97-98 Poemas de un backgammon / CARLOS DEL CASTILLO / 4 Jugar a ser feliz / DAYAN GAMBOA FLORES / 9
MISCELÁNEA Más vale tarde. Una estampa de José Emilio Pacheco / LARRY MEJÍA / 62
El expulsado del jardín / MARCO ANTONIO CAMPOS / 12
Tendré un hijo de tu sombra / ZAIRA ELIETTE ESPINOSA / 13
ANATOMÍA DE LA CRÍTICA
TOBOSO La materia no existe: Anthony Burgess / ALBERTO CHIMAL / 65
Letras al margen: Algo flota sobre el agua / EDUARDO ANTONIO PARRA / 67
Umbral de los relámpagos: escritura de Benjamín Barajas / ALEJANDRO GARCÍA / 16
Plumas al vuelo: Sinfonía del pensamiento / JESSICA NIETO / 71
La hiperbolización del erotismo en Pandora, de Liliana V. Blum / NORA LIZET CASTILLO AGUIRRE / 26 Estilos de crianza en El cuerpo en que nací, de Guadalupe Nettel / SELENE VERGARA / 32
CABALLERÍA En torno a RJ Proyect de Gabriel Contreras / JULIO ORTEGA / 73
ANDAR A LA REDONDA
Bajo un influjo compartido / JOSÉ LUIS AGUIRRE / 74
ELimanator. Cuatro postales sobre Lima / CARLOS
Acerca de Perfil de mujeres científicas de Coral Aguirre /
VELÁZQUEZ / 35
HILDA LARRAZABAL / 76
DE ARTES Y ESPEJISMOS AMATORIA / ENRIQUE RUIZ / 44 Polifonías / CORAL AGUIRRE / 51 El territorio interior / EDGAR IBARRA / 57
ÍNDICE Universidad Autónoma de Nuevo León Rogelio G. Garza Rivera Rector Carmen del Rosario de la Fuente García Secretaria General Celso José Garza Acuña Secretario de Extensión y Cultura Antonio Ramos Revillas Director de Editorial Universitaria Margarito Cuéllar armasyletrauanl@gmail.com Director editorial Nohemí Zavala nohemizav@gmail.com Editora responsable Verónica Rodríguez veronica.rz@gmail.com Diseño Armas y Letras. Revista de Literatura, arte y cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Año 21, No. 97-98, julio-diciembre 2017, es una publicación trimestral, editada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Editorial Universitaria de la UANL. Casa Universitaria del Libro, Padre Mier 909 Pte. esquina con Vallarta, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000, Tel. + 52 81 83294126, Fax + 52 81 83294111, www.armasyletras.uanl.mx/, armasyletrasuanl@gmail.com Editora responsable: Nohemí Zavala Castrellón. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2009-061817570300-102, ISSN en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de Título y contenido No. 14,918, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro de marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, en trámite. Impresa por Serna Impresos, S.A. de C. V., Vallarta 345 Sur, Centro, C.P. 64000, Monterrey, Nuevo León, México. Este número se terminó de imprimir el 30 de julio de 2017 con un tiraje de 1,500 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del autor de la publicación. Prohibida su reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del editor. EN PORTADA: DIARIO MODO-AMOR / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
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Poemas de un backgammon ¥¥ CARLOS DEL CASTILLO
Tablero Exterior El tercero dije que era meior qui pudiese vevir tomando de lo uno e de lo al, a esto era cordura; ca en el seso cuando meior era, tanto habie y mayor cuidado como se pudiese facer complidamientre. E otrosi en la ventura cuando mayor era, que tanto habie y mayor peligro porque non es cosa cierta. Mas la cordura derecha era tomar del seso aquello que entendiese homne que más su pro fuese, e de la ventura guardase homne de su daño lo más que pudiese e ayudarse della en lo que fuese su pro. Alfonso x, el sabio, El libro de los juegos
En su cuaderno, la tara imposible: Sobre la huida tantas veces desaparición. Oh, tantas maneras de no estar para irnos. Así, oh, espera o yerra, lo hiperalterado. Hombres que se están yendo: la escritura. Escribimos para crear cercados límites, porque no tenemos talento. Zafia forma de los jarrones vacíos, del espacio. Roble junco salvaje. Arrancado de raíz ríspida. El hombre, que aquí llamaremos Él, rodea por el hombro a otro hombre, que aquí llamaremos Ella. Ora hombre ora hombro ora hembra. Abrimos todo lo que de nosotros atrás. Encontramos nada antes o todo lo que no éramos. Su cuaderno tenía la forma de un espejo. Límpido, terso, cegador. Donde el resuello calamitoso del áspid. Donde la aurora rapaz del entender.
Señalando la palabra Azul y diciendo Verde. Él tocó, con su mano izquierda, la cintura de ella y deslizó, sobre el antebrazo izquierdo, su mano derecha, arrojándolo después, levemente tras su cuello. Él forzó, con delicadeza, un abrazo. Un abrazo donde ella, activamente, herida era. El cuaderno guardaba la forma de un roble. Se le había nombrado, con anterioridad, de formas disímiles. Se le había nombrado: arbotante, velamen, ministerro, batisfera. El cuaderno mantenía la voluble persona del copista. Decía clemente el pronóstico de la eternidad y de la infinitud, por separado. Se lograba, sí, al leerlo del pasado suprimir el pasado mismo. Escrito estaba: Escribimos como hombres que. Escribimos para borrar sobre nosotros la. Cargamos, mientras escribimos, colegimos llana espora cuasi estepa. Campo semántico del color Bruma pronunciado Sepia. Hay rostros inimaginables que ocupan espacio en rostros cotidianos, escribe. Solía acomodar sobre sus muslos las palabras antes de citarse. Danzón dulce bolero disfrazado. De la ceguera cuya plantación creó un laberinto.
Él y ella giran en vals imposible. Ralentizados. Ella respira clavicordios y clavículas. Son la rotación imperceptible de un cuaderno. Son la rotación de. El cuaderno tenía una forma extraña: {tú}. En el cuaderno: Estar apenas como quien yo. Yo era esa suerte polinomio. Una máscara. Él muere de fiebre toda y sus manos son tal vez. Una danza en aéreo que sigue centrífuga. Una hoja escrita que palpita. Un hombre que observa. Otro hombre. Ella recuesta su oreja sobre el pecho de él. Escucha el calor. Conductivo de ondas. Dice: La construcción de una fiebre tierna, frágil. En el cuaderno se lee: La construcción de una fiebre frágil, tierna. Pertenecer. Permanecer. Oh. La razón o una suerte de cordura. La razón, oh, una suerte de cordura.
Interior Queremos agora aquí fablar de las tablas, que como quier que hayan mester dados con que se iueguen que muestran ventura porque ellas se han iogar cuerdamientre tomando del seso allí do fuere mester, e otro si de la ventura. Alfonso x, el sabio, El libro de los juegos
Aquí también, como en todo, como siempre, desde el recrudecimiento de la voz indiscriminada y volátil del velamen, arbotante, batisfera, llamaremos al primer hombre: Él; mientras que, en segundilla, baja estatura y lóbulo nimio, aquél tenderá a ser Ella. En las márgenes frías de la ciudad que atesora la calle espacio y escenario, así como la máxima de esferas que rodean los cuerpos, el lyco que perfuma el límite de lo escrito. Quiero decir, el baile réspice de lo inacabado: un baile, dicho fue. Y sobre él y ella caen con premura y señera imprecisión dos vestidos: lentejuela, azahares, perfección. Resalta, evidentemente, la fragilidad de uno, el poder de la otra. Y así giran impares. Antebrazos en contraposición de espaldas. Espaldas de amplitud harta. Ella escribe con silencio su escritura de clepsidra. Él toma su brazo y en abrazo de zozobra se envuelve. Son unidos. La fiebre, dice alguno. Siempre hay un hombre tras un cuerpo cualquiera, dice la otra. Fiebre frágil, se comenta. Calentura de la agudísima y timbre sinfónico; triángulo. Él, así en estar, enciende un cigarrillo. Ella levanta el rostro. ¿Se detiene en puntas alguna vez la espera? Él inhala. Profundísimamente. En vector gaseoso una lanza que se topa con cartílago afeminado. Ella inhala. Respira. Un círculo, que levita impávido sobre el deseo. Ella exhala. ¿Queda en flujo la tráquea?, ¿se abren en liquen los labios? Él no escribe, nunca ha escrito. Él sabe del juego de los pares en las fuerzas. Él espera. ¿Cuántas formas de
aproximarse, de estar? Los círculos de humo nunca se deshacen. Alguien más los aspira. Ya en alguien sus partes se consumen, ya a alguien que su nariz agazapó. Ya lo dado descansa en donde ya alguien estornudó. El azar o prueba de cordura. Oh, el azar, prueba de cordura.
DIARIO ROSA / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2012
J Ua Gs e Ar R
FELIZ
¥ ¥DAYAN GAMBOA FLORES
M
ana está irreconocible. Lo mismo sucede con Pablo y René, como si me hubieran dado a otros por ellos mientras dormía en el sofá. Se lo atribuyo a la edad y a sus malditos entresijos. Toda la vida por sí sola es muy rara. Al otro lado de la ventana el sol ilumina una nueva ciudad. Estoy sentado en la cocina, pierna cruzada, con los túneles vacíos. —Será por tu bien —me dice Mana, en tanto veo a los pájaros sorbiendo los gusanos del jardín. —Exageran —digo. No falta Pablo que llega en su apoyo: —El papá de Diego ya no lo deja venir a jugar porque lo regañas mucho. Luego de ese tipo de comentarios, agarro la mermelada de naranja junto al guisado y embarro mis mejillas. Es la única fórmula que me impide regarme con lágrimas. —¿Ah, sí? —digo—, ni quién quiera ver a ese chamaco hediondo. Pablo se va llorando a su recámara a contarle lo sucedido a René. Visten sus uniformes. —Mira cómo están tus hijos —me dice Mana tratando de asear mi rostro, pero la rechazo contundente. —¿Hijos? Los he escuchado cuando llaman a la puerta o cuando hablan por teléfono. Nunca me acobardé si se trató de defender a mi padre. Es lo que Mana no comprende, como la vanaglorian y por su respeto son capaces de ahorcar al individuo más noble. No será culpa del ejemplo o de la herencia, es de la calle, de los amiguitos que se meten a tu casa sin dar el “buen día” obligado para todo ser pensante, sea cual sea su edad y educación. Por cobarde no les he caído a pellizcos porque en estos tiempos ya te pueden meter a la cárcel por corregir a tus hijos con un par de lecciones, y la cárcel...
En el instante que los pájaros echan vuelo me dirijo a la bodega. Mana me sigue, vigilando que no me haga daño con los muros y las mesas de decoración. —Me hablas si necesitas algo —dice. —Bien —comento abriendo el álbum de los setentas—. Agua y unos bizcochos de miel. —Esos los hacía tu madre… Voy por el agua. Veo las fotografías del zoológico, la de Martín y yo jugando carreras en la alberca del tío Enrique, la de mamá y papá celebrando la compra de su primer auto. —Aquí está el agua y unas galletas que Irídea cocinó —escucho decir a Mana. Mete el agua y el plato por un agujero de perro que le hicieron a la puerta para pasarme las cosas. —Seguiré acá. Ya no se me ofrece nada de ella. Pruebo las galletas de la tal Irídea… Son de avena, no tienen manjar ni miel. Las tiro al suelo y pienso que a veces la bodega se me hace grande, con las maderas y las cajas a punto de desbaratarse. —Un cigarro —digo. Mana me lo pasa, con encendedor y cenicero. Hago donas y todavía me salen bien. Permanezco atado a los setentas, con las fotos de Guilmar, Acassuso, López y Santillana; la de Marcela. Yo tenía tantas fotos de ella pero el día que nos casamos Mana me las echó a la basura. “Basta de esa niña”, me dijo. Afortunadamente pude rescatar una y la guardé detrás de otra donde aparezco con Guilmar. Marcela es hermosa: tez pálida, labios delgados y pecas debajo de los ojos. La conocí en el cumpleaños número cien del abuelo Lucho. Cuando estoy en su admiración, oigo que la mujer que quién sabe de dónde sale todos los días aconseja: —Señora, hay cosas que deben remediarse de inmediato. Imagínese que en el futuro no lo tenga. Yo con la foto de Marcela pegada al corazón y Mana suspirando intensamente. Luego de darle dos ojeadas al mismo álbum abro el de los ochentas. Mana e Irídea siguen hablando, se les une Consuelo que como cada semana ha traído un pastel para mí. Ella cree que sabe de repostería. Yo he querido comentarle que sus pasteles son de asco, pero Mana me lo ha prohibido, tanto que no me permite saludarla. —Ricardo agradece estos detalles —dice Mana—. ¿Cómo está tu esposo? —No lo puedo apartar de la computadora. —¿Ya terminó el rompecabezas? —Ni me lo digas, comadre, cinco mil piezas. Me dan ganas de escondérselo pero luego se pone como niño. Siguen, y me parece extraño que Mana y Consuelo se traten de comadres. Quizá por la amistad; no le veo otro camino. Me topo con las fotos de Samuel, Valentina y Manuel; la de mis padres adquiriendo su segundo auto, una camionetilla Jeep de segunda mano que trajeron de El Paso; la de Guilmar y yo en una mala briaga. Al avanzar aparece Carolina Ramos, que siempre se parece a Marcela, a su tono, al corte de cabello. Aunque claro, ella es una mujer de verdad. Son pocas sus fotos que termino de ver recordando las noches que entraba por su ventana y luego de hacer el amor me ponía nervioso de que su padre llamara a la puerta. Finalmente llega Amanda, con quien me gusta hablar del futuro. “Todos los legisladores deberían leer a Rousseau antes de querer gobernar”, afirmo. Le fascina la voz de Ronnie James y la música de Zep. Desea ser psicóloga; sabe escuchar sin interrumpir, sin desatención, por lo tanto se le facilitan las relaciones humanas. Concluyo con mi padre en tres patas, y no “las tres patas de la noche” con las que Edipo descifró el acertijo de la Esfinge.
Cierro el álbum. Las señoras siguen hablando. —En un mes se te va a salir de las manos, comadre. Pego la oreja a la puerta para escuchar pero no entiendo lo que dicen. —Señora… Mana no dice nada por el momento. Pienso: “No hay razón para que el mundo se agite de repente”. Saco el álbum de los noventas, el que tiene estampillas de aviones en la pasta. Lo primero es un recorte de periódico que habla de la muerte de mis padres… Paso el trozo. Ahora embarro mis mejillas con los frijoles negros que están a mi servicio por cualquier eventualidad. En las siguientes fotografías me veo solo recorriendo el país. Después vienen Guilmar, Acassuso y su esposa; Amanda y su novio Quiroz, un estudiante de filosofía. Todos acompañados y yo sin alguien que acabe con mi soledad. Me observo fieramente en el espejo que exigí colgaran a un lado de la gaveta. “Lodo”, digo. Extiendo los ojos para distinguirlos de mi monstruosa caracterización… Vuelvo al álbum. Estoy junto a Mana en los matorrales de ciencias políticas, en bahías y diversos lugares. No están Guilmar ni Acassuso, tomaron otros caminos, uno el de los números y otro el de las letras. Ya no está Amanda. Ya no está Marcela y sus pecas: frutos de árbol dador. Ahora está Mana y su espalda curva, su cuello abrupto, sus dolores de muela… Luego viene René en el hospital; Pablo montando un caballo. Pronto venimos los cuatro en todas partes, mas yo en ninguno en soledad. Antes de terminar cierro el álbum porque después el cerebro... El cerebro es un panal de abejas asesinas… Fueron injurias de personas de las que nunca hubiera sospechado. ¿Creyeron que lo primero que haría al poner pie en la cárcel sería suicidarme? ¿Pensaron que…? Eso los niños y los viejos. Pego la oreja a la puerta. Irídea se va a la cocina. Consuelo y Mana siguen ahí con sus bramidos a veces queditos y a veces telúricos. Alcanza la hora en que Pablo y René llegan de la escuela. —A limpiar sus cuartos —les dice Mana. —Obedezcan o no hay feria —los amenaza Consuelo. Los niños se pierden. Decido salir de la bodega cuando Consuelo y Mana parecen haberse ido lejos junto con sus voces. Limpio mi cara, abro la puerta y me tiro en el sofá, del lado donde están los tubillos de pintura. Pongo Juega a Ser Feliz con Estefan Bran. Miro atentamente sin que nadie juzgue mi fanatismo por la transmisión menos popular del país. Está Estefan con su gesto sandunguero y el moño rojo que lleva amarrado en la solapa. La temática del programa es sencillísima: después de una breve introducción, Estefan toma prestados a seis miembros del público; los sitúa en una estela de teatro proporcionándoles cinco botecitos de pintura, dos pinceles y un espejo de rostro. Simplísimo, el que se pinte la mejor sonrisa en la cara gana un viaje al lugar que desee. Cuando pasan los quince minutos reglamentarios, los participantes son expuestos a los ojos de la audiencia y el público del foro vota para elegir al ganador. Veo placenteramente el final del programa. Entonces, a los pocos segundos que Estefan manda a publicidad diciendo que al regreso dará los resultados de la votación, llegan Mana y los niños. —Despídanse. Siento que Pablo y René me abrazan, fríos, desalmados. Pienso: “Lodazal”. Por fin aparece Estefan y cuando está por leer el papel que lleva en la mano, la televisión se apaga. Al instante salgo de la casa y subo a una limusina (todo es blanco para mí) en tanto con mi hermosa sonrisa les digo a Mana y a los niños –que aterrados me observan: —¡Me voy a Granada! ¡Hasta pronto!
El expulsado del jardín ¥¥MARCO ANTONIO CAMPOS
DIARIO MODO-AMOR / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
E
ra una puerta sin puerta. Desde que llegó el mensajero de Dios y señaló la salida con dedo flamígero todo fue menos. De vergüenza yo me cubría los ojos, pero también por ella, que era solo un llanto y un grito. Su vista miraba hacia arriba que era mirar a ninguna parte. Luego de la expulsión, compartimos casa, me esforcé para ganar el pan, nacieron hijos, pero no soportaba el aislamiento y la quietud. A una puerta sin puerta no se puede volver. En sigilo un día dejé la casa. No imaginé que el mundo era tan grande. No me cansé de recorrer ciudades, escalar montañas, navegar mares y ríos, pero donde llegaba era señalado como si vieran la ceniza en la frente. Me sentí forastero y me hicieron sentir que yo era culpable por no sé qué crimen. En una ciudad devastada alguien me dijo que mis hijos crecieron y un hermano mató al otro. Comprendí que del tronco solo quedaría la estirpe maldecida y maldita. Ya en el final del postrer invierno, solo hay dos cosas que no olvido: la desnudez de ella en el jardín y su rostro –era un llanto y un grito– a la hora de la expulsión. Insatisfacción y tristeza persisten y sé que una puerta sin puerta, no solo no se atraviesa, sino ni siquiera se ve.
Poema ¥¥ ZAIRA ELIETTE ESPINOSA
Tendré un hijo de tu sombra engendrado de hazañas y feroces días en los que abrir los párpados era cerrarlos y cerrarlos era abrirlos tu oscuridad un hijo mi vientre trasiego dime qué harás con mi semilla tendré un hijo que en lugar de llevar tu sangre llevará microscópicos espejos con tu rostro la ausencia tomará su forma finalmente mi hijo tendrá tus ojos los que conocí ya vacíos de certezas y en el reflejo de su sangre que no es mi sangre ni la tuya se apreciarán los rayos del poder de un dios creador de todo y nada porque en el vacío hiriente concéntrico existe todo y nada
dime qué harás con este fruto que en lugar de llevar mi boca llevará el aguardiente silencioso del desierto tendrá tus mudeces con todo y su filo que al mirarme cada vez, mi hijo propio lastimará mi presente de tu sombra fértil va a nacer la vida inerme dime qué harás con esa raíz hecha de aire y recuerdo que en lugar de llevar mis ojos llevará dos brújulas para encontrarte una sería suficiente si te anclaras al pasado
mi gestación va a ser larga punzante tendré miedo de escuchar su llanto preludio al canto de la noche miedo de verle el rostro moldeado de tus silentes besos temor a parir después de tantos años a una criatura con sangre de viento hecha de nosotros, pero no de ti solo de tu sombra
SIN TÍTULO / FOTOGRAFÍA / 2011
A N ATO M ÍA D E L A CRÍTI CA
Umbral de los RELÁMPAGOS:
¥¥ALEJANDRO GARCÍA
1. PÓRTICO
A
nte el conjuro de las palabras que el poeta recrea en las soledades del pensamiento, de la piedra labrada por huellas del viento, de la suma de versos que conforman una selecta poesía, el agudo ensayo, el inquietante aforismo se confirma la vasta promoción cultural que ha realizado por más de dos décadas el escritor Benjamín Barajas (Villa Madero, Michoacán, 1965). Poeta, aforista, ensayista, maestro y promotor cultural, no se ha ausentado de abisales atisbos y análisis de críticos y ensayistas seducidos por una creación particular de un autor que decanta la palabra, asume los géneros literarios
del siglo xx para adentrarse en los umbrales de una nueva centuria, donde el relámpago del instante, del microensayo, son fe y constancia que inició con el poemario Divagando en la voz (UAM-Iztapalapa, 1987), Tadrio (Verdehalago, 1992), Empieza el aire (UAMAtzcapozalco / Verdehalago, 1996), Luz de la memoria (Ediciones del Lirio / Enkidu 1998), La gracia inmóvil (Ediciones del Lirio / Tintanueva, 2002), Mirada adversa (Fundación Cultural Trabajadores de Pascual y del Arte, 2002), Esencial asombro (2007), Poemas de agosto (Editorial Doble Sol, 2008) y Ríos vigentes (2010); los libros de aforismos: Microensayos (Tintanueva,
SIN TÍTULO / FOTOGRAFÍA / 2013
A N ATO M Í A D E L A C R Í T I C A
escritura de Benjamín Barajas
2004), Pasión encerrada (Raíz del Agua / Ediciones Arlequín, 2007), Breves autopsias (Cuadrivio, 2013) y Jardín minado (Cuadrivio, 2015); y las antologías: Escafandra (BUAP / Ediciones del Lirio / Tintanueva, 2004) y Breve invención (UNAM, 2015). Poeta que ha delineado en sus poemas el rostro del amor, de los caudalosos ríos: espejo, signo, clave de los tiempos –poética de expresión fluyente, de “impetuoso y directo embate”–, poesía que no teme a la palabra, con textos que se alejan de la obligatoria versificación a contracorriente de las facilidades rítmicas del castellano, sin que por esto abdique a
naturales influencias: Siglo de Oro, los simbolistas franceses, el Modernismo y los Contemporáneos, poesía confeccionada con el tono de Villaurrutia, la poética de Dolores Castro para reflejar así instantes paradójicos o cruciales, de presencias y transformaciones, de lenguaje sencillo, pero con giros modernos al través de imágenes originales, temerarias y vanguardistas. Surgió así una poesía introspectiva, de recónditos espacios, de paraísos clausurados. Poesía de intimidad, como en varias ocasiones afirmaba Barajas, acorde a su temperamento y templanza.
A N ATO M ÍA D E L A CRÍTI CA
Anteriormente el crítico EN BARAJAS HAY UNA a c t i v o p r o m o t o r d e literario Luis de la Peña revistas estudiantiles y OBRA DERIVADA DE UNA libros de divulgación; Martínez había expresado IMAGINACIÓN EXACTA, SIN atento lector sin fronteras en La Jornada semanal (28 de febrero de 1993) SOSLAYAR EL PLACER DE SU que describió a través de que: “Benjamín Barajas, variados textos su visión LECTURA como muchos otros de personal de la vida; editor su generación parece no de reconocida experiencia temerle a reencontrarse con en su querida revista Ritmo las formas y los recursos tradicionales de la poesía, –trece años y veintisiete números de ininterrumpida por ejemplo la rima o los versos de arte menor, para publicación confirman la querencia– y promotor de ahí partir a descubrir sus propias potencialidades de diversas colecciones de libros y revistas que ha expresivas”; suma a esto lo dicho por Arturo Souto impulsado a lo largo de los años para respaldar el en ejemplar epílogo a La gracia inmóvil: “la precisión, trabajo de escritores en ciernes (entre ellas Naveluz es, a mi ver, lo que la voz poética, en este caso la de que incluyó a autores como Agustín Monsreal o Benjamín Barajas, busca y con depurada frecuencia Felipe Garrido); ejemplar maestro (reflejado en sus logra”. Lo anterior se resumió en la opinión de Arcelia ediciones didácticas para bachillerato) y funcionario Lara en su texto “Los barajescos y la poética de la en el ya mencionado CCH; estudioso de la obra de brevedad” (Ritmo, verano de 2002): “poemas breves, Rosario Castellanos, Dolores Castro, incluidas en característica que, a primera vista, parece casi una los Ocho poetas mexicanos (Bajo el signo de “Abside”, obviedad. Sin embargo, desde esta primera cualidad 1955); merecedor del Primer lugar en el concurso se articula toda una concepción de la poesía; no hay Correo menor de la UAM Iztapalapa en 1987, por duda de la brevedad que tiene su poética y esta es su poemario Divagando en la voz; de reconocimientos tan compleja que sugiere una relación proporcional universitarios por su trayectoria académica y del a la inversa (o inversamente proporcional) a la Premio Internazionale per l’Aforisma “Torino in Sintesi” extensión”. 2014 por su libro Breves autopsias; pero ante todo, El presente artículo tratará de ahondar en un promotor de la lectura. autor alejado del canon tradicional, explorar esa En Barajas hay una obra derivada de una inquietud y virtud ante su poesía –secreta unidad– imaginación exacta, sin soslayar el placer de su que asumió en fina obra (doce poemarios y dos lectura: “La vida existe para un libro / dice el antologías) donde plasma la excelencia de la poesía poeta mientras lee / el universo de los signos. / Las “con mirada limpia y versos pulcros”, tal como lo palabras son las hojas, / los versos son los tallos / y señaló el ensayista Armando Oviedo en “Benjamín el tronco de raíz / hace el poema que se nutre / en el Barajas: Tadrio” (Sábado, 8 de mayo de 1993) y umbral de los relámpagos”, expresaba en luminoso magistral aforismo, en palabras de Javier Perucho poema que es epígrafe de nuestro libro Umbral de los en su artículo “El aforista mexicano” (Excélsior, 23 relámpagos. Obra literaria de Benjamín Barajas (INBA, de noviembre de 2014): sentencias que duelen, a 2017). Percepción misma que Barajas tiene de la pesar de haber sido escritas amorosamente. Es así poesía, su querencia natural expresado en su libro como se da fe y presencia de sus poemas, del viso Pasión encerrada: “la poesía no puede ser religión ni autobiográfico, de sus ejemplares aforismos, de templo porque no considera a su lector como un la transición al cuento breve, de sus primigenios feligrés ni tampoco lo adiestra para la vida eterna. La artículos periodísticos, de los intentos teatrales, del poesía no es filosofía porque no se abisma en el vacío telúrico ensayo que en suma delinea su trayectoria de la muerte del ser para recrear su soledad mental como narrador: desde el incipiente escritor en el y su olvido. La poesía, en cambio, busca llenar al Colegio de Ciencias y Humanidades; alumno en la hombre de contenidos vivibles. La poesía es corazón Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa; y boca, pan y palabra”.
