REVISTA DE CULTURA Y ANÁLISIS
AÑO 1 VOLUMEN 13 | COATZACOALCOS, VER. | PRECIO: $ 40.00
Los Caminos del Sur Panaderías Cuidar lo que Importa Campamento Los Arrecifes 1
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Directorio Director Lic. Javier Pulido Biosca Asesores Lic. Isis Guillén Rasgado Biol. Santiago Torales Diseño Editorial Biosca Editores Fotografía Sergio Balandrano Casas Suscripciones 921 144 0205 Correo identidad0419@gmail.com
Llevar la agenda ciudadana Hoy, más que nunca antes en la historia, los mexicanos sentimos una profunda decepción por la decisión que muchos tomamos en julio de 2018, nos ganó la necesidad de echar fuera las trampas, conducta delictiva e impunidad de una ristra de gobiernos padecidos desde 1998 y antes. Pero tampoco pudimos ver las instituciones que se fueron creando para democratizar al país, darle solidez financiera, cultural, tecnológica y prestigio internacional, a pesar de todos los desaciertos y delitos contra el patrimonio nacional, solapados con una impunidad notoria. La pluralidad, tolerancia, libre expresión se hicieron más sólidos, a pesar de los muchos crímenes contra de comunicadores y activistas. Creímos en la posibilidad de mayor transparencia, libertad y respeto, a pesar de las voces que advertían del riesgo de un totalitarismo represor y que pondría en riesgo lo –poco o mucho– logrado. Hoy vemos la necesidad de recuperar a México del caos de ilícitos en cascada y de una impunidad realmente notoria ya que nada se diferencia de los gobiernos anteriores, sino que la empeora. Hoy tenemos la imperiosa necesidad de exigir a los partidos que puedan presentar un frente aliado para recuperar el país y poner freno en municipios, gobiernos estatales, legislaturas y Congreso de la Unión.
Contenido Panaderías en Coatzacoalcos Caminos del Sur Cuidar lo que Importa Campamento Los Arrecifes
4 6 8 11 Mapa de Miguel del Corral (1777) Cortesía H. Ayuntamiento de 3 Ixhuatlán del Sureste
PANADERÍAS •
Dice un refrán conocido que “¿a quién le dan pan
que llore?”, y en efecto, es bien sabido que el pan nuestras penas mengua; da al paladar y a la lengua rico festín de sabores. Y si a esto agregamos que, como la Biblia lo expresa, tiene que haber mucha fe y no perder la cabeza. Se nutre el cuerpo de pan, más Él exige las buenas obras que van a agradar al que nos rige. Uno de los primeros hornos de pan que conocimos, allá por el año 1917, estaba en la primera calle de Ignacio de la Llave, casa de madera y techo de lámina contigua a la construcción inconclusa de mampostería, según sabíamos, propiedad de un sirio libanés de nombre Alberto, construcción que, cuando fue terminada y luego adquirida por el señor Guzmán L. Sinta para allí vivir, y que cuando jubilado por Pemex se trasladó a radicar en el puerto de Veracruz se las alquiló a don Alfonso Grajales para el Diario de Sotavento. Por las tardes, cuando no había clases o ya habíamos salido de la escuela, a la chiquillada nos gustaba ir a ver el trabajo de los panaderos, curiosidad que, en muchas ocasiones, recibía el aliciente de obsequiarnos con galletitas de panela, no estaba exenta de darnos en plena cara uno que otro golpe producido por el extremo de la larga pala utilizada para sacar o meter las “latas” o charolas de pan del horno. Era entonces muy entusiasta el gremio de panaderos, y en sus ratos de ocio se dedicaban a ensayar los cantos y bailes con que se lucirían en los carnavales que nunca dejaban de celebrarse con toda pompa en el puerto. Recuerdo muy bien a uno muy obeso, a quien sus compañeros le apodaron “el boya siete”, que imaginándose tener a sus pies la culebra de trapo rellena
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ERES DE COATZA/Identidad–es
de paja que formaría parte de su desfile carnavalesco, repetía el estribillo “ay que la culebra se va a morir. Juan Francisco la va a matar”, y después el coro: “que es eso, que es eso, quien manda que toquen eso”. Seguía la comedia con la actuación de los demás, diciendo: “A mí me dijo Catana que andabas con Anacleto”. –“¿Y qué me sigue bambeto?” –“¡ponte vino colorao!” volviendo a lo de “que es eso, que es eso…”, sin dejar de ejecutar pasos de rumba y hacer gestos si no elocuentes, graciosos. ¿Qué es lo que querían decir? Lo ignoro, pero que alegraban el ambiente era muy positivo, y más que sus cantos y bailes los acompañaban con uno que otro instrumento bien sonoro como el bongó, los palos y maracas. Por su pan francés (bolillo), las bobas, cubanos y galletas turcas, todo ellos panes de sal, que de tostados hasta tronaban al apretarlos con la mano, fue muy famoso don Antonio, conocido como “el Noy”, ciudadano español de carácter amable que vendía en su puesto del mercado, teniendo su horno de panadería en la primera calle de La Llave, donde está actualmente la casa del buen amigo y compañero de escuela primaria Salomón Férez. Cuando nuestro también compañero de primaria Elodino Pétriz (hace mucho que no sabemos de él), con frecuencia nos hacía invitación especial para tomar chocolate y pan en casa de su abuelita doña Juliana, que tenía su horno de pan en la segunda calle de Morelos, contigua al solar en que ya comenzaba la construcción del Centro Escolar “Vicente Guerreo”, hoy Banco Nacional de México, nos dábamos buenos atracones de “pan de teca” que era su especialidad, y que entonces sí se fabricaba con mantequilla y huevo. Su panadero principal era un mudo, algo amanerado.
