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No se trata de mí

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El árbol

El árbol

Autora e ilustradora: Constanza Salazar

Editorial: Catalonia

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Por Tatiana Casanova, mediadora de la lectura

pero siempre con imágenes muy sugerentes. Lo anterior otorga un tono muy personal e íntimo, permitiendo, a quien pase la página, una conexión con sus propias vivencias.

La narración, además, se acompaña con algunas citas de autoras y autores, entre ellas Pier Paolo Pasolini y Gabriela Mistral, que complementan su reflexión sobre la muerte, recurso que aporta una nueva capa de conversación a la historia expuesta. Respecto a la voz íntima y personal de Constanza, se puede reconocer a la protagonista desde sus preguntas, emociones e interrogantes. Su mirada adulta permite percibir la distancia entre ambas, haciendo referencia a los quiebres en su relación producto de las carencias, heridas, frustraciones y rencores propios de la madre.

No se trata de mí es una obra autobiográfica que narra el duro camino de la protagonista en su adultez, una vez recibida la noticia de la enfermedad terminal de su mamá. En muchas ocasiones, la obra se asimila a un flujo de conciencia que expone lo que va sintiendo y pensando la narradora, en un transcurso no lineal. Un largo y agobiante viaje interno es el que vive Constanza, intentando entender qué es la muerte y cómo se vive sin miedo después de llegado el fin.

Las ilustraciones que acompañan el texto son muy sugerentes y van describiendo el difícil tránsito: la soledad, el miedo, el silencio, la enfermedad y los cambios físicos y psicológicos en su madre, pero también en ella. El blanco se acompaña del negro, y estos dos colores aportan en el desconcertante y lúgubre recorrido. Son como fotografías íntimas que revelan el avance de la enfermedad y el despiadado sistema. En algunas páginas sus dibujos son pequeños detalles que acompañan el texto y, en otras, se toman la hoja completa, como un vaivén de emocionalidad,

Una familia desintegrada, un sentimiento de vacío, de desorden y de no pertenecer, un duelo que va mutando es lo que sigue en esta historia tras la partida de un ser querido. Será un necesario viaje al pasado, reflejado en viñetas de conversaciones cotidianas en diferentes etapas de la vida, con arrepentimientos y cuestionamientos propios de una relación madre-hija. Después de todo, como dice la protagonista, “ser mujer y ser madre nunca ha sido fácil, estamos dañadas de una u otra manera”. Ese sentimiento de desconcierto se refleja hasta la última página, cuando Constanza habla sobre lo que significa convertirse en madre mientras pierdes la propia, esa idea de que “somos todo y nada”, permitiendo así comprender el valor de los encuentros madre-hija y lo determinantes de estos, de acuerdo a la dinámica que exista.

La narración de Constanza despierta emociones en quienes la leemos, permitiendo así acceder al recorrido personal de enfrentar la enfermedad de un ser querido, así como también las interrogantes que surgen en quienes acompañan, desde la impotencia.

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