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Introducción

La cultura más allá de las artes

En el Instituto de Cultural El Carmen de Viboral, creemos que la cultura se configura como un pilar fundamentales del desarrollo social y humano, por este motivo desde mi rol como directora, he expresado en diferentes escenarios que la cultura, entendiendo está va más allá de las artes, es un eje estructurante y articulador de las dinámicas de vida de los carmelitanos, pues determina nuestra forma de ser, pensar y soñar. En este orden de ideas, el proceso cultural y artístico del municipio, es un ejemplo de cómo desde tiempo atrás, las personas de este terruño querido se han atrevido a soñar en un desarrollo autóctono, que no busca asemejarse a modelos preestablecidos de otros lugares, sino que parte desde el dar valor a lo propio, fortalecerlo y mostrarlo con orgullo. Nos sentimos orgullosos de nuestros gestores culturales y artistas, de nuestros actores de teatro, músicos, pintores y ceramistas, pero ante todo, no podemos perder de vista el hecho de que en El Carmen de Viboral, la cultura va más allá de las artes, pues como se plantea desde el Plan Municipal de Cultura 2016-2016, es ese “conjunto de rasgos distintivos” que genera identidad y dinamiza el territorio. Esta cartilla de camino de la vereda, es precisamente una forma de dar valor y reconocer las tradiciones campesinas de El Carmen de Viboral desde diversas dimensiones, entendiéndolas y potencializándolas a través de la investigación, Pues la ruralidad guarda una riqueza cultural inmensa que en muchas ocasiones es desconocida debido a que la institucionalidad o las políticas públicas no impactan de igual forma las comunidades campesinas y a las urbanas. El proceso investigativo que se presenta a continuación, ustedes podrán encontrar información sobre el Núcleo Zonal Aguas Claras, conformado por las veredas Samaria, Quirama, La Sonadora, El Cerro, La Milagrosa, Guamito y Aguas Claras, las formas de organización y cooperación de sus habitantes, sus cultivos, sus fiestas, sus recetas de cocina tradicional, sus creencias religiosas y sobre todo sobre sus cambios habitacionales y de uso de suelos a lo largo del tiempo. Esto permite pensar en la ruralidad como un escenario en el que se mezcla lo social y lo ambiental y permite hacer una lectura amplia del territorio al comprender que el desarrollo va más allá del cemento y las vigas de acero para construir infraestructura, pues agrupa aspectos sociales, organizativos y la idea de un forma de vida armónica con el entorno que apunta a la idea del Buen Vivir que se encuentra proyectado en nuestro Plan Municipal de Cultura 2016 – 2026.

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María Eugenia García Gómez Directora Instituto de Cultura El Carmen de Viboral

INTRODUCCIÓN

Camino de la Vereda es un proyecto del Instituto de Cultura El Carmen de Viboral que busca aportar al conocimiento del territorio en la zona rural del municipio, generando reflexiones que permitan conocer y entender aspectos de la vida campesina, de sus habitantes, prácticas, saberes y costumbres. En el marco de los objetivos del proyecto para la presente edición, queremos seguir valorando la diversidad de sus gentes y la riqueza cultural del municipio, pero, además, contribuir a la comprensión de los procesos de transformación –en el ámbito social, económico y territorial–, que, durante los últimos años, de manera más notoria, han tenido lugar en el Núcleo Zonal Aguas Claras y la forma en que sus habitantes viven sus efectos. El Núcleo Zonal Aguas Claras se encuentra ubicado en la parte occidental de la cabecera municipal y comparte límites geográficos con Rionegro y La Ceja. Este trabajo se centrará en estudiar las veredas: Aguas Claras, El Cerro, Guamito, La Milagrosa, La Sonadora, Quirama y Samaria pertenecientes al Núcleo Zonal en cuestión. Por su cercanía al área urbana del municipio, son veredas que cuentan con una buena conectividad en términos viales, pues desde mediados del siglo pasado los habitantes de este sector emprendieron la realización de caminos que favorecieron la integración del campo a las dinámicas económicas y sociales de la zona urbana. Francisco Betancur (2001), refiriéndose al desarrollo general del municipio, resalta que el aumento de la población y la apertura de mejores caminos “fueron

configurando una red de circuitos comerciales y un más amplio sentido de relaciones sociales entre los pobladores de la localidad” (p. 109). También la cobertura de servicios básicos es buena; el agua y la electricidad hacen parte de la vida cotidiana de sus habitantes, incluso, la vereda La Sonadora cuenta con sistema de alcantarillado, de igual manera un sector de la vereda Guamito.

