Violencia contra los periodistas

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Núria Almiron Profesora titular del Departamento de Comunicación en la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona, donde forma parte del grupo de investigación CRITICC. Sus principales áreas de investigación incluyen y combinan la ética de la comunicación, la economía política y el análisis del discurso aplicado a los medios de comunicación y los grupos de interés. Ha publicado más de 40 artículos académicos en revistas como Journalism Studies, Environmental Communication, International Journal of Communication, International Communication Gazette, European Journal of Communication, Triple-c, Catalan Journal of Communication and Cultural Studies y American Behavioral Scientist.

MARISOL CANO BUSQUETS

Este libro aborda el tema de la violencia contra los periodistas a partir de un estudio comparativo de diez organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión (ODLE). Mediante una metodología cualitativa y el empleo de técnicas de investigación, como el análisis documental, el análisis de contenido y la entrevista estructurada, se busca construir un marco global analítico de la lucha frente a la violencia contra los periodistas en la primera década del siglo XXI. Se estudian y examinan conceptos, políticas, metodologías de trabajo, mecanismos de intervención, sistemas de medición de libertad de expresión y de seguimiento a los ataques a los periodistas. Se hace un acercamiento a la representación de la violencia contra los periodistas para analizar cómo las organizaciones caracterizan las tipologías de actos de violencia, las causas que la favorecen, los factores de riesgo, el tipo de víctimas y de perpetradores, los contextos políticos y sociales en los que se presenta el fenómeno en el mundo y sus consecuencias. Los resultados muestran que el trabajo realizado por las ODLE es una fuente importante para el conocimiento del fenómeno de la violencia contra los periodistas y que la academia puede contribuir a estudiarlo y a comprender sus dimensiones y significación.

Configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión

Desde 1982 ha sido profesor en la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana. Fue Defensor del Lector del periódico El Tiempo y ha participado en las juntas directivas de la Fundación para la Libertad de Prensa, Medios para la Paz, el Proyecto Antonio Nariño para la Libertad de Expresión, El Espectador y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Fue Relator y coordinador del Informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, “La palabra y el silencio. La violencia contra periodistas en Colombia, 1977-2015”.

VIOLENCIA CONTRA LOS PERIODISTAS

Germán Rey Beltrán

MARISOL CANO BUSQUETS

Periodista y académica colombiana, Ph. D. en Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Dirigió el Magazín Dominical del diario El Espectador entre 1984 y 1997. Lideró la creación de la Unidad de Medios de Comunicación de la Universidad Nacional de Colombia en donde creó y dirigió UN Periódico. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en las categorías Mejor Entrevista (1993), Mejor Investigación Periodística (1989) y Mejor Trabajo Cultural (1990). Medalla al Mérito Artístico y Cultural a Destacadas Mujeres del Arte y la Cultura, otorgada por la Alcaldía Mayor de Bogotá (1993). Coautora de los libros Periodismo cultural; Memoria impresa (antología del Magazín Dominical de El Espectador, 19831993); Juego limpio; Medios y nación: Historia de los medios de comunicación en Colombia; Medios y conflicto en Bolivia y Manual para la interculturalidad. Editora y prologuista del libro Tinta indeleble. Guillermo Cano Isaza: vida y obra. En la actualidad es Decana de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana.


Violencia contra los periodistas


Violencia contra los periodistas Configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión

MARISOL CANO BUSQUETS

Prólogo de Germán Rey Beltrán Presentación de Núria Almiron


Reservados todos los derechos © Pontificia Universidad Javeriana © Marisol Cano Busquets, autora. © Germán Rey Beltrán, Núria Almiron, colaboradores Primera edición, Bogotá, d. c., diciembre 2018. ISBN: 978-958-781-298-5 Número de ejemplares: 500 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7 n.° 37-25, oficina 1301, Bogotá Edificio Lutaima Teléfono 3208320 ext. 4752 www.javeriana.edu.co/editorial

Corrección de estilo Gustavo Patiño Díaz Diseño de pauta, cubierta y diagramación Diana Murcia Gráficos Juan Silva y Diana Murcia Impresión Javegraf

MIEMBRO DE LA

ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES CONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS EN AMÉRICA LATINA

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Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación Cano Busquets, Marisol, autora Violencia contra los periodistas : configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión / Marisol Cano Busquets ; Prólogo de Germán Rey Beltrán ; Presentación de Núria Almiron. -- Primera edición. -Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2019. 554 páginas : ilustraciones ; 24 cm Incluye referencias bibliográficas. ISBN : 978-958-781-298-5 1. Periodismo y violencia 2. Violencia en los medios de comunicación de masas 3. Periodistas Aspectos sociales 4. Libertad de expresión 5. Periodismo - Historia 6. Organizaciones internacionales para la defensa de los periodistas 7. Medios de comunicación de masas - Metodologías de análisis I. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Comunicación y Lenguaje CDD 302.23 edición 21 inp 23/01/2019 Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.


A Juan Pablo Ferro Casas, con quien estamos cosidos a una misma estrella. A Alfonso Cano Isaza y MarĂ­a Antonieta Busquets Nel-lo, un ĂĄrbol bien plantado y suelto frente al cielo.


Agradecimientos

A la doctora Núria Almiron, directora de esta tesis doctoral, por su acompañamiento con el consejo apropiado en el momento justo, la orientación oportuna y la claridad para despejar los caminos y encontrar los enfoques y las perspectivas. Además, por su manera de ver la vida, su acogida sincera y afectuosa y su apoyo en los momentos difíciles. A Carlos Eduardo Cortés, amigo entrañable y compañero de aventuras intelectuales en el campo de la comunicación desde nuestros primeros años en las aulas universitarias. Sus aportes en la lectura de borradores y en la interlocución inteligente sobre mis propuestas de enfoque para este trabajo siempre contribuyeron a darle consistencia. A Camilo Tamayo, interlocutor valioso, por la riqueza de los diálogos que sostuvimos, ya que fueron pautas para dar solidez al diseño y la estrategia de análisis de la información. A Frank La Rue, exrelator de libertad de expresión de Naciones Unidas, y a Catalina Botero, exrelatora de libertad de expresión de la Organización de Estados Americanos, por las largas y fructíferas conversaciones que tuvimos sobre la situación de los periodistas en el mundo. A los integrantes de las organizaciones de libertad de expresión estudiadas en este trabajo, por haber aceptado compartir conmigo su experiencia y sus conocimientos en las entrevistas realizadas. A los profesores colombianos Víctor Manuel Moncayo, exrector de la Universidad Nacional de Colombia; Gabriel Jaime Pérez S. J., exdecano de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá; Juan Luis Mejía, rector de la Universidad Eafit de Medellín; Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia; Maryluz Vallejo, profesora de la Pontificia Universidad Javeriana, y Miguel Ángel Bastenier, profesor de la Escuela de Periodismo del diario El País, por sus generosas presentaciones de mis candidaturas a formación de maestría y doctorado en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

VII


Al equipo de profesores de la Universitat Pompeu Fabra y al director del Doctorado en Comunicación, doctor Jaume Guillamet, por sus aportes y el tiempo compartido durante mi estancia en Barcelona. Así mismo, a los compañeros del doctorado y a los académicos con quienes debatí ideas, problemáticas y desarrollos de esta investigación en congresos y encuentros en Barcelona, Bilbao, Bogotá, Copenhague, Medellín, Montreal, San José de Costa Rica, Santiago de Compostela, Sevilla y Túnez. A Jorge Humberto Peláez S. J., rector, y Luis David Prieto, vicerrector académico de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, por la confianza y el soporte dado a este proceso con un profundo sentido ignaciano. A los profesores de la Universidad Nacional de Colombia, Clemencia Navarro y Luis Carlos Trujillo, por sus acertados consejos y acompañamiento en la definición y puesta en marcha de estrategias de procesamiento de datos y análisis cualitativo de información con apoyo de herramientas informáticas. A Natalia Gamboa, joven antropóloga colombiana, por su disciplina y compromiso en la asistencia al proceso de codificación de la vasta información documental examinada en esta investigación. A Gustavo Patiño, por su minucioso trabajo de corrección de estilo, a Diana Murcia por interpretar gráficamente mis ideas y hacer una producción editorial de calidad para este documento con el apoyo de Juan Silva. A Amparo Castro, que dio tranquilidad a mi vida cotidiana, le puso sabor y llegó con el aroma de una rica taza de café siempre en el momento justo. A mi familia colombiana por compartir y disfrutar, desde otra orilla, esta experiencia académica. A un tesoro que me dio la vida: esa familia catalana que adoro e hizo de nuestra estancia con Juan Pablo en Barcelona un instante feliz de nuestro paso por el mundo.

