La REAL ACADEMIA de ESPAÑA en ROMA y el CONJUNTO MONUMENTAL de SAN PEDRO en MONTORIO De los Reyes Católicos al siglo XXI
Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación Ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación Arancha González Laya Secretaria de Estado de Cooperación Internacional Ángeles Moreno Bau Director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo Magdy Esteban Martínez Solimán Director de Relaciones Culturales y Científicas Guzmán Palacios Fernández Real Academia de España en Roma Embajador de España en Italia Alfonso Dastis Quecedo Consejero Cultural Ion de la Riva Guzmán de Frutos Directora M.ª Ángeles Albert de León Secretaria M.ª Luisa Sánchez Llorente Patronato Presidenta, Ángeles Moreno Bau Vicepresidente, Guzmán Palacios Fernández Secretario, Diego Mayoral Gil-Casares Vocales natos M.ª Ángeles Albert, Alfonso Dastis, M.ª Dolores Jiménez-Blanco, Rosa Menéndez, Adriana Moscoso, M.ª del Carmen de la Peña, Fernando de Terán y Fernando Villalonga Vocales no natos Juan Bordes, Estrella de Diego, José Ramón Encinar, Santiago Eraso, Jorge Fernández de León, Concha Jerez, Rosario Otegui, Jordi Teixidor y Remedios Zafra
Nuestra gratitud al equipo de la Academia de España: Federica Andreoni, Miguel Cabezas Ruiz, Pino Censi, Paola Di Stefano, Mino Dominijanni, Alberto Fernández Santos, Alessandro Manca, Fabio Polverini, Cristina Redondo Sangil, Roberto Santos, Silvia Serra y Brenda Zúñiga, y a nuestros colaboradores María Nadal de Valenzuela y Arturo Ruiz Parra. Un especial agradecimiento a los padres Aniceto Gómez, rector de San Pedro en Montorio, y José Jaime Brosel, rector de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, así como a todos aquellos que desde SECI, AECID, MAEUEC y la Embajada de España en Italia han hecho posible este proyecto, y muy especialmente a Miguel Albero, Iñaqui Carnicero, Elena Gómez, Xavier Martí, Pablo Platas y Ángel Luis de Sousa, por su apoyo constante a la Academia y a esta publicación. Y sobre todo a los más de 1000 residentes que han vivido y son parte de la Academia.
La REAL ACADEMIA de ESPAÑA en ROMA y el CONJUNTO MONUMENTAL de SAN PEDRO en MONTORIO De los Reyes Católicos al siglo XXI Coordinación general M.ª Ángeles Albert de León Textos Margarita Alonso Campoy Javier Andrés Pérez Imágenes José Ramón Ais (RAER 2019-2020) Margarita Alonso (RAER 1994-1996) Tony Amengual (RAER 2020-2021) Javier Andrés Paula Anta (RAER 2011-2012) Atelier XYZ Juan Baraja (RAER 2017-2018) Giorgio Benni Paolo Cipollina Richard Davies Julio Galeote (RAER 2010-2011) José Guerrero (RAER 2015-2016) David Jiménez (RAER 2016-2017) Jesús Madriñán (RAER 2015-2016) Fernando Maquieira (RAER 2008-2009) Damiano Rosa Mar Sáez (RAER 2020-2021) Begoña Zubero (RAER 2012-2013) Coordinación editorial AECID Héctor J. Cuesta Romero Alejandra López García Diseño y maquetación Mercedes Jaén Ruiz (RAER 2016-2017) Revisión y edición de textos Carmen Rodríguez Fernández-Salguero Impresión Varigrafica, Roma
ÍNDICE PRESENTACIÓN Ángeles Moreno Bau 9 Alfonso Dastis Quecedo 13 PRÓLOGO LA SORPRESA DE ROMA. UNA ACADEMIA SIN LÍMITES M.ª Ángeles Albert de León
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SAN PEDRO EN MONTORIO: UNA MIRADA AL CONJUNTO MONUMENTAL Javier Andrés Pérez
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Antecedentes históricos 34 La Edad Media 36 El surgimiento del monasterio de San Pedro en Montorio 42 San Pedro en Montorio y España: el inicio de una larga relación 43 La iglesia de San Pedro en Montorio 44 El templete de San Pedro en Montorio 46 El interior de la iglesia 56 Los claustros conventuales 64 La plaza y el Vía Crucis 66 LA REAL ACADEMIA DE ESPAÑA EN ROMA: 150 AÑOS DE HISTORIA Margarita Alonso Campoy Antecedentes y fundación de la Academia La instalación en San Pedro en Montorio Intervenciones en el siglo XX La actividad de la Academia La Academia del siglo XXI
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DIRECTORES Y RESIDENTES 129 ÍNDICE DE IMÁGENES Y BIBLIOGRAFÍA
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Me complace mucho presentar esta publicación sobre el patrimonio y la historia de la Academia de España en Roma que, desde su fundación en 1873, sigue siendo la institución cultural más importante de este Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Su singularidad y trascendencia ha sido permanentemente considerada por los estudiosos y expertos del sector, quienes reconocen en su trayectoria la excelencia de quienes han disfrutado de sus becas y vivido en su conjunto monumental. Ahora seguimos trabajando para difundir y abrir cada día más a los ciudadanos el rico acervo que custodia la Academia, así como su oferta de actividad plural e innovadora. Esta publicación es prueba de ello, pero hay mucho más: a través de las residencias de la Academia, apostamos por el talento de creadores e investigadores, a quienes se les ofrece una oportunidad más para que desarrollen proyectos de los que, al fin y al cabo, nos beneficiamos todos como sociedad. Es por ello que, siendo conscientes de la relevancia de la Academia y ante el inminente 150 aniversario de su creación, se ha realizado un gran esfuerzo para articular la acción de distintos departamentos ministeriales. De este modo, se podrá disponer de fondos y expertos para llevar a cabo un ambicioso programa de restauración del conjunto monumental, de adecuación de sus instalaciones y modernización de su infraestructura. Un esfuerzo que va acompañado de una propuesta normativa que, estoy segura, será estratégica para el presente y el futuro de la Academia. Así pues, como Presidenta de su Patronato presenté la propuesta de convertir la Academia en una Fundación de derecho público, que permita a la institución avanzar y dotarse de las herramientas y la agilidad de gestión que requiere. Esta propuesta fue felizmente aprobada por unanimidad. Igualmente, el hecho de que sea considerada a efectos de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación como agente de ejecución de la Administración General del Estado, ayudará a impulsar su dimensión como centro de excelencia de investigación científica. Sin olvidar, además, que la Academia tiene vocación de lugar de encuentro a nivel local, sirviendo como espacio de debate y análisis, e invitando al público italiano a conocer la diversidad cultural de España y de aquellos países con los que tantos lazos nos unen. Estamos ante una institución que mira hacia el 150 aniversario de su creación, que ha crecido y se ha enriquecido con ese ir y venir entre ambas orillas del Mediterráneo y que, desde hace ya varias décadas, se abre al Atlántico de habla hispana. Ante la proximidad de esta efeméride tan destacada, la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional está apostando por poner en marcha los procedimientos legislativos necesarios que permitan la renovación de la institución, así como apoyando decididamente las iniciativas dirigidas a dar a conocer su patrimonio, como se hace en estas páginas. Celebramos, por lo tanto, que este volumen nos permita saber más sobre las raíces de la presencia española en Roma desde el siglo XV hasta hoy, visibilizando el importante patrimonio histórico artístico que conserva la Academia de España para el disfrute de generaciones futuras. Ángeles Moreno Bau Secretaria de Estado de Cooperación Internacional 9
Con estas líneas tengo la enorme satisfacción de presentar este significativo volumen, en cuyas páginas se resumen varios siglos de presencia española en Roma. La Academia no solo es un elemento visible de esa historia, sino que además constituye el tesoro más preciado de todas las posesiones españolas en Italia. Como bien se explica en este libro, mucho antes de la constitución de la Academia de España en 1873, los Reyes Católicos decidieron proteger este enclave cuando aún era convento de San Pedro en Montorio, patrocinando la construcción no sólo de sus dependencias, sino también de la iglesia y del célebre templete de Bramante. Durante los siglos siguientes, ese patronazgo regio fue continuado por los monarcas de las dos dinastías reinantes que continuaron en el trono, para dar lugar, hoy en día, a un conjunto monumental de primer orden, cuya propiedad fue legalmente reconocida por Italia desde la formación del país en el siglo XIX. Desde esta Embajada, no podemos dejar de señalar que España, allá por 1480, estableció en Roma la delegación diplomática permanente más antigua que existe, en un tiempo en el que los embajadores se desplazaban en misión, pero no permanecían largo tiempo en sus destinos. España, ya en aquel momento, fue precursora y tuvo claro que quería hacerse presente en Roma; quería y debía quedarse y permanecer en esta ciudad, que es una referencia cultural, estética y religiosa para toda la humanidad. Desde entonces aquí nos encontramos, y una prueba de ello es la Academia, donde se materializan cinco siglos de relaciones bilaterales de carácter histórico, político y artístico. Más allá de lo que supone como testimonio de las relaciones diplomáticas entre Italia y España, hoy la Academia constituye un lugar de encuentro, investigación y creación artística. Su papel, como parte de la Embajada y como elemento integrante de la red de academias e institutos internacionales de Roma, es seguir tejiendo enlaces con la ciudad y su ciudadanía, impulsando la creación y la investigación, pero también ayudando al público local a conocer mejor distintos aspectos de la cultura española. Es, por tanto, un elemento humano vivo y dinámico, y es también una pieza clave de nuestra diplomacia cultural en el exterior: un modelo pionero —el más antiguo que tenemos—, para todos los centros culturales de España en el extranjero que han surgido después, así como un precedente de todos los programas de cooperación internacional de carácter cultural. Esperamos que este volumen contribuya a hacer más conocido este legado centenario que hoy en día sigue manteniendo plenamente su vigencia para la sociedad.
Alfonso Dastis Quecedo Embajador de España en Italia
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LA SORPRESA DE ROMA. UNA ACADEMIA SIN LÍMITES… Amanecer cada día en la Academia es un privilegio que pocos han tenido. Cuando las campanas suenan el sol ya ha aparecido, aunque la ciudad permanece tibiamente envuelta en la pereza de quien se sabe bella y admirada. Roma espera que te acerques a ella para desvelarte sus pliegues, rincones y sabores menos evidentes y desconocidos. Sabe que tras el espectacular manto de iglesias, palacios, museos o vestigios de pasados esplendorosos hay otra ciudad llena de matices. Tantos como las miradas de quienes quieren más y más y no se conforman con pasar, sino que buscan, persiguen y, en Roma, sin duda encuentran. Eso es solo una pequeña parte de lo que hoy sigue ofreciendo la Academia de España a quienes se atreven a solicitar sus preciadas becas y son los afortunados seleccionados. Más de 1000 mujeres y hombres han compartido parte de su vida entre los muros de San Pedro en Montorio. La mayoría no solo ha desgastado las suelas de sus zapatos recorriendo sin cesar los sanpietrini que nos llevan, cruzando el Trastevere, al centro histórico. Muchos también han buceado en las otras Romas, en las que viven los romanos, a las que sigue sin llegar el metro y parecen olvidadas por quienes van de paso. Pero todos han enmudecido ante el templete de Bramante. Han suspirado desde las terrazas y azoteas de la Academia en los atardeceres dorados. Se han abrumado, más de una vez, ante el peso de la historia al sentir, por ejemplo, a Sebastiano del Piombo mientras pintaba su hoy tan famosa Flagelación. O a Bramante, mientras desde el claustro —el mismo que ahora pisamos— daba indicaciones para disponer andamios y columnas, levantando una de las más delicadas obras de la arquitectura del Renacimiento. Sutil, pequeño en dimensiones y enorme en lo que representa, el templete de Bramante es uno de los corazones más reconocidos de la Academia. Tanto, que son cientos de miles quienes se acercan desde todo el planeta a conocerlo y, aún hoy en día, a dibujarlo, contemplarlo y llevárselo consigo. Sin embargo, el corazón que hace vibrar cada día el conjunto monumental en el que está la Academia son sus becarios. Antes llamados pensionados, ahora residentes. Creadores, investigadores, gestores… todos profesionales de la cultura y generadores de conocimiento. Todos apasionados, persiguiendo el sueño de sacar lo mejor de sí mismos y trabajar en lo que realmente les —nos— apasiona. Gracias a ellos el antiguo convento franciscano se rehabilitó cuando fue bombardeado y ultrajado en las batallas que se libraron en el Gianicolo en 1849. Gracias a la visión de políticos convencidos y visionarios en sus decisiones, el gobierno de aquella España republicana y convulsa del siglo XIX optó por invertir en la restauración de lo que quedaba del monumento, adaptar una parte del mismo para ser la primera residencia artística fuera de España con carácter de permanencia. Se decidió que fuera un centro para creadores, un motor para experimentar y aprender conviviendo. Pintores y escultores junto a músicos o 17
arquitectos... Todos en Roma, en la ciudad sin límites, porque el pasado, ya lo sabemos los arqueólogos, nunca es conocido del todo. Una decisión de política cultural tan brillante como lúcido el argumento que preparó Emilio Castelar para el preámbulo del decreto fundacional de la institución en 1873. Imagino que pocos decretos fueron más placenteros de firmar para el presidente Salmerón. Quiero pensar que entonces, como ahora, la Academia era indiscutiblemente una institución que se enraizaba en la política de Estado. Y así lo fue para Alfonso XII, quien inauguró una Academia nacida republicana. Y así debió ser, porque incluso durante los largos años de dictadura siguió acogiendo a sus pensionados. Poco a poco llegaron escritores, historiadores, restauradores, diseñadores, cineastas, fotógrafos… en fin, aquellos que a lo largo del siglo XX y XXI tienen algo que decir, aprender y regalarnos desde el campo creativo que hayan elegido, contribuyendo a que tengamos una vida mejor, una sociedad cada vez más plural y respetuosa con la diversidad. Es por ello que no se puede obviar que la razón de ser de la Academia es clara y contundente: es la apuesta de un país por apoyar y permitir crear y desarrollar proyectos culturales de los que todos nos beneficiaremos como sociedad. La Academia es una residencia de creadores e investigadores. Es una inversión en talento. En capital humano. En futuro. Esta publicación no solo pretende ser una carta de presentación de la Academia para quienes aún no la conocen y ofrecer una breve síntesis de lo que ha sido y es. También es un prólogo que apunta al futuro. Por lo que quisiera brevemente mencionar algunos de sus retos y el planteamiento con el que los afrontamos. Algunos retos posiblemente si18
gan siendo los mismos desde hace decenios. Como los derivados de su austeridad presupuestaria (está documentado cómo las demandas trasladadas por la totalidad de los directores en este sentido han sido las mismas que ahora). O la necesidad de resolver la precariedad salarial de quienes aquí trabajan. O la carencia de una mínima plantilla adecuada a los cometidos y funciones recogidas en los decretos que han marcado sus objetivos desde la creación de la Academia. Sin olvidar aquellos otros retos específicos de esta institución poliédrica, rica y maravillosamente compleja… Durante los próximos años, y ante la celebración del 150 aniversario de su creación, tenemos la oportunidad —y es el momento— de impulsar la renovación de la Academia y enfrentar un ambicioso programa de restauración, inversión en la adecuación de sus infraestructuras, en la digitalización de sus bienes culturales, etc. Tareas todas en las que estamos trabajando y que han sido nuestras prioridades desde hace algunos años. La creación de la Fundación de derecho público de la Academia será sin duda el cénit de estos años de planificación y modernización de la gestión. De entrada, ya se ha aprobado la declaración de acontecimiento de excepcional interés público el “150 aniversario de la creación de la Academia” y se cuenta con la complicidad de los departamentos ministeriales de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, y de Cultura y Deporte para asumir, también en términos económicos, una parte de este esfuerzo. Una coordinación del sistema público al que, por ejemplo, ya se ha sumado la inversión privada de la mano de la Fundación ACS, un caso modélico de alianza público-privada que se traduce en que los espacios 19
públicos de la Academia sean accesibles. Como lo serán los estudios y jardines interiores. Así pues, la formalización de planes de actuación con líneas estratégicas y ámbitos definidos es igualmente básico. Aunque no existe documentación de programas de acción de la institución en sus archivos, evidentemente, sí ha habido directivas e instrucciones que han ejecutado los directores que han arriesgado y asumido el enorme reto de dirigir una institución tan enormemente compleja como esta. Sin duda, y desde la democracia, con la llegada de la primera mujer a la dirección de la Academia —Trinidad Sánchez Pacheco— se intensificó la actividad cultural para, entre otras cosas, mostrar una España más moderna y conectar la Academia con los ciudadanos e instituciones de la ciudad. Una reacción quizá derivada de los ecos que en los últimos años del franquismo llevaron a toda una generación de becarios a renunciar a su preciada beca, por reivindicar una apertura de la institución a Roma, a la pluralidad cultural, entre otros motivos. En síntesis, los ejes de actuación que definen la Academia y que brevemente enunciaré a continuación son: la residencia de creadores e investigadores, el conjunto monumental y la acción cultural pública. Tres ámbitos que cuentan con estrategias definidas y herramientas de comunicación e identificación de socios en la articulación de las mismas. Cruzados por líneas transversales a estos tres ejes: innovación, investigación, internacionalización y divulgación. Generando una urdimbre sobre la que se sostiene y crece lo que hoy entendemos que es la Academia. POR LO QUE RESPECTA A LOS CREADORES E INVESTIGADORES… Más de un millar de becarios han disfrutado, hasta el momento, de la beca de Roma y entre 20/24 postulantes al año son seleccionados en un proceso público, transparente y organizado en distintas fases, en las que profesionales de cada una de las especialidades a las que los candidatos optan, analizan por pares las propuestas y seleccionan a quienes defenderán sus proyectos ante el Patronato. Un sistema en el que la rotación de los jurados garantiza la pluralidad y en el cual la solidez de los argumentos adquiere una relevancia fundamental. Su defensa, la idoneidad del currículum del candidato y su factibilidad son claves en este “concurso” por conseguir una beca de residencia y la ayuda a la producción del proyecto planteado, dentro de los límites presupuestarios de la convocatoria. Sin duda, una gran oportunidad a la que pueden acceder sin límite de edad españoles, ciudadanos de América Latina y el Caribe, y del resto de la Unión Europea, con especial atención a los italianos. Premios nacionales comparten con jóvenes promesas una residencia que cosecha grandes resultados en los creadores e investigadores de carreras medias, sin descartar al resto. La decisión adoptada para la con20
vocatoria de becas 2014-2015 de incorporar una ayuda a la producción del proyecto de hasta 20 000 € ha sido especialmente relevante y significa un gran hito en la historia de la institución, comparable con la reivindicación iberoamericana de la Academia —recogida en el RD 813/2001, de 13 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de la Academia de España en Roma—, o la sistematización progresiva del procedimiento de acceso, que no permite injerencia alguna en una selección exclusivamente basada en criterios profesionales. Y COMO TODOS SABEMOS EN ROMA… El resultado real de la experiencia en la Academia llega después de Roma. El destilado de los aprendizajes no conscientes, de los innumerables encuentros y desencuentros con la ciudad, con los otros residentes, los invitados y, sin duda, con uno mismo, se materializa después. Por eso es imprescindible que los procesos de selección para llegar a la Academia sigan perfeccionándose, manteniendo su transparencia y rigor actual, y que sean evaluados como todas las políticas públicas deben serlo. Fundamental es, igualmente, el seguimiento posterior de quienes tienen la oportunidad de beneficiarse de una estancia en Roma, de una ayuda para desarrollar un proyecto. Resulta imprescindible que la Academia sea un centro de documentación capaz, no solo de adaptarse, sino de anticiparse a las dinámicas del propio sector cultural. El referente de todos los que han pasado por la Academia y la han creado, suspiro a suspiro, latido a latido. Algo tan obvio como documentar los procesos, la historia de nuestras instituciones y, por supuesto, la evolución de los pensionados de Roma debe ser una línea de base de la acción de la institución. Ahora se han vuelto a definir y fijar las premisas para restaurar parte del archivo y catalogar los fondos bibliográficos pendientes, invirtiendo muchísimo esfuerzo de trabajadores incansables de la institución. Entre otras cosas para, por ejemplo, reescribir las páginas de la institución que vienen a continuación y de quienes me siento profundamente orgullosa. También para normalizar nuestro sistema de documentación de la colección permanente y englobarla en el sistema nacional español, para que pueda ser consultada por los interesados y forme parte visible del rico acervo de bienes culturales de nuestros museos y centros de arte públicos. Con un valor añadido: la colección se enriquece cada año con las mejores obras de quienes han residido en Roma. Crece al ritmo constante de la vida de la Academia. Sirve de escaparate, por qué no, de la vitalidad de nuestros profesionales. Las mejores piezas, los mejores textos, los mejores documentos llegarán en breve a los repositorios de patrimonio europeos como Europeana, de la mano de las mismas plataformas nacionales en las que se vuelcan los museos, archivos y bibliotecas españolas. 21
EN ESTA ACADEMIA SIN LÍMITES, LOS BECARIOS, SUS OBRAS Y SU VIDA EN ROMA ENTRAN A FORMAR PARTE DE LA HISTORIA… Y es por ello que la movilidad entre círculos artísticos nacionales e internacionales —tan largamente anhelada—, haya comenzado a dar sus frutos mediante colaboraciones entre distintas entidades como el Museo Reina Sofía, Tabacalera, el Centro Niemeyer, Azkuna Zentroa o el Museo Thyssen. Sabemos que la difusión de los catálogos de las colecciones no solo facilitará el conocimiento del trabajo de los becarios de Roma, sino que también dinamizará su adecuada divulgación entre ciudadanos y expertos de cada sector. Colecciones que se han ido incrementando gracias a que becarios de generaciones anteriores han querido completar el testimonio de su paso por la Academia mediante donaciones recientes (Félix de la Concha, Rosell Meseguer, Paula Anta, Álvaro Soto o Yann Leto); u otros como José María Luzón, que ha hecho entrega del autorretrato de su abuelo José Nogué con su esposa María Vallejo (pensionado en 1907-1911). Por otro lado, una de las líneas editoriales emprendidas en el actual Plan de publicaciones, la relativa al ámbito de becarios, contempla no solo la publicación anual que acompaña las presentaciones en Roma de los proyectos realizados durante el periodo de residencia, sino también las derivadas de exposiciones sobre becarios de otras generaciones (Gregorio Prieto, Pepe Espaliú o Rogelio López Cuenca). Se complementan, además, con dos series que permitirán evidenciar la importancia histórica de la Academia y la enorme responsabilidad en el criterio de selección de quienes aquí llegan. Se trata, por un lado, de la colección de libros en
