Revista Letrónica de Ventoquipa N° 22

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Revista Letrónica de Ventoquipa Número 22

Contenido EDITORIAL

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De pinta a Ventoquipa El Incentivo de la Amistad – Escribiendo con naturalidad

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Alex Hernández, Pedro Flores, Gonzalo Duchén, Juan Carlos Pérez, Fernando del Río – Derivadas: Paco Olvera Las lecciones de mi canario

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Paco Olvera

ORILLAS DEL ARROYO Reingeniería de Pedro Páramo: Don Pedro

19

Basilio del Muro/Juan Rulfo El Judío errante y el yoreme

44

Pedro Flores

La Sociedad de los Poetas Nonatos Inteligencia I

47

Alex Hernández Cuando estoy en el encierro

50

Paco Olvera

AL VALLE DE LAS CALACAS Arturo Villaseñor

52

Pedro Flores -. 2 -


El regalo de Fer

55

Paco Olvera No estoy Soñando

56

Paco Olvera Maradona, ¿ídolo o villano?

58

Gonzalo Duchén Maradona, otro ángulo

60

Paco Olvera Mi amigo el gigante

62

Paco Olvera Calacas de a montón (o Wi-kalacas del COVID)

64

Paco Olvera Oscar Chávez

70

Gonzalo Duchén Sobre Arturo Rivera

72

Alex Hernández El perdurable legado de Quino

73

Bernardo Marcellin Usté dirá amigo – homenaje a Quino

76

Paco Olvera Ya ni ves – homenaje a Paul Leduc

82

Paco Olvera

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Desde dentro El amor en sentido contrario

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Gonzalo Duchén La infinita bondad de don César

88

César Viatela

Haciéndole al cuento Cuaderno de visión lateral. Segunda Entrega

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Alex Hernández

Músicos Trompa de Hule Mozart Sessions

96

Pedro Flores México Música: un retrato musical de México en cien discos (2/4)

100

Alex Hernández

La vitrina de los monitos de azúcar Mi reino por un Guajolote

104

Paco Olvera

Writer Hero ¿Qué son las Matemáticas?

107

Alec Wilkinson – traducción de Gonzalo Duchén

Contacto:

revistaletronicaventoquipa@yahoo.com.mx

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EDITORIAL Pues en este número 22, la Letrónica tiene de todo, “como en botica”. Para este número no se trazó un tema central o dominante, este vino con simpleza a nosotros, como resultado de las innumerables pérdidas de seres maravillosos que han venido con la Pandemia, con el doble efecto la devastación propia la peste que nos ha tocado vivir y de la mayor atención que damos a estos eventos, por el encierro, por la sensibilidad que nos embarga y por tratarse de personas a las que queremos.

leaks), otros tuvieron una mención individual. Hay de todo, músicos, deportistas, artistas, cineastas y algunos familiares directos de los colaboradores, que también han dejado este plano para preparar el siguiente. De estas nuevas calacas, dos argentinos mencionados tuvieron calaca doble: Quino y Maradona. Variados también los colaboradores que celebran y recuerdan a estos nuevos miembros de los retablos que adornarán el próximo “día de los muertitos”, entre ellos, Chalo, Bernardo, Alex y Paco. Algunas de las calacas nos ayudaron a enriquecer otras secciones, como las sesiones con Mozart, donde Pedro recuerda a su señor padre y a Chik Corea en los “Músicos Trompa de Hule”, donde Alex nos comparte la segunda entrega del “Retrato musical de México en 100 discos”. También hubo cosas que “Desde dentro”, salieron “pa’ afuera”, incluyendo un recuerdo romántico de Gonzalo en las entrañas mismas de la ciudad y una encíclica de amor a los padres escrita en capítulos por César desde Colombia, aprovechando igualmente los beneficios y caprichos de la mensajería “instantánea”.

Entre los artículos que para este número nutren nuestra revista, contamos con varias continuaciones, como la reingeniería de Pedro Páramo, que Basilio nos ha enviado para caminar “A orillas del arroyo”, que se acompaña con una bonita ficción de Peter, que se genera con la mirada profunda de un yoreme personificando a un judío en Semana Santa. Y nos fuimos “De pinta a Ventoquipa”, aprovechando el incentivo de la amistad y las facilidades que proporcionan los medios electrónicos para “echar netas” en los salones de conversación virtuales, transcribiendo las ideas de una creación colectiva, donde “le entraron todos”: JC, Fer, Chalo, Peter, Alex y Paco, viajando desde los jicotes hasta llegar a la literatura y la ciencia. También se llenó el cajón de “Los Poetas nonatos”, donde Alex nos describe en forma poética la inteligencia de nuestros afectos y Paco comparte sus meditaciones del encierro.

Nunca dejamos de estar “Haciéndole al cuento”, donde Alex nos comparte la segunda entrega de su “Cuaderno de visión lateral”, y aprovechando la consigna del reciclaje, Paco coloca otra figurita en la “Vitrina de los monitos de Azúcar”, con un recuerdo gastronómico de su juventud pueblerina, originalmente publicado en un taller de escritura humorística, y Gonzalo colocó una magnífico “Writer Hero” hablando de las matemáticas, nuevamente traído desde las páginas de “The New Yorker”, como hemos tenido en otros números de nuestra adorada RLV.

Y de allí, a dar noticias de los nuevos arribos a “El Valle de las calacas”, que han sido nutridos. Algunos están en bola, con una modalidad que ya habíamos utilizado previamente pero ahora denominamos Wi-kalacas (por aquello del wiki -. 6 -


Pues agarró “harta juerza” la Letrónica, tanta que, todavía estamos festejando la cafeteada de las calacas del 22, cuando ya estamos pensando de lo que hablará el número 23: “La tierra, nuestro hogar y lo que esto nos evoca”. Mil gracias por leer, mil gracias por escribir, y sobre todo por formar una magnífica tripulación en esta travesía. Esperamos la disfruten y estén listos para la que sigue. Equipo Editorial de la RLV

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¡Háganse para atrás que vamos a comenzar! “Culebrero” (Merolico) en Bogotá, 2007, colección Paco Olvera

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De

PInta a

Ventoquipa

El Incentivo de la Amistad – Escribiendo con naturalidad. Alex Hernández, Pedro Flores, Gonzalo Duchén, Juan Carlos Pérez, Fernando del Río y Paco Olvera. Derivadas: Paco Olvera transmitirse. El que sigue es tan sólo un maravilloso ejemplo de cómo actúa el incentivo de la amistad, para desatar una escritura colectiva como reacción en cadena. La primera parte describe la generación colaborativa del contenido y luego vienen unas derivadas que generé a partir de esa tormenta de ideas y ocurrencias.

Recuerdo que, en alguna ocasión, leí que incentivo venía del latín y significaba aguijón. Es claro. Se trata de transportar un fenómeno material a un proceso mental o espiritual. Cuando el aguijón de una abeja o de algún otro insecto penetra nuestra piel, la reacción no se hace esperar, es inmediata: dolor, irritación, sorpresa. Luego de recibir este estímulo, la respuesta es inmediata, y por decir poco, siempre se produce un cambio, un recuerdo y una lección de que hacer o que evitar. Como en el caso de muchos otros términos, el significado y entendimiento que tenemos de una palabra, se aleja muchas veces del que tenía originalmente, y por lo mismo, dejamos de utilizarlo en forma adecuada o simplemente cambiamos su sentido por completo, abandonando o incluso traicionando la idea que originalmente se quería comunicar, al “trasladarlo” de un reino a otro, en este caso de lo concreto a lo abstracto. Los estímulos tienen orígenes y medios diferentes para originarse y

Incentivo: primer disparo de la reacción en cadena. Yo publicó en el grupo de conversación virtual de la RLV, una foto desde la azotea de la casa, desde muy cerca de la copa de un árbol de jacaranda, que hace parecer que se trata de “un mar de jacarandas”, que florean al inicio de la primavera, muy especialmente cerca de las fechas de la Semana Santa (ver RLV número 3, El Cambio Climático, “todas las sus flores (de la jacaranda) caen entre el viernes de crucifixión y el domingo de resurrección “). Alex responde más tarde con -. 9 -


una foto de unas flores moradas muy lindas, e indica “también por acá están florando”, haciendo una referencia a San Miguel de Allende, donde están su casa durante este encierro pandémico. Le respondo elogiando el colorido, a lo que Alex responde enviando otra foto de las mismas flores, y nos cuenta de “la enredadera que ya cubrió una pared, y se llena de flores, especialmente en esta época”. Cuando miro la foto con detenimiento, veo que hay un insecto cerca de las flores, y le pregunto a Alex, “¿es una avispa lo que se ve allí?”, y él responde, que “creo que les dicen jicotillos, que son más grandes que las avispas. Cuando vuelan parecen diablillos, pero son inofensivos. De cerca se ven como hormigas grandes”. Yo sigo la conversación diciendo que, si “serán jicotillos, como la canción infantil de Doña Blanca”.

Cozumel me picó la mano uno muy parecido y le llamaban tábano, pero en Hidalgo a unos, un poco más grandes, como abejorros les dicen simplemente Jicotes, de hecho, hay una canción de Cri Cri, que se llama El jicote aguamielero”. Alex comienza a hacer una elucubración, “bajo cierta luz, parecen hadas; pero más bien parecen diablillos, porque les cuelgan las patas al volar; ¿o será que las hadas y diablillos vienen a ser lo mismo?”. Para alimentar la discusión, yo agregué, “Yo creo que sí, ¡depende de que humor anden!”. Alex remata el tema por el momento, “un jicote aguamielero en pos de doña Blanca, Me late como plan de vida”. Pedro busca una nueva vía a la conversación, “En Sinaloa les dicen bitache o bitachi; es la avispa roja; no da miel, pero pica muy cabrón; hacen un nido de lodo en los rincones”. Yo comparto la liga del sito oficial de Cri Cri, de la canción del “Jicote Aguamielero” (https://youtu.be/SFz3gBrurWc), y agrego el comentario, “la canción del Jicote Aguamielero de Cri Cri narra como el jicote es despreciado por la reina de las abejas, pero se va sin rubores en la frente, porque últimamente, a la sombra de las pencas es el rey". Alex proclama “¡a huevo!”, celebrando la salvaguarda del honor del humilde insecto. Gonzalo volvió a invitar a Pedro a la memoria del piquete que sufrió en el pie, sin éxito, y yo hice la acotación de que alguna vez en mi juventud, fui rechazado de plano como el “Jicote aguamielero”, y por eso me había ido “rezumbando a mi maguey”.

En ese momento, Gonzalo se suma a la conversación, y envía una imagen del insecto y aclara que “en Cuernavaca le llaman huachichiles, y son medias cabroncillas sus picaduras; una vez Pedro pisó uno (estaba descalzo) en Cuernavaca y le dolió un chingo”. Alex aclara con prontitud que “el nombre de jicotillo me lo dio el jardinero; reconozco que no es precisamente Linneo, y de repente me dice nombres de plantas que a veces sospecho se inventa para salir del paso. Y viendo el Internet, veo que los jicotillos son diferentes; no sabía de las picaduras”. Yo vuelvo a entrar al flujo de la conversación: “puede ser por la región, en -. 10 -


Juan Carlos se integró al diálogo, puntualizando que “Doña Blanca” es una ronda infantil, recordando una parte de la letra, “quién es ese jicotillo que anda en pos de Doña Blanca, romperemos un pilar...”. Le doy la bienvenida a JC, y le indico en una premonición, “buenos días don JC, ¡pos ya hay para una buena disertación en la Letronica!”. Pedro enriquece el tema, en la parte cultural y de regionalismos, “En Sinaloa se usa el verbo abitachar, alertar: poner en alerta a alguien para que pueda actuar con rapidez y astucia: poner atención sobre cualquier asunto o sobre los signos de la vida para tomar las decisiones apropiadas: Si no se abitacha lo arremanga el carro”. “Cuando alguien anda abitachado es que anda bien trucha, muy acelerado, alerta”, concluye Peter. Fernando se integra, y manda una caricatura que tiene el título de “¿quién ordenó una manzana?”, que ejemplifica la diversidad de pensamientos que puede desatar un solo tema, donde se ven a varios personajes relacionados a esta fruta, coma Adán, Eva, la serpiente, Guillermo Tell, La Bruja, Blanca Nieves y hasta Bill Gates, que tal vez querría esa Apple para incorporarla a su imperio de Microsoft. Alex da un epílogo a la disertación, enviando una foto de una jacaranda al fondo de su jardín e invita, “Nos habremos de tomar un mezcal a la sombra de esta jacaranda”, que Gonzalo remata con una sentencia “Seguro, y espero no esté lejano el día”. Primera derivada (o first spinn off). La reacción en cadena. -. 11 -

Cuando a comencé a describir la escritura colectiva como reacción en cadena, junto a mí, tenía a lado un libro que encontré “mal acomodado” en la biblioteca: “Nuestro amigo el átomo. Una aventura en La Tierra del Mañana”. Lo había buscado sin éxito, pues cuando escribí “No estoy soñando” (homenaje a Flavio), recordaba cuales eran los primeros libros que leí: “El Principito”, luego “Juan Salvador gaviota”, y luego este magnífico ejemplar de la divulgación científica que hacían los estudios Disney en mi infancia (el cuarto y mucho más largo, fue “Buceando en el Polo Norte” de Ramón Bravo, que me lo envío autografiado cuando gané un concurso de la pregunta más original en el programa de televisión “Univercinco”). En aquel entonces, yo no sabía que “La Tierra del Mañana” se refiere a una de las secciones de sus parques de diversiones, “Tomorrowland”, y que en torno a la idea de “la tierra del progreso y los avances científicos, han creado una película homónima, que por cierto me encanta, y cuya trama inicia en la época en que este libro fue publicado por primera vez. Una de sus ilustraciones que más recuerdo (y que luego vi recreada en otros libros), es la de la explicación de la reacción en cadena, con una serie de ratoneras con pelotas de pingpong: una vez que una golpea una ratonera, está se dispara y lanza las pelotas que tenía retenidas, que a su vez salen disparadas, a activar otras ratoneras e ilustra en forma sencilla y clara la liberación de la energía atómica.


Segunda derivada (second spinn off). Los tábanos y los héroes juveniles. Cuando hablábamos de los nombres probables del “jicotillo” o del insecto “aparecido” en la foto de Alex, yo mencioné que, en una ocasión durante unas vacaciones, tuve una picadura de un insecto que en realidad nunca vi al momento del piquete, pero lo que si fue visible fue el efecto: me generó una inflamación y un ardor que fueron una molestia dos o tres días. Cuando uno de los meseros vio la inflamación, me dijo con mucha seguridad, “eso que le picó fue un tábano, cuando muerden, ¡duele mucho!”. En principio la historia debía terminar allí, pero el nombre “tábano”, lo había escuchado antes, pero en un ámbito totalmente diferente. Cuando estaba en la prepa, tendría yo 16 años recién cumplidos, mi primo Claudio se fue a estudiar Ciencias Políticas, primero a Bulgaria en Sofía, y después a la Universidad de Pueblo “Patricio Lumumba” en Moscú. Todos sabíamos o intuíamos, del fuerte sesgo político hacia el comunismo que eso representaba. En las ocasiones que viajó, nos trajo diversos obsequios, desde algunos libros con hermosas fotos de paisajes soviéticos, hasta algunos platos de cerámica, incluido uno con el dibujo de Mischa, el oso que fue mascota de los boicoteados juegos Olímpicos de 1980. A mí en particular, me dejaba fascinado con sus relatos de las aventuras en la escuela y en el internado dónde se hospedaba, recuerdo en particular cuando contaba de unos árabes que a todo mundo le birlaban su comida, hasta que él, a propósito, dejó a la mano una lata de chiles, sin antes dejar saber a todos que eran un dulce muy rico y muy codiciado en México: relataba lo divertido que fue verlos meterse de cuerpo a la fuente que había en el patio tratando de quitarse lo “enchilado” luego de haber intentado degustar del -. 12 -

sabroso manjar. También recuerdo, que luego del primer viaje todo mundo preguntábamos cosas, para saber si eran mito o realidad las leyendas urbanas de lo que acontecía al otro lado del bloque: como era la seguridad, si había o no comida, si los ciudadanos tenían libertades. Pero de todas las preguntas, la mejor fue la del tío Delfino, esposo de la tía María, cuñado de mi abuela, que a la postre tendría unos 80 años, que preguntó directo y sin ambages: “oye mijo, ¿y cómo están las muchachas por allá?”, a lo que Claudio respondió entre risas, “no tío, pues como dice usted, ¡están chichas las chamacas!, altotas, güeras y bien dadas”. En aquel entonces, yo era muy inquisitivo en contra del socialismo y los soviéticos, recuerdo que tenía acaloradas discusiones con mi amigo Enrique, alias “El Chacas”, él a favor del bloque comunista y yo a favor de la OTAN. En forma respetuosa, pero inquisitiva, yo había hecho saber a mi primo por qué los soviéticos no me agradaban (honestamente, en mucho era una cuestión de gusto que otra cosa, cuando menos a esa edad, además de que era lo que yo escuchaba de mi papá y sus amigos, cuando lo acompañaba al café). Esa posición de “chamaco intelectualoide de pueblo”, fue notada por mi primo, que lejos de confrontarme directamente en cuanto a mis incipientes posiciones políticas, alimentaba la discusión, y planteaba puntos muy interesantes, nunca en forma burda, siempre con ingenio e inteligencia. Un día que llegó de visita a la casa en Tulancingo, llevó un obsequio para mí, una copia de


un libro llamado “Así se templó el acero”, de Nikolái Ostrovsky. Es un libro, que el mismo prefacio advierte que tiene una fuerte componente autobiográfica, donde el héroe, Pavka Korchaguin, joven revolucionario que participa en el naciente movimiento del socialismo soviético, recibe una fuerte herida en la cabeza, que lo impulsa a escribir sus memorias antes de quedar ciego. Narra en forma poética y emocionante la importancia de la juventud en la transformación del anticuado imperio ruso en la pujante y naciente unión soviética. Pavka tenía dentro de la trama de la novela, a su vez intentaba emular al personaje central de la novela “El Tábano”, que le resultaba ejemplar por su carácter revolucionario. Terminé el libro, me pareció interesante, pero no lo suficiente como para entregarme a la lucha del socialismo. La historia sigue, porque mi profesora más admirada en la preparatoria, la maestra Teresa Mazzotti que nos enseñaba química, le gustaba hacer exámenes de opción múltiple, y luego de varios exámenes (y varios dieces de calificación), me di cuenta, que generalmente las respuestas formaban un acróstico en inglés o en italiano. Orgulloso de mi descubrimiento, le fui a decir, “maestra, en su último examen, las respuestas correctas formaban la frase, A Good book is a good friend”. La maestra sonrió complacida, y me dijo, “se ve que le gusta la lectura, y que no es un estudiante del montón, ¿si le gusta leer?, ¿qué está leyendo ahora?”, lo cual me dijo con curiosidad, pero con un cierto dejo de reto, a ver si deveras era cierto que era yo un lector. Respondí muy ufano, “el último libro que leí se llama Así se -. 13 -

templó el acero”, y sin darme tiempo de nada más, me dijo, “excelente, ¿y qué le parece Pavka, le cae bien?”, sorprendido, pero no tanto, porque me quedaba claro que probablemente era la única de mis maestras y maestros que tenía una gran cultura y preparación, le respondí con mi dejo de vanidad adolescente, “claro, es un tipo muy valiente, lo que no sé es porqué quiere ser como El Tábano”. Ella sonrió nuevamente, pero esta vez con un aire triunfante, “¡muy bien!, pues ahora debe leer El Tábano, para que entienda la emoción de Pavka, y del mismo Kolya Ostrovsky, ¡yo se lo voy a prestar!”. También me explicó que Kolya era un sobrenombre cariñoso de los Nikolái, como Paco a Francisco, cosa que recordé haber leído en el prefacio del libro, pero me encantó que ella lo tuviera tan presente. La conversación finalizó allí. Nunca le pedí que me prestara su libro, y lo único que sabía de “El Tábano”, es que era un revolucionario que se auto nombraba de esa forma, por la tenacidad del insecto del mismo nombre y que, si bien no mataba, a como chingaba al prójimo, y por eso fue por lo que, cuando me dijeron que era un piquete de tábano, yo pensé en forma triunfante, “claro, como el héroe de Pavka” (y de Nikolái Ostrovsky). Para mí, la maestra Mazzotti era mi heroína y mi ejemplo. Tercera Derivada (Third spin off). Los moscardones, vosotras las familiares. Hasta ahora que meditaba respecto a las avispas, jicotillos, bitaches y otros insectos de picada irritante, no había hecho por buscar cómo era un tábano, por un lado, y por el otro, jamás había hecho por averiguar nada de la novela “El Tábano”, y así cerrar ese ciclo abierto desde mi juventud. Confieso que pensé, ¿y qué tal que los tábanos son ni más ni menos que los jicotillos?, ¡eso sí sería un cierre sensacional! Pero no fue así, el camino que me deparó la investigación en turno fue aún más inesperado y sorprendente, al menos para mí. A ver qué opinan los lectores.


Primera ramificación de esta Tercera Derivada (o Derivada 3.1). Cuando busqué que era un tábano, la ilustración era como de una “mosca panteonera”, o como dicho en forma más literaria, un moscón o moscardón. Su apariencia no es parecida a la avispa o jicotillo, pero me resulto interesante que, se menciona que su piquete es muy fuerte, y tiene la capacidad de penetrar la piel de cabras y del ganado vacuno, pues la hembra vive de hemoglobina de mamíferos (o como dijera mi abuelita, literalmente de “chupar la sangre”), y el macho, tiene un aguijón menos fuerte y vive de succionar azúcar de las frutas. Me pareció llamativo el hecho de que el macho sólo vive hasta copular con la hembra, para luego morir y, por lo tanto, son las hembras las que tienen ese agudo piquete, siendo que, en todo caso, el apodo de aquel héroe hubiera sido más apropiado para una heroína: “La Tábano”. También me llamó la atención, que son los tábanos los insectos que se asocian a una de las 7 plagas que abatieron Egipto para liberar a los hebreos de la esclavitud, lo cual es un dato por demás curioso y pertinente, cuando está uno en plena Semana Santa viendo la película de “Los Diez Mandamientos”, encerrado en casa por una moderna plaga que en este momento azota a la humanidad entera. Segunda ramificación de la Tercera Derivada (o Derivada 3.2). Al fin emprendí una investigación respecto de la novela “El Tábano”: resultado, sorpresivo. La trama de la novela gira en torno a Arturo, un revolucionario que enfrenta a la invasión austriaca a la Italia del siglo XIX. El protagonista ama al monseñor Montanelli al que considera “casi un santo”, pero cuando descubre que en realidad es su padre biológico, pasa de ser un convencido católico, a un recalcitrante ateo, y triunfa en él su amor a la -. 14 -

patria, destruyendo al invasor y al monseñor, que representa la corrupción de la iglesia. En el proceso se describe como es rechazado por todos por albergar estos sentimientos de odio a la aparente santidad de quién es su padre, y por esto es convertido en un adefesio repudiado por todos, con burlas (en lo espiritual) y con golpes (en lo físico), pero que no para de luchar, cómo un tábano, que es el mote que él se autoimpone. Está se convirtió en una novela de culto en la Rusia prerrevolucionaria, influenciando en otros muchos, a Nikolái Ostrovky, y ha permanecido en este pináculo hasta nuestros días. Pero muy interesante me pareció descubrir, que esta novela fue escrita por una señora inglesa muy inteligente, llamada Ethel Lilian Voynich. En efecto, una dama inglesa, que describe a un héroe italiano, que se vuelve una novela de culto en Rusia y en su derivada Unión Soviética. ¿Cómo se pudo desatar esta aparentemente inexplicable combinación? Los padres de Ethel fueron dos grandes intelectuales. Su madre fue la afamada pedagoga y feminista Mary Everest, sobrina de Lord Everest, cartógrafo encargado los mapas topográficos de la India y Nepal, que le valió que después el conocido como pico XV, recibiera el nombre de “Monte Everest”. Y el padre de Ethel, fue ni más ni menos que George Boole, también padre de la “Lógica booleana”, fundamento insoslayable de las actuales


tecnologías computacionales. Cuando Ethel queda huérfana, luego de vivir infelizmente por un tiempo con su tío, recibe una herencia que le permite estudiar música y ruso, al tiempo que se siente atraída por la política revolucionaria. Se va a trabajar como institutriz a Rusia, donde comienza a incrementar su apoyo a diversas causas políticas, además de conocer y casarse con Wilfred M. Voynich, comerciante de libros antiguos que “descubre” el “Manuscrito Voynich”, un polémico pergamino que compendia ilustraciones, de plantas, astronomía, y bilogía entre otros temas, que está escrito en un leguaje que no se ha podido decodificar hasta la fecha. En ese periodo es que escribe “El Tábano”, que se vuelve popular en todo el mundo, pero especialmente en Rusia. Y tratándose de un héroe italiano, es conocido por muchos pensadores de aquel país, como me imagino fue el papá de mi maestra Teresa Mazzotti, que siempre impulsó a sus alumnos a hacer más y ser más, que seguramente le sorprendió que uno de sus alumnos, de la prepa local de aquel pueblo al que llegó a trabajar como química para una fábrica de queso, tuviera curiosidad de saber, quién era “El Tábano”, que me imagino que ella misma habría leído en su juventud. La mismísima maestra que, cuando hubo una imposición de autoridades universitarias en Hidalgo, impulso e inspiró a los que éramos “mataditos” y buenos a la escuela, a hacer una oposición pacífica en la escuela, que fue rota por los granaderos de Pachuca, acabando con nuestros ideales “revolucionarios”, frágiles y cándidos, así como la visita del director de la prepa a las casas de algunos de nosotros, haciéndonos ver -. 15 -

“que era mejor no seguir a esos maestros revoltosos”, por su puesto frente a la mirada y preocupación de nuestros padres, a quienes éramos incapaces de causarles el dolor de la decepción (al menos yo así me sentí). Y así cuando la maestra Mazzotti me preguntó, “Olvera, ¿es cierto que usted fue a ver al director y le dijo que usted se alejaba del movimiento porque los maestros éramos todos unos grillos?”, arrancó de mí, lágrimas de rabia e impotencia, causadas por mi propia cobardía y le dije, “¡no es cierto maestra, yo jamás diría eso de alguien como usted!, el director fue a buscarnos a mi casa, y allí está mi papá como testigo, ¡si quiere vamos y le digo en su cara que es un mentiroso!”. La maestra sonrió con ternura y dijo, “yo lo sabía, sólo quería escucharlo de usted, mi querido Kolya, sólo permítame darle un último consejo: si quiere hacer algo de su vida Olvera, váyase de aquí, aquí nunca va a hacer nada interesante” (RLV 21, “Bienvenido al Paraíso”). Esta última recomendación que, por supuesto fue cumplida, me ha arrancado lágrimas en varias ocasiones, sobre todo cuando justamente la escucho, muy parecida, de Alfredo a Toto en “Cinema Paradiso”, “non tornare, non pensare più a noi, non tornare, non scrivere”, dialogo del también italiano Guiseppe Tornatore. Epílogo. Todo comenzó con un aguijonazo de jicotillo, pero más bien fue el de la amistad y mi intrincada mente recursiva, que es inspirada por mis maravillosos amigos, que espero hayan tenido la paciencia de llegar hasta este punto. Segundo Epílogo. Cuando iba en cuarto o quinto año en la primaria, mi hermana Lilia llevó a casa un disco EP (Extended Play) de 45 revoluciones con 4 canciones, y le dijo a mi papá que eran muy buenas. Mi papá, con un dejo de complacencia y paciencia, aceptó escuchar. Gran


sorpresa. Le pareció fantástico, y no era para menos, se trataba de “Cantares”, “La Saeta”, “Llanto y Coplas” y “Las Moscas”. A mí, todas me fueron gustando más y más conforme las escuchaba más veces. Esta última, Las Moscas”, me llamaba la atención, pues esos violines atacando rápidamente, me evocaban el vuelo de un insecto, pero la letra me resultaba extraña, pero al crecer y ganar entendimiento, me resultó fantástica en su totalidad, y no puede apartarla de este intrincado recorrido, de amistad, recuerdos, insectos y nostalgia. Vosotras las familiares Inevitables, golosas Vosotras, moscas vulgares Me evocáis todas las cosas … Tercer Epílogo. Cuando muy cansado me fui a dormir la noche del “Domingo de Resurrección”, luego venir luchando para terminar este texto desde el Jueves Santo (que esta vez fue también día de mi cumpleaños) para terminarlo, en cuanto pegué la sien a la almohada, recordé también que en la RLV 3, dedicada al Bicentenario de la Independencia, cuando escribí de los “Niños Héroes”, ya había rememorado antes a un héroe de guerra italiano, “El tamborcillo Sardo”,

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parte de “Corazón. Diario de un niño”, de Edmundo de Amicis. Ahora si ya me detengo, por el momento. Cuarto Epílogo. Una semana después del tercer epílogo estaba revisando el nuevamente el RLV 3, y llegué inadvertidamente al artículo “La Batalla de Camarón o ya se chingó la Francia”, y encontré un dato que había olvidado: durante la intervención francesa, en Tulancingo el Doctor Luis Ponce, director del hospital, publicó un periódico que hacía resistencia pasiva a los invasores, y ese periódico resulta que se llamó, ni más ni menos que, ¡“El Tábano”! Esto fue por allá de 1865, año en que la autora de la novela homónima ¡tenía la edad de 1 año! Esto hace que “El Tábano” tulancinguence, sea absolutamente previo al “El Tábano” europeo. Y con esto un ciclo estrafalario, iniciando en 1865 en mi pueblo natal, seguido de la novela de gran éxito en Rusia en 1897, que llegó a mis oídos en 1980 por el libro de “Así se templó el acero” y mi maestra de química, y que fue sacado del polvo y las tinieblas de mis recuerdos casi perdidos, por el aguijón de un jicotillo, con el incentivo de la amistad en pleno 2021. Ahora si ya, les prometo que este escrito está cerrado.


