¡SAN MARTÍN! La aventura libertadora

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¡LEVANTEN EL TELÓN!

PARA JOSÉ DE SAN MARTÍN HOLA, ME LLA MO PANTO MIMO. A SAC ARTE UNA SONRI SA ME ANIMO Y PARA . HACER T E FELIZ EN NA D A ESCAT IMO.

¡BASTA! ¡SUFICIENTE!

¡NO AGUANTO MÁS TANTO SILENCIO!

Y varios minutos después…

¿¡Te volviste locooo!? En un segundo hiciste bolsa veinte años de trayectoria.

Es que quiero darle un giro a mi carrera. Y como mi representante debés ayudarme. 2

Voy a hacer que me prueben. ¡Este papel tiene que ser mío!


¡A LA CARGA, MIS VALIENTES!

JA... JE... JI...

¡MELINA! Actriz especializada en papeles Sanmartinianos. Y necesito prepararme para actuar a semejante personaje. Por eso llamé a…

!

AMP

¡ZAA

En la secundaría me lucí como Remedios de Escalada, la esposa del Libertador. ¡Mis compañeros se deshidrataban de tanto llorar!

Debuté en un acto escolar, interpretando al mismísimo San Martín. ¡Puro talento sobre el escenario!

En la primaria, cada 17 de agosto me elegían para hacer de Merceditas, la hija del Libertador. ¡Los aplausos tiraban abajo el cole!

Y para meterme en la piel de esos personajes debí curiosear, investigar, escudriñar… la vida y trayectoria de Don José.

Entonces, Melina… ¿creés que con tu ayuda voy a poder interpretar al gran General?

¡Va a ser todo un desafío! Habrá que esforzarse. Así que vamos, empecemos descubriendo a San Martín y su fenomenal aventura libertadora…

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RESPUESTAS ON LINE Contacté al profesor Memo Test. Un gran historiador que me ayudó a prepararme para interpretar a la esposa de San Martín…

EL TALLER DE LA LIBERTAD Siempre anda de aquí para allá. La única forma de charlar con él es por teleconferencia. ¡Sacate todas las dudas! Ahí se conectó…

¡¡¡ACÁ ESTOY!!! ¡¡¡GRRRRRRR!!!

GH!!! ¡¡¡AAAA

¡Era una bromita! Estoy en Neuquén en una conferencia sobre dinosaurios.

¡Muy gracioso! Debería dedicarse a la comedia. Acá estoy con un amigo que quiere preguntarle sobre San Martín...

Prof. Memo Test (Online) Skype Chat Memo Test dice:

11:05 AM

Vamos a tener que chatear. Me contó un pajarito que usted, Panto Mimo, quiere conocer lo más posible a San Martín y su Gesta Libertadora. Y que le sorprende mucho cómo organizó el Ejército de los Andes… Ante todo, sepa que San Martín era un militar con mucha experiencia y muy hábil para organizar grandes proyectos. Por eso en 1814 logró que lo nombraran Gobernador Intendente de la Provincia de Cuyo. Su capital era Mendoza y estaba muy conectada con Chile a través de varios pasos cordilleranos. Convirtió a esa ciudad en el cuartel general del ejército. Panto Mimo dice:

11:06 AM

Ahhh… Claro, porque desde Mendoza se le haría más directo cruzar la cordillera para ir a pelear con los españoles de Chile y después seguir hasta Perú. Memo Test dice:

11:07 AM

¡Exacto! Aquí le adjunto una imagen de Mendoza en la época de la que estamos hablando. Se ve la Plaza Principal y hacia el oeste, la Cordillera de los Andes…

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Memo Test dice:

11:08 AM

Pero una cosa eran los planes y otra, la realidad. San Martín debía reclutar e instruir a 5.200 hombres para que pelearan contra 8.400 soldados, la gran mayoría profesionales; confeccionar uniformes y abrigos para que sus tropas no se murieran de frío; fabricar toneladas de armamentos y accesorios para cabalgar; reunir mulas y caballos; y preparar víveres para más de 20 días de viaje a través de los Andes. El problema era que al principio el Directorio no estaba muy convencido del plan libertador; y la guerra en el norte de las Provincias Unidas lo había dejado casi en la bancarrota. Panto Mimo dice:

11:09 AM

¿Cómo consiguió todo eso San Martín si Buenos Aires no le mandaba plata? Memo Test dice:

11:10 AM

El gobierno central ayudó mucho, sobre todo luego de la Declaración de la Independencia en 1816. Pero más ayudó Cuyo. Desde el comienzo, a poco de llegar San Martín, la gente hizo grandes sacrificios. ¡Sin ellos, el plan habría fracasado! Panto Mimo dice: ¡Aguanten los cuyanos!

11:11 AM

Pero, ¿de qué forma colaboraron?

Memo Test dice:

11:12 AM

Llegaron soldados de varias provincias, pero la mayoría fueron de Mendoza, San Juan y San Luis. Además, ante la falta de dinero, San Martín estableció diversos impuestos, pidió contribuciones voluntarias y forzosas; debió obligar a muchos a que le prestaran plata; y hasta les quitó las pertenencias a los españoles. ¡Había que juntar plata como fuera! Panto Mimo dice:

11:13 AM

¿Y cómo hizo para que lo apoyaran? Digo, los que lo apoyaron de onda… Memo Test dice:

11:14 AM

San Martín supo inspirarlos a colaborar. Pese a ser un hombre que se codeaba con la gente más rica y poderosa, tenía gran llegada a todas las clases sociales. ¡Era un estratega y un gran líder! Se levantaba a las cuatro de la mañana y trabajaba hasta muy tarde en la noche. Recorrió personalmente los pasos montañosos para probar las rutas que iba a transitar su ejército; instruyó a los Granaderos y convirtió a campesinos y reclutas novatos en hombres entrenados para la guerra. Panto Mimo dice:

11:15 AM

¡Era un capo San Martín! Me imagino que el adiestramiento militar debió ser exigente. Memo Test dice:

11:16 AM

¡Imagina bien, Panto! San Martín quería soldados disciplinados y diestros para usar el armamento. En el ejército hubo profesionales; pero también lo integraron inexpertos: voluntarios, reclutados a la fuerza y negros esclavos que al sumarse consiguieron su libertad. Para convertirlos en profesionales, San Martín se valió de muy buenos oficiales y se rodeó de especialistas para fabricar armas, proyectiles, granadas, pólvora, herraduras, mochilas, sillas de montar y arneses. Ellos, junto a cientos de obreros voluntarios, supieron utilizar los recursos naturales, como el salitre, el plomo, el azufre, la plata. También organizó los servicios médicos y hospitalarios para atender a los heridos en batalla. Panto Mimo dice: 2

11:17 AM

Acá Melina grita: "¡¡QUE TE CUENTE ACERCA DE LA GUERRA DE ZAPA!!". Memo Test dice:

11:19 AM

Resulta que mientras San Martín coordinaba todo para cruzar los Andes, a partir de 1815 organizó una red de espionaje y sabotaje. La misión era contar información sobre los planes de los realistas en Chile, sus recursos, la cantidad y los movimientos de sus tropas. Además, se difundían datos falsos para confundir al enemigo al otro lado de los Andes. Y, algo muy importante, esos espías debían mantener a los chilenos con el espíritu en alto hasta que el ejército fuera a liberarlos de los españoles. ¿Me permite una sugerencia, Panto? Si yo fuera usted me haría un viajecito a Mendoza. Esa provincia fue la cuna del Ejército de los Andes y de la libertad de Argentina, Chile y Perú. En un rato le mando un WhatsApp con el nombre de un amigo que lo guiará por todos los rincones sanmartinianos. ¿Qué opina? Panto Mimo dice:

11:20 AM

No tengo mucho para opinar. ¡MELINA YA ESTÁ RESERVANDO LOS PASAJES POR TELÉFONO!

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PERSONAS Y PERSONAJES Al otro día…

Damas y caballeros, en minutos aterrizaremos en el aeropuerto de la Ciudad de Mendoza.

