Caídos del Mapa XI

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Los verdes de Quipu

Caídos del Mapa XI Fiesta de despedida

María Inés Falconi Ilustraciones Vik Arrieta



Capítulo 1

Graciela llegó temprano a la casa de Paula, con una

valija llena de ropa.

—¿Te vas de vacaciones? –preguntó Paula sorprendida.

Graciela se rió.

—No, es que no podía decidir qué ponerme y, por

las dudas, traje todo lo que se me ocurrió. Ya me conocés. —Sí, te conozco –también se rió Paula.

Sacaron toda la ropa de la valija y la tiraron sobre la

cama. Mientras Graciela se la probaba, Paula, tirada en el

pedacito de cama que le quedaba, iba opinando: este sí, este no, mejor aquel, probá esta remera con esa pollera…

El tiempo se iba pasando sin que ellas se dieran cuenta. Después le tocó el turno a Paula, que se probó todo lo

que su amiga había llevado. Hacía mucho tiempo que no

se cambiaban la ropa como antes. De hecho, para Paula, todo era nuevo.

—¿En serio nunca me viste con esta remera? –se

sorprendió Graciela–. Tiene como dos años.

Dos años, tres años, la larga separación en España…

—El tiempo pasó muy rápido, ¿no? –preguntó Paula

de repente mientras salía de adentro de una pollera.

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—¿Muy rápido desde cuándo? ¿Desde que nacimos?

–preguntó Graciela, desenrollando las medias negras que acababa de descartar de su vestuario.

—No… en el secundario, no sé. Me parece que fue

el año pasado cuando nos estábamos vistiendo para la

fiesta de séptimo… Y ya estamos terminando quinto, ¿te das cuenta?

—Me voy a dar cuenta cuando levante Química

–Graciela hizo una mueca de disgusto.

—Vos empezaste a salir con Fede en esa fiesta

–Paula siguió con sus reflexiones– ¿Te acordás?

—Claro que me acuerdo… ¡Estaba como loca!

Re feliz.

—¿Qué? ¿Ahora no estás feliz?

—No, sí… Pero es distinto. Además, –agregó Graciela

tirando los zapatos por el aire–, empecé a salir con Fede tantas veces que se me hizo costumbre. —Eso es cierto –se rió Paula.

Se quedaron las dos calladas, mientras doblaban la

ropa que no iban a usar.

—¿Y no estás aburrida? –preguntó Paula de repente. —¿De Fede? —Ajá.

Graciela pensó.

—No. A veces me enoja y lo quiero matar, pero no,

no me aburro. Es imposible aburrirse con Fede, Pau…

—Sí, eso también es cierto –dijo Paula, aunque ella

no podría haber estado con Fede ni cinco minutos. 10


—¿Te vas a ir a bañar? –le preguntó Graciela miran-

do el reloj.

—Sí, mejor que me apure. Rodrigo odia esperar. Paula corrió al baño.

Bueno, hoy va a tener que esperar bastante, pensó

Graciela acordándose del plan que ella y Fede habían elaborado.

—¿A qué hora le dijiste? –gritó.

—A las ocho, como quedamos –le contestó Paula

desde el baño.

—Perfecto.

Paula asomó la cabeza por la puerta. —Es un poco temprano, ¿no? –dudó.

—¿Te parece? –Graciela trató de parecer natural.

—No sé. Yo lo único que quiero es llegar temprano

para irme temprano. Cuanto más tiempo me quede, más posibilidades de encontrarme con… él.

—No va a ir, Pau… Terminala con eso. Además…

¿quién te dijo que si va, va a llegar tarde y no temprano?

—Porque Fabi siempre llega tarde a todos lados. Lo

conozco, Gra.

Eso es cierto, pensó Graciela. Lo conoce.

—Bueno, pero si te parece demasiado temprano

podemos hacer tiempo acá. ¿Rodrigo no querrá subir a tomar algo antes de ir a la fiesta? –propuso, cruzando los dedos para que Paula dijera que sí. —Puedo intentarlo…

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—Me echás la culpa a mí. Le decís que no estoy lista

y que voy a tardar bocha y así, por lo menos, no llegamos primeros.

—Está bien. Cuando venga le digo. Pero vos no te

demores mucho. Tampoco la pavada. Mirá que Rodrigo se re mufa.

—No. Algo razonable… ¿una horita? —Quince minutos.