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colaboración con el Museo Nacional del Prado, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, relativa a las obras de artistas becarios o directores que, actualmente, se conservan en dichos museos. Muchas de ellas, elaboradas en Roma, se han incorporado a esas instituciones, fruto de periódicos procesos de reordenación de las colecciones públicas llevados a cabo a lo largo del siglo XX. Junto a las tres colecciones anteriores, se trabaja en una edición especial encomendada a artistas, escritores o arquitectos que hayan disfrutado de una estancia en Roma y que quieran y puedan aportar su visión actual de la Academia en la que vivieron. Pasado y presente se combinarán, por lo tanto, en libros encargados a comisarios, críticos o editores que hayan sido igualmente residentes en la Academia. El volumen dedicado a fotógrafos ya está siendo preparado y el de arquitectos posiblemente será el siguiente. El objetivo es acompañar la celebración del 150 aniversario con una revisión y actualización de las colecciones, un programa editorial equilibrado y los instrumentos adecuados para el estudio sistemático de la institución, puesto a disposición de expertos y público general. POR LO QUE AL CONJUNTO PATRIMONIAL SE REFIERE… Y entendido en su totalidad —incluidos los bienes culturales muebles que lo integran—, también se han dado pasos y programado una hoja de ruta que centra sus prioridades en la restauración, la conservación preventiva y la divulgación. Por un lado, se creó una comisión hispano-italiana de expertos, siguiendo un esquema similar al de la última restauración parcial del templete de Bramante llevada a cabo durante la dirección de Felipe Garín. Definir los criterios de intervención y determinar —junto con una dirección técnica— los estudios previos a realizar para la toma de decisiones adecuadas son sus cometidos. La Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte asume, en este caso, un rol primordial al aportar expertos —y en principio también fondos— de su propio Departamento ministerial, así como la propuesta de asesores de reconocido prestigio que se unen a los identificados por la Academia y sugeridos por las instituciones italianas. Un proceso que implica coordinación de actores, obtención de resultados y que requiere de un tiempo adecuado para cada fase. Hacer compatible dichas actuaciones con la visita pública del monumento es un reto en el que tenemos mucha experiencia y puede incluso ayudar a que los ciudadanos entiendan la complejidad de los proyectos a ejecutar. En este ámbito, además, se han efectuado ya una serie de trabajos de restauración como, por ejemplo, el de las series de pinturas murales que fueron arrancadas en distintos momentos de la historia y que vuelven a exhibirse con seguridad. También se está interviniendo poco a poco sobre las colecciones de yesos históricos para consolidar y limpiar las piezas, como la Estatua de mujer 23
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de Benlliure. Los lunetos de los dos claustros cuentan ya con un proyecto y solo esperan la financiación para comenzar. Quizá de un patrocinador, tal y como sabemos que se hizo ya en el siglo XVI: los emblemas de las familias que costearon su realización aparecen hoy en día, evidenciando un interesante ejercicio de “micro-mecenazgo”. Así lo documenta Silvia Canalda en la completísima monografía Francisco de Asís en San Pietro in Montorio. Los frescos de la Real Academia de España que se presentó en noviembre de 2019, fruto de años de trabajo y que forma parte de la colección del Plan de publicaciones específico sobre el conjunto monumental. Un poco antes, en 2017, había visto la luz el volumen Il tempietto di Bramante nel monastero di San Pietro in Montorio, compilación de textos iniciada en 2008, en la época en la que Rosario Otegui era directora, y que ha supuesto un ingente trabajo coordinado por Flavia Cantatore con colaboraciones excepcionales como las de Fernando Marías, quien también fue becario hace algunos años. Esta publicación forma parte del Plan editorial, que se irá ampliando con otras monografías, como por ejemplo la dedicada a la arqueología en el contexto del monte Gianicolo, en la que estamos trabajando. Todas rigurosas, pero unas enfocadas a un público general y otras, lógicamente, a especialistas, dado el excepcional patrimonio que alberga el conjunto monumental de San Pedro en Montorio. Se sigue fotografiando con cuidado, documental y artísticamente, los innumerables rincones de este lugar y muestra de ello son las imágenes que ilustran las páginas de esta publicación, mayoritariamente de fotógrafos que una vez fueron becarios de la institución. Y COMO EN EL CONJUNTO MONUMENTAL SE VIVE Y SE TRABAJA… Es el capítulo de la renovación de las infraestructuras, la adecuación a la normativa de las instalaciones y, en definitiva, el mantenimiento integral del conjunto el que va a suponer un mayor esfuerzo. Un camino emprendido ya en el periodo 2002-2005, durante la dirección de Juan Carlos Elorza, que afectó básicamente a algunos despachos, biblioteca, salas de exposiciones y de usos múltiples del sótano; y en el que se ha continuado recientemente con mejoras en la iluminación o climatización, pero en el que todavía queda mucho por hacer. Ya sea como obligación de conservación preventiva, ya sea como readaptación de espacios a nuevos usos. Será, por lo tanto, determinante en este contexto la alianza del Ministerio titular de la Academia con el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana —que ha incluido las reformas de la Academia entre sus programas presupuestarios plurianuales— y el Ministerio de Cultura y Deporte. Sin que ello signifique que no haya que contemplar la gestión para la contribución de fondos europeos y la fundamental colaboración del sector privado, siempre de acuerdo a las actuaciones definidas y decididas en el marco del Plan Director de la Academia. Un Plan cuyo esquema fue elaborado por Ángel Luis de Sousa, como arquitecto experto 26
en patrimonio designado por la Dirección General de Bellas Artes para coordinar el apoyo a la Academia, y que sirve hasta el momento como punto de partida de la concatenación de convenios, actividades y obras a realizar. Un esfuerzo realmente importante al que se enfrenta la Academia y que mayoritariamente descansará en su pequeñísima área de administración, que lidia anualmente con miles de expedientes; sirvan estas líneas como agradecimiento, nunca suficiente, a su dedicación y buen hacer. Así, las obras necesarias para contar con un edificio más sostenible medioambientalmente, seguro y con instalaciones versátiles para afrontar las próximas décadas en condiciones óptimas, se combinan con medidas urgentes que ya se han ido tomando, como la renovación paulatina del sistema eléctrico, con todas las implicaciones que ello trae consigo en términos de eficiencia energética y ahorro. O el saneamiento y canalización de agua de ambos claustros, que tantos estragos habían causado a lo largo de los años. Mejoras en los estudios de los becarios, en los almacenes de las colecciones permanentes o en el almacén de tránsito para exposiciones, en las salas de usos múltiples y en la biblioteca, o la posibilidad de contar finalmente con un espacio de encuentro a través de la gastronomía —café/restaurante—, son solo una parte de las tareas identificadas, programadas y cuyas obras se llevarán a cabo a lo largo de estos años. Igualmente, se plantea recuperar el interesantísimo jardín romántico de la Academia y “descubrir” de nuevo a la ciudad la que fue concebida como fachada principal; la que se abría a una de las arterias más concurridas en el margen derecho del río Tíber —la vía Garibaldi— que rodea la colina en la que estamos y define parte de nuestra personalidad. La restauración del Vía Crucis, el acceso histórico que hoy en día sigue conectando peatonalmente la Academia con el barrio del Trastevere, también está contemplado en este ambicioso programa. Y serán la conservación preventiva de las colecciones y el mantenimiento continuo del complejo monumental las claves para garantizar que un acervo tan valioso llegue a las generaciones futuras. POR ÚLTIMO Y NO MENOS IMPORTANTE, LA ACCIÓN CULTURAL Y LA APERTURA DIARIA DE LA ACADEMIA A LOS CIUDADANOS SIGUE SIENDO ESTRATÉGICA… No solo porque desde el siglo XIX ya hubiera la necesidad de mostrar las obras que los artistas habían realizado como parte de su beca, sino porque de modo progresivo y constante se ha demostrado que es esencial la articulación de la Academia como nodo de producción cultural con otros centros de arte. El que se la reconozca como espacio de reflexión de expertos, como una suerte de think tank cultural. Pero, sin duda, también como respuesta a la obligación de las instituciones públicas de compartir su patrimonio con los ciudadanos. De hacerles partícipes progresi27
vamente de nuevas prácticas artísticas. De conectar con quienes nos proveen de contenidos culturales en nuestra vida cotidiana. De conocer, respetar y poner de nuevo en valor a los creadores de cultura, como las personas que nos hacen disfrutar cada día de películas, libros, cómics o videojuegos. Considerando, además, que la Academia cuenta con espacios adecuados para estos fines, resulta fundamental acogerlos, propiciando al máximo su rentabilidad. Por ello, exposiciones, conciertos, talleres, seminarios o conferencias conviven con lecturas dramatizadas, proyecciones o performances, abrazando la totalidad de sus 9000 m2 de salas, jardines y terrazas. La Academia es espacio vivo. Desde él se tejen alianzas con los vecinos de los barrios colindantes. Desde él se impulsa la coordinación de proyectos con otras Academias internacionales que, poco a poco, van dando sus frutos, más allá de las propias redes de intercambio entre becarios que se incentivan y promueven con esfuerzo constante desde la coordinación de becarios. La coproducción ha sido la tónica de estos últimos años y sigue siendo el reto inmediato. Sin dejar de aspirar a presupuestos adecuados para los objetivos de la institución en esta línea de actuación y con cierta añoranza de épocas con programaciones espectaculares en la que dirigían la institución Trinidad Sánchez Pacheco, Jorge Lozano o la propia Rosario Otegui, hay que reconocer que progresiva y muy recientemente se han ido tímidamente incrementando. Sin embargo, el mayor reto será incorporarse y, por qué no, anticiparse a la multiplicidad de formatos de la práctica cultural, tanto en la producción como en la difusión. En este sentido, señalar que la Academia ha liderado en el último año sus tres primeros proyectos de contenidos virtuales especialmente concebidos como tal en un contexto de crisis planetaria, y con un gran esfuerzo de los profesionales que los han coordinado en
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la Academia, a quienes agradezco enormemente su dedicación y felicito por sus resultados. Proyectos a los que se ha sumado la totalidad de la Red de Centros de la Cooperación Española en América Latina, el Caribe y Guinea Ecuatorial, y distintas Consejerías Culturales de España, como las de Bruselas, Lisboa, Londres o Washington. Una línea de acción que combinará la actividad presencial con la virtual, aprovechando las posibilidades que las tecnologías ponen a nuestra disposición. Una institución que cuenta en su ADN con creadores e investigadores obligatoriamente tiene que enarbolar la bandera de la innovación y situarse a la vanguardia como centro de gestión y de pensamiento estratégico en cultura. De ahí la necesidad de promover foros de discusión y proyectos de reflexión y análisis. De continuar con la tercera línea del Plan de publicaciones: la específica de la acción cultural. Con ventanas a proyectos concebidos y ejecutados entre museos, centros de arte o laboratorios de experimentación en cultura, que son unidades de producción de contenidos. También los de la propia Red de la Cooperación Española en la que se inscribe la Academia de España. Sirva de ejemplo el trabajo con Regina José Galindo, que más allá de la exposición o las performances que tuvieron lugar entre Roma-Madrid-Guatemala, se acompañó de una publicación igualmente plural que recogía todas las voces: también las de las mujeres protagonistas de historias que no deben olvidarse. EN DEFINITIVA Promoción y cooperación cultural. La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible como meta inminente. Generar caminos de ida y vuelta. Redes que combinen la virtualidad y presencialidad de la actividad cultural. Tejer hacia el futuro una urdimbre en la que la Academia no sea solo un nudo, sino que, cada vez con más frecuencia, se convierta en el motor. Por eso, la Academia se nutre de las generaciones de mujeres y hombres que constituyen su esencia. Se retroalimenta con los miembros de un Patronato activo, exigente y cuajado de expertos, como los cómplices de nuestro Programa de Visitantes del Sector Cultural. Proyecta lo que fue, lo que es y será a los ciudadanos de Roma, de Italia, España y el resto del planeta. Para que participen y entiendan que la Academia de España en Roma les pertenece, porque su patrimonio histórico y el que construimos cada día para el futuro es público y de todos. Porque es una Academia sin límites. M.ª Ángeles Albert de León Directora de la Real Academia de España en Roma
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SAN PEDRO EN MONTORIO: UNA MIRADA AL CONJUNTO MONUMENTAL
El antiguo convento de San Pedro en Montorio, en el que se encuentra la Real Academia de España, se asienta sobre un extremo del monte Janículo, dominando desde la altura el serpenteante curso del Tíber, las siete colinas de Roma y, en el horizonte, los montes Sabinos y Albanos. Desde este lugar el observador puede recorrer con la mirada la insuperable escenografía de la ciudad. Ante sus ojos se despliega, no solo uno de los más bellos paisajes urbanos que el ser humano pueda contemplar, sino también un compendio cronológico de más de dos milenios, que comprende todas las fases históricas de esta ciudad: la Roma clásica, presente en los restos del Foro, el Palatino, el Capitolio o en la cúpula del Panteón; la Roma medieval, que se reconoce en los campanarios de las iglesias de Trastévere; la Roma renacentista y barroca, que domina el territorio con los numerosos palacios y cúpulas que jalonan la espléndida panorámica, desde Villa Medici hasta San Juan de Letrán. Por último, los perfiles de esos grandes edificios decimonónicos, construidos tras la unificación de Italia, que pertenecen a ese capítulo de la historia en el que Roma se convierte en capital del país y que, como veremos más adelante, está tan ligado a los propios orígenes de la Academia. A lo largo de las siguientes páginas lanzaremos una mirada sobre el conjunto patrimonial de San Pedro en Montorio: un espacio en el que cristalizan más de cinco siglos de relaciones históricas entre España e Italia, pero que además se asienta sobre una colina que cuenta con importantes vestigios antiguos y medievales.
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ANTECEDENTES HISTÓRICOS El potencial visual que ofrece el Janículo no pasó desapercibido para los antiguos romanos, que ya consideraron esta colina no solo como un bastión fundamental para la defensa de Roma, sino como un lugar fuera de los límites de la ciudad cuya hermosura motivó que reyes, como el mítico Numa, o poetas como Ennio y Cecilio Estacio, decidieran ser enterrados en ella. Tito Livio relata que, desde tiempos del rey Anco Marcio, una bandera roja se hacía ondear desde el Janículo para prevenir al pueblo de Roma de cualquier ataque. El propio nombre de la colina parece remitir al dios Jano que, según cuenta Virgilio en el libro octavo de la Eneida, habría construido una ciudad en este lugar antes de la propia creación de Roma. Con el tiempo, la colina debió convertirse en un lugar de veneración de esta divinidad, con amplias connotaciones en el terreno de las creencias míticas, más tarde transformadas en creencias religiosas. En el siglo III d. C., Roma había crecido y superado el perímetro del pomerium, con el que míticamente Rómulo y Remo la habían delimitado, cruzando a la otra orilla del Tíber e incluso extendiendo el área urbana a colinas limítrofes. Bajo los reinados de Aureliano y Probo se construyeron nuevas murallas que llegaron a discurrir por la cima del Janículo, pasando muy cerca de donde en la actualidad se encuentra la Academia de España. En el mismo lugar en el que hoy se alza la Puerta de San Pancracio se abría la Puerta Aurelia, por la que discurría la vía del mismo nombre y junto a la que pasaba uno de los principales acueductos de Roma. Esta vía comunicaba con la región de Etruria y penetraba en la ciudad, descendiendo hasta el populoso barrio de Trastévere, donde su trazado se conserva aún en la rectitud de la Via della Lungaretta. A finales de la República romana y sobre todo a partir del Principado de Augusto (27 a. C.-14 d. C.), el Trastévere empezó a crecer, al amparo de la actividad comercial de los puertos del Tíber. En este barrio existían numerosos gremios de artesanos del cuero, del marfil y del metal, y estaba poblado por numerosas gentes de origen oriental, sobre todo de Siria y Palestina, entre los que llegaron los primeros judíos que se asentaron en Roma en el siglo I d. C.; esta diversidad cultural que caracterizó al Trastévere motivó que la primera comunidad cristiana de Roma probablemente surgiera en este barrio. Lejos del bullicio de sus calles, la colina se fue cubriendo de edificios de entidad. Así lo delatan diversos restos arqueológicos aparecidos en la zona que corresponden, seguramente, a villas datadas a partir del siglo I d. C., como la que poseyó en el Janículo el poeta hispano Marcial, que elogió la vista de las siete colinas de Roma, los montes Albanos y las colinas de Túscolo en el horizonte en estos versos:
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Hinc septem dominos videre montes et totam licet aestimare Romam Albanos quoque Tusculosque colles Et quodcumque iacet sub urbe frigus Fidenas veteres brevesque Rubras
Aquí se ven las siete colinas que dominan la ciudad y se puede apreciar toda Roma; se ven también los montes Albanos y los de Túscolo, todos los lugares frescos que se extienden en los alrededores de la ciudad, la antigua Fidene y la pequeña Rubra Martialis Epig. Lib. IV 64, 11-15
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Un testimonio arqueológico de esa actividad constructiva en la colina son los muros de opus reticulatum —un tipo específico de construcción romana— sobre los que se asienta la Academia, aún visibles en la planta inferior del edificio. También se conservan en ella algunos elementos arquitectónicos y ornamentales como capiteles corintios, columnas y un magnífico relieve en mármol con serpenteantes zarcillos vegetales, que se encuentra encastrado en el muro del pórtico interior que da acceso al templete de Bramante. En su mayoría, estos restos debieron aparecer en los terrenos que ocupa el edificio cuando fue construido. En 1963 también se descubrió un conjunto de letrinas romanas en las inmediaciones de la Academia, que debieron formar parte de un espacio termal, posiblemente vinculado a una villa privada del siglo II d. C. LA EDAD MEDIA La zona se mantuvo habitada hasta el progresivo declive del Imperio Romano, a partir del siglo V. Los restos arqueológicos de este periodo son escasos pero sabemos que, a partir del año 410, en el que Roma sufrió el traumático saqueo de Alarico, la población se redujo en número y tendió a concentrarse en áreas bajas y bien protegidas. Las zonas periféricas, en cambio, fueron adquiriendo una nueva función, al definirse un cinturón de basílicas, catacumbas y espacios de culto que acabaron caracterizando el renacimiento de la capital bajo la órbita de la religión cristiana. A partir de ese momento, este extremo del Janículo comenzó a convertirse en un lugar de peregrinación para los cristianos de Roma. La tradición oral, que fue ganando cada vez más fuerza, consideraba que en este lugar del monte estuvo clavada la cruz invertida de san Pedro, cristianizando un lugar que probablemente ya tuvo algún tipo de implicación sagrada en tiempos paganos. En ese espacio se construyó una capilla martirial, de planta posiblemente circular, dentro de una tradición arquitectónica que el mundo cristiano reelaboró a partir de modelos clásicos procedentes, por un lado, de la arquitectura pagana —como en los templos de Vesta en el Foro, o de Hércules Víctor en el Foro Boario—, y por otro, del concepto de heroon griego, es decir, del lugar de culto de los héroes clásicos. De este modo, el concepto de muerte por martirio adquiría un sentido heroico y paradigmático para la sociedad, que aún mantenía una cierta continuidad con el pensamiento clásico. El modelo arquitectónico centralizado, que también se empleó en otros lugares sagrados de la cristiandad, como en el Santo Sepulcro o el Gólgota de Jerusalén, cumplía perfectamente con el objetivo de destacar el carácter sacro de un lugar concreto, como sucede en la conocida Rocca Ianicolense, en la que, según la tradición, san Pedro sufrió su martirio. 36
De esta forma, se facilitaba el acceso de los fieles al lugar, dentro de un circuito de lugares de peregrinación extraordinariamente rico y complejo, que definió la periferia de Roma durante toda la Edad Media. Esa primera estructura martirial de origen medieval desapareció cuando se construyó el templete renacentista de Bramante. San Pedro en Montorio, por tanto, estuvo situado en el centro de los intereses religiosos que configuraron la identidad de la ciudad que hoy conocemos. Es a lo largo de la Edad Media cuando este extremo del Janículo empieza a denominarse Mons Aureus. Aunque la información arqueológica sobre el lugar es escasa, la toponimia es muy elocuente; diversas fuentes proporcionan datos que nos permiten conocer los nombres que se fueron dando al lugar hasta configurarse como San Pedro en Montorio. Algunos manuscritos altomedievales, como los itinerarios devocionales o la literatura de Mirabilia, que se convirtieron en las primeras guías de viaje a Roma, son fundamentales para conocer el impacto que tuvo el santuario en este periodo. El Itinerario de Einsiedeln es el testimonio más antiguo que tenemos de un recorrido organizado para visitar los principales santuarios de Roma; fue escrito a finales del siglo VIII bajo los pontificados de Adriano I y León III, en un momento en el que estos pontífices llevaron a cabo un programa de potenciación de las peregrinaciones en los lugares santos de Roma. El octavo de estos itinerarios recorre los espacios de culto ubicados entre la Puerta Aurelia y la Puerta Prenestina, y entre ellos se cita una fons s(an)c(ti) Petri, ubi est carcer eius, que debe referirse al emplazamiento de un lugar sagrado relativo a san Pedro, en el que además existía una fuente, pero en el que parece confundirse el lugar de su prisión con el de su martirio. Este itinerario menciona, además, un lugar llamado in mica aurea, localización que en realidad se situaría en las faldas de la colina, y que ya debió de ser fuente de fascinación popular por las arenas doradas que afloraban en ella, debidas a la presencia de mineral de mica. Esta característica motivó que este extremo de la colina pasara a denominarse Monte Áureo, nombre que evolucionó hacia “Montorio”. Ese “monte de oro” adquirió un sentido mítico, que propició la vinculación del martirio de san Pedro con el milagroso aspecto de las arenas doradas que surgían en la zona y que aún afloran en determinados lugares. Respecto a las Mirabilia urbis Romae, cuya edición manuscrita más antigua es de 1140, constituyen una fuente en la que, con frecuencia, se entremezcla la realidad con la fantasía. En esta primera guía se habla de un Cimiterium Fontis sancti Petri que, con probabilidad, se trata del lugar de San Pedro en Montorio, estableciendo una nueva confusión entre el lugar del martirio y el del enterramiento, que tuvo lugar en la colina del Vaticano. Igualmente, se menciona la existencia de una fuente, perfectamente posible en un lugar en el que abunda el agua gracias a la presencia de infraestructuras hidráulicas romanas que estuvieron en activo durante la 40
Edad Media. Una prueba de ello es el conocido como Fontanone o fuentes de dimensiones más reducidas como la que aún existe en los muros de la Academia en la actual vía Garibaldi. EL SURGIMIENTO DEL MONASTERIO DE SAN PEDRO EN MONTORIO Más allá del santuario martirial que surgió en la alta Edad Media, el origen del convento permanece incierto. Cecchelli consideró que los restos de un muro fechable entre los siglos V y VII, existente en el jardín de la Academia, junto a la tapia que delimita la propiedad a lo largo de vía Garibaldi, podría haber pertenecido a la primera estructura monástica. El Liber Pontificalis, libro del siglo IX que reúne las biografías de todos los papas así como las obras construidas bajo sus pontificados, cita por primera vez un monasterium beati Petri quod vocatur ad Janiculum, que constituye la referencia más antigua no solo al lugar del martirio, sino también a un espacio habitacional. En numerosas fuentes posteriores, tales como la Bula de Inocencio VIII, de 1130, se vincula este monasterio a los benedictinos de San Pancracio y San Clemente. El ejemplar del Catálogo de las iglesias de Roma conservado en Turín, que data de 1320, lo menciona como Ecclesia sancti Petri Montis Aurei habet fratres ordinis sancti Petri de Morrone VIII, indicando que en él vivían ocho religiosos. A lo largo del siglo XV el convento fue habitado por monjas benedictinas, pero quedó desocupado y en progresivo estado de deterioro. En 1472, por medio de la Bula sacrus zelus Religionis, el papa Sixto IV concedió la iglesia, el monasterio y un terreno a la congregación franciscana de los Amadeitas, fundada por Amadeo Menez de Silva, carismático fraile de origen portugués que, considerado santo en vida, contó con la protección del citado papa, de quien fue confesor. Una nueva bula, emitida en 1481, concedió al monasterio autonomía de la orden benedictina, desvinculándolo de los monasterios de San Pancracio y San Clemente. En este documento Amadeo Menez de Silva, que había nacido hacia 1420 en Ceuta —en aquel momento todavía perteneciente a la corona portuguesa—, aparece citado como Amadeo Hispano, manifestándose así un vínculo de pertenencia a la realidad política que había surgido con la unión de Castilla y Aragón. Amadeo Menez de Silva se convirtió en el artífice de la ampliación del conjunto formado por la iglesia y el convento, que se encontraba en estado de abandono tras décadas en desuso. Junto al lugar del martirio de san Pedro existía una gruta que, según cita el propio beato Amadeo en sus escritos, él mismo utilizó como espacio penitencial. Esta cueva o eremitorio es citada en el Itinerarium Urbis Romae de 1518, obra del cronista franciscano fra’ Mariano da Firenze, como “una spelonca sotto 42