A N ATO M Í A D E L A C R Í T I C A
2. PANORAMA HISTORIOGRÁFICO El sendero de la recepción crítica de Barajas tiene dos momentos: la realizada por escritores afines a su desempeño estudiantil-académico (UAM Iztapalapa, Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM) y la publicada en revistas literarias y suplementos culturales a nivel nacional e internacional. Una de las primeras reseñas apareció en la revista Desde el sur (julio-septiembre de 2000) realizada por Israel González en torno a Luz de la memoria: “hace suyo aquello que ve, penetra el mundo, no se queda en el umbral del día sino que se integra a su movimiento, recorre sus jardines, sus pasillos, el haz y el envés”. En 1992, Antonio de Galicia dio a conocer un texto sobre el recién publicado Tadrio en la revista Tierra Adentro (septiembre-octubre de 1993) donde comentaba la cercanía del autor con José Gorostiza y Carlos Pellicer, también con el gran maestro español Luis Rius, traducido en ese rasgo de alejamiento de Barajas de sus contemporáneos que acudían a la poesía desparpajada y mimética. Un año después, Jesús R. Cedillo señaló en una reseña en La Vanguardia (1993) sobre Tadrio: “hay una ingenuidad (digamos) auténtica en estos textos: lo mismo que siente un niño al contemplar la madrugada en una playa que los sentimientos primigenios del hombre como asombro natural ante las cosas. Una poesía sin mayores pretensiones (que un simple) que el mismo canto”. También Guillermina Montes de Oca publicó un texto sobre la presentación de Tadrio en el periódico El Universal. Cuando salió publicado Empieza el aire, Dolores Castro hizo el epílogo en donde afirmaba “que un libro como este, en virtud de la sutileza de sus imágenes, y la luminosa levedad de lo que expresa, y el valor de lo expresado, contribuye en forma importante a la mejor tradición de la poesía”. Por su parte, en el ya mencionado epílogo que escribió para La gracia inmóvil, Arturo Souto destacó la precisión, lo breve, lo sintético, quintaesenciados en sus poemas: “el lenguaje la materia con que están hechos tiende a elegir las palabras más sencillas y exactas. Esto último: la precisión, es, a mi ver, lo que la voz poética, en este caso la de Benjamín Barajas, busca y con depurada frecuencia logra”. Para el libro Escafandra el editor y poeta Federico Corral Vallejo preparó un amplio epílogo titulado
“Escafandra espasmos de luz en la memoria”, donde distinguió las particularidades que envuelven la poesía de Barajas: su génesis poética, cadencia rítmica, constancia de luz, memoria, sueños, tacto, cuerpo, sombra, mirada y deseo. En ese mismo ensayo recogió la opinión del poeta Obed González: “Benjamín recurre a sus fantasías y recuerdos para plasmar sus vivencias y emociones, provocando imágenes con un movimiento musical que envuelve los sentidos”. La poeta Mariana Bernárdez ha sido atenta lectora de las primeras obras de Barajas, publicó dos reseñas, una de Escafandra y otra de Mirada adversa en donde destacó la presencia biográfica y los rasgos esenciales de sus temas. Apareció en el año 2008 Luz y memoria. Ensayo sobre la obra literaria de Benjamín Barajas (CEIDSA, 2008) del mismo Federico Corral Vallejo (la obra se gestó a partir de que este último dirigía la editorial Tintanueva, en donde Barajas publicó dos libros: Microensayos y Escafandra). En la presentación de dicho libro en la Casa del Poeta Ramón López Velarde, se destacó que la luz y la recuperación de la memoria son aspectos que se reiteran en los poemarios de Barajas, lo que representa una entidad, un símbolo que anima la mente y el espíritu del hombre. Al publicarse Escafandra, la poeta Dolores Castro realizó una amplia presentación publicada en la revista Ritmo (octubre-diciembre de 2010) en donde hizo un fundamentado repaso de los poemarios que la integraban y comentaba que Benjamín era un “poeta de versos breves y dos veces buenos, hombre que contempla, sufre e ilumina el mundo”. En ese mismo año realicé un ensayo sobre Ríos vigentes publicado en 2010 en Ritmo, lo que se tradujo, dos años después, en la primera entrevista que indagó plenamente su biografía, formación literaria, propuestas poéticas y una amplia revisión de su promoción cultural (publicada originalmente en Ritmo y retomada para el ya mencionado libro Breve invención, con el título de “Homenaje a la palabra”). Por su parte, Jesús Nolasco, profesor del Plantel Oriente del CCH, realizó la primera reseña (Ritmo, mayo de 2012) sobre la faceta de ensayista de Barajas, esto en cuanto a su libro La terquedad relampagueante, en donde destaca la virtud retórica, el elemento histórico, la integración, la alusión a las voces femeninas, los vasos comunicantes entre
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y afines (Edére, 2006) que realizó Benjamín Barajas donde estableció que si bien pueden destacarse muchos atributos de esta obra, resalta la precisión con que define términos básicos que corresponden a tres campos o disciplinas del saber literario: la métrica, la retórica y la teoría. No es la única referencia sobre este Diccionario; Héctor Isaac Lomelí Carrillo en su tesis de licenciatura realizada en la UNAM (2012) Los diccionarios de términos literarios: un comparativo entre Ayuso, Barajas, Beristaín, Estébanez y Marchese-Forradellas, analizó su propósito de ofrecer una mirada amplia y sencilla de lo que necesitan saber alumnos y lectores en general para realizar trabajos de lectura, interpretación y análisis de textos, así como brindar “la información elemental” para profundizar en las fuentes respectivas. En la extensa obra de Hiram Barrios Lapidario. Antología del aforismo mexicano (18692014) publicada por la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, apareció recopilado Barajas. Dolores Castro escribió en el año 2015 una “Presentación” para Breve invención. Antología personal, que retomó valoraciones previas sobre Divagando en la voz, Tadrio, Empieza el aire, Luz de la memoria, La gracia inmóvil, Mirada adversa y Escafandra.
ENTREVISTA EN MONTERREY / FOTOGRAFÍA / 2011
autores, tiempos y épocas. Por su parte, el ensayista Javier Perucho, en el texto “El aforista mexicano”, aborda Breves autopsias y señala que su lectura le “ha dejado un aprendizaje, un placer unívoco y la certeza de que el género por los empeños de este escriba desengañado, logrará el sitial que le corresponde en la República de las Letras. Su defensa, legitimidad y confianza en la legalidad de sus formas nos corresponde a nosotros, lectores de Benjamín Barajas”. Recientemente destaca el amplio artículo “Breve invención de Benjamín Barajas. Heridas con flechas envenenadas” publicado en la Revista de la Universidad de México (octubre de 2015) por Guillermo Vega Zaragoza, donde se estableció un interesante cuestionamiento: “¿cómo puede ser breve una obra con tal cantidad de libros? Lo es porque tanto en la poesía como en la prosa, Barajas ha apostado por la concisión, lo sucinto, lo preciso”. Un aporte significativo de Vega Zaragoza fue establecer que sus aforismos son certeros, contundentes, en esa realidad que siempre ha sido fragmentaria. Rebeca Rosado Rostro escribió una reseña (Ritmo, mayo de 2013) sobre el Diccionario de términos literarios
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Aunado a este panorama historiográfico, considero significativo agregar otro elemento: la biografía. En palabras de Octavio Paz: “la vida no explica enteramente la obra y la obra tampoco explica la vida. Entre una y otra hay una zona vacía, una hendidura. Hay algo, ese algo es lo que se le llama creación artística y literaria”. 3. PRIMERAS INFLUENCIAS Es necesario destacar a los escritores que se cribarán en la obra de Barajas. Aunque hay un claro sendero que parte con la narrativa de Rosario Castellanos, se afianza con la poesía de Dolores Castro y se consolida con la obra de la Generación de los Ocho Poetas Mexicanos, también hay significativos antecedentes que van desde San Juan de la Cruz o del divino Garcilaso: “me considero un lector de los poetas del xvi y xvii , de los Siglos de Oro, es decir, si tú me preguntas qué obras seguiría leyendo, yo te contestaría que las de Garcilaso, San Juan de la Cruz, Sor Juana, que es un ícono para el país, pero para mí es esencial [...] hubo épocas en que copiaba varias veces cánticos a mano, a ver si se me pegaba algo”. Aunque en dos aforismos de Pasión encerrada Barajas afirmaba con fruición: “Es necesario estar muy triste para leer a los poetas románticos del siglo xix” y “Casi todos los escritores románticos del siglo xix mexicano tienen el empaque de un maestro rural”, de dicha centuria decimonónica, tienen influencias de Manuel Acuña. En Mirada adversa se dejaban entrever influencias poéticas como el espíritu erótico del poeta Luis Cernuda. En cuanto a los Contemporáneos, hay afinidades con José Gorostiza y Carlos Pellicer (ante todo en Tadrio con el instante que perdura) y Xavier Villaurrutia. De la Generación de Medio Siglo, hay simpatías con José Emilio Pacheco, así como con Homero Aridjis y Rubén Bonifaz Nuño, ante todo en el ritmo, sombras que ha asimilado y transformado en otro lenguaje. Y con Jaime Sabines en la conjunción de rimas asonantes. Otra influencia que considero importante es la del poeta Antonio Castañeda (a quien le rindió homenaje en Empieza el aire, sin olvidar que le hizo
una entrevista y escribió un ensayo sobre su obra), pero ante todo por su trayectoria como editor y director en editoriales independientes, colecciones de libros y promotor de revistas literarias. En el ámbito universal, se reflejan vasos comunicantes con Jean Genet, Vicente Aleixandre, T.S. Eliot, Emily Dickinson, Fernando Pessoa, Dante, San Agustín, Nietzsche, Kant, Schopenhauer, Rulfo, Arreola…, diálogo intenso de Barajas con diversos autores y obras. El interés de Barajas por la poesía de Dolores Castro se consolidó a partir de su tesis de maestría de Literatura Iberoamericana. En ella estableció que aunque por temporalidad pertenecía a la Generación de los Cincuenta, su poética no tenía antecedentes en la lírica mexicana de ese periodo, sino de influencias ubicadas en una tradición más amplia, de índole moderna, en una plena conciencia del oficio y la reflexión sobre el lenguaje, traducida en una poética genuina y personal que, asimismo, reflejará en una perspectiva sensible del mundo y una propuesta estética de gran valor en la poesía mexicana del siglo xx. Esto en cuanto a que Castro perteneció al grupo de escritores que empezaron a publicar en 1950 y enfrentaron varios cambios culturales, su educación estuvo basada en los ideales revolucionarios que contrastaban con los temas de Francia e Inglaterra. De la lectura de la poesía de Castro, Barajas obtuvo la sintaxis del poema, que es lo más duro de modificar, porque las metáforas y las imágenes se absorben, pero la sintaxis de su poesía, indudablemente surgió de ella, así como la manera de abordar la “tímida palabra cotidiana” y, ante todo, la brevedad, “en contención, en tiempo vertical que mantiene erguido al poema y al lector”. 4. LA OBRA POÉTICA-AFORÍSTICA Recapitulando, en total Barajas ha escrito diez poemarios, de los cuales dos han sido antologías: Escafandra y Breve invención. Cada uno de los títulos es significativo, enmarca contenido, da aura e identidad. La obra poética-aforística de Barajas se puede estructurar en tres vertientes. Titulé la primera “Renombrar el mundo” y abarca un periodo de once
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años desde Divagando en la poesía se descubre a EL PAISAJE Y LA DESCRIPCIÓN voz, Tadrio, Empieza el aire partir de las paradojas hasta Luz de la memoria. RURAL SIEMPRE ESTUVIERON d o n d e i m p e r a n e l Acudo a lo dicho por EN ÉL. PAISAJE Y POESÍA, arrebato y la frialdad, el Guillermo Vega Zaragoza: desenfreno y la cautela. REUNIDOS, CONJUGADOS POR “el poeta –como si fuera Las palabras no solo el primer hombre sobre la son un fin, sino motivo LA VERSATILIDAD DEL VERSO. Tierra– se dedica a nombrar de sospecha, de duda. y renombrar el mundo, que Una conciencia del es un mundo diminuto, no solo por la forma poética oficio frente a la inspiración y la animosa actitud de adoptada versos breves con un especial cuidado en rigor poético frente al espacio, la ausencia, la pasión la composición y la música del poema sino por los de lo disperso y el tiempo, una de sus inquietudes temas, sujetos y objetos de su atención: la naturaleza poéticas y ensayísticas. encerrada en el jardín, sus habitantes (arañas, moscas, mariposas, abejas, aves, palomas, gaviotas, águilas); el ZOOLOGÍA POÉTICA tiempo de la infancia, el contraste de la luz y la sombra y, sobre todo, el silencio”. Gusto por la “imagen transparente” como señaló Nombré la segunda etapa “Nuevas dedicaciones” y Dolores Castro (acudo a la definición que dio sobre abarca cinco libros: La gracia inmóvil hasta Ríos vigentes, la imagen Pierre Reverdy como “nacimiento de la donde se introducen los temas eróticos, amorosos, asociación inesperada de dos objetos lejanos”) y el cuerpo, el deseo, la ausencia del ser amado; sin que Barajas asumió en raigambre de su infancia embargo –señalaba Guillermo Vega– el poeta no y juventud como lo señaló en la entrevista que le renuncia a los temas del periodo anterior sino que los realicé en el 2012: “del campo surge el gusto con integra y profundiza. De nuevo parece lo diminuto en la imagen, también por el ritmo. Mi poesía es muy el ámbito de la carne y de la sangre, pero ahora con rítmica, aunque pareciera verso libre, está hecha de la observación más amplia del mundo, que incluye al octosílabos y de rimas asonantes, casi no le encuentro otro y a los otros. Finalmente, en la tercera vertiente, sentido a una poesía que no sea rítmica”. Esto aunado “Transición al relato breve”, predomina el aforismo, a una temprana visión que expresó Barajas a Rosalía abarca los libros: Microensayos, Pasión encerrada, Breves Rangel López (“Necesario un cambio en la actitud autopsias y Jardín minado. frente a la poesía”, Ovaciones, 9 de enero de 1992): “la poesía actual es de ruptura, abandona las estructuras 5. LA ESTRUCTURA DE LA CREACIÓN tradicionales de escribir, como por ejemplo, los versos medidos, la rima y la anécdota, y pone énfasis en la Ya el maestro Arturo Souto en su epílogo señalaba imagen y la forma como se expresa el posible mensaje, los entrepaños, motivos e imágenes que estructuran en lugar de contarte historias”. el andamiaje poético de Barajas: “inexorablemente Aunque desde los doce años Barajas vivió fuera de obsesiones de todo escritor, a primer oído pueden su natal Michoacán, fue fiel a la herencia provinciana. parecer un tanto herméticos, abstractos, intelectuales El paisaje y la descripción rural siempre estuvieron en efecto: tiempo, espacio, ausencia, pasión de lo en él. Paisaje y poesía, reunidos, conjugados por la disperso, imposible llave…, pero lo que subyace, y versatilidad del verso. Esto se traduce en naturaleza se desborda, es sobre todo un estado de conciencia e individuo que se enlazan, se retroalimentan, ya que, profundamente sensible, emotivo”. Es así como en señaló en la entrevista “Homenaje a la palabra”; “quizá Barajas hay un trabajo minucioso y preciso con los no he escrito muchos poemas del paisaje porque creo recursos que le han sido conferidos: las palabras, que hay que hablar de un paisaje más bien sentido y donde gracias a sus cualidades intrínsecas de sonido no descrito como algo exterior. Me falta un poemario y sentido, adquieren un significado en sí mismas. Su donde pueda hablar de un paisaje más personal”.
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Zoología poética, con raíces de un origen rural que se tradujo en la estampa poética, que apareció desde sus primeros libros (en Tadrio Alfredo Herrera Patiño recordaba “una araña o los ojos de oro de los tigres, reales o imaginarios, mansos o fieros”). Asimismo, hay varios poemas de Barajas en torno a los pájaros en general, el águila que surge, “el salto universal del tigre”, pero ante todo, la araña (el animal más sabio y silencioso por astuto e indiferente): “pende del vacío / del último suspiro / de su cuerpo imaginado”; o “la araña sigue fiel / al discurso de la línea. / Ha muerto –sin saberlo–, pero sueña / en algún punto / que está viva”; y “Huérfana del agua / la gota pende. / Como araña que ha olvidado / el secreto que la teje / se contiene”. Con las aves de “eternidad profunda”, evocación de “ese volar nosotros / en sueños de paloma / y palabras / y bebida” que en Tadrio anunciaba (en celebración, como ronda infantil resguarda el andar del ciempiés). Y el poema “10” de Empieza el aire, excelso en la imagen de violencia, de la sangre que tiñe de rojo la escena de cacería (evoca al “Romancero gitano” de Lorca en dos carmines versos: “Trescientas rosas morenas / lleva tu pechera blanca”): “Un ciervo trae su luz / que lo cautiva / que lo aquieta. / El jaguar cobra el impulso / vuela. / Cae sobre la piel / que se enrojece en el desliz / de la fuerza carnicera”. Sin olvidar aforismos memorables como “Para los elefantes la muerte es un culto de huesos y esqueletos, para los hombres un montículo de tierra” (Pasión encerrada); o “Anaconda: reflexiva y metódica” y “El talento del buitre subyace en nuestros genes, esto se aprecia en la expectación que nos despiertan los accidentes, los cuerpos mutilados y flotantes en los canales de desagüe” (Breves autopsias). DEL ERÓTICO AMOR Poesía en donde “desnudarse es el acto más humano que conozco”, de expresión cercana al enamorarse – una vez señaló que “el amor es siempre una experiencia inconclusa” que “la felicidad es un medio para posponer la libertad”– y que en cuanto al erotismo trabaja la imagen para seguir a pie juntillas dos de sus aforismos: “Uno va a la iglesia a escuchar el pecado, luego sale a practicarlo” y “Todo cuerpo humano suscita la batalla verdadera entre Dios y el diablo”. En Jardín minado reflexionaba que “El erotismo es la falsa línea intelectual del sexo, las torpes
divagaciones de los especialistas en sus diálogos de frontera son meras ñoñerías, telón para los esclavos del instinto”. Conjugación de lo anterior es una geografía sensual como en su poema “Mi deseo” de La gracia inmóvil: “Mi deseo se amolda a tu figura / y repite aquel derrumbe / del agua ornamental / sobre tus muslos, pura. / Mi deseo tiene tu brillo, / el tacto de animal / que sabe proceder / en superficies con holgura”. El simple placer se convierte –trasciende– en la ferviente devoción hacia el objeto amado, traducido en cinco senderos que Barajas recorre: el cuerpo como templo de las sensaciones, la metáfora hagiográfica, la nostalgia sensual, el despertar a la sexualidad y un lenguaje depurado. Experiencia que lo erótico, la vida y el tiempo hacen comprender y aunque en sus aforismos se diluye la felicidad, que es cosa pasajera, existe el poema “Feliz”, de Mirada adversa, que remite a las posibilidades del bienestar libre de ataduras morales, del goce de la vida: “Feliz debiera ser / el que sintió partir / su cuerpo en dos. / Feliz el rostro / y el nido de las manos, / feliz el cauce y su monstruosa forma. / Feliz debiera ser / el que lanzó su cuerpo al mundo / y liberó hasta el sentimiento más recluso”. EL HUMOR Se percibe el velo anti-solemne, como suprema manera de compasión hacia los hombres que permite advertir, incluso en los momentos de tragedia y desolación, un aliento de profunda ironía con que la existencia suele envolvernos. Una obra no de pesadumbre a la que alude Barajas en su poema “La vida no es muy seria / en el amor o en la rosa / en la imagen perceptible / o en la risa que provoca” (como bien lo señalaba Juan Rulfo en uno de sus primeros relatos: “La vida no es muy seria en sus cosas”, publicado en la revista América el 30 de junio de 1945). Hay nobles antecedentes de este humor e ironía antagónica de la nostalgia en otros poetas, tal como lo estipuló el ejemplar ensayo “Descanso de caminantes. La ironía en la poesía mexicana” de Rogelio Guedea, donde se destacaba que la ironía se afianza con el alumbramiento de los Contemporáneos (a quienes Barajas, como se ha visto previamente, rinde homenaje). Todo lo anterior encontrará cauce en aforismos que abrevan sin miramientos en lo cotidiano, lo culto, lo escatológico, la simplicidad de las cosas. Breves ejemplos:
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“EL CIELO Y EL INFIERNO SON DOS METÁFORAS DEL FUEGO, LA UNA DEL AMOR ESPIRITUAL, LA OTRA DE LA COMBUSTIÓN DE LA CARNE. AMBAS SON EXPRESIÓN DE LO HUMANO, ¿POR QUÉ ENTONCES
“Buscar la belleza es un absurdo, lo mismo que el orgasmo, hay que trabajarla”; “Siempre conservo especial reconocimiento por los amigos que jamás he vuelto a ver”; “El excusado es un buen punto de referencia para desmitificar a la gente con atributos”; “Se dice que en Tepeaca, Puebla, se preparan los ataúdes más exquisitos del mundo, dan ganas de morirse con solo verlos”. Finalmente, Hiram Barrios en su texto “Elogio de la misantropía. Breves autopsias de Benjamín Barajas” (Ritmo, noviembre de 2013), comentaba a propósito de esa ironía, intertextualidad y malicia en Breves autopsias: “sólo quien posea los referentes literarios, filosóficos o históricos podrá ser parte de esta ruta cultural por la misantropía. En este sentido, la exclusividad interpretativa del lector es un escarnio vedado, pero también un carpetazo a la solemnidad y a los hábitos de lectura”. LO HAGIOGRÁFICO Ya desde Tadrio, el escritor Felipe Martínez distinguió que Barajas tenía “influencias espirituales, al utilizar detalles de la poesía bíblica que busca la limpieza del alma”; es así como desfilan ángeles, milagros, personajes bíblicos, mordaz hagiografía (“Lo que más me inspira de los santos es su divina demencia,
su condición de víctimas puras”), misticismo poético más de asunción que devoción: “Discreparás del cuerpo / con el primer gemido / en la redonda imagen / los ojos verán solo / la ingravidez del ángel”; o “Con indiscreta indiferencia / Dios permite que los ángeles bajen a jugar todas las tardes. / Adquieren otro cuerpo los efebos / y con luces reposadas / se entregan al deseo y al juego”, tal como dice “Ángeles” contenido en Poemas de agosto. Presencia de los mensajeros divinos, batir de alas, que evocan al Libro de Enoch en donde se establecieron los nombres de los arcángeles de origen divino, plasmados en un mural en Santa Ana de Palermo en Sicilia, donde el santo varón Antonio de Ducca escribió un libro sobre potestades, virtudes y tronos. Barajas también afirmaba en un aforismo de Pasión encerrada que “Es necesario tener mucha fe para leer poesía religiosa mexicana”. He aquí dos aforismos telúricos, uno de la obra de Pasión encerrada: “Dictar la muerte de Dios es más sencillo que asistir a sus funerales” y el otro de Breves autopsias: “El cielo y el infierno son dos metáforas del fuego, la una del amor espiritual, la otra de la combustión de la carne. Ambas son expresión de lo humano, ¿por qué entonces la necedad de separarlas?
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LA NECEDAD DE SEPARARLAS?”
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LUMINOSIDAD
LA AUSENCIA DEL SER AMADO
Se parte del siguiente cuestionamiento –que ya la crítica literaria Arcelia Lara Covarrubias había planteado–: ¿cuál es la exacta proporción de esa necesidad de dejar constancia de nuestro paso por un mundo de luz y sombra? La respuesta que da Barajas al través de su poesía se entrelaza con el apartado anterior en un retablo barroco de luces y sombras, instantes esenciales, supremos y divinos que evocan a James Joyce quien decía que cuando en una habitación oscura un rayo de sol atrapaba con delicadeza las motas de polvo, estábamos presenciando un acto divino; y la constancia de que Dios existe en ese baile de las motas de polvo atrapadas caóticamente en un haz de luz, cual fuente inagotable de lo infinito, ayuda a evocar el paisaje telúrico que se gesta en el génesis de La Biblia. Este tema se puede encontrar en forma más constante en Tadrio, el segundo poemario de Barajas, donde la luz es una presencia decisiva. Valga algún ejemplo: “Soy la noche: / en mí murió la luz / tras su recuerdo / en algún día”. Para Barajas: “la luz se traduce en un sentimiento vital que permite recrear los espacios de ternura presentes y pasados. La luz es una fotografía instantánea, y parcial, de la memoria”. Vale como ejemplo, “Sol” de Poemas de agosto: “En medio de los días sin sol / el hombre duerme o canta, / canta de cansancio. / A lo lejos sube el humo complicado / y el hombre sueña con la luz / mientras afina los recuerdos. / El hombre que no sabe si habrá sol / para entibiar sus huesos”. Es decir, la dualidad se completa con la luminiscencia presente en los poemas de Mirada adversa: “me anima el movimiento del fuego de la vida” y adelante “al fondo de la luz, con suave ritmo, / asisto a la figura”, “el espasmo de la luz / nos trajo un cuerpo”, “cerca de la luz / con la tristeza digna”, o “se anima con la luz / el viejo tigre (…) con vaga dispersión / la luz / se aleja”, “y esperamos tras el día de luz perfecta otro portento”, “persigue al sol la flor sincera”, “acaso fue la luz vencida bajo la mirada palpitante”. En la poesía de Benjamín la oscuridad siniestra, la nigredo de la alquimia, se transforma y se ilumina en un proceso que avanza. Pero, en todo caso, muestra la pluralidad del tiempo, sin soslayar el erotismo que asume presencia con desacato en el poema “Búsqueda” contenido también en Poemas de agosto: “aquí yace la trama / aquí está el texto / aquí busca sin tregua la mirada / el sentido de la luz sobre su cuerpo”.
