GRUPO EDITORIAL Contenido: Sebastián Cantuarias Paulina Miranda Ángel Marroquin Rodrigo Aguayo Edición: Alejandra Paz Diseño: Camilo Barriga Carolina Sánchez Stephanie Salas
Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de esta revista sin el expreso consentimiento de Proyecto Propio
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ELECTROCARDIOGRAMA EMPRESARIAL Número cuatro
ca lei dos copio
6.
INDICE
SUSTENTA B ILIDAD
UNA FORMA DE VER
20. 28.
ELECCIÓN DE LOS CONSEJEROS REGIONALES,
L A
U R N A
MENOS CONOCIDA
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EDITORIAL Empresas, democracia y las estrategias de sustentabilidad En el contexto de elecciones, es difícil no hacerse la pregunta del rol que juegan las empresas en estos procesos. El análisis se puede hacer en el área chica, respecto de los aportes de las empresas a los candidatos y la necesidad de aumentar (y potenciar de manera constante) los mecanismo y procedimientos que transparentan estos procesos de donación. Una sociedad nunca puede estar tranquila respecto de su transparencia, ya que -más que un estándar- ésta es un horizonte. Pero también podemos pasar a la discusión de área grande, y preguntarnos si las empresas tienen un rol que cumplir en el desarrollo de la democracia de un país. A juicio nuestro es imposible pensar una empresa fuera de su contexto; en este sentido la empresa siempre es un actor de la sociedad, y por eso es parte del sistema democrático, no solo por que tiene derechos y deberes, sino también porque cumple un rol, y en tanto lo haga es parte de los procesos de desarrollo y deliberación que una sociedad empuja por medio de su democracia. Por esto la democracia está lejos del ser un elemento tangencial, en una estrategia de sustentabilidad de una compañía. Todo lo contrario. La democracia es un elemento clave de cualquier estrategia social, ambiental o económica que una empresa ejecuta. Ahora bien, entender la democracia como un punto central de una estrategia no es solo es considerarla y tomarla en cuenta: implica promoverla y apostar por su profundización y desarrollo.
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Vale la pena preguntarse entonces qué tan democrática es la forma en que las empresas se relacionan con sus comunidades vecinas, qué tanta democracia incluyen en sus procesos de consulta ciudadana o en su relacionamiento con proveedores y contratistas. Pero más que la pregunta del estado actual, proponemos preguntarse qué rol cumplirá la democracia en la estrategia; en otras palabras, ¿qué hará la empresa por aportar a vivir en un país que potencia y profundiza su democracia, como un ejercicio continuo y permanente? No es llegar y hablar de más democracia. El desafío de las empresas hoy está en cómo se implementan mecanismos y procedimientos que impacten con mayor democracia y más deliberación las cadenas de valor del negocio de cada uno.
Sebastián Cantuarias Director Social Proyecto Propio
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FotografĂa de Bernat Casero
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http://www.flickr.com/photos/93252788@N00/2233601787/
c a l e i d o scopio INNOVAR EN LAS FORMAS DE HACER 7
caleidoscopio Una propuesta para la innovAcción
Innovar en las formas de hacer El gobierno ha destacado el año 2013 como el año de la Innovación. Esto ha permitido que una serie de iniciativas privadas y públicas emerjan con fuerza para conectar con el mundo del emprendimiento y la producción. Estas acciones han concitado igualmente el apoyo transversal de la sociedad chilena, quien ha visto con entusiasmo cómo la producción del campo chileno se ha diversificado y como la producción de Aplicaciones y juegos para computadoras se ha tornado un insólito campo de desarrollo para los emprendedores chilenos. Estos hechos han venido a conformar lo que hoy se denomina “el clima” de emprendimiento actual. ¿Es este avance suficiente?, ¿están todas las áreas que hacen un país suficientemente exploradas por la innovación? Frente a estas preguntas es que vale la pena volver a preguntarnos: ¿en qué sentido es social la innovación? Si consideramos innovadora una nueva idea es porque parece ser capaz de agregar valor al espacio donde otras fallaron. Entonces, igualmente, podemos decir que esta nueva idea ha lanzado al mundo, una original forma de hacer las cosas. Desde esa perspectiva, decimos que toda innovación descansa en un vórtice social, cuestión que se torna clara cuando observamos las acciones desde “la manera en que las nombramos”.
