Libro Isla Mocha

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Prohibida la reproducci贸n parcial o total de este documento sin la previa autorizaci贸n escrita de Proyecto Propio. /2


Créditos Autor Constanza Cifuentes D. Edición Sebastián Cantuarias B. Silvia Plana S. Diseñadoras Francisca Castillo A. Stephanie Salas M. Fotografía Rodolfo González F. Sebastián Cantuarias B. Pietro Clandestino V. Diego Vergara G. Agradecimientos especiales Alejandra Paz M. Pietro Clandestino V. Diego Vergara G. Constanza Cifuentes D. Sócrates González R. Las Hortencias #2882, Providencia, Santiago noviembre, 2014

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AGRADECIMIENTOS A las instituciones que apoyaron el desarrollo de este proyecto

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01.

Prólogo.......................................................................................

02.

¿Cómo nace el proyecto?...........................................................

03.

Líneas del proyecto y principios del trabajo...............................

04.

Etapas del proyecto....................................................................

05.

El diseño de la vivienda..............................................................

06.

Construcción desde la autoconstrucción...................................

07.

Traslado de materiales...............................................................

08.

Estrategias de trabajo en comunidad.........................................

09.

Trabajo con la comunidad..........................................................

10.

La mirada puesto en lo local.......................................................

11.

Desafíos y aprendizajes..............................................................

12.

Agradecimientos........................................................................


......................................................... pág. 8-11

......................................................... pág. 12-19

......................................................... pág. 20-33

......................................................... pág. 34-59

......................................................... pág. 60-105

......................................................... pág. 106-129

......................................................... pág. 130-147

......................................................... pág. 148-161

......................................................... pág. 162-185

......................................................... pág. 186-197

......................................................... pág. 198-209

......................................................... pág. 210-213

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01. Pr贸logo

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01. Prólogo Las páginas de este libro presentan de forma sintetizada la experiencia de Autoconstrucción de Vivienda en Isla Mocha, VIII región de Chile, que como Fundación vivimos durante los años 2012 y 2013. Los capítulos que contiene este libro revelan la línea de tiempo vivida por el proyecto; el profesionalismo puesto en la cruzada de construir 40 viviendas definitivas en una isla como experiencia única; el protagonismo de una comunidad vigilante y empoderada sobre lo que esperaban de nuestro trabajo y de las incontablesinciertas promesas del Estado; y de los principios éticos de trabajo de la fundación que apostó por innovar en la mirada de la autoconstrucción y en el hacer frente a las consecuencias de un desastre natural devolviendo a los afectados una posición de protagonismo, más allá del mero auxilio asistencial, teniendo así como parámetro base el reconocimiento de las capacidades locales que existían en el contexto y con las cuáles debíamos trabajar para lograr el objetivo. Hay que advertir que el contenido no hace total justicia a todo el proceso vivido por la comunidad y el equipo profesional que llevó a cabo el proyecto. Es imposible abordar el proyecto en la totalidad de sus aristas y anécdotas cuando el trabajo realizado tenía como escenario un contexto aislado, en donde la vida cotidiana de y con los mochanos fue dando, de forma inesperada, miradas y reflexiones sobre las posibilidades y limitaciones de llevar a cabo un ideal de autoconstrucción

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que, en la metodología, parecía calzar de forma correcta pero que, en la práctica y al ir avanzando, nos sorprendió al mostrarnos que lo concreto de ésta se jugaba en el cómo el escenario socio-cultural del proyecto movía y acomodaba las etapas pensadas en favor del contexto en donde estábamos inmersos. En éste sentido, la experiencia de la Isla Mocha se fue formando y deformando mediante su aplicación. Muchas fueron las intuiciones iniciales, muchas fueron las intuiciones al llegar a la isla y muchas fueron las intuiciones que se fueron desarrollando, en la medida que íbamos descubriendo que nuestra certera metodología y forma de hacer las cosas debía ir ajustándose a su ambiente y tiempos propios para que funcionaran, no de la forma que esperábamos, sino más bien de la forma que el proyecto requería por sí mismo. La mirada de este libro dista de ser una línea cronológica que recorre la experiencia de inicio a fin, sino que presenta ideas, etapas, estrategias, nociones que juegan dialécticamente durante todo el proceso al ir enfrentándose con la realidad del contexto mochano y que, en ese enfrentamiento, debía ir renovándose para nuevamente volver a plantearse el cómo hacer las cosas. Así, los desafíos y aprendizajes son también incontables y constantes, al saber que también se podría haber realizado todo el proceso de otra forma pero que no necesariamente sería la que es hoy (tampoco lo afirmamos a ciencia cierta) como experiencia profesional, institucional y conceptual para Proyecto Propio.

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02.

¿CÓMO NACE EL PROYECTO? /13


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La Reconstrucción de la Isla Mocha, fue un proyecto que el equipo de la Fundación Proyecto Propio buscó. Por una parte lo buscamos por que en el contexto del terremoto teníamos la intención de participar de manera sustantiva en acciones que pudieran aportar en este desafio país y por otra porque luego de 6 años de operación estábamos buscando un desafio de mayor embergadura donde poder aportar capacidades y experiencia que habíamos ganado hasta ese entonces. El origen del proyecto se dio por medio de la agencia de Publicidad TWBA Frederick, por una invitación de su gerente general Cristian Frederick, quien había colaborado en diversas ocasiones anteriores con nuestra fundación, a participar de un proyecto de reconstrucción que quería desarrollar la marca Absolut. El rol inicial de Proyecto Propio fue identificar un lugar en la zona afectada por el terremoto donde poder canalizar los recursos de la empresa privada para aportar en la reconstrucción. El resultado final de este trabajo fue seleccionar a la Isla Mocha como el lugar a trabajar.

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Luego de la etapa de selección se trabajó sobre el sentido del proyecto y sus lineamiento estratégicos generales; el cual fue diseñado desde sus inicios buscando incorporar a la comunidad mochana como un actor protagonista. La magnitud, complejidad y embergadura del proyecto nos hizo entender rápidamente que era requerido trabajar en alianza con todos lo actores para poder llevar a cabo esta tarea. Asi fue cómo Proyecto Propio se puso a disposición de las políticas públicas, disponibles en ese momento, por medio del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, para el proceso de reconstrucción.

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Con todo, el rol de nuestra fundación fue el de articulador de todos los actores, por medio de los recursos dispuesto por Absolut, financiamos todo el proceso de gestión para el proyecto, como diseño participativo con la comunidad, viajes de coordinación a la isla, verificar factibilidades técnicas, gestión del proceso de traslado de materiales en otras acciones, lo que permitio sentar las bases para que por medio del financiamiento del estado se pudieran comprar los materiales y disponer de recursos para la mano de obra. Luego de dos años de trabajo, desde el 2010 hacia marzo de 2012, el proyecto estaba listo para dar inicio con el primer traslado de materiales, desde la base naval de Talcahuano en el Piloto Pardo de la Armada de Chile.

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03.

LÍNEAS DEL PROYECTO Y PRINCIPIOS DEL TRABAJO /21


Antes de comenzar a desarrollar y poner en operación el proyecto de autoconstrucción, debíamos fijar ciertos criterios mínimos de trabajo que sentaran las bases conceptuales, técnicas y profesionales que nos ayudaran a implementar la iniciativa con un foco de intervención integral, y no solo desde la mirada de la construcción como un fin sino más bien como un medio para potenciar un proyecto integral de desarrollo local y comunitario. Así, el proyecto de autoconstrucción de viviendas en la Isla Mocha estuvo dirigido desde un inicio por la lógica de intervención y principios éticos de trabajo, desde donde Proyecto Propio se posiciona para desarrollar sus proyectos. Así, la comprensión de nuestro trabajo en la isla tuvo un piso base desde donde levantamos el proyecto, el que, a pesar de los cambios suscitados por el contexto y contingencias propias de la complejidad del proyecto, se entendían como un mínimo que no podía ser ignorado.

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Cuatro fueron las aristas fundantes que delimitaron el trabajo a realizar: la participación comunitaria, la autonomía, la habitabilidad y el emprendimiento fueron los conceptos determinados como el marco ético bajo el cual el proyecto debía de desarrollarse y como piso mínimo de la intervención a realizar.

Participación comunitaria en el sentido de que el proyecto no puede ser ajeno a los involucrados, no solo desde la información otorgada sobre lo que se realizará, sino desde la lógica que sean ellos los que incidan en el desarrollo del mismo, tomando posición protagonista y activa. Autonomía en el sentido de que es la comunidad la que tiene poder de decisión y de opinión ante el trabajo a realizar, esto desde la lógica donde cada individuo y comunidad tiene un poder propio que ejercer ante los acontecimientos que suceden en su territorio y localidad.

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Habitabilidad en el sentido que la construcción de una vivienda implica la materialidad de ésta así como también el entorno en el cual se inserta y cómo la habilitación de este espacio incide en la vida de sus habitantes y de la comunidad que lo rodea; no solo desde la vivienda misma, sino desde aquellas condiciones de hábitat que se generan para mejorar la calidad de vida de quién habita un espacio.

Emprendimiento en el sentido de que en la comunidad hay ideas, iniciativas y acciones que aportan a construir espacios, dinámicas y proyectos que apuntan en el desarrollo de la comunidad en su integralidad. Entender estos principios y lo que ellos implican es un requisito base para comprender la lógica de implementación de la construcción que se llevó a cabo en la Isla y que guió el proceso.

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A la vez, la realización del proyecto debía tener como principio guía un trabajo integrativoparticipativo con la comunidad, en el cuál se entendía que era la comunidad mochana parte fundamental de todo el proceso de desarrollo y ejecución del mismo; no solo desde el hacer, sino también en el supervisar, opinar, aportar y conocer lo que sucedía en el proyecto. Esto implicó que nuestro trabajo no solamente estaba orientado y movilizado por la construcción de las viviendas. Se sacó el foco de la meta y del producto concreto que era la vivienda, abrimos el foco hacia el proceso, al cómo hacer las cosas, mediante un proceso de integración y generación de valor social que era potenciado a través del proyecto en la Isla y con la comunidad. Comprendimos que estábamos trabajando en un territorio diverso, con características específicas, con un grupo de habitantes que tiene costumbres, actividades, cultura y formas de vidas específicas que debían ser respetados y considerados a la hora de emprender algún proceso o área de trabajo del proyecto, desde la construcción de las viviendas hasta la preparación logística del trabajo en terreno.

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No era solo construir viviendas, sino también construir líneas de acción en diversos ámbitos: de gestión de servicios; de gestión de materiales; de transporte y movilización; de capacitaciones; de entrega de información; de contratación de mano de obra y de gestión comunitaria.

Mínimos del proyecto: considerando la complejidad propia de la iniciativa se determinaron mínimos de trabajo a cumplir que también orientarían el quehacer del equipo de trabajo en particular. Así, se fijaron cuatro pilares mínimos de trabajo que debía permear todas las etapas del proyecto:

01. Alto stándar de calidad: Entendiendo que después de este proyecto pasará mucho tiempo sin que se desarrolle una intervención de este despliegue de recursos económicos, humanos y logísticos. /31


02. Reconocimiento de los esfuerzos ya realizados: Entendiendo que las familias habían desplegado sus propias estrategias de reconstrucción, el proyecto a desarrollar debía potenciar los recursos y la particularidad de cada familia.

03. Inicio y cierre del proyecto en una etapa: Se planificaría una ejecución del proyecto de entrada y salida, potenciando los recursos de la comunidad con recursos especialistas externos.

04. Integración comunitaria: bajo la lógica de promover una ejecución colaborativa del proyecto entre los vecinos y comunidad en general. Si bien el beneficio era específico para 40 familias, había también una comunidad detrás de ella, con una lógica de vida que debía ser respetada a pesar de la intervención. /32


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04.

ETAPAS

DEL PROYECTO /35


Generados los lineamientos de trabajo que “rayaban la cancha” del proyecto que íbamos a realizar, el desafío estaba en poder ordenar el proyecto de modo que nuestro avance tuviera un orden armonioso que hiciera sentido al equipo de trabajo y además a los involucrados directos del proyecto: los mochanos. /36


En este sentido, la forma que fue tomando el curso del proyecto fue un ir y venir de decisiones y caminos (que no fueron pocos) tomados bajo la premisa de poder realizar el trabajo lo más apropiado posible al contexto en donde se realizaría y además con un marco otorgado por el Ministerio de Vivienda que, a través del subsidio, determinaría en gran parte el cómo podíamos mover las /37


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piezas del proyecto. Y todo ello siempre en búsqueda de no perder el horizonte que desde un inicio nos habíamos planteado (desafío que tampoco fue fácil de compatibilizar). La apuesta inicial de construcción en la Isla fue planteada desde el Ministerio bajo la modalidad del Programa de Protección al Patrimonio Familiar (PPPF), con un monto de 100 UF por familia, al cual cada una de ellas podía optar a los títulos II (mejoramiento) o III (ampliación) del subsidio. Cabe puntualizar en este aspecto que, si bien las familias beneficiadas con el subsidio no eran todas damnificadas directas por el terremoto y posterior tsunami del año 2010, esta solución habitacional venía a cumplir con promesas realizadas por años y en un lugar donde el ejercicio del derecho a la vivienda no había sido practicado como tal, ni tampoco ofrecido como una oportunidad real hasta la concreción de este proyecto.