Tranquilo, Panto. Ya casi llegamos. ¡Estás blanco del susto!

GRANDES ESTRELLAS DEL EJÉRCITO DE LOS ANDES Se supone que voy a interpretar a San Martín y no a una de las mulas de carga.

...y ya en suelo firme ¡Gracias por ayudarme con el equipaje! Ahí está el amigo de Memo Test...

¡Qué experiencia! Vamos a recorrer sitios sanmartinianos guiados por un experto conocedor...

Soy Charquicán, baqueano de oficio y corazón. Pa’ lo que guste mandar.

EL EJÉRCITO

Les mostraré todo lo que tenga que ver con la Gesta Libertadora y las personas que hicieron realidá' el plan del General.

Lo conformaron más de 5.400 hombres, pero los soldados eran unos 5.200. Se dividían en combatientes (Granaderos e integrantes del Ejército del Norte) y milicianos auxiliares (transportaban víveres y municiones). Principalmente eran criollos y mestizos pobres, y unos 700 negros exesclavos. Los generales, jefes y oficiales en general pertenecían a familias criollas ricas. Además había civiles (curas, asistentes y baqueanos) que los asistían. Andinistas expertos. Un destacamento de baqueanos guió a los regimientos por los difíciles y peligrosos caminos de la cordillera, ya que los conocían de memoria. Iban delante de las tropas para detectar el paso más seguro; asesoraban en las ascensiones a los picos; conocían el clima de los Andes; y eran expertos en manejar las mulas.

EL PUEBLO CUYANO

Los habitantes de Cuyo, de todas las clases sociales y edades, colaboraron con mucho esfuerzo y gran voluntad con el proyecto libertador. En especial se destacaron los mendocinos. Donaron dinero, joyas, animales, materiales. Y como había que ahorrar recursos, la población vivió con lo mínimo. Las mujeres trabajaron en los talleres textiles. Cientos de hombres fundieron metal y fabricaron el armamento. Y los albañiles levantaron las construcciones militares sin cobrar un peso. ¡Corazón valiente! Pascuala Meneses era una mendocina de 19 años que quería participar de la campaña. Pero San Martín había prohibido las mujeres en el Ejército de los Andes. Ella se disfrazó de hombre y se enroló como Pascual. Inició el cruce de la cordillera que iría por el paso de Uspallata. Pero a mitad de camino, el jefe descubrió el engaño y la hizo regresar.

DIEGO PAROISSIEN

(INGLATERRA, 1781 – EN ALTA MAR, 1827)

San Martín, al que atendió durante la campaña cuando sufrió una úlcera que lo postró en una camilla, lo designó Cirujano Mayor del Ejército de los Andes. Bajo sus órdenes actuaron cirujanos, boticarios, enfermeros. Para atender a los heridos, contaban con instrumental, botiquines móviles y diversos remedios. El hospital de guerra eran carpas con catres, colchones y frazadas. Al servicio de la revolución. Tras la Revolución de Mayo ofreció sus servicios al gobierno criollo y fue designado al Ejército del Norte. En 1812 se hizo ciudadano de las Provincias Unidas y el Triunvirato le encargó la jefatura de la fábrica de pólvora de Córdoba, donde trabajó José Antonio Álvarez Condarco. Debido a sus desempeños ambos fueron convocados por San Martín.

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FRAY LUIS BELTRÁN

(SAN JUAN, 1784 – BUENOS AIRES, 1827)ÁN

Este cura franciscano era un autodidacta, mezcla de matemático, físico, carpintero, armero, relojero, fundidor, herrero, artillero, arquitecto. Por eso, San Martín lo nombró jefe de la maestranza y director del arsenal. Dirigió a 700 herreros que convirtieron objetos de metal donados por la población y las campanas de las iglesias de Mendoza en cañones, proyectiles, granadas y bayonetas. También hicieron mochilas, herraduras, sillas de montar y arneses para mulas y caballos. Antes de que el ejército partiera hacia Chile, presentó una gran exhibición de fuegos artificiales en la Plaza Principal de Mendoza. A gritos pelados. Lo llamaban “el ronco”, ya que para dirigir el trabajo debió gritar por sobre el golpeteo de los yunques, dañándose la voz para siempre. (MENDOZA, 1786 – 1827)