VIII

Agradecimientos


Contenido

Prólogo Germán Rey Beltrán   xix Presentación Núria Almiron   xxix Introducción   xxxvii I. CONSIDERACIONES TEÓRICAS Y ESTADO DE LA CUESTIÓN   45 Rol de los medios informativos y del periodismo en la sociedad   49 El enfoque contemporáneo de las teorías normativas de los medios informativos y del periodismo   53 Tres niveles de análisis en una nueva mirada normativa: tradiciones filosóficas, modelos de democracia y roles del periodismo   60 Periodismo y democracia: fundamentos de un contrato social resignificado   74 Periodismo y sociedad: la dimensión empírica   80 El periodismo y la construcción de una esfera pública activa y deliberativa   84

El periodismo: un campo en disputa   89 El periodismo como campo   89 Identidad, valores y principios del periodismo   92 Transformaciones de la identidad periodística en un mundo globalizado   96 Libertad y control de los medios y de los periodistas   100 El periodismo y las libertades de expresión, prensa e información   111 Libertad de expresión: derecho fundamental y cimiento de otras libertades   112 Libertad de prensa en los estudios de la comunicación de masas   115 Origen, desarrollo y características del análisis empírico de la libertad de expresión   118

Dimensiones y significación social de la violencia   123 La violencia como recurso social, cultural y político   125 La violencia y sus tipologías   129 Marco histórico y contexto de acción de las organizaciones que defienden y promueven la libertad de expresión   133 Historia y evolución de las organizaciones de defensa de la libertad de expresión y del ejercicio del periodismo   133


II. CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS   143 Fundamentación   145 Análisis documental   147 Análisis de contenido   149 Entrevista estructurada   151 Descripción del diseño metodológico   153 Organizaciones objeto de estudio: justificación y criterios de selección   153 El corpus documental   158 Sistema de categorías   167 Procedimientos de codificación y análisis   171 Sujetos de la entrevista enfocada o estructurada   173

III. EXPOSICIÓN Y ANÁLISIS DE RESULTADOS   177 Representación que hacen las ODLE del fenómeno de la violencia contra los periodistas   183 Manifestaciones de violencia contra los periodistas   186 Causas que favorecen la violencia contra los periodistas   207 Factores de riesgo   215 Las víctimas   232 Los perpetradores o victimarios    239 Contextos políticos y sociales en los que se manifiesta la violencia contra los periodistas   243 Consecuencias de la violencia contra los periodistas   258 Base conceptual del trabajo de las ODLE    269 Entre la libertad de expresión, de información y de prensa   270 Rol de los medios informativos en la sociedad   278 De la identidad, los valores y los principios del periodismo   280 De las presiones e influencias a los periodistas   284 Violencia contra los periodistas   286

Medición y evaluación de la libertad de prensa y seguimiento a la violencia contra los periodistas: sistemas utilizados por las ODLE   293 Enfoques y criterios   294 Especificidades de la observación sistemática   308 Metodologías de trabajo y mecanismos de intervención de las ODLE frente a la violencia contra los periodistas   315 Metodologías de trabajo   319 Afrontar la violencia: tarea con múltiples involucrados   335 Criterios en la toma de decisiones para la intervención   341 La impunidad: eje transversal de preocupación   343


Seguridad y protección de los periodistas según las ODLE   353 De la misión a las contribuciones   365 Características del perfil organizacional de las ODLE   365 Diez contribuciones relevantes de las ODLE a la lucha contra la violencia hacia los periodistas   375

IV. CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN   383 Punto de partida para las conclusiones   385 Conclusiones, aportaciones y perspectivas futuras   389 Resultados destacados y conclusiones   389 El cumplimiento de los objetivos   399 Aportaciones e ideas surgidas en el proceso   402 Los desafíos para los estudios de la comunicación y el periodismo   409 Reflexión final para las ODLE   412 Referencias Bibliografía

415 429

ANEXO I. Corpus documental   435 ANEXO II. Relación de entrevistas realizadas   499 ANEXO III. Guion de entrevistas   505 ANEXO IV. Metodologías e instrumentos de medición de las ODLE   511 Comité de Protección de Periodistas (CPJ)   514 Freedom House   519 Reporteros Sin Fronteras (RSF)   545


Índice de figuras

Figura 1. Principales actores sociales en un sistema normativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 Figura 2. Cuatro tradiciones filosóficas normativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Figura 3. Cuatro roles de los medios informativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Figura 4. Número de documentos capturados vs. número de documentos analizados por organización  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 Figura 5. Porcentaje correspondiente a cada organización del total de los documentos analizados  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 Figura 6. Número de documentos capturados por tipología correspondiente a cada organización  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 Figura 7. Número de documentos analizados por tipología correspondiente a cada organización  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 Figura 8. Número de documentos capturados por año de publicación . . . . . . . . . . . . . . . . 166 Figura 9. Sistema de categorías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168 Figura 10. Proceso de codificación a partir del sistema de categorías . . . . . . . . . . . . . . . . . 172 Figura 11. Administración del sistema de categorías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172 Figura 12. Proceso de graficación para identificar tendencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173 Figura 13. Porcentaje de citas del análisis documental para las categorías principales de representación de la violencia contra los periodistas . . . . . . . . 185 Figura 14. Tipo de manifestaciones de violencia documentadas por las ODLE  . . . . . . . . . 187 Figura 15. Relación entre asesinato y otras manifestaciones de violencia contra los periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 Figura 16. Relación entre encarcelamiento y otras manifestaciones de violencia contra los periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 Figura 17. Causas que favorecen la violencia contra los periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207 Figura 18. Violencia contra los periodistas: factores de riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216 Figura 19. Temáticas asociadas a casos en los que se presenta violencia contra periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217 Figura 20. Tipo de víctimas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232 Figura 21. Tipo de manifestaciones de violencia representadas en la categoría “víctimas” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239 Figura 22. Tipo de victimarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240 Figuras 23, 24, 25, 26 y 27. Países con registro de violencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253-257 Figura 28. Consecuencias de la violencia contra los periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258


Figura 29. Ámbitos en la lucha frente a la violencia contra los periodistas  . . . . . . . . . . . . 318 Figura 30. Tipos de formación estructurada por las ODLE con el fin de contrarrestar la violencia contra los periodistas  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 328 Figura 31. Actores involucrados en la lucha contra la violencia hacia los periodistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 336 Figura 32. Estrategias de seguridad y protección desde las prácticas periodísticas y el sector de los medios informativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355 Figura 33. Estrategias de seguridad y protección desde otros ámbitos . . . . . . . . . . . . . . . . 360 Figura 34. Estrategias de seguridad y protección desde las organizaciones . . . . . . . . . . . 361 Figura 35. Palabras dominantes del perfil organizacional de las ODLE en un análisis de conglomerados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372


Índice de tablas

Tabla 1. Organizaciones objeto de estudio  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154 Tabla 2. Ficha de clasificación de documentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 Tabla 3. Universo documental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162 Tabla 4. Violencia contra los periodistas en una selección de 50 países documentada por las ODLE para el periodo 2000-2012 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248 Tabla 5. Rol de los medios informativos en la sociedad según las ODLE . . . . . . . . . . . . . . 279 Tabla 6. Valores y principios del periodismo según las ODLE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283 Tabla 7. Lo que las ODLE entienden por violencia contra los periodistas . . . . . . . . . . . . . 286 Tabla 8. Sistemas de medición y seguimiento de la libertad de prensa y de la violencia contra los periodistas de las ODLE  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296 Tabla 9. Síntesis de elementos característicos de las ODLE frente al análisis empírico de la libertad de prensa y la violencia contra los periodistas  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307 Tabla 10. Principales metodologías de trabajo utilizadas por las ODLE . . . . . . . . . . . . . . . . 319 Tabla 11. Uso de la palabra impunidad en contexto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344 Tabla 12. Relación de la categoría “impunidad” con otras categorías a partir del número de citas compartidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345 Tabla 13. Perfil misional y rasgos característicos de las ODLE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366


Lista de siglas y acrónimos

CJFE

Canadian Journalists for Free Expression (Periodistas Canadienses por la Libertad de Expresión) CPJ Committee to Protect Journalists (Comité de Protección de Periodistas) CSCE Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (Organization for Security and Co-operation in Europe) DoS Denial of Service Attack (ataque por negación del servicio) FIP Federación Internacional de Periodistas FMLN Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional IAPA Inter American Press Association (Sociedad Interamericana de Prensa) ICIJ International Consortium of Investigative Journalists (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación) IFEX International Freedom of Expression and Exchange Network (Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión) IMS International Media Support INSI International News Safety Institute (Instituto Internacional para la Seguridad de la Prensa) IPI International Press Institute IREX International Research and Exchanges Board ISP Internet Service Provider (proveedor de servicios de internet) MISA Media Institute of Southern Africa MLDI Media Legal Defence Initiative NOMIC Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación OCCRP Organized Crime and Corruption Reporting Project (Proyecto de Reporteo sobre Crimen Organizado y Corrupción) Organizaciones defensoras de la libertad de expresión ODLE OSCE Organization for Security and Co-operation in Europe (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa)


OSI PICA

Open Society Institute (Instituto Open Society) Press Independence and Critical Ability (Independencia de Prensa y Capacidad Crítica) RFOM Representative on Freedom of the Media (Representante Encargado de la Libertad de los Medios de Información) RSF Reporters Sans Frontières (Reporteros Sin Fronteras) SIP Sociedad Interamericana de Prensa TIC Tecnologías de información y comunicación Unesco United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) VoIP Voice over Internet Protocol (voz por protocolo de internet) WAN-IFRA World Association of Newspapers and News Publishers (Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias)


