La burguesía
Por Facundo Sonatti Ilustración: Javier Joaquín
“A mí realmente me apena que cuando llamo a los grandes empresarios argenti‐ nos, en una mesa pequeña caben todos”, sentenció Eduardo Duhalde a comienzos de 2002. No sería el único presidente que le dedicaría unas palabras a la cúpula em‐ presarial de la Argentina. Tras la debacle de la convertibilidad, diferentes expo‐ nentes de la clase política plantearon la necesidad de recrear una burguesía na‐ cional. Así, por ejemplo, en la primavera de 2003, en lo que fue uno de sus primeros discursos, el entonces presi‐ dente Néstor Kirchner afirmó: “Es im‐ posible consolidar un proyecto de país, si no consolidamos una burguesía na‐ cional verdaderamente comprometida con los intereses de la Argentina, un fuerte proceso de capitalismo nacional que nos permita recuperar decisiones perdidas en todas las áreas de la economía”. La búsqueda de la reconstruc‐ ción de una burguesía nacional asociada al Estado como forma de recuperar un “proyecto nacional y popular” fue mani‐ festada de manera recurrente durante los gobiernos kirchneristas. “Vamos a hablar claro, argentinos: hasta el año 2003 y basta mirar los números, la posi‐ ción dominante en el sector financiero era la banca extranjera. Hoy es la banca nacional y los banqueros son los mismos, no es que vinieron algunos más inteligen‐ tes. Lo que vino es un Estado que desa‐ rrolló la industria nacional, que les per‐ mitió a ellos desplazar del ranking a la banca extranjera y ser hoy más impor‐ tantes… Lo mismo pasa con los industri‐ ales, con los empresarios, con los comer‐ ciantes”, enfatizó Cristina Fernández una década después que su esposo. Estos testimonios forman parte de Restricción eterna: el poder económico durante el kirchnerismo, de los cientistas so‐ ciales Alejandro Gaggero (UBA), Andrés Wainer (Flacso) y Martín Schorr (Flacso), donde revelan que más allá de los dis‐ cursos y de las intenciones, en la última década se han profundizado varios de los procesos característicos de la etapa neo‐ liberal, entre los que se encuentran los muy elevados niveles de concentración y extranjerización de la economía domés‐ tica. “Me siento más cerca de las ideas de (Arturo) Frondizi. Siempre Frondizi sirvió como inspiración: la búsqueda de un espacio en el mundo y de lo que la Ar‐ gentina debería emprender, entendiendo que hay que recrear una burguesía na‐ cional y que hay que recrear un perfil pro‐ ductivo propio”, aseguró Mauricio Macri en una entrevista, en 2004, mucho antes de llegar a la presidencia.
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bicentenaria En el marco de los 200 años de la Declaración de la Independencia, son también los empre‐ sarios más encumbrados los que forman parte de esa historia. Sin embargo, hoy, sólo un grupo reducido de apellidos se destacan en la cúpula del poder económico de la Argentina.
Para 2011 las firmas extranjeras sumaron 113 corporaciones, con una participación en las ventas del 57,5 por ciento, muy por arriba de los niveles de la década previa, y que pone de mani‐ fiesto la decadencia del empresariado nacional.
En constante retirada. Hace 15 años, cuando todavía faltaba recorrer un tramo significativo camino al bicentenario de la Independencia, de las 200 corpora‐ ciones más grandes del país un total de 92 empresas eran extranjeras y, en con‐ junto, daban cuenta del 55 por ciento de las ventas globales de dicha cúpula. Una década antes, eran 56 firmas y repre‐ sentaban “apenas” el 23 por ciento de la facturación total. Mientras que para 2011 las firmas extranjeras sumaron 113 cor‐ poraciones, con una participación en las ventas del 57,5 por ciento, muy por arriba de los niveles de la década previa, según las cifras oficiales que rescata el libro y que pone de manifiesto la decadencia del empresariado nacional. Para la historiadora especializada en em‐ presas de familia María Inés Barbero, co‐ autora junto a Andrea Lluch, de “El capi‐ talismo familiar en Argentina: modelos y dinámicas en el largo plazo”, una de las características de la segunda mitad de los noventa y de la postconvertibilidad ha sido la venta de muchas empresas y grupos nacionales a capitales extranjeros, y el debilitamiento de los grupos econó‐ micos desde la crisis de 2001‐2002. Sin embargo, una serie de conglomerados
lograron superar ese fatídico golpe. En la última década los 15 grupos empre‐ sarios que ganaron ponderación en la cúpula se caracterizan por una base agroindustrial especializada en aceites y harinas (Urquía, Vicentín y Navilli), del sector lácteo (Mastellone), azucarero (Ledesma), y de golosinas y otros alimen‐ tos (Arcor). También aparece un actor vinculado a la construcción y los servicios públicos (Roggio), dos productores de electrodomésticos (BGH y Newsan), los prestadores de medicina prepaga (OSDE, Swiss Medical y Galeno), un retailer (Braun), un productor de cueros (Sadesa) y otro especializado en maquinaria y grandes obras (Pescarmona). “Un perfil diferente presentan los grupos que pasaron a formar parte de la cúpula entre 2001 y 2012. Se trata de 10 hold‐ ings ganadores entre los que sobresalen los vínculos con la construcción y los ser‐ vicios públicos. Los conglomerados ODS, Caputo, Cartellone e IRSA son actores destacados en el rubro de la construcción. Por su parte, Pampa Holding, Electroin‐ geniería y Grupo Indalo lograron ex‐ pandirse gracias a la política de argen‐ tinización del sector energético y nego‐ cios regulados como los juegos de azar”, señala Martín Schorr, en diálogo con Re‐ porte Publicidad. Barbero, Lluch y Schorr coinciden en que los grupos económicos nacionales se pueden separar históricamente en dos grandes ejes: agroexportadores y susti‐ tutivos. Entre los grupos tradicionales originados durante el período del proceso agropex‐ portador se muestran algunos referentes, como Bunge&Born, fundado en 1884, hoy acotado a Bunge Limited y sin pre‐ sencia argentina en su capital; Alpargatas (1985), ahora en manos de capitales brasileños; Garovaglio y Zorraquín (1886), que aún cotiza en la Bolsa porteña, aunque con un valor de mercado apenas superior a los US$ 30 millones; Bemberg (1890), que mutó a lo largo del tiempo y parte de la familia se erigió como uno de los actores más preponde‐ rantes de la industria energética tras el ingreso en Central Puerto; Braun, propie‐ tarios de los supermercados La Anónima y accionistas del Grupo Financiero Gali‐ cia; Ledesma (1913), propiedad de los hermanos Blaquier Arrieta; Astra (1915), de la familia Grüneisen, que cedió sus ac‐ tivos petroleros en los 90 a capitales es‐ pañoles; Schcolnik (1917), ya desapare‐ cido; Loma Negra (1926), de Amalia Lacroze de Fortabat hasta 2005, cuando cedió su cementera a Camargo Correa,