CAPÍTULO
XVIII
LOS IDEALISTAS ALEMANES SUMARIO:
18.1. Kant.— 18.2. Fichte.— 18.3. Schelling.— 18.4. Hegel.
18.1. KANT Emmanuel KANT (1724-1808) originario de Kolnigsberg, Prusia, fue sin duda el más grande filósofo de su época y uno de los más notables de todos los tiempos. Estudió Filosofía en la Universidad de su ciudad natal, en la que, en 1770, fue designado para la cátedra de Lógica y Metafísica que ocupó hasta 1797. Escribió varias obras: "Fundamentación de la Metafísica de las costumbres", "Para la paz Perpetua", (1795) y "Principios Metafísicos de la doctrina del Derecho". (1796), estas dos últimas de importancia para nuestra disciplina. KANT, considerado como uno de los más grandes filósofos idealistas alemanes, apenas si tiene importancia como pensador político. Sus ideas políticas expuestas en las obras citadas, son poco originales y derivan de las de ROUSSEAU y MONTESQUIEU, de quienes tomó, respectivamente, las tesis del contractualismo y de la división de Poderes. KANT, fue admirador de las revoluciones americana y francesa. Las guerras napoleónicas, cuyas consecuencias le tocó vivir, inspiraron su pensamiento sobre las relaciones internacionales en el sentido que se expondrá al hablar de su obra "Para la Paz Perpetua". Las aportaciones realizadas por KANT a la filosofía general son de gran trascendencia; en especial su pensamiento sobre la Gnosología y la Ética, no dejando de tener importancia, pese a su poca originalidad, su criterio jurídico-político. El advenimiento de KANT, se debatían en el campo de la Filosofía dos tendencias diametralmente opuestas: la racionalista de LEIBNIZ y WOI.F y la empirista de David HUME y LOCKE. LOS primeros sostenían que la fuente del conocimiento es la razón y los segundos que lo es la experiencia. KANT, que en un principio recibió la influencia de WOI.F, pronto se dio cuenta que, en la formación del conocimiento, 217
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debía tomarse en consideración tanto a las formas objetivas o materiales de la realidad, llevadas al proceso del conocimiento mediante la experiencia, como las subjetivas. Esta teoría criticista ha tenido amplia influencia en la Filosofía contemporánea, pues, independientemente de haber superado las tesis racionalistas y empiristas, reviste características que le permiten resistir las objeciones de los críticos, al grado de que tal postura ha sido aceptada no solamente por los neokantianos, sino por la mayoría de los tratadistas de la materia. Si la teoría del conocimiento de KANT es importante, el aspecto práctico de su filosofía no lo es menos, pues su pensamiento moral revolucionó el campo de la Ética. Con anterioridad a la Ética del filósofo de Konigsberg, la Ética de fines o bienes, atendió al resultado de los actos morales. KANT se alzó contra tal postura y expresó que lo fundamental del acto moral no es el resultado, sino la intención, la que estudia con preferencia casi exclusiva, que es la forma del acto moral, representada por su imperativo categórico. La base de la Ética formal la constituye el imperativo categórico, que se enurrcia de la siguiente manera: "obra de tal modo que la máxima de tu acción pueda ser elevada, por tu propia voluntad, a ley universal de conducta". El imperativo, tiene dos elementos esenciales que son: la autonomía de la voluntad y la universalidad; pues, en efecto requiere, para la formulación de la legislación moral la autonomía de la voluntad del sujeto y la posibilidad objetiva, de que su máxima, de carácter subjetivo, pueda, elevarse a ley universal. Siendo la voluntad, la directriz de la Ética formal, KANT le da gran preferencia, y, al respecto, hace una distinción entre voluntad pura y voluntad empírica o impura: la primera a la que también le da los nombres de buena voluntad, buena intención o rectitud de los propósitos, es la que forma parte del imperativo categórico; la voluntad empírica es aquella que determina a obrar, guiados por un interés o causa ajena a nuestra verdadera e íntima voluntad. Hartmann ha sostenido que, en el imperativo categórico, no se encuentra la autonomía de la voluntad; tampoco voluntad pura, puesto que ésta determina al hombre a obrar por deber, sosteniendo, por tanto que el sujeto carece de voluntad en la formulación del imperativo categórico. Para contestar la objeción anterior, es preciso decir que, según KANT, el hombre obra de tres modos distintos: conforme y por deber; conforme o de acuerdo con el deber y en contra del deber. En el primer