La soledad se define, según Alí Chumacero, como aislamiento, clausura, destierro, encierro, retraimiento, soledumbre: “la intimidad más oculta, la más callada estrella o el correr de la sangre siempre hacía sí mismo”. Tiene noble tradición desde San Juan de la Cruz con tristes cantos para recordar la dolorosa ausencia “descubre tu presencia / y máteme tu vista y hermosura / mira que la dolencia / de amor, que no se cura / sino con la presencia y la figura”. Dicho rasgo de la soledad en la obra de Barajas fue señalado por Arcelia Lara al referirse a Mirada adversa: “el poeta, con toda su intuición, ha nombrado un hecho universal, profundamente humano; la soledad, la oscuridad de cada uno, qué ironía, nos hermana con los hombres de otros tiempos y otros espacios”. Por su parte, Dolores Castro en el “Epílogo” de Empieza el aire distinguió ese sentimiento como parte de una “poesía de rima asonante, en adecuación a ese despertar, a esa aparente sencillez del tema, que cada vez, sin embargo, cala más hondo en la raíz hundida entre el sueño y la nostalgia niña”. Y profundizo en esta definición de “nostalgia niña” que signa la obra de Barajas de reposo gentil, de ausencia enmarcada por el desamor que se aleja en celaje ocre, de oro que baña la desolación. Quedan como dulce consuelo los últimos versos de “Confesión” (Ríos vigentes): “Al mirarnos al espejo / una alegría recóndita nos dice / que la vida acaso nunca ha sucedido”. Hasta aquí fecundas perspectivas, interpretaciones que no mancillan simpatías, que se adhieren a la figura de un escritor integral que de manera sabia interpretó en su poesía un mundo verídico y por lo mismo transparentemente quimérico, tal como lo estableció en un texto publicado en la sección “Monodiálogos” de su libro Breves autopsias: “Mi pasado es campesino. De niño oía crecer las plantas y los ríos. La abundancia del miedo y de la luz me nutrió con su ritmo. Fui feliz porque cuando uno es niño no piensa en ser feliz. Todo lo que me ha ocurrido más tarde es solo destino”. A esto se anuda lo ya establecido por la maestra Dolores Castro –mar océano de amistades, faro de intenciones, puerto de consolidaciones– en el epílogo de Empieza el aire: “la sensibilidad se mueve hacia otros amaneceres, percepciones primeras, que deslumbran y provocan estupor. Ante la imagen primera fluye, como la luz y el silencio, la poesía”.
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LA HIPERBOLIZACIÓN
erotismo en
PANDORA DE
LILIANA V. BLUM
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1 Este ensayo forma parte de una serie que conforma el volumen Cuerpos e identidades. La ruptura del canon en el siglo xxi y se realizó con la beca PECDA 2016-2017 otorgada por CONARTE en la categoría de Ensayo dentro de la disciplina Literatura.
DIARIO NEGRO / SIN TÍTULO / COLLAGE / 2009
del
A N ATO M Í A D E L A C R Í T I C A
¥¥NORA LIZET CASTILLO AGUIRRE
E
scribir con el cuerpo era la premisa inaugural en la apuesta literaria de Luisa Valenzuela cuando recomendaba, antes de tomar la pluma, apostar el cuerpo entero por una literatura intensa. Asimismo Margo Glantz nos brindó diferentes propuestas en las que el cuerpo se exhibía no solo como el tema del relato, sino como una posibilidad de explorar las relaciones entre personajes y argumentos. El cuerpo como una biografía plena y consistente. Cada parte del cuerpo habla del entero que es la persona: los dientes, los pies, las manos, las piernas, la cintura, los genitales, hasta llegar a las zonas erógenas más íntimas, de las que muchas veces, se prefiere hablar en secreto. En el año 1990 Sara Sefchovich nos sorprende con su personaje femenino en Demasiado amor:2 “26 años y 72 kilos tenía yo al conocerte” y continua su autodescubrimiento hasta llegar a los 32 años y 79 kilos. Se trataba de romper estereotipos de belleza y nos brindó una protagonista chaparrita, morena de pelo corto con un evidente sobrepeso que aumenta conforme vive desenfrenadamente. Sin embargo, el paso de esta historia a la cinematografía nos proporcionó un personaje con más altura y con cabello largo, quizá un poco más adecuada a los estereotipos de belleza dominantes en cuanto a estética visual. Para hablar del cuerpo humano, más precisamente del cuerpo femenino, es oportuno ubicarnos en el mundo de las apariencias en el que nos ha tocado vivir, la magnificada idea de la delgadez como el estado perfecto del cuerpo. Pasar de lo sano a los trastornos alimenticios derivados de la urgencia por estar bello, así como sufrir un miedo terrible a engordar. 3 2 Novela ganadora del premio José Agustín del año 1990. 3 ¿A qué le tengo más miedo, a envejecer o a engordar? Gran parte de las conversaciones modernas gira en torno a las dietas, las revistas de moda hablan de la dieta más efectiva, de la mejor, de la dieta que desintoxica; por lo tanto el estilo de vida se ha visto modificado y los alimentos que antes se consumían con desenfado, ahora terminan por ser alimentos prohibidos. En el Discovery Channel se han ido agregando a la cartelera diaria varios programas dedicados al tema de la obesidad. Programas con títulos sugerentes como “El hombre que quiero ser”, “Kilos mortales”, “El hombre de 500 kilos” y su versión femenina de “La mujer de 500 kilos”. Todos ellos cuentan historias terribles acerca de lo que significa ser obeso y señalan la culpa y la frustración que ocasiona no quedar en los pesos perfectos, la medida 90-60-90 como estereotipo máximo de la perfección femenina, y la definición y robustecimiento de los músculos pectorales y los bíceps de la perfección del cuerpo masculino.
El cuerpo como espacio habitable ha sido siempre una excusa para compartir las ideas, las tendencias de pensamiento, las formas de ver el mundo, así como el descubrimiento de la sensualidad en sus múltiples convenciones. Sin embargo, en los últimos veinte años nos hemos encontrado con más y más formas de transgredir los límites convencionales del amor, el erotismo, el sexo y el deseo, que proponen otras maneras de abordar la corporeidad sin prohibiciones. En Pandora, de la virtuosa pluma de Liliana V. Blum, la protagonista que obedece a ese nombre es una dama joven con características poco enorgullecedoras para una mujer del nuevo milenio: el sobrepeso, la baja autoestima y la segregación a la que la somete su familia por no entrar en el canon de belleza, y porque al tener un apetito voraz y siempre buscar satisfacerlo, atenta contra la autoridad de su madre, enfocada en el bienestar y la belleza de un cuerpo delgado y saludablemente proporcionado. La hermana de Pandora es una chica ágil, atlética, delgada y preocupada por seguir la moda. El único miembro de la familia que parece comprender a nuestra desafortunada protagonista es su padre y lamentablemente muere cuando recién comienza la historia: En realidad comer y pasar las horas con mi padre eran lo único que entonces me traía felicidad. Mi infancia, un tiempo cruel que parecía interminable, se extendió hasta mi adultez, como si se tratara de acuarelas que se mezclan tras un exceso de agua: durante el tiempo que viví en la misma casa que mi madre, sin importar mi edad, yo seguí siendo la niña gorda (Blum, 2016: 142).
La recurrente alusión a su peso exagerado (al principio de la novela pesaba 116 kilos) y por consecuencia a su corporeidad exacerbada nos remite a la manera en que las mujeres modernas hacen uso de las referencias corporales: los estereotipos de belleza, el concepto del bienestar, la moda y la autoestima como salvoconductos para ser tomadas en cuenta y, por ende, ser consideradas como ejemplos elegibles para formar parte de una sociedad perfecta. La novela Pandora puede leerse e interpretarse en tres niveles: el nivel de la narrativa, como fábula con un mensaje social implícito, y en el nivel psicológico como metáfora de la sexualidad femenina que puede llegar a ser desquiciante.
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En el plano de la narrativa, el personaje deviene in crescendo lo que nos descubre una crueldad implícita encerrada en cada adjetivo que define a Pandora, la protagonista: La sirvienta había acercado la mesita y depositado allí el desayuno antes de preguntarle si se le ofrecía algo más. Nunca la miraba de frente: su patrona era una gran montaña de carne y ella se empeñaba en actuar como si no existiera. Pandora no sabía si su cuerpo le causaba repugnancia o lástima. No sabía si ese comportamiento cortante y esos gestos contenidos obedecían al desprecio que la obesidad le producía o, más bien, a un rencor de clase. (Blum, 2016: 189).
Alude, en el segundo nivel, a lo que la sociedad y sus estereotipos de género, belleza, costumbres y tradiciones exigen en la mujer moderna del siglo xxi y que excluye a las feas, gordas, que sucumben, de manera vergonzosa, a su pulsión por la comida y el deleite de los sentidos esparcidos en cada papila gustativa. En el nivel psicológico y sus diferentes formas de manifestarse están las parafilias y los excesos en cuanto a la precepción de sí mismo con el resto del mundo y la interacción con sus semejantes, así como el nivel de auto aceptación. Aquí muestra dos visiones. Por un lado, la mujer que no está conforme consigo misma por querer quedar bien con los otros y, por otro, la mujer que está a gusto consigo misma a pesar de las formas impuestas por la sociedad pero que renuncia a su estado de bienestar por complacer a un amante exigente e insaciable. Gerardo ayudó a Pandora a ponerse de pie y la condujo hasta la báscula, que marcó cuatro kilos más. Se miraron por un momento y se besaron. Ella volvió a acostarse: estaba rendida. Él abrió el cajón del buró izquierdo y sacó una libreta negra. Apuntó la fecha y el peso de Pandora anterior y posterior a la comida. (Blum, 2016: 139).
Nos topamos con la necesidad de la complacencia, el abandono de sí misma y la relación con las necesidades del otro, la idea del matrimonio y los sacrificios implícitos entre las partes de los que se relacionan:
En la actualidad el imperativo del ¡goza! parece haber asumido el comando de las acciones de los sujetos. Abolidas las coordenadas simbólicas que otrora ofrecían marco y coto al goce, este amenaza con desbordarse. El retorno de los goces prohibidos se patentiza en la escalada de violencia extrema que inunda todos los estamentos sociales e intima con el estallido de los lazos sociales. La violencia imprime su sello característico a las relaciones entre los sujetos y de modo particularmente siniestro a las relaciones amorosas, que, prontamente, devienen en odio enamoramientos, es decir, relaciones que oscilan entre el amor y el odio, donde el estrago se halla siempre presente, en tanto experiencia devastadora en la relación de un sujeto con otro, situando a las lesiones y, en algunos casos, a la muerte del amante infortunado como horizonte nunca lejano. (Bower y Muñoz, 2013)
Pandora es una fábula hipermoderna,4 en la que las constantes referencias corporales, mezcladas con las ideas y el sentir del personaje, poco nos muestran acción. Es más una historia autorreflexiva en la que la protagonista cae presa de su inseguridad y su falta de experiencia al tratar con gente ajena a su familia. Es tanta su inseguridad que se pone en las manos de un hombre y, sin proponérselo, va cayendo presa de su parafilia. Es condición humana encerrarse en sus vicios y en este caso el deseo de Gerardo Vieira5 por sentir, tocar, probar y degustar las inagotables carnes de Pandora lo llevan al extremo de no poder controlar la necesidad de engordarla más y más hasta perder el control de su propia persona y olvidar su papel de médico. Aquí es justo cuando cabe una reflexión aparte: Gerardo es un médico con especialidad en ginecología, lo que nos hace pensar en que su obsesión por las dimensiones exageradas de un cuerpo humano, hasta llegar a la 4 En la hipermodernidad se continúan los proyectos de la posmodernidad junto con el hipernarcisismo, el hiperhedonismo, la ética, la globalización, las TIC, el reciclaje del pasado, los derechos humanos el relativismo y el mercado (Lipovetsky, 2006: 22). En cierta manera cada elemento de esta lista es puesto en bandeja al hablar de nuestra protagonista. 5 El protagonista masculino de la historia, a quien se describe como un hombre muy guapo, con ojos verdes, delgado con mucho dinero, con un consultorio propio, y por quien las mujeres se derriten
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LA OBSESIÓN, EL FETICHISMO, EL EXCESO, LA OBESIDAD MÓRBIDA HIPERBOLIZADA, LA RENUNCIA A LA VOLUNTAD, LA PÉRDIDA DE CONCIENCIA Y LIBERTAD CONJUGADOS CON EL EGOÍSMO ABSOLUTO, SIN OLVIDAR LOS PECADOS DE LA GULA Y LA LUJURIA SEGÚN LA TRADICIÓN JUDEOCRISTIANA SON TEMAS TOCANTES A LA NOVELA DE PANDORA. deformidad, las encuentra en sus pacientes durante sus embarazos, ya que las mujeres embarazadas comienzan con un tamaño completamente normal y al final de la gestación están más redondas y aumentadas de volumen. En cada momento de la historia, Gerardo gusta de las abundancias carnales, por ejemplo, en la decoración de la casa de su amante hay una pintura de Botero, en la que se resaltan precisamente estas dimensiones alusivas al volumen. Por otra parte, en la escala opuesta del tamaño, se encuentra el personaje de Abril –la esposa de Gerardo Vieira– quien hace todo lo posible, de acuerdo a lo aprendido por medio de su madre y sus amigas, por mantener a su lado al marido, no obstante tenga que sacrificar su propia naturaleza y asuma lo que “para todas” significa el mantenerse bella, estilizada y renunciando a su propia estructura corporal natural. Abril se mata de hambre, va al gimnasio, corre todas las mañanas, cuida bien a sus hijos, trae una camioneta último modelo. Es, de acuerdo a los parámetros narcisistas, un ama de casa ejemplar porque todo lo tiene limpio y ordenado. Sin embargo, Gerardo no la encuentra atractiva. No siente el más mínimo deseo por su esposa, precisamente por delgada, porque cuando se casaron, ella era llenita y eso a él le gustaba. Tan pronto nacieron los gemelos, ella se mantuvo a régimen y haciendo ejercicio y cada vez se le sienten más los huesos. Aquí lo que nos llama la atención es que de acuerdo a la norma social, ella hace todo por tener a su marido con ella y el marido, por el contrario, busca a una chica gorda para tener un romance extramarital. El adagio de buscar lo que no se tiene parece ser la única respuesta. De distintas maneras, nuestro cuerpo ha sido víctima de diversos paradigmas de dominación, los que se extienden tanto a los “antisociales”, como también a todo el resto de la sociedad. Hablar de cómo el sistema nos domina pareciera ser siempre medio “conspira-
cionista”, pero es justamente a través del proceso de socialización y normalización que experimentamos a temprana edad, que la formas de dominación nos parecen “normales y naturales”. (Riethmüller, 2012)
Dentro de la historia el doctor Gerardo Vieira cuenta a su esposa, que pasó su niñez y parte de su adolescencia en la casa de su tía, quien era muy gorda pero olía a dulce y a miel. Él sentía que la vida era eso: comer por placer. No le cuenta a su esposa el motivo por el que dejó de ver a la tía y tiene que ver con esta necesidad de cumplir el capricho de masturbarse en el armario mientras la tía duerme. El voyerismo llevado al extremo hace que su libido aumente y su satisfacción llegue a su clímax. La presentación de este relato bastante gráfico y sus consecuencias plantean la posible obsesión de Gerardo hacia la opulencia corporal. No menciona si Gerardo se sintió abandonado luego que la tía dejara de hablarle, solo menciona que Gerardo encuentra en Pandora ese paraíso perdido. Las frondosas carnes de Pandora le brindan a Gerardo la protección que él sintió que de niño le faltó. El relato inserto en esta historia coquetea con otras novelas y películas en las que la obsesión erótica parece ser un tema recurrente. 9 semanas y media (Lyne, 1986 o las películas Hable con ella (Almodóvar, 2002) o La piel que habito (Almodóvar, 2011) y hasta la novedosa Cincuenta sombras de Grey (Taylor-Johnson, 2011), al ser cada una de ellas una imagen de encanto-desencanto-dominacióndeseo. Temas que se tratan son la de la confianza que se le brinda al captor, en una mezcla de el objeto del deseo combinado con lo secreto y lo prohibido. La obsesión, el fetichismo, el exceso, la obesidad mórbida hiperbolizada, la renuncia a la voluntad, la pérdida de conciencia y libertad conjugados con el egoísmo absoluto, sin olvidar los pecados de la gula y la lujuria según la tradición judeocristiana son temas tocantes a la novela de Pandora.
EN PANDORA, AL MAGNIFICAR EL TAMAÑO DE LA AMANTE, GERARDO, UN HOMBRE DE TALLA NORMAL SE VA HACIENDO PEQUEÑO CON RESPECTO A SU MUJER, DE TAL SUERTE QUE EN LA FANTASÍA AL MOMENTO DEL COITO, ÉL VA RETORNANDO A SU ORIGEN Y UNA VEZ MÁS SE JUEGA CON LA IDEA DE LA GESTACIÓN COMO EL PARAÍSO PERDIDO AL QUE NO HAY POSIBILIDAD DE RETORNO. En la película Hable con ella, Pedro Almodóvar muestra una metaficción llamada “el amante menguante”, el amante se va reduciendo de tamaño hasta perderse en la vagina de la amante, y una vez que ella se queda dormida y la penetra hasta llegar a su origen tiene la oportunidad de estar dentro de la matriz, gestándose en otro. En Pandora, al magnificar el tamaño de la amante, Gerardo, un hombre de talla normal se va haciendo pequeño con respecto a su mujer, de tal suerte que en la fantasía al momento del coito, él va retornando a su origen y una vez más se juega con la idea de la gestación como el paraíso perdido al que no hay posibilidad de retorno. Una especie de Edipo penetrando a su madre trastocando el terreno de lo prohibido en varios niveles, ya que no solo se trata de una mujer que no es su mujer propiamente, es una amante-objeto del deseo-mujer fetiche. Pandora es una obesa que es tomada como fetiche y centro de atención de su parafilia. No solo engaña a su esposa Abril, quien por otro lado está sometida a las convenciones sociales con todo y que pone sus salud en peligro, ya que se abstiene de comer con tal de mantenerse delgada y perfecta. Pareciera que todo gira en torno a la sexualidad y a las necesidades y caprichos de Gerardo, pero bien pudiera ser una llamada de atención a la manera en
LA AMARILLA / SEXY BOY / DIBUJO / 2010
A N ATO M ÍA D E L A CRÍTI CA
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que la gente se abandona con tal de quedar bien con los otros y olvidarse de sí mismo. En esta renuncia, deviene el futuro de Pandora, que a diferencia del futuro de Abril, es insalvable. Pandora como ya lo hemos mencionado se somete a la voluntad de Gerardo quien la monta en una cama con báscula integrada, anota cada aumento de peso, le prohíbe levantarse de la cama y la nutre, primero de manera normal en donde Pandora mastica, deglute, saborea y goza cada alimento que toca su paladar; hasta que llega un momento en que este vendaje de ojos que hace John con Elizabeth en 9 semanas y media, que se torna cachondo y enciende la pasión, se presenta asqueroso cuando Gerardo le inserta un embudo en la boca a Pandora para agilizar el proceso de engorda y con ello el aumento de peso que busca a toda costa para encontrar en Pandora a la mujer más deliciosa del mundo. Un guiño a Robert Ledgard, doctor en La piel que habito insistiendo en convertir al personaje de Vicente en Vera y, con ello, le niega a su víctima toda posibilidad de voluntad y de humanidad. En el mismo sentido Pandora renuncia a su pudor al ser convertida en amante oculta y secreta. Renuncia a su voluntad al dejarse hacer lo que Gerardo quiere: una gorda irredenta incapaz de moverse, incapaz de decidir los alimentos que tomará en cada sesión de placer. Se convierte en una monstruosidad digna de un cuento de Kafka y la renuncia a su propio apetito, porque ya no es capaz de gozar de lo único que para ella significaba la felicidad, es decir, el comer sin culpa y comer con ganas, disfrutando y paladeando sus alimentos. El final de la historia es doloroso ya que Pandora involuntariamente se somete a la voluntad de Abril y termina abandonada por Gerardo, quien por un lado, participa en un congreso de ginecología y por otro, cae en el juego de Abril. Pandora, además es desatendida por la sirvienta que huye por no soportar más la imagen de esta mujer deforme y monstruosa, la sirvienta es incapaz de contemplar este cuerpo lleno de todo. Pandora, en su papel de amante, es descubierta por Abril en una situación lamentable, ya que al no poder pararse ni siquiera para poder ir al baño, se ve envuelta en sus propias deposiciones. Es difícil llegar a una sola conclusión luego de este peregrinaje por este tipo de temáticas; aunque
me gustaría enfatizar en los temas generales de los que parte esta novela que aparenta ser una obra de ficción; pero que, indefectiblemente, puede tomarse como una alegoría porque nos enfrenta a los cuerpos y a nuestra exacerbada idea de la perfección así como a la representación de lo monstruoso como lo oscuro y lo no deseable. No obstante las parafilias van más allá de lo racional, el amor, el sexo y el placer desmedidos también distan de lo que se toma como “bien visto” en una conducta sensata. Es obvio que lo que menos destaca en la historia de Pandora es la sensatez y mucho menos la medida de lo permitido. Consideremos entonces las diferentes maneras en que el cuerpo se manifiesta y las posibilidades a las que se somete por medio de la experimentación del placer, siempre en aras de la búsqueda de la felicidad y el cumplimiento de los sueños que nos remiten a otras épocas con el fin de llenar vacíos existenciales. REFERENCIAS Blum, L. (2016). Pandora. Ciudad de México: Tusquets. Bower, L. y Muñoz, O. (2013, jul 19). Amores estragados, cuerpos violentados: hacia una posible lectura del feminicidio. Epsys. Recuperado de http://www.eepsys.com/es/posible-lectura-delfeminicidio/ Butler, J. (2015). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires: Paidós. Eagleton, T. (2013). How to read Literature. New Haven: Yale University Press. Foucault, M. (1986). Historia de la sexualidad 2. El uso de los placeres. Ciudad de México: Siglo XXI. Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Ciudad de México: Siglo XXI. García, F. (2004). Breve historia del siglo xx. Barcelona: Debolsillo. Glantz, M. (2005). Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador. Barcelona: Anagrama. Guerra, L. (2007). Mujer y escritura. Fundamentos teóricos de la crítica feminista. Ciudad de México: UNAM, PUEG. Gutiérrez, R.; Peña, O.; Sáenz, A. y Vivero, C. (2015). Erotismo, Cuerpo y Prototipo en los textos culturales. México: Colección Género, literatura y pensamiento. Jayme, M. y Sau, V. (1996). Psicología diferencial del sexo y el género. Barcelona: Icaria. Kafka, F. (1987). La metamorfosis. Madrid: Alianza Editorial. Lamas, M. (2002). Cuerpo: diferencia sexual y género. Ciudad de México: Taurus. Lipovetsky, G. (2006). Los tiempos hipermodernos. Barcelona: Anagrama. Sefchovich, S. (1990). Demasiado amor. Ciudad de México: Planeta. Serret, E. (2001). El género y lo simbólico: la constitución imaginaria de la identidad femenina. Ciudad de México: UAM-Atzcapotzalco. Valenzuela, L. (2007) Escribir con el cuerpo. Conferencia en la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey. Riethmüller, N. (2012, febrero 15). La evolución de la dominación sobre el cuerpo y su devenir hacia la sociedad globalizada: el nacimiento de la prisión y la criminalización de la pobreza. El diario judío. Recuperado de https://eldiariojudio.com/2012/02/15/ la-evolucion-de-la-dominacion-sobre-el-cuerpo-y-su-devenirhacia-la-sociedad-globalizada-el-nacimiento-de-la-prision-y-lacriminalizacion-de-la-pobreza/
A N ATO M ÍA D E L A CRÍTI CA
de
DE
í c a n e u q n e El cuerpo
L E T T E N E P U G UA D A L
¥¥SELENE VERGARA
EL CUERPO EN QUE NACÍ, DE LA ESCRITORA MEXICANA GUADALUPE NETTEL, ADEMÁS DE PLASMAR UNA ESPECIE DE CATARSIS QUE ALUDE A SU HISTORIA PERSONAL, PROVOCA UNA SERIE DE CUESTIONAMIENTOS RELACIONADOS CON LOS CONFLICTOS DE UN MÉXICO DE LOS AÑOS 60, EN PARTICULAR, LOS ESTILOS DE VIDA Y DE CRIANZA TRADICIONALES FRENTE A AQUELLOS PROPIOS DE UNA ÉPOCA LIBERAL LIDERADA POR HIPPIES Y, CON ELLO, UNA MIRADA CRÍTICA SOBRE LA CONCEPCIÓN DE LA INFANCIA.