Prólogo

Una llave parar abrir un mundo Cuando leía la tesis doctoral de Marisol Cano, Violencia contra los periodistas, el automóvil que conducía la periodista Daphne Caruana Galizia saltaba por los aires. Era conocida por su blog Current Comentary, en el que habitualmente publicaba investigaciones sobre la corrupción en Malta. Una de ellas precipitó las elecciones al vincular al primer ministro, Joseph Muscat, con los Panama Papers. Su asesinato no fue un hecho aislado. Uno tras otro, la opinión pública internacional, se ha alarmado con los asesinatos de periodistas. Lo más preocupante es que las noticias no provienen de Siria, Afganistán o México, sino de la propia Unión Europea. Días después Jan Kuciak, periodista del portal de noticias Aktuality.sk fue asesinado a tiros en su casa, junto con su novia, a solo una hora de Bratislava. Investigaba las relaciones entre políticos cercanos al primer ministro, Robert Fico, y la mafia italiana. Durante años denunció la malversación de fondos destinados a Eslovaquia por la Unión Europea. La tercera víctima fue Viktoria Marinova, una periodista búlgara, presentadora y coordinadora administrativa del canal de televisión TVN que dirigía su propio programa, El Detector. Su cuerpo fue encontrado abandonado en un parque de la ciudad de Ruse, a orillas del río Danubio en el norte del país, después de haber sido violada, golpeada con sevicia en la cabeza y asfixiada. Con frecuencia investigaba casos de corrupción en los que participaban políticos. Bulgaria ocupa el 111 puesto entre 180 países en la medición del estado de la libertad de expresión, realizada por Reporteros Sin Fronteras. Pero el caso que ha recibido más atención internacional ha sido el del periodista saudí Jamal Khashoggi, torturado y asesinado en la sede del Consulado de Arabia Saudita en Estambul. Después de exilarse,

XIX


Khashoggi continuaba escribiendo sus críticas contra el régimen saudí en The Washington Post. Las noticias sobre lo que sucedió dentro de la delegación diplomática saudí son espeluznantes. Si hay algo que predomina en la exploración de la violencia contra los periodistas es el manto denso y oscuro de la impunidad, precisamente uno de los propósitos de los perpetradores. No solo desaparece el comunicador, sino también el tortuoso camino del crimen y, de paso, la relación de la información con la comunidad. En este tipo de delitos todo se vulnera: la persistencia de la libertad de expresión, la fiscalización sobre el poder, el funcionamiento de los medios de comunicación, la confianza construida por la investigación periodística y hasta las fronteras del miedo. El mensaje de los criminales busca amedrentar y, sobre todo, hacer desistir a la mirada incisiva del periodismo. En el Informe del Centro Nacional de Memoria Histórica “La palabra y el silencio. La violencia contra periodistas en Colombia, 1977-2015”, que reporta 152 asesinatos de periodistas por razón de su oficio, las circunstancias de los hechos son abrumadoramente coincidentes. Una de sus conclusiones es que las denuncias, en especial de corrupción, operan como un dispositivo muy poderoso que estimula el crimen de comunicadores a través de tenebrosas alianzas entre políticos corruptos y actores violentos. Al observar las similitudes que atraviesan estos casos y el más de un centenar que se presentan en el mundo cada año, se encuentran, casi al pie de la letra, las constataciones que hace Marisol Cano en su texto, con las realidades que alarman a la opinión internacional. Basta entrecruzar las manifestaciones de violencia contra periodistas que sistematiza Cano con las causas que la favorecen, dos partes centrales de su texto, para ver con claridad la gravedad de las amenazas a las que han estado expuestos los periodistas en el pasado y en el presente.

Las fracturas de la democracia y la libertad de expresión Porque el aporte de este libro no está solo en considerar juiciosamente las expresiones de la violencia, sino en analizar sus antecedentes y sus consecuencias, acercándose a ellas desde metodologías rigurosas y un potencial analítico indudable. De esa manera, un fenómeno complejo y con raíces multicausales, encubierto por la impunidad y todo tipo de estratagemas del poder, empieza a revelarse con mayor precisión. Y aunque es terrible decirlo, este libro tiene una asombrosa actualidad. Es más, es posible que, aunque las manifestaciones violentas cambien

XX

Prólogo


poco de una orilla del mundo a la otra, los contextos que las están generando se estén esparciendo como pólvora por otras partes del planeta. Las primeras las estudia concienzudamente la investigadora: asesinatos, amenazas, exilios, presiones jurídicas y económicas o autocensura son algunas de ellas. Los segundos tienen que ver con la profundización de la corrupción, la penetración social del crimen organizado, los conflictos bélicos, las maneras de actuar del autoritarismo y, sobre todo, las fracturas de la democracia tal como la entendíamos hasta hace apenas unas décadas. Los casos de periodistas asesinados en Europa en un lapso muy breve lo confirman: todos estaban investigando hechos de corrupción en los que participaban políticos ubicados en los más altos cargos de sus Estados, vivían en sociedades con democracias en proceso de fortalecimiento o incluso con regímenes autoritarios consolidados, llevaban a cabo tareas de investigación y fiscalización y habían revelado en público redes criminales que actuaban con la complacencia de poderes reconocidos. Lo que sucedía en la realidad lo leía simultáneamente, con una contundente veracidad, en las páginas de la investigación de Marisol Cano, quien escogió un camino original y poco explorado para analizar un tema decisivo: la violencia contra periodistas, observada desde diez organizaciones internacionales dedicadas a la promoción y salvaguarda de la libertad de expresión en el mundo. Esta decisión es uno de los aportes de su libro. En efecto, la violencia contra periodistas se ha descrito y analizado habitualmente desde su realidad más inmediata, la de los hechos, pero casi nunca desde la perspectiva de estas organizaciones. Haber descentrado la mirada le ha permitido a la autora una aproximación rigurosa que no tiene los riesgos de un abordaje solamente de sucesos que casi siempre naufragan en medio de la más pavorosa impunidad. Es, sin duda, el poder de la mirada oblicua. Lo aprendí cuando hace años leí Medusa y compañía, obra de Roger Callois en que habla de la diagonalidad que permite descifrar significados que no se verían de otra manera, ya sea en la configuración de las piedras (un arte milenario chino) o en la vida evanescente de las nubes. Dos características del mundo globalizado son, por una parte, la aparición de una red de organizaciones internacionales que están dedicadas al seguimiento de las libertades civiles y los derechos humanos y, por otra, el desarrollo de un pensamiento sobre temas como la violencia contra periodistas, que se refleja en regulaciones, medidas de protección,

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políticas nacionales, sistemas de medición y una agenda cada vez más extensa de debates imprescindibles. En otras palabras: el periodismo es un asunto que ya no solo atañe a los Estados nacionales, sino que preocupa, y mucho, a la comunidad internacional. Hay un efecto de cascada que hace que lo que sucede en un país tenga implicaciones en otros y que las lecciones aprendidas en una sociedad, incluso en las más aisladas, tenga muy pronto repercusiones en ámbitos distantes y diferentes. Esta especie de caída del dominó se explica porque el sistema de libertades, derechos y responsabilidades se ha vuelto universal, porque pertenecer a la escena internacional compromete cada vez más determinados comportamientos de carácter colectivo y porque hay responsabilidades que se perciben como una característica cada vez menos local y, por el contrario, cada vez más un asunto que concierne a la humanidad. ¿Puede el asesinato de un periodista como Khashoggi, provocar el rechazo, incluso en gobiernos como el de Trump, más allá de los nudos económicos que ligan a un gigante de la producción petrolera con un gigante necesitado de su consumo? ¿Se acude a la racionalización de los valores democráticos vulnerados como la frontera de lo que no es permisible internacionalmente, así se hagan todos los cálculos para no despertar la ira de los señores del reino del desierto? Y aunque en nuestros días hay países que se rebelan contra las normas que atan a las uniones para reivindicar las decisiones locales del Brexit o la bandera del America First, así salten en añicos las antiguos enfoques de los tratados y las regulaciones del comercio mundial, aún persisten ganancias del ideal universal. Hay problemas que en las últimas décadas han ascendido en esta agenda, aunque todos ellos están pasando por el ojo de un huracán del que aún no sabemos cómo saldrán: el cuidado del medio ambiente, las reivindicaciones de género, las expresiones religiosas, las libertades sexuales o los límites de la guerra y el armamentismo. El periodismo y, sobre todo, el futuro del derecho a la información, de la libertad de expresión y del acceso a la información pública, están también en un periodo muy difícil y tenso. Las razones de esta preocupación se afianzan en el papel del periodismo en la vida de los ciudadanos y ciudadanas en tiempos en que los medios de comunicación son asediados por graves problemas económicos, los enfrentamientos con los viejos y los nuevos poderes y por vertiginosas transformaciones

