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Los días felices

Autor e ilustrador: Bernat Cormand

Editorial: Abuenpaso

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Por Pamela Ferreira, mediadora de la lectura y profesora de castellano

¿Qué tienen los libros que nos hacen sentir calor en el corazón? ¿Cuál es el ingrediente de aquellos que cuando se cierran dejan salir un suspiro?

Esto es lo que te hace sentir la lectura de Los días felices, un relato que con pocas palabras y una ilustración llena de pequeños detalles, nos permite conectarnos con una historia íntima que poco a poco va llegando al corazón.

Los días felices se nos presenta como si fuera un recuerdo de la infancia atesorado por el narrador. La paleta de colores usada por Bernat Cormand refuerza esta idea, con fondos donde predominan el blanco y el beige, que nos dan la sensación de estar mirando fotos antiguas y nos remite a la nostalgia. El narrador, cuyo nombre desconocemos, nos habla de Jaboc, un niño que llega a vivir a su calle y con el que se hacen amigos desde el primer día.

Al día siguiente, me presenté en su casa.

Y desde entonces no nos separamos ni un solo día.

Los juegos que disfrutan juntos y una forma especial de comunicarse con pequeños regalos en el agujero de un árbol es una muestra de tierna complicidad. Es allí donde las ilustraciones, todas dibujadas a mano, insisten en la sensación de estar dentro de un recuerdo.

El autor de este libro, Bernat Comand, fue un escritor, ilustrador y editor barcelonés. El interés en las narrativas LGTB+ marcó su trabajo. Para el autor era importante “hacer visibles otras realidades que nos fueran las que estamos acostumbrados a ver o a leer”. Sin duda, en esta obra lo logra, sin que esa intención de visibilizar se transforme en panfleto, muy por el contrario, lo hace a través de la sutileza de su ilustración, donde incluye elementos que se oponen al estereotipo de lo masculino: flores, mariposas, sueños de momentos compartidos, manos tomadas, entre otros elementos. Hay una hermosa sincronía entre la ilustración y la palabra que nos permite adentrarnos en la historia, pero también sentirla.

Los días felices ofrece un espacio para el amor, para la infancia y para que las niñas y niños LGTB+ puedan verse, puedan existir en la literatura, así como existen en la realidad, tal como la infancia heterosexual. “No hay mejor documento que la literatura infantil para saber cómo la sociedad desea verse a sí misma” (Colomer, 2017).

Sin duda, este libro es necesario, porque emociona, pero también porque la infancia requiere una sociedad donde podamos vernos, reconocernos y pensar un mundo cada vez más respetuoso y empático.

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