SIN TÍTULO / FOTOGRAFÍA / 2013
ESTILOS EN
CRIANZA
A N ATO M Í A D E L A C R Í T I C A
EL VIAJE MÁS LARGO / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2011
L
a niña, protagonista y narradora de la historia, de la cual no se revela nunca su nombre, nos presenta una reconstrucción con diferentes vertientes, las cuales ponen en tela de juicio las divergencias intrínsecas en la concepción de la infancia. La narradora, desde esa visión pueril padece dos tipos de crianza que conforman una antítesis. Por una parte, la educación concienzuda de unos padres liberales, y por otra, la figura autoritaria de una abuela vigilante de la norma que encasilla a la niña de acuerdo al rol social que le corresponde. Al inicio de la novela, la niña y su hermano menor reciben de sus padres la primicia invaluable de la comunicación y la honestidad como virtudes esenciales para la relación entre padres e hijos. En primera instancia, parece muy conveniente para desarrollar una relación sana; sin embargo, esta postura se ve trastocada hasta el límite cuando surge el tema de la educación sexual. —¿Para qué tiene la gente relaciones sexuales? [Pregunta la niña.] —Para sentir placer — respondían al unísono los dos adultos sentados en la parte de delante. Mientras mi hermano se entregaba absorto a la contemplación de los coches que circulaban por la calle, yo volvía al ataque: —¿Pero qué quiere decir eso? —Algo que nos gusta mucho, como bailar o comer chocolates. ¡Comer chocolates! Con una respuesta así, lo
más probable es que a una niña se le antojara encerrarse esa misma mañana en el baño del colegio con el primer varón que encontrara en su camino. (Nettel, 2011: 25).
La narradora describe la facilidad con que sus padres manejaban estos temas y el impacto inconsciente en la psique de ella, que solo pudo vislumbrar las implicaciones contraproducentes hasta reflexionarlo desde la etapa adulta. Esta sobreexposición también se evidencia al introducir a Irene y sus hermanas, niñas con quienes la protagonista comparte una amistad y con quienes atestigua una costumbre poco ortodoxa: “Los padres de Irene tenían la costumbre de ceder a sus impulsos sexuales delante de sus hijas y sin importar el lugar de la casa en el que estuvieran” (Nettel, 2011: 27). Este ejemplo, entre otros que se presentan en la novela, connota una generación que experimentó con su libertad y rechazó cualquier norma: los padres de la niña y los adultos con los que se relacionaban tenían ese espíritu transgresor que los empujaba incluso a establecerse en comunas, donde despojaban a los niños de su sentido de la propiedad (pues en colectivo todo se compartía); además de consensuar matrimonios abiertos y erradicar de manera superficial cualquier tabú. Dicha generación se construye desde los ideales hippies de los 60 y representa, dentro de la novela, una antítesis transgresora de la figura autoritaria, tradicional y delimitante que corresponde al papel de la abuela como tesis en esta dicotomía antagonista de crianza: “¿Desde cuándo las galleretas le tiran a las escopetas? —Con lo cual quería decir que los niños no deben pedir cuentas a los adultos” (Nettel, 2011: 55). La abuela responde a la
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COMO LA MUJER ERA UNA ‘ETERNAL MENOR’ HABÍA UNA CONTINUIDAD ENTRE LA NIÑA Y LA ADULTA. LA NIÑA PASABA DE LOS PAÑALES, DIRECTAMENTE, A VESTIRSE DE SEÑORA
niña con censura incuestionable sobre la situación de sus padres y el porqué había quedado, junto con su hermano, a cargo de ella. Después de haber estado acostumbrados a la comunicación total y avasallante con sus padres y en específico con la madre (ya que el padre queda relegado de responsabilidad en el argumento de la novela), regresan a una condición limitante propia de la infancia. Celia Amorós explica dicha condición: Pues a los niños y a las mujeres se les ha adjudicado la inocencia, el vivir al margen del mundo: “de esto no se habla delante de las señoras”, “de esto no se habla delante de los niños”. Ambos son objeto de asignación de tareas específicas, de tareas domésticas o de deberes. (Amorós, 2005: 97).
La niña y el niño desde un nivel inferior se colocan en la periferia, como se ha colocado a la mujer a lo largo de la historia, y con ello, surgen las asignaciones en desventaja determinadas por el género: “Las niñas, por supuesto, tampoco debían andar por ahí, ‘de bolas sueltas’ en la calle, jugando con los varones, y mucho menos subiendo por las ramas de los árboles” (Nettel, 2011: 57), sentencia la abuela al ver el comportamiento de “niño” que tenía su nieta. La forma de vestir también debía “corregirse”: Así fue como yo, aficionada a los jeans y a los pantalones deportivos que permiten escalar con mayor comodidad las bardas de piedra, tuve que regresar varias décadas atrás en el sistema de la moda e incorporar a mis atuendos cotidianos vestidos con encaje y zapatos de charol. (Nettel, 2011: 56).
Amorós explica este conservadurismo en la vestimenta con la condición de “menor” de la mujer. Siempre
es menor, y su crecimiento prevalece de manera horizontal negando, por supuesto, autonomía, decisión o destellos de su sexualidad: “Como la mujer era una ‘eternal menor’ había una continuidad entre la niña y la adulta. La niña pasaba de los pañales, directamente, a vestirse de señora” (Amorós, 2005: 96). Con estos dos personajes: madre/abuela, se construye el antagonismo generacional de dos tipos de crianza que, si bien en sus extremos denotan las carencias y contraproducentes resultados, no intuye ni propone una síntesis esclarecedora; no obstante, deja a la intemperie una inevitable reflexión sobre qué pensamos que es la infancia y cómo debería de ser. Para mí, lo supuestamente maravilloso que tiene la infancia, según mucha gente, es una de esas jugarretas que nos tiende la memoria. Por más diferencias que existan entre una vida y otra, estoy convencida, doctora Sazlavski, de que ninguna niñez puede ser del todo placentera. Los niños viven en un mundo donde la gran mayoría de sus circunstancias son impuestas. Otros deciden por ellos. (Nettel, 2011: 130).
Con esta última reflexión, la protagonista revela lo mitificada que puede llegar a estar la infancia, y el transfondo crudo que resulta imperativo ver de cerca. Dos estilos de crianza, tradicional y liberal, se entrelazan en esta novela generando una historia cándida, entretenida y apabullante en la cual vale la pena detenerse a observar. REFERENCIAS Nettel, G. (2011). El cuerpo en que nací. Barcelona: Anagrama. Amorós, C. (2005). “La dialéctica del sexo de Shulamith Firestone: modulaciones feministas del freudomarxismo” en Amorós, C. y De Miguel, A. (Eds.). Teoría feminista. De la Ilustración a la globalización. V. 2. Madrid: Editorial Minerva.
SIN TÍTULO / FOTOGRAFÍA / 2011
A N DA R A L A R E D O N DA
E LIMA NATOR C UAT R O
P O S TA L E S
SOBRE
¥¥CARLOS VELÁZQUEZ
LIMA
UNO ODIA LO QUE NO PUEDE DOMINAR. PERO A LIMA NO LA PUEDES ABORRECER. ELLA TE HACE DETESTARTE A TI MISMO. ME ATACÓ EL IMPULSO DE VOLVER A MÍ PAÍS. QUÉ DIABLOS HAGO YO AQUÍ. 1. THIS IS NOT LATINAMERICA Lima huele mal. Ah cómo me encanta Lima, proferí apenas me bajé del avión. Viajar desde México a Latinoamérica es experimentar un down literal. Un anti-rush. No es como visitar Europa. Sientes el descenso terráqueo. “A partir de este momento pueden encender todos sus aparatos electrónicos”, escupió la voz de la azafata por los speakers. Encendí mi celular y, como siempre duermo con los audífonos puestos, escuché: “en todas las ciudades, en todas ciudades”. Y así, con Pellejos como soundtrack, me planté en Lima. En todas las ciudades qué, inquirí. Esto, me dije. Un aroma. Me obsesionan los olores de las ciudades. Desde que Carl Sandburg dijo que Chicago apestaba a tocino. Miente, hiede a detergente. Torreón huele a pollo descongelándose. El D. F. a mierda. Y Lima huele mal. No puedo explicar a qué exactamente. Pero es particular. La fragancia de la auténtica fortaleza de la choledad. Debería llevarme unos cuantos frasquitos de este perfume para hacer negocio, medité. Jetlageado, dispuesto a todo, abandoné ese territorio neutro, federal, impersonal, el aeropuerto, para toparme con el monstruo. Lima es un animal pesado. Que se desplaza con lentitud. Volar por la noche fue un viaje en el
tiempo. Recorrí una gran distancia para encontrarme con un mamut. Pero mis armas no eran suficientes para cazarlo. Ah cómo me repudia Lima, solté. A Lima no se le puede matar. Uno odia lo que no puede dominar. Pero a Lima no la puedes aborrecer. Ella te hace detestarte a ti mismo. Me atacó el impulso de volver a mí país. Qué diablos hago yo aquí. Ordenarle al chofer que diera la vuelta y me regresara al aeropuerto. Tomar el primer avión a México. Me resistí. Me encontraba en Lima para ver Latinoamérica. Pero el trafical no me permitía observar nada. Todas las metrópolis se parecen. Pero unas se parecen más que otras. Lima se me antojó una replica de la Ciudad de México. Más pequeña, un poco menos contaminada e igual de caótica. Y con mucha cumbia. Lima bien podría ser rebautizada como Ciudad Chicha. Cada limeño viene al mundo con una guacharaca, al menos en la mente. Cada minuto nace un cholo que se dedicará a la música. Ya no caben. En eso se parecen a los chilangos, se reproducen como una plaga. Pasé dos horas metido en el tráfico. A ritmo de cumbia. La cumbia del estéreo del coche. La de la metrópoli. La de la piel de mis acompañantes.
DIARIO ROJO / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
A N DA R A L A RED O N DA
A N DA R A L A R E D O N DA
Para que una ciudad sea SI ERES NEURÓTICO, escritor hasta que no localices considerada como tal debe contar un ejemplar pirata de tu novela LIMA NO ES PARA TI. con al menos dos de estos tres en Quilca. Uno esperaría que al elementos: basura en las calles, SI ERES HISTÉRICO, no respetarse los derechos de perros callejeros y travestis. autor la industria del libro fuera LIMA NO ES PARA TI. inexistente. Sin embargo, existen Lima cumple con los requisitos. Unido a mí –me hospedaron en PERO SI NO ERES NI editoriales indies (y una que otra el Hotel Bolívar– se encontraba el NEURÓTICO NI HIS- filial) que la mantiene a flote. El Jirón de la Unión, el pasaje de las principal problema lo tienen las TÉRICO NO ERES transnacionales. Esto no significa prostitutas y los travelos. Ah cómo me fascina Lima, me convencí que la piratería no ponga en riesgo PARA LIMA. apenas puse un pie en la acera. a toda la industria. Pero Lima es Lejos de Barranco, de Miraflores. punk. Fuck copyrights. Ay, si la Lima blanca contara toda la verdad. El centro Desde niño se me había inculcado mi es el reino de los feos. Durante toda mi estancia en latinoamericanidad. De América yo soy, cantaron Los Lima no vi una sola mujer bonita en la Plaza San Tigres del Norte con afán integrista. Pero nunca Martín. Así que me encontraba en mi elemento. Feo nadie me ha explicado en qué consiste. Una ocasión y negro yo. Estoy tan enamorado de la Negra Tomasa. El en Guatemala expresé que los latinos éramos hijos eterno enamoradizo de la grasa de las capitales. En de una misma llaga. No me refería a la violencia como qué día fue que Dios creó la contaminación. elemento unificador. O al narcotráfico. Sino a que la Dicen que la capital mundial de la piratería es realidad latinoamericana lleva décadas cayéndose a China, nunca he estado ahí, pero las virgencitas de pedazos. Y los índices de pobreza están diseñando un Guadalupe con la leyenda Made in China son un indicio. modo de vida para el cual no estábamos preparados. No falta mucho tiempo para que se vendan cristos de Mi propósito en Lima era descubrir qué nos hacía porcelana con los ojos rasgados. Pues bien, Lima es el latinoamericanos. Pero en este viaje no lo descubrí. paraíso pirateca. Aunque en Tepito puedes encontrar Quizá nunca obtenga una respuesta. Los días se lo que sea que busques, y en cada esquina del Distrito me acababan. Que yo no me pudiera explicar como Federal haya un puesto con mercancía pirata, latinoamericano no significaba que no existieran. Lima supera a México. Polvos Azules, un mercado Tengo que encontrar al menos uno, me repetía. Y comparable al de San Juan, de Guadalajara, es un caminaba, de día y de noche, por el Jirón de la Unión emporio dedicado a la piratería. La diferencia con el tratando de localizar a uno. Pero no encontré. Lo resto del mundo es que en Perú se ha vuelto parte único que había eran cholos. de la industria. No solo impera en la clandestinidad, Si eres neurótico, Lima no es para ti. Si eres también puedes comprar CDs de música en puestos histérico, Lima no es para ti. Pero si no eres ni de periódicos. El gobierno ha perdido la batalla. Perú neurótico ni histérico no eres para Lima. Sucia, está orgulloso de su cultura de la piratería. sobrepoblada, no es tan distinta a otras ciudades En México circulan escasos libros piratas. Pero en del continente. Pero, ah cómo me cautivaba Lima puedes comprar una edición de Anagrama de Lima. Por indescriptible. Si no podía conocer a Mujeres de Charles Bukowski (resalta a la vista que un latinoamericano de jodido conocería esa parte se trata de una falsificación) en Quilca, un mercado de Latinoamérica. Pero conforme más exploraba de libros falsos. En México se dice que no eres un Lima más me parecía una ciudad de otro planeta. escritor de verdad hasta que vendan ejemplares de ¿Acaso Sendero Luminoso fue su último rasgo de tu obra en el libro de segunda mano. Eso significa latinoamericanidad? Lo más preocupante era que cada que alguien se tomó la molestia de comprar uno de vez me sentía más cómodo con la clasificación de Lima tus títulos, aunque se haya deshecho de él. Bajo esta como un no lugar. Hasta pensé que podría vivir ahí. lógica, en Lima no te convertirás en un auténtico Entonces la abominé. Como un mal hijo rechaza a su
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madre. Cómo es que había tantos no-latinoamericanos viviendo en Latinoamérica. Cómo me caga Lima, le dije al mesero del restaurante del Hotel Bolívar. Cuántos días lleva usted aquí, me preguntó. Suficientes, le respondí. Es porque ya se está volviendo limeño, respondió. El horror. No, no me estaba convirtiendo en peruano. Pero si no me largaba me transformaría en cholo. No podía perder mi vuelo de regreso. Esto no es Latinoamérica, concluí. Pero sí es un milagro. 2. LA MARRANA NEGRA DE LA LECHE DE TIGRE PERUANA La comida es una religión para mí. Y una de las catedrales culinarias indiscutibles es Perú, había escuchado alardear a un chingo de comensales. Incluso recibí invitaciones a restaurantes peruanos en México. Pero me resistí. Así como la cocina francesa es impenetrable para los japoneses, la peruana mexicanizada ponía en guardia mi escepticismo. Aterricé en Lima a las cinco de la mañana para vencer mi descreimiento. Al salir del aeropuerto me topé con un paisaje familiar. Caos, tráfico, contaminación y sobrepoblación. Parecía que habían arrancado un pedazo del D. F. para injertarlo en una zona del pacífico. Y tuve fe. Ahí donde reina el desmadre siempre se encuentra buena cocina. La primera epifanía la experimenté en La Muralla. Un restaurantito de mariscos y comida criolla a media calle de la Plaza San Martín, en el mero centro de Lima. No soy fan de la comida típica. En México puedo devorar aparadores de todo tipo de carne, pero el pozole, unas enchiladas o el mole me deportan derechito a la indigestión. Por fortuna la entrada en La Muralla fue el famoso ceviche peruano. Para un glotón como yo, que vive a 400 kilómetros de Mazatlán, qué puede tener el ceviche de especial. Oh, imbecile. Poor me. Todas las leyendas resultaron ser ciertas. Bastó el primer bocado para sentir un deseo irrefrenable de renunciar a la nacionalidad mexicana. Me quedo, pensé, quemaré mi pasaporte. Una porción de trozos, cuadros de gelatina rosada, acompañados de rebanadas de camote y granos de elote del tamaño del
dedo gordo. Me volví un converso al instante. Podría desayunar, comer y cenar ceviche peruano toda mi vida. Me abstuve de la gallina al ají. El orgullo nacional. Platillo aplaudido por todos los estratos sociales. No por desidia, como ya dije, por evitar un boleto directo a la dispepsia. Sé que al evadir la cocina criolla me pierdo de experiencias irrepetibles. Y el sentido de aventura nunca está mejor empleado que cuando se trata de comida. Pero como fanático de los mariscos lo único que deseaba era atracarme de mi droga favorita. Antes preferí probar la tan reputada “chifa”. Comida china peruana. Al día siguiente, otra vez con la desconfianza por delante, acudí al San Joy Lao, en la calle Capón, en el Barrio Chino. Mi segunda esposa era de ascendencia china. Y quedé harto del chop suey. Al divorciarme de ella me divorcié de toda la cultura. Me prometí no volver a probar su comida. No leo literatura china ni veo películas de directores chinos. Pero me sentí retado. A ver si es cierto que es mejor que la comida china de Mexicali. Hice mi prejuicio a un lado, el que no puedo hacer con las enmoladas, y el otro: no creo en la cocina fusión. En Confesiones de un chef, Anthony Bourdain cuenta cómo para los platillos de la sucursal de Les Halles en Japón tuvo que reducir las porciones. Los japoneses son incapaces de comer 250 gramos de carne. Con todo respeto para los nipones y para esa comida, esa ya no es una experiencia íntegra. La chifa es comida china en un sentido estricto, pero tratada a la peruana. Y para variar, un desfile de platillos me calló la boca. Choclaufa, Aelopuelto, Kam Iu Wantán (pato agridulce con carne y langostinos), soy un fan del pato, me hicieron tocar mis propios límites. Hacía años que no comía tal cantidad de comida en una sola sentada. Y las porciones continuaban llegando. Era imposible parar. Porque la chifa ha dejado de ser comida china arraigada en Perú para reclamar su lugar como una auténtica cultura. El momento decisivo, mi gran prueba como gastrónomo aficionado, fue la culminación del bufet: el Chi Jau Cuy. Sí, un roedor. Empanizado con salsa de ostión picante. Apenas lo colocaron en la mesa los peruanos que me acompañaban lo rapiñaban. Parecía que había sido depositado un tesoro. Y como uno nunca se quiere quedar atrás me serví
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un par de bocados. Y estuvo a punto de ocurrir una catástrofe. Odié la textura. Una piel dura y una piel cartilaginosa. Estuve a punto de vomitar en una mesa de doce personas. Pero me contuve. Y acepté una dura verdad. Fracasé como Mad Max. Si mañana hubiera una hecatombe y tuviéramos que sobrevivir alimentándonos de ratas, me moriría de hambre. Un peruano estaba mejor preparado para el apocalipsis que yo. Tras esa experiencia nunca volveré a sentirme the new kid in town. A la noche siguiente me quité el mal sabor de boca con una visita al Huaca Pucllana, un restaurante de cuatro tenedores enclavado en una zona arqueológica, en Miraflores, una de las zonas fresas de Lima. No es por alardear, pero este fue el menú: primer tiempo, causa verde rellena con trucha ahumada; segundo, tiradito de atún en salsa de cocona; tercero, seco de mero con majado de yuca; cuarto, lomo saltado Señorío de Sulco; postre, queso helado con galleta de coco y miel de cerveza negra. Y a propósito de la chela, la peruana no es algo digno de remembranza, no son reputados por su industria cervecera, pero la Cusqueña es bastante decente, mejor que la Sol o Tecate Light. De la cena en Huaca Pucllana lo menos seductor fue el lomo. Pero lo demás fue una orgía de los sentidos. Para mí el atún es el rey. En general, el pescado de Perú es irresistible. Pese a que se encuentra en el Pacífico, consumen otras variedades que no son populares en México, como el ojo de uva y la cojinova. Me reencontré con el amor de mi vida, el ceviche peruano, la tarde siguiente en La Choza Náutica, una cevichería en Los Olivos, a una hora del centro de la ciudad. El sitio es célebre porque ahí se intoxicó Morrissey en su visita a Lima. Tras atrabancarme tres platos de ceviche, experimenté un satori: la leche de tigre. Fue hasta que la probé que experimenté el verdadero significado afrodisiaco. No tiene absolutamente nada que ver con lo que en México conocemos como leche de tigre. Es una ración más grande, de cubos de pescado con una salsa de pescado molido con un toque de ají, grano de elote, y una rama de perejil de adorno. Desconozco los niveles de disfunción eréctil en Perú, pero seguro son menores a los de otros países. Pero más allá de sus propiedades, su sabor me desarmó. Proteína y cero colesterol. El alimento perfecto. Ese tipo de cosas
que te hace soltar la expresión: “conéctenlo a mis venas”. Obvio, “dobletié”, y me la bajé con Cusqueña. Una combinación improbable, cerveza y leche, en un maridaje perfecto. Me despedí de la gastronomía peruana con una cena en el Señorío de Sulco, un restaurante de cinco tenedores. Carpachos de por medio, el trabajo estaba hecho, ya había sido sublimado por el ceviche y la leche de tigre. Y aunque la cocina gourmet del Señorío de Sulco es apreciada, la bandera de conquista ya había sido clavada en el territorio salvaje que es mi estómago. Horas después, a las cinco de la mañana tomé un taxi rumbo al aeropuerto. Durante el trayecto no podía dejar de pensar en lo que dejaba atrás. La leche de tigre había desbancado todas mis nociones sobre la comida del mar. Y una certeza me invadió: tengo que volver a Lima. No voy a aguantar mucho tiempo alejado de su cocina. 3. ALLEN GINSBERG EN LIMA Cuando leí Las cartas de la ayahuasca jamás me propuse conocer Lima. Nueve años después aterricé en la capital peruana en un horario infame. Burroughs arrastró a Kerouac, primero, y a la pandilla beat, después, a la Ciudad de México. Tras este capítulo serían atraídos por Old Bill a Tánger. Transcurrido un tiempo Burroughs viajó a Sudamérica en busca de la ayahuasca. Solo Ginsberg lo secundaría en esta travesía. Existen cientos de historias que jamás serán contadas. Las de una multitud de adolescentes que inspirados en la literatura beat se colgaron la mochila al hombro para emular los viajes de sus héroes. Este comportamiento trastornaría la literatura toda. Qué otra cosa es la trama de Los detectives salvajes sino una imitación de esta conducta. En mi adolescencia deambulé por el norte de México, pero nunca como un aspirante a vago dharma. Viajé a Perú por otras razones, equivocadas o no. Pero a pesar de ello, era el primer viaje beat de mi vida. A los 37 años. Y por Aeroméxico. Pero no tras la huella de Ginsberg. A la búsqueda de Pedro Casusol. Apenas el aeropuerto me escupió, Lima me pareció insoportable. Dónde me traes, San Kerouac. El turismo de drogas no era mi cometido. Bajo ninguna circunstancia probaría la ayahuasca. No por miedoso.
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Hacía unas pocas semanas había experimentado con la Casa de la Literatura Peruana. Antigua estación DMT. Y había sufrido lo que Burroughs denominó El de ferrocarriles. Que en su fachada ostenta un reloj. pinchazo definitivo. Tras la experiencia concluí que El mismo que describe Walter Curonisy en su Poema transcurriría bastante tiempo antes de que volviera a a Allen Ginsberg. El beat lo invitó a su cuarto de hotel consumir DMT o ayahuasca. Lo mismo me ocurrió con a observar el reloj bajo los efectos del éter. Mismo el peyote. Y ya han pasado más de diez años desde la que ahora contemplaba yo. Sobrio, pero consiente de última vez que tragué. todo su significado beat. Qué más kerouaquiano que Mi cometido obedecía a objetivos únicamente alojarse en un hotel frente a la estación de ferrocarriles, literarios. Pero sin fines investigativos. Mi propósito con las vías del tren a unos pasos. era visitar los sitios limeños En la Casa de la Literatura mencionados en “Visiones divinas”. Peruana se exhibía una muestra “PERÚ ES LIMA, LIMA dedicada al poeta Martín Adán. Y por supuesto conocer en persona al autor del texto, Pedro Casusol. La ES EL JIRÓN DE LA Como parte de la exposición historia es una bitch. Mis anfitriones se mostraban unas copias del UNIÓN, Y EL JIRÓN manuscrito (puño y letra del me hospedaron en el Gran Hotel Bolívar. Un destino poco beat. Hoy DE LA UNIÓN ES UN beat) del poema “To an Old un tanto en decadencia pero que Poet in Perú”, publicado por PARAÍSO ENFERMO” durante la década de los sesentas Ginsberg en Reality sandwiches, era un hotel de lujo. Un hombre y un libro de Jorge Capriata que había sido llevado a juicio en Estados Unidos clavado como una mariposa disecada, abierto justo por obscenidad a raíz de la publicación de un libro de en las páginas en que narra dos encuentros que poemas no podía pagarse una habitación en el Bolívar. tuvo con Ginsberg. Existe una visión distorsionada Durante su estancia en Lima, Ginsberg durmió en el acerca de la relación entre los poetas. Se rumora que Comercio. Arrumbé mi equipaje en mi habitación y en tuvieron un desencuentro. Y que el peruano insultó al mi primera oportunidad me dirigí al lugar. beat. Sin embargo abundan datos imprecisos. Como Caminé por el Jirón de la Unión. Una franja que Ginsberg pidió que lo llevaran al centro de la comercial que años atrás había sido paseo para la ciudad, cuando se hospedaba en el Cordano. Un mes aristocracia. Mientras andaba hacia la alameda después, en diciembre, se ofrecería un conservatorio escuché que alguien recitaba lo siguiente: “Perú es en la misma Casa de la Literatura Peruana sobre el Lima, Lima es el Jirón de la Unión, y el Jirón de la momento en que coincidieron Adán y Ginsberg. No Unión es un paraíso enfermo”. Es una paráfrasis de las permanecería tanto tiempo en Lima para asistir, pero palabras de Abraham Valdelomar, un literato nacido confiaba toparme antes con Casusol y que me relatara en el siglo xix. Paráfrasis que describe a la perfección su versión. el estado actual del centro histórico de Lima. Una En el interior del Cordano cuelgan algunas zona sumida en la pauperización, sucia, mal oliente, fotografías de celebridades (desconocidas para mí). plagada de sex shops, con una alta población de Ninguna de Ginsberg. Abrigaba el deseo de que asaltantes, donde las clases bajas desarrollan su vida presumieran con orgullo el paso del poeta por la nocturna. cantina. Me bebí unas cuantas cervezas Cusqueñas Afuera del bar Cordano saludé a Jon Lee Anderson mientras investigaba el paradero de Casusol. Mis y a Julio Villanueva Chang. Es una parada turística anfitriones conocían de su existencia, pero no obligatoria. El edificio domina toda una esquina. En consiguieron localizarlo aquel día. Mi estancia en la parte superior se reconoce lo que fuera el Hotel Lima, que supuse un infierno, derrumbó todos mis Comercio, hoy inactivo. El exterior luce un poco prejuicios en contra de la cultura limeña. No tolero derruido. El único testimonio visible de su existencia a Vargas Llosa, pero recorrí el Jirón de la Unión (el es una puerta clausurada que da a la calle. De la cual paraíso enfermo, es increíble hasta dónde se cuela la conservo una fotografía. Pero enfrente se encuentra influencia de Blake) de noche.