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Como primera impresión, el sentir era que el subsidio podía funcionar y era apropiado puesto que se veía como modalidad de trabajo acotada y certera, pero para aseverarlo se decidió como primer paso realizar un diagnóstico para visualizar objetivamente cuáles eran las reales necesidades habitacionales de las familias de la Isla. Así, con motivo de esclarecer la situación de las viviendas, se llevó a cabo una visita en terreno, casa a casa, durante la cual se levantó información individualizada por vivienda, referente tanto al grupo familiar que la habitaba como también a la situación constructiva o estado de la vivienda y las necesidades que deberían cubrirse por el subsidio del MINVU.

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Al terminar la visita, la conclusión distaba en cuanto a las posibilidades que podíamos ofrecer con el subsidio propuesto en primera instancia: la realidad de las viviendas de Isla Mocha, específicamente del sector de La Hacienda, poseían todas un severo deterioro y falta de infraestructura sanitaria básica al no contar con baño y solo con pozo negro; más

del 90% de las viviendas contaba sólo con revestimiento exterior de sus muros, casi ninguna con revestimiento interior, y ninguna con aislación; y los cimientos de las viviendas estaban constituidos por poyos de madera nativa, que si bien son de alta durabilidad, se encontraban hincados de forma irregular en algunos casos, provocando desniveles relativamente importantes en los pisos de algunas viviendas.

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Esta primera mirada permitió generar una nueva conversación con el Ministerio sobre cómo el monto pensado de 100UF no alcanzaría para cubrir las necesidades reales de los habitantes, menos si después de recibir estas 100UF como subsidio no podrían optar por otro subsidio más adelante. Desde esta mirada, la intuición inicial tomó otro rumbo y pasamos hacia una noción más compleja de aplicar, pero desde nuestro punto de vista más integral y real de acuerdo al escenario en el cual nos encontrábamos: la autoconstrucción. Así, este nuevo concepto se asentó como una de las nuevas líneas de trabajo a desarrollar en el proyecto y la propuesta presentada al Ministerio tenía como fin poder entregar a las familias una solución de vivienda integral y permanente. La razón de apostar por la noción de autoconstrucción es explicada, en parte, por diversas razones:

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. Desde el punto de vista técnico, el subsidio de autoconstrucción entrega la libertad al usuario en cuanto a poder comprar los materiales directamente en centros ferreteros con convenio con SERVIU y además elegir un modelo de casa tipo. . Desde el punto de vista de gestión, el subsidio de autoconstrucción no tiene por obligación tener a una empresa constructora como gestor de la obra, por tanto la asistencia técnica del proyecto tiene una capacidad. Desde el punto de vista de la intervención social, el subsidio de autoconstrucción presenta una oportunidad innovadora de poder integrar en el circuito de la construcción de vivienda al territorio desde sus condiciones geográficas, económicas, laborales y sociales, más aun cuando se trata de una localidad aislada del país. /46


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Dadas las condiciones de la isla y su particularidad, el subsidio como tal debía sufrir determinados ajustes para poder ser implementado. En este sentido, el rol de la Fundación como implementador sufría a la vez cambios en relación a la figura de asistencia técnica tradicional utilizada en este subsidio. Así, el subsidio de autoconstrucción con modalidad asistida marcaría nuevamente otras líneas de trabajo que se sumaron a las ya determinadas: . La compra de los materiales sería mediado por la Fundación, ya que para cada familia salir al continente a comprar los materiales y pagar por el traslado excedía sus capacidades de pago.

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. El diseño de la vivienda no sería la estándar de SERVIU, sino más bien habría un trabajo desde la Fundación en retroalimentación con las necesidades identificadas por cada familia para la construcción de su vivienda, a modo de generar un diseño que respondiera ante las solicitudes desde la particularidad hacía lo general; no desde una única opción, sino para poder elegir según la comodidad de cada familia dentro de una determinada baraja de opciones a realizar. . La gestión y administración de la mano de obra quedaría en manos de la Fundación, al ser nosotros los encargados de levantar lo necesario para llevar a cabo los detalles más técnicos y especializados que requiere una vivienda, para que así también las familias tuvieran la seguridad y confianza de que ésta era realizada por personas con el conocimiento requerido. . La asistencia técnica no sería solo de supervisión, sino de acompañamiento y capacitación a las familias y trabajadores involucrados en el proyecto, a modo de generar sinergia entre todas las partes integrantes de la iniciativa.

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Desde una figura y rol más definido y con las piezas base aclaradas, el nuevo desafío estaba en poder hacer funcionar todos los engranajes de tal forma que generaran no solo el producto esperado, sino también se entendieran estos con nuestras líneas de trabajo planteadas desde un inicio y ante las cuáles no teníamos intención de ceder. Así, el diseño de la vivienda estuvo pensado tanto desde la funcionalidad como también desde los requerimientos de las familias, desde los requerimientos geográficos y desde la noción que cada pieza, cada aspecto de la construcción de esta vivienda implicaría un proceso, una gestión y una estrategia para llevarla a cabo.

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Con la claridad de los nuevos montos del subsidio para realizar el proyecto, la apuesta arquitectónica de las viviendas fue armada mediante un diagnóstico casa por casa que levantó nuevamente los requerimientos de las familias focalizados en determinados aspectos: - Ampliación con baño. - Ampliación sin baño. - Mejoramiento de revestimiento interior y exterior a la vivienda existente. - Mejoramiento de puertas y ventanas a la vivienda existente. - Mejoramiento de estructura de techo a la vivienda existente. La conjugación que las familias podían hacer con las UF dependía de la opción que ellos quisieran tomar de acuerdo a sus intereses. Es en este momento de deliberación, en donde cada familia tomaba una opción, que el esquema volvió a reacomodarse y presentarnos un nuevo engranaje de piezas del proyecto; además de una consideración técnica que no habíamos visualizado en un principio.

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La gran mayoría de las familias optó por una ampliación, ya que constituía la mejor opción en cuanto al uso del subsidio disponible y esto implicaba necesariamente centrar los esfuerzos en un mismo tipo de respuesta y tener que hacer un esfuerzo extra para los casos que no lo fueran. Desde la gestión y coordinación, esto iba poniendo ciertas trabas, ya que si bien como institución teníamos la libertad de comprar en el lugar que más apropiado nos pareciera y en donde mejor se pudiera aprovechar el monto, no podíamos tener toda la libertad de pedir elementos exclusivos o de un monto menor o que significaban más un gasto el despacharlos que el efectivamente aplicarlos. Se sumó a esto además el factor cultural que nos hizo volver a definir el “qué” del proyecto: al ir pasando por cada casa y al ir enterándose cada familia de las decisiones de las demás se generó un ambiente en donde la ampliación se entendía más bien como una nueva solución habitacional y en donde podía haber un mejor provecho de los recursos disponibles, además de contar con la asistencia técnica para generar un nuevo proyecto de vivienda (aunque fuese desde la ampliación) que hacía ver en los mochanos una oportunidad más integral que los mejoramientos a sus viviendas anteriores. /56


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Así, el nuevo proyecto a realizar sería en definitiva la construcción de una vivienda definitiva e independiente de las que ya habían. No era construir desde cero por capricho, sino que más bien era situarse desde la oportunidad de utilizar los recursos y esfuerzos puestos de la mejor forma posible, que además otorgara a las familias el derecho de poder ver con las cartas sobre la mesa cuál era efectivamente la mejor opción para ellos. Ya no era una dicotomía: o mejoramiento o ampliación. Ya no era una elección supeditada a categorías, sino que ahora era optar por un todo integral, una vivienda desde su sentido más profundo y amplio.

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05.

EL DISEテ前 DE LA VIVIENDA /61


EL DISEテ前 DE LA VIVIENDA El diseテアo final de la vivienda cambio en diversas ocasiones debido a que el contexto fue variando principalmente en tテゥrminos del subsidio que serテュa utilizado para financiar el proyecto.

1. Arreglo de mediaguas

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2. Vivienda definitiva con PRBC18


3. PPF mejoramiento t铆tulo 2, arreglos o bano de materiales

4. Subsidio de Autoconstrucci贸n

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1. ARREGLO DE MEDIAGUAS Mejoramiento de mediaguas existentes Proyecto que sería financiado con aportes privados. Consistía en adecuar mediaguas entregadas posteriormente al terremoto y tsunami. Este mejoramiento consistía en la instalación de un módulo intermedio que proporcionaba m2 extras habilitados para cocina y baño además de condiciones de habitabilidad relacionadas a la ventilación y a la luz, requerimientos solicitados por los habitantes de la isla.

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EL ENCARGO

Viviendas de emergencia

planta

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mirada frontal

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mirada lateral

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EL EMPLAZAMIENTO

Viviendas de emergencia

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2. VIVIENDA DEFINITIVA EN EL MARCO DEL PRBC18 Proyecto que sería financiado con aportes estatales. Consiste en la construcción de viviendas definitivas. El diseño de esta vivienda cuenta con 2 etapas fundamentales:

01. Estudio socio – geográfico de la isla . Actividades agropecuarias escasas . Turismo . Alojamiento . Alimentación . Artesanía . Tours . Transporte

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02. Vivienda definitiva en el mardo del PRBC18

. Accesibilidad limitada . Movilidad reducida . Ausencia de mano de obra especializada . Ausencia de materiales de construcción

N

. Protección de viento en lado Este . Regulación térmica por el océano . Alta precipitación anual . Enero y febrero meses áridos

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DISEテ前 PARTICIPATIVO Se realizaron diversos talleres y se aplicaron encuestas levantando los intereses y preferencias de los Mochanos, las principales conclusiones: . Interテゥs de vivienda con funcionalidad productiva . Interテゥs por el espacio fuera de la vivienda . Vivienda acoplable a la actual vivienda de emergencia. . Uso de zona de calor con vivienda a leテアa . Vivienda con luz natural por falta de electricidad . Uso de la menor cantidad de m2 de terreno posible . Vivienda prefabricada por falta de mano de obra local

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Planta 1째 piso

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Planta 2° piso

Construidos: 36,15 mts² 2 terrazas: 9 mts² 2º piso: 21, 39 mts²

TOTAL: 66,54 mts² /79


3.

ARREGLO VIVIENDAS EN EL MARCO DE PROGRAMA DE PROTECCIÓN AL PATRIMONIO FAMILIAR TITULO 2

Los habitantes de la isla fueron construyendo sus viviendas de manera independiente y con materiales existentes en la isla, la mayoría de ellos reciclados de construcciones anteriores. La precariedad de estas construcciones pero la valoración de lo ya construido llevan el proyecto siempre a la posibilidad de arreglar lo existente. Una vez que las posibilidades de vivienda definitiva no se concretaron se levanto la opción de implementar un Titulo 2 del PPPF, enfocado en 3 mejoramientos tipos: revestimiento, techumbre y puerta/ ventanas. Esta opción no avanzo debido al bajo monto disponible por cada subsidio 55 UF.

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Revestimiento Techumbre Puerta y/o ventanas

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Esquema de oferta de arquitectura

Revestimiento Techumbre Puerta y/o ventanas

Mejoramiento Categor铆as de soluciones de arquitectura

Ampliaci贸n Ampliaci贸n + mejoramiento

Dormitorios Espacios comunes Revestimiento Techumbre Puerta y/o ventanas Dormitorios y/o espacio com煤n

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4.

ARREGLO VIVIENDAS EN EL MARCO DE PROGRAMA DE PROTECCIÓN AL PATRIMONIO FAMILIAR TITULO 2 + TÍTULO 3 Mejoramiento vivienda, mejoramiento + ampliación Esta alternativa fue una de las mas valoradas por la comunidad por el alto grado de “ajuste” a cada vivienda existente. Básicamente contaba con la implementación de un mejoramiento que podía ser de revestimiento, techumbre y puerta/ ventanas según el requerimiento de cada familia además de la construcción de 1 o 2 módulos destinados a espacios comunes o dormitorios adosados a la estructura actual. También existía la posibilidad de reemplazar la estructura existente por estos módulos dejando establecido cuales eran los lugares para seguir agrandando la vivienda.

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DISEテ前 DE ARQUITECTURA PARA MEJORAMIENTO

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Revestimiento

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Puertas y ventanas

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Estructura de techo /85


AMPLIACIÓN PROPUESTA . Módulo construido terminado completo . Extensión para ampliación . Se pueden articular varios módulos dependiendo del tipo de elección de las familias

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Dise帽o de arquitectura para ampliaci贸n

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CASOS DE REEMPLAZO DE VIVIENDA

Esquemas de relaci贸n de la nueva vivienda con lo existente.

Vivienda existente

Nueva vivienda

A Se reemplaza la vivienda existente, ocupando el mismo lugar en el terreno.

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B

Se conserva la vivienda existente en su totalidad para otros usos y se instala la nueva unidad a continuaci贸n, siendo integrada o aislada.