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tecnológicas que se expanden por territorios que en el pasado le pertenecían al sistema mediático tradicional. Suelo citar la frase que le escuché a Gabriel García Márquez en una reunión que teníamos de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano en la sede del Fondo de Cultura Económica en Ciudad de México: “Lo que pasa es que el mundo se le escapó al periodismo. Ahora lo que debemos es reiventarnos el mundo”. La fuga del mundo se está produciendo por los desagües más increíbles, ya sea por los canales en el pasado ortodoxos del comercio o por el declive pronunciado de los partidos políticos. Hasta hace poco era impensable que se transgredieran las regulaciones del comercio y aún más increíble que esa transgresión viniera del país más poderoso del mundo y que el liderazgo de las libertades comerciales las enarbolara China. El derecho a la información que en años anteriores estaba muy concentrado en los medios de comunicación, se ha replanteado dramáticamente por la aparición de internet y el auge de las redes sociales. Si los medios de comunicación utilizaban editores, fact checking y otras estrategias para garantizar la calidad de la información, el flujo desbordado de las noticias falsas, las opiniones personales y los comentarios de odio transcurren por la red con una contundencia que hace temblar gobiernos, ganar elecciones y evitar críticas. También crece, como se señala en el libro, la cibervigilancia y los ataques tecnológicos sobre los medios y los periodistas. Cada vez más aumenta la preocupación por la crisis de la democracia y los problemas de la libertad de expresión. Son frecuentes los enfrentamientos del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con los medios de comunicación, a los que califica de “enemigos del pueblo”, mentirosos, deshonestos y basura. Pero va más allá de los calificativos al expulsar o negar acreditaciones a representantes de medios que le son críticos, a los que califica como “partidos de la oposición” y al generar descalificaciones públicas agresivas de medios y periodistas. Algo similar ocurre con Orbán en Hungría, Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Duterte en Filipinas, Putin en Rusia o Erdogan en Turquía. Pero, a su vez, los gobernantes constituyen una de las expresiones de lo que está pasando con la libertad de expresión en sociedades en las que se afianzan los populismos, se pierde la confianza social en las instituciones y se asientan las posturas autoritarias. La democracia de representación declina mientras que la democracia deliberativa se hace a un

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lado, urgida por el vértigo de una supuesta comunicación directa lograda por las redes sociales y el rechazo de toda forma de intermediación. La crisis de la democracia, las fracturas de la libertad de expresión y la violencia contra periodistas están inexorablemente unidas. En su libro, Marisol Cano explica los diferentes modelos de democracia desde la teorización de Christians, Glasser, McQuail, Nordenstreng y White, quienes afirman que “las sociedades establecen sus prácticas democráticas de acuerdo con sus circunstancias históricas y sus culturas políticas y esto supone unas determinadas demandas normativas para los medios y los periodistas”. Esto supone que los medios contribuyen a la marcha democrática de sus sociedades y que modelos diferentes de democracia –liberal-pluralista, elitista-administrativa, cívico-deliberativa o popular-directa– están relacionados con funciones específicas y prioritarias de los medios. Pero la liebre salta cuando los autores se refieren al tercer nivel de análisis en el planteamiento analítico, el de los roles del periodismo. Confrontados cada uno de ellos desde lo que está ocurriendo con las democracias y los sistemas políticos en el mundo, empiezan a trastabillar porque las condiciones que determinan para su adecuado funcionamiento son precisamente las que se están deteriorando en algunos sistemas políticos contemporáneos: la confianza del público en los medios, que haya un sistema amplio de recolección de información y que la participación del periodismo en el debate democrático dependa de una libertad de prensa en el contexto de una esfera pública saludable.

La confianza, su decepción y los medios de comunicación Vemos solamente la primera de esas condiciones. Uno de los consensos que se encuentran en las múltiples definiciones que existen de confianza es que esta sucede en escenarios de incertidumbre con escasa o excesiva información. Georg Simmel la define como un conocimiento inductivo débil y como un punto intermedio entre el conocimiento y la ignorancia. La confianza se mueve así entre dos extremos: la ausencia de información y total incertidumbre o la información perfecta y completa certeza. En ambos extremos la confianza es innecesaria. La confianza necesita procesar y reducir la incertidumbre a partir de una información que no es total ni completa, lo que la acerca al riesgo y la distancia de la creencia. Cuanto mayor y mejor información se tenga, se tendrá mayor disponibilidad para confiar.

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La relación de información y confianza es complementada por la representación social de la confianza que convirtió a los medios de comunicación en uno de los lugares donde la confianza en las instituciones, y aun en sí mismos, se valida o se impugna. Los medios de comunicación permiten formarnos expectativas respecto a las personas o cosas y confiar en ellas aún a riesgo de luego desilusionarnos. “Confiar es otorgarle un rol clave a la decepción”, escribe Niklas Luhmann. La generación de confianza a partir de los medios ocupa la mayor parte de la literatura sobre las relaciones entre comunicación y confianza, ya sea por el incremento de su carácter institucional o por su condición de poder fáctico dentro del ejercicio de la democracia. Una alta proporción del reconocimiento social de las instituciones públicas, como de quienes detentan poder, depende de su representación mediática, así como del papel que sus mensajes tienen en la generación de configuraciones culturales específicas (pro o anticonfianza) que pueden predisponer hacia la sospecha y la desconfianza, la aceptación y la confianza. El escándalo público, la divulgación de documentos secretos, la revelación de expedientes de procesos judiciales contra políticos, empresarios u otras figuras públicas y el seguimiento pormenorizado de actos de corrupción o de medidas arbitrarias de los gobernantes son solo una parte de los regímenes de representación mediática que inciden en la confianza de los ciudadanos. Por otra parte están las imágenes que construyen los medios sobre las instituciones, las intermediaciones que posibilitan entre los ciudadanos y las agencias del Estado o la reconstrucción de la memoria y la valoración pública de las acciones de las autoridades o de representantes de entidades privadas. Los medios en sí mismos son instituciones que en algunos casos ocupan funciones que no les son propias, como administrar justicia, intervenir en las decisiones de gobierno o asumir ciertos procesos de intermediación pública. Pero hay otras perspectivas de las relaciones entre confianza y medios. Una tiene que ver con la percepción sobre su propio funcionamiento en el contexto de la sociedad, y otra, con las estrategias explícitas que los medios adoptan para ganar confianza en la comunidad. En el Informe sobre la Democracia en América Latina del PNUD se habla de las tensiones entre los poderes fácticos y los poderes institucionales: Existe amplio consenso entre los consultados en cuanto a que la gran influencia de los medios limita el poder de las instituciones políticas.

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En realidad, siempre tuvieron mucha influencia y los políticos intentaron servirse de ella. Lo nuevo, además de la mayor exposición del público a los medios, es que se ha salido de una época en la que estaban mayoritariamente vinculados a los partidos políticos y, en algunos casos, éstos ejercían cierto control sobre aquéllos; actualmente muchos medios se han independizado de las estructuras partidarias y han pasado a formar parte de grupos económicos no subordinados al poder político y con intereses muy diversificados.1

Pero la desconfianza no nace únicamente de la condición de poder fáctico de los medios, sino también del incumplimiento de su tarea informativa sobre todo en temas como la precisión y el rigor, la búsqueda de la verdad, el pluralismo o su independencia de las distintas formas del poder. Si los medios de comunicación intervienen en la generación de confianza de instituciones como el poder judicial, la policía, las administraciones locales o el Congreso, ellos mismos se convierten en objeto de confianza o desconfianza. La confianza es uno de los capitales fundamentales de los medios, como lo es también su credibilidad.

Una máquina analítica de orfebrería Marisol Cano revisa cuidadosa y metódicamente la bibliografía, sobre todo anglosajona y continental, acerca de la libertad de expresión, la democracia y el periodismo. Una tradición que remite a fuentes originarias, como la famosa Aeropagítica de Milton, y que les conviene conocer a los lectores de su libro, que en su mayoría serán latinoamericanos. Ellos reconocerán de inmediato parte muy importante de los problemas que rodean al periodismo que se hace en la región y que, por supuesto, también tiene un conjunto de problemas específicos y un corpus de pensamiento original. Solo doy un ejemplo: el crimen organizado —y, particularmente, el narcotráfico—, es uno de los grandes desestabilizadores de los medios y el periodismo en nuestros países, además de ser generador de violencia contra los periodistas, con influencias y repercusiones sobre la construcción de la democracia y la opinión pública, desconocidas en Europa y en los Estados Unidos.

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La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas (Nueva York: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2004).

