Domingo_V_Pascua

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*el sábado, 4 de junio, daremos la unción de enfermos en la eucaristía de las cinco. Inscribirse en el despacho parroquial o en la sacristía. * el viernes día 3, a las 5 de la tarde, un médico nos hablará sobre la salud en la vejez y su aprovechamiento espiritual.

Padre, abre nuestros ojos para poder descubrir las huellas de tu acción salvadora en todos los que hacen más humano nuestro mundo. Padre, danos tu GPS de la fe para poder localizarte en medio de la sociedad. No queremos seguir buscando tu nombre entre tanta nota necrológica como existe en el mundo. Padre, abre nuestros oídos y nuestros labios para poder escuchar que Jesús está vivo y para salir corriendo a comunicar a nuestros hermanos que en tu Reino sólo caben el gozo y la esperanza. Padre, abre nuestras mentes, demasiado ocupadas y preocupadas por nuestras cosas, para descubrir tu voluntad ha sido, es y seguirá siendo la de quedarte entre nosotros para siempre como un fiel amigo. Padre, abre nuestras casas, cerradas a cal y canto por el miedo y la desesperanza, y quédate entre nosotros para darnos un atracón de vida recibida y compartida en el Pan de tu Amor. Padre, abre nuestras manos y marca en ellas las llagas del perdón, para poder mostrar al mundo entero, el lindo tatuaje que debe distinguir a los seguidores del Resucitado. Padre, abre nuestras barcas, demasiado pequeñas para acoger tanta vida y tantas gracias como tú repartes gratuitamente a aquellos que no caen en la tentación de echar la red con miedo, con desgana, sin contar contigo. Y abre, Padre, finalmente, nuestros corazones, librándolos de la mediocridad, del fracaso y del pesimismo para poder sentirte vivo y experimentar la inmensa alegría de saber que Tú, pase lo que pase,, seguirás estando vivo a nuestro lado. Amén, aleluya.

Pon amor en todo lo que hagas. Abre tus puertas a los demás. Siembra paz por donde pases. Celebra las cosas buenas de la vida. Un paso adelante en el compromiso de tu fe también es Pascua.

Anuncia con tu vida que Él sigue estando vivo y actuando en ti.


“Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí” ¿Cuáles son los miedos que paralizan mi fe?

“Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros” ¿Tiene algún incentivo para mí estar con Jesús o me preocupa “sólo” salvarme?

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”. Realmente, ¿qué coincidencias observo entre los caminos que yo llevo en la vida y los que recorrió Jesús en la suya?

“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. ¿Cuánto tiempo dedico a contemplar al Maestro y a escuchar su Palabra?

“Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras” . ¿Qué dicen de mí las obras que yo hago? ¿Y de Él?

“Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y, aún mayores”. Reviso mi fe tratando de descubrir su pequeñez por las obras de la misma.

Nos felicitamos la Pascua. Cantamos la Pascua. Pero, ¿vivimos esta maravilla de la Vida Nueva? Vivir la Pascua significa: - Pasar por la cruz, por la aceptación de la voluntad del Padre, por salir de nuestros miedos y cálculos vergonzosos. No se puede llegar a la pascua sin romper nuestros esquemas, sin conseguir, primero un despojo total y, luego, una entrega sin reservas a Dios. Una pascua sin cruz no es más que una fiesta de primavera. Vivir en éxodo instalarse en situaciones el cupo de nuestra afrontando los problemas renunciar nunca a la nuestra felicidad

permanente, sin placenteras, ampliando libertad interior, del día a día sin tierra prometida de consumada.

- Creer en la esperanza, aceptando la "creación sin límites", la revolución posible, el cambio cualitativo, la propia superación de cada día. Aceptar al Dios sorpresa, al Dios que pasa, al Dios que viene, al Dios que se hace presente y está en cualquier persona o acontecimiento o en cada sacramento. (Jb. 1, 2). Aceptar la sorpresa de la vida, porque el futuro no está escrito. Aceptar la sorpresa de los hombres, que no siempre son rutinarios y mediocres. De esta esperanza surge el talante confiado. - Dejarse renovar y recrear. Dejar que el Señor resucitado exhale su Espíritu creador. Que su aliento vital dé nueva vida a nuestros huesos secos. Ser capaces de nacer de nuevo, "capaces de la santa novedad" (Liturgia). Ser capaces de alimentarse con "los panes ácimos de la sinceridad y la verdad". (1 Cor. 5, 8).


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