DIARIO MODO AMOR / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
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Malgasté mis días tragando tortas de jamón del país que trasegaba con cerveza Cusqueña. Visité variados establecimientos con espíritu cantinesco tanto en el centro como en Miraflores. Y transité una y otra vez los alrededores de la Plaza San Martín, la Alameda y La Casa del Libro del Perú con Ginsberg en la cabeza. Sabedor de que el poeta había transitado las mismas calles. Y aunque no había conocido la capital peruana en los 60s podría advertir que el tiempo se había detenido en ciertos puntos. No hacía falta preguntarme qué opinaría Ginsberg de la Lima actual. Debajo del posmodernismo, del falso cosmopolitismo, de la sobrepoblación, latía aún el pasado chamánico que había seducido a Burroughs y a Ginsberg. Me extrañó que siendo la visita de Ginsberg tan significativa para un sector literario limeño (se habla de la influencia del beat en poetas desde el año 1966 a 1991) no existieran ediciones peruanas de su obra. Con la agitación editorial indie que se cargan. Los días se llenaron y la fecha de largarme me alcanzó. No conseguí conocer a Casusol. Ni a Capiatra. Ni a ningún entusiasta de la literatura beat. Nadie a quien ofrecerle que si alguna vez visitaba el D. F. le mostraría la Cerrada de Medellín (donde alguna vez viviera Kerouac durante los 50s). Me fui de Lima con una botella de pisco abierta (no sé por qué me permitieron subirla así al avión). Con este verso de Ginsberg en la cabeza: “(mi rock and roll es el movimiento de un ángel volando en una ciudad moderna)”. 4. E LIMANATOR Yo no sabía nada sobre Perú. Excepto que era el mayor productor de cocaína en el mundo (o el segundo, como en el juego de dónde quedó la bolita, cambia de lugar con Las 40 principales); que los Rolling Stones habían pasado ahí una temporada durante los setentas pero nunca habían ofrecido un concierto, tocarían por primera vez en el país apenas el 6 de marzo de 2016; que de ahí eran originarios Los Saicos, el grupo protopunk sesentero; y que Jynx Maze, mi actriz porno favorita, es hija de una peruana. Descendía del avión amodorrado. Eran las seis de la mañana. Buenos días Habana, buenos días Guayaquil, buenos días La Paz, buenos días Lima. Mis anfitriones me hospedaron en el Hotel
Bolívar, y en el cuarto piso, el mismo en que se alojaron los Stones en su visita (Los Rolling Stones en Perú de Sergio Galarza y Cucho Peñaloza dixit). Circa más, circa menos, contemplar el vitral de la cúpula del hotel y dormir en el mismo piso que Mick Jagger y Keith Richards me unió de inmediato a Lima. Debí arrancarle un pedazo al marco de la puerta, como souvenir, para enmarcarlo y colgarlo en la sala de mi casa. El mobiliario parecía tener la misma edad de los Stones. Seguro estaba en el hotel desde antes que yo naciera. Lima tiene fama de peligrosa. Mis anfitriones me advirtieron que anduviera con cuidado. Y no me
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PARA LA CLASE MEDIA LIMEÑA LOS NACIDOS FUERA DE LOS MÁRGENES DE LA CAPITAL NO SON PERUANOS. Y NO TIENEN EL DERECHO A LOS PRIVILEGIOS DE LA CAPITAL.
permitieron andar solo y a pie por el otro lado del Río Rímac. Entendí sus reservas. Que te apuñalen a un extranjero no es la mejor publicidad turística. Y el quemón para mí. Sobrevivir en la ciudad más violenta del sexenio, el mandato de Felipe Calderón, para venir a quedar en un cinturón de miseria de Lima. Exagero. Pero me exponía a que me asaltaran. Lo mismo se les repite a los turistas en México. Que no se acerquen a Tepito. No importa que yo entre y salga ileso del bario bravo a las tres de la madrugada. Pero esta prudencia refleja a la perfección cierta condición local. El limeño, no el promedio, la clase acomodada, tiene la creencia de que Lima es la capital del mundo. Y aunque hayan viajado, a París, Buenos Aires, España, desconocen que en otras metrópolis se experimenta un nivel de violencia superior. Para la intelligentsia limeña Lima es el horror máximo. Y que el resto de Latinoamérica no existe fuera de las novelas de Vargas Llosa. Para el resto, el limeño promedio, el cholo, el indígena, el migrante, Lima es una fiesta. Por eso tanta chicha. Como en todas las metrópolis, los limeños luchan por eliminarse unos a otros. La pelea en el tráfico por llegar antes al trabajo, el lugar en el colectivo, el aire que respirar. La clase media limeña (y la alta), que además es sumamente reducida, vive traumatizada con el fenómeno de la migración. Como habitante del norte de México, de un estado fronterizo, para mí la migración es el éxodo de millones de latinoamericanos (hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, etc.) hacia Estados Unidos. El inmigrante es alguien que ha renunciado a su nación para buscar mejores condiciones de vida en una patria ajena a la suya. En México no se consideran inmigrantes a los provincianos que se mudan al Distrito Federal. “Migración interna” es el término que emplean los limeños para el fenómeno del desplazamiento de miles de habitantes de tierra adentro hacia la capital.
La densidad demográfica ha terminado por instalar un odio de clase en el limeño acomodado. Vive obsesionado con la migración. Y lucha por aparentar ser progresista, pero entre más intenta esconderlo, más emerge ese odio y ese racismo contra el pobre y el indígena que osó abandonar el interior para trasladarse a su amada Lima. Para la clase media limeña los nacidos fuera de los márgenes de la capital no son peruanos. Y no tienen el derecho a los privilegios de la capital. Si pudieran los exterminarían o los repatriarían a sus lugares de origen (como en La Habana). Puedes observarlo en sus ojos. Esta inquina soterrada que no descansa nunca. A menudo manifiestan que les parece incomprensible el fenómeno cuando es completamente natural que las capitales atraigan ríos de gente. En México también existe el racismo. Pero se mantiene en el nivel de la marginación. Se te margina por pobre, por prieto, por naco, por ignorante. Pero no impera esta sensación de desprecio homogeneizado contra el indígena y el pobre. En el norte, por ejemplo, a los indios tarahumaras no se les mira con el sesgo del destierro. Y en el centro, el chilango no se siente invadido como el limeño, lleva décadas aprendiendo a vivir con la sobrepoblación, la contingencia ambiental, la escasez de agua, etc. Convivir con la clase media limeña puede llegar a ser desesperante. Es repetitivo. No transcurre una hora sin que regrese al mismo tema. Cómo la migración interna le arrebató el paraíso. La clase media limeña está urgida de terapia psicológica al respecto. Ellos son para el indígena lo que para nosotros es el gringo. Todos tratan de anularse unos a otros. Y Lima de eliminarlos a todos. El racismo es una caricatura. La mayoría de limeños racistas se ven como los blancos que quieren aparentar ser negros. Se colocan dentaduras doradas, se hacen rastas en el cabello, se cuelgan cadenas de oro que les llegan a
DIARIO ROJO / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
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la cintura. Las personas de tez blanca en Lima son una excentricidad. La clase media más que una denominación social parece una especie exótica. Pero como en el racismo latinoamericano existen matices. Que yo pueda pasar por blanco en Lima me parece ridículo. Y la gente que yo escuché quejarse de la migración tiene mi mismo color de piel o son más morenos aún. Latinoamérica, donde la gente morocha aspira a ser blanca. Al limeño le gusta engañarse. Pero todos son cholos, aunque les cague, como dijo Gabriela Wiener en “La fortaleza de la choledad”. En México sucede algo similar. Mucha gente detenta una conducta aspiracional. Pero siempre se descubre que no eres. La diferencia es que en México las clases sociales se mezclan. En Lima no. Acudí a un bar en Callao en el que a un limeño pobre no se le habría permitido la entrada jamás Es triste el racismo en Lima, estoy a la espera de que una banda de punk se autonombre Cholo irracional.
Pero la disfruté enormemente. Estar de pie frente al pacífico es una experiencia insondable. Es como estar en Galveston, ahí donde termina el continente en el Golfo de México. O en playas de Tijuana, la esquina más septentrional de Latinoamérica. Donde da vuelta el globo. Me habría quedado observando el mar. El mar verde moco de Dedalus. A vivir a base de pura leche de tigre y leche de pantera. A convertirme en el mejor cliente de la librería El Virrey. Estuve tentado a perder el vuelo. Pero si no me marchaba Lima me iba a matar. Me dispararía en el corazón. Subí a un taxi que me condujo al aeropuerto. Atrás se quedó la promesa de cumbia. Me acosó el malestar de siempre estar yéndome y llegando a Lima. Me desafané de la inexpugnable Lima sintiéndome menos latinoamericano que nunca. Pero antes de subirme al avión escribí con una pluma en el baño del aeropuerto: See you later, eLimanator.
A MA TO RIA ¥¥ENRIQUE RUIZ
No te amaba no te amo bien sé que no que no que es la hora es la luz la tarde de verano. Lo sé pero te amo ahora te amo hoy esta tarde te amo como te amé otras tardes desesperadamente con ciego amor con ira con tristísima ciencia más allá de deseos o ilusiones o esperas y esperando no obstante esperándote viendo que venías por fin que llegabas de paso. Idea Vilariño
DIARIO NEGRO / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2009
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as palabras y las imágenes nos muestran algo pero nunca a plenitud. Son, dichosamente, insinuaciones de un más allá, recortes de una realidad imposible de asimilar, destellos de un fuego oculto. Por eso nos interpelan y sorprenden, porque en ellas no está presente toda la complejidad que dio lugar a su enunciación. Son un campo de pugna entre saberes, anhelos, temores, incertidumbres y otras imprecisiones. Podría pensarse que tenemos el control de lo que decimos al hablar pero no es así pues las palabras, aparentemente claras, emergen en realidad desde lugares desconocidos. Es decir, no somos solo aquello que se enuncia en la forma de certezas como parecen serlo los apellidos, los lugares de origen o los registros alfanuméricos, las credenciales y los puestos laborales.
Somos más que eso, somos también incertidumbre incómoda, cáscaras quebradizas, desintegraciones, fragmentaciones, estados abiertos, silencios. •[Casi siempre me alegro cuando encuentro un espacio para la soledad real; hoy no.]•1 Pertenecemos a una condición discreta y tímida que no es la que usualmente responde a las preguntas convencionales de la identidad. Hay un más allá de lo ubicuo de la condición histórica de nuestra existencia (sin que ello implique subestimar la importancia de ese horizonte histórico). Habitamos también espacios opacos, algunos de los cuales son escondites, otros son zonas de resistencia o disidencia, y otros más son lugares para los goces secretos y los cuestionamientos dolorosos. Son esas cosas que ocurren no solamente desde la objetividad 1 Entre corchetes: citas textuales del Facebook de Paola Cedeño.
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del lenguaje, la conciencia política o social sino desde los humores, los pesares, las derivas. •[Preparando la mudanza hacia un lugar desconocido; también el corazón.]• Es una sustancia que tiene una fuerza que va más allá de las palabras, es algo que no podemos comprender plenamente aunque esté presente en nosotros. Vivir es acerca de encontrar un lugar. Esto es tener una posición en el intercambio objetivo y subjetivo cotidiano. Fuera de ello no es posible pensarnos. •[“La vida justifica, no tiene necesidad de ser justificada.” G. Deleuze.]• Acceder a un lugar propio requiere de una gran cantidad de ensayos, acomodos, conflictos, fracasos, errores y sobre todo incertidumbres. En algunas (pocas) ocasiones las fuerzas que nos vapulean parecen serenarse. El agitado mar en el que flotamos parece sedado y es tan notable el cambio que podríamos creer en ese momento que por fin hemos arribado a algún lugar (los pasajes a la felicidad). El devenir aun cuando distante se muestra alcanzable y posible. Pero la mirada que lanzamos a este apacible lugar está usualmente pervertida por los enigmas de nuestros propios deseos que, siendo propios, nos son ajenos; así que la perspectiva de ese dichoso devenir es frágil. Se derrumba o se trastoca con facilidad en cada nueva circunstancia que vivimos. Entonces, y de nueva cuenta, estamos a la intemperie. He ahí la cuestión: la vida deviene en representaciones de estos trasiegos y las representaciones se incorporan temblorosamente a la vida cotidiana. Este saber nos sirve para imaginar, pensar y sentir el más allá de lo ya dado. •[Necesito cosas que no me necesiten. Eso es el amor y el deseo también, huellas que no me necesitan, que se acumulan destruyéndose, cenizas.]• Al fotografiar, al dibujar en una libreta, al proyectar, accionar y ofrecer los resultados de la búsqueda artística, se realizan actos inconclusos que llevan a otros actos aún más inciertos, lo cual es portentoso pues nos regala indicios, no de una realidad sólida, sino de algo que está más allá de lo evidente y obvio. Pues al igual que el que-hacer de Amatoria (es decir, a través de sus representaciones) todos perseguimos lo que no se puede alcanzar. Así es la condición humana, somos agentes en mutación localizados en una geografía de desasosiegos, y en cada caída hay una parte de nosotros que se extravía para siempre y otra parte que recupera el vuelo. •[Lo importante es que se corte las uñas.] •[Lo importante es
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que no use pantalones más entallados que yo.] •[Lo importante es que no tenga el cabello más largo que yo.] •[Lo importante es que no use gel.] •[Lo importante es que no use sandalias.] •[Lo importante es verlo caminar a lo lejos. Si no camina olviden eso.] •[Lo importante es conocer su voz.] •[Lo importante es conocerlo sin barba.] •[Lo importante es observar sus manos y los detalles.]• Intentamos atrapar lo que es, por su naturaleza, elusivo, eso que va más allá de las certeras palabras o las minuciosas imágenes; tratamos de entrar en una dimensión que no es mesurable. •[La piel no
miente.]• Tal vez no reconocemos su crudeza original porque no podríamos soportar su vehemencia pero es nuestro cuerpo el que se manifiesta en complejos y dilatados procesos: euforia, obsesión, hastío, enamoramiento, cansancio, dolor, desesperación, miedo. No lo controlamos ni lo comprendemos. Son intensidades que no se detienen en los filtros aunque estos existan. Ser cuerpo es un acto de contingencia al mismo tiempo que un lugar de insurgencia y goce. Es un pliegue de heridas y alucinaciones. Es un hueco,
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una pregunta sin solución que retorna y vuelve a retornar. Llenamos los vacíos con (supuestos) sentidos, lo cual es una tarea infructuosa al tiempo que entretenida. •[Reconocer a mi doppelgänger me desintegró.]• La objetividad del mundo es aquello a lo que nos aferramos para no sufrir la discontinuidad y la fragmentación que nos constituye como humanos. Nos ocupamos de lo imposible de resolver negándolo y ocultándolo tras muros de definiciones físicas y metafísicas. Sin embargo, sabemos que la subjetividad, las intuiciones o los sueños que nos asaltan son elocuentes signos de la vida indisciplinada y abyecta que llevamos. Ellos nos muestran sin palabras aquello que nos atraviesa continuamente del mismo modo molecular en que nos traspasa el oxígeno. •[Los actos de la vida cotidiana como una fuente creativa.]• La discontinuidad y la fragmentación de la vida, al mostrarse, nos llena de pavor ¡y qué paradoja! también eso mismo es lo que impulsa nuestros actos creativos. Somos cuerpos no completamente domesticados que hervimos en pasiones, fiebres y anhelos mientras los otros cuerpos, los sociales, intentan construir trincheras de regulaciones al tiempo que espían sigilosamente las deslumbrantes trayectorias de los no domesticados. •[Hay cosas que no se pueden disimular.]• En este sentido no hay perversiones sino aproximaciones a algo que nos impulsa a desear. Oscilamos entre la nostalgia por lo ausente y la reinvención (recreación) de su presencia. Así vamos a la deriva. No buscamos su crudo poder o su violencia fundacional sino la humildad de una cura. Entonces nos agenciamos el goce y la locura del enamoramiento pero también sabemos del permanente riesgo de corromperlo y estropearlo todo pues no hay modo de que el afecto sea estable, nutritivo y sapiente. •[Yo tuve que sonreírme.
En pocos días la vida se me aparecía distinta a como la había concebido hasta entonces. Complicada y sencillísima a la vez. Pensaba que los secretos más dolorosos y más celosamente guardados son quizá los que todos los de nuestro alrededor conocen. Tragedias estúpidas. Lágrimas inútiles. Así empezaba a aparecerme la vida entonces.]• El afecto se escurre entre las manos, se desliza entre los cuerpos, salta, cambia, gira, explota caprichosamente. Cualquier aclaración termina por ser desafortunada a la vez que cínica. Por eso vivimos en la urgente espera de que algo trascendental nos suceda, así sea el colapso final. Lo complicado no es (solamente) construir la poética de la fotografía o transfigurar las palabras. Tampoco lo es la transustanciación de los dibujos. Lo complicado es compartir las heridas, las fracturas, las perturbaciones. Lo difícil es reconocernos en la posición que no tenemos (aún). •[“La verdad no era en relación al objeto amado sino con respecto a sí mismo y al alma. No era la otra mitad de sí mismo, lo que uno buscaba en otro, sino la verdad con la propia alma, su reflejo en el otro, como el medio invisible de su amor.” Paul M. Foucault.]• Desde ahí, desde esa conquista negativa, entonces sí podremos enunciar algo como lo hace Paola. No importa qué ruta tomemos, la cuestión está en la forma en que podamos aproximarnos a las heridas. •[Lo que ya no está también es lo que soy. No tengo más las botas blancas altas. No tengo más ese mini short azul celeste. No tengo más ese cabello. Aún tengo esa blusa de Hooters. Aún tengo este cuerpo, siempre, mi cuerpo.] • Lo que da forma al vacío (si se puede decir así) es algo que reivindica el goce de acariciar los bordes que dejó señalados aquello que se ausentó para siempre. • [Ámame pendejo, es gratis.]• Cada descarga, cada remordimiento, cada silencio, cada pudor, cada reclamo afectivo (la lista no termina aquí) está impregnado de esa violencia, de esa impotencia.
Somos un fantasma que se inventa a sí mismo cotidianamente, que duda de su existencia y se reconoce en la mirada del otro, no en la propia. •[Encontrarte con tu doble, tu otro yo es igual que cuando te encuentras con tu alma gemela. La mía fue una catástrofe.]• Deseamos ser deseados para poder desear. Somos escépticos pero también voraces. Estas reglas se agrupan en conjuntos y procedimientos extravagantes como la simulación, el auto-engaño, las máscaras. Todo perturba, todo seduce. No se trata de ofrecer un cuerpo sino de actualizar un estado de las cosas, insinúa Paola: insomnio, desencuentros, inflexiones, deslices. Más allá de la apariencia excitante de los cuerpos está la verdadera fuerza humana: su no-contención que logra escabullirse de los límites. Es la afirmación de una subjetividad que es dura y frágil, que corre al lado de sus circunstancias sociales o culturales sin poder desprenderse de ellas, pero que encuentra divertido y confuso lo que le sucede. •[Me prometí contener las palabras. Me prometí contener emociones. Me mentí. Porque no creo en las promesas. No prometo. Aquí en los 30 aún. Dejaré los continentes. Los destapo. Vacío.]• Aquello que para otras y otros es una cuestión de intimidad para Paola es una anécdota. La urgencia de la subjetividad del ser contemporáneo está ahí, en esa búsqueda de
una verdad que no existe y en la paradoja de saber que no se puede aprehender; sin embargo se le reclama con ímpetu, con urgencia. Subjetividad rampante hasta donde puede serlo, pues es complicado conocer los abismos que se doblan sobre sí mismos. •[Regresar aquí es volver a irme. Es al mismo tiempo eterno retorno. Cruzar la puerta y matarte. Reconocerme en la contaminación. Prostitución 24/7. En los pasos firmes a punto del vuelo, violentos. No clavar los ojos en otros ojos. Poco se escuchan las gracias, por favor, con permiso. Reglas de supervivencia. No dar el pase. Exceso de velocidad para no morir.]• Ese es el espejo del arte que nos permite conocernos y desconocernos. Admiramos los simulacros y los espectáculos porque ellos nos representan discretamente, no brutalmente. La cuestión va más allá de cierta ropa o de ciertos gestos porque su lugar está ahí en la distancia insalvable entre lo fantasmagórico y el espejo en el que se observa. •[Lo que siento por ti está disfrazado en el ruido de la ciudad y la experiencia cotidiana.]• Si no lo atrapamos, si no nos divierte ni nos seduce, lo que queda es ese enorme vacío por el que caminamos: paredes dañadas, ferrocarriles aullando, animales indefensos, vendedores de segunda mano, puentes y miedos. Amatoria es un estado del más allá.
SIN TÍTULO / FOTOGRAFÍA / 2011
DE A RTES Y ESPEJ I S M O S
DIARIO ROJO / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
A N DA R A L A R E D O N DA
POLIFONÍAS ¥¥CORAL AGUIRRE
A
ntes de lanzarme a encontrar materiales que pudieran dar un marco teórico a la interdisciplinariedad y de allí partir para, exhaustivamente, argumentar sobre la importancia de su práctica, antes de pensar desde otros y para otros, me gustaría por oposición partir de mi índole, de mis prácticas, de mis ideales inclusive, y relacionar el ser humano que uno ha decidido ser con el proyecto de incluir al Otro, lo Otro, lo que no me compete, lo que está lejos de mí, al extranjero, entendiendo por extranjería aquel que no habita ni comparte su comunidad ni conmigo, ni con mis propios caracteres,
haceres y decires, al que no entiendo, incluso a aquel que dice raro lo mismo que plantea mi pensamiento a veces, pero de tal modo que se vuelve mi contrincante. Asimismo salirme de la norma, de la esfera en donde supuestamente se realizan con eficacia los actos interdisciplinarios e incluso ver en ellos en determinadas ocasiones, mucha organización interdisciplinaria en gestos, en dinámicas, en programas, por lo que queda bien, por lo que está a la moda, o me han dicho que resulta lo mejor, lejos del acto de crear en un organismo vivo, los vínculos, las vertientes de una disciplina a otra, que es otra cosa.
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El acto de intervenir los procesos y las producciones como elección, como decisión propia que me lleva a concebir lo que estamos tratando incluso si me parece bueno, con mirada crítica y problematizadora, de modo que sea yo misma quien decida la necesidad de la interferencia y la confrontación con una lengua extraña: la otra disciplina. Y no el auge que tiene la interdisciplinariedad en nuestros días. Al acto quiero decir, al acto de interdisciplinar, de reunir como si fuera una metáfora, aquello que pertenece a aquella área del saber con esta otra, al que me aboco y que me apasiona. Capacitarme cada día para saber enfrentar el reto que prefigura desde el primer momento el mundo complejo, visual, técnico, proteico y al mismo tiempo enrevesado cuyos trazos, líneas, caminos se bifurcan y se encuentran, se asaltan y se rechazan. Cuya resolución pareciera, vendría a ser lo interdisciplinario. Entiendo ahora, en el proceso escritural, la dificultad que tuve en un primer momento de titular de algún modo este ensayo. Por dos cosas, porque poner interdisciplinario es obvio y dice poco, y porque estamos hablando de algo más que de reunir experiencias y hacer trabajos conjuntos en las ciencias y en las artes. Y claro, yo vengo de la música, de mi mamá violinista, de la orquesta sinfónica donde ella como mi hermana y yo crecimos al empuje de los arcos sobre las cuerdas y por detrás de nosotras, la voz penetrante de los metales. Vengo de aquellos contrastes, contraste en Arte significa Ritmo, entre las maderas y las percusiones, de la vorágine de sus voces mezcladas. Y sin duda, ello me marcó para siempre. La estructura musical broquelada en mis neuronas, surge en todo momento: cuando escribo, como espectadora, cinéfila, teatrista, o investigadora. Porque qué es una polifonía sino la simultaneidad de sonidos diferentes amalgamados con exquisita armonía. Y cuando digo exquisita no me refiero a algo refinado o sublime sino a la fineza de saber engarzar lo luminoso con lo sombrío o por el contrario el arte de las matemáticas con el furor de los allegros de Mendelssohn, y que nosotros, sus receptores o en todo caso sus hacedores, percibimos como un todo legítimo. Como si lanzáramos un suspiro de alivio al advertir la comunión de la diversidad sonora, plástica, física, química, y cuánto más, en una amalgama que nos completa.
No obstante una composición polifónica sea cual fuere su carácter, no solo reúne diferentes voces sino que consta de diversas líneas de expresión de tal modo que según la persona, cada uno de nosotros podrá inclinarse más por una línea que por otra, por un camino a su guisa, vale decir por la propia melodía que lo colme más. Y lo que es mejor, al englobar el acto polifónico, la diversidad de ritmos, texturas, sonoridades, timbres, se pone en juego, digamos, otra manera de crear. Lo que ha de surgir de esa imbricación será el resultado de la diversidad de armonías, y sus relaciones. Y lo que es sorprendente, no por encuentro y reunión de materiales diversos habrá confusión, más bien la calidad de la mezcla permitirá reconocer la obra como un todo plástico, dúctil, afectivo. A todo ello me refería cuando decidí nombrar este texto como Polifonías. Sin embargo no basta referirse a la multiplicidad de procedimientos en una obra común, hay a veces la inexperiencia del científico que cree haber descubierto el mundo y solo ha hallado la fórmula que el saber colectivo o especializado de un arte sabía desde antes sin preceptos y sin recetas. Y asimismo la necedad del artista que observa las ecuaciones sin darse cuenta que para quien las realiza lleva los ecos de una danza ritual o bien de un coro constituido por los resultados de muchos otros acentos grabados en el tiempo. Lo cual en muchos casos ha dado lugar a curiosos encuentros, como ha sucedido entre la neurociencia y el teatro. Específicamente la neurolingüística. Alrededor de 1997 se descubre la función de las neuronas espejo. ¿En qué consiste esta función llevada a cabo por dichas neuronas llamadas desde entonces espejo? Resulta que se activan cuando un individuo realiza una acción, y también, cuando ese individuo ve realizada la acción por otro. El hecho de observar una acción provoca de forma inmediata la activación del mismo proceder en su fuero interno. Para decirlo con mucha sencillez: hay una suerte de programa motor neuronal en el observador que se activará durante la ejecución de la acción frente a sus ojos y sus sentidos, de tal modo que cuando observamos una acción, sin darnos cuenta la estamos rehaciendo en nuestro interior. Gran parte del aprendizaje del niño pasa gracias a sus neuronas espejo.