C

Se conserva una parte de la vivienda existente, integrando en el emplazamiento original la nueva vivienda y la parte conservada de la antigua.

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La implementación del subsidio de protección al patrimonio familiar no fue posible debido a la no regularización de las viviendas existentes y a la precariedad de éstas. 5.

CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDA DEFINITIVA EN EL CONTEXTO DEL SUBSIDIO DE AUTOCONSTRUCCIÓN Proyecto que contempla 300 UF para la obtención de materiales , 80 UF para la contratación de mano de obra y 60 UF para pago de asistencia técnica. Este proyecto es fruto de los procesos realizados anteriormente cuyo resultado es un diseño de vivienda única que cuenta con 1 dormitorio, 1 zona común con cocina, 1 baño y 2 espacios techados parcialmente cerrados que pueden ser utilizados posteriormente de dormitorio, bodega, hall de entrada o lo que se estime necesario.

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FABRICACIÓN DE PANELES Y CERCHAS Se diseñó la pre fabricación de 7 tipos de paneles los que se construyeron en un gimnasio implementado como fabrica, además se instalaron centros móviles para la confección de cerchas y el corte de maderas en general

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ETAPAS DE CONSTRUCCIÓN Se generaron diferentes etapas para abordar la construccion de las viviendas una de ellas fue la etapa de “instalacion de pisos” en esta se realizó la instalación de pisos piloto para capacitar tanto a maestros como vecinos y propietarios en la confección de los pisos

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Se realizó la instalación de una casa piloto en la etapa de “envolventes e instalaciones sanitarias” para capacitar a los maestros que se dedicarían a levantar las envolventes de esta etapa. Se realizó la instalación de una casa piloto en la etapa de “envolventes e instalaciones sanitarias” para capacitar a los maestros que se dedicarían a levantar las envolventes de esta etapa.

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Diego Vergara Arquitecto

Arquitecto por la Universidad de Talca con amplia experiencia en los procesos de construcción en los territorios, desde el diseño hasta su fase de ejecución. Concretamente, fue el Director de Obra en el proyecto de autoconstrucción en Isla Mocha y, a continuación, comparte su experiencia.

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¿Qué destacarías del trabajo como Director de Obra en Isla Mocha? Por ejemplo, ¿cuáles fueron tus aprendizajes? El mayor aprendizaje estuvo en el desafío de trabajar bajo la modalidad de autoconstrucción en un contexto absolutamente diferente al continental, empezando por el traslado de 900 toneladas de materiales en busques de la Armada hasta la construcción de las 40 casas en una comunidad, prácticamente, en abandono. Todo este proceso fue transitar desde la escala país, pasando por la escala ciudad y escala puerto, para terminar funcionando a escala humana. Esa situación nos ayudó a entender que el mayor capital para finalizar la tarea, fue la fuerza y voluntad de las familias involucradas y una fuerte motivación profesional por parte del equipo involucrado.

EL DISEÑO DE LA VIVIENDA En el plano más técnico, ¿cómo podrías describir el diseño de las viviendas construidas? Es una vivienda modular diseñada bajo un patrón de 3,2mts, medida estándar de las maderas en Chile. Espacialmente la vivienda responde a este patrón, teniendo habitaciones que se aproximan a los 3 x 3 metros de superficie. Como resultado de estas dimensiones, tenemos una casa de planta rectangular de aproximadamente 6 x 9 metros, dividida en 5 espacios. Estos son dos dormitorios de 3 x 3 metros; dos terrazas de ampliación también de 3 x 3 metros y por último una zona de estar- baño y cocina de 3 x 9 metros. Los muros, construidos en paneles de madera y arriostrados con OSB, responden a la misma modulación, permitiendo de este modo un trabajo a escala humana.

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EL TRABAJO JUNTO A LOS MOCHANOS ¿Qué aporta esto a las viviendas sociales construidas previamente en Chile? Como propuesta de vivienda social en el país, es una avance que el diseño incorpore desde un inicio dos zonas de ampliación, las que además de permitir una mejor adaptación a la familia que la habitará, brindan permeabilidad con el elemento que ya está construido, vinculándose de mejor manera con su entorno. Por otra parte, además de las ventanas tradicionales con las que cuenta una vivienda, las dos aguas de la cubierta se elevan una sobre otra, generando dos corridas de ventas en la parte superior, una con orientación norte y otra con orientación sur, mejorando considerablemente la iluminación de la casa, permitiéndose el asoleamiento del espacio, esto considerando las condiciones climáticas de la isla.

EVALUACIÓN DEL PROYECTO Desde el punto de vista arquitectónico, ¿cuáles son las ventajas que tiene el diseño de las casas? Una de las críticas a la vivienda social en Chile es la insuficiencia espacial (excusado o justificado en el presupuesto disponible), por ello la incorporación de dos áreas de ampliación en el diseño del proyecto es sin duda un avance positivo, pues entrega a las familias el espacio definido y delimitado arquitectónicamente para aumentar la superficie construida, a un costo mínimo. También es destacable del diseño, la flexibilidad de los espacios, a diferencia de modelos de una vivienda tradicional con espacios más rígidos. Por ejemplo, en este caso, al pensar en la cocina se diseñó un espacio habilitado para cocinar y no un recinto dentro de la vivienda, lo que permitió a las familias decidir acerca del uso del mismo, incluso pronunciarse y solicitar mover tuberías, con la finalidad de mantener las cocinas en sus casas originales o para realizar una ampliación a su gusto. Gracias a este pequeño detalle se pudieron liberar metros cuadrados de espacios rígidos y entregarlos a la bondad del espacio común. /103


Otra de las ventajas de la vivienda, debido a su modulación y simetría, es que su planta es reflejable en todos sus sentidos, esto significa que la vivienda tiene no sólo una fachada, ni un emplazamiento determinado, sino que permite ubicar cada vivienda en el terreno según la forma y disposición que más acomodó al proyecto de cada propietario.

¿Y las desventajas? Ahora bien, de los aspectos mejorables del diseño, la falta de flexibilidad de los tabiques interiores es un punto importante, influyó en la disposición de los volúmenes de aire de la vivienda, dicho de otro modo, se pudo decidir acerca de la programación del espacio en cuanto a la ubicación de las habitaciones, cocina, etc, pero no en cuanto a la dimensión de dichos espacios. Lo anterior se fue corrigiendo por las mismas familias una vez entregada las viviendas, donde se llevó a cabo la construcción de ampliaciones y se produjo el último asentamiento de las viviendas en el contexto local.

LECCIONES APRENDIDAS ¿Qué lecciones aprendisteis como equipo que puedan permitir mejorar los proyectos de autoconstrucción en contextos aislados, como puede ser una isla? Profundizar el trabajo previo en términos de relación de confianza con la comunidad, desarrollando una labor más sistemática y permanente en el tiempo. Creo que esta es la etapa más importante y donde el proyecto toma peso, pues en este período se produce la sinergia y se arraiga a la comunidad. Lo demás, la etapa de construcción, no deja de ser la ejecución e implementación de parte de un programa social, donde la arquitectura y el arte de construir se ponen al servicio de un plan maestro desarrollado en conjunto con una comunidad. /104


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06.

CONSTRUCCIÓN DESDE LA AUTOCONSTRUCCIÓN /107


Con el concepto de autoconstrucción instalado como modalidad de trabajo y bajo la premisa de construir viviendas definitivas en un contexto aislado, debíamos entonces volver a mirar la metodología de trabajo para adaptarla hacia el nuevo requerimiento y las nuevas condiciones de trabajo. Por ello, debimos considerar que, si bien cambiaba la forma hacia una solución más

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integral que no teníamos prevista desde un principio, no tenía que cambiar el fondo ni el por qué de lo que íbamos a realizar. Así, el camino de la metodología a aplicar en el proyecto fue construir a través y desde la autoconstrucción, es decir, considerando esta noción como una brújula en el quehacer del proyecto. Para esto, generamos procedimientos y herramientas que fueran concretando el trabajo. Sin embargo, la generación de la metodología no estuvo exenta de nuevas consideraciones y toma de decisiones al tener que reestructurar nuestras nociones conceptuales con las cuáles constantemente desarrollábamos intervención social. Una de estas nociones es la Procedimentalidad, concepto base de la intervención de Proyecto Propio, entendida desde nuestro trabajo como:

La intervención social carente de contenidos, que se implementa por medio de un proceso predeterminado por procedimientos que son ejecutadospor los propios usuarios ,

tuvo que, en este proyecto en particular, ser puesta en jaque y ajuste debido a la complejidad misma del desafío. La gran cantidad de factores externos que influían en la realización del proyecto iban delimitando el que pudiésemos desarrollar una intervención carente en todo sentido

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de contenidos. No solo era la fundación la que estaba tras la implementación del proyecto, sino que también SERVIU, la municipalidad, la intendencia regional y la comunidad misma, tenían parte en cada paso y acción del proyecto. Había marcos legales y administrativos que seguir, deseos y expectativas que considerar y nociones que tomar a la hora de ordenar y concretar el cómo llevaríamos a cabo la iniciativa. De este modo nos dimos cuenta que, para este tipo particular de intervención, la Procedimentalidad debía tener un matiz distinto y debía tener grados de aplicación, más que ser desarrollada en su pureza y sin dejar que estuviera presente en lo que íbamos a realizar. Ante esto tomamos una serie de decisiones metodológicas que tendrían a la Procedimentalidad como concepto base, pero sometida a ajustes y grados de aplicación. Esto marcaría un hito central en nuestra metodología, ya que nos daba luces de que la Procedimentalidad como noción no era estática en su aplicación, sino que dinámica ante el contexto de la intervención en donde se desenvuelve.

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Una primera decisión fue el tiempo en el cuál se desarrollaría la construcción y en cómo acomodar estos tiempos para que la lógica fuera tanto una construcción centrada meramente en la obra, así como también con reparo a los tiempos e involucramiento de la comunidad en ella; además de las condiciones climáticas y culturales de la isla que también debían ser consideradas a la hora de planificar la obra (estos dos últimos elementos, a pesar de tenerlos conscientes como factores de gran influencia, fueron determinantes en el diario transcurrir de la obra, haciendo que muchas veces lo planificado fuese revisado y reestructurado adaptándose a las circunstancias que la isla nos iba otorgando). Las etapas de la construcción se pensaron teniendo en cuenta dos líneas: los hitos constructivos a desarrollar y el equipo humano que llevaría a cabo cada hito. Los hitos constructivos serían realizados según la siguiente división y con distintos ejecutores por etapa:

ETAPA 1: Instalación de piso ETAPA 2: Instalación de paneles ETAPA 3: Cubierta: Instalación de techo, revestimiento ___________exterior y ventanas, ETAPA 4: Instalaciones eléctricas y sanitarias, ___________instalación de fosa séptica. ETAPA 5: Terminaciones.

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Cada una de estas etapas sería desarrollada por los distintos protagonistas del proyecto, configurando el trabajo en la medida que la experiencia o conocimiento para implementar una etapa fuesen requeridos por su nivel técnico. Las familias tendrían en todas las etapas participación y seguimiento de lo que se iría realizando, siendo ellos los mayores fiscalizadores del trabajo a realizar y además los implementadores en varias de ellas a través de un trabajo colaborativo en cuadrillas de casas vecinas para apoyar la labor que se desarrollaría. Cada una de estas etapas se desarrollaría en el orden determinado, puesto que tenía inicialmente la lógica de avanzar en paralelo cada determinado número de viviendas construidas, pero luego nos dimos cuenta de que los tiempos de la isla irían dándose de forma natural y no forzada, ante lo cual debíamos tener la precaución de parar y avanzar con ella y no en contra.

PREFABRICACIÓN PANELES Uno de los desafíos estaba en cómo poder generar un procedimiento de obra que tuviera como resultado una vivienda tipo para todas las familias, que a la vez garantizara eficiencia y eficacia, pero también calidad y consideración de los requerimientos levantados por ellas mismas. Como nos encontrábamos en un contexto distinto y la obra no era liderada por una constructora común y corriente, debíamos adaptar la noción normal de obra y buscar la mejor solución para generar las viviendas. /115


Así, recurrimos a una fórmula ya realizada con anterioridad por la fundación en la construcción de viviendas de emergencia post terremoto 2010, y fue la prefabricación de paneles de las viviendas. Esta técnica podía garantizar velocidad, eficiencia, eficacia y calidad, al ir produciendo mediante procedimientos y procesos los paneles de la casa, para luego montar en el terreno y así armar la vivienda. Esta lógica no es sencilla de aplicar, ya que se requiere de pasos y procesos determinados; un error en un panel haría que el armado de la casa no pudiera concretarse. Por tanto, debíamos armar una fábrica, en dónde se contara con los materiales y espacio necesario para poder llevar a cabo todos los paneles que conformaban la vivienda; dónde se realizaran los cortes necesarios, dónde estuvieran disponibles las máquinas y herramientas requeridas y además de contar con un encargado que pudiese dirigir el desafío de armar en serie paneles sin espacio para el error.