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También hace un análisis del concepto de violencia y de sus dificultades de aprehensión, pero, sobre todo, de sus relaciones con el periodismo y la libertad de expresión. Pero es la entrada al acervo documental de las diez organizaciones internacionales de libertad de expresión (25 275 documentos publicados entre el 2000 y el 2012 de los que finalmente se escogieron 930) lo que muestra la magnitud metodológica y analítica del trabajo investigativo de Marisol Cano. En efecto, el trabajo metodológico es como una pieza de orfebrería. No sobra ninguna variable, porque su selección ha sido consciente y detallada, y comprueba su potencia cuando el acervo documental pasa por este filtro que es, sin duda, una de las grandes contribuciones de su libro. Entonces es cuando se va revelando la visión del problema, con todas sus iridiscencias y relaciones. Lo que en la metodología eran descripciones particulares, ahora ofrece una mirada holística y de conjunto de un valor interpretativo y comprehensivo impresionante. El lector encontrará un cuadro tenebroso de los actos de violencia contra los periodistas en el mundo, que deja ver la crueldad, el ensañamiento, la vigilancia, el encarcelamiento o las presiones jurídicas en los sitios más disímiles del planeta. También, un paisaje oscuro de las causas, que surge de la máquina metodológica con una precisión que atormenta: la corrupción, las guerras, el crimen organizado, la fragilidad de los sistemas judiciales, la generación de miedo, la presencia de regímenes autoritarios y entornos altamente represivos. Todos los casos de violencia contra periodistas en Europa con que se inicia esta presentación tienen los tintes que se han revelado a través de mirada sobre las diez organizaciones internacionales de libertad de expresión. La cartografía que resulta es aún más amplia e importante: en ella están los factores de riesgo que tiene los periodistas y los medios, los rostros de las víctimas, la procedencia de los victimarios, los contextos políticos de las violencias y las consecuencias que viven las sociedades. Como si fuera poco, el análisis permite conocer el discurso sobre la libertad de expresión, sus formas de evaluación, las decisiones de las organizaciones para intervenir en determinados contextos, los procesos de protección de los periodistas y el perfil de las organizaciones. Marisol Cano ha abierto una puerta que permite entrar al ancho mundo de la libertad de expresión. Lo ha hecho con una llave que cazó estrictamente con su cerradura. Una llave diferente e inusual, pero asombrosamente interesante, la de las organizaciones internacionales de la libertad de expresión. Lo que se percibe al dar el paso adelante al que estoy

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invitando a lectores y lectoras es una panorámica muy sugerente y rica con una gran cantidad de implicaciones. Los que lo hagan, encontrarán que, como en la caja de Pandora, les saltarán a la cara guerras y conflictos, violencias y desastres. Pero como sucede en el mito griego, pueden estar completamente seguros de que también encontrarán esperanza. Germán Rey Beltrán Facultad de Comunicación y Lenguaje Pontificia Universidad Javeriana

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La violencia contra los periodistas: ubicua, invisible y sistémica A través de uno de nuestros estudiantes en la universidad, poco antes de escribir estas páginas tuve la oportunidad de conocer con cierto detalle la realidad del periodismo en Baluchistán, una región del centro sudasiático dividida administrativamente entre tres países: Paquistán, Afganistán e Irán, aunque con la mayoría de su territorio en Paquistán, donde Baluchistán es la mayor de sus provincias. La región posee una población, que principalmente pertenece a la etnia baloch y a un movimiento insurgente nacional que reclama la independencia de Baluchistán desde la misma creación de Pakistán, en 1947. Se trata de un territorio inmenso que además del movimiento insurgente contra el régimen de Kabul ha experimentado una creciente talibanización entre los miembros de la etnia pastún, que constituyen una minoría, pero cuya islamización radical se suma a la violencia sectaria entre seguidores de distintas versiones del islam en la región. Una región además de enorme importancia geoestratégica para los intereses británicos en su momento, cuyo actual caos es en parte (si no totalmente) herencia de estos, y donde la violencia pasa especialmente factura, una vez más, a los periodistas. En el Baluchistán paquistaní de 2018, ser periodista era una profesión de altísimo riesgo, atrapados entre los frentes —gobierno de Kabul, insurgencia y facciones violentas—, convertidos en objetivo directo e indirecto del conflicto, o mejor debería decir de la multiplicidad de conflictos de la región. Las amenazas de insurgentes y gobierno exigiendo y prohibiendo respectivamente la publicación de noticias relacionadas con la causa separatista hacía que los periodistas no tuvieran forma de escapar de la ira de unos u otros. Los atentados con bombas consecutivas, pero separadas por un estratégico tiempo calculado para aumentar el número de víctimas con la segunda explosión, habían matado a nueve periodistas entre 2007 y 2016, una cifra que debía sumarse a los 24 periodistas asesinados entre 2008 y 2014 en la región como consecuencia de atentados dirigidos espe-

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cíficamente contra ellos. Baluchistán, un conflicto prácticamente inexistente en los medios de comunicación de los países llamados occidentales, ilustra cuán extendida, invisible y sistémica llega a ser la violencia ejercida contra los periodistas más allá de los casos más conocidos, como Colombia, China, Rusia o Turquía —por mencionar solo algunos de los ejemplos de países con violencia contra los periodistas que aparecen más a menudo en los medios de comunicación—. La violencia contra los periodistas es, efectivamente, una violencia ubicua, invisible y sistémica. Es ubicua porque, si bien en distintos grados, que van desde la coacción verbal hasta la violencia física y el asesinato, la violencia contra los periodistas está prácticamente presente en todas las regiones del mundo. Incluso en la Unión Europea, donde el ejercicio de la libertad de expresión es uno de los más protegidos comparativamente con otras regiones del mundo, la violencia contra los periodistas existe en todas y cada una de sus formas, incluido el asesinato. Más allá del ataque que acabó con la vida de buena parte de la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo en París, en 2015, en la Unión Europea la violencia local contra los periodistas también existe. Por poner solo algunos ejemplos recientes en el momento de escribir este texto, la reportera Daphne Caruana Galizia, principal investigadora de la corrupción política en Malta, murió en la explosión de una bomba lapa colocada en su coche a finales de 2017. Pocos meses después, Jan Kuciak y Maritna Kusnírova, dos jóvenes periodistas que investigaban la red de evasión fiscal de los oligarcas eslovacos, eran asesinados en su propia casa. En octubre de 2018 la periodista búlgara Victoria Marinova fue brutalmente asesinada mientras se encontraba investigando un importante caso de corrupción en Bulgaria. En Italia, miles de periodistas viven y trabajan amenazados por la mafia, cientos de ellos deben llevar protección policial. En el estado español, las intimidaciones y agresiones a periodistas por parte de la extrema derecha vuelven a estar a la orden del día. Por ejemplo, la agresión en 2017 a la directora de El Jueves, Maite Quílez, después de que la revista publicara una portada contra los neonazis, o la agresión al fotoperiodista catalán Jordi Borrás en 2018 por sus investigaciones sobre la extrema derecha. La deriva autoritaria en Polonia y Hungría en 2018 son otros casos con ataques a la libertad de expresión que incluyen intimidaciones y amenazas en diverso grado, pero con igual eficacia en su objetivo final: conseguir el silencio mediático de las voces independientes y disidentes incluso en una región como la Unión Europea. Por supuesto, los peores índices de

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violencia contra los periodistas se encuentran en países no democráticos, pero es revelador que las democracias tampoco escapen de ella. La violencia contra los periodistas es también mayoritariamente invisible. A pesar de que se hable de ella en situaciones de emergencia o casos muy extremos —como es el de los conflictos bélicos—, si no formamos parte de la profesión o tenemos cercanía a ella, la mayoría de nosotros vive ignorando la muy variada tipología y recurrencia de la violencia contra la libertad de expresión en general y contra los periodistas en particular en el día a día. Desconocemos, por ejemplo, que no son los corresponsales de guerra la franja de periodistas en la que hay más asesinatos, sino en el periodismo local. Desconocemos la enorme impunidad con que se realizan y quedan la mayoría de estos crímenes. Desconocemos, en definitiva, la profundidad y alcance de una violencia que pretende precisamente esto, que la ignoremos. El trabajo de organizaciones como las que se incluyen en este libro, entre otras, está principalmente dirigido a visibilizar (y combatir) esta violencia. Pero, ante todo, la violencia contra los periodistas es una violencia sistémica, estructural, porque está totalmente entrelazada y conectada con el sistema político-económico-social, o mejor dicho, con los fallos de este sistema: la corrupción, la guerra, la delincuencia organizada, el autoritarismo, la represión y las debilidades en general del Estado de derecho y la democracia. El periodismo silenciado es precisamente el periodismo más combativo con estos fallos, y aunque la violencia parece repuntar en momentos de escaladas bélicas, la violencia contra los periodistas forma parte estructural de la sociedad contemporánea, como lo demuestran las cifras. Según Naciones Unidas, entre 1992 y 2017 un total de 1.259 profesionales de los medios de comunicación fueron asesinados en el mundo, y estas cifras no incluyen otros actos de violencia contra periodistas como torturas, detenciones arbitrarias, secuestros, intimidación o acoso. Lo anterior puede parecer una contradicción con respecto a una realidad también extendida: que los medios de comunicación no constituyen un cuarto o quinto poder, vigilantes de los poderosos con el objetivo de proteger a la democracia, como la narrativa liberal defiende. Pero no caigamos en el error de confundir el poder mediático con el periodismo. Si bien buena parte del periodismo real —el que ejerce de vigilante, el que invierte en periodismo de investigación, el que intenta mantener la independencia— no existe en los grandes grupos de comunicación y si bien es cierto que numerosos periodistas, o profesionales que se definen a sí