il loco dove fu crocifisso san Piero”. Fue allí donde supuestamente tuvo una serie de experiencias místicas en las que el arcángel Gabriel se le apareció para inspirarle la redacción de su célebre Apocalypsis Nova. Esta obra, redactada antes de la primavera de 1482 —en que fallece el beato Amadeo—, permaneció sellada hasta 1502, año en la que fue hecha semipública en presencia de importantes prelados eclesiásticos, entre los que se encontraban los cardenales Bernardino López de Carvajal —que citaremos más adelante— y Domenico Grimani, junto al general de la orden franciscana, fra’ Egidio Delfini d’Amelia. El texto proporcionó una enorme celebridad al beato Amadeo, dando una nueva dimensión al santuario de San Pedro en Montorio. SAN PEDRO EN MONTORIO Y ESPAÑA: EL INICIO DE UNA LARGA RELACIÓN Pocas son las informaciones que conocemos sobre la evolución de estas obras, dado que el archivo de la iglesia, donde debían conservarse todos los registros de obra, fue saqueado y dispersado en 1849. No obstante, los archivos históricos españoles —fundamentalmente el Archivo General de Simancas— conservan un importante volumen de documentación relativa al patronazgo que iniciaron los Reyes Católicos. Entre las numerosas misivas que se conservan, la más antigua está fechada el 6 de julio de 1480. Una carta de ese año dirigida por Fernando el Católico al padre Amadeo, anuncia “cumplir lo prometido” y fundar una “votivam ecclesiam” dedicada a san Pedro, para lo cual se comprometió al envío de letras de cambio por un valor de “2000 florines de oro de Aragón a pagar en tres años de las rentas del reino de Sicilia”. La promesa alude al cumplimiento del voto formulado por los Reyes Católicos, quienes pidieron al padre Amadeo que intercediera por ellos a distancia para que lograran tener un heredero varón. El príncipe Juan de Castilla nació el 28 de junio de 1478, por lo que suponemos que el contacto entre los monarcas y Amadeo Menez de Silva se habría iniciado al menos dos años antes, hacia 1476. Pero ¿cómo es posible que Isabel y Fernando llegaran a ponerse en contacto con este franciscano que ya vivía en Italia desde hacía un tiempo? Las interpretaciones apuntan a que, en la 43
época, el religioso ya contaba con una cierta fama debida a su misticismo y a su autoridad por haber motivado una reforma propia en la orden franciscana. Por otro lado, también se ha valorado la posibilidad de que existieran intermediarios entre los monarcas y el religioso, como podría haber sido Beatriz de Silva (1427-1492), monja que vivió en Toledo, de la que se piensa que fue hermana de Amadeo y que mantuvo una estrecha amistad con Isabel la Católica. En todo caso, los monarcas de Aragón y Castilla mantuvieron de forma regular su patronazgo, contando con la complicidad de dos procuradores: el obispo Juan Ruiz de Medina y Bernardino López de Carvajal, que posteriormente sería cardenal de Santa Cruz; dos personajes clave en las relaciones entre España e Italia en la transición de los dos siglos. LA IGLESIA DE SAN PEDRO EN MONTORIO La fábrica de la iglesia sigue las premisas propias de la arquitectura del Quattrocento y de los modelos de fachada típicos de otras iglesias romanas de finales del siglo XV, como Santa María sopra Minerva o Santiago de los Españoles, hoy en día de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en plaza Navona. Se han barajado numerosos autores para el diseño de San Pedro en Montorio, entre los que destaca Baccio Pontelli, citado por Vasari sin asegurar su autoría; también Andrea Bregno, Amedeo di Francesco da Settignano o Francesco di Giorgio Martini. De todos ellos, la hipótesis de Pontelli cobra peso cuando se considera que este maestro fue el principal arquitecto del papa Sixto IV. La iglesia consta de una fachada muy sencilla en piedra blanca, de impronta franciscana, con dos cuerpos superpuestos rematados por un hastial triangular, elevados sobre un podio que salva la pendiente de la colina, y al que se accede por una escalinata doble. El primer cuerpo da acceso al interior de la iglesia por una portada con jambas y dintel de mármol, rematado por el escudo de los Reyes Católicos enmarcado en una corona de laureles y frutos. Sobre él, un friso de grutescos renacentistas, una cornisa y una inscripción conmemorativa del patronazgo regio de los monarcas hispanos colocada en época de Alfonso XII, cuyo escudo remata este primer cuerpo. El segundo consta de un rosetón circular de raigambre tardogótica y, como remate al conjunto, el piñón con el escudo de los Reyes Católicos en el tímpano, incluyendo la granada que indica la finalización de la obra después de la conquista del Reino nazarí en 1492. La heráldica también tiene una presencia esencial en el interior de la iglesia, que se articula en torno a una nave central con capillas laterales adosadas —cinco a cada lado—, de las cuales, las dos últimas, de mayor entidad, forman una suerte de transepto. La cabecera, de perfil ochavado, 44
aloja el presbiterio con el altar y, tras él, el coro. Como consecuencia de esa comitencia regia, se colocaron los escudos de armas de los monarcas, además de en el mencionado acceso principal al templo, en todas las claves de los arcos de las capillas y de las bóvedas, así como en el dintel de la puerta que comunica con la capilla martirial exenta de San Pedro, es decir, con el templete, y sobre otras puertas del claustro conventual. La presencia de la heráldica indicaba, no solo el patronazgo de la monarquía sobre el conjunto, sino que también posicionaba a España en el tablero de las relaciones diplomáticas europeas del momento, en las que el papado tenía un papel primordial. La imagen que los reyes querían proyectar se define en las misivas que intercambiaron con los procuradores de la obra, cuando afirman que “ni tampoco quiero que la pequenyez de la iglesia sia tanta, que por aquélla parezca ser der(r)ogado a la grandeza de quien la manda fazer”. EL TEMPLETE DE SAN PEDRO EN MONTORIO El templete o capilla de la Crucifixión del apóstol san Pedro, constituye un elemento clave de la historia de la arquitectura. Con esta construcción, que se ubica cronológicamente en el arranque del siglo XVI, se inicia el pleno Renacimiento en Roma. En ella, su arquitecto Donato Bramante planteó una serie de principios que superan cualquier premisa establecida en la arquitectura religiosa del momento. Frente al modelo arquitectónico plenamente quattrocentista de la iglesia que, efectivamente, ya contenía referencias clasicistas en ciertos detalles como capiteles, pilastras y guirnaldas, el templete se presenta como una auténtica revolución de la forma, en la que el espíritu clásico no está solo en lo decorativo, sino que conquista completamente lo estructural. Bramante debió recibir el encargo a partir de 1497, año en el que el príncipe Juan de Aragón y Castilla, hijo de los Reyes Católicos, falleció en Salamanca. Este dramático acontecimiento se convirtió en un hito histórico, que obligó a los monarcas a repensar el futuro de sus reinos y la efectividad de las políticas matrimoniales que habían establecido para sus hijos. A nivel artístico, motivó importantes intercambios entre España e Italia: no en vano, el sepulcro del príncipe Juan, ubicado en la iglesia de Santo Tomás de Ávila, fue encargado al artista italiano Domenico Fancelli, quien lo labró en mármol de Carrara. Con motivo del fallecimiento del príncipe, Bernardino López de Carvajal escribió un texto panegírico en su memoria, que fue traducido al latín y publicado en 1497 como Epistola consolatoria in obitu Iohannis Hispaniae principis ad Catholicos Regem et Reginam eius parentes. Durante años se consideró que, a través de la inteligente propuesta de este poderoso cardenal, los Reyes Católicos podrían haber inmortalizado la memoria de 46
su hijo con la construcción del célebre tempietto. Según esta interpretación, el nacimiento y la muerte del príncipe cerraban un ciclo en cuyo centro se situaba el monasterio del Montorio: el patrocinio regio se inició con las obras de la iglesia, cuando los monarcas solicitaron la intercesión divina para alumbrar un heredero varón; con la muerte de aquel, se encargaría la construcción del templete. Esta obra arquitectónica no solo potenciaría la sacralidad del lugar del martirio de san Pedro, sino que además se convertiría en una capilla votiva de carácter memorial. El templete, por tanto, articularía una reflexión que vinculaba la trascendencia histórica de san Pedro, considerado “príncipe de la Iglesia”, con la del príncipe renacentista. Más allá de las implicaciones emocionales que pueda tener esta lectura, no se ha conservado ninguna inscripción que mencione la memoria del príncipe en relación con el edificio y que, por tanto, permita documentar estas intenciones de manera directa. Lo que es seguro es que los objetivos de los Reyes Católicos iban más allá de lo puramente funerario y entraban en el terreno de la estrategia política: el patrocinio de una obra arquitectónica situada en un santuario tan importante para la cristiandad demostraba el poderío de los monarcas hispanos ante el pontífice y ante otros reinos europeos, en un momento en el que Roma constituía un escenario clave de la política internacional, al requerirse el beneplácito del papa para cualquier decisión política importante. Además, la elección de Bramante ilustra la audacia de los intermediarios con los que contaban los Reyes Católicos ante el papado: concretamente el obispo Juan Ruiz de Medina y Bernardino López de Carvajal, cardenal de la Santa Cruz de Jerusalén y embajador de los Reyes Católicos ante la curia, que fueron los responsables más directos del encargo, enviando trazas e informando puntualmente al rey Fernando para la aprobación de las mismas. Así pues, Fernando afirmaba en una carta a Carvajal fechada en 1497 que había “visto la traça de la iglesia y monesterio”, comprometiéndose a continuar con la financiación acordada. El 9 de junio del año 1500 el papa hispano Alejandro VI Borja consagró la iglesia, y probablemente la cripta del templete, cuyas obras debían estar ya iniciadas. Los pagos continuaron realizándose desde diciembre de 1502 hasta 1508, fecha en la que esta singular construcción debía estar ya finalizada. López de Carvajal, buen conocedor del panorama artístico y cultural de la Roma del 1500, fue el verdadero impulsor del proyecto de Bramante, quien estaba en ese mismo momento diseñando el claustro de Santa María de la Paz en Roma. La elección de un arquitecto de renombre aseguraría el prestigio que se buscaba tanto para los monarcas como para sí mismo. De ese patrocinio queda un extraordinario testimonio: una inscripción que fue hallada durante las obras que tuvieron lugar en 1628. Esta inscripción fue ubicada en el altar de la cripta del templete como testimonio 48
del patrocinio hispano del conjunto. En su parte frontal menciona el patronazgo de los Reyes Católicos: SACELLUM APOSTOLOR. PRINCI / MARTYRIO. / SACRUM. / FERDINAND. HISPAN. REX / ET. HELISABE. REGINA. CA/THOLICI POST. ERECTAM. / AB. EIS. AEDEM. POSS. / .AN. SAL. XPIANE. M.DII. Fernando e Isabel, Reyes Católicos de España, tras haber erigido la iglesia, construyeron la capilla consagrada al martirio del príncipe de los apóstoles, en el año de la Salvación Cristiana de 1502. En el reverso de la placa aparece mencionado Bernardino López de Carvajal: BER. CARVAIAL. CARDINALIS / PRIMUM. LAPIDEM. POSUIT El cardenal Bernardino de Carvajal puso la primera piedra. En 1503, cuando Donato Bramante estaba en pleno proceso de construcción del templete, fue llamado a ser arquitecto del papa Julio II. Este hecho hizo que se convirtiera en el arquitecto más influyente del primer cuarto del siglo XVI. Bramante bebió en las fuentes clásicas, tomando como modelo distintos edificios romanos de planta centralizada como, por ejemplo, el Panteón o el templo de la Sibila de Tívoli. A partir de un cuidadoso análisis sobre la distribución centralizada del espacio, de-
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sarrolló un proyecto de construcción mucho más complejo, constituido por un claustro circular que encerraría el templete sin interrumpir la comunicación con la iglesia. De ese proyecto, del que Sebastiano Serlio ya difundió internacionalmente los modelos de planta en el Libro Terzo de sus Sette libri dell’architettura en 1540, no llegó a materializarse más que la capilla central que, sin embargo, se convirtió en un auténtico exemplum capaz de suscitar incontables reflexiones teóricas en los siglos sucesivos. Además, fue Serlio quien utilizó por primera vez la denominación de tempietto, que habría de convertirse en la definitoria de esta construcción. Al templete de Bramante se accede a través de tres escalones sobre los que se eleva un podio. Dieciséis columnas de granito con capiteles de mármol de orden toscano rodean el cuerpo principal del edificio. Este cuerpo es rematado por un friso de triglifos y metopas en el que se alternan elementos iconográficos que aluden a los símbolos de la liturgia pontifical del Jueves Santo. Una balaustrada rodea el segundo cuerpo, que constituye una suerte de tambor en el que se combinan vanos abiertos con nichos, alternativamente rematados por arcos de medio punto avenerados y por dinteles rectos, que generan un interesante juego de luces y sombras. Como resulta lógico en un edificio de planta central, una cúpula remata el edificio. Sus dimensiones, a la vez reducidas y majestuosas, resultan de una proporcionalidad tal que conquista al ojo humano de inmediato. El interior, igualmente austero y solemne, se abre a un espacio único creado con unas dimensiones que prácticamente abrazan al visitante o al fiel. Posee un pavimento cosmatesco típico de las iglesias de Roma, dotado de un óculo enrejado —añadido en una intervención de 1628— que comunica visualmente con la cripta, en la que se encuentra el espacio excavado en la roca que señala el lugar específico del martirio de san Pedro. La capilla, con tres accesos, se cierra por muros con pilastras y hornacinas que ascienden hacia el tambor y la cúpula, rematada con nervios que marcan la estructura tectónica del edificio. En el eje central se encuentra el altar, con dos escudos de los Reyes Católicos que flanquean una representación del arca de Noé, en un refinado juego de lecturas que podría llevar a considerar el Janículo como un nuevo monte Ararat, es decir, un monte de salvación conferida por la indulgencia de la peregrinación petrina. Destacan las representaciones de delfines que se funden con las olas del mar, que podrían aludir al apellido de fra’ Egidio Delfini d’Amelia, mencionado anteriormente. Sobre el altar, un relieve con la Crucifixión de san Pedro flanqueado por dos ángeles, junto a la escena de la condena del santo por el pretor de Roma. Este relieve ha sido atribuido a Lorenzo di Mariano Fucci, llamado Il Marrina (1476-1534), sin que la autoría o la cronología hayan sido acla55
radas de forma definitiva. La imagen sedente de san Pedro, sin embargo, es de cronología discutida, proponiéndose incluso que podría tratarse de una restitución del siglo XIX. Los evangelistas que decoran las hornacinas, modelados en estuco, son del siglo XVII. Al igual que la cúpula, la cripta fue restaurada en 1605; a esta intervención se deben los emblemas heráldicos de Felipe III que decoran el exterior de la cúpula, al igual que el de Juan Fernández Pacheco, marqués de Villena y embajador de su majestad católica ante la Santa Sede. En 1628 tuvo lugar otra intervención en la que se añadieron las dos escaleras que conducen a la cripta, cuya bóveda fue decorada con delicados estucos que representan imágenes de la vida de san Pedro, así como numerosos elementos vegetales y grutescos, obra de Giovanni Pagni, bajo la supervisión del arquitecto Francesco Peparelli. Un altar, colocado en el lado opuesto del de la capilla, enmarca una hornacina que contiene una imagen de san Pedro, de mediados del siglo XV. EL INTERIOR DE LA IGLESIA En la Guida di Roma de Francesco Albertini, de 1510, ya se menciona el conjunto de la iglesia y el templete como “cappellae ornatissimae”, indicando que ambas obras estaban ya terminadas, aunque el interior de la iglesia se fue decorando en distintos momentos. La fábrica original diseñada en la década de 1480 incluye pilastras con capiteles renacentistas de mármol, algunos de los cuales incorporan la granada como elemento decorativo que hace referencia a la conquista del citado Reino,
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ya que seguramente fueron labrados con posterioridad a 1492 —se sabe que fueron célebres los festejos por la conquista de Granada que protagonizaron en plaza Navona los españoles que vivían en Roma en aquel momento—. Los muros fueron cubiertos de frescos en distintos periodos. Entre los frescos conservados más tempranos están los realizados por Antoniazzo Romano y Giovanni Pinura, célebres pintores de finales del siglo XV en Roma. Además, se sabe que una de las capillas fue decorada por Pietro di Cristoforo Vannucci, llamado Il Perugino, cuyos frescos se perdieron. Destacan, sobre la primera capilla de la derecha, las representaciones de David y Salomón, así como las Virtudes Cardinales, sobre la capilla de la Madonna della Lettera, o las Cuatro Sibilas, sobre la capilla de la Presentación de Jesús en el Templo. Del entorno de Antoniazzo Romano, en la tercera capilla de la izquierda, preside un fresco que representa la Triple Ana o Triple Visitación junto a un donante. A lo largo del siglo XVI, el interior de la iglesia se fue decorando, tanto en la nave como en las capillas, que se enriquecieron con el patrocinio privado de distintas familias. La primera capilla de la derecha, comisionada por el banquero florentino Pier Francesco Borgherini, fue decorada por Sebastiano del Piombo, que se encargó de pintar el célebre conjunto formado por la Flagelación de Cristo con San Pedro y San Francisco, en el centro de la capilla, además de la Transfiguración en la media bóveda e Isaías y Mateo sobre el arco. Del Piombo realizó el encargo entre 1516 y 1524, sobre la base de dibujos realizados por Miguel Ángel, como el mismo artista confiesa en una de sus cartas. Esta capilla constituye un ejemplo extraordinario de la pintura de este autor en un momento en el que el influjo de su maestro era extraordinariamente fuerte. Curiosamente, Del Piombo utilizó una técnica poco frecuente en la época, aplicando el óleo directamente sobre la preparación del muro. Igualmente, al inicio de la década de 1520, sabemos que la iglesia se enriqueció de manera notable: el cardenal Julio de Medici, futuro papa Clemente VII, que había encargado a Rafael la ejecución de su monumental Transfiguración, inicialmente destinada a presidir la catedral de Narbona, decidió, en 1523, que esta pintura fuera colocada en el altar mayor de San Pedro en Montorio. Se constituía, por tanto, un conjunto extraordinario de obras arquitectónicas y pictóricas del pleno Renacimiento romano dentro de este convento. La voluntad de enriquecer esta iglesia por parte de un papa de la familia Medici ilustra la importancia sagrada del lugar en el pensamiento religioso de su tiempo. La pintura fue expoliada por las tropas napoleónicas y llevada al Louvre en 1796; en 1816, cuando la curia romana reclamó las piezas saqueadas y la pintura fue devuelta, pasó a enriquecer la Pinacoteca Vaticana, sin que jamás volviera a ocupar su lugar de origen. 57
Otro de los aspectos que destacan en el interior de la iglesia son las capillas que forman el crucero. Ambas constituyen aportaciones de mediados del siglo XVI. La capilla de la derecha dedicada a san Pablo y denominada capilla Del Monte, por haber sido comisionada por el cardenal Baldovino Del Monte, hermano del papa Julio III, fue diseñada por Giorgio Vasari, quien realizó las trazas, sobre las que después Bartolomeo Ammannati ejecutó las esculturas, contando con la supervisión de Miguel Ángel. El altar alberga una gran pintura sobre tabla de Vasari, que representa la Conversión de san Pablo (1551), en la que además su autor se autorretrató en el lateral izquierdo del cuadro, siendo uno de los escasos ejemplos de su efigie. La capilla opuesta, dedicada a san Juan, fue comisionada por el cardenal Giovanni Ricci da Montepulciano, también protegido por Julio III, quien la encargó a Daniele Ricciarelli da Volterra, contando también con la supervisión de Miguel Ángel. En el altar, el Bautismo de Cristo, de Giulio Mazzoni (1566-1568), pintado sobre varias piezas de pizarra de grandes dimensiones. Entre las decoraciones añadidas a lo largo del siglo XVII están las contenidas en la capilla de la Piedad, enteramente revestida de estucos, erigida a expensas de Pietro y Francesco De Cuside, representantes del Rey de España en Roma. Esta capilla posee un importante conjunto de pinturas de los artistas conocidos como "Caravaggistas de Utrecht", entre los que se encuentran David de Haen, autor del Escarnio de Cristo y de Cristo llevando la cruz (ca. 1618), y Dirk Van Baburen, que pintó el Santo Entierro (1617) bajo el fuerte influjo de Caravaggio y la Oración en el Huerto (1618). Además, destaca la capilla de San Francisco, que en su día estuvo cubierta de frescos de Perugino y que fue reformada en la década de 1640 según el diseño de Gian Lorenzo Bernini, por encargo de Francesco Raymondi, clérigo de cámara y protonotario apostólico. Las esculturas funerarias fueron realizadas por Andrea Bolgi y Nicola Sale, mientras que el relieve del altar, que representa el Éxtasis de san Francisco, es obra de Francesco Baratta, completando un conjunto barroco de extraordinaria unidad estilística. Numerosos sepulcros e inscripciones funerarias cubren paredes y pavimentos de la iglesia, destacando particularmente las pertenecientes a los nobles irlandeses de las familias O’Neill y O’Donnell, que recibieron el privilegio de ser enterrados en una iglesia de titularidad española por su fidelidad a la religión católica en las contiendas con la Inglaterra protestante que caracterizaron a los siglos XVI y XVII. Igualmente, la tradición recoge que la célebre Beatrice Cenci, considerada tradicionalmente como una heroína en la lucha contra la tiranía, fue enterrada bajo el altar de San Pedro en Montorio.
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Una de las últimas intervenciones realizadas en el interior de la iglesia fue la decoración de las bóvedas, pintadas con grisallas de gusto neoclásico por Paolo Quattrini, ya en el siglo XIX. LOS CLAUSTROS CONVENTUALES Además de la iglesia, el convento contó con dos claustros: uno en el que se encuentra el templete y otro, de mayores dimensiones, destinado a articular la vida monástica de los frailes franciscanos. Al igual que el segundo, el primero contó con arcadas abiertas, que con el tiempo fueron cerradas. En los lunetos de los muros de ambos claustros, se desarrolló un importante ciclo pictórico dedicado a la Vida de san Francisco, que es uno de los más completos y complejos conservados en su género. El ciclo estuvo compuesto por 51 escenas en total: 19 en el claustro del templete, de las que quedan 11, y 32 en el segundo claustro, de las que se conservan 26 originales. Este ciclo contribuyó a fijar la iconografía del santo en el momento álgido del pensamiento contrarreformista, facilitando que, a
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partir de ese momento, los principales sucesos de su vida fueran reproducidos de forma análoga en otros contextos, llegando incluso a algunos conventos franciscanos de la América virreinal. Las escenas fueron ejecutadas en una primera fase por Giovanni Battista Lombardelli della Marca, que se ocupó de las pinturas ubicadas en el claustro del templete. En el segundo claustro se conservan los lunetos realizados al fresco por Niccolò Circignani, llamado Il Pomarancio, que trabajó aquí, junto a sus colaboradores, entre 1587 y 1590. Numerosos escudos ilustran el patrocinio ejercido por distintas familias nobiliarias en la consecución de todas las pinturas. A nivel arquitectónico, a pesar de las intervenciones que ha sufrido este claustro, sigue manteniendo la sencillez de su estructura, gracias a la personalidad que imprimen los arcos de medio punto sostenidos por columnas romanas reutilizadas, todas ellas de diversos materiales y medidas. En el centro del mismo, bajo tierra, se conserva una cisterna de grandes dimensiones, posiblemente de origen romano, que debió ser reutilizada para proveer de agua al complejo.