MANUAL DE CONSTRUCCIÓN Para poder dar a entender lo complejo del proceso visualizamos como necesario generar un manual de construcción, no que diera instrucción del cómo se deben hacer las cosas, sino másbien mostrar los procedimientos a seguir para que la construcción resultara exitosa. Este manual por tanto agarraba la noción de autoconstrucción y la mezclaba con la idea de asistencia técnica que debíamos desarrollar en nuestro rol de fundación. No queríamos que la asistencia se mezclara con asistencialismo, sino más bien con colaborar a una mejor comprensión de qué era lo que en conjunto íbamos a realizar.

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DETERMINACIÓN DE ROLES Al ser un proyecto multidimensional, el equipo que lo desarrollara debía tener la misma característica al haber muchas aristas de las cuales preocuparse y no dejar ninguna de ellas al azar. En este sentido, se realizó una determinación de roles que colaboraría en dividir el trabajo y organizar el cómo íbamos a proceder, teniendo en consideración que durante todo el proceso y etapas las familias debían ser las protagonistas.

Grupo familiar: Principales actores del proceso de autoconstrucción. Serán responsables, en términos generales, de la buena ejecución de la construcción, así como del aseo y el orden de la obra.

Encargado de obra: Será encargado de velar por todos los aspectos sociales, técnicos y legales que estén involucrados con el proyecto.

Encargado social: Encargado de velar por todos los aspectos sociales, y de papelería asociada a las actividades que se realicen con la comunidad en el marco del proyecto.

Encargado de fábrica: Responsabilidad de guiar el buen funcionamiento del taller, controlar la calidad de las piezas que se estén construyendo, velar por la seguridad y el aseo al interior de éste. Capataz: Profesional guía de cada grupo de familias y el encargado de asegurar la buena calidad de la construcción de la vivienda.

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Encargado de logística: Será quién vea todo lo necesario para el buen funcionamiento de la obra y las tareas que excedan de las labores de construcción. Maestros: De oficio carpintero, la participación de estos en la obra estará dedicada principalmente a las labores más complejas de carpintería como por ejemplo la construcción de la cubierta de la casa, siendo los responsables de la buena ejecución de techos, hojalatería, instalación de ventanas de techo y las partidas de obra gruesa.

Técnico eléctrico: Será el encargado de realizar la instalación eléctrica de la vivienda y el responsable de asegurar que ésta cumpla con la normativa vigente.

Instalador sanitario: Será el encargado de realizar la instalación sanitaria de la vivienda (agua potable y alcantarillado) asegurando el buen funcionamiento de la vivienda.

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Pietro Clandestino Arquitecto

Arquitecto por la Universidad de Chile, es responsable del diseño e implementación de las obras de construcción que Proyecto Propio desarrolla, donde el enfoque arquitectónico se convierte en una herramienta en constante diálogo con la innovación, la economía local y las comunidades. Trabajó en Isla Mocha durante todo el proyecto, desde 2012 hasta 2013, con especial énfasis en la implementación de las obras y dirigió su ejecución como jefe de equipo en la zona sur de la isla. /120


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¿Qué destacarías del trabajo de autoconstrucción en Isla Mocha? Primero de todo que no había precedentes de lo que significaba trabajar con un subsidio de autoconstrucción o incluso de qué significaba exactamente la palabra autoconstrucción. Nosotros, como fundación, nos vimos en la necesidad de crear metodologías y procedimientos para poder hacer realidad este concepto, pero no había una materialidad o experiencia en el terreno de cómo se debería hacer autoconstrucción.

Así, ¿cómo partió el proyecto? Cuando comenzó el proyecto en la isla, como equipo tuvimos que desarrollar una propuesta. En este sentido, Diego Vergara, que fue el director de proyecto, propuso un sistema de autoconstrucción basado en una capacitación mínima para la mano de obra local, que es la que iba a construir las 40 viviendas definitivas.

METODOLOGÍA DE TRABAJO Háblanos de la metodología con la trabajó el equipo de profesionales de Proyecto Propio para desarrollar e implementar la experiencia de autoconstrucción. La metodología desarrollada fue condicionada porque, como dije, no había precedentes de lo que era un proceso de autoconstrucción pero también por el contexto de la isla, que dificultaba el proceso, por lo que como a equipo eso nos llevó a implementar un método en dos etapas [etapa de construcción de pisos y de construcción de envolventes] y con base en la capacitación mediante pruebas piloto.

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De modo que la base principal del proyecto fue la capacitación. ¿Qué herramientas se optaron para capacitar a los mochanos y otros actores involucrados en la autoconstrucción? La capacitación se basó principalmente en un método de etapas piloto de la vivienda. En pocas palabras, la construcción de las viviendas estuvo compuesta por tres grandes etapas que requirieron diferente capacitación: la construcción de los pisos, la construcción de la envolvente y las terminaciones de la envolvente. Para las dos primeras etapas de realizó la capacitación en base a un método de etapas piloto de la vivienda: primero estuvo la etapa del Piso piloto y en una segunda etapa estaba la Envolvente piloto. Para poder dar inicio a este proceso, se decidió que de las 40 viviendas, una fuera proceso piloto. Para ello se agruparon estudiantes en práctica, el equipo de trabajo de Proyecto Propio y los mochanos y nos enfrentamos al ejercicio de construir el primer piso, la nivelación de los pollos y la lectura de planos, así como la disposición de materiales. Todo ello fue dirigido por el jefe de obra, Diego Vergara, y tuvo una duración de una semana. Con este puntapié inicial se rompió el hielo con la comunidad y, en este momento, los mochanos irrumpieron y comenzaron a trabajar con nosotros en el proceso de piso. Así se dio inicio a la construcción en sí de las viviendas definitivas para el proceso de Autoconstrucción en Isla Mocha.

Y una vez capacitado el equipo en la construcción de los pisos, ¿cuál fue el siguiente paso? El equipo de la fundación dispuso a cuatro grupos zonales, organizados según Norte, Sur, Poniente y una zona más apartada llamada La Hacienda. En cada grupo, el equipo junto a un profesional de Proyecto Propio se disponía desarrollar cada uno de los pisos.

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¿Cómo fue el trabajo con la comunidad en esta etapa? Hay un episodio súper importante de describir, que durante la semana de capacitación, hubo un día en que los mochanos, algunos que todavía no creían en este proceso de autoconstrucción, se acercaron a mirar cómo trabajábamos. En este momento, se produjo el primer encuentro de confianza, al entender que ya se estaba empezando a construir, que no era solamente un tema que quedaba en el papel, y que ya se empezaban a construir las viviendas con los materiales que habían llegado. Así, para la construcción de los pisos, se trabajó de nuevo en grupos y los maestros de la Isla Mocha comenzaron a trabajar con nosotros, codo a codo, llegando a ser entre 40 o 50. Esto los invitó a conocer nuevas tecnologías de cómo enfrentarse a la construcción de una vivienda, a cómo nivelar, disponer las fundaciones y, también, de ser testigos finalmente de la calidad de la vivienda, que ya no era una disposición de 5 o 6 pollos respecto a una viga, que de alguna forma ellos siempre intuían para construir, sino que este piso tenía una cantidad de material suficiente que daba cuenta del grado técnico y profesional de la vivienda. Es decir, que ya no correspondía a una vivienda de emergencia, no respondía a su vivienda hechas por ellos mismos, sino que respondía a una vivienda Serviu de autoconstrucción definitiva, que iba a ser recepcionada por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

La siguiente etapa fue la de construcción de la envolvente. Pasada la etapa de los pisos, volvimos a realizar una capacitación mediante la construcción de una envolvente piloto. El problema que tuvimos en este momento fue que, en un comienzo, pensábamos que íbamos a poder contar con los mochanos 24/7, situación que en realidad no era sostenible porque ellos tienen una vida paralela que hizo que no

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contáramos entonces con los recursos humanos necesarios para poder construir según los tiempos planificados. Entonces el grupo humano cambió, ya no eran 80 personas sino que solo contábamos con un grupo de maestro que ya habíamos evaluado en la primera etapa que podían ser los potenciales maestros de la isla más los profesionales de Proyecto Propio.

Y con la complejidad de trabajar con un equipo humano más reducido, ¿cómo se trabajó para construir las envolventes? Estos 12 maestros de la Isla Mocha que fueron seleccionados empezaron a trabajar junto al equipo de arquitectos de la fundación para la construir la distribución y el ensamblaje de todos los tabiques y techos de la estructura de madera que iba a soportar el piso que se hizo en la primera etapa. Lo interesante de esta experiencia es que, sin darnos cuenta, ubicamos los equipos en la misma zona, se creó una competitividad entre las cuadrillas, tanto que nos llevó a hablar de un rendimiento mayor, ya que ellos competían con respecto a quién era más eficiente.

Y con la complejidad de trabajar con un equipo humano más reducido, ¿cómo se trabajó para construir las envolventes? Estos 12 maestros de la Isla Mocha que fueron seleccionados empezaron a trabajar junto al equipo de arquitectos de la fundación para la construir la distribución y el ensamblaje de todos los tabiques y techos de la estructura de madera que iba a soportar el piso que se hizo en la primera etapa. Lo interesante de esta experiencia es que, sin darnos cuenta, ubicamos los equipos en la misma zona, se creó una competitividad entre las cuadrillas, tanto que nos llevó a hablar de un rendimiento mayor, ya que ellos competían con respecto a quién era más eficiente.

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En relación a ello y para terminar con la construcción, ¿cuáles fueron los tiempos con los que trabajaron? Cada una de estas etapas tuvieron distintos actores, distintos procedimientos y distintas velocidades, que tuvo directa relación con la cantidad de gente disponible por etapa. La etapa de los pisos tuvo lugar desde el 24 de agosto hasta el 16 de septiembre, que son alrededor de 3 semanas, por lo que esta etapa fue la que tuvo mayor eficiencia de tiempo dado que teníamos la mayor cantidad de gente también trabajando en ella. La etapa de la envolvente era más larga por lo más laborioso del trabajo y por contar con un equipo más reducido. Así, tuvo lugar durante tres meses, más o menos.

VALORACIÓN DE LA EXPERIENCIA En términos de trabajo con la comunidad, ¿cómo fue la experiencia en el proyecto de Autoconstrucción de Isla Mocha? Hablar de ese proyecto es un tema bien especial. Más que la construcción de 40 viviendas se realizó además una especie de trabajo etnográfico por el nivel de involucramiento con la comunidad. Esto, por la fuerte situación de aislamiento que condicionó el tipo de relación con el trabajo, los integrantes del equipo de Proyecto Propio, las personas de la isla y, en general, con el proyecto en su globalidad. En lo personal, más que un proyecto social significó una misión. Aprendí mucho sobre mis pares en relación a los materiales, al “hacer”, a las soluciones constructivas. Esa experiencia me permite hoy tener mayor seguridad en lo que diseño y es que, en general, a los arquitectos le enseñan a abstraerse de la realidad sin mucho énfasis en la experiencia con la construcción y el material.

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RETOS DE LA METODOLOGÍA DE TRABAJO ¿Qué otros aprendizajes o lecciones dejó la experiencia al equipo de Proyecto Propio? La metodología de implementar desde la capacitación, por medio de pruebas piloto, intervino en la vida cotidiana de los mochanos. En la etapa del piso, creo que por un tema de entusiasmo contamos con una mayor cantidad de gente, la dueña de caso se entusiasmó hasta tal punto que se puso el casco, la casaca amarilla y dejó de hacer todas las cosas que hacía en su cotidianidad. Es decir, hubo una efervescencia y entusiasmo por hacer los pisos. Sin embargo, esto fue diferente en la etapa de las envolventes, cuando tuvimos que trabajar con una cantidad determinada de mochanos como maestros constructores. Por ello, existía la dificultad de validar estos constructores que, en realidad, no eran maestros (en Isla Mocha, la mayoría de gente figura en su oficio como pescador), por lo que tuvimos que aprender a trabajar con esta relación maestro capacitado/ pescador cotidiano.

Hablas de tu aprendizaje a nivel de pares. ¿qué aprendiste de los maestros de la isla? Uno va aprendiendo siempre de los distintos actores involucrados en el “hacer”, conociendo técnicas que pueden ser infinitas. Cada vez que te relacionas con la obra, con lo que proyectaste, tienes el privilegio de estar en contacto con la dificultad de construir, con el ingenio de los maestros y del equipo de profesionales. Entre todos surge la capacidad de organizarse, de improvisar, de estar atentos a la estrategia de la construcción, a la logística, a la carta Gantt, a los presupuestos. En definitiva, surgieron una cantidad infinita de variables que la institución tuvo que organizar, dirigir, orquestar, coordinar y esa experiencia se da en el entender y escuchar a las comunidades, entender al maestro, al albañil, al carpintero, porque ellos tienen la experiencia. En ese sentido, los maestros son las personas que entregan la mayor cantidad de “néctar” a la construcción. /127


¿En qué afectaba esta doble ocupación de los maestros mochanos? Que los ritmos de la Isla Mocha tienen mucho que ver con los ritmos del paisaje, con los ritmos de lo que significa vivir en una isla en dónde el recurso natural es el mar. Y ellos, como pescadores, tenían que estar atentos a estos recursos y, a la vez, construir las viviendas. Y por esto tuvimos que entender esta doble disposición del tiempo de los mochanos y saber que, por decir, no podíamos contar necesariamente con un maestro a las 8 de la mañana porque a las 8 de un día de la semana había una subida de la marea y, por tanto, era la oportunidad de ir a buscar por decir las jaibas, así que ellos a las 8 de la mañana no se iban a la obra sino que se iban al mar para ir a buscar sus recursos naturales, el sustento de su economía y su fuente de trabajo.

