Memoria retratada Javier Prado
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Caminas sólo por un túnel oscuro y lóbrego hacia un horizonte luminoso al encuentro de tus raíces olvidadas. Llorar por los ausentes y, sonreír, porque aún el viento llama a la puerta de tu memoria tejida de sueños inconexos, de tiernas emociones, de sombras y silencios.
Javier Prado
Trabajo de Fin de Grado en Bellas Artes Facultad de Bellas Artes de Salamanca
MEMORIA RETRATADA Presentado por Javier Prado Santos Tutora: Ana Torralva Forero Junio 2022
Agradecimientos A la vida, que me ha permitido cumplir un sueño y descubrir un nuevo lenguaje para relacionarme con el mundo, en otra esfera y en diferentes escenarios, y conocer personas afines que aportan frescura, juventud, imaginación… en un entorno de libertad de pensamiento propicio para crear, para sentir emociones. Una burbuja dentro de la jungla que es hoy el mundo «civilizado». Gracias a los maestros/as que han aportado su conocimiento; a los compañeros/as rebosantes de ilusiones porque he aprendido de ellos y con ellas. Gracias también a todas las personas que cada día ponen en marcha el motor de esa maquinaria en un espacio con su variopinta historia que aún mantiene vestigios de su pasado integrados en nuestra actividad diaria. Gracias, como no, a mi familia, que apoyó mi decisión de
apearme de mi zona de confort, para encontrar un confortable espacio a la par de sosiego e inquietud. A mi amada y compañera Ángela y a sus hijos Guillermo y Alejandro, que los siento como propios. A mi querida hija Paula, artista de nacimiento, y a mis entrañables nietos Alma y Abel. A mi hermano Manuel y sobre todo a mi hermano Alberto, fallecido en 2013, y a sus respectivos hijos que son mis sobrinos. Y, por último, a mis padres, Manuel, fallecido en 2008, y a mi admirable madre Inocencia que cuenta 97 años, matriarca de una familia de gente sencilla pero emprendedora, porque cada día me enseña algo nuevo en las largas conversaciones que mantengo con ella, plena de lucidez y sabiduría. Gracias por tanto a la vida... que me ha dado tanto.
Índice I.— Introducción Página 10 II.— Descripción y justificación teórica del proyecto Página 14 III.— Referentes página Página 26 IV.— Bibliografía y webgrafía Página 52 V.— Imágenes y fichas técnicas Página 55
PA R T E I
Introducción Contenido: Fotografía de archivo, autorretrato y retrato Título: Memoria retratada
Palabras clave: reconstruir. Significar. La pulsión de la existencia. La consciencia versus la inconsciencia. Las trampas de la memoria. La realidad inventada. El ser o quizás solo el estar.
No sé por dónde empezar
Me asaltan las dudas. Un trabajo de fin de grado me recuerda que algo termina y me inquieta esta reflexión (en la presente etapa de mi vida), con tintes existencialistas. Pese a ello la rueda del tiempo me arrastra y me lleva a veces sin control hacia el destino más cierto de nuestra presencia efímera. El mismo universo que nos trae a la vida sin permiso, nos devuelve igualmente hacia él. Ignorantes pues de nuestro origen y destino. En el interin de este viaje, la que llamamos vida, nos ofrece capacidades como a cada uno de los seres que conforman la naturaleza. A los humanos quizás más porque en nuestra evolución hemos alcanzado unos niveles de
cognición más elevados, al menos en el campo de la inteligencia y con ella y a través de ella se nos presentan alternativas entre las cuales debemos elegir las que entendemos más oportunas o alcanzables o quizás todo lo contrario. Dependerá de múltiples factores más o menos determinantes: lugar de nacimiento, que condiciona nuestra educación cultural, nuestra lengua, la familia y su entorno, la religión, el clima, etc. En este escenario vital cada cual representa su papel y el devenir de la «opera» nos dejará millardos de impresiones visuales, cargadas de emociones unas, y la gran mayoría vacías por ser propias de la cotidianeidad. Durante este tiempo impredecible se sucederán acontecimientos de diversa índole que se incorporarán en la memoria, por otro lado frágil, que suele construir escenas recreadas bajo criterios perceptivos muy subjetivos.
Desde que se inventó la fotografía en 1838 por Nicéforo Niepce, y sus coetaneos Talbolt y Daguerre, los seres humanos, ciudadanos de los países más desarrollados de la época, encontraron la manera de perpetuar esos instantes. Al menos en un principio la propia imagen y la de sus allegados si fuera el caso. Inmortalizarse de forma virtual. Se tomaban incluso fotografías de las personas en su lecho de muerte para dar fe de estado evidente. Esos testimonios casi tangibles se guardaban como tesoros en los cajones de las cómodas oliendo a naftalina y protegidos con papel de seda, o enmarcados para colgar en las paredes más importantes de la casa. En principio en blanco y negro y con intención de darles más realismo, una corriente denominada «pictorialismo» planteó colorearlas artificialmente creando escenificaciones en un intento de conseguir resultados cercanos a la pintura, con la ventaja sobre aquella de partir de imágenes «realistas».
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Era una forma de mantener viva la imagen de los ausentes o simplemente un ejercicio de autocomplacencia. Un lujo que poco a poco se fue popularizando al conseguir mejores resultados con precios cada vez más reducidos. Desde la cámara de los «minuteros» a las actuales incorporadas en los teléfonos móviles, el recorrido tecnológico ha sido espectacular en apenas dos siglos, aunque el mayor desarrollo quizás se haya conseguido en menos de 50 años cuando aparece la fotografía digital multiplicándose exponencialmente el número de aparatos vendidos en el mercado y como consecuencia la producción de millones de fotografías que de hecho se han puesto a circular en el universo virtual creado por el Hombre-Mujer que ha revolucionado nuestro mundo: Internet. Pese a estos avances inconmensurables, lo más importante de este lenguaje es que sirve como tal, de manera totalmente autónoma o en comunión
con otros lenguajes categorizados por el sistema, para formar parte del Arte.