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La generación de neurocientíficos abocados a estos procesos investigativos vislumbraron que tal vez los teatristas pudieran abundar en el tema y darles luz sobre su propio descubrimiento. Qué otra disciplina sabría los efectos de la comunicación más que los actores. Para qué habrían de haberse preparado por siglos y siglos si de algún modo oculto no conocían su eficacia. Tengo una pléyade de compañeros de los tiempos en que estudiábamos en Argentina, que aportaron su experiencia, sus propias investigaciones y sus prácticas al descubrimiento de las neuronas espejo. Desde tiempos inmemoriales los actores supieron que la comunicación ente ellos y sus receptores pasaba por la excelencia de sus procedimientos expresivos. Pasaba porque su espectador activara esas neuronas de las cuales todavía no se sabía nada. El actor debía estar más vivo que en la vida misma para, en la situación imaginaria, despertar esos ecos neuronales en su espectador. Una verdadera paradoja que tiene que ver hondamente con la condición humana. Imaginemos el encuentro: estoy segura que alguien habló de la antropología teatral con esos neurocientíficos, les habló de la presencia escénica ampliada por el tratamiento de la energía, les comunicó los trabajos realizados por esta corriente con biólogos como Jean Pradieu, los hallazgos y sus referencias. Recuerdo en una convención internacional en Dinamarca el asombro que nos deparó este gran científico al comparar el teatro oriental con nuestro teatro occidental señalando en términos y medidas biológicas la precisión que no provocaba ruidos, dijo, del teatro oriental en oposición al teatro occidental donde la falta de precisión, la improvisación caótica por desaprensiva u oportunista despojaba al hecho que se pretendía artístico precisamente de su carácter de obra de arte, al producir tanto ruido. Imagino la superficie del lago que prefigura la obra, sacudida por el infinito número de quiebres a causa de la gratuidad de movimientos, tics, simulacros. Ahora pienso en 50 o 60 años anteriores a ese encuentro en Dinamarca, en Antonin Artaud y su deslumbramiento frente al teatro balinés a partir de lo cual menospreció hondamente las expresiones estéticas occidentales carentes de rigor. Todo lo cual finalmente se ha comprobado científicamente.
Y de inmediato mi pensamiento corre detrás de lo que expresara Derrida, no hay origen, hay huella. Nuestro saber no tiene un origen determinado, no podemos señalar aquí comenzamos a ver, a reconocer, a darnos cuenta; estos procesos son inaprensibles, habitan en nosotros junto con el mundo y para entendernos a nosotros mismos debemos entender el mundo puesto que estamos integrados a él. En esa totalidad no hay antes o después, no hay saber de entonces y de hoy. Si nos fijamos bien, todo el saber humano se despliega en una catedral gótica cuya data es del quatrocento. Ergo lo interdisciplinar es un nombre que le hemos puesto a un saber viejo como ese mundo al que nos integramos al ser arrojados a él. Históricamente hemos pasado del saber holístico al especializado y luego en el curso de los siglos la especialización ganó tanto terreno que un buen día nos encontramos navegando por aguas tan diversas que ya no podíamos reunir los saberes adquiridos para compartirlos amigablemente. Cada uno se encerró en su torre y desde allí lanzó las diatribas para que su disciplina y lo que ella presuponía fuera reconocida como el centro de toda inteligibilidad. Hubo excepciones, por supuesto, por ejemplo los que formaron equipo con empíricos, los que sortearon el rigor de la Academia y se zambulleron en saberes populares aprendiendo de las voces de la experiencia. Pero por mucho tiempo reinó eso que en mi tiempo se llamó especificidad, mi especificidad, tu especificidad. Y lo decíamos como si nos hubiéramos puesto una coronita. Sin embargo el ser humano sufre de un sentimiento de gusto e infinito al decir de Hoffmann, escritor, músico, dibujante, pintor, del siglo xix. Ese sentir rompe no solamente con “la especificidad” sino también con la consuetudinaria idea de dos culturas: la de las ciencias y la de las humanidades, enfrentadas. Aprender del arte y la literatura, es decir de la creación que no se pliega a los datos duros sino a un universo misterioso y poroso en donde también se alojan los saberes científicos sin que lo advirtamos a ciencia cierta, se vuelve así un aprendizaje de nuestros tiempos. Tal cual lo hemos visto en el descubrimiento de las neuronas espejo. Felizmente, en la actualidad, acaso por la afrenta que ha significado el fin de las utopías en donde las creencias
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EL BARROCO TERMINA EN ROCOCÓ, Y LAS CLASES REINANTES EN LAS OBRAS DE SHAKESPEARE EN LA DESCOMPOSICIÓN DE SUS VÍNCULOS Y LA DESTRUCCIÓN DE SU HERENCIA. nos habían llevado a la certeza de un ser humano cada vez mejor y por ende con la posibilidad de crear sociedades más justas, se ha reparado poco a poco en que el segundo principio de la termodinámica, esto es, el carácter entrópico de ciertas leyes, se manifiesta tanto en el quehacer científico como en el de la literatura y el arte. Arte y entropía, ya lo había señalado Rudolf Arnheim, especialista en las artes y la educación artística, van de la mano y de la misma manera en que el primer principio de la termodinámica dictamina que la materia y la energía no se pueden crear ni destruir, sino que se transforman, y establece el sentido en el que se produce dicha transformación, la segunda ley de la termodinámica establece cuáles procesos en la naturaleza pueden ocurrir o no. De todos los procesos permitidos por la primera ley, solo ciertos tipos de conversión de energía pueden ocurrir. Así, cuando se deja caer una pelota de goma al piso, rebota hasta detenerse por completo, pero el proceso inverso nunca ocurre. Todos estos son ejemplos de procesos irreversibles, es decir procesos que ocurren naturalmente en una sola dirección. Ninguno de estos procesos ocurre en el orden temporal opuesto. Si lo hicieran, violarían la segunda ley de la termodinámica. La naturaleza unidireccional de los procesos termodinámicos establece una dirección del tiempo. Y durante ese tiempo lo que comenzó como una suerte de espíritu cósmico, me refiero al orden y comunión de los elementos, poco a poco se transforma en su opuesto, entropía, caos. Lo mismo en el campo de las ciencias, como en el resto de las actividades humanas. El barroco termina en rococó, y las clases reinantes en las obras de Shakespeare en la descomposición de sus vínculos y la destrucción de su herencia. Pero volvamos a hacer una reconsideración de lo planteado hasta aquí. En el principio era la danza y la danza era con el canto, y el canto era también palabra, y juntos palabra,
canto y danza invocaban a los dioses, conjuraban su poder, o se avenían a sus leyes mientras cielo y tierra confluían en un solo paisaje cuyos escorzos abarcaba la mirada de los hombres y los reunía entre sí: Hombre, Naturaleza, Dioses. Acaso fueron los estudios antropológicos emprendidos en la primera parte del siglo xx los que llamaron a cuenta la dispersión del cosmos, en la cual habíamos caído. Para lentamente volver a ciertos principios que nunca debimos olvidar. Principios grabados en el corazón de la tribu, de la comunidad, del clan. De tal modo que pudiera ahora abocarme a dar cuenta ante ustedes de lo mucho que se benefician las diversas disciplinas al aprovechar las unas las posibilidades de las otras. Revisar la Historia, la antropología, advertir aquellos comienzos de las ciencias como la química, la física, la medicina, soñar un poco con la alquimia cuyas fantasías a veces corroboradas, a veces no, alimentan nuestras invenciones hasta el día de hoy. Sin embargo a lo que quiero llegar es al corazón, a la médula de lo que ha venido a llamarse estudios interdisciplinarios o sencillamente interdisciplinariedad. Dejo de lado las obras del Renacimiento todas selladas por la misma intención abarcadora, las cosmogonías del mundo primitivo, la eficacia de nuestras etnias latinoamericanas en el uso y costumbres de lo interdisciplinario, la infinita marcha de los pueblos trabajando las formas de cultivar la tierra, el pensamiento, el arte, las maneras de concebir los derechos consuetudinarios y los derechos políticos, la confluencia de saberes para entender su Historia y legitimarlas en la tradición oral, luego escritural. Dejo de lado un saber tan antiguo hoy remozado, para hacer apenas algunos apuntes sobre la filosofía que, al menos para mí, presupone una actitud interdisciplinaria. En esta época en que la deshumanización amenaza con volvernos prótesis de plástico y por el otro lado desde finales del siglo xx grupos de activistas de todas las layas, formación, cultura, utopías, pugnan por enarbolar la integridad de lo humano en la palabra inclusión, diversidad, iguales en las diferencia, la ética del otro, la ética de la compasión, y tanto más
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que se ha acumulado en estos últimos años para ver si cumplimos de una vez por todas con aquellas premisas que dieron lugar a los tiempos modernos, me refiero a la cartilla de los derechos humanos, en estos tiempos repito que se manifiesta flagrantemente como un campo minado con fuerzas en pugna tan opuestas, la interdisciplinariedad deviene una filosofía, un modo de vida. La práctica sistemática de las ciencias en busca de la integración de los saberes, la mirada de los pensadores de un lado y del otro, científicos y humanistas, promoviendo métodos e instrumentos para integrar un sistema, un modo de abordaje sistemático, el impulso de todos ellos en vistas a reformular el saber en confluencia con diversas disciplinas, reconociendo que no hay un modo de llegar, un modo de concebir tales o cuales fenómenos o invenciones, sino pensar el mundo, la materia y la energía de la que formamos parte y que habita tanto en nosotros mismos como en derredor, cuya multidimensionalidad reconocemos al admitir el carácter relativo de esos fenómenos sean cuales fueren, y a causa de todo ello, científicos y humanistas, maestros y artistas, catedráticos y artesanos, llamar al diálogo, en la diversidad de especialidades, fomentando la pluralidad de sesgos y perspectivas desde cada una de nuestras miradas, me parece el único ejercicio de vida que nos dignifica y acaso, permitiría salvarnos de la destrucción de nuestro planeta, ergo nuestra propia destrucción. Quién puede levantar la voz diciendo que es inclusivo y que apuesta por la diferencia porque el otro es Otro con los mismos derechos y etc. etc. si en su propia profesión no admite que quizás esto
que está tratando de resolver, sea un hecho grupal, colectivo o individual, pudiera tratarse mejor con el conocimiento de otros profesionales, otros seres humanos con títulos o sin ellos que hubieron de reflexionar sobre lo mismo y llegado a conclusiones que pudieran compartirse. Quién que se dice padre, madre o hermano y hermana, aceptaría entre sí sus propias diferencias ideológicas, sexuales, culturales, si en sus especialidades se aíslan con la extrañísima idea de ser autosuficientes. Quién que comparte con su ambiente, sus colegas o sus compinches, la diversidad de la que ellos mismos están hechos si en sus trabajos, en su tarea, en sus investigaciones, presupone que su propia mente se autoabastece de todo lo necesario para sus hallazgos. Quién cree que la literatura, cada libro, la pintura, cada cuadro, es el resultado de ese autor y de ningún otro. Quién supone que la música culta es la invención de las mentes cultivadas y no de los pueblos que comenzaron con sus sonajas y sus tamboras, luego con sus trompas y flautas, lo que terminó siendo la novena de Beethoven. Finalmente quién puede decir en estos tiempos y en todos los tiempos que los resultados obtenidos como humanidad, como procesos civilizatorios, como Historia de los hombres y las mujeres que la realizaron con su sangre y sus huesos, es la consecuencia de una mente brillante, de un solo ser humano, de alguien que vino a salvarnos a todos como en las películas de Hollywood que tanto nos hacen reír. Por eso para mí apostar a la interdisciplinariedad es un modo de concebir el mundo con los otros
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LAS POLIFONÍAS HAN SIDO EL MODO QUE HE ENCONTRADO DE SOBREVIVIR EN MEDIO DE LAS GUERRAS Y LAS DESAPARICIONES. PERO TAMBIÉN LA DANZA HA ATRAVESADO MI VIDA INCLINÁNDOME A LOS GIROS Y LOS CAMBIOS DE POSICIÓN AL MISMO TIEMPO QUE A LOS VUELOS CONTRARIOS AL EQUILIBRIO Y LA RAZÓN. y semejante a los otros en nuestras diferencias y particularidades. Como maestra de teatro siempre propongo ser un especialista de la pintura, como escritora estudio la Historia de México, la Historia de Argentina y las historias de los pueblos que sean necesarios. Como creadora de personajes, dramaturga o narradora, me zambullo en los conocimientos de ellos, si mi personaje Daniel es biólogo, llamo a compañeros biólogos que puedan darme una mano, si mi personaje es una antropóloga forense, estudio esta disciplina desde sus comienzos, leo libros sobre su trabajo en toda América Latina, el caso Ayotzinapa lo he seguido paso a paso, no ignoro nada referente a la tafonomía, al estudio de los huesos y su composición y su rastro en las vidas de los antropólogos y arqueólogos forenses. Si es arquitecto aprendo hasta la medida y los pesos adecuados para poder sostener un arco, una columna, una viga o un frontispicio. Y así voy, preguntando aquí y allá a los que saben sobre esta materia o esta otra sencillamente porque uno no es creadora a solas, se crea en medio y con las creaciones de sus semejantes. Confieso que la música está en el principio de mis saberes y mis intuiciones. Las polifonías han sido el modo que he encontrado de sobrevivir en medio de las guerras y las desapariciones. Pero también la danza ha atravesado mi vida inclinándome a los giros y los cambios de posición al mismo tiempo que a los vuelos contrarios al equilibrio y la razón. Siempre digo
que como dramaturga soy teatrista y como teatrista, plástica. Hija del siglo xx soy por antonomasia por encima de todas mis profesiones, amante del cine y es el cine el que más me ha enseñado a propósito de la resistencia, los contrastes, la estética de los volúmenes, los colores, las texturas. Con el cine aprendí lo que es una caparazón formal inútil de puros recursos para asombrar la vista pero no la conciencia ni los afectos, y lo que también en su misma forma revela el entramado de lo humano, lo más humano. Y asimismo con él rechacé el melodrama, la autocompasión, los psicologismos, y otras yerbas dando lugar a la visión limpia del paisaje humano y el paisaje de la naturaleza, sin comentarios reiterativos ni mensajes verbales ideologizados, sola yo en la visión crítica de las tropas subiendo o bajando por las escaleras del Acorazado Potemkin, aprendiendo con Angelopoulos, en La mirada de Ulises, que solo Mozart en medio de una plaza destruida por la guerra podía darnos la dimensión de la violencia al mismo tiempo que de la propia soledad. Digo pues que, apostar por el trabajo interdisciplinario es apostar por la vida, y sobre todo apostar por el tú y yo juntos. Es apostar por el diálogo en lugar del solipsismo, es considerar y aprehender otras maneras de ser y hacer, es reconocer que el conocimiento es un acto compartido, es hacer de la confrontación y la crítica no una acción de unos sobre otros sino la confluencia de visiones diversas que se encuentran y se completan.
MISCELÁNEA
EL TERRITORIO INTERIOR DE YVES BONNEFOY.
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DE A RTES Y ESPEJ I S M O S
I
El azar lleva a Bonnefoy a diferentes ensoñaciones y evocaciones, pero su punto de partida es la división ¿Cuál es el lugar de la palabra? ¿Es en nuestra mente, de la tierra, de la elección de un camino para el cual en los labios, en nuestro oído? Puede que en el libro, dirigirse, las intersecciones. Cada camino es un en su hoja o en la tinta. Un diccionario guarda las misterio, cada elección y cada punto de llegada es la palabras y expone sus significados, les da un lugar a pérdida de otros lugares que pudo haber contemplado, salvo contra el tiempo y el movimiento natural de las es una “promesa/lugar” que nunca llega. Sus caminos, lenguas. Los libros cuidan palabras, pero es dudoso sus diversificaciones, sus pueblos, su gente y su lengua que un diccionario sea capaz de darnos el significado permanecen sepultados en el secreto. Este secreto, de la vida, el amor y lo aún innombrable; lo que aún este misterio, esta naturaleza inalcanzable hace no conocemos, lo que aún no decimos, lo que aún no pensar a Bonnefoy que “la vida verdadera está más allá, tiene su sentido. en ese otro lugar insituable”. Si las palabras tienen algún lugar, este está después La música es así, no tiene lugar. No está quieta en del sentido y después que su significado se haga el aire, un instrumento y un estéreo pueden estar en nuestro, así ya podemos silencio permanente, pero comunicarlas, escucharlas EL AZAR LLEVA A BONNEFOY las imágenes que nos evocan y comprenderlas. Pero tienen más presencia que antes, son sentidos que A DIFERENTES ENSOÑACIO- la realidad misma. De esta están por llenar un espacio, NES Y EVOCACIONES, PERO presencia habla el autor, de están en un territorio fuera una naturaleza sin lugar o SU PUNTO DE PARTIDA ES LA del conocimiento y del del desconocimiento de su entendimiento, una mezcla DIVISIÓN DE LA TIERRA, DE lugar. Hay una naturaleza caótica: una imagen llena LA ELECCIÓN DE UN CAMINO q u e n o p u e d e a s i r s e , de significados que aún no contenerse, ser definida o PARA EL CUAL DIRIGIRSE, manipulada. llegamos a comprender. Tal vez la imagen es el LAS INTERSECCIONES. En las culturas prehisestado primigenio en donde pánicas la naturaleza es salos sentidos están todavía sin grada, su creación es gracias nombre, sin que estos puedan ser asidos por la palabra al sacrificio de los dioses, el sacrificio debe ser repetiy el significado. El poeta francés Yves Bonnefoy ha do para mantener este orden natural. En la tradición trabajado para entender la poesía y la imagen poética. cristiana y hebrea la naturaleza tiene la característica En su libro El territorio interior (Sexto piso, 2003) hace de ser proveída por Dios, la oración cumple con la funhincapié en el lugar y su imagen, lo que evoca, los ción de gratitud. En la época industrial la naturaleza recuerdos, las ensoñaciones de imágenes que puede es la materia prima que provee al hombre y su socieque no estén ahí. dad la oportunidad de progreso y desarrollo de su civiEl ser humano siempre ha tenido una fascinación lización, pero los románticos discrepan. por la naturaleza; la otredad que es tanto nuestro El romanticismo idealizó la naturaleza como el espacio, cobijo y materia para desarrollar nuestra origen y el fin de la civilización humana, pero para técnica, es también un misterio. Bonnefoy tiene la ellos la naturaleza no era la tierra y sus árboles, no le inquietud por ese lugar que no es el aquí, que es el tenían con un carácter material, sino con un carácter allá, donde la contemplación lo lleva a adentrarse para espiritual; no es el medio, es el espíritu por el cual acechar y vigilar el camino que está de por medio. Su llegamos a ser lo que somos. La filosofía romántica vista no es del todo racional, no intenta definir, pero de Schelling es una filosofía primigenia, donde el quiere abstraer. Busca la presencia de aquel territorio estado natural es el de ser filósofo y la razón no tiene que está tanto fuera como dentro de sí, busca el como fin el conocimiento en sí, la especulación es territorio interior. una “enfermedad” del filósofo, es la contemplación
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la que lleva al filósofo a adentrarse al espíritu de la naturaleza. Al pensar, al hacer a la naturaleza objeto, nos separamos de ella y de nosotros mismos. Si definimos a la naturaleza, no es de la naturaleza de la que hablamos. Si la observamos nos adentramos en ella, la naturaleza no es para dominar ni racionalizar, es para contemplar. Si pensamos, dividimos la naturaleza, lo hacemos lo “otro”, el lugar se convierte en partes. Para ver claro y con más luz, así como para evocar lo más puro que hay en la memoria y encontrar lo invisible, Bonnefoy contempla. Este no es el territorio de la palabra, la contemplación es territorio de la imagen, es territorio de las significaciones sin forma, sin definición, del todo que no es dividido en partes, de la luz que no da sombra, es la presencia pura, un caldo primigenio. II En la lógica clásica el ser existe o no existe, no pueden ser ambos al mismo tiempo, a esto Aristóteles le llamó principio de no contradicción o tercero excluido, donde el “ser” es una entidad incompatible para mezclarse con el “no ser”. No podía existir la duda ni posibilidad de ambigüedad, esta era la condición para poder establecer una ciencia verdadera que pudiera determinar las últimas causas. Pero la imagen no juega en esta lógica, porque ella es la misma en tiempos diferentes. Bonnefoy encuentra en la imagen del lugar un territorio inaccesible, un territorio que no puede ser encontrado. Mientras que al mismo tiempo al ser contemplado provoca en él la promesa del lugar donde la verdad y la trascendencia de sí mismo pueden ser sitiados. Un territorio que no está y que “es”. Esta característica oculta quita la posibilidad de que este territorio sea fiel a los ojos, que sea un hecho evidente, que pueda ser medido, entendido y definido, lo aleja de la razón y de la ciencia, estableciéndolo en el área de las apariencias contra la que tanto luchó Platón. Pero no para eliminarlas, sino para comprenderlas y regar luz sobre aquello que parece vacío, pero nos llena de presencia. Bonnefoy confía en que el destino tiene un lugar, un camino de piedra que lo lleve a atravesar el paisaje, que la evocación lo lleve a una presencia definitiva, mas permanece oculta.
Para muchas culturas antiguas primero fue el caos. En la cultura hebrea y cristiana al principio todo era un vacío, pero un vacío con cosas como la oscuridad. En este lugar las tinieblas estaban asentadas, hasta que llegó la palabra/logos/sentido y se hizo la luz. Mas las tinieblas no desaparecieron, fueron separadas. Dios las llamó noche, imagen primigenia de la oscuridad, lo inextensible, lo que parece ser, lo que es y no es, lo que no podemos asir ni definir; es aquello que nos impide ver la imagen como en realidad es. En la Teogonía Hesíodo describe a Gea como el primer ser del cual provienen los demás. Al primero que engendró por sí misma Gea fue a Urano, el cielo, quien lleva a su espalda el manto estrellado que cubre toda la tierra. En este manto también está Nix, la noche, inseparable del día, luz y oscuridad. Antes de estos dioses era el caos, fue principio del cual apareció Gea y su progenie. Caos es lo indefinible, lo inentendible, el caldo primigenio del cual provienen todas las cosas pero que permanecen en estado previo a la existencia, previo al ser, previo al entendimiento y al ver las cosas, su luz y su sentido, así como su oscuridad y su no sentido. Este caldo no tiene lugar, pero es el lugar de donde provienen todos los sentidos, su imagen y su palabra. En el Popol Vuh al principio no había palabra ni sonido, ni espacio ni tiempo, solo el vacío infinito. Este vacío no decía nada, después el creador/artesano formó las primeras palabras y de ellas las semillas, y aquí nació el agua, el caldo primigenio. El vacío budista, shuniata, es indecible en el sentido que es presencia absoluta, no es nombrada o imaginada; es como los sueños, que solo quien los sueña puede vivir su presencia y al ser relatados pierden su sentido. Para el budista el sentido no tiene imagen y son todas las imágenes y todos sus sentidos, no tiene colores pero son todos los colores, no tiene palabras que provoquen sonido, pero el silencio es el ruido más ensordecedor que existe; el vacío es la presencia absoluta. Bonnefoy piensa que la presencia del vacío le es análoga a la imagen del lugar. Lugar que tiene todo sentido e imagen, que como un sueño, al acercarnos tiende a alejarse y, peor aún, también tiende a disiparse en la nada otra vez. La existencia y el lugar de este sueño son solo una apariencia, una imagen que promete la presencia.
DE A RTES Y ESPEJ I S M O S
III Los grandes maestros italianos provocaron a su audiencia con perspectivas cada vez más profundas y objetos que atravesaban los planos dentro de la pintura. El escenario dejó de ser un fondo decorativo para ser un objeto importante en la obra. Un claro ejemplo de esto son el gran maestro Paolo Uccello (1397-1475) y Piero della Francesca (1412-1492); sus objetos centrales no pueden ser desprendidos del paisaje o del fondo en el que están, el lugar ya es un sujeto. Jugaron con la forma de los objetos para integrarlos al tema y a la imagen completa de la obra. Esta fundación del lugar está al lado del inicio del renacimiento italiano, definitiva formación del humanismo, cuyo pensamiento fue colándose poco a poco entre los pensadores durante un par de siglos. Para Bonnefoy esta fundación del lugar provoca a la imaginación, fuente de metáforas, imágenes y analogías sobre lo humano, su ciudad, lo profano y lo sagrado. Nos nutrimos del pensamiento que transformándose se creó a sí mismo. El renacer del pensamiento greco-latino no solo cambió el arte, su técnica y su sentido, también evocó y provocó en todo el pensamiento humano, como el político y el religioso, mas no olvidó por renacer la pregunta por el hombre mismo. Parece que el humanismo es una fuente infinita para el pensamiento, y también lo es el lugar para Bonnefoy, en especial en la pintura italiana, cuya imagen del lugar es un manantial que nos abre la imaginación a esa infinitud, a esos lugares desconocidos. Los pintores renacentistas no jugaron a inventar, respetaron la tradición de sus maestros, mas sabían que el conocimiento era parte central de su obra y de su técnica. Su pensamiento no fue ajeno a las preguntas del hombre y la sociedad que fueron apareciendo a su tiempo; sea cual fuese su opinión, su arte refleja las preguntas de la época. Y estas imágenes no son dadas por el azar. La presencia está más allá del azar, está determinada por el destino; la imagen del lugar para Bonnefoy no está determinada por un sin sentido, sino por el propio sentido que nos determina y hace presencia a nuestro propio destino, nos enfrenta contra nuestra existencia, contra lo que somos, con lo que es el hombre y su lugar. Es la presencia prometida, es encontrarnos a nosotros mismos.
