Estanislao Bachrach «Hay que obligarse a estar incómodo» Estanislao Bachrach (Buenos Aires, 1971) sabe todo lo que pasa dentro de nuestras células. En rigor, sabe mucho más: la psicología, las técnicas de mo‐ tivación y el mundo de los negocios confluyen en su métier, el de la creatividad y la innovación. De eso, de conectar los puntos, habla en esta nota. Hace cuatro años, durante una charla en TEDxRosario, Bachrach contó algunas claves de un trabajo que muestra pero no detalla, promociona pero protege. El disparador era simple y familiar: ¿Por qué se nos ocurre esa idea en el asado o en la ducha y no en el trabajo? La teoría del mosaico cerebral imagina cada dato y cada experiencia de nuestras vidas como un punto en el cerebro. Cuando los puntos se conectan, colisionan en fragmentos o cajones. En los momentos de claridad mental (una charla, una me‐ ditación, un viaje, una actividad física) se generan flashes de conciencia. La cre‐ atividad es la clave para encontrar nue‐ vas combinaciones en los cajones. Y la determinación es la diferencia. Después de tener ideas, hay que concretarlas. Para llegar a esas certezas, para vivir de ellas y para comunicarlas con efectivi‐ dad, Estanislao recorrió un largo ca‐ mino: siete años de Biología en Argen‐ tina, cinco de posgrado en Francia y de‐ sembarco en Harvard con futuro de po‐ sición permanente. Los alumnos lo que‐ rían, los pares lo reconocían y se code‐ aba con la crema de la crema: le dio un curso de Genética al mismísimo Mark Zuckerberg (“Era uno más, estaba em‐ pezando Facebook y me armó el perfil”, dice como al pasar). Las cosas se torcie‐ ron a fines de 2004, cuando se dio
cuenta de que su trabajo de los últimos tres años no servía. “Había basado sus investigaciones sobre la distrofia mus‐ cular de Duchenne –una enfermedad in‐ curable– en la publicación de una colega que contenía datos falsos”, recordó la re‐ vista Brando. Entonces Bachrach se deprimió. Cayó su pelo, perdió 11 kilos, le dolía la cabeza a diario. Hasta creyó que le había llegado su propia enfermedad mortal, que des‐ cartó tras un año de análisis médicos. En terapia llegó la revelación: “No quiero ser científico, no quiero estar en un la‐ boratorio, no quiero trabajar con pa‐ cientes”. Volvió al país en 2005. A los dos años estaba cursando en la Universidad Di Tella un MBA donde vio pasar 25 ma‐ terias. “Y ahí es donde hice lo que decía Steve Jobs: connecting the dots”, reme‐ mora. La biología le servía para esto, la neurociencia para aquello, la química para eso otro. Entonces la vio. Bien ser‐ vida, esa mixtura podía aplicarse en las empresas: recursos humanos y cambio organizacional, sólo para empezar. Hoy Estanislao pasa sus días entre el full time de la Di Tella (enseña Liderazgo e Innovación) y una consultora que inter‐ viene en las compañías que necesitan ser más creativas. Ya lo contrataron Banco Galicia, Mercedes‐Benz, Coca‐ Cola, Carrefour y Walmart. Su trabajo,
resume, es “investigar a las organizacio‐ nes innovadoras para trabajar con las no innovadoras y tratar de darles la vuelta”. Hay mucho por hacer: “Dos ter‐ cios de los empleados la pasan mal y no están involucrados con su trabajo, según varios estudios internacionales”. Para saber por qué, las neurociencias lo ayu‐ dan a trazar el mapa del día a día laboral: cuándo el cerebro gasta más energía, por qué se distrae, cuánta información puede almacenar, qué es un día eficiente. Si esa información se traduce en técnicas exitosas, el empleado usará mejor su energía, estará más tranquilo, menos es‐ tresado, y será más creativo.
Plan innovar Antes de la charla, Estani atraviesa un momento crítico: la primera devolu‐ ción de su segundo libro de divulga‐ ción. La charla con la editora anduvo bastante bien: luce entusiasmado. Aun‐ que no lo dejan dar detalles de la trama, cuenta que tratará sobre aspectos del cerebro distintos a los de AgilMente, que hablaba de nuestra habilidad para imaginar. La combinación de explica‐ ciones, ejemplos y ejercicios se probó irresistible: lleva 100 mil ejemplares vendidos, va por su 15ª edición y ganó el Premio Creativo Argentino 2013.
POR PABLO CORSO FOTOS: SANTIAGO MELE
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