Naturalmente no todas las fotografías son arte, como tampoco todos los dibujos o pinturas o esculturas que se producen lo son per se. Es necesario que el Sistema las acepte, las catalogue y las encuadre incluso. Pero tampoco debemos esperar «autorización», porque cada cual esconde sentimientos y experiencias que decide compartir y nadie debe estar legitimado para pronunciarse sobre su calidad o cualidad artística, pese a la importancia de la critica, institución académica creada igualmente por el Sistema. Además, la popularización de la fotografía ha conseguido que caiga sobre nosotros un diluvio imparable que de hecho no podemos digerir como
está pasando con la información. Lo más preocupante es que la fotografía no representa ya una realidad incontrovertida como antaño. La fotografía puede ser y de hecho es una gran mentira. Me remito a las palabras de uno de nuestros insignes fotógrafos Joan Fontcuberta: todos formamos parte de ella, desde la percepción distorsionada de nuestra propia imagen —pensemos en el fenómeno selfie— hasta la manipulación de la escenificación que representa, ya sea a través de su tratamiento mediante programas de edición, o el encuadre «interesado de un instante que pertenece a un conjunto que no forma parte en su totalidad de la escena o escenas de hechos que están ocurriendo simultáneamente». Hemos pasado de Homo sapiens a Homo fotographus, según el concepto de Fontcuberta. Cada día se suben a las redes sociales más conocidas como Snapchat, Instagram o Facebook
mil doscientos millones de fotografías que nunca llegaremos a ver. Ello nos obliga a reconsiderar el escenario visual y más que seguir haciendo fotografías, parece sensato pensar en reciclar o recuperar las ya realizadas, bajo un concepto artístico como es la «apropiación» o como preconiza Fontcuberta, mediante su «adopción». Trabajar pues con lo existente y, como no, con los tesoros que hemos custodiado en el ámbito familiar.
¿Por qué entonces mi propósito de trabajar desde la fotografía para construir un relato con vocación artística? No es fácil contestar, porque podría caer en la trampa de realizar un mero trabajo de archivo. No es el caso. La edad me permite revisualizar un tiempo pasado, extenso en cuanto a su duración, e intenso según se mire desde las emocio-
nes, y esa experiencia vital que está tejida con hilos de seda y cuerdas de guita, me aprieta el alma y en ocasiones no me deja respirar. Son recuerdos que se amontonan, que intento tejer como si fueran dendritas neuronales de aquellos dibujos de Ramón y Cajal que en fisiología permiten que se produzca la sinapsis y por ende que nuestros pensamientos fluyan en el interior de un cerebro tan desconocido. Esa memoria frágil la quiero apuntalar con parte de mi imaginario privado que deseo compartir. Porque, en definitiva, cobrará significado cuando alcance el objetivo de perpetuar mi propia existencia desde los afectos, los odios, las pasiones al fin que acompañan nuestro viaje y que moldean nuestra personalidad. Desde un principio puramente cronológico, se despliega un abanico secuencial que he querido representar en un conjunto de imáge-
nes que me ayudan a desarrollar un minirrelato de mi propia historia. Imágenes estáticas que se entrelazan para conseguir una cierta coherencia con mi propio ser y en el estar en el medio que me ha tocado vivir.
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PARTE II
Descripción con fundamentos teóricos del proyecto
El proyecto
Este trabajo persigue la exhibición en diferente formato de un determinado número de fotografías de mi entorno familiar y de grupo social, sinificantes en mi recorrido vital y que son sustento y terapia frente a mis inseguridades y mis temores existenciales. Imágenes que narran un pasado pero que conforman un presente vivo que afianza mis concepciones sobre la vida y la muerte. De la nada a la nada, y entre medias un juego de ilusiones, de emociones, de logros y pérdidas, de fantasías. Es objetivo reconstruir, significar, establecer una identidad dentro de un contexto. Las imágenes aportan una información que justifica tu propio periplo. Sin ella es más complicado confeccionar una narrativa veraz.
Esta recopilación se inserta en un álbum cuya pátina nos recuerda precisamente la oxidación de nuestro propio cuerpo y el de las personas que aparecen en las imágenes, la mayoría desaparecidas. Otros aún vivos quedarán incorporados en su realidad actual en instantáneas en las que se puede apreciar también la decadencia natural, y además se incorporan nuevos sujetos protagonistas de un presente que renueva tu existencia creando nuevos escenarios. El proyecto incluye una colección de retratos y autorretratos que confirman la autoría de la narración. Junto a ambos archivos, la Memoria irá impresa y encuadernada, que incorpora texto e imágenes y en sus últimas páginas las fotografías de retrato y autorretrato. Todo ello ira en una caja de madera de dos cuerpos. En el primero, álbum histórico, otro álbum que custodia las fotografías de autorretrato, y la Me-
moria; y el segundo cuerpo, que es a su vez la tapa de la caja, que alberga veinticinco retratos de personas pertenecientes al circulo familiar, pero sobre todo vinculados con «la amistad». Es una caja negra que contiene una información vital. Un pequeño sarcófago en forma de prisma, que no alberga un cuerpo, pero si un esqueleto a modo de estructura orgánica que aporta información sobre el ADN vivencial de sus protagonistas. Ciertamente la gran mayoría de las fotografías del álbum histórico no han sido realizadas por mí, obviamente, pues muchas de ellas son anteriores a mi nacimiento. Han sido seleccionadas cuidadosamente para integrarlas en mi escenario y otras sí me pertenecen en cuanto que es mi mirada la que aparece en las mismas y lo retratado o recogido en las instantáneas. Esa caja de madera no es solo un contenedor; puede ser un libro de artista, aunque yo lo llamaría
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«valija» donde se «esconden» sentimientos que son como secretos bien guardados, que por otro lado deberán descubrirse para que respiren y puedan ser compartidos. Es pues una valija que podrá descansar con el tiempo entre los objetos que habré de llevar a mi pirámide. Un humilde cofre con joyas sin valor. La caja negra de un vuelo transoceánico que solo debería abrirse en caso de catástrofe, pero puede que vivir para morir sea precisamente el elemento más catastrófico de nuestra existencia, más aún que la propia muerte que según Epicuro no debería preocuparnos cuando ella se haga presente.
La memoria es esa vieja olvidadiza
Una paradoja que nos recuerda que tenemos un pasado que reconstruir para dar solidez al presente y coherencia al futuro. En ese pasado que se convierte en historia hemos convivido de una u otra forma, pero generalmente nos alejamos inconscientemente de él y olvidamos de dónde venimos y como y porque hemos llegado hasta aquí. Ese pasado repleto de acontecimientos secuenciales es casi imposible de recomponer, y cuando tratamos de hacerlo, construimos un edificio endeble donde habitan las imprecisiones y las valoraciones subjetivas. Creamos pues el escenario desde el relato autobiográfico en el que nosotros participamos con el papel que nos autoasignamos.