Las lecciones de mi canario Paco Olvera

observado a mi durante este ritual, y he recibido varias lecciones de él.

Todas las mañanas, atiendo al canario que es una de nuestras mascotas en la casa. La labor es simple: cambiar las ramas de vaina u hojas de lechuga secas por unas más frescas recién sacadas del refrigerador, limpiar la cascarilla de su alpiste y colocar más si ya tiene poco, limpiar su bebedero y su tina, poniendo agua fresca. Cada 3 o 4 días, cambio la hoja de periódico que cubre el fondo de su jaula, para tirar todas “las cacas” que allí va dejando. Durante el proceso anteriormente descrito, el “Señor Canario”, se altera mucho, brinca, se posa en mi mano y comienza a picotearme, al principio yo sacaba la mano inmediatamente y me generaba cierta incomodidad, incluso llegaba a decirle, “porque me picas, que no ves que es por tu bien”. Una vez realizadas estas labores de preparación, y siempre verificando que no haga mucho frío, saco su jaula y la cuelgo en un clavito que está a la salida de la cocina, donde hay un pequeño techo, pero el canario está al aire libre.

1) Cuando alguien “mete la mano” en mis cosas, o así lo interpreto yo, me enojo, y picoteo en muchas ocasiones a la mano que me da de comer, de la que estoy recibiendo ayuda y ni cuenta me doy, y más aún, que a veces soy irreverente contra poderes que no entiendo y que podrían hacerme a un lado y hasta lastimarme, pero que me cuidan y me quieren, aunque mi soberbia no me deje entenderlo 2) Cuando puedo salir de mi entorno habitual, aunque esté dentro de una jaula, es un obsequio pues, así como el canario sale a cantar con todos sus amigos gorriones que habitan el árbol de Jacaranda que queda a las afueras de la casa, yo puedo en una reunión virtual, aunque sea aprisionado, hablar con mis amigos, cantar con ellos y disfrutar de su existencia y de su amistad; como se relata en “The Wall” de Pink Floyd, todos estamos en muros o jaulas, y debemos procurar vivir más allá de sus barrotes 3) Cada que saco al Señor Canario, me recuerdo de la canción “Canary in a Coalmine” de Police, que a su vez me recuerda que en la Inglaterra de la Revolución Industrial, se metían jaulas con canarios para introducirlos en las minas, por su alta sensibilidad a las concentraciones de azogue, servían como alerta de la presencia de este gas, comenzando a sacudirse y a morir, salvando a los demás a costa de su propia vida; es grandioso no estar en una mina, cuando eres canario, pero si llegas a

Llevo realizando esta labor, en ocasiones ayudado por Conchita, unos tres años, desde que ella lo compró en el tianguis que se pone cerca de la oficina los jueves. Durante este 2020, sobre todo a partir del encierro que comenzó a la mitad de marzo, he observado al Señor Canario y me he -. 17 -


estar, será grandioso salvar la vida a otros, sobre todo a los que se quiere 4) Otra lección, aunque suene a título de canción de Timbiriche, “la vida es mejor cantando”, pues ocupa nuestra mente, nos trae gratísimos recuerdos y la música es un promotor de la nostalgia, que nos hace viajar, nos hace revivir, aún con un encierro físico

normalidad de nuestra vida en ese momento, pero ciertamente nos hacían pensar, ¿éramos nosotros quienes nos ganábamos una prisión?, ¿perdíamos nuestra libertad cuando obstinadamente buscábamos la felicidad en Calandrias y quimeras?, o simplemente somos felices y no nos damos cuenta 6) Los piquetes que recibo del Señor Canario, no me lastiman en realidad, y con esto recuerdo que hay cosas a las que a veces les conferimos mayor importancia que la que tienen pues, en muchas ocasiones, somos nosotros quienes buscamos hacernos daño exagerando algunas cosas que nos acontecen; es un ejercicio de dar el justo valor a lo que nos causa incomodidad y distinguirlo de algo que realmente nos causa dolor o nos hace daño

5) Aunque también suene a título de canción (esta vez de mi paisano Francisco Javier, fugaz cantante de los años 90), es inevitable pensar en “¿qué es la libertad?”, ¿hacer lo que yo quiera?, ¿ser lo que yo quiera?, o ¿ser feliz? “En una jaula de oro, pendiente de un balcón, se hallaba una calandria cantando su canción”, reza la estrofa que algunos cantantes pedigüeños del metro entonaban en las mañanas, cuando íbamos de una jaula a otra, en la

Es todo un filósofo el señor canario, y es maravilloso verlo siempre activo y cantando, pese a la impasibilidad y frialdad de su encierro. Gracias a mi familia y amigos por hacer del cariño y del amor un ciclo de “ida y vuelta”. Paco Febrero 24, 2021

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Orillas DEL ARROYO Reingeniería de Pedro Páramo: Don Pedro Basilio del Muro Cuéllar

“…la nueva generación, que apenas esta leyéndola, tiene una seria de problemas para entenderla, también yo los tuve para escribirla (risas). En realidad considero que es una novela difícil, pero que fue hecha con esa intención, de que se necesitaran tres veces leerla para entenderla…..mi generación no la entendió ni la consideró nunca interesante….”

Rentería, asesinado por Miguel. Este, con engaños, se desliza en su alcoba para así abusar sexualmente de ella. La idea de que posteriormente Ana fuera su amante me parece interesante para la historia, pero a fin de cuentas la novela no es así. Sorprende esta discrepancia viniendo de Carlos Fuentes e incluso me hace dudar, ¿se me escaparía algo a mí? Pero creo que no y quizá la confusión tiene su origen en la versión del libro hecha película por Carlos Velo, con un guion adaptado por el propio Carlos Fuentes, entre otros, donde efectivamente Ana es amante de Miguel.

Juan Rulfo sobre Pedro Paramo en entrevista para la televisión española en 1977.

Si consultamos entre amigos y conocidos muy probablemente la mayoría reconozca haber leído Pedro Páramo, pero es poco lo que podrán decirnos sobre la historia en sí. Incluso entre los que se confiesen lectores entusiastas de este libro, difícilmente podrán responder correctamente a preguntas básicas sobre la trama. Y bueno, no todos se deciden a leer tres veces una novela.

Así pues, continuamos con esta entrega de esta versión de la novela. Toca ahora el turno a “Don Pedro”, quizá la columna vertebral de la historia.

Nos dice Carlos Fuentes en un magistral ensayo sobre Juan Rulfo [A viva voz, Alfaguara 2019]: “..ha muerto Miguel, el hijo de Pedro Paramo, el Padre Rentería se ha negado a bendecir el cadáver de Miguel, el fantasma de Miguel ha visitado a su amante Ana, la sobrina del señor cura” . ¿Se equivoca Carlos Fuentes? Ana no fue amante de Miguel Páramo. Ana es hija del hermano del Padre

*Pedro el niño soñador y creyente: “A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, -. 19 -


detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras.»

*Don Pedro , el viejo amargado, resentido y finalmente enfermo de desamor: “Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre.”.

*Pedro el joven heredero de una hacienda endeudada y en crisis, quien va marcando su posición:” -Como tú quieras. Pero no se te olvide el «don»”.

* Pedro Páramo y el Divino:

*Don pedro el Cacique: “-¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros.”

-De Dios, señor.

*Don Pedro el padre protector: “Hazte a la idea de que yo fui, Fulgor; él (Miguel su hijo) es incapaz de hacer eso: no tiene todavía fuerza para matar a nadie. Para eso se necesita tener los riñones de este tamaño.’

-Como usted lo diga, señor.

-No debe estar en gracia. -¿En gracia de quién?

-No seas tonta, Justina.

Así pues, los dejo con la segunda historia de esta formulación alternativa de la novela de Juan Rulfo. Recordemos que no se ha agregado ni omitido nada y que incluso se respeta la línea de tiempo original, salvo error de mi parte.

*Don Pedro el tirano:” No tienes pues por qué apurarte, Fulgor. Esa gente no existe”.

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Don Pedro Juan Rulfo

El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba: plas plas y luego otra vez plas en mitad de una hoja de laurel que daba vueltas y rebotes metida en la hendidura de los ladrillos. Ya se había ido la tormenta. Ahora de vez en cuando la brisa sacudía las ramas del granado haciéndolas chorrear una lluvia espesa, estampando la tierra con gotas brillantes que luego se empañaban. Las gallinas, engarruñadas como si durmieran, sacudían de pronto sus alas y salían al patio, picoteando de prisa, atrapando las lombrices desenterradas por la lluvia. Al recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras, irisaba todo de colores, se bebía el agua de la tierra, jugaba con el aire dándole brillo a las hojas con que jugaba el aire.

"Ayúdame, Susana." Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos. "Suelta más hilo." »El aire nos hacía reír; juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro. Y allá arriba, el pájaro de papel caía en maromas arrastrando su cola de hilacho, perdiéndose en el verdor de la tierra. »Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío.» -Te he dicho que te salgas del excusado, muchacho. -Sí, mamá. Ya voy: «De ti me acordaba. Cuando tú estabas allí mirándome con tus ojos de aguamarina.» Alzó la vista y miró a su madre en la puerta. -¿Por qué tardas tanto en salir? ¿Qué haces aquí? -Estoy pensando.

-¿Qué tanto haces en el excusado, muchacho? -Nada, mamá. -Si sigues allí va a salir una culebra y te va a morder. -Sí, mamá. «Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento.

-¿Y no puedes hacerlo en otra parte? Es dañoso estar mucho tiempo en el excusado. Además, debías de ocuparte en algo. ¿Por qué no vas con tu abuela a desgranar maíz? -Ya voy, mamá. Ya voy. -Abuela, vengo a ayudarle a desgranar maíz. -Ya terminamos; pero vamos a hacer chocolate. ¿Dónde te habías metido? Todo el rato que duró la tormenta te anduvimos buscando. -Estaba en el otro patio. -¿Y qué estabas haciendo? ¿Rezando? -. 21 -


-No, abuela, solamente estaba viendo llover. La abuela lo miró con aquellos ojos medio grises, medio amarillos, que ella tenía y que parecían adivinar lo que había dentro de uno. -Vete, pues, a limpiar el molino. «A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras.»

uno quiere. Dile a doña Inés que le pagaremos en las cosechas todo lo que le debemos. -Sí, abuela. Había chuparrosas. Era la época. Se oía el zumbido de sus alas entre las flores del jazmín que se caía de flores. Se dio una vuelta por la repisa del Sagrado Corazón y encontró veinticuatro centavos. Dejó los cuatro centavos y tomó el veinte.

-Abuela, el molino no sirve, tiene el gusano roto.

Antes de salir, su madre lo detuvo:

-Esa Micaela ha de haber molido molcates en él. No se le quita esa mala costumbre; pero en fin, ya no tiene remedio.

-¿Adónde vas?

-¿Por qué no compramos otro? Éste ya de tan viejo ni servía.

-Dile que te dé un metro de tafeta negra, corno ésta. y le dio la muestra-. Que lo cargue en nuestra cuenta.

-Con doña Inés Villalpando por un molino nuevo. El que teníamos se quebró.

-Muy bien, mamá. -A tu regreso cómprame unas cafiaspirinas. En la maceta del pasillo encontrarás dinero. Encontró un peso. Dejó el veinte y agarró el peso. «Ahora me sobrará dinero para lo que se ofrezca», pensó. -Dices bien. Aunque con los gastos que hicimos para enterrar a tu abuelo y los diezmos que le hemos pagado a la Iglesia nos hemos quedado sin un centavo. Sin embargo, haremos un sacrificio y compraremos otro. Sería bueno que fueras a ver a doña Inés Villalpando y le pidieras que nos lo fiara para octubre. Se lo pagaremos en las cosechas. -Sí, abuela. -Y de paso, para que hagas el mandado completo, dile que nos empreste un cernidor y una podadera; con lo crecidas que están las matas ya mero se nos meten en las trasijaderas. Si yo tuviera mi casa grande, con aquellos grandes corrales que tenía, no me estaría quejando. Pero tu abuelo le jerró con venirse aquí. Todo sea por Dios: nunca han de salir las cosas corno

-¡Pedro! -le gritaron-. ¡Pedro! Pero él ya no oyó. Iba muy lejos. Por la noche volvió a llover. Se estuvo oyendo el borbotar del agua durante largo rato; luego se ha de haber dormido, porque cuando despertó sólo se oía una llovizna callada. Los vidrios de la ventana estaban opacos, y del otro lado las gotas resbalaban en hilos gruesos como de lágrimas. «Miraba caer las gotas iluminadas por los relámpagos, y cada vez que respiraba suspiraba, y cada vez que pensaba, pensaba en ti, Susana.» La lluvia se convertía en brisa. Oyó: «El perdón de los pecados y la resurrección de la carne. Amén». Eso era -. 22 -


acá adentro, donde unas mujeres rezaban el final del rosario. Se levantaban; encerraban los pájaros; atrancaban la puerta; apagaban la luz. Sólo quedaba la luz de la noche, el siseo de la lluvia como un murmullo de grillos... -¿Por qué no has ido a rezar el rosario? Estamos en el novenario de tu abuelo. Allí estaba su madre en el umbral de la puerta, con una vela en la mano. Su sombra descorrida hacia el techo, larga, desdoblada. Y las vigas del techo la devolvían en pedazos, despedazada. -Me siento triste -dijo. Entonces ella se dio vuelta. Apagó la llama de la vela. Cerró la puerta y abrió sus sollozos, que se siguieron oyendo confundidos con la lluvia.

cosas: al niño y el telégrafo, mientras que él se vive tomando cervezas en el billar. Además no me paga nada. -No estás allí para ganar dinero, sino para aprender; cuando ya sepas algo, entonces podrás ser exigente. Por ahora eres sólo un aprendiz; quizá mañana o pasado llegues a ser tú el jefe. Pero para eso se necesita paciencia y, más que nada, humildad. Si te ponen a pasear al niño, hazlo, por el amor de Dios. Es necesario que te resignes. -Que se resignen otros, abuela, yo no estoy para resignaciones. -¡Tú y tus rarezas! Siento que te va a ir mal, Pedro Páramo. “Fulgor Sedano, hombre de 54 años, soltero, de oficio administrador, apto para entablar y seguir pleitos, por poder y por mi propio derecho, reclamo y alego lo siguiente..." Eso había dicho cuando levantó el acta contra actos de Toribio Aldrete. Y terminó: “Que conste mi acusación por usufruto.” -A usted ni quien le quite lo hombre, don Fulgor. Sé que usted las puede. Y no por el poder que tiene atrás, sino por usted mismo. Se acordaba. Fue lo primero que le dijo el Aldrete, después que se habían estado emborrachando juntos, dizque para celebrar el acta: -Con ese papel nos vamos a limpiar usted y yo, don Fulgor, porque no va a servir para otra

El reloj de la iglesia dio las horas, una tras otra, una tras otra, como si se hubiera encogido el tiempo.

cosa. Y eso usted lo sabe. En fin, por lo que a usted respecta, ya cumplió con lo que le mandaron, y a mí me quitó de apuraciones; porque me tenía usted preocupado, lo que sea de cada quien.

-¿Qué haces aquí a estas horas? ¿No estás trabajando?

Ahora ya sé de qué se trata y me da risa. Dizque “usufruto”. Vergüenza debía darle a su patrón ser tan ignorante.

-No, abuela. Rogelio quiere que le cuide al niño. Me paso paseándolo. Cuesta trabajo atender las dos

Se acordaba. Estaban en la fonda de Eduviges. Y hasta -. 23 -


él le había preguntado: —Oye, Viges, ¿me puedes prestar el cuarto del rincón? —Los que usted quiera, don Fulgor ; si quiere, ocúpelos todos. ¿Se van a quedar a dormir aquí sus hombres? —No, nada más uno. Despreocúpate de nosotros y vete a dormir. Nomás déjanos la llave. —Pues ya le digo, don Fulgor —le dijo Toribio Aldrete—. A usted ni quien le menoscabe lo hombre que es; pero me lleva la rejodida con ese hijo de la rechintola de su patrón.

-Siéntate, Fulgor. Aquí hablaremos con más calma. Estaban en el corral. Pedro Páramo se arrellanó en un pesebre y esperó: -¿Por qué no te sientas? -Prefiero estar de pie, Pedro. -Como tú quieras. Pero no se te olvide el «don». ¿Quién era aquel muchacho para hablarle así? Ni su padre don Lucas Páramo se había atrevido a hacerlo. Y de pronto éste, que jamás se había parado en la Media Luna, ni conocía de oídas el trabajo, le hablaba como a un gañán. ¡Vaya, pues!

Se acordaba. Fue lo último que le oyó decir en sus cinco sentidos. Después se había comportado como un collón, dando de gritos. “Dizque la fuerza que yo tenía atrás. ¡Vaya!” Tocó con el mango del chicote la puerta de la casa de Pedro Páramo. Pensó en la primera vez que lo había hecho, dos semanas atrás. Esperó un buen rato del mismo modo que tuvo que esperar aquella vez. Miró también, como lo hizo la otra vez, el moño negro que colgaba del dintel de la puerta. Pero no comentó consigo mismo: «¡Vaya! Los han encimado. El primero está ya descolorido, el último relumbra como si fuera de seda; aunque no es más que un trapo teñido». La primera vez se estuvo esperando hasta llenarse con la idea de que quizá la casa estuviera deshabitada. Y ya se iba cuando apareció la figura de Pedro Páramo. -Pasa, Fulgor.

-¿Cómo anda aquello? Sintió que llegaba su oportunidad. «Ahora me toca a mí», pensó. -Mal. No queda nada. Hemos vendido el último ganado. Comenzó a sacar los papeles para informarle a cuánto ascendía todavía el adeudo. Y ya iba a decir: «Debemos tanto», cuando oyó:

Era la segunda ocasión que se veían. La primera nada más él lo vio; porque el Pedrito estaba recién nacido. Y ésta. Casi se podía decir que era la primera vez. Y le resultó que le hablaba como a un igual. ¡Vaya! Lo siguió a grandes trancos, chicoteándose las piernas:

-¿A quién le debemos? No me importa cuánto, sino a quién.

«Sabrá pronto que yo soy el que sabe. Lo sabrá. Y a lo que vengo».

-¿Y por qué?

Le repasó una lista de nombres. Y terminó: -No hay de dónde sacar para pagar. Ése es el asunto.

-Porque la familia de usted lo absorbió todo. Pedían y -. 24 -


pedían, sin devolver nada. Eso se paga caro. Ya lo decía yo: «A la larga acabarán con todo». Bueno, pues acabaron. Aunque hay por allí quien se interese en comprar los terrenos. Y pagan bien. Se podrían cubrir las libranzas pendientes y todavía quedaría algo; aunque, eso sí, algo mermado.

-Con ninguno, don Pedro.

-¿No serás tú?

-¿Qué se trae el Aldrete? Tú me mencionaste a las Preciados y a los Fregosos y a los

-¡Cómo se pone a creer que yo! -Yo creo hasta el bendito. Mañana comenzaremos a arreglar nuestros asuntos. Empezaremos por las Preciados. ¿Dices que a ellas les debemos más?

-Pues prométeselo. Dile que en teniendo se le pagará. Casi estoy seguro de que no pondrá dificultades. Haz eso mañana mismo. -¿Y lo del Aldrete?

Guzmanes. ¿Con que' sale ahora el Aldrete? -Cuestión de límites. Él ya mandó cercar y ahora pide que echemos el lienzo que falta para hacer la división. -Eso déjalo para después. Note preocupen los lienzos. No habrá lienzos. La tierra no tiene divisiones. Piénsalo, Fulgor, aunque no se lo des a entender. Arregla por de pronto lo de la Lola. ¿No quieres sentarte? -Me sentaré, don Pedro. Palabra que me está gustando tratar con usted. -Le dirás a la Lola esto y lo otro y que la quiero. Eso es importante. De cierto, Sedano,

-Sí. Y a las que les hemos pagado menos. El padre de usted siempre las pospuso para lo último. Tengo entendido que una de ellas, Matilde, se fue a vivir a la ciudad. No sé si a Guadalajara o a Colima. Y la Lola, quiero decir, doña Dolores, ha quedado como dueña de todo. Usted sabe: el rancho de Enmedio. Y es a ella a la que tenemos que pagar. -Mañana vas a pedir la mano de la Lola. -Pero cómo quiere usted que me quiera, si ya estoy viejo. -La pedirás para mí. Después de todo tiene alguna gracia. Le dirás que estoy muy enamorado de ella. Y que si lo tiene a bien. De pasada, dile al padre Rentería que nos arregle el trato. ¿Con cuánto dinero cuentas?

la quiero. Por sus ojos, ¿sabes? Eso harás mañana tempranito. Te reduzco tu tarea de administrador. Olvídate de la Media Luna. «¿De dónde diablos habrá sacado esas mañas el muchacho? -pensó Fulgor Sedano mientras regresaba a la Media Luna-. Yo no esperaba de él nada. "Es un inútil", decía de él mi difunto patrón don Lucas. "Un flojo de marca." Yo le daba la razón. "Cuando me muera váyase buscando otro trabajo, Fulgor." "Sí, don Lucas." "Con decirle, Fulgor, que he intentado mandarlo al seminario para ver si al menos eso le da para comer y mantener a su madre cuando yo les falte; pero ni a eso se decide." "Usted no se merece eso, don Lucas." "No se cuenta con él para nada, ni para que me sirva de bordón servirá cuando yo esté viejo. Se me malogró, qué quiere usted, Fulgor." "Es una verdadera lástima, don Lucas."» -. 25 -


Y ahora esto. De no haber sido porque estaba tan encariñado con la Media Luna, ni lo hubiera venido a ver. Se habría largado sin avisarle. Pero le tenía aprecio a aquella tierra; a esas lomas pelonas tan trabajadas y que todavía seguían aguantando el surco, dando cada vez más de sí... La querida Media Luna... Y sus agregados: «Vente para acá, tierrita de Enmedio». La veía venir. Como que aquí estaba ya. Lo que significa una mujer después de todo. «¡Vaya que sí!», dijo. Y chicoteó sus piernas al trasponer la puerta grande de la

-Él quisiera que fuera ahora mismo. Si es por los ajuares, nosotros se los proporcionaremos. La difunta madre de don Pedro espera que usted vista sus ropas. En la familia existe esa costumbre.

hacienda. Fue muy fácil encampanarse a la Dolores. Si hasta le relumbraron los ojos y se le descompuso la cara. -Perdóneme que me ponga colorada, don Fulgor. No creí que don Pedro se fijara en mí.

-Pero además hay algo para estos días. Cosas de mujeres, sabe usted. ¡Oh!, cuánta

-No duerme, pensando en usted.

vergüenza me da decirle esto, don Fulgor. Me hace usted que se me vayan los colores. Me toca la luna. ¡Oh!, qué vergüenza.

-Pero si él tiene de dónde escoger. Abundan tantas muchachas bonitas en Comala. ¿Qué dirán ellas cuando lo sepan?

-¿Y qué? El matrimonio no es asunto de si haya o no haya luna. Es cosa de quererse.

-Él sólo piensa en usted, Dolores. De ahí en más, en nadie.

Y, en habiendo esto, todo lo demás sale sobrando.

-Me hace usted que me den escalofríos, don Fulgor. Ni siquiera me lo imaginaba.

-Pero es que usted no me entiende, don Fulgor. -Entiendo. La boda será pasado mañana.

-Es que es un hombre tan reservado. Don Lucas Páramo, que en paz descanse, le llegó a decir que usted no era digna de él. Y se calló la boca por pura obediencia. Ahora que él ya no existe, no hay ningún impedimiento. Fue su primera decisión; aunque yo había tardado en cumplirla por mis muchos quehaceres. Pongamos por fecha de la boda pasado mañana. ¿Qué opina usted?

Y la dejó con los brazos extendidos pidiendo ocho días, nada más ocho días.

-¿No es muy pronto? No tengo nada preparado. Necesito encargar los ajuares. Le escribiré a mi hermana. O no, mejor le voy a mandar un propio, pero de cualquier manera no estaré lista antes del 8 de abril. Hoy estamos a 1. Sí, apenas para el 8. Dígale que espere unos diyitas.

La Dolores, en cambio, corrió a la cocina con un aguamanil para poner agua caliente:

«Que no se me olvide decirle a don Pedro -¡vaya muchacho listo ese Pedro!-, decirle que no se le olvide decirle al juez que los bienes son mancomunados. "Acuérdate, Fulgor, de decírselo mañana mismo."»

«Voy a hacer que esto baje más pronto. Que baje esta misma noche. Pero de todas maneras me durará mis tres días. No tendrá remedio. ¡Qué felicidad! ¡Oh, qué felicidad! -. 26 -


Gracias, Dios mío, por darme a don Pedro». Y añadió: «Aunque después me aborrezca».

-Pues dile que se equivocó. Que estuvo mal calculado. Derrumba los lienzos si es preciso.

-Ya está pedida y muy de acuerdo. El padre cura quiere sesenta pesos por pasar por alto lo de las amonestaciones. Le dije que se le darían a su debido tiempo. Él dice que le hace falta componer el altar y que la mesa de su comedor está toda desconchinflada. Le prometí que le mandaríamos una mesa nueva. Dice que usted nunca va a misa. Le prometí que iría. Y desde que murió su abuela ya no le han dado los diezmos. Le dije que no se preocupara. Está conforme.

-¿Y las leyes?

-¿No le pediste algo adelantado a la Dolores? -No, patrón. No me atreví. Ésa es la verdad. Estaba tan contenta que no quise estropearle su entusiasmo. -Eres un niño.

-¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros. ¿Tienes trabajando en la Media Luna a algún atravesado? -Sí, hay uno que otro. -Pues mándalos en comisión con el Aldrete. Le levantas un acta acusándolo de «usufruto» o de lo que a ti se te ocurra. Y recuérdale que Lucas Páramo ya murió. Que conmigo hay que hacer nuevos tratos. El cielo era todavía azul. Había pocas nubes. El aire soplaba allá arriba, aunque aquí abajo se convertía en calor. Tocó nuevamente con el mango del chicote, nada más por insistir, ya que sabía que no abrirían hasta que se le antojara a Pedro Páramo. Dijo mirando hacia el dintel de la puerta: «Se ven bonitos esos moños negros, lo que sea de cada quien». En ese momento abrieron y él entró. -Pasa, Fulgor. ¿Está arreglado el asunto de Toribio Aldrete? -Está liquidado, patrón.

«¡Vaya! Yo un niño. Con 55 años encima. Él apenas comenzando a vivir y yo a pocos pasos de la muerte.» -No quise quebrarle su contento. -A pesar de todo, eres un niño. -Está bien, patrón. -La semana venidera irás con el Aldrete. Y le dices que recorra el lienzo. Ha invadido tierras de la Media Luna. -Él hizo bien sus mediciones. A mí me consta.