—Negociemos en veinticinco. —Veinte

—Está bien. Lo intento

Paula desapareció dentro del baño y Graciela apro-

vechó para mandarle un mensajito a Fede: “De ocho a ocho y media, auto en puerta”.

Al final, el apuro de Paula les había venido como

anillo al dedo, les iba a dar mucho más tiempo para hacer… lo que tenían que hacer.

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Capítulo 2

Escuela Belgrano Hace 20 minutos

GRAN FIESTA DE DESPEDIDA Invitamos a todos los alumnos, exalumnos, docentes, padres y amigos de la escuela Belgrano a la Fiesta de despedida del Sr. González que se jubila a fin de año. La Fiesta es en nuestra querida escuela el sábado 9 de noviembre a las 20hs. La entrada sale $20.- y lo recaudado se utilizará para la construcción del SUM multimedia. Las entradas se pueden comprar en la Dirección de la escuela en horario escolar. ¡No falten! Asociación Cooperadora de la Escuela Belgrano Me gusta - Comentar - Compartir

Este había sido el mensaje en Facebook que había

comenzado todo. Graciela fue la primera en leerlo e, inmediatamente, había tirado el libro de Química sobre la cama para llamar a Paula.

—¿Viste el mensaje del Face?

—No estoy con la compu. ¿Qué mensaje? —El de la escuela.

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—¿Qué escuela?

—¡La nuestra, nena! –Graciela estaba perdiendo la

paciencia.

—La nuestra no existe, Gra. Te recuerdo que vos vas

al Liceo y yo, al Misericordia. ¿Qué pasa...? ¿Química te quemó el cerebro?

—¡No, Pau! La nuestra de antes. La Belgrano.

—Ah… nos estamos remontando al pasado. Bien,

¿qué pasó con nuestra escuela?

Graciela le contó lo que había leído y se quedó

esperando una respuesta, que Paula no le dio. —¿Y...? –la apuró, impaciente. —¿Y qué?

—Nada, Pau. ¿Qué te pasa? ¿Estás dormida? ¿No

tenés nada que decir?

—No me parece muy interesante. Hay una fiesta

en la escuela. Ok. ¡Qué copado! –casi se burló Paula.

—No sé si es copado, pero al menos es raro. En cinco

años nunca hicieron una fiesta ni ninguna otra cosa para

los exalumnos que, por si no te diste cuenta, venimos a ser nosotros.

—Gracias por recordármelo. Sí, eso es cierto, es la

primera vez. ¡Qué sé yo! Tendrán ganas de bailar. No me parece muy interesante.

—¿Vos sabés quién es ese tal González? –preguntó

Graciela.

—Ni idea. Seguro que es algún maestro que entró

después que nosotros nos fuimos. 14


—Sí, debe ser –coincidió Graciela–. ¿Y eso que dice

del SUM multimedia? ¿Qué será?

—SUM multimedia: se dice de un Salón de Usos

Múltiples dedicado a la… multimedia. ¿Te lo aclaré?

—Paula, estás absolutamente tonta –se rió Graciela–.

¡Cómo se ve que tenés todas las materias arriba!

—Sí. Estoy súper relajada. ¿A vos cómo te está

yendo con Química?

—Horrible. No cazo una. Leo y leo y es como si

nada. Lo único que me queda es que H2O es la fórmula del agua.

—Con eso no te van a aprobar –se rió Paula.

—Ya lo sé. Y si me la llevo, me mato. ¿Te das cuenta,

Pau? ¡Todo el secundario sin llevarme una sola materia y me van a engrampar ahora con esta mierda de Química! ¡Justo cuando estoy terminando quinto! ¡No puedo creerlo!

—La vida es injusta, ¡qué le vas a hacer…!

—Le pedí a Fede que me explicara un poco, pero

terminamos peleándonos y no entendí nada. Bueno, ¿vas a ir?

—No sé, Gra… Ni siquiera abrí el Face.

—Bueno, abrilo y fijate. Y de paso, mañana cuando

la veas a Miriam, preguntale para ver si sabe algo.

A Graciela le extrañó que Paula hubiera tomado la

noticia con tanta indiferencia. ¿No la emocionaba ni un poquito volver a la escuela donde habían hecho toda la primaria? ¡Y el Jardín!

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Mientras raspaba con la cuchara el fondo de un

tarro de dulce de leche, única manera de levantarse el

ánimo cuando tenía que estudiar Química, miró el reloj

de la cocina para ver si podía llamar a Fede. Once y media. No, todavía debía estar en la sesión de fotografía. Le

había dicho que cuando llegara le mandaba un mensajito, pero mensajito, no tenía.