EL MOLINERO TEJEDA

Andrés Tejeda era un mulato que tenía a cargo un molino estatal en el cual, durante el armado del ejército, se molía maíz para fabricar harina. Además, tenía fama de inventor de aparatos rarísimos pero que funcionaban. En 1815, San Martín carecía de tela adecuada para abrigar a sus hombres en la cordillera. San Luis donó muchos metros de picote, una lana que había que compactar por medio del "batán", por lo que San Martín encargó a Tejeda adaptar el molino para convertirlo en uno. Con alas. Se cuenta que en 1827, Tejeda construyó un par de alas de tela, montadas sobre un esqueleto de cañas y sujetas a la espalda y los brazos con correas. Su intención era volar. Y probó el invento lanzándose desde el techo del molino. Se habría desplazado unos 50 metros por el aire, pero luego cayó; terminó muy herido y falleció a los pocos días.

EL TROPERO SOSA

(MENDOZA, 1766 – 1823)

Pedro Sosa trasladaba mercaderías de Cuyo a Buenos Aires. En agosto de 1816, San Martín había conseguido que el Director Supremo le diera elementos para su ejército. Había que llevarlos de Buenos Aires a Mendoza, lo que podía demorar unos 90 días. La salida a Chile sería en los primeros días de enero de 1817 y Sosa se comprometió a hacer el viaje en 45 días, sin cobrar un centavo. Para eso, no se detuvo jamás en el camino; cambió gente y animales en todas las postas; si algún animal se cansaba lo abandonaba; y si un peón se dormía, lo ataba a una rueda y le daba unos azotes para despabilarlo. Caminos peligrosos. Un tropero era dueño de una tropa de carretas que transportaban todo tipo de mercaderías de una ciudad a otra. Esos viajes podían durar semanas o meses y siempre bajo el acecho de ladrones o malones indígenas que asaltaban la caravana para quedarse con las mercancías, los bueyes y los caballos. (SAN MIGUEL DE TUCUMÁN, 1780 – SANTIAGO DE CHILE, 1855)NJOSÉ

ANTONIO ÁLVAREZ CONDARCO

Este ingeniero especialista en explosivos se encargó de la fábrica de pólvora. Pero como tenía una muy buena memoria y era un genio como dibujante, cumplió otra misión clave. San Martín necesitaba mapas de los pasos cordilleranos de Los Patos (en San Juan) y Uspallata (en Mendoza). Para eso, en 1816 envió a Álvarez Condarco a Chile por el Paso de los Patos, que supuestamente era el más extenso, pidiéndole que memorizara cada detalle del camino. Llevaba una copia del Acta de Declaración de Independencia de las Provincias Unidas, para que se la entregara a Francisco Marcó del Pont, gobernador español de Santiago, y la aceptara o la rechazara. El realista, muy furioso, ordenó quemar el Acta y, luego de perdonarle la vida al ingeniero, lo echó del país diciéndole que se fuera por el camino más corto, que era el Paso de Uspallata. En realidad, Álvarez Condarco hizo de espía: al volver a Mendoza recurrió a su memoria y dibujó los mapas que necesitaba el Libertador. Inflamable. La fábrica de pólvora se armó en una casa de Tomás Godoy Cruz: gran colaborador de San Martín y diputado por Mendoza en el Congreso de Tucumán de 1816. Ahí se dispuso todo para hacer pólvora con el salitre de la zona.

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A VISTA DE DRON

LA VIDA EN EL CAMPAMENTO

Llegamos al Campo Histórico El Plumerillo. Desde septiembre de 1816 y hasta la partida del Ejército de los Andes, aquí fueron entrenados los hombres de San Martín.