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Una de las premisas desde las que se levanta la innovación apunta a que nosotros y quienes nos rodean, usamos relatos para entender el mundo, -cómo cuando le contamos a alguien en qué trabajamos, qué sentimos o cuáles son nuestras preferencias culinarias-, y que estos relatos constituyen una “forma de nombrar”, -como cuando hablamos de clientes, usuarios o públicos o targets para referirnos a nuestra población objetivo-. Esta forma de nombrar que elegimos, decimos, configura nuestro lugar en la sociedad en que vivimos y en la cultura que nos rodea. Desde dichos postulados, creemos que es posible desprender algunos principios para la acción e innovación:
1. La forma de ver determina el hacer.
2. Los relatos en que se describe a clientes, usuarios, revelan normas culturales.
3. Estas normas tienen un origen social y se expresan en comportamientos.
4. En estos relatos han sido ignorados o borrados otros para crear esas normas culturales.
5. Es posible crear, reflexivamente, nuevos relatos.
6. Al cambiar los relatos y hacerlos circular, se cambia la forma de ver y de hacer.
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Tecnología al servicio de la sociedad Con la palabra tekné los griegos nombraban el saber y hacer que llevaban adelante los artesanos y también el arte más elevado y las bellas artes. Lo que entendemos, por lo tanto, como tecnología (derivado de técnica) posee raíces conceptuales que no responden únicamente de la trasformación del objeto o la creación de instrumentos. Actualmente los avances en tecnologías de la información, no se plantean si es necesario más o menos tecnología, sino la inevitabilidad de su inclusión en la administración pública y privada como una perspectiva filosófica capaz de producir procedimientos que hagan la organización social posible (Thygersen, 2011). En Trabajo Social la evidence based practice ha avanzado en el reconocimiento de la tecnología como un medio para dar al social work el estatus de profesión (Hall, 2008). ¿Puede un concepto como este dar cuenta de las relaciones en que los seres humanos desarrollamos nuestra vida colectiva?, ¿no resulta tecnología un concepto demasiado frío como para hablar de seres humanos? El concepto de tecnología aparece claramente cuando pensamos en nuestra necesidad de organizarnos para llevar adelante nuestra vida en común. En este proceso, como todos nosotros sabemos por experiencia propia, cumplimos diversas funciones y roles, -ser padres, madres, hijos, trabajadores, alumnos, etc.-, que implican vinculación con el mercado, el Estado y las propias comunidades donde vivimos. Evidentemente esto no es sencillo pues implica también la aparición de conflictos,
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la necesidad de llegar a acuerdos y la aparición de dificultades nuevas. A la aparición creciente de estas dificultades las denominamos complejidad (y es que cuando aumentan las alternativas posibles de ser elegidas se hace mucho más difícil elegir, como por ejemplo, cuando vemos la repisa de un supermercado o un clóset con ropa). La pregunta clave en este sentido parece ser: ¿Cómo hacer frente a estas dificultades?, y sobre todo, ¿cómo resolverlas? Es aquí que el concepto de tecnología, (es decir, un conjunto de reflexiones acerca de las normas sobre un saber específico), nos resulta útil. Cuando hablamos de tecnología social, entonces, decimos que la reflexión se despliega acerca de cómo producir coordinación al servicio de las relaciones que los seres humanos desarrollamos cotidianamente, en otras palabras, cómo hacemos para lograr trabajar juntos y qué clase de mecanismos pueden contribuir a organizar el aporte que cada miembro contribuye para logros comunes. ¿Para qué queremos lograr esto? Para promover relaciones de equidad entre los diversos actores con los que nos relacionamos diariamente, el Estado (a través de sus políticas públicas, el Municipio, etc.), nuestro propio barrio y el mundo de la empresa (empresas aledañas o a las que accedemos en busca de servicios). Esto es promover el relacionamiento, esto es sumar.
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Procedimentalidad Cuando hablamos de tecnología social nos referimos a la reflexión organizada acerca del campo de la intervención social y el cambio, es decir, a la reflexión producida sobre la técnica, el hacer, del cambio organizado. Esta reflexión produce principios-formas, uno de ellos es el que denominamos como “Procedimentalidad”. Este principio: • Permite explicar cómo se produce coordinación por medio del uso de diversos mecanismos. • Permite explicar que los procedimientos nacen del consenso entre los actores. • Permite explicar la intervención social por medio de estrategias de orientación. En este sentido es que hablamos de sistemas de coordinación, que permiten producir y gestionar intervenciones sociales en contextos complejos y que, a través de ellas, buscan promover autonomía en los sujetos (plan ético) a través de la trasferencia de competencias, habilidades y procedimientos. La característica esencial de la intervención social producida es que puede ser estandarizada y ajustada permanentemente a través de una relación entre operador y las herramientas trasferidas. Estas tecnologías pueden ser introducidas por la institución, cuando por ejemplo, se diseñan e implementan programas sofisticados y que cuentan con altos márgenes de decisión de los operadores, y que cuentan con apoyos interministeriales o mesas de trabajo.