Otra panadería de aquellos antiguos tiempos fue la de don Pedro Ochoa, cuyo horno estaba en su propiedad de la tercera calle de La Llave, en pleno barrio “El Comején” como se conocía el núcleo de viviendas pobres, que de la calle de La Llave y por la de Cinco de Mayo (hoy Carranza), se extendía hasta la de Zaragoza. Su puesto del mercado era muy famoso por las exquisitas hojaldras y campechanas que vendía, así como por sabrosas roscas de manteca y tortas de pan de huevo. También, en la segunda calle de Gutiérrez Zamora, existió un horno de pan, propiedad de don Melesio Mendoza. Después vinieron a establecerse más panaderías, como la de Las Glorias de Tabasco, del señor José Hernández, en la cuarta calle de Hidalgo y la de don Teófilo Gil Zavala, por la orilla del río. Era muy barato el pan entonces, pues lo daban a dos piezas por cinco centavos, y si compraba uno Un Peso de pan, tenía su “ganancia” de hasta dos y cuatro piezas más. Recuerdo haber ido al mortuorio de un hijo de don Marcelino Ochoa, en la tercera calle de Hidalgo, allá por 1918, y que mandaron a comprar cinco pesos de pan para obsequiar a los asistentes al velorio, y con esa suma trajeron una costalilla llena. La panadería “Las Glorias de Tabasco”, era muy famosa por sus “chilindrinas”. Y el pan de entonces no solamente se vendía en las panaderías y en los puestos del mercado, o en algunas tiendas de abarrotes, aunque en éstas era frecuente que supiera a petróleo cuando el dependiente despachaba ese energético y después le tocaba despachar pan. Había panaderos ambulantes, sobre todo por las tardes, que cargando en la cabeza el cajón rectangular y al hombro colgada la tijera de madera para soportarlo al despachar, iban por las calles entregando a domicilio el pan, dándolo al mismo precio del mercadeo y aún la “ñapa” o “ganancia” de rigor.
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Los Caminos del Sur en el Siglo XVIII Javier Pulido Biosca Identidad–es
En
publicaciones anteriores establecimos que la población de Coatzacoalcos surge a partir del astillero real creado el 1 de febrero de 1731, sin embargo es importante conocer también el tipo de migraciones que llegaron a este primer Coatzacoalcos desde los diversos asentamientos en la región sur de Veracruz y para establecer esto uno de los documentos más útiles es el mapa elaborado por Miguel del Corral siguiendo órdenes del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, en 1777. Este documento representa con minucioso detalle a las poblaciones, con los nombres que tenían en esa época, los ríos, cerros, haciendas y costas. Para todo esto resulta un documento de consulta obligada, pero en lo referente a los caminos existentes en la época, muchos de los cuales se han convertido en carreteras y vialidades modernas, el mapa de Miguel del Corral es sobresaliente. La población de Coatzacoalcos está marcada por el fortín desde donde se hacía la vigilancia del río y la barra de este mismo nombre, construcción que formó parte del patrimonio histórico de la nación hasta que la Secretaría de la Defensa Nacional decidió derrumbarlo en 1970, cometiendo un crimen imperdonable ya que esta construcción estaba ya en ese entonces protegida por la ley. Desde la margen izquierda del río Coatzacoalcos, a donde se ubica el vigía, corre un camino siguiendo la línea de la costa, pero a cierta distancia tierra