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mismos como tales, se dedican en realidad a otras cosas —espectáculo, sensacionalismo, propaganda—, no es menos cierto que el periodismo de verdad, el emancipador y vigilante, sigue existiendo. Bien sea en reductos supervivientes en algunas grandes empresas o, sobre todo, en los medios alternativos, la capacidad para hacer periodismo de verdad sigue intacta y la prueba de ello es el interés de corruptos, delincuentes, mafias y gobiernos autoritarios, entre otros, por acallar estas voces. En este contexto, se comprende cuán importante es el estudio de la violencia contra los periodistas como el que ofrece este volumen, fruto de una tesis doctoral excelentemente documentada y que pretende además la unión de dos grandes fuerzas: por un lado, la experiencia de los propios periodistas, a través del análisis de las organizaciones que defienden su trabajo o, más en particular, sus vidas e integridad física y psicológica; y, por el otro, el rigor y la metodología científica de una tesis doctoral. Su autora lo sabe bien porque en ella convergen ambas experiencias, la profesional y la académica, y también la personal, por haber nacido, vivido y trabajado en Colombia, país en el que desde 1992 hasta 2017 se han registrado 51 asesinatos de periodistas, según el Comité de Protección de los Periodistas, de los cuales 40 han quedado impunes. El trabajo que el lector tiene entre sus manos pretende aprovechar el enorme acerbo de conocimiento acumulado por las organizaciones de defensa de los periodistas para, uniendo sus esfuerzos al trabajo académico y sistematizador de la autora, conocer mejor el problema y poder abordarlo con mayor eficacia. Utilizar y comparar diez organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión para ello, y hacerlo para más de una década, 2000-2012, se muestra, además de novedoso, útil y muy fructífero. El trabajo es extremadamente exhaustivo en cuanto a definir el problema —qué es la violencia contra los periodistas, quiénes la perpetúan, con qué fines, en qué contextos, cuáles son los factores de riesgo—, el perfil de las organizaciones estudiadas —sus valores y principios, sus actuaciones, sus métodos— y su contribución a la visibilización, monitorización y medición de la violencia contra los periodistas y la lucha contra la impunidad de esta violencia. El análisis de los factores de riesgo y de aquellos que ejercen la violencia (perpetradores) es especialmente ilustrador: destacan, por un lado, la cobertura de guerras y conflictos, de protestas y disturbios civiles, las condiciones laborales y los entramados de relaciones de poder como principales causas de la violencia y, por el otro, los gobernantes, cuerpos oficiales, crimen organizado y grupos religiosos extremistas

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como principales perpetradores. Con su disección de la violencia contra los periodistas, la autora acaba ofreciendo una minuciosa panorámica de la economía política de la misma, de sus razones y motivos, de su porqué, y de la ideología dominante que sustenta esta guerra planetaria contra el periodismo. La economía política de la violencia contra los periodistas refleja con nitidez la crudeza de las relaciones de poder en la sociedad —algo que además es tan cierto hoy como en el pasado, pues la violencia contra los periodistas no es un hecho nuevo ni aislado sino tan viejo como la misma profesión—. En primer lugar, allí donde el sistema político está más corrompido es lógicamente donde mayor es la violencia contra los periodistas, en la bien conocida correlación que existe entre sistema político y sistema mediático, como detalladamente han descrito David Hallin y Paolo Mancini, entre otros autores. Sin embargo, e independientemente de esta correlación, existen otras correspondencias exacerbadas por el sistema capitalista en su formulación actual dominante, neoliberal y financiera. Dos de ellas son destacadamente importantes: por un lado, la creación de un periodismo anestesiado, allí donde la comercialización y la financiarización de los medios de comunicación es más fuerte, y, por el otro, la incitación de la hostilidad contra los periodistas desde la esfera política dominada por el populismo. Por un lado, la financiarización del sistema mediático ha llevado a la creación de un periodismo adormecido, neutralizado, con respecto al poder, bien por su incapacidad de ir más allá de lo superficial, bien por su relación con las élites. Después de una fase de hipermercantilización acelerada de los medios de comunicación, a fines del siglo XX sus intereses cruzados con el sistema económico aumentaron mediante la financiarización de la economía, que añadió a la mercantilización profundos vínculos con el sistema financiero. La financiarización de los sistemas de medios, es decir, la incorporación de las prioridades del capitalismo financiero en el funcionamiento de los grupos de comunicación (a través de la deuda, propiedad y relaciones de poder, principalmente), trajo una mayor tendencia hacia el gigantismo (y, por lo tanto, más concentración), un incremento de la inestabilidad y competitividad del entorno de las empresas mediáticas, la desviación de la actividad tradicional y un mayor alejamiento de los criterios de responsabilidad social. En resumen, la financiarización de la economía impulsa una reducción mayor —si cabe— del rol de vigilante de los medios de comunicación al incrementarse el alineamiento del periodismo comercial con los intereses de

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las élites económico-financieras. El resultado es la enorme dificultad para ejercer periodismo de verdad desde los medios de comunicación comerciales, es decir, para ejercer un periodismo que funcione como un auténtico guardián de la democracia. El periodismo, en esta situación, puede formar parte de luchas elitistas de poder, pero no ejercer de vigilante del poder. Este periodismo anestesiado con respecto a los valores democráticos puede experimentar episodios de violencia, pero no vive en una violencia estructural, sistémica en su contra, pues él mismo forma parte del sistema que ejerce la violencia. El periodismo que corre riesgos de verdad es el que pone en aprietos al poder. Este periodismo, por lo general, no es el dominante, ni está abundantemente poblado, ni tiene los recursos necesarios, lo cual lo sitúa en una situación de riesgo estructural que se añade a la violencia ejercida en su contra. El lector verá esto claramente reflejado en algunos de los factores de riesgo identificados por la autora de esta obra. Por otro lado, el capitalismo neoliberal y financiarizado promueve una desigualdad creciente en la sociedad que genera una radicalización política entre capas importantes de esta. Como explica, por ejemplo, el economista francés Marc Fleurbaey, de la Universidad de Princeton, esta radicalización se produce por la identificación de los males del capitalismo con las élites políticas y el deseo de expulsarlas y recuperar el control personal (sueldos dignos, trabajos no precarios y una identidad profesional reconocida) y la soberanía (que la democracia esté al servicio de la mayoría y no de las élites). Una situación que tradicionalmente ha sido aprovechada por el populismo político en la historia de la humanidad, que utiliza la desafección política y la desesperación de muchas personas como muleta para ascender. La oleada de políticos populistas no iniciada, pero sí consolidada, con la llegada en enero de 2017 de Donald Trump a la Casa Blanca en Estados Unidos, no es más que un reflejo de ello. No es este el espacio para describir en qué consiste este populismo que algunos definen como de derechas porque, utilizando ideas que conectan con los sentimientos de las personas precarizadas y abandonadas por el sistema político, consigue hacer promesas que nunca cumple, pero que le permiten llegar a cuotas de poder o, como en el caso de los Estados Unidos, a su cima, para instaurar regímenes más injustos que los desbancados. Dejando de lado la controversia de si existe la pretendida distinción entre populismos de izquierdas y de derechas (falsa en mi opinión, pues el maniqueísmo, el autoritarismo y las visiones excluyentes y reaccionarias en modo alguno pueden considerarse propias del

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ideario de izquierdas, por más que se camuflen bajo consignas propias del mismo), es evidente que en 2018 el populismo político creció en todo el mundo y compartió rasgos importantes en Estados Unidos, Francia, España, Reino Unido, Brasil y allí a donde se mirara. Entre ellos, el de la violencia verbal contra los periodistas a los que Trump define como “el enemigo del pueblo americano”. En Francia, el partido de Marine Le Pen considera directamente a los periodistas como adversarios políticos y no duda en boicotearlos, hasta el punto de que un grupo de periodistas franceses publicó un manifiesto denunciándolo. En España, en 2018 los medios de comunicación públicos catalanes habían sido convertidos por los populistas en objetivo de la ira de la ultraderecha, provocando que los periodistas de estos medios tuvieran que esconder el logo de la cadena para poder hacer su trabajo sin ser agredidos. En Colombia el aumento de las amenazas a los periodistas fue inmediato a partir de la victoria electoral del populista Iván Duque en junio de 2018. En Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, conseguía a finales de 2018 resultados sin precedentes siguiendo el modelo de Trump, incluido el mantra de que la culpa de todo la tienen los medios de comunicación. De hecho, este ataque global al periodismo por parte del populismo fue nota destacada del Índice Mundial de la Libertad de Expresión de 2018, publicado por Reporteros Sin Fronteras, que denunciaba una creciente hostilidad contra los periodistas abiertamente alentada y promovida por líderes políticos. La novedad aquí es que esta hostilidad ya no está solo promovida por líderes de países autoritarios, como Turquía o Egipto, sino por los populismos (vinculados todos a la ultraderecha) emergentes en los países democráticos. Así, mientras por un lado el poder económico neoliberal adormece al periodismo y lo precariza, robándole su espíritu y negándole los recursos necesarios, debilitándolo a nivel estructural o convirtiéndolo en un poder económico-político más integrado en la élite, por el otro, el populismo político expande a las democracias el odio contra los periodistas característico de los regímenes autoritarios. En 2013 Naciones Unidas creó el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad contra Periodistas para visibilizar y llamar la atención hacia este tipo de violencia. Sin embargo, esta violencia parece extenderse, en lugar de reducirse, en sintonía con la crisis democrática que asola a los sistemas políticos en buena parte del planeta. Lógicamente, el problema es de enorme complejidad, pero la raíz de este es simple, pues yace en la crisis de la política honrada, aquella que tiene por fin ordenar y gestionar los asuntos públicos, no aprovecharse

