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El punto de partida: ¿Por qué formar una coalición?

Existe una cuarta dimensión transversal a las tres que ya se explicaron y que aborda el funcionamiento del sistema político con múltiples niveles de competencia y decisión política. De esta manera, las coaliciones pueden formarse en un nivel nacional, o bien en uno o varios niveles subnacionales. Esto se debe a que los países latinoamericanos se caracterizan por la existencia de tres niveles de gobierno: nacional/federal, provincial/estatal/departamental y municipal/local. Por consiguiente, la conformación de una coalición puede darse en uno solo de esos niveles o bien en varios, de modo que adquiere un componente multinivel que complejiza el proceso de negociación del acuerdo, al igual que la toma de decisiones interna y el reparto de espacios decisores. Esto no necesariamente las vuelve más inestables en el tiempo, sino que permite incorporar una dimensión más de análisis para trabajar en la estabilidad de los acuerdos. Es un tema central en la actualidad política latinoamericana y será abordado con mayor profundidad al analizar el proceso de construcción electoral en países federales y unitarios por igual.

Causas de construcción: ¿por qué es necesario formar una coalición?

Existen cuatro factores centrales que potencian la formación de coaliciones políticas en América Latina. Si bien cada uno de ellos puede ser abordado de manera separada, estos se encuentran interconectados e interrelacionados, lo que muchas veces genera unrefuerzo mutuo como incentivo para establecer acuerdos interpartidarios sólidos.

Fragmentación

(In)gobernabilidad Espacio político

Fragmentación

Los primeros estudios sobre el tema consensuaron la fragmentación partidaria como el primer motor para formar coaliciones políticas. Si bien estas investigaciones se centraron en las coaliciones gubernamentales como el fenómeno por abordar, el aumento de la cantidad de actores políticos relevantes en el sistema partidario es un fuerte incentivo para construir acuerdos en la arena electoral y la legislativa. Esto se debe a que cuantos más actores políticos pueden acceder a cargos públicos en juego, menor es la cantidad que se puede repartir para cada uno de ellos.

Y dado que la legitimidad de los sistemas presidenciales es dual, en tanto legisladores y presidente son electos por el voto popular, los segundos requieren de los primeros para poder impulsar sus agendas legislativas y gubernamentales. El mandato fijo establecido por cada constitución nacional es un requisito de supervivencia política, pero al mismo tiempo un período acotado temporalmente para poder gobernar y aspirar a renovar el mandato, si así lo permitiera la legislación vigente.

En este escenario de rigidez institucional, todo aspirante al Poder Ejecutivo es consciente de que requiere una mayoría sólida para poder tomar decisiones que puedan ser implementadas sin mayores contratiempos.

La fragmentación política en América Latina ha sido impulsada por un proceso circular que combinó debilidad interna de los partidos políticos tradicionales con sistemas electorales permisivos; esto es, que no restringen la competencia por cargos públicos en juego sino más bien que la alientan y la potencian. Este último punto ha sido abordado por la literatura especializada3, en la que se encontró cierto consenso en torno a la elección de reglas electorales que en las últimas décadas han pasado de sistemas más mayoritarios hacia otros más proporcionales con magnitudes de distrito más grandes. Este fenómeno, sin dudas, ha alentado la formación de nuevos partidos políticos electoralmente competitivos, acrecentando aún más la debilidad interna de los partidos políticos en un círculo que se potencia y reproduce mutuamente.

3 Consulte Wills-Otero y Pérez Liñán (2005) y Negretto (2009), dos obras introductorias al respecto sobre América Latina. A nivel mundial sugerimos Golder (2005).

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