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adentro, con rumbo a “La Barrilla”, la que cruza con rumbo al pueblo de Minzapan, que está claramente marcado a la vera del camino y sigue su rumbo para llegar al pueblo de Mecayapan. Más adelante, en un río, que por su ubicación se sabe que es el Chacalapa, y que probablemente sea en el sitio hoy conocido como Tonalapa, el camino se bifurca, una rama se dirige hacia los pueblos de Soconusco y Acayucan, mientras que la otra se dirige hacia el pueblo de Soteapan, marcado al sur de la sierra de San Martín, cuyas dos cumbres están resaltadas; el camino se dirige a Catemaco. Cabe resaltar que este camino todavía existe y es utilizado en muchos de sus tramos. Muy peculiar es el tramo que sube desde Soteapan hasta un portillo conocido como Las Ventanas, justo al sur del hoy llamado cerro Santa Martha (en realidad, al igual que el San Martín, se trata de volcanes, no de cerros), en el lugar en que lo indica el mapa del XVIII. Este camino resulta transitable, con cierto esfuerzo, en vehículo automotor hasta una ranchería llamada Santa Martha que está a escasos dos kilómetros del portillo de Las Ventanas. A partir de este lugar esta vía resulta ser un añoso camino de herradura, que puede ser andado por personas avezadas a las rutas de montaña, pues las pendientes son fuertes, el camino pedregoso y colgado frente a peligrosos precipicios en todo su descenso hasta la laguna de Catemaco. Este camino todavía es transitado por las peregrinaciones indígenas que, desde el sur de
Veracruz, se dirigen a Catemaco, Los Tuxtlas y, pasando por Tesechoacán (hoy Playa Vicente), llegan a Otatitlán, lo que hace pensar en que éste podría haber existido desde la época prehispánica y haberse usado no sólo con fines comerciales sino con algunos usos rituales ligados al culto a Tezcatlipoca, Dios negro que después resulta sustituido, por sincretismo, con el Cristo Negro de Otatitlán. Refuerza esta hipótesis la presencia de dos nombres de cerros consignados en el mapa: “Mono Blanco” y “Mono Prieto”, el primero todavía muy sonado en la actualidad, en tanto que el segundo no se menciona. Pero no es este el lugar para hablar de la manera en que la mitología mexicana se sincretizó con la proveniente de Europa. Tampoco es el momento de argumentar la manera en que Tezcatlipoca se convirtió en un Cristo negro, ni de hablar del modo en que los dioses mexicanos se volvieron “demonios” ante los ojos de los hispanos. Esta compleja red de caminos, muchos destinados a un uso religioso, aún sigue utilizándose, al menos en tramos cuyo aprovechamiento es casi exclusivo de peregrinantes indígenas, o de aficionados al turismo de aventura, que los transitan hoy en día a fin de practicar algún deporte extremo, como el ciclismo de montaña, el moto cros, o cierto tipo de senderismo. Los tiempos cambian, pero los caminos permanecen ligados a esos sectores de la humanidad que los aprovecha. Vemos también que los flujos migratorios que propician estas vías vinculan la región de la cuenca del Papaloapan y el río Blanco con el sur de Veracruz a través de la sierra de Los Tuxtlas y que este vínculo permite explicar porqué hay constantes intercambios sociales que influyen incluso en algunas cuestiones étnicas, como por ejemplo la presencia de fuertes rasgos negroides en muchas poblaciones indígenas, fruto del intercambio de migraciones de los esclavos libertos provenientes de las haciendas cañeras que pasan a vivir a localidades como Chacalapa o Pajapan (Minzapan), así como la salida de indígenas hacia esos centros de trabajo. También se aprecia en los constantes vínculos entre los carpinteros de ribera de Alvarado y los del astillero de Coatzacoalcos, detalles de esto último pueden apreciarse en el documento que acompaña al mapa de Miguel del Corral.1 1 Ver. Archivo General de la Nación, Ramo Marina, Vol. 39, Exp. 39, foja 68.