Hasta hace apenas un par de décadas, en estas veredas, predominaban, en mayor medida, los cultivos de papa, fríjol, maíz, legumbres y hortalizas; en un primer momento puede caracterizarse a esta actividad como agricultura de subsistencia, pues las familias cultivaban para su consumo destinando una parte de su parcela para la siembra, otra para el ganado, otra para el corral de animales y así. La ganadería también significó una actividad productiva importante en la vida campesina del sector, que, como pasó con la agricultura, tendería a fortalecerse y después a reducirse en gran medida.

Por lo general, esta zona del municipio presenta una fuerte tradición de organización, participación e integración comunitaria. Sentimientos de solidaridad y los lazos de pertenencia por su territorio, desembocaron en la movilización activa de sus pobladores orientada a atender necesidades prioritarias de la comunidad en temas como la consolidación y ampliación de servicios, educación, carreteras, entre otros. En este sentido, jugaron un papel muy importante eventos promovidos y realizados por la comunidad, como: festivales, romerías, convites, ventas de empanadas y el trabajo de miembros de las veredas, indistintamente de género o edad, en el proceso de constituir diferentes obras. Muchas de estas formas de acción estuvieron coordinadas a través de las Juntas de

Acción Comunal conformadas en cada vereda. Pero la integración de la comunidad no se ha limitado al trabajo, pues existe una marcada tradición de festividades religiosas que comprenden desde celebraciones a la virgen de cada vereda hasta la reunión en torno a las novenas navideñas. También la música y el teatro marcan un punto importante en la vida cultural de distintas veredas. De igual forma, la comida ha reunido a familias y comunidad, en algunos casos con cierta intencionalidad social, y, por lo general, con el mero interés del compartir. Los tradicionales frijoles con coles, la arepa de mote, la mazamorra pilada y la natilla de maíz, formaron parte del conjunto de platos típicos de la región y de las reuniones cotidianas en la vida rural del municipio, y aunque para ser justos, hoy siguen estando presentes, son significativos los cambios que se presentan alrededor de su producción y preparación. La vida de los habitantes del Núcleo Zonal Aguas Claras hace 50 o 60 años, tenía rasgos muy distintos a los que observamos en la actualidad. Hoy, por ejemplo, la producción de alimentos ya no constituye la principal actividad productiva de las familias y en lugar de estos cultivos encontramos grandes extensiones de tierra destinadas a la siembra de flores, la construcción de casas y la conformación de parcelaciones que tienen influencia en aspectos tan distintos de la vida en la vereda como la configuración del espacio o las relaciones vecinales. Las trochas y los caminos de herradura quedan en el recuerdo de los mayores. Las veredas del Núcleo Zonal cuentan con carreteras transitables y con servicio de transporte que conectan directamente con el área urbana del municipio, lo que permite generar un espacio de intercambio más efectivo entre la zona rural y y la cabecera municipal abriendo la posibilidad de acceso a bienes y servicios de muy distinto orden. Hoy, el elevado costo de vida y la valorización de los predios en todas las veredas del Núcleo Zonal están operando casi como una medida de desalojo para muchos habitantes que han vivido toda su vida en estos lugares. Los nuevos equipamientos y las grandes parcelaciones que aquí se han asentado, en algunos casos, generan un carácter de inhabitabilidad para los residentes nativos que no tiene la capacidad económica de asumir tales costos.

Para Camino de la Vereda, cada uno de estos aspectos es de especial importancia, pues inciden en la vida de

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