VIDA PARROQUIAL 1.- El domingo, día 2, la colecta es para Cáritas Parroquial. 2.- El sábado, día 1, fiesta de Todos los Santos, es día de precepto. Las misas serán: 10,00; 11,30; 13,00 y 19,30 h. ¡¡NO HAY MISA A LAS CINCO DE LA TARDE!! 3.- El viernes pasado, día 24, celebramos la fiesta de San Antonio Mª Claret. Gracias por vuestra asistencia. El chocolate con churros estuvo a la altura del día.
¿QUÉ APRENDERÁN? Desde hace unas semanas, miles de
niños y jóvenes llenan de nuevo las aulas de nuestros colegios. Día tras día se sientan ante sus profesores y educadores para aprender. Pero ¿aprender qué? Tal vez, todo, menos lo más importante: aprender a vivir. Si siguen nuestro estilo de vida y nuestras instrucciones, difícilmente conocerán la felicidad. Ya no podrán sospechar siquiera que es posible disfrutar de la vida sin dinero. Se sentirán frustrados si no pueden ir satisfaciendo todos y cada uno de sus pequeños caprichos. Casi sin darnos cuenta, los vamos programando para la rivalidad, el éxito y el poder. Les animamos a “sacar sobresaliente» y a entender la vida como una carrera en la que la mayor desgracia es quedarse “descolgado”. Les enseñaremos a subir “al tren de la vida» y les instruiremos sobre cómo se han de comportar dentro de cada departamento, pero ¿quién les dirá hacia dónde se dirige ese tren alocado? ¿Cómo contagiarles el gozo verdadero de la vida si nos ven ocupados estúpidamente en mil asuntos y negocios sin saborear apenas nunca el amor, la belleza, la amistad, la familia? ¿Cómo educarlos para la paz si sufren nuestra violencia, nuestra irritación y toda clase de agresiones verbales, físicas y psíquicas? ¿Cómo sensibilizar su corazón a todo lo bueno, lo bello, lo digno, si ven que necesitamos toda clase de drogas, excepto, las tres o cuatro que hemos de condenar de manera tajante?
PARROQUIA CORAZÓN DE MARÍA GIJÓN www.pacomargijon.org
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985 37 09 44
FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
Domingo XXXI T.
Ordinario
CICLO A
02-11-2014
SER SANTO, una vocación con poco glamur y escaso atractivo. Una profesión poco demandada y de mucho riesgo, pero una profesión de la que precisamos con urgencia en estos tiempos nuestros. La humanidad sueña con científicos que descubran el remedio contra el ébola. Y esta misma sociedad se despierta todos los días con una nueva y pestosa riada de corrupción. En medio de este clima tan abyecto, el calendario nos ofrece la fiesta de todos los santos. ¿Tendrán ellos algo que ofrecernos? ¿No están demasiado alejados de nuestros problemas, de nuestras urgencias y necesidades? Jesús nos llama a cada uno de sus seguidores a regenerar el tejido social. Nos invita a ser santos respondiendo al ansia de justicia de tanta gente empobrecida. Nos reta a ser levadura introduciendo nuevos valores que no sean el dinero, el hedonismo, la pillería, el pelotazo etc. Jesús nos propone un programa contracultural. Él mismo, su vida, es el remedio para una sociedad como la nuestra gravemente enferma y afectada por el virus de la corrupción. Bienaventurados los limpios de corazón no dice el Maestro. ¿No sería bueno comenzar a ser santos trabajando con honradez, sirviendo con humildad y desinterés, comulgando con el sufrimiento de tantos seres humanos aplastados por este tsunami de abuso de pode y corrupción?
D
ame Vida con tu Palabra
Malaquías 1,14-2,8-10:
“...Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre –dice el Señor de los ejércitos–, os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví –dice el Señor de los ejércitos–. Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?»
1Tesalonicenses 29,7b-9.13:
Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.
Mateo 23,1-12:
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
¡¡¡INCOHERENTES!!! “Dicen y no hacen” Jesús ha desenmascarado la mentira que ha encontrado en su caminar diario, pero nunca lo ha hecho con más violencia que cuando se ha enfrentado a los dirigentes de aquella sociedad. No soporta la actuación de aquéllos que «han sentado cátedra» en medio del pueblo para exigir a los demás lo que ellos mismos no viven. Jesús condena su descarada incoherencia. «Dicen y no hacen». Hay una profunda división entre lo que enseñan y lo que practican, entre lo que pretenden de los demás y lo que se exigen a sí mismos. Las palabras de Jesús no han perdido actualidad. El pueblo sigue escuchando a dirigentes que «no hacen lo que dicen». Defensores del orden cuya vida es desordenada. Proclamadores de justicia cuyas actuaciones están al margen de todo lo que es justo. Educadores cuya conducta deseduca a quienes la conocen. Reformadores incapaces de reformar su propia vida. Revolucionarios que no se plantean una transformación radical de su existencia. Socialistas que no han «socializado» mínimamente su vida. Nuestra sociedad no necesita demagogos declamadores de palabras hermosas sino, dirigentes que, con su propia conducta, impulsen una verdadera transformación social. Nuestra iglesia no necesita tintes moralistas minuciosos y teólogos ortodoxos sino creyentes verdaderos que con su vida irradien un aire más evangélico. Hombres y mujeres que vivan su fe. Necesitamos «maestros de vida». Creyentes de existencia convincente. «Con su vuelta a lo esencial del evangelio, con su cordialidad y sinceridad habrán hecho posible la ‘desintoxicación’ de la atmósfera en la Iglesia» (L. Boros)