-Nos queda la cuestión de los Fregosos. Deja eso pendiente. Ahorita estoy muy ocupado con mi «luna de miel». Fulgor Sedano sintió el olor de la tierra y se asomó a ver cómo la lluvia desfloraba los surcos. Sus ojos pequeños se alegraron. Dio hasta tres bocanadas de aquel sabor y sonrió hasta enseñar los dientes. “¡Vaya! —dijo—. Otro buen año se nos echa encima.” Y añadió: “Ven, agüita, ven. ¡Déjate caer hasta que te canses! Después córrete para allá, acuérdate que hemos abierto a la labor toda la tierra, nomás para que te des gusto.” -. 27 -


Y soltó la risa. El pájaro burlón que regresaba de recorrer los campos pasó casi frente a él y gimió con un gemido desgarrado.

misma pregunta:

El agua apretó su lluvia hasta que allá, por donde comenzaba a amanecer, se cerró el cielo y pareció que la oscuridad, que ya se iba, regresaba. La puerta grande de la Media Luna rechinó al abrirse, remojada por la brisa. Fueron saliendo primero dos, luego otros dos, después otros dos y así hasta doscientos hombres a caballo que se desparramaron por los campos lluviosos.

—De por ahi, de visitar madres.

—Hay que aventar el ganado de Enmedio más allá de lo que fue Estagua, y el de Estagua córranlo para los cerros de Vilmayo —les iba ordenando Fulgor Sedano conforme salían—. ¡Y apriétenle, que se nos vienen encima las aguas!

—¿Pero de dónde llegas, Miguel?

—No quiero que te enojes. Disimúlalo. ¿Cómo se te hacen los huevos? —Como a ti te gusten. —Te estoy hablando de buen modo, Miguel. —Lo entiendo, Damiana. No te preocupes. Oye, ¿tú conoces a una tal Dorotea, apodada la Cuarraca? —Sí. Y si tú la quieres ver, allí está afuerita.

Lo dijo tantas veces, que ya los últimos sólo oyeron: “De aquí para allá y de allá para más allá.” Todos y cada uno se llevaban la mano al sombrero para darle a entender que ya habían entendido. Y apenas había acabado de salir el último hombre, cuando entró a todo galope Miguel Páramo, quien, sin detener su carrera, se apeó del caballo casi en las narices de Fulgor, dejando que el caballo buscara solo su pesebre. —¿De dónde vienes a estas horas, muchacho? —Vengo de ordeñar. —¿A quién? —¿A que no lo adivinas?

—Siempre madruga para venir aquí por su desayuno. Es una que trae un molote; en su rebozo y lo arrulla diciendo que es su crío. Parece ser que le sucedió alguna desgracia allá en sus tiempos; pero, como nunca habla, nadie sabe lo que le pasó. Vive de limosna. —¡Maldito viejo! Le voy a jugar una mala pasada que hasta le harán remolino los ojos.

—Ha de ser a Dorotea, la Cuarraca. Es a la única que le gustan los bebés.

Después se quedó pensando si aquella mujer no le serviría para algo. Y sin dudarlo más fue hacia la puerta trasera de la cocina y llamó a Dorotea:

—Eres un imbécil, Fulgor; pero no tienes tú la culpa.

—Ven para acá, te voy a proponer un trato —le dijo.

Y se fue, sin quitarse las espuelas, a que le dieran de almorzar.

Y quién sabe qué clase de proposiciones le haría, lo cierto es que cuando entró de nuevo se

En la cocina, Damiana Cisneros también le hizo la

frotaba las manos: -. 28 -


—¡Vengan esos huevos! —le gritó a Damiana. Y agregó: —De hoy en adelante le darás de

—Miguel le dará muchos dolores la cabeza, don Pedro. Le gusta la pendencia.

comer a esa mujer lo mismo que a mí, no le hace que se te ampolle el codo.

—Déjalo moverse. Es apenas un niño. ¿Cuántos años cumplió? Tendrá diecisiete. ¿No,

Mientras tanto, Fulgor Sedano se fue hasta las trojes a revisar la altura del maíz. Le preocupaba la merma porque aún tardaría la cosecha. A decir verdad, apenas si se había

Fulgor?

sembrado. “Quiero ver si nos alcanza.” Luego añadió: “¡Ese muchacho! igualito a su padre; pero comenzó demasiado pronto. A ese paso no creo que se logre. Se me olvidó mencionarle que ayer vinieron con la acusación de que había matado a uno. Si así sigue...”

—Puede que sí. Recuerdo que se lo trajeron recién, apenas ayer; pero es tan violento y vive tan de prisa que a veces se me figura que va jugando carreras con el tiempo. Acabará por perder, ya lo verá usted. —Es todavía una criatura, Fulgor. —Será lo que usted diga, don Pedro; pero esa mujer que vino ayer a llorar aquí alegando que el hijo de usted le había matado a su marido, estaba de a tiro desconsolada. Yo sé medir el desconsuelo, don Pedro. Y esa mujer lo cargaba por kilos. Le ofrecí cincuenta hectolitros de maíz para que se olvidara del asunto; pero no los quiso. Entonces le prometí que corregiríamos el daño de algún modo. No se conformó. —¿De quién se trataba? —Es gente que no conozco. No tienes pues por qué apurarte, Fulgor. Esa gente no existe.

Suspiró y trató de imaginar en qué lugar irían ya los vaqueros. Pero lo distrajo el potrillo alazán de Miguel Páramo, que se rascaba los morros contra la barda. “Ni siquiera lo ha desensillado”, pensó. “Ni lo hará. Al menos don Pedro es más consecuente con uno y tiene sus ratos de calma. Aunque consiente mucho al Miguel. Ayer le comuniqué lo que había hecho su hijo y me respondió: ‘Hazte a la idea de que yo fui, Fulgor; él es incapaz de hacer eso: no tiene todavía fuerza para matar a nadie. Para eso se necesita tener los riñones de este tamaño.’ Puso sus manos así, como si midiera una calabaza. ‘La culpa de todo lo que él haga échamela a mí’.”

Llegó a las trojes y sintió el calor del maíz. Tomó en sus manos un puñado para ver si no lo había alcanzado el gorgojo. Midió la altura: '“Rendirá —dijo—. En cuanto crezca el pasto ya no vamos a requerir darle maíz al ganado. Hay de sobra.” De regreso miró el cielo lleno de nubes: “Tendremos agua para un buen rato.” Y se olvidó de todo lo demás. Llamaron a su puerta; pero él no contestó. Oyó que siguieron tocando todas las puertas, despertando a la gente. La carrera que llevaba Fulgor —lo conoció por sus pasos— hacia la puerta grande se detuvo un momento, como si tuviera intenciones de volver a -. 29 -


llamar. Después siguió corriendo. Rumor de voces. Arrastrar de pisadas despaciosas como si cargaran con algo pesado. Ruidos vagos. Vino hasta su memoria la muerte de su padre, también en un amanecer como éste; aunque en aquel entonces la puerta estaba abierta y traslucía el color gris de un cielo hecho de ceniza, triste, como fue entonces. Y a una mujer conteniendo el llanto, recostada contra la puerta. Una madre de la que él ya se había olvidado y olvidado muchas veces diciéndole: “¡Han matado a tu padre!”

previniendo su furia, haciendo bolas duras de rencor pero oyó las palabras suaves de Fulgor Sedano que le decían: —Nadie le hizo nada. Él solo encontró la muerte. Había mecheros de petróleo aluzando la noche. —... Lo mató el caballo —se acomidió a decir uno.

Con aquella voz quebrada, deshecha sólo unida por el hilo del sollozo. Nunca quiso revivir ese recuerdo porque le traía otros, como si rompiera un costal repleto y luego quisiera contener el grano. La muerte de su padre que arrastró otras muertes y en cada una de ellas estaba siempre la imagen de la cara despedazada; roto un ojo, mirando vengativo el otro. Y otro y otro más, hasta que la había borrado del recuerdo cuando ya no hubo nadie que se la recordara. —¡Descánselo aquí! No, así no. Hay que meterlo con la cabeza para atrás. ¡Tú! ¿Qué esperas? Todo en voz baja. —¿Y él? —Él duerme. No lo despierten. No hagan ruido. Allí estaba él, enorme, mirando la maniobra de meter un bulto envuelto en costales viejos, amarrado con sicuas de coyunda como si lo hubieran amortajado. —¿Quién es? —preguntó. Fulgor Sedano se acercó hasta él y le dijo: —Es Miguel, don Pedro. —¿Qué le hicieron? —gritó.

Lo tendieron en su cama, echando abajo el colchón, dejando las puras tablas, donde acomodaron el cuerpo ya desprendido de las tiras con que habían venido tirando de él. Le colocaron las manos sobre el pecho y taparon su cara con un trapo negro. “Parece más grande de lo que era”, dijo en secreto Fulgor Sedano. Pedro Páramo se había quedado sin expresión ninguna como ido. Por encima de él sus pensamientos se seguían unos a otros sin darse alcance ni juntarse. Al fin dijo: —Estoy comenzando a pagar. Más vale empezar temprano, para terminar pronto. No sintió dolor. Cuando le habló a la gente reunida en el patio para agradecerle su compañía, abriéndole paso a su voz por entre el lloriqueo de las mujeres, no cortó ni el resuello ni sus palabras. Después sólo se oyó en aquella noche el piafar del potrillo alazán de Miguel Páramo.

Esperaba oír: “Lo han matado.” Y ya estaba -. 30 -


—Mañana mandas matar ese animal para que no siga sufriendo —le ordenó a Fulgor Sedano.

-¿Qué se te ofrece? -Necesito hablar directamente cocon el patrón.

—Está bien, don Pedro. Lo entiendo. El pobre se ha de sentir desolado.

-Yo soy. ¿Qué quieres?

—Yo también lo entiendo así, Fulgor. Y diles de paso a esas mujeres que no armen tanto escándalo, es mucho alboroto por mi muerto. Si fuera de ellas, no llorarían con tantas ganas.

-Pues, nanada más esto. Mataron a don Fulgor Sesedano. Yo le hacía compañía. Habíamos ido por el rumbo de los «vertederos» para averiguar por qué se estaba escaseando el agua. Y en eso andábamos cucuando vimos una manada de hombres que nos salieron al encuentro. Y de entre la mumultitud aquella brotó una voz que dijo: «Yo a ése le coconozco. Es el administrador de la Memedia Luna». »A mí ni me totomaron en cuenta. Pero a don Fulgor le mandaron soltar la bestia. Le dijeron que eran revolucionarios. Que venían por las tierras de usté. "¡Cocórrale!" -le dijeron a don Fulgor-. "¡Vaya y dígale a su patrón que allá nos Veremos!" Y él soltó la cacalda, despavorido. No muy de prisa por lo pepesado que era; pero corrió. Lo mataron cocorriendo. Murió cocon una pata arriba y otra abajo.

Un hombre al que decían el Tartamudo llegó a la Media Luna y preguntó por Pedro Páramo. -¿Para qué lo solicitas? -Quiero hablar con él. -No está. -Dile, cucuando regrese, que vengo de parte de don Fulgor. -Lo iré a buscar; pero aguántate unas cuantas horas. -Dile, es cocosa de urgencia. -Se lo diré. El hombre al que decían el Tartamudo aguardó arriba del caballo. Pasado un rato, Pedro Páramo, al que nunca había visto, se le puso enfrente:

»Entonces yo ni me momoví. Esperé que fuera de nonoche y aquí estoy para anunciarle lo que papasó. -¿Y qué esperas? ¿Por qué no te mueves? Anda y diles a ésos que aquí estoy para lo que se les ofrezca. Que vengan a tratar conmigo. Pero antes date un rodeo por La Consagración. ¿Conoces al Tilcuate? Allí estará. Dile que necesito verlo. Y a esos fulanos avísales que los espero en cuanto tengan un tiempo disponible. ¿Qué jaiz de revolucionarios son? -No lo sé. Ellos ansí se nonombran. -Dile al Tilcuate que lo necesito más que de prisa. -Así lo haré, papatrón. Pedro Páramo volvió a encerrarse en su despacho. Se sentía viejo y abrumado. No le preocupaba Fulgor, -. 31 -


que al fin y al cabo ya estaba «más para la otra que para ésta». Había dado de sí todo lo que tenía que dar; aunque fue muy servicial, lo que sea de cada quien.

tortilla tras tortilla cuando les arrimaron los frijoles. Pedro Páramo los miraba. No se le hacían caras conocidas. Detrasito de él, en la sombra, aguardaba el Tilcuate.

«De todos modos, los "tilcuatazos" que se van a llevar esos locos», pensó. Pensaba más en Susana San Juan, metida siempre en su cuarto, durmiendo, y cuando no, como si durmiera. La noche anterior se la había pasado en pie, recostado en la pared, observando a través de la pálida luz de la veladora el cuerpo en movimiento de Susana; la cara sudorosa, las manos agitando las sábanas, estrujando la almohada hasta el desmorecimiento. Desde que la había traído a vivir aquí no sabía de otras noches pasadas a su lado, sino de estas noches doloridas, de interminable inquietud. Y se preguntaba hasta cuándo terminaría aquello. Esperaba que alguna vez. Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague.

-Patrones -les dijo cuando vio que acababan de comer-, ¿en qué más puedo servirlos? -¿Usted es el dueño de esto? -preguntó uno abanicando la mano.

Si al menos hubiera sabido qué era aquello que la maltrataba por dentro, que la hacía revolcarse en el desvelo, como si la despedazaran hasta inutilizarla.

Pero otro lo interrumpió diciendo:

Él creía conocerla. "Y aun cuando no hubiera sido así, ¿acaso no era suficiente saber que era la criatura más querida por él sobre la tierra? Y que además, y esto era lo más importante, le serviría para irse de la vida alumbrándose con aquella imagen que borraría todos los demás recuerdos.

-Bien. ¿Qué se les ofrece? -volvió a preguntar Pedro Páramo.

¿Pero cuál era el mundo de Susana San Juan? Ésa fue una de las cosas que Pedro Páramo nunca llegó a saber. Pardeando la tarde, aparecieron los hombres. Venían encarabinados y terciados de carrilleras. Eran cerca de veinte. Pedro Páramo los invitó a cenar. Y ellos, sin quitarse el sombrero, se acomodaron a la mesa y esperaron callados. Sólo se les oyó sorber el chocolate cuando les trajeron el chocolate, y masticar

-¡Aquí yo soy el que hablo!

-Como usté ve, nos hemos levantado en armas. -¿Y? -Y pos eso es todo. ¿Le parece poco? -¿Pero por qué lo han hecho? -Pos porque otros lo han hecho también. ¿No lo sabe usté? Aguárdenos tantito a que nos lleguen instrucciones y entonces le averiguaremos la causa. Por lo pronto ya estamos aquí. -Yo sé la causa -dijo otro-. Y si quiere se la entero. Nos hemos rebelado contra el gobierno y contra ustedes porque ya estamos aburridos de soportarlos. Al -. 32 -


gobierno por rastrero y a ustedes porque no son más que unos móndrigos bandidos y mantecosos ladrones. Y del señor gobierno ya no digo nada porque le vamos a decir a balazos lo que le queremos decir. -¿Cuánto necesitan para hacer su revolución? preguntó Pedro Páramo-. Tal vez yo pueda ayudarlos. -Dice bien aquí el señor, Perseverancio. No se te debía soltar la lengua. Necesitamos agenciarnos un rico pa que nos habilite, y qué mejor que el señor aquí presente. ¿A ver tú, Casildo, como cuánto nos hace falta? -Que nos dé lo que su buena intención quiera darnos. -Éste «no le daría agua ni al gallo de la pasión». Aprovechemos que estamos aquí, para sacarle de una vez hasta el maíz que trai atorado en su cochino buche. -Cálmate, Perseverancio. Por las buenas se consiguen mejor las cosas. Vamos a ponernos de acuerdo. Habla tú, Casildo. -Pos yo ahí al cálculo diría que unos veinte mil pesos no estarían mal para el comienzo.

¿Cuántos son ustedes? -Semos trescientos. -Bueno. Les voy a prestar otros trescientos hombres para que aumenten su contingente. Dentro de una semana tendrán a su disposición tanto los hombres como el dinero. El dinero se los regalo, a los hombres nomás se los presto. En cuanto los desocupen mándenmelos para acá. ¿Está bien así? -Pero cómo no. -Entonces hasta dentro de ocho días, señores. Y he tenido mucho gusto en conocerlos. -Sí -dijo el último en salir-. Acuérdese que, si no nos cumple, oirá hablar de Perseverancio, que así es mi nombre. Pedro Páramo se despidió de él dándole la mano. -¿Quién crees tú que sea el jefe de éstos? -le preguntó más tarde al Tilcuate. -Pues a mí se me figura que es el barrigón ese que estaba en medio y que ni alzó los ojos. Me late que es él... Me equivoco pocas veces, don Pedro. -No, Damasio, el jefe eres tú. ¿O qué, no te quieres ir a la revuelta? -Pero si hasta se me hace tarde. Con lo que me gusta a mí la bulla. -Ya viste pues de qué se trata, así que ni necesitas mis consejos. Júntate trescientos muchachos de tu confianza y enrólate con esos alzados. Diles que les llevas la gente que les prometí. Lo demás ya sabrás tú cómo manejarlo. -¿Y del dinero qué les digo? ¿También se los entriego?

¿Qué les parece a ustedes? Ora que quién sabe si al señor éste se le haga poco, con eso de que tiene sobrada voluntad de ayudarnos. Pongamos entonces cincuenta mil. ¿De acuerdo? -Les voy a dar cien mil pesos -les dijo Pedro Páramo-.

-Te voy a dar diez pesos para cada uno. Ahí nomás para sus gastos más urgentes. Les dices que el resto está aquí guardado y a su disposición. No es conveniente cargar tanto dinero andando en esos trajines. Entre paréntesis: ¿te gustaría el ranchito de la Puerta de Piedra? Bueno, pues es tuyo desde -. 33 -


ahorita. Le vas a llevar un recado al licenciado Gerardo Trujillo, de Comala, y allí mismo pondrá a tu nombre la propiedad. ¿Qué dices, Damasio? -Eso ni se pregunta, patrón. Aunque con eso o sin eso yo haría esto por puro gusto. Como si usted no me conociera. De cualquier modo, se lo agradezco. La vieja tendrá al menos con qué entretenerse mientras yo suelto el trapo.

usted, y las deferencias que han tenido para con uno se extrañan. Vivimos rompiendo nuestro mundo a cada rato, si es válido decirlo. ¿Dónde quiere que le deje los papeles? -No los dejes. Llévatelos. ¿O qué no puedes seguir encargado de mis asuntos allá a dónde vas?

-Y mira, ahí de pasada arréate unas cuantas vacas. A ese rancho lo que le falta es movimiento. -¿No importa que sean cebuses? -Escoge de las que quieras, y las que tantees pueda cuidar tu mujer. Y volviendo a nuestro asunto, procura no alejarte mucho de mis terrenos, por eso de que si vienen otros que vean el campo ya ocupado. Y venme a ver cada que puedas o tengas alguna novedad. -Nos veremos, patrón. -¿Sabe, don Pedro, que derrotaron al Tilcuate? -Sé que hubo alguna balacera anoche, porque se estuvo oyendo el alboroto; pero de ahí en más no sé nada. ¿Quién te contó eso, Gerardo? -Llegaron unos heridos a Comala. Mi mujer ayudó para eso de los vendajes. Dijeron eran de la gente de Damasio y que habían tenido muchos muertos. Parece que se encontraron con unos que se dicen villistas. -¡Qué caray, Gerardo! Estoy viendo llegar tiempos malos. ¿Y tú qué piensas hacer? -Me voy, don Pedro. A Sayula. Allá volveré a establecerme. -Ustedes los abogados tienen esa ventaja; pueden llevarse su patrimonio a todas partes, mientras no les rompan el hocico. -Ni crea, don Pedro; siempre nos andamos creando problemas. Además duele dejar a personas como

Agradezco su confianza, don Pedro. La agradezco sinceramente. Aunque hago la salvedad de que me será imposible. Ciertas irregularidades... Digamos... Testimonios que nadie sino usted debe conocer. Pueden prestarse a malos manejos en caso de llegar a caer en otras manos. Lo más seguro es que estén con usted. -Dices bien, Gerardo. Déjalos aquí. Los quemaré. Con papeles o sin ellos, ¿quién me puede discutir la propiedad de lo que tengo? -Indudablemente nadie, don Pedro. Nadie. Con su permiso. -Ve con Dios, Gerardo. -¿Qué dijo usted? -Digo que Dios te acompañe. El licenciado Gerardo Trujillo salió despacio. Estaba ya viejo; pero no para dar esos pasos tan cortos, tan sin ganas. La verdad es que esperaba una recompensa. Había servido a don Lucas, que en paz descanse, padre de don Pedro; después a don Pedro, y -. 34 -


todavía; luego a Miguel, hijo de don Pedro. La verdad es que esperaba una compensación. Una retribución grande y valiosa. Le había dicho a su mujer: -Voy a despedirme de don Pedro. Sé que me gratificará. Estoy por decir que con el dinero que él me dé nos estableceremos bien en Sayula y viviremos holgadamente el resto de nuestros días. Pero ¿por qué las mujeres siempre tienen una duda? ¿Reciben avisos del cielo, o qué? Ella no estuvo segura de que consiguiera algo:

-Don Pedro, he regresado, pues no estoy satisfecho conmigo mismo. Gustoso seguiré llevando sus asuntos. Lo dijo, sentado nuevamente en el despacho de Pedro Páramo, donde había estado no hacía ni media hora. -Está bien, Gerardo. Allí estáte los papeles, donde tú los dejaste. -Desearía también... Los gastos... El traslado... Un mínimo adelanto de honorarios...

-Tendrás que trabajar muy duro allá para levantar cabeza. De aquí no sacarás nada.

Algo extra, por si usted lo tiene a bien.

-¿Por qué lo dices?

-¿No podría ser un poco, digamos, un poquito más?

-Lo sé.

-¿Te conformas con mil?

-¿Quinientos?

-¿Y si fueran cinco? -¿Cinco qué? ¿Cinco mil pesos? No los tengo. Tú bien sabes que todo está invertido.

Siguió andando hacia la puerta, atento a cualquier llamado: «¡Ey, Gerardo! Lo preocupado que estoy no me ha permitido pensar en ti. Pero yo debo favores que no se pagan con dinero. Recibe esto: es un regalo insignificante». Pero el llamado no vino. Cruzó la puerta y desanudó el bozal con que su caballo estaba amarrado al horcón. Subió a la silla y, al paso, tratando de no alejarse mucho para oír si lo llamaban, caminó hacia Comala sin desviarse del camino. Cuando vio que la Media Luna se perdía detrás de él, pensó: «Sería mucho rebajarme si le pidiera un préstamo».

Tierras, animales. Tú lo sabes. Llévate mil. No creo que necesites más. Se quedó meditando. La cabeza caída. Oía el tintineo de los pesos sobre el escritorio donde Pedro Páramo contaba el dinero. Se acordaba de don Lucas, que siempre le quedó a deber sus honorarios. De don Pedro, que hizo cuenta nueva. De Miguel su hijo: ¡cuántos bochornos le había dado ese muchacho! Lo libró de la cárcel cuando menos unas quince veces, cuando no hayan sido más. Y el asesinato que cometió con aquel hombre, ¿cómo se apellidaba? Rentería, eso es. El muerto llamado Rentería, al que le pusieron una pistola en la mano. Lo asustado que estaba el Miguelito, aunque después le diera risa. Eso nomás ¿cuánto le hubiera costado a don Pedro si las cosas hubieran ido hasta allá, hasta lo legal? Y lo de las violaciones ¿qué? Cuántas veces él tuvo que sacar de su misma bolsa el dinero para que ellas le echaran tierra al asunto: «¡Date de buenas que vas a tener un hijo güerito!», les decía. -Aquí tienes, Gerardo. Cuídalos muy bien, porque no retoñan. -. 35 -


Y él, que todavía estaba en sus cavilaciones, respondió: -Sí, tampoco los muertos retoñan -y agregó-: Desgraciadamente. -Supe que te habían derrotado, Damasio. ¿Por qué te dejas hacer eso? -Le informaron mal, patrón. A mí no me ha pasado nada. Tengo mi gente enterita. Ahí traigo setecientos hombres y otros cuantos arrimados. Lo que pasó es que unos pocos de los «viejos», aburridos de estar ociosos, se pusieron a disparar contra un pelotón de pelones, que resultó ser todo un ejército. Villistas, ¿sabe usted? -¿Y de dónde salieron ésos?

ni mucho menos, ¿pero no se te ha ocurrido asaltar Contla? ¿Para qué crees que andas en la revolución? Si vas a pedir limosna estás atrasado. Valía más que mejor te fueras con tu mujer a cuidar gallinas. ¡Échate sobre algún pueblo! Si tú andas arriesgando el pellejo, ¿por qué diablos no van a poner otros algo de su parte? Contla está que hierve de ricos. Quítales tantito de lo que tienen. ¿O acaso creen que tú eres su pilmama y que estás para cuidarles sus intereses? No, Damasio. Hazles ver que no andas jugando ni divirtiéndote. Dales un pegue y ya verás como sales con centavos de este mitote. -Lo que sea, patrón. De usted siempre saco algo de provecho. -Pues que te aproveche.

-Vienen del Norte, arriando parejo con todo lo que encuentran. Parece, según se ve, que andan recorriendo la tierra, tanteando todos los terrenos. Son poderosos. Eso ni quien se los quite. -¿Y por qué no te juntas con ellos? Ya te he dicho que hay que estar con el que vaya ganando. -Ya estoy con ellos. . -¿Entonces para qué vienes a verme? -Necesitamos dinero, patrón. Ya estamos cansados de comer carne. Ya ni se nos antoja. Y nadie nos quiere fiar. Por eso venimos, para que usted nos provea y no nos veamos urgidos de robarle a nadie. Si anduviéramos remotos no nos importaría darle un «entre» a los vecinos; pero aquí todos estamos emparentados y nos remuerde robar. Total, es dinero lo que necesitamos para mercar aunque sea una gorda con chile. Estamos hartos de comer carne.

Pedro Páramo miró cómo los hombres se iban. Sintió desfilar frente a él el trote de caballos oscuros confundidos con la noche. El sudor y el polvo; el temblor de la tierra. Cuando vio los cocuyos cruzando otra vez sus luces, se dió cuenta de que todos los hombres se habían ido.

-¿Ahora te me vas a poner exigente, Damasio?

Quedaba él, solo, como un tronco duro comenzando a desgajarse por dentro.

-De ningún modo, patrón. Estoy abogando por los muchachos; por mí, ni me apuro.

Pensó en Susana San Juan. Pensó en la muchacha con la que acababa de dormir apenas un

-Está bien que te acomidas por tu gente; pero sonsácales a otros lo que necesitas. Yo ya te di. Confórmate con lo que te di. Y éste no es un consejo

rato. Aquel pequeño cuerpo azorado y tembloroso que parecía iba a echar fuera su corazón por la -. 36 -


boca. “Puñadito de carne”, le dijo. Y se había abrazado a ella tratando de convertirla en la carne

que es muy noche para que este par de viejas andemos sueltas por la calle.

de Susana San Juan. “Una mujer que no era de este mundo.”

Y las dos mujeres, que salían de la iglesia muy cerca de las once de la noche, se perdieron

—¿Ve usted aquella ventana, doña Fausta, allá en la Media Luna, donde siempre ha estado

bajo los arcos del portal, mirando cómo la sombra de un hombre cruzaba la plaza en dirección de

prendida la luz?

la Media Luna.

—No, Ángeles. No veo ninguna ventana.

—Oiga, doña Fausta, ¿no se le figura que el señor que va allí es el doctor Valencia?

—Es que ahorita se ha quedado a oscuras. ¿No estará pasando algo malo en la Media Luna?

—Así parece, aunque estoy tan cegatona que no lo podría reconocer. —Acuérdese que siempre viste pantalones blancos y saco negro. Yo le apuesto a que está aconteciendo algo malo en la Media Luna. Y mire lo recio que va, como si lo correteara la prisa. —Con tal de que no sea de verdad una cosa grave. Me dan ganas de regresar y decirle al padre Rentería que se dé una vuelta por allá, no vaya a resultar que esa infeliz muera sin confesión.

