Hoja Parroquial 1º Domingo Adviento A

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PARROQUIA CORAZÓN DE MARÍA GIJÓN

REGÓN DE ADVIENTO Alzad la vista, restregaos los ojos, otead el horizonte y daos cuenta del momento. Abrid todos los sentidos, aguzad el oído. Captad los gritos y susurros, el viento y la vida... Empezamos Adviento, y una vez más renace la esperanza en el horizonte. Al fondo, clareando ya, la Navidad. Una Navidad sosegada, íntima, pacífica, fraternal, solidaria, encarnada; también superficial, desgarrada, violenta... mas siempre desposada con la esperanza. Es Adviento esa niña esperanza que todos llevamos, sin saber cómo, en las entrañas; una llama temblorosa, imposible de apagar, que atraviesa el espesor de los tiempos; un camino de solidaridad bien recorrido; la alegría contenida en cada trayecto; unas huellas que no engañan; una gestación llena de vida; anuncio contenido de buena nueva; una ternura que se desborda...

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1º DOMINGO Adviento

ALÉGRATE, PORQUE LLEGA TU LUZ

01-12-2013

Así que el Adviento es un tiempo de despertar si nos habíamos dormido, de avivar la fe. Es muy importante sin embargo recordar que éste no es un tiempo de amenazas. Decimos: “¡Viene el Señor!” Y algunos parece que lo dicen con espanto, como si viniera el desastre, como si hubiera que esconderse. Es al revés. ¡Viene el Señor, qué alegría! Dios está con nosotros, Dios es el Libera-

Lleno de esperanza grita Isaías: “Caminemos a la luz del Señor”. Con esperanza pregona Juan Bautista: “Convertíos, porque ya llega el reino de Dios”. Con sorpresa inaudita acoge José a su hijo y Mesías. Con la esperanza de todos los pobres susurra María su palabra de acogida: “Hágase en mí según tu palabra”.

dor.

Alegraos, saltad de júbilo. Poneos vuestro mejor traje. Perfumaos con perfumes caros. ¡Que se note! Viene Dios.. Preparad el camino. Ya llega nuestro Salvador. ¡Despertad a la vida! (Florentino Ulibarri)

sentimos bien, nos sentimos llenos de

¿Ha tenido usted alguna vez la experiencia de ver amanecer? Es de noche y está oscuro, pero se adivina ya cierto resplandor más claro... Viene la luz, viene el sol, y nos esperanza. Éste es el mensaje de Adviento:

“Alégrate, porque llega tu Luz”


I

LUMÍNAME CON LA LUZ DE TU PALABRA Is 2,1-5: “... él nos instruirá en sus caminos y mar-

charemos por sus sendas… Caminemos a la luz del Señor” Rom 13,11-14: ”Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad” Mt 24,37-44: “… estad, también, vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre” Esperar... Esperar...

Esperar... Esperar...

Esperar...

Pero, sinceramente, ¿qué espero? ¿A quién espero? ¿Qué paz, qué gozo, qué serenidad me aporta la venida de Jesús a nuestro mundo, al mío concretamente? ¿En qué cosas están puestas mis esperanzas: en el negocio, en el trabajo, en la salud, en el fútbol, en la lotería, mis fuerzas? El 24 de noviembre el papa Francisco publicaba la primera exhortación apostólica de su pontificado con el sugerente título de “La alegría del evangelio”. Con un lenguaje sencillo, directo y comunicativo el papa llega directamente al corazón y a la mente de las personas. En próximas Hojas iremos publicando sus principales ideas.

1ª EXHORTACIÓN DEL PAPA FRANCISCO “La alegría del evangelio”

“La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” (nº 1 de la exhortación).

Ver:

Se acercan las navidades. A pesar de la crisis, empieza el bombardeo publicitario: juguetes, móviles, tabletas, colonias, comidas, electrodomésticos, turrones, bebidas… Todo son preparativos para esos días. La mente se nos va tras las reuniones familiares, los regalos, viajes, dónde pasar el fin de año… Hasta los que nos consideramos creyentes nos dejamos atrapar por este remolino consumista con cierto tufo a ateísmo. Pero lo cierto es que, aunque nos rodee ese montaje, en el fondo no nos sentimos de fiesta, porque sabemos que muchos, quizá nosotros mismos, “no levantan cabeza”.

Juzgar: El

Evangelio de hoy es extraño. Parece que poco tiene que ver con la Navidad. Sin embargo, es un toque de atención: Jesús ya ha venido en la historia, y eso ya sería motivo suficiente de celebración; pero además, continúa viniendo. Quiere volver a nacer y a formar parte de nuestra vida, y precisamente, en estos momentos en que “no levantamos cabeza”. Ante la realidad adversa de nuestro mundo: crisis económica y social, desconcierto, inseguridad ante el futuro, una llamada a no caer en la desesperación o el fatalismo. El Señor, en este comienzo del Adviento, nos anima a “levantar nuestra cabeza”, porque “se acerca nuestra liberación”. Dios, por medio de Jesús, en nuestro hoy, quiere “cumplir la promesa que hizo a la casa de Israel y a la casa de Judá”, como hemos escuchado en la 1ª lectura, para que haya justicia y derecho en la tierra. Jesús se nos ofrece como una señal de esperanza para todos. Pero hay un riesgo: el “embotamiento” de la mente y del corazón. El Señor quiere ofrecernos su salvación, y nos avisa para que estemos preparados, para que el ambiente abrumador de estos días no nos distraiga privándonos del gozo de la verdadera Navidad: la de la ternura del corazón, la de la solidaridad, la del gozo de la cercanía de Dios, la de su perdón.

Actuar:

El Adviento nos invita a acoger en nuestra vida la novedad de Jesús y su Evangelio. Es éste el que nos urge al comienzo del Adviento a hacernos algunas preguntas: ¿ya he pensado qué voy a hacer para “levantar la cabeza” de la rutina diaria? ¿De qué esclavitudes me gustaría que me liberase el Señor? ¿Qué cosas embotan mi mente, qué otras me tiene agobiado? ¿Cómo puedo dar a mis gastos un matiz racional y solidario? ¿A quién puedo y debo tratar con más humanidad y amor? ¿Quién puede estar esperando de mí una palabra de perdón o de comprensión? ¿Qué trato voy a dar a este Salvador que mi visita? ¿Qué tiempo le voy a dedicar?


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