RLV 13 PADRES FUNDADORES DEL DESMADRE

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Revista Letrónica de Ventoquipa Número13 Mayo de 2014

Consejo Editorial: Alex Hernández alherli3@yahoo.com Pedro Flores pedrolfloress@gmail.com Roberto Torres roberto_torres_mx@hotmail.com Paco Olvera pacolvera@yahoo.com Bernardo Marcellín bmarcellin@itweb.com

Diseño de portada: Paco Olvera Jackson Pollock podría ser considerado como un Padre del desmadre en la pintura. Foto tomada por Paco Olvera en el MoMa.


Revista Letr贸nica de Ventoquipa N煤mero 13

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Mayo de 2014

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Contenido Editorial

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Jitomatazos, Cebollazos y otras Yerbas

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La Vitrina de los Muñequitos de Azúcar

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Vamos a dar la vuelta mi Reina (Paco Olvera) Desde Dentro

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Barra Libre (Paco Olvera)

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La distante brisa del 132 (Paco Olvera)

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De pinta en Ventoquipa

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Desmadres a nivel nacional (Bernardo Marcellin)

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Los muy cómicos caballeros humoristas (Paco Olvera)

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Desmadres a la Gallega (Bernardo Marcellin)

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Sabes que carnalazo (Paco Olvera)

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Haciéndole al Cuento

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Monstruos (Felipe Kadik)

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Alumno abusado (Felipe Kadik)

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Aparición (Felipe Kadik)

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La Sociedad de los Poetas Nonatos

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Wanderlust (Alex Hernández)

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Writer Hero

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Soneto para todo público (Halvard Johnson trad. Alex Hernández) 69

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Al Valle de las Calacas

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JEP (Alex Hernรกndez)

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Desde entonces, no me preguntes cรณmo pasa el tiempo 74

Breve nota en memoria de Seamus Heaney (Alex Hernรกndez)

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Lo siento don Gato (Paco Olvera)

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(Paco Olvera)

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Los padres fundadores Todo desmadroso de la actualidad tiene influencia de algún desmadroso del pasado. El ingenio y la inteligencia deben tener un receso para dedicarse a lo que les plazca, ni más ni menos, el lema de esta revista es "Un remanso para el desmadre intelectual".

referirnos a nosotros y a nuestros compañeros a través de su apodo, a aprender chistes "subidos de tono" y por su puesto a alburear, mancillando a nuestros rivales en un juego de contrapunteo semántico de significados tergiversados y entendidos de corte sexual. Considerando este trasfondo histórico-cultural, los contribuyentes a nuestro espíritu cínico, burlón y satírico son muchos, arrancando por los fabulistas, como el griego Esopo, el francés La Fontaine y el español Samaniego, pasando José Guadalupe Posada, los redactores del Ahuizote y los cómicos de carpa, hasta llegar a los actores que se han hecho populares gracias a los medios de difusión masiva como la radio, el cine, la televisión y actualmente el Internet.

Los innovadores han tenido dificultades para que sus ideas sean tomadas en serio, y el expresar sus ideas como una burla de lo ya establecido ha sido un canal válido desde épocas muy tempranas de la humanidad, de esa forma se reta lo establecido y se tiene la escapatoria de “ser una broma”. Un ejemplo de esta vía nos lo da Umberto Eco en su novela "El nombre de la Rosa", donde se desarrolla una intriga detectivesca en torno a una serie de asesinatos en torno a la lectura de un libro del índice prohibido, cuyo atrevimiento consistía en satirizar a la iglesia, haciendo reír a los lectores, generando que se perdiera el respeto o el temor de Dios. Un hombre que ríe, es un hombre que no teme, dice el hermano George, y la ausencia de temor puede provocar que se cuestionen los dogmas.

Tenemos entonces entre los Padres Fundadores del desmadre, a personajes disímbolos y de todas partes del planeta, Cantinflas, Los Polivoces, Woody Allen, Jerry Lewis, Juan Verdaguer, Luis Sandrini, Gila, Les Luthiers, Peter Sellers, Gabriel Vargas, Marcel Marceau, Laurel y Hardy, Viruta y Capulina, TinTán, Resortes, Míster Bean, Tom Sharpe, Joaquín Pardavé, Monty Python, los hermanos Soler, los hermanos Marx, Ángel Garaza, Rius, Alfonso Arau, Piporro, entre muchos otros, sin contar los miles de cómicos involuntarios y voluntarios que participan en las redes sociales y sitios de videos del Internet. Tampoco podemos olvidar a los genios del humor involuntario, como don Juan Orol (siempre me acuerdo de Alex y su reseña de la escena del baile con Rosa Carmina), las vampiresas del Santo y los muertos que reviven en la escena de “Mexicanos al grito de guerra” con san Pedro Infante.

Por otro lado, los mexicanos somos una raza cínica y burlona, podría decirse en nuestros propios términos, somos cábulas. No sé si el ser cábula era la única opción que le quedó a un pueblo sojuzgado para "triunfar" aunque fuese en un plano espiritual sobre sus conquistadores, para sobreponerse de alguna forma, a la miseria en la que la que estaba obligado a vivir. La suprema manifestación de este espíritu burlón, es cuando nos envalentonarnos frente a la muerte, tratando de burlarnos de ella, o de hacer como que "a mí la calavera me pela los dientes", lo cual deja claro que como mexicanos, el ser cábula y echar desmadre es parte de lo que nos define como cultura.

Esperamos que disfruten este número. Paco Olvera

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En medio de este muy propicio caldo de cultivo es que nos tocó vivir, y desde nuestra tierna infancia, nos tocó

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Jitomatazos, Cebollazos y otras Yerbas Aquí vamos de nuevo en nuestra sección de frutas, legumbres y ánimo. Ahora nos dejaron muy solos, hasta extrañamos algún jitomatazo. Gracias por sus comentarios.

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Sabemos que estas generaciones ya no mandan correos, electrónicos, mucho menos de los otros, pero los invitamos a dejarnos sus comentarios en el Facebook, si no es jitomatazo o cebollazo, aunque sea arrójenos en un hueso.

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La vitrina de los muñequitos de azúcar Vamos a dar la vuelta mi Reina Paco Olvera

Nos acostumbramos a que nuestro campo visual estuviera limitado por ciertos objetos y en ciertos ángulos. Desde nuestra plataforma móvil observábamos como se desplazaban quienes estaban en tierra y en otros vehículos. Recorríamos prácticamente los mismos puntos en un circuito que ofrecía cuando más un par de variantes. No se trataba de un simple recorrido, era una ceremonia, que estaba llena de una serie de rituales y de reglas no escritas, que no se revelaban con facilidad a aquellos que eran ajenos a esta estructura de grupos y cofradías que la practicaban. Se trataba del “Rol al Garden”, y de entre los Roles, no cualquier Rol, era el paseo triunfante de la realeza en un triunfo indiscutible y celebrado como la entrada de los Césares a Roma.

no. En ocasiones entraban a alguna de las cafeterías de moda de la época, a saber, “El Bambi”, “La Fuente” o en “La Verbena”. Se detenían a conversar con otros grupos de amigos, o bien, veían a alguna pareja de novios ya constituida y se dedicaban a “recortarlos” (en el lenguaje del pueblo, criticarlos). No tuve noticia de que la gente diera vueltas al parque en automóvil, tal vez porque la moral y buenas costumbres de aquel entonces, dictaba que “las señoritas decentes no se subían a un automóvil”, no cuando menos sin un chaperón que los acompañara. Por otro lado, los automóviles eran muy caros, luego entonces, resultaba impensable para un papá comprar un auto a su hijo, o dejar en sus manos un bien de tan alto costo tan sólo para una actividad “tan intrascendente” como la de “pasear” alrededor del parque (recuerdo que mi padrino, el padre Cirilo, se había comprado un Mustang 1974, que había costado la escandalosa suma de ¡100,000 pesos!).

El origen de una ceremonia. El “Rol al Garden” era la renovación de una ceremonia más antigua aún, que es el “Paseo al Parque”, que han sido documentado por muchos y en muy diversas formas, desde “El paseo en la Alameda” de Diego Rivera, hasta la canción “Vámonos al parque Céfira” de Salvador “Chava” Flores. El principio fundamental para los jóvenes, que consiste en verse, conocerse y hasta cortejarse seguía siendo el mismo, pero las formas y reglas se habían transformado. Las primeras descripciones que tuve de “la vuelta al jardín” (que era lo que existía antes de que surgiera el Rol), era cuando a mi hermana le daban permiso de salir, y al regresar, era interrogada de “como le había ido”. Las narraciones no me resultaban emocionantes: caminaba mi hermana con un grupo de amigas tocando las cuatro esquinas del cuadrado casi perfecto que acotaba al parque “La Floresta, platicaban entre ellas y cuchicheaban. Veían a algún muchacho y calificaban si les resultaba guapo o

La modernización como vehículo transformador.

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No tengo claridad absoluta para distinguir casusas de efectos, pero el hecho es que es que comienza la transformación de la “inocente vuelta al parque” dónde se iba a caminar y a comer un helado, al más rudo “Rol al Garden” (que como verán, comparado con lo que pase en esta actualidad de 2014, ¡es tan o más inocente que la vuelta al parque!), pero en efecto tiene que ver con cambios aparejados en la economía (lo posible) y las normas de convivencia social (lo aceptable). En un fenómeno parecido a la trasformación inducida durante la revolución industrial por la adopción del telar mecánico y otros artefactos que permitieron masificar la producción, resultó ser la introducción de

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automóviles en las comunidades rurales y provinciales, que permitió que muchos de los trayectos hechos por locomoción propia, fueron comenzándose a llevar a cabo utilizando medios de transporte mecanizados, pues la economía lo permitía.

efectiva utilizando un automóvil o un camión (cuando mi tío Beto, que venía de vivir en Querétaro se fue a vivir a unas “casitas” camino al panteón, las tías y abuelitas decían, ¡¿y quién va a ir hasta allá?! como a 3 kilómetros, sólo por documentar). En este proceso de “mecanización” de la sociedad mexicana, los hijos mayores que ayudaban sus padres, comenzaron a prestar parte de ese auxilio conduciendo vehículos automotores, transportando mercancías, piezas de repuesto o insumos para el negocio familiar. La variedad de estas encomiendas se fue ampliando también cuando resultó “barato” utilizar el coche, o mejor dicho, cuando el costo beneficio lo hizo posible (o simplemente no era considerado). Algunas de dichas encomiendas comenzaron a ser menos complejas o “importantes”, extendiéndose al ámbito del hogar, es decir se transportaban y se requerían insumos para la vida diaria en casa, como las tortillas, el pan, frutas, verdura o carne del mercado, en pocas palabras “hacer los mandados”. Hacer los mandados había sido desde mucho antes, la forma en que los más jóvenes cooperaban en las tareas que demandaba el núcleo familiar, que de alguna forma era “humillante”, por ser considerados los mandaderos como muy “flojitos” o muy “obedientitos”, pero para aquellos que tenían disponible un coche, está actividad otrora denigrante (a ojos de puberto), comenzó a adquirir una nueva dimensión.

Evolución del Rol Por ejemplo, los taxis nos permitían ir a visitar con mayor frecuencia a nuestra familia que vivía “hasta la colonia Estrella” o bien nos transportaban velozmente a casa a altas horas de la noche (1 de la mañana) al salir de alguna pachanga en el “Club de Leones” (en lugar de 15 minutos, el trayecto se completaba en 5). Hay que recalcar que el uso de un automóvil en los mencionados casos se consideraba justificado, y desde el punto de vista económico tenía un costo razonable, que no justificaba la adquisición de un medio de transporte propio. Pero con el paso del tiempo y el avance en el alcance de los negocios, el pueblo comenzó crecer en su asentamiento geográfico (digamos que se “desparramó”), por las fábricas de hilados y tejidos, la cuenca lechera y otras actividades de comercio de la región, que demandaban mano de obra y traían consumidores de bienes y servicios de otras comunidades que antes se consideraban distantes. Cada vez había más sitios en los que un automóvil se hacía útil (y a la postre necesario) trasladarse en forma

…ser vistos conduciendo un automóvil, actividad que por sí misma les confería un estatus de “muy acá”

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Durante estas excursiones, los jóvenes conductores tenían que recorrer ciertas partes del pueblo, en principio por necesidad y luego tal vez por gusto, que les permitían ver y ser vistos conduciendo un automóvil, actividad que por sí misma les confería un estatus de “muy acá” (no decíamos “cool”, “nice”, “chido” o “chingón”, no éramos ni tan fresas, ni tan modernos, ni

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tan groseros). Definitivamente la condición de “andar en coche”, sumaba puntos al palmarés de cualquier cuate en la contabilidad del “atractivo” que llevaban a cabo las chavas (o cuando menos eso pensábamos). Vale la pena mencionar, que no sólo eran muchachos los que traían coches, sino que había chavas que sus padres les permitían utilizar el auto, pero resultado de la inequidad de género que se manifestaba más rabiosamente en aquel entonces (principios de los años 80), esto era poco frecuente y eran más los chavos a los que se veía utilizando el coche de la familia.

a cabo. Justamente esta trascendencia, era la que hacía que se cuidaran con meticulosidad litúrgica todos los detalles del paseo dominical en coche, desde su planeación, su ejecución y su finalización (por más que los peatones, con una buena carga de envida, pensáramos que eran payasadas). Una de las características de este viaje, es que no tenía un destino propiamente dicho: lo único que era sabido de antemano, es que se llevarían a cabo diversos circuitos por las calles del pueblo, los cuales culminaban con una o varias vueltas en torno al parque. La longitud, variabilidad y estructura de este circuito, dependía de la tripulación del automóvil: en qué calle vivían, sus edades, en que escuela estudiaban, o a qué se dedicaban. La modificación al “tejido social”. Cuando hablamos de una tripulación, es necesario mencionar que el Rol, era una actividad mayormente gregaria, pues la experiencia había que compartirla y/o presumirla1. Los integrantes de la tripulación eran cuidadosamente escogidos, ya fuese por afinidad, admiración, zalamería, consanguinidad, vecindad o simplemente por algún azar del destino. En la mayoría de los casos, las posiciones dentro del vehículo representaban también la jerarquía dentro de cada grupo o tribu. La posición del copiloto, o una ventana eran disputadas, pues adicional al acomodo jerárquico, representaban una posición de privilegio para la observación. En la película “Good Will Hunting”, los principales eran Ben Afflek y Matt Damon, y les tocaba ser el piloto (dueño del coche) y copiloto (el mejor cuate del dueño). Su cuate chaparrito que le tocaba viajar atrás, intentaba pelear para ir de copiloto, pero en realidad sabía que cada quién tenía su lugar. Al finalizar la película, que Damon se va a buscar su destino y deja

Entrada al Garden por San Vicente Con estas condiciones de acceso a los automóviles familiares (muy pocos eran los asignados de tiempo completo), las chavas y chavos del pueblo pudieron comenzar a extender su uso a los domingos, que si bien pocas veces tenía ya la justificación de “los mandados”, se otorgaba como un premio o un “chance” para que utilizar el auto en una actividad lúdica, como es el cortejo automotor y a distancia, mismo que seguía pareciendo sin sentido alguno a muchos padres. Este equilibrio precario de las condiciones que permitían tener un coche disponible, hacían que el evento de utilizarlo en una situación que abiertamente no era utilitaria, sino de puro gusto, confería a esta actividad un carácter ritual, es más, era un evento de trascendencia personal “que no cualquiera” podía llevar

Como el chiste del cuate que se queda en una isla desierta con Claudia Schiffer, que luego de estar con ella un largo tiempo se le ve muy desinteresado y cuando la hermosa rubia le pregunta qué debe hacer para que recupere el gusto por sus encuentros amorosos, este le pide que se disfrace de hombre, todo para poder contarle, “¡a quién cree que me ando echando compadre!”; mucho del gozo reside en la presunción

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su puesto, el chaparrito alegremente, deja la posición en el asiento trasero del coche y con una sonrisa toma posesión del lugar de privilegio.

rato con la novia y luego ir a dar otras vueltas con el resto de su equipo, si es que era macizo: a la “vieja” su lugar y a los cuates el suyo.

Las alineaciones de las escuadras que abordaban los coches, aunque duraban mucho tiempo fijas, tenían cambios. Alguien se iba del pueblo, alguna pelea ocasional, comenzaba algún noviazgo, u alguna otra hecatombe pueblerino-juvenil. En ocasiones se daba el fenómeno de vehículos que tenían como único pasajero al conductor, pero esto no duraba mucho, pues pronto le aparecían amigos, por convicción o por conveniencia. Una característica digna de mención, que casi era una de las reglas no escritas, es que prácticamente todos los miembros de una tripulación eran del mismo sexo. Lo más parecido a una tripulación que reuniera a múltiples géneros (pero que “no contaba” a decir de los roleros), era justamente cuando alguno de los integrantes, culminaba exitosamente un cortejo, comenzando algún noviazgo, y podía ir a los recorridos triunfante con su pareja.

“Si no naciste en coche”, decía mi abuelita cuando manifestábamos nuestra resistencia a caminar, una distancia que considerábamos “inhumana”. Esto lo menciono a colación de mantener presente que el Rol en automóvil era en realidad una mutación del paseo a pie, y si tenía un efecto teatral y de distinción, era porque la mayor parte de los grupos reconocibles y diferenciables no tenían automóvil. A fin de cuentas se había generado una simbiosis, en la que pedestres y motorizados hallaron gusto por observarse y convivir a distancia unos con otros. Esta distancia física, generaba un efecto similar de anonimato que se puede equiparar al que ahora produce el “Facebook” u otras redes sociales, pues se podía admirar a alguna chava sin saber mucho de ella, y en general sin mediar ningún tipo de acercamiento personal (sólo como recordatorio, hablaré mucho de las chavas por ser mi experiencia directa, pero no hay distinción de género).

…el Rol en automóvil era en realidad una mutación del paseo a pie Los caminantes no estaban en movimiento perpetuo (hubiese resultado una actividad de mucho desgaste o el pueblo hubiese sido cuna de marchistas), luego de un rato de ejercicio, algunos buscaban algún café o algún sitio donde cenar, pero otros permanecían sentados en alguna parte del parque, montando una especie de guardia, para observar a los móviles, se decía que en muchos casos los adoquines del parque tenían su nombre, pues incluso mantenían prácticamente una misma posición relativa entere ellos; este mismo fenómeno de acomodo perene, se observaba en algunas cafeterías y restaurantes en torno al jardín, siendo la “Gran Fonda” el más emblemático en aquel entonces.

Cine del Villar en el Garden

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Muchas de estas ocasiones, para seguirse viendo como un grupo y no como “una parejita” se hacían acompañar en los recorridos, por dos amigos (amiga de la novia y amigo del novio) que resultaban una pareja “falsa”, luego de la encarecida petición del estilo de, ¡hazme el paro! Var ir la amiga(o) de fulana(o). Aunque aceptadas, estas “extrañas” formaciones no eran consideras como válidas, pues si eran novios, violaban el principio de la búsqueda de pareja / cortejo que era el objetivo quintaescencial del Rol. También muy importante es mencionar que en ocasiones, el noviero podía pasear un

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Con el paso del tiempo, hubo algunas mutaciones en el Rol que es preciso mencionar. La primera de ellas fue que, aunque el principio el Rol era una actividad primariamente dominical, comenzaron por existir variantes, la primera de ellas, un Rol sabatino, que con un ambiente “pre-dominical”, comenzó a tomar vigencia con motivo de las pachangas (tardeadas como les llamaban nuestros padres), pues así como los joven actualmente hacen el “pre copeo”, en el pueblo este tiempo se aprovechaba para ir a dar un Rol, a ver a quién se veía preparándose para ir a alguna fiesta, y en algunos caso, a averiguar ¡dónde había alguna fiesta! Pues si el sábado es un “mini” domingo, el viernes es un “mini” sábado: algunas fiestas se comenzaron a organizar en viernes por la noche, lo cual también dio pie a que se dieran algunos paseos en esos momentos. La última variante, bajo el principio de “que tanto es tantito”, eran los roles en los días de “entre semana”, que comenzaron a generarse a la salida de la escuela de las escuelas secundarias, que iban “de paso” por el jardín a sus casas, el cual se extendía por unos minutos que podían convertirse en un par de horas.

Las reglas no escritas. Hablemos de las normas de etiqueta para las interacciones durante el Rol. Siempre considerando el hecho que no “era poca cosa” tener acceso a un coche, el Rol estaba pensado (cuando menos por los conductores) como una actividad para que ellos fuesen vistos y admirados por los peatones. Pero en esta posición de “semidiós”, no era bien visto que los miembros de una tripulación “piropearan” a un peatón, era visto como de “nacos” y el de “reducir la ventaja” otorgada por el hecho de tener vehículo. Era un pedestal, una distinción, los terrestres debían buscar el modo de hacer llegar “el recadito” a los que flotaban en torno al parque: una nota, una mirada, o una sonrisa irrestricta y clara. Si bien los lugares de estacionamiento en torno al parque eran escasos, y que el parque era el centro neurálgico de la ceremonia, no era “bien visto” que la tripulación desembarcara en pleno jardín, sin bien se antojaba muy teatral (y básicamente mamón), se catalogaba como una acción de poca clase. El desembarque era aceptable si te bajabas a “Los Molcajetes” a cenar tacos de pastor (vianda que en aquel entonces tenía poco tiempo de haber sido importada del DF), o bien para entrar a una fiesta, o mejor, para ir a comer en un lugar de acceso complejo cuando ibas a pie, para dejar clara una “hegemonía” de tener transporte propio. Por cierto que había un lugar dónde hacían hamburguesas y hot dogs (lejanos a los “guajolotes” y “tlacoyos” propios del lugar), que estaba en el libramiento de la carretera Tuxpan – Tampico (suena distante e inaccesible ¿cierto?), donde los privilegiados poseedores de un medio de locomoción mecanizado, podían ir a disfrutar de estos manjares llegados de los US al DF y de allí a modernizar al “popolo de Tulanchismes”. No recuerdo el nombre del sitio, pero lo que sí recuerdo es que:

Ni Nabokov, ni los comics “manga” eran referencias a las que habríamos tenido acceso en esa época Supongo que sin saberlo, el ver a las chicas de las diversas escuelas, sobre todo a las “fresitas” del “Pedro de Gante” y del “Plancarte” en sus uniformes de falda corta y “tableada”, nos generaba una atracción no explicable o explícita por las niñas-mujer, que se veían muy llamativas, pero que no nos atrevíamos en principio a aceptarlo. Ni Nabokov, ni los comics “manga” eran referencias a las que habríamos tenido acceso en esa época, lo cual (tal vez) nos hubiera dejado claro el entendimiento de esas sensaciones que nos resultaban “anti naturales” (lo pongo entre comillas, porque las monjas igual decían que no era natural que cuando estábamos en sexto año de primaria, nos dieran ganas de besar a las niñas).

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a) La comida no era muy buena, lo principal era ir a ver quién iba b) Una vez olvidé la gorra de los Acereros de Pittsburgh de mi hermano Nacho, y aunque regresamos en menos de 10 minutos, “nadie

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la había visto” (ahora que Nacho lea esto, sabrá que podrá cobrar esa deuda conmigo) c) Que siempre había muchas moscas cerca del sitio donde estaban los condimentos, a tal grado que una de nuestras “diversiones” era colocar moscas en la enorme fuente de salsa cátsup (no kétchup, eso no existe aquí), como si fueran “pasitas” (nos perdonen los comensales desconocidos de un lugar cuyo nombre no recuerdo)

A) Estaba de moda y le gustaba a todas las muchachas B) Expresaba el su letra o título el mensaje que se deseaba enviar (“pero hazme una señal chiquita, ¡oh mi niña!”) C) Era novedosa y de oía “de pelos” D) Era estrambótica y rara (siempre podías acusar de nacos a los que no les gustaba) Una vez roto “el hielo” y acortada la distancia con esta maniobra, podría ser que se emparejaran los autos para dialogar. Ambas partes pretendían que no les generaba excitación alguna. Dependiendo el estilo, se hacía un último “gesto técnico” antes de entablar el diálogo: una sonrisa, una última mirada de “castigador”, o un guiño (aunque esto último se consideraba “muy padrotón”).

Tomando en cuenta que podríamos caracterizar la actividad principal del Rol era “echarle rostro” al asunto, y que por otro lado no era bien visto parlamentar con los peatones, entonces ¿Qué se debía hacer? Pues llamar la atención en forma indirecta lo cual se lograba, con:

1) Un buen automóvil (no una “tartana”, ni una “charchina”) 2) Unos buenos “headers” (extensiones del escape que magnificaban el ruido que produce el escape de los gases) 3) Un buen estéreo 4) O en defecto de alguno de los anteriores, un buen rostro (pero esto no estaba necesariamente a mi alcance, por ejemplo) También entre individuos de dos tripulaciones motorizadas podía haber cortejo. Para esto se “echaban las altas” (frase que mi hermano Nacho sigue utilizando cuando alguna chamaca se queda viendo con “ojos de me voy a dejar querer”), sonidos de claxon (pero discretos, dónde lo discreto lo juzgaba no-se-quién), un pequeño arrancón, pero más que las anteriores, ¡una buena “rola”! Por su puesto que la rola no es el femenino del Rol, o un Rol ejecutado por chavas, claramente es el apelativo de aquella época para una interpretación musical: piezas eran la que tocaban los conjuntos en los bailongos del pueblo, obras las de Beethoven, y melodías las de la Radio 6.20 (“la música que llegó para quedarse”), estas eran rolas. La rola seleccionada debía reunir una o varias de las siguientes características:

La “XNQ”, donde se daba vuelta al Garden

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Para que la música producida por el estéreo fuera audible en la calle, los cristales generalmente iban abajo, pero en aquellos casos en que no era así (porque no llevabas ruido o porque no se “le compartía” la buena música a la “mapachada”), al bajar los cristales, si los elevadores eran eléctricos, eran otorgados puntos extra, si eran manuales, debías hacer la maniobra con ritmo y sin mostrar ansiedad. En este momento era que

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se podía entablar un enriquecedor diálogo, integrado por frases llenas de significado, como “le gustas a mi amiga”, “dicen que eres bien mamila”, “me gusta mucho tu coche”, “tengo novio, deja de seguirme”, “las queremos invitar a una fiesta”, “¿que ustedes vivieron en México?”, “¿quieren una malteada?” (O bien, un pie de queso2), y tantas otras que resultaría complicado detallar y dar contexto. Luego de este acercamiento inicial, era dónde se podía invitar a la chica en cuestión a “descender a la tierra”, que en caso de no tratarse de los conductores, podría ser que se permitiera al miembro de la tripulación en cuestión, que desembarcase y que representara a su grupo “dignamente”, lo que en ocasiones no representaba “ni un besito”, pero lo que si era imperdonable es que mantuviese el estandarte y la dignidad del grupo en lo más alto (esto de acuerdo a las normas de dignidad del grupo en cuestión).

la forma en que “El Chuco”, personaje de la película “Noches de Boulevard” se referían a los chillones o cobardes.