No podía entender cómo Fede aguantaba ese

ritmo. Había días en que Arregui, el fotógrafo para quien trabajaba, lo tenía hasta las dos, tres de la mañana. ¡Y al día siguiente se levantaba para ir a la escuela! Bueno, se levantaba cuando no se quedaba dormido. Ya lo habían

reincorporado dos veces y no tenía más faltas. Y como

si fuera poco, también tenía como cinco materias abajo. Pero a Fede no le importaba nada. Ni que tuviera que dar todas las materias en marzo iba a dejar la fotografía.

Un poco lo envidiaba. Ella no tenía nada que le gus-

tara tanto. Bueno, sí, lo tenía a Fede. Aunque este último

año había sido un desastre. Él estaba siempre ocupado, con unos horarios rarísimos y casi no podían verse. Para

colmo, ahora había enganchado ese trabajo de sacar fotos en los casamientos los fines de semana, así que

ni siquiera podían salir los sábados. Tengo que quererlo mucho para aguantarle todo eso, pensó Graciela.

Envidiaba a Paula que estaba súper bien con Ro-

drigo. Podían verse en la semana y los sábados salían siempre. Montones de veces Paula les había propuesto salir los

cuatro juntos, pero Fede no se bancaba mucho a Rodrigo

y ella, más o menos. El pibe era un poco agrandadito. 16


Como estaba en la Facu, se mandaba la parte. ¡Por tener un año más! Igual si a Paula le gustaba… todo bien.

En fin, que Paula estaba con el chico que le gustaba

y encima, tenía todas las materias arriba; que Fede hacía

lo que le gustaba y no le importaba llevarse las materias mientras tuviera una cámara en la mano y que ella… ella… ¡TENÍA QUE PONERSE A ESTUDIAR QUÍMICA!

Se tiró sobre la cama y abrió el libro. ¿Y Fabián?

¿Qué estaría haciendo?... No podía creer que ya hacía casi dos años que no lo veía. Otro que seguro hacía lo que

le gustaba: ¡vivía dentro de un microchip! ¿Cómo había pasado eso? ¿Cómo había podido pasar eso? ¿Cómo uno

podía alejarse así de sus amigos hasta casi no saber nada de ellos?

Apartó el libro y se tiró de espaldas mirando el

techo. Bueno… de alguna manera, ella lo había hecho por

Paula, ¿no? Cuando Paula y Fabián dejaron de salir era realmente incómodo estar con uno y con otro por separado. No se podía hablar de nada, había que cuidarse de lo

que decían y, al final, poco a poco, ella se había quedado

junto a Paula y Fede, junto a Fabián. Ella y Fede habían hecho un pacto para no hablar de ellos. Por ahí había

sido una tontería, no lo sabía, pero funcionó. Ella y Paula

no sabían nada de Fabián. Fabián y Fede no sabían nada de Paula.

¿Fabián también estaría saliendo con alguien? ¿Y

por qué estaba pensando todo esto justo ahora que…? ¡¡¡TENÍA QUE ESTUDIAR QUÍMICA!!! 17


Volvió a abrir el libro. La “tabla periódica de ele-

mentos” le dio náuseas, pero hizo un esfuerzo para concentrarse.

Diez minutos más tarde, estaba dormida sobre el

libro, soñando que los cuatro acababan de encontrarse en la plaza, como antes.

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Capítulo 3

A pesar de que Paula se había mostrado poco

entusiasmada con la noticia de la fiesta, cumplió con lo

prometido y al día siguiente, en la escuela, le preguntó a Miriam. Su papá seguía siendo el presidente de la Cooperadora y más que seguro que ella tenía saber algo.

La encontró en el patio limándose una uña que se

le había roto. Desde hacía un tiempo, Miriam se había dejado de comer las uñas y las usaba largas y pintadas de celeste.

—¿Podés creerlo? ¡Me las pinté anoche y me la

vengo a enganchar en el cierre de la mochila!

—Es que las tenés tan largas que no podés ni usar

los dedos, Miriam –dijo Paula con un cierto asco hacia las “garras” que tenía adelante.

—Es cuestión de costumbre, ya te dije. Ahora, ya ni

se me traban en el teclado como antes. —Muy cómodo.

Miriam estaba concentrada en la lima.

—Va a quedar horrible una uña más corta.

—Después crece. No te preocupes –resopló Paula–.

Che, ¿sabés algo de la fiesta de la escuela? –atacó.

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