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Cuidar lo que importa: Patrimonio natural de México ENRIQUE HARO BELCHEZ
México, como país megadiverso, tiene a nivel glo-
bal un difícil reto para conservar la amplia gama de diversidad biológica que contiene en sus ecosistemas terrestres, marinos, costeros, insulares y de agua dulce en ríos, lagos y humedales. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), hoy lamentablemente en peligro de desaparecer, es la responsable de administrar las 182 Áreas Naturales Protegidas (ANP) de carácter Federal que cubren una sexta parte del territorio nacional (90, 839, 521 hectáreas). Su deber es mantener en ellas la salud de los ecosistemas, la biodiversidad y los servicios ambientales que éstas proveen, así como asegurar la sostenibilidad de las actividades productivas que en ellas ocurren, con criterios de inclusión y equidad, contribuyendo así con la generación de empleo y la reducción de la pobreza dentro y alrededor de las ANP. Desde 1917, nuestro país comenzó sus esfuerzos de conservación a través del establecimiento de las Áreas Naturales Protegidas. El establecimiento de las 182 Áreas, es resultado del esfuerzo conjunto del gobierno federal, de los gobiernos estatales y municipales, empresas de la iniciativa privada, organizaciones del sector civil, centros de investigación y universidades, agencias de cooperación internacional, pobladores locales, campesinos, pescadores y pueblos originarios. La CONANP, define a una ANP como el instrumento de política ambiental con mayor definición
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jurídica para la conservación de la biodiversidad y corresponde a una superficie terrestre o acuática del territorio nacional, representativas de los diversos ecosistemas y donde el ambiente original no ha sido alterado. Conservar la Naturaleza hoy, no es preservar el pasado, sino construir el futuro. Las ANP´s protegen importantes superficies del territorio nacional que representan porcentajes importantes de las regiones hidrográficas y por consiguiente contribuyen a la alimentación y mantenimiento de los acuíferos y los recursos hídricos. De 36 regiones hidrológicas reconocidas por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en 14 de ellas las Áreas Naturales Protegidas cubren por arriba del 10 por ciento de la región. México cuenta con un sistema nacional que involucra a Áreas Naturales Protegidas con diversas categorías de manejo, las cuales corresponden a los objetivos para los que fueron creadas y las diversas regulaciones que deben observarse para normar las actividades dentro de las distintas zonas que las conforman. Según la Ley General del Equilibrio Ecológico y de Protección al Ambiente (LEGEEPA) Se consideran áreas naturales protegidas: Reservas de la biosfera (44), Parques nacionales (67), Monumentos naturales (5), Áreas de protección de recursos naturales (8), Áreas de protección de flora y fauna (40) y Santuarios (18).
Además de Parques y Reservas Estatales, Zonas de conservación ecológica municipales, así como las demás categorías que establezcan las legislaciones locales, y Áreas destinadas voluntariamente a la conservación. En México, las áreas naturales protegidas, son la principal herramienta para la protección de la naturaleza, fortalecerlas debe ser prioritario para generar bienestar y prevenir una posible siguiente pandemia. Por ello, llamamos la atención, particularmente, de las y los tomadores de decisiones para que revisen y adecúen instrumentos que doten de recursos a las instituciones dedicadas a la protección de Cuidar lo que importa: El patrimonio natural de México.
#CambiaUnaAccióncambiaTodo.
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Campamento tortuguero LOS ARRECIFES
Biol. Christian Noé Absalón Torres
El pueblo de Los Arrecifes está situado a 35 ki-
lómetros de la cabecera municipal de Mecayapan en el Estado Veracruz. En él, se localiza un campamento tortuguero con una extensión 7 kilómetros de playa en la que anidan tortugas marinas de la especie verde (Chelonia mydas) y principalmente carey (Eretmochelys imbricata), ambas especies catalogadas como en peligro de extinción según la NOM-059-SEMARNAT-2010. Por más de 20 años se ha desarrollado un gran esfuerzo comunitario de conservación de las tortugas marinas entre pobladores de la localidad de Los Arrecifes, dependencias del Gobierno Federal y Organizaciones de la Sociedad Civil con el fin de realizar acciones para recuperar las poblaciones que cada año anidan en esta playa. Sin embargo, la lucha constante contra acciones negativas ha sido incesante, entre las que se encuentra la captura incidental, el saqueo de huevos, depredación, erosión de playa y temperaturas letales ocasionadas por el
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cambio climático, que cada vez ponen más en riesgo a estas especies. El grupo de personas dedicado a conservar a las tortugas marinas está constituido por mujeres y hombres de la misma localidad quienes a lo largo de la temporada realizan la limpieza de la playa donde anidan las tortugas, delimitan la playa en secciones para poder tener un mejor monitoreo, registro y control de las nidadas, recorridos diurnos y nocturnos para vigilar, proteger y monitorear a las hembras anidadoras, incubación de nidos in situ y/o corral, revisión de nidos, registro de temperatura en nidos y liberación de crías. Los Arrecifes forma parte de la Red de campamentos tortugueros de la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, cuyo objetivo es promover la unión y organización de los campamentos para generar proyectos, compartir experiencias y buscar una representación común frente a organizaciones e instituciones
con la finalidad de mejorar el trabajo operativo que haga más eficiente la protección y conservación de la tortuga marina.
Marcando sitio de anidación
Además de las diversas actividades de conservación, en Los Arrecifes se cuenta con un proyecto
ecoturístico que ofrece servicios de hospedaje, alimentación y diversas actividades recreativas como recorridos por senderos de la selva, ríos y zonas arrecifales, así como la observación de tortugas marinas y educación ambiental.
Midiendo el cuerpo de una tortuga
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