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07.

TRASLADO

DE MATERIALES /131


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En todo el proceso de reconstrucción, hay pocos puntos de inflexión como el desembarco de materiales en la Isla Mocha, incluso terminar las viviendas u obtener la asignación de los subsidios, fueron eventos menos relevantes que el desembarco mismo. Este hito nos mostró el real significado de trabajar en una isla. Largos pasajes podemos hablar de las dificultades logísticas de los procesos. Había que trasladar 1000 toneladas de material desde la base naval de Talcahuano al pequeño y mal construido muelle de la isla. El objetivo era lograr comprar todos los materiales en el continente por volumen, de tal forma que los mochanos pudieran acceder a un mejor precio de los insumos y así hacer más rentables las 300UF por familias que les asignó el subsidio de Autoconstrucción entregado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Las labores de traslado de materiales las cumplieron los equipos humanos de la Armada de Chile, de los buques Piloto Pardo, un buque de logística con poca capacidad de carga, y el Sargento Aldea, que había sido recién adquirido por la marina chilena desde la marina francesa, un mega buque que incluía en su interior otras tres naves de carga que podían desembarcar en pleno océano. Estas tres naves fueron las que finalmente trasladaron los materiales a tierra firme.

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La planificación incluyó no solo llevar materiales de construcción, sino también la maquinaria requerida para las obras, como camiones, generadores eléctricos, herramientas, víveres, y un sinfín de elementos que fueron planificados minuciosamente por el equipo de Proyecto Propio y que servirían para la construcción de las 40 viviendas comprometidas. El día 22 de junio de 2012 se inició la carga en el buque Sargento Aldea en la base naval de Talcahuano, faena que duró 4 días e incluyó 3 grúas horquilla y un equipo de más de 40 personas para todas las necesidades de carga y organización de la misma al interior del buque. Para el día 27 de junio, ya estábamos desembarcando los primeros materiales en el pequeño muelle de la isla, primero los camiones, grúas y maquinaria, entre otros elementos que servirían para organizar y trasladar la carga al interior. En Isla Mocha no había una bodega o lugar habilitado para tanto material por lo que, en los meses de preparación previa, habíamos buscado y organizado con los mochanos el lugar de acopio, solo teniendo disponible el gimnasio

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de la comunidad, donde se celebraban las fiestas, cumpleaños, matrimonios, bautizos y fiestas costumbristas de los mochanos, de modo que en este lugar solo pudimos dejar un quinto de todo el material. Finalmente, en conjunto con los vecinos decidimos dejar el material repartido por todas las casas beneficiarias, así serian los mismos dueños de las viviendas los que cuidarían su material y podríamos disponer de la logística requerida para velar por dichos materiales durante los meses de las obras. /136


La descarga de materiales fue siempre desigual. De un buque de guerra equipado con todos los insumos para una obra de esta naturaleza a las carretas de los mochanos, distribuimos 1000 toneladas de material entre camionetas de 500 kilos, hasta los mismos carretones que soportaban 100 kilos. Los caballos y sus due単os fueron los equipos clave para sacar adelante la faena.

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El clima fue implacable con nosotros, lo que hizo la faena más ardua, extendiendo los días de trabajo hasta la madrugada, con lluvia y frío. Era la bienvenida de la isla a nuestro equipo, el proyecto estaba comenzando de verdad. El desembarco en total duró 2 semanas, entre buque y muelle. Pero eso era recién el comienzo, ya que las labores de traslado de materiales dentro de la misma isla duraron por lo menos 4 meses. Nunca imaginamos lo que eran 1000 toneladas de material y lo complejo que sería repartir entre 40 viviendas el detalle de cada material, clavo por clavo, ventana por ventana, cerámica por cerámica, casa por casa. Pero mas allá del cuento logístico y todos los detalles que se escapan en esta historia, el desembarco de materiales significó que el proyecto dejó de serlo y se transformó en una realidad; más de 10 años esperaron los mochanos un desembarco de esta naturaleza. Las caras de asombro y la ansiedad por iniciar las obras, nos mostraron que todas las conversaciones de preparación anteriores, fueron consentimientos incrédulos de lo que estábamos prometiendo. Nunca los mochanos creyeron que nuestro trabajo era cierto, hasta que nos vieron llegar con el primer saco de cemento.

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Se saldaba de esta forma, caótica y llena de materiales por todos lados, una deuda histórica del estado de Chile con una zona tan aislada como la Isla Mocha. El sentimiento de abandono y de segregación que vivieron los habitantes de la isla durante tanto tiempo, en cierto sentido se apaciguaba con este mínima expresión de preocupación por parte del continente. Con estas 1000 toneladas de material, era la forma que, como sociedad, les respondíamos a los 500 habitantes de la isla después de tantos años de distancia. Éste fue el verdadero desembarco, no solo bienes materiales, sino más bien el cumplir con la palabra empeñada, que había sido mezquina y que llegó con el clima a regañadientes, pero llegó. Ahora tocaba iniciar las obras.

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Sócrates González

Ingeniero de ejecución en gestión ambiental Sócrates González, Ingeniero de Ejecución en Gestión Ambiental por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, dirigió la ejecución técnica del proyecto de infraestructura en Isla Mocha, por lo que cuenta además con vasta experiencia en procesos de formación y transferencia de capacidades a comunidades para implementar procesos de autoconstrucción.

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EL DESEMBARCO DE 900 TONELADAS DE MATERIAL Estuviste en la Isla Mocha durante todo el proyecto, especialmente haciéndote cargo de su ejecución técnica. ¿Qué momento te gustaría destacar? La llegada de los materiales a la isla. Fue un momento único, no sé cuántas veces en la vida uno puede decir o cuántas personas pueden decir “yo fui parte de un desembarco de 900 toneladas y las llevamos desde el muelle hasta la casa de los vecinos con carretones o caballos”.

Háblanos más del desembarco de estas 900 toneladas de material. Cuando iniciamos este proyecto no dimensionamos lo que significaba llevar 900 toneladas de material a una isla. Afortunadamente, contamos con varias instituciones del Estado para acompañar este operativo, que fue un gran operativo, como el Ministerio de Obras Públicas, hospitales, la biblioteca, etc.

Así que tanto el traslado como el desembarco de material contaron con una gran colaboración. Sí, en la isla viven unas 600 personas y llegamos más de 300 en el barco para bajar casi 900 toneladas de material y sin maquinaria, solo con un cargador frontal que nos apoyó en el último día. Esto que significa que nosotros bajamos casi la mitad del material a pulso, más de 500 toneladas a mano. Ver a la gente era como ver una colonia de hormigas trabajando, sacando las cosas del barco y pasándolas, pasándolas y llevándolas a mano hasta resguardo. El que no tenía un carretón se aliaba con un vecino que sí tenía carretón y tenía caballo y entre los dos acarreaban primero a uno y después acarreaban al otro. /144


Por lo que cuentas, el apoyo de los mochanos fue vital ¿podríamos entender esto como parte del proceso de autoconstrucción del proyecto? Sí, sin duda. Cuando llegó el barco y tuvimos que hablar con la gente para que todos participáramos del traslado, la gente lo hizo, ellos mismos, tanto bajando en bote los pollos de los barcos como llevándolos hasta las bodegas. Tengo imágenes donde se ven a 20 personas caminando con carretas cargadas con 20-30 palos cada una, lo que significa que fue un trabajo de hormigas. Pero hay otras aristas en la autoconstrucción en el proyecto que se deberían evaluar. Por decir, si lo vemos desde el punto de vista de la construcción en sí, por ejemplo, en el momento peak llegamos a tener casi 30 maestros, de los que eran solo 3 afuerinos. Es decir, no teníamos más del 10% de los maestros de afuera, por lo que yo entiendo que de normal el 80% del proyecto fue de autoconstrucción.

¿Y qué destacarías el equipo de trabajo que Proyecto Propio envió a la isla? Es muy ingenuo esperar que todo funcionara como un reloj, somos seres humanos y todos tenemos actitudes diferentes frente a un mismo conflicto, entonces no podíamos esperar no tener problemas. En este punto, resalto y agradezco al equipo con el que trabajamos, por su gran capacidad de adaptación, que fue un tema clave. Como equipo, siempre tuvimos una muy buena actitud y una tremenda humildad ante cualquier persona para enfrentar los problemas que salían fundamentalmente del trabajo diario junto a los mochanos.

HACIENDO FRENTE A LA DESCONFIANZA Hablando del trabajo junto a la comunidad, ¿qué aprendiste o cuál fue el mayor reto? La desconfianza fue un gran reto. A lo largo del proyecto se instaló un discurso bien duro en la comunidad sobre el “porque en el continente les entregan la llave en mano y nosotros /145


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tenemos que trabajar”. En un principio no lo entendíamos, porque cuando están dentro del problema cuesta visibilizarlo, pero con el tiempo y analizándolo aprendimos que su hostilidad no era hacia nosotros como equipo o Proyecto Propio sino a lo que representábamos en este momento, todas las promesas anteriormente incumplidas.

Pero igual se consiguió realizar un buen trabajo junto con los vecinos venciendo esta desconfianza. La verdad es que hubo dos tiempos en el trabajo con la comunidad, porque en un momento ellos estaban súper esperanzados de que se iba a construir la vivienda y estaban dispuestos a partir, e incluso ansiosos, diría yo. La prueba es que, pasado este primer tiempo, tuvimos problemas con los vecinos y dirigentes porque no partía el proyecto y teníamos que deshacernos en explicaciones, que no dependía de nosotros sino del gobierno. Eso fue creando un ambiente entre ellos en el que creían que una vez más les fueron a prometer y no les cumplieron, que alimentó un discurso muy instalado en la isla que les prometen una cosa u otra y no finalmente se cumplen. En este momento, para ellos, nosotros pasábamos a engrosar la lista de promesas no cumplidas. Finalmente, cuando partimos, yo creo que ellos no se dieron cuenta porque estaban tan metidos en su pesimismo que empezaron al poco andar el proyecto a creer que no íbamos a terminar y pasamos la mitad del proyecto luchando contra el discurso que tenían instalado que no íbamos a terminar las casas. Ahí jugó un papel fundamental el espíritu del equipo y el llegar a transmitir a la comunidad que sí estábamos comprometidos y con el corazón puesto haciendo las casas.

¿Qué otros aprendizajes te dejó la experiencia en Isla Mocha? El que uno de los elementos más importantes para los propios beneficiarios es que ellos participen en la construcción de su propia vivienda y ellos dan fe y dan cuenta de la calidad de su vivienda. Me explico, en este caso los maestros ponían todos los clavos o ponían incluso más, se preocupaban de la calidad de los paneles en la fábrica, y esto tuvo que ver con la autoconstrucción, que aportó a la calidad del producto porque ellos estaban construyendo sus propios paneles.


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08.

ESTRATEGIAS DE TRABAJO EN LA COMUNIDAD /149


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Al proponernos trabajar en conjunto con la comunidad, hacerla parte y protagonista del proceso, era necesario determinar las estrategias que nos permitirían llevar el trabajo de la mejor forma posible. El cómo trabajaríamos en conjunto debía cumplir con el desafío de no pasar a llevar ninguno de los parámetros mínimos con los cuáles nos habíamos comprometido a trabajar en el proyecto, sumado a esto la heterogeneidad de factores que debían ser considerados a la hora de trabajar con la comunidad y además con su contexto. Este factor fue determinante en cuánto a lo que habíamos diseñado y planeado metódicamente, ya que debía ser re-pensado cada vez que nos enfrentábamos con la puesta en práctica de la estrategia planificada.

Así, las estrategias relatadas a continuación, más allá de su cumplimiento estricto o no en la práctica, se entienden más bien como líneas de acción a seguir en nuestro interactuar constante con la comunidad y su contexto.