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LA PLAZA Y EL VÍA CRUCIS En 1605, bajo el patrocinio de Felipe III, se realizan una serie de trabajos en el exterior del conjunto que contribuirán a monumentalizar el espacio, dotando a la fachada de la iglesia de una perspectiva más amplia. Destaca la construcción del colosal talud que cierra la plaza y que ya en su día modificó el trazado de la colina, ofreciendo una vía de acceso más cómoda y con menor pendiente; un enorme escudo del monarca, acompañado de una inscripción conmemorativa, decora el muro e indica los límites del patrocinio español en la colina. Esta nueva disposición del entorno del convento permitió la instalación de una monumental fuente frente a la fachada de la iglesia, que fue conocida como la Castellana por la decoración de torres y leones, en referencia a los reinos hispanos de los promotores regios del conjunto. Con el tiempo, la fuente fue desmantelada, por lo que en la actualidad solo se conserva un crucero sobre una columna que se colocó en 1657 para delimitar el límite jurídico del espacio sagrado de la iglesia, que ocupaba toda la plaza. Se quitó en 1869 y se volvió a colocar en 1941. Una parte esencial del conjunto patrimonial de San Pedro en Montorio, que además constituye un elemento fundamental de comunicación con la ciudad de Roma y con sus gentes, es el Vía Crucis. Desde hace siglos, ha sido un lugar de culto al aire libre, que concentra una especial actividad en determinados momentos del año, como la Semana Santa, momento en
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el que se manifiestan determinadas tradiciones de la religiosidad popular, cuando grupos de fieles se concentran para recorrerlo. Esta vía escalonada, que constituye el acceso más antiguo a la plaza y que aparece ya en el plano de Buffalini de 1551, fue modificada en el siglo XVIII con la construcción del muro lateral izquierdo de ladrillo, en el que se ubicó un viacrucis cuyas estaciones están formadas por nichos cubiertos por frontones triangulares. En la actualidad, cada edículo está decorado con relieves de terracota polícroma, encargados al pensionado Carmelo Pastor al término de su pensión. El conjunto fue inaugurado en 1957. En una hornacina situada en el ángulo formado por los dos tramos de rampas hay, además, una imagen de la Virgen realizada en estuco en 1908, por el también pensionado de la Academia Eugenio Martín Laurel. El conjunto apenas sufrió transformaciones sustanciales hasta el siglo XIX. En 1849 la cabecera de la iglesia fue abatida por la artillería francesa durante la proclamación de la República Romana (del 9 de febrero al 4 de julio de 1849), ya que las tropas de Napoleón III, que acudieron en defensa del papa Pío IX, penetraron en Roma por el Janículo, bombardeando fuertemente el edificio. Como resultado, el ábside y el campanario tuvieron que ser reconstruidos enteramente tras aquel incidente. En distintos momentos, debido a los terremotos frecuentes en el centro de Italia, se han realizado otras reparaciones en el conjunto. La segunda mitad del siglo estará marcada por las guerras que condujeron a la unifi-
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cación de Italia y a la proclamación de Roma como capital del país. Estos acontecimientos también tendrán resonancia en San Pedro en Montorio, cuyo entorno está jalonado de monumentos que recuerdan los episodios históricos relacionados con Garibaldi. Ya en el siglo XX, la plaza sufrió algunas modificaciones al construirse bajo ella un refugio antiaéreo, conservado íntegramente, que constituyó un lugar de referencia para toda la población de Trastévere durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Una chimenea de aireación de hormigón del citado refugio es visible aún hoy en día junto al mirador de la plaza.
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LA REAL ACADEMIA DE ESPAÑA EN ROMA: 150 AÑOS DE HISTORIA
La creación y establecimiento de la Academia de España en Roma en el convento de San Pedro en Montorio constituye un punto y aparte en la vida del complejo monumental. Fundado para rememorar el martirio de san Pedro, el conjunto había mantenido su carácter religioso desde su origen en los primeros siglos medievales hasta finales del siglo XIX. La elección como sede de la Academia supondrá un cambio radical en cuanto a la funcionalidad de la zona conventual; un nuevo uso que obliga a realizar profundas reformas arquitectónicas: el convento se transforma en un palacio dedicado a las Bellas Artes y este cambio se comunica a la ciudad a través de la transformación de la imagen visual del edificio, que es la que hoy podemos observar. ANTECEDENTES Y FUNDACIÓN DE LA ACADEMIA Roma, con sus restos arqueológicos y sus colecciones de arte y antigüedades, era destino tradicional de artistas e intelectuales, fenómeno que alcanza gran magnitud al convertirse en la meta fundamental del Grand Tour, el viaje de formación que desde el siglo XVII y, sobre todo, durante los siglos XVIII y XIX, emprendían por el viejo continente numerosos jóvenes europeos de buena familia; esta costumbre atrajo a su vez a muchos otros artistas, convirtiendo la ciudad papal en un gran crisol cultural. Al mismo tiempo, y siguiendo el modelo de la Academia de Francia (fundada en 1666), varios países habían creado institutos estables en la ciudad para facilitar la formación de sus jóvenes e impulsar los estudios artísticos y arqueológicos que sus miembros desarrollaban en la ciudad. Los artistas españoles no fueron una excepción; basta recordar algunos nombres como Alonso Berruguete, Velázquez, Goya o José de Madrazo para valorar la magnitud de la atracción que ejercía Italia y la influencia del viaje en la trayectoria artística de todos ellos. En 1680 España había intentado, sin éxito, fundar una academia en Roma, y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando lo intentaría, de nuevo sin éxito, en 1832. Desde mediados del siglo XVIII, la Academia madrileña enviaba jóvenes pintores, escultores y arquitectos a Roma que tuvieron en la persona del pintor Preciado de la Vega su primer director, estrechamente relacionado también con la romana Academia de San Lucas; el Gobierno Pontificio no se oponía a que viviesen juntos director y pensionados sino a que adoptasen el nombre de Academia para evitar que, una vez constituida, pudiera exigir las exenciones y privilegios reconocidos a estas organizaciones. A pesar de la negativa, San Fernando continuó enviando sus pensionados, lo que contribuyó a aumentar notablemente la presencia de artistas españoles en la ciudad, una colonia que en el tercer cuarto del siglo XIX era muy numerosa e influyente artísticamente y entre cuyos miembros destacan figuras como Mariano Fortuny, Eduardo Rosales o José Villegas. 75
Hubo que esperar cuatro décadas para que el sueño se hiciese realidad: el 8 de agosto de 1873 el Gobierno de la Primera República española firma y publica en la Gaceta de Madrid el decreto de fundación y el primer reglamento de la Escuela Española de Bellas Artes en Roma, nombre que se modifica dos meses después, adoptando el de Academia Española de Bellas Artes en Roma. Además de indicar que la nueva institución nacía para fomentar el genio nacional favoreciendo la formación de los jóvenes pensionados, en estos documentos se establecían las normas fundamentales de su funcionamiento, así como las atribuciones y deberes del director y los derechos y obligaciones de los pensionados. La fundación de la Academia supone el final de las pensiones concedidas por San Fernando, aunque las dos instituciones mantendrán hasta hoy en día una estrecha relación, en particular en todo lo que se refiere a cuestiones de carácter artístico. El artífice de la fundación de la Academia es Emilio Castelar (1832-1899), intelectual y político español. Es suya la idea de crear una academia permanente en Roma; es él el promotor de las reuniones y trabajos preliminares que le dieron forma y es, así mismo, autor del texto introductorio del decreto fundacional. En él se explican las razones y los objetivos que movieron al Gobierno a fundar una academia y se dedican varias líneas a justificar la elección de Roma, “la ciudad que será eternamente la Metrópoli del arte”, a pesar de que para entonces hubiese perdido ya, en gran parte, la centralidad artística que había mantenido durante siglos y otras ciudades, como París, se estuviesen convirtiendo en los centros de irradiación de las nuevas corrientes artísticas. Castelar es, aun así, un ferviente defensor de Roma, una de las cuatro “misteriosas ciudades, 78
que tenían en sus manos la trama de la civilización europea” junto a Jerusalén, Atenas y Alejandría, como escribe en sus Recuerdos de Italia, libro publicado en 1872 en el que recoge parte de sus vivencias del periodo en el que había vivido exiliado en Roma. En el decreto de fundación se hace, además, una encendida defensa de la necesidad de cultivar las artes, de que el Estado apoye a los artistas y de que los jóvenes puedan formarse adecuadamente, resaltando los valores intangibles del arte y su importancia para el progreso de la nación. Es obligado resaltar el enorme esfuerzo que realizó el Gobierno de la Primera República española para fundar la Academia en un momento de grandes dificultades políticas, económicas y sociales, marcado por conflictos como la Tercera Guerra Carlista, la rebelión cantonal o la insurrección cubana. La frase conclusiva del documento: “Aprobando este decreto, demostrará el Gobierno de la República que, en medio de los dolores de lo presente, le queda tiempo y serenidad para preparar mejores días a las generaciones por venir”, es clarificadora de ello y de las esperanzas que, a pesar de la difícil situación, los impulsores de la idea depositaron en la función renovadora del arte vehiculada a través de la nueva Academia. La Academia dependía del Ministerio de Estado, actual Ministerio de Asuntos Exteriores, y los primeros esfuerzos se concentraron en convertirla, lo antes posible, en una institución prestigiosa, digna de la nación española pues “no hay nación ninguna que pueda negarnos el rango altísimo que en la historia de las artes nos pertenece”. Se designa director a Eduardo Rosales, pintor de fama internacional bien introducido en el ambiente artístico romano. Tras su prematuro fallecimiento, sin haber tomado posesión del cargo, se nombra a otro pintor de reconocido prestigio, José Casado del Alisal. Con el mismo fin se crean dos clases de pensionados: de número, que debían tener menos de treinta años y superar unas difíciles pruebas de oposición, y de mérito, de mayor experiencia y elegidos por su trayectoria profesional para que contribuyesen también a dar fama en un corto lapso de tiempo a la institución. El número de pensionados, inicialmente doce, queda fijado en catorce dos meses después: nueve de número y cinco de mérito. Finalmente, el director y los primeros pensionados llegan a Roma en los primeros meses de 1874 donde, no contando aún con un local propio, se ven obligados a instalarse en estudios y apartamentos en alquiler en el centro de la ciudad. La búsqueda de una sede estable se convierte, pues, en la prioridad del ministerio y del director que barajan diversas posibilidades hasta que, en 1875, la larga historia del convento franciscano se cruza con la de la jovencísima Academia.
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LA INSTALACIÓN EN SAN PEDRO EN MONTORIO El fin de la breve experiencia republicana y la restauración de la monarquía no supusieron ningún problema para la nueva institución que, ocupada en la difícil tarea de encontrar una sede adecuada, recibirá el apoyo decidido del rey Alfonso XII y de su Gobierno. Será precisamente el nuevo embajador enviado a Roma en mayo de 1875, Diego de Coello, el principal responsable de las negociaciones con el Gobierno del Reino de Italia que conducirán a la instalación de la Academia en San Pedro en Montorio. En 1873, tras la Unificación de Italia y la proclamación de Roma como capital en 1871, se había extendido a la ciudad la legislación sobre la supresión de las corporaciones religiosas en vigor en el resto del país y se había constituido la Junta Liquidadora de los Bienes Eclesiásticos de Roma, que incluye a los franciscanos de San Pedro en Montorio entre las comunidades a suprimir y determina la liquidación de sus bienes. El nuevo embajador de España, reivindicando los seculares lazos históricos de la monarquía española con el Montorio y las buenas relaciones entre las dos potencias amigas, obtiene el reconocimiento del patronato sobre la iglesia, el templete y la parte más antigua del convento —situada en el claustro del templete—, mientras que respecto al resto del monasterio, organizado alrededor del segundo claustro, consigue así mismo la cesión de la propiedad al proponer la fundación de una academia de Bellas Artes, lo que procuraría “una ventaja a esta ciudad nobilísima, donde los artistas son tan apreciados y a donde acuden estudiosos de todas partes del mundo”, como se afirma en el acuerdo de transacción de la iglesia, convento y anejos de San Pedro en Montorio entre el Gobierno de Su Majestad el Rey de Italia y la Corona de España firmado el 21 de agosto de 1876. Con gran habilidad, Coello había logrado recuperar el patronato español sobre San Pedro en Montorio y solucionar, al mismo tiempo, la cuestión de la consecución de un local propio para la Academia Española de Bellas Artes en Roma. El complejo de San Pedro en Montorio había sufrido graves daños en 1849, durante la República Romana, provocados por los bombardeos de las tropas francesas que habían acudido en ayuda del Papa. Aunque habían sido en parte reparados, el edificio se encontraba aún en mal estado y, además, era necesario adaptarlo a la nueva función de Academia. El proyecto de rehabilitación se encarga a Alejandro del Herrero y Herreros, arquitecto de la Obra Pía-Establecimientos Españoles en Italia y antiguo pensionado en Roma de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Él ya había elaborado en 1873 un anteproyecto para la construcción de una academia en el solar de la iglesia de Santiago de los Españoles en la plaza Navona, idea desechada definitivamente al año siguiente. Una vez obtenida la aprobación de los planos por el Ministerio 83
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de Estado español y el Ayuntamiento de Roma, se inician las obras en los primeros días de julio de 1879. A pesar de que Italia había disuelto la comunidad de religiosos, el ministerio, a instancias del embajador Coello, había permitido que permaneciesen en el convento el número necesario para asegurar el culto de la iglesia. El proyecto arquitectónico debía contemplar, pues, tanto las necesidades de los franciscanos como las de la comunidad académica, muy diferentes las unas de las otras. A aquellos se les reservó la parte más antigua del convento, situada en el claustro del templete colindante con la iglesia, utilizando como ingreso la puerta localizada detrás del tempietto de Bramante; para la Academia quedaron todos los espacios situados alrededor del segundo claustro, cuyo acceso será también a través del patio del templete pero, en este caso, por una puerta situada a la derecha. En primer lugar, se intervino en la zona dedicada a los franciscanos, que exteriormente mantuvo su aspecto conventual, mejorándose los interiores con la construcción de dieciséis celdas, una sala para el rectorado y el resto de servicios, y se les reserva una parte del jardín como huerto. Terminada la obra, los religiosos se trasladaron a la zona que debían habitar, permitiendo así el inicio de las obras en la parte destinada a academia y que será sometida a una profunda transformación. El nuevo edificio debía, por un lado, dar respuesta a las exigencias de estudio, trabajo y habitación de los pensionados y del director. Por otro, su transformación debía reflejar la imagen de una institución joven pero, al mismo tiempo, heredera de una larga tradición artística bien consolidada en Roma. Además, la nueva sede se encontraba en el Janículo, una zona emblemática por haber sido centro de la lucha garibaldina en defensa de la República Romana en 1849; convertida Roma en capital, el área es objeto de un proyecto de revalorización que contempla la realización de un paseo público arbolado en la cima de la colina para comunicar la Puerta de San Pancracio con el Vaticano, aprovechando para incorporar una serie de monumentos escultóricos en memoria de los héroes que habían combatido contra el poder temporal del papado. La Academia se encontraba, pues, en una zona de gran significado para la ciudad y que, como el convento del Montorio, estaba adoptando un rostro nuevo acorde con una realidad igualmente nueva. La fachada que se modifica más radicalmente es la septentrional. La antigua y severa pared exterior conventual se transforma completamente; se monumentaliza con la construcción de dos grandes torres en sus extremos y la inclusión de amplios ventanales y arcos de medio punto, relieves alegóricos de la Pintura, la Escultura y la Música, y el nombre de la institución labrado en piedra coronando el edificio. El valor simbólico de la nueva sede se concentró en esta fachada visible desde gran parte de la ciudad y, en particular, desde ese nuevo paseo que iba a ser cons86
truido, la actual Passeggiata del Gianicolo. En ella se materializa la transformación de la construcción religiosa en “palacio”, un palacio dedicado a las Bellas Artes y al fomento del “genio nacional”, imagen reforzada por el uso del almohadillado en la parte inferior, como si de un palacio renacentista se tratase, y que se decora con una fuente monumental cuyas aguas descienden por la ladera situada a sus pies. La fachada, construida siguiendo el gusto ecléctico e historicista de la época, visible en muchos otros edificios dedicados a las Bellas Artes levantados en esos años en varias ciudades occidentales, como el romano Palazzo delle Esposizioni Nazionali di Belle Arti, realizado entre 1880 y 1883, se diferencia así radicalmente de la antigua imagen conventual que, en cambio, se mantiene invariada en la zona destinada a los religiosos. Los interiores también sufren profundas transformaciones. Un edificio destinado al uso de academia exigía disponer de grandes superficies, techos elevados e iluminación conveniente. De hecho, un signo distintivo de los nuevos locales de la Academia serán sus espaciosos estudios dedicados a la pintura y la escultura, así como su gran sala de exposiciones, todos ellos espacios de gran volumen capaces de acoger las obras de enormes dimensiones que los pensionados de estas especialidades realizaban. Durante la segunda mitad del siglo XIX, el género histórico, tanto en pintura como en escultura, es el más importante y acapara la mayor parte de los premios que se conceden en las exposiciones nacionales y otros certámenes. Esas obras se caracterizan frecuentemente por sus grandes formatos, con figuras de tamaño natural o incluso mayor. La creación de la Academia, nacida en este preciso momento, no puede sino reflejar el gusto por este tipo de obras. Las pensiones de pintura son las más numerosas y, de hecho, se dividen en pintura de historia y en paisaje, destinándose cuatro a aquella y solo una a paisaje. Los artistas están obligados a realizar, el último año, una composición con figuras a tamaño natural cuya dimensión en su lado mayor no exceda de cinco metros, mientras que los grupos escultóricos deben tener un mínimo de dos metros. Es pues necesario disponer de estudios de gran magnitud que puedan albergar estos cuadros y esculturas de tema histórico, sagrado o profano. Muchas de las obras maestras del género expuestas en la actualidad en colecciones del Estado, como La conversión del duque de Gandía de José Moreno Carbonero, del Museo del Prado, fueron pintadas por los pensionados y directores de la Academia de Roma. En la planta baja se conservan varias de las antiguas salas abovedadas y se disponen la biblioteca, varios salones, la cocina y demás servicios y, en la zona del jardín, los dos estudios de escultura, para que puedan introducirse fácilmente hasta su interior los materiales más pesados, como mármoles. 89
Junto a la puerta de entrada se sitúa la nueva escalera de mármol que conduce al primer piso. En la zona norte, la de luz más tamizada, se coloca la sala de exposiciones entre las dos torres y, en el interior de éstas, los estudios de pintura, uno de los cuales se reserva al director. Desde todos ellos y, sobre todo, desde la terraza que se habilita entre las torres, por encima de la sala de exposiciones, la vista de Roma es espectacular. En el resto de las galerías de este piso y en las del superior, se instalan otras salas, entre ellas las dedicadas a las sesiones de dibujo y de acuarela, así como las habitaciones de los pensionados y los estudios de los arquitectos y músicos. El convento poseía, además, varios terrenos que seguían siendo considerables, a pesar de las reducciones que se habían producido en el siglo XVII. La zona situada en la parte posterior de la iglesia se reserva para los religiosos, mientras que el resto queda para uso de la Academia. Así mismo, se renueva el área verde situada a los pies de la fachada norte, donde se aprovecha para abrir una verja a los pies del terreno para facilitar el acceso a la Academia a quien llegase desde el puente Sixto, situado a pocos minutos. Concluidas las obras, el director José Casado del Alisal y los pensionados se trasladaron a la nueva sede el 1 de enero de 1881. La inauguración oficial del edificio se celebró el 23 de enero, día del onomástico del rey Alfonso XII, y constituyó un acontecimiento artístico y social de gran repercusión. Los actos comenzaron por la mañana, con una misa celebrada por el cardenal Di Pietro, decano del Sacro Colegio, en la iglesia, engalanada para la ocasión con colgaduras de terciopelo y seda representando los colores de España. Por la tarde, la Academia se abrió a unos seiscientos invitados, a los que se sumaron otras cuatro mil personas durante los días 24 y 25. Acudieron representantes del cuerpo diplomático español y extranjero, artistas y ciudadanos españoles así como miembros de la sociedad romana y de la nutrida colonia artística internacional presente en la ciudad; se abrieron terrazas, jardines y salones y, en los estudios, se expusieron las obras de los pensionados entre las que causó gran impresión el colosal grupo escultórico de Manuel Oms representando a Isabel la Católica entrando en Granada a caballo, acompañada por el Gran Capitán y el cardenal Mendoza, y que hoy, fundido en bronce, se encuentra en el paseo de la Castellana de Madrid. También el director expuso sus obras, entre las que figuraba la monumental tela de La leyenda del rey Monje, conocido tradicionalmente como La campana de Huesca, un cuadro que produjo conmoción tanto por lo sangriento del asunto como por la indudable maestría técnica desplegada. Se trató, sin duda, de la primera jornada de puertas abiertas de la historia de la Academia.
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INTERVENCIONES EN EL SIGLO XX En los años siguientes destaca la intervención realizada en 1910 en la que se sustituyeron las cubiertas piramidales de las dos torres con sendas terrazas abalaustradas, a las que se puede acceder mediante unas escaleras voladizas de hierro. Desde la altura de estas torres se disfruta de una de las vistas de Roma más imponentes, una panorámica de 360º que permite abrazar con la mirada toda la ciudad: la cercana fuente del Agua Paola y el verdor del Janículo, la cúpula de San Pedro, el mausoleo de Adriano y el resto de la ciudad y los montes circundantes, con sus cimas nevadas durante los meses invernales. Los años pasan y el edificio comienza a necesitar una intervención de mayor envergadura, tanto para modernizar las instalaciones como para ampliar los espacios, ante el probable aumento del número de pensionados. Así, en 1926, el director Miguel Blay encarga el proyecto a Salvatore Rebecchini, arquitecto de la Obra Pía, y a su hijo, Jaime Blay, que prevén el levantamiento de un piso más en el segundo claustro para acomodar los domicilios del director y del secretario, la prolongación de los estudios ya existentes en el jardín con un nuevo pabellón y la construcción de un ingreso para la Academia separado del convento, en el que se sitúa también el estudio del director. La estética de estas construcciones es completamente diferente a aquella de las obras de 1880: ahora predominan los perfiles y los volúmenes puros y los elementos decorativos se reducen al mínimo y, cuando los hay, son lineales y estilizados, reflejo de las nuevas formas racionalistas que empezaban a imponerse en las arquitecturas del mundo occidental.
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Estas obras, que por varios motivos se prolongaron durante años, se vieron interrumpidas por el estallido de la Guerra Civil española. Durante la contienda habían permanecido en la Academia tres pensionados, entre ellos el arquitecto José Ignacio Hervada, quien firma un proyecto de rehabilitación en 1942. En él se modifica parte del diseño realizado anteriormente por Jaime Blay, simplificando la zona de habitaciones y estudios del jardín que aumentan en superficie y se mejora su iluminación mediante la apertura de balcones. En lugar de la proyectada cubierta de madera y tejas, se dispone una terraza-solario rematada en su extremo por una balaustrada panorámica en la que los pensionados puedan hacer gimnasia al aire libre o descansar. Hervada es, así mismo, responsable de la terminación del villino, edificio situado en la zona más alejada del jardín, frente a la fuente del Agua Paola. En él dispone un garaje y las viviendas del jardinero y del portero, además de las destinadas a los radiotelegrafistas alojados en la Academia por la Embajada para atender el servicio de la estación de radio instalada en una de las partes elevadas del edificio durante la guerra, para retransmitir información al bando franquista sobre movimientos de armas y ayudas destinadas a las fuerzas republicanas. Las obras emprendidas por Hervada, en las que interviene a partir de 1947 también el arquitecto Luis M. Feduchi —que termina en solitario la reforma en 1949, tras el cese e inmediato fallecimiento de Hervada—, respetan la misma estética de inspiración racionalista adoptada por Blay años antes.
