Era una noche de viernes cuando apareció por primera vez. Mientras el pequeño Lucas se bañaba, fui hasta el comedor a preparar la mesa y no pude creer lo que vi. En el suelo había unas huellas extrañas.
—Hijo, ¿estás bien? ¿Salimos del baño? —¡Uh, mamá! Quiero quedarme un rato más. —Solamente un minuto más, ¡porque tengo que contarte lo que acabo de ver en el pasillo!
Lucas, que era curioso, quiso saber qué pasaba. Cuando supo de las huellas en el piso, rápidamente agarró su lupa y, como un detective en toalla, empezó a estudiar las pistas. —Mami, ya sé de quién son estas huellas:
¡Son del MONSTRUO DE LOS PIES MOJADOS!