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de ellos. Cada vez que se coacciona, agrede o asesina a un periodista se está ejerciendo violencia contra una de las principales garantías que una sociedad puede tener para mejorar, hacerse más justa e igualitaria. Por ello el relato que el lector encontrará en este libro es doblemente instructivo, pues desvelar las claves de la violencia contra los periodistas es desvelar las claves de la violencia contra la democracia. Núria Almiron Departamento de Comunicación Universitat Pompeu Fabra

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Introducción Cuando la verdad es remplazada por el silencio, el silencio es una mentira. Evgueni Evtuchenko

Según datos correspondientes al estado mundial de la libertad de expresión, registrados por Freedom House para 2015, solo el 14 % de las personas en el mundo vivía en países donde la cobertura de noticias políticas era robusta, la seguridad de los periodistas estaba garantizada, la intromisión del Estado en los asuntos de los medios era mínima y los medios informativos no estaban sujetos a fuertes presiones legales o económicas (Freedom House, 2015). En ese mismo año fueron asesinados más de cien periodistas en el mundo. Aun cuando el trabajo periodístico siempre ha sido riesgoso y suele desarrollarse en condiciones difíciles, el comienzo del siglo XXI revela una tendencia que muestra cómo los periodistas se han convertido, cada vez más, en objetivo de manifestaciones de violencia de diverso tipo por hacer bien su trabajo. Hay lugares y contextos donde ejercer el periodismo es un acto de coraje. A pesar de que las cifras de periodistas encarcelados, amenazados, exiliados, vigilados y detenidos de manera arbitraria aumentan cada año en los registros de las organizaciones de defensa de la libertad de expresión, el fenómeno no es un asunto de cifras. Cuando se comete una agresión contra el trabajo periodístico, se empobrece la deliberación pública y las sociedades pierden los beneficios que otorga la posibilidad de participar en un debate sin coerción. Al amenazar se envía el mensaje de que se quiere hacer algún daño. Quien intimida pretende que otros hagan algo mediante el amedrentamiento y la afectación emocional. Por sus reportajes sobre la vida de la población civil chechena, la periodista rusa Ana Politkóvskaya fue detenida por soldados rusos que la arrojaron a una fosa y sobrevivió a un intento de envenenamiento. Ella no calló, no hizo lo que otros poderes fácticos querían y fue asesinada, finalmente, en 2006. Las amenazas e intimidaciones a periodistas se dan no solo por la cobertura de temas sensibles de seguridad nacional, operaciones militares, crimen organizado, actividad de grupos armados, violaciones de derechos

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humanos, fundamentalismo religioso o corrupción. Lo que muestra una década de informes sobre ataques al trabajo periodístico es que reportajes en los que se denuncia, por ejemplo, la mala calidad de la leche en los desayunos escolares, la contaminación de los ríos por actividad minera o los negocios de bandas dedicadas a vender diplomas universitarios falsos pueden desencadenar actos de violencia que buscan, precisamente, que se silencien temáticas de obligada cobertura periodística. La relevancia del tema llevó a la aprobación del “Plan de acción de las Naciones Unidas sobre la seguridad de los periodistas y la cuestión de la impunidad” el 13 de abril de 2012, la misma época en la que se esbozaba el proyecto de la investigación doctoral que dio origen a este libro. Sin embargo, el fenómeno de la violencia contra los periodistas ha sido poco investigado en los estudios de la comunicación y el periodismo. ¿Qué es la violencia contra los periodistas? ¿Cómo se puede identificar? ¿Cómo se deben caracterizar los diferentes tipos de violencia y la manera como se relacionan unos con otros? ¿En qué circunstancias, momentos o contextos se manifiesta la violencia contra los periodistas? ¿Existen patrones de comportamiento? ¿A qué criterio se apela cuando se justifica una acción violenta contra un periodista? ¿Cuáles son las consecuencias de esta problemática para la sociedad? ¿Cómo se enfrenta la violencia? ¿Qué mecanismos de protección y seguridad pueden contribuir a mitigar los riesgos? ¿Qué estrategias son efectivas para combatir la impunidad en crímenes de periodistas? Son muchas las preguntas a las que se les deben buscar respuestas desde la academia. La agenda de investigación en un tema como este es amplia y diversa, y requiere que se abran caminos teóricos y metodológicos. La violencia contra los periodistas apenas empieza a configurarse como objeto de estudio académico. Se habla de violencia contra los periodistas en el lenguaje ordinario —agresión y ataque son términos que suelen utilizarse como sinónimos—; en cuanto categoría, esta funciona como una ordenación de la realidad. Se refieren a ella fundamentalmente los propios periodistas, las asociaciones profesionales del sector, las organizaciones defensoras de la libertad de expresión y los organismos internacionales. Se trata de una problemática que requiere desentrañar los elementos que intervienen en su configuración e ir encontrando las dimensiones que esta encierra, siendo conscientes de las limitaciones que ello supone por lo irreductible de la complejidad del fenómeno. Como concepto, el debate aparece en relación con lo que se califica o no como

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violencia. Las fronteras están dadas, para algunos, por el criterio del uso de la fuerza física con intención de causar daño. No cabe aquí lo que otros denominan violencia simbólica o violencia psicológica, por ejemplo. En el primer caso se está haciendo una definición restrictiva, lo que tiene ventajas metodológicas por descansar sobre un observable, de tal forma que se hace relativamente sencillo determinar si ha habido o no una agresión física y lograr un acuerdo entre observadores respecto a la existencia del acto de violencia (Riches, 1986, p. 15). La construcción analítica tanto del concepto de violencia como del fenómeno de la violencia contra los periodistas resulta entonces compleja. Es posible operacionalizarlos, por ejemplo, sobre la base de la comprensión que tienen de ellos las organizaciones que hacen seguimiento a los ataques a los periodistas y a los medios informativos para luego cotejar con desarrollos teóricos aportados por la sociología contemporánea y los estudios de la violencia. Lo que resulta paradójico, como señala Bernstein (2015, p. 21), es que a pesar de que la violencia forma parte de la vida cotidiana de millones de habitantes y de que las personas están expuestas a múltiples imágenes, discursos, noticias y estudios sobre la violencia, hay una enorme confusión respecto a lo que se entiende por violencia, a su significado y su papel en la vida humana, a los diferentes tipos de violencia y a la manera como estos se relacionan entre sí. Así mismo, es un fenómeno que desborda las categorías tradicionales y, por lo tanto, obliga a repensar constantemente los parámetros que se usan para identificar la violencia, los criterios que se aplican para justificarla y las estrategias prácticas que se implementan para combatirla (p. 17). La violencia, se ha demostrado a lo largo de la historia de la humanidad, puede tener una gran variedad de propósitos y conllevar distintos significados (Riches, 1988, p. 19). Una institución como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) entiende que la violencia contra los periodistas adopta diversas formas: el asesinato, el asalto físico, la presión psicológica que representan las amenazas a sus vidas o a sus familiares, la detención infundada durante manifestaciones u otros actos públicos, los arrestos y condenas en falsas acusaciones en procesos penales, los ataques a las propiedades de los medios, incluyendo el vandalismo y el incendio o los allanamientos arbitrarios de la policía a las oficinas editoriales y hogares de los periodistas, entre otras. El seguimiento de las agresiones a los periodistas se concentra en la labor que realizan en el mundo las organizaciones que promueven y

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defienden la libertad de expresión, entre las que se encuentran asociaciones profesionales, organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales. Su trabajo aporta una gran cantidad de información sobre el comportamiento cotidiano del fenómeno, pero se observa falta de sistematización, análisis y contrastación de lo que estas reportan, teniendo en cuenta que son consideradas un referente importante cuando se aborda el tema de la violencia contra los periodistas. Su labor tiene una importante incidencia en el sector periodístico y se desarrolla en una interacción permanente con los agentes sociales involucrados en la problemática, como gobiernos, empresas informativas, instancias jurídicas nacionales e internacionales, cuerpos legislativos, asociaciones profesionales, periodistas y trabajadores de los medios. En el escenario social y político, además, lideran el discurso de la libertad de expresión, así como el diseño y puesta en marcha de estrategias de protección y seguridad de periodistas y de lucha contra la impunidad. Estudios sobre evaluación de indicadores de libertad de expresión (Becker, Vlad & Nusser, 2007, p. 19) revelan que el desempeño de estas organizaciones, en relación con las definiciones teóricas y conceptuales sobre las que soportan su trabajo y su discurso de la libertad de expresión, los criterios para definir los indicadores o sus categorías de análisis en un ámbito como la violencia contra los periodistas, merece ser estudiado debido a la complejidad de los elementos que involucra la problemática. De lo anterior se derivan las preguntas que componen el problema que aborda la presente investigación: ¿qué conceptualizaciones sobre la libertad de expresión, el periodismo, el rol de los medios en la sociedad y la violencia contra los periodistas subyacen en la labor de quienes monitorean, evalúan, miden y actúan frente a la violencia contra los periodistas?, ¿cuáles son y cómo se establecen los criterios para definir indicadores, establecer instrumentos de medición y definir mecanismos de intervención frente a la violencia contra los periodistas?, ¿cómo influyen las definiciones teóricas y los conceptos sobre la libertad de expresión, el periodismo, el rol de los medios en la sociedad y la violencia contra los periodistas en la caracterización de lo que estas organizaciones están buscando monitorear y medir, en los indicadores utilizados y en las categorías de análisis de la problemática sobre la que intentan influir?, ¿cuáles son, cómo se definen, en qué tipo de contextos se implementan, qué resultados tienen, qué tan efectivas son y cómo se evalúan las estrategias de protección y seguridad de periodistas que ponen en marcha estas organizaciones, de acuerdo con su propia experiencia?, ¿cómo están influyendo en el trabajo