Hace más de tres años que está aluzada esa ventana, noche tras noche. Dicen los que han estado allí que es el cuarto donde habita la mujer de Pedro Páramo, una pobrecita loca que le tiene miedo a la oscuridad. Y mire: ahora mismo se ha apagado la luz. ¿No será un mal suceso? —Tal vez haya muerto. Estaba muy enferma. Dicen que ya no conocía a la gente, y dizque hablaba sola. Buen castigo ha de haber soportado Pedro Páramo casándose con esa mujer. —Pobre del señor don Pedro. —No, Fausta. Él se lo merece. Eso y más. —Mire, la ventana sigue a oscuras. —Ya deje tranquila esa ventana y vámonos a dormir,

—Ni lo piense, Ángeles. Ni lo quiera Dios. Después de todo lo que ha sufrido en este mundo, nadie desearía que se fuera sin los auxilios espirituales, y que siguiera penando en la otra vida. Aunque dicen los zahorinos que a los locos no les vale la confesión, y aun cuando tengan el alma impura son inocentes. Eso sólo Dios lo sabe... Mire usted, ya se ha vuelto a prender la luz en la ventana. Ojalá todo salga bien. Imagínese en qué pararía el trabajo que nos hemos tomado todos estos días para arreglar la iglesia y que luzca bonita ahora para la Natividad, si alguien se muere en esa casa. Con el poder que tiene don Pedro, nos desbarataría la función en un santiamén. —A usted siempre se le ocurre lo peor, doña Fausta. Mejor haga lo que yo: encomiéndelo todo a la Divina Providencia. Récele un Ave María a la Virgen y estoy segura que nada va a pasar de hoy a mañana. Ya -. 37 -


después, que se haga la voluntad de Dios, al fin y al cabo, ella no debe estar tan contenta en esta vida. —Créame, Ángeles, que usted siempre me repone el ánimo.Voy a dormir llevándome al sueño estos pensamientos. Dicen que los pensamientos de los sueños van derecho al cielo. Ojalá que los míos alcancen esa altura. Nos veremos mañana. —Hasta mañana, Fausta. Las dos viejas, puerta de por medio, se metieron en sus casas. El silencio volvió a cerrar la noche sobre el pueblo. El repique comenzó con la campana mayor. La siguieron las demás. Algunos creyeron que llamaban para la misa grande y empezaron a abrirse las puertas; las menos, sólo aquellas donde vivía gente desmañanada, que esperaba despierta a que el toque del alba les avisara que ya había terminado la noche. Pero el repique duró más de lo debido. Ya no sonaban sólo las campanas de la iglesia mayor, sino también las del Santuario. Llegó el mediodía y no cesaba el repique. Llegó la noche. Y de día y de noche las campanas siguieron tocando, todas por igual, cada vez con más fuerza, hasta que aquello se convirtió en un lamento rumoroso de sonidos. Los hombres gritaban para oír lo que querían decir: “¿Qué habrá pasado?”, se preguntaban. A los tres días todos estaban sordos. Se hacía imposible hablar con aquel zumbido de que estaba lleno el aire. Pero las campanas seguían, seguían, algunas ya cascadas, con un sonar hueco, como de cántaro. —Se ha muerto doña Susana. —¿Muerto? ¿Quién? —La señora. —¿La tuya? —La de Pedro Páramo.

Comenzó a llegar gente de otros rumbos, atraída por el constante repique. De Contla venían como en peregrinación. Y aun de más lejos. Quién sabe de dónde, pero llegó un circo, con volantines y sillas voladoras. Músicos. Se acercaban primero como si fueran mirones, y al rato ya se habían avecinado, de manera que hasta hubo serenatas. Y así poco a poco la cosa se convirtió en fiesta. Comala hormigueó de gente, de jolgorio y de ruidos, igual que en los días de la función, en que costaba trabajo dar un paso por el pueblo. Las campanas dejaron de tocar; pero la fiesta siguió. No hubo modo de hacerles comprender que se trataba de un duelo, de días de duelo. No hubo modo de hacer que se fueran antes, por el contrario, siguieron llegando más.

La Media Luna estaba sola, en silencio. Se caminaba con los pies descalzos; se hablaba en voz baja. Enterraron a Susana San Juan y pocos en Comala se enteraron. Allá había feria. Se jugaba a los gallos, se oía la música; los gritos de los borrachos y de loterías. Hasta acá llegaba la luz del pueblo, que parecía una aureola sobre el cielo gris. Porque fueron días grises, tristes para la Media Luna. Don Pedro no hablaba. No salía de su cuarto. Juró vengarse de Comala: —Me cruzaré de brazos y Comala se morirá de hambre. Y así lo hizo. El Tilcuate siguió viniendo: -Ahora somos carrancistas. -Está bien. -. 38 -


Andamos con mi general Obregón. -Está bien. Allá se ha hecho la paz. Andamos sueltos.

mismo momento. Yo aquí, junto a la puerta mirando el amanecer y mirando cuando te ibas, siguiendo el camino del cielo; por donde el cielo comenzaba a abrirse en luces, alejándote, cada vez más desteñida entre las sombras de la tierra.

-Espera. No desarmes a tu gente. Esto no puede durar mucho. -Se ha levantado en armas el padre Rentería. ¿Nos vamos con él, o contra él?

»Fue la última vez que te vi. Pasaste rozando con tu cuerpo las ramas del paraíso que

-Eso ni se discute. Ponte al lado del gobierno.

está en la vereda y te llevaste con tu aire sus últimas hojas. Luego desapareciste. Te dije:

-Pero si somos irregulares. Nos consideran rebeldes. -Entonces vete a descansar. -¿Con el vuelo que llevo? -Haz lo que quieras, entonces. -Me iré a reforzar al padrecito. Me gusta cómo gritan. Además lleva uno ganada la salvación. -Haz lo que quieras.

"¡Regresa Susana!".» Pedro Páramo siguió moviendo los labios, susurrando palabras. Después cerró la boca y entreabrió los ojos, en los que se reflejó la débil claridad del amanecer. Amanecía. A esa misma hora, la madre de Gamaliel Villalpando, doña Inés, barría la calle frente a la tienda de su hijo, cuando llegó y por la puerta entornada, se metió Abundio Martínez. Se encontró al Gamaliel dormido encima del mostrador con el sombrero cubriéndole la cara para que no lo molestaran las moscas. Tuvo que esperar un buen rato para que despertara. Tuvo que esperar a que doña Inés terminara la faena de barrer la calle y viniera a picarle las costillas a su hijo con el mango de la escoba y le dijera: -¡Aquí tienes un cliente! ¡Alevántate!

Pedro Páramo estaba sentado en un viejo equipal, junto a la puerta grande de la Media Luna, poco antes de que se fuera la última sombra de la noche. Estaba solo, quizá desde hacía tres horas. No dormía. Se había olvidado del sueño y del tiempo: «Los viejos dormimos poco, casi nunca. A veces apenas si dormitamos; pero sin dejar de pensar. Eso es lo único que me queda por hacer». Después añadió en voz alta: «No tarda ya. No tarda». Y siguió: «Hace mucho tiempo que te fuiste, Susana. La luz era igual entonces que ahora, no tan bermeja; pero era la misma pobre luz sin lumbre, envuelta en el paño blanco dé la neblina que hay ahora. Era el

El Gamaliel se enderezó de mal genio, dando gruñidos. Tenía los ojos colorados de tanto desvelarse y de tanto acompañar a los borrachos, emborrachándose con ellos. Ya sentado sobre el mostrador, maldijo a su madre, se maldijo a sí mismo y maldijo infinidad de veces a la vida «que valía un puro carajo». Luego volvió a acomodarse con las manos entre las piernas y se volvió a dormir todavía farfullando maldiciones: -Yo no tengo la culpa de que a estas horas anden sueltos los borrachos. -. 39 -


-El pobre de mi hijo. Discúlpalo, Abundio. El pobre se pasó la noche atendiendo a unos viajantes que se picaron con las copas. ¿Qué es lo que te trae por aquí tan de mañana?

-¿Qué, no fuiste a ver al padre Rentería?

Se lo dijo a gritos, porque Abundio era sordo.

-Pos por esos andurriales. Usted sabe que andan en la revuelta.

-Pos nada más un cuartillo de alcohol del que estoy necesitado. -¿Se te volvió a desmayar la Refugio? -Se me murió ya, madre Villa. Anoche mismito, muy cerca de las once. Y conque hasta vendí mis burros. Hasta eso vendí porque se me aliviara.

-Fui. Pero me informaron que andaba en el cerro. -¿En cuál cerro?

-¿De modo que también él? Pobres de nosotros, Abundio. -A nosotros qué nos importa eso, madre Villa. Ni nos va ni nos viene. Sírvamela otra.

-¡No oigo lo que estás diciendo! ¿O no estás diciendo nada? ¿Qué es lo que dices? -Que me pasé la noche velando a la muerta, a la Refugio. Dejó de resollar anoche. -Con razón me olió a muerto. Fíjate que hasta yo le dije al Gamaliel: «Me huele que alguien se murió en el pueblo». Pero ni caso me hizo; con eso de que tuvo que congeniar con los viajantes, el pobre se emborrachó. Y tú sabes que cuando está en ese estado, todo le da risa y ni caso le hace a una. Pero ¿qué me dices? ¿Y tienes convidados para el velorio? -Ninguno, madre Villa. Para eso quiero el alcohol, para curarme la pena. -¿Lo quieres puro? -Sí, madre Villa. Pa emborracharme más pronto. Y dámelo rápido que llevo prisa. -Te daré dos decilitros por el mismo precio y por ser para ti. Ve diciéndole entretanto a la difuntita que yo siempre la aprecié y que me tome en cuenta cuando llegue a la gloria. -Sí, madre Villa. -Díselo antes de que se acabe de enfriar. -Se lo diré. Yo sé que ella también cuenta con usté pa que ofrezca sus oraciones. Con decirle que se murió compungida porque no hubo ni quien la auxiliara.

Ahí como que se hace la disimulada, al fin y al cabo el Gamaliel está dormido. -Pero no se te olvide pedirle a la Refugio que ruegue a Dios por mí, que tanto lo necesito. -No se mortifique. Se lo diré en llegando. Y hasta le sacaré la promesa de palabra, por si es necesario y pa que usté se deje de apuraciones. -Eso, eso mero debes hacer. Porque tú sabes cómo son las mujeres. Así que hay que exigirles el cumplimiento en seguida. Abundio Martínez dejó otros veinte centavos sobre el mostrador. -Deme el otro cuartillo, madre Villa. Y si me lo quiere dar sobradito, pos ahí es cosa de usté. Lo único que le prometo es que éste sí me lo iré a beber junto a la difuntita; junto a mi Cuca. -Vete pues, antes que se despierte mi hijo. Se le agria -. 40 -


mucho el genio cuando amanece después de una borrachera. Vete volando y no se te olvide darle mi encargo a tu mujer.

nadie, repitió:

Salió de la tienda dando estornudos. Aquello era pura lumbre; pero, como le habían dicho que así se subía más pronto, sorbió un trago tras otro, echándose aire en la boca con la falda de la camisa. Luego trató de ir derecho a su casa donde lo esperaba la Refugio; pero torció el camino y echó a andar calle arriba, saliéndose del pueblo por donde lo llevó la vereda.

El sol le llegaba por la espalda. Ese sol recién salido, casi frío, desfigurado por el polvo de la tierra.

-¡Damiana! -llamó Pedro Páramo-. Ven a ver qué quiere ese hombre que viene por el camino.

Abundio Martínez oía que aquella mujer gritaba. No sabía qué hacer para acabar con esos gritos. No le encontraba la punta a sus pensamientos. Sentía que los gritos de la vieja se debían estar oyendo muy lejos. Quizá hasta su mujer los estuviera oyendo, porque a él le taladraban las orejas, aunque no entendía lo que decía. Pensó en su mujer que estaba tendida en el catre, solita, allá en el patio de su casa, adonde él la había sacado para que se serenara y no se apestara pronto. La Cuca, que todavía ayer se acostaba con él, bien viva, retozando como una patrona, y que lo mordía y le raspaba la nariz con su nariz. La que le dio aquel hijito que se les murió apenas nacido, dizque porque ella estaba incapacitada: el mal de ojo y los fríos y la rescoldera y no sé cuántos males tenía su mujer, según le dijo el doctor que fue a verla ya a última hora, cuanto tuvo que vender sus burros para traerlo hasta acá, por el cobro tan alto que le pidió. Y de nada había servido... La Cuca, que ahora estaba allá aguantando el relente, con los ojos cerrados, ya sin poder ver amanecer; ni este sol ni ningún otro.

Abundio siguió avanzando, dando traspiés, agachando la cabeza y a veces caminando en cuatro patas. Sentía que la tierra se retorcía, le daba vueltas y luego se le soltaba; él corría para agarrarla, y cuando ya la tenía en sus manos se le volvía a ir, hasta que llegó frente a la figura de un señor sentado junto a una puerta. Entonces se detuvo: -Denme una caridad para enterrar a mi mujer-dijo.

Damiana Cisneros rezaba: «De las asechanzas del enemigo malo, líbranos, Señor». Y le apuntaba con las manos haciendo la señal de la cruz. Abundio Martínez vio a la mujer de los ojos azorados, poniéndole aquella cruz enfrente, y se estremeció. Pensó que tal vez el demonio lo había seguido hasta allí, y se dio vuelta, esperando encontrarse con alguna mala figuración. Al no ver a

-Vengo por una ayudita para enterrar a mi muerta.

La cara de Pedro Páramo se escondió debajo de las cobijas como si se escondiera de la luz, mientras que los gritos de Damiana se oían salir más repetidos, atravesando los campos: «¡Están matando a don Pedro!».

-¡Ayúdenme! -dijo-. Denme algo. Pero ni siquiera él se oyó. Los gritos de aquella mujer lo dejaban sordo. Por el camino de Comala se movieron unos puntitos negros. De pronto los puntitos se convirtieron en hombres y luego estuvieron aquí, cerca de él. Damiana Cisneros dejó de gritar. Deshizo su cruz. Ahora se había caído y abría la boca como si bostezara. -. 41 -


Los hombres que habían venido la levantaron del suelo y la llevaron al interior de la casa. -¿No le ha pasado nada a usted, patrón? preguntaron. Apareció la cara de Pedro Páramo, que sólo movió la cabeza. Desarmaron a Abundio, que aún tenía el cuchillo lleno de sangre en la mano: -Vente con nosotros -le dijeron-. En un buen lío te has metido. Y él los siguió. Antes de entrar en el pueblo les pidió permiso. Se hizo a un lado y allí vomitó una cosa amarilla como de bilis. Chorros y chorros, como si hubiera sorbido diez litros de agua.

pedazos. Vio cómo se sacudía el paraíso dejando caer sus hojas: «Todos escogen el mismo camino. Todos se van». Después volvió al lugar donde había dejado sus pensamientos. «Susana -dijo. Luego cerró los ojos-. Yo te pedí que regresaras... »... Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los ojos mirándote. Los rayos de la luna filtrándose sobre tu cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas; tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche. Susana, Susana San Juan.» Quiso levantar su mano para aclarar la imagen; pero sus piernas la retuvieron como si fuera de piedra. Quiso levantar la otra mano y fue cayendo despacio, de lado, hasta quedar apoyada en el suelo como una muleta deteniendo su hombro deshuesado. «Ésta es mi muerte», dijo.

Entonces le comenzó a arder la cabeza y sintió la lengua trabada: -Estoy borracho -dijo. Regresó a donde estaban esperándolo. Se apoyó en los hombros de ellos, que lo llevaron a rastras, abriendo un surco en la tierra con la punta de los pies. Allá atrás, Pedro Páramo, sentado en su equipal, miró el cortejo que se iba hacia el pueblo. Sintió que su mano izquierda, al querer levantarse, caía muerta sobre sus rodillas; pero no hizo caso de eso. Estaba acostumbrado a ver morir cada día alguno de sus

El sol se fue volteando sobre las cosas y les devolvió su forma. La tierra en ruinas estaba frente a él, vacía. El calor caldeaba su cuerpo. Sus ojos apenas se movían; saltaban de un recuerdo a otro, desdibujando el presente. De pronto su corazón se detenía y parecía como si también se detuviera el tiempo y el aire de la vida. «Con tal de que no sea una nueva noche» , pensaba él. Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la oscuridad. De encerrarse con sus fantasmas. De eso tenía miedo. «Sé que dentro de pocas horas vendrá Abundio con sus manos ensangrentadas a pedirme la ayuda que le negué. Y yo no tendré manos para taparme los ojos y no verlo. Tendré que oírlo, hasta que su voz se apague con el día, hasta que se le muera su voz.» Sintió que unas manos le tocaban los hombros y -. 42 -


enderezó el cuerpo, endureciéndolo. -Soy yo, don Pedro -dijo Damiana-. ¿No quiere que le traiga su almuerzo?

intento de caminar. Después de unos cuantos pasos cayó, suplicando por dentro; pero sin decir una sola palabra. Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras.

Pedro Páramo respondió: -Voy para allá. Ya voy. Se apoyó en los brazos de Damiana Cisneros e hizo

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El Judío errante y el yoreme Pedro Flores

Historia de ficción a propósito de una fotografía de Arturo Villaseñor.

Preludio

enmascarados. Por asimilación histórica se les da a estos figurantes indistintamente el nombre de fariseos o de "judíos".

Durante la cuaresma del año 2008, Arturo

Villaseñor visitó uno de los pueblos de la etnia mayo-yoreme, de raíz cahita, que se localizan en el norte de Sinaloa y sur de Sonora. No recuerdo si el pueblo fue Higuera de los Natochis, en la margen derecha del río Fuerte, cruzando Mochicahui.

Según Filiberto Leandro Quintero (Historia Integral de la Región del Río del Fuerte), es la de los judíos una asociación exclusivamente de varones. No hay limitación alguna en el número de sus miembros; a ella se ingresa en acatamiento a una promesa religiosa o manda formulada en un determinado trance personal o familiar. En escena el judío lleva totalmente enfundada la cabeza en una máscara que se confecciona con piel delgada, sin curtir, ya sea de borrego, chivo, venado, jabalí o coyote.

Las ceremonias de Semana Santa en estos pueblos tienen su raíz en las representaciones del medioevo europeo y son un sincretismo entre la liturgia católica y los rituales indígenas. Se hace una representación de la pasión de Cristo que dura varios días. En la dramatización que interpretan los yoremes, el papel farisaico y demonológico lo desempeña una comparsa de

Para complementar su atuendo, se colocan a la cintura una carrillera, que es una falda hilada con -. 44 -


piola bordada, con carrizos que producen un sonido especial. En ambas piernas se ponen los tenábaris, que son capullos de mariposa secos, cosidos en brazadas en los que previamente se deposita una pequeña piedra de hormiguero para producir un sonido espectacular al caminar, correr o danzar.

cumplimiento de su vaticinio le ha dado una expresión de resignación que ahora reposa en la cabeza de su ocasional dueño. Debajo de este Judío errante de cuero yace con una expresión triste este viejo mayo que inexorablemente ha visto reducirse esa piel de Zapa blanquísima que ahora está sobre su cabeza, sin haber recibido de ella, ni de nadie, jamás favor alguno. ¿Qué manda tiene que pagar este hombre, qué inmenso favor espera recibir? ¿O acaso ya lo recibió y ahora la amargura de su mirada le recuerda que cada favor recibido de ese rostro de cuero lo acerca más a su muerte segura?

La procesión en la que danzan los judíos gira por las calles o alrededor del templo dejando extenuados a los participantes. En un momento de descanso de uno de los judíos Arturo le tomó una fotografía espléndida que me fascinó cuando me la compartió. Yo hice una pequeña historia de ficción sobre esa fotografía y se la regalé a Arturo.

Su media mirada nos atraviesa y nos pone al lado de su drama pero nos permite presenciar este fugaz momento de reflexión de Sísifo que ha descendido de la montaña a recoger su piedra para más tarde cumplir con su destino infinito de subirla de nuevo y aguardar la crueldad de los dioses que la harán rodar abajo justo antes de llegar a la cima, eternamente. Qué terrible castigo para un delito que el yoreme nunca comprenderá cuál fue pero está seguro cometió.

Este es el escrito. El Judío errante y el yoreme La mirada al cielo, azules los ojos, azul el destino. La mueca inmóvil, entre reto, amargura y resignación. Los dientes asoman en una hilera irregular tan blanca como el rostro. El cabello artificial, negro, en mechones disparejos y rebeldes, se tiende como un puente que comparten, en jovial actitud, la máscara del Judío errante y, en resignación infinita, el danzante yoreme agotado.

La capa llena de manchas de hollín nos deja saber que este yoreme ha estado de fiesta por esta y muchas semanas santas. Sus tenábaris ahora están en reposo, al igual que su carrillera. Somos afortunados: el silencio que nos regala este Judío San Miguel nos ha permitido ser testigos del cruce efímero de tres existencias formidables. Hemos vislumbrado la coincidencia de tres seres en penitencia: el Judío errante en su paso por Mochicahui, transformado esta vez en máscara de cal; el yoreme pagando con su vida el haber solicitado, muchas veces atrás, fortuna a su disfraz de piel de Zapa, sin jamás recibir nada; y Arturo, castigado a pagar, como Prometeo sinaloense, el atrevimiento de entregarnos a los simples mortales el registro de ese y otros encuentros con el misterio.

Las cejas de la máscara, negrísimas como el cabello, le dan una apariencia de juventud eternizada por su consistencia de cuero. Por un momento se le ha liberado de la misión de dar anonimato al portador, que cansado de representar su farsa, se otorga un reposo, separándose de su fachada y dejándola divagar a su inalcanzable destino. Es entonces cuando el Judío tiene el reencuentro con su dolorosa existencia de errante, culpable de ofender a Jesús y condenado a andar sin cesar hasta que la mujer deje de parir sobre la Tierra. El puntual

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La Sociedad de los poetas nonatos Inteligencia I Alex Hernández

¿Cómo se dice en mezquite se extienden mis rizomas a tus aguas? ¿Y cómo el evento en mis puntiagudas ramas La sensación violenta de las palomas apareando?

¿Cómo el cerezo pasa de varas secas a ramilletes de flores de cinco pétalos que llueven tersas y pasan del blanco al negro severo de mis hojas?

Desde lo alto de la barda me observan alternadamente la ardilla y el tlacuache y en sus mundos inventan mitologías de un ser que aparece en su jardín y se aterran de este ser que es como el mal hecho montaña que se impone frente a su madriguera; -. 47 -


mas la ardilla con astucia elude al monstruo y se solazan en la rosa que enflorece en las nocturnas ramas el tlacuache se mueve al ritmo lento del curioso.

¿Qué dicen las hormigas Del desquiciante aroma De la hoja tierna del olivo?

Decir: es un decir es por usar el verbo pero tendría que hablar en un lenguaje de químicas de perfumes imposibles y movimientos casi cuánticos en mis seis patas.

Fallan mis palabras o fallo yo pero en tu narración devienes en orquídea me estrechas entre pétalos y palabras mi cuerpo dorado se impregna de todas tus esencias ¿cómo se expresa en xicote ebriedad de ti en todo mi ser?

Se expresa y se vive -. 48 -


en químicas en flujos de aire en capas térmicas para llegar de nuevo a ti - a ti que eres otra y eres tú.

Extiendo mis ramas en la noche sin ojos para ver los cielos sé a mi modo las estrellas de una forma que sólo se conoce en mezquite.

Soy en xicote orquídea agua mezquite estrella en ti.

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Cuando estoy en el encierro Paco Olvera

Cuando es un día difícil de iniciar, están ustedes, Cuando estoy contento y siento que todo lo puedo, están ustedes, Cuando siento que no encuentro motivos para seguir adelante, están ustedes, Cuando me siento inmensamente feliz, hasta llegar al borde de la simpleza, están ustedes, Y es que ustedes son mis amigos, que han aceptado la enorme carga de cuidarme, de quererme y de ser queridos por mí, Gracias a todos y cada uno de ustedes mis amigos del alma, Por estar en todo y para todo, Gracias por aceptar esta complicada misión, sin quejas, sin dudas, y más aún, con alegría y con decisión, de quien sabe que su única recompensa, en ser correspondido de igual manera Abrazo a todos Los quiero un chingo Paco 10 de marzo 2021

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Al Valle de las calacas Arturo VIllaseñor Pedro Flores

Arturo Villaseñor Atwood – Luz Noticias

libro se revela su aguda percepción y el cariño a su ciudad.

El pasado 18 de febrero falleció un gran amigo y colaborador de nuestra amada Revista Letrónica de Ventoquipa, el arquitecto Arturo Villaseñor Atwood.

En una época de su vida fue Secretario de Obras Públicas en el Ayuntamiento de Ahome y se convirtió en uno de los más grandes urbanistas defensores del trazo urbano original que distingue a la ciudad de los Mochis. Retirado del servicio público, se volvió un crítico de varias administraciones municipales, al defender el trazo original de la ciudad, que se fue perdiendo por malas decisiones y corrupción del gobierno municipal.

Arturo fue un hombre generoso y culto, talentoso arquitecto, amigo leal, amoroso esposo y gran padre y abuelo. En su vida cultivó diversas artes y actividades cívicas. Se le reconoce como un gran defensor del patrimonio y la historia de Los Mochis, su ciudad natal. Fue escritor, cronista, constructor, urbanista, además de un reconocido perito valuador y fotógrafo de afición.

Arturo nació en Los Mochis, Sinaloa, el 2 de julio de 1941. Se casó con María del Rosario Vega Gaxiola, con quien procreó cuatro hijos: Vania, Viviana, Arturo y Vidar.

Escribió un libro fundamental, Orígenes históricos de Los Mochis, editado en el 2001. La obra es un documento que recopila el conocimiento que tenía Arturo tanto de la ciudad como de su gente. En el -. 52 -


Conocí a Arturo alrededor del año 2004 a través de otro mochiteco, el gran amigo común Maximiliano Ceceña. Mi trato con Arturo al principio fue una relación por correo electrónico, y fue creciendo hasta convertirse en amistad. Intercambiábamos comentarios, chistes, lo que después serían memes, mensajes inspiracionales en presentaciones en Power Point, todo lo que ahora se ha incorporado en una versión más ágil a Whatsapp. Poco después me enteré de la muerte de su esposa; hablamos largamente y a partir de ese momento nuestra amistad se fortaleció. Arturo soportó con entereza la pérdida y me consta que sufrió terriblemente por el amor de su vida. En su casa le dedicó un altar donde le rendía homenaje de amor y se podían encontrar muchísimos recuerdos fotográficos.

En una de las visitas que hice a Arturo en su casa de Los Mochis, me presentó con Pancho Gastélum. Pancho es un viajero salvaje; ha recorrido todo el continente americano en motocicleta y no hay reposo en su apetito por viajar a zonas poco conocidas. En la comida que hicimos juntos Pancho nos planteó hacer un viaje desde Los Mochis a Cuatro Ciénegas, Coahuila, atravesando la Sierra madre Occidental. Nunca lo pudimos hacer realidad. Cuando le pedí a Arturo que contribuyera con nuestra joven revista reseñando alguna de sus aventuras lo hizo con generosidad. Nos contó cómo se embarcó con su amigo Pancho Gastélum a revivir el recorrido del colono norteamericano Albert Owen de los años 1886 a 1890 en la búsqueda de una fuente de agua dulce en Punta Copas, Topolobampo, Sinaloa. El relato de esa arriesgada aventura se reseña en una colaboración que Arturo hizo a nuestra RLV en su número 3.

Meses más tarde, cuando su hijo Vidar se casó en Guadalajara, fui invitado a la ceremonia y la fiesta. Allí nos conocimos en persona. Amablemente, Arturo me presentó con su familia. A todo mundo le hacía gracia que éramos amigos de internet y apenas nos habíamos conocido cara a cara esa noche.

En el número 8 de nuestra revista, Pancho Gastélum nos regaló la reseña del viaje que hizo con Arturo a la Sierra de San Francisco, en Baja California Sur, para conocer unas pinturas rupestres que hay en el lugar.

Arturo tenía un espíritu muy inquieto, la curiosidad de un niño. Todo conocimiento le atraía y todo lo emprendía con enorme pasión. Un día nos anunció que había sido contratado por la Universidad Autónoma de Sinaloa para impartir un taller de arqueología a chicos de preparatoria. Se puso a investigar y planeó una primera excursión a estudiar petroglifos en el Cerro de la Máscara, que se encuentra a 70 km de Los Mochis. Siendo un magnífico fotógrafo, la expedición fue documentada gráficamente de manera espléndida. Resultó tan agotador el ejercicio, que las posteriores clases de campo se tuvieron que posponer para convertirse en investigación de gabinete.