…eran diversas tribus las que se daban cita en el jardín, cuyos apelativos provenían de sus costumbres Las que si eran chavas, eran las del “Club de Hígados Marchitos”, comandadas por “la Yogui”, cuya fama llegó a la cúspide cuando salió fotografiada en el “Sol de Tulancingo”, tirada en el suelo frente al café “Wendolyn”, en “ostensible estado de ebriedad” (de acuerdo a la rimbombante redacción del reportero a cargo de la nota). Ese era pues el caldo de cultivo donde ramoneaba una de las escuadras más famosas y legendarias de aquellos tiempos: “Los Tanques”. El relatar su sello característico, sus orígenes, su metamorfosis y su final, permitirá entender con la mayor profundidad porque fue una de las etapas más divertidas y felices de mi vida.

Caldo de Cultivo. Ya entendida en general la ceremonia del Rol, comenzaremos a describirlo de manera más específica, acudiendo a algunos recuerdos y notas históricas. Eran diversas tribus las que se daban cita en el jardín, cuyos apelativos provenían de sus costumbres, de sus gustos musicales o de su lugar de origen, así por ejemplo, se podían identificar a “el Jalisco” por ser su líder proveniente de este estado de la república mexicana, “Los Centinelas del jardín” por ser la vigilancia del parque una explicación alterna y divertida a la procrastinación constante que llevaban a cabo en el parque, ”Fosapo y su pandilla” en honor a “Don Gato y su pandilla” (el apodo del líder resultaba de una transformación de su apellido para recalcar su aspecto de batracio), o a “las Chavalas”, que contrario a lo que se podría uno imaginar, no eran chavas, sino un grupo de chavos fresas que (o mejor dicho más fresas que nosotros) que nos caían muy mal y cuyo apodo venía de

El entorno y la prehistoria. Siempre fue mi hermano Nacho el más social y el más famoso en la sociedad tulancinguense, no sólo por ser platicador y encantador, sino que además siempre ha sido un gran atleta y bastante más atrevido que yo. Practicó con destreza varios deportes, pero el fútbol fue en el que demostró un desempeño sobresaliente, sólo un poco arriba del béisbol, que tenía la desventaja de casi no ser practicado en el pueblo. Fue el “Club Deportivo Insurgentes” la escuadra futbolera en la que logró más prestigio, pues fueron campeones de la fuerza mayor, además de tener un par de subcampeonatos en su palmarés. Entre los miembros del equipo, estaban los hermanos del Ángel y otros que habían sido compañeros de Nacho en la secundaria. Pero entre los integrantes, destacaba por su fuerza física y entrega un elemento que “venía de fuera”: Ramiro Lugo Sánchez. Sinaloense de nacimiento, Ramiro

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En una cafetería recién inaugurada, el “Moco” y yo fuimos a tomar una mateada, y estábamos estupefactos con que chingaos sería eso del “pie” de queso, hasta que a los muy nacos, nos indicaron que se prenunciaba “pay” de queso, y que así se escribía en inglés; y eso que ya íbamos a la “universidá”

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llegó como estudiante de medicina a la Universidad Autónoma de Hidalgo (la UAH o la “uach”, como la pronunciábamos nosotros) y fue por él nos enteramos que la escuela de medicina de la UAH tenía reconocimiento a nivel nacional. No recuerdo con claridad, pero me parece que Ramiro vivía con la familia que formaban su hermano y su esposa, en un conjunto cerrado de “casitas” que era conocido como “La privada”, dónde también vivía mi hermana Lilia. Esta coincidencia permitía que Ramiro conviviera con Nacho más que el resto del equipo, y está fue la semilla de la que germinaron “Los Tanques”.

acera interna, y un perímetro de más casas en la acera externa, que integraban una pequeña urbanización aislada, con una entrada única, de esta forma era más que “una cerradita” y se constituía en “LA (urbanización) privada”. Esta característica de aislamiento, lograba que hubiese una convivencia más cercana entre sus habitantes, pues esto disminuía el tráfico y entre otras cosas, los jóvenes y niños que allí habitaban podían organizar “cascaritas” de futbol o “tochitos” de futbol americano, comer hot dogs y hamburguesas, e incluso algunas veces con la parrilla en el jardín. Esta no era una forma común de vivir y convivir entre los tulancinguences, de hecho yo sólo la había experimentado una ocasión que fui de visita con mis primos que vivían en México, con más precisión, en Ciudad Satélite, donde jugamos un “tochito” y pedimos de “Pizza Hut”. Otra característica de “La privada”, era que ofrecía uno de los pocos espacios en el pueblo para rentar casas en lugar cercano al centro, pues aunque se decía que originalmente el dueño había construido las casas para venderlas, terminó solo por rentarlas. Fue pues la oferta de casas en renta que permitió que, además de la familia de Ramiro, se instalaran otras que provenían de fuera del pueblo, convirtiéndose en un “reducto de inmigrantes”, que generaron un ambiente cosmopolita (cuando menos comparado con nuestras costumbres más rústicas y pueblerinas). Estaba la familia de la Tejera, que eran de Chihuahua, todos ellos muy altos y jugaban béisbol. Lo que más recuerdo de ellos es que a las manoplas de beis les llamaban “manillas” y en lugar de pronunciar “bat”, decían “el bate”; la verdad ellos debían estar más cerca de la razón, por provenir de una tierra beisbolera, pero en ese momento eran inmigrantes a “tierra de indios” y era nuestra prerrogativa joderlos por su forma de hablar. También estaba una familia de españoles, cuyo hijo Jonathan tocaba el órgano electrónico y por su puesto hablaba “seseando”; de hecho lo último que supe de él hace años, es que tocaba en un conjunto musical que amenizaba fiestas en el pueblo. También vivía un ingeniero que vino a trabajar a una de las platas textiles, que venía del Distrito Federal. También allí otras

El kiosco de “La Floresta”, que ya no era el centro de reunión desde que sustituyo a su predecesor

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Las características de “La privada” fueron claves en el caldo de cultivo en que se generó esta prestigiosa asociación, por lo cual voy a permitirme contarles porque era “La” y no solamente “una” privada (de hecho era única es su especie en aquel entonces). Aunque existían otros conjuntos cerrados de “casitas” (las comillas son porque muchos de nosotros vivíamos en grandes y antiguas casas heredas de generación en generación, en propiedad o en renta), estos conjuntos consistían de una serie de casas a ambos lados una única vía recta que terminaba en una “cerrada”, característica que les daba su denominación. “La privada” tenía notoriedad porque su estructura era más compleja, no se trataba de una sola calle recta, sino que formaba un circuito en torno a una “isla” de casas en la

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familias menos tradicionalistas, como por ejemplo los dueños de la joyería “La Princesita”, que eran de ascendencia francesa, cuyo primogénito René, era llamado por sus papás “Cibis” y su hermana Lea “Sisi”. Los apodos cariñosos tampoco eran marca del pueblo, o te decían el “Chivo” o el “Roñas”, o te llamaban por tu apellido, o en su defecto por el apodo de la familia, pero no como un mimo o un apapacho verbal como los motes que dan los papas a sus hijos, además de que te los decían y adjudicaban tus cuates; por eso es que René pasó de “Cibis” al “Gallo Claudio”, por la silbante voz propia de la pubertad y su atropellada forma de hablar, que dejaba incompletas y yuxtapuestas sus frases, resultando similar a la forma en que hablaba este personaje de las “Merry melodies” o “Looney Tunes” (¡Fantasías animadas de ayer y hoy, presentan!, decía la voz de Jorge Arvizu que se superponía al letrero de inicio). De hecho su abuelo migró de Francia a México con la tienda “París – Londres”, y de allí a Tulancingo a probar suerte por su propia cuenta; a él se debe la formación de la primera asociación de futbol amateur del pueblo. ¿Y en que iba?, ¡ah sí!, en la comunidad cosmopolita de “La privada”, pues este lugar fue entonces propicio para otra familia que llegó de México. Don Miguel el jefe de la familia, nació en Tulancingo y se había ido a vivir para allá, pero regresó a poner un negocio de forrajes y alimento de animales de granja. Parte de su familia eran cinco hijos, cuatro adolescentes y un niño. De los adolescentes, dos chicas Gloria y Marisol, dos chavos Miguel y Rubén. Su hermanito se llamaba “Toño”, pero ellos le apodaban “Tanquecito”, porque estaba gordito, pero fuerte (luego me enteré que este mote lo había logrado en la liga infantil de futbol americano en que jugaba, otra congregación social impensable en el pueblo). Miguel y Rubén habían sido extirpados de su vida citadina en ciudad Satélite a un pueblo que les debió parecer básico y aburrido, tal vez a excepción de algunos jóvenes habitantes de “La privada”.

deportes y las relaciones, comenzó a ser invitado a los “partiditos”, y al finalizar, en las pláticas al momento de tomar los “chescos”.

La camioneta Ford de “Los Tanques” era blanca y guinda En ese proceso, encontró afinidades con varios de ellos, con los de la Tejera el béisbol, con René la ciencia, con Ramiro el futbol y con los recién llegados “satelucos”, el Rock & Roll. El hecho que Nacho estudiara en el Distrito Federal, le daba más mundo, pues estando allá tenía contacto con películas, conciertos e individuos de muy variadas latitudes. Eso permitió que se relacionara más fácilmente con los “capitalinos”, además de la experiencia obtenida de tratar con los primos “satelitanos”, para recibir y hacer bromas entre “rurales” y “citadinos” (“¿ustedes bailan o hacen la danza de la lluvia?”, etcétera). La verdad es que, por experiencia propia, sabíamos que en el pueblo no había muchos individuos a los que les gustaba el Rock, el béisbol y mucho menos el futbol americano, por lo que de alguna forma, éramos parias por nuestros gustos, y nos sentimos a gusto los unos con otros. Ya para ese entonces, Miguel y Rubén habían heredado el apodo de su hermanito, y eran conocidos como “Los Tanques”, pues ambos eran altos y fornidos (más de 1.80), no con el cuerpo de Charles Atlas, pero no estaban panzones. Usaban mezclilla, camisas arremangadas y lentes Ray Ban. En muchos sentidos podría decirse que tenían un aspecto intimidante, como una especie de guardaespaldas o judiciales juveniles. Algunos los RLV 13

Otro motivo por el que Nacho se hizo buen amigo de Ramiro, era que tenían la misma edad y ambos eran universitarios. Comenzó a frecuentar “la privada” y a sus habitantes. Dada su mencionada facilidad para los

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acusaban de ser muy “farolones” (presuntuosos), pero lo cierto es que tenían costumbres citadinas que la verdad nos resultaban atractivas, interesantes, o por decirlo de otra manera “muy acá”. “Los Tanques” también tenían algo codiciado: acceso a la camioneta de su papá. Él les pedía hacer depósitos en el banco, repartir a los trabajadores de su negocio en sus casas y en ocasiones hasta repartir algunos pedidos de la forrajera. Estas ocasiones eran aprovechadas para dar paseos de reconocimiento en esta recóndita comunidad rural, al igual que muchos personajes cinematográficos como encarnados por James Dean en “Rebelde sin causa”, Kevin Bacon en “Footlose”, y tantas otras secuelas filmadas cada cierto número de años.

dichas en tono de madrastra). Esto no evitaba que tomara el riesgo de llevar el “Malibú” recién comprado a dar “la vueltecita” por el libramiento de la carretera a Tuxpan, para probar las capacidades del vehículo al ritmo del siguiente versito entonado al tiempo que se hacían los cambios de la palanca de cambios unida al volante: primera cuarenta, segunda noventa, ¡tercera ciento cuarenta! Alineación inicial. Las actividades en “La privada” comenzaron a diversificarse, integrando a varios de los individuos descritos, en planes para hacer algo adicional al finalizar algún “tochito”, lo cual los comenzó a llevarlos al cine, a cenar, a ver partidos de futbol americano, e irremediablemente, a consecuencia de “las grandes distancias” que se debían recorrer para estas actividades, a darse una vueltecita al Jardín. No podría afirmar cual fue la alineación original, o cuando fue la primera vez que se lanzaron a “La Floresta”, pero en esas ocasiones iniciales, las formación incluía sin duda a Miguel, que ya en aquel entonces era conocido en la prepa “Colón” como “El Tanque”, Ramiro y Nacho, como pilares de la agrupación. Seguramente “El Boris”, junto con sus primos, “Cibis”, el “Tanque Chico” (Rubén) y tal vez el mayor de los hermanos De la Tejera, conocido como “El Guli”, por el apocopé de “El Gulliver”, por su gran estatura. Estas primeras salidas fueron ejecutadas en el “Malibú” y en la camioneta de “Los Tanques”. Fue en una de esas excursiones cuando fueron a ver “Noches de Boulevard” al cine Del Villar, y fue al finalizar su exhibición que fueron a cenar y “El Boris” se auto-proclamó como “El Chuco”, antihéroe de la película (y por lo tanto, personaje atractivo para un adolecente). Las cuitas presenciadas en esta película dieron la pauta para que, sin ser violentos o una calamidad para la sociedad, el grupo comenzara a sentirse o a ensoñarse como una banda (ideario que después fue complementado por la película “Los Guerreros” (Warriors, c’mon to plaaayyyy!). Mantener unido a un grupo tan grande era complejo, por la diversidad de intereses, por la diversidad de gustos (musicales, deportivos y culturales) y también por la

…al igual que muchos personajes cinematográficos como encarnados por James Dean en “Rebelde sin causa”, Kevin Bacon en “Footlose”

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Ramiro era como un inmigrante, migrante, pues aunque su casa estaba en Tulancingo, la escuela de medicina de la UAH estaba en Pachuca, y viajar diario, aun teniendo auto, era muy cansado y riesgoso, por lo que compartía un departamento en la capital del estado con otros dos muchachos de Tulancingo que igualmente estudiaban medicina. Ellos eran Mario y Alfonso. No eran especialmente agradables, pero quién si era un tipo muy agradable era su primo, a quién apodaban el “Boris”, por el ralo bigotito que lucía como el de “Boris Malosnof” (de “Rocky y Bullwinkle”). Fue así el “Boris” quién por intermediación de sus primos, comenzó a frecuentar “La privada”. También él tenía a un auto, pero en condiciones más complicadas, pues su mamá sólo se lo prestaba para ir a los “mandados”, actividad en que era fuertemente monitoreado y si se tardaba más de la cuenta, o había consumido más gasolina de lo que ella estimaba era explicable, le tocaban regaños y castigos estilo “Cenicienta” (de hecho las bromas eran “Boris, limpia las alfombras”, “lava las cortinas”, todas

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variedad de credos económicos: unos eran más tacaños que otros. Los universitarios y “Los Tanques” tenían más dinero, ya sea por el dinero que recibían para vivir en la ciudad donde asistían a la escuela o porque trabajaban, pero esto les permitía lleva a cabo actividades que representaba un costo económico, como ir al cine o a cenar. En muchas ocasiones, algunos miembros del grupo eran subsidiados, o dicho sea de otra forma, se les permitía ser “gorrones”. La simpatía del acto de gorronear, no era la misma para todos los implicados en este acto auto preservación juvenil, por lo que algunos integrantes primigenios fueron decantados por este motivo. Algunos otros se auto-marginaron, por considerar este asunto de “la banda”, como algo pueril o juvenil. Curiosamente, como un caso de paralelismo geográfico, mi compadre Gonzalo me contó que en Bolivia, unos compañeros fresas, querían andar de chamarras negras y hacer “la banda”, como en Vaselina, y él y los miembros de la CODEDI los mandaron al carajo; bien hecho, en efecto, tampoco ese no era nuestro concepto de agrupación.

denominación al grupo “LA FLOTA”, que le daba una categoría diferente y “más acá”, que ser “la banda” o “la bolita” o algún otro nombre que pareciera muy “fresa” o de señoras. Ramiro, a pesar de ser el catalizador que unió a las facciones de donde salieron los miembros de “La Flota”, no duró mucho en el grupo, pero sus aportaciones fueron siempre muy celebradas en el desmadre. Luego de una de esas fiestas, que no necesariamente fue muy animada, fue donde Ramiro se consagró, con un tacto digno de artillero al despedirse de la anfitriona, diciéndole “¡a ver cuando nos invitas a otra fiestecita!”, acompañándolo con una risita casi macabra, la cual siempre coronaba sus frases incisivas, de las cuales la más genérica y famosa era “¡a mí me gusta hablar siempre con la verdá!”. Cuando alguno de los titulares fallaba, yo tuve oportunidad de ir como suplente, pero eran pocas las ocasiones, yo era el hermanito de Nacho, y no era yo cool en ningún aspecto, a excepción de ser el único que oía la cara B de los discos, se sabía todas las estadísticas e historias del futbol americano, y uno de los que mejor entendía las letras en inglés de las canciones. Esto no evitaba que Nacho fuera quién sufragaba mis gastos y por esto resultara una carga no siempre deseable. Yo era un suplente, igual que “Cibis” o algún otro amigo que se unía esporádicamente. Completando un estilo. A estas alturas, “La Flota de los Tanques” ya eran identificados en la vida social del pueblo, en las fiestas privadas en las casas, o en fiestas públicas en el Club de Leones y por su puesto al dar la vuelta al jardín. Ya casi todos (aún los suplentes) usábamos lentes Ray Ban, incluso los modelos más nice, como los que eran todos negros, sin partes cromadas y tenían cristales de “gota chica”. “La Flota” escuchaba música que no era común en el pueblo, que consistía mayormente en Rock, Boston con “More than a feeling” y “Don’t Look back”, “99” de Toto, “Black Dog”, “Stairway to Heaven” y “Whole lotta love” de Led Zeppelin, “Love is like oxigen” de Sweet y algunas más “fresonas” pero clásicos como “Show me the way” de Peter Frampton o “Last train to London” de Electric Ligth Orchestra. También teníamos

Malibú gris como el de “el Boris”

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Luego de estos filtros, la primera alineación que comenzó a ir al jardín estaba integrado por ambos “Tanques”, Ramiro, Nacho y el Boris. Todos ibas amontonados en la caseta de la camioneta, y comenzaron a asistir a fiestas y a ser conocidos ya en forma gregaria como “Los Tanques”. De hecho, cuando Miguel (Mike, como comenzamos a llamarle entre nosotros) se refería a alguno de los antiguos integrantes, decía “ya no es de La Flota”, lo que le dio la

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nuestros pecados, entre ellos recuero a “Disco Inferno” del disco de o “Saturday’s nigth fever”, o “Deputy of Love” con Don Armandos (que en el radio traducían como “Diputado del amor”, aunque lo más adecuado hubiese sido “Alguacil del amor”, aunque no sé qué tan comercial hubiese resultado), incluida una muy fresa y discotequera llamada “Ring my bell”, de Anita Ward, que en realidad escuchábamos como una broma local.

melcocha (tampoco queríamos a Christoper Cross), no en contra de la música en español, pues incluso llegamos a incluir en el repertorio Rock mexicano, en particular el del disco del proyecto “Comerock”, que incluía “Marielito” de Ritmo Peligroso, “Maquinas de Lujuria” de Chaac Mool, “I’m the Fox” con Mask y la ahora infalible, “El final” de Clip (aunque a mí, como el nerd oficial de la cara B, me gustaba más la de “Una buena lección”, donde se enamoraba uno de Gabriela, la maestra de historia). God save the Queen! Pero en cuanto al estilo musical de “La Flota”, no había quién mejor la definiera, que las rolas de Queen. Muchas de ellas tenían una ceremonia especial. En “Rapsodia Bohemia”, todos aullábamos: “Bismillah! No! We will not let you go! -- Let him go!”, o bien la parte de “mama mia, mama mia, let me go”. Cuando pasábamos del “At nigth at the Opera” al “A day at the races”, la favorita era “Don’t stop me now”, que el Boris coreaba “stop, stop me now”, cambiando diametralmente el sentido de la canción, claro, sin querer. Cada que comenzaba la parte coral de “Chicas pesadas” (Fat bottomed girls), “Oh won't you take me home tonight?”, siempre terminábamos hablando que en la versión importada del disco, venía una cubierta de papel donde se veía a unas chicas encueradas en bicicleta.

Portada de “Hydra” de Toto Entre nuestros amigos, estaba uno de los hijos del dueño de la arena de lucha libre, que nos dejaba en ocasiones entrar en forma furtiva a los diversos espectáculos que se presentaban en el recinto, que además de la lucha libre. Los espectáculos culturales de alto calado que allí tenían lugar, iban desde conciertos de nueva trova de Gabino Palomares y Oscar Chávez al show de “En Familia” con Chabelo. Pero ningún otro, más llamativo que el “Burlesque”, versión azteca (o tolteca debemos precisar) del “streep tease”. Fue en uno de estos eventos en asistimos a escondidas, donde aparecía una “encueratriz” de piel obscura, que se contoneaba muy sensualmente al ritmo de esta canción, al parecer sin pudor alguno, pero que, cuando por algún error del disk jockey se interrumpía la música, ¡se cubría con las manos como si se recién se diera cuenta que 300 morbosos la estábamos observando!, siendo más gracioso aún, que al reanudar la música, regresaba a su audaz inhibición, como si nada. Ni de chiripa escuchábamos a José José, o a Emanuel (por lo menos en forma pública), pero nuestra guerra era con la

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“A Night at the Opera”, Queen

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Pero ninguna otra rola permitía una entrada tan teatral al perímetro del jardín como los estampidos con que inicia “We will rock you”, seguida por su puesto de “We are the champions” y su poderosísimo coro homónimo; una discusión recurrente, era que la traducción del título que venía en el disco, seguramente estaba mal, pues decía “Te meceremos” (como Adolfo Fernández Cepeda, la “Voz Universal”) y nosotros elucubrábamos, que seguramente debían haber querido decir “Te merecemos”, pero en el diccionario, merecer se escribía “deserve”, pero nunca se nos ocurrió intentar traducir “rock”, pues ¡ese era un estilo musical, no una palabra! Pesábamos que el rock era rock, cuando más, pues significaba “roca”, pero en fin, éramos cándidos y pueblerinos. En mi papel de nerd, recuperé algunas de las rolas no escuchadas, como “I’m in love with my car”, o “Lazing in a Sunday afternoon”, que fueron aceptadas en el repertorio, pero otras como “39” que se refería a los voluntarios que cruzaron el canal al inicio de la Segunda Guerra Mundial, sólo me interesaba a mí, por mi afición a la historia de esa conflagración. Por cierto que el referirnos a las canciones como rolas fue también resultado del vocabulario traído por “Los Tanques”, y también que Mike fue quién bautizó el “Rol al Garden”. Como han podido ver las contribuciones de “La Flota” fueron capitales a esta ceremonia.

“papá”), por lo que parte de la complejidad gustosamente aceptada consistía en acomodar en la caseta, a un número de individuos abiertamente mayor al recomendado por el fabricante, o por la prudencia. Tenía “headers”, los cuales estaban cromados y producían un gran rugido, el cual era innecesariamente fuerte a decir de los adultos, o muy “mamila” a decir de otros “roleros”, pero que necesariamente llamaba la atención de todo mundo. Aunque en ocasiones llegamos a ir algunos en la caja, lo importante era ir en la caseta, y las posiciones clave eran las ventanas, para ir “echando rostro”, mientras te fumabas un Marlboro. En ocasiones la cabina sólo albergaba a dos, pero llegamos a ser hasta seis. El mundo se observaba diferente cuando no tenías que “gastar tu energía en la locomoción”. Nos acostumbramos a que los postes de la cabina y los grandes espejos cromados constituyeran los límites naturales de nuestro campo de observación. El largo y sinuoso camino a la aceptación final. Como he comentado hasta ahora, yo era de la alineación suplente. Aunque tenía oportunidad de alinearme en “La Flota” con cierta frecuencia, no era yo un titular. De hecho muchos de los casettes grabados que se escuchaban en el tocacintas, los grababa yo, con mis hallazgos cara B o de algún otro disco extraño que llegaba a mis manos o bien por alguna recomendación de algunos otros rockers que conocimos en el camino (para ese entonces, llamar a alguien “rockanrolero” lo colocaba casi al lado de Enrique Guzmán y Bill Halley). Mi primo Sergio que había vivido en México fue un gran contribuyente, recuerdo que el disco de “La canción es la misma” (The song remains the same) nos lo regaló él, así como una colección de lo mejor de Deep Purple (“Smoke on the water, and fire in the sky!”). Cuando el Boris dejó la casa de su mamá y se fue a vivir con su papá, comenzamos a juntarnos con su primo Luis Felipe “la Canica”, que además de tener un cuarto decorado a su gusto, tenía una gran colección de discos; allí tuvimos contacto con “The Dark Side of the Moon” y “Animals” de Pink Floyd, además de acercarnos a “Yes”, “Premiata Forniera Marconi” y “Emerson Lake and Palmer”. Confieso que fueron años de digestión los que me tomó

…ninguna otra rola permitía una entrada tan teatral al perímetro del jardín como los estampidos con que inicia “We will rock you”

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Otra de las contribuciones que realizó Mike (el “Tanque mayor”) al ideario del “Rol al Garden”, además de autonombrarnos como “La Flota”, fue nombrar a su camioneta como “la nave”, para dejar claro que era un vehículo que transportaba a un grupo de valientes a una misión, que en nuestra imaginación era heroica, compleja y que demandaba de valor más allá del deber. “La nave” era una Pick up color crema (o blanco mugroso), con una franja guinda en el costado. No tenía camper (eso la hubiese hecho verse cursi o como de

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agarrarle un gusto verdadero al rock progresivo. Fue en esta época de aprendizaje que por allí, aparecieron algunas escuadras que escuchaban algo que llamaban Techno-Rock. Nosotros considerábamos que era un género menor, y para burlarnos de ellos acuñamos la Techno-Cumbia. Para respaldar nuestro desprecio, grabamos varios cassettes, que consistían por ejemplo comenzar con “La Múcura” y con un corte abrupto poníamos “The Greek don’t want no freaks” de Eagles, y combinaciones como esa. De allí comenzaron a tomarnos por locos.

un charco, el agua entraba por la parte baja, pues los tapetes plásticos que tenía fungían más como una cubierta para las horadaciones existentes en la lámina, que para evitar que se ensuciara el coche. En segundo término (y para nosotros mucho más grave), que la música más “gruesa” en ese vehículo era ¡“Double Dutch Bus” y “Funky Town”! También lo intentamos con Claudio Austria, un compañero que tenía un Chevy 57 o 58. Todo se limitó a un par de roles matutinos, para ir a ver la salida de las chicas del “Pedro de Gante” y de la prepa “Colón”, pero todo terminó cuando, en una de esas, ¡que se queda parado el Chevy en pleno jardín! Que madriza, empujando a la vista de todas las chicas muertas de risa, y a la visa de otras agrupaciones que se regodeaban viéndonos sudar la gota gorda al “Moco” y a mí. No por nada en la defensa del Chevy lucía un letrero que decía “Más vergüenza andar a pie”, lema que en ese momento dejó de ser acertado. Por un tiempo, dimos el rol con Jimmy, un vecino de la cuadra que tenía un “Rambler”4 amarillo, buena máquina y bien cuidado. En su “nave” si se escuchaba buena música, pero de alguna forma, aunque a veces salíamos en formación con la “troca”, resultábamos ser una especie de “segunda brigada de Tanques”.