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Sin perjuicio de lo anterior las tecnologías pueden ser introducidas también por el interventor. Sucede esto cuando, por ejemplo, el interventor cuenta con competencias técnicas que superan los márgenes de acción y decisión que contempla el programa, ampliando el conjunto de posibilidades de acción por medio de la aplicación subterránea de tecnología. Al hablar de intervención social se piensa habitualmente en la existencia de un sujeto capaz de ser influido o “cambiado” para lograr metas específicas, con o sin la autorización de ellos. Cuando profundizamos con más atención en dirección al concepto de procedimentalidad nos vemos obligados a dejar esta noción de sujeto de lado, modificar las lentes con las que habitualmente entendemos la intervención. Ello nos invita también a considerar, con estas nuevas lentes, la dimensión teórica anclada en esta lógica que supone ciertas limitaciones acerca de la manera habitual de entender la intervención y el sujeto. La primera de las imposibilidades respecto del sujeto de intervención dice relación con lo que podríamos llamar “déficits escópicos” (en el modo de ver), es decir, el despliegue de maneras sub complejas de comprender la intervención social. Este tipo de déficit se expresa, como ya mencionamos, principalmente en acciones dirigidas unidireccionalmente a cambiar “percepciones” a través del cambio de conciencia de las personas. Lo que se sostiene, desde una visión procedimental, es que resulta imposible penetrar en las conciencias de las personas para inocular cambios en sus formas de actuar y pensar. No es la voluntad del sujeto ni mucho menos su conciencia lo que se encuentra en el centro de la atención, sino los
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mecanismos de coordinación entre alter y ego -y no entre un sujeto y un objeto en el sentido cartesiano- , sino coordinación en un sentido comunicativo. Otro de los factores que incide en estos déficits es el que dice relación con la posibilidad de entender la intervención estructurada a partir de lógicas de pensamiento. Esto quiere decir que nuestro acceso a lo social se encuentra mediado por las formas que usamos para interpretar lo social. En este sentido, según Teresa Matus corresponde a una forma de ver que se traduce en un hacer particular. Como es posible dimensionar, no existe una vía única y garantizada de acceso a lo social ni tampoco una interpretación correcta o paradigmática, sin embargo, es posible señalar múltiples vías de interpretación que resultan identificables cuando las asimilamos a las lógicas a partir de las cuales se interpreta lo social. En este sentido, y lo que se sostiene en síntesis es: la reflexión sobre lo social es una forma de pensar filosófico y el preguntar por lo filosófico, es una pregunta social, leída en un contexto. Una de las entradas posibles para describir una intervención social procedimental es comprender lo procedimental en su dimensión histórica, es decir, como un tipo de racionalidad que emerge con la modernidad y se expresa consecuentemente en las ciencias jurídicas y políticas que explica cómo se produce coordinación en la sociedad por medio del uso de mecanismos (jurídicos y políticos) y estrategias de orientación. O como nos señalan Chernilo y Mascareño (2005): La procedimentalización permite articular la tensión entre emergencia de la sociedad y pretensión normativa de los actores, o puesto en otros términos, entre lógica
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sistémica y razón práctica. Es el mecanismo mediante el cual la diferencia encuentra un punto de anclaje lo suficientemente abstracto como para dar espacio efectivo a lo particular, lo suficientemente concreto como para ser empleado en distintos contextos y lo suficientemente neutro como para permitir la formación de criterios de convivencia universalmente aceptables. Es la única estrategia que no sucumbe cuando, por la propia emergencia de la sociedad, ella se orienta en un sentido distinto al acordado o definido procedimentalmente, pues el procedimiento es neutralidad suprimida y a la vez conservada en el acuerdo, pero no es el acuerdo mismo (Pp. 17-45). En este sentido, el procedimiento nace del consenso entre los actores: “pues el procedimiento es neutralidad suprimida y a la vez conservada en el acuerdo, pero no es el acuerdo mismo” (p.17). Por lo tanto, pensar en una intervención social procedimental comporta al menos 7 claves o requisitos para ésta (1): i. Introduce variedad desde la intervención social (oferta) puesto que al negar lo existente como lo único posible, obliga a no pensar solamente desde el mismo y único lugar, sino que sorprende, innova, haciendo sinergia con otras dimensiones de la intervención y los recursos de otros actores competentes. ii. Involucra al otro, puesto que se trata de elecciones realizadas por este otro (en tanto usuario, cliente, beneficiario, audiencia, público, etc.) y al resultar de un proceso de autoobservación de desde él, lo procedimental se encuentra sujeto al cálculo de rentabilidad. La imagen de la variedad introducida en la oferta (en los puntos i