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NÚCLEOS DE COOPERATIVAS Una de las formas en cómo se pensó el trabajo en conjunto con las familias beneficiadas por el subsidio tenía que ver con la noción de trabajar el proyecto desde lo común y no desde lo particular. Si bien la asignación del subsidio se entendía desde la lógica individual de cada familia como beneficiaria, nuestro criterio era ampliar la mirada y hacer de la construcción de la vivienda la construcción de un proyecto común, uniendo los significados de cada familia de tener su hogar con el de construir en conjunto el lugar donde viven en lo individual y en lo colectivo. Estábamos conscientes de que armar cooperativas de trabajo entre las familias no podía ser azaroso ni por simple intuición, debíamos tener un sustento que respaldara nuestra decisión de dejar de lado el modelo tradicional de construcción individual y abrir el camino a la construcción colectiva. Así, la noción de “tejer una red” comenzó a cobrar sentido; tejer la red implica armar todos los nudos primero para dar paso a unirlos y así construir la red en su totalidad, es decir, para poder armar el conjunto debíamos primero construir determinados puntos clave que dieran fuerza y solidez al producto final. Esta noción se constituyó así en el solvento para dar pie a nuestra estrategia de núcleos de cooperativas con las familias: constituiríamos núcleos de 3 a 4 familias que trabajarían en conjunto y luego los reuniríamos a través de 4 cooperativas por sector en donde se entendería que sería este grupo de trabajo el que trabajara por construir las viviendas de su sector en particular. La estrategia cumpliría así con dos aspectos bases para trabajar: sectorizaríamos el trabajo, otorgando eficiencia y orden al proyecto y conformaríamos espacios de trabajo en conjunto donde todos llevarían a cabo una tarea en particular desde lo colectivo. Ahora bien, no por tener el sustento decidido tendríamos seguridad de que nuestra estrategia funcionaría tal cual lo pensado, sino que además debíamos prestar atención a cómo el contexto social y de relaciones interpersonales sería también un factor importante de considerar a la hora de armar los núcleos de trabajo y posteriormente las cooperativas. Para esto, los núcleos se constituyeron en base a relatos que construimos con las familias que nos dieron cuenta de sus intereses, capacidades, habilidades y situaciones personales con sus /153


vecinos. Fue un trabajo de indagación con cada familia que nos daría luces de cómo conformar los núcleos sin pasar a llevar a las mismas familias ni a su contexto. De este modo, se conformaron 12 núcleos en total, uniendo familiares, amistades y habilidades, núcleos que a su vez fueron agrupados en 4 cooperativas, determinadas a través de localización geográfica y cercanía de los sitios en donde se emplazarían las viviendas a construir. La apuesta principal de este agrupamiento fue otorgar a las familias el poder de decisión en cuanto al avance que irían teniendo: con qué vivienda comenzarían, cuál sería la siguiente y como dividirían las tareas a realizar para así potenciar el trabajo en conjunto de cada núcleo y poder ir armando la “red”. La lógica de trabajo de las cooperativas sería de acuerdo a la distribución y etapas del proyecto, así los núcleos irían teniendo participación activa en la medida que el proyecto lo requiriera y que los requerimientos técnicos lo permitieran. En conjunto, con esta distribución se realizaría además un involucramiento directo con las familias a través de instancias.

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TRANSPARENCIA EN CUENTAS PÚBLICAS Parte de hacer partícipe a la comunidad tenía que ver con hacerlos parte también de los gastos y costos que significaba el llevar a cabo el proyecto. Si bien, como base, las familias debían saber los montos asignados por el subsidio a cada uno de ellos para la construcción de su vivienda, era también responsabilidad nuestra dar cuenta de todo lo que implicaba en cuanto a gastos y costos bajo la premisa de que el subsidio no implicaba solo construir las viviendas, sino también gestionar, coordinar, trasladar, capacitar y llevar a cabo el proyecto. Ante esto, los costos se consideraban tanto en cuanto a lo que era la vivienda como también a todo aquello que involucraba la gesta de la iniciativa. En este sentido, visualizamos como estrategia fundamental de trabajo con la comunidad la realización de cuentas públicas cada dos meses que dieran cuenta de la gestión realizada a modo

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de generar también un vínculo de transparencia y confianza con quiénes no solo se verían directamente favorecidos por el proyecto, sino también a modo de entregar una herramienta de fiscalización sobre los montos que se manejaban del proyecto para generar cierta gobernabilidad entre la comunidad de cómo se llevaba a cabo la iniciativa.

BODEGAJE DE MATERIALES Al ser la isla un contexto aislado y por lo mismo lejano a la lógica de infraestructura urbana, dentro de los aspectos a considerar estaba el almacenamiento de los materiales de la obra, y de cómo esto podría ser utilizado como una herramienta de trabajo e involucramiento con la comunidad. Teniendo en cuenta que el subsidio de autoconstrucción tiene como premisa el que cada beneficiario tuviera posesión de sus materiales se hizo una estrategia de bodegaje que permitiera a cada familia contar con sus materiales y que además existiese un lugar común de almacenamiento. Así, en primer lugar, el gimnasio de la isla se convirtió en el principal centro de bodegaje y distribución de materiales de gran tamaño y cantidad, donde se encontraría a la vista toda la indumentaria que daría forma a los paneles de la vivienda teniendo esta infraestructura además la función de fábrica y una lógica de visualización a la comunidad de cómo se llevaba a cabo el trabajo y el uso de los materiales del subsidio.

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El gimnasio no era solo un lugar donde se almacenaban los recursos, sino que además era un lugar que permitía hacer visible el proceso y avance de la obra y además de fiscalización del trabajo que se llevaba a cabo, convirtiéndose en un punto de convergencia y reunión. Si bien el gimnasio era un punto neurálgico de acopio de material, no era suficiente. Las 900 toneladas de materiales debían ser distribuidas además en cada familia a modo también de generar lógicas de confianza y responsabilidad. Así, el segundo lugar de bodegaje fueron los sitios de cada familia que obedecieron a dos lógicas de distribución: la primera de ellas, de almacenar aquellos materiales de gran tamaño, que no pudieron ser ubicados en el gimnasio, en aquellos sitios de mayor magnitud; y la segunda de ellas, el entregar a cada una de las familias los materiales de menos tamaño que ellos debían manejar desde una lógica diaria de uso, como lo eran clavos, martillo, pala, siliconas, pinturas, interruptores, cableado, etc.

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APOYO Y GESTIÓN LOCAL : TRASLADO DE LOS MATERIALES Similar a la situación de almacenamiento de los materiales, el traslado de los mismos salía de la lógica común de factibilidad vial y de transporte para trasladar de un sector a otro los materiales a utilizar. La isla como tal no posee las condiciones tradicionales de movilización de elementos y por tanto era necesario recurrir a las condiciones intrínsecas de la cultura mochana: el carretón y las camionetas. La capacidad propia de la Fundación de poner al uso de la comunidad medios de transporte para los materiales no era la suficiente para la cantidad que debía ser movida cada vez. Si bien se tenía planificado tener una camioneta que apoyara a esa labor, era necesario pensar una estrategia de apoyo y respaldo con la comunidad. Así, y en la línea de utilizar los recursos que le son propios a la comunidad y a la isla, el uso de los vehículos propios y carretones de cada familia se visualizó como una acción importante de implementar, que diera, además de sustento al manejo y traslado del material, nuevamente responsabilidades a las familias independientes de la lógica de la mera construcción, que diera paso a la responsabilidad de los involucrados en el proceso del mismo.

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09.

TRABAJO CON LA COMUNIDAD /163


De las estrategias de trabajo con la comunidad pensadas, su puesta en marcha no sería una gesta menor. La cultura, las relaciones y el diario vivir influenciarían en cómo éstas se pondrían en práctica con la comunidad. En este sentido, el trabajo con la comunidad estuvo marcado firmemente por las relaciones interpersonales, por el respeto a los tiempos y acontecimientos propios de la vida de los mochanos y por la sucesión de decisiones que debieron ir siendo tomadas a medida que el tiempo pasaba y debíamos ajustarnos a lo que la isla y sus habitantes nos exigían. Fue desde la esfera del reconocimiento y deliberación que tuvimos que sortear nuestras estrategias planificadas en el trabajo diario con las familias y los maestros; no se trataba de solo impulsar en el trabajo la noción de una práctica en conjunto, sino también se hizo necesario avanzar de acuerdo a las decisiones que debían ser tomadas en el transcurso mismo del proyecto y que obedecían a la lógica de un contexto dinámico que abría oportunidades para entablar relaciones deliberativas y de reconocimiento de la experiencia, de los múltiples conocimientos y de la historia de los habitantes de la isla y de ella misma, que incidieron sin duda en cómo se desplegó finalmente nuestro trabajo.

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CONSTRUCCIÓN EN/CON LA COMUNIDAD Entendiendo que la construcción pensada desde una lógica colectiva es un aprendizaje constante que debía de concretarse en el proceso mismo de la ejecución, se gestaron proyectos pilotos de las viviendas a construir en donde las familias pudieran interiorizarse con el trabajo a realizar. No se trataba tan solo de hacerlas parte del proyecto, se trataba también de mostrar, informar y capacitar a todos quienes se verían involucrados por la construcción ya que desde ahí, desde el minuto en que se comenzaban a mostrar las cartas en juego en la operación, es que las familias se irían dando cuenta qué implicaba concretar la vivienda y de que cada paso a dar tenía cierta lógica y no era al azar. Si bien había un trabajo inicial con la comunidad en cuanto a vinculación y establecimiento de formas de proceder, que para nosotros serían respaldadas por las estrategias pensadas, había un factor que no hicimos consciente de cómo influenciaría hasta que lo vimos en acción: el contexto cultural de los mochanos. En nuestro ideario de intervención con la comunidad, el factor cultural fue siempre una variable a considerar, pero no una variable a controlar y es ante esto que las estrategias tuvieron que transformarse y adaptarse a aquello que el contexto nos iba demandando. No se trataba de ceder en todo aquello que metodológicamente creíamos como certero y eficiente para la realización del proyecto,

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trat贸 fue abrir el campo metodol贸gico tradicional con el que apost谩bamos a trabajar bajo un marco de certeza respaldado por la experiencia y a su vez cerrarlo a aquello que nos delimitaba el lugar, contexto y personas con quienes establecimos la relaci贸n de trabajo.

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Así, como primera experiencia de trabajo en la obra con las familias, las viviendas pilotos, iniciadas con la construcción del piso de la vivienda, dio las primeras luces de cómo sería el avanzar del proyecto a futuro: respetando los tiempos mochanos, aplicando formas de hacer, ver y resolver distintas a las que teníamos planificadas, enfrentando conflictos personales y de historias de los cuáles profesionalmente no podíamos hacernos cargo y trabajando inmersos en una cultura distinta que solo fue visible a través del vivir cotidiano del proyecto. Estos indicios se instalaron en la lógica de trabajo sin que tuviéramos opciones de poder erradicarlos para cumplir con el objetivo; el ejercicio fue el contrario, aprender a mirar desde lo particular y limitante para desde ahí abrir oportunidades y avanzar en el proceso de construir las viviendas de las familias. No fue un camino recorrido exento de errores, fallas y caídas que nos hacían volver a revisar y replantear el trabajo que llevábamos a cabo con la comunidad; pero fue en ésta misma vivencia que logramos generar una complicidad de relaciones diarias que fueron impulsando las distintas etapas que debíamos cumplir para ir concretando lo propuesto. En paralelo con el trabajo realizado en obra con la comunidad y las familias, se optó por generar un espacio alternativo en donde también quienes no se relacionaban directamente con la obra pudiera ser parte del proceso. Así, las relaciones no estarían solo marcadas por el trabajo realizado en la construcción de las viviendas, sino

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también en los procesos diarios que debían darse para que la obra se desarrollara. En este sentido, los servicios de alimentación y hospedaje se convirtieron en una nueva instancia de colaboración y participación de las familias, que demandaba a la vez un proceso de coordinación que diera lugar a la optimización y administración de los recursos para tener la seguridad que los recursos con los cuáles contábamos no se terminarían antes de tiempo. Desde este lugar, el fortalecimiento de estos espacios se fue constituyendo en un espacio para conocer y reconocer habilidades y capacidades que estaban en la comunidad y que eran de igual importancia que aquellas que aportaban en la obra concreta y, además, en conocer desde un nuevo espacio las dinámicas y formas de vida que tenían los mochanos siendo así, por lo mismo, un lugar de aprendizaje de la cultura de ellos, de su forma de entender y ver a sus vecinos, de lo que ocurría en la isla y lo que esperaban de esta experiencia. Todo esto fue dándonos luces de a poco de cómo debíamos ir manejando nuestras relaciones con ellos y entre ellos sin pasar a llevar los lugares de cada uno.