El Rambler de Jimmy era así, pero amarillo Mis contribuciones al repertorio hacían que me acercara a la titularidad, pero no lo suficiente. Yo salía mucho con mi cuate el “Moco”, pero nosotros andábamos a pie. Aunque vivía “hasta” la colonia Insurgentes, la distancia no era mucho mayor a un kilómetro, pero siempre era más agradable andar en una “nave”. Aunque no podíamos ir a lugares muy distantes o muy caros, no nos la pasábamos mal comiendo “Guajolotes” y “Molotes”3 (mejor dicho, mal nutriéndonos). Durante esta etapa, intentamos por varios medios de hacernos de una “nave”, o bien de algún amigo que tuviera una. Un par de ocasiones, el papá del “Moco” nos prestó el “toche”, alias el “Chapulín Colorado”, que era un Ford Falcon muy destartalado, pero luego de experimentar varias fallas mecánicas y dificultades en el arranque, abandonamos la idea. En varias ocasiones, al salir de clases en la prepa, nos subimos al Gordini de “Fosapo y su pandilla”, pero cuando menos había dos detalles que no nos gustaron. En primer lugar que cuando pasábamos por

…no por nada en la defensa del Chevy lucía un letrero que decía “Más vergüenza andar a pie” No estaba mal, pero con todo y que decíamos que no nos importaba, en realidad queríamos estar en la primer escuadra. De la época en el “Rambler”, recuerdo que Jimmy le ponía unas cubiertas de poliéster u alguna otra fibra sintética que imitaban la piel de leopardo, y nos lo cotorreábamos por eso, él nos decía “es para que no se cuartee el tablero”, pero no dejaban de verse medias cagadonas; dejamos de cotorrear con eso una vez que bajé del auto con una de las cubiertas puesta como si fuera una estola, y como a Jimmy no le hizo mucha gracia, nos olvidamos de joder por ese tema. 4

Buscar explicación detallada de estas viandas en “La extraña muerte del señor Pollito”

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También me acuerdo que un día 1 de Enero, salimos con Jimmy a dar el primer Rol del año, era aún muy temprano para un Rol convencional, cerca de las 4 de la tarde, pasamos frente al hotel Colonial, avanzando rumbo al “Pedro de niñas” (el ya mencionado plantel femenino del “Colegio Fray Pedro de Gante”), y en la calle de Zaragoza, ¡salió un pendejo que se proyectó directo contra el “Rambler”! Lo golpeó en un costado, del lado derecho pasada la puerta, que era prácticamente el punto donde yo iba sentado. Cuando lo vi salté instintivamente al otro costado y grité ¡cuidado!, pero fue demasiado tarde, nos embistió entre un fuerte ruido y una brusca sacudida. Jimmy estaba muy alterado, detuvimos el tráfico, no recuerdo cómo es que dieron aviso a Moy, el hermano de Jimmy, y fue él el que se arregló con el compa de la camionetita de “redilas” que nos había golpeado. De alguna manera recuerdo ese día como el último en la etapa del “Rambler”, aunque en realidad cabalgó de nuevo luego de reparado (también es cierto que Jimmy había entrado a la Universidad y ya no salía tan seguido con nosotros).

Molcajetes” (yo había comenzado a gastar mis ahorros y mi papá aumentó mi semana, por lo cual ya no era una carga) u a algún otro lugar para comer “Guajolotes”, como “La cámara de gases” (llamado así por no tener ventilación alguna y un anafre con carbón encendido en la entrada) o con “Doña Fecunda” (doña Facunda en realidad, pero el caso era joder). En una de esas ocasiones, que por cierto no estaba Nacho, que fuimos a comer enchiladas y “Guajolotes” a un local que no conocíamos muy bien. Nos sentamos e hicimos nuestro pedido. No era un sitio muy grande, pero había solamente otra mesa ocupada, de las cuatro dispuesta en el changarro. En ella estaban dos adultos platicando, uno de ellos visiblemente tomado y diciendo muchas pendejadas en voz alta. La verdad es que nos estábamos cagando de la risa de él, y no pensamos que se daría cuenta. De repente se levantó y comenzó a gritar “¡de que se ríen pinches escuincles!”. El grito nos sobresaltó, pero lo que hizo que “sudáramos frío”, fue que sacó un revólver que traía oculto en el refajo en la espalda, se lo acomodó nuevamente en el refajo, pero a la altura de la bolsa derecha, para que fuera ostensiblemente visible.

No recuerdo con precisión las caras, más allá de los ojos, y más que distinguir otros rasgos, escuchaba el tragar de saliva de las gargantas y algunos gemidos amortiguados. “¡A ver pinches escuincles, no que muy machitos!”. No sé qué “me dio valor”, pero sin pensarlo, me puse de pie, no diría que como de rayo, pero si en un ademán decido, sin encararlo, pero viéndolo de frente le dije: “No nos estamos burlando de usted, y tampoco nos ofenda, y menos nos amenace con una pistola, porque no es de muy hombres amenazar a gente desarmada”. En ese instante me di cuenta que había sido una acción muy estúpida, pero ya no había vuelta atrás. Le costaba trabajo enfocar la mirada, tragó saliva, en principio bajó la mano derecha (¡ya valió

El circuito “básico” del Garden Fuimos a muchas fiestas en una verdadera flota de dos naves (el Malibú se había quedado en casa de “El Boris” y sus primos), y de allí hacíamos la peregrinación a “Los

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...¡pero lo que hizo que “sudáramos frío”, fue que sacó un revólver que traía oculto en el refajo en la espalda!


madres!), pero no la acercó a la pistola “pensé que se estaban burlando de mí”, “no, nosotros no señor”, “bueno está bien, una disculpa, una disculpa”. Increíble. Cada quién a su mesa. Ya ni terminamos de comer, entre risas y aliento contenido, pagamos y salimos hechos la chingada del lugar. Sin meditarlo Mike, me abrió la puerta de la camioneta. Nos comenzamos a carcajear, por su puesto más de miedo que de otra cosa, pero íbamos “festejando” la hazaña. Sin quererlo o sin darme cuenta, había ganado un lugar en la alineación inicial, lo cual fue confirmado cuando el sábado llamó Mike a la casa, pero en lugar de preguntar por Nacho, preguntó por mí: “oye, ¿a qué hora llega tu carnal?, ¿nos vemos en el “Garden” o vienen a “La privada”?”. Lo había logrado.

ventana. El “Boris” se la pasaba muy bien con su primo la “Canica”, pero también se reintegraba a “La Flota” durante el fin de semana (desde el viernes en la tarde hasta el domingo por la tarde), que como ya he explicado, era el pico estacional de esta actividad.

Actividades recreativas. Ya integrado en “La Flota”, debo aceptar que ejercí la ingratitud en buena medida para Jimmy y el “Moco”, aunque nunca llegó a niveles depravados (cuando menos es de lo que me trato de convencer). En aquel periodo, se dio también la casualidad que Mike se cambió de la prepa “Colón” a la prepa “Dos”, que era donde yo asistía. Esta coincidencia contribuyó a que tuviéramos más cosas en común, aunque si bien él había “quedado en la tarde”, nos daba más oportunidad para compartir chismes y opiniones. En aquel tiempo, cuando yo salía de la prepa, me iba directo a la Forrajera del papá del “Tanque”. Allí oíamos música, despachábamos el alimento y lo acompañaba al banco, por su puesto ¡con el correspondiente “Rol al Garden”! A esas horas salían las “del Pedro” y las “del Plancarte” (los dos colegios de religiosas cuyos planteles de educación secundaria estaban muy cerca de “La Floresta”), además de las chavas de la prepa “Colón”. El que Mike se hubiese movido a la “Dos”, incrementaba su estatus de “Rebelde sin Causa”, y yo pasaba de un nerd de la “Dos” a un estatus de ser más “acá”. Con Nacho en la Universidad y Rubén con otros amigos, yo disfrutaba de la posición de privilegio entre semana. El fin de semana, las cosas tomaban una configuración más “natural”, Rubén se re-integraba a “La Flota” y Nacho regresaba a la posición de privilegio al lado de la

La continuación de Manuel F. Soto, pasando Catedral

Una de las labores que les eran encomendadas a “Los Tanques” por el papá de Mike, era deshacerse “apropiadamente” de algunas bolsas de alimento , que eran de papel muy grueso color caqui (papel de estraza

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En esta época podíamos decir que estábamos en la cúspide de los practicantes del Rol. Éramos invitados a todas las “fiestas famosas”, “todo mundo” sabía quién eran “Los Tanques”. Jimmy y el “Moco” se integraban de vez en cuando, pues yo seguía conviviendo con ellos en el turno matutino de la prepa, pero yo prefería ir en la “Troca” cada que se podía, por ser la “nave nodriza”. Conforme íbamos haciendo algunas hazañas, íbamos ganando confianza para hacer cosas que considerábamos cada vez más atrevidas, lo cual incrementaba nuestra fama; por su puesto nosotros mismos encontrábamos mecanismos para “dejar saber” indirectamente la autoría de tales “logros”. Sin un orden específico, ni por importancia, cronología o atrevimiento, serán mencionadas dichas hazañas, acompañadas de algunas anécdotas.


pero “gruesote”). Una ocasión, en que traíamos la caja de la “nave” llena de ellas, y camino a uno de los depósitos municipales ubicados fuera de la ciudad, vimos un letrero que indicaba “Prohibido tirar basura aquí”. Una invitación explícita no habría logrado una convocatoria más contundente. Nos bajamos de la camioneta, y entre carcajadas apilamos las bolsas en torno al letrero, de tal suerte que aún se pudiera leer con claridad el llamado al civismo que hacía desesperadamente, a punto de ser “ahogado” en un mar de bolsas de papel.

nadie emprendió una persecución, al parecer nuestros cálculos eran correctos, entre el susto y la sorpresa, debían tardar varios minutos en imaginarse que había pasado y luego de ello, la vergüenza debía aconsejarles no emprender una persecución. Cuando la pareja en cuestión no estaba en un automóvil, lanzábamos un huevo que se impactaba cerca de ellos, que en ocasiones debió salpicarlos, pero nunca fueron impactos directos. La única excepción que recuerdo en eso de un tiro directo, fue durante una cacería de parejitas. Íbamos avanzando con cierta lentitud en la “Calzada 5 de Mayo” (que hasta los años 70 era prácticamente el lindero de la ciudad).

En otra ocasión, estábamos en una “kermesse” en el “Garden”. Caminábamos “echándole estilo”, sin participar en las “rústicas” actividades propias de esas congregaciones públicas: el registro civil, la cárcel o consumir los antojitos ofrecidos en los puestos. Pero algo que no pudimos evitar fue un ataque de huevos rellenos de harina, el cual fue perpetrado sobre Nacho y Mike por unas chavas, llevando a cabo una de las formas más pueblerinas de cortejo. Si bien nos hicimos de parque y “vengamos” a los agraviados, luego que las féminas involucradas entregaran sus números telefónicos (los cuales nunca fueron marcados), no puedo recordar con claridad a quién se le ocurrió que porque no utilizábamos “munición” de mayor impacto. Fuimos a “La Privada” y obtuvimos huevos crudos de la casa de “Los Tanques” y de la casa de Ramiro (que como ya contamos, esporádicamente se unía nuevamente a “La Flota”). Y de allí nos dedicamos a “aterrorizar” por varias semanas a las parejitas que estaban en el trámite del “fajecín” en puntos apartados de la ciudad. Esta actividad además la llevamos en forma artera y malévola. Primero localizábamos a un auto en una posición alejada. Luego de observar unos minutos, resultaba fácil determinar si se trataba de una pareja entregada a los dictados de Eros. Nos acercábamos sigilosamente, y ya al lado del auto, iluminábamos su interior con una linterna, con la intención clara de ser tomados por policías que se encargaban de evitar que se llevaran a cabo faltas a la moral en la vía pública (tal y como cantaba en aquel entonces Ricky Luis). Luego de ver las caras de espanto, estrellábamos un huevo contra el vidrio y salíamos corriendo rumbo a “La nave”. Nunca

El “mundo” del Garden

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Allí atestiguamos una escena curiosa: un hombre estaba de pie frente al cofre de una pick up, pero su torso estaba tendido sobre el cofre, y parecía estar dormido. Pasamos dos o tres veces más y no parecía moverse de su extraña posición. Alguien dijo “a ver quién le atina”. Salieron 2 o 3 lanzamientos, que dieron en el piso o en la camioneta. Pero hubo un tiro certero, me parece que de Ramiro, que le dio en la frente a este infortunado, pero para nuestra sorpresa, ¡no se rompió!, sino que rebotó en la frene del infortunado individuo, y fue sólo hasta caer al suelo que el proyectil se estrelló en el suelo. Salimos a todo vapor. Luego, como todo pillo que regresa a la escena del crimen, pasamos otro par de

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ocasiones, lo que nos permitió atestiguar que el curioso personaje, seguía de pie en su improbable posición, guardando el equilibrio. Nos retiramos respetando este misterio de la naturaleza, aunque algo que logramos comprobar fue lo que había yo leído en un libro de curiosidades científicas: era muy difícil romper un huevo golpeándolo en la punta.

Carcajadas, caras sonrojadas, risitas contenidas y Don Miguel disculpándose con su esposa, “¡perdón mi amor, no te había visto!”, lo cual fue correspondido tan sólo por una frase de despedida, dicha con un tono de complicidad y picardía “¡buenas noches romanos!”.

Mercadotecnia para “La Flota”. En muchas actividades, “La Flota” era pionera, si no de todos los tiempos, si en la época en que dábamos el Rol. Una que nos dio mucha fama, comenzó a gestarse a partir de una situación de aspecto muy inocente. Cuando el “Moco” se integró con más frecuencia a la alineación, junto con Jimmy y yo, también comenzó compartir con el resto de “La Flota” la magnífica hospitalidad de su casa, lo cual nos llevó a unas magníficas veladas comiendo “Guajolotes” y contando chistes. Como protagonista de lujo en algunas de estas reuniones, estaba Don Miguel, el papá del “Moco”, que cumplía espléndidamente la labor de preservar por transmisión oral muchos y muy buenos chistes a las nuevas generaciones. Una ocasión, seguros que estábamos sólo puros hombres, varios participantes estábamos contando chistes en forma alternativa, muchos de doble sentido y todos ellos salpicados de groserías, albures y maldiciones. Resulta que era precisamente Don Miguel quién estaba en el escenario, contando un chiste (que luego se convirtió en “clásico” para nosotros), en el cual Jesucristo crucificado suplica a sus captores “romanos, ¡desclávenme una mano”!Sólo por si no se saben el chiste, les cuento que este llegaba a su parte culminante cuando, uno de los soldados en efecto concedía la petición al Mesías crucificado, dejando que el brazo inerme se balanceara desde el cuerpo del Nazareno, quién llamando de nuevo a sus verdugos exclamando ¡romanos . . . tomen!”. Toda esta escena había sido plastificado por Don Miguel en el papel del mártir del Gólgota, y en la frase final, el chiste exigía que como venganza, “pintara cremas” a todos los miembros de la audiencia con la mano que le habían desclavado. Pero el movimiento del orador fue interrumpido por la presencia de su esposa. ¡Upssss!

En ese momento, habíamos obtenido una nueva denominación, los romanos, o mejor aún, con nuestra recientemente adquirida costumbre de usar palabras en inglés: “The Romans”. Nos venía muy bien, pues aprovechando la llegada de la “nueva visión” hollywoodense de las pandillas traída por “Los Guerreros”, es decir “The Warriors”, ahora éramos “The Romans”. Eso nos daba la oportunidad de ser seguidores, y no sólo una copia. En Tulancingo no había subterráneo, y en realidad no había peleas de pandillas, pero algo que vino como de rayo, que si podríamos hacer fue la mercadotecnia de “La Flota”: el grafiti. Las latas de pintura en aerosol habían llegado a nuestra vida a través de la manufactura de maquetas, en particular, los modelos atómicos de Bohr, Dirac & Jordan o moleculares famosas como el DNA o el RNA, que consistían de esferitas de unicel pintadas. Nuestro primer dispositivo de pintura, había sido creado por Nacho, que consistía en rellenar una bomba de “Flit” (insecticida o DDT), con pintura muy rebajada con disolvente (thiner) en su tanque de almacenamiento. Pero la tecnología nos alcanzó, y aunque caras, se comenzaron a vender latas de pintura Comex en

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Los Guajolotes son “endémicos” de Tulancingo


aerosol. La idea era clara, para ser una “pandilla ruda”, debíamos grafitear, cosa que no había sido vista en el pueblo. La verdad teníamos temor de hacerlo, pero esto no podía esperar mucho más, además que caímos en cuenta de las bendiciones del anonimato: ¿Cuántos sabían que “Los Tanques” y “The Romans” eran la misma cosa?

hacía los mejores, pero “El Tanque” y yo nos sumamos a la lista. Durante las semanas siguientes, repetimos la actividad, uno de ellos quedó en la barda del “Instituto Plancarte”, muy cerca de “Los Molcajetes”, una calle más iluminada y céntrica, nos estábamos atreviendo más de la cuenta. Esta vez sí hubo reacción. La barda fue pintada de inmediato, y colocaron un cartel, “A quien se sorprenda causando daño a propiedad privada, será consignado a las autoridades”. Varios en el pueblo ya nos habían señalado como causantes probables, pero nadie tenía pruebas de la identidad de los misteriosos romanos. Nos abstuvimos de hacer nuevos intentos, pues no puedo afirmar que hubiese más vigilancia, pero otras escuadras que daban el Rol patrullaban con más ahínco que los policías, tratando de descubrir a los causantes. Hicimos unos cuantos más, pero en lugares distantes, el impacto no fue el mismo y comenzó a dejar de ser “novedad”, como las misiones a la luna. Salió una pequeña nota en el “Sol de Tulancingo”: habían sorprendido a unos “vándalo” pintando las paredes. No éramos nosotros. La actividad quedó suspendida. No estuvimos conscientes de la actividad grafitera, hasta que la noche del 7 de diciembre, un día antes y a un año de la muerte de John Lennon, aparecieron unos grafitis en pintura de spray azul “Lennon is Peace”, con el símbolo circular de “Peace & Love” o con una paloma estilizada. Varios cuates en la prepa se me acercaron, “¿fueron ustedes?, ¿ustedes son The Romans?”. Ambas respondidas en forma negativa, una con sorpresa pues alguien nos había ganado una gran idea, la otra con cinismo para evitar represalias. Ni hablar, no nos habían ganado una, pero salimos indemnes de esta aventura.

…para ser una “pandilla ruda”, debíamos grafitear, cosa que no había sido vista en el pueblo Salimos a dar el Rol, esta vez en domingo. Llevábamos 2 latas de pintura en aerosol, una roja y una azul, en realidad restos del material utilizado para hacer tareas. Fuimos a cenar a “Los Molcajetes”, comiendo todos lo mismo de siempre: tacos al pastor, de bistec y par de quesos fundidos. Seguimos dando vuelta, hasta más tarde de lo normal. Nos detuvimos frente a una barda descascarada y grande, en una calle poco iluminada. Iban las dos naves de “La Flota”, las cuales se detuvieron una detrás de la otra. Sin mediar ningún comentario adicional, Nacho se bajó de la “troca”, con la lata de pintura roja en la mano. Con movimientos ágiles, trazó letras que se leían “The Romans”. La “R” fue escrita de tal forma que semejaba estar en relieve, además de un diseño distintivo que se le ocurrió al calor del momento: rodeó la R con varios trazos que simulaban un casco con una cimera de plumas, como las que podían verse en las ilustraciones bíblicas de los centuriones, era perfecto. Subió a la “troca” y salimos a todo gas. Nos fuimos a estacionar, todo eran risitas ahogadas. Nos bajamos e hicimos conclave, regresaríamos a ver como lucía el letrero. Se veía espectacular, único, digno rival de los grafitis Neoyorquinos o de otras grandes ciudades. Esa noche, Nacho hizo dos más, el “Boris” hizo otro, aunque no quedó tan bien como los primeros. El lunes, no fue una noticia que saliera en el periódico, pero con satisfacción pudimos escuchar comentarios entre la gente en la prepa, ¿Quiénes eran “The Romans”? El viernes siguiente por la noche, hicimos más grafitis. Nacho

En los “grandes eventos”.

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Las actividades de “La Flota” también incluyeron ir al boliche, que siendo novedad en Tulancingo, pocos jugaban bien. “Los Tanques” habían jugado en México. Los demás sólo en alguna visita a la capirucha. También esto nos comenzó a distinguir. Yo comencé a tomar muy en serio la cosa, tanto que incluso me compré una bola de boliche (que aún conservo, antigua y todo). Aprendí a tirar bien, e incluso hice el tiro mayor en uno de los primeros torneos que hubo en el pueblo. Luego fui

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superado con amplitud por mi hermano Víctor, y para el resto de “La Flota”, tomar algo tan “en serio”, no era bien visto. En las fiestas teníamos nuestro lugar asegurado, y no siempre porque les cayéramos bien a todos, pero si éramos parte del “jet set” ranchero del momento. No éramos los que más tomábamos, pero a veces contribuíamos con discos a las fiestas, colección itinerante a la que el “Moco” contribuyó con una buena cantidad de ejemplares. Siempre resultábamos snob, por alguna cosa o por otra, incluidas las ocasiones en las que “Cibis” quería hablar de matemáticas en las fiestas y de chavas en las sesiones de estudio.

ventana interna que daba a la sala y el comedor, que constituían la pista de baile, lugar que habilitamos como nuestra cabina para mezclar, y obscurecimos la ventana de observación con un método muy ingenioso que Nacho descubrió: colocar pliegos de papel celofán azules y verdes pegados en la parte interna del cristal, de esta forma, nosotros podíamos ver a la audiencia, pero los que bailaban sólo veían su propio reflejo. Tuvimos éxito en unas 3 o 4 fiestas, pero pronto fuimos opacados por algunos que ya tenían una mezcladora y tornamesas propios para la actividad. Fue en esas fiestas que se apuntaló nuestra fama de escuchar música “bien rara”, pues siempre metíamos canciones que no se podían bailar más que como un antecedente del “slaming”, y al igual que le pasa a Marty McFly en “Volver al Futuro”, en las fiestas se nos quedaban viendo con mucha sorpresa cuando poníamos rolas como “Rock & Roll” de Led Zeppelin, o “Better of Dead” y “She won’t dance with me” del disco más reciente (de esa época) de Rod Stewart; huelga decir que no eran ni “Passion” ni la canción que daba nombre al álbum, para mantener nuestra fama de “vanguardistas”. Por su puesto, “We will rock you”, “Save me” y “We are the Champions”, eran parte del repertorio. De hecho en una de las fiestas, uno de los colados indeseables, que nos competían en el “business” de poner música en las fiestas, robó mis primeros audífonos comprados en Tepito. Yo no lo vi, pero alguien me dijo haberlo visto salir con ellos puestos. Luego de pensarlo mucho, decidí encararlo en el jardín, pensaba que él se iba a poner más “flamenco”, pero le sorprendió mucho que pese a mi fama de nerd, sacara adelante mi membrecía de “La Flota”, pues le reclamé airadamente mientras mi nariz estaba a dos centímetros de la suya. No recuperé mis audífonos, pero si mi dignidad, pues cuando iba a comenzar a reírse de mí, le di un empellón, cuyo impulso hizo que la parte trasera de sus rodillas se encontraran con una de las pequeñas cercas que rodeaban a la sucursal de Bancomer, haciendo que diera una llamativa vuelta de campana antes de caer en el suelo. Me di la media vuelta, y si no me siguieron, fue porque el “Moco” me acompañó y

Circuito secundario al Garden

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De allí brincamos a convertirnos en unos Disc Jockeys improvisados, que llevamos a nuestro máximo nivel en las fiestas de cumpleaños de mi prima Juanita. No teníamos grandes recursos, pero no nos dejábamos vencer fácilmente. Nuestro equipo de audio se trataba de dos estéreos separados, controlando la mezcla bajando el volumen de un estéreo y subiendo el del otro. Era claro que no sonaban todas las bocinas al mismo tiempo, pero colocando las 4 salidas de cada estéreo con bocinas prestadas de la casa de toda “La Flota”, creamos un buen ruido. Además de que, en la casa de mi prima, la recamara de mis tíos, tenía una

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cuidaba mis espaldas; él sí que tenía una fama bien ganada de ser bueno para los puños.

de “La Flota”, no siempre era bien recibida, por lo que llegaron con ganas de rompernos “el hocico”. La fortuna hizo que uno de ellos resultara ser el compañero de Nacho en sus tiempos de la Prepa. No tuvimos que hacer la carrera del Hot Rod amarillo contra el Chevy de Falfa, pero nos sentíamos igual de emocionados y triunfantes.