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y ii) viene a invertir la relación entre complejidad de la demanda v/s calidad de la oferta: i) cuanto más aumenta la demanda de un servicio, la calidad es inferior y ii) cuanto más aumenta la oferta (en variedad), la demanda es más específica. En este sentido una oferta limitada, se torna mucho más acuciosa, en síntesis, se apunta a “customizar” la oferta del servicio. Este giro hacia la calidad permite demostrar que “hacerlo así” es eficiente, es mejor. Desde esa perspectiva la procedimentalidad implica un estudio sistemático de la oferta. Como en un equipo de alto rendimiento cuyos entrenadores viabilizan las mejores opciones y calculan el rendimiento del equipo pensando en la victoria. iii. Implica comunicación con el otro, puesto que se trata de una oferta, el canal y los mecanismos que permitan llegar a éste resultan están inscritos en la comunicación. En este proceso uno de los actores participantes puede, en cualquier momento, decidir no continuar y rechazar la comunicación, sin embargo, este proceso se establece por medio de contenidos que “tengan sentido” para el otro. iv. Comporta una pedagogía ya que requiere considerar la adhesión reflexiva del sujeto a la oferta propuesta por la intervención.Yes que si es requisito el pensar contingentemente la intervención social en base a decisiones que hacen los actores, la procedimentalidad considera mecanismos de trasferencia capaces de incluir las distinciones necesarias (en el lenguaje del otro) para que los usuarios hagan la experiencia de la variedad y a la vez escalonen aprendizajes. En otras palabras se espera que los usuarios aprendan a usar la intervención. En esta reflexividad radica la especificidad de una intervención social en tanto oferta customizada y con una performance eficiente. La “customización” implica que los oferentes son
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capaces igualmente de asentir reflexivamente respecto a aquellos elementos que harán más probable la elección de la oferta (intervención social) por parte del cliente. Hablar de “customización” desde una lógica de intervención social procedimental dice relación con reconocer y hacerse cargo de los diferentes Otros, otorgando “ofertas” diferenciadas que son capaces de superar la presunción de usuarios como un corpus homogéneo del que se conocen, a priori, sus requerimientos (necesidades, aspiraciones, demandas, reivindicaciones, etc.). v. La intervención social (oferta) se brinda en un cruce con el otro ya que el carácter intermediado de la producción de variedad que introduce lo procedimental comporta un campo de comunicación y, sobre todo, de coordinación. Al evitar lo prescriptivo (tu debes) el cruce con el cliente responde a una lógica idiomática (comunicar con las distinciones del Otro) y a los mecanismos de coordinación dispuestos en la intervención social como oferta. vi. Es potencial puesto que se propone contar con “lo que aún no existe”. Por ejemplo, la movilidad social entendida como oferta (chance) del programa. En este sentido no basta con prometer movilidad sino que es necesario transferirla como posibilidad, actualizarla, enseñar cómo se “comienza” a caminar hacia ella. Tomar esto en cuenta quiere decir que el éxito es procesamiento de la frustración por cuanto “celebrar” la “pérdida” quiere decir celebrar que vamos camino hacia lo distinto. xvii. Es crítica, el giro ético responde a la posibilidad cierta de que todo lo anterior se dé: en este sentido la procedimentalidad es crítica, puesto que permite comparar, identificar las habilidades que se busca y potenciarlas. Esto quiere decir que el actor se involucra en los procedimientos.
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La intervención social, traducida en procedimientos desde esta perspectiva, se presenta como “producto-servicio” con características capaces de responder a las siguientes umbrales:
PROPIEDADES
DESCRIPCIÓN
1
CONTINGENTE
La oferta consideran que puede ser aceptada o rechazadas por los usuarios, por lo tanto, cuentan con mecanismos que probabilicen su aceptación.
2
ACTUALIZACIÓN (UP GRADE)
La oferta considera su propia obsolescencia, incluyendo actualizaciones, es decir, se proyectándose como ofertas con versiones tipo 1.0, 2.0 etc.
3
ADAPTACIÓN
La oferta considera la necesidad de modelarse respecto a los requerimientos de sus usuarios, que no son definitivos ni estáticos.
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LENGUAJE
La oferta tiene como requisito el ser comprendidos directamente por los usuarios, sin intermediarios.
