Capítulo 1
Que la Historia juzgue la felicidad de Ignacio Rucci
por ir a la escuela. Es decir, que la historia me juzgue. No confirmo ni desmiento haberme levantado antes que
nadie en la casa, haber hecho el desayuno sin ayuda y
haber apurado a mi hermana mayor para estar puntual.
Al fin había llegado el lunes y era un día glorioso.
Ese día se anunciaban los seleccionados para participar en la Feria Nacional Interdisciplinaria organizada por el
Ministerio de Educación en conjunto con el Ministerio
de Tursmo de la Nación. Así, como lo decía la convocatoria en el e-mail.
¿¡Que les parece aburrido!? Una sola palabra:
DINOSAURIOS.
Sí. Ese año el tema seleccionado fue la Paleontolo-
gía, es decir, el estudio de los seres orgánicos que habitaron la Tierra en épocas pasadas. O sea... ¡DI-NO-SAU-RIOS!
Desde el comienzo de año, en el colegio todas las
clases giraron en torno a este apasionante tema. Por ejemplo:
• En Lengua y Literatura leímos dos novelas de
ciencia ficción sobre la era Mesozoica y escribimos cinco cuentos también sobre el tema, algunos en grupo y 7
otros solos (yo escribí uno genial sobre viajes en el tiempo y aventuras).
• En Ciencias Naturales estudiamos las eras
geológicas, con toda su fauna y flora, y los accidentes
geográficos (¿sabían que antes había solamente un
supercontinente llamado Pangea donde vivían todos? ¡Imagínense!).
• En Matemáticas, adelantándonos al programa
curricular, calculamos longitudes, anchos y alturas para
obtener el hipotético volumen de cada especie. Y de ese modo calcular la superficie que habitaban.
Y llegamos al tan esperado día lunes. Entré a la es-
cuela, nervioso pero re ansioso, y la primera cara que vi
era la del Colo. Él no me vio porque no llevaba los anteojos puestos (a veces puede ser muy despistado). Todos los demás alumnos ya estaban formando para saludar a la bandera.
Si bien en nuestro curso somos veinticinco, so-
lamente nos anotamos tres para participar en la Feria, aunque muchos de nuestros compañeros nos ayudaron. Pero, para ser honesto, el que mejor se complementa con
mi trabajo es el Colo porque yo amo dibujar y a él le encanta crear realidades virtuales con su computadora.
El Colo no es un eximio sabelotodo ni un nerd ni
nada parecido, pero su papá es experto en animación 3D. Él nos ayudó a armar el proyecto que presentamos.
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Mientras iba pensando en todo el trabajo y las tar-
des frente a la compu, alguien me saludó desde atrás. —¡Nacho!
Era Athina, la “especialista” en medio ambiente
de nuestro grupo. Ella sabe de plantas, piedras, insectos, relieves topográficos y sobre cómo impacta el clima en cada uno de ellos.
—Hola! –la saludé.
Me guiñó el ojo pero enseguida nos volvimos a for-
mar mirando hacia adelante, mientras izaban la bandera. La Directora, Clotilde Córdoba, después del saludo
a la insignia patria, se ubicó frente al alumnado. Pidió silencio y esperó hasta que no volara ni una mosca.
Ella había acompañado nuestro proyecto desde el
inicio: se interiorizó de las cuestiones tecnológicas que
no entendía, se aseguró de brindarnos el tiempo sufi-
ciente para el trabajo y se ocupó de que no nos faltase ningún material (aunque a veces eso implicó poner un poco de dinero de su bolsillo).
Ese lunes se la veía sonriente, sacaba pecho y
hablaba más alto de lo normal; para ella también era
importante que nuestra escuela recibiese un reconocimiento.
Pasó un par de avisos y luego cerró el discurso de-
seándoles suerte a los alumnos Giovanni Basteri, Athina Kukso e Ignacio Rucci en la selección final para la Feria Nacional Interdisciplinaria.
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O sea, al Colo, a Athina y a mí.
Todos nos aplaudieron y Athina me dio un codazo
en las costillas. Yo se lo devolví y así seguimos hasta que las filas se desarmaron hacia las aulas.
Ese lunes, sin dudas, era el mejor día de mi vida.
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Capítulo 2
Los veinticinco alumnos de quinto grado entramos
ajustados en la sala de computación. Cinco por mesa.
Allí nos esperaba "Champiñaca", nuestro profe de
Informática, el mejor del mundo.
Le encanta que le llamemos "Champiñaca", igual
que un personaje de Minecraft (una vaca gris y colorada con champiñones encima). Siempre usa un sombrerito
rojo con forma de hongo que lo hace ver súper ridículo, pero no le importa en absoluto lo que dicen los demás
y lo lleva con mucho orgullo. Lo mejor de todo es que es fanático de Minecraft y nosotros también.
Esta vez el profe trajo su notebook porque el anun-
cio del Ministerio de Educación, uno de los organizado-
res de la Feria, sería vía Skype y en simultáneo para todas las escuelas del país que habían enviado proyectos. Y su
computadora jamás fallaba. En cambio las del colegio… No era tiempo de quejas, el que se queja envejece diez años, diría mi mamá.
Me senté en la mesa con mis dos compañeros de
proyecto, ambos sonreían. Incluso el Colo me palmeó
como si nos estuviésemos por lanzar a una carrera espacial. El más impaciente de la clase. 13