EL ALMA DE UNA ISLA CON ALMA

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UNA ISLA CON ALMA

Pura María García Gandia, una mañana de junio de 2010


A JOAN Y A CUBA, PORQUE VIVIR ES CREER EN LA ESPERANZA


EL VIAJANTE No te enlutes amor yo siempre estaré de regreso. Mira mis manos y mi corazón no ves que pertenecen al viajante. Aunque hoy me veas descender el oscuro laberinto de la muerte volveremos a encontrarnos. Yo regresaré.

J. MEDEROS, 1993

He mirado tu costa con ojos distintos a los míos. No son suficientes mis ojos sin pupilas, estas ventanas quebradas que manos ajenas quisieron enceguecer con la arena de la mentira.


He buscado la palabra que te nombra en la palabra silenciada por la falsa libertad con la que la hipocresía intenta desembarcar en tus orillas. He llegado con tardanza al color de los colores de tus calles blancas. Allí donde no hay lagrimas tan hondas que el sol no pueda enjugar en una tarde de plática y abrazos. El azar ha demorado mi encuentro con tu tierra, pero hoy me acerco desde este corazón de búsqueda incesante, a tu esencia de realidad para encontrarme y recordar que la esperanza es nuestra piel innegociable. Llego a ti. Digo tu nombre y se niega el desaliento. Digo tu nombre y el mañana se sabe futuro irrompible por el tiempo. Digo tu nombre porque eres isla que tienes nombre de nombre que llena las gargantas.


Porque tienes el alma sembrada de luz que se empina por el campo y recorre la mañana que parece inacabable. Porque tienes el borde de tu piel de tierra grabado con los labios de la vida entregada a renovarte y cambiar el rumbo al que una mano opresora pretendía someterte. Hasta ti llego. Te veo caminar con los pasos que no saben del reloj extraño que, en el confín de la injusticia, suena con un tic-tac absurdo al que te niegas. Sin tiempo más que el tiempo para ser parte del tiempo, transcurres en agitada calma que busca la libertad para desabrochar la mordaza del espejismo que arriba a ti, desde continentes que nada saben del dulce sinsabor del tiempo en tus entrañas.


Te declinas en paisajes que las sombras extranjeras pretenden ocultar tras una bandera de embustes y silencios: Guaos, Anafe, Candelaria, Mariel… Cuántos lugares te resumen sin poder explicar tu inmensidad ni tu carácter… Te muestras, a pesar de los incendios figurados que traen los vendavales de llamas del gigante con horda, y un único ojo, que no sabe más que de la sangre y la opresión velada. Muchos quisieron arrodillarte en el hambre para que tu estómago olvidase los versos de los poetas que gritaron con la voz de tu gente, por su voz, en su voz silenciada antes de las estrofas libertadoras, rimadas en los labios incansables de la revolución.


Quisieron que tu mirada muriera asfixiada en la oscuridad y en el vacío, pero olvidaron que guardabas el sabor conmovido de la lucha sin pausa que el oprimido libra con sus armas intensas: su pensamiento claro, su tesón encendido, la imagen de los sueños, la certeza innegable de la utopía que iguala a los unos con los otros, sin distinguir tallajes ni medidas. Quisieron deshacer tu espíritu ancestral tomando cada instante de tu sueño, segando antes de hora lo que al alba sembrabas con tus manos de empeño que nunca se vacían del todo. Desearon asesinarte los ojos, ignorando que incluso los falsos cantos de las falsas sirenas sucumbirían ante tu media sonrisa resistente, pero te dejaron la mirada, los oídos y el recuerdo. Evocaste la esclavitud que recorrió tus venas y, todavía con más fuerza, la luz libertadora de la revolución te devolvió la vista y la consciencia.


No transcurren por el mar de las aguas del metal y las traiciones ni uno sólo de tus sones. No necesitas más que respirar con breve aliento para imaginar

que

el

envite

del

enemigo

que

sueña

adormecerte es únicamente un impulso para que no se borren jamás los nombres de los presos que aún laten en el corazón herido de tu cuerpo. Tú sabes que la vida es el triunfo del hombre y de sus sueños, que claudicar es un verbo que no debe construirse en las formas verbales del presente, que aún con miedo, la garganta ha de negarse a ser susurro, que más le vale al viento ser huracán que ausencia entre las nubes de la indiferencia que las aliena como aves ciegas que abandonan su rumbo sin saberlo.


Tú sabes que la vida enlentece al cuerpo que canea, más no a la inspiración que busca hacernos libres y en libertad dejarnos mecer hasta el final del final, hasta ese inmenso principio en el que uno somos todos, iguales y distintos. Tú sabes que los caminos jamás se borran si las sendas se mantienen recordando la sangre que hay detrás de cada una de sus huellas. Aunque te mires las manos y contemples tus uñas quebradas de tanto arañar la vida y revolverla, de tanto luchar para que el opresor se mire de una vez en el espejo de la derrota de la falsedad, vencido por la luz de la libertad que no posee ya antónimos, levántate Cuba con el sol para seguir latiendo, siembra y espera sin dormir a que las raíces de la vida se empinen buscando la luz de su alimento, guarece del falso oropel


tu piel morena, aclรกrate la voz con los poemas que no pueden escribirse mรกs allรก de tus fronteras, no permitas las falsedades que sobre tu esencia relatan las bocas mentirosas, resiste y haz mรกs fuerte tu memoria. Tienes nombre de isla sin fronteras. Tienes alma de libertad y el nombre justo que te nombra.


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