LA DUALIDAD NO IMPLICA QUE SEAN DOS COSAS SEPARADAS, AL CONTRARIO, IMPLICA QUE ES UNA SOLA, CON DOS SENTIDOS. IV En el pensamiento infantil de Bonnefoy, la transposición de dos lugares no es transparente, sino insoportable; uno debe ser mejor que el otro, lugares donde uno solo tenía el valor suficiente. Pero si escoges un lugar, el otro desaparece; es una nostalgia de la posibilidad, de su promesa. Este cruce, esta contraposición, fue convirtiéndose en la obra del autor en un espacio mítico que lo define tanto a él como a su arte, que lo trasciende en palabra y en poema. Para Octavio Paz las palabras del poema son los sonidos de una sinfonía o los colores en una pintura, brindan luz y energía al poema, crean la imagen y proporcionan su sentido, unidad que es la voz de la propia presencia. La presencia unitaria de Bonnefoy es la dualidad del lugar, de dos caminos, de lo que es y no es, del lugar en el que está y en el que no está. La dualidad de la creación poética, su placer y la soledad que implica hacerla, es para el autor una “dialéctica terrible” del quehacer artístico, del escape de la razón y de la imagen poética. La razón va definiendo, delimitando y encerrando el sentido. Pero la poesía descubre, abre la mente y el corazón, hace que la imaginación se desborde. La dualidad no implica que sean dos cosas separadas, al contrario, implica que es una sola, con dos sentidos. El hombre es dual, no dividido; es complejo, no separado en partes. Somos tanto la razón que disipa la imagen y su presencia, como el agente poético que evoca dentro suyo toda la presencia del sentido. Bonnefoy entiende que si preferimos la belleza de la obra sobre la experiencia de la vida, haríamos que el arte perdiera su sentido. Y si preferimos la vida sobre la obra, haríamos que la vida no tuviera sentido: la muerte crea la trascendencia y el poema al encerrarse a sí mismo hace nacerse a sí mismo, es una supervivencia en el desierto. Cada poema y cada obra es unidad en sí misma, que puede explicarse por sí misma, es una imagen, un absoluto lleno de sentido.
D E A RT E S Y E S P E J I S M O S
AUSENTE / COLLAGE / 2015
V El caldo primigenio, que sucedió en los orígenes del universo de las diferentes cosmovisiones de nuestras culturas antiguas, es una nada que fue tomando forma, que fue definida por sus límites, por sus sentidos y por la palabra que la nombró. Este caldo es lo desconocido, lo que no entendemos, es la imagen en un estado inicial que todavía no se convierte del todo en sentido, sino que su sentido es de oscuridad y sombras, es una quimera sin forma o de muchas formas. La quimera de Bonnefoy es la esfinge, la cual le provoca un sentimiento desconocido. La esfinge, quimera hecha de otras formas, representa el enigma, que a Edipo le preguntó. Su naturaleza desconocida es el sentido que recuperamos al leer sobre ella, o al verla en piedra o en los murales de la antigüedad. Era un oráculo terrible, está llena de conocimiento que no pone ante nosotros de forma evidente, nos hace trabajar y esforzarnos para conseguir ese conocimiento y con la posibilidad de equivocarnos con mucha frecuencia, no da ventajas. Cruel ante los ciegos de conocimiento. Para Bonnefoy no es suficiente la imagen poética, su evocación y su representación en el poema. Quiere encontrar su raíz, ahí donde la presencia es absoluta, donde el caldo primigenio forma el todo, donde todos los lugares están, donde los caminos entrecruzados lo dirigen a su destino, donde la imagen deja de ser un sueño, una presencia que se disipa al despertar o
al narrar, que no se pierde entre la limitación del ser por la razón, donde la sabiduría y la belleza forman una unidad. Que pueda escapar de los escépticos y sea capaz de conocer toda la expresión, siendo así la palabra fuente del absoluto, del destino del ser. Pero en aquel lugar donde la nada es todo, ya no hay movimiento, ya no hay pregunta, ya no hay camino que provoque la ensoñación. El sueño tiende a perderse y disiparse; así como el amor juega con el deseo y los celos, el sueño es lejanía y nostalgia, es lo que no perdura. Pero el sueño existe, el soñar nos hace levantarnos del descanso con la intención de hacerlo real en el día. Que el sueño no se cumpla no implica el fin y el regreso a la nada, al contrario, Bonnefoy encuentra que es en ese mismo momento que el sueño aparece, renace, y le da sentido. Justo ahí en el territorio interior, justo donde el sueño se convierte en realidad, una realidad más fuerte que la propia realidad. REFERENCIAS Bonnefoy, Y. (2013). El territorio interior. Ciudad de México: Sexto piso. Estrada Monroy, A. (Ed.) (1998). Popol Vuh. Ciudad de México: Editores Mexicanos Unidos. Gombrich, E. H. (2010). Historia del Arte. New York: Phaidon. Hesíodo. (2007). Teogonía. Ciudad de México: Porrúa. Marías, J. (1980). Historia de la Filosofía. Madrid Biblioteca de la Revista de Occidente.
Más vale tarde
UNA ESTAMPA DE JOSÉ EMILIO PACHECO
¥¥LARRY MEJÍA
TU RETRATO ESTÁ COLGADO EN EL CUARTITO DONDE YO NOCHE TRAS NOCHE TE BESÉ / SIN TÍTULO / COLLAGE / 2011
MISCELÁNEA
MISCELÁNEA
Cuando entre al infierno y los demonios me pregunten: —Y usted, ¿qué fue en la vida?—, podré responderles con orgullo: —Amanuense de Arreola. José Emilio Pacheco
C
uando conocí a José Emilio Pacheco no tenía idea de quién era. Corría el año 2009 y él como un dinosaurio enorme, de amable sonrisa, se deslizaba por los pasillos del hotel Ucaima en Valencia, Venezuela, paladeando lentamente su cigarrillo Marlboro y saludando a todos los demás poetas quienes le extendían tremendas muestras de cariño; una de ellas, la que más recuerdo, fue por parte del poeta peruano radicado en New York, Miguel Ángel Zapata, quien a diario sacaba y sacaba ediciones tras ediciones del poeta y lo abordaba al desayuno, comida y cena, para hacérselas firmar. Él con una ingente cortesía iba escribiendo dedicatorias sobre montones de libros que le servía a la mesa Miguel Ángel, para acompañar el variado bufet. Las actividades del festival al que estábamos invitados habían sido agotadoras y era poco lo que podíamos compartir unos y otros yendo y viniendo de teatros y auditorios para universidades y centros culturales, por una buen pedazo del Estado Carabobo al norte de Venezuela. Una tarde, después de tomar el almuerzo, el poeta mexicano se dirigió hacia mí con cierto tono de preocupación y urgencia. Me llamó por mi nombre y a continuación dijo: —Necesito pedirte un favor.
Cuando le respondí que sí, prosiguió a explicarme que todas las computadoras del hotel estaban ocupadas y que aun así no lo estuvieran, él necesitaba de la mía, se la extendí de inmediato y agregó tímido: —El favor es todavía más complicado… Me explicó con su pausada forma de hablar, que no traía los lentes para ver de cerca y requería de mi parte le revisara los correos que no había podido examinar. Yo no le vi problema y aprovechándome de la situación le extendí una silla, saqué uno de sus cigarrillos, y dejé mi computadora en sus manos. —No me entiendes, no necesito tu computadora solamente, requiero que por favor digites mi correo y mi contraseña, porque con estos lentes no puedo ver el teclado. —¿Cuál es el correo? —berney1963@yahoo.com.mx Torpe e insistentemente le dejé de nuevo el ordenador para que él escribiera su contraseña, me hizo ver que no podía hacerlo, caí en cuenta por fin, de que requería mis servicios como escriba. Seguí fumándome sus cigarrillos y pasé a abrir su cuenta. Me dictó dos fechas: una del siglo pasado y otra del antepasado, ante mi cara de desconcierto agregó: —Es la fecha de nacimiento y muerte de mi madre. Yo no tengo secretos con nadie.
MISCELÁNEA
De inmediato comencé a leerle amables comuni—No olvides que la respuesta hermosa de tu país caciones en español e inglés que le extendían amia estas músicas fue el bolero. gos, universidades, centros culturales, casas de la Entonces no solamente empecé a devorar sus cultura y festivales. libros, sino que los acompasaba con boleros en tanto Luego contesté un par de iba armando mi personaje sus correos, y él amablemente insospechado. TAMAÑA IGNORANCIA me disuadió de la tarea que El festival terminó y tuvo lugar un par de veces LA MÍA, ABRÍ DE PAR EN un par de correos más se más durante el encuentro. presentaron entre nosotros. PAR LOS OJOS CUANDO Debo confesar que cuando se Cualquier dato retiró de la mesa, en la primera COMENCÉ A ATAR CA- biográfico que agregue ocasión, busqué en Google BOS, A RECORDAR QUE a estas páginas me haría alentado por la inquietud de aparentar ser un conocedor LA PERSONA A QUIEN saber quién era el hombre a y si algo quiero dejar en cual se dirigían con mucha ME LE ESTABA FUMANDO claro aquí es mi barbarie. urgencia y cortesía tantas Mi primera visita a su LOS CIGARRILLOS ERA país no me permitió verlo, personas e instituciones. Tamaña ignorancia la mía, EL TRADUCTOR DE ELIOT llevaba conmigo Tarde o abrí de par en par los ojos temprano, la bella antología Y WILDE, EL POETA JOSÉ cuando comencé a atar cabos, que publicó el Fondo de a recordar que la persona a Cultura Económica, con EMILIO PACHECO. quien me le estaba fumando la intención de hacerlo los cigarrillos era el traductor firmar por él. Pocos días de Eliot y Wilde, el poeta José Emilio Pacheco. Sentí permanecí en su tierra pero me prometí volver al vergüenza de ser un poeta, sentí vergüenza de ser país desde donde ahora, en su ausencia, redacto este joven e iletrado. Salí a la calle y compré dos cajas de texto. cigarrillos que en los días siguientes le extendí con Hoy que el cortejo de Mutis y Márquez aún late cortesía y evidente pena. en el viento, hoy que los escritores colombianos han No podía privarme de enseñarle mis poemas, muerto en estas tierras, el que era colombiano pero ¿quién sí?, me hizo un par de correcciones sobre renunció a su nacionalidad y se declaró muerto desde rimas que le parecieron de más; le contestamos hace como cuatro novelas me hecho a caminar por la correos a Cambridge, a amigos, familiares y a medio colonia Hipódromo Condesa, intentando encontrar mundo en varias lenguas, que deseaba rendirle a José Emilio, para presentarle mi siempre renovada homenajes y extenderle invitaciones; me dictaba en admiración y mis eternas excusas. Más vale tarde. pausado y diáfano inglés sucintas respuestas, pues Yo no sé si valga recordar que José Emilio, de creía que me agobiaba redactar sus palabras, en acuerdo a su nobleza, siempre se sintió orgulloso tanto yo no cabía en mis zapatos al saber que estaba de haber recibido el dictado de Arreola; yo no sé respondiendo la correspondencia de José Emilio si pueda copiarme de Pacheco a estas alturas, pero Pacheco. de seguro tendré para responderle a los demonios En los días siguientes unas cuantas lecturas —como seguramente lo hizo él con los ángeles más nos unieron, yo me convertí en su sombra y su frente al cuestionamiento—, ahora que se cumplen amanuense; durante largas noches lo acompañaba dos años de su desaparición, con renovado orgullo, en la mesa de los poetas donde él hablaba con los su frase que me copio en estas líneas: “Cuando escritores argentinos sobre la importancia del entre al infierno y los demonios me pregunten: —Y tango y la ranchera en la cultura popular americana. usted, ¿qué fue en la vida?, podré responderles con Recuerdo que una noche frente a mi silencio dijo: orgullo…”: —Amanuense de Pacheco.
TO B O S O
DIARIO ROJO / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
La materia no existe
ANTHONY BURGESS
¥¥ALBERTO CHIMAL
1.
Creo que esto no es habitual: escribir acerca de un autor que cumplirá su centenario antes de que este llegue. Pero esta nota aparecerá en el paso de 2016 a 2017, que es cuando se cumplen 100 años del nacimiento del gran Anthony Burgess (1917-1993), narrador, compositor, periodista y erudito inglés, quien tituló al segundo tomo de sus memorias Tuviste tu tiempo (You’ve Had Your Time, 1990) y dijo muchas veces que nadie iba a recordarlo más que por una novela: La naranja mecánica (1962), que hoy parece haber sido borrada por la versión fílmica que hizo de ella Stanley Kubrick en 1971. La película de Kubrick se aleja también. Mientras escribo esto, de hecho, parece que el país en el que vivieron ambos y en el que
Burgess nació también será cosa del pasado en muy poco tiempo. Me gustaría invitar a que la gente leyera a este escritor medio desaparecido: ayudar a su reaparición. 2. Tampoco es tan difícil. Ni siquiera ahora. Mi primer encuentro con Burgess, por ejemplo, se debió a una edición barata de La naranja mecánica, a la venta en un supermercado. Fue cuando estaba terminando la preparatoria. Ya había visto la película de Kubrick y la cubierta, con el famoso ojo de grandes pestañas, me llamó la atención. Lo compré, lo puse en la fila –siempre he tenido varios libros pendientes en cualquier momento dado– y cuando llegó su turno lo leí. De un tirón. Hasta hoy, el Alex narrador –el pandillero adolescente que es sometido a horribles expe-
rimentos de control mental– me fascina y me repele a la vez. Le tengo piedad en sus momentos malos, porque quienes lo rodean son todos monstruosos, cada uno a su manera. 3. Luego descubrí que La naranja mecánica es anómala en la obra de su autor, una obra satírica y dura cuando las más de sus novelas son cómicas, de risa menos siniestra o al menos más fácil. Pero siempre está allí su gusto por el lenguaje, su forma de entender la vida humana y su gusto por jugar, dentro de sus obras, con la misma literatura: con las formas y los contenidos de su tradición. (Otro ejemplo: las ficciones que Burgess escribió sobre Shakespeare; el relato “El encuentro en Valladolid”, donde sale Cervantes, o la novela Nothing Like
TO BO SO
BURGESS FUE LINGÜISTA, APRENDIÓ MUCHOS IDIOMAS E INVENTÓ AL MENOS OTRO MÁS: EL QUE HABLAN LOS HOMBRES PRIMITIVOS EN LA PELÍCULA LA GUERRA DEL FUEGO (JEAN-JACQUES ANNAUD, 1981). the Sun, de 1964, que se pregunta y se responde quién fue la famosa Dama Oscura de los sonetos.) 4. Más de lo que me gusta hasta hoy de Anthony Burgess: el recurso de la rima: de los ecos que se pueden hallar en palabras y frases en pasajes novelescos, y que Burgess usa, por ejemplo, al comenzar todas las nuevas secciones de La naranja mecánica con la misma frase. (Y su última novela, la póstuma Byrne, de 1995, está de hecho escrita en verso.) También me gusta la invención de lenguas inexistentes, como el nadsat, el dialecto de los pandilleros de La naranja…, que es mitad inglés y mitad ruso y que está tan hábilmente planteado que un lector atento lo va aprendiendo sin ayuda a medida que avanza por el libro. Burgess fue lingüista, aprendió muchos idiomas e inventó al menos otro más: el que hablan los hombres primitivos en la película La guerra del fuego (JeanJacques Annaud, 1981). 5. Pero sobre todo me fascina el tono de su obra entera: su postura ante los hechos narrados, que está en algún sitio de los sentimientos humanos donde se tocan el fatalismo, la indignación, la rabia y la melancolía. Tal como en el título de sus memorias. Otro ejemplo:
Burgess escribió el prólogo de una colección de fotos tomadas por paparazzi: Private Pictures (1980) de Daniel Angeli y Jean-Paul Dousset, en la que aparecen famosos de la segunda mitad del siglo xx, y el texto es ejemplar porque los critica a todos, y lo hace de manera muy especial. Por un lado, Burgess reconoce que la adoración de la que gozan en su momento es inevitable, por cómo nos sometemos los seres humanos al poder que se manifiesta en la fama, pero por el otro es feroz, porque recuerda que esa fama siempre es pasajera. “¿Quién es la Reina Madre? La madre de la reina”, escribe, y tiene razón. Casi todos los retratados en ese libro estaban olvidados antes de que Burgess muriese. 6. Por otro lado, a la edad que tengo empieza a suceder algo nuevo: estoy entendiendo un poco más al último Alex, el del famoso capítulo 21. 7. Se conoce la historia: la versión original de La naranja mecánica, publicada en Inglaterra, consta de 21 capítulos, pero Kubrick solo usó los primeros 20 como base de su película. Suprimió el último. Así, el Alex cinematográfico concluye su historia en un momento terrible y satírico de plenitud: aquella imagen de sexo y violencia desen-
frenados con fondo de Beethoven. (Las claves y acertijos visuales de la película, por cierto, no han sido considerados ni estudiados como deberían, a pesar de ser tan abundantes como las de El resplandor y otras películas del mismo director.) 8. El Alex literario va un poco más allá: librado del control mental y convertido de nuevo en un delincuente, empieza de hecho a envejecer, conoce la melancolía, reflexiona sobre el mal del mundo y de su propia vida y reconoce, explícitamente, que se encamina al crecimiento y a la maduración, es decir, al resto del camino de la existencia humana, que finalmente concluirá con la muerte. Ahora lo imagino con el aspecto actual de muchos punks de los años ochenta (las fotos circulan por la red), a los que el cuerpo no les dio para más y terminaron por integrarse, más o menos resignados, a la vida de su país. Muchos deben haber votado incluso por la separación de la Unión Europea. Muchos deben ver con desconcierto tanto su futuro como su pasado. 9. Por esto admiro a Anthony Burgess: su Alex les gana a todos porque es consciente. Porque en esa conciencia, aunque la vida lo rebase, es insumiso. Y porque su autor le permite incluso, en sus momentos finales dentro de las páginas, marcharse sin reconciliación con el pasado y dedicar una trompetilla a todos los personajes que lo trataron mal y que hicieron de su vida un infierno: ¡PPRRRRRRRRT!
TO B O S O
DIARIO MODO-AMOR / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
Letras al margen
¥¥EDUARDO ANTONIO PARRA
C
omo les pasó a casi todos los miembros de mi generación, y tal vez un poco a los de las siguientes, de niño vi muchas películas mexicanas “clásicas”. Era inevitable en aquellas tardes muertas, cuando el sol pegaba fuerte y tras la comida había cabeza para ponerse a hacer la tarea, ver desfilar en la tele los rostros de Pedro Armendáriz,
ALGO FLOTA SOBRE EL AGUA Dolores del Río, María Félix, Jorge Negrete, Pedro Infante, Elsa Aguirre e Ignacio López Tarso, o los que nos tocaran en suerte según el gusto de los programadores. Esas cintas fueron parte de nuestra educación sentimental, junto con la canción ranchera, los boleros y las baladas pop, antes de que se generalizara en el país la música en inglés, y en general las manifestaciones de
la cultura anglosajona. Formado el gusto desde la infancia, en la adolescencia seguimos viendo cine mexicano viejo por televisión —a veces sin confesarlo— y desdeñándolo la mayor parte de las veces en las salas de cine. Vi varias veces muchos de esos filmes. Llegué a aprenderme las partes de los actores en secuencias completas. Recuerdo, por ejemplo, cómo me maravillaban (y lo siguen
TO BO SO
haciendo) algunos diálogos de La oveja negra y No desearás la mujer de tu hijo, protagonizadas por Pedro Infante y Fernando Soler. Como cuando Infante dice: “¿Pos qué le pasó, apá?” y Soler en su lecho responde: “Más bien qué no me pasó. Se me descuajaringó la pajarera, se me apachurró el cuajo y se me perjudicaron las agarraderas de la voluntad”. O más adelante, cuando el viejo afirma que llegó su hora, Infante le pregunta: “¿Cómo se va usté a morir, apá?” y el viejo explica: “Pos de cara a la pared y estirando la pata, según una vieja costumbre norteña, mijo”. Guardo en la memoria escenas mag ní fi c as , perturbadoras; primeros planos donde las divas lucen como verdaderas diosas; tomas que son obras de arte indiscutibles y argumentos envidiables. Pero también hay títulos capaces de atraer, de inyectar inquietud y crear expectativa desde que se escuchan por primera vez. Uno de ellos, Algo flota sobre el agua, es de un filme de 1948 de Alfredo B. Crevenna, con Arturo de Córdova, Elsa Aguirre y Amparo Morillo. Lo vi por vez primera a los diez años, una de esas tardes a las que me refiero, después de que terminara el programa del payaso Pipo. Supongo que, al oír el anuncio, rondaron mi mente imágenes de todo tipo, respondiendo al estímulo de las cinco palabras. ¿Qué puede flotar sobre el agua? Tras las primeras escenas lo supe: una mujer. Si a esa edad ya hubiera leído “El ahogado más hermoso
EL NIÑO QUE FUI Y VIO ESE FILME A LOS DIEZ AÑOS SOLO RETUVO EN SU MENTE LA HERMOSURA DE ELSA AGUIRRE, LA VOZ INIGUALABLE DE DE CÓRDOVA Y LA CERTEZA DE QUE DARLE TECHO A UNA MUJER BELLA, NO IMPORTA QUÉ TAN NECESITADA ESTÉ, ES UN PELIGRO PARA LA CASADA QUE QUIERE SEGUIR CONSERVANDO SU HOGAR INTACTO. del mundo”, de García Márquez, habría sabido que, si algo brota del agua, está destinado a trastocar el orden imperante del lugar al que llega, pero aún me faltaba para leer la obra del Gabo. De lo que sí estoy seguro ahora es de que el colombiano sí conocía Algo flota sobre el agua, ya sea en su versión cinematográfica o en la novela que le dio origen. La mujer a la que rescatan los hombres en ese pueblo veracruzano de pescadores es Azalea, protagonizada por Elsa Aguirre (quien vive y no parece haber envejecido en setenta años), mujer misteriosa, sin pasado (como el ahogado del cuento), o por lo menos sin intenciones de recordarlo. Es acogida por el matrimonio caracterizado por De Córdova y la Morillo y, como en la historia del Gabo, llega para voltear de cabeza la situación en el pueblo y en el hogar que la acoge (de otra manera: Azalea está viva). El niño que fui y vio ese filme a los diez años solo retuvo en su mente la hermosura de Elsa Aguirre, la voz inigualable de De Córdova y la certeza de que darle techo a una mujer bella, no importa qué tan necesitada esté, es un peligro
para la casada que quiere seguir conservando su hogar intacto. Volví a ver la película a los dieciséis años, cuando entendía un poco más de la vida y las relaciones humanas. En esa ocasión, aparte del triángulo amoroso que se establece entre los protagonistas, me atrajo el trasfondo social: la lucha de los pescadores en contra del patrón, quien pretende explotarlos comprándoles el pescado a precios ínfimos, la desconfianza que sienten hacia De Córdova por ser hijo de un antiguo testaferro del patrón, la añoranza de la esposa por la urbe donde creció y su consiguiente desprecio por la vida en el campo, junto al río. Sin embargo, el drama de la pasión del protagonista por la recién llegada seguía siendo la línea narrativa más potente: ¿cómo puede resistirse —pensar en otra cosa, desviar la vista, cerrar los sentidos— un hombre cuando tiene en casa una belleza como Elsa Aguirre? Es tema para pensar… Pasaron los años y ya era un joven lector persistente cuando encontré en una librería de viejo la novela Algo flota sobre el agua, del
DIARIO MODO-AMOR / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2010
TO B O S O
húngaro Lajos Zilahy. La tomé. ¿Así que se trataba de una novela? (Si hubiera puesto más atención a los créditos lo habría sabido antes.) Además, debió tratarse de una muy popular en el pasado: en el estante había diez ejemplares en distintas ediciones. Me llevé uno de la colección Rotativa, de Plaza & Janés, de 1976, casi treinta años luego del filme, lo cual indica que el libro siguió leyéndose en México mucho tiempo. Al caminar con ella bajo el brazo, me preguntaba qué es lo que hace que un relato deje de leerse de una generación a otra. En cuanto lo abrí hallé mi respuesta: el estilo era denso, las descripciones profusas, las reflexiones extensas y ensayísticas. Lo abandoné en el primer capítulo. Pero siguieron pasando los años. Hace días, buscando qué leer, volví a hallar el volumen de Rotativa en un librero. Sin recordar por qué no lo había leído antes (lo supe al empezar a leerlo de nuevo), lo llevé a mi escritorio. Ya sin prisa por acumular lecturas, no fue tan arduo atravesar el pórtico introductorio. El lenguaje en realidad no es tan denso, las descripciones son bellas y, las reflexiones, puntuales y acertadas. Zilahy es un narrador excelente. Y, como suele ocurrir, casi desde el principio la novela se deslinda del filme, ocupando un sitio estético superior y evidenciando las diferencias. Para empezar, la novela no presenta ningún aspecto social. O a Zilahy no le interesaba la lucha de clases ni remarcar las injusticias, u optó por ceñirse a la línea principal (la única) del relato, pero en la
novela —publicada en 1928— los pescadores, aunque sean pobres, son solo hombres inmersos en sus tareas diarias, y por lo tanto al cernirse sobre ellos el drama no los distraen otras preocupaciones. ¿Por qué esas diferencias? ¿Se deben a las distintas épocas, a los veinte años de distancia entre la novela y el filme? ¿A las particularidades históricas y culturales de Hungría y México? ¿A los cambios en lo que respecta a los valores predominantes? ¿O, más sencillo, a la lejanía entre el lenguaje literario y el cinematográfico? Mientras en la novela Lajos Zilahy se centra en el conflicto del triángulo con precisión de cuentista, sin apartarse de él hasta convertir su relato en un verdadero estudio sobre la pasión amorosa desde el punto de vista del hombre, es decir, a través de la introspección, el filme se abre a otras tramas con el fin de involucrar más personajes y dar mayor agilidad a las escenas visuales. Si esta fuera la explicación, entonces se trata del lenguaje, de la adaptación de la novela al cine. Pero, ¿si se tratara de la adaptación a una época distinta, con valores nuevos y perspectivas diferentes? Esto tal vez explicaría la posición de la esposa del protagonista —Zsuzsánna en la novela— en las dos obras. Zilahy la concibió como “una bue-
na mujer”, y para él, según el relato, una buena mujer es discreta, fiel, exenta de malicia, noble y creyente en Dios. De ese modo, el autor deja caer sobre János, el marido, un drama más intenso a la hora en que empieza a darse cuenta de lo que siente por la extraña. János ama a Zsuzsánna. Zsuzsánna es quien pide que Anada (así se llama en la novela) permanezca en casa. János presiente algo terrible desde el primer instante, pero Zsuzsánna se obstina. Después el autor narra, paso a paso, cómo evoluciona la pasión de János por Anada, desde cero hasta la tragedia. En la novela Zsuzsánna es un ser más bien pasivo, sus iniciativas son pocas, vive en función de su marido. ¿Así era “una buena mujer” en 1928 en Hungría?