Está demostrado que la memoria episódica no comienza a actuar hasta pasados los cinco años de vida, y esa infancia queda pues alejada de la realidad. Es como si no la hubieras vivido, aunque la ciencia ha evidenciado también que las experiencias vividas en esos primeros años construyen los pilares de ese edificio que ira creciendo entre luces y sombras. Para retrotraerse a ese tiempo en el que viste la luz por primera vez necesitas información y la fotografía es el instrumento que mejor puede resituarte, sobre todo en aquellas en que aparecen los miembros de tu familia; tú mismo aunque no seas capaz de reconocerte, y cuanto más se aleja el inicio de la aventura vital, más cerca estamos de poder crear un relato imaginativo e imaginario, precisamente porque de aquel pasado lejano apenas se conservan testimonios fotográficos, en todo caso puntuales, a diferencia de la actualidad en que casi todo se fotografía, o se graba en vídeo, o se sube a las redes y la
nube para compartir y ello puede arrojar quizás mayor veracidad al proceso, pero también mayor mentira. Cuando cuentas con una edad como la mía, 66 años, nacido en el 1955, y en una familia de clase media, no dispones de un arsenal de fotografías como ahora se encuentran los nacidos en este siglo, porque no había capacidad económica y pocos medios tecnológicos, pero sí esas escenas de la intimidad familiar o de amistad, o propias de la etapa de enseñanza, y sobre todo la de los abuelos/as nacidos en mi caso a finales del siglo xix y cuya pátina proporciona una información asombrosa, onírica. De aquel tiempo los retratos son testimonio de la presencia de los protagonistas consanguíneos de tu propia existencia en su juventud, en su lozanía. Con el conjunto de todas ellas, o las elegidas, se construye un relato casi literario, si, como es el caso, se adorna con palabras en clave autobiográfica, elaborando una narración desde la sensibilidad personal.
Alumbramiento
Año 1955. Diciembre, día de la Inmaculada Concepción, festivo en España, nace Javier, el tercero de los hijos de Manolo e Ino. Sobre la cama de matrimonio y auxiliada por una vecina con experiencia de «partera» Ino alumbra un nuevo varón. Comienza pues la historia de una vida y al abrirse sus ojos se abre para él un universo de sensaciones, todas ellas sensoriales, y es objeto de las miradas de su próximos. Aquellos y aquellas que conformarán su abrigo emocional. En nuestras casas, las de aquellos años, las fotografías se custodiaban como tesoros, sobre todo en álbumes donde quedaban protegidas con un papel casi transparente y enmarcadas con mejor o peor acabado.
En mi proyecto he querido crear ex novo ese álbum, que no es un mero archivo fotográfico sino el relato imaginario de una vida contextualizada en su ortodoxia sociológica, si bien bajo un contexto singularizado también. El álbum es un objeto encontrado que albergó con toda seguridad otro relato, vacuo ya de contenido, y que deja espacio para ser ocupado de nuevo pero conservando la decadencia propia del paso del tiempo y su huella sobre las hojas troqueladas como las manchas que aparecen en la piel de las manos de los senectos, y el olor característico a naftalina de los armarios, y he ido profanando en alguna medida ese cofre que albergó los tesoros emocionales de quién sabe qué persona o familia sustituyendo sus recuerdos por los míos. Ya no importa. Forma parte de un reciclado natural, y cobra nueva vida. Su desvencijada portada ha sido sustituida por una imagen-autorretrato que te observa desde el interior
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con mirada de asombro, y te invita a entrar y compartir los escenarios.
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Cuando alcancé un cierto uso de razón, comencé a comprender la razón de mi existencia. Fui creado por la gracia de un Dios divino dentro de un cuerpo humano y disfruté del cariño de un abuelo que a la postre llegó a ser centenario y de dos abuelas que ejercieron también de madres como buenas mujeres de la época. Rodeado de ellas pase mi infancia en el taller de costura de mi madre y protegido a su vez por un padre de gran talla física y moral y de dos hermanos mayores que me cuidaron con todo el cariño. Una escuela pública instalada en una iglesia románica y dirigida por un cura con sotana y sombrero de teja o ala ancha fue mi primer contacto con la educación espartana y disciplinada a golpe de vara o de palmeta, con el frío helador de la nave prin-
cipal sin dotación de calefacción. Tinteros de porcelana y tinta al agua con plumines y cuadernos de dos líneas para una caligrafía gótica. Ese ambiente fue mermando mis deseos de aprender. La iglesia, situada en la plaza del mismo nombre, San Cristobal, magnífico espacio de juego y de descubrimientos. Allí vivía con mi familia. Vecinos y compañeros de juego fueron mis mejores anclajes. Allí forje la verdadera amistad que aún perdura con algunos de ellos, o con casi todos. Muchas de las figuras referentes que me proporcionaron el calor de los abrazos de los primeros años han partido ya, aunque su aura permanece y la memoria sensorial aún me permite recuperar aquellos característicos olores, o el sonido de sus voces, o la profundidad de sus miradas. No se han ido del todo. Están en la nube. Sin embargo la figura más poderosa e influyente, artífice de lo que represento hacia mi interior, aún vive y sigue presente. No solo respira.
Participa en toda su extensión en la existencia de sus descendientes proporcionando afecto y auxilio emocional a su conjunto. Se trata de la madre, que es abuela y bisabuela, y es única e irrepetible. Ya no tiene marido, mucho antes de que aquel, mi padre, falleciera porque decidieron romper su trayectoria pasados los 75 años, ni hermanos. Solo descendien-
tes y afines, y forma una piña a su alrededor desde su soledad conscientemente elegida. Cuenta 97 años de edad y una vida con penurias pero también gozosa. El relato de su propia historia siempre ha estado presente entre nosotros: un padre que abandonó la casa dejando mujer, cuatro hijas y dos hijos: mi abuelo, al que no conocí; un hermano, el mayor de los cinco, que murió en un accidente aéreo a sus 25 años de edad, siendo piloto militar en
← En la página anterior, iglesia de San Cristóbal, del s. XII, que fue escuela de enseñanza (Salamanca). → A la derecha, Calle de la Asadería a principios del s. XX.
tiempos de guerra incívica; una madre, que fue mi abuela querida, siempre sola, pero muy bien acompañada. Y de esa estirpe tan solo queda ya «Inocencia, La Ino», que trajo al mundo tres hijos. El mayor y el menor que soy yo, aún estamos vivos, y el mediano, que falleció con apenas 61 años. De ahí las penas y el sufrimiento de la pérdida de sus padres y hermanos, y de un hijo. Ley de vida dicen. Implacable verdad, aunque los árboles casi nunca mueren del todo, y brotan ramas a veces en los troncos más abandonados, cuando las raíces han germinado en tierra fértil. Sobrinos que la quieren, hijos que la adoran y nietos y nietas que la admiran y pequeños seres que la abrazan sin reconocer aún su importancia. Esa es mi madre en pocas palabras. Ella me ha aportado esas joyas fotográficas de su pasado y de su recorrido vital que tocará más pronto que tarde a su fin en la tierra. Su boda, sus hijos...
