Devenir nómada

El cuerpo es vida, es decir, memoria sensible, potencia, creatividad y devenir. No hay mundo ni universo sin el cuerpo. El cuerpo es la conexión con el tejido espacio-temporal, curvado por los campos gravitatorios, pero también por la densidad de las pasiones. Nadie sabe lo que puede el cuerpo, decía Baruch Spinoza; menos sabe la institucionalidad estatal. Lo que hace el Estado, como institución imaginaria de la sociedad y materialidad de la malla institucional, es poner en evidencia su temor al cuerpo, al espesor desconocido del cuerpo, a sus devenires, a sus capacidades creativas, a sus flujos de fuga, a sus acciones alterativas. Por eso, sus diagramas de poder para marcarlo, para inscribir en su piel la historia política, para sembrar en su carne subjetividades domesticadas, dóciles, subalternadas. Para sembrar sujetos disciplinados, después, debido al desborde de las resistencias, sujetos controlados, a pesar de las concesiones y aparentes flexibilizaciones del poder.