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La imagen visual de la Academia había quedado fijada. Desde este momento, ninguna intervención posterior modificará el aspecto exterior del edificio y todas las obras ejecutadas a lo largo de los años sucesivos se concentrarán en la mejora de los espacios internos. En 1985 se realizan una serie de intervenciones de bastante envergadura, dirigidas por el arquitecto Armando Bueno Pernica, que contemplan la adaptación del número de estudios para poder dar cabida a los becarios de la Escuela Española de Historia y Arqueología, así como la construcción de una vivienda para su director. Además, se amplía la sala de exposiciones con el añadido de una entreplanta englobada en su interior y se crea una nueva sala de conferencias de mayor capacidad en previsión del esperado aumento de público a las actividades culturales. Se arregla también el ingreso de la Academia y, durante la adecuación de los sótanos, aparece un muro romano en opus reticulatum que se deja al descubierto. A principios del nuevo siglo se produce un hecho importante para la historia de la Academia: la salida de los frailes de San Pedro en Montorio, que se trasladan definitivamente a otro convento. Queda como único religioso a cargo de la iglesia el rector, a quien se acondiciona una vivienda y se reservan unos espacios para sacristía y rectorado. El resto de los locales hasta entonces ocupados por los frailes se incorporan a la Academia, según el proyecto de remodelación encargado a los arquitectos Javier Frechilla y José Manuel López-Peláez. Se abren vanos de unión entre ambas zonas y se disponen varios despachos nuevos. La sala de exposiciones, situada en el primer piso del claustro desde la fundación de la sede, se traslada a la planta baja para facilitar la accesibilidad, mientras que la biblioteca ocupa su lugar. Además, se amplía la entrada de la Academia, abriendo una vía directa de acceso al claustro, y se transforman en salas de reuniones y seminarios las dependencias situadas en el sótano y con acceso directo a uno de los jardines, también acondicionado. Por último, el muro exterior del ábside de la iglesia se libera de las edificaciones superpuestas que lo deturpan y, con la eliminación del muro de separación, se unen los jardines del convento y de la Academia. En los últimos años, el progresivo impulso de las medidas que promueven la igualdad de oportunidades suprimiendo los inconvenientes que se oponen a la presencia integral de las personas con discapacidad y la concienciación de la necesidad de facilitar el acceso a la cultura a todos los individuos, eliminando barreras físicas e intelectuales, ha llevado a iniciar una serie de intervenciones destinadas a mejorar la accesibilidad a los diferentes espacios del complejo. En 2014 se acondicionó un recorrido libre de barreras arquitectónicas desde la plaza de San Pedro en Montorio, pasando por el claustro interior de la Academia, hasta el claustro del templete de Bramante. En 2019 se ha proseguido en esta 95
línea con la instalación de un ascensor hasta el primer piso, facilitando el acceso a los espacios públicos de la Academia. En el próximo futuro otras mejoras se irán extendiendo al resto de ambientes hasta conseguir el mayor grado de accesibilidad posible, en el respeto de los valores patrimoniales de un edificio histórico como es San Pedro en Montorio. LA ACTIVIDAD DE LA ACADEMIA A lo largo de la primera mitad de su existencia, la Academia tuvo una vocación preminentemente artística. Las actividades de la institución —al margen de las gestiones ligadas a la búsqueda y rehabilitación de la sede—, rotaron en torno a la formación de los pensionados y al cumplimiento de sus obligaciones, según han ido dictando las normas recogidas en los distintos reglamentos que se van sucediendo en el tiempo. Las pensiones de la Academia se organizaron siguiendo el modelo de las secciones de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, por lo que se dividieron en pintura, escultura y grabado en hueco o en dulce, arquitectura y música, y se diferenciaron, como ya hemos visto, en dos clases según edad y experiencia: de número y de mérito. Durante su estancia, que variaba entre los tres y los cuatro años, los pensionados dedicaban su tiempo a diversas actividades. La principal era la realización de las obras obligatorias impuestas por el reglamento, diferentes en función de la especialidad y la clase de pensión, que se mostraban periódicamente en Roma, en general en los locales de la Academia. Estas exposiciones constituían el evento más importante para la institución, visitadas por numeroso público y, en más de una ocasión, por los miembros de la familia real italiana. Los trabajos obligatorios eran enviados posteriormente a Madrid para su calificación, dependiendo de la misma la continuidad de la pensión y la concesión de prórrogas. Parte de estas obras quedaban en propiedad del Estado, lo que ha enriquecido notablemente a lo largo del tiempo las colecciones del Ministerio de Asuntos Exteriores y de los principales museos como el Prado, el Reina Sofía y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En invierno, muchos de ellos asistían a las clases de dibujo del natural y de acuarela organizadas en la misma Academia y en las que podían participar también otros artistas españoles y latinoamericanos residentes en la ciudad. El resto del tiempo lo dedicaban a asistir a conciertos, visitar museos, monumentos, sitios arqueológicos y parques de Roma, y a realizar excursiones a otras ciudades y zonas de Italia. A partir del segundo año estaban obligados a pasar periodos de diversa duración en el extranjero, 98
donde les resultase más útil a fines de estudio. Gracias a esta norma los jóvenes pensionados pudieron conocer otras culturas y corrientes estéticas, superando así las fronteras —físicas, pero también intelectuales— de una ciudad que, como ya hemos señalado, muchos consideraban anacrónica. Los pensionados de la Academia de Roma se convirtieron en un puente entre España y el extranjero, facilitando la introducción de conocimientos y tendencias artísticas novedosas que, sin ellos, habrían encontrado más dificultades para penetrar en una España poco receptiva a los cambios. En este sentido, es ejemplificadora la figura de Fernando García Mercadal, pensionado entre 1923 y 1929, único arquitecto español invitado, junto a Juan de Zavala, al congreso fundacional de los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna), celebrado por iniciativa de Le Corbusier en el castillo de La Sarraz (Suiza) en junio de 1928. García Mercadal fue asimismo el principal impulsor de la fundación del GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), constituido en Zaragoza en 1930. No por casualidad, fue el autor del que está considerado por muchos como el primer edificio racionalista de la arquitectura española: el Rincón de Goya en Zaragoza, construido entre 1926 y 1928, y que diseñó siendo pensionado. Sin embargo, y a pesar de poder conocer otras realidades y culturas, las normas que regían la actividad artística de los pensionados eran muy rígidas y estaban ligadas a las enseñanzas académicas de las artes, lo que coartaba considerablemente su libertad creativa (baste citar la dis-
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tinción entre pintura de figura y de paisaje mantenida hasta 1932). Hasta bien entrado el siglo XX, las modificaciones introducidas en los reglamentos relativas al número y la duración de las pensiones, la supresión de las de mérito, la variación respecto a las obras que tenían que copiar durante los primeros años o los lugares a los que podían viajar, son aspectos que reflejan la búsqueda de una continua pero tímida adaptación a la realidad histórica del momento, sin llegar a introducir variaciones sustanciales respecto al espíritu y a los objetivos fijados en 1873. La continuidad estuvo marcada así mismo por la elección de los directores, varios de ellos antiguos pensionados y todos, hasta 1933, pintores y escultores de prestigio —como Francisco Pradilla, Vicente Palmaroli, Mariano Benlliure o Miguel Blay—, formados en el academicismo decimonónico y ajenos a las corrientes vanguardistas que se extendían por el mundo. Esto no significa, sin embargo, que los jóvenes pensionados fuesen refractarios a las corrientes más en boga, al contrario, pero debían alcanzar un compromiso entre su creatividad y el respeto a las normas reglamentarias. De hecho, se trata de un periodo muy fecundo artísticamente en el que la Academia alcanzó un gran prestigio, sus exposiciones atraían numeroso público y los pensionados acumulaban galardones en las exposiciones y en los certámenes musicales nacionales e internacionales. A pesar de que las dificultades aumentaron en el primer tercio del siglo XX, con el inicio de una difícil etapa para la Academia a partir del estallido de la Primera Guerra Mundial que se vio agravado por la serie de eventos políticos que acaecieron en ambos países (Guerra Mundial y
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desarrollo del fascismo en Italia; caída de la monarquía, proclamación de la Segunda República y estallido de la Guerra Civil en España), así como por la crisis de la mentalidad artística, cada vez más dividida entre las posiciones ligadas al tradicionalismo académico y aquellas seducidas por las vanguardias, fueron también años de intensa actividad artística en los que se sucedieron promociones de gran talento. Nombres como los de los arquitectos Teodoro de Anasagasti y Fernando García Mercadal; los pintores Alejandro Ferrant, José Moreno Carbonero, Álvarez de Sotomayor, Timoteo Pérez Rubio y Gregorio Prieto; los escultores Ricardo Bellver, Agustín Querol, José Capuz y Enrique Pérez Comendador; o los compositores Ruperto Chapí, Tomás Bretón, Rufino Arenal y Fernando Remacha, son ejemplo de los muchos jóvenes que disfrutaron de las pensiones de la Academia en este primer periodo, desarrollando posteriormente una sólida carrera artística. En cuanto a las funciones de la Academia, a partir de 1913 comienza a desempeñar también tareas de representación cultural española en Roma, novedad importante de este momento y que en el futuro se irá reforzando, desarrollándose siempre en paralelo al objetivo primario de formación de sus pensionados. Un cierto intento de renovación llegó con el reglamento de 1932, emanado del Gobierno de la jovencísima Segunda República española (1931-1939) y reflejo de su mentalidad progresista. Por primera vez se crea una pensión para la arqueología y otra para la historia del arte (aunque no llegan a concederse), se autorizan las estancias breves 102
para investigadores y artistas ajenos a la institución y se rompe la tradición de designar solo a artistas plásticos para la dirección con el nombramiento en 1933 del escritor Ramón María del Valle-Inclán. El alzamiento militar del general Franco, iniciado en julio de 1936, truncó trágicamente las esperanzas de renovación intelectual que la llegada de la República había llevado a España y marcó, para la Academia, el inicio de una fase muy complicada que concluirá solo con el final de la Segunda Guerra Mundial. La Embajada española se había posicionado con los sublevados e inmediatamente el director, Emilio Moya —antiguo pensionado de arquitectura que había sucedido a Valle-Inclán, fallecido en enero de 1936—, había sido destituido y el reglamento de 1932, derogado. Quedaron en la Academia el secretario y, hasta 1939, solo tres pensionados, todos ellos simpatizantes del frente franquista; las instalaciones se convirtieron, además, en refugio de numerosos prófugos —muchos de ellos familias adineradas que huían de la República— y personas en tránsito que ocuparon la Academia hasta 1945. Se trata, sin duda, del periodo más triste de la institución en el que la Embajada solicitaba periódicamente información sobre las personas que habitaban la Academia y los pensionados, a lo que respondía el secretario informando sobre la fidelidad o no de cada uno a la causa franquista; en algún momento hasta quince familias de refugiados llegaron a convivir junto al secretario y los tres pensionados, el mayordomo y los radiotelegrafistas que habían sido instalados allí desde 1937, todos ellos también con sus familias, reinando el hacinamiento, el hambre y el frío. Para combatir estas penalidades fueron vendidos bienes de la Academia y usados como leña puertas y otros objetos. El secretario llegó incluso a subastar un cuadro de Moreno Carbonero para recaudar fondos destinados al bando franquista. El balance al final de esos largos años de guerra era desolador, con la interrupción durante más de un decenio de las pensiones y de las obras en curso, la destrucción de gran parte de las instalaciones y la pérdida de buena parte de los bienes patrimoniales de la Academia. Terminada la guerra, se inicia una lenta recuperación. Se retoman las obras de rehabilitación del edificio que prosiguen, esta vez con regularidad, hasta su finalización en 1949 y se prepara la reapertura de la institución. Finalmente, ese mismo año, llega la primera promoción de pensionados tras el largo paréntesis impuesto por los conflictos bélicos. El periodo de inactividad había sido especialmente prolongado para la Academia pues a los años de la Guerra Mundial se habían sumado los tres anteriores correspondientes a la Guerra Civil española; además, mientras que el resto de Europa celebraba la victoria de los aliados, en España se había impuesto un régimen dictatorial muy conservador, también en lo artístico. Todo ello hace que la Academia vaya incorporando pausadamente una serie de cambios necesarios para adaptar la institución a la nueva realidad surgida de los escombros de la guerra. 105
A partir de los años 50 se inicia una etapa de renovación que ve aumentar progresivamente el número de actividades culturales y el de disciplinas presentes en la Academia, mientras que va disminuyendo la duración de las pensiones. Este proceso, que continúa a lo largo de los años y llega hasta nuestros días, recibió un fuerte impulso en 1954, cuando el marqués de Lozoya, primer director historiador del arte, logró introducir becas para museólogos, restauradores e historiadores del arte, diferentes de las pensiones, también en su duración. Aunque esta nueva tipología de becarios no se hizo efectiva hasta la década siguiente, en la que se añadieron becas para cinematografía y teatro a partir de 1964, supuso un cambio fundamental para la institución que, en paralelo, vivió un significativo incremento de las actividades de carácter científico animado por la llegada de esos becarios de disciplinas teóricas y, sobre todo, por el interés de los directores de esta época, en su mayoría docentes universitarios y, muchos de ellos, pertenecientes a campos del saber como la historia del arte, la arqueología o la musicología. Es el escultor Venancio Blanco el último director artista de la institución, entre 1981 y 1985. Desde entonces se ha ido imponiendo la elección de candidatos con experiencia en gestión cultural —conservadores de museos y profesores de universidad del área humanística—, línea que vuelve a prevalecer hoy en día, tras el breve paréntesis de seis años en el que fueron nombrados tres directores provenientes del mundo diplomático. Es también de mediados de los años 60 la que probablemente pueda ser considerada la novedad más importante de ese periodo: la incorporación definitiva de las mujeres a la Academia. La presencia femenina no estaba expresamente prohibida pero solo en dos ocasiones esporádicas se había hecho realidad. En 1887 había sido concedida con carácter extraordinario una pensión a la pintora Carlota Rosales, por ser hija del que debía haber sido el primer director de la institución, Eduardo Rosales. En realidad, es la compositora María de Pablos Cerezo la primera mujer pensionada, entre 1928 y 1932, pero desgraciadamente se trató de un hecho aislado. En 1965, noventa y dos años después de la fundación de la Academia y treinta y siete de la pensión de María de Pablos, cruzaba las puertas de San Pedro en Montorio la pintora María Teresa Peña Echeveste, a la que se sumaba un año después la historiadora del arte Aida Anguiano de Miguel y, en 1967, Carmen del Valle Galbán, restauradora. Desde entonces, la presencia femenina será habitual pero solo a partir de los años 80 se registra un incremento realmente importante que ha continuado hasta hoy. Hay que esperar a 1973, en coincidencia con el centenario de la institución, para encontrar otros cambios verdaderamente significativos. El panorama artístico e intelectual en España había mutado profundamente, mientras que la Academia permanecía ligada a concepciones demasiado “decimonónicas” y reglas severas. Basta citar, a modo de ejemplo, la obligación de realizar 106
copias de la Antigüedad o de grandes maestros, en vigor hasta el reglamento de 1973, para entender fácilmente cómo estas normas actuaban solo en detrimento de la libertad creativa de los pensionados. Se creó, además, la figura de un órgano consultivo, el Patronato, en el que buena parte de los puestos se reservaban a la Academia de San Fernando; se eliminaron las anacrónicas pruebas de examen para acceder a las pensiones y se redujo la duración de las residencias a un año. Sin embargo, estos cambios no fueron suficientes para dar respuesta a los anhelos de libertad que los jóvenes pensionados y becarios, al igual que el resto de la sociedad española, reclamaban cada vez con más intensidad en los últimos años del régimen franquista. Los conflictos con el director, el escultor Enrique Pérez Comendador, se fueron haciendo cada vez más frecuentes y la llegada a la dirección del pintor Juan Antonio Morales no consiguió aplacar el clima conflictual heredado de su antecesor. En diciembre de 1974, un grupo de pensionados y becarios escribió al embajador ante el Quirinal y a los miembros del Patronato exigiendo una serie de medidas que mitigasen la severidad de las normas del reglamento de régimen interior que regulaban la vida cotidiana en la Academia, anunciando su renuncia en el caso de que no les fuesen concedidas. Ante la ausencia de respuesta positiva por parte de la Administración, los pensionados cumplieron su amenaza, renunciando todos ellos a sus pensiones y becas. Se abría así una fase de transición en la que la Academia debía adaptarse a los cambios que la llegada de la democracia estaba llevando a la sociedad española. Cada vez con más frecuencia y regularidad se organizaban exposiciones sobre arte y artistas españoles, conciertos y conferencias, y se agudizó el interés de la institución por las actividades y publicaciones de carácter científico
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que se consolidó definitivamente con la incorporación en 1984 a la Academia de la Escuela Española de Historia y Arqueología, institución del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) creada en 1910, que acogía principalmente investigadores en esos dos campos. Esta unión implicó, además, la necesidad de adecuar los espacios para acoger un mayor número de becarios, así como la eliminación de la distinción entre pensionados y becarios introducida en 1954 —que desde ahora se denominan solo becarios—, la simplificación de sus obligaciones y la incorporación de disciplinas como historia y estudios patrimoniales y documentales, que se suman a las ya existentes. Dos años después de la fusión de ambas instituciones, la nueva entidad se convertirá en la Academia Española de Historia, Arqueología y Bellas Artes en Roma. Un hito importante en la historia de la Academia fue la designación como directora de la primera mujer, Trinidad Sánchez Pacheco, que ocupó el cargo entre 1986 y 1990. Esta mentalidad aperturista se reflejó también en un nuevo incremento significativo del número de actividades culturales y en su diversificación, atrayendo cada vez más visitantes a la institución. La escisión de las dos instituciones en 1992, motivada por criterios de eficacia y funcionalidad, comportó una necesaria adaptación de la Academia, sin que esto significase en ningún modo una modificación de la política de la institución, que continuó concediendo becas a arqueólogos, historiadores y otros estudiosos de disciplinas humanísticas y desarrollando iniciativas de carácter científico. Como consecuencia de esa separación, que supuso el traslado de la Escuela del CSIC a una sede independiente, y debido también a la intensificación de los intercambios culturales y a la disolución progresiva de la tradicional separación de los diversos campos artísticos y del saber, la institución pasó a denominarse, a partir de 1998, Academia de España en Roma; además, desde entonces se concederán cada vez con mayor frecuencia becas en diversas disciplinas, más allá de las especificadas directamente en las convocatorias anuales siempre que el proyecto presentado se corresponda con los fines de la Academia y se distinga por su calidad y creatividad. 115
Poco después, en 2001, la Academia abrió sus puertas a los países de América Latina y el Caribe y a los ciudadanos de la Unión Europea y, para alcanzar un mayor aprovechamiento de los recursos públicos, esta flexibilización del sistema de concesión de becas se reforzó con la posibilidad de conceder residencias de pocos meses de duración en función del proyecto presentado, dando así la oportunidad a un mayor número de personas de poder beneficiarse de las estancias en la Academia. Si desde 1873 hasta la pausa impuesta por la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial se contaban ciento veinticuatro pensionados, desde 1949 su número se ha ido incrementando progresivamente, siendo más de ochocientos ochenta los pensionados y becarios que desde esa fecha hasta hoy han disfrutado de las residencias de la Academia. Podemos citar entre ellos a los arquitectos Ramón Vázquez Molezún, José María García de Paredes, Dionisio Hernández Gil y Rafael Moneo; Manuel López Villaseñor, Francisco Echauz, José A. Morera “El hortelano” y Guillermo Pérez Villalta, pintores; Joaquín García Donaire, Francisco López, los hermanos Toledo Sánchez, Juan Bordes y Blanca Muñoz por escultura; los escritores Marcos Giralt, Juan Carlos Mestre, Guadalupe Grande y Eugenia Rico; los músicos Carmelo Alonso Bernaola, Jesús Villa Rojo y Ana María Guijarro; los restauradores Francisco Arquillo, Juan Ruiz Pardo y Carmen del Valle; historiadores del arte como Fernando Marías, Leticia Azcue y Juan María Montijano; las museólogas Fuensanta García de la Torre y Mercedes González de Amezua, nombres todos ellos que sirven como ejemplo de la labor que la Academia ha realizado hasta la actualidad y seguirá desarrollando en el futuro. 119
Para apoyar la actividad de los becarios, así como para ofrecer la posibilidad a otros estudiosos de profundizar en el conocimiento de la cultura iberoamericana, la Academia dispone de una biblioteca especializada en arte, arquitectura y música accesible al público. Desde los primeros años de vida de la institución ha existido una pequeña biblioteca de uso interno, que se abrió a los lectores externos solo a finales de los años 80. En los últimos años de la década siguiente fue objeto de un profundo proceso de renovación que se tradujo en el incremento de sus fondos y en la digitalización del catálogo, y que continuó en los años siguientes con el traslado en 2004 a otros locales más amplios. También en esos años se completaron los trabajos de sistematización de los fondos archivísticos, permitiendo así la consulta de toda la documentación histórica de la institución. La Academia posee, también, una colección permanente de obras de arte compuesta en su mayor parte por obras de los pensionados, ya sean donaciones obligatorias —derivadas del cumplimiento de las normas de los reglamentos— o voluntarias. Entre estas últimas destaca la galería de retratos y autorretratos de pensionados, una serie que reúne las efigies de cuarenta y cinco de ellos realizados entre 1874 y 1919, como los de Francisco Pradilla, Baldomero Galofre, Manuel Oms, Tomás Bretón, José Moreno Carbonero, Santiago Regidor, Agustín Querol y José Ramón Zaragoza. Otras piezas son donaciones de los directores artistas, como algunos yesos originales cedidos por Mariano Benlliure o las esculturas de Enrique Pérez Comendador. Además, forman parte de la colección una serie de vaciados en yeso, copias de esculturas antiguas, adquiridas en su mayor parte en el siglo XIX y, algunas otras, enviadas desde Madrid por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. De esta institución provienen, así mismo, la mayor parte de los grabados que forman parte de los fondos de la Academia. Un número reducido de piezas provienen de donaciones realizadas por artistas que han expuesto en la institución, como es el caso del bronce Mondo in ansia di nascere, de Nino Lupica. Desde principios de los años 2000 la Academia expone varios depósitos temporales: un Retrato de Alfonso XII, proveniente de Patrimonio Nacional, y varias esculturas y lienzos pertenecientes a las coleccio121
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nes del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, obras de los pensionados García Condoy, Benjamín Mustieles, Carmelo Pastor, García Donaire, Ortiz Echagüe, Rafael Reyes Torrent, Teresa Peña, etc., entre las que figura El molino, pintura de Joaquín Valverde Lasarte, que constituyó el último envío de su pensión en 1928. LA ACADEMIA DEL SIGLO XXI La Academia de España es una institución viva que desarrolla un constante ejercicio de adaptación a los tiempos y a los nuevos caminos de la cultura, priorizando siempre la actividad de sus residentes y facilitando el desarrollo de sus proyectos. El proceso de internacionalización de la cultura española vivido en los últimos años y la necesidad de ajustarse a una realidad en la que los procesos creativos son cada vez más multidisciplinares y las fronteras entre unos campos y otros aparecen siempre más diluidas, obligan nuevamente a hacer un ejercicio de reflexión sobre el camino que la institución, cercana a la conmemoración de su 150 aniversario en 2023, debe tomar para continuar desarrollando su misión en el mundo globalizado del siglo XXI. La Academia ha trazado actualmente tres líneas de acción prioritarias y es en torno a ellas que define sus objetivos y programas de actuación: residentes, actividades culturales y conjunto monumental. El apoyo a los residentes sigue siendo, como hemos visto a lo largo de estas páginas, la razón de ser de la institución. Más de mil creadores e investigadores han podido realizar sus proyectos en Roma desde la fundación hasta hoy, contribuyendo al progreso cultural español. La extensión de las becas a ciudadanos de países de América Latina y el Caribe, así como de la Unión Europea, fue el primer paso de un proceso que en los últimos años ha visto aumentar la presencia de artistas procedentes de esas regiones y que, en el próximo futuro, se abrirá a otros continentes. La convicción de que la cultura es un instrumento esencial para la construcción de una sociedad más justa y solidaria se ha concretado en una mayor apertura a la ciudad, con la elaboración de un programa de actividades culturales cada vez más estructurado e integrado en el ambiente cultural romano y enfocado a conseguir una siempre más activa participación de la ciudadanía. Con este objetivo, la Academia ha ampliado sus horizontes alargándolos a otros públicos hasta ahora ajenos a sus actividades. El público juvenil e infantil, así como otros grupos minoritarios, son parte integrante y numerosa de la sociedad y, como tal, deben tener espacio en la Academia. La realización de talleres y laboratorios en los 124
que se favorece una interacción directa entre participantes y creadores, y que, con gran frecuencia, son ideados y desarrollados por los mismos becarios de la Academia, son iniciativas que van en esta línea y que se han incrementado notablemente. Así mismo, para acercar la Academia a toda la ciudadanía, se han diversificado las publicaciones, creando series distintas destinadas a públicos diferentes comunicando así, más eficazmente, las actividades realizadas y dando a conocer el rico patrimonio que posee la Academia. San Pedro en Montorio es un conjunto monumental de gran valor histórico y artístico. Los esfuerzos dirigidos a su valorización se han enmarcado en un Plan Director del complejo y de la institución. Siguiendo sus líneas maestras, se ha iniciado un proyecto para la restauración y puesta en valor del claustro del templete de Bramante y, así mismo, se ha impulsado un programa de restauración de piezas de la colección de bienes muebles de la Academia. En los últimos años han sido publicados varios estudios de carácter científico, así como otros textos de carácter divulgativo, que tienen como objetivo enriquecer el conocimiento del monumento y, como consecuencia, permitir una más eficaz protección, asegurando su correcta conservación, transmisión y disfrute a las generaciones futuras. En este sentido, el recorrido accesible hasta el templete de Bramante, inaugurado en 2015, ha hecho posible la visita de zonas hasta ese momento cerradas o inaccesibles a personas con movilidad reducida. Una serie de paneles ilustrativos explican, además, el origen del complejo monumental, su evolución histórica y la creación y misión de la Academia de España, facilitando a los visitantes una mejor comprensión de su significado e importancia. La búsqueda de una mayor apertura y accesibilidad se ha concretado también en varios proyectos que han contemplado la realización de productos digitales que puedan ser disfrutados online, aprovechando las posibilidades que la tecnología ofrece al facilitar el acceso a la información. Si algunas de estas iniciativas, como la digitalización de los fondos documentales contenidos en el archivo, verán la luz en 2021, otras son ya realidad: publicaciones digitales, exposiciones virtuales, mesas redondas y seminarios transmitidos por internet son hoy instrumentos habituales de la Academia. Este proceso se ha visto acelerado a causa de la terrible pandemia que está afectando a todos los países, obligando a una profunda reflexión sobre la vigencia del actual modelo cultural, de su importancia para la sociedad y de la validez de sus medios de expresión y comunicación, puestos a dura prueba en una realidad inesperada, cambiante y completamente mutada respecto a los parámetros tradicionales. La Academia, inmersa en este debate, debe trazar las líneas de actuación que favorezcan, casi 150 años después de su fundación, seguir contribuyendo activamente al desarrollo de una sociedad plural y más sostenible.
