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VIDA PARROQUIAL El próximo sábado 19, tendrá lugar lugar la celebración de la Confirmación de nuestros jóvenes del colegio y de la parroquia a las 19.30 h. Recordamos que los lunes a las 17 h se reúne un grupo llamado “Punto de apoyo” que realiza trabajos cognitivos y lúdicos con personas de la tercera edad (por si conocen a alguien que le viniera bien participar). Si el canto es su don, puede ponerlo al servicio de la parroquia formando parte del coro; se necesitan refuerzos.

¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?». Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?». Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe? Todo lo que a primera vista parece un contratiempo. puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañoso. Así, pues, será postura sabia que dejemos a Dios decidir lo que es buena suerte y mala y le agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que le aman.

PARROQUIA CORAZÓN DE MARÍA GIJÓN www.pacomargijon.org

Avda. Pablo Iglesias, 82

985 37 09 44

EL RINCÓN DEL PÁRROCO

Domingo XXXIII Tiempo Ordinario

Ciclo C

13-11-2016

¡CUANDO OIGÁIS NOTICIAS DE GUERRAS Y REVOLUCIONES, NO TENGÁIS PÁNICO! No sé si el resultado de las últimas elecciones presidenciales en el país que afirma ser la primera potencia del mundo, es para echarse a temblar. Con frecuencia nos llegan noticias desesperanzadoras, de catástrofes y malos augurios. La Palabra de este domingo tiene al inicio este tinte apocalíptico, pero precisamente su final es esperanzador. La lucha entre el bien y el mal ha sido, es y será una constante en nuestra historia y en nuestra vida. En nosotros hay dos fuerzas poderosas que pugnan entre sí, el “eros” y el “zánatos” –dirían los clásicos-; la oposición entre la vida y la muerte, el amor y el odio, entre mi yo más egoísta y mi yo más generoso. Estas tendencias están muy dentro de nosotros y también muy fuera. El aviso de Jesús tiene un efecto tranquilizador: cuando estas inercias destructivas personales y globales, ganen batallas y crezcan haciéndose fuertes, no temáis, pues no son más fuertes que la fuerza del bien y del amor, no vencerán aunque aparentemente triunfen, no tienen la última palabra. Señor, yo sé que a veces me desespero cuando a mi alrededor veo que el panorama es desolador; en ocasiones todo me parece desastroso: mi vida, mi casa, mi familia, mi sociedad, el mundo… No permitas que en esos momentos el desánimo invada mi corazón. Soy consciente de estas maldades que dañan mi vida y el mundo, pero hoy me dices que contigo puedo resistir y puedo transformar mi parcela de realidad. Me dices que: “ni un solo cabello de nuestra cabeza perecerá, con vuestra perseverancia, salvaréis vuestras almas”. Enséñame a aguantar las negatividades de este mundo, sabiendo que la positividad que tu creaste y que es tu voluntad, es más fuerte y tendrá la última palabra: la victoria del amor. P. Juan Lozano, cmf.


HABLA, SEÑOR, TE ESCUCHO

1ª lectura: Malaquías 4,1-2a Mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos-, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia, que lleva la salud en las alas. 2ª lectura: 2Tesalonicenses 3,7-12 Hermanos: Ya sabéis cómo tenéis que imitar mi ejemplo: No viví entre vosotros sin trabajar, nadie me dio de balde el pan que comí, sino que trabajé y me cansé día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviera derecho para hacerlo, pero quise daros un ejemplo que imitar. Cuando viví con vosotros os lo dije: el que no trabaja, que no coma. Porque me he enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a ésos les digo y les recomiendo, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.

Evangelio de San Lucas 21,5-19

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? El contestó: Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre diciendo: «Yo soy» o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida. Luego les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

DAME, SEÑOR Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes, y a no decir mentira para ganarme el aplauso de los débiles. Si me das fortuna no permitas que pierda la felicidad. Si me das fuerza, no permitas que pierda la razón. Si me das éxito, no permitas que pierda la humildad. Si me das humildad, no permitas que pierda la dignidad. Ayúdame siempre a ver el otro lado de la medalla. No me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar como yo. Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso. Más bien, recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo. Enséñame que perdonar es lo más grande del fuerte, y que la venganza es la señal primitiva del débil. Si me quitas la fortuna, déjame la esperanza. Si me quitas el éxito, déjame la fuerza para triunfar. Si yo faltara a la gente, dame valor para disculparme. Si la gente faltara conmigo, dame valor para perdonar. Señor, si yo me olvido de Ti, Tú no te olvides de mí.


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