5
TRANSFERENCIA
Las ofertas presentan instrucciones de uso que mejoren el rendimiento del usuario con la oferta, la idea es siempre facilitar su experiencia con la oferta.
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DESPLIEGUE
La oferta involucra al usuario como gestor y no como receptor pasivo de la oferta.
7
AUTOEVALUACIÓN
La oferta se proyecta bajo lógicas de auto-mensuración (el la lógica de score) para que el usuario sepa hasta dónde puede avanzar aún.
8
NORMATIVIDAD
La oferta no impone contenidos no temas a tratar, sin embargo, no excluye ningún tema a priori.
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ACCOUNTABILITY
La oferta comporta sistemas de rendición de cuentas.
FUENTE: Marroquín, 2013
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NOTAS (1) Estos 7 puntos han sido analizados y discutidos en las sesiones del núcleo de estudios en procedimentalidad, seminario convocado el área de metodología e innovación de Proyecto propio y la Escuela de Postgrado de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile, a cargo de Teresa Matus.
REFERENCIAS CARVAJAL, G (2010). Observaciones historiográficas sobre el diseño de una teoría general de la Tecnología: Aristóteles. Beckmann, Marx y Kuhn. Revista Observaciones Filosóficas. Disponible en: http://www. observacionesfilosoficas.net/observacioneshistoriograficos.htm CHERNILO, D y MASCAREÑO A (2005). Universalismo, particularismo y sociedad. Obstáculos y perspectivas de la sociología en América Latina. En persona y sociedad, VOL XIX Nº3 2005 pp 17-45. Universidad Alberto Hurtado. Santiago. HABERMAS, J (1990). Pensamiento Postmetafísico. Madrid: Taurus. HALL, R (2008) Evidence-based practice as social work tecnology”. Irish Journal of Social Strudies ISSN 1393-7022. Vol. 8 (1), 2008, pp 21-29. MARROQUÍN, A (2011).Trabajo Social como oficio imposible. Normalización, capitalismo y crítica. Revista de Trabajo Social PUC Nº 80 Santiago de Chile. MARROQUÍN, A (2013). Una salida al esencialismo. Lógicas procedimentales y posibilidades para la intervención social. Revista de Trabajo Social PUC Nº 83 Santiago de Chile. En prensa. MASCAREÑO. A (2011). Sociología de la intervención: orientación sistémica contextual. Revista MAD Nº 25. Santiago de Chile. MATUS, T (2000). Propuestas contemporáneas en Trabajo Social. Hacia una intervención polifónica. Buenos Aires: Espacio. MATUS, T (1995). Experiencia y pobreza en el trabajo Social: una lectura frankfurteana. Revista O Social em Questao Año XIII N 24. THYEGESEN, N. (2011). An introduction to understanding technology as illusions. New York: Pelgrave.
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FotografĂa de International Maize and Wheat Improvement Center
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http://www.flickr.com/photos/44760652@N05/4689309872/
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SUSTENTABILIDAD, UNA FORMA DE VER El concepto de Sustentabilidad, -acuñado el año 1987 por Gro Harlem Brundtland-, es considerado actualmente como una oportunidad para Empresas, Comunidades y Gobiernos para apuntar hacia una nueva mirada respecto a la manera en que, como sociedad, pensamos el desarrollo de nuestro país y como entendemos la producción de ofertas de coordinación social capaces de responder una sencilla y profunda pregunta: Lo que hacemos hoy, ¿cómo repercutirá en la vida de nuestros hijos? Cuando la doctora noruega Gro Harlem Brundtland mencionó el termino Sustentabilidad por primera vez el año 1987 (años antes se había hablado del tema, pero no se oficializó hasta ese entonces) frente a la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU, buscó poner sobre la mesa de discusión del organismo internacional, el creciente problema mundial del deterioro de los recursos naturales que estaba comenzando a manifestarse en diversos países y como éste estaba dejando a su paso cada vez más seres humanos en condición de pobreza y vulnerabilidad (Figura Nº1). Hasta ese momento (y en la actualidad) estos siguen siendo temas de la mayor relevancia por un elemento clave:
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“No sólo se estaba acabando con los recursos disponibles en el presente, sino también con los reservorios de las generaciones venideras”. (Informe Brundtland, 1987)”.