Tuvieron que prepararlo. Había que cavar pa' conseguir agua y el suelo estaba siempre blanco de salitre. Y se construyeron galpones y casas pa' alojar a los soldados y hacer oficinas.

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Estaba a solo 4 km al norte de la ciudad. ¡Un día en este campo de entrenamiento era pura acción y adrenalina!

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1. Un artillero de la guardia pule un cañón. Todos los días, a las 6 de la mañana, dispara un cañonazo para poner en funcionamiento a los regimientos. 2. Fray Luis Beltrán hace estallar unos fuegos artificiales. ¡Su pasatiempo favorito! 3. Unos Granaderos corren tras sus caballos desbocados que se asustaron por los fuegos artificiales de Beltrán. 4. Una jovencita de la alta sociedad mendocina camina del brazo de un oficial. Se pusieron de novios y lo visita todas las semanas. 5. Varios infantes marchan hacia el paredón de blancos para practicar con sus fusiles. ¡Deben mejorar su puntería! 6. El General San Martín les enseña a unos reclutas a manipular el sable. Mientras, toma unos mates. 7. El encargado de dar el toque de diana afina la trompeta. Con ese instrumento, cada mañana avisa a los soldados que deben formarse para tomarles lista. 8. El tropero Pedro Sosa guía una carreta tirada por bueyes. Trae de la maestranza fusiles y proyectiles para el entrenamiento de los combatientes. 8


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9. El sastre del ejército muestra a Bernardo O’Higgins, comandante del Cuartel General, el uniforme color azul añil que se confeccionó para los Granaderos. 10. Remedios de Escalada camina hacia donde está su marido, el general San Martín. Ha venido para que vea a su hija: Merceditas. 11. Un oficial dirige a unos soldados en la práctica de la marcha en conjunto. 12 . Uno de los ayudantes de cocina sirve el almuerzo. Los oficiales y los soldados se sientan juntos a comer. ¡Así lo ordenó San Martín! 13 . Algunos soldados atienden la huerta del campo de instrucción para preparar la comida. ¡Aquí se hace de todo! 14. Herreros colocan las herraduras a los caballos de los soldados. Fue la primera vez que se usaron herraduras en el ejército argentino. 15. Estos soldados aprenden a cargar los cañones de guerra. ¡Las balas pesan un montón! 16. Manuel Estanislao Soler, jefe del Estado Mayor del ejército, estudia los mapas de los pasos de Los Patos y Uspallata que dibujó José Antonio Álvarez Condarco. 9


POSTALES DE ALLÁ LEJOS EN EL TIEMPO

EL GRAN ESCENARIO DE LA AVENTURA LIBERTADORA

Miren, hacia el oeste… ¡La Cordillera de los Andes!

¡Es buena época para subir la cordillera! Agárrense fuerte, vamos a recorrer las rutas del ejército libertador a lomo de mula.

¡Altísima! De solo verla, me entra vértigo y revoltura de panza.

LAS SEIS RUTAS SANMARTINIANAS CHILE

Los hombres guiados por Francisco Zelaya cruzaron por el Paso de Comecaballos (La Rioja).

ARGENTINA

LA RIOJA

El grueso de las tropas cruzó al mando de San Martín por el Paso de Los Patos (al suroeste de San Juan); con él iban los jefes Miguel Estanislao Soler y Bernardo O’Higgins. SANTIAGO

José León Lemos dirigió el cruce por el Paso de El Potrillo (centro oeste de Mendoza).

SAN JUAN

Juan Manuel Cabot lideró la columna por el Paso de Guana (al noroeste de San Juan). Por el Paso de Uspallata (Mendoza) fueron los soldados liderados por Juan Gregorio de Las Heras y Enrique Martínez.

MENDOZA

San Rafael

Por el Paso de El Planchón (suroeste de Mendoza) fueron las tropas de Ramón Freire.

