Edelmira Latele es un monstruo verdaderamente espantoso y tremendamente peligroso.
Sabe a la perfecciĂłn el nombre de todos los actores y las actrices de televisiĂłn, pero va olvidando los de sus familiares, sus vecinos y hasta los de sus mĂĄs Ăntimos amigos.
AprendiĂł a realizar infinidad de tareas mientras miraba la tele para poder pasarse el dĂa sentada frente a la pantalla y ahora casi ni se mueve.
Hace ya tiempo le creciĂł sobre la cabeza un par de antenas. Le da un aspecto tan monstruoso y tan ridĂculo, que verla produce una mezcla de terror y pena.
Para Edelmira todo lo que se ve en la pantalla es la realidad, y el resto no existe ni por casualidad.
Alguien podría decir: “¿Y qué? ¿Y eso qué tiene?”.
Pues bien, veamos lo que tiene.
Una maĂąana, la hija de Edelmira, llamada Gabriela, estaba por salir hacia la escuela. Momentos antes estaba sentada tomando el desayuno mientras su madre miraba televisiĂłn, algo que para ella siempre era oportuno.
De pronto, sin dejar de mirar la pantalla del televisor,
Edelmira soltó un chillido aterrador:
—¡Nena, está lloviendo a cántaros! ¡En los últimos diez minutos han caído miles de millones de gotas! Antes de salir a la calle, buscá paraguas, impermeable y botas! ¡Acabo de escuchar el noticiero y asegura que durante todo el día van a seguir los aguaceros!
Gabriela mirĂł por la ventana y por poco el cafĂŠ con leche se le atraganta en la mitad de la garganta.
Era un dĂa luminoso y el cielo estaba totalmente despejado. No habĂa ni lluvia, ni gotas, ni nubes, ni nada mojado. El sol brillaba radiante y amable y ninguna persona andaba por la calle con paraguas o con impermeable.
—Mamá...
—¿Qué querés, nena? ¿No ves que estoy mirando la tele?
—MAMÁ... —¿Qué pasa, Gabriela? ¿Qué te duele?
—No me duele nada. Es que estaba mirando por la ventana...
—¡Si no te duele nada, no me molestes ni me fastidies ni me irrites ni me distraigas por nada en el mundo! –rugió Edelmira.
¡Ni siquiera por medio segundo! ¡Sabés muy bien que cuando estoy mirando televisión no soporto que me hablen ni por equivocación!