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Mis abuelos paternos también influyeron en mi desarrollo emocional. Sobre todo la de mi abuelo, que vivió 101 años con toda su consciencia y una memoria asombrosa. Hombre muy querido en su barrio. Gran conversador a pie de calle y, prácticamente hasta sus últimos días, conviviendo con una hija soltera que entregó su juventud para cuidarle. Guardia civil, nada menos, que lo fue con la República y con el régimen franquista por razones geográficas y que siempre nos contó que salvó a decenas de personas de su fusilamiento, al informar sobre ellas favorablemente. Mi padre fue también un referente de honradez y afecto. Maravilloso abuelo para sus nietos y nietas. Vivió sus últimos años en soledad y muy solo, pese a la cercanía de sus hijos y nietos. La ruptura de su matrimonio le hizo mucha mella. Más siendo hombre de una época en que el patriarcado era lo imperante.
Se va cerrando el circulo más lejano, en el que confluyen otras figuras también muy queridas. Mis tíos y tías tan afectuosos y respetables, junto con primos que siento como hermanos. Y por supuesto mis hermanos de verdad: Alberto, fallecido en el año 2013, compañero también de oficio y Manuel, el mayor, que siempre fue figura referente por su condición de primogénito.
La vida va creando círculos concéntricos o tangenciales, y unos y otros se entrelazan creando en su interior nuevos imaginarios y nuevos lazos. Cada etapa de la vida te va proporcionando estímulos para continuar el trayecto, y vamos caminando por ella como el funambulista sobre el alambre, sin red, desnudos como vinimos al mundo. En medio de este abismo aparecen asideros que te protegen y a los que debes igualmente proteger. Los
hijos, los nietos. El álbum los acoge y los muestra en su inocencia y fortaleza a la vez. Sus rostros, sus miradas… y lo que representan se convierten en aliados, proporcionando energía a la par que te la quitan. La memoria va construyendo desde su imaginario consciente (y a veces no tanto) un espacio en el que conviven multitud de acontecimientos que se van superponiendo y que dificultan en gran medida la reconstrucción de la verdadera historia, y así, partiendo de la subjetividad y del autoengaño, nos encontramos con una representación idealizada o deformada de nuestra propia existencia. A partir de una parte de ese imaginario, que en mi caso no es significativo en cuanto a su extensión, porque la mayoría de las instantáneas con las que pretendo trabajar son de origen analógico (aunque digitalizadas), construiré mi realidad. No será un álbum de fotos, será una autobiografía literaria
narrativa. Quiero citar a Norberto Bobio en su libro De senectute: Eres lo que recuerdas. Una riqueza tuya, amén de los afectos que has alimentado, son los pensamientos que pensaste, las acciones que realizaste, los recuerdos que conservaste, y no has dejado borrar, y cuyo único custodio eres tú.
La infancia, y sobre todo la adolescencia que algunos tratan de ligar con el término adolecer, aunque sea solo en clave retórica, se trata de un periodo de crecimiento en el que ciertamente se adolece de casi todo, pero a pesar de ser un periodo convulso, es la etapa más interesante de la vida porque en ella se fragua una personalidad y se cimenta la estructura de un futuro que pronto irrumpirá con fuerza y en el que los amigos, en principio varones, y después las amigas, ayudaran en conjunto a descubrir tu
propio género, si es que lo hay, y los conflictos de identidad que aparecen y que no eres aún capaz de definir o resolver. Esas figuras, personas coetáneas con las que compartes experiencias y aventuras, irán formando parte de tu mundo y en gran parte de ellas seguirán por siempre. Ellos y ellas y elles, si se me permite la incorporación del neologismo, quiero que estén presentes en mi proyecto imaginario, pues sus rostros han sido ya perfilados con los surcos labrados por el tiempo y por las alegrías y los sufrimientos que han dejado huella en forma de arrugas bellas. Pero se mantienen los ojos casi incólumes y sus miradas son las que quiero atrapar en un instante decisivo, significante de su recorrido vital tantas veces compartido. Son retratos obtenidos con paciencia y mucho afecto. A través de ellos me transportan a un pasado ya lejano colmado de vitalidad y de vivencias extraordinarias.
Retratos
En este proyecto el retrato cobra mayor relevancia porque el fotógrafo mantiene una relación afectiva con el sujeto retratado, que se remonta a tiempos pasados, también más recientes en alguno de ellos, lo que conlleva un conocimiento de su fisonomía y de su personalidad, generando un diálogo más sincero y abierto que permite trabajar con mayor libertad y complicidad para encontrar esos rasgos significativos de los rostros o actitudes gestuales, introduciendo además elementos accesorios que puedan enfatizar o exagerar determinadas poses, encontrar cruces de miradas cómplices, estableciendo conexiones psicológicas y emociones más profundas… «El retrato es siempre un autorretrato, es la versión del autor», solía decir el fotógrafo argen-
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tino Humberto Rivas. El fotógrafo dirige la función desde la técnica, eligiendo escenarios, iluminación, posturas, enfoques, trayectoria, etc., hasta llegar a conseguir la imagen que contenga toda la información prevista, contando naturalmente con la posibilidad de obtener resultados inciertos, sorprendentes. «La decisión de cuando fotografiar, el clic del disparador, en parte está controlada desde fuera, por el flujo de la vida, pero también por la mente y el corazón del artista. La Fotografía es su visión del mundo y expresa, aunque sea sutilmente, sus valores y convicciones» —Paul Strand.
→ Javier Prado, Autorretrato de autor (2021).
Autorretratos
¿Por qué el autorretrato? En mi caso no tiene que ver con el ego o el narcisismo, más bien con el autoconocimiento, desde la representación teatralizada, desfigurada, deformada de uno mismo. Retrato en latín significa «sacar fuera» como recuperar algo que procede de atrás, del pasado. Es quizás una forma de perpetuación que propones tu mismo. Una manera de mirarte, de identificarte o de exponerte. En mi caso representa una necesidad de reconocimiento para afianzar una imagen que distorsiona la propia visión de mí mismo. La mirada hacía fuera no cambia, se mantiene lozana. Es como si el tiempo no hubiera transcurrido. El autorretrato te coloca en tu lugar porque ahora tu mirada se dirige hacía ti y no siempre es fácil reconocerse a uno mismo.