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TRABAJO CON LOS MAESTROS La decisión de incorporar maestros especializados en el tema al trabajo con las familias obedeció a la lógica de que no estábamos realizando un proyecto cualquiera con un significado cualquiera y menos con una calidad cualquiera. Obedeció a que, como premisa dentro de las formas de proceder, es necesario también tomar decisiones que garanticen la calidad del proyecto y que a veces hay herramientas específicas que no se encuentran incorporadas en la comunidad y que hay que apoyar de forma externa. Así, en una primera instancia, realizamos un diagnóstico dentro de la comunidad para explorar la posibilidad de contar con maestros que fueran de la isla, que conocieran el contexto y a su gente para así también generar identidad local del proyecto y además promover el desarrollo económico de la isla. Fue así que en diversas visitas e instancias de conversación con los habitantes de la isla fuimos obteniendo la información para armar las posibles cuadrillas de trabajo con maestros que pudieran colaborar en el proyecto. El levantamiento de la información fue primordial ya que nos ayudó a ver el escenario real de recurso humano con el que podíamos contar en la isla y cómo debíamos enfrentar con esto las capacitaciones a realizar de acuerdo a los conocimientos previos que tenían los maestros. Fue en este proceso cuando nos dimos cuenta que también, dentro de las familias beneficiadas, había personas que querían colaborar desde sus capacidades constructivas y que además eran ellos quienes habían construido sus viviendas actuales, por tanto contaban con conocimiento sobre la materia. Así, se armaron las cuadrillas de acuerdo a los conocimientos de cada maestro para ir equilibrando el trabajo en cada casa e ir reforzando en aquellos ítems en donde la cuadrilla no contaba con el conocimiento específico para llevar a cabo la tarea. /173


Con el avanzar del proyecto y el trabajo realizado en primera instancia con la construcción de los pisos, la noticia sobre que la construcción se estaba llevando a cabo en la isla comenzó a darse a conocer en las localidades continentales cercanas a la isla, como Tirúa, Cañete y Curanilahue, ciudades en donde además habitan mochanos que llevan su vida fuera de la isla, o familiares de los mochanos que se enteraron de la obra y desde sus conocimientos quisieron aportar en el proyecto. Con esto, a las cuadrillas se sumaron maestros externos de la isla pero que eran parte de la cultura mochana, al ser familiares o amigos de habitantes de la isla y que, por tanto, no serían un factor de desequilibrio en el trabajo ni tampoco estaban fuera de la lógica de potenciar el desarrollo local al formar parte también de la red de los mochanos. En paralelo a la formación de cuadrillas, se constituyó también un grupo de maestros para trabajar en la construcción de los panales de la vivienda en la fábrica que se instaló en el gimnasio. Parte de la lógica de trabajo del proyecto era diversificar las etapas para poder cumplir, en la medida de lo posible, los tiempos de trabajo fijado y para esto la fábrica se posicionaba como una estrategia de vital importancia a aplicar. Así, la fábrica y el trabajo realizado por los maestros en la construcción de los paneles y cerchas de la casa se convirtió en un pilar fundamental del proyecto al ir marcando los tiempos de trabajo, la pauta de avance del proyecto y además de darnos las primeras luces de qué implicaba trabajar con los mochanos mezclando la lógica de relación contractual con la personal que se daba en el diario vivir fuera del ambiente de trabajo.

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FISCALIZACIÓN DEL TRABAJO Participar en el proyecto activamente no era solo trabajar en la obra y servicios que en ella se abrían para colaborar, sino también tenía que ver con que las familias tuvieran un rol fiscalizador y de supervisión de lo que se estaba llevando a cabo. Era involucrarlos no solo en lo constructivo, sino también en todos los procesos que daban movimiento a la obra, desde la información hasta el generar un espacio en donde pudiéramos canalizar dudas, molestias, sugerencias entre otras, que no tenían lugar en el trabajo diario de la obra y de los procesos que ésta generaba. En este sentido, nos propusimos tener espacios formales de comunicación con la comunidad en donde fuéramos dando cuenta de todo aquello que estuviera pasando en la obra desde lo constructivo y las relaciones laborales que ahí se daban, hasta los gastos en que se incurría para levantar las viviendas y el pago de los maestros o las decisiones y cambios a los que debíamos enfrentarnos como equipo y como comunidad. Para poder generar esto, las acciones a aplicar se concretaron en dos líneas: las asambleas y visitas casa a casa. La idea era poder cubrir el frente colectivo y particular de lo que acontecía en el proyecto para así tratar de no errar en cómo debíamos ir enfrentando el día a día de la obra y de las consecuencias que traía. Las asambleas se transformaron en el espacio colectivo legitimado para la comunidad en donde no solo se daba a conocer lo que pasaba en la obra y como avanzábamos, sino también en un espacio de diálogo, de deliberación, toma de decisiones y sinceridad para con lo que la construcción generaba a nivel de comunidad: el sentir de las cosas que no avanzaban correctamente, el sentir que podrían hacerse de otra forma, el sentir que había que cambiar y tomar otras decisiones, el /177


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sentir finalmente de una comunidad que no estaba dispuesta a solo recibir información, sino también a posicionarse como un actor válido y con derecho a decir y expresar aquello con lo que no estaba de acuerdo. En este sentido, el valor de las asambleas para el equipo se transformó en una instancia de mostrarnos tal cual estábamos viviendo el proyecto, desde el ánimo por querer sacar adelante el trabajo hasta la desmotivación o cansancio que el mismo provocaba, el entender que debíamos mirar a la comunidad desde su particularidad y entender cómo esto aportaba a que el trabajo se siguiera llevando a cabo. Las visitas llevadas a cabo familia a familia, por su lado, fueron también un insumo fundamental para entender a la comunidad y su actuar. Era en ese diálogo donde también quienes no tenían una voz en lo colectivo podían dar a conocer su pensamiento sobre el proceso, lo que nos ayudó a ver cómo el contexto podía ir determinando lo que se quería comunicar efectivamente, cómo desde la instancia colectiva habían ciertos sentimientos y opiniones que emergían y que luego, en lo particular, eran expresados de otra forma, mostrándonos así parte de la cultura mochana y del modo en que ellos ven las relaciones y cómo esto afectaba en la construcción del proyecto.

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Alejandra Paz

Periodista

Periodista por la Universidad de Concepción y Magíster en Comunicación y Educación por la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la Isla Mocha trabajó en la gestión de operaciones, así como coordinando e implementando, el proyecto a nivel logístico.

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Como periodista, ¿qué aportó tu experiencia y formación en comunicación al proyecto de Isla Mocha? Nosotros buscamos la simetría en las relaciones y ese trabajo empieza desde el primer encuentro con una comunidad. A partir de entonces, nosotros empezamos a tejer relaciones que en muchos casos se mantienen, incluso, después que los proyectos terminan como es el caso de la Reconstrucción en Isla Mocha. En la actualidad todavía hay contacto con los isleños.

LA EXPERIENCIA ISLEÑA ¿Cómo fue trabajar en un contexto tan complejo? Enriquecedora profesional y personalmente, aprendí y desaprendí muchas cosas. Mi trabajo consistía en relacionarme con las familias para organizar los distintos servicios de la obra, por ejemplo, alimentación y hospedaje. Todo esto demandaba un proceso de coordinación que permitiera optimizar y administrar los recursos de tal forma que nos alcanzara para cubrir todas las necesidades que surgieran durante el proyecto.

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Desde esa perspectiva, intentaba fortalecer esos espacios alternativos de participación de las familias, entendiendo que las habilidades no son las mismas y tanto las tareas directas como indirectas aportaban a la construcción de las viviendas. Ahora bien, eso no significaba que las mujeres se dedicaran solo a cocinar, en el fondo, algunas decidían colaborar en la construcción y otras en la alimentación. En ese sentido, nosotros no quisimos forzar la participación de las personas que no quisieran hacerlo, básicamente, porque parte de nuestra premisa es respetar las formas de vida que tienen las comunidades.

¿Alguna experiencia que te gustaría remarcar? En particular, recuerdo cómo el contenido de las conversaciones cambiaba de acuerdo al contexto. Eso lo detectamos y por lo mismo, además de hacer asambleas informativas realizábamos visitas casa a casa para traspasar los últimos antecedentes de la obra. La personalización en la comunicación era bien importante porque detectábamos situaciones que en forma colectiva era difícil abordar.

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EL TRABAJO JUNTO A LOS MOCHANOS ¿Qué te llamó la atención de la cultura de los isleños? La administración del tiempo, ellos hacían las cosas sin prisa, quizá también por su tipo de economía. Los isleños trabajan sin horarios y con una intensidad relacionada a la época del año. Por ejemplo, en agosto se levanta la veda del loco y hay una actividad laboral muy fuerte al igual que en los meses de verano por la luga. Con la actividad de esos períodos, las personas de la isla se mantenían todo un año. Otro aspecto que me llamó la atención fue el alto nivel de analfabetismo por desuso, básicamente, porque las actividades que desempeñan no exigen ni lectura ni escritura, entonces, no es algo de prioridad. Eso, sin dejar de mencionar que la educación en la isla es muy precaria por las condiciones de aislamiento. Por último, las personas de la isla Mocha son bastante desconfiadas, en estos años hubo promesas no cumplidas que gatillaron desesperanza aprendida, escenario complejo que requería un constante trabajo en la relaciones de confianza, yo veía que día a día ellos nos ponían a prueba como organización.

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LA MIRADA PUESTO EN LO LOCAL /187


Desde el inicio, el proyecto fue pensado desde la lógica de lo local, de tener la mirada puesta en cómo potenciar factores propios del territorio en pos del buen desarrollo del proyecto pero, más que nada, con la mirada puesta en cómo potenciar y/o fortalecer con la intervención a realizar el valor agregado que tenía la isla misma, desde lo humano hasta lo material. Trabajar los factores locales tenía como base y supuesto que es en la comunidad el mejor lugar en donde podíamos encontrar los conocimientos más certeros de lo que sucedía en la isla, cómo aprovechar esto para beneficio del proyecto y de que este conocimiento podía ser la materia prima para llevar a cabo la obra sin la necesidad de buscar externamente lo que la misma isla tenía para aportar al proyecto.

MANO DE OBRA LOCAL Y FAMILIAR Una primera mirada para trabajar los factores locales fue potenciar la mano de obra local. Si bien se entendía que la construcción de las viviendas definitivas requería de conocimientos específicos, no podíamos no mirar lo que ya se encontraba en la comunidad, en quienes a través de su habitar en la isla han ido construyendo sus hogares de acuerdo a sus intereses y capacidades. Así, las viviendas a construir no fueron visualizadas como la primera solución habitacional para las familias beneficiadas, sino más bien fueron visualizadas como una nueva oportunidad para los mochanos de poder incidir, nuevamente, en cómo quieren vivir. En este sentido, era fundamental rescatar las

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nociones de construcción que había en la isla y las capacidades constructivas que en ella podíamos encontrar. No queríamos comenzar desde la base que todo conocimiento debía ser traído desde el exterior para implementarlo en la realidad local, sino más bien la apuesta fue potenciar el valor ya presente en la comunidad a modo de incorporar nuevos conocimientos y además de aprender de aquellos ya presentes. Con este parámetro definido, la primera búsqueda fue en torno a la historia constructiva de quienes habitan en la Isla Mocha, necesitábamos conocer de primera fuente cómo se habían ido levantando las viviendas y estructuras presentes en la isla y si habían existido experiencias anteriores en donde los mochanos hubiesen desplegado sus nociones de construcción y adquirido herramientas en esta línea. A través de un diagnostico y entrevistas con diversos actores locales fuimos construyendo un listado de personas con diversas experiencias y conocimientos que podrían aportar en la realización del proyecto en cuanto a obra dura y, además, en cuanto a servicios que podrían ser prestados para el desarrollo de la misma. Así, obtuvimos una base de datos que nos permitió observar un panorama general de los recursos humanos con los que contábamos en la isla y/o sus localidades cercanas; factor que descubrimos ser de gran relevancia y de gran presencia en la isla, ya que familiares, amigos y redes cercanas a los mochanos habitan en las localidades cercanas a la Isla Mocha y estaban dispuestos además a colaborar del proyecto. Armamos así un bosquejo de la mano de obra con la que contaríamos para desarrollar el proyecto y un escenario a priori de cuánto apoyo externo necesitaríamos para complementar el trabajo. En esta lógica, contratamos aproximadamente a 20 maestros para trabajar en el proyecto, la mayoría de éstos fueron beneficiarios del subsidio y los demás familiares y/o amigos de los habitantes de la isla, teniendo así un contingente de recursos humano netamente local y no externo. Con ellos se trabajó en capacitaciones de distinta índole: conocimiento y uso de cada material requerido para construir las viviendas, etapas de la vivienda, armado de paneles y cerchas, instalación de artefactos, entre otros; todo esto en la lógica de democratizar /191


nuevas herramientas de trabajo y además lograr retroalimentación desde las experiencias de los mismos maestros para llevar a cabo la tarea. En este sentido, a través del proyecto se fue dando una interesante lógica de ir mostrando “en lo que cada uno es bueno”; fueron apareciendo, a medida que avanzaba la obra, distintas capacidades de diversos mochanos que se fueron interesando en aportar al proyecto. Lentamente se comenzaron a armar cuadrillas con un trabajo en específico para cubrir cierta área constructiva del proyecto como también personas que individualmente, desde sus conocimientos, decidieron colaborar en una etapa específica de la obra dándole al proyecto un singular movimiento itinerante de entrada y salida de recursos humanos, tan itinerante como la isla misma y su lógica natural de trabajar según temporalidades, necesidades y estaciones. Además del grueso de la obra, había otra área del proyecto, igual de importante, que debía ser abordada desde la misma lógica local y tenía que ver con los servicios que debían ser prestados en la obra misma, como los almuerzos, requerimientos de material y su distribución, alojamiento, entre otros. Y como con la mano de obra, lo primordial era buscar en la comunidad misma a los actores que pudieran colaborar con estos servicios para también potenciar desde lo local otras áreas que servirían de complemento para la realización del proyecto.

