¿SABIAS QUE?... 1ª) El lunes próximo, día 31, tendremos el funeral comunitario. 2ª) Este domingo, 30 de enero, se cumple el primer aniversario de la toma de posesión de nuestro arzobispo D. Jesús Sanz Montes. Pidamos por sus intenciones. 3ª) El día 2 de febrero, fiesta de la Presentación en el templo, es el día de la Vida Consagrada. Que no falte nuestra oración por las vocaciones.
BIENAVENTURANZAS ESCOGIDAS Bienaventurados los que son positivos, porque conocerán la cara sublime de la vida. Bienaventurados los enamorados, porque son los únicos que están vivos. Bienaventurados los que explotan de alegría por respirar, porque tendrán vida en abundancia. Bienaventurados los que aman y cuidan su cuerpo sabiendo que es el templo de lo divino porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que no critican, porque tendrán más paz y amigos. Bienaventurados los místicos no dogmáticos, porque disfrutarán de una experiencia poco común y de la libertad suprema. Bienaventurados los que no se dejan arrastrar por las creencias y las modas, porque tendrán personalidad y experiencia propia. Bienaventurados los que actúan sin interés, porque se les inflamará el alma de gozo. Bienaventurados los que no tienen miedo, porque estarán protegidos por el amor. Bienaventurados los que hacen de su día un regalo a la vida, porque la vida lo devolverá doblemente. Bienaventurados los que son simples y celebran, los que aman y cantan, los que danzan y crean, los que viven el presente, los buscadores de la verdad, los que no se apegan al pasado ni temen al futuro, porque ellos verán a Dios riendo eternamente. (G. Ferrara)
¿En qué creer: en las bienaventuranzas de Jesús o en los reclamos de nuestra sociedad? ¿En los caminos de liberación que Él nos invita a recorrer para llegar a ser felices o en las promesas seductoras de nuestra sociedad de consumo? Uno se va haciendo creyente a medida que va descubriendo prácticamente que es más feliz cuando ama desinteresadamente, al estilo de Jesús, que cuando busca egoístamente su interés.
Lectura de la profecía de Sofonías: So 2,3; 3,12-23 Buscad al Señor los humildes, que cumplís sus mandamientos; buscad la justicia, buscad la moderación, quizá podáis ocultaros el día de la ira del Señor «Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos»
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios: 1Co 1,26-31 Fijaos en vuestra asamblea, hermanos, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así –como dice la Escritura- «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor»
Lectura del santo evangelio según San Mateo: Mt 5, 1-12a En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»
ORGULLOSOS DEL AMOR DE DIOS
(1Cor 1,26-31)
S. Pablo critica la actitud de autosuficiencia religiosa de los corintios y su desmesurada valoración del saber de los predicadores, que ha causado la división de la comunidad en minúsculos grupos y, lo que es peor, el olvido de “la sabiduría de la cruz”. El Apóstol pretende acabar con los partidos y divisiones que afectan a la comunidad de Corinto. Señala que él no ha formado ningún partido, ni siquiera ha sido enviado a bautizar; expone su teología contraria a la sabiduría humana. La fe cristiana no se construye por la adhesión a una determinada ciencia o ideas, sino por el seguimiento fiel del estilo de vida de Jesús, por la adhesión a su persona. Les recuerda con cariño su modesto origen y nivel social. El creyente sólo puede presumir del amor de Jesús manifestado en la entrega de su vida en la cruz. Dios no se ha manifestado a través de la grandeza de la retórica o la imposición del poder, sino que en el límite de la angustia y del aniquilamiento de la cruz Jesús ha querido mostrar el poder de su amor para salvar al hombre. La “lógica” de la cruz se manifiesta también en la gratuidad con que Dios elige a los cristianos. Los mismos corintios son la mejor demostración de cómo Dios no se mueve por la grandeza humana sino por su condición humilde y por su necesidad de salvación. Su amor desinteresado e incondicional son el fundamento de la vida y de la unión de la comunidad cristiana. Ninguno de ellos podría ostentar títulos, méritos personales o de clase, para justificar su elección, pues “nadie puede presumir delante de Dios”. Con razón, Pablo concluye diciendo: “De Él os viene que estéis en Cristo Jesús”. El Apóstol desarrolla una teología, semejante a la contenida en la carta a los Romanos: ni el judío con su ley, ni el pagano con su conciencia han logrado salir del hoyo en que se hallaban metidos. Solamente el mecanismo de rehabilitación realizado en la muerte del juez juzgado, Jesús, ha hecho posible la justificación y la salvación. Por eso, np hay razón para el orgullo (Rm 3,27). Dios os ha elegido a vosotros para que os insertéis en la vida de Jesús. Los únicos motivos para estar orgullosos no provienen de los méritos personales sino de lo que sois a los ojos de Dios, no a los de la sociedad. Gloriarse en el Señor es la actitud del más pobre, porque no tiene nada de que enorgullecerse. Es la actitud del que se dispone a cumplir las bienaventuranzas, el único programa realista del que se sabe pobre delante de Dios.