proyectos empiezan medio flojos y van evolucionando y terminan haciéndose, en lo más primitivo del término: haciéndose con barro, con obreros en colaboración. Creamos AMO como espejo de OMA, lo virtual / lo real. Necesitábamos ver el mundo de otra manera y tratar de entender las diferencias y las necesidades. Empezamos a trabajar con marcas y extrajimos de cada una su política, su contenido, su visión. Son una fuente de investigación que cambia cada seis meses, en contraposición a una profesión que quizás tarda diez años en ver realizado un proyecto. AMO nos permite mantenernos ocupados y probando cosas.
Rem Koolhaas «Nuestro arte es hacer más de lo que los clientes habían imaginado que haríamos» “Nací en Rotterdam en 1944, después del bombardeo de la Segunda Guerra. Mis primeros años fueron en una ciudad devastada en reconstrucción. A los 8 años, mi familia se mudó a Indonesia. Una cultura distinta, con otro idioma y otra religión. Eso fue muy significativo para mí porque me enseñó a ser abierto a otras opciones. En 1968 era periodista en París y cubrí la revolución. En 1972 estaba en New York, año en que se terminaba el World Trade Center y donde podías encontrarte con Dalí y con Warhol en el mismo bar, de una manera muy accesible, no existía el concepto de celebrity. En un mismo lugar, surrealismo vs. modernismo.” Durante tu época de periodista coqueteaste con el cine, y tu guión The Slave tuvo buenas críticas. ¿Seguís escribiendo guiones? Sí y no. Es decir, ya no escribo guiones de películas pero por otro lado considero que cada edificio que hago es un guión porque debe haber una relación entre cada una de las partes, hay intrigas e historias, y creo que la escritura profesional y lo que hacemos nosotros están muy ligados. Comentabas en la charla la dificultad de llevar adelante algunas ideas. No nos damos
cuenta de que el mundo es un patchwork de ambiciones diferentes. No quiero usar la palabra “vender”, pero lo cierto es que hay cosas imposibles de vender en América, imposibles de hacer en Europa y abiertas a ser exploradas en Asia. En estos lugares son muy ambiciosos y creo que pudimos encontrar, anticipar y articular esas necesidades. Tené en cuenta que cuando hablás de un cliente importante en América, probablemente sea alguien que está en sus 70, cuando hablás de un cliente importante en China o Doha, es alguien en sus 20 o 30. Eso genera una conversación y un rango de posibilidades distintos. Cambia el concepto de lo que es atractivo y una mayor apertura a lo nuevo. No tiene que ver con el coraje sino con saber lo que se quiere y llevarlo adelante. A los clientes les tenés que dar confianza y se tienen que sentir contenidos. ¿Cómo es entonces el proceso de trabajo? Si, por ejemplo, Tham Khai Meng (worldwide creative officer de Ogilvy & Mather) te pidiera diseñar la agencia, ¿cómo procederías? No sería muy diferente a cualquier otra comisión. Primero nos tenemos que conocer, después ver cómo se definen ellos y luego pensar qué es lo que nos parece que
sería lo mejor para ellos. Desde ya que hay un momento de negociación y de discusión sobre puntos de vista en pos de un mejor resultado. Finalmente sale el proyecto. En los mejores casos se construye una relación uno a uno entre el cliente y vos y entre lo que el cliente quería y lo que nosotros propusimos. Básicamente creo que nuestro arte es hacer más de lo que ellos habían imaginado que haríamos. Me preguntaron sobre las claves para construir un espacio creativo de trabajo, y lo que decía un poco en la charla es que en los últimos 20 años nos fuimos soltando y relajando las estructuras para que la creatividad fluya. Pero también se empezaron a diseñar burbujas aisladas. La creatividad no necesita apoyarse en cosas raras ni sobre-diseñadas, sino en cosas comunes, genéricas. Lo más interesante es cuando la creatividad está pensada como algo vinculado a todas las áreas y no sólo a un sector. Desde los aspectos mecánicos, hasta temas de seguridad, de educación, donde la creatividad debería atravesar todo y ser la esencia de todo. Integración es la clave.
Como curador de la próxima Bienal de Arquitectura, ¿qué vas a estar buscando? En realidad no tengo permitido hablar mucho al respecto hasta que haya terminado la bienal, pero sí te puedo decir que generalmente el tiempo para armar una bienal es de nueve meses y yo pude negociar que fueran dos años. Mi plan es usar estos dos años para crear una interrelación o unión entre naciones. El tema será “Fundamentals”, y tiene que ver con la historia de las cosas, con los elementos quizás básicos de la arquitectura en cualquier lugar del mundo, como pueden ser la puerta, la ventana, el techo, el piso, en los últimos cien años. Me gustaría que cada nación, creo que se presentan aproximadamente sesenta, pudiera crear un reflejo de sí misma y de lo que ha ocurrido en ese tiempo dentro de esa nación y, de alguna manera, que dejen de ser ellas mismas para interconectarse con otras y verse reflejadas en otras. Ya no tiene sentido hablar de una arquitectura china, india o sueca, sino de una evolución a raíz de su relación con el resto.
¿Cómo surgió AMO? Nosotros, los arquitectos, tenemos que demostrar primero digitalmente lo que vamos a hacer. Algunos
Arquitecto, teórico, urbanista, guionista, periodista y profesor de Harvard. Vanguardista, investigador, visionario, rebelde e inspirador. Hijo de un escritor y nieto de un arquitecto. A la cabeza de OMA (Office of Metropolitan Architecture) desde 1975 y de AMO, la rama conceptual de la firma, con un enfoque más social, económico y tecnológico. Ganador del premio Pritzker de arquitectura en el año 2000, la Royal Gold Medal en 2004 y el premio a la trayectoria de la Bienal de Venecia en 2010, entre otros. Todo esto es Rem Koolhaas, y fue un honor poder conversar con él después de su exposición en el Festival de Cannes. POR MARTA GONZÁLEZ MUGURUZA
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