El misterioso caso del inspector Severo Valenzuela Una aventura policial de MartĂn y sus amigos en la Costa
1. Las vacaciones de Martín y su pandilla
Todos los veranos, Martín, Federico y Pilar veranean en Villa del Cielo, un pueblo turístico de aguas cálidas, ubicado en la costa atlántica, al norte de la Provincia de Buenos Aires. Para los que no conocen a Martín y sus amigos1, Martin o “Tincho” como lo llaman, es pelirrojo, de mediana estatura, cara pecosa, ojos verdes y pasó a tercer año de secundaria. Es un muy buen jugador de rugby y fanático de las novelas policiales: presume de tener guardadas en su tablet más de doscientas. Prefiere las de enigma porque, según él, se parecen a una partida de ajedrez. Vive con un secreto a cuestas: está enamorado de su amiga y compañera, Pilar. La familia de Martín habita la casa del abuelo paterno, don Héctor, productor de campo de la zona y uno de los fundadores de la Villa. Es un chalet tradicional de tejas españolas y paredes blancas, ubicado en la zona más antigua del balneario, a varias cuadras del centro comercial y a pasos de la rambla de madera que bordea la playa. 1El misterioso caso del mago Vladimir Panasoff, en esta misma colección, fue su
primera aventura.
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Con Federico, su mejor amigo, van juntos al colegio desde el Jardín de Infantes. Tiene la misma edad, pelo rubio corto, es delgado y alto y le gustan los deportes. Es fanático del Barça y de Messi. Al igual que Martín, Pilar es su amor secreto. Federico y su familia tienen un departamento en el centro comercial sobre la única peatonal, tan ruidosa, que todos los años, los padres piensan en venderlo y comprar algo más tranquilo en las afueras. Pilar es muy bonita, de cabello castaño oscuro haciendo juego con dos enormes ojos negros, pequeña de estatura, le encanta el running, el hockey y el skate. Es muy inteligente, y su sueño es ser escritora cuando sea mayor. Pilar, con sus padres, veranean en una carpa que arman al principio del verano en el camping universitario del balneario y la desarman los últimos días de febrero, fecha en que sus papás vuelven a las tareas de la Universidad como docentes. Martín, el loco de las novelas de enigma, adora a Sherlock Holmes2 y lo imita cuando se da la ocasión. Sus amigos le siguen sus caprichos aceptando que son sus “Watsons”3. Esta historia comienza un verano en que la playa de Villa del Cielo se encuentra desprovista de almejas, famosas por ser muy sabrosas, debido a una inexplicable desaparición durante el invierno. 2Famoso detective de ficción creado por Sir Arthur Conan Doyle. 3El doctor Watson era el ayudante y biógrafo de Sherlock Holmes.
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Los entendidos en el tema no saben esclarecer la misteriosa falta. Algunos opinan que las medusas, también llamadas aguas vivas, pueden ser las culpables de comerse a las almejas; otros aseguran que son tan numerosas las extracciones hechas por la gente que acabaron con ellas. Pero nadie, en definitiva, puede asegurar el verdadero motivo y, por si fuera poco, algunos comerciantes de los otros balnearios están haciendo correr la voz de que la playa está embrujada. Hasta el verano anterior, el deporte favorito para chicos y grandes, armados de baldes y palas, era desenterrar estos bivalvos y comérselos, algunos con arroz, otros, en la misma playa con limón. Cazarlas era fácil: bastaba encontrar en la arena el orificio por el cual respiraban para atraparlas. No bien los codiciosos cazadores de almejas lo descubrían, cavaban un pozo y pronto aparecía el inocente marisco que, una vez comprendido el peligro en el que se hallaba, trataba de huir enterrándose en la arena húmeda, gracias a un pequeño pie en forma de hacha, para finalizar siempre e invariablemente en el fondo de algún balde. Jamás alguien en Villa del Cielo se hubiera imaginado que, un día, estos bichitos de mar desaparecerían de las playas sin dejar rastros.
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