Es así que, desde entonces, la sustentabilidad se entiende como la capacidad de: “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la habilidad de las del futuro para atender sus propias necesidades” (informe Brundtland, 1987). Otro de los efectos producidos por la aparición del concepto surgió de la necesidad de cuestionar el modelo de desarrollo económico vigente, evaluándose el uso que se les estaba dando a los recursos naturales disponibles y la sobredemanda a la capacidad de carga planetaria (la capacidad natural de la Tierra de poder regenerar los recursos) y el uso de tecnologías más eficientes de explotación de los recursos. Es así que, desde entonces, comienzan a generarse múltiples iniciativas para responder a estas interrogantes, entre ellas, el comenzar a medir el impacto de las actividades humanas sobre
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los recursos naturales, para lo cual se crean algunos indicadores ambientales, como el cálculo de las huellas (1). A lo largo de estos 27 años desde la conferencia de Brundtland, se ha producido instrumentos que cada vez más precisos y que han permitido cuantificar de manera más precisa el problema. Simultáneamente se han iniciado acciones encaminadas a fomentar la protección de los recursos naturales. Muchas de estas actividades han sido lideradas por ONGs, Fundaciones y Corporaciones, a las que han ido sumándose gobiernos y empresas. Estos actores siguen siendo de especial interés, debido al creciente involucramiento que ellos han tenido respecto a la gestión de recursos naturales y el surgimiento de distintas “licencias sociales para operar”, especialmente en la Gran Minería Chilena (Tironi y Zenteno, 2013). De esta manera, el interés por la sustentabilidad ha ido aumentando en diversas áreas, así también las diversas aristas que el concepto ha desplegado durante los últimos años. De dar cuenta de fenómeno relacionado sólo con el deterioro de los recursos naturales, este ha demostrado las relaciones entre este deterioro y un deterioro de las condiciones de vida de las personas, el que a su vez ha orientado su atención al deterioro del sistema económico y las condiciones de desarrollo que se promueven. Según el economicista Herman Daly (2008), nuestro modelo económico vigente apunta unidimensionalmente hacia un crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto), y
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un modelo de desarrollo implica mucho más que el mero aumento de tamaño de algo en relación a su estado inicial; significa también la expansión de las potencialidades, situación que dista del modelo actual, donde la forma de entender “desarrollo” nos ha llevado incluso a aumentar la pobreza mundial y el deterioro de nuestro ambiente. Crear un modelo ambientalmente soportable
AMBIENTAL
Crear un modelo económicamente viable
SOCIAL
ECONÓMICO
Crear un modelo socialmente más equitativo
Desde este punto de vista, el desarrollo sustentable involucra por lo tanto muchas más aristas que la protección del medio ambiente, incorpora además variables que se relacionan directamente con mejorar la calidad de vida de las personas, y la manera en que lograr sustentar por más tiempo nuestra estadía en este planeta, de manera armónica, desarrollando un modelo económico más eficiente, donde, tal como lo señala Daly (2008), la “utilidad sea la sostenida”. Es decir, las utilidades de las futuras generaciones deben poder ser las mismas que las del presente (en cuanto al uso de los recursos naturales), manteniendo un buen uso
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de los recursos que no sean renovables y aprendiendo a usar mejor los renovables, de manera tal de lograr llegar a un futuro donde logremos compartir la parte no renovable con muchas generaciones más (Daly, 2008). Desde esta revalorización del ser humano acorde con las ideas y principios de la sustentabilidad es que surgen una serie de desafíos para las metodologías sociales de trabajo entre Empresas, Gobiernos y Comunidades, las que se estructuran a partir de la idea de que, cada una de ellas, requiere replantear la forma en que los individuos nos relacionamos con nuestro entorno -y como seres partes de este contexto- , proyectando nuevas formas de relacionamiento como parte estructurales y conformantes del nuevo paradigma de interrelación. Finalmente, el gran desafío que se plantea hoy desde la mirada de la sustentabilidad es producir, implementar y debatir en torno a las herramientas necesarias para contribuir en la conformación de este nuevo paradigma de sustentabilidad.
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NOTAS (1) Nos referimos a los sistemas de huella ecológica, huella de carbono, huella del agua, entre otras. Para mayor referencias consultar: http://footprintnetwork.org/en/index.php/GFN/
REFERENCIAS Brundtland, G. (1987). Informe Nuestro Futuro Común. Disponible en: http://www.oarsoaldea.net/agenda21/files/ Nuestro%20futuro%20comun.pdf DALY, H (2008). “Desarrollo Sustentable: Definiciones, Principios, Políticas”. Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Revista Aportes, Nº7. Disponible en: http://www.inti. gob.ar. Consultado el 14 de octubre de 2013. Tironi, M & Zenteno, J. (2013). “Licencia social para operar”. Sostenibilidad y las justificaciones de la RSE en la gran minería chilena. Artículo contenido en el libro: Adaptación. La empresa chilena después de Friedman. Editado por José Ossandón y Eugenio Tironi. Ediciones Diego Portales.