El autorretrato es hoy casi un fenómeno social. Es una imagen que te das a ti mismo, y la tecnología lo ha facilitado mediante un teléfono que además tiene una cámara de fotos que lo permite y hasta lo consagra, porque la publicidad incorpora la cámara frontal del celular como un atractivo que invita a tomar tu propia imagen en soledad o en compañía. Fenomeno selfie. Fantasticos fotógrafos y fotografas han cultivado esta «modalidad» de manera sencilla o teatralizada, irónica o subversiva, irreverente o provocadora. En España, Alberto García-Alix, entre otros, y del resto del mundo Robert Mappletorphe, Kate Barry, Henriette Van Gesteren (Lilith) e infinidad. El trabajo de fin de grado se desarrolla pues en el ámbito de la fotografía y bajo este criterio resulta evidente la necesidad de enfrentarme a este lenguaje y realizar un recorrido por los diferentes estadios que se han ido sucediendo desde su aparición. No
→ Izquierda, Alberto GarcíaAlix, Autorretrato. Mi lado femenino (2002). Derecha, autorretrato de Robert Mapplethorpe (1985).
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como un trabajo historicista o temático, sino investigando sobre esos espacios de tránsito en los que se han movido determinados fotógrafxs artistas que han producido en mi un efecto de atracción potente y que han conformado también mi manera de ver o de mirar a través del objetivo, pero desde una con-
cepción propia, sin desdeñar una forma de apropiación respetuosa con las obras de referentes. Sin establecer un orden cronológico, voy a citar artistas que no son, o han sido estrictamente fotógrafos, incluso individuos que han experimentado con la fotografía como instrumento para atrapar
acontecimientos, instantes evocadores, para crear un imaginario propio, o en definitiva construir su propia historia. Antes de ello, resulta obligado expresar la motivación que me lleva a ir acompañado de manera constante de una cámara fotográfica. He llegado a
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la conclusión de que me impulsa un deseo permanente de conectar con «los demás». En cuanto que seres humanos, congéneres con los que comparto existencia, perpetuando su imagen, mediante fotos convenidas y en su mayoría robadas. También me cautiva la luz y la oscuridad, y la apasionante naturaleza, y las creaciones que los seres humanos van realizando en su trayectoria. Quiero referirme previamente a una carta que el fotógrafo argentino Sergio Larraín (1931-2012) le envió a uno de sus sobrinos en 1982, empeñado en que el tío concibiera unos consejos sobre el arte fotográfico. El documento tiene sólo 870 palabras pero una dimensión sideral, como de dibujo cósmico, de lección de un maestro tan dulce como descreído, un gurú que acaso es dulce porque rechaza todo método excepto la divina errancia, la bendita condena que nos aproxima a los animales: vagamos porque el asiento es la muerte.
Esta carta resume en gran medida la ilusión de llevar contigo siempre en compañía tu propia mirada, que se proyectará desde dentro hacía los estímulos que provienen de afuera, con la herramienta que hace posible detener esos instantes que quieres almacenar para recrearte cuando lo necesitas, recuperando secuencias vitales propias o compartidas. Esa cámara que es un tesoro, porque es como una prolongación de tu cerebro, que hace tangible lo inmaterial, que construye la estructura de tu propia personalidad y va creando un edificio lleno de ventanas por las que entra la luz que genera sombras y destellos que a la postre iluminan tu camino. Sergio Larraín o qué es la fotografía «Miércoles. Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que
uno tiene en las manos y el instrumento es clave para el que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más. Segundo, tener una ampliadora a su gusto, la más rica y simple posible (en 35 mm. la más chica que fabrica LEITZ es la mejor, te dura para toda la vida). El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a Valparaiso, o a Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto, DEJARSE LLEVAR por el gusto, mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas. Luego que has vuelto a la casa, revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos los peces, y los pones con su scotch al muro, los copias en hojitas tamaño postal y los miras. Des-
pués empiezas a jugar con las L, a buscar cortes, a encuadrar, y vas aprendiendo composición, geometría. Van encuadrando perfecto con las L y amplias lo que has encuadrado y lo dejas en la pared. Así vas mirando, para ir viendo. Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto al tiro. La mejor las subes un poco más alto en la pared, al final guardas las buenas y nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre). En el tope nada más lo que se guarda, todo lo demás se bota, porque uno carga en la psiquis todo lo que retiene. Luego haces gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te preocupas más. Empiezas a mirar el trabajo de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en todo lo que encuentres: libros, revistas, etc. y sacas lo mejor, y si puedes recortar, sacas lo bueno y lo vas pegando en la pared al lado de lo tuyo, y si no puedes recortar, abres el libro o las revistas en las páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto en exposición. Luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es bueno y la profundidad de cada cosa. Sigues viviendo tranqui-
lo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos, por que se pierde la poesía, la vida que ello tiene se enferma, es como forzar el amor o la amistad, no se puede. Cuando te vuelva a nacer, puede partir en otro viaje, otro vagabundeo: a Puerto Aguirre, puedes bajar el Baker a caballo hasta los ventisqueros desde Aysén; Valparaiso siempre es una maravilla, es perderse en la magia, perderse unos días dándose vueltas por los cerros y calles y durmiendo en el saco de dormir en algún lado en la noche, y muy metido en la realidad, como nadando bajo el agua, que nada te distrae, nada convencional. Te dejas llevar por las alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa. Aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc. aprendes a jugar con la máquina y sus posibilidades, y vas juntando poesía (lo tuyo y lo de otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno de los otros. Hazte
una colección de cosas óptimas, un museito en una carpeta. Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a tu gusto, tu eres la vida y la vida es la que se escoge. Lo que no te guste a ti, no lo veas, no sirve. Tu eres el único criterio, pero ve de todos los demás. Vas aprendiendo, cuando tengas una foto realmente buena, las amplias, haces una pequeña exposición o un librito, lo mandas a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas de lo que son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. Hacer una exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás que se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno, hace bien, es sano para todos y a ti te hace bien porque te va chequeando. Bueno, con esto tienes para comenzar. Es mucho vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier parte. Es un andar solo por el universo. Uno nuevamente empieza a mirar, el mundo convencional te pone un biombo, hay que salir de él durante el período de fotografía». Sergio Larraín, 1982
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PARTE III
Referentes
En Fotografía el lienzo es negro. Nada existe si no está suficientemente iluminado. La luz se imagina, se diseña y se ofrece. Y cuando se acepta ya solo queda rodarla. La luz se dirige, se moldea, se recorta, se lleva y se trae, se tiñe y a veces hasta se toca. La luz lo cuenta todo. La luz se hace para que podamos contar historias. Historias que nos importan. La luz se enciende y se apaga. Y cuando se apaga, no hay nada, es el negro. Juan Pablo Minguillón
Carlos SAURA
La primera figura que voy a referenciar, inspiradora de mi trabajo, es Carlos Saura (nacido en Huesca en 1932,) un realizador y director de cine español enamorado de la fotografía, y que ha utilizado como herramienta de expresión en numerosos ámbitos. Me interesa uno de sus recientes trabajos, que es por otro lado recopilatorio de su imaginario íntimo y familiar. En el 2019, Saura ofrece en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una retrospectiva de su mirada personal. En las 118 fotografías que componen la exposición, se incluyen de manera especial, instantáneas de su vida personal y familiar.