El precio de la fama. No todos los efectos de la fama resultaron positivos. Una ocasión que íbamos en un “vochito” blanco que el “Tanque” había recibido de su papá (por su puesto Mike fue el que nos enseñó a decir “vocho” en lugar de “pulguita” o Volkswagen) nos dieron un susto inesperado. Él iba al volante, Nacho como copiloto y atrás íbamos el “Tanque chico” y yo. Íbamos oyendo selecciones de nuestro repertorio musical y estrenando el nuevo circuito del Rol, que pasaba frente al “Jardín del Arte”, un nuevo parque que se había construido donde antes era la presidencia municipal, cuya nueva sede quedaba ahora a las afueras del pueblo, cerca de la nueva central camionera, y cuya construcción, a decir de muchos, sólo había sido para “gastarse la lana”. Sin darnos cuenta, un auto se emparejó del lado de la ventana del conductor. El copiloto del otro vehículo, que era acompañado de otros cinco o seis pasajeros, según pudimos ver, dijo en tono amenazante “¡que mucha madre wey!”. El tipo tenía cara de pocos amigos, al igual que el resto de sus acompañantes. Se lanzó igualito que Bob Falfa se le deja ir a Johny Minler en "American Graffiti”. El “Tanque” saliva, y le respondió “¿por qué wey o qué?”, pero se veía muy nervioso, al igual que yo y Rubén. En ese momento, Nacho adelantó la cara, que hasta ese momento había estado cubierta por la corpulencia del “Tanque” y dijo, “¿Qué onda Carlos, que pedo?”. Al conductor del otro lado le cambió la expresión, no digamos que se dulcificó pero dejó de ser hostil.

Otro de los momentos que fue, más incómodo que peligroso, fue cuando nos acusaron de fumar mariguana en las fiestas. Procedo a explicar. Escuchábamos música “rara”, usábamos muchas palabras en inglés, adoptábamos costumbres que no se sabía si venían del DF o de Nueva York, o copiadas de alguna película, éramos los compas que habían grafiteado las paredes (y a quienes nos habían achacado también los letreros de Lennon, que no pusimos, aunque era chingón que así lo pensaran), cumplíamos pues, con el perfil para andar en vicios extremos, ¿cierto?

Un “vocho” parecido al del “Tanque” La verdad es que no éramos tan extremos, eran más las veces que andábamos “echando le estilo” que aquella en que nos metíamos en cosas realmente “gruesas”, pero admito que la fama es un elixir adictivo, entonces había cosas que, aunque sabíamos que no eran ciertas, no las negábamos, simplemente dejábamos que nuestra fama se acrecentara. Eso nos pasó con la “tía Mari”. La cosa tuvo un inicio más que inocente, que se remonta a los tiempos en que el negocio de mi abuelo, “Las Bodegas Nacionales”, que era una tienda general, antes de convertirla en una zapatería, luego de la epifanía que tuvo al venir a la capital y enterarse que había tiendas de una sola cosa. De aquella época, quedaron

…se lanzó igualito que Bob Falfa se le deja ir a Johny Minler en "American Graffiti”

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Conversaron de ventana a ventana un par de minutos más, se adelantaron no sin lanzar miradas retadoras para el resto de los pasajeros. Resulta que eran de Santiago, no de Tulancingo, con fama de rudos y la fama

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almacenadas muchas cosas: gamuza, telas, libretas, cigarrillos y hasta ropa. Una ocasión que Nacho y yo estábamos de ociosos, encontramos un bote “de manteca” (bautizados así por ser muy comúnmente usados para este propósito), un paralelepípedo rectangular de lámina, sellado por un lado y por el otro con una tapa circular que entraba a presión y se podía quitar con una moneda o un desarmador. También eran usados como botes para hacer tamales. Cuando lo destapamos, encontramos un contenido poco usual, cajetillas de cigarrillos, pero de marcas que ya no existían: “El Buen Tono”, “Machaquitos”, “Cabañas”, “El número 13”, Elegantes”. Eran más remotos incluso de las marcas “antiguas” conocidas en los 80’s, que incluían los “Alas” (“a las“, costillas de tus cuates), “Baronet”, “Faros” o de “La Fama del Tigre”. Eran anteriores, tanto, que pocos los recordaban. Mi tío Luis nos dio una pista, “El Buen Tono” era una cigarrera tan prestigiosa y exitosa, que puso la primera difuso en el país, “XEB- El Buen Tono de la radio”, que ahora es parte del IMER. Pero de las otras marcas, ni mención. Los “Elegantes” eran de papel negro, con una banda roja que se distinguía de un área café, que simulaba un filtro que era inexistente, pero que hacía que lucieran diferentes. “El Buen Tono”, que señalaba que eran de “papel arroz y tabacos “, de primera categoría. “Los Machaquitos”, que tenían dibujado al frente un torero, y contenía pequeños libritos que mostraban suertes de la tauromaquia y estaban “empastados” con grapas en el centro.

Unas joyas. Pero nosotros éramos unos adolescentes atrabancados buscando la gloria y la trascendencia en los acontecimientos más intrascendentes (creo que con esta frase voy a transcender como un estudioso del comportamiento adolecente). Por lo tanto, hicimos lo que cualquier otro adolecente ignorante del tesoro frente al que está parado le resultaba “lógico” hacer: nos los comenzamos a fumar. Nos sabían a muerte, y considerando que yo no fumaba ni Marlboro, sentía morir, pero el caso era “no rajarse”. Por su puesto, la parte interesante del asunto, consistió en comenzar a fumar algo a lo que nadie más tenía acceso (hay que admitir que en este aspecto, esto casi era como mariguana), y por el hedor tan severo que producía el tabaco obscuro con 60 años de estar almacenado, la fama comenzó a correr de forma más penetrante que el olor de los dichosos cigarros. Eso nos colocó en la palestra del pueblo como unos “gruesos, gruesos”.

Desde los tiempos de mi hermana Lilia, en que un compa de los ricos de origen oriental se había hecho fama por darle a fumar la “yerba maldita” a unas inocentes colegialas del “Pedro de Gante”, y que al revelarse la noticia, había provocado que las mandaran a México y al impío corruptor a la chingada (no me acuerdo a donde, pero era lejos), ningún otro episodio de este tipo había trascendido en la sociedad del pueblo (supongo que muchos verdaderos consumidores de la cannabis quemada, morían de la risa por no ser ellos a quienes habían descubierto). Al principio, nosotros nos sentíamos soñados, hasta que el rumor llego a mi papá. Como siempre nos llamó al despacho (¡oh, oh!), y no nos regañó. Sin elevar la voz nos preguntó “oigan muchachos, me vinieron a contar que los vieron fumando mariguana, ¿es cierto?”. “No papá, no es cierto, lo que nos fumamos, fueron unos cigarros antiguos que encontramos en una lata”. Cantamos

Inicio del Rol, al frente “la cueva” del Club de Leones

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…y por el hedor tan severo que producía el tabaco obscuro con 60 años de estar almacenado, la fama comenzó a correr


como un os canarios y le enseñamos la lata. Pensábamos que nos iba a matar. Se rio y dijo con alivio, “a como son sonsos, póngalos a humedecerse en el refrigerador y luego se los fuman, ¡pero no se los acaben tan rápido!”. No le molestaba que fumáramos, además era tabaco. Nos explicó que luego de fumar durante 40 años, no tenía autoridad para prohibírnoslo, pero que supiéramos que era malo para la salud (él murió de tabaquismo unos 15 años después). Mi papá se sintió tranquilo, el honor de la familia estaba a salvo, eso de evitarnos una muerte temprana por el tabaco, pues lo resolvería después. Hasta nos contó la anécdota, de que cuando él y mi tío eran niños. Quién comenzó a fumar primero de los dos, fue mi tío Cristóbal y no mi papá (que era sorprendente considerando que mi tío abandonó el vicio y mi papá se lo quedó hasta 24 horas antes de morir por causa de dicho flagelo). La parte medular del cuento, era cuando mi tío Cristóbal estaba enseñando a fumar a “Wicho” Ganem, y le explicaba “y el golpe se da así”, sin advertir que tras de él estaba mi abuelo Elpidio, quien al tiempo que él ejecutaba la maniobra de retener el humo en sus pulmones, ¡le propinaba tremendo madrazo en la cabeza!, ejemplificando cuando menos en dos significados, la maniobre “del golpe”. Se nos pasó la fiebre, pero por un tiempo nuestra fama acrecentó bastante.

Una última historia que nos dio fama, fue la de la “moto miada” (el corrector de ortografía marca error, pero no sé cómo se conjugue la resultante del acto de micción sobre un objeto tercero, en este caso, una motocicleta). En el proceso de diversificación del Rol, comenzaron a aparecer variables que no controlábamos, nueva música (que nos bastaba con despreciar como las Tecnocumbias), naves con chavas (que nos bastaba con “castigar”5) y nuevos vehículos (que pensábamos que nos bastaba con ignorar). Pero entre estos vehículos comenzaron a destacar especialmente las motos, que no estaban a nuestro alcance, y pese a nuestros esfuerzos, comenzaba a destacar. Eran más ruidosas, más llamativas y más novedosas que lo que queríamos admitir. Comenzamos a convivir con ellas, pero no nos gustaban. Una ocasión, que salíamos de una fiesta, estaba estacionada la motocicleta de uno de los cuates con más lana del pueblo. Su papá era el dueño de una importante fábrica de hilados y tejidos, con mucha fama (y dinero) de la comunidad. No sé quién dijo, “deberíamos echarle una miada”, pero nadie pareció en principio intentarlo. De repente, mi hermano Nacho, regresó al lugar donde estaba la moto, se bajó la bragueta, y antes de que nadie pudiera decir nada, la comenzó a rociar con orines. Risas sofocadas y ojos de angustia, terminó, se subió a la bragueta y subimos a los carros (ese día el “vocho” y una camioneta Nissan que mi papá le compró a Nacho, ingresando así a “La Flota”). Nos fuimos y parecía que no habría mayor consecuencia. Un día en los tacos, si esperarlo, entraron unos 10 o 12 cuates a “Los Molcajetes. Para cuando nos dimos cuenta, estábamos rodeados. Entre ellos, el dueño de la moto, que encaró a mi hermano. “Tú fuiste quien mió mi moto”, Nacho sin chistar le respondió, “sí, fui yo”. El gordito barbón agraviado, le soltó una bofetada. Nacho le dio un empujón que casi lo tumba y se puso en guardia. Hasta ese momento notamos que también iban sus guardaespaldas (no eran comunes en el pueblo), el compa hizo como si se arrancara a los madrazos, pero no se arrancó en realidad, sus cuates lo “detuvieron”, mientras ejecutaba unos ademanes más

Mirándolas de soslayo y haciendo la maniobra del desdén, para que fueran conscientes de lo “que se perdían”

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Circuito “externo” al Garden


ustedes, voy con Erika”. No lo podíamos creer. A mí no me sabía haber conseguido la posición de privilegio en la ventanilla del copiloto de esta forma. Peor más aún, ¡Nacho conduciendo el Fairmont Verde! No nos ofendía o nos daba envidia que estuviera en un auto lleno de chicas en la parte trasera, ¡sino que nos abandonara, dejándonos con todo y música y las “naves” y los Ray Ban! Por cierto cabe mencionar que una de ellas perdió su posición de privilegio, pero en una forma aún más humillante, ¡pues la dueña del auto había cedido ante un hombre y la había relegado! (también ellas respetaban los códigos).

Ninguna vieja dividirá La Flota.

…en un análisis semántico estricto, ninguna vieja logró separa a “La Flota”, fueron puras jóvenes

En un análisis semántico estricto, ninguna vieja logró separa a “La Flota”, fueron puras jóvenes. Pues no tengo deseos de abundar en esta parte, pues en la que más me hiere, por sus consecuencias destructivas, pero por el respeto que merece el apego a la veracidad, debo contarlo por el bien de la historia. Fueron varias y diversas viejas las que desmadraron a “La Flota de los Tanques”, que por un tiempo, fue tan aplastante como aquella que realizo el “blitzkrieg” en Polonia y Francia de los años 40. El primero en todo, siempre fue Nacho, también en entregarse, o “recibir la entrega”, del sexo opuesto.

Confieso que a mí me gustaba esta chica relegada, pero no lo suficiente, pues ni la fortuna de lograr la “posición de privilegio” era paga suficiente como para aceptar perder a Nacho, el atrevido, el que encabezaba los ataques contra el aburrimiento. Eso fue solo el principio. Rubén, el “Tanque Chico”, comenzó a salir con una de “Las Españolas” (denominadas así porque sus madres, aún después de 30 años de llegar a Tulancingo desde la madre Patria, aún “seseaban” al hablar). Todos flaqueamos. Nacho invitó a “El Tanque” a que saliera con él y Erika en un “dos y dos” con Hilda (la chica que me gustaba). Salieron pero no prosperó. Eso me lastimaba por partida doble, me quitaban a mis dos capitanes y además me bajaban a la chica que me gustaba. La historia no me puede defender, pues yo también “fui débil”. Una ocasión haciendo también con Nacho y Erika un “dos y dos”, salí con su amiga, “La niña presa” (llamada así porque su casa estaba completamente rodeada de malla de alambre). Caí tan bajo que la abracé y le “agarré la manita” en los juegos mecánicos durante la feria. No pasó nada más. La otra ocasión fue por culpa del mismísimo “Tanque”: me dijo que yo le gustaba a una amiga de su hermana Gloria, y que además le había gustado desde que yo “iba en

La entrada a la Prepa 2 Muchas se le habían insinuado, pero consintió cruzar el Rubicón ni más ni menos con Erika, que encabezaba una de las primeras y más famosas escuadras femeniles en dar el Rol. Entre las fiestas y los Roles al salir de la escuela, Erika en su Ford Fairmont verde metálico comenzó a cautivar a Nacho, y por supuesto, él a ella. Comenzaron a salir, primero en forma discreta, luego en forma más abierta, pero “tolerada”, hasta que al fin sucedió lo inevitable, y un día nos dijo, “no voy con

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bien como para aletear que para liberarse de quienes lo estaban agarrando. Nacho se quedó en guardia, quieto y temblando de encabronado, pero consiente de las pistolas de los guaruras, y del número superior de potenciales contrincantes, se contuvo. Se retiró el grupo de ataque vociferando de “contento”, cosas como “para que se les quite” o “no que muy, muy”. Nos tuvimos que aguantar, total la miada no se le quitó a la moto y el gordito barbón se suicidó años después, porque sentía que su papá no lo entendía. Al menos ese día tuvo una emoción, y logró que nuestra fama fuera aún mayor, pues “Los Tanques”, no se rajaron con los guaruras.


tercero y ella en primero en la secundaria”. Acepté ir a una fiesta en la “Discoteque” (suena anacrónico, ¿cierto?) del hotel “La Joya”. Allí nos vimos, bailé con ella, nos dimos unos besitos, le agarré una nalga y se dejó (por 5 minutos en una canción), nos despedimos y allí acabó todo. Mi queridísimo “Moco” comenzó a salir ni más ni menos que con mi prima Juanita. Todos pecamos contra “La Flota” y al final, esto terminó erosionándola y llevándola a su destrucción, pero aunque cronológicamente es el final de la historia, no lo será de este relato.

casa, donde era sabido que estaba el estéreo más avanzado de “La Flota”. Nos dijo a Nacho y a mí con mucha seriedad y pompa: “Miren lo que me trajo mi tía de Londres”. Ni si quiera sabíamos que “El Moco” tuviera una tía en Londres o que hubiera viajado a Londres, pero la visión nos dejaba fuera todas las preguntas que hubiesen sido pertinentes. Ante nosotros, estaba un disco LP de 33 revoluciones por minuto, estaba cerrado en su envoltura externa de celofán transparente. Su funda era plateada. No gris, simulando ser plata, sino que el cartón emitía iridiscencias metálicas, como si fuera realmente de este material. Tenía al frente una foto, donde con contornos negros, podían distinguirse las caras de Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor. En letras mayúsculas, con una tipografía que se había vuelto común para nosotros, decía “Queen”, y de bajo de estas, con un tamaño menor, pero en mayúsculas y minúsculas decía “The Game”. Al darle la vuelta, buscamos ávidamente una muestra de autenticidad, que certificara que estábamos ante la ¨Piedra Rosseta” o las “Tablas de la ley”. Decía: “EMI. Made in England”. Ni la revista “Conecte” o ninguna estación de radio había anticipado este descubrimiento. Estábamos claramente más allá de la historia, teniendo una revelación que aún no llegaba a América, ¡en pleno Tulancingo! Nacho le devolvió el disco a “El Moco”, con tal gesto que, sin mediar palabra, le decía “ábrelo, es tuyo, el honor te corresponde, pero ¡ábrelo ya!”

¿Nos damos un Rol, mi Reina? Como ya dije, el episodio que relataré, fue después del final de “La Flota”, pero es sin lugar a dudas, su pináculo y Cenit (¿o Nadir?). En aquel momento, estábamos enmarcados dentro de la mayor fama, “todo mundo” en el pueblo sabía quiénes eran “Los Tanques”: grafiteros no confesos, marihuanos de ficción, marcadores de estilo, celebridades adolecentes completas (también efímeras, por supuesto). Como pocas veces en la historia ocurre, al igual que Lennon conoció a McCartney, o Lord conoció a Pace, o Mercury a Brian May, “La Flota” estaba unida y bien nutrida de buenos elementos

Los “vochos” y “trocas” aún circulan en el pueblo Entonces, de un lugar que al principio pocos hubiesen sospechado, llegó la llama que iluminó nuestro ascenso a las máximas alturas de la fama y de la efímera distinción juvenil. Un día llegó el “Moco” con un LP a la

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“The Game”, Queen

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Tallándolo contra la mezclilla de su pantalón, como indicaban los cánones, para que el celofán sólo se abriera del extremo correcto de la funda y no se rompiera “de más”, “El Moco” abrió el disco y luego libero de su interior, al negro acetato aún dentro de una segunda envoltura plateada. Tenía el centro translucido, y a través de esta ventana, se veía una reducción de la foto de la portada, pero acotada a un círculo. Liberado de su funda secundaria, “El Moco “, se lo dio a Nacho, quién durante esta maniobra había encendido el estéreo (comprado por cierto a los contrabandistas de Tepito y traído a Tulancingo en un camión “de pasajeros” de la línea “Estrella Blanca”). Lo colocó cuidadosamente en la cama giratoria de la tornamesa, y luego con el cuidado digno de un neurocirujano, colocó la aguja en el surco de la primera canción del lado “A”.

Universal” (“Las puertas cantando, Amala locamente”), o las traducciones culteranas de “Rock 101” o las más populachera de “la Pantera” o las muy clásicas de “Radio Capital”. Eran sólo Queen y “Los Tanques”. Luego más acordes fuertes, “Another one bites the dust”. Para ese momento ya entendíamos bien este título, que nos venía bien para nuestro papel de brabucones de opereta. Otro inicio fuerte, pero que iba a lo dulce con rapidez, “Need your loving tonigth”, romántica, pero sin melcocha, su letra era perfecta para contrarrestar los destrozos causados por Air Supply y por el mismísimo Emanuel con “Al Final” y “José José” (Joe Square) con “Gavilán o Paloma y otras aberraciones mayores que los “novieros” no habían podido evitar al interactuar con el “sexo débil”, “I’ll say I never be angry with you!”. ¿Y eso era todo? No, no que va. Rasgueo de guitarra en acordes simples, “This thing, called love, I just can’t handle It!”. Tenía para todos, hasta por los émulos de Elvis, como yo. Incluso pude perdonarle a Freddy que dijera que “El Rey” se le había aparecido en sus sueños y le había dictado la canción, ¡era muy buena! Clásica, pero renovada. Del lado B, la mayoría escogió (y no es sorpresa) “Save me”, pero yo, como buen amante del lado B que era, agregue “Don’t Try Suicide” (“A one, two, three, for one”). Grabamos un cassette. No debíamos esperar. Todos en el “Garden” debían saber que íbamos adelantados a los tiempos, a las estaciones de radio de México, a todos. Era una ventana de oportunidad minúscula, pero debía y fue aprovechada.

…y luego con el cuidado digno de un neurocirujano, colocó la aguja en el surco de la primera canción

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“¡Swiiiing, swiiing, swuuung, trrrrrrrrrrmmmmmm!” Sonidos tan metálicos como la portada, abrían la rola, se antojaban como unos discos de sierra circular arrojados contra los escuchas, claramente separados en el canal izquierdo y luego en el derecho de las bocinas (con un rechazo entre canales sólo escuchados en las antiguas canciones de los Beatles y de los Rolling), nos hicieron abrir los ojos y la boca con desmesura. “Open up your mind, and let me step inside. Rest your weary head, and your heart decide, it’s so easy when you know the rules. It´s so easy, all you have to do is fall in love, play the game, everybody play the game, of Love!”. Grandioso, no entendíamos más que partes de la letra (tendríamos que recurrir al diccionario, como siempre), pero por mientras sonaba increíble. Era “The Game”, la canción homónima del álbum”. “¡Trararara, tararará!”. Los acordes iniciales que dejaban sentir clara una marcha imparable, a ritmo de tambores y guitarras, era el “Dragon attack!”. Lo escuchábamos por vez primera en todo el pueblo, no había traducciones excesivamente castizas de Adolfo Fernández Zepeda de “Radio

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“We will Rock You” en el Auditorio Nacional (maravillosamente reseñada en un número anterior por Martín Malváez cuando la presenció en Londres). Estaba yo en plena escritura de esta remembranza, y compartí con todos los asistentes la emoción de pensar “esas rolas yo las conozco”. Pero al mismo tiempo, no pude evitar pensar: “pero nadie las conoce como yo, quiero decir, no en la misma forma que yo”. Pocos fuimos miembros de “La Flota”, pero ahora espero, que luego de leer esto, ahora seamos más. “We will rock you”, te meceremos y te merecemos.

Luego del Club de Leones se veía el cine “Del Villar” Se hicieron dos copias adicionales del cassette. Ese día “La Flota” iba competa, más completa que nunca. La “troca”, el “vocho” y el “rambler”. Nos formamos a la salida de “La privada”. Con las puertas abiertas y a la cuenta de tres, los copilotos de los tres vehículos encendimos el estéreo (yo iba en el “vocho” con “El Tanque Grande”, Nacho iba con “El Tanque chico” en la “troca”, “El Moco” en el “rambler”). Comenzaron a surgir los distintivos sonidos de Queen en “The Game”, nunca antes oídos en el pueblo, ni aún por los más letrados en el Rock & Roll. Dimos roles por varias horas. Las caras de asombro eran notorias, dirían lo que dirían, pero en ese momento, éramos únicos, los número uno, “The Champions”. Toda “La Flota” se detuvo en el Garden, para saludar a algunos conocidos, las puertas de los autos abiertas, los estéreos sonaban casi al unísono. El evento era único, ignoramos los cánones. Todos volteaban, no siempre aprobatorios, pero estábamos en la cima y lo respetaban. The Queen just had a Roll with the Fleet! En el éxtasis, nos dimos unos Roles ni más ni menos que con la Reina, estábamos en la cima, y en ese momento, nadie lo pudo evitar. El gusto nos duró 3 o 4 semanas. Luego apareció en “Rock 101” y luego en otros autos. Fue un triunfo épico, pírrico, efímero, moral y ya desahuciado por la historia. Todo lo que un adolecente podría haber deseado.

Epílogo segundo. Breve, extraño pero, espero que comprendido. Nunca se me apareció la güera del T-Bird blanco. La esperé, pero nunca llegó.

Nota. Todos los mapas y algunas imágenes (las menos) fueron sacadas de Google maps ©. El resto de las imágenes, del archivo personal del autor.

Epílogo.

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Tal vez si el párrafo anterior hubiese seguido al inicial, el relato hubiese culminado más rápido, pero me hubiera resultado un Rol menos placentero. Recientemente vi

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Desde dentro Barra Libre Paco Olvera

El concierto está dedicado a celebrar a “La mujer mexicana en la música”. El viaje comienza sin embargo con un “Ciclo de seis canciones españolas”. La explicación nos es proporcionada antes de pudiésemos salir del asombro: la compositora Emiliana de Zubeldía de nacionalidad española, abrazo a México como su segunda patria. “Berceuse”, “Guajira”, “Coplas gitanas”, “Gitanilla”, “Jota” y “Zortzico”, son interpretadas por la soprano Minerva Hernández con el prodigioso acompañamiento al piano de Karina Peña. Este dúo remata su presentación con “Un dulce canto”, autoría de la versátil pianista.

acuerdo a los estándares propuestos por Prokofiev en sus cuentos sinfónicos.

“Al viento” La última porción del programa estará a cargo de un trío de percusiones, igualmente integrado por mujeres. “Barra Libre”, que es además un crisol de culturas, pues Kaoru Miyasaka nacida en Tokio, se ha unido a Maribel Pedraza nacida en Michoacán y a Gabriela Orta nacida en México, formado un eje que cruza el Océano Pacífico de Asia a América, viajando luego de la costa al Valle de Anáhuac. Constituyen literalmente un trío de tres, pues ejecutan la obra “Tres en Do” de Claudia Herrerías. La ejecución es un interminable carrusel, donde cada una de las intérpretes viaja vertiginosamente frente a una serie de instrumentos distribuidos a lo largo del escenario. Grandes y potentes bombos y tambores, cuyas explosiones resuenan en nuestro interior, inmóviles marimbas y vibráfonos con una sonoridad que parece interminable, congas , bongos y djembés percutidos con las manos, así como rítmicas maracas, cascabeles y otros instrumentos que siguen el compás del latido de los corazones de la audiencia.

Karina Peña y Minerva Hernández El hilo conductor que establecen mujeres mexicanas interpretando obras escritas por otras mujeres mexicanas, es reforzado gracias a que otra obra de Karina Peña, “Quinteto para alientos No. 1”, es la que continúa en su turno a ser ejecutada. Los alientos están a cargo de un Corno Francés (Vilka Castillo), un Clarinete (Citlalli Rosas), un oboe (Laura Baca) y un fagot (Lorena Giovanetti). Las integrantes del quinteto “Al-Viento” entrelazan armoniosos sonidos de sus respectivos instrumentos, en una mezcla que integra una gama que va de los trinos de pájaro al gruñido de los lobos, de

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La última composición que interpretará “Barra Libre” es anunciada, y nos enteramos que su compositor es del género masculino. Parece que de nuevo se hubiese roto

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la armonía de un programa dedicado a celebrar el talento femenino en la música, pero no tenemos idea de cuantos serán los planos en los que se rompa esta calma aparente. “Cicatrices de la Mirada” de Jean Angelus Pichardo es lo que anuncia el programa.

también se erigen vengadores, en el único campo donde aún les es lícito luchar, el de la conciencia. El volumen de todo el ensamble de percusiones ya no puede subir aún más. El clímax lo corona un desgarrador grito, que de no haber sido proferido por las ejecutantes, hubiese salido de las gargantas de la audiencia.