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DIRECTORES Y RESIDENTES
D IRECTO RES Casado del Alisal, José (1873-1881) Pradilla Ortiz, Francisco (1881-1882) Palmaroli González, Vicente (1882-1892) Vera Estaca, Alejo (1892-1898) Villegas Cordero, José (1898-1901) Benlliure y Gil, Mariano (1902-1903) Benlliure y Gil, José (1904-1912) Chicharro Agüera, Eduardo (1913-1926) Blay Fàbregas, Miguel (1926-1933) Valle-Inclán, Ramón M.ª del (1933-1936) Moya Lledós, Emilio (1936-1939) Halcón Villalón-Daoíz, Manuel (1940-1942) Labrada Martín, Fernando (1948-1952) Contreras López de Ayala, Juan de (1953-1957) Vaquero Palacios, Joaquín. Vicedirector (1957-1960) Valverde Lasarte, Joaquín (1960-1967) Blanco Freijeiro, Antonio (1967-1969) Pérez Comendador, Enrique (1969-1974) Morales Ruiz, Juan Antonio (1974-1977) Sopeña Ibáñez, Federico (1977-1981) Blanco Martín, Venancio (1981-1985) Sánchez Pacheco, Trinidad (1986-1990) Lozano Hernández, Jorge (1991-1996) Garín Llombart, Felipe Vicente (1996-2002) Elorza Guinea, Juan Carlos (2002-2005) Otegui Pascual, Rosario (2005-2008) Panés Calpe, Enric (2009-2012) Bordallo Huidobro, José Antonio (2012-2014) Villalonga Campos, Fernando (2014-2015) Albert de León, M.ª Ángeles (2015- )
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SIGLO XI X 1874 -18 75 Zubiaurre Urionabarrenechea, Valentín M.ª de. Música (de mérito) 1874 -18 77 Aguado de la Sierra, Miguel. Arquitectura (de mérito) Álvarez Amoroso, Manuel Aníbal. Arquitectura Amador de los Ríos Villalta, Ramiro. Arquitectura Bellver Ramón, Ricardo. Escultura Chapí Lorente, Ruperto. Música Ferrant y Fischermans, Alejandro. Pintura / figura (de mérito) Figueras y Vila, Juan. Escultura (de mérito) Galofre Jiménez, Baldomero. Pintura / paisaje Maurelo Morales, Vicente. Grabado en hueco Morera Galicia, Jaime. Pintura / paisaje Plasencia y Maestro, Casto. Pintura / figura Pradilla Ortiz, Francisco. Pintura / figura 18 75-18 78 Rodríguez de la Parra Castellano, Manuel Blas. Pintura / figura (de mérito) 1878 -18 8 1 Chapí Lorente, Ruperto. Música (de mérito) Oms y Canet, Manuel. Escultura (de mérito) Rabanal y Fariñas, Francisco. Arquitectura (de mérito) Sanmartí Aguiló, Medardo. Escultura Vera Estaca, Alejo. Pintura / figura (de mérito) Zabala Arambarri, Cleto. Música Zabala y Gallardo, Manuel. Arquitectura 1878 -18 8 2 Figueroa Magbauna, Melesio. Grabado en hueco 18 79-18 8 2 Montserrat Verges, Juan. Arquitectura 1879-18 8 3 Oliva Rodrigo, Eugenio. Pintura / figura Ramírez Ibáñez, Manuel. Pintura / figura Tasso y Nadal, Torcuato. Escultura (de mérito)
1881-1884 Bretón Hernández, Tomás. Música 1882-1885 Espino Iglesias, Felipe. Música Moltó Lluch, Antonio. Escultura (de mérito) Moreno Carbonero, José. Pintura / figura (de mérito) Muñoz Degrain, Antonio. Pintura / figura (de mérito) 1882-1886 Estevan y Fernando, Hermenegildo. Pintura / paisaje 1884-1888 Barrón González, Eduardo. Escultura Fernández-Checa y Saiz, Ulpiano. Pintura / figura Maura Montaner, Francisco. Pintura Querol y Subirats, Agustín. Escultura 1885-1888 Sala Francés, Emilio. Pintura / figura (de mérito) Serrano Ruiz, Emilio. Música (de mérito) 1885-1889 Vancell i Puigcercós, Juan. Escultura (de mérito) 1886-1889 Santamaría del Chorro, Antonio. Música 1887 Rosales Martínez, Carlota. Pintura / figura (pensión extraordinaria) 1 8 8 7- 1 8 9 0 Cuervo Heras, Aquilino. Grabado en hueco 1888 Benlliure y Gil, José. Pintura / figura (de mérito) Benlliure y Gil, Mariano. Escultura Marinas García, Aniceto. Escultura
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188 8 -18 9 1 Santonja Cantó, Miguel. Música (de mérito) 188 8 -18 9 2 Garnelo Alda, José. Pintura / figura Parera Saurina, Antonio. Escultura 18 8 9 -18 9 2 Álvarez Dumont, Eugenio. Pintura / figura Simonet Lombardo, Enrique. Pintura / figura Viniegra y Lasso de la Vega, Salvador. Pintura / figura (de mérito) 18 8 9 -18 9 3 Albiñana Chicote, Alberto. Arquitectura Pavía y Birmingham, Joaquín. Arquitectura (de mérito) Querol y Subirats, Agustín. Escultura (de mérito) 18 9 0 -18 9 3 Regidor y Gómez, Santiago. Pintura / paisaje Sainz Basabé, José. Música 189 5 -18 9 9 Alsina Amils, Antonio. Escultura Álvarez Dumont, César. Pintura / figura Andrade Blázquez, Ángel. Pintura / paisaje Bárbara Balzá, Joaquín. Pintura / figura Carnicer Illa, Fernando. Música Ruiz Martínez, Ezequiel. Grabado Trilles Serrano, Miguel Ángel. Escultura Tuesta Borrás, Emilio. Música
SIGLO XX 18 9 9 -19 0 0 Alea Rodríguez, José. Pintura / paisaje 18 9 9 -19 0 4 Núñez Fernández, Juan. Grabado 19 0 0 -19 0 4 Álvarez de Sotomayor y Zaragoza, Fernando. Pintura / figura Arregui Garay, Vicente. Música Benedito Vives, Manuel. Pintura / figura Chicharro Agüera, Eduardo. Pintura / figura
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Garnelo Alda, Manuel. Escultura Marín Higuero, Enrique. Escultura San Felipe, Francisco Antonio de. Música 1 9 0 2- 1 9 0 6 Llorens Díaz, Francisco. Pintura / paisaje 1 9 0 4- 1 9 0 6 Cotter Chacel, Emilio. Escultura 1 9 0 4- 1 9 0 8 Arriero Moracia, José. Grabado en hueco Aznar Sanjurjo, Francisco. Arquitectura Fernández Alberdi, Manuel. Música Flórez Urdapilleta, Antonio. Arquitectura Martín Laurel, Eugenio. Escultura Ortiz Echagüe, Antonio. Pintura / figura Zaragoza Fernández, José Ramón. Pintura / figura 1 9 07 - 1 9 1 1 Capuz Mamano, José. Escultura Nogué y Massó, José. Pintura / paisaje 1 9 0 9- 1 9 1 3 Anasagasti y Algán, Teodoro de. Arquitectura Arenal Arenal, Rufino. Música Huerta Ayuso, Moisés de. Escultura Labrada Martín, Fernando. Pintura / figura Landazábal Garagalza, Germán M.ª. Música Oroz Lacalle, Leandro. Grabado 1 9 1 1- 1 9 1 5 Tuset y Tuset, Salvador. Pintura / figura 1 9 1 3- 1 9 1 7 Bueno Jiménez, José. Escultura Murillo Rams, Tomás. Pintura / paisaje 1 9 1 5- 1 9 1 9 Argelés Escriche, Rafael. Pintura / figura Calés Pina, Francisco. Música Esbrí Fernández, Francisco. Música Fernández Balbuena, Roberto. Arquitectura Mingo López, Carlos. Grabado en hueco Piqueras Cotolí, Manuel. Escultura 1 9 2 0- 1 9 25 Lafuente Castells, Eugenio. Pintura / figura
192 2 -19 2 8 Álvarez-Laviada y Alzueta, Manuel. Escultura Beltrán Grimal, Vicente. Escultura Moya Lledós, Emilio. Arquitectura Pascual Escribano, Pedro. Grabado Pérez Rubio, Timoteo. Pintura / paisaje Valverde Lasarte, Joaquín. Pintura / figura 192 3 -19 2 8 Remacha Vidal, Fernando. Música 192 3 -19 2 9 Blanco Pérez del Camino, Adolfo. Arquitectura García Mercadal, Fernando. Arquitectura 192 8 -19 3 1 Colón Bauzano, Tomás. Escultura Chicharro Briones, Eduardo. Pintura / figura Prieto Muñoz, Gregorio. Pintura / paisaje 19 2 8 -19 3 2 Pablos Cerezo, María de. Música 19 3 1-193 2 Vivó Torres, Salvador. Escultura 19 3 1-193 4 Berdejo Elipe, Luis. Pintura / figura Gutiérrez Frechina, Francisco. Escultura Rodríguez Orgaz, Mariano. Arquitectura 19 3 1-193 5 Pascual Escribano, Manuel. Grabado 19 3 2 -19 3 5 Molina García de Arias, Jesús. Pintura / figura 19 3 4 -19 3 6 Giner García, Balbino. Pintura Souto Feijoo, Arturo. Pintura / paisaje 19 3 4 -19 37 García Condoy, Honorio. Escultura 19 3 4 -19 3 9 Hervada Díaz de Salas, José Ignacio. Arquitectura
Muñoz Molleda, José. Música Pérez Comendador, Enrique. Escultura 1 9 4 9 - 1 9 51 Vázquez Molezún, Ramón. Arquitectura 1949-1952 López Villaseñor, Manuel. Pintura 1 9 4 9 - 1 9 53 Alegre Núñez, Luis. Grabado Benet Espuny, José. Pintura / paisaje Conejo Merino, Andrés. Pintura / figura Cruz Solís, Fernando. Grabado en hueco Mustieles Navarro, Benjamín. Escultura Pastor Pla, Carmelo. Escultura Pardo Galindo, Victoriano. Pintura / figura 1 9 5 5 - 1 9 57 Carvajal Ferrer, Francisco Javier. Arquitectura García de Paredes Barreda, José M.ª. Arquitectura 1955-1958 Alonso Gómez, Miguel. Música Fernández Barrios, Jesús. Grabado 1955-1959 Beulas Recasens, José. Pintura / paisaje Echauz Buisán, Francisco. Pintura / figura García Donaire, Joaquín. Escultura Reyes Torrent, Rafael. Pintura / figura 1955-1960 Montaña García, César. Escultura 1960 Gefaell Gorostegui, Juan Ignacio. Arquitectura 1960-1962 Alonso Bernaola, Carmelo. Música Torriente Castro, Emilio M.ª de la. Arquitectura 1960-1963 Carrilero Gil, José. Grabado en hueco
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196 0 -19 6 4 Alcorlo Barrero, Manuel. Pintura / figura Celis Gutiérrez, Agustín de. Pintura / paisaje López Hernández, Francisco. Escultura Toledo Sánchez, Francisco. Escultura Zarco Fortes, Antonio. Pintura / figura 19 6 3 -19 6 5 Blanquer Ponsoda, Amando. Música Hernández Gil, Dionisio. Arquitectura Moneo Vallés, José Rafael. Arquitectura 19 6 5 -19 6 7 Arquillo Torres, Francisco. Restauración Ruiz Martínez, Vicente Amadeo. Teatro 19 6 5 -19 6 8 Bethencourt Santana, Manuel. Escultura Datas Panero, Alberto. Pintura / figura Eslava Urra, José Antonio. Grabado Calcográfico Menéndez de Luarca y Navia-Osorio, José Ramón. Arquitectura Peña Echeveste, M.ª Teresa. Pintura / figura Salvador Molezún, Gerardo. Arquitectura Toledo Sánchez, José. Escultura Úbeda Piñeiro, Rafael. Pintura / paisaje 19 6 6 -19 6 8 Anguiano de Miguel, Aida. Historia del Arte Sebastián de Erice y Sánchez-Ocaña, Gonzalo. Cinematografía 196 6 -19 6 9 Oliver Pina, Ángel. Música 196 7-196 9 Ciuró Petit, Jesús. Cinematografía Díaz Merat, Antonio. Dirección y Técnica Teatral Martínez de la Peña y González, Domingo. Historia del Arte Valle Galbán, Carmen del. Restauración 196 9 -1971 Bayo García, Manuel. Dirección y Técnica Teatral
1 9 6 9 - 1 972 Bartolomé García, Adolfo. Pintura / figura Blázquez Sánchez, Fausto. Escultura Cano Hernández, Pedro. Pintura / paisaje Conesa Bermejo, Rodolfo. Escultura / grabado en hueco Méndez Sadia, Julián. Escultura Muñoz Moral, José M.ª. Pintura / figura Villa Rojo, Jesús. Música 1970 Bisquert Santiago, Adriana. Arquitectura López Jaén, Juan. Arquitectura 1 971 - 1 972 Vara Bethencourt, Enrique. Pintura 1 971 - 1 974 Lagares Prieto, Francisco Manuel. Pintura 1973 Marías Franco, Fernando. Historia del Arte 1 974 - 1 975 Álvaro Zamarro, Vicente. Pintura Anda Goicoechea, José Ramón. Escultura Cadenas Dapena, Juan Antonio. Cinematografía Franco Mata, M.ª Ángela. Historia del Arte Gangutia Elícegui, Clara Josefa. Pintura Lombardía Canga, Miguel Ángel. Pintura López Arigita, Eduardo. Grabado Calcográfico Pastor Cardenal, Teresa. Arquitectura Spínola Romero, Rafael. Escultura Tudela Abad, Fernando. Arquitectura 1 975 Giráldez Ceballos-Escalera, Joaquín. Museología 1 975 - 1 976 Barreno Sevillano, M.ª Luisa. Historia del Arte Garriga Riera, Joaquín. Historia del Arte Ruiz Pardo, Juan. Restauración 1 976 - 1 977 Hernán-Gómez Prieto, Beatriz. Historia del Arte
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Portilla Costa, Pedro de la. Restauración Sicart Giménez, Ángel Andrés. Historia del Arte 1976 -1978 Yagüe Llorente, Alejandro. Música 1977 Coderch Planas, Ana M.ª. Historia del Arte 1977-1978 Aquilino Báez, Carlos. Pintura Bellosillo Amunategui, Francisco Javier. Arquitectura Bernárdez Sanchís, M.ª del Carmen. Restauración Díez García de Leániz, M.ª Elisa. Restauración García de la Torre, M.ª Fuensanta. Museología Gay Molins, Jorge Víctor. Pintura Gómez Calpe, Manuel. Historia del Arte González de Amezúa y del Pino, Mercedes. Museología González García, Rafael. Escultura Guijarro Malagón, Ana M.ª. Música / piano Morillo Rocha, M.ª del Pilar. Historia del Arte 1977-1979 Echegaray Fraile, Ricardo de. Escultura Fernández Redruello, Fernando. Pintura Fraile Fraile, Mauricio. Pintura Gutiérrez Mas, Julio. Pintura Padín Fernández, M.ª Dolores. Pintura Sánchez Palomo, Camilo. Escultura / grabado en hueco 1978 Peropadre Muniesa, Ángel. Restauración Arquitectónica 1978-1979 Juste Ballesta, José. Restauración Arquitectónica Laguna Paul, M.ª Teresa. Historia del Arte Martiarena Lasa, José Javier. Restauración Martín Diego, Luis. Música / guitarra Mazarrasa Mowinckel, María. Historia del Arte Revilla Uceda, Mateo. Historia del Arte
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Roquero López, M.ª Luisa. Historia del Arte Tormo Calabuig, M.ª José. Historia del Arte 1 97 9- 1 9 8 0 Aguirre Gil de Biedma, Isabel. Restauración Pictórica Bravo Juega, Isabel. Museología Colón Perales, Carlos Antonio. Historia del Arte Liñán Corrochano, Gloria Beatriz. Historia del Arte Martín Lladó, Miguel Ángel. Música Muñoz-Baroja Peñagaricano, Jesús M.ª. Restauración Arquitectónica Turina de Santos, José Luis. Pedagogía Musical Vela García, M.ª Concepción. Historia del Arte 1980 Esteve Riera, Milagros Remedios. Pintura 1980-1981 Ferragut Alino, M.ª Ángeles. Historia del Arte García Carmona, Miguel. Escultura Garrido Sánchez, Carmen. Grabado Calcográfico Lasso de la Vega Porres, M.ª de Gracia. Historia del Arte Mañero Gutiérrez, Alberto. Pintura Martín López, M.ª Rosa Eva. Historia del Arte Nicolás Gómez, Salvadora M.ª. Historia del Arte Viguera Ruiz, Juan Carlos. Pintura 1981 Ferrer Ferrer, Agustín. Restauración Arquitectónica Mora Alonso-Muñoyerro, Susana. Restauración Arquitectónica Pan de Soraluce Casani, Lucía. Restauración Pictórica 1981-1982 Armenteros González, Eduardo. Musicología Azcue Brea, M.ª Leticia. Historia del Arte Iglesias Rodríguez, M.ª Isabel. Historia del Arte
Gómez Pioz, Eduardo Javier. Restauración Arquitectónica Jiménez de Garnica, M.ª Reyes. Restauración Maure Rubio, Lilia Paloma. Restauración Arquitectónica 19 8 1-198 3 Seco de Arpe, Manuel José. Composición Musical 19 8 2 -19 8 3 Blanco del Dago, M.ª Victoria. Escultura Cano Pérez, Victoria. Grabado Calcográfico Criado Ballesteros, Ángel Baltasar. Escultura Fernández Aguado, M.ª Amalia. Historia del Arte Herrero Rodríguez, Gregorio. Grabado en hueco Prada Vega, José Manuel. Pintura Solano Sanz, Mercedes. Museología Soto Aguirre, Álvaro. Arquitectura 19 8 1-198 4 Ruiberriz de Torres Navarro-Pingarrón, Luis. Museología 198 3 Llorente Morales, M.ª Jesús. Restauración Pictórica 198 3 -19 8 4 Allo Manero, M.ª Adelaida. Historia del Arte Blasco Esquivias, Beatriz. Historia del Arte García Amador, Eva. Restauración del Libro Navarro Granell, Alicia. Historia del Arte Urízar Zubiría, Pilar. Restauración Pictórica 19 8 4 Bassal Riera, José. Música / violín García Sánchez, Concepción. Grabado Martínez del Río, Luis Jaime. Escultura Molina Martos, Manuel. Arqueología Moreno García-Mansilla, Luis. Arquitectura Pagán Santamaría, Juan Antonio. Música Ponce de León Hernández, Pedro. Restauración Arquitectónica Pinart Perales, Carmen. Pintura
1987 Bordes Caballero, Juan. Escultura Calatrava Escobar, Juan Antonio. Historia del Arte Canosa Benítez, Silvia. Arquitectura Cánovas del Castillo Sánchez-Marco, Soledad. Historia del Arte Casares Gallego, Amparo. Arquitectura Diego Arias, Antonio Javier de. Pintura Feduchi Canosa, Pedro. Arquitectura Fernández del Castillo Sainz, Horacio. Restauración Arquitectónica García Sanz, Fernando. Historia Gasull Vilella, Josefa. Historia Gómez Bellard, Carlos. Arqueología Guitart Durán, Josep. Arqueología Gurrea Nozaleda Carmona, Rocío. Restauración Guzmán García, Almudena. Literatura Manzano-Monís y López Chicheri, Manuel. Restauración Arquitectónica Martínez Marín, Isabel. Escultura Martínez Sierra, Pedro. Pintura Montaner Martorell, José M.ª. Arquitectura Moreno Cifuentes, M.ª Antonia. Restauración Mostalac Carrillo, Antonio. Restauración Pérez del Campo, Lorenzo. Historia del Arte Ruiz Bremón, Mónica. Historia Sánchez Milao, M.ª del Carmen. Museología Salto-Weis Azevedo, Marta. Pintura Soto Caba, Victoria. Historia del Arte Sánchez Sánchez, M.ª Ángeles. Cerámica Romana Ulíbarri Arganda, Juan Ramón. Arqueología Vargas Cobos, Isabel [Xabela Vargas]. Pintura 1 9 8 7- 1 9 8 8 Garrido Villa, Federico. Arquitectura 1 9 8 7- 1 9 9 0 Mar Medina, Ricardo. Urbanismo Romano y Arqueología
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198 8 Aparicio Guisado, Jesús M.ª. Arquitectura Bueno de la Peña, Ana M.ª [Ana Rossetti]. Literatura Camiruaga Osés, Idoia. Arquitectura Flórez-Estrada Mallart, Ángel. Escultura García Pistolesi, Juan. Música López-Izquierdo Botín, Alicia. Arquitectura Lorente Lorente, Jesús Pedro. Historia del Arte Llopis Planas, Francesca. Pintura Martín Begué, Sigfrido. Pintura Martínez Parras, Antonio. Historia del Arte Pérez Rodríguez, Fernando. Arqueología Pérez Urizarna, Sara. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Rallo Gruss, M.ª Carmen. Restauración Represa Bermejo, Ignacio. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Rivero Zardoya, Elena del. Pintura Solé Lladós, Daniel. Museología 19 8 8 -19 8 9 Alonso Alonso, Jesús. Pintura Cánovas Belchí, Joaquín Tomás. Cine Carretero López, José. Pintura Cepeda Ocampo, Juan José. Arqueología Fernández-Muro Ortiz, Teresa. Restauración de Bienes Muebles García-Aguilera Collado, Francisco Javier. Restauración del Patrimonio Arquitectónico González Raventós, Aquiles. Arquitectura Griñán Montealegre, María. Historia del Arte Lozano Perea, Pablo Ignacio. Escultura Llorca Casanueva, Vicente. Historia del Arte Molina Bermejo, José Manuel. Historia del Arte Onzaín Bárcena, Lucía. Escultura Orts Ruiz, José Antonio. Música Peláez Comas, Paloma. Pintura Pérez Urizarna, Sara. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Pérez Villalta, Guillermo. Pintura
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Santiago Godos, Victoria. Restauración de Bienes Muebles Vaquero Piñeiro, Manuel. Historia 1 9 8 8- 1 9 9 0 Márquez Moreno, Carlos. Arqueología Mora Rodríguez, Gloria. Arqueología 1 9 8 9- 1 9 9 0 Álvarez Basso, Darío. Pintura Concha Vázquez, Félix de la. Pintura Gallego Roca, Francisco Javier. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Iglesia Santamaría, Miguel Ángel de la. Arquitectura López de Lerma Lázaro, M.ª Jesús. Restauración de Bienes Muebles López Pérez, Manuel. Escultura Martín Hernández-Cañizares, Cristóbal. Escultura Miquel Santed, Luis Enrique de. Arqueología Morera Ortiz, José Alfonso [El Hortelano]. Pintura Muñoz Anchústegui, Isabel. Historia del Arte Revillo Pinilla, Luis Javier. Arquitectura Rodríguez-Acosta Márquez, José M.ª. Restauración de Bienes Muebles Sánchez Siscart, Montserrat. Historia del Arte Úbeda de los Cobos, Andrés. Historia del Arte 1 9 9 0- 1 9 9 1 Alonso García, Eusebio. Arquitectura Arqués Soler, Francisco. Arquitectura Azcona Olivera, Antonio Jesús. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Blasco Perujo, Isidro. Escultura Girbau García, Jorge Luis. Escultura Hernández Núñez, Juan Carlos. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Larrañaga Domínguez, Patxi Joseba. Música Martínez Valverde, Lucía. Restauración de Bienes Muebles Matamoro Irago, Eduardo [Din Matamoro]. Pintura Moreno Cuadro, Fernando. Historia del Arte Muñoz Gonzalo, Blanca. Grabado
Rodríguez-Arana Muñoz, Esperanza. Restauración de Bienes Muebles Sáez Martí, Manuel. Pintura Sánchez Lampreave, Ricardo. Arquitectura Toledo Mur, Asunción. Arqueología Vaquero Piñeiro, Manuel. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Von Berner-Sérbojov Palos, Darya. Pintura 19 9 0 -19 9 2 Dupré Raventós, Xavier. Arquitectura Romana Mateos Cruz, Pedro. Arquitectura Paleocristiana Salcedo Garcés, Fabiola. Iconografía Romana Santos Velasco, Juan Antonio. Arqueología Etrusca e Ibérica
Martínez Domingo, Yolanda. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Méndez Baiges, M.ª Teresa. Historia del Arte Miguel Arbones, Eduardo de. Arquitectura Montero Fernández, Francisco Javier. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Montijano García, Juan M.ª. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Navarro Cañada, Joaquín. Arqueología Navarro Velilla, Justo. Literatura Pajares Ayuela, Paloma. Arquitectura Sanz Gómez de Segura, M.ª Dolores. Restauración de Bienes Muebles