El Aconcagua es el cerro más alto de los Andes y de América: mide 6.959 m. Las tropas cruzaron a una altura promedio de 3.000 m. De día la temperatura llegaba a 30°; en las noches, a 10° bajo cero. Los vientos fuertes, fríos y húmedos se encerraban en las quebradas cordilleranas. Aunque era verano, en varios sitios había nieve, ya que a fines de 1816 hubo nevadas tardías. Las columnas del Ejército de los Andes atravesaron más de 380 km de montaña. A los 1.000 m muchos empezaban a sufrir los males de altura, como el apunamiento o soroche. Sus síntomas eran dolores de cabeza, vértigo, agitación, mareos, asfixia. El apunamiento o soroche se superaba masticando cebolla o ajo, que evitaban la formación de coágulos de sangre. A los que se congelaban por las heladas les daban de comer membrillo para reanimarlos. El Aconcagua desde el Espinacito. Paso de los patos.

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Los soldados eran unos 5.200: 3.800 eran combatientes (2.000 Granaderos) y 1.400 eran auxiliares. Las distintas columnas del Ejército de los Andes empezaron a salir a partir de enero de 1817. El plan era cruzar la cordillera en 20 días, pero por diversas causas la expedición duró 25 días. La columna principal, al mando del General San Martín partió de El Plumerillo el 18 de enero. Medía unos 4,5 km de largo y llevaba la Bandera de los Andes. El armamento de todo el Ejército estaba formado por 5.000 fusiles de bayoneta, un millón de cartuchos para fusil, 600 granadas, 22 cañones, 2.000 balas de cañón y 1.229 sables. Los pistolones estaban reservados para los jefes y oficiales. San Martín y su Estado Mayor presencian el paso de las tropas por el Espinacito. Paso de los Patos.

Además de trasladar a los hombres, las mulas transportaban alimentos y armamento. Uno de los principales alimentos fue el charquicán (comida típica de Cuyo a base de carne secada al sol, tostada y molida; y condimentada con grasa y ají picante) que era fácil de transportar y se preparaba agregándole agua caliente más harina de maíz. Se arriaron 600 vacas para ser faenadas y comidas en el camino. Después, la dieta fue arroz, papas, porotos, legumbres secas y la galleta (un bizcocho duro y grandote). A lo largo de la ruta se erigieron depósitos de víveres para el caso de una derrota o retirada.

Los hombres iban de a dos y en grupos de 20, con los granaderos detrás evitando que alguien se demorara o desertara. Pero a medida que ganaban altura, comenzaron a marchar de a uno; eso impedía la comunicación y retardaba el avance: hacían unos 28 km por día. Cada hombre iba en una mula. No se podía ir a caballo por lo accidentado del terreno. Partieron 1.600 caballos para pelear en terreno llano, de los cuales solo 800 llegaron a Chile. Entre la carga llevaban leña y pasto para alimentar a los animales. El tránsito se hizo por terrenos sin vegetación y para obtener agua había que descender hasta 500 m. Por eso, llevaban barriles con provisiones de agua. Cada hombre tenía además un cuerno de res con agua, y una botella de vino o aguardiente para calentar el cuerpo. Conducción del General San Martín de sesenta granaderos.

El ejército fue guiado por 100 baqueanos conocedores de los pasos cordilleranos. Salieron 10.600 mulas para montar y de carga; pero apenas llegaron 4.300 a Chile. Era común que los animales cargados cayeran a los precipicios. De las laderas se desmontó terreno para que las mulas cargadas no las rozaran. Esa tierra se reutilizó en terraplenes que hicieron más anchos los senderos.

Un temporal de nieve. ¡Esta Cordillera de los Andes es así de caprichosa!

Regreso del General San Martín y encuentro con Olazábal en la cumbre del Portillo.

¡Uy, el viento se llevó a Melina! ¡Debemos rescatarlaaa! Y la mula huyó despavorida…

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ARCÓN DE ANTAÑO Charquicán y Panto Mimo descendían la cordillera. El viento blanco era terrible. Pero a mitad de camino...

TROPAS A TODO TRAPO

Tengo la cara blanca y no es por el maquillaje de mimo. ¡Me estoy congelando!