Para el número 4 de nuestra revista Arturo nos obsequió el cuento En el año 2050. En ese cuento Max Ceceña sugirió la música de fondo para leerlo, In the year 2525. Mi amistad con Arturo fue como la relación que tienes con un hermano mayor, a quien le puedes hacer cualquier consulta sin temor a ser juzgado. Él siempre tuvo la frase o el consejo adecuado, pero siempre lleno de esa picardía sinaloense que lo caracterizaba. Le pedía consejos tanto en cuestiones de su conocimiento como perito, cuando le pedía me -. 53 -


apoyara con información sobre grafoscopía, como en el ámbito familiar.

Mexicana de Geografía y Estadística (SMAGE). Una de las últimas consultas que le hice fue para pedirle bibliografía sobre los quinientos años de la batalla de la Noche triste, el 30 de junio de 2020.

En una ocasión acudí a su consejo pues andaba yo confundido en una cuestión muy personal. Su respuesta, además de muy acertada, venía redactada en una forma tan ingeniosa que te partías de risa. Lo narraba como si fuera un juego de béisbol, salpicado de frases de gran sabiduría popular. Repito algunos de los refranes que citaba:

A pesar de haber padecido un cáncer muy agresivo, Arturo se mantuvo optimista todo el tiempo durante seis años de tratamiento. Con frecuencia tenía que viajar a Culiacán a recibir quimioterapia. En cada sesión enviaba fotos donde nos mostraba su enorme sonrisa y su V de victoria y de Villaseñor. En los últimos meses Arturo sufrió en carne propia las decisiones inhumanas y criminales de este gobierno destructor de cuarta que desapareció el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos. En diciembre envió este mensaje a sus familiares y amigos este desgarrador mensaje:

“Si el cántaro da en la piedra, mal para el cántaro. Y si la piedra da en el cántaro, peor para el cántaro. Así, jamás se gana”. “En ocasiones, donde se pone el ojo, se mete la pata hasta el codillo”.

“Fam y amigos. Me estoy adelantando un poco, por no saber qué pasará. Me suspendieron la quimio, no por sano, sino por no cumplir ya nuevos requisitos necesarios. Van mis saludos navideños y que la pasen muy bien con su familia. Les desea A.V.A”.

“Todo camino tiene sus barrancos”. “Animal que no conozcas, no le sobes las orejas”. “Mi padre utilizaba una frase que ahora recuerdo con frecuencia ‘Vale más un por si acaso, a un quién lo hubiera sabido´”.

Muy al estilo de este gobierno perverso, no se sabe cuáles serían los “nuevos requisitos”, las dependencias del Sector Salud Público dejaron de brindar ya atención médica y suministro de medicamentos a pacientes con cáncer en sus diferentes modalidades, sean niños, mujeres, hombres, sin importar la edad.

“Gallina que rasca, hasta un alacrán encuentra”. “Los zopilotes a los 100 años son pollones”. “Ya no está el palo para cucharas”. Arturo fue miembro fundador de la Comisión de Historia y Cultura de Los Mochis, A.C. (Comhiscu), de la Crónica de Sinaloa, A.C., y de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas (Anaccim). En los años recientes Arturo fue distinguido como integrante de la Sociedad

Desde aquí te rindo un homenaje agradecido por tu amistad, querido Arturo. Descansa en paz.

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El regalo de Fer Paco Olvera

En recuerdo de mi sobrino Fernando

Querido Fernando. Nos has dejado claro lo trivial e innecesario de él enojo entre la gente que queremos. Nos has recordado que la felicidad es más importante que lo material y banal. Me dejaste como regalo cada abrazo que me diste, con un cariño y energía desbordantes, que elevaban un simple saludo a una ceremonia de transmisión de amor. Tú elevaste la palabra "tío" en mi vocabulario, de ser un simple sustantivo, a convertirlo en adjetivo, cada que decías "tío", "primo" o "hermano" nos calificaba de benditos, queridos, merecedores. Tú mirada y tu corazón habita aún en tus papás y en tus hermanos, y a través de ellos seguiremos recibiendo esos amorosos abrazos, que tanto nos seguirán emocionado y llenando de cariño Tú amor era tan desbordante que tuviste que ir a un plano superior, donde junto con otros, nos estarás esperando con una iluminada sonrisa, para darnos la bienvenida cuando sea nuestro momento.

Te queremos mucho Junio 29, del 2020 -. 55 -


No estoy soñando Paco Olvera

En recuerdo de Flavio Minués Alex nos dice que en vida fue un hombre sencillo, como todos aquellos que aquí estamos y a nuestra partida, no habría reconocimientos públicos, pero ciertamente, los hay y los habrá de las personas que los rodearon y con los que convivió, y con todos los que rodeamos a sus seres queridos, como Alex, Silvia y Alex, formando una masa crítica de cariño que él ha legado y que ahora hace una reacción en cadena. Este es un sencillo homenaje para él, tal vez partió sólo, pero lo acompañamos ahora en nuestro recuerdo.

Justo cuando iba a comenzar a escribir, en el iPad comenzó “Creo estar soñando”, con los hermanos Carrión. La vida es sueño, ciertamente, y en un sueño se ha transformado la vida de Flavio. Nos enteramos por Alex que su existencia material finalizó el sábado 20 de marzo, recién entrado el equinoccio de la primavera de este año. Siempre hay cierres y hay inicios a nuestro alrededor, sólo que no lo sabemos o no los conocemos. También leí por la mañana que, en el acelerador de Hadrones del CERN en Europa, se debate sobre una nueva partícula, que por el momento es teórica, pero que debe existir para poder explicar por qué se generan más electrones que muones. Con igual ignorancia no logro comprender porque deben pasar estas cosas, pero yo espero que la ausencia de Flavio deje una irradiación enorme de alegría, cuya única explicación es que nos deja sus recuerdos para construir una existencia feliz para los que permanecemos con vida.

Como una fatal e irónica coincidencia, nos enteramos de que su cuerpo abandonado de la vida fue hallado en el “Río de los Remedios”, por lo que propongo que revirtamos la ironía con cariño y lo situemos a él sumergido en el “Río de los Recuerdos”. Estoy escuchando al fondo la música de “Juan Salvador Gaviota”, que nos dice Alex que a Flavio le gustaba mucho, que me hace recordar a mi cuñado Martín, que también le gustaba mucho, y le regaló ese disco a mi hermana; junto con Martín, Flavio ya disfrutan de nuevo de la paz que esta música siempre le ha dado. Yo también vi la película, y fue el segundo libro completo que leí en mi vida, luego de “El Principito”, sin entender todo, sentía una inspiración especial, que ahora siento de nuevo. Propongo disolver la pena del fallecimiento de Flavio en los recuerdos maravillosos, en el cariño y lo uno a un flujo enorme de recuerdos de otros que han partido, como algunos de nuestros padres, primos, primas, sobrinos, sobrinas, que están aquí, por el milagro que explicaba Pedro -. 56 -


cuando fuimos a conmemorar a don Chava, que re-cordar, es pasar de nuevo por el corazón. Está vida es inexplicable, estas muertes lo son más. Vivamos para homenajear a todos ellos. Mis abrazos fraternos a todos ustedes hermanos del alma, y hoy en particular a Silvia, Alex y toda su familia. QEPD Flavio.

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Maradona, ¿ídolo o villano? Gonzalo Duchén

el balón en el medio campo, lo pegó a sus pies y empezó a burlar a los jugadores ingleses hasta llegar al arco y consumar el máximo acto del fútbol metiendo un gol de antología, para muchos el gol del siglo. Al genio malo lo conocí en la noche al ver la repetición del primer gol argentino. Yo me encontraba en la tribuna alta, detrás del arco que defendían los argentinos. Desde allá era difícil entender que ocurría y el porqué de los reclamos de los jugadores ingleses, pensé que reclamaban un fuera de lugar. Fue triste y al mismo tiempo jocoso enterarme que el gol se metió con la mano.

Diego Armando Maradona, ídolo para muchos y villano para otros, fue un jugador de fútbol que maravilló con su juego en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado. Tal vez el punto más alto de su carrera fue alcanzar el título de Campeón del Mundo junto a sus compañeros de la selección argentina en 1986. Ese mundial se jugó en México (era la primera vez que un país volvía a ser la sede de la final de un campeonato mundial) debido a que Colombia no pudo organizarlo por los problemas sociales y económicos que atravesaba en aquel momento. Tuve la suerte de asistir en aquel campeonato a uno de los partidos más esperados, tal vez por las circunstancias del momento: Argentina contra Inglaterra. Tenía poco de haber pasado la Guerra de las Malvinas, una aventura con la que el gobierno argentino pretendió distraer la atención de su pueblo que ya estaba bastante molesto con la dictadura y que representó a la postre una tragedia y la caída definitiva de los militares.

Aquel partido lo podríamos ver como una huella digital de la vida de nuestro personaje de marras. Llegó a la cúspide de su vida con aquel segundo gol maravilloso y también llegó a lo más profundo de lo condenable al hacer trampa en el primero. El gran pecado de Maradona fue su ignorancia, su falta de una preparación mínima, su falta de escuela. Su ignorancia lo llevó a caer en vicios que lo convirtieron en un personaje grotesco y ridículo. Toda su vida extradeportiva fue un constante error que lo llevó a ser utilizado de manera infame por líderes de la peor calaña, que le hicieron creer que su opinión era tomada en cuenta. Creyó ingenuamente que los Castro, Chávez, Maduro o Morales de verdad eran sus amigos, nada más alejado de la realidad.

En aquel partido se vieron las dos caras de un genio, el bueno y el malo. Al bueno lo reconocí en el segundo gol argentino, cuando inspirado tomó -. 58 -



Maradona, otro ángulo Paco Olvera

jugador “natural”, pero no necesariamente un buen deportista o atleta. Pensando en esto, la carrera de Maradona encuentra paralelo en la de muchos boxeadores, en particular, a mí me recuerda a Rubén “El Púas” Olivares (aunque tal vez sería más prudente encontrar un ejemplo en el pugilismo argentino, pero no conozco el ejemplo adecuado). Salir del barrio, con el único impulso de la habilidad natural para un deporte, y las aptitudes que otorga la juventud, sin haber ejercido abusos en la salud, excepto tal vez el de entrenar en demasía, no los preparó para el éxito, la abundancia extrema, o la situación de ser el ejemplo de millones de admiradores. Los logros de Diego Armando son tantos (y algunos en situaciones extremas), que tiene una gran cantidad de seguidores, que llegan al fanatismo y a la exaltación máxima, prueba de ello, la “iglesia maradoniana”, que podría decirse, es un culto a su persona, a su origen humilde, y los niveles que alcanzó en el deporte. Pero tal vez no es algo que él buscaba, sólo querían ser el mejor en lo que hacía, y los demás le cayó encima sin aviso. Claramente, sus más fieles seguidores le perdonan todo lo que podría ser reprobable, en aras de la alegría, el gozo y hasta el éxtasis que su habilidad en la cancha ha producido, pero otros, en el extremo opuesto, le exigen rectitud, moral y en general el ser un ejemplo en todo sentido, sobre todo para los niños y jóvenes que sueñan con emular su carrera en el futbol. Su salida de las canchas fue estrepitosa, entre escándalos por dopaje, historias obscuras de su conducta en situaciones y lugares “non santos”, que hasta eso dejó de ser noticia en algún momento. Casi al final

Claramente un personaje, de esos que basta decir su nombre, Diego Armando, o su apellido, Maradona, para que una buena parte de la humanidad, cuando menos aquella que tiene una relación con el futbol, sepa de quién se habla. Para muchos de los que nos gusta el futbol, uno de los mejores jugadores de la historia, probablemente el mejor de su época, que le permitió guiar a los equipos en que participaba a integrar un palmarés envidiable: campeón mundial sub-20 con su país, un par de “scudetos” y la copa UEFA con el Napoli, y ser campeón del mundo en México 86 y subcampeón en Italia 90. Su habilidad natural para hacer jugadas de una técnica impresionante, no eran concordantes con sus habilidades atléticas o con la disciplina que practicaba el balompié.

En mucho, su vida y su trayectoria deportiva son el resultado de las carencias que lo rodearon en su infancia y juventud, pues al no haber tenido oportunidades de una educación o disciplina que ayudaran a su formación personal, esto fue el preámbulo de muchos problemas fuera de las canchas, al enredarse en adicciones y consumo de sustancias no permitidas. Podía decirse que era un -. 60 -


de su carrera, nos tocó verlo convertido en entrenador, que a mi parecer, con un desempeño que no resultó ni cercanamente tan bueno a sus logros como jugador, con todo y que fue el técnico de su selección, su desempeño fue gris, y cuando emprende la aventura de ser el técnico de los “Dorados” de Mazatlán en México, considero que era un ardid publicitario para atraer público, local y en las transmisiones televisivas, siempre al pendiente de lo que hiciera, en últimos tiempos, más lo malo que lo bueno, con la propensión al escándalo relacionada con sus hábitos de consumo, y las personas, lugares y circunstancias en las que acontecía. Tristemente, no era necesario esperar a que tropezara, pues esto llegó a ser una triste normalidad.

históricas del futbol (no puedo evitar recordar cuando el suegro de mi hermano Nacho, siempre se refería con reverencia a Don Luis “Pirata” Fuente, a que quien consideraba mejor que Hugo Sánchez o que cualquier otro mexicano. Aún tras varios meses de pasada su muerte, siguen saliendo noticias que persiguen los encabezados del escándalo: que si no lo cuidaron, que si no obedecía, que a quién le dejó su herencia, que si fue un buen padre. Diría mi abuelita: “ya dejen descansar a ese pobre hombre. Creo que no se trata de compensar, una faceta de su vida con otra, que en un resumen tal vez injusto, podría decirse que fue uno de los mejores futbolistas de la historia, cuyo éxito en el deporte, fue su condena en su vida personal, al quedar expuesto a una abundancia que no estaba preparado para manejar.

Ineludible el tema de si ha sido el mejor jugador de todos los tiempos. Diferentes opiniones, considerando diferentes características. Los criterios son de lo más variado, pero uno que me parece muy interesante, es la consulta que hizo la FIFA respecto al mejor jugador del siglo XX, que se llevó a cabo el 11 de diciembre del 2000. La consulta se hizo con diferentes audiencias. En la que fue abierta a todo el Público, Maradona fue considerado el mejor, seguido de Pelé, y en tercer sitio Eusébio. La que se llevó a cabo entre un panel de expertos por la FIFA, considero en primer lugar a Pelé, en segundo a Cruyff y en tercer puesto a Maradona; en este caso mencionaré al cuarto lugar Beckenbauer y en quinto a Di Stefano, porque curiosamente fueron los 5 nombres que surgieron el día 17 de marzo en una tertulia virtual de la RLV. Conforme el tiempo pase, habrá menos aficionados que hayan tenido la oportunidad de ver a estos grandes jugadores, tal vez nombres como Zidane, Gullit, Messi o Cristiano Ronaldo ocuparán estas posiciones, pero eso no le quita a Maradona estar en un distinguido y reducido grupo de leyendas -. 61 -


Mi amigo el gigante Paco Olvera

bondad sólo se igualaban a su gran estatura. Por el arte que hacen la magia de la amistad, aderezada con una buena cantidad de Singani y cerveza, pude integrarme en esta maravillosa tribu de borrachos fantásticos, que en muchos sentidos se veía comandada por Jorge: era el más alto, el que tenía una carcajada amplia y nada discreta y el que, a media presentación en la peña de Ernesto Cavour gritó: ¡nosotros venimos de México!, mientras una serie de turistas desabridos reportaban venir de Suecia, Alemania o Estonia. Entre

Siempre que evoco los recuerdos de mi viaje de juventud a Bolivia, recuerdo con especial cariño cuando, de manera desinteresada, mi querido compadre Gonzalo me compartió a su fabulosa camarilla de amigos – hermanos del alma. De todos guardo muy buenos recuerdos, pero particularmente hablaré hoy de mi queridísimo amigo Jorge Auza. Con tan solo unos pocos minutos de platicar en la sala de la casa de mi compadre, ya éramos amigos, y luego de una borrachera de varias horas, ya me había adoptado como hermano. Dentro de las cosas que recuerdo, cuando ya casi no me podía acordar de nada por los influjos del alcohol, don Jorge, en un arrebato de locura y amistad, me nombró miembro honorario de la CODEDI, hermandad boliviana que comenzó dedicada a organizar los disfraces de un carnaval y que tiempo después cambió su razón de ser: reunirse para farrear.

los relatos de mi querido compadre el “Loco” Duchén y las noticias que siempre me contaba de los “Codedianos”, he podido compartir sus aventuras, saber de sus dichas y sus dolores. Aunque no estuve allí, he podido ver rodar la lata de cerveza Paceña que cayó de la estructura del monstruo interplanetario que era operada por estos valientes amigos, incluido mi querido Jorge. Hoy por la mañana, me he enterado de que, físicamente ya no podremos ver a Jorge, que esta peste infame del COVID le ha escamoteado su estructura corporal, pero ¡venga! que, en nuestros recuerdos, al ver las fotos que de él tenemos, su risa aparece en nuestra cabeza, como un programa de realidad virtual, recreándolo completo, enorme en su físico y en su bondad. ¿Acaso no es lo que siempre hemos tenido los unos de los otros, como propusiera Magrite en sus cuadros? Con aprecio para el querido Jorge Auza Paco Olvera

Lo que siempre recordaré de Jorge, era que yo lo veía, y más en plena borrachera, como un gigante, pero un gigante bonachón, como el jefe de una tribu perdida en el altiplano, cuya sabiduría y

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Calacas de a montón (o Wi-kalacas del COVID) Paco Olvera

Estimados amigos y lectores, este 2020 y principio de 2021, será recordado por muchos años como un punto crítico, año bisagra, parte aguas, o dicho en forma más concreta y económica, ¡un año de la re-chingada! Por esta razón, además de los múltiples homenajes individuales que se van a incluir en la RLV, propongo la creación de estas calacas de “a montón en forma cooperativa”, algo así como las Wi-kalacas, donde alguien puede agregar a alguien nuevo con una breve calaca, o bien sumarle a una que ya estuviera en la lista. Comenzamos . . . Isela Vega

películas más icónicas ya no estaban en cartelera, aunque en la televisión, me fue posible verla en “Don Juan 67”, con Mauricio Garcés, integrándose a la pléyade de chicas en bikini que eran lo más atrevido del momento. Sus fotos con “poca ropa” salían en el periódico, y en algunas revistas de “encueradas”, llegaban a salir algunas fotos con desnudos, una mujer muy guapa, hija de la “Sonora querida, tierra consentida”, como María Félix y muchas otras. Claramente a muchos chamacos de mi generación, nos alborotaba mucho ver a una mujer tan guapa en fotografías tan atrevidas. Fue “talento visual”, en películas como “SOS Operación bikini”, o “La cama”, conde ella y otras guapas del momento como Maura Monti o Zulma Faiad, dejaban que su belleza aflorara al utilizar la icónica prenda de dos piezas. Esto eventualmente la llevó a participar en el “cine de ficheras”, participando en “Las Cariñosas” y otras más, te títulos sugerentes y parecidos. Ella fue la primera mujer mexicana (y latinoamericana) en posar desnuda para la edición norteamericana de la revista Paly boy. Pero con carácter y

Yo no pude ver sus películas en mi juventud porque eran clasificación “C”, sólo adultos, y es curioso porque, muchas veces nos colamos a ver algunas soft-portno que exhibían en el Cine Del Villar los miércoles por la noche, pero sus -. 64 -


teniendo dotes de actuación, si bien explotando su belleza, comenzó a salir en películas con mayor contenido, como “El Oficio más antiguo del mundo”, de Luis Alcoriza, acompañando a Maricruz Olivier y Jaqueline Andére. En 1977 filma “La viuda negra”, de Arturo Ripstein, compartiendo créditos con Mario Almada, teniendo como trama un cura que tiene relaciones con su ama de llaves, motivo por el cual, fue censurada durante este sexenio. Su actuación en esta película la hace ganadora del Ariel a mejor actriz, a los 6 años de filmada la película. Yo la perdí completamente de vista, hasta que apareció en “La ley de Herodes”, haciendo un magnífico papel como la regenta del prostíbulo de “San Pedro de los Sahuaros”, y de allí pude verla fugazmente en “Arráncame la vida”, ya como icono de la pantalla. Le tocó la difícil labor de transcender de ser solamente una atracción visual, a consolidarse como actriz, y ciertamente, lo hizo al generar algunos escándalos al exponer sus opiniones respecto a políticos y actores. Estas caracterizaciones de personajes ásperos y extremos la llevaron a otras películas como “El Infierno”, donde se dibuja como ficción una realidad en muchas ciudades de México. Supe que participó en algunas series como “La casa de las Flores”, y digamos que se convirtió en una Sara García “sobre cargada”. Descanse en paz, a una mujer que nos generó tantas fantasías y se permitió transcender además para permitirnos verla consolidada como una gran actriz.

“El payasito de la tele”. El entró al aire, al menos en el centro del país, cuando yo ya estaba en la secundaria. Para mí fue mayormente material para apodos y el cotorreo, pero por su puesto fue un ícono y tuvo una gran cantidad de público infantil. Alguna vez “echamos netas” sobre la letra de su canción “La Gallina cocoguagua” (o algo así) que, poniéndole atención, resultaba inusitadamente cruel. Unos meses antes de su muerte, me tocó ver encabezados de noticias que hablaban de que se había debilitado mucho su estado de salud, y que al parecer no tenía dinero para que lo atendieran. No dejó de parecerme cruel la paradoja habitual del olvido de las grandes estrellas, o pensar en Garrik, que lejos del escenario, son dolientes de los mismos males que todos los mortales. Descanse en paz. Eulalio Cervantes, “Sax” de la “Maldita Vecindad”

Nunca fui seguidor del grupo, pero ciertamente el ataque inicial del saxofón en la canción “Pachuco”, siempre me ha fascinado. De hecho, había salido mucho a mis recuerdos luego de ver la serie de Netflix “Rómpanlo todo”. Las noticias que llegaron fueron trágicas, al parecer se acusa una negligencia entre alguna enfermedad prexistente y el COVID, que tristemente es la historia de muchos durante esta terrible peste moderna. Se integrará a la gran banda de músicos que habita en el más allá, para participar en tocadas maravillosas desbordantes de talento y reventón. Descanse en paz.

Cepillín

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Armando Manzanero.

También les toca a los chaparritos, aunque se agachen, descanse en paz. Enio Moricone Aunque en el número pasado dedicamos unas calacas específicas para don Enio, lo vuelvo a mencionar porque la banda sonora de “Cinema Pradiso”, “La Misión” o “El bueno, el malo y el feo”, forman parte de mis recuerdos. Leí que se iba a restrenar Cinema Paradiso para conmemorar la reapertura de los cines en Italia, lo cual aún no acontece. Esperemos que esto sea pronto. En paz descanse.

Ciertamente un lugar clave en la música mexicana, en particular sus baldas románticas. Yo me acuerdo de que muchas de ellas las conocí porque las escuchaba mi hermana, “Somos novios” (conocida como “It’s Impossible” en inglés), “Esta tarde vi llover”, “Adoro” o “Contigo Aprendí”. A mí, de niño, me gustaba mucho una canción llamada “No”, interpretada por Carlos Lico (que el “Loco” Valdés apodaba “mi compadre el cara de Chango”), no eran momentos en que tuviera yo avatares románticos, pero el estribillo era fácil, y Nacho mi hermano lo usábamos para hacernos burla de algo, “Noooo, porque no te presto mi juego de mesa”, y cosas así. Chaparrito, yucateco e indudablemente talentoso, también material para poner apodos, recuerdo en particular un sketch de los Polivoces, donde imitaban a Pedro Ferriz y hablaban de extraterrestres, y en particular decían algo así como, “Armando Manzanero, ¡es extraterrestre!, esa cabezota es porque trae casco y sus canciones: donde la semana tiene más de 7 días, ¡debe ser Júpiter!, y apago la luz y veo tu rostro, debe ser fosforescente”. Me emocionó verlo entre las personalidades mencionadas en los Grammys de Estados Unidos, además de ser el primer mexicano en ganar un Grammy honorífico por su trayectoria. En su caso, lo que se dijo es que, por asistir a un homenaje, se expuso demasiado, tuvo contagio de COVID y no lo pudo sobrevivir.

Christopher Plummer

Siempre he admitido que uno de mis gustos culposos son los musicales de todo tipo, además de las películas de segunda guerra, y una película que mezcla ambos temas es “La Novicia Rebelde”, y de allí recuerdo a la interpretación de Christopher Plummer como el capitán Von Trapp (curiosamente, aunque sale en “La Batalla de Inglaterra” clásico de guerra, no lo tengo tan presente por esta última). En un paralelo extraño con Isela Vega, lo recuerdo como un actor sobrio y maduro en muchos roles posteriores, como en “El doctor Parnasus”, “La chica del dragón Tatuado” o “Una mente brillante”. Leí que hacía bromas que lo elegían porque “ya casi no quedaban actores de -. 66 -


su edad que pudieran pelearle esos papeles”. La última vez que tengo claridad de verlo, fue en una película llamada “Todo el dinero del mundo”, donde hace el papel de Paul Getty, cuando es secuestrado uno sus nietos. Pues habrá que buscar a otro actor de carácter para los papeles que requieran de esa sobriedad, en paz descanse.

misterio en pleno siglo XIV, enfrentado a la maldad de Bernardo Gui encarnado por F. Murray Abraham, en una lucha de la razón contra el dogmatismo. Era uno de esos actores que, yo me lo imaginaba hablando igualito que en los papeles que interpretaba. Ni hablar, ni todos los trucos del 007 le evitaron que se lo llevara la calca, que en paz descanse.

Sean Connery

Kirk Douglas

Un gran actor, una gran voz. Si bien, desde niño sabía que él era uno de los que le dio vida a James Bond, en aquel tiempo no me llevaban a ver sus películas, aunque me encantaba el tema musical del “Satánico doctor No”. Pero disfruté mucho de sus grandes actuaciones, en algunas muy conocidas como el papá de Indiana Jones en “La última cruzada”, el capitán del “Octubre rojo”, el policía irlandés que enseña el camino a Elliot Ness en la versión cinematográfica de “Los Intocables”, o en otras no tan taquilleras, pero que hace un papel extraordinario, como en “Buscando a Forrester”. Recuerdo también que cuando fui a ver “Robin Hood” con Kevin Costner, hace una aparición como el rey de Inglaterra y no estaba entre los créditos. Pero en particular para mí, el papel que hace el conjunto de su mejor papel en la madurez, intensidad, y diálogos excelentes, fue cuando le dio vida a Guillermo de Baskerville en “El Nombre de la Rosa”, que de alguna manera podría ser equiparado a Guillermo de Ockham o a Roger Bacon. Excelente película de intriga y de

La primera memoria que tengo de, es en la versión de Disney de “20,000 leguas de viaje submarino”, que me impresionaba mucho por las escenas del calamar gigante. Luego de eso lo ubico muy bien como “Espartaco”, una de esas películas que ponían en unos mini festivales que pasaban en el cine de mi pueblo que llamaban “la semana del cine. Sé que tuvo una participación en muchas películas de “viejo oeste”, pero la verdad es que no conozco casi nada de esta etapa. También interpretó a Van Gogh en una película biográfica llamada “Sed de Vivir”, alguna vez la vi en una de esas funciones de cine por la tarde dominical en el canal 4, me acuerdo de que salen otros pintores como Gauguin o Monet, y me gusto porque fue muy instructiva para mí. Siempre lo ubico por una barba “demasiado” partida, casi como un carácter de caricatura. Una película que recuerdo en que me parece que hace un papel que me pareció interesante, fue en “Senderos de -. 67 -


Gloria”, pero reconozco que la vi más impulsado porque Stanley Kubrick es el director que por la participación del señor Douglas. Siguiendo la ruta de Espartaco, ya se liberó de toda prisión material, en paz descanse.

