¡¡¡DESPIERTA!!!
Esperaré Esperaré a que crezca el árbol y me dé sombra. Pero abonaré la espera con mis hojas secas. Esperaré a que brote el manantial y me dé agua Pero despejaré mi cauce de memorias enlodadas. Esperaré a que apunte la aurora y me ilumine. Pero sacudiré mi noche de postraciones y sudarios Esperaré a que llegue lo que no sé y me sorprenda Pero vaciaré mi casa de todo lo enquistado. Y al abonar el árbol, despejar el cauce, sacudir la noche y vaciar la casa, la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza
“Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida…..” (Lc 21,34) Los ejemplos que pone Jesús siguen siendo actuales. Cada persona sabe qué le embota la mente y el corazón y le impide tener desplegada la antena hacia los valores del Espíritu, hacia la auténtica felicidad. ¿La pereza? ¿la rutina?, ¿la incoherencia?, ¿el pesimismo?, ¿el infantilismo? ¿el conformismo?, ¿el egoísmo?, ¿el consumismo?, ¿la insolidaridad? ... No te conformes con lo que no llena ni enciende tu corazón. Es tiempo de dar las mejores noticias. A tu alrededor necesitan una palabra amable, un gesto de amistad, un ideal que entusiasme, una mano tendida, un entusiasmo que renueve, un amor desbordante...
Jr 33, 14-16: “Suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra” Sal 24: “A ti, Señor, levanto mi alma” 1Tes 3, 12-4,2: “Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos... Que os fortalezca internamente…” Lc 21, 25-28.34-36: “Alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación... Estad siempre despiertos”
Damos comienzo a un nuevo ciclo litúrgico, el llamado ciclo “C”. No se trata de volver nuevamente al punto de partida después de un recorrido circular. Es más bien seguir la dirección de una flecha que apunta hacia delante. Lucas es el evangelista de este nuevo ciclo. Es el más universalista, el evangelio del Espíritu, de la misericordia -con parábolas propias, como la del hijo pródigo 15,11-32-, de la salvación, de los pobres, de la alegría, de la mujer: presenta un número de protagonistas femeninas muy superior a todos los restantes libros del Nuevo Testamento... La vida cristiana, para Lucas, es el seguimiento de Jesús con rasgos típicos como el camino, la vigilancia, la oración, y la alegría.
El primer grito de la liturgia de este domingo es: ¡¡¡Despertad!!! Es una paradoja. Vivimos tiempos sombríos que nos quitan el sueño. Los problemas, personales, la situación social y familiar puede estar provocando una pesadilla. Hay que despertar de la misma. Necesitamos abrir los ojos a otras realidades más optimistas y esperanzadoras. Jesús fue un creador incansable de esperanza. Toda su existencia consistió en contagiar a los demás de la esperanza que él mismo vivía. Hoy resuena su voz de alerta: «Levantaos, alzad la cabeza; estad siempre despiertos... ». Andamos embotados por el miedo, las preocupaciones, el presente, el futuro… Entonces, si esto es así, ¿qué esperamos?, ¿a quién esperamos?, ¿qué esperamos de Jesús, su salvación o la que nosotros propongamos? La frivolidad, la ligereza, la angustia, la depresión, son síntomas de una vida asentada en lo efímero, en lo inconsistente. Sólo nos podemos liberar de ellas reaccionando con vigor, haciendo de Jesús y de su evangelio el centro de nuestras expectativas más hondas, siendo lúcidos a la hora de sopesar qué es la vida, hacia dónde nos dirigimos, y con quién puedo contar para recorrer con éxito el difícil camino de nuestro vivir.