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Me interesa como a él recurrir a los recuerdos en clave fotográfica. En mi caso mediante un archivo que en su mayor parte no se corresponde con fotografías tomadas por mí, pero si vividas directa o indirectamente, porque de el cajón
donde se han custodiado, han salido en ocasiones para resucitar escenas, construir relatos que ya son imperecederos y que han llenado tardes compartiendo con sus protagonistas directos o no. El cajón desordenado del que quiero extraer determinados protagonistas para que se asomen al escenario.
← Autorretrato múltiple, Berlín, 1994. Geraldine Chaplin dando el pecho a su hijo. ↖ Página anterior, La familia en la playa, Santander, 1954.
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Alberto SCHOMMER Alberto Schommer, nacido en Vitoria en 1928 y fallecido en 2015, (Premio nacional de fotografía en 2013) y primer fotógrafo que ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en el año 1996. De sus trabajos más importantes destaco en cuanto que se relaciona con mi Trabajo Final de Grado los retratos psicológicos realizados entre los años 1969 y 1973.
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La Academia de Bellas Artes de San Fernando explicó: «En este trabajo, Schommer recurre a un simbolismo barroco, que le convierte en alguna
↗ Retratos psicológicos (1969-1973). Benjamín Palencia (izquierda), Doctor Castroviejo (derecha).
manera en protagonista de sus retratos, al diseñar la escenografía, dirigir la pose y caracterizar a los personajes que se exponen en su mirada.» Esta manera de crear a través de la fotografía es idéntica a otras disciplinas artísticas como la pintura. Es hiperrealismo, si se me permite la obviedad, pero trascendente porque supera la evidencia de la imagen real y la transforma. No es solo el personaje retratado, perfectamente identificado cuando además es «popular» sino un alter ego que nos da pistas de su identidad más oculta. Como mínimo nos invita a reflexionar.
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Vivian MAIER
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Vivian Maier es un caso paradigmático de una obsesión, vivida desde su intimidad y por ende no compartida. Su «pasión por la fotografía» le llevo a extremos nada comunes. Su dedicación a cuidar niños en casas ajenas no le permitió llevar una vida más holgada, en cuanto a tiempo libre y posibilidades económicas, pero ello no le impidió crear un imaginario de la época y lugar donde residió hasta su muerte, trabajando con su Rollei Flex de formato medio.
Nació en Nueva York en 1926 y falleció en Illinois en 2009. La gran mayoría de sus fotografías vieron la luz tras su muerte, porque a lo largo de su vida fue acumulando carretes sin revelar y al morir en una residencia de ancianos tras una caída accidental , su legado hereditario quedó sin sucesión, pero un coleccionista descubrió el tesoro y se encontró con una colección de instantáneas de calle impresionante, por constituir un documento y por la calidad compositiva de su mirada. De su trabajo me interesan los autorretratos.
↗ Autorretratos de Vivian Maier en 1953 (izquierda) y 1955 (derecha).
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Paco Gómez GARCÍA Paco Gómez García (no confundir con el también fotógrafo Paco Gómez Martínez) es un fotógrafo y escritor español nacido en Madrid en 1971.Es miembro fundador del colectivo NOPHOTO,que abandona en 2018.
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Este ingeniero de caminos que dejó la carrera para dedicarse a la fotografía realizó un trabajo muy interesante al recuperar en el Rastro de Madrid una serie de placas fotográficas, junto a otros objetos personales, de alguna persona que supuestamente había fallecido, todos pertenecientes a una familia que residió en
Madrid. Al investigar la procedencia y darse cuenta de la calidad de las placas, encuentra sorprendentemente el autor de las mismas: La familia Modlin. Se entrevistó con los vecinos del edificio y personas del barrio y fue así recreando la historia de esta familia singular. De este trabajo consiguió realizar un cortometraje de 21 minutos de duración que ganó un Goya en el año 2013, y ha escrito un libro muy original sobre esta familia de artistas (la mujer, Margaret, fue pintora; el padre, actor secundario; y, el hijo, modelo publicitario). Me interesa el legado fotográfico en cuanto que desvela una historia familiar que Paco Gómez recompone como un puzzle, un tesoro de imágenes que devuelve a la vida a los integrantes de esa familia compuesta por tres personas, todas ellas fallecidas en el siglo presente.
↑ Los Modlin, libro de Paco Gómez. En el centro, imágenes de las fotografías encontradas. → A la derecha, Los Modlin en una fotografía de estudio.
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Alberto GARCÍA–ALIX Nacido en 1956 en León, protagonista de uno de los movimientos culturales y sociológicos más significativos de la historia reciente de España, más en concreto la de Madrid. Me refiero a la «Movida» en tiempos de libertad con la llegada de la Democracia.
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Me interesan sus retratos frontales. De cara a cara, como a él le gusta decir. Además, sus retratos de desnudos carentes de todo pudor, con una fuerza expresiva notable que consigue impactar al espectador.
El Premio Nacional de Fotografía, Alberto García– Alix, presenta en PHotoESPAÑA 2022, de la mano de Fundación ENAIRE, su proyecto Fantasías en el Prado un evocador trabajo en el que el artista interviene sobre algunas de las obras de la pinacoteca. Alix utiliza en este trabajo la fotografía analógica y las dobles exposiciones como herramientas para crear una evocadora serie en la que reinterpreta grandes obras de arte. Fantasías en el Prado es el resultado de cuatro años de trabajo (2018-2021) en los que el fotógrafo Alberto García-Alix ha conseguido crear su propio imaginario, a partir de la pinacoteca que alberga el Museo del Prado, utilizando la laboriosa técnica de la múltiple exposición sobre película analógica.
“Cada cuadro es un mundo. Y como tal, lo he tomado para inventar y construir uno nuevo”, admite el fotógrafo. Con su mirada, su imaginación, la superposición de imágenes, el enfoque, el desenfoque, una pequeña linterna y el movimiento vibratorio de su cámara como únicas herramientas, Alberto García-Alix ha repintado algunas de las obras maestras del Prado, creando fantasmagorías, otorgando misterio, tensión y movimiento a la pintura, y dotando de carne y respiración a las esculturas. (Texto de PHotoEspaña 22 publicado en su pagina web.) ← Izquierda, Máscara de baile en el Prado (2019). Derecha, Autorretrato con una fiera (2019).