Campeón olímpico en marcha de 20 km, disciplina que llegó a ser “el patio de diversión” de los mexicanos. El fue uno de tantos chamacos que vimos entrar al sargento José Pedraza en segundo lugar de los Juegos Olímpicos de México 68, pero para él, esta fue la inspiración para comenzar la práctica de la marcha desde los 13 años. Llegó a ser el mejor de la disciplina de forma indiscutible, pues conquistó en un solo periodo lo que se le conoce como el “ciclo olímpico”: Juegos Centroamericanos, Panamericanos, Campeonato Mundial y Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, además de ser plusmarquista de la especialidad. Un gran deportista, que su carrera fue afectada cuando lo descalificaron en los Juegos Olímpicos de Seúl 88, como parte de una época en que los marchistas mexicanos eran “perseguidos” por los jueces. Por más que caminó rápido, no logro adelantar ya más a la huesuda. Descanse en paz.

Gustavo “El Halcón” Peña

Capitán de la selección mexicana, es uno de los primeros jugadores que recuerdo como ídolo, y que usaba su apodo en el álbum de estampas del mundial de México 70, aunque también fuera capitán del América, pero era un buen defensa central y metió el gol del triunfo ante Bélgica que llevó a la selección nacional a los cuartos de final. El COVID no respetó su gafete de capitán, ni el cariño de la afición de antaño, se lo llevó con “El Pirata” Fuente, “Dumbo” López, “El Tubo” Gómez y tantos otros que, en el cielo, tal vez no conformen el mejor equipo de futbol, pero seguro, el que mejores apodos tiene. Descanse en paz, “El Halcón”. Ernesto Canto

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Oscar Chávez Gonzalo Duchén

Canto Nuevo. Oscar Chávez fue una pieza de la mayor importancia ya que hizo suyas muchas de las canciones y ayudó a su difusión por México e Iberoamérica. Gracias a él pudimos escuchar por ejemplo a Violeta Parra o al ya mencionado Víctor Jara.

La pandemia en que nos hallamos inmersos y que nos ha mostrado, como especie, que aún estamos muy lejos de dominar o entender a la naturaleza, se llevó a personas entrañables a quienes recordaremos por siempre. Una de esas personalidades que se adelantó en el camino fue Oscar Chávez, músico popular que supo plasmar en sus obras y sus interpretaciones el sentimiento popular. Sus canciones fueron o son la voz de aquellos que claman justicia, que denuncian arbitrariedades o que simplemente no encuentran la forma de expresar sus sentimientos al ser amado.

En la década de 1970 y principios de 1980, me tocó vivir (en Bolivia) muchos golpes de estado y dictaduras y como consecuencia de ello, el acceso a música de compositores como los de la Nueva Trova Cubana, Víctor Jara, Cesar Isella, etc.; cantantes como Mercedes Sosa, Jorge Cafrune, Facundo Cabral entre otros, o grupos como Quilapayún, Los Folkloristas, Sanampay, etc., solo se podía lograr de manera clandestina, entre amigos que por alguna buena fortuna habían conseguido una grabación en un casete y a veces hasta un LP! A Los Folkloristas, Sanampay y Oscar Chávez los conocí en México en 1982, cuando ya habían dejado huella. Aunque Oscar Chávez se identifica con la música de tinte político (protesta le dicen otros), fue de una gran importancia su investigación y rescate de música popular; boleros, sones y otras formas musicales están hoy registradas y al alcance de casi toda la gente, en mucho gracias al trabajo de Oscar Chávez.

A diferencia de cantores y compositores que se identificaron, como él, con reclamos de libertad y democracia en toda América Latina y España, el no tuvo que salir de su país y tampoco estuvo su vida amenazada como la de aquellos grandes como Víctor Jara, Jorge Cafrune o Benjo Cruz cuyas voces fueron silenciadas en forma trágica y violenta. México en los años setenta del siglo pasado fue un país que ofreció refugio a muchos cantautores que pudieron hacer oír su voz (y la de sus pueblos) y hacer crecer el movimiento del

Imposible no recordar algún amor y sentir nostalgia al escuchar canciones como Por Ti, Perdón, Flor de Azalea, Sin un amor, etc. Cómo no vibrar al escuchar sus cuatro discos de Encerronas. ¡Caray! Hasta a la flaca que a todos nos llevará algún día, le cantó. -. 70 -


Sería muy difícil no sentir en carne propia aquellas terribles jornadas de Tlatelolco en 1968 al escuchar Masacre en Tlatelolco, el Corrido de la Ocupación Militar de la Universidad o el Corrido del 2 de octubre, se publicaron al menos dos discos a propósito de los hechos de 1968. Por cierto, yo me enteré de los sucesos de 1968 cuando llegué a México y créanme que nunca hubiese pensado que, en México, país que daba asilo y protección a tanta gente que huía de regímenes represores, se llegase a esos niveles de represión.

nuestro papel como ciudadanos, entre las muchas canciones de este tipo se pueden citar por ejemplo La Casita, Se Vende mi País y en general sus discos de Parodias Políticas. La discografía de Oscar Chávez es inmensa, existen discos con música de la revolución, Tangos argentinos, Canciones de la Guerra Civil española, Canciones de diferentes regiones de México como Juchitán, Chiapas, Trova Yucateca, Música con Mariachi. Acabo de descubrir que también grabó un disco con composiciones de Chava Flores, una verdadera joya.

Un par de discos que se me hacen muy buenos son Herencia Lírica Mexicana, en los que se rescatan melodías y canciones de autores anónimos que corren el riesgo de perderse con el tiempo.

También descubrí algo que anduve buscando desde hace tiempo, música de Navidad. Prácticamente toda la música navideña que oímos en México son villancicos europeos, especialmente españoles. El disco de La Navidad en México es un disco de 13 canciones 100% mexicanas, realmente un gran hallazgo (al menos para mi.)

Importante fue la difusión de canciones de otros autores de Latinoamérica como Gracias a la vida de Violeta Parra, Lágrimas negras de Miguel Matamoros o La Flor de la Canela de Chabuca Granda.

La Niña de Guatemala es una de sus canciones más emblemáticas, hermoso poema de José Martí al cual le puso música. Y cómo no recordar al gran Gabo al escuchar la cumbia que le rinde homenaje, Macondo. Curiosamente esta cumbia fue compuesta por un compositor peruano, Daniel Camino Diez Canseco, pero fue Oscar Chávez quien la popularizó en México. No se ha ido quien se ha ido, Oscar Chávez permanece y permanecerá vivo, en tanto sigamos escuchando sus canciones y reflexionando sus mensajes. Ese, y no otro, será el mejor homenaje que le hagamos a este gran cantautor.

Muchas de sus canciones, escritas como parodias de los políticos de aquellos años (y que hoy suenan muy frescas, como si nada hubiese sucedido en 30 o 40 años) nos obligan a pensar en -. 71 -


Sobre Arturo Rivera Alex Hernández

pesadillas que retratan con más realismo que la realidad misma a su entorno.

Una antigua y arbitraria suposición filosófica plantea que lo hermoso es lo verdadero. Por ejemplo, Santo Tomás de Aquino afirma que “lo hermoso es lo mismo que lo bueno”. Y aún más, “lo hermoso es aquello que satisface al ser visto”.

Poder es belleza. Pero hay quien lo desafía. Por ello habría que proponer que belleza no es verdad, sino algo más crudo y más simple: realidad es verdad. Pasa entonces que lo feo, merced de la técnica y de cierta fidelidad a la realidad, produce asombro y maravilla: un estremecimiento de la existencia que pudiera homologarse a lo erótico, al amanecer del entendimiento, a la iluminación.

Pero los hechos históricos parecen contradecir este postulado. Una y otra vez constatamos que lo bello se asocia a lo que el poder dominante considera que es bello, y en razón de su fuerza, lo impone al resto de las personas. De ahí que se siga que los desafíos al poder usualmente desemboquen en lo que se considera feo.

En esa tradición se inscribe la estética de Arturo Rivera. Pero con una derivación de segundo orden. Porque este hombre de mal carácter entendió a cabalidad de que la realidad no es la realidad, como ya prefiguraban sus antecesores. Es la poesía, la poesis, el sustrato profundo que CREA la realidad, y que a menudo resulta tan difícil de ser expresada en palabras y aún más difícil representarse visualmente. No abundaré sobre lo que otras han expresado mejor que yo. Sólo dejo esta nota como testimonio de que este hombre encontró que la poesía es la verdad, y que a fuerza de ser horrible pero cierta, es la verdadera belleza.

Nunca han faltado aquellos que por distintos medios puedan rodear las convenciones que el poder del momento impone. Basta nombrar unos cuantos ejemplos. Sea Caravaggio, que puebla de personajes de violentos rasgos escenas de la Biblia y de las vidas de los santos. Sea Velázquez, sin duda pintor de la corte, pero también de bufones y borrachos. ¿Serán unos, espejo de los otros? ¿Puede deslizarse entre espejos y sombras una crítica a sus protectores? Sea Goya, que pintó -. 72 -


El perdurable legado de Quino Bernardo Marcellin

mima su mamá y que Castro no asea su moño. En muchos casos los adultos nos encontramos en una situación semejante, incapaces de entender las verdaderas motivaciones de los líderes políticos.

El 30 de septiembre de 2020 falleció a los ochenta y ocho años en Mendoza, Argentina, el caricaturista Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, el padre de Mafalda, esa niña que, a través de su inocencia infantil cuestiona las contradicciones del mundo de los adultos. Quino poseía la extraordinaria capacidad de invitar a la reflexión por medio de la risa. Escuchando las noticias en la radio, Mafalda trata de entender lo que ocurre en la “zoociedad” moderna en la que le tocó vivir, levantando interrogantes brutales que convierten a sus padres en consumidores frecuentes de “Nervocalm”, como el día en que le preguntó a su mamá si un tratante de blancas es una persona que siempre juega al ajedrez con las piezas de ese color.

Lentamente, aunque no carece de los bienes esenciales, Mafalda va descubriendo los sinsabores de la clase media, como cuando, aterrada, le pregunta a su mamá, quien se encuentra malhumorada mientras limpia la casa, si la capacidad para triunfar o fracasar en la vida es hereditaria, o bien cuando escucha a su amiga Susanita narrar cómo sus padres controlan el dinero como si fueran futbolistas con dominio del balón y logran ir esquivando los gastos mensuales hasta que se atraviesa el día 28 y envía el sueldo a tiro de esquina. Asimismo escucha a su papá dar “quejido teológicos”, ¡Ay, Dios!, cada vez que se acerca la fecha del próximo pago del crédito automotriz que contrató.

En gran medida, la comicidad de Quino provenía de esa visión a la vez aguda e infantil, del hecho de cuestionarse sobre lo que damos por sentado por originarse en la costumbre. Así, en muchas ocasiones, al oír alguna estupidez o algún comentario mal intencionado, hemos seguramente pensado como Felipe que “lo malo de tener las orejas siempre puestas es que uno se expone a escuchar cosas como esa”. El ámbito histórico de Mafalda es el de la Guerra Fría, de la Revolución de Mao, del conflicto en Vietnam. Le desespera que lo que se aprende en la escuela no le sirve para entender las turbulencias que aquejan al mundo. Quiere saber lo que sucede con Lyndon Johnson y Fidel Castro, pero a partir de lo que le enseñaron en clase, lo único que le queda claro es que a Johnson no lo

La amistad no evita las discrepancias de Mafalda con varios de sus amigos, como en el caso del enfoque materialista de Manolito o de la visión frívola de la existencia de Susanita. Es en estos dos casos donde quizá la crítica a la clase media y a la -. 73 -


sociedad en general se vuelve más ácida. Para Manolito, influido por su padre el tendero, sólo existen el dinero y el trabajo. No existe la posibilidad de cerrar el almacén aunque sea unos días para irse de vacaciones. La única vez que se le ocurrió proponérselo a su progenitor, hubo que llamar de urgencia al médico para atender a don Manolo al borde de la apoplejía. Al ver a sus amigos descansar y jugar, los compara con la cigarra de la fábula mientras él representa a la hormiga, quien tendrá de comer cuando llegue el invierno; esto antes de mandar al cuerno a todos los fabulistas.

diferentes puntos de vista ante la existencia, desde los que buscan resolver sus conflictos internos, como Felipe y Miguelito, los que aceptan los valores de la sociedad, como Manolito y Susanita, o los que cuestionan la realidad, como la propia Mafalda y Libertad. A las actitudes puramente infantiles de Mafalda, como su odio por la sopa o como cuando lleva a pasear al parque a su tortuga Burocracia con correa, como si se tratara de un perro, se contrapone en ocasiones una clara conciencia de la gravedad relativa de las situaciones, alcanzando una madurez que supera muchas veces a la de los adultos. Su padre se quejaba un día amargamente de las hormigas que dañaban sus plantas, afirmando que no hay peor calamidad que las hormigas. Ante ello, Mafalda, sin decirle nada, se le acercó con su radio para que escuchara brevemente noticias sobre guerras, hambrunas e inundaciones. Tras la lección recibida, el progenitor cambió de opinión y, a partir de ese momento, las hormigas ya sólo le parecieron antipáticas. La clarividencia de Mafalda es en ocasiones cruel. Una mañana, al mirar el aspecto desaliñado de su padre, le pregunta a su mamá: “¿Cuándo conociste a mi papá sentiste que te devoraban las llamas de la pasión o solamente que algo se te tostaba?”

Susanita representa el otro lado de la moneda en lo que se refiere al trabajo. Se cree una persona acaudalada, quien merece los privilegios con los que cuenta, y desprecia a las clases populares. Sueña en casarse con un hombre rico y en que llevará una activa vida social. Organizará banquetes de beneficencia, donde servirán una cena suculenta, para reunir fondos y comprar las porquerías que comen los pobres. Pese a tratarse de una tira cómica, los personajes muestran claros perfiles psicológicos y -. 74 -


simplemente, por la mediocridad de la existencia. Este anticonformismo no estaba exento de peligros y Quino así lo comprendió. Aunque ya había dejado atrás las tiras de Mafalda cuando el golpe de Estado militar de 1976 llevó a Videla al poder, comprendió que lo mejor era alejarse y se fue a vivir fuera de Argentina hasta el restablecimiento de la democracia. De igual forma, en la España de Franco se entendieron los llamados a la reflexión y los cuestionamientos inmersos en los dibujos de Quino: Mafalda fue considerada no apta para niños. Quino nos deja así una obra llena de sentido del humor y de inteligencia. Nos muestra las limitantes del ser humano y de la sociedad y, sobre todo, nos invita a ser como Mafalda: a escudriñar nuestro entorno, a sorprendernos por lo que allí sucede, a ser como niños preguntones, pero no sólo para adquirir un saber pasivo, sino para soñar con un mundo mejor y para comprometernos a actuar para alcanzarlo. Y a nunca dejar de reír mientras lo intentamos.

Se podría escribir todo un tratado sobre el análisis de la sociedad y de la vida cotidiana que se encuentra en las páginas de los libros de Mafalda. Dentro de esa perspectiva esencialmente pesimista y hasta cínica, existe un llamado a no dejarse vencer por las injusticias o, más

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Usté dirá amigo Paco Olvera

Homenaje a Quino semana. No nos tocó atender a los clientes hasta que cada uno de nosotros, entró a la secundaria, mientras tanto, nuestro trabajo consistía en tomar los zapatos que habían sido mostrados, pero no comprados, y rehacer los pares en las cajas, además de tomar las pilas de cajas de zapatos, internarse en las laberínticas bodegas, y acomodar dichas cajas en las armazones en las bodegas. Esto no evitaba que los domingos, dedicáramos algunos minutos a revisar las tiras cómicas que se incluían en el suplemento dominical del periódico. Muchas me resultaban extrañas, por un sentido del humor que me resultaba ajeno: algunas con una comicidad que no alcanzaba yo a entender, como la titulada “Nunca falta alguien así”, y otras de una candidez extrema que apenas me producían una sonrisa como las de “Lorenzo y Pepita”. Otras me aburrían, como las del “Príncipe Valiente” o las de “El Fantasma”, pues nunca podía lograr la continuidad de la historia, no sé si porqué yo me perdía números intermedios, o por mi falta de memoria, o porqué al publicarles les valía madre y no tenían un orden bien determinado.

Como me ha pasado más de una ocasión, no sabía por dónde comenzar. Seguramente lo haré con algún recuerdo de mi infancia o juventud, borroso o muy claro, pero que se relacione con la primera vez que supe de él, pero siempre se enfrentan varias fuerzas, ¿cómo escribiré de esto si no soy experto?, y por otro lado, ¿y acaso sólo los expertos reciben la influencia de los personajes que nos siguen abandonando a montones en esta época de encierro y pandemia? Ya había pensado algunas formas, algunas rutas, algunos inicios, pero hoy Alex manda un clarín de “a la carga”: tenemos que comenzar, o que finalizar, o que iniciar a terminar. Vaya pues.

Recuerdo que, en la zapatería de mi papá, había una suscripción al periódico Excelsior que se entregaba cada mañana. A mí no me gustaba mucho leerle, porque tenía la letra chiquita, pocas fotos y sin dibujos. Conforme fuimos creciendo, nos tocaba ir a ayudar en el negocio los fines de

Otras me gustaban más, como “Mutt y Jeff”, o -. 76 -


“Chicharrín y el Sargento Pistolas”. Muchas otras desfilaron en ese suplemento, así como en el del equivalente de “El Heraldo de México”, que era el diario que se compraba en la casa (aunque no con la constancia que nos daba una suscripción): un gato llamado “Heatcliff”, el famoso “Gardfield”, “Educando a Papá”, incluso algún tiempo las de “Carlitos” (Peanuts), “Roldán el Temerario”, “Archie”, “Daniel el Travieso”, “El Pato Pascual” (El Pato Donald), “El Conejo de la Suerte” (Bugs Bunny), “Periquita”, “Los Náufragos”, “El Capitán y los Pilluelos”, inclusive hasta las “Fábulas Pánicas” de Jodorowsky, que me parecían en aquel entonces, insondables y llenas de monos feos (que ahora me resultan de una genialidad exquisita). Por su puesto, esto no pretende ser un recuento, pues debe haber otras tantas que seguro escapan a mis recuerdos.

“David Casidy” de la familia Partridge, seguido de un largo etcétera (yo en particular forraba mis cuadernos con fotos del suplemento deportivo del heraldo, futbol americano y beisbol, que era mi forma de ser snob). Pero entre los personajes utilizados en esta marejada cultural, comenzó a parecer con más frecuencia, un personaje que comenzó a llamar mi atención: Mafalda. Cuando comenzó a aparecer en los cuadernos forrados de muchas de mis compañeras, además de comenzar a escuchar que “era lo máximo”, provocó en mí al menos dos sentimientos: curiosidad y un pendenciero instinto de descalificación, pues en mi experiencia, y en mi agrio juicio, para muchas chicas, cualquier cosa era “lo máximo”. La fuente para hallar las tiras cómicas de Mafalda fue ni más ni menos que el suplemento de “El Excelsior”, donde aparecían coloreadas con tonos pastel. Francamente, me dejaron con la boca abierta: resulta que, si eran portadoras de un humor inteligente, sagaz y muchas veces cáustico, que vino muy bien a mi personalidad que estaba en plena formación. No podría decir que me volví aficionado, adicto o experto en Mafalda, pero ciertamente, me parecían muy buenas sus ideas y diálogos, no así las imágenes “fresas” que de ella se explotaban comercialmente, resultando en una contraposición al carácter crítico y poco superficial del personaje.

Cuando entré a la preparatoria, se me comenzó a “ampliar el mundo” pues, aunque aún no salía yo de mi pueblo, en la prepa, había 10 grupos de mi mismo grado, dos turnos, matutino y diurno y por lo tanto un montón de gente más. En esa época en que estábamos en franca adolescencia, también sucedió que podíamos “forrar” los libros como se nos antojará, y algunos compañeros y compañeras, también lo utilizaban como un medio de distinción (y discriminación), “¿a poco no sabías quién es la Hello Kitty?”, “pues fuimos a Disneylandia, y me compraron una carpeta de Tomorrowland”, “Donny Osmond”, “Susan Dey”, -. 77 -


No fue hasta la Universidad que comencé a tener mayor contacto con temas culturales y contraculturales a los que tenía muy poco acceso en el pueblo, incluidas la música, la literatura, las ideologías y las tiras cómicas. “La Familia Burrón”, de mi paisano Gabriel Vargas fue develada ante mí (ampliamente reseñada por don Pedro Flores en un número previo de la Letrónica), “Los Agachados” y “Los Super Machos” de Rius, que fueron generando conciencia o la ausencia de ella en temas de política y cultura. Fue hasta esta época, donde tuve acceso a los “libritos” que compendiaban las tiras cómicas de Mafalda, y más aún que tuve conciencia e interés de conocer y entender más a su creador, Salvador Lavado, que firmaba como Quino. Comencé a toparme con carteles que tenían caricaturas de un humor fino y sutil, pero fuerte y crítico, que pude ver, estaban firmadas por él. Además de haber leído algunos pasajes de “Para leer al Pato Donald” de Dorfman y Mattelart, junto con “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano, se me fueron modelando otros pensamientos mucho más complejos en torno a “los monitos”, que dejaban en claro que no eran “cosa de niños”, por supuesto sin dejar a un lado a “Fritz el Gato”, algunos años después. La idea de este escrito es rendir un homenaje al genial cómico y dibujante que murió durante el encierro de la pandemia de COVID, el 30 de septiembre del 2020. Para ello, lo primero que renuncié fue a escribir una biografía, pues las hay varias y muy bien hechas, y decidí (como siempre), hablar de la experiencia que me había generado su humor, sus ocurrencias y sus enseñanzas, que también (casi siempre), resultan en un galimatías de ideas, que no por su falta de orden, pierden la intención del reconocimiento y la reseña personal (como han atestiguado en toda esta alocada introducción). También me quedó claro que, para hablar de alguien cuyo mucho humor, es ilustrado, tenía que incluir varias de sus

tiras cómicas y cartones, así como la influencia o las meditaciones que generaron en mi persona.

Esta tira la conocí hasta que llegó a mis manos el libro “Mafalda Inédita”, a finales de los años 90. Lo compré porque quería saber si ahí venía información o evidencia a cerca de ciertos mitos que había escuchado, por ejemplo, que en la última tira que se había publicado, Quino había “matado” a Mafalda atropellándola con un camión lleno de militares (cosa que sigue siendo una leyenda sin comprobar). También para resaltar el hecho que, Mafalda se “apareció en mi vida” cuando Quino ya la había dejado de publicar, de hecho, esta tira es de noviembre de 1964, yo tenía 7 meses de edad. Y por último, que este es uno de los ejemplos que muestran ese humor cáustico que le confiere a los niños la inteligencia que tienen, y que a veces les queremos “regatear”.

Este libro fue un obsequio que un alumno me hizo cuando daba clases en la UAM. Este fue impreso en Argentina por ediciones de la Flor, pues en México comenzaron a ser reimpresos por otras editoriales. Está muy viejito y maltratado, lo que -. 78 -


atestigua la cantidad de veces que ha sido hojeado y ojeado. Esa sonrisa estampada en un rostro mayormente triste, que le confiere felicidad por decreto, me recuerda muchas ocasiones que me he sentido así, y que especialmente en este encierro me ocurre de tanto en tanto. El título nos remite a esa costumbre de preguntar ¿cómo estás?, a los hijos del difunto a la mitad de un velorio, o de responder, ¿bien, aquí llevándola?, que damos por respuesta, aunque estemos a la mitad de un agudo dolor de la conciencia. Pero tengo la ventaja de que los Letrónicos (dícese de literatos irredentos, desmadrosos y amigos entrañables que colaboran, leen o simplemente celebran la existencia de la Revista Letrónica de Ventoquipa), están conmigo para seguir adelante en cuanto proyecto estrambótico y desmadroso, nos permitirá en lo colectivo salir avante viviendo la vida, además de verla.

Esta viñeta de 1972, me hizo pensar en el poco contacto que tenemos con la naturaleza los habitantes de las ciudades, de como cualquier cosa hermosa, por pequeña que sea, es digna de dedicarle tiempo, describirla y escribirla, de cómo esta sensación de encierro, nos permite compartir virtualmente estas visitas a todos lados, y cómo es que lo banal deja de serlo, o mejor dicho, de cómo la belleza de las cosas pequeñas, ha sido banalizada por la “vertiginosa” vida de la ciudad, que por el momento no lo es, y nos lleva a redescubrirlo, a apreciarlo y a celebrarlo. Allí estará siempre un árbol, un Diente de León, un colibrí, un atardecer, siempre listo para que lo conservemos para la posteridad.

Mi inclinación y el gusto a lo cuantificable, se ve reflejado en esta exquisita ironía del concepto de “cero a la izquierda” que nos enseñaron en la primaria y que luego escuchamos en incontables ocasiones en conversaciones de nuestros padres y otros adultos. Recuerdo mucho a mi mamá y alguna de mis tías, refiriéndose a sufridos personajes que no eran considerados en su casa o que su opinión era siempre infravalorada, si no es que ignorada. Quino siempre, en este humor gráfico, deja claro además esa cruel relación obrero – patronal a la que hizo referencia en incontables ocasiones.

Al igual que Mafalda, yo descubrí a los Beatles en mi infancia, en mi caso, por intermediación de Lilí mi hermana y mis primos grandes. La verdad es que “I’m Looking Through You”, no era de mis favoritas, pero ahora lo es, luego de ver a la niña austral que nos explica que hay cosas que llegan al corazón, aunque no pasen en principio por el -. 79 -


entendimiento. También me recuerdo de los radios de transistores, que nos permitían escuchar al mundo, y que, al ser integrados en una reproductora de cassettes compactos, eran una aspiración, un lujo y una compañía constante, y a muchos como a Mafalda y a mí, nos traían noticias de mundos remotos e interesantes.

Cuando comencé a trabajar, me sentí muy contento por varios motivos, que el principal no fue el sueldo (aunque muy bien recibido), pero sí lo fue ver a mi papá muy contento que “su chamaco”, ya trabajaba “para lo que había estudiado”, tener acceso a otras personas y situaciones que enriquecían mi vida, y la posibilidad de resolver problemas prácticos y que, además, generaban el reconocimiento de quienes se beneficiaban con los programas de computadora que impulsaban dichas soluciones. Admito con pena, que por mucho tiempo fui uno de esos “niños terribles de la computación”, que me sentía la gran cosa por conocer y dominar lenguajes de computadora, tener una mente clara para utilizar soluciones iterativas y recursivas para materializar algoritmos, y en muchas ocasiones, pensaba yo que esto me daba el derecho a portarme en forma insolente y sin miedo ante los requerimientos de algunos jefes. En particular, cuando comencé a trabajar como consultor, sentía yo que mis contribuciones eran capitales y que, gracias a mis logros, la compañía había salido a flote, cosa que le hice saber a mis jefes. Mi comentario no sólo no fue apreciado y validado, sino que a la postre, fue uno de los motivos por los cuales, ellos determinaron que no tenía un gran futuro en la compañía. Cuando encontré este cartel que tenía un texto parecido a, “¿Y si no acepto?”. Entendí cómo funciona el mundo. Ahora busco renunciar a la temeridad, pero no a la

Esta viñeta se me cumplió casi de forma específica en varias ocasiones. Retrata de forma precisa, cuando en ocasiones, sólo hacía base en el hotel en Bogotá, para dormir 3 horas, me paraba a bañarme y sólo desempacaba lo necesario, todo muy bien acomodado, los pantalones colgados como me enseñó mi papá y la bolsa para colocar la última muda de ropa sucia que sería acomodada en el menor tiempo posible, para no perder el vuelo, o para llegar las 3 horas antes que solicitaban en el aeropuerto y que van muy bien con mi típica histeria de no querer perder vuelos o llegar tarde a ningún lado. En alguna ocasión, “toqué tierra” en 4 países en 2 días, como alguna ocasión que viajé, México a Panamá, de allí a Caracas, luego a Bogotá y finalicé en Santiago de Chile. O las ocasiones en que, al despertar, verdaderamente no sabía en que ciudad o país estaba.

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valentía, eliminando la arrogancia y concentrándome en la búsqueda de la felicidad.

Epílogo. No pude abandonar tan fácilmente el sentimiento de ser un oportunista, que sin saber nada o poco de un personaje como Quino, se puso a escribir cualquier cosa, pero pensándolo con un poco de más calma, y removiendo mis recuerdos, vaya que si soy un aficionado a su humor, y que si ha sido mi maestro y que si he sido un lector o un visor constante de su trabajo. Gracias por todo, siempre serás recordado, como imágenes o frases que se han convertido en nuestro lenguaje cotidiano, que es la mejor forma de homenajear a alguien, integrando su legado a la vida de todos nosotros. Usted dirá amigo.

