VIDA PARROQUIAL
A partir del 1 de julio, horario de verano. Días laborables: se suprime la misa de 8,30. El horario de los Festivos sigue igual.
ENSEÑANZAS DEL FÚTBOL 1. Cada día empezamos cero a cero. Afróntalo con un deseo grande de ganar. Jesús te marca la estrategia: VÍVELO AMANDO. 2. No siempre se gana, pero siempre se compite. En la vida hay que darlo todo, intentarlo una y otra vez. Hay que trabajarse la victoria. 3. El equilibrio es fundamental. ¿Te imaginas un equipo con 11 delanteros o con 11 grandísimos porteros? Todos tenemos nuestro puesto en la Iglesia. Jugar en equipo es construir el Reino. 4. Por bueno que seas, hay que entrenar. “Tengo mucho que aprender”, decía un crack. En esta competición de la vida cristiana hay que practicar mucho, hay que cuidarse y seguir creciendo. “Como entrenas, así juegas”. Como luchas por seguir a Cristo, así llegas a ser. 5. El arma secreta de lo inesperado ¿Qué hacer cuando parece que nada funciona? Cambia. Los cambios en el momento justo pueden conducirte a la victoria. Reforma tu vida a tiempo. 6. Hasta que el árbitro pite el final. Mientras el balón de la vida esté en juego, se puede mejorar el resultado: remontar, y hasta ganar. Sólo el que pelea hasta el final puede retirarse de la cancha -morir- con la satisfacción de haberlo dado todo. 7. Jugar es re-crearse. El fútbol, como la vida, es diversión, pasión, entrega y entusiasmo. Cuando la vivimos así es cuando aprendemos en serio. Como cristianos somos hinchas del “Campeón del Amor”. 8. Cuando hay decisiones injustas que te perjudican. La vida no siempre es justa. ¿Qué hacer: reaccionar desconcertados y cometiendo más errores? En nuestras manos está el sobreponernos y seguir.
El 11 de diciembre se inauguró un monumento en Ypres (Bélgica). Conmemora un episodio mágico de la historia del fútbol. Lo protagonizaron soldados alemanes y británicos que en el transcurso de la I Guerra Mundial decidieron hacer un alto el fuego para jugar un partido. ¿No resulta conmovedor imaginar a estos jóvenes hace 100 años, encontrando un lenguaje común en el fútbol para expresar su fraternidad y ganar unas horas para la paz?
PARROQUIA CORAZÓN DE MARÍA GIJÓN www.pacomargijon.org
Avda. Pablo Iglesias, 82
985 37 09 44
Domingo XIII
Tiempo Ordinario
Ciclo B
21-06-2015
La cercanía de Jesús, la certeza de que navega con nosotros y de que lleva la barca de nuestra vida a buen puerto, no supone la ausencia de dificultades y tormentas en nuestra vida.
¿Todavía no tenéis fe?
Hoy sigue vigente esta pregunta de Jesús. ¿Qué respondo? Jesús no nos dice que estamos libres de ellas. Nos asegura que en las tempestades no estamos solos. Pase lo que pase Él recorre con nosotros nuestra travesía. La fe consiste en fiarse de Jesús, no sólo cuando vela y muestra su poder, sino también cuando “duerme”. ¿Está dormido Jesús, o es nuestra vida y nuestra fe las que están dormidas? La fe no es un modo de hablar o pensar, sino un modo de vivir. Vivir como vivió Jesús y adecuar nuestra vida a su escala de valores: No querer ser servidos, sino servir. No buscar poder ni privilegios, sino desear y ocupar el último lugar. No buscar ser temidos y obedecidos, sino ser reconocidos en la vida de las personas pobres y débiles. Analizar y comprometerse en nuestros tiempos con el mismo espíritu y solidaridad con que Él analizó y se comprometió con los suyos.
T
u Palabra es la Luz de los Hombres Job 38,1.8-11
El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo: ¿Quién encerró con dos puertas al mar, cuando él salía a borbotones del seno materno, cuando le puse una nube por vestido y por pañales, densos nubarrones? Yo tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas, y le dije: “Llegarás hasta aquí y no pasarás; aquí se quebrará la soberbia de tus olas”.
2Corintios 5, 14-17
Porque el amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos, entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
Marcos 4, 35-41
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: “Crucemos a la otra orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Todavía no tenéis fe?”. Entonces quedaron atemorizados y se decían: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.
ORACIÓN
Jesús, tus discípulos no estamos condenados a galeras. Conocemos con gozo nuestra tarea en la barca de la vida, mientras remamos al seguro puerto de tus brazos. Unas veces la mar está en calma, disfrutamos de la luz y de la brisa, y en el horizonte oteamos una playa abierta a un mundo mejor y más justo, más feliz. En otros momentos las olas encrespadas rompen contra nuestra barca y amenazan con hundirla. No hay horizonte, ni luz, ni brisa, sino viento contrario y miedo en el alma. Pero tú estás ahí. Y seguimos remando.
¿QUIÉN ES ÉSTE?
Marcos concluye su colección de parábolas del capítulo 4 con una preciosa catequesis centrada en la confianza. Es una catequesis cristológica, en la que Jesús es presentado como poder de vida sobre las fuerzas del mal, simbolizadas en el mar. La barca es imagen de la comunidad (Iglesia) en misión. Jesús aparece impulsando a sus discípulos hacia “la otra orilla”, el territorio pagano. Marcos, que escribe a una comunidad de origen pagano tiene interés en hacerles ver que fue ya el propio Maestro quien inició ese camino hacia los llamados gentiles (paganos), hacia las periferias. La catequesis de Marcos está centrada en la pregunta conclusiva: “¿Quién es éste?”. Se trata de una cuestión que va apareciendo de un modo intermitente a lo largo de todo su evangelio, manteniendo vivo el interés del lector. Una pregunta que solo hallará respuesta definitiva cuando, ya muerto Jesús, al pie de la cruz, un centurión –pagano- exclame: “Verdaderamente este hombre era hijo de Dios” (Mc 15,39). En esta narración, la barca-comunidad se ve amenazada (huracán y oleaje); los discípulos se sienten desprotegidos en la dificultad y, entre tanto, Jesús duerme. El contraste entre la inquietud de los discípulos y la calma del Maestro no puede ser mayor. Y hace que el lector se interrogue sobre dónde están los unos y el otro. La inquietud nace porque, erróneamente, nos identificamos con lo que ocurre; la calma aparece cuando nos situamos y reconocemos en la consciencia de lo que ocurre. Lo que somos -parece decirnos la actitud de Jesús- está siempre a salvo; no puede ser dañado por nada. Por eso, “¿por qué sois tan cobardes?”. La cobardía o el miedo es lo opuesto a la feconfianza. “El viento cesó, y sobrevino una gran calma”, es lo que ocurre cuando nos mantenemos en el desasimiento, amando lo que es, como bien sabía Juan de la Cruz: “Quedéme y olvidéme, / el rostro recliné sobre el Amado, / cesó todo y dejéme, / dejando mi cuidado / entre las azucenas olvidado”. La “gran calma” me recuerda la palabra que le dirigió Jesús a Marta: “Andas inquieta y preocupada por muchas cosas, cuando en realidad solo una es necesaria. María ha elegido la mejor parte y no le será quitada” (Lc 10,41-42). ¿Qué es lo “único necesario”? Lo que no puede morir jamás, es decir, aquello que queda tras ese naufragio general que supone la muerte. Eso que es lo único necesario es la fuente de toda calma y confianza. ¿Sabes, realmente, qué es lo “único necesario”?