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Fotografía de International Maize and Wheat Improvement Center
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FotografĂa de Francisco Javier Cornejos C.
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http://www.flickr.com/photos/84027734@N00/4206266930
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Elección de los Consejeros Regionales,
LA URNA
MENOS CONOCIDA El Consejo Regional es una instancia del gobierno regional presidida por el Intendente e integrada por Consejeros Regionales (CORES). Hasta este año, los CORES eran elegidos por los concejales de cada comuna pero con la reforma a la Ley, ahora serán elegidos directamente. Es la “tercera urna” que vamos a encontrar en las próximas elecciones del 17 de Noviembre. Ese día se escogerán 278 consejeros para 15 consejos de todo el país. La nueva Ley 20.678 sobre elección de los CORES, establece que serán elegidos cada cuatro años, por sufragio universal en votación directa con posibilidad de ser reelegidos, incluso, en forma indefinida. Ellos entran en el mismo régimen y disposición de la Ley Orgánica Constitucional de Votaciones y Escrutinios, como en otras elecciones (parlamentarias, municipales, etc.). Dentro de cada región, los CORES serán elegidos por circunscripciones provinciales, las cuales se conformarán “solo para efectos de la elección” (Ley 20.678, art. 29).
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Los CORES tendrán que ser elegidos en proporción a la cantidad de habitantes de la región, según los criterios que establece la Ley, y como se ve en la tabla a continuación: NRO HABITANTES REGIONES (MILES DE PERSONAS)
CANTIDAD CORES
> 1 - 400
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> 400 - 800
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>800 - 1500
20
> 1500 - 4000
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> 4000
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FUENTE: Ley 20.678, art. 29
La importancia de esta elección radica en las responsabilidad que tienen los CORES al desempeñar funciones asociadas a la fiscalización del trabajo de los gobiernos regionales y a la toma de decisiones sobre presupuestos y proyectos de cada región en particular. Por ejemplo, en este Consejo se observan, aprueban o rechazan propuestas presentados por el Intendente (y su equipo técnico) al Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR).
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Temas que le competen al Consejo Regional: - Planes y estrategias regionales de desarrollo y sus modificaciones. - Presupuesto del gobierno regional, ajustado a los límites del presupuesto de la Nación. - La distribución de los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional que corresponde a la región, así como de las inversiones sectoriales de asignación regional, y de los recursos propios que el gobierno regional obtenga en aplicación de lo dispuesto por el artículo 19 N° 20°, de la Constitución Política de la República, referente a los tributos particulares autorizados para cada región - El Intendente debe someter al Consejo Regional los proyectos de reglamentos regionales que regulen materias propias de la competencia del gobierno regional. Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional. El FNDR es un programa que entrega recursos monetarios a los Gobiernos Regionales para la inversión en sus territorios. Según la Subsecretaria de Desarrollo Regional (SUBDERE), este fondo tiene el objetivo de:
“Fortalecer la capacidad de gestión de los Gobiernos Regionales en materias de inversión pública regional, administrar, controlar y efectuar seguimiento sobre la ejecución financiera de los presupuestos de inversión regional y elaborar y sistematizar información relevante para la toma de decisiones de la autoridad” (Web SUBDERE, 2013) (1).
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Este programa financia todo tipo de proyecto de infraestructura social y económica, en distintos ámbitos de la inversión pública. El monto se determina según variables como el nivel de pobreza e indigencia de la región (solo con datos oficiales), características territoriales y estímulos a la eficiencia. En tanto, el 5% del fondo es reservado para catástrofes naturales. A partir de la asignación de este fondo, el Gobierno Regional abre la discusión en el Consejo Regional sobre los proyectos a priorizar. Una visión de los montos y lo invertido hasta el primer semestre del año, se encuentra en el reporte emitido por la SUBDERE (link: http://goo.gl/dJ3oSm). Ejemplos concretos de la inversión regional son la implementación de redes de alcantarillados en Alto Hospicio por 300 millones, un vertedero de más de 800 millones en la Unión y el equipamiento para bomberos en la Región de Arica y Parinacota estimado en una cifra superior a los 550 millones. Estos proyectos fueron aprobados por los CORES respectivos, demostrando así su rol clave en las decisiones para el desarrollo de una región.