caso, el hombre respeta la norma y lo hace por su íntima convicción moral, es decir por deber; en el segundo, el hombre obra respetando la norma, pero por causas ajenas a su convicción moral; y en el tercero, el
TEORÍA DEL ESTADO
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hombre obra violando la norma, lo que nos sirve de argumento para sostener que el imperativo categórico contiene la esencia de la autonomía de la voluntad (pura), ya que el sujeto tiene la posibilidad de escoger cualquiera de las tres formas de conducta mencionadas y si elige el obrar conforme y por deber, es lógico pensar, que lo hace en un acto de libre determinación. Para que una máxima (subjetiva) pueda convertirse en ley con carácter de universalidad, (segundo elemento del imperativo categórico) es preciso que contenga elementos de objetividad, es decir, que pueda ser aceptada racionalmente por la conciencia moral del hombre. Los dos elementos del imperativo categórico constituyen dos exigencias que determinan que la fórmula del mismo solamente puede ser satisfecha con un contenido moral, puesto que, al carecer de una posibilidad objetiva, las máximas no pueden ser elevadas a leyes: así, por ejemplo la máxima que pregonara el odio o la infidelidad, sería repudiada por la razón humana y la conciencia moral, y no tendría posibilidad de constituirse en una legislación moral universal. KANT, que afirmó el privado de la razón práctica sobre la teórica, fue objeto, por su moral rigorista, de varias criticas, inclusive de quienes en varios aspectos eran kantianos, como el poeta SCHILLER, quien irónicamente decía: sirvo gustoso a los amigos, pero desgraciadamente lo hago por afecto, por lo cual me atormenta el remordimiento de no ser virtuoso. Tal ironía no tiene como fundamento a la verdad, puesto que la amistad no debe obligar a favorecer siempre a los amigos por el simple hecho de serlo. KANT definió al Derecho como "el conjunto de condiciones mediante las cuales la libertad de unos, es compatible con la libertad de los demás, según una ley universal de libertad". De esta definición, que ha sido llamada máxima de la coexistencia, se deduce que considera a la libertad como el valor supremo, no solamente ético sino jurídico, posición que conduce a advertir que concibió al hombre no como un medio, sino como un fin en sí mismo. Trató de establecer una distinción entre el Derecho y la Moral, en cuya tarea fue desafortunado, pues intentó establecerla mediante el criterio de que el Derecho se refiere solamente al aspecto externo de los actos, en tanto que la moral, sólo a la intención del sujeto. Este criterio de distinción, que ya había formulado Tomasio, no puede conducir a establecer la diferencia entre la norma jurídica y la moral, pues se acepta, como verdad sabida, que si bien es cierto que al Derecho le interesa fundamentalmente el aspecto externo del acto, también lo es que reconoce importancia al aspecto interno o de intencionalidad; y la moral, aún cuando atiende preferentemente a
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la intención, también se preocupa por la exteriorización o manifestación externa del acto. La influencia de ROUSSEAU sobre KANT se advierte claramente en su concepción del Estado, al que define como: "una multitud de hombres, que vive según las leyes del Derecho". Y cuya multitud se formó en virtud de un contrato, mediante la voluntad de todos. En este sentido el contrato es concebido como principio regulador, normativo. Precisando la posición de Rousseau, KANT dejó sentado perfectamente que el contrato no es un hecho históricamente dado, y afirma que el Estado debe ser constituido según la idea de un contrato social, ya que éste es la base jurídica del Estado, su presupuesto ideal; por lo tanto, el Estado se debe organizar como fundado sobre el reconocimiento de los derechos del hombre, es decir, como síntesis de la libertad. KANT igual que Montesquieu, es partidario de la división de poderes; para él, el mejor Estado es el que está constituido de esta manera y en el cual la facultad legislativa reside en el pueblo, titular de la soberanía. El