Según mi localizador GPS para personas, ¡Melina está a salvo! Me comunicaré con los rescatistas pa’ que la socorran. Y que luego vengan por nosotros. ¡Resultó ser de avanzada, don Charquicán!

¡Un refugio andino! Entremos antes de que también salgamos volando.

Y mientras esperaban que pasara la tormenta… Chocolate pa’ entrar en calor y recuperar energía. Habrá que pasar la noche aquí. Dígame, ¿qué aprendió hasta ahora?

Un montón de cosas. Pero me cuesta imaginar cómo enfrentaron semejante frío las tropas de San Martín.

El abrigo y los uniformes para cruzar la cordillera fue uno de los grandes problemas que hubo que solucionar.…

EL GENERAL SAN MARTÍN Lucía un sombrero bicornio, llamado “falucho”. Era elástico y estaba hecho de hule negro. Lo adornaba una escarapela azul-celeste y blanca, de la cual colgaba una trenza de hilo dorado. La banda azul celeste, que le cruzaba el torso indicaba su grado de General. Se anudaba en la cintura; de ahí colgaba la vaina del sable corvo. Pantalón o calzón de lana, blanco y bien ajustado. Ese color solo lo usaban los jefes. Calzaba botas “granaderas". Eran de cuero negro, altas y fuertes. En el talón tenían espuelas de metal.

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Sobre su uniforme, usaba un capote de paño azul. Durante el cruce de los Andes, además, usó poncho de lana.

Su chaqueta era azul y de mangas largas, con botones dorados. Debajo, tenía un chaleco blanco abotonado. El cuello y los puños tenían laureles bordados en dorado.

Compró su sable corvo en Inglaterra, en 1812. Lo empuñó durante toda su campaña libertadora. Era una espada sin adornos, lo que la hacía ágil y muy eficaz para pelear sobre el caballo.


REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLO

El morrión era un sombrero muy duro que cumplía la función de casco protector. Estaba adornado con un Escudo y una Escarapela Nacional. El penacho rojo carmesí diferenciaba al regimiento de otros del Ejército.

La casaca era de paño azul con botones dorados. El cuello y las charreteras en los hombros eran de materiales muy duros para proteger esas partes del cuerpo.

De la bandolera de cuero blanco que atravesaba el torso colgaba una cartuchera. Ahí se guardaban las municiones para los fusiles.

El pantalón era azul. Lo sostenía un cinturón de cuero blanco con líneas carmesí a los lados. Las botas “granaderas” eran de cuero, resistentes, altas y con espuelas. Eran altas para evitar que el soldado sufriera heridas en los muslos cuando montaba su caballo.

Pese a llamarse “granaderos” no lanzaban granadas. Esa pequeña bomba explosiva era muy moderna y en el país aún no existía. Sus armas eran el sable y el fusil.

Lo primero que había que abrigar eran los pies de los soldados, eran indispensables para la marcha, la corrida en el ataque o apoyarse en el estribo del caballo. Se hicieron zapatos altos y anchos de cuero vacuno con el interior forrado con trapos y lana. También usaban la “bota de vaca” o “tamango”.

Los animales de carga o para cabalgar fueron una pieza clave en el Ejército: también se los abrigaba con pieles.

OFICIAL DE ARTILLERÍA

Se colocaban ponchos forrados que además se usaban como camas para dormir sobre el frío y duro suelo. Aunque también se utilizaba el jergón, algo parecido a un colchón de lana.

INTEGRANTE DEL CUERPO DE BAQUEANOS

El abrigo podía llevarse en la parte trasera de la silla de montar o en una mochila en la espalda. Los sombreros eran duros para proteger la cabeza en el combate. Pero también servía para abrigarla

Los batallones se distinguían por los colores de sus uniformes y los penachos de sus sombreros. Eran azules, rojos o verdes.

CAZADOR A CABALLO

A todo esto, don Charqui… ¿el caballo de San Martín era realmente blanco?

FUSILERO DEL REGIMIENTO 7 DE NEGROS LIBERTOS

Ja… ja… ja. Demos una vuelta de página. Voy a revelarle algunos secretos jugosos…

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