendo el habla, la pérdida de memoria, la vista, entre otras. Los médicos la consideran similar al cáncer.

Una vez esclarecido el contexto acerca de la enfermedad que padece mi madre continúo con mi carta.

Retomando el primer párrafo; Lourdes ha sido la única persona a quien he mantenido presente en cualquier momento. Por eso, personalmente, ella es para mí un gran ser humano, no

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por el hecho de ser mi madre, si no por las adversidades con las que ha lidiado en mi presencia.

Es una mujer que, a pesar de tener una familia con una crianza pueblerina, es decir, machista y misógina, consiguió romper con ese patrón cultural y a la vez compartir su enseñanza con su descendencia.

La admiración que le tengo a Lourdes como mujer y como ser humano es intangible porque efectivamente, es de las pocas personas que logran cambiar su entorno sociocultural rompiendo los esquemas tradicionalistas que se han impuesto en estas comunidades que, si bien no son indígenas, tienden a comportarse de una manera conservadora y estricta al tratarse del sexo femenino; por tal motivo comparto mi gratitud a esta gran mujer que me dio la vida. Le agradezco sus lecciones de vida consciente e inconscientemente porque lo ha plasmado en mi persona.

Sé que suena a cliché que una hija le declare un texto de gratitud a su madre, pero ya lo he explicado, por tanto, me remito a concretar que a esa gran mujer le debo parte de mi personalidad y también la manera en como pienso.

Mi madre, además de ser mi madre, es para mí la mujer más maravillosa que he conocido; con su belleza, su carisma, su creatividad, su fortaleza ante las adversidades y su empatía me inspiran para continuar viviendo. Son cualidades que motivan a ser una mejor persona cada día, a esforzarse para lograr las metas y objetivos.

Madre:

Te agradezco el esfuerzo que has realizado hasta este día. Gracias por la consideración que me has tenido, por ese carisma que te caracteriza, el que hace que no te alejes de esta vida.

Por ti soy este ser humano que, a pesar de las tragedias, continúo en la vida con las suficientes fuerzas para mantenerme firme, has sido mi guía para no perderme en esta vida que ha sido cruel e injusta contigo y otros más que comparten tu condición.

Tu cariño y comprensión se han grabado en mí ser con tanto impacto que me cuesta pensar en el día que ya no te vaya a ver.

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Será un día difícil para mí, pero no tanto como estos años estando enferma lo hayan sido para ti.

Sé que soy fría y no estoy acostumbrada a mostrar mi afecto, pero a mi manera te lo demuestro, tú siendo mi madre ya lo has de haber deducido. Aunque parezca que me alejo, conoces bien que estoy contigo. Tú sabes bien, perfectamente, diría yo, que jamás habrá una persona que haya tenido tanto impacto en mi ser como lo has hecho tú.

Ser madre y padre, y a su vez lidiar con una enfermedad, no es nada fácil, yo no lo concibo, aún me cuesta trabajo creer que hayan pasado tantos años de estar “luchando” y de seguir viviendo.

Mamá, eres mi heroína, una gran mujer admirable, lo digo desde lo más profundo de mi ser y con el corazón en mano. Por eso te pido perdón por las faltas a tu persona en mis momentos inconscientes. Disculpa la ausencia en tus momentos difíciles.

Lamento no estar tanto a tu lado, literalmente hablando, pero tú misma me has motivado a ser genuina, yo misma, a seguir mis creencias, mis objetivos y mis pasiones.

Gracias por mostrarme la independencia, por dejarme ser libre, por permitirme decidir por mí, por tratarme como una igual, por cambiar mi pensamiento para que cada día sea una persona sin prejuicios, sin conflictos. Gracias por ser tan buena madre.

Entiendo una parte de tu sentir, y digo una parte porque no estoy en ti o no soy tú para saber exactamente cómo te sientes. De mis palabras debes estar segura porque yo, tu hija, te digo y demuestro que no tienes porqué preocuparte por mí; me has enseñado bien por eso mismo debes estar tranquila que de mi vida yo me encargaré.

Te quiero tanto, que las palabras me son difíciles de escoger, porque hay tantas que no sé cuáles sean las más dignas para expresar mi gratitud hacia ti. Jamás olvidaré las palabras: “Estoy orgullosa de ti”, porque esas palabras me han hecho eco. Me recuerdan, cada vez que siento ya no poder más, querer continuar y no sentirme derrotada.

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Infinidad de palabras puedo escribir, pero sería repetir lo mismo que ya tú has de conocer. Gracias por darme la vida y enseñarme a vivirla siendo yo misma.

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