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Fue así como a través de conversaciones, reuniones y asambleas concretamos diversas acciones y responsables por cada servicio requerido para el desarrollo de la obra. Se decidieron centros de acopio y distribución del material, teniendo como eje principal el gimnasio del colegio al contar con un amplio espacio de bodegaje, algunos de los terrenos de las familias beneficiadas, el hogar de cada familia para guardar los materiales más pequeños y además el almacenamiento en carpas en el terreno donde el equipo residía. Esto hizo que el abastecimiento de los materiales en la obra tuviera cierto orden y control que permitía que el avance de la construcción se diera en el orden programado desde un principio y


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también que las familias se conectaran con el proyecto desde la responsabilidad activa de tener que guardar y distribuir los materiales cuando fueran necesarios, así como capacitarse y aprender qué era cada material y para qué servía cada cual. Por lo mismo, decidimos realizar una primera capacitación masiva con la caja de materiales que iba para cada familia y además de hacer un conteo con ellos para que, desde un principio, ellos tuvieran la claridad de los elementos con los que se trabajarían, tanto en volumen como en uso. Por otro lado, estaba el área de alimentación y alojamiento. En una primera etapa del proyecto fue necesario recurrir a ayuda externa para poder levantar los pisos en el tiempo propuesto. Ante tal escenario se trabajó con la Escuela de Construcción de INACAP Concepción, quienes enviaron a 20 estudiantes para trabajar en el proyecto y colaborar en el levantamiento técnico y de obra de los pisos de las viviendas y, ante esto, era necesario dar alojamiento y alimentación a los estudiantes. Así, las familias cedieron parte de sus terrenos para situar las carpas de alojamiento de los equipos de estudiantes y además se hicieron cargo del alimento para ellos. Para poder abastecer a la vez a las familias se desplegó una estrategia de distribución y retribución de insumos alimenticios para estudiantes y familias a cargo de ellos y así podían contar con los recursos para los estudiantes y apoyar a la vez a la familia que estaba a cargo de ellos.

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Trabajar la construcción de las viviendas en un lugar aislado requería de por si el uso de materiales adecuados al contexto y que fueran proveídos por abastecedores locales conocedores del contexto en el cual serían trabajados los materiales y además transportados. En este sentido, no se trataba solo de realizar una compra de toneladas de materiales, se trataba también de contar con proveedores que comprendieran la complejidad del proyecto en su totalidad, no solo constructiva, sino de transporte y distribución en la misma isla. De este modo, la compra de materiales se realizó en una ferretería local de la región para poder generar un trato más directo y comprensivo de la envergadura del proyecto. Había que cuidar que los materiales no serían despachados hasta el continente y después de esto quedarían en manos del equipo, sino que debíamos contar con el apoyo en la distribución en la misma isla. Así, a través de la compra de materiales se hizo un compromiso de la ferretería con el proyecto de, además de los materiales, enviar el apoyo necesario y adecuado para el desembarco del material en la isla y su posterior reparto y bodegaje. Este compromiso no estuvo exento de contingencias y dificultades ya desarrollándose en la isla y ante las cuáles pudimos ver, por primera vez, el comportamiento mochano para trabajar en conjunto. A pesar de contar con el equipamiento necesario para distribuir el material dentro de la isla, el clima y el invierno dejaron caer sus obstáculos para que el compromiso adquirido anteriormente no pudiera ser llevado a cabo en su totalidad, llevándose así la ferretería el continente para seguir avanzando en la descarga de materiales y permitiéndonos a nosotros conocer y tener una primera vista de cómo sería trabajar con los mochanos en la carga y descarga de materiales de todo el proyecto. Dejamos de lado los camiones grandes y grúas, pasamos a lo que el contexto mejor sobre lleva: los carretones, camionetas y el pulso de los mochanos para terminar la tarea del desembarco. Éste fue un punto de inflexión ya que nos dio luces para generar la estrategia local de acopio y distribución posterior que utilizaríamos en toda la obra y volver a entender que era en la isla misma en donde tendríamos o deberíamos buscar las herramientas necesarias para sacar adelante la tarea propuesta. /196


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DESAFÍOS Y APRENDIZAJES /199


Al comenzar un proyecto hay etapas, procesos, procedimientos y lógicas que se procuran seguir con el fin de cuidar que el resultado obtenido sea el esperado. Gran parte de esto está determinado desde el saber que teniendo un marco que delimite y nos muestre la cancha en donde se jugará la ejecución de proyecto conducirá a que la meta planteada pueda ser lograda en gran medida como lo pensamos y esperamos. Es esta lógica en particular la que se aplica cada vez que se realiza un proyecto, sea cuál sea éste. Pero este proyecto en particular no fue “particularmente” eso: fue jugar en una cancha, que si bien era conocida y respaldada por la meticulosidad metodológica y profesional dada por la experiencia del equipo y la organización, tenía un escenario dinámico determinado por dos factores que no sorteamos desde un principio y que fueron fundamentales en los cambios y en cómo vivimos el proyecto: la noción misma de autoconstrucción y su materialización en el proyecto y el vivir en y con la comunidad en la realización del proyecto, siendo además ésta una comunidad con una particularidad cultural y localización geográfica que delimitarían en todo momento el quehacer en el proyecto. Así, la cantidad de episodios, anécdotas y experiencias del proyecto que marcan los desafíos y aprendizajes adquiridos son innumerables e incontables en solo un capítulo. Desde la cotidianidad del vivir y habitar diariamente con los compañeros de trabajo y los mochanos, hasta el desarrollo mismo del trabajo desde todas sus aristas, mirar la autoconstrucción como oportunidad para ampliar la mirada en cuanto a la noción de construcción de una vivienda está (en esta experiencia en particular) permeada por la cotidianidad del trabajo en la isla y las relaciones ahí establecidas.

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Es importante tener en consideración que los aprendizajes y desafíos adquiridos en este proyecto son de dos tipos: personales y profesionales. Personales porque vivir en la isla fue para todos quienes ahí estuvimos una aventura personal que cada uno la vivió y la cuenta desde su sentir. Y profesional porque el desafío principal era innovar y ampliar en un concepto, el de autoconstrucción, que ya ha sido trabajado pero que no había sido explorado de manera integral y explotado en todo el potencial que tiene. De los diversos desafíos emprendidos el proyecto nos invitó a mirar la autoconstrucción en la Isla Mocha como una oportunidad de incorporar nuevas técnicas y desafíos constructivos. A medida que se desarrolló el proyecto, fuimos así conversando en paralelo con las aptitudes y conocimientos de los mochanos acerca de la construcción que nos iban demostrando nuevas técnicas, ideas y desafíos constructivos que no habíamos considerado y que fueron dando vida a la obra desde la itinerancia y tiempos de la isla. El proyecto en sí nos desafió a entender que el lugar, su lógica y su tiempo no tenía porque adaptarse a lo que nosotros queríamos que fuera constructivamente, ni a lo que constructivamente se entiende y se sabe que debe durar una obra de esta envergadura sino mas bien a mostrarnos cada vez que la estacionalidad de la isla nos daría una lección de cómo debíamos avanzar con ella en armonía más que imponer los tiempos que queríamos que fueran cumplidos. El desafío fue el juego de dejarse fluir con los tiempos mochanos y, a la vez, tomar estos tiempos como una estrategia que nos permitiría finalmente realizar el proyecto.

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Desde un inicio, la premisa fue situarnos en el concepto de la Autoconstrucción bajo una modalidad integral de trabajo y en consideración del contexto en el cual se realizaría el trabajo (aprovechando sus recursos y teniendo en consideración las desventajas). Independiente de la claridad que pudiésemos tener para realizar el proyecto, de las intuiciones iniciales que en el continente estaban probadas por su eficacia, la construcción en un lugar aislado y de una particularidad geográfica y cultural determinada influyó en que, en cada paso que dábamos con certeza de cómo realizar el trabajo, teníamos que mirar nuevamente y redefinir las estrategias a tomar y los caminos por donde construir nuestro trabajo. Así, el aprendizaje ante el concepto de autoconstrucción en la Isla Mocha es infinito y limitado a la vez. Es infinito porque nos invita a pensar más allá de lo concreto de cómo construir una vivienda; nos invita a pensar en cuánto incide el contexto, la cultura y el habitar un espacio. No se trata solo de considerar las demandas de quien la habitará, se trata también de incluir, de generar espacios, de aprovechar y potenciar lo que ya existe, de tomar decisiones y de hacer que la autoconstrucción sea también un espacio de incidencia y proyección de cómo se desea y se quiere vivir. No es solo el material el que constituye la vivienda, es como ésta se proyecta en el espacio, como se sitúa en un lugar y como esto hace sentido a quién habitará la construcción. No se trata tan solo de pensar en soluciones constructivas, se trata de pensar que la vivienda no es la misma desde un inicio hasta el fin para quienes la habitan; es un concepto que se mueve en el tiempo, que cambia a medida que cambian quienes la habitan, que muta de acuerdo a las necesidades y gustos de sus habitantes y, por tanto, la autoconstrucción es un concepto que cada vez que se “construye” en el tiempo. /204


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La noción de Autoconstrucción es un concepto integral y dinámico. Porque abre aun más caminos e ideas sobre la misma noción de Autoconstrucción. No es solo un concepto, ni el concepto. No se trata tan solo de individualizar una solución y luego replicarla masivamente, se trata también de entender que cada solución es una en sí misma y que, como tal, tiene complejidades e intereses particulares, y desde ahí entender la construcción de la vivienda desde la particularidad y el sentido individual que cada sujeto entrega a ella es un nuevo desafío a asumir a la hora de pensar en las soluciones habitacionales. Y es limitado porque no se puede entender el concepto a partir de solo una experiencia en una localidad en particular. No se puede reducir todo el concepto de autoconstrucción a lo desarrollado en la Isla Mocha. Si bien es un avance y un precedente de realización no es LA forma de hacer ni tampoco LA forma de entenderlo. La reducción del concepto a una sola vivencia implicaría reducir también sus posibilidades de exploración e innovación; es por esto que nuestro aprendizaje es limitado, porque no es ésta la única experiencia ni posibilidad que tenemos, ni queremos tener, de innovar en el concepto. No es que con esta sola experiencia se haya saturado el conocimiento en cuanto al concepto de Autoconstrucción y su reconstrucción desde la experiencia, más bien se entiende como un aporte para conocer desde la realización misma qué implica reconceptualizar el concepto y mirar más allá de él.

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En este sentido, y finalmente, entendemos que la autoconstrucción no es una forma única de vivirla y aplicarla, sino más bien es una experiencia constructiva y de vivienda que aporta a entender que las políticas públicas, en este caso en particular la experiencia viene desde trabajar con la política vivienda, tienen un componente inclusivo, histórico, contextual y dinámico que no puede ser obviado en su aplicación e implementación. El aprendizaje de la isla nos abre como organización a ir más allá de lo que hay en el papel de la política gubernamental y romper con sus cánones desde la implementación, a demostrar desde el actuar que hay mucho más que escribir y nombrar conceptos, que es primordial entender que el cómo operamos tiene directa relación con el cómo mencionamos. /208


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AGRADECIMIENTOS /211


A quienes de una forma u otra, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente fueron parte del proyecto de la isla. A las familias y amigos, por la paciencia al escucharnos hablar indefinida y constantemente del proyecto y de lo que en él sucedía cada vez que “salíamos” de la isla al querer dar a conocer todo aquello que ahí acontecía sin que necesariamente nos diéramos a entender. Por permitirnos hacerlos parte de la travesía al escuchar las historias y situaciones a veces sin sentido. Por compartir con un grupo de desconocidos a sus hijos, papás, amigos y compañeros de vida durante todo el trayecto recorrido. A la comunidad mochana por permitirnos un espacio en sus vidas, no solo desde el trabajo, sino también desde el espacio que nos abrieron para vivir y convivir, por hacernos parte de su cultura, de sus hogares, de sus tiempos, de sus malestares, de sus penas y alegrías, por las peleas y encuentros, por hacernos sentir parte de ellos y de la isla, llegándonos a sentir, incluso a veces, mochanos. A la Sra. Nena y Nolberto, por ser durante ese tiempo nuestra familia y hogar. /212


A nuestro equipo de la Fundación en Santiago, quienes a pesar de no estar viviendo el proyecto con nosotros en la isla era como que lo estuvieran; por el trabajo y apoyo incondicional, por las paletiadas de pega, por los viajes express que debieron hacer, por las energías, por el ánimo, por la paciencia, por los abrazos de bienvenida cada vez que volvíamos a la oficina, por otorgarnos el espacio para el desahogo, por hacernos sentir que, a pesar de la distancia, estábamos todos en la misma. A la Marce por su presencia/no presencia en la isla con el equipo, por las pataletas aguantadas y paletiadas permitidas, por siempre estar en y con el proyecto. A Diego, a Sócrates, a Pietro, a la Ale, al Cote: compañeros de trabajo, de hogar, de ideales y de vida por el tiempo y corazón puesto en los 240 días que estuvimos en la isla. Por las alegrías, anécdotas, paseos de domingo, comidas, cumpleaños, historias, risas, peleas, días eternos de trabajo, condoros domésticos, tertulias interminables de cómo debíamos seguir avanzando. Por poner el hombro, por hacer de ésta una cruzada personal y profesional, por compartir caminos de vida y transformarnos en una familia. Sentimiento. /213


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