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Andrés SERRANO «No soy artista de una sola obra, ni mi arte necesariamente tiene por qué cargar con el signo de la provocación ni de la blasfemia. Creo en el arte como cuestionamiento de la realidad y como instrumento que ayude a indagar a cada individuo su propia condición. Soy un artista conceptual que por pincel usa una cámara fotográfica (...).» Andrés Serrano, entrevista para Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 2012. 38
«Mi trabajo siempre fue un espejo. Cada espectador experimentará una reacción diferente, de acuerdo a su actitud hacia la obra. Si se acerca con una energía negativa, eso es lo que recibirá. Si, en cambio, llega con una energía positiva, recibirá una imagen positiva, una reafirmación más que una negación». Andrés Serrano, entrevista para Fundación PROA.
← Izquierda, Pierre Vial, 2007. Derecha, The other Christ (The interpretation of dreams), 2001.
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Annie LEIBOVITZ Principalmente se la conoce por sus retratos, aunque a lo largo de su carrera ha realizado también fotografía documental, como hizo en sus inicios hizo con el grupo Rolling Stone o como cuando acompañó a Susan Sontag en Sarajevo.
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↗ Retrato de Louise Bourgeois, New York City, (1997).
En 1991 se convirtió en la primera mujer (y la primera persona no fallecida) cuya obra era expuesta en la Galería Nacional de Retratos de Washington D.C.
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Anton CORBJIN
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Anton Corbijn es un fotógrafo, cineasta y videoartista holandés. Es mejor conocido por sus retratos en blanco y negro de artistas tomados con velocidades de obturación lentas para permitir los movimientos y gestos sutiles de sus sujetos. «Siento que la imperfección está mucho más cerca de cómo es la vida que la perfección», ha dicho el artista. Nacido como Anton Johannes Gerrit Corbijn van Willenswaard el 20 de mayo de 1955 en Strijen, Países Bajos, Corbijn comenzó a fotografiar bandas locales a los 17 años, antes de mudarse a Londres para trabajar para NME, revista como fotógrafo de plantilla. Ha dirigido
más de 80 videos musicales para varios músicos, incluidos Nirvana, U2, Depeche Mode y Joy Division. En 2015, el artista fue el tema de la exposición «Anton Corbijn 1-2-3-4» en el Fotomuseo Den Haag, que incluyó más de 300 de sus imágenes más icónicas. Al vivir y trabajar en La Haya, Países Bajos, Corbijn se centra actualmente en largometrajes.
↑ Retratos de Keith Richards, (izqueirda) y Clint Eastwood (derecha), ambos de 1994. ↗ Al otro lado, retrato de Miles Davis (1985).
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Philippe HALSMAN
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Philippe Halsman (2 de mayo de 1906-25 de junio de 1979) fue un fotógrafo letón estadounidense muy conocido por sus retratos de personajes célebres. Nació el 2 de mayo de 1906 en Riga en el seno de una familia judía y estudió ingeniería en Dresde. Residió en París donde trabajó como fotógrafo de moda independiente y colaboró en la revista Vogue. En 1940, comenzada la Segunda Guerra Mundial y ante la inminente llegada del ejército alemán marchó a los Estados Unidos con ayuda de Albert Einstein, donde alcanzaría fama mundial, llegando a realizar más de cien portadas para la revista Life.En 1947 obtuvo la nacionalidad estadounidense. Si por algo se caracterizó Halsman fue por su ingenio, materializado sobre todo a través de la técnica del «jumping style» o «jumpology»,
a la que él dio origen. Se trataba de retratar a la persona saltando, para así conseguir una imagen de ésta mucho más real, más verdadera, sin artificio ninguno, sin que el cerebro pudiera controlar la expresión del rostro. «En un salto, la máscara se cae. La persona real se hace visible», explicaba Halsman.El resultado era una imagen de la persona bien distinta a como solía aparecer, y por ello con gran atractivo para el público, estas «imágenes de saltos» se publicaron en 1949 alcanzando gran éxito.No todo eran saltos, pero siempre sus fotografías mostraban situaciones divertidas, y algunas, algo provocadoras. Por su cámara pasaron desde pensadores, como Albert Einstein, hasta políticos, como Richard Nixon, pasando por artistas de la talla de Marlon Brando, Audrey Hepburn, Alfred Hitchcock, Frank Sinatra o Cary Grant. Y cómo no su adorado amigo Salvador Dalí, con el que trabajó conjuntamente durante muchos
años en composiciones de carácter fantástico y surrealista. Las fotografías que hiciera en 1952 a Marilyn Monroe en una pose en la que aparecía «acorralada en un rincón» alcanzaron gran difusión. Además de su serie de saltos, entre sus trabajos más originales se encuentra una "entrevista fotográfica" al cómico francés
Fernandel. Puesto que Halsman no hablaba francés y tampoco Fernandel inglés, a Halsman se le ocurrió que el cómico respondiera a una batería de preguntas sobre Estados Unidos por medio de la expresión facial. El resultado del experimento fue un libro divertidísimo titulado The Frenchman.
← Philippe Halsman, Dalí Atomicus, 1948 → Alfred Hitchcock durante el rodaje de Los Pájaros, 1963.
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Richard AVEDON
(1923-2004). «Un retrato no es una semejanza. En el mismo instante en que una emoción o un hecho se convierte en una fotografía deja de ser un hecho para pasar a ser una opinión. En una fotografía no existe la imprecisión. Todas las fotografías son precisas. Ninguna de ellas es la verdad», afirmaba Richard Avedon. Sus retratos han sido descritos como «aparentemente sencillos pero profundamente psicológicos».
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Ha fotografiado a personalidades famosas y desconocidas posando frente a un inmaculado fondo blanco. El trasfondo de estas fotografías muestran a un cuidadoso autor capaz de plasmar en papel fotográfico rasgos inesperados de los rostros de personajes como Truman Capote,
Henry Miller, Humphrey Bogart o Marilyn Monroe, entre muchos otros. Su método era sencillo pero efectivo: la derrota anímica del contrario fotografiado a través de largas y cansadas sesiones de varias horas. Así el retratado era capaz de mostrar su personalidad más sincera.
↖ Página anterior, Richard Avedon, Autorretrato, 1979. → En esta página, Ronald Fischer. Beekeeper. Davis California. May 1981 (izquierda) y Edward Roop. Coal Miner. Paonia Colorado. October 1979 (derecha), ambas de la serie In The American West (1979-1984).
