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LORENIS MEJÍA - Londres (Inglaterra

LORENIS MEJÍA

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Londres (Inglaterra)

Vive feliz. La primera salida de casa fue para Cúcuta a estudiar comunicación social y periodismo. Después, llegó a Bogotá para cumplir con el requisito de prácticas profesionales en la radio. Y de ahí a Londres, para explorar y crecer como persona. En la cabeza rondó por años la idea de aprender inglés y optó por una ciudad pequeña al sur de Inglaterra. -Decidí quedarme y aquí estoy. Cuando repasa los días en la capital de Norte de Santander le da nostalgia por no ver a los compañeros universitarios y recuerda esos momentos vividos en las aulas y al terminar las clases. También, aparecen las imágenes de la gente con la que creció y que sigue siendo parte de la vida. En estos años de permanencia entre los ingleses ha aprendido el idioma, del que no tenía mayores conocimientos, a pesar de los cursos a los que asistió en Colombia.

Lo básico no era suficiente para hablar y estaba lejos de comunicarse en esa lengua. Pasó tres meses dedicada a aprender. Fueron 90 días juiciosa sin hablar nada en español, sin contactos con hispanohablantes para no perder el hilo. Dedicó el tiempo a hablar con alemanes, asiáticos y de otras nacionalidades, porque el inglés les permitía el diálogo y la obligaba a esforzarse para adquirir la habilidad para entender y hacerse entender. -Creo que la tarea se cumplió bien. Puedo decir que hablo inglés. Lorenis le tomó el pulso a Londres y mediante un emprendimiento quiere cambiarles la costumbre a los londinenses de tomar té y que se sumen a los consumidores de café. En una cabina telefónica ofrece el producto colombiano y le ha sacado provecho económico. Uno de los periódicos locales dedicó una página para destacar esa labor.

La cobertura de los medios ha sido increíble. La agencia de noticias Reuters hizo una nota que publicaron varios diarios alrededor del mundo. Fue un momento especial del que se siente orgullosa. El negocio comenzó como empresa familiar. Tienen dos tiendas y ofrecen cafés especiales. Compran el grano verde y fresco en Colombia y lo tuestan allá. Los flemáticos ingleses lo han recibido de manera agradable, están encantados, lo disfrutan y lo consumen. El producto es apetecido. -Esa idea podría implementarla cuando regrese a Cúcuta. Es novedosa, tendría aceptación y ganaría clientela con facilidad. El café es especial, porque los caficultores con los que trabaja lo hacen especial. Emplean métodos de producción únicos y cumplen ciertos requisitos para clasificar en las categorías que les impone una firma estadounidense que revisa cultivos, procesos, lavado y la sombra que reciben.

También lo hace especial el proceso en el que están directamente ligados los cultivadores, los tostadores y los preparadores. El aprendizaje alcanzado la maravilla, y la emociona saber cómo contarles a los ingleses que no conocen del café, pero que les gusta y disfrutan al tomarlo. Los precios, convertidos a pesos, no resultan del todo asequibles para los cucuteños. En promedio, una taza de expreso o capuchino cuesta tres libras esterlinas. En cualquier calle colombiana serían $ 12.000. Un tintico, de esos que ofrecen aquí en termos por $ 500, allá saldría en $ 10.000. -La diferencia es que de verdad lo va a disfrutar. Si se cumple el sueño de venir a montar el negocio en esta tierra tendrá que ajustar los costos. Una ganancia es que no tendrán que importar el grano. Solo sería ir a los municipios productores y escoger el mejor de los productos.

En este andar por tierras inglesas todo ha sido de color de rosas para Lorenis. No ha tenido momentos difíciles, como para desistir de permanecer lejos de casa. Aunque a esa felicidad le surge el lunar que produce el proceso de legalización. Sin embargo, en lo último que pensó fue en quedarse de manera ilegal. El comienzo de la pandemia (2020) también le dio un golpe fuerte, especialmente en los económico. Recién comenzaban el negocio cuando el gobierno decretó el encierro. En las cabinas estaban puestas las ilusiones económicas y los ahorros de años de trabajo. Al final, superó la prueba. En Colombia, a pesar de tener el café a la vuelta de la esquina, Lorenis nunca se interesó por el grano. En Inglaterra descubrió el aprecio que se le tenía y se le despertó el pensamiento y comenzó a idear un negocio. Y aparecieron las viejas cabinas telefónicas en escena. Las recuperó y echó a andar el proyecto.

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