199 1-199 2 Alonso de Lucas, Marta. Arquitectura Gómez Cossío, Pilar. Pintura Gómez Lorenzo, María. Pintura Guitián Garre, M.ª Fernanda. Restauración de Bienes Muebles Martí Zaro, Elena. Grabado Martínez Rubio, Beatriz. Restauración de Bienes Muebles Matallana Bulnes, Santiago. Cine Maya Cortés, Antonio. Pintura Mora Rodríguez, Valeriano. Arquitectura Moraza Pérez, Juan Luis. Escultura Pérez-Carrillo López, Inmaculada. Restauración de Bienes Muebles Rey Seara, Eusebio. Arqueología Reyero Hermosilla, Carlos. Historia del Arte San Vicente González de Aspuru, José Ignacio. Arqueología Torán Mira, Silvia. Música
1993-1994 Carrillo Díaz-Pinés, José Ramón. Arqueología León Alonso, José Antonio de. Pintura Fernández-Ordóñez Hernández, Lorenzo. Arquitectura Ferrer Ballester, M.ª Teresa. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Gil Navarro, Margarita [Marga Clark]. Fotografía Marín Bocanegra, Ignacio. Música Moreno Insertis, Pilar. Pintura Navarro Cubero, Susana. Restauración de Bienes Muebles Peral García, Alberto. Escultura Rojas Peinado, Antonio. Pintura Rojo de Castro, M.ª Luisa. Grabado Rubert Catalá, Juan Luis. Pintura Sanz Gómez de Segura, M.ª Dolores. Restauración de Bienes Muebles Seixas Díaz, Leandro. Escultura Sierra Morillo, Valeriano. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Vázquez Barrado, Ana. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico
19 9 2 -19 9 3 Álvarez Cáccamo, Berta. Pintura Benet Jordana, Eugenio. Pintura Camarero Benito, César. Música Doménech Alcover, Antonio. Pintura González Espaliú, José [Pepe Espaliú]. Escultura González Zapatero, Rafael. Pintura Jiménez Flores, Ana M.ª. Arqueología
1994-1995 Alonso Campoy, Margarita. Restauración de Bienes Muebles Artés Rodríguez, María. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Gil Ruiz, Miguel. Música González Milicua, Pablo. Escultura Hernández Diego, M.ª Luz. Restauración de Bienes Muebles
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Jack Sanz-Cruzado, Sofía. Escultura Larroy Zubero, Enrique. Pintura Lazkano Ortega, Ramón. Música Llorca Casanueva, Pablo. Literatura y Cine Moreno Caballero, Beatriz. Restauración de Bienes Muebles Moreno González, Manuel Fernando. Arqueología Pérez de Vargas y Saldaña, José Antonio. Pintura Pérez-Porro López, Víctor. Pintura Pesquera González, Eduardo. Arquitectura Sánchez Hernández, Alberto. Pintura Uscatescu Barrón, Alexandra. Arqueología 19 9 5 -19 9 6 Alonso Campoy, Margarita. Restauración de Bienes Muebles Baquero Riazuelo, José M.ª. Arquitectura Bravo Maldonado, Hilario. Pintura Canosa de Puig, Eulalia. Artes Escénicas Celis D’Amico, Flavio. Arquitectura Ciria Baraja, José Manuel. Pintura Conde Ayala, Antonio. Pintura Coppel Arizaga, M.ª Rosario. Teoría e Historia de las Artes García Hernández, Isabel M.ª. Restauración de Bienes Muebles García-Abril Ruiz, Antón. Arquitectura Goyenetxea Uzkanga, Begoña. Escultura Hernández Diego, M.ª Luz. Restauración de Bienes Muebles Hernández Latas, José Antonio. Teoría e Historia de las Artes Hernando Sánchez, Carlos. Teoría e Historia de las Artes Lalanda Sanmiguel, Gemma M.ª. Restauración del Patrimonio Arquitectónico López Cuenca, Rogelio. Pintura Luque Rodríguez, Francisco. Música Manchado Torres, M.ª Luisa. Música Mestre Froissard, Joel. Pintura Paz López-Novoa, Javier de. Música Rodríguez Marcos, Francisco Javier. Literatura Rodríguez-Vigil González-Torre, Luis. Pintura Rueda Azcuaga, Jesús. Música Salas Álvarez, Jesús de la Ascensión. Arqueología
Uscatescu Barrón, Alexandra. Arqueología Zabalbeascoa Conca, Anatxu. Teoría e Historia de las Artes 1 9 9 6 - 1 9 97 Aparicio Galparsoro, Miguel. Pintura Artero Fernández-Montesinos, Juan Manuel. Música Cano Navas, M.ª Luisa. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Corujeira Marcovecchio, Alejandro César. Pintura Chaves Montoya, M.ª Teresa. Teoría e Historia de las Artes Díaz Flores, Florentino. Pintura Feduchi Canosa, Luis. Arquitectura Fernández Lizán, Francisco Javier. Pintura Flores Llanos, Damián. Pintura García Casas, José Ignacio. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Giralt Torrente, Marcos. Literatura Hurtado de Mendoza Wahrolén, M.ª Asunción. Arquitectura López López, José Manuel. Música Montaño Rivero, Carlos. Escultura Muñoz Millanes, José. Estética Pérez Cebrián, Teresa. Escultura Platero Ochoa, Arantza. Restauración de Bienes Muebles Rodríguez Ariño, Marta M.ª. Arquitectura Sánchez Martínez, Encarnación [Aymara]. Restauración de Bienes Muebles Sánchez-Verdú, José M.ª. Música Sanz Gimeno, M.ª del Carmen. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Villarino Pérez, Miguel Ángel. Grabado Zurinaga Fernández-Toribio, Salomé. Arqueología 1 9 97- 1 9 9 8 Calandín Hernández, Emilio. Música Casillas Moreno, M.ª Inmaculada. Arqueología Cerezales Laforet, Agustín. Literatura Fernández Ansuátegui, Carmen. Restauración de Bienes Muebles Fuentes Fernández, Antonio Marcelo. Pintura Garcerá Ruiz, Francisco Javier. Pintura García Grinda, Efrén. Arquitectura
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Lacasa Díaz, Mercedes. Restauración de Bienes Muebles Lazkano Pérez, Jesús M.ª. Pintura Lio Martorelli, Laura. Escultura Martínez Pérez, Javier. Escultura Mayordomo Poyatos, M.ª Concepción. Arqueología Muñoz Alonso, M.ª Dolores. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Ossa Santos, Teresa de la. Arqueología Pagola Marín, Javier. Pintura Pérez Mestre, Juan Carlos. Literatura Pérez Pereda, M.ª Luisa. Pintura Ramos Bellotti, Evaristo. Escultura Salort Pons, Salvador. Teoría e Historia de las Artes Sánchez Salcedo, Ana M.ª. Teoría e Historia de las Artes Selgas Rubio, José. Arquitectura Soler Rebassa, Joan. Arquitectura Torres Ortiz, Mariano. Arqueología Valls Schorr, Gabriela. Estética Zárate Rodríguez, José. Música 199 8 -19 9 9 Arquillo Avilés, David. Restauración de Bienes Muebles Bollaín Pérez-Mínguez, Marina. Artes Escénicas Bosch Azcona, José Javier. Cine Bouzo Bouzas, Manuel. Pintura Brull i Casadó, Carlos. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Campos Gómez, Roberto. Pintura Díaz Gutiérrez del Álamo, Antonio [Antonio del Álamo]. Literatura Escuder Viruete, Joaquín. Pintura García Andújar, Rosa. Artes Escénicas García Gutiérrez, Adrián. Escultura Gómez Cabot, Antonio [Antonio Cabot]. Grabado Juárez Ortiz, Rafael Enrique. Literatura López Maestro, Antonio Félix [Antonio Manilla]. Literatura López Parada, Esperanza. Estética Menard, Françoise. Pintura Negrete Plano, Almudena. Teoría e Historia de las Artes Payo Hernánz, René-Jesús. Teoría e Historia de las Artes
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Pérez de la Paz, José Ignacio. Cine Pizarro Juanas, Esther. Escultura Ramos Rubert, Eulalia. Restauración de Bienes Muebles Ruiz Cabrero, Luis Alberto. Arqueología Salort Pons, Salvador. Teoría e Historia de las Artes Tristán Tristán, Isabel. Pintura Vicente Sánchez, José Joaquín. Arqueología Zimbaldo Vitelli, Daniel. Música
S I G LO X X I 1999-2000 Belinchón Hueso, Sergio. Fotografía Calzón García, África. Estética Castro Galán, Alicia. Artes Escénicas Gárate Llombart, Ignacio M.ª. Restauración de Bienes Muebles Hernández Castelló, Esteban. Musicología Laborda Yneva, José. Arquitectura Layuno Rosas, M.ª Ángeles. Teoría de las Artes Lobo del Pozo, María. Restauración de Bienes Muebles Marcos Diez, David. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Márquez Moreno, Carlos. Arqueología Martínez Ramírez, Sofía. Música Maya Cortés, Jerónimo. Pintura Medina Lloro, Juan Antonio. Música Mensuro Puente, Asier. Teoría de las Artes Montoro Beltrán, Sergio. Grabado Negrete Plano, Almudena. Teoría de las Artes Nicás Caballero, Juan Manuel. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Oliver-Bonjoch i Oliver, Jesús. Arquitectura Ortega Pomet, Francisco [Paco Pomet]. Pintura Pozo de la Cuadra, Teresa del. Escultura Ruiz de Azúa Martínez, Elena. Teoría de las Artes Sabaté Lerín, Mar. Restauración de Bienes Muebles Sánchez González, Ana. Pintura Tena Brun, Gonzalo. Pintura Valderrey Cuenca, Eduardo. Escultura
Vidal Cruzado, Nuria. Grabado Villalonga Campos, Rocío. Escultura Zamora López, José Ángel. Arqueología 20 0 0 -20 0 1 Almagro Vidal, Ana. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Alonso Pereira, José Ramón. Teoría e Historia de las Artes Andújar Escribano, Eva. Restauración de Pintura Mural Ballesteros Martín, Inmaculada. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Bestué Cardiel, Isabel. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Bonilla Gago, Juan. Literatura Borrego Talavera, Miguel. Escultura Bosqued Lacambra, Pilar. Teoría e Historia del Arte Carratalá López, Pascual [Calo Carratalá]. Pintura Delgado Gómez, Sarabel. Musicología Esteban Gómez, Teresa. Escultura Fernández Mayo, José Santiago [Santiago Mayo]. Pintura García Ibáñez de Opakua, Aránzazu. Restauración de Bienes Muebles Gayá Soler, Luis Javier. Grabado González Pérez, José Luis. Arqueología Gracia Zamacona, Carlos. Arqueología Izco Monguilán, Julián. Literatura López-Vega González, Martín. Literatura Lorente Sainz, Jaime. Pintura Millán Rodríguez, Joaquín. Pintura Moralejo Ortega, Macarena. Estética Pena Figueruelo, Nuria. Grabado Ramos Gómez, Francisco Javier. Pintura Renacentista Ruiz Mollá, Catalina. Artes Escénicas Salort Pons, Salvador. Pintura Barroca Sánchez-Jáuregui Aldañés, M.ª Dolores. Teoría e Historia de las Artes Soler Baena, Ana. Escultura Villanueva Hering, Miguel. Música 20 0 1-2 0 0 2 Almagro Vidal, Ana. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Alonso Acebes, M.ª Teresa. Escultura
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Astuy Losada, Luis Eduardo. Grabado Barahona Quintana, Nuria. Pintura Barroca Bello Fernández, Juan José. Literatura Bestué Cardiel, Isabel. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Canalda i Llobet, Silvia. Teoría e Historia de las Artes Casariego Córdoba, Martín. Literatura Cuéllar Costa, Juan José. Pintura Erkoreka Graña, Gabriel. Música Jiménez Renjifo, Fernando. Artes Escénicas Juárez Ortiz, Rafael Enrique. Literatura Lozano Egea, Javier. Pintura Lucas Murillo de la Cueva, Patricia. Restauración de Bienes Muebles Martín Hernán, Vicente. Fotografía Martínez Maza, M.ª Clelia. Arqueología Mederos Martín, Alfredo. Arqueología Menéndez Argüín, Adolfo Raúl. Arqueología Moralejo Ortega, Macarena. Estética Morell Sixto, Alberto. Arquitectura Peralta Andrés, José M.ª. Pintura Peruarena Arregui, Juan. Artes Escénicas Ramos Guadix, Juan Carlos. Grabado Reyero Hermosilla, Carlos. Historia del Arte (pensionado emérito) Rivera Blanco, Javier. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Robles Robles, Antonia Amor. Teoría e Historia de las Artes Rodríguez Rico, M.ª del Carmen. Pintura Barroca Serrallet Gómez, Rafael. Música Varela Merino, Lucía. Pintura Renacentista Villar Blanca, Gloria. Escultura Villar Fernández, Cristina. Restauración de Escultura Viver Gómez, Javier. Escultura 2 0 0 2- 2 0 0 3 Aguilar Torres, Isla. Museología Barba Muñiz, Andrés. Literatura Bárcena Melero, M.ª Ángeles. Literatura Boix Chornet, Anna. Documentación e Investigación del Patrimonio Histórico Díez Huertas, Celia M.ª. Restauración de Bienes Muebles Dozza, Bruno. Música Enseñat Benlliure, Lucrecia. Historia del Arte
Escudero Remírez, Cristina. Restauración Fernández-Santos Ortiz-Iribas, Jorge. Teoría e Historia de las Artes González Fraile, Eduardo Miguel. Restauración del Patrimonio Arquitectónico (pensionado emérito) González Vilar, Juan. Fotografía Llinás Martínez, M.ª del Carmen. Historia del Arte Martínez Leal, Enrique Hildebrando. Grabado Martínez Maza, M.ª Clelia. Arqueología Mayoral Corral, Gonzalo. Pintura Monterroso Checa, Antonio Javier. Arqueología Muñoz Asensio, Tomás. Artes Escénicas Oti Ruiz, Laura. Música Pastor Calle, José Luis. Pintura Pérez Preciado, José Juan. Historia del Arte Pina Martínez, Alberto. Pintura Redín Michaus, Gonzalo. Pintura Barroca Reuter, Anna. Teoría e Historia de las Artes Rivera Fernández, Raquel. Música Rodríguez Segovia, Constanza. Restauración Rodríguez Tascón, Isidro. Escultura Torca Felipe, Ruth Irene. Cine Valero Ramos, Elisa. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Vicario Merino, José Luis. Escultura 2 0 0 3 -20 0 4 Alonso Borso di Carminati, María. Pintura Álvarez Méndez, M.ª Eugenia [Eugenia Rico]. Literatura Banegas de Juan, Inés M.ª. Restauración Belinchón Hueso, Raúl. Fotografía Blasco Sales, M.ª Jesús. Historia del Arte Calderón Martín, Emilio. Literatura Castaño Gutiérrez, Nuria. Artes Escénicas Fernández-Santos Ortiz-Iribas, Jorge. Historia del Arte García García, Miguel Ángel. Historia del Arte Huelves Muñoz, M.ª José. Historia del Arte Hurtado de Mendoza Wahrolén, José M.ª. Arquitectura Matus Calleros, Luciano. Escultura Muñoz Martínez, Ana Belén. Historia del Arte
Queipo Gutiérrez, Carolina. Musicología Riestra Rodríguez-Losada, Blanca. Literatura Rivera Fernández, Raquel. Música Rubio Gómez, M.ª Ángeles. Historia del Arte Sanz García, M.ª del Mar. Restauración Talavera Peñalva, José. Pintura Valiente Calderón, Beatriz. Grabado 2004-2005 Aparicio Belmonte, Juan. Literatura Barceló Chico, Isabel. Literatura Bejarano Coca, Diana Carolina. Fotografía Blanco-Cobaleda Valdés, María. Pintura Canalda i Llobet, Silvia. Historia del Arte Canogar Mckenzie, Diego Rafael. Escultura Cortijo Panero, María. Musicología Crespo Delgado, Daniel. Historia del Arte Gañán Sequeira, Emilio. Pintura García Cuadrado, Isabel. Grabado Grau Fernández, Marta. Arquitectura López Alonso, Mónica. Escultura Mancho Suárez, Carles. Historia del Arte Meseguer Mayoral, Rosell. Pintura Olivares Luque, Juan Ángel. Pintura Peral García, Alberto. Fotografía Portela Lopa, Antonio. Poesía 2005-2006 Andino Pol, Lorena. Restauración Bustamante González, Iván. Historia del Arte Deltell Escolar, Luis. Cine Diehl López, Victoria. Artes Plásticas Esquivias Galerón, Óscar. Literatura García López, David. Historia del Arte García Velayos, Jorge. Artes Plásticas Guerrero López, Cristina. Restauración Hernández del Amo, Ana M.ª. Artes Plásticas Hernández Sanz, Secundino. Artes Plásticas Huguet Ivern, Laia. Restauración Lera Santín, Alicia de. Restauración Medal Francesc, Tatiana. Artes Plásticas Navas Hermosilla, Alina. Historia de las Artes y Estética 2 0 0 6 - 2 0 07 Alarcón Izquierdo, Samuel. Cine Barja Sánchez, Loreto. Artes Plásticas Carrió Invernizzi, Diana. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes
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Castillo Aira, Naia del. Fotografía Cebrián Coello, Mercedes. Literatura Fluxá Álvarez-Miranda, Bárbara. Artes Plásticas Gutiérrez Román, José. Literatura Heras González, Juan Pablo. Artes Escénicas Herrero de Jáuregui, Amaya. Restauración Lamas Doménech, Rafael. Música Marco García, Víctor. Historia del Arte Martínez Romero, Jesús. Restauración Meléndez Bernués, María. Restauración Prieto Pedregal, M.ª José. Restauración Sarmiento Ramírez, Ismael. Estética y Museología Vadillo Pérez, Eneko. Música Vázquez de Ágredos Pascual, M.ª Luisa. Historia del Arte Villaseñor Sebastián, Fernando. Historia del Arte 20 07-20 0 8 Aguilar Benavides, Luis Javier. Arquitectura Canes Chved, Alicia. Historia del Arte Casado Arroyo, Rosa M.ª. Artes Escénicas Casas Ruiz, Juan Francisco. Artes Plásticas Fernández Fernández, Teresa. Restauración Gómez González, Germán. Fotografía Grande Aguirre, Guadalupe. Literatura Herbello Hermelo, Francisco. Artes Plásticas Lafuente Fernández, Diana. Restauración Lage de la Rosa, Marta. Restauración Mahiques Benavent, José Moisés. Artes Plásticas Manrique Ara, M.ª Elena. Historia del Arte Núñez Pombo, Ángel. Artes Plásticas Ortueta Hilberath, Elena de. Restauración Pascual Noguerol, M.ª Cristina. Música Ramírez Angulo, Ana M.ª. Historia del Arte Rega Castro, Iván. Restauración Renzi, Martina. Arqueología Ruiz Gutiérrez, Pilar. Cine Sánchez García, José M.ª. Arquitectura Wulf Barreiro, Federico. Arquitectura
2008-2009 Aguado Molina, María. Arqueología Ara Fernández, Ana. Historia del Arte Arroyo Esteban, Santiago. Historia del Arte Blasco Pérez, Valle. Restauración Buchwald Eguía, Ingrid M.ª. Artes Plásticas Carnicero Alonso-Colmenares, José Ignacio. Arquitectura Delgado González, Jesús. Restauración Deu Ferrer, Nuria. Restauración Díez del Corral Corredoira, Pilar. Historia del Arte Estrada Torío, José Ignacio. Música Fernández Elorza, Héctor. Arquitectura Fernández Maquieira, Fernando. Fotografía Fernández Martínez, Horacio. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Fumadó Ortega, Iván. Arqueología Gallego García, Raquel. Historia del Arte Lesmes González, Daniel. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Pascual Chenel, Álvaro. Historia del Arte Sabater i Garau, Jaume Simó. Artes Plásticas Saiz Martínez de Pisón, José Manuel. Artes Plásticas Sánchez Detena, Antonio [Toni Tena]. Artes Visuales 2009-2010 Amo Ozaeta, Yolanda del. Fotografía Barnadas i Ribas, Mireia. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Bombín Rodríguez, Amaya Natalia. Artes Plásticas Cabrera Betancort, José. Cine Conde-Salazar Pérez, Jaime. Artes Escénicas Curiel Núñez, Miguel Ángel. Literatura Fabuel Robledo, Juan. Fotografía Fernández Vázquez, María [María Vallina]. Artes Plásticas Flores Soto, José Antonio. Arquitectura Haro García, Noemi de. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Montalvo Cleofé, Dolores. Restauración del Patrimonio Arquitectónico Morilla Chinchilla, Santiago. Artes Plásticas Sala Calvo, Avelino. Artes Plásticas
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Soriano Nieto, Nieves. Estética Villar Vázquez, Francisco. Fotografía 20 10-20 11 Cabrera Rodríguez, Patricio. Artes Plásticas Diez Ibargoitia, María. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Domínguez Rodríguez, José M.ª. Música y Musicología Edler Copes, Aurélio. Música y Musicología Galeote Carrascosa, Julio. Fotografía García Fernández, Carlos. Arquitectura González Mesa, Bruno. Literatura González Ortega, Clara. Fotografía González Panicello, Ignacio. Patrimonio Arquitectónico Jaurrieta Bariain, Andrea. Cine Jiménez Valverde, Laura. Estética y Museología Lavín Berdonces, Ana Carmen. Estética y Museología León Alvarado, M.ª Asunción. Artes Escénicas Masip Soriano, Ángel. Artes Plásticas Mora Pérez, Guillermo. Artes Plásticas Varela Álvarez, Pelayo. Artes Plásticas Víllora Gallardo, Pedro Manuel. Artes Escénicas 20 11-20 12 Álvarez-Laviada García, Irma. Pintura Anta Gutiérrez, Paula. Fotografía Blanco Aparicio, Jaime. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Buide del Real, Fernando. Música y Musicología Contreras Vázquez, Manuel Alejandro. Música y Musicología García Roy, Diana. Escultura Jiménez Jiménez, Ana M.ª. Arquitectura Martín Vime, Sergio. Arquitectura Morán Méndez, Ruth. Pintura Navarro Peralta, Sonia. Pintura Noya Ansede, M.ª José [Fefa Noia]. Artes Escénicas Reboiras Rosales, Arturo. Pintura Rodríguez González, Belén. Pintura Rodríguez Santana, Efraín. Creación y Crítica Literaria