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de las organizaciones los cambios y las transformaciones actuales en el ejercicio del periodismo?, ¿cuál es la representación de la violencia contra los periodistas de estas organizaciones internacionales? La investigación se plantea, entonces, como objetivo general construir un marco global analítico de la lucha frente a la violencia contra los periodistas que incluya los conceptos, las políticas, los sistemas de medición y evaluación, las metodologías de trabajo, las estrategias de seguridad y protección, las líneas de acción frente a la impunidad y los mecanismos de intervención prevalentes en los albores del siglo XXI. Tuvo seis objetivos específicos. El primero, realizar un estudio comparativo de los conceptos relativos a la libertad de expresión, el periodismo, el rol de los medios en la sociedad y la violencia contra los periodistas que subyacen en el trabajo de una muestra de organizaciones internacionales especializadas en el tema. El segundo, mapear el trabajo de una muestra de organizaciones significativas a partir de la descripción y el análisis de sus políticas, sus metodologías de trabajo y sus mecanismos de intervención. El tercero, evaluar si existe correspondencia entre la conceptualización que manejan las organizaciones y las categorías de análisis e indicadores utilizados para monitorear e intervenir sobre la problemática. El cuarto, identificar y comparar las estrategias de protección y seguridad de periodistas y los mecanismos de reducción de riesgos que resultan más efectivos en los albores del siglo XXI, de acuerdo con la experiencia de las organizaciones. El quinto, determinar cómo están influyendo en el trabajo de las organizaciones los cambios y las transformaciones actuales en el ejercicio del periodismo. Y el sexto, describir y comparar la representación de la violencia contra los periodistas que tienen las organizaciones estudiadas. Teniendo en cuenta lo anterior, se desarrolla un estudio comparativo de diez organizaciones internacionales especializadas en la defensa de la libertad de expresión (ODLE): Article 19, Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA), Comité de Protección de Periodistas (CPJ), ambos por sus siglas en inglés, Federación Internacional de Periodistas (FIP), Freedom House, Internacional Media Support (IMS), International News Safety Institute (INSI), Reporteros Sin Fronteras (RSF), Sociedad Interamericana de Prensa y Unesco. En términos metodológicos, se trata de una investigación de carácter cualitativo, a partir de un estudio descriptivo, comparativo y analítico de las diez organizaciones antes mencionadas, utilizando como técnicas de investigación el análisis documental, el análisis de contenido y la

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entrevista estructurada. Con la triangulación de estas técnicas se busca una aproximación al objeto de estudio que permita contrastar descripciones, explicaciones y evaluaciones de los contenidos analizados. Se aborda el periodo comprendido entre los años 2000 y 2012 por tratarse de un momento histórico en el que las cifras de agresiones y de asesinatos de periodistas en el mundo se incrementan con respecto al pasado. Además, es el periodo en el que se profundizan las transformaciones del ejercicio del periodismo, se intensifican las señales de preocupación por parte de organismos internacionales frente a la seguridad de los periodistas y frente la impunidad de los crímenes contra periodistas y empieza a hacerse visible la incidencia de las nuevas guerras y de fenómenos como la corrupción, el crimen organizado, el narcotráfico y las confrontaciones de carácter religioso en el trabajo periodístico. Así mismo, se opta por un enfoque global con la intención de observar y comprender mejor un fenómeno no focalizado, aunque se manifiesta con diversa intensidad en determinados contextos y circunstancias. El carácter global del estudio se circunscribe al cubrimiento geográfico que las propias organizaciones internacionales estudiadas hacen del fenómeno. Con los resultados de este trabajo se espera contribuir a caracterizar y lograr una mejor comprensión del fenómeno de la violencia contra los periodistas a partir de la aproximación que hacen a él las organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión. Desde un comienzo, esta investigación tuvo como una de sus intenciones aportar al nexo frecuentemente reclamado entre academia y actores sociales, propiciando espacios para el encuentro de los trabajos empíricos de gran impacto social y los teóricos y conceptuales de alta pertinencia en el mundo académico. Al estrechar los lazos entre las organizaciones de libertad de expresión y de protección de periodistas y los académicos e investigadores, es posible que se alimenten una y otra orilla. Las organizaciones, que hacen un trabajo práctico y de activismo en algunos casos, requieren una mayor y mejor conceptualización, algo que la academia puede aportarles. De la misma manera, la academia se alimenta con el amplio conocimiento que tienen estas organizaciones que trabajan en el terreno y en el día a día de las amenazas y las presiones a los periodistas en todos los contextos y circunstancias. Así mismo, con los pequeños aportes que aquí se hacen se aspira a beneficiar a periodistas y medios de comunicación, organizaciones de defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos, organismos internacionales y de cooperación, e investigadores y académicos especialistas

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en temas como la libertad de expresión, la deontología del periodismo y la democracia. En el trasfondo de este trabajo estuvo siempre, por una parte, la preocupación de brindar elementos a quienes reflexionan y aspiran a un comportamiento responsable de los medios informativos y a una más adecuada formación de los periodistas y, por la otra, la necesidad de profundizar en las prácticas del periodismo en contextos difíciles, analizar los factores que elevan los riesgos y evaluar las estrategias de protección con la idea de evitar el silenciamiento de temas, el periodismo precavido y el asesinato de periodistas. Como bien dice Žižek, “necesitamos ‘aprender, aprender, aprender’ qué causa esta violencia” (2008, p. 18).

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Violencia contra los periodistas se compuso con las fuentes tipogrรกficas Minion Pro y DIN 2014. Se terminรณ de imprimir en los talleres de Javegraf en el mes de diciembre de 2018.


Núria Almiron Profesora titular del Departamento de Comunicación en la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona, donde forma parte del grupo de investigación CRITICC. Sus principales áreas de investigación incluyen y combinan la ética de la comunicación, la economía política y el análisis del discurso aplicado a los medios de comunicación y los grupos de interés. Ha publicado más de 40 artículos académicos en revistas como Journalism Studies, Environmental Communication, International Journal of Communication, International Communication Gazette, European Journal of Communication, Triple-c, Catalan Journal of Communication and Cultural Studies y American Behavioral Scientist.

MARISOL CANO BUSQUETS

Este libro aborda el tema de la violencia contra los periodistas a partir de un estudio comparativo de diez organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión (ODLE). Mediante una metodología cualitativa y el empleo de técnicas de investigación, como el análisis documental, el análisis de contenido y la entrevista estructurada, se busca construir un marco global analítico de la lucha frente a la violencia contra los periodistas en la primera década del siglo XXI. Se estudian y examinan conceptos, políticas, metodologías de trabajo, mecanismos de intervención, sistemas de medición de libertad de expresión y de seguimiento a los ataques a los periodistas. Se hace un acercamiento a la representación de la violencia contra los periodistas para analizar cómo las organizaciones caracterizan las tipologías de actos de violencia, las causas que la favorecen, los factores de riesgo, el tipo de víctimas y de perpetradores, los contextos políticos y sociales en los que se presenta el fenómeno en el mundo y sus consecuencias. Los resultados muestran que el trabajo realizado por las ODLE es una fuente importante para el conocimiento del fenómeno de la violencia contra los periodistas y que la academia puede contribuir a estudiarlo y a comprender sus dimensiones y significación.

Configuración del fenómeno, metodologías y mecanismos de intervención de organizaciones internacionales de defensa de la libertad de expresión

Desde 1982 ha sido profesor en la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana. Fue Defensor del Lector del periódico El Tiempo y ha participado en las juntas directivas de la Fundación para la Libertad de Prensa, Medios para la Paz, el Proyecto Antonio Nariño para la Libertad de Expresión, El Espectador y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Fue Relator y coordinador del Informe del Centro Nacional de Memoria Histórica, “La palabra y el silencio. La violencia contra periodistas en Colombia, 1977-2015”.

VIOLENCIA CONTRA LOS PERIODISTAS

Germán Rey Beltrán

MARISOL CANO BUSQUETS

Periodista y académica colombiana, Ph. D. en Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Dirigió el Magazín Dominical del diario El Espectador entre 1984 y 1997. Lideró la creación de la Unidad de Medios de Comunicación de la Universidad Nacional de Colombia en donde creó y dirigió UN Periódico. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en las categorías Mejor Entrevista (1993), Mejor Investigación Periodística (1989) y Mejor Trabajo Cultural (1990). Medalla al Mérito Artístico y Cultural a Destacadas Mujeres del Arte y la Cultura, otorgada por la Alcaldía Mayor de Bogotá (1993). Coautora de los libros Periodismo cultural; Memoria impresa (antología del Magazín Dominical de El Espectador, 19831993); Juego limpio; Medios y nación: Historia de los medios de comunicación en Colombia; Medios y conflicto en Bolivia y Manual para la interculturalidad. Editora y prologuista del libro Tinta indeleble. Guillermo Cano Isaza: vida y obra. En la actualidad es Decana de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana.


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