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EL TRIUNFO DE LA VIDA

El Amor ha vencido, ha ganado la Vida sobre la muerte, la oscuridad, el odio, la violencia. El Amor se alza en manos del Padre, del Padre que se alegra por la victoria del Hijo de su confianza, del Hijo de su Corazón.

Ecos del Papa Francisco En la Vigilia Pascual el papa pidió a los fieles no cerrar los ojos ante los problemas, ir más allá de las propias certezas y ser valientes y humildes. A este respecto, el papa pidió “humildad, la humildad de bajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo tan orgulloso, de nuestra presunción, la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón”.

Guardemos el traje de la muerte, de las guadañas que secan la vida y quitan colorido al momento presente. Dejémonos arrastrar por la alegría de Cristo, que es nuestra alegría, nuestra esperanza y nuestra promesa que se hace realidad en la Pascua. Por unos momentos deja tu dolor y tu pena, el pesimismo y la indiferencia, ¡adéntrate en la alegría de Cristo y pon en ella tu propia vida!

¡Cristo ha resucitado, aleluya!

¿He visto al Señor? ¿Dónde, cuándo, en quién lo veo? ¿A quién se lo cuento? Como Tomás, tendremos momentos de duda. Queremos certezas -ver y tocar-. Dudar tiene sus aspectos positivos. Puede significar que nuestra fe no se basa sólo en lo que nos han transmitido, sino que, además de ser don de Dios, es también conquista nuestra, decisión nuestra, personal y madura.

PARROQUIA CORAZÓN DE MARÍA GIJÓN www.pacomargijon.org Avda. Pablo Iglesias, 82 985 37 09 44

Domingo

2º de Pascua Ciclo B

12-4-2015

La noticia ha estallado en todo el mundo: ¡¡JESÚS DE NAZARET HA RESUCITADO!! La resurrección: ¡Es el triunfo de la vida! Resucitar significa tener un sentido nuevo para la vida, se podría decir que la resurrección se lleva a cabo cada vez que una persona se convierte al Reino de Dios. En nuestro bautismo empezamos a vivir la resurrección y, con la muerte, daremos el paso para vivirla plena y eternamente. Para vivir la Resurrección, o sea, el amor, la paz, el perdón, la libertad, la alegría, el gozo, con optimismo, con esperanza... No es necesario ir al cielo: YA AQUÍ… Hoy es la fiesta del sentido de la vida. Un mundo con tantos proyectos de vida rotos. Con tantas parejas y familias desestructuradas. Con tantos hombres y mujeres sin hogar. Con tantos niños y jóvenes explotados. Con personas que viven en la desesperanza por culpa del paro, desahucios, pobreza… Nosotros, cristianos y cristianas, conscientes de la resurrección que vivimos, estamos llamados a dar vida, a llevar el sentido de la vida a nuestros hermanos y hermanas del mundo actual. ¡¡¡LA FAMILIA HUMANA, CREADA

POR DIOS, ES POSIBLE!!!


¿QUÉ ES RESUCITAR CON JESÚS?

A JESÚS RESUCITADO

“Desde el momento de la resurrección, Cristo no tiene otro cuerpo visible que el de los cristianos, ni otro amor que dar que el de éstos” (L. Evely). 
 Ahora somos nosotr@s quienes nos comprometemos a vivir como personas resucitadas. Siguiendo las huellas de Jesús. Experimentando su presencia y comunicándola a tod@s. 
Como María Magdalena, somos mensajer@s del nuevo día, portador@s de esperanza, cultivador@s de nuevas pascuas. Hoy amanece. Entre tod@s podemos multiplicar la luz. Es Pascua. Es la fiesta de la vida.
Que ayudemos a Jesús a resucitar aliviando a las personas que lo necesiten, mostrando la alegría de la entrega y el encuentro, la ternura de la misericordia, el entusiasmo por un mundo más justo y mejor para tod@s..., siendo testigos, con nuestra palabra y, sobre todo, con nuestra vida, de que Jesús…

Yo también quiero, Rabboni, ser María Magdalena. Quiero escuchar tu voz, ver tu rostro y descansar en tus brazos. Quiero oír cómo tus labios pronuncian mi nombre y cómo tus ojos me miran con amor aceptándome como soy. Pero sabes, me duele quedarme siempre en la puerta de un encuentro pleno y eterno, y vivo soñando con que algún día se producirá esa meta final. Como María Magdalena, aspiro a esa unión con el Amado que nunca se termine, a que los momentos de intimidad se eternicen. Ésa es la aspiración de mi alma y ésa es la promesa a la que aspiraba María Magdalena y con la que contamos todos. Nuestra Promesa. (Isabel Gómez-Acebo)

Jesús no contempla la existencia humana como un espectador, sobrevolando desde arriba. Él está en medio, en el centro de nuestra vida, en el centro de nuestros dolores y alegrías, de nuestros anhelos, inquietudes y esperanzas. Sana, salva, comparte, libera... desde dentro, dando a todo sentido.

Jesús nos invita a desear y comunicar paz, ofrecer luz, confianza, esperanza de un futuro siempre nuevo. Como hace Él.


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