“Barra Libre” El sonido es potente y primitivo, surge de las entrañas, de la tierra, de la gente, del dolor. Estoy claro que atestiguo un momento histórico. Tengo la sensación que lo que siento, debe ser parecido a lo que sintieron los asistentes al estreno de Sensemayá, incapaces de identificar si se sienten sobrecogidos por la fuerza de la música que escuchan, o es la furia de su torrente sanguíneo la que produce esas reverberaciones en sus interiores.

Fuerza del silencio El público se integra al trío para tocar frotando el dedo en la circunferencia de unas copas, mezclando simbólicamente a la audiencia con los ejecutantes, alzando una protesta casi muda, perturbando apenas el silencio reinante. El sonido de las copas es tenue a los oídos, pero estruendoso para la conciencia, que con una acusadora monotonía, se apaga de igual forma que la conciencia de los terribles actos cometidos contra las mujeres de Atenco, en cuya exhibición de fotografías, se inspiró esta obra. Sólo hasta este momento es posible tener alguna reacción, leer el programa y meditar, que en efecto lo que se puede sentir a través de la música son las cicatrices que nuestros ojos podrían advertir en sus miradas.

Violentos ataques de percusiones materializan en sonido la desazón y el tormento de que el remordimiento de la inacción infringe a nuestra conciencia (o a nuestra humanidad). Queda claro el contraste del desasosiego interno con el mutismo de los que somos testigos y eludimos ser conscientes y más aún responsables. De esta forma la música surge en torrente incontenible, como si la vergüenza y la dignidad arrasaran un muro de indiferencia.

Intérpretes y Autores

Blandiendo machetes

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Machetes mellados por la labor de cultivar resuenan y se sienten amenazantes sobre indefensas mujeres. Pero

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La distante brisa del 132 Paco Olvera

Me encuentro en Caracas. El día de hoy para llegar a la oficina del cliente que voy a visitar, recorrimos parte de la avenida Libertador, hasta llegar a la Avenida Urdaneta. El tráfico en ellas era menor de lo que se considera "normal" (que en generales mucho). De alguna manera se respira una "calma chicha", como la calma del ojo del huracán, como la "drôle de guerre " en la Línea Maginot (que se pude traducir como la guerra en broma). Tal vez no pase nada, o tal vez pase todo. Nuestro chofer y guía de confianza, nos comentaba "no debe pasar nada, pues los estudiantes sólo quieren que liberen a sus compañeros". No puede evitar pensar que luego de la pelea de los estudiantes de la Prepa Isaac Ochoterena, con unos chavos de la Voca 2 del Poli y la pandilla de "Los Ciudadelos"; arrestaron a varios chavos con brutalidad policiaca. Y a partir de esto los estudiantes del DF comenzaron por pedir la libertad de sus compañeros, luego la destitución del director de la policía del DF, hasta que se completó de gestar el movimiento estudiantil del 68 incluyendo a los ferrocarrileros y muchas otras demandas justísimas. Nuestro navegante opina que deben pedir más, y responder piedras con piedras. Supongo que aunque han tenido muertos y represión, aún no les matan a la flor de su juventud, a tiros o con desilusión, ambas terribles. Ojalá no pase nada, u ojalá que pase todo, no lo sé.

cuenta, los "132" fueron infiltrados y el poder de su movimiento diluido irremediablemente (ahora medito que entre "poder" y "joder", sólo hay una letra de diferencia).

Chavos del 132 en la “Suavicrema” Pensé algo más o menos así: Carta del padre de una joven "132" Querida hija: Supongo que para ti es incomprensible el temor que siento como tu papá, cuando me cuentas que vas a asistir a las convenciones del "Yo soy 132" en la explanada de "Las Islas" en CU, o en algún otro punto de convocatoria para ir a una marcha. Creo que debes pensar que cuando un grupo de individuos tiene la intención de cambiar el país para bien, no debía existir barrera alguna que los detenga, mucho menos la del miedo. Pero decidí escribir estos pensamientos para compartirlos contigo y para que los consideres en estos tiempos inéditos y sobre todo, para que te cuides. RLV 13

Cuando el movimiento del "Yo soy 132", mi hija participó en varias de las convenciones y concentraciones iniciales. En aquel entonces, tuve algunos pensamientos que tenía intención compartir con ella, pero que por algún motivo, no encontré tiempo para escribirlos, y antes de darnos

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No permitas, bajo ninguna circunstancia, que esos locos salvajes de la calle te quiten tus sueños. Ten cuidado de los oportunistas, que utilizando la falacia de la seguridad, te inviten a olvidar tus ideales. Ten en cuenta que esto es muy peligroso, y sé que los jovencitos a tu edad no se dan cuenta del terrible riesgo que corren, porque en un abrir y cerrar de ojos, podrían haber renunciado a sus ilusiones y se habrán convertido en unos idealistas reprimidos y anacrónicos. Cosa de su edad, ustedes piensan: "eso a mí no me pasa". Perdona que insista en aconsejarte, pero debes estar atenta en esas concentraciones, donde van muchos abusivos que no tienen sueño alguno, que sólo fingen tenerlos y que están dispuestos a entregarse a la comodidad de la incongruencia. Me han dicho que hay mil y un peligros, y aunque en este momento debo admitir que yo nunca me permití exponerme a estas situaciones y tentaciones, te pido por favor que estés atenta, que no te engañen con que lo que es honesto es ser violento, o que ser pacifista consiste en odiar aquello que no conoces o que te resulte diferente para que nada cambie, que para ser buena debes ser común y que si no renuncias a tu originalidad estas condenada a al "desagrado de la sociedad", que a los que se quedan quietos no los devoran los chacales o que los que se mueven siempre avanzan a su muerte segura. Chiquita (y perdona que te llame así, es cosa de mi edad ¿sabes?), "despacito y con buena letra" (como decía mi papá), ten mucha calma, pero calma no significa inmovilidad, emprende todas las cosas que consideras correctas. Te confieso con franqueza que todo esto me da miedo, pero te lo tengo que decir con mucho egoísmo: piensa en tus papás cuando tomes esas decisiones, no te olvides del miedo que nos da que seas una persona banal e inconsecuente, y aunque el

corazón se nos encoja porque algo pudiera pasarle a tu persona, por favor cuida mucho de tu alma, porque pese a los efectos inmediatos en lo físico son dolorosos, estos son generalmente pasajeros, en cambio las heridas en el espíritu son más profundas y más graves. Soy muy abusivo, pues sé que los padres no deben intentar vivir su vida a través de la vida de sus hijos, pero te pido que te abstraigas de reunirte con tipos medianos que no tienen corazón, que piensan que no es posible hacer nada y en contrapartida te suplico que te des la oportunidad de volar con compañeros de una misma parvada, de tener aspiraciones a hacer lo que los adultos definitivamente no pudimos ni podremos. En suma, sé joven de joven, se joven de adulta, se joven siempre. Espero no haberte aburrido con mis consejos, pero ¿sabes?, a riesgo de sonar arrogante, cuando un padre gana años se vuelve sabio, pero temeroso, por eso queremos ver a los hijos siempre cerca de nosotros, pero lo que queda es "tenerlos cerca de uno", tan cerca que el cuerpo estorbe, que la distancia sobre, y que los abrazos se den con los recuerdos, y a eso, ¡cómo me ha costado acostumbrarme! Con mucho cuidado.

Lo anterior fue escrito la mañana del miércoles 12 de febrero. La calma chicha se rompió y hubo marchas de la juventud, concentraciones, gritos pidiendo libertad. Hubo 3 muertos, dos en la marcha, 1 en la concentración nocturna en Chacao. "¡Quienes somos: estudiantes!, ¡Que queremos: Libertad!". Las calles de Caracas se inundaron con gritos que emocionaban a cualquiera, oleadas de jóvenes sonrientes, que marchaban como a una guerra florida, sin saber que algunos de ellos serían

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Para Anita, con cariño de papá.


mártires, como aquellos que eran sacrificados como tributo a los dioses de la guerra. "Estudiar era un pecado, clandestino era saber, porque al pueblo cuando sabe, no lo engaña un brigadier". Inevitable sacar de la cabeza la letra de la canción de Piero, o los gritos del 68: "¡por el pueblo, contra el gobierno!".

venezolana, o a jóvenes bulliciosos tocando cornetas de plástico (rebautizadas como "bubucelas" luego del mundial del 2010, pero existentes en nuestras culturas latinas desde hace muchos años). Hacían entrevistas a individuos radicales que deseaban la muerte del presidente como única solución, acusándolos de gritar esas proclamas voz en cuello en la calle, pero en los 45 minutos que duró el pase de la marcha frente al hotel el sábado o en los 25 minutos de la correspondiente al domingo, no escuché consignas de esa clase, o no escuché ninguna cuyo contenido fuera destructivo. En la noche del miércoles 12, el presidente hizo una larga alocución atacando virulentamente a la burguesía fascista que no quiere la paz, pero "invitaba" a la calma. Pude escuchar como hablaba el máximo comandante de las fuerzas armadas venezolanas, a la sombra del "Eterno" comandante y "gran maestro" Hugo Chávez. El presidente decía que se "estaba gestando un golpe de estado, pero el pueblo bolivariano lo impediría".

Manifestación el día de la Juventud 12 de Febrero No pude evitar hacer señales de la Victoria desde la ventana de mi hotel el sábado 15, mientras filmé partes de la marcha que se dirigía a Chacao, mientras caminaban sobre la avenida Francisco Miranda. Incomprensibles me parecían las diatribas que hacían los presentadores de la emisión televisiva estatal de un programa - parodia dedicado a los jóvenes, burlándose de los gritos de la marcha y calificando a los participantes de este movimiento como "hijos de papá", que sólo porque tienen dinero quieren gobernar. Se presentaban secuencias de video sacadas de contexto, donde "manifestantes" con el rostro cubierto lanzan piedras o cocteles Molotov, curiosamente en tomas tan bien logradas que serían envidiadas por Tom Hanks en "Rescatando al soldado Ryan". No se parecen los agresores de la tele a los que capté con mi propia cámara, esto puede significar nada y todo, pues no estuve omnipresente en todo momento, pero por ejemplo, vi a padres con sus hijos, a jovencitas sonrientes llevando una bandera

Maduro ya anuncia un golpe

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Se ha identificado a Leopoldo López, candidato de oposición en el distrito de Altamira en Caracas, como culpable de la agitación. Pretendía tomar un avión en el aeropuerto de Maiquetía, cosa que le fue impedido, y en la televisión oficial fue acusado de organizar un mitin en pleno aeropuerto.

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Mientras se oye un audio con su voz, salen las imágenes de jóvenes radicales lanzando piedras y bombas incendiarias, con los ya mencionados "close ups" y cortes de escena hechos con una pericia inaudita (tratándose de un combate callejero), que fueron captados gracias al descuido de estos "malandros", que no ocultaban en ningún momento sus intenciones, mostrando este armamento urbano con el ángulo y el tiempo adecuados para poder documentar esta barbarie. Al ojo no educado en cuestiones de fotos y filmes de guerra, podría parecerle un acto escenificado, pero como dicen por aquí "ejo no ej ají" (sin referirse al picante, sino a sus "eses" muy jaladas que suenan como "jota"). Robert Capa moriría de celos y envidia por lograr una toma así. El soldado republicano alcanzado en el pecho, que involuntariamente hace un ademán de Cristo crucificado, volviendo su aguileño rostro al cielo y al creador, no es más que una burda caricatura comparada con estas “impactantes imágenes”. El hombre es acosado y su casa ha sido allanada, esto me lo dijo su prima, que en una casualidad digna de corresponsal, conocí desayunando en el mismísimo restaurant del hotel.

Supongo que desde la aprensión de Von de Lubbe en la quema del Reichstag, no se había visto tanta eficacia policial. Esto no es una casualidad, pues de acuerdo a los partes gubernamentales, los jóvenes no son capaces de pensar por sí mismos, esto es producto de una criminal actitud de una serie de agitadores, radicalizados y entrenados en remotos paraísos que permiten y alientan la germinación de semillas malignas, cuyo fruto, tallo, hojas y raíz están destinados a envenenar el progreso bolivariano.

Si señores, esos diabólicos sitios como Colombia, y peor aún, como México, donde se permite que guerrilleros se entrenen para ir a desestabilizar a otros países, como este tal comandante Castro, a quién se permitió preparar a sus huestes, para atacar al legítimo gobierno del presidente Batista, ¡ups! Perdón, me equivoqué, de país, de actitud y de comandante. Me refiero a la "Fiesta Mexicana", detectada por las investigaciones de la inteligencia venezolana, o diría del aparato de búsqueda de motivos alternos no bolivarianos de los problemas que aquejan a la patria venezolana, donde con claridad se describen los inquinos propósitos de una serie de torcidos mexicanos que buscan desestabilizar otros países (como si no tuviesen

Manifestación el sábado 15

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Familias completas en las marchas


suficiente con el suyo), como unos modernos quintacolumnistas que desean que el socialismo se propague en todos lados; upsss, nuevamente error, se trata de hacer crecer como la verdolaga una serie de tácticas antidemocráticas, como la libertad de expresión y elecciones libres. A mi parecer, de lo que si pueden culpar a los mexicanos es de la felpa que le pusieron a todos los equipos participantes en la serie del Caribe, en plena isla Margarita, cuando nadie lo esperaba, y como castigo a estas terribles acciones, no nos vendieron boletos a los pocos mexicanos que andábamos por aquí y dejaron el estadio desértico, sólo porque no pasaron los locales Navegantes del Magallanes.

más sombrío que de costumbre, o cuando menos a mí me lo parecía. Muchos pedían opíparas, pero repetitivas comidas, que sólo son sacadas del tedio por la tenaz costumbre de los chefs del lugar de preparar el mismo platillo, siempre de una forma diferente (debí tomar fotos de cada versión de mi favorita ensalada Clementine o del carpacho de lomito).

Banderas y bubucelas Pero ni yo ni otros somos Heminway, Capa o Gellhorn, mucho menos con la agudeza de un amargo Ambrose Birce, no digamos un John Reed, mucho menos Miguel Hernández o Federico García Lorca o un jovialísimo y jovencísimo José Agustín. Pero sé que estos son días que están transformado el mundo de los venezolanos (aunque no sé si serán diez o más), como al México Insurgente, con una despedida a los abrazos con una llegada de armas, al doblar de campanas, que para la libertad, "sangran luchan y perviven". Plagiada por el oficialismo en esta latitud, la frase del comandante Ché Guevara, deseaba despedirme "hasta la victoria siempre", pero en cambio lo haré diciendo, "hasta la libertad, vále" (dejando que en acento, la ortografía refuerce indebidamente a la prosodia, para dejar claro que nos referimos a como se llama a un amigo en Venezuela).

Jóvenes marchando Hace unos meses, en julio del 2013, tomé una foto del restaurante del hotel, un poco en penumbras, buscando un ambiente romántico o distinguido, y mi pensamiento era que parecía una especie de "Casablanca", con una serie de personas que estábamos allí por los motivos más extraños, de alguna forma reportando una guerra invisible, como hacen los corresponsales de guerra, algunos arriesgando sus vidas, otros escribiendo lo que pasa de "tercera mano", pero de alguna manera enclaustrados, a no salir, si no por las balas de facciones enfrentadas, si por la inseguridad y los robos, que llevados al ámbito cibernético, se convierten en clonaciones de tarjetas y robos de identidad. Ayer domingo 16, el restaurante estaba

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Paco Olvera

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De pinta a Ventoquipa Desmadres a nivel Nacional Bernardo Marcellín

El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura, es autor de un gran número de novelas y se caracteriza por la diversidad de estilos empleados. Algunas de estas novelas, como La ciudad y los perros, son sombrías y desesperanzadoras; otras, como Conversación en la Catedral o La Casa Verde, experimentan nuevas formas narrativas. Pero Vargas Llosa sabe también hacer reír, por no decir que es un maestro en el arte de producir las carcajadas del lector. Dos de sus obras más conocidas, La tía Julia y el escribidor y Pantaleón y las visitadoras muestran esta faceta. Y en ambas, ambientadas en el Perú de los años ’50 del siglo pasado, el aspecto cómico se basa en el desorden, en el desmadre mejor dicho, a nivel nacional que producen un escritor de radionovelas, en el primer caso, un capitán del ejército, en el segundo.

La tía Julia y el escribidor contiene gran cantidad de elementos autobiográficos, al punto que el personaje central se llama Mario Vargas. En la estación radiofónica donde trabaja, deciden ya no depender de los radioteatros provenientes de Cuba y traen de Bolivia al guionista Pedro Camacho, hombre excéntrico que odia a los argentinos. Es una persona que toma muy en serio su trabajo: arenga a los actores y jamás se permite bromear o reír. Para ponerse en el lugar de sus personajes al momento de escribir, utiliza diferentes disfraces, lo que le ayuda a caracterizarlos mejor. Camacho es capaz de escribir diez radioteatros a la vez, laborando hasta dieciséis horas diarias. Sus guiones alcanzan un gran éxito entre el público, al punto que tiene que dedicar media hora diaria a la firma de autógrafos. Así, pronto todo el país está siguiendo las intrigas de sus obras, truculentas y brutales. La virulencia de sus ataques contra los bonaerenses lleva incluso a la embajada argentina a poner una protesta formal en contra de Camacho, pero como Manuel Odría, el dictador peruano en turno, el mismo cuya sombra planea a lo largo de la acción de Conversación en la Catedral, es un fanático seguidor de los radioteatros, se desecha el reclamo. Ello no impide que un día un grupo de argentinos sorprenda a Camacho en la calle y le propinen una golpiza, llevándose de paso a Mario Vargas, quien iba con él.

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La intriga de la narración se complica con la llegada a Lima de la tía Julia, recién divorciada, y que pronto tiene una relación amorosa con Mario, mucho menor que ella. La pasión los lleva a casarse en secreto, esto debido

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a la oposición de la familia. La tía Julia, por cierto, se hace también aficionada a los radioteatros.

Pantaleón y las Visitadoras. De esta forma, un plan ya de por sí cuestionable desde un inicio se convierte en un desastre a nivel nacional y en un escándalo político de proporciones descomunales que amenaza con arrastrar a la cúpula dirigente del ejército peruano. Por supuesto, desde el punto de vista del autor, es un pretexto para lanzar una muy divertida y, a la vez, devastadora crítica de las instituciones castrenses de su país.

Pese al éxito, el exceso de trabajo y la predisposición de Camacho a la inestabilidad emocional terminan por crear problemas. El público se empieza a dar cuenta de las graves inconsistencias en los argumentos. Algunos personajes pasan de uno a otro, mientras que otros mutan de personalidad. Los actores piden a Mario que hable con Camacho, debido a la confusión que están creando los guiones.

Para resolver el problema de los abusos sexuales en diversos pueblos y ciudades perpetrados por los soldados en guarnición en la selva, los dirigentes del ejército deciden implementar un proyecto clasificado como secreto, es decir la creación de un servicio de prostitutas –eufemísticamente llamadas visitadorasque irán de un cuartel a otro a brindar placeres eróticos a los militares. Asignado como cabeza de la misión, es nombrado el intachable Pantaleón Pantoja, recientemente promovido al grado de capitán.

No obstante, satisfecho con los resultados económicos, el dueño de la estación lo atribuye todo a la genialidad de Camacho. Mientras tanto, la demencia del escribidor se va intensificando, al grado que en todos sus radioteatros empiezan a ocurrir grandes catástrofes en las que mueren muchos de los personajes. Es más, al ir cruzando de un guion a otro, a algunos de ellos les toca morir rocambolescamente varias veces. Finalmente, no resulta ya posible sostener semejante caos. Camacho es internado en un manicomio y la estación debe volver a las radionovelas cubanas, que resultan mucho más caras. El escritor permanece internado largo tiempo y, conforme se va recuperando, se reconcilia con su esposa, argentina por cierto.

Conscientes de los problemas que puede acarrear semejante proyecto, hay muchos miembros del ejército que se manifiestan en contra y exigen que Pantaleón mantenga oculta su pertenencia a las fuerzas armadas. Pero no es por ello que será menos estricto en el cumplimiento de las órdenes recibidas. Él es ante todo un capitán del ejército y llevará a cabo su misión con despiadada eficacia. La comicidad de la novela debe mucho a las formas empleadas por el escritor, ya sean partes militares que detallan las actividades del grupo de visitadoras, el proceso de selección de las mismas o los efectos producidos por los afrodisiacos de la selva como si se trataran de operaciones de seguridad nacional de gran envergadura. Pantaleón hace el amor con un cronómetro con el fin de determinar qué tanto personal se requerirá y cuál es la forma óptima de organizar las visitas; determina además que el precio de los servicios se descontará directamente por nómina.

Bien dice el refrán que todo exceso es malo, incluso cuando se refiere al cumplimiento del deber. También se dice que hay que cuidarse de las personas bien intencionadas. Si el entusiasmo no viene acompañado de sentido común y de criterio, se pueden producir catástrofes inimaginables. Un buen ejemplo de los problemas que puede acarrear un celo excesivo por el cumplimiento del deber nos lo da Vargas Llosa en

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…un proyecto clasificado como secreto, es decir la creación de un servicio de prostitutas


Como si dirigiera un batallón de soldados en plena guerra, consigue un hidroavión y un barco para trasladar a las mujeres a los diferentes puestos ubicados por el territorio que le asignaron. Selecciona colores distintivos para su grupo y acepta que se componga un himno en honor al servicio que lidera para bienestar del ejército, himno que debe ser modificado poco después, por cierto, cuando la armada se queja de no ser mencionada en sus versos. Tras la exitosa experiencia piloto, inicia la operación del servicio de visitadoras, abarcando gran parte de la Amazonia peruana. Es más, pronto hay que aumentar el número de mujeres para poder satisfacer la demanda por parte de la tropa.

objetivo, solicita un incremento en el presupuesto para el programa de visitadoras, pese a su ya elevado costo. La falta de criterio de Pantaleón es la que llevará todo al desastre. Cuando los habitantes de un pueblo de la selva atacan el barco de las visitadoras para forzarlas a acostarse con ellos, una de las mujeres resulta muerta. En el entierro Pantaleón aparece con su uniforme de capitán del ejército, rindiendo honores militares a la visitadora caída en el servicio a la Patria. Realiza un encendido discurso y exige que los culpables sean juzgados por una corte marcial. A partir de ese momento ya no hay forma de contener el escándalo, que amenaza con arrastrar a los niveles más altos de las fuerzas armadas. La noticia llega más allá de las fronteras, desprestigiando al régimen que gobierna el país. Frente a la catástrofe, Pantaleón sigue sin comprender en qué falló, puesto que él cumplió escrupulosamente con sus órdenes. En un final muy típico de las narraciones de Mario Vargas Llosa, Pantaleón es relegado como castigo a un puesto aislado en la puna.

…como si dirigiera un batallón de soldados en plena guerra, consigue un hidroavión y un barco para trasladar a las mujeres Pero las cosas no tardarán en salirse de control y pronto toda la selva se encontrará en estado de ebullición. Por más cuidado y discreción que se haya tenido en la ejecución del plan, los habitantes de Iquitos terminan por darse cuenta del tipo de trabajo que realiza Pantaleón, motejando Pantilandia a su base de operaciones en las afueras de la ciudad. El Sinchi, periodista chantajista, empieza a alertar a la opinión pública de lo que ocurre, pensando así obtener dinero de parte de Pantaleón a cambio de su silencio. Un grupo de oficiales trata de obligar a las visitadoras a que los atiendan gratis, mientras que el alcalde de Iquitos pide que el servicio sea ampliado a los civiles. La situación termina de tensarse cuando el Sinchi entrevista a Maclovia, una visitadora dada de baja y que brinda detalles de la operación.

Mario Vargas Llosa

Pese al escándalo, hasta este punto la gente sigue ignorando que todo es un programa del propio ejército. Aun así, la cúpula militar se encuentra preocupada ante la inminencia del descubrimiento de la verdad. En medio de esto, Pantaleón, con la vista fija en su

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En estos dos libros, el autor lleva la farsa al extremo. En La Tía Julia y el Escribidor, la confusión permanece en el nivel de la audiencia de los radioteatros, claro que, dada la amplia audiencia que tenían, se crea una tensión que se contagia a la población en general. En una burla del impacto que pueden tener los medios de comunicación,

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se tienen al dar a las fuerzas armadas un poder prácticamente absoluto, acompañado de impunidad, y las posibles consecuencias que esto puede acarrear entre la población civil a la que supuestamente deberían defender.

De cualquier forma, las locuras de Camacho resultan menos dañinas que las decisiones desacertadas de la cúpula militar, decisiones agravadas por la falta de criterio que típicamente se les achaca a los soldados. Independientemente del aspecto cómico, en Pantaleón y las Visitadoras Vargas Llosa denuncia los peligros que

Aunque su objetivo va más allá de la simple diversión, Vargas Llosa muestra en estas dos novelas que merece ser contado entre los padres fundadores del desmadre y que su imaginación es capaz de concebir situaciones que ponen de cabeza a un país entero.

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la división entre el mundo real y las historias ficticias de Camacho se empieza a desvanecer y lo que debería ser sólo una cuestión interna de la estación de radio se convierte en un problema de los habitantes de todo el país.