fin del Estado, es única y exclusivamente, el de tutelar los derechos del hombre y en especial, el de la libertad; de este modo, el Estado deviene en Estado de Derecho. Según el filósofo comentado, la humanidad habría de llegar, en un futuro más o menos lejano, al establecimiento de un Estado cosmopolita, ya que tal es su vocación, puesto que el hombre había superado el estado de naturaleza para llegar a la formación del Estado, y de esa misma manera los Estados y los hombres superarían el Estado actual, (de su tiempo, tutelador de la libertad) para llegar al Estado Universal, concebido como un principio normativo o regulador, al igual que el contrato es de un perfecto corte liberal, e individualista, pues apenas pretende regular la actividad privada. En su obra "Para la Paz Perpetua", trata de temas de Derecho Internacional, y sostiene la necesidad de que sean respetados los pactos, inclusive en los casos de guerra, y que los conflictos entre los Estados deberán ser dirimidos de acuerdo con el Derecho. Profesa la nobleza de la acción, aún en casos bélicos prohibiendo el uso de medios que disminuyan la estima de los contendientes, tales como la traición, el asesinato de los jefes, la propagación de enfermedades, etc. Las relaciones entre los Estados deben regirse de acuerdo con principios de Derecho. Y en buena parte es expositor del principio de no intervención, ya que manifestó que los Estados no pueden inmiscuirse, por medio de la violencia, en los asuntos internos de otro Estado; principio que tiene plena vigencia en la época actual y que cada día va constituyendo uno de los pilares del Derecho Internacional, y
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al respecto dice: "5-. Ningún Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución y el gobierno de otro. ¿Con qué derecho lo haría? ¿Acaso fundándose en el escándalo y mal ejemplo que un Estado da a los subditos de otro Estado?".99 Con él, el Derecho natural deviene racional; el contrato social histórico, se constituye en un principio regulador y aún cuando afirma el primado de la razón práctica sobre la teórica no debe olvidarse que, en los temas de ésta, tuvo aciertos y en particular en la materia de la teoría del conocimiento que acaba, en gran parte, con la polémica de casi un siglo entre racionalistas y empiristas. 18.2. FICHTE Juan Teófilo FICHTE (1762-1814), nació en Rammenau, Alemania. Estudió Teología en la Universidad de Jena, en 1791 conoció a KANT, por cuya mediación publicó su "Crítica de toda revelación" que apareció sin su nombre y fue atribuida al filósofo de Kolnigsberg. Cuando fue conocido el verdadero autor del libro, FICHTE adquirió rápida fama. De 1794 a 1799 fue profesor de Jena, pero a causa de un artículo publicado en una revista que dirigía, y que no era suyo, fue acusado de ateísmo y obligado a perder su cátedra. Cuando Napoleón invadió Alemania, pronunció en los años 1807 y 1808 sus famosos "Discursos^ la nación alemana". En 1811 fue designado Rector de la Universidad de Berlín. Murió en enero de 1814, a consecuencia de una infección que le contagió su esposa que trabajaba como enfermera en los hospitales de Berlín, durante la campaña napoleónica de 1813. Para FICHTE, nada existe fuera del ser consciente, del yo, que se antepone ante todo a sí mismo, y frente a él el no yo, que establece una relación entre él mismo y aquello que es diverso del yo. En otras palabras el yo se limita a sí mismo en sus relaciones con el no yo y así expresó: "mi ser, es mi querer, es mi libertad, solamente en mi libertad moral soy dado a mi mismo en cuanto a determinado". La tesis expuesta es contraria a la de su maestro, lo cual no es mérito suficiente para considerarlo más papista que el Papa, pero cuando interpreta la teoría dualista de KANT, pretende darle una significación, que de seguro, éste no tuvo en mente. Me explicaré: KANT distinguía el conocimiento, la voluntad, etc., considerándolos como algo distinto. Con base en su sistema Kantiano dice que el conocimiento es una unidad, sosteniendo que dicho sistema se conocerá mejor apoyándose en el yo y que es un error el admitir la existencia de una cosa radicalmente 99 Emmanuel KANT. La Paz Perpetua, Colección Austral, Espasa Calpe, S. A. 1964, pág. 95.
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