Tuve que dejar fuera una buena cantidad de carteles que me gustan, y que había seleccionado para este brevísimo homenaje, pues no sería posible finalizar. Este cartel me encantó, por el mensaje doble de la renuncia a “ser importante”, y la sencillez de los actos cotidianos, aún en el encierro, que nos permiten ser felices, que el aislamiento físico, no siempre es soledad, que nuestra casa por sencilla que sea, se puede convertir en un lujoso salón lleno de gente, con la que sí nos interesa hablar, que una cerveza entre amigos, supera al más refinado de los champañas, y que el mas sencillo de los abrazos es un obsequio que debemos apreciar y entregar a todos los demás. Estas son muestras de cómo Quino era un humorista sagaz, que utilizaba sus habilidades gráficas, para transmitir lecciones, paradojas y opiniones.

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Ya ni ves Paco Olvera

Homenaje a Paul Leduc  “¿Cómo ves?, ta’ dura ¿no?,”  “Siiiii”  “¡Ya mejor quédate!, ya mejor quédate, pa´ que te vas, ¡ta´durísima!”  “¡Sí, ta’ bien dura!”  “¡¿Pero a qué horas voa llegar?!”  “¡Ta´ más dura!, ¿no?”  “¡Yo creo que mejor avisas!”  “¡Eyyyyy!”  “¡Mejor avisa!, ¿no?”  “¡Eyyyyy, voa avisar, no tiene pa’ cuando!”  “¡Ta’ re, igual ayer!”  “¡Eyyyyy, dos, tres, regular!”  “¿Cómo ves?, ¡mejor avisa!”

albañiles. Pero no lo sabemos a ciencia cierta, podrían ser dos embriones en el útero de su madre, indecisos si venir a un mundo complicado, gris y lleno de problemas, o dos jóvenes atrapados en un mundo que se antoja con pocas opciones para el futuro, o simplemente dos cuates que no tienen intención de hacer nada, o que no se quieren mojar, en medio de un diálogo que se vuelve una cantaleta que comienza a ser repetitiva, que dice poco, pero que tal vez significa mucho, como los laberintos culturales de la historia de los mexicanos. Así inicia la película “¿Cómo ves?”, de Paul Leduc, que me tocó verla en mis plenos tiempos de profe universitario, recién graduado y tratando de abrirme al mundo y al aprendizaje.

En medio de una pertinaz lluvia, esté dialogo es sostenido por dos hombres jóvenes, que están metidos en unos ductos de concreto enormes, de esos que se utilizan para hacer grandes obras de drenaje. Por la vestimenta, el aceto, el vocabulario y la escenografía que aparenta ser la construcción de una gran obra, podría pensarse que son

Nos divertía buscar el significado en algo que tal vez no lo tenía, o bien, no teníamos la profundidad de conocimiento o la capacidad de -. 82 -


entendimiento del lenguaje cinematográfico para comprender todas las ideas. Hubo un tiempo en que, para no hablar explícitamente de un tema que conocíamos, pero que necesitábamos referir, Eleasid y yo iniciábamos un diálogo: “¿cómo ves?”, y el otro respondía, “¡no pos’ ta’ re dura!”. Así fue como conocí a Paul Leduc. Para ese entonces ya era considerado un innovador y adalid del cine no comercial en México, de alguna forma, nuestro propio Jean Luc Goddard. Yo llegué a culturizarme a la capital, cuando inicié la universidad, mi trasfondo en temas culturales, filosóficos, de protesta, de intelectualidad, del socialismo, de un montón de cosas, era nulo, pues en el pueblo, si bien había muchas personas con pensamiento innovador, no teníamos acceso a la mayoría de ellas, pues eran marginados por una sociedad conservadora, arcaica y muy celosa de cualquier cosa que pareciera nuevo o diferente. Después, conocí el documental “El Grito”. El movimiento del 68 no me era totalmente ajeno, pues algo había alcanzado a escuchar en las pláticas de los adultos, y revisando “a escondidas” las fotos y algunos textos del libro “La Noche de Tlatelolco”, de Elena Poniatowska. Me impactó tremendamente, a tal grado que cada que la veo, me gustaría meterme a la pantalla, y tratar de cambiar el curso de los hechos, pero luego me entra el miedo, de no lograrlo. Recientemente, lo vi utilizado como base para la creación de la película “Olimpia”, mezclado con nuevas escenas, y generado con animación por computadora que la hace parecer dibujada a mano, con una trama de varios chavos involucrados, que le da una nueva dimensión.

Paul Leduc, nos dio también, varios documentales de la juventud en México, que al igual que su película, “¿Cómo ves?”, también documentaron la cultura musical de la época, no sólo porque se escuchaba a Rockdrigo, a “El Tri” o a “Sex-Cilia” Touissant, sino también por la forma en la que se les oía: los “hoyos Funky”, los barrios residuales, las tocadas con un montón de chavos exaltados, buscando algún lugar donde desahogarse y manifestarse. También aquí aparece Roberto Sosa, que se vuelve una especie de actor de cabecera del director, creando los papeles de la vida residual en los barrios de la Ciudad de México, que de alguna manera lo colocan como la consecuencia de Roberto Cobo y su personaje de “El Jaibo”, en “Los Olvidados” de Buñuel. Y por otro lado su película sobre Frida, interpretada por María Rojo, que colaboró a recuperar e internacionalizar de nueva cuenta la imagen de la diva pintora (que, por cierto, en su momento yo no ubicaba a Cecilia Touissant, pero hace el papel de la hermana de Frida). En un ciclo de la cineteca de la UNAM, tuve oportunidad de ver su película sobre John Reed, y de hecho, para mí fue conocer la figura del periodista, no sólo en la revolución rusa, sino en la revolución mexicana, su “México Insurgente”. Lo escuché hablar varias veces, un tipo analítico y profundo, realmente un gran director con un sello cinematográfico propio, que -. 83 -


fue otra de las grandes pérdidas durante el encierro de la pandemia del COVID. Ahora que me dediqué a buscar algo de información para escribir este breve homenaje, encontré una joya, que es un documental que se llama “Etnocidio: Notas sobre el Valle del Mezquital”. Comenzando por el título: hablar de la exterminación de un pueblo, no sólo por la eliminación paulatina de los habitantes de una etnia, sino por la destrucción de su cultura. En el caso de la película de Leduc al referirse al Mezquital, la cultura en exterminio son los Otomís. En lo personal me creo un impacto adicional, por tratarse de una etnia con la que tuve contacto en mi infancia, pues muchos de los “marchantes” y “marchantas” que iban a vender sus productos a Tulancingo eran Otomís. En la casa nos enseñaron a tratarles con respeto, pero era inevitable distinguir el muro invisible que creaba un “ellos y nosotros”. Los podía uno escuchar hablar en su idioma, y vender sus mercancías, que generalmente eran artesanías, ni más ni menos que el “Sábado de Gloria” de 2021, compramos unas blusas bordadas a una señora Otomí, que en algún momento, tomó su celular y la escuché hablar el rítmico lenguaje que recordaba de mi juventud. Lo único que alguna vez me dijeron respecto al idioma, es que “chinga tu madre” se dice “chimaca mahuelti”, pero eso no lo sé en realidad. Pude ver algunas partes del documental en el Internet. Es impresionante. Su estructura es la de una serie de cortos que están organizados por las letras del alfabeto, cada una abordando un tema, precedidas todas por una introducción. Pude ver algunas partes, como la introducción, la “H” por la historia, que muestra una parte de los vestigios de Tula, “G” de gobierno, que muestra una parte de la visita de José López Portillo, con una canción con un ritmo de son montuno promocionando al candidato, reparto y pelea por unos sombreros de paja y el despegue del candidato en helicóptero para

abandonar el inhóspito lugar. Una perdida la muerte de Paul Leduc, que también fue en este encierro de pandemia. ¿Cómo ves?, pos’ está re dura . . . .

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Desde Dentro El amor en sentido contrario Gonzalo Duchén

un arranque de locura (poco frecuente en mí, por cierto) saltaba y le plantaba un beso, pero no un beso cualquiera, un beso de esos que te desnudan el alma y te permiten decir sin palabra alguna de por medio que estás dispuesto a pasar el resto de tus días con ella. Entonces, de pronto, me vi lejos de la estación en medio de unas sábanas delicadas y perfumadas, abrasado por un calor paradisíaco y abrazado de aquel ángel que me susurraba al oído palabras que aún no alcanzo a recordar pero que en ese momento sonaba como la más sublime de las músicas jamás oídas. Ver su cuerpo desnudo; indefenso y frágil; vulnerable y delicado; pero al mismo tiempo peligroso y letal, hacían que mis pensamientos volaran de polo a polo imaginando los más hermosos sufrimientos, las más dulces amarguras o las más felices desventuras. Cuando mis manos empezaron a recorrer su cuerpo y con cada nuevo centímetro cuadrado de piel que palpaba parecía que mi cerebro estallaría en un frenesí de inconmensurable felicidad; cuando fue mi boca la que empezó a saborear las mieles de ese hermoso platillo; cuando fueron mis labios los que probaban ese suculento manjar que cheff alguno ha imaginado todavía, el éxtasis en que me vi envuelto me rodeó por completo y los labios de ella se encargaron de presagiar el final de aquel increíble acto de fuga. Cuando por fin ella se entregó voluntariamente al sublime acto de ser amada y poseída, me abrazó con pasión y le entregué mi amor, ya sin freno ni racional dulzura hasta llegar a esa maravillosa explosión que nos

Esta historia, la recuerdo muy bien, se me ocurrió el 31 de junio de no sé qué año. Espero les guste. Llegué a la estación del metro, después de haber caminado bajo el implacable sol de una mañana de mayo. Bajé a los andenes y al situarme en posición de abordaje, tratando de adivinar el sitio exacto donde pudiese ubicarse la puerta de un vagón, levanté la vista y ella estaba ahí, a diez metros de distancia, con solo dos vías férreas de separación. Imposible no verla, destacaba por mucho su mirada prístina e inocente entre ese marasmo de humanidad que se arremolinaba a su alrededor. Me quedé pasmado observando su rostro, su cuerpo inocente y frágil e imaginé entonces que en -. 86 -


hace sentir que estamos vivos y que no hay nada en la vida que sea más placentero que hacer el amor, con esa hermosa mujer que se encuentra a diez metros de separación en el otro andén del

metro y a punto de viajar en dirección contraria y a la que seguramente jamás volveré a ver entre estos veinte millones de almas.

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La infinita bondad de don César César Viatela

En plena pandemia, la señora madre del muy querido amigo César Viatela Duque, enfermó de gravedad, pero con los cuidados médicos y la implacable atención de sus hijos, ha logrado salir adelante. Durante este tiempo, su servidor, junto con nuestro otro gran amigo de tierras colombianas, Miguel Cantillo, hemos preguntado por el estado se salud de su mamá, y por añadidura de su papá, de toda su familia y de él mismo. Las respuestas a estas solicitudes de información han resultado unas encíclicas llenas de bondad, sabiduría, resiliencia y paciencia, que es de lo que se requiere para salir adelante en esta situación tan extravagante, que ahora pone frente a nosotros el encierro por la pandemia del COVID. Con la autorización de César, comparto sus pensamientos, para que sean muchos más los beneficiados y emocionados por ellos. Los textos se presentan sin cambiar uno solo signo de puntuación, a excepción de ser encabezados por la fecha de su envío por medio del WhatsApp. Paco Olvera Bogotá – CDMX, 9 de abril de 2021

31 de Agosto 2020 Los Señores!!! que bueno verlos por estos lados!!! Una historia digna de Ventoquipa, Paco!!! La idea siempre es y será, cultivar la amistad. Les cuento que mi madre está ya en casa donde nos hemos dado a la tarea de cuidarla y consentirla. Damos gracias a todos los santos y las oraciones de los amigos. Llegó caminando (lento), regañando (con alguna limitación en el habla) y muy cansada de estar encerrada en esa Clínica de !@#$% (dice ella) Ha sido necesario contratar una enfermera permanente en turno de noche y una eventual en el turno de día. Con eso y cerca de 11 medicamentos de nombres extraños, estamos llevando el día a día, agradeciendo el milagro de vida que hemos recibido. Nuestro principal problema es que ella no logra tener conciencia de -. 88 -


sus limitaciones y trata de cualquier forma de seguir con su rutina diaria. Vamos llevando las cosas paso a paso, esperando cada día traiga una nueva alegría. Sus oraciones y buenos deseos son bien recibidos siempre!!! GRACIAS

y reconocida) y de unidad familiar. Ya tendremos chance de platicar bien y de corrido. Pasando al resumen de historias de este sur, mi madre se encuentra en un manejo totalmente paliativo, en lo que los médicos definen como “darle una mejor calidad de vida”. Su estado se ha degradado paulatinamente, requiriendo asistencia para cualquier actividad (física/fisiológica); perdió movilidad voluntaria completa y en consecuencia tiene un tono muscular alterado, con rigidez en cuello y brazos, pero flacidez en las piernas. Su más reciente valoración neurológica reporta afasia con una función cerebral menor al 50%. Sus respuestas son mínimas y no necesariamente coherentes. Su medicación es mínima y lo más complejo es tratamiento para la tiroides. Está recibiendo terapia física (para contrarrestar rigidez en articulaciones) y de lenguaje (para que pueda comer mejor). Por necesidad totalmente obligada, debemos tener asistencia de enfermeras 24 horas (no provisto por el servicio de salud) así que es de pago privado (que cuesta un chingo de lana!!!). Simplemente nos está desangrando.

13 de Noviembre de 2020 Señores ... una disculpa. Recién terminamos una consulta médica virtual (los efectos del confinamiento por COVID) sobre los cuidados paliativos de pacientes críticos y terminales y debo terminar el tema con mis hermanas. Creo será en la próxima ocasión, agradeciendo la buena idea de reunirnos. Un saludo fraterno 17 de Noviembre de 2020 Señores ... lamento no haberlos visto anoche. Me distraje con varios asuntos y la intermitencia de internet fijo por el invierno, me tiene incomunicado. Solo como actualización, seguimos en la lucha con el tema de mi madre. Poco a poco se ha mermado cada una de sus capacidades y eso nos implica afrontar realidades según lleguen. La atención Médica ha pasado a ser en casa en modelo paliativo, con terapias, seguimientos neurológicos, cardiacos y de todas las demás ramas de medicina. Familiarmente sabemos a qué nos enfrentamos y con los apoyos de ustedes mis amigos, tenemos Fe que saldremos avante de la mejor manera. Un saludo a sus familias, con un abrazo.

Mi padre, es un cuadro totalmente diferente pero no menos complejo. Su memoria de corto plazo y las bases de lógica para tomar decisiones son malas y requiere supervisión para que realice las actividades diarias. Pero insiste en ser quien maneja el hogar (compras, presupuestos, servicios, etc.) causándonos algunos dolores de cabeza porque arma unos desmadres con cualquier situación y quiere manejarla como siempre lo ha hecho. Explicarle que no podemos salir por confinamiento o que no podemos ir al banco a cobrar su pensión, o cualquier otro tema, es un verdadero pedo. Entra en estados de depresión por ver a mi madre sin que le responda y por no poder comprender esa realidad. Sin embargo, su físico está bien muy bien, con andar

5 de Enero 2021 Paco … primero gracias por seguir al pendiente de este, tu humilde servidor y de la situación de mis padres. Simplemente, Gracias Carnal!!! Segundo, reiterarte el más fervoroso saludo de feliz año nuevo, para Ana (léase Anita), Conchita y para ti. Que este 2021 sea a toda madre!!! Lleno de salud (de la buena y a toda prueba), chamba (bien paga -. 89 -


lento pero estable … para su edad (este año 86). Se niega a ir al médico y toda la realidad del confinamiento nos ha aplazado las posibles asistencias médicas para él. En conclusión, las enfermedades mentales por senilidad son realmente complejas y tienen alcances en todo el entorno familiar.

Para mi hermana y para mí, esto sigue con el modelo de vivir un día a la vez. No hay de otra! Colateral a eso, las damnificadas son Yenny e Isabella a quienes solo puedo visitar solo en algunos fines de semana (ni visita conyugal de condenado).

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haciéndole Al Cuento Cuaderno de Visión Lateral Segunda Parte Alex Hernández

11.

La frustración de que no hay justicia ante el no menos monumental despojo le lleva a la decisión de hacer justicia por propia mano.

Nada menos que el mandamás del mejor equipo de fútbol del mundo. Antes, exitoso constructor, buena manera de hacerse de fondos para cumplir ese gusto.

Así que, ¿porqué no secuestrar al enemigo, llevarlo a Panamá y obligarlo a devolver el dinero? No sabemos si hubiera funcionado, pues alguien delató. 12.

La tentación perene de tantos adinerados, estar en la cima de algo que no comprende del todo, pero que le apasiona. Es decir, que le somete. Entra entonces esa caterva de seres obscuros y ambiciosos llamados promotores. El impuso es comprar jugadores caros y construir un nuevo y monumental estadio que sirva para cantar las nuevas glorias.

Desde muy niña conoció la aspereza del trato masculino por vía de su propio padre. Duros trabajos y palizas frecuentes la prepararon para su matrimonio. Su esposo la tomó para sí por la fuerza de la amenaza y prolongó el horror vital con el único atenuante de que al llenarla de hijos, también le dio razones para vivir.

Y luego, la deuda imparable. Y después, el vivales que compra el equipo sin desembolsar un quinto. -. 91 -


La muerte del hombre llegó como un alivio.

Tamaulipas. Más de trescientas personas inocentes asesinadas en una venganza fundamentalmente, por dinero.

Y luego llegó, como de otro planeta, otro hombre: bondadoso y conocedor. Un mundo se abre ante ella y se da cuenta de lo único que realmente anhela en este mundo: no el dinero, no el amor: el entender.

14.

Ese hombre, que le descubre a ella misma quién es, también le da la mayor crueldad: una elección imposible. 13. La única manera de continuar con los negocios agropecuarios que por generaciones pertenecieron a la familia, es aliándose con la nueva y pujante –y violenta- organización mafiosa. AL poco tiempo aparece otra mafia, organizada por el gobierno estadounidense, y lo somete como informador.

Pyros, un oso que llegó a poblar una zona boscosa de la sierra montañosa que divide a la península ibérica del resto del continente, ha desarrollado un dominio total de la zona gracias a su corpulencia y determinación. Cierta protección de la que goza le ha permitido una vida relativamente longeva para ser un oso. Pero además ha sido un macho dominador que se ha impuesto ejerciendo la fuerza y el vigor sexual. Eso no ha gustado a algunos miembros de otra especie, la humana, que se plantean el infortunado dilema (para Pyros) de si deben emascularlo o sencillamente matarlo.

“No está tan mal”, piensa por un tiempo. Pues mientras pueda continuar con los negocios y contar con protección, se mantendrá cierto equilibrio.

Bajo el hipotético beneficio de la especie, el individuo úrsido, que se aparece en sueños al científico regulador del mundo en la figura de su abuelo, corre peligro de muerte. Más le valdría ser un oso taciturno y asexuado.

Pero un día, ya sea por la presión o por la inestabilidad del sistema así organizado, no puede más y huye, con el dinero de los criminales. Y así, con los herederos de las personas que causaron las masacres de poblaciones indígenas en Guatemala, así se comete un crimen que lastima a la humanidad en las fronteras de

Aunque de todos modos tal vez le condenarían por viejo inútil. 15. -. 92 -


Como buen portugués, Florindo muestra ese talante cordial de entrada, pero irascible ante cualquier contrariedad. Justo es decirlo, el tamaño del berrinche suele ser proporcional al del agravio.

la conversación. Uno de nosotros, hijo de inmigrantes españoles refugiados durante la guerra civil, cuenta las historias de su padre, proveniente de una zona en la que se enfrentaron en los bosques primos contra primos, hermanos contra hermanos. No por convencimiento, o por una cuestión ideológica, sino por la leva que hicieron las dos partes. Alguien recuerda la historia de Arjuna, quien antes de la batalla contra su propia familia recibe consejo del propio Krishna, quien le aconseja cumplir con su destino sin remordimiento.

El caso de Florindo es extremo. Se le ha dado por muerto, así con acta de registro civil y con toda formalidad. Y no por poco tiempo. Este año cumple 50 años de muerto. Se ha instalado en una pequeña carpa fuera del edificio de la Fiscalía General de Lisboa, desde hace 18 años, exigiendo que se reconozca lo evidente, que está vivo y que, por lo tanto, tiene derechos sobre ciertos bienes materiales que le disputan, y que hoy disfrutan, dos de sus hermanos.

Pero la historia no viene al caso. Porque no se trata del cumplimiento de un destino irrevocable, ni de la realización del ser. Se trata de la estupidez y el sinsentido de actos de hombres puestos en guerra por otros hombres. 17.

No sería raro que un reconocimiento de su condición de vivo le arruine su motor moral, y lo mate.

Es posible la creación de la ilusión a gran escala, como atestiguan algunos trucos de magia célebres en nuestro tiempo. Pero se pueden llevar a otro nivel.

16.

Jenaro es un joven con una capacidad de convencimiento a la par de su hiperactividad. Esto le ha permitido crear una compañía que por varios años se benefició de la entrada de inversionistas a un negocio que se mostraba delicioso. Tecnológico, sonriente, sofisticado. A diferencia de muchas compañías del sector, los números se mostraban sólidos y positivos, lo que

El alcohol que asiste la reunión de amigos anima -. 93 -


funcionaba como un imán casi sexual con los inversionistas.

un mafioso local, su grupo salía de desayunar de una pequeña fonda. Los esperaban varias camionetas repletas de hombres armados. No tuvo tiempo de sacar su pistola, su cuerpo quedó colgando de la puerta del copiloto.

Sólo un detalle ensombreció la bonanza: los números eran inventados por Jenaro y dados por buenos por su fulgurante equipo de trabajo y su despistado y poco competente auditor. Todos, inversionistas, empleados estelares y auditor desesperan frente al hundimiento. Jenaro aún imagina un futuro brillante.

Abel lo reconoció días después, sobre una fría plancha de metal, al lado de decenas de policías y sicarios que vieron su fin ese día. 19.

18.

Una de las ventajas que tienen los millonarios es que pueden emprender una colección de casi cualquier cosa con resultados notables –no necesariamente admirables- en poco tiempo.

Abel fue un comerciante en pequeño de éxito mediano, pues con su trabajo y dedicación logró consolidar un negocio de venta de vísceras y preprocesado. Pero los constantes asaltos lo llevaron a la quiebra. Consiguió un taxi para trabajar y está intentando recuperarse.

La ambición de Zero Freitas es tener todas las grabaciones que se hayan podido editar en vinil o acetato, sin importar si el formato es de Long Play o de 45 RPM. La vía más eficiente para lograr el propósito es comprar las mayores colecciones existentes puestas a la venta. Frecuentemente adquiere colecciones de miles de ejemplares, y cada tanto, alguna colección de millones. Las nuevas adquisiciones se almacenan en bodegones y contenedores, y hacen fila para ser catalogados y clasificados por un pequeño ejército contratado exprofeso.

Su hermano Andrés no tuvo tanta suerte. Estudió leyes y entró a trabajar a la Agencia Federal de Investigaciones. Durante años realizó trabajo de escritorio, realizando papeleo y reportes que a nadie le importaban mucho. Un mal día lo asignaron a Torreón. Sin entrenamiento adicional, le pusieron el uniforme de policía de campo.

Océanos de música grabada yacen desordenados, esperan su turno. Es imposible escucharlos todos.

A las dos semanas, poco después de la captura de -. 94 -


Incluso la mera revisión de portadas es una tarea para la que no alcanza una vida humana.

doblaba la edad. Se la llevó a un apartado lugar de la selva lacandona, en donde todo mundo hablaba en español. Ella no entendía nada, no conocía a nadie, y padecía todo tipo de violencias.

Probablemente aparecen cada cierto tiempo algunas rarezas, pero la gran mayoría son grabaciones repetidas que tendrán como fin más probable, la basura.

Al cumplir los cincuenta años, cuenta que le gustan sus múltiples oficios, pero el que más le gusta es guiar a los paseantes por el busque lacandón, y sobre todo, aprender. Aprender a bailar como lo hacen los paseantes y aprender algunas palabras en otras lenguas. Y le gusta enseñar. Le gusta decir las palabras que en maya nombran a los árboles y a los animales, y que sus acompañantes las repitan. Y le gusta contar las historias que se cuentan en el bosque. Y le gusta ir a las reuniones en donde aprende como organizarse.

20.

Xanuc vivía en una aldea de los bosques de Chiapas cuando a los 12 años comprada o robada –no lo recuerda bien- por un hombre que le

Su nieto es un zángano, nada heredó de la curiosidad de su abuela.

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Músicos Trompa De Hule Mozart Sessions Pedro Flores

español Miguel Gila, que se ponga. Nos hacía reír no importaba cuántas veces lo volviéramos a escuchar.

Mi papá era amante de la música, principalmente del género clásico. Sin embargo, sus gustos también incursionaban bastante adentro en otros mundos musicales, digamos, más populares. Tenía una buena colección de grandes bandas, jazz, cantantes melódicos, crooners, tanto masculinos como femeninas, en inglés y español. Compatible con su admiración al pueblo alemán, también había en su discoteca música popular alemana, bávara, polkas; bueno, hasta marchas de la Alemania nazi. También entraban a la casa discos de grupos contemporáneos de bossa nova o de moda como los Hermanos Castro. No era infrecuente escuchar música de tríos o cha cha cha. Debo decir que mi mamá lograba introducir en la colección también algunos de sus gustos, José Alfredo Jiménez, La Tariácuri Amalia Mendoza, Miguel Aceves Mejía. Los domingos la casa se inundaba de música, reproducida en una majestuosa consola Stromberg Carlson de bulbos.

Por supuesto que los hijos heredamos el gusto musical, aunque nosotros preferíamos la música de nuestra generación, el rock. Un maravilloso regalo que nos dieron nuestros padres en una navidad fue un tocadiscos portátil con una pequeña colección de discos de 45 rpm con música que seguramente el vendedor de la discoteca les sugirió: The Beatles, Eric Burdon and the Animals, The Doors, The Monkees. Shocking Blue. Nunca podré agradecer lo suficiente ese regalo, nos hizo felices. Al dejar la casa familiar en Culiacán para ir a estudiar la licenciatura seguimos explorando cada quien un camino por la música, pero siempre compartiendo con nuestro padre los descubrimientos que hacíamos. Muchos años después, en su viudez, cuando mi papá ya estaba limitado físicamente por sus enfermedades, solíamos hablar por teléfono y en la conversación siempre había un apartado para la música. A mi papá, quien era un excelente conversador, le gustaba mucho contar anécdotas de sus héroes musicales, las cuales yo disfrutaba mucho. Ya no recuerdo si una de ellas era sobre Arthur Rubinstein. El pianista decía que en su juventud los intérpretes de música clásica preferían tocar obras de compositores de mucha energía, Chopin, Beethoven, pero que en la madurez todos

No puedo dejar de mencionar una colección de discos de relatos cómicos del inefable humorista -. 96 -


regresaban a Mozart a reconciliarse con la vida.

su regreso, ya tenía en mis manos Breakfast in the Field, disco de Michael Hedges que me sigue maravillando. La última pista del disco, Lenono, es un homenaje a John Lenno y Yoko Onno; podría escucharlo infinitamente con deleite. Al siguiente viaje que hice a Culiacán llevé de regalo el disco y mi papá se puso feliz de escucharlo.

Desde casa en Culiacán no se perdía un programa musical que se transmite aún en Radio Universidad de Sinaloa, Radio UAS, Hablemos de música. El programa es producido y conducido de manera magistral por Aldo Rodríguez, un erudito en musicología que es compositor, artista multimedia e investigador de raros campos de la músico-tecnología. Siempre presenta temas por demás interesantes y hace una gran labor de difusión de la cultura musical. Un par de veces mi papá le llamó al estudio para hacer alguna consulta sobre algún tema tratado en su programa.