TO BO SO
LOS VALORES, LAS TRADICIONES, LAS COSTUMBRES FORMAN PARTE DE LA CULTURA. Y LA CULTURA SE TRANSFORMA, A VECES DESPACIO, A VECES CON MUCHA VELOCIDAD.
En la película, la esposa también es “una buena mujer”, pero muy distinta a la de Zilahy. Aquí también vive en función de su marido, pero no tanto. Si bien lo acompaña de regreso al pueblo de pescadores donde vivió su infancia porque “quiere que sea feliz” —en la novela el matrimonio siempre ha vivido a la orilla del río—, también critica las costumbres campiranas e insiste en que estaban mejor en la ciudad. Es más perspicaz y, por supuesto, tiene malicia: sospecha de una mujer tan bella cerca de su hombre. ¿A qué se debe esta evolución en el personaje? ¿A que era necesario darle mayor protagonismo para que el filme fuera eficaz? ¿O a que una mujer como la concibió Lajos Zilahy quedaba demasiado anticuada en 1948? En mi adolescencia, en una discusión con mi padre en la que yo cuestionaba ciertas costumbres familiares y de la sociedad, él me dijo que los valores son inmutables, que son como son para siempre. Yo, que había leído algo de axiología en la prepa, le retobé diciéndole que eran lo que con más frecuencia cambiaba con el paso del tiempo. No sé si estaba en lo cierto; creo que sí. Por ejemplo, ahora nadie habla de honor, ni de hombría, tal como lo enseñaban las viejas películas y novelas, mexicanas y de todo
el mundo. Y si se mencionan, significan algo distinto a lo que significaban entonces. Los valores, las tradiciones, las costumbres forman parte de la cultura. Y la cultura se transforma, a veces despacio, a veces con mucha velocidad. ¿Será esta la razón, además de la del lenguaje, de las diferencias entre las dos Algo flota sobre el agua? Tal vez la respuesta resida en otra pregunta: ¿cómo se filmaría hoy una película basada en la novela de Lajos Zilahy? ¿O cómo abordaríamos el mismo tema en una novela contemporánea? Siguiendo el postulado original, el de la desconocida que es rescatada del río, donde estuvo a punto de ahogarse, y, al verla tan desvalida, la esposa insiste en que se quede en casa con ellos. Para empezar, la esposa no podría argumentar que necesita “una criada”, como en la novela de Zilahy, porque ahora eso no es políticamente correcto. Así que tendría que ser por otro motivo. János, el marido, tendría el mismo presentimiento de que darle techo a la bella desconocida desataría una tragedia. La diferencia sería que tal vez no sospecharía de sí mismo, sino de su mujer. ¿Por qué quiere tenerla aquí? ¿Le gustó? ¿Estarán aflorando en ella tendencias homosexuales latentes? O ¿quiere ponerme a
prueba? ¿Ver qué tan sólido es mi compromiso con ella? Por supuesto, en caso de que siguiéramos adelante con la trama, al llegar al momento en que János acepta su pasión por Anada – después de vivir una tormenta interior por varios meses, en los que trata de negarla repitiéndose que ama solo a Zsuzsánna y que sería incapaz de hacerle daño— e intenta besarla en un momento en que están a solas, Anada tendría que culparlo de acoso sexual, o por lo menos amenazarlo con eso, pues al ser su patrón está en una posición de poder sobre ella y su acto es sumamente reprobable. No importa que después ella acceda a ese beso y a otras cosas, el acto inicial quedó registrado y debe pagar por ello. Podríamos seguir añadiendo nuevas maneras y puntos de vista a este viejo relato, pero me temo que, si lo hacemos, la historia resultante sería bastante aburrida. Se diluiría en él ese estudio profundo de la pasión amorosa que escribió el autor húngaro, y tampoco quedarían rastros del trasfondo social que le añadió Crevenna en su filme. Restaría una historia enmarcada en lo políticamente correcto, es decir, sin sustancia literaria. Tal vez se perdería hasta el hermoso título: Algo flota sobre el agua.
TO B O S O
DIARIO NEGRO / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2009
Plumas al vuelo
SINFONÍA DEL PENSAMIENTO ¥¥JESSICA NIETO
E
xiste un sitio para la escritura. Un lugar concebido para su preservación y cuidado; para su estudio y su confrontación; para su memoria y su olvido. Ese lugar es la biblioteca. Por supuesto que la escritura se encuentra en todas partes: en el decir, en el andar, por todos lados. Estamos sumergidos en su continuidad. Nuestras letras son parte de un abecedario que
se despliega desde hace miles y miles de años. Y no obstante la omnipresencia de la escritura, la biblioteca es el espacio creado específicamente para contenerla. Es su función: resguardar este gesto que nos distingue, estas formas y garabatos que, limitados y sencillos, comunican todo el pensamiento de la humanidad. La biblioteca no la ha tenido fácil. Ha tenido que soportar persecuciones. Ha tenido que
TO BO SO
LA ESCRITURA DEVIENE EN FLUJO DE CONCIENCIA; LA LECTURA SE DESDOBLA Y CADA PERSONA LA ESCUCHA CON SU VOZ. además, alberga esa esperanza, o mejor debiera decir, la mantiene. Y quizás ahora, en estos tiempos en que las formas de la escritura han cambiado, en que los libros ya no son solo montones de hojas encuadernadas que precisan de un espacio físico, sino que ahora son también archivos digitales; es decir, ahora que los libros son a la vez fijos y perdurables, pero también siempre posibles, esta esperanza sea lo que distinga a la biblioteca como el sitio de la escritura, sea manuscrita, impresa o virtual. Pero lo que la biblioteca resguarda, por encima de todo, y que es equiparable con la esperanza, es el pensamiento. Hay una escena en Las alas del deseo (Der Himmel über Berlin, 1987), de Wim Wenders, donde los ángeles Damiel y Cassiel llegan a la Biblioteca Estatal de Berlín, un hermoso y espacioso
edificio de varios pisos con decenas de mesas de lectura y miles de libros. En este lugar se encuentran reunidos otros ángeles que custodian a los lectores, pero también prestan atención a sus lecturas. Los ángeles no leen lo escrito, sino que lo escuchan a través del pensamiento de los lectores. Y escuchan todos los pensamientos al unísono, como un murmullo. Esta escena se conoce como “la sinfonía del pensamiento”. Y es que es esto lo que resuena en el silencio de las bibliotecas, pero que no alcanzamos a percibir: la escritura deviene en flujo de conciencia; la lectura se desdobla y cada persona la escucha con su voz. La biblioteca, sea un edificio público o un cuarto en nuestra casa; sea un dispositivo que cargamos a donde vamos, no deja de ser este espacio donde la escritura, entendida como la memoria de toda la humanidad, entra en nosotros y resuena. Como una sinfonía. La escena continúa. Los ángeles se pasean entre los lectores sin decir nada. Los acarician y acarician los libros, acarician las palabras. De cuando en cuando sonríen. Son la representación de la esperanza que habita en las bibliotecas, la que deambula sin ser vista mientras espera, sí, a que venga alguien. Porque alguien vendrá. Siempre sucede.
LO LLAMABAN VER / SIN TÍTULO / DIBUJO / 2016
guardar secretos. Ha tenido que aprender a reconstruirse de sus propias cenizas y tratar de no llorar por todas las letras consumidas por la ignorancia y el fanatismo. La biblioteca entendió muy pronto en su vida que su presencia en las ciudades, en las casas, en las escuelas, podía considerarse peligrosa o peor, innecesaria; que sus visitantes serían pocos, y que pasaría mucho tiempo simplemente con toda esa escritura apilada en sus pasillos. La biblioteca persiste y sus muros, con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, se convirtieron en tabletas, en dispositivos. La biblioteca se hizo portátil, aunque su función no ha variado. Sigue sosteniendo textos y más textos; ecuánime ante nuestro afán de trascendencia, recibe todo lo que tengamos que decir, o más bien, escribir, por mínimo que sea. Ya vendrá alguien a leerlo. Siempre hay alguien. Porque al final, si escribimos es para ser leídos. La biblioteca,
C A B A LL E R Í A
EN TORNO A
RJ Project G
abriel Contreras se ha propuesto convertir el archivo de Romeo y Julieta en un espectáculo de actualidad perturbadora: si la amorosa pareja bebió el veneno para fingir su muerte, la pareja actual, príncipes del imperio no ya del linaje sino de la droga, beben el veneno para salvarse del envenenamiento. Romeo y Julieta se debían a la rivalidad de dos familias aristocráticas venecianas, en la versión de Gabriel Contreras se trata de dos carteles mexicanos. El odio de clase es ahora otra clase de odio. La rivalidad que ilustra el drama de la legitimidad del poder (una obsesión de Shakespeare) se ha convertido en la parodia del poder de los carteles rivales, que se matan del modo más feroz posible: el más casual. De uno a otro escenario, el poder es más ilegítimo, la sociedad está peor fundada, y solo el contrasentido, el suicidio, redime a la pareja de la obligación de fundar una república. La res pública, el origen de la Ciudad de los hombres, ha sido arruinada por la capacidad de violencia que tiene el hombre contra el hombre.
TÍTULO: RJ Project AUTOR: Gabriel Contreras EDITORIAL: Paso de Gato AÑO: 2014
Poner Romeo y Julieta al revés, dando de antemano por perdido el ardor juvenil del diálogo amoroso, implica en esta versión contemporánea no solo el obvio rebajamiento de la tradición, sino, sobre todo, la puesta en escena de un lenguaje desgarrado, cuya violencia interior representa el desgarramiento social de la idea clásica de la polis: en lugar de la política solo nos queda la policía. El mundo ha sido puesto al revés por la producción, el consumo, y la acumulación suscitados por el mercado clandestino de la drogadicción, que es a su vez el lado invisible de la más visible articulación social del mercado como fuerza dominante y justificante de cualquier transacción, incluida la ilegal. La violencia, por lo mismo, prevalece en el escenario social, legitimada por la oferta y la demanda, con el riesgo de inversión y la calidad del producto determinando, en su propia lógica de la necesidad, el mayor o menor costo en vidas, víctimas y victimarios. En el principio normativo de la ley del mercado “el cliente (el consumidor) tiene la razón”.
Como en una ceremonia de sombras, esta comedia trágica de Gabriel Contreras ocurre en espacios determinados por su condición marginal, excéntrica y, al final, infernal. Como los círculos del Infierno dantesco, los de la droga albergan no el castigo sino la desarticulación. Lo impensable del Infierno, en efecto, no está en el fuego y el castigo eterno sino en la desarticulación: los espacios del mundo de la droga son impensables porque no son un sistema sino una licencia del sistema, que los reproduce como la farsa paródica y mortal del mundo que contamina como mercado y somete como cementerio. Contra la ley de los hombres, la noley de la droga multiplica la muerte y niega el ágora pública, la Ciudad. En Romeo y Julieta hay una escena memorable en la que Romeo ha escalado la pared hacia el balcón de su amada, y al verlo, sorprendida, ella le pregunta: “¿Y cómo has llegado hasta aquí?”. Y Romeo le responde: “Amor me prestó sus ojos”. En la versión de Gabriel Contreras, esa escena ha sido trastrocada. Julieta y Romeo no intercambian la droga amorosa sino la droga mortal.
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De la confrontación de estos dos edificios discursivos hace esta versión mexicana su alegato. El primer edificio es el discurso Isabelino, cuya poderosa retórica es la matriz de un nuevo mundo amoroso, donde nacen y se forman los sujetos que habrán de superar la fase tribal de las familias en discordia, incapaces de forjar un sentido de nación moderna. La muerte de la pareja de jóvenes amantes señala la fundación de una época donde las sumas de la paz puedan dar crédito a la sociedad de la razón. El otro edificio discursivo es el del Narco, donde las palabras significan otra cosa, no lo que nombran sino lo que encubren. Da, por eso, nacimiento a un mundo tenebroso que el lenguaje no sostiene sino que corrompe. De allí el lamento trágico que sopla y apaga al lenguaje en esta pieza. Hecho de cenizas, desde la sombra y el luto, el lenguaje del Narco propicia el contrabando del sentido: roba, resta, miente,
mata. Impone por la violencia el desmembramiento del cuerpo nacional y trabaja, por ello, del lado de la muerte. La suya es una sociedad retrotraída a la afasia, previa al lenguaje que nos humaniza. La extraordinaria noticia de que un sicario disfrazado de payaso se infiltró a la fiesta infantil del ahijado de un capo mexicano para matarlo, demuestra la teatralidad farsesca del crimen como representación, que ha dejado de ser trágica y se ha vuelto grotesca y delirante. Si una fiesta infantil es el escenario del crimen, y el sicario es un payaso usurpador, quiere decir que el romance familiar mexicano ha dejado de ser la telenovela, donde las madres sufridas trabajaban para sus hijos; y se ha convertido en el escenario de un crimen donde el asesino es un payaso de la muerte. Esta pieza de Gabriel Contreras asume también la actualidad de esa discordia y nos revela el apocalipsis de los discursos de la razón, y la crisis de la representación verosímil.
Los lenguajes solo se prueban como verdaderos en la muerte. El sentido trágico de la puesta en escena del crimen narco, aparece en esta pieza de Contreras no sin horror. La trivialidad de la muerte, la fuerza casual del crimen, parece decirnos esta obra estremecedora, ha puesto en crisis también a la representación teatral, que ya no finge ser real ni pretende duplicar la vida cotidiana. Su apoteosis, su desamparo, demanda ser escuchado y apreciado. Es una lección de salud poner en orden el caos para darle una forma y un lugar en la conciencia. Se trata, en efecto, de la política no solo como el “arte de lo posible” sino como la última apuesta por la denuncia, la indignación, y la necesidad de mantener la razón para decir las cosas por su nombre. Saludemos la proeza poética de Gabriel Contreras, capaz de verle la cara al mal y sostenerle, gracias a la poesía, la mirada crítica. Julio Ortega
Bajo un influjo compartido
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n Testigo & Milagros1 queda de manifiesto la brutal fragilidad de lo humano y la belleza mortal, casi gélida, de la palabra cuando se enfrenta a la muerte y a la lenta desaparición de todo un mundo, y al arribo de otro. Rothenberg trascurre sobre viejos, enormes y cansadísimos tópicos de la literatura, que, sin embargo, 1 Edición bilingüe de A Further Witness & A Poem of Miracles, con traducción al español de Javier Taboada.
cobran una impronta especial –y especifica– en su ya dilatada carrera en la literatura, y en su vida como poeta y ser humano. Como nunca con tanta veracidad, Rothenberg discurre sobre la muerte, la vejez, la naturaleza, la palabra en la poesía, el lenguaje y, sobre todo, la amistad. Es la amistad el motor que anima estos textos y los origina; sobran los versos para darnos cuenta. Incluso hay una nota al final del primer poemario, Un
testigo más, que resume y sintetiza a la perfección el espíritu de la escritura del libro mismo, y dice: Supongo que los misterios de la vida y la muerte penden sobre todos nosotros, y que el dolor por la separación es lo que es, y difícilmente puede evitarse. Pero también queda una sensación de hermosura, por todo lo que podemos darnos en el poco tiempo que se nos ha concedido.
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El libro es primordialmente eso: un recordatorio de la amistad y de cómo es el mundo bajo ese influjo compartido. Y es también una elegía por los amigos que se han ido, o se comienzan a marchar. Un canto por todo lo que ya no está y va desapareciendo. Sin el devenir del tiempo, uno no se convierte en testigo: “las palabras / danzan / por el camino / dentro de mis oídos // y se detienen / al evocar / cómo hablaban / y escribían // recordados / amigos / y camaradas / que partieron hace tanto”. Y es que hay tanto de resumen final en Testigo, que la elegía no deja de ser solo un pretexto para lamentar la muerte del amigo, sino también para poner en palabras la experiencia de lo atestiguado, un mundo lleno de sucesos que nos sobrepasan y que, acaso, solo la palabra pueda hacerles algo de justicia al relatarlos.
TÍTULO: Testigo & Milagros AUTOR: Jerome Rothenberg EDITA: UANL / CETYS /
Matadero AÑO: 2017
Pero si se habla de la muerte, entonces también se habla del tiempo; y el paso del tiempo es otro protagonista en los reflexivos y casi filosóficos poemas de Rothenberg: “pero no pude detener / el fluir / del tiempo* / *de la rima / que no es / un flujo / sino la existencia / simultánea / de toda cosa”. Y: “contar / las horas / reducidas / a minutos / como el universo / y sus leyes / tan fácilmente / rebatidas* / *rechazadas / en las que el tiempo / se detiene por completo / en retrospectiva / lamentable / instancia* / *instante”. Dije reflexivos y casi filosóficos; pero casi. Pues Rothenberg escribe poesía sin adjetivos, de las más altas de América, y no se aleja nunca de su pureza, y menos en este libro; pero también es verdad que estos poemas contienen un tono no solo elegiaco, si no solemne y grave –es difícil que otra cosa pueda caber ante el dolor de la pérdida y un largo camino recorrido visto en retrospectiva– que dotan a su lenguaje de una extraña levedad y profundidad al mismo tiempo –tal vez una cualidad de la sabiduría–, que los vuelve desesperadamente personales, y por lo tanto colectivos, al contar experiencias humanas que todos conocemos o conoceremos. Sí, el lenguaje, una vez más el lenguaje. Porque solo queda el lenguaje para atestiguar el paso del tiempo. Por eso, en “El misterio está en las palabras solamente”, queda al descubierto la forma de abordar un lenguaje necesario para hablar del fin, la muerte y el pensamiento, y dotar a ese lenguaje de las cualidades necesarias para hacerlo poema, en líneas como estas: “la palabra / con que lo nombro / no basta / requiere / de cierta / fuerza / el misterio / de la mente / que se esparce / por el universo / vivo / en cada uno / de nosotros”.
Pero no solo la muerte es objeto de conjeturas, sino todo lo que trae consigo; todo ese conglomerado de cosas que quedan flotando ante la ausencia. Esa pulsión de ir al pasado y re-vivir, (ser testigo) para poder dar carpetazo limpio y re-comenzar, pero siempre de otro modo, y con la conciencia de la propia finitud. En “Déjame pensar la muerte”, Rothenberg da cuenta de que la memoria siempre obliga a una síntesis y a una conclusión, y que la muerte, necesariamente, está entrelazada a la memoria, se necesitan: “déjame / pensar / en la muerte / o no / incluso ahora // al repasar / fríamente / los hechos / voy poco a poco / descendiendo / hacia la cripta / yo tampoco puedo / deshacer / su hechizo / y permanecer”. Aun así no todo es lamento ni despedida, Rothenberg se sabe ante un mundo nuevo ya tan diferente a aquel en el que creció y se hizo poeta, y sus versos aún tienen algo que decir respecto a eso y al sitio actual desde donde vislumbra y crea en el mundo, y en el mismo poema, escribe: “esta noche / la palabra / es generación / otros / tras nosotros / un mundo / tan joven / que me deslumbra / cuando cruzo / sus senderos // pero no puedo / nombrarlo / retenido / por los lazos / que me atan”. La amistad es lo más loado en este libro; queda claro, pero también es un punto de partida para pensar en la finitud y el límite que nos aguarda. Pues atestiguar es un acto compartido y cuando se marchan los colegas de lo presenciado, se sabe que inexorablemente el tiempo también habrá de llegarle a uno. En Un poema de milagros, poema
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que cierra el libro, dedicado a Jack Collom, el paso del tiempo con su consiguiente final da lugar a la celebración de estar vivo, canta al universo en su conjunto, además de los procesos del pensamiento, la compañía amada, y de nuevo a la amistad. Sin embargo, encontramos a un Rothenberg mucho más transparente y emotivo, su lenguaje gana energía en contraposición con el tono usado en Un testigo más. El poeta mira fascinado y entiende que el mundo está lleno de milagros, entiende –hacia la parte final de su vida–, el existir como un milagro en sí; entiende su propia existencia como la suma de una serie de milagros, pues el existir es tan misterioso que es capaz de engendrar un sinfín de elementos, que nosotros, tal vez, damos por sentados, pero aun así, nos solazan y consuelan: “un milagro / más ordinario/ que el pasto / bajo nuestros pies / el sol ardiente / deslumbrando / ojos y pies”. Y: “Un milagro / la luz un milagro / la noche un milagro / el mar un milagro / el árbol un milagro / el ave un milagro / la palabra un milagro / la lluvia un milagro / el cerebro un milagro / el tiempo un milagro / la rima un milagro / el aliento un milagro / la muerte un milagro / la luz un milagro”. La poética desplegada en estos poemarios parece ser la gratitud, gratitud hacia el lenguaje y a la vida; gratitud hacia la poesía que tiene la capacidad de entablar diálogo con la muerte y extraer oro de esa conversación. Es decir, elevar al lenguaje tratando de comprender los elementos inherentes al fin y a la
desaparición; todo lo que conlleva el camino hacia la extinción. A sus más de ochenta años, y con más de un centenar de libros a cuestas, Jerome Rothenberg no para de actualizar su catálogo poético con los temas propicios a la etapa en la que se encuentra como ser humano y artista. Sabe bien que el lenguaje cel-
ebra dolor y placer, y que así el poeta no se restringe de admirar y cantar en amplitud la experiencia humana. Rothenberg sabe que el lenguaje celebra. “Miremos, entonces, con asombro, mientras el cielo ennegrece”. José Luis Aguirre
PERFIL DE MUJERES CIENTÍFICAS de CORAL AGUIRRE
TÍTULO: Perfil de mujeres científicas AUTOR: Coral Aguirre EDITA: Universidad Autónoma
de Nuevo León AÑO: 2017
“D
ejando a luz más cierta, el mundo iluminado, y yo despierta”. Son los versos con los que Sor Juana cierra Primero Sueño y que Coral menciona para presentarnos a María Gaetana Agnesi –matemática que se da a la tarea de elaborar un libro para la enseñanza del cálculo diferencial e integral– que será recordada por una curva matemática llamada “la bruja de Agnesi” que ella no descubrió, sino que explicó y que de bruja no tiene más que el nombre. En el esbozo biográfico de las científicas que nos hace Coral encontramos
ecos del Primero Sueño sorjuaniano: es esa eterna búsqueda por el saber y traspasar las fronteras que la sociedad delimita. Es reconocer los límites, saber que el alma busca el conocimiento mientras duerme, pero que cuando amanece “dejando a luz más cierta”, queda el mundo con sus fatigas cotidianas. Con sus limitaciones –por eso “el mundo iluminado”– solo queda el sujeto femenino frente a la labor de comenzar de nuevo la búsqueda –“y yo despierta”–. Pudiera parecer que el núcleo temático de Perfil de mujeres científicas es su profesión, pero esto no daría
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cuenta de la dimensión con la que Coral narra la vida de estas mujeres. Mujeres, sí; científicas, también. Pero el elemento que las agrupa es que son personas que no claudicaron, que no se dejaron vencer por las constantes interrupciones en su búsqueda por el conocimiento. Como en Primero Sueño de sor Juana. Virginia Woolf en Un cuarto propio se cuestiona acerca de las interrupciones que debieron tener Jane Austen y Charlotte Brontë al escribir sus novelas, cómo la continuidad se perturba durante el proceso de escritura. Se interrumpe, pero no claudica. Así las mujeres científicas de Coral comparten una pasión: Pasión multiplicada en voces, actos y escritos de mujeres que, a lo largo de la Historia, desde tres mil años antes de Cristo hasta hoy, guiadas por su obstinación y coraje, decidieron hacerse presentes en cada gajo de la historia humana, en cada momento del proceso civilizatorio, en cada vuelta de los caminos que se abrieron a múltiples ejercicios de su imaginación y su curiosidad. Pero los perfiles muestran también los obstáculos con los que las científicas se enfrentaron durante su vida, y aun después. Coral busca sanar la falta de documentación y nombres, reconstruir lo que el silencio ha dejado y que la vida de estas mujeres nos muestra. Como con María la Judía, que dejó tratados pero quienes escriben la Historia han dicho que no existió; Hipatia de Alejandría que no se conoce su obra pero sus discípulos dan cifra de su vida; Trótula, quien escribe
un tratado sobre enfermedades femeninas en la Edad Media, pero desde el Renacimiento se ha negado su existencia. Coral rescata la importancia de nombrarlas: “Es la investigación actual –nos dice la autora– de muchas estudiosas las que están dando a nuestras vidas identidad, poniéndoles el nombre propio a creadoras y científicas”. Porque muchas de las mujeres que nos relata Coral no obtuvieron el reconocimiento en vida. Como Laura Bassi que en 1732 obtuvo la licenciatura en Filosofía, pero que se le concedió la Cátedra en el Instituto de Ciencias de Boloña dos años después de su muerte. Están también las investigaciones a cuatro manos que borran la labor de la mujer al momento del reconocimiento. Como el caso de Mileva, primera esposa de Einstein, que aparece en los créditos de la investigación de 1905, pero que posteriormente es eliminada. O Ada Lovelace, primera programadora a la que no se le reconocen las contribuciones que hace a los escritos de Charles Babbage. O el caso de Lise Meitner, que colaboró durante 30 años con Otto Hahn, pero cuando éste ganó el Premio Nobel en 1944 no citó