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Platon
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Platon Antoniou (1968) es un fotógrafo británico de ascendencia griega conocido por sus característicos retratos de líderes mundiales, personalidades y reportajes sociales.
con un brillo en los ojos y un halo en torno a la figura, que han hecho de su trabajo portada de las revistas internacionales más importantes, como George, Esquire o Times.
Sus fotografías, en blanco y negro o color, son en general tomadas con un objetivo gran angular desde muy cerca —jugando con la perspectiva y la ligera deformación del angular— y con la mirada del protagonista clavada en la cámara, lo que genera una fuerza y una tensión que, sumado a la gran relevancia de sus modelos, hace de sus fotografías una fórmula casi icónica.
Platon trabaja largamente con cada sujeto, y se adapta a cada retratado. A veces usa cámara baja, otras se acerca hasta llenar totalmente el cuadro con el rostro. Esa relación que logra hace una diferencia crucial: siempre hay una reverberación de miradas que no deja indiferente.
En el estudio, utiliza un único flash frontal sobre fondos blancos o fotografías «tipo carnet» pero
Sobre los fondos blancos Platon dice que tienen más que ver con los muros alabastrinos en las casas de las islas griegas que con las estrategias fotográficas de Nadar, Avedon o Penn.
Las fotografías de Platon Antoniou guardan un detalle espléndido gracias al uso del formato medio con una cámara Hasselblad 6×6 y películas Kodak y Fuji: Esto logra un detalle que sorprende en el mundo digital contemporáneo. Las imágenes son transformadas al formato binario mediante un escáner de tambor desarrollado por la NASA que registra cada una de las sutilezas de la película análoga. Desde luego, las fotografías pasan por un proceso de retoque en Photoshop. Fuente: Blog Oscar en Fotos.
↖ Página anterior, autorretrato de Platon Antoniou. ← En esta página, retratos de Jim Carrey (izquerda) y Sylvester Stallone (derecha).
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Bibliografía y webgrafía
Barthes, R. La cámara lúcida. Nota sobre fotografía. Ediciones Paidós Shore, S. Lección de fotografía: La naturaleza de las fotografías. Editorial Phaidon Press Meyerowitz, J. Mirar. Editorial GG. Lowe, P. Maestros de la fotografía. Técnicas creativas de 100 grandes fotógrafos. Editorial GG Momeñe, E. La Visión fotográfica: curso de fotografía para jóvenes fotógrafos. Afterphoto Edidiciones Indij, G y Silva, A. Clic Fotografía y Percepción. Editora La Marca Bobbio, N. De senectute y otros escritos biográficos. Madrid. Santillana S.A Taurus 1997
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Fontcuberta, J. El beso de Judas. Fotografía y Verdad. Barcelona. Gustavo Gili. 2015 Higgins J. ¿Por qué la imagen no tiene que estar enfocada? Entender la fotografia moderna. Promopress. 2017 Wikipedia. Philippe Halsman. https://es.wikipedia.org/wiki/Philippe_Halsman Joan Fontcuberta. Web del artista. https://www.joanfontcuberta.com. (Última visita: 16 de junio de 2022.) YouTube. Entrevista a Joan Fontcuberta en la fundación Juan March. https://www.youtube.com/watch?v=NisBmL29CaA (Última visita 14 de Junio de 2022.) Avedon Foundation. https://www.avedonfoundation.org (Última visita: 16 de junio de 2022.) Gràffica. https://graffica.info/richard-avedon/ https://fotogasteiz.com/blog/fotografos/platon-fotografo-vida-obra-biografia/ (Última visita: 16 de junio de 2022.) https://www.wikizero.com/es/Paco_G%C3%B3mez_Garc%C3%ADa (Última visita el 18 de junio de 2022)
https://www.albertogarciaalix.com/cv (Última visita: 17 de junio de 2022.) https://oscarenfotos.com/ (Úlitima visita: 17 de junio de 2022.) https://www.facebook.com/watch/?v=705672897173810. Episodio de la serie Detrás del Instante que emite La 2 de TVE, dedicado al fotógrafo retratista CHEMA CONESA. (Última visita: 17 de junio de 2022). https://www.youtube.com/watch?v=O-1zfTT8pOs. Episodio de la serie Detrás del Instante que emite La 2 de TVE, dedicado al fotógrafo Manuel Outomuro (Última visita: 18 de junio de 2022). https://www.rtve.es/play/videos/detras-del-instante/. Serie de capítulos dedicados a la fotografia. Visualizados todos ellos en sus fechas de programación o via rtve.play https://www.xatakafoto.com/categoria/fotógrafos. Pagina especializada en fotografía con análisis variados. Visitada de manera constante o permanente como fuente de información. https://www.phe.es/exposiciones/alberto-garcia-alix-fantasias-en-el-prado/ (Última visita: 15 de junio de 2022.) Página de PhotoEespaña, articulo sobre Alberto García-Alix, (Última visita: 18 de junio de 2022).
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Imágenes del trabajo acabado y fichas técnicas
1.— Caja-valija construida en madera (imagen 1) y pintada en negro mate en el interior, con un cierre metálico recuperado (imagen 2), medidas: 45x45x9 cm, dividida en espacios interiores (imagen 3). 2.— Contenido de la caja-valija (imagen 4): · Álbum de fotos recuperado e intervenido que data de finales del siglo XIX. · Álbum de fotos de principios de siglo XX. · Memoria del Trabajo Final de Grado. · Carpeta–contenedor de fotografías de Retrato.
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3.— 25 fotografías de retratos de diferente formato y medidas, todas ellas encuadradas no obstante en un tamaño uniforme de 42x42 cm. 4.— 16 fotografías tamaño A5 de autorretratos.
1
3
4
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Retratos
1
2
3
4
5
6
7
56 8
9
10
11
12
13
14
15
16
21
17
22
18
23
19
24
20
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1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25.
Alberto Ruano Alma Andrea Alves "Poppoca" Ángel Bayón Ángel Holgado Ángela Barron Bienve García Carlos G. Riesco Carlos González Carlos Vicente Charli Valiente Domingo S. Blanco Ignacio G. Pérez de la Sota José Antonio Sayagués Luis Méndez Mariano Gómez Martín María Luisa González Nani Sánchez Paco Marcos Paco Montes Pepe Santolaya Robert Dengler Vicente, "Poeta" Victorino García González Vidal correonero
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Autorretratos
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Colaboración
Edición fotográfica: Javier Garcia de la Iglesia Laboratorio fotográfico e impresión: Artística Marciana Diseño y maquetación de la memoria: Raúl Gorrión
Javier Prado Santos © 2022