Otro día me dijo que había escuchado un episodio de Hablemos de Música en el que Aldo presentó un disco al que alabó mucho. Me dijo que la particularidad que Aldo había destacado del disco es que se trataba de una interpretación fantástica de Mozart por dos grandes músicos que eran más reconocidos en un campo de la música distinto de la clásica; ambos se identificaban más con el jazz, aunque uno era también conocido por ser un conductor de música clásica.

Yo creo que algunas veces los temas escapaban a la atención de mi papá y se quedaba con la duda. Una vez me dijo por teléfono, oye, en radio UAS Aldo comentó que había muerto Mick Jagger, ¿lo sabías? Yo me quedé helado, no, no lo sabía ni había escuchado la noticia. Bueno, dijo que era un músico innovador en técnicas para interpretar la guitarra, incluso hizo algunas modificaciones de diseño a una guitarra especial, la guitarra arpa, para poder interpretar sus composiciones. Murió hace unos años en un accidente automovilístico.

Pero no recuerdo quiénes son, me comentó mi papá. Seguimos platicando y yo trataba de obtener más información. Me dijo que uno de ellos había tenido un éxito musical con una canción muy pegajosa, be happy. Yo pensé que tal vez mi papá estaba mezclando información de la plática de Aldo con otro episodio. Pero al buscar en internet mi sorpresa fue descubrir que él estaba en lo correcto. Bobby McFerrin, súper dotado vocalista de jazz, era el intérprete de Don´t worry, be happy. Y sí, McFerrin había grabado un disco con un virtuoso del piano, Chick Corea, llamado The Mozart Sessions.

Ahí respiré aliviado: si había muerto unos años antes, seguro que no era el cantante de Rolling Stones. Pero el cariño a mi padre y los temas interesantes que planteaba siempre eran un reto para investigar más. Busqué en internet con la información suelta que tenía y pronto encontré que seguramente se trataba de Michael Hedges. De ahí a correr a Mix up a buscar sus discos. No los había así que acudí a la complicidad de Claudia, quien se deleitaba, igual que yo por el mío, por complacer a su padre. Cada dos semanas viajaba a Ciudad Juárez y podía con facilidad cruzar la frontera a El Paso donde se podía acceder a cosas no tan fáciles de encontrar acá. A

La historia del disco, que presenta dos de los conciertos más conocidos de Mozart, empieza en 1990 cuando Corea y McFerrin hicieron juntos un recorrido por media docena de ciudades de Estados Unidos: un gran pianista de jazz y un asombroso vocalista. En esas presentaciones solían hacer improvisaciones a partir de la nada. La fascinación de esas noches de magia musical se había quedad grabada en la cabeza de McFerrin, -. 97 -


al igual que un comentario ocasional que le escuchó a Corea sobre su amor por la música de Mozart. Un día McFerrin tuvo una ocurrencia y le llamó a Corea: Chick, interpretemos algo de Mozart. No, fue la respuesta, Mozart es para el clóset, dijo Corea. Sin embargo la extravagancia de la ocurrencia de McFerrin persistió y de tanto en tanto le volvía a llamar a Corea para pedirlo. No, nuevamente era la respuesta. Finalmente, con McFerrin dirigiendo la Sinfónica de San Francisco, Corea aceptó pero con algunas condiciones: la primera, no abordarían a Mozart de manera convencional. Hicieron algunos cambios en las pausas entre movimientos del Concierto en re menor. Entre el segundo y tercer movimiento hay una larga pausa donde todos tosen, afinan, hacen comentarios hasta que quedan en silencio. El director alza los brazos y todo vuelve a comenzar. Pero entonces Chick se siguió sin pausa al tercer movimiento tomando a todo el mundo por sorpresa. Los músicos saltaron y continuaron tocando. El último movimiento terminó literalmente ardiendo, como fuego. McFerrin le dijo, tenemos que grabar.

K.466, y n° 23 en La mayor, K.488, de Mozart, interpretado con The Saint Paul Chamber Orchestra. El resultado, The Mozart Sessions, disco que se estrenó en octubre de 1996. Como otros pianistas de su tiempo, Wolfgang Amadeus Mozart se enorgullecía de su habilidad para improvisar en el teclado, tanto en trabajos solistas como en conciertos. Esa práctica abandonada hace mucho tiempo fue uno de los elementos de la idea de Chick Corea de introducir improvisaciones con ideas propias, sin faltar al respeto al autor ni a la audiencia. Corea no deseaba empezar con solemnidad directamente con el concierto clásico, así que convenció a McFerrin de que iniciara con un preludio vocal. Lo que tenía en mente era la idea de las sesiones de jazz que se dan en un bar o pequeño auditorio en donde los músicos inician calentando con temas un poco ligeros mientras los espectadores van llegando, se acomodan, saludan, los músicos hacen ajustes, hasta que, ya en ambiente, empieza el banquete musical. De nuevo con la complicidad de Claudia a la siguiente semana ya tenía el disco en mis manos y un boleto de avión para Culiacán. Debe haber sido el año 2002. El vuelo que suelo tomar llega a las 7:00 am y mi compadre Chuy Salido generosamente me recibe para después ir a desayunar y ponernos al tanto en noticias. Esta vez le pedí que me dejara directamente en casa de mi papá. Después de la fiesta de abrazarnos y saludarnos él se sentó a la mesa del comedor. No podía estar de pie por mucho tiempo. Yo le platicaba cómo iban las cosas, noticias de mi familia, del trabajo, esas cosas. Mientras, sacaba de la maleta varios pequeños regalos que me fascinaba llevarle. Entonces le dije, ¿recuerdas que me comentaste de unos músicos de jazz que habían grabado un disco de Mozart?

En 1994 McFerrin ya era el director creativo de la Orquesta de Cámara de St. Paul. Al siguiente año se dieron el tiempo para entrar al estudio y grabar los Conciertos para piano n° 20 en Re menor, -. 98 -


¿No me digas que lo conseguiste?, dijo, al tiempo que yo le ponía el disco en sus manos. Se emocionó como un niño y me dijo déjame abrazarte mientras se ponía de pie. Nos dimos un gran abrazo y yo sentí un enorme placer y agradecimiento por poder emplear las cosas materiales para complacer aunque fuera con algo pequeño las inquietudes y gustos de mi padre. De inmediato lo pusimos.

semana. Ahora ya no están en este plano terrenal ni mi padre, ni Claudia ni, recientemente, Chick Corea. Doy gracias a la vida que me haya otorgado el privilegio de haber estado en la conjunción de caminos de personas tan generosas, con un corazón enorme, que siguen iluminando mi vida. Gracias, Chick Corea, por tu gran legado, seguramente ahora mi papá podrá tener conversaciones musicales muy placenteras contigo.

La experiencia de escuchar el disco es electrizante. Del silencio aparece la voz de McFerrin con sus notas que parecen condensar el aire alrededor. Señorialmente grave y límpido, hace su entrada el piano de Corea, se pausa, se vuelve reflexivo y luego cobra velocidad hasta que, en una lluvia plateada de agudos, fluye a la perfección hacia los tutti orquestales y desembocamos en Mozart, habiendo llegado por medio de un preludio tan seductor como sencillo. Nunca existió nada así hasta ese momento.

Referencias Corea, Ch.; Mc Ferrin, B. (1996) The Mozart Sessions (CD audio) USA: SONY MASTERWORKS

Seguimos escuchando el disco y continuamos con nuestro encuentro, que duró todo el fin de

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México Música: un retrato musical de México en cien discos (2/4) Alex Hernández

En esta segunda entrega de esta recopilación recorremos mundos sonoros populares y de concierto; de canción tradicional y del rock más nuestro; vamos al cine y al pasado. Somos pueblo originario puro y país que se proyecta al mundo, que recibe al mundo y se hace uno con él. Seguimos recorriendo los muchos Méxicos que somos.

esa raíz vía los instrumentos de época y la clara voz de Jaramar.

MéxicoMúsica 35: "Salvador Flores Rivera es Chava Flores y este disco es su Antología". Imposible entender el nacimiento de las urbes mexicanas y la vida en la "provincia" del centro del pais sin Don Chava. Retratos como el de Manuela: crudos y sincerotes pero siempre alegres.

MéxicoMúsica 37: Reflejos de la noche, Mario Lavista. Exploración de sustancias sonoras de naturaleza casi líquida, un fluir por la noche, un continuo casi sin sobresaltos, asimilándose a los sonidos de ciertos lugares.

MéxicoMúsica 36: Canciones y danzas de la edad media y del renacimiento, de Ars Antiqua. Soberbia grabación del ensamble de Eduardo Arámbula. Paseos por jardínes de naranjos, por tierras áridas de olivos, tardes frescas en las que se escucha el agua correr junto a la fuente mientras a lo lejos se ven pastoras trabajando. Nuestra veta española conectándonos directo a

MéxicoMúsica 38: La Llorona, Lhasa de Sela. Infortunadamente fallecida muy joven en batalla contra el cáncer, Lhasa creo un extrañísimo y melancólico disco en donde el klezmer encuentra a la música popular mexicana, uniendo sus dos raíces. -. 100 -


música para fagot es poco menos que imposible. Pero lo que no sorprende es la poesía inducida por los tonos de ese ganso triste convertido en instrumento de aliento.

MéxicoMúsica 39: ¡México!, de Rolando Villazón. Potente tenor que ya había mostrado su registro en, por ejemplo, "Cielo e mar", y que en este disco se inscribe en la tradición de los grandes cantantes que hacen suyo el repertorio popular mexicano. Tal vez nuestro equivalente a Mario Lanza o Enrico Caruso.

MéxicoMúsica 42. Antología, de Tin Tan. Energía desmadrosa con inventiva nacida en el cine pero proyectada a todos los aspectos de la vida nacional, con registro en canciones que sirven para bailar, para enamorar pero sobre todo para reír.

MéxicoMúsica 40. Electroacústico, de Iracema de Andrade. Brasileña avecindada en México desde hace varios años, Iracema nos obsequia con una grabación que se centra en experimentaciones electrónicas de su instrumento con música de compositores de México, Cuba, Brasil y E.U. Viaje en variaciones de ritmos y texturas sonoras que van de la serpiente devorando al conejo, hasta un vasto espacio que se contrae.

MéxicoMúsica 43. Música de Tres Siglos, de Ana Gabriel. Nostalgia de un México de campesinos y pescadores, de bohemios y rebeldes, reconciliaciones, abandonos y amores macabros que pueblan la imaginación desde el lejano siglo XIX al actual XXI y que seguimos cantando como definición sentimental.

MéxicoMúsica 44. Santa Sabina, de Santa Sabina. Como una glorieta de la colonia del Valle, al disco llegan avenidas de voces como instrumento de

MéxicoMúsica 41. De tus manos brotan pájaros, de Wendy Holdaway. Si hacer música de cámara ya es una labor de heroínas y héroes, hacerlo con -. 101 -


viento, como recitativo entre poesía enfurecida y pre hip-hop, llegan guitarras afiladas, ritmos entre lo latino y lo sincopado y saxofones aullantes. Y las letras son certezas en la incertidumbre, son imágenes que vienen de obscuros sueños urbanos. Y desembocan en una nueva vía, rock nacional más allá de los clichés, más allá de la geografía.

MéxicoMúsica 47. La Malagueña, de Alejandra Robles. Voz brava de las costas de Oaxaca. Voz suave de las orillas de una laguna. Fandango y son. Y algunas reinterpretaciones que nos hacen recordar que repente puede aparecer quien puede enmendar la plana a las grandes maestras.

MéxicoMúsica 45. Mi Chelada, de Alvaro Bitrán. Paseo ecléctico que lleva de lo angustiante a lo sereno, de lo familiar a lo insólito, de oriente a occidente. Y como hilo conductor, el cello que en distintas técnicas y tonos se convierte en voz de nuestras sensaciones urbanas.

MéxicoMúsica 48. Si yo nunca muriera, de Jaramar. Casi infinitas resultan las aventuras musicales de Jaramar, y es buena prescripción seguirla en ellas por la gran felicidad que causan. En esta nos trae de nuevo cantos y conceptos de los antiguos mexicanos que siguen definiendo la manera como nos entendemos en el mundo. Vida y muerte en sacrificio, flores y cantos como vestido.

MéxicoMúsica 46. Un tributo. Lección dos de educación sentimental en tributo reelaborado por una generación más joven en un género casi en las antípodas de las versiones original. Sin exentar la crítica y tal vez por ello mismo, logra que el homenaje sea sincero y llegue al fondo de una paradoja que no se puede ignorar: José José no era el autor y si que era el autor.

MéxicoMúsica 49. Fonoteca INAH Vol. 9 Música indígena de México. No puede ensalzarse de sobra el trabajo de campo del INAH para preservar raíces de música nacional en franco peligro de extinción. Trabajo realizado en una intersección de heroísmo y amor al arte, este volumen hace repaso de las músicas de algunas de las naciones originarias. Verdadero muestrario de concepciones que resultan a un tiempo de una sorprendente novedad y de una entrañable cercanía. -. 102 -


Ilustrada insuperablemente con un soundtrack que no escatima en referencias a la fiesta y a la canción sentimental, remata en la necesaria reflexión de cruda que otorga la pieza prestada de Zappa. MéxicoMúsica 50 Y tu mamá también, Música de la película. Aquí las verdades se dicen al son del de desmadre, como demuestra esta historia.

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La Vitrina De Los Monitos De Azúcar Mi reino por un Guajolote Paco Olvera

Este artículo fue creado como parte del curso de escritura humorística impartido por Cecilia Sotres, integrante del grupo de Cabaret “Las Reinas Chulas”

hablamos, cuando hablamos de un guajolote (con respeto al señor Murakami), definición que debe ser hecha desde varios puntos de vista. Descripción forense. En términos llanos, un guajolote es una torta de enchiladas que, en su versión primigenia, podría ser complementada con un huevo cocido, de allí la costumbre (ahora anacrónica) de pedirlo con plumas (con huevo), o sin plumas (sin huevo), haciendo una referencia a la capacidad de este alimento para provocar una digestión accidentada, con las flatulencias que la acompañan, que eran denominadas “plumas”, para que no se escuche tan sucio o grosero referirlos como pedos.

La conciencia de los tremendos avatares que llevaron al rey Ricardo Tercero a ofrecer todo cuanto poseía por un corcel, no llegó a mí leyendo o viendo alguna representación de la obra de Shakespeare, lo hizo por medio de las caricaturas. Pero, para entender al dramaturgo, sólo el paso de los años y la nostalgia, proporcionan la fuerza suficiente para darnos cuenta de que las cosas simples que se han vuelto remotas e inalcanzables, en el tiempo y en la distancia, son las que realmente nos hacen felices, o que nos dan claridad para ofrecer todo lo que tenemos, por el más sencillo pero maravilloso de los placeres o el más banal de los objetos.

Descripción culinaria. La preparación del guajolote tiene varias características distintivas. Primero, el pan que se utiliza es una telera (no un bolillo), que se corta longitudinalmente y se unta

Eso es lo que a mí me pasa con los guajolotes, que me generan tal encanto, que podría engullir dos o hasta tres. Pero antes de continuar, para no generar confusiones, habría que describir de que -. 104 -


con frijoles refritos. Las enchiladas se preparan de manera simple, con queso fresco, unas hebras de pollo y un poco de cebolla, pero ¡atención!, pues estas se deben freír en manteca de cerdo, al igual que el pan, dentro del cual se colocan. Antes de poner la “tapa” de la torta, se complementa con un baño adicional de salsa, que por cierto es cocinada de chiles verdes, cebolla, ajo y tomatillo. El platillo ha evolucionado a lo largo de los años, y actualmente se puede pedir un guajolote casi de cualquier cosa, desde el clásico que sólo tiene las enchiladas o con huevo, pero también con salchicha, suadero, bistec, o todo aquello que permita la imaginación (o lo que haya en la parrilla o el comal).

Descripción geográfica. Ligada a su historia, los guajolotes son endémicos y oriundos de Tulancingo, y los pueblos vecinos de Santiago Tulantepec y Cuautepec de Hinojosa. Por unos 50 años se mantuvieron aislados y a salvo de otras influencias garnacheras en el valle homónimo al pueblo que los vio nacer, así como la uva Carmenere sobrevivió a las plagas entre las altas cordilleras Chilenas, garantizando de igual forma la pureza de su cepa fritanguera y su originalidad, pese a otras influencias paralelas como las guacamayas leonesas, las tortas ahogadas tapatías, o las chilanguísimas tortas de tamal o de chilaquiles. En los últimos 10 años han asomado poco a poco al resto del mundo, transportados en forma congelada, o por tulancinguenses migrantes o cocineros visitantes que los han llevado a otras latitudes.

Descripción Histórica. La leyenda cuenta que este platillo fue creado por doña Rosita en 1948, que tenía un puesto de antojitos mexicanos en Tulancingo Hidalgo, más precisamente en la calle de Libertad. Por tradición oral, se sabe que una ocasión, llegaron unos ingenieros gringos que estaban haciendo unos trabajos en el pueblo. Pidieron algo que los “llenara”, por lo cual la doña hizo una torta con enchiladas, como solía prepararlas para los niños que las llevaban de almuerzo a la escuela. Al verlas, los ingenieros le dijeron si era posible que fuera más abundante, por lo cual doña Rosita se le ocurrió ponerles un huevo cocido y les dijo, “ahí les va su pavo de navidad”, a lo cual los ingenieros respondieron entre risas, “pues este cuando más llega a guajolote”.

Descripción sociológica. El guajolote es la respuesta a los atribulados bolsillos de la clase trabajadora y de la juventud estudiosa que, con -. 105 -


un precario presupuesto, podían darse un banquete, con la energía satanizada de las grasas animales y la sensación de saciedad que genera el mexicanísimo picante al irritar el estómago. El guajolote también ha sido detonante de la existencia de puntos de reunión de la sociedad de todos niveles económicos, con nombres con una vastedad creativa con paralelo al de las cantinas, como “El portal de Rosita”, “Los güilos de doña Facunda” (usando esta local referencia aún más trastocada de los pavos), la cafetería “El Graduado” (por su cercanía a la prepa y en referencia a la icónica película), “La Fiaca” (moderno adalid de este platillo), “La Verbena” (haciendo referencia a la importante colonia española migrante por la guerra civil), “La cámara de gases” (por la humareda que producía el anafre colocado a la entrada y salida de local) o los de “Orma” (ubicados en la avenida “21 de marzo”, la más larga del pueblo), entre muchos otros.

Así es como esta maravillosa joya gastronómica, es una brújula que da una ubicación precisa, un calendario con efemérides históricas específicas, una pieza del lenguaje popular por derecho propio, y un icono de un rincón de patria al que define de manera inconfundible, todo esto sobre un sabor maravilloso cargado de nostalgia, picante, carbohidratos y colesterol. Por eso es por lo que, así como mi tío Rubén, que cuando iba a Tulancingo podía no visitar a la familia, pero no se perdía de esta maravilla, cuando llegue la última cena, muchos clamaremos, ¡mi reino por un guajolote! 1 de Diciembre de 2020

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Writer Hero ¿Qué son las Matermáticas Alec Wilkinson Publicado originalmente en “The New Yorker”, 2 de marzo de 2021

Traducción de Gonzalo Duchén Sánchez, que agradece a sus amigos CODEDIANOS Fernando y Diego, por su valiosa ayuda. Los errores de traducción son obviamente de Gonzalo.

Hace algún tiempo, me llamaron la atención las matemáticas, principalmente porque mi rendimiento en la escuela había sido muy pobre. Estoy siendo muy tibio, no lo hice pobremente; más bien diría que fallé. Solo aprobé haciendo trampa. De todas maneras, compré una copia de “Algebra for Dummies” para ver si podía mejorar, pero resultó que como adulto mi gusto por el álgebra no era mayor a cuando era chico. Aún así, estaba determinado a entender el porqué no me había sido posible aprender. Hacer matemáticas de la adolescencia siendo un adulto fue, sin embargo, más difícil de lo que esperaba, y no estoy seguro de haber podido seguir si no me hubiese percatado, en mucho por la lectura de libros sobre matemáticas y mis conversaciones con matemáticos, que más allá de mi sobrecalentado entorno del Hotel Algebra, las matemáticas tienen una grandeza y riqueza que no había siquiera sospechado. Invertí entonces más tiempo tratando de aprender lo que podía de sus cualidades.

Los matemáticos saben lo que son las matemáticas, pero les cuesta expresarlo. He oído decir: Las Matemáticas son el arte de crear conocimiento nuevo a partir del existente, utilizando abstracciones y deducciones lógicas. La teoría de patrones formales. Las Matemáticas son el estudio de la cantidad. Una disciplina que incluye a los números naturales y la geometría plana y sólida. La ciencia que arroja conclusiones necesarias. Lógica simbólica. El estudio de las estructuras. El reporte que se da de la arquitectura atemporal del cosmos. La poesía de las ideas lógicas. Sentencias relacionadas por estrictas reglas de deducción. Los medios para encontrar la vía para pasar de un conjunto de axiomas a un conjunto de proposiciones o sus negaciones. Una ciencia que incluye cosas que no -. 107 -


se pueden ver, cuya existencia está confinada a la imaginación. Un proto-texto cuya existencia es solo postulada. Un aparato conceptual preciso. El estudio de ideas que se pueden manipular como si fuesen cosas reales. La manipulación de los símbolos sin significado de un lenguaje de primer orden de acuerdo con reglas sintácticas explícitas. Un campo en el que se examinan las propiedades e interacciones de objetos idealizados. La ciencia de operaciones delicadas con conceptos y reglas inventadas exprofeso. Conjeturas, preguntas, estimaciones inteligentes, y argumentos heurísticos acerca de qué es probablemente cierto. El más prolongado pensamiento humano continuo. Intuición construida de forma laboriosa. Aquello en que se convierten las ideas científicas, conforme se dirigen hacia la perfección. Una realidad ideal. Una historia escrita por miles de años, a la que siempre se le añade algo y tal vez nunca termine. El artefacto coherente más grande que ha sido construido por la civilización. Solo un juego formal. Lo que hacen los matemáticos, como hacen música los músicos.

hablando, ni si lo que decimos es cierto.” Darwin trató de estudiar matemáticas con un tutor a los diecinueve años y no le gustó, principalmente por “no ser capaz de ver ningún significado en los primeros pasos del álgebra.” Se supone que afirmó que “un matemático es un ciego en un cuarto oscuro buscando un gato negro que no está allí.” En “Alicia en el país de las maravillas,” Lewis Carroll hace que la Falsa Tortuga diga que las cuatro operaciones de la aritmética (suma, resta, multiplicación y división) son la ambición, distracción, fealdad y burla. Una circunstancia complicada es que las matemáticas, especialmente en sus altos rangos, es difícil de entender. Inicia como un discurso simple (que todo mundo puede entender) y se empieza a especializar en dialectos tan arcanos que algunos de ellos los hablan unos cuantos cientos de personas en el mundo. Algunos campos ni siquiera han sido descubiertos aún. Ninguna escritura es tan antigua como las matemáticas. Todas las demás ciencias son más jóvenes, la mayoría por miles de años. Más que la historia, las matemáticas son el registro que lleva la humanidad de sí misma. La historia se puede revisar, manipular, borrar o perder. Las matemáticas son permanentes. A2+B2=C2 era cierto antes de que Pitágoras le añadiera su nombre, y será cierto después de que el sol se extinga y no quede nadie para pensar en ello. Es cierto para cualquier tipo de vida alienígena que lo piense, y es cierto ya sea que lo piense o no. No se puede cambiar. Siempre que exista un mundo con un eje horizontal y uno vertical, un cielo y un horizonte, es inviolable y tan cierto como nada que se pueda imaginar. Los matemáticos viven en un mundo que las cosas son en esencia ciertas. El resto de nosotros, incluso otros científicos, vivimos en uno en el que la certeza es aquello que lo más que se puede

Bertrand Russell decía que las matemáticas, por su naturaleza es un arte exploratorio, es “la materia en la que nunca sabemos de qué estamos -. 108 -


decir es que este resultado se presenta casi siempre. Debido a la insistencia de las matemáticas en las pruebas, nos puede decir, dentro del intervalo conocido, lo que sucede una y otra vez.

la forma en que nuestros cerebros están estructurados para recibir la luz reflejada por las superficies.) Este es un punto de vista minoritario, sostenido principalmente por neurocientíficos y algunos matemáticos renuentes a la especulación. El punto de vista más extendido es que nadie sabe dónde residen las matemáticas. No hay un matemático/naturalista que pueda apuntar y decir, “De allí vienen las matemáticas” o “Las matemáticas viven allá”, digamos, mientras indica el polo norte magnético y el Ártico, lo cual pienso que le sentaría bien a tan contradictoria y fríamente especificisista disciplina.

Saul Steinberg – The New Yorker

Tan precisas como son las matemáticas, es también el lenguaje más explícito que tenemos para la descripción de los misterios. Siendo el lenguaje de la física, describe misterios reales cosas que no se pueden ver con claridad en el mundo natural pero que se sospechan ciertas y más tarde se confirman- y misterios imaginarios, cosas que solo existen en la mente de los matemáticos. La pregunta es dónde existen estos misterios, cuál es su escenario de operaciones. Algunos dirán que residen en la mente humana, que solo ella tiene la capacidad de concebir aquellas cosas llamadas objetos matemáticos, es decir números, ecuaciones, fórmulas y demás todo el glosario y aparatos de las matemáticas- y dar existencia a todo aquello, y que esas cosas llegan como lo hacen por la forma en que está estructurada nuestra mente. Somos llevados a examinar el mundo de forma tal que concuerda con las herramientas que tenemos para examinarlo. (Vemos los colores, por ejemplo, por

Nacimiento de las Matemáticas – ITSON – Martínez Arteche Cd. Obregón Sonora

La idea de que las matemáticas existen en alguna parte diferente de nuestro interior, es decir que son descubiertas más que creadas, se llama Platónica, ya que Platón creía en un reino noespaciotemporal que es la región de las formas perfectas de la cual los objetos en la tierra son reproducciones imperfectas. Por definición, el reino no-espaciotemporal está fuera del tiempo y el espacio. No es la creación de ninguna deidad; simplemente es. Decir que es eterna o que siempre ha existido es hacer un remarque temporal, que en este caso no se aplica. Es la ninguna parte sin tiempo que nunca ha existido ni existirá pero que sin embargo es. El mundo físico es temporal y se deteriora; el no-espaciotemporal es ideal y no le ocurre aquello. Un tercer punto de vista, históricamente y en el presente, para un pequeño pero no -. 109 -


inconsecuente número de matemáticos, es que el hogar de las matemáticas está en la mente de seres superiores y que los matemáticos están de alguna forma enganchados con sus pensamientos. Georg Cantor, el creador de la teoría de conjuntos -que en mi infancia me la enseñaron como “matemáticas modernas”- decía, “La más alta perfección de Dios radica en la habilidad de crear un conjunto infinito, y su inmensa bondad lo condujo a crearlo.” Y el prominente ingenioso y autodidacta matemático Srinivasa Ramanujan, acerca de quien se realizó la película “The man who knew infinity” en 2015, dijo “Una ecuación para mí no tiene sentido a menos que exprese un

pensamiento de Dios.”

En el libro 7 de “La República”, Platón hace decir a Sócrates que los matemáticos son gente que sueña que están despiertos. En parte lo entiendo, y en parte no.

Alec Wilkinson, es un escritor independiente. Es autor de diez libros, que incluyen “The Protest Singer” y “The Ice Balloon”.

ALEC WILKINSON Alec Wilkinson inició la escritura para The New Yorker en 1980, después de trabajar como policía en Wellfleet, Massachusetts, y como músico de rock-and-roll. Ha contribuido con artículos para Talk of the Town, Comment, Reporter at Large y Profile y es autor de diez libros, muchos de ellos como una extensión de artículos previamente publicados en la revista. Entre ellos, “Midnights”; “A Violent Act”; “My Mentor,” a propósito de su larga amistad y entrenamiento de la mano del novelista y creador de historias cortas William Maxwell, que fue un editor de ficción en The New Yorker durante cuarenta años; “Mr. Apology”; “The Happiest Man in the World,” un retrato de David Pearlman, un bohemio vagabundo que construyó una balsa en Nueva York con cosas que recogió en las calles y el puerto y salió a navegar en ella a través del Atlántico Norte; “The Protest Singer,” una biografía de Pete Seeger; y “The Ice Ballon,” acerca del aeronauta sueco S. A. Andrée, quien trató de volar al Polo Norte en un globo de hidrógeno, en 1897, y se convirtió en la primera persona en el mundo en perderse en el aire.

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