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Suárez Stenberg, Arild. Música y Musicología Valle González, Raúl del. Arquitectura Yeregui Tejedor, Jorge. Fotografía 2012-2013 Ardanaz Ruiz, Cecilia. Arquitectura y Restauración del Patrimonio Artístico y Cultural Arroyo de la Morena, Tamara. Artes Visuales Brugarolas Alarcón, M.ª Luisa. Artes Escénicas Cócola Gant, Agustín. Arquitectura Contreras Elvira, Carlos. Literatura Corazón Ardura, José Luis. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Cuba Taboada, Miguel. Artes Visuales García Falagán, Julio. Pintura Genes Radawski, Alejandro Pablo. Artes Escénicas Mancebo Roca, Juan Agustín. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Martínez Lombó, Enrique. Estética y Museología Martínez Santa-María, Luis. Arquitectura Mogollón Naranjo, Ana M.ª. Artes Visuales Noguero Ricol, José. Escultura Saladrigues Brunet, Oriol. Música y Musicología Tornero Cruz, Miguel Ángel. Fotografía Trénor Colomer, María. Cine Zubero Apodaca, Begoña. Fotografía 2013-2014 Arregui López, Juan [Juancho Arregui]. Escultura Banal Xifré, Isabel. Escultura Cardenete Rivera, Javier. Cine Castañón Muñiz, Carmen. Artes Escénicas Franco Díaz, Arturo. Arquitectura González Galán, Ignacio. Arquitectura Hernández Riquelme, Mar. Grabado Herrera Martínez, Jesús. Pintura Izquierdo Toscano, Alejandro. Arquitectura y Restauración del Patrimonio Artístico y Cultural Méndez Fraga, Jorge Luis. Diseño Gráfico y Net Art Moreno Sánchez, Francisco Javier. Música y Musicología
Pazos Sanmartín, Federico. Cómic Renes Sanz, Fernando. Pintura Rubín Grassa, Javier. Cómic Santaella Martín, Aníbal. Diseño Secall Mellén, Joaquín. Cómic Tomás García, Jorge. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes
Montoya Vozmediano, Clara. Artes Visuales Muñoz López, David. Cine Ramírez Blanco, Julia. Teoría, Análisis y Crítica de las Bellas Artes Rodríguez Villalobos, Rafael. Artes Escénicas Tornero Sanchís, Josep. Artes Visuales Zamora González, Juan. Artes Visuales
2 0 14-20 15 Abad Roses, Antoni. Diseño Gráfico y Net Art Alfaro Yanguas, Greta. Videocreación Bordes Cabrera, Enrique. Diseño Conde Rodríguez, Samuel Leví. Música y Musicología Donaire García de Mora, Jesús. Arquitectura Espasa Rodríguez, Joan. Literatura García González, M.ª Cristina. Arquitectura Isasi Arce, Miriam. Escultura Leto Redondo, Yann. Pintura Lobera Calzado, Almudena. Artes Visuales Morey Gomila, Joan. Escultura Ortiz Albero, Álvaro Ismael. Cómic Silvestre David, Adrián. Cine Vigolo, Giuseppe. Grabado
2016-2017 Banet Masa, Rosalía. Arte y Gastronomía Cantero Sanz, Irene. Artes Escénicas Casaramona Gual, Joan. Cómic Esteban Crespo, Carlos Higinio. Videocreación Fernández Carbonell, Sergio [Tyto Alba]. Cómic Fernández Gibellini, Laura. Pintura Giralda Sato, Santiago. Pintura Gómez Galayo, Andrea + Campos Omil, Diego [Los Bravú]. Cómic Gómez Bárcena, Juan. Literatura Jaén Ruiz, Mercedes. Diseño Industrial Jiménez Casado, David. Fotografía Lara Morcillo, Santiago. Pintura Lara Moreno, Aitor. Fotografía Leal Ortega, Miguel Ángel [Miki Leal]. Pintura Lombardía González, Ana. Música y Musicología Prieto Souto, Xose Antonio. Historia del Arte Resco Bonelli, Víctor. Diseño de Moda Ruibal García, Beatriz. Cine Sádaba Murguía, Estibaliz. Videocreación Sánchez Sánchez, Suset. Historia del Arte Santolaya Ruiz-Clavijo, Antonia. Cómic Sotolongo Menéndez, Claudio. Diseño Gráfico Torrico Cuadrado, Estrella. Archivo y Documentación Ydáñez Ydáñez, Santiago. Pintura
2 0 15-20 16 Arenillas Juanas, Susana. Fotografía Bethencourt Pérez, Fátima. Música y Musicología Bettini Loyarte, Gabriela. Artes Visuales Blanco Tejero, Antonio. Música y Musicología Catalán Rubio, Andrés. Literatura Conde Peidró, Jorge. Artes Visuales Cuenca Rodríguez, M.ª Elena. Música y Musicología Díaz López, Alberto. Cine Domínguez Gómez, Benjamín. Restauración Ferrer Forés, Jaime José. Arquitectura González Cela, Jaime + Pedrón Nicolau, Manuela. Museología y Comisariado Gracenea Zapirain, Iñaki. Artes Visuales Guerrero Sánchez, José Manuel. Fotografía Juárez Polanco, Ulises. Literatura López Lam, Martín. Cómic Madriñán Fernández, Jesús. Fotografía Molina Fuentes, Inés. Artes Escénicas
2 0 1 7- 2 0 1 8 Arbizu Martínez, Javier. Pintura Baraja Rodríguez, Juan. Fotografía Bonadies, Ángela. Fotografía Castro González, Julia de. Artes Escénicas Chicote Pompanin, M.ª Teresa. Historia del Arte
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Coromina Navarro, Roberto. Pintura Doiz Larraz, Miren. Pintura Esteban Casañas, María. Arquitectura González-Hontoria Berasategui, Javier. Museología, Comisariado y Mediación Artística Hernández Molano, Cecilia. Artes Escénicas Herrera Luque, Inmaculada. Grabado Leiro Fernández-Cuesta, Miguel. Diseño Industrial Marina Cobo, Miguel. Pintura Mayendía López, Leire. Diseño Gráfico Negro Romero, Álvaro. Pintura Núñez Hierro, Nuria. Música y Musicología Pastor Vila, Santiago. Conservación y Restauración de Bienes Culturales Paúl López de Viñaspre, Abel. Música y Musicología Rossignoli, Milena. Arte y Nuevas Tecnologías Royo Barrera, M.ª Gisèle. Cine Sáez Castán, Javier Rafael. Cómic Trapanese, Elena. Archivo y Documentación Zamora Tardío, Ana. Artes Escénicas 20 18-20 19 Amondarain Ubarrechena, José Ramón. Pintura Ardanaz Ruiz, Taxio. Pintura Barrio Diez, Itziar. Videocreación Bragado Fernández, Igor. Arquitectura Canepa Olaechea, Andrea. Escultura Combarro García, Nicolás. Fotografía Díaz Ramos, Isolina. Conservación y Restauración de Bienes Culturales Dopazo Ruibal, Lara. Literatura Fernández Palomar, Silvia. Diseño Gráfico Ferrer Forés, M.ª Ángeles. Música y Musicología Fidalgo Lareo, Pablo. Artes Escénicas González Romero, Pedro [Pedro G. Romero]. Arte y Nuevas Tecnologías Huertas Uhagón, Begoña. Literatura Huete Iglesias, Julia. Cómic Moraleda Gamero, María. Conservación y Restauración de Bienes Culturales Portillo Galán, Jorge [Jorge Galán]. Literatura Ramos-Yzquierdo, Marta. Museología, Comisariado y Mediación Artística
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Sádaba Murguía, Estibaliz. Videocreación Sánchez-Cabezudo Blasco, Fernando. Artes Escénicas Santomé Rodríguez, Borja. Cine Talens Pardo, Anna. Escultura Villafranca Jiménez, M.ª del Mar. Historia del Arte Vizcaíno Estevan, Antonio. Archivo y Documentación 2019-2020 Ais Larizgoitia, José Ramón. Fotografía Berrocal Ramírez, Carla. Cómic Bustelo García, Ana. Cómic Cera Bernad, Joana. Escultura Cubero de Benito, Jorge. Diseño Gráfico Guzmán Romero, Federico. Pintura Inglada Heredero, Susanna. Grabado Lasunción Ascanio, Monserrat. Conservación Leo de Blas, Jana. Fotografía Marzo Pérez, Jorge Luis. Estudios Académicos Ortega Díaz, Irene Clémentine. Diseño de Moda Ortiz Rivas, Antonio [Antonio Buchannan]. Diseño de Moda Pividal García, Javier. Grabado Radigales Obón, Enrique. Arte y Nuevas Tecnologías Salvini, Francesco [Panxto Ramas]. Museología Serra del Corral, Adolfo. Cómic Soto Vázquez, M.ª Begoña. Cine Sotolongo Menéndez, Claudio. Diseño Gráfico Soutullo García, Eduardo. Música y Musicología Verdugo Santos, Francisco Javier. Conservación Vilas Vidal, Manuel. Literatura Zamora Tardío, Ana. Artes Escénicas 2020-2021 Andrés Vega, Irene de. Videoarte Benito Amengual, Antonio [Tony Amengual]. Fotografía Bermejo Arrieta, M.ª Natividad. Pintura Burgaz Andrés, Gadea. Diseño de Moda Carrasco González, Alán. Pintura
García Fernández, Sara. Pintura García Morales, Cristina [Cristina Morales]. Literatura Kekejian Hernando, Maral. Museología Mercado Gómez, Isabel M.ª [Yeyei Gómez]. Cómic Morant Gisbert, Virginia. Conservación y Restauración Pardo García, Carlos. Literatura Poyo Mendia, Jesús [Txuspo]. Videoarte Quislant García, Javier. Música Romero Abellán, Muriel. Artes Escénicas Romero de Loresecha, Gonzalo [Gonzalo Golpe]. Diseño Gráfico Sáez Martínez, M.ª del Mar. Fotografía Seyed Salehi Barati, Shirin. Grabado Torres Guajardo, Miguel de. Gastronomía Vega Vergel, Eloísa. Escultura Vergara Vivanco, Leire. Museología Viladomiu Canela, M.ª Àngels. Escultura
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ÍNDICE DE IMÁGENES Y BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE DE IMÁGENES P. 8. Claustro de la Academia, galería del primer piso (fotografía de J. Galeote). Pp. 10-11. Claustro del templete de Bramante (fotografía de J. Madriñán). P. 12. Santiago Ydáñez, San Pedro, 2017. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). Pp. 14-15. Cúpula del templete de Bramante (fotografía de M. Alonso). P. 16. Jardín y fachada norte de la Academia (fotografía de J.R. Ais). P. 18. Paco López, Medalla conmemorativa del 125 aniversario de la Academia, 1998. Medalla en bronce realizada por el escultor, pensionado de la Academia entre 1960 y 1964. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 19. Venancio Blanco, Medalla de honor de la Academia, 2009. Modelo en cera de la medalla modelada por el escultor, director de la Academia entre 1981 y 1985. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 22. Residentes de la promoción 2020-2021. Roma, Archivo de la Real Academia de España (fotografía de T. Amengual y M. Sáez). Pp. 24-25. Miki Leal, En casa de Adriano, 2017. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 28. Taller infantil de creación organizado por Adolfo Serra durante su residencia (2019-2020), celebrado en la Real Academia de España, Salón de Retratos, el 27 de enero de 2020 (fotografía de J.R. Ais). P. 30. Vista aérea del claustro del templete (fotografía de Atelier XYZ). P. 33. Domus ac pietatis opera quae B. P. Ignatius Romae Facienda Curavit, Quaeq. Societas suae curae commisa habet. Detalle de la iglesia de San Pedro en Montorio. Grabado anónimo, 1610. Ámsterdam, Rijksmuseum. P. 35. Vista de Roma desde la Academia (fotografía de J. Andrés). P. 37. Muro de opus reticulatum en la Academia (fotografía de J. Guerrero). Pp. 38-39. Pórtico del claustro del templete: relieve romano de mármol (fotografía de F. Maquieira). P. 41. Anna Talens, Mons Aureus. Instalación en el altar del templete, 2019 (fotografía de G. Benni). 168
P. 43. Escudo de los Reyes Católicos sobre la puerta que comunica el interior de la iglesia de San Pedro en Montorio con el claustro del templete, hacia 1500 (fotografía de J. Baraja). P. 45. Fachada de la iglesia de San Pedro en Montorio (fotografía de J. Baraja). P. 47. Donato Bramante, templete de San Pedro en Montorio (fotografía de J. Guerrero). P. 49. Inscripción conmemorativa de la colocación de la primera piedra del templete en 1502 (fotografía de J. Guerrero). Pp. 50-51. Templete (fotografía de J. Guerrero). P. 52. Interior del templete: altar (fotografía de F. Maquieira). P. 53. Interior del templete: cúpula (fotografía de F. Maquieira). P. 54. Relieve de mármol con representación del Arca de Noé en el frontal del altar del templete (fotografía de F. Maquieira). P. 56. Escudo de los Reyes Católicos rodeado por frescos de las sibilas y capiteles decorados con granadas, en la iglesia, hacia 1492-1500 (fotografía de J. Baraja). P. 58. Giorgio Vasari y Bartolomeo Ammannati, capilla de San Pablo, también llamada capilla Del Monte (fotografía de J. Baraja). P. 59. Gian Lorenzo Bernini, Andrea Bolgi, Nicola Sale y Francesco Baratta, capilla de San Francisco, también llamada capilla Raymondi (fotografía de J. Baraja). P. 60. Bartolomeo Ammannati, escultura funeraria de Fabiano Del Monte en la capilla del mismo nombre, hacia 1550-1555 (fotografía de J. Baraja). P. 61. Bartolomeo Ammannati, esculturas de la cancela de la capilla Del Monte, hacia 1550-1555 (fotografía de J. Baraja). P. 63. Rafael Sanzio y Giulio Romano, Transfiguración, 1517-1520. Ciudad del Vaticano, Pinacoteca Vaticana (Musei Vaticani) (Foto © Governatorato SCV-Direzione dei Musei. Tutti i diritti riservati). P. 64. Claustro de la Academia (fotografía de R. Davies). P. 65. Claustro de la Academia (fotografía de R. Davies). P. 66. Giovanni Battista Falda, Fontana sul monte Gianicolo. Grabado, 1653-1691. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). 169
P. 67. Plaza de San Pedro en Montorio (fotografía de J. Guerrero). P. 68. Daniël Dupré, Subida a la plaza de San Pedro en Montorio. Dibujo en tinta sepia, 1761-1817. Ámsterdam, Rijksmuseum. P. 69. Inscripción conmemorativa de la construcción de los taludes de la plaza de San Pedro en Montorio bajo el reinado de Felipe III, junto a su emblema heráldico (parte superior) y el del marqués de Villena (parte inferior), 1605 (fotografía de J. Guerrero). P. 70. Vía Crucis en la Via di San Pietro in Montorio (fotografía de J. Guerrero). P. 71. Carmelo Pastor, Jesús es colocado en el sepulcro. Estación del Vía Crucis en terracota policromada, 1957 (fotografía de B. Zubero). P. 72. Columnas del claustro de la Academia (fotografía de J. Guerrero). Pp. 76-77. Real Academia de España, ángulo noreste (fotografía de P. Cipollina). P. 78. A Rafael, 1883. La paleta formó parte del trofeo que la Academia de España depositó en la tumba de Rafael con motivo del IV Centenario de su nacimiento. Junto a la firma del director V. Palmaroli y de los pensionados T. Bretón, F. Espino, H. Estevan, J. Moreno Carbonero, E. Oliva, M. Ramírez y T. Tasso figuran también las de otros artistas, entre ellos L. Álvarez, F. Moratilla, L. Vallés y R. de Villodas. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). Pp. 80-81. Hoja de registro de pagos a los pensionados de la primera promoción M.A. Álvarez Amoroso y R. Bellver y Ramón, 1874. Roma, Archivo de la Iglesia Nacional Española en Roma (fotografía de F. Maquieira). P. 82. Planta del conjunto monumental de San Pedro en Montorio. Roma, Archivo de la Real Academia de España. Pp. 84-85. Vista de la iglesia de San Pedro en Montorio desde el claustro de la Academia (fotografía de J. Baraja). P. 87. Postales de la fachada norte y claustro de la Academia de España, 1909. Tarragona, Museo de Arte Moderno, Fondo documental de J. Nogué. P. 88. Fachada norte de la Academia de España (fotografía de J. Guerrero). P. 91. José Moreno Carbonero, La conversión del duque de Gandía, 1884. © Madrid, Museo Nacional del Prado. Pp. 92-93. Postal del estudio del director de la Academia, 1909. Tarragona, Museo de Arte Moderno, Fondo documental de J. Nogué. 170
P. 94. Salas de exposiciones de la Academia (fotografía de J. Guerrero). Pp. 96-97. José Ignacio Hervada, pabellón de estudios y habitaciones del jardín, 1942-1949 (fotografía de J. Guerrero). P. 99. José Ignacio Hervada, Alzado de la Fontana di Trevi, 1935. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 100. Los Reyes de Italia, Víctor Manuel III y Elena de Montenegro en visita a la Academia acompañados por el embajador de España ante la Santa Sede, Emilio de Ojeda, el director de la Academia, José Benlliure, y el secretario, Hermenegildo Estevan, 1910 (fotografía original de Paolo Lucchesi). Roma, Archivo de la Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 101. Luis Berdejo Elipe, Clase de dibujo, 1936. Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (obra depositada en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza). Archivo Fotográfico Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. P. 102. Pensionados en Pompeya, hacia 1885. Roma, Archivo de la Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 103. Manuel Aníbal Álvarez Amoroso, Erecteion de Atenas, 1876. Detalle. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 104. Postal enviada desde Nueva York por el pensionado de arquitectura Mariano Rodríguez Orgaz, 1933. Roma, Archivo de la Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 107. Francisco Pradilla Ortiz, Autorretrato, hacia 1874-1877. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). Pp. 108-109. Pensionados de la promoción 1908-1912 con el director José Benlliure y el secretario Hermenegildo Estevan (fotografía original de Alessandro Vasari). Roma, Archivo de la Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). Pp. 110-111. Gregorio Prieto, fotografía realizada en la Academia entre 1928 y 1933. Madrid, Fundación Gregorio Prieto. Pp. 112-113. Carta de Ramón del Valle-Inclán al secretario de la Academia, fechada el 14 de septiembre de 1933. Roma, Archivo de la Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 114. El director Fernando Labrada Martín con los pensionados de la promoción 1949-1953 en el Vaticano, hacia 1949-1950. Madrid, Archivo de la familia Vázquez Molezún. 171
P. 115. D. Juan de Borbón acompañado por el director Juan de Contreras, marqués de Lozoya, en la Academia, 1956. Roma, Archivo de la Real Academia de España. Pp. 116-117. M.ª Teresa Peña Echeveste, Café de periferia, 1968. Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (obra depositada en la Real Academia de España en Roma) (fotografía de B. Zubero). P. 118. Piano Erard, adquirido para los pensionados de música en 1881, año de la instalación en San Pedro en Montorio (fotografía de F. Maquieira). P. 119. Biblioteca de la Academia (fotografía de J. Guerrero). P. 120. Mariano Benlliure, Estatua de mujer, hacia 1900. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 121. Informe trimestral de actividades de Rafael Moneo Vallés, fechado el 29 de octubre de 1964. Roma, Archivo de la Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). Pp. 122-123. Andrea Canepa (Perú), Oro alla Patria, 2019. Instalación en la sala de exposiciones de la Academia. Roma, Real Academia de España (fotografía de G. Benni). Pp. 126-127. Susanna Inglada, Crowds, 2020. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 128. Vista de Roma desde el estudio de una de las torres de la Academia (fotografía de J. Guerrero). P. 133. Fernando Álvarez de Sotomayor, Estudio. Figura femenina, entre 1900 y 1904. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 134. Vicente Beltrán Grimal, Figuración alegórica femenina del pan y Figuración alegórica femenina del vino, 1929. Roma, Real Academia de España (fotografías de B. Zubero). P. 136. José Ignacio Hervada, Planta del área sur de Delos, 1935. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 139. Enrique Pérez Comendador, Desnudo femenino sentado, 1935. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 140. Juan Carlos Viguera, Estudio para cuento III, 1980. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 143. Félix de la Concha, Il Tempietto. Nocturno, 1990. Roma, Real Academia de 172
España (fotografía de F. Maquieira). P. 144. Pepe Espaliú, Maternidad, 1989. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 146. María Vallina, Sin título, 2010. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 149. Paula Anta, Edera 12, 2012. Roma, Real Academia de España (fotografía de P. Anta). P. 151. Sonia Navarro, Infinitas formas II. Roma, 2012. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 152. Isabel Banal, Tutta Roma. Contemplando instantáneas, 2014. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 154. Representación teatral de la obra Romaesamoralrevés. L’Anno Santo di Roma. Escrita y dirigida por Rafael R. Villalobos durante su residencia (2015-2016), fue estrenada en la Real Academia de España, Claustro del Templete de Bramante, el 17 de junio de 2016. En escena, Julia de Castro, residente de artes escénicas de la promoción siguiente (fotografía de D. Rosa). P. 159. Mercedes Jaén, Espejo. Proyecto Tema y Variaciones, Colección Malena, Lauro, 2017. Roma, Real Academia de España (fotografía de R. Davies). P. 161. Guillermo Mora, Lot x, 2011. Roma, Real Academia de España (fotografía de B. Zubero). P. 162. Presentación de la colección de moda Diáspora MMXVII, diseñada por Víctor Resco durante su residencia (2016-2017). La performance fue celebrada en la Real Academia de España, Claustro del Templete de Bramante, el 20 de junio de 2017 (fotografía de D. Jiménez). P. 163. Ángela Bonadíes (Venezuela), Canova Casey, 2018. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). Pp. 164-165. Los Bravú, Roma-Trastévere, 2017. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira). P. 166. Interior del templete: detalle del pavimento (fotografía de J. Baraja). Pp. 178-179. Santiago Giralda, Aventino, 2017. Roma, Real Academia de España (fotografía de F. Maquieira).
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