PUNTOS DE CRÍTICA Egon Montecinos (2) a través de medios virtuales (elmostrador. cl), ha expuesto en dos oportunidades los argumentos que evidencian debilidades en el sistema de elección de los CORES. Más que cuestionar la posibilidad de elegir a los consejeros democráticamente, que en sí es un gran paso para la participación regional, hay un hecho que es fundamental en la implementación de este sistema. A la fecha, el Parlamento no ha aprobado el proyecto que regula el funcionamiento de los consejos y, en palabras de Montecinos, la normativa en discusión asignaría a los CORES menos funciones de las
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que actualmente cumplen (El Mostrador, Julio 2013) (3). Al parecer, tal propuesta continúa dando gran parte del poder al Intendente que, por ejemplo, controla y genera la agenda de lo que se discute en el Consejo Regional. Lo planteado anteriormente, refleja el largo camino que todavía hay que recorrer para democratizar los procesos regionales de desarrollo, no solo en el sentido electoral sino además en la generación de procedimientos y herramientas para la deliberación, fiscalización y transparencia. Montecinos lo presenta de esta forma: “Avanzaríamos en descentralización si estas nuevas autoridades tuvieran funciones sustantivas que cumplir en materia de desarrollo regional, que puedan servir de contrapeso al poder central y al poder político regional, que efectivamente “representen” intereses territoriales” (El Mostrador, Julio 2013). En estos momentos, no hay certezas del cómo funcionarán los CORES el 2014, cuando los consejeros elegidos por los chilenos y chilenas comiencen a trabajar en sus regiones. Otro punto relevante que nos plantea Montecinos (4) es la equidad de género en la conformación de los CORES. Actualmente, en los Consejos Regionales que sesionan regularmente, el 85% son integrados por hombres y un 15% mujeres. En tanto, el padrón electoral en Chile (5) (con la ley del voto voluntario) revela que de los más de 13 millones de personas que está en condiciones de votar, un 51,4% son mujeres. Desde esa perspectiva, el contraste de las cifras indica que las mujeres están mucho menos representadas en este ámbito del poder así como en general de todos los ámbitos del poder político (mujeres en la Cámara de Diputados 14,2%, en el Senado 13,2%). En consecuencia, la oportunidad de elegir a los CORES en este proceso, más que avanzar en representatividad solo profundiza las distancias, ya que solo el 19,3% de los candidatos a Consejeros Regionales, aprobados
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por el Servicio Electoral, son mujeres. Todavía queda mucho por discutir en el país sobre el citado tema, sin embargo, la forma actual de elegir a nuestros representantes, no se hizo ni se proyecta hacer cargo de ello.
NO SÓLO EL FÍN, SINO EL CÓMO Elegir a los CORES es un avance tremendamente significativo para nuestra democracia, especialmente, en lo que respecta a la descentralización y al desarrollo local. De hecho, se espera que más adelante la normativa siga avanzando en esos términos. No obstante, la reforma generó una oportunidad que no fue aprovechada, porque la discusión sobre las funciones y atribuciones de los CORES, pudo involucrar una mayor deliberación de los diferentes territorios, entrega de información y discusión sobre nuevos mecanismos de participación en los gobiernos regionales. Entonces, no habría dejado a esta elección como “la desconocida” entre las que vamos a realizar en las próximas semanas. La nueva forma de participación podría haber sido un buen instrumento para discutir o implementar, por ejemplo, un sistema de cuotas u otras formas de ampliar la representatividad en los ámbitos de poder. En el futuro puede haber otros cambios a la normativa para avanzar en los puntos antes citados. Ojalá se recuerde que es tan importante “el COMO” se realiza una reforma así como su objetivo final, en este caso, elegir a los consejeros. En las condiciones actuales, solo nos queda votar en la urna menos conocida.
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NOTAS (1)SUBDERE En: http://www.subdere.gov.cl/programas/ divisi%C3%B3n-desarrollo-regional/fondo-nacional-dedesarrollo-regional-fndr (2) Doctor en Ciencia Política, Trabajador Social. Vicerrector de Investigacion y Postgrado (ULAGOS).. (3) Montecinos, E. (Julio 2013) “Salvemos a los Cores” en: http://www.elmostrador.cl/opinion/2013/07/15/salvemosa-los-cores/ (4) Montecinos, E. (Octubre 2013). “Elección de los Consejeros Regionales: ¿Solo para hombres?”. En: http:// www.elmostrador.cl/opinion/2013/10/07/eleccion-deconsejeros-regionales-solo-para-hombres/ (5) www.servel.cl MAYOR INFORMACIÓN VOTACION CORES (Sitio Web Oficial del Gobierno): http://www.elecciones2013.gob.cl/cores/que-son-losconsejeros-regionales-cores
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