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Los muy cómicos caballeros humoristas Paco Olvera

Alguna vez leí que la diferencia entre un cómico y un humorista, consiste en que un cómico primero te hace reír y luego te hace pensar, a diferencia de un humorista, quién primero te hace pensar para que después puedas reír. Sin entrar a calificar la validez del contenido de esa afirmación, me queda claro que Les Luthiers cumplen ambas acepciones. Existe muchísimo material para documentar su vida y sus avatares, por lo que, mi objetivo será contar la influencia que han tenido en mi vida los caballeros en cuestión.

momento en que poco a poco, el doble discurso entre moralista y majadero de la sociedad mexicana, iba permitiendo estos “desacatos a la moral y las buenas costumbres”, y las grabaciones de los shows de “Polo, Polo” comenzaron a ser publicitadas por Televisa y podían comprase en forma “normal” en las tiendas, aunque aún producía un poco de “penita” escucharlos (el paso de los años nos ha llevado al “descaro” o a nuestro destape azteca respecto al lenguaje vernáculo, que ahora es usual en la radio y en la televisión). Podríamos decir que lo burdo e inadecuado de ese tipo de humor, fue recibido por los fresas como algo que era “buena onda” o parafraseando a los “Botellos”, “lo naco es chido, y lo chido comenzó a estar de güevos wey”.

Un nuevo tipo de humor. La primera vez que tuve conciencia de su existencia, fue cuando mi compadre Gonzalo comenzó a hacer referencia a algunos de sus chistes, y ante mi recurrente desconocimiento de los “gags”, “sketches” o rutinas a las que él refería, terminó por prestarme los casetes que él mismo había grabado en Bolivia y había traído consigo cuando vino a estudiar a México (en mis tiempos se escribía cassettes y se decía casete, pero el corrector de ortografía, insiste en cambiarlo). Esto ocurría poco después de cumplir un año de asistir a la universidad en 1983, que fue cuando trabé fuerte amistad con mi compadre. Confieso que yo prefería un humor más rudo, más directo, incluido los albures y las malas palabras para generar las carcajadas, por lo que en principio me parecieron graciosos "a secas”. Consideremos, para entender el entorno, que en una cinta de audio grabada sólo se podían escuchar sus chistes y en ese departamento tenían que competir con “Chaf y Queli” y más aún, lo que estaba de moda en aquel momento que era “Polo, Polo”, quienes justamente basaban su comicidad en el uso indiscriminado del doble sentido bajo las reglas mexicanas del albur (mancillar al rival durante un duelo de afirmaciones de corte sexual), así como el uso de las palabras altisonantes. Todo esto se escuchaba bajo un cierto hálito de clandestinidad, pues recién era el

A fuerza de escuchar reiteradamente los casetes de Les Luthiers, comencé a disfrutar más de la sutileza de su humor, incluso de las obras sin diálogos, donde la comicidad estaba en sus intrincadas e ingeniosas rimas o en curiosas y simpáticas ejecuciones. Habrá que reconocer y distinguir, un aporte directo de mi compadre en este entretenimiento, pues con ganas que no se dejara sin usar parte alguna de la cinta, grababa

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Disco de Chaf y Queli


fragmentos de diversos discos y obras, de tal forma que yo en un principio no podía distinguir donde comenzaba una o dónde terminaba otra, lo cual contribuía con cierta asimetría en el tema o en la música, lo que al fin de cuentas terminó siendo parte del goce. Fue en los inicios de esta jornada de aprendizaje, que recordé que, cuando menos la “Bossa nostra” que canta “Lampiño” de “Bahía Branca”, la había presentado Raúl “Del Asco” (Velasco) en su mítico “Siempre lo Mismo”. Recuerdo que lo único que me dio risa en aquella ocasión, fue cuando mencionaban las cosas bonitas de Brasil “Pelé, banana, pelé banana o una bossa para poner banana” (tenía cuando más 11 años, denme chance). Es claro que no pude haber identificado la comicidad de las “cadeiras bamboleanchis” de la garota con “pies cúbicos”, “lengua muerta”, “palmas de Mallorca”, “boca corazao” y un pubis, y un “pubis pro nobis” (por lo menos para los mexicanos, el “ora pro nobis” resultaba conocido por la letanía de las posadas).

hubiera sido verlos! Lo primero que conseguí además de los casetes, fue el acetato de la “Cantata Laxatón” que encontré en un puesto de discos “de banqueta”, a la salida de la Universidad. Pesé a todo pronóstico, no era pirata, sino original, y allí pude escuchar completa la cantata que le da nombre a la obra, y el “Vals del Segundo”. También, entre los aficionados más añejos, pude obtener grabaciones directas de los acetatos y no de “casete a casete”

Y los ingenieros, lo saben, lo saben. Como muchas veces me ha acontecido, resulta que todos conocían del tema menos yo; en este caso cada que trataba de sorprender a alguien con mi nuevo hallazgo, este resultaba ser un incondicional admirador de Les Luthiers (en adelante me referiré a ellos como LL, para economizar en la escritura): habían escuchado sus canciones en radio Universidad, había un disco en su casa o tenían un tío que les había platicado. La verdad siempre me “salta” lo pueblerino, pero esta vez, si tenía yo la desventaja por falta de exposición ante muestras culturales que no fueran las de “fácil digestión”, como “Siempre en Domingo”, “Selecciones” o hasta la revista “Vanidades” que compraba mi mamá. La recompensa de hacer pública mi ignorancia, fue el descubrir fuentes adicionales donde compartir más casetes, fotos, e incluso anécdotas, que eran transmitidas con la imprecisión y la belleza de tradición oral, convirtiéndolas en leyendas urbanas. Fue durante esta primera etapa de investigación donde aprendí que esa primera ocasión los vi en la televisión, era porque habían venido a hacer presentaciones a México (me parece que al Teatro de la Ciudad), ¡que privilegio

Portada de “Cantata Laxaton” (CD)

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El repaso de la letra de las obras era constante, de tal forma que mi compadre Gonzalo y yo podíamos recitar / cantar las partes donde se mezclan versos, que por separado parecen serios o incluso sobrios y al “revolverlos” se obtienen rimas curiosas, como “La Yegua mía” o “La serenata mariachi”. También recitábamos “El Explicao” o “Miserere” (la “Pieza en forma de tango”, opus no sé cuánto). Modificamos nuestra forma de hablar. Cuando deseábamos expresar incredulidad, recordábamos a “Romualdo Héctor Izaguirre Belmont”, “¡No! ¿No? ¡No puedo creerlo!”, o cuando nos era complejo entender la solución a un problema de física, repetíamos como el psicólogo que da los “Consejos a los Padres”, “a los chicos hay que hablarles siempre con la verdad, ¡por supuesto en términos que no puedan entender!”, o si alguien no estaba dispuesto a conceder una petición, recordábamos a “La indomable”, “véala a las quince, ¡si ella quiere!”, o bien, sin motivo particular alguno, cantábamos partes de la canción de “Nopol”, el

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insecticida cuyo “jingle” comienza resaltando como elimina a las polillas, y luego de la queja de un preocupado lutier (Daniel Rabinovich me parece), termina por ensalzar como las fortalece y engorda. También en este periodo (y no hablo de la vida de “Johan Sebastian Mastropiero”), en uno de los casetes que llegaron hasta nuestras manos, escuchamos una versión de un concierto grabado en México, con una grabadora en el regazo del asistente presencial, cuyas carcajadas hacían inaudibles las voces de LL, pero por tratarse de obras conocidas, se podían intuir los diálogos.

El goce de la memoria. Es inevitable hacer hincapié en que parte del goce de escuchar a LL, lo producían (y producen) una combinación de la destreza y la memoria (“que son buenas si van en yunta”), para entender y recordar los intrincados juegos de palabras con los que, en algunas ocasiones, LL integran algunos de sus números musicales. Con base en esto, se genera una suerte de leguaje propio que está destinado a ser entendido sólo por aficionados de hueso colorado, que los distingue de villa melones o “wanabes” (como dicen los gringos y algunos chavos fresas de México). Hay que admitir que esto genera un cierto esnobismo como efecto colateral. Manifestaciones similares de este fenómeno, son los aficionados al Starbucks, que luego de aprender las complicadas “sutilezas” de un dialecto que han creado para ordenar un café, consistente mayormente en el uso de palabras utilizadas a préstamo de varios idiomas (el dialecto, no el café), las repiten de “corridito” de tal forma que se escuche muy “cool”, algo así como “porfa un caramel machiatto, alto, doble shot, con leche deslactosada ligth y con mucha espuma”. Admito que llevado al extremo, tanto los lutherianos como los starbuckistas pueden resultar odiosos. Como defensa diré que en el caso de LL, recibes un “doble shot” de humor inteligente que hace que pongas en uso una buena parte de las neuronas, y no sólo un café con leche inyectado con vapor.

También descubrimos las ingeniosas adecuaciones culturales y localismos que son preparadas cuando se presenten en diferentes ciudades y países. Por ejemplo, cantaron “Nomosc”, y no mataban polillas sino mosquitos, cambiando los sabores de algodón, lana y poliéster por RH positivo. En “Cartas de color”, la fórmula diurética cambiaba de “singuí pichín” a “singuí pipí”.

El pináculo de las interpretaciones luthieristicas de aquella época la logro mi compadre Gonzalo El pináculo de las interpretaciones luthieristicas de aquella época la logro mi compadre Gonzalo, cuando luego de haber recibido el encargo en equipo de resolver un problema de electromagnetismo, pasó al frente y dio una explicación más o menos como esta: “consideramos que la configuración entra de las fuentes de electromagnéticas, podría ser reducida a una esfera, consideramos entonces aplicar el teorema de Stokes para calcular el flujo magnético, y consideramos que de esa forma podría determinarse la potencia del campo”. Cuando el profesor asintió emocionado, confirmado que todas las consideraciones eran correctas, mi compadre prosiguió, “sin embargo, no lo hicimos”. Huelga decir que el equipo no tuvo calificación aprobatoria en esa tarea.

A riesgo (siempre latente cuando escribo y peor cuando platico) de perder a mi audiencia, incluyo algunos ejercicios de memoria de las partes favoritas de algunas de mis obras favoritas. Ejercicio 1. La serenata Maricahi. Cantor 1 (Daniel Rabinovich, si no me equivoco, interpretado por mi compadre Gonzalo Duchén)

Siento que me atan a ti, Tu sonrisa y esos dientes, El perfil de tu nariz, Y tus pechos inocentes

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Cantor 2 (Carlos Núñez Cortez, en este caso sustituido por un servidor, Paco Olvera)

Tus adorados cabellos, Obscuros desordenados, Clara imagen de un anzuelo, Que yo mordí fascinado

La llegada del video y los placeres adicionales que brinda la vista. El avance de la tecnología permitió en los años 80, que el costo de las reproductoras de video casetes VHS disminuyera (que por cierto ya tampoco existen), y pudieran ser adquiridas a costos más razonables, y con su mayor disponibilidad, fue posible la exhibición habitual de películas en casa. Esta difusión permitió que comenzaran a llegar a nosotros las míticas grabaciones de algunas presentaciones de LL. Estas presentaciones fueron adquiridas igualmente con el método de casete a casete, pues su venta más que restringida, era inexistente (como los encantos de la “duquesa de Lowbridge”, que no habían disminuido con los años, habían desaparecido).

Mezcla de los cantores 1 y 2 (Duchén y Olvera emulan a Rabinovich y Núñez Cortez)

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Siento que me atan a ti, Tus adorados cabellos, Tu sonrisa y esos dientes, Obscuros desordenados, El perfil de tu nariz, Clara imagen de un azuelo, Y tus pechos inocentes Que yo mordí fascinado

Ejercicio 2.El octosílabo "correcto", de la "Payada de la vaca" (dictado al oído de Daniel Rabinovich, por Marcos Mundstock, recordado por Paco Olvera)

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No me asusta el acertijo, Se lo digo en ocho versos, Así su enojo se aplaca, El error que usted me achaca, No es error, ni es para tanto, En octosílabos canto, Con rima que se destaca, Con elegancia lo digo, ¡sin hacer tanta alharaca! ¿Y el animal? Ahhhh, ¡la vaca!, la vaaaaaaca

Il Mucicisti Por primera vez les vimos, y pudimos observar la parte histriónica de sus actuaciones, incluidos gestos, desplazamientos en el escenario, es decir, los caballeros humoristas ¡también resultaban ser cómicos y comediantes! Ejemplos de estas adiciones escénicas al conjunto humorísticos son el aspecto y funcionamiento de la máquina que genera los pasos durante la interpretación de “El asesino misterioso” (instrumento informal que es llamado “shoephone”), o cuando Daniel Rabinovich va arrimando la silla, cuando le aclaran “que lo digas rimando” en “La Payada de la vaca”, o los cambios del coro de marineros a doncellas en “Las majas del bergantín”. Ver las caras de asombro de

Podría incluir no sólo este, sino todos los versos previos de esta payada, o dictar las rimas de "La yegua mía" (un “triunfo” que termina en empate) e incluso porciones enteras de la de la cantata del "Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras” (hijo de ”Juana Díaz y Domingo de Carreras”), pero la intención es tan sólo ilustrar el placer que genera recordar las obras de LL y no aburrir en demasía a los lectores. No es menester aclarar, que las líneas escritas anteriormente tienen como único auxilio a mi memoria, incluidas las inevitables y ya mencionadas imprecisiones propias de la tradición oral, que por otro lado le confieren a las obras de LL tintes de

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folclore (tal y como describe Federico Arana en sus meditaciones contenidas en el libro "De rockeros y folckoroides").


Daniel Rabinovich ante las explicaciones de Marcos Mundstock, la sonrisa contagiosa de Carlos Núñez Cortez, la presencia de una etiqueta desaliñada de Carlos López Puccio, las caras de “no rompo un plato” de Jorge Marona, o bien las graciosas voces que emitía Ernesto Acher al personificar ciertos personajes (Acher abandonó en grupo en los 80). En muchos casos podíamos entender por fin, que algunas de las risas que se escuchaban en las grabaciones y no respondiendo a una broma verbal, eran a cambio ocasionadas por acciones en el escenario, mismas que resultaban invisibles para un público como nosotros, que sólo podíamos ejercitar el sentido del oído como único medio de disfrutar las actuaciones de LL (lo cual nos tranquilizó, al darnos cuenta que nos estábamos tan tontos, o tan locos).

ejecutados, se puede disfrutar de la variedad de los materiales y objetos comunes que fueron utilizados para construirlos, así como de la habilidad y virtuosismo que requiere su ejecución en sí misma, para finalmente admirar el ingenio invertido en los mecanismos que auxilian en la producción de sonidos musicales de estos maravillosos dispositivos. Han creado instrumentos de cuerda a partir de latas de jamón o botes de dulces, de aliento a partir de tubos de ensaye de laboratorio o de mangueras con embudos, y de percusión, a partir de máquinas de escribir o cocos vacíos (una clasificación taxonómica completa, con ilustraciones, historia y muestras de los sonidos que producen puede encontrase en la página oficial de LL, www.lesluthiers.com. Al hablar de los instrumentos informales de su creación, es pertinente mencionar que el nombre del grupo es originado por esta actividad, pues “luthier” es un artesano dedicado a la elaboración de instrumentos musicales. De acuerdo al sitio de Internet de la RAE, lutier. 1. m. Persona que construye o repara instrumentos musicales de cuerda. De acuerdo al sitio de Internet “Reverso”, luthier. nm fabricant d'instruments à cordes portables). En los 90, también fruto de la tecnología fue la comercialización de las grabaciones de sonido y video en formatos digitales, con la llegada del compact disc, el lasser disc y el DVD. El contar con estos novedosos métodos de almacenamiento y reproducción, hizo que muchas grabaciones clásicas de todo género, fueran regeneradas y “lanzadas” nuevamente, y con ello pudimos hacernos de versiones originales de discos y presentaciones en video de LL. Repasamos los viejos éxitos y comenzamos a “rellenar” una larguísima y muy prolija trayectoria, que no hacía sino dejarnos atónitos, no sólo paro la calidad y diversidad del material, ¡sino por la cantidad de obras, presentaciones y chistes que no conocíamos!

Instrumentos Informales Es importante destacar una aportación clave que resulta posible si se puede “mirar” y no únicamente escuchar a LL, y esta es atestiguar la forma en la que ejecutan sus instrumentos informales. Siendo la creación de dichos instrumentos una de las marcas distintivas y primigenias del grupo, los sonidos que emiten son sólo una parte de la diversión. Cuando se les escucha, la gracia consiste en la incorporación de sonidos simpáticos y extraños a una interpretación, cumpliendo exigentes cánones musicales de armonía, tiempo, tono y color. Pero cuando además se les puede ver mientras son

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Pero los 90 también nos trajeron ni más ni menos ¡que a LL en vivo! Fue la afortunada conjunción entre la reanudación de sus giras a México y el hecho que luego de finalizar la universidad, ya teníamos un salario que nos permitía gastar en ciertos gustos y vicios que antes

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nos eran inalcanzables. La leyenda urbana decía que LL habían dejado de presentarse en México, luego que en su obra “La Tanda”, hacen referencia a la compañía “Televicio”, la cual había sido tomada como una referencia directa a “Televisa”. La verdad, no tengo idea de la veracidad de este rumor, pero ciertamente nos habían “abandonado” por un buen rato. Desde entonces he podido asistir a unos 8 o 9 de sus presentaciones, pudiendo constatar y disfrutar nuevamente de nuestras favoritas de antaño, ampliar nuestro catálogo con nuevas obras y sobre todo disfrutar en directo de todo el humor, gracia y virtuosismos de estos fabulosos ejecutantes-actoreshumoristas-comediantes. En una de esas presentaciones, en específico en el “Teatro de la Ciudad”, logramos quedar en primera fila. Fue maravilloso. Nos tocó el show donde cantan “Vote a Ortega” (distinguido por su hOnestidad) y la recomposición del himno nacional (“¡qué compromiso, que compromiso”!).

Les Luthiers podrían darme sus autógrafos?”. Me miró, se hincó y tomó el programa impreso en forma muy sencilla en una hoja color naranja. Se perdió detrás del telón, y en un tiempo que debió ser menos de 3 minutos salió y me devolvió el programa. Debajo del dibujo que representaba el busto de cada Luthier, había un “garabato”, que podría interpretarse como una firma. Mi cara de asombro y felicidad debió ser para foto. En ese instante, me percaté que al lado mío, estaba otra persona extendiéndole un programa al asistente, pero esta vez, él se negó con la cabeza y nuevamente se perdió en el cortinaje para no aparecer de nueva cuenta. He atesorado este autógrafo por años, y no me atrevo a cuestionar si fue un acto de buena voluntad del asistente al pasar el programa a LL, o sólo se condolió de mí, y para darme una alegría él mismo firmó el programa. Lo más irónico (y luthieresco) del asunto es que, lo he atesorado tan bien, ¡que no me acuerdo a dónde lo atesoré! (como Valentín Moral, que “recuerda aquella noche en que la dejó, pero no se acuerda, ¡en dónde la dejó!”). Evolución y contribuciones. Luego de este “tour de force” en mis habituales y erráticas remembranzas (esperando haber dejado clara la gran influencia que LL ha aportado a mi estilo de “echar desmadre”), encuentro apropiado hacer una breve disertación respecto a la estructura, trasformación y enriquecimiento del humor que se derrocha en sus obras. Para hablar de la evolución del humor de LL, podemos utilizar un enfoque auto contenido, empleando como símil de este proceso, la metamorfosis del aria “La invocación al beso” (por su puesto de la autoría de “Johan Sebastian Mastropiero”), que inicia con una versión donde Teseo implora a náyades, ninfas y mesas (musas) un ósculo de Ariadna, mientras le es arrojado un hálito incierto. Luego del estreno, el empresario solicita un cambio a este fragmento para que tenga una “repercusión emotiva” más cercana en el público, y ahora se escucha a Teseo como pide a Ariadna responder al gemir de su dolor pues sus besos le curan y sus besos le sanan. Pero el empresario no convencido,

Gaita de cámara

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Al final del espectáculo, cuando nos estábamos levantando de nuestros excelentes lugares, no pude resistir la sensación de irme a acercarme al escenario para verificar si acaso habría alguna “rendija” por donde pudiese asomarme. Lo que salió de entre el telón, fue uno de sus asistentes, siempre vestidos de negro y en un arranque de “no sé qué”, le extendí el programa que llevaba yo en la mano y le pregunté, “¿cree usted que

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exigió una versión aún más accesible, que nos lleva a una tonada digna del “Huesito Williams” (¿o Palito Ortega?), a la que se escucha “Bésame muñequita, shalala, bésame muñequita shalala, que si me das un beso shalalala, me vas a besar, shalalala, y yo voy a sentir, shalalala, que me diste un beso, ¡shalalala!”. En forma análoga a la como “La invocación al beso” se hace más accesible para el público, mucho del humor de LL se fue volviendo más inmediato y se liberó del contexto que en algunos casos es necesario para su comprensión y disfrute. La parte interesante es que no se abdica a una forma de humor elaborado para substituirlo en formas más sencillas de comicidad, sino que ambas se mezclan en un balance exquisito, cuya esencia se puede advertir en su cumbia epistemológica “Dilema de amor”, donde el enamorado le pregunta a su pareja si es aristotélica o tomista; Daniel asume que la epistemología es una nueva forma de llamar al coito, por lo que canta que los jóvenes de hoy en día, tan solo con hablar, consiguen llegar al Erasmo (orgasmo), pero al Erasmo de Rotterdam.

Ensayo de “Las majas de bergantín” Hablando ahora de la estructura de su humor, presento una síntesis en forma de una lista de atributos que lo hacen único y fundamental, haciendo que el término “padres fundadores” del desmadre, sea especialmente adecuado para LL. Espero no resulte pretensioso en extremo este intento de descomponer lo fundamental6.

es que no dije monolítico o indivisible. Supongo que las partículas fundamentales del átomo me han generado esta revoltura. Esto debe ser un pie de página. Si no lo puede leer, es que decidí borrarlo.

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La frase anterior, una vez leída, suena como un oxímoron, pues si es posible descomponerlo no es fundamental. Eso me pasa por echarle “tanta crema a mis tacos”. Bueno la verdad

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1) Crítica mordaz al puritanismo intelectual. Caricaturizando al versado erudito / intelectual de pacotilla, que se burla de la ignorancia del populacho y que ahora el resulta burlado, por ejemplo como cuando Marcos Mundstock cambia a la agrupación musical "Collegium Armonicum", por "Maremagnum Marenostrum”, o bien cuando el mismo Marcos menciona el medioevo a Daniel Ravinobich, a lo que él responde: ahhhh, ¿un castrati? 2) Humor dependiente del contexto. Se manifiesta al expresar contraposición de términos o "sin sentidos", los cuales para ser identificados, necesitan del entendimiento mínimo del cuerpo de reglas o conocimiento que son usados como base de la broma, como por ejemplo la personalidad "magnética" del Imán que recibe a Mastropiero, porque "al que a su jefe el Jeque, le aqueja la jaqueca", o las partituras de Offenbach, Beckenbauer Carl María y Von Webber que son analizadas por los estudiantes de la escuela de altos estudios musicales “Manuela”. 3) Habilidad extrema de en el uso de onomatopeyas lingüísticas e intelectuales. Nos referimos a términos creados a partir de similitudes del sonido que se produce al pronunciarlas o similitudes del sentido que tienen, lo cual resulta más fácil explicar utilizando ejemplos, como el de "la vieja leyendo ebria", que Daniel equivocadamente lee cuando se refiere a una "vieja leyenda hebrea", los ya mencionados jóvenes que llegan al "Erasmo" a ritmo de cumbia epistemológica, refiriéndose por partida doble a Erasmo de Rotterdam y al orgasmo, también contamos como ejemplo a las


magnifican o crean el humor, como los gestos de los coristas en "Las majas del Bergantín", cuando pasan alternativamente de bravos marineros a sensuales prisioneras. Los movimientos ejecutados por Carlos Núñez Cortez al seguir las instrucciones dictadas por Daniel Rabinovich en la “Canción para moverse”. Otro ejemplo, es "el diablito" con el que, con una mano, Jorge Marona produce un "sonidito" agudo, mientras con el gesto de una garra implacable que hace referencia a "Belcebú" (que juega junto con Bochini, según Daniel Rabinovich). No puedo evitar mencionar que en México se ha puesto de moda una "melodía bailable" llamada “El sonsonete”, que tomada muy "en serio" este último recurso, haciendo las delicias en las fiestas de barriada, teniendo como base justamente un "sonidito insulso y estridente" (considero que la palabra correcta debe ser "cagante", pero no sé qué opinen los miembros de la RAE y otros cuerpos colegiados de la lingüística española respecto a este término). 6) Construcción y ejecución de instrumentos informales. Por el ingenio al construirlos, por lo novedoso de su sonido, por la habilidad de integrarlos armoniosamente a su música, por la habilidad al tocarlos. 7) Ejecución impecable en diversos ritmos musicales. Incluidas cumbias, tangos, mariachi, salsa, música de cámara, sinfonías, jazz, blues, payadas, triunfos, entre otros. 8) Superposición simultanea de planos humorísticos. La variedad de planos en que se han bromas y chistes, aunque en ocasiones intrincada, resulta divertida. Esta multidimensionalidad se enriqueció y complementó al paso de los años. Enlisto los planos que yo puedo identificar (algunos previamente mencionados). a. Géneros e instrumentos musicales híbridos. Como género la

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canciones de “Lenin, Lenin y McCartney”. En lo personal, considero que este es un ejemplo más armonioso y delicado al que se lleva a cabo en ciertas clases de albures mexicanos, como por ejemplo, cuando se lee el titular ficticio "En Santiago un hijo mató a su padre", en realidad se mancilla al rival diciendo en un plano subyacente: "ti hago un hijo" (el tema de los albures ha sido tratado en parcialidades en diversas ocasiones y pronto habremos de abordarlo con más detalle, no así con seriedad, en ocasiones futuras). 4) Perfeccionamiento de la ley no equivalente de las armonías culteranas y las disonancias humorísticas (elija la definición que prefiera) a. Definición 1. Dos armonías culteranas (más no cultas) crean en apariencia una disonancia intelectual divertida, lo cual, dicho de otra forma equivale a decir que, una harmonía humorística es creada a partir de dos disonancias cultas, las cuales son expresadas como armonías culteranas (es sin más, ni más, "como un fonema onomástico"). b. Definición 2. Dos versos en apariencia inocentes al mezclarlos resultan graciosos y con otro sentido totalmente diferente al original; dos versos sin sentido aparente, al ser mezclados descubren la intención cómica detrás de su creación. c. Definición 3. Los versos contrapuestos (ya mencionados) de "La serenata mariachi", "La payada de la vaca" o de "El Explicao", explican mejor la explicación de esta definición. 5) Humor directo en el escenario. Las mímicas, ademanes, gestos y voces que


b.

c.

d.

e.

“candonga” de los colectiveros que es una mezcla de candombe y milonga, como instrumento el latín o violín de lata. Cambio de contexto semántico con base a una palabra. La tonalidad en todas las partituras consultadas de la Belle Epoque era la misma: blanca amarillenta. Doble sentido. Aunque ya se han dado varios ejemplos, menciono del “Vals del Segundo”, donde “las cuerdas ebrias de gozo se superponen a las flautas, creando un ambiente de bacanal”, o la visita de Mastropiero a “la biblioteca de la opulenta marquesa de Quintanilla, cuyos volúmenes le apasionaban”. Nombres graciosos a sus personajes. Primero que nadie, “Johan Sebastian Mastropiero” que es además su compositor de cabecera, la “Condesa Shortshot”, el jazzista “Johnny Littlebang”, el ídolo de la canción ciudadana “Valentín Moral El Macho”, el “Swami Salibaba”, la “Duquesa de Lowbridge”, el “molusco pardusco”, el psicólogo “Heriberto Shock”, entre muchos otros. Integración de instrumentos informales. Latín, gomhorne, bass pipe a vara, dactilofono, desafinaducha, mangelódicapneumática, etc.

hasta ahora ni al Internet ni los libros de LL o referentes a LL. Estas fuentes fueron dejadas de lado durante la escritura de este artículo, para evitar que la rigurosa precisión y veracidad de la información que contienen, enturbie el desordenado estilo, naturalidad y sinceridad con el que fue escrito. Dicho de otra forma. Mi intención fue la de describir la influencia que he recibido de LL, así como las sensaciones que me produce atestiguar sus ejecuciones y presentaciones, todo desde la silla de uno más de sus espectadores y admiradores. Es imperativo y justo dejar a otros biógrafos y estudiosos de LL (incluidos ellos mismos), la precisión histórica, el meticuloso recuento del contenido de sus obras, la formalidad taxonómica de sus instrumentos, la genealogía y origen de sus personajes y en general la seriedad que requiere la creación del humor inteligente. Epílogo. Debo confesar que leí el libro “Copyrigth” que Jorge Marona escribe con Luis María Pecetti (otro gran contribuyente a mi estilo de desmadre) previo a la escritura de este sencillo homenaje a LL, y luego de haberlo escrito, leí el libro biográfico “Les Luthiers. De la L a la S”, de Daniel Samper Pizano.

Fuera de programa. Como LL nos ha acostumbrado en sus presentaciones, siempre hay un número marcado como “fuera de programa”, que sin importar que de improvisado no tenga nada, forma parte de la tradición lutheriana. De acuerdo con mi propósito original, no he mencionado

Caricatura de Les Luthiers

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También he consultado ocasionalmente algunas veces las páginas de Internet de LL, pero mayormente para verificar si han publicado nuevo material discográfico o

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de video. Claramente, he aprendido mucho más acerca de LL, he podido corroborar cosas que sabía de “oídas”, desmentir algunas leyendas urbanas y en otros casos, a precisar muchos detalles que conocía parcialmente, pero manteniéndome fiel a mí intención de inicio, dejo el texto tal y como lo escribí, para mantener la autenticidad y nitidez de una imagen generada por un aficionado rupestre, sin acceso a muchas fuentes de información formales, que conoció al grupo gracias a un gran amigo nacido en Sudamérica (y por tanto con mayor contacto a la cultura argentina), que cuando comenzó a encontrar casetes, video casetes, acetatos, CDs y DVDs, comenzó a coleccionarlos con avidez, de la misma forma que escuchó y memorizó anécdotas en forma oral o bien leyó piezas parciales de su historia en diarios y revistas.

Los premios Mastropiero

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En septiembre del 2013 viajé a Buenos Aires, y una de mis metas era poder verlos en “casa”, en el teatro Coliseo, pero consultando su página de Internet, descubrí que justo en las fechas en que estuve por allá, ellos se presentarían en Sevilla. Ni hablar, cuando hay para carne es vigilia. Me conformé con comprar un reciente libro de fotografías y dos CD que incluye la banda sonora de varias presentaciones en vivo.

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Desmadres a la gallega Bernardo Marcellín

Lo último que le interesa a estos universitarios es estudiar; en cambio son unos maestros en el arte de divertirse. Su actividad principal no se encuentra en las aulas o en la biblioteca, sino en las calles donde, durante las noches, llevan serenata a sus novias respectivas. En cambio, a lo largo del libro, sólo se tienen una o dos escenas en el salón de clases, escenas que resultan prescindibles para la acción principal, por cierto.

Gerardo Roquer y Paz, el personaje principal, en cierta medida el doble del autor, fue enviado por su padre a Galicia a terminar sus estudios, aunque lo que pretendía realmente el progenitor era alejarlo de la juerga madrileña. En un principio, el protagonista se deja llevar por el aspecto sombrío de la ciudad y se encierra en la posada donde consiguió alojamiento. El mesero Rafael es el encargado de revelarle la verdad: en Santiago también es posible divertirse. Le sugiere que se mude a una casa de huéspedes, propiedad de doña Generosa Carollo, donde viven los estudiantes que vienen de fuera. Gerardo descubre así que la Casa de la Troya – nombrada así por la calle donde se ubica- es el centro de la diversión de los universitarios. Doña Generosa es una figura maternal que protege, y hasta solapa, a sus

Basílica de Santiago de Compostela Pérez Lugín, quien fuera uno de los autores más populares de su época, era muy conocido por el público principalmente porque llevó por muchos años en los periódicos la crónica semanal de las corridas de toros, además de que sus novelas eran siempre muy bien recibidas. Él siguió la carrera de Derecho en Santiago, sin mucho interés ni entusiasmo, es decir que vivió una situación muy parecida a la de los personajes de su novela.

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La austera ciudad de Santiago de Compostela, en Galicia, es reputada por las peregrinaciones multitudinarias que se originaron en la Edad Media y también por su clima permanentemente lluvioso. Es, asimismo, sede de una de las universidades más importantes de España, por lo que, pese a que el cuadro no invita especialmente a ello, se puede afirmar que se trata de una de las capitales europeas del desmadre, al menos si nos atenemos a la descripción que nos hace de la vida estudiantil Alejandro Pérez Lugín (1870-1926) en su novela La casa de la Troya.


inquilinos. La pensión es barata y todos comen en una misma mesa, lo cual resulta conveniente para los estudiantes, quienes siempre andan con poco dinero. Su indigencia es tal que llegan a empeñar sus trajes, y luego, con el dinero que reciben por ellos, se van a jugar –y a perder- al Casino.

esposa de don Ángel, monta varias intrigas con el fin de convencer a Carmiña que Gerardo no la ama (esto pese a que habían acordado casarse tan pronto él acabara sus estudios). En realidad, Carmiña se encuentra secuestrada por sus tutores.

Pese al entusiasmo de haber descubierto los regocijos de la ciudad, Gerardo tendrá que aprender a ser cuidadoso, ya que el antipático Ventura Lozano, amigo del padre, está encargado de dar cuenta de su comportamiento y pronto Gerardo va a constatar que reporta puntualmente sus malas calificaciones y sus lances juveniles, lo que le vale varios regaños epistolares por parte de su progenitor. Pero esto no impedirá al protagonista sumarse al ritmo general de los universitarios. Se divierte y estudia poco, al tiempo que se enamora de Carmiña Castro, pidiendo a sus compañeros que le lleven serenata. Gerardo empieza así a enviar cartas a su amada, quien tiene otros tres pretendientes, en especial Octavio, quien procura imponerse por la fuerza, amenazando a su rival, pese a que Carmiña evidentemente no lo ama. Como si quisiera dejar las cosas bien en claro, en el baile de la Candelaria Carmiña ignora a Octavio y baila con Gerardo. Pero el amor de la doncella no es incondicional: pide a Gerardo que se enmiende y se ponga a estudiar, ya que todos en Santiago están al tanto que es más dado a la fiesta que al derecho.

Fotograma de “La Casa de Troya” El enredo se complica cuando llega a Santiago una tropa de cómicos. Después de la función, los estudiantes van con ellos a la taberna y, al poco tiempo, al calor de las copas, inicia una pelea tras la cual son todos detenidos. En la austera ciudad se desata el escándalo en el cual Gerardo ocupa un lugar prominente, ya que lo vieron salir de prisión dando el brazo a una de las actrices, la “Pachequita”, de no muy buena reputación, por cierto. Aterrada al leer los periódicos, donde se brinda una horrífica descripción de los acontecimientos, Carmiña decide terminar con Gerardo.

el amor de la doncella no es incondicional: pide a Gerardo que se enmiende

A su vez, el padre de Gerardo también se enteró del escándalo por medio de Ventura Lozano. Pero el chismoso tendrá que enfrentar las consecuencias de sus poco relucientes actos: Gerardo y los demás estudiantes lo confrontan, amenazándolo con publicar en los diarios detalles de su vida.

En este punto, la acción de la novela va a adquirir muchos elementos de comedia, con una trama que en gran medida recuerda una obra de teatro: los héroes que se aman pese a la posibilidad de que se le imponga a ella un matrimonio que no desea, situación que se torna aún más plausible cuando el padre de Carmiña muere repentinamente y ella queda a cargo de su tío y tutor, don Ángel. Este hombre resulta ser el padrastro de Octavio; Jacinta, la madre del barbaján y segunda

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Llega entonces el clímax de la comedia. Gerardo trata de ver a Carmiña, pero Jacinta le dice que ella no lo quiere ver. Aunque trataron de ocultarle la visita de su pretendiente, la joven se enteró y comprende que él la ama. También se da cuenta de que lo que buscan es casarla con Octavio, lo que la impulsa a la acción. Para escapar de la vigilancia de sus tutores, Carmiña pide ir a

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Santiago para visitar a su confesor, a quien pide ayuda tras explicarle lo que ocurre. Mientras tanto, tras el fallido intento de Gerardo por entrevistarse con su amada, los estudiantes suponen que la tienen secuestrada y organizan una expedición de rescate, con la idea de que, una vez liberada la joven, los novios se casen en secreto. Ya en plena operación, se dan cuenta que Carmiña ya no se encuentra con sus tutores, pero don Ángel rehúsa decir qué fue de ella. Sólo después de un tiempo se enteran que ella está en el convento de la Purísima y Gerardo se hace pasar por el asistente de un médico para poder entrar. Viene entonces la hermosa (y cursi) escena de la reconciliación de ambos.

Cuando todo apunta a un final feliz, surge de nuevo don Ventura, nombrado alcalde interino de Santiago, quien toma la genial decisión de prohibir las serenatas, es decir que priva de su principal actividad a los estudiantes. Estos forman entonces el “Batallón de Voluntarios del Silencio”, que se dedica a seguir a Ventura Lozano por todas partes, aunque, claro, sin hacer ruido. Intimidado por la silenciosa cacería, el alcalde interino revoca finalmente la prohibición. El padre de Gerardo se torna más flexible y logra que don Ángel acepte la boda de Gerardo y Carmiña. Es el momento del happy end y, tras el banquete de fin de curso, al que asisten los principales personajes de la novela, Gerardo y Carmiña se casan.

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Así, a final de cuentas, la moraleja de la novela es sencilla: lo propio de los estudiantes, es el desmadre. No hay que pedirles otra cosa.

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Sabes que carnalazo Paco Olvera

Con este saludo característico es que TinTán iniciaba un sketch con su carnal Marcelo, que ocupa una posición de privilegio en mis recuerdos. En mi infancia me encantaba como este flacucho de bigote delgadito y bien recortado se pasaba cotorreando a todo mundo y enamorando a las muchachas. De hecho mi papá usaba así el bigote, aunque él se inspiraba más bien en Clark Gable, pero de alguna forma, si mi papá y TinTán lo usaban, pues se convirtió para mí en una marca de admiración. Veíamos a los cómicos de la edad de oro del cine nacional en blanco y negro, que pasaban en el canal 4, desde Manolín y Chilinsky, pasando por Ángel Garaza, Joaquín Pardavé, Cantinflas, Resortes y hasta Clavillazo, pero a quién más admirábamos era a TinTán.

intencionado habitante de las vecindades, decidido a hacer el bien, de meterse en líos para ayudar a los más humildes y el de ser un ladrón de buen corazón. Esto tiene que ver con mi propio entorno, pues mi tío Luis y mis primos los conocí viviendo en una vecindad, dónde tuve oportunidad de conocer a una serie de personajes míticos, como “El tijera de oro”, “La francesa” que tenía una tienda y a don Ángel, que le aseguraba a mis primos que tenía una rata de seis patas, y que cuando la pensaba llevar al museo, se la había comido el “Monín”, gato que pertenecía a la tendera Gala. De alguna forma supongo que estas conexiones inconscientes hacían que me pareciera realista la trama de sus películas y además, prefería el desmoche que él echaba comparado con la sufridera de Pedro Infante o David Silva, a quienes admiraba, pero que no los disfrutaba tanto. TinTán era incluyente, pues así como bailaba con Marga López, Rosita Quintana, Silvia Pinal, Amalia Aguilar, Meche Barba, Ana Bertha Lepe, María Antonieta Pons, Tongolele, Ninón Sevilla y otras “piernudotas”, también bailaba con “Vitola” o se juntaba con el “enano TúnTún”, cuyo nombre podría producir cierta armonía cómica con “TinTán”.

Elegante, galán y desmadroso De muchas formas, tanto a Nacho mi hermano como a mí, nos parecía más factible, y no es que hiciéramos un profundo análisis del perfil psicológico de todos estos cómicos, pero tratando de decirlo en una forma sencilla, se nos figuraba que TinTán podría entrar un día de esos a una fiesta en la casa, pedir un “Tequesquite” o un “highball” y ponerse a cotorrear con otros invitados. Es interesante comentar que, cuando se convirtió en una figura a seguir durante mi infancia, no lo era tanto en su personaje de pachuco (al que aprendía a admirar en mi juventud), sino cuando parecía un decente y bien

Músico Poeta y Loco

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A veces, no veíamos la película completa, sino que alguno de los hermanos gritaba, “¡Ya va a salir el Niño

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de Pecho!”, y los demás corríamos al cuarto de TV (que también era el de costura y luego por la noche recamara de mi abuelita), para presenciar como comenzaban los pases de capa, “¡Ole, con ole, maja salerosa!”. En esta época ya no usaba ropa extravagante, pero sabía inglés y tenía un corte de pelo parecido a los que Fernando el maestro peluquero de la “Olímpica” le hacía a los muchachos que frecuentaban su local (a nosotros por un buen rato nos cortaron con un “flequito de Príncipe Valiente”, que procurábamos asociar con los Beatles, para no sentirnos tan ridículos). El puente en mis recuerdos a su etapa original de Pachuco, que a mí me tocó conocer en mi adolescencia, era la película donde salían muchos famosos y el hacía un sketch con Marcelo, creo que era “Reportaje” y salía diciendo, “Señor juez, ¡es que este carnaval me quiere robar mi inspiration!” Podríamos decir que para mí, primero fue “El Rey del Barrio” y luego el Pachuco.

dejaran cotorrear, como describe Paco Miller que lo encontró, en una estación de radio donde comenzó a tener espacio para hablar, luego que cuando le pidieron probar un micrófono, se puso a echar desmadre imitando al “Flaco de Oro” o al “Samurái de la canción”. Creo que no pensábamos en el él como un actor, sino como un cuate relajiento de quien más que ficción, hacían representaciones de anécdotas que le habrían ocurrido. También en mi etapa de adulto, aprendí a disfrutar su forma de cantar (que reconozco también en su hermano Manuel “Loco” Valdés”), comenzando por su puesto por “Bonita, como aquellos que yo tuve en los días, olvidados de ayer”, y no muy lejos “Tus besos se llegaron a recrear, aquí en mi boca”. Fueron años los que tardé en saber que esta canción se llama “Nomás contigo”. Yo no sé quién las cantó antes que él, pero para mí es como escuchar “Cantares” y pensar en Joan Manuel Serrat antes que en Antonio Machado (con cierta injusticia, pero así me pasa, pos que le voy a hacer).

como la ves carnal, si aquí me suelto bailando con las chamaconas, mientras le voy dictando el rythm Ya de adulto, conocí más de él, en sus recopilaciones de discos, algunos afortunadamente tomados de la pista de sonido de sus películas, con las maravillosas imperfecciones que le daban la autenticidad que me hacía sentir que yo alguna vez podría conseguir. No era el que mejor cantaba, ni el que mejor bailaba o el más galán, pero indudablemente, ¡era el que más desmadre echaba! Puedo decir que más que un cómico, era un despapalloso natural. Ya fuera que se situara en la época de las cavernas, como espadachín, cirquero, hombre mosca o profesor de música, no parecía tener un libreto, sino que les decía a todos, incluido el director, “como la ves carnal, si aquí me suelto bailando con las chamaconas, mientras le voy dictando el rythm aquí al maistro va tocando lo que yo le pida, y nos vamos llevando la escena”. Las grabaciones dejan claro que su humor provenía y regresaba a los “cabaretes”, las caravanas, en el radio o cualquier espacio donde lo

Con Vitola en el “Rey del barrio”

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Entre las creaciones que no recuerdo con precisión cuando entraron a mi ideario, pero que me fascinan son “El Ceniciento”, con el gran Andrés Soler, “entonces, ¿usted es mi hado padrino?, déjalo en padrino, así está bien”, o cuando “son la muchachas Dávalos, ¿daba los que padrino?, luego te explico muchacho”. Cuando salía con Wolf Rubisnkys y confundía a su malvado compañera con “la patas de hilo”, que había sido su

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novia de la infancia. Nos encantaban “Los fantasmas y una muchacha”, con esos recursos tan “simplones” de montarlos en un fondo nocturno y que pareciera que volaban, y no era que nos engañaran, sino que era bonito que nosotros mismos tuviéramos la oportunidad de acostarnos de “panza”, extender los brazos y hacerle igual que ellos, claro, sin sombreros de copa o smoking. Los títulos de sus películas, que con el tiempo fui entendiendo eran en muchas casos parodias de clásicos de la literatura o del cine, como “Rififi entre las Mujeres”, “Tres Mosqueteros y Medio”, “Rebelde sin casa”, “Tintanson Crusoe”, “El violetero” (una mezcla de homenaje a “Tizoc” con crítica social) o “Chucho el Remendado” (ya en alguna ocasión he platicado que somos descendientes de Jesús Arriaga “Chucho el Roto”). También me impacto verlo en “La vida inútil de Pito Pérez”, que de chavo me causo mucho trabajo en digerir, pues yo estaba esperando “¿y a qué hora empieza a echar desmadre?”; ya adulto la vi y me parece una muy buena actuación. Ahora que he leído acerca de su vida, es muy agradable enterarme que para muchos, en la vida real era como sus personajes de las películas, lo cual me deja claro que no me parecía “factible” nomás porque sí.

breve remembranza de este padre fundador del desmadre, hablando del doblaje del oso Baloo en “El libro de la Selva” y del gato O’Malley en “Los Aristogatos”. Nos encantaba identificar su voz y adivinarlo en los personajes, “eres una alhajita” le decía a Mowli o “¡nooooo!, yo pensé que eran cisnes”, se burla de las hermanas ganso que se unen a acompañar a “La Duquecita” y a sus hijitos de vuelta a casa. Creo que fue la única actuación contemporánea de TinTán que me tocó disfrutar, y nos sentíamos muy orgullosos de haberlo reconocido sin la orientación de los adultos.

“Pelando la mazorca” con el autor No cabe duda, que este carnal (como le sigo llamando a mis hermanos), nació echando desmadre, pues hasta su propio nombre, suena a puro cotorreo: Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo, llamado TinTán, que usaba muy buena garra, y en el barrio le decían el “Griego”, por el perfil.

El Rey del Barrio

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Algunas vez, en un obituario a “Chita la de Tarzán”, recordaba a “Chucho el chango”, que fue compañero de TinTán en sus películas de Chanoc, pero no es un recuerdo que me agrade, por lo que voy a finalizar esta

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Haciéndole al cuento Monstruos Felipe Kadik

La doctora regresó del baño caminando junto a la ventana a través de la cual se filtraba la luz del sol y me pareció notar que evitaba el contacto con ella al pasar por ahí. ¡son solamente ideas mías!, pensé.

ya salía de viaje de negocios en ese momento. Una vez en el cuarto lo hicimos: Abrimos el libro de par en par. El libro mostraba a los lindos ratoncitos en colores pastel haciendo las funciones de las personas en esa idílica ciudad. Mi padre volvió a reír y por alguna razón sentí que esta vez era de mí. De pronto y de manera por demás extraña la estancia se llenó por completo de esa risa y yo no pude más y salí corriendo y llorando, huyendo de ese infierno de culpa… Después de ello mi mamá me diría que mi papá desapareció y no fue encontrado. Que nunca llegó a su destino y que nadie sabía nada de él. Me lo dijo llorando pero yo fui muy valiente y no derramé ni una sola lágrima.

Cuando llegó al sillón se disculpó sonriendo y se sentó a continuar tomando nota de lo que yo le decía… entonces agregué: “… Cuando era apenas un niño mi papá me regaló un libro con ilustraciones de una ciudad poblada por ratoncitos. Le pregunté entonces a mi papi desde la candidez de mis cinco años si esa ciudad existía así: con esos colores pastel, con esos simpáticos ratoncitos habitándola… tomando el lugar de las personas… Su respuesta fue un tajante: “¡NO, esas son puras fantasías de los autores!”. Me puse muy triste por ello.

Cuando estuve de nuevo a solas en mi habitación abrí de nuevo el libro y en él los ratones destrozaban y devoraban en vida a mi padre y él aparecía con esas expresiones de terror en el rostro que antes tenían las otras víctimas de esos seres infernales pero ya no le dije nada a nadie por miedo a que se burlaran de nuevo de mí. Guardé el libro muy bien entre muchos otros. Sucedió tiempo después lo mismo que con mi padre: Con un perro que me mordió, con unos chicos que se burlaban de mí camino a la primaria, con una chica que me ignoró en la secundaria, con la maestra que me castigó cuando me escuchó discutiendo con esa niña y notó su ausencia, con la directora de la escuela que llamó a la policía y con el detective que llegó de metiche a investigar las desapariciones de: alumna, maestra y directora. Todos desaparecieron… entre los dientes de los ratoncitos. La policía local se cansó de investigar y nunca encontraron a nadie. Ni rastro.

A solas en mi cuarto abrí de nuevo el libro… Dibujados en colores tétricos los ratones con ojos inyectados de sangre daban cuenta con sus garras y fauces entre todos ellos de personas aún con vida, presas del terror. Aterrado por ello, con el alma en un hilo… fui corriendo a contárselo a mi papá. Él se rió en cuanto se lo dije pero accedió a ir a mi recámara y abrir el libro aunque

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Después todo volvió a la normalidad pero recientemente tuve un altercado con mi jefe en la

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oficina y él ha desaparecido también. De manera por demás misteriosa. Aún conservo el libro de los ratoncitos pero ahora quiero pensar que todo fue una pesadilla. La verdad no me atrevo a mirar a su interior… " -¡No te hagas pendejo!, me interrumpió una voz. Volteé a mirar a la psicóloga sentada en el sillón frente a mí. Ella estaba escribiendo pero se detuvo, dejó el bolígrafo a un lado y levantó la cabeza hacía mí también, sin hablar, mirándome fijamente a los ojos. Esa extraña voz continuó entrando a mi cabeza diciéndome: “No son los ratoncitos. El libro siempre fue el mismo. Yo sé cómo lo haces. Sé hacer lo mismo…” Acto seguido el rostro de la doctora se transformó por completo y me sonrió extrañamente mostrando sus

afilados colmillos y de un ágil salto ¡se situó justo frente a mí…! Solamente alcancé a mirar de soslayo al reloj de pared del consultorio y vi que aún quedaban diez minutos de la primera hora de terapia. ¡DIEZ MINUTOS SOLAMENTE antes que alguien llegara…! … Al cerrar la puerta tras de mí, respiré aliviado, seguro de que no encontrarían jamás el cadáver de la psicóloga. Después de devorarla aún viva los ratoncitos habían hecho la limpieza como en ocasiones anteriores. Y esta vez en sólo diez minutos. ¡Un nuevo récord!

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Alumno abusado Felipe Kadik

Agustín le tenía envidia a Lalito pues era mejor en la escuela a pesar de ser un año menor que todos los niños en el salón de segundo de primaria. Pero Agustín era más veloz. Nadie le ganaba a las carreras. Así que se acercó a Lalito y le dio un sonoro y humillante golpe con la palma de la mano en la cabeza para molestarlo, al tiempo que le decía: ¡Cara de idiota!. Lalito por supuesto se puso a perseguir a Agustín durante toda la hora del recreo, sin éxito alguno. Cada vez que estaba a punto de alcanzarlo Agustín disminuía su carrera y cuando ya estaba a punto de atraparlo le decía de nuevo: ¡Cara de idiota! y salía corriendo a toda velocidad lo que hacía que Lalito cada vez estuviera más y más enojado. Al terminar el recreo y llegar a la formación antes de entrar al salón tuvieron que detenerse. Lalito, cansadísimo se abalanzó contra Agustín para desquitar su ira pero Yolanda, la maestra de ambos, quien venía caminando de la dirección los vio por una ventana y se acercó corriendo a ellos deteniendo inmediatamente las acciones. Acto seguido les preguntó la razón por la que reñían. Lalito, entre sollozos, le dijo a la maestra lo que pasó y aún llorando y con la frustración reflejad en su rostro le pidió que lo dejara desquitarse. La maestra tuvo otra idea: Tomar la justicia entre sus manos, como acostumbraba ¡y vaya que tenía fama de ser muy estricta y no tolerar los abusos! Así que los llevó al salón, aferrando a uno en cada mano para que no pelearan más. Los sentó en sus lugares y cuando los demás alumnos ya habían entrado llamó a los dos rijosos al frente. Le pidió a Lalito que llevara su cuaderno e hizo que Agustín se disculpara con él por llamarle "cara de idiota"... de rodillas... y enfrente de toda la clase... y le dijo a continuación a Agustín que repitiera en voz alta, para que todos escucharan, una por una las notas de Lalito mientras lo hacía revisar todas las tareas en el cuaderno. Todas ellas eran notas perfectas. Al finalizar la maestra le preguntó al grupo: ¿entonces ... ahora... quién es para todos ustedes el

idiota?. Todo el grupo dijo a coro: ¡Agustín, profesora! La maestra concluyó diciendo: "La lección de hoy es que debemos de luchar contra los abusos. No podemos permitir que sucedan" Los dos regresaron a sus asientos. Agustín iba devastado y llorando. Lalito, en silencio, iba abrumado por la situación.

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Le pareció que lo que hizo la maestra no era lo correcto. ¡Maldita vieja abusiva! ¡Así no se hacen las cosas!, pensó. Él tenía una idea mejor: pondría en su lugar a Agustín y de paso a la maestra también. A los dos por abusivos... Esa noche entre las sombras Lalito se escurrió hasta la casa de la maestra Yolanda y la desnucó con golpes de un bat hasta que lo hizo pedazos mientras ella dormía. A continuación, perfeccionista como era, borró todas y cada una de sus huellas y dejó a propósito la puerta principal abierta como si hubiese sido un descuido. Se armó un escándalo terrible en el vecindario al día siguiente. La policía investigó y llegó a la conclusión de que el asesino era Agustín. El juguete tenía sus iniciales y Agustín tenía un móvil: acababa de ser humillado en público por la maestra. Y todo un

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humillación delante de todos seguida de la falsa acusación de asesinato a edad tan temprana lo confundió tanto que le rompió la psique. Lalito por su parte ese día, sonriendo, antes de dormir pensó: "Me gustó la lección de hoy... es bueno esto de luchar contra los abusos".

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grupo de niños era testigo. Y por supuesto la maestra no podía declarar ya. Lo que la policía no sabía era que Lalito había hurtado ese juguete de la casa de Agustín minutos antes de desnucar a la maestra. A Agustín se lo llevaron, entre el llanto de su madre, a un consejo tutelar para menores. Ese fue el inicio de un constante entrar y salir de ese tipo de instituciones. Al parecer la

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Aparición Felipe Kadik

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Hace unos días me levanté a medianoche al baño y escuché el lejano murmullo de unos rezos como a través de una de las paredes del departamento. A pesar del miedo que me embargó de inmediato, la curiosidad me llevó a seguir el sonido y ello me condujo a una grieta en una de las habitaciones, justo detrás de un librero el cual moví, no sin esfuerzo, para atisbar. Fue entonces que vislumbré apenas a las cuatro, en penumbras, cargando un ataúd. No podía distinguir lo que decía el papel que lo acompañaba. Noche tras noche desde ese día volví a las doce puntualmente y a través de la misma grieta pude verlas sin falta, rezando entre dientes y cargando el ataúd, moviéndose con él a cuestas, con paso cansino... Esta noche he descubierto, con ayuda de unos catalejos, mi nombre escrito en el papel.

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La Sociedad de los poetas nonatos Wanderlust Alex Hernández

Inicio del viaje en tus dedos, el puerto aerostático de mis deseos (no: el inicio es el aroma del viento que va del mar al desierto). Vago lentamente por tu brazo mientras escucho tus palabras como un río la narración de lo que ha sido: tu territorio fue puesto bajo fuego, más de una fuerza trató de someterlo; desde el centro de tu plaza desnuda del torso hablaste frente a todos; mostraste tu tesoro sin cautela en el bazar mostraste maravillas, efecto ya sabido: exaltación de los deseos también la agitación de la codicia. Sin mérito en mi parte, me esperas en el nártex me muestras el sacro lugar de tus secretos como alfa y omega, desde el cero a transfinitos tú tienes un aleph con la verdad de Jackson Pollock,

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con la verdad de todos los 4’33’’ posibles.

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Despierto en un patio de piedra paseo por tus piernas, el sitio más suave del planeta parecen interminablemente rectas pero según camino se forma el signo medieval del laberinto: mientras más lejos, más cerca estoy mientras más cerca, más lejos del centro. Tropiezo con otro de tus signos es el lunar que atisbo como en la noche un faro guía cuando las olas gritan “ahora” y al otro instante, “retrocede”. Rozan mis labios el territorio apenas descubierto el delta fértil donde encuentro sentada en la higuera la joven con quien sueña Markandeya que se dirige a mí: “estáis cansado, entra en mi cuerpo”. Enfilo proa al encuentro escucho el canto de míticas mujeres también escucho un coro desde lo alto que intenta detenerme más olvidé atarme RLV 13

y salto hacia las olas…

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Confieso que mi mente se encuentra intoxicada de historias de viajeros. Con una paciencia que no es mía el atlas compilé de tus lugares las ciudades no vistas del Kan y Marco Polo las de las nuevas repúblicas perfectas las de desgracias y desdichas ciudades aéreas, ciudades submarinas. Como si fueran un dibujo de Escher se unen los lugares de la mente con las ciudades reales donde sueño verte.

El día más peligroso toqué la cima del Karakorum 2, se desató ventisca; el día más frío viví el infierno antártico de Scott; el día de sed en el Sahara al que una vez me condenaste por meses, años, siglos.

Despierto otra vez en la plaza soleada es día de fiesta y mis dedos bailan la danza del gozo en tu vientre. Un día lluvioso RLV 13

oficiarás sobre la torre

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y me abrirás el tórax. Mas no hay remedio, ni lo busco nací extrañando tus lugares nací con el deseo de viajarte

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eres mi Roma, y todos los caminos…

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Writer Hero Soneto para todo público Halvard Johnson, versión de Alex Hernández. Me gustaría que este soneto fuera tan dulce y tierno y asexuado, como cualquier escena con Diane Keaton y Steve Martin. Me gustaría que tuviera un tono tan grato como el de Anita O’Day cantando “Alondra”. Me gustaría que mi soneto estuviera lleno de niños, pero al mismo tiempo que la concepción, el embarazo y el alumbramiento estuvieran ausentes. Sus oídos serían oídos que nunca hubiesen escuchado “feto” o “coger” o “partes nobles.” Su periódico familiar sólo tendría noticias de compromisos, bodas y nacimientos. Las imágenes de guerra, de cuerpos destrozados y mutilados nunca aparecerían aquí. Sin nombres de muertos, por favor. Todos ellos ya no tienen nombre, a menos, claro, que sean abuelita o abuelito o, ¡qué tristeza!, el pequeño Rexie, quien no llegó a ser un perro adulto, o ese gatito sin nombre que encontramos aquella vez en el terreno baldío de atrás y al cual Junior le pasó encima con su patineta, sin querer claro. Como Steve Martin con su pelo plateado, este soneto mueve apenado su cabeza, y torna (brevemente) su vista al Cielo.

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Al valle de las calacas JEP Alex Hernández

Dijo, y lo hemos escuchado de nuevo en estos días, que su única riqueza era la lengua en que nació (en que nacimos) y su única ambición escribir bien, que en otras palabras es dar buen uso a esa lengua.

La decepción de la lucha amorosa y la lucha libre, fantasmas, ritos de sacrificios humanos, seres sobrenaturales que desaparecen niños, en fin un mundo de espanto real e imaginario en los cuentos del Principio del placer.

¿Y qué es escribir bien? Tres cosas fundamentales. La primera es encontrar el mundo una posibilidad o una perspectiva que descubra, esto es, que remueva la cubierta del mundo. La segunda es que su vehículo sea la lengua como caudal de palabras que al agruparse de cierta forma no sólo describen o desvelan, sino que se hacen parte del mundo. Y la tercera es que llegue de forma generosa a quienes leen. Sabemos que no siempre los premios literarios recompensan con justicia este hacer del escritor, sino que obedecen a cuestiones políticas o de capacidad de influencia en los comités evaluadores. Pero en el caso del Cervantes a JEP la lengua española se honró a sí misma con especial justicia y felicidad. ¿Qué descubrió JEP?

El rotundo volumen Tarde o temprano editado por el FCE compila sus poemas desde 1956 hasta 2009. Nada le resulta ajeno. Mundo vegetal y mundo animal, cerámica prehispánica, lugares, fantasmas de escritores conversando entre sí, imágenes de muertas aún más bellas que si vivas, la mirada de un niño con síndrome de Down, el testimonio de la lenta caída de las ciudades, especialmente de la Ciudad de México, sonetos escritos por dictadores de sangrientas utopías asiáticas, la música y los músicos, el silencio. El resultado es una especie de aleph no sólo de imágenes

En medio de la constancia de un mundo salvaje (la sociedad mexicana en el alemanismo, que no es tan diferente de la actual), un ser débil (el niño Carlos) que se enamora de un imposible (Mariana, la madre de su amigo) y se enfrenta al mundo con resultados de catástrofe. ¿Hay algo más quijotesco que las Batallas del desierto?

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La certeza de un holocausto interminable que va desde la Roma de Tito Livio hasta los hornos de Auschwitz en Morirás lejos.

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de lugares, sino de las dimensiones extrafísicas del mundo.

pero ellos a su vez encontrarían poco deseables

Una muestra de ese vasto universo es Cerámica de Colima. Como puede verse en este botón de muestra, la constante de la poesía de Pacheco es que siempre dice más de lo que dice.

las estatuas griegas.

Para las dos figuras de barro sólo importa el placer,

Cerámica de Colima

su placer tan suyo. Y siguen ligados,

La colección incluye algunas piezas

por los siglos amándose,

de las que ocultan los museos.

en piedra que fue lodo original,

En varias de ellas

humus, magma,

hombre y mujer

principio y fin de toda vida en la tierra.

forman un solo bloque enlazado.

Cuando después de tanto amor se produzca

No son estatuas funerarias sino tal vez

el orgasmo que comenzó cuando Batu Kan

vasijas que contuvieron agua y saciaron la sed.

amenazaba al mundo blanco que hoy nos desprecia

O son la pornotopia precolombina,

estallará el planeta.

el Edén sexual de los antiguos mexicanos:

Pero entretanto

sólo el placer

ellos siguen gozando la libertad

sin justificación reproductora.

de las bestias que se hacen dioses. Así los amantes Recordamos también que algunos de los poemas resultantes de su atenta observación de los animales, nuestros maltratados compañeros en este mundo, fueron coleccionados en una especie de cuaderno de estampas llamado Álbum de zoología, con ilustraciones de Francisco Toledo. Un ejemplo que muestra esa

llevan más de mil años en el abrazo insoluble. Desde el punto de vista de Apolo de Praxíteles o de la Venus de Milo

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no son hermosos;

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mirada, al principio hiperrealista y después casi religiosa, es Perra en tierra.

en estas condiciones más que hostiles: los que se ríen, los que apedrean a los formicantes,

Perra en la tierra

celosos del placer que les electriza las vulneradas pelambres

La manada de perros sigue a la perra

y de la llama seminal encendida

por las calles inhabitables de México.

en la orgásmica entraña de la perra.

Perros muy sucios,

La perra-diosa,

cojitrancos y tuertos,

la hembra eterna que lleva

malheridos

en su ajetreado lomo las galaxias, el peso

y cubiertos de llagas supurantes.

del universo que se expande sin tregua.

Condenados a muerte

Por un segundo ella es el centro de todo.

y por lo pronto al hambre y la errancia.

Es la materia que no cesa. Es el templo

Algunos cargan

de este placer sin posesión ni mañana

signos de antigua pertenencia a unos amos

que durará mientras subsista este punto,

que los perdieron o los expulsaron.

esta molécula de esplendor y miseria,

Ya pocos pueden

átomo errante que llamamos la tierra.

darse el lujo de tener un perro. Y mientras alguien se decide a matarlos

Poseedor de una erudición siempre generosa, la utilizó para traer al presente el canto de siempre, el Canticum canticorum o Cantar de los cantares, con una voz que parece cantarlo como por primera vez.

siguen los perros a la perra. La huelen todos, se consultan, se excitan con su aroma de perra. Le dan menudos y lascivos mordiscos. La montan uno por uno en una ordenada sucesión. No hay orgía

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sino una ceremonia sagrada, aunque sea

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“1980: Triunfo de Iris Chacón en 10, la mujer perfecta. Rigo Tovar asesinado en París. El exactor Luis Sandrini llega a la presidencia de la Gran Colombia. “Es el fin. Es como si aquí hubiéramos elegido a Ronald Reagan”, ironiza la publicación antiimperialista The National Review.”

Con toda modestia, declaró que su paso por la tierra quedó justificado al actuar como amanuense de Juan José Arreola para el Bestiario. Con un poco más de justicia, diremos que fue amanuense del espíritu de estos tiempos.

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Semana a semana, durante largos años, publicó una columna en la revista Proceso, siempre con brillo sobre los aspectos más diversos. Particularmente presente tengo yo el recuerdo de su singular invención, la computadora If, con la que re-escribió la historia mundial a partir de un solo evento: que en el Congreso Anfictiónico de Panamá de acuerda la creación de la república de la Gran Colombia. La última proyección conocida de If corresponde al año de 1980 y reza así:

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Desde entonces, no me preguntes cómo pasa el tiempo Paco Olvera

Estábamos escuchando el radio en el coche. La noticia nos dejó fríos. “Ya de nos están yendo todo los grandes, ¿no papá?”, dijo m’ija. Si, en efecto, se nos siguen mudando muchos al valle de las calacas, y don José Emilio no se quiso quedar atrás. La primera novela que me hizo meditar que vivimos inmersos en el futuro pasado, fue “Batallas en el desierto”. La compré en una semana del libro en la librería de la UAM Iztapalapa, cuando nos daban vales a los profes para comprar lo que quisiéramos (o pudiéramos). Por una especie de terquedad de ir contra los roles establecidos, muchos de los chamacos que en aquel entonces enseñábamos en las carreras de ingeniería, queríamos romper el molde que se nos había asignado, y leíamos mucha literatura que no era técnica. No sé si hacíamos las cosas correctas por los motivos equivocados, pero lo que realmente importa es que lo hicimos. Mientras leía las remembranzas del narrador de las áridas batallas, no podía quitarme un pensamiento de la cabeza: “esto bien me pudo haber pasado a mí”. La cercanía del relato, la descripción de una nueva burguesía decadente, que rodeaba a los jóvenes y poderosos políticos de una nueva era en una naciente nación, me hacían recordar las murmuraciones de los adultos cuando pasaba la “madame”, guapa y “segundo frente” de un conocido industrial textil de mi pueblo, o bien las primeras y ocultas excitaciones que nos provocaban algunas señoras que paseaban por las calles del pueblo.

bien con mis experiencias juveniles 30 años después, en una sociedad preservada por las barreras de comunicación, podíamos decir que todos en mi “rancho” vivíamos nuestro presente en el pasado de la capital (en aquella época las películas se estrenaban en el DF 6 meses después que en Nueva York, y en Tulancingo, otros 3 meses más tarde que en la “Capirucha)”. No dedicaré palabras a la decepción que me causó ver la película que basó su trama en esta gran novela, a pesar de ser protagonizada por una actriz que en mis tiempos universitarios me parecía sería la encarnación de Mariana (luego de verla en las páginas centrales del “Play Boy”, ¡que desperdicio de concupiscencia!).

, podíamos decir que todos en mi “rancho” vivíamos nuestro presente en el pasado de la capital

Compré varios libros y disfruté de sus poemas, a tal grado que, cuando fui a visitar a mi gran amiga Conchita para desearle que se recuperara pronto de un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida (y mi vida, pero no directamente en el percance), le regalé “Desde Entonces”, escribiéndole una dedicatoria y señalándole un verso en la página 16. Y como en otras ocasiones he narrado, el mágico momento de una declaración de amor amordazada por la timidez, se convirtió en una

Colección personal

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La denuncia de una hipocresía burguesa “de pueblo”, aunque retratada en los años cincuenta, cazaba muy

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broma inolvidable, que mi futuro suegro me hizo, cuando revisando el libro que con orgullo mi futura esposa mostraba a sus familiares que la acompañaban para cuidarle en su recuperación, se dio cuenta que ¡había olvidado quitarle el precio! En la esquina superior derecha aún se puede leer, emborronado un letrero que reza “7,800”, pesos de “los viejos”, que no llegan ni a diez de los pesos actuales. Y “Desde Entonces” don José Emilio Pacheco nos hubo de acompañar, y cada que leo el verso de la página 16, y veo lo que hemos viajado, lo que hemos aprendido y lo que nos hemos amado, y a mi hija triste por su muerte, me es inevitable caer dulcemente en otro un lugar común que no me ofende, cuando tengo que afirmar que “No me preguntes cómo pasa el tiempo”. Paco Olvera Marzo de 2014

Bagatela Para quién no haya visto lo que yo vi parecerámentira lo que pasó. El mundo es diferente. Todo cambió. No volverá a ser mío lo que perdí. ¿Dónde estará el pasado que terminó? ¿Cuál camino transita quien antes fui y aunque tenga mi nombre ya no soy yo? Para quién no haya visto lo que yo vi parecerá mentira lo que pasó.

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José Emilio Pacheco – “Desde Entonces”

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Breve nota en memoria de Seamus Heaney. Alex Hernández

Hace algún tiempo pude leer con cierto detenimiento un ensayo de Seamus Heaney, "El interesante caso de Nerón, el coñac de Chejóv y un golpeador", que sirve como introducción de su libro "The Government of the Tongue". Frente a las figuras de Nerón, que irresponsablemente toca su lira mientras Roma arde; de Wilfred Owen, que narra la crudeza del frente de guerra en la primera guerra mundial; de Sorley McLean, agobiado por el deber de ir a España a socorrer a los republicanos; de Anton Chejov, que se bebe una botella de coñac antes de entrar en el infierno de Sakhalin a purgar el deber de describir precisamente el infierno para salir como hombre libre; y en fin, de Zbigniew Herbert que aspira a salvar del caos de la historia tan sólo a dos palabras: verdad y justicia; frente a ellos, digo, contrasta la figura de Osip Mandelstam, a quien encontramos según Heaney "cantando en medio de la noche estalinista, afirmando el humanismo esencial del acto de la poesía contra la tiranía humana". Y viene entonces lo que me parece es la pièce de résistance del ensayo, que además es una declaración de principios de Heaney, y que esta noche quiero recordar:

"El logro de un poema, después de todo, es la experiencia de liberación. En ese momento de libertad, cuando el lirismo descubre la riqueza de su completitud y un placer formal atemporal llega a su plenitud y exhaustividad, ocurre algo que está justo a la mitad de la auto-justificación y la auto-anulación. Se establece un plano –efímero- en donde el poeta gana en cuanto a la intensidad de su ser y queda libre de todos sus predicamentos. La lengua, gobernada por tanto tiempo en la esfera social por consideraciones de tacto y fidelidad, por esas lindas reverencias hacia el origen de uno, ya sea el de la minoría o el de la mayoría, esta lengua queda repentinamente sin gobierno. Gana acceso a una condición libre de restricciones y, aún cuando no sea efectiva en la práctica, no necesariamente es ineficaz."

Creo que Heaney alcanzó sobradamente ese logro. Por eso le recordaremos.

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Fotografía cortesía de Luisa Rodríguez

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Lo siento don Gato Paco Olvera

Don Gato y su pandilla En nuestra infancia, una importante parte de la programación televisiva a la que teníamos acceso eran caricaturas. Moldeaban nuestro lenguaje, nos daba nuestros primeros repertorios de bromas inocentes y una fuente importante de ideas para poner apodos7. Con esto, quiero dejar clara la gran influencia que Jorge Arvizu tuvo en nuestras vidas. 7

Revisar el artículo “La arqueología del apodo”, en el número 2 de la RLV

Dentro del catálogo de nuestras series animadas favoritas, había muchas en las que “El Tata” confeccionó su voz, para darles un perfil auditivo que unido a su fisonomía, pasaron a formar parte de nuestra cultura y vida diaria. “Cucho está saltando ya, cucho está cantando ya”. La serenata llevada a la gatita “Mimosa” la utilizábamos cada que sabíamos que alguien pensaba llevar serenata. “Galletas, galletas”, o “Enrrriqueee”, identifican de forma inconfundible al monstruo “Come galletas” o a “Beto” en “Plaza Sésamo”. Para los más jóvenes, las voces de “Thomas el tren” (que mi hija Anita veía de niña”) o “Sonic” el puerco espín de Sega, eran completamente familiares, y para mí, fueron hallazgos que hice al momento de recopilar información para este brevísimos homenaje. Pero también, pude recordar, resonando en mi cabeza, voces que estaban agazapadas o reposando en mi memoria. “¡Exactooo!”, ni más ni menos que “Félix el gato”8. La inconfundible voz que nos invitaba a comer espinacas para estar sanos y fuetes, que adaptaba la el estribillo de su canción de acuerdo al episodio y finalizaba con algo así como “este es el consejo que yo te doy, porque Popeye el marino soy” (nunca se me ocurrió decirle “popai”, de acuerdo a su pronunciación en inglés). “Jo, jo, jojojo”, era inmediatamente traducido en nuestras cabezas por “Pájaro Loco” (también usado por “Capulina” para cantar el tema de este personaje), al igual que “Andy Panda” y muchos personajes que ahora están casi en el olvido. Y qué decir de “Tico y Tuco”, las “urracas parlanchinas”, que se la pasaban haciendo destrozos y volviendo loco a quién se cruzaba en su camino, yo ni si quiera me fijaba que en los créditos iniciales se referían a “Heckle and Jeckle, the talking magpies”, pues sólo 8

“Al valle de las calacas”, en el número 11 de la RLV, era el apodo cariñoso de mi suegro

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No solamente es que prestara su voz, sino que creó una cultura en que crecimos muchos mexicanos que veíamos dibujos animados en un periodo tan amplio que inició en los años 60’s y que llegó hasta nuestros días. Para muestra bastan algunos botones. “Cucho”, que fue recreado a partir de “Choochoo”, pedía una pizza de “chcolomo” solo por su intervención. “Huckleberry Hound”, es renombrado “Huckleberry Cocula” cuando cantaba canciones que, en su versión en inglés debieron ser estilo “country” y en español al estilo ranchero; el mismo “Huckleberry” cantaba “que bonito, que bonito, que bonito”, siguiendo el ritmo de la muy canadiense “Clementine”, que era su firma musical. Para los que somos de estas generaciones, no es necesario mencionar que estamos hablando de Jorge Arvizu, “el Tata”.


escuchábamos la voz de don Jorge anunciando a “Las urracas parlanchinas” (por cierto que al paso de los años supe que “magpie” era “urraca”, gracias a una traducción de “La gazza ladra” de Rossini). Y hablando de esos anuncios introductorios, se podía adivinar que él sería el autor de una o varias de las voces cuando, aún sin saber su nombre, reconocíamos su voz, con alguna frase destinada a llamar la atención, como “¡el único ratón que vuela, el poderoso súper ratón en . . . .!”, o que me dicen de “Fantasías animadas de ayer y hoy”, cuando nosotros sólo podíamos leer “Merry Melodies” en la pantalla, o posteriormente “Loony toons”.

versito que decían en un capítulo del “¡estipidou, insipídou cara di caballo!”. “¡Enaaaano!” fue un grito que se tomó prestado de “Pedro Picapiedra”, para referirse a todos con quienes la genética no fue benevolente en la estatura, y qué decir de “¡Viiiiiilmaaaaa!” (a quien en los doblajes le daban el nombre completo de “Vilma Traca de Picapiedra”) o el popular “¡Yabadabaduuuu!”, y para ser más justo, todos los nombres que vociferaba: “¡Arnoooldo!” o “¡Gaaaaazuuuuu!”. Y cuando a él le tocaba hacer “Pablo Mármol”, la forma en la que tarareaba el “Florida Twist”: “parapatero, parapatero, parapatero tero teroterotero”.

Fantasías animadas . . . Cartel de “EL corazón traicionero” Removiendo lo más profundo de mi memoria, también como narrador, hizo reaparecer a “El monstruo Milton” y “Flacus bigotis”, así como los primeros capítulos de “Mister Magoo”, y de aquí salté hasta un recuerdo que estaba muy sepultado, de una versión de “El Corazón traicionero”9, de Edgar Alan Poe, cuya animación consistía en cambios de cuadro de ilustraciones 9

Durante esta investigación, aprendí que esta versión de “The Tell Tale Hart”, fue la primera caricatura clasificada como “X” en toda la historia ¡con razón! http://youtu.be/vpGiTVYklXo (no lo puede encontrar en español para verificar mi recuerdo

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No pretendo mencionar todas las frases o lugares comunes que se integraron a nuestro lenguaje como resultado de las interpretaciones de “El Tata”, pero no podríamos pasar por alto a “¡Canito hijo mío, de mi corazón!” y la cariñosa respuesta de “¿Dime amado padre?”, utilizado cuando dos amigos parecen padre e hijo, o uno de ellos muestra un respeto que consideramos excesivo. “¡Cabazoooorro!”, fue la trasformación del onomatopéyico “Kaboong”, héroe legendario encarnado por “Tiro loco” McGraw, junto con su simpático Sancho Panza “Pepe Trueno”. Recuerdo que a una compañera, que le decían “La yegua”, por su equina fisonomía, nosotros le repetíamos el

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fijas, más bien surrealistas. Esta versión la pasaban extrañamente mezclada entre los capítulos de las bobadas del viejito cegatón, y tenía la virtud de que, aunque la pasaran a las 4 de la tarde, me causaba mucha angustia, como nunca antes un relato lo había hecho, “¡Si, si, lo maté, está debajo del suelo, pero deténganlo, es que ya no puedo soportar el latido de su corazón!”. Estoy seguro que era su voz. Sin tratar de hacer un recorrido completo, es menester mencionar a “Bugs Bunny”, “El Conejo de la Suerte” o “El pato Lucas” (yo fui consciente del nombre de “Duffy Duck”, hasta que fui a la universidad). “¡Que hay de nuevo viejo!” o bien al “Pato Lucas” jorobando a “Porky”, impidiéndole pintar “ese lago, ¡ese lago es mi lago!”. Mientras estaba buscando referencias para confirmar mis recuerdos, me enteré que hubo una serie de dibujos animados de “The Beatles”, donde Don Jorge hizo las voces de George y Ringo. Doblando voces de actores, inolvidables el “Súper agente 86” (hasta la fecha a mi teléfono le llamo el “zapatofono”) y la voz de “El Pingüino” en la serie de Batman con Adam West, “Muac, muac, muac, muac”, era su risa característica.

Rodeado de alguno de sus personajes

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Esto sería de no acabar, pero al igual que su vida ponemos fin a este relato, pero al igual que su legado, sus múltiples voces y frases seguirán resonando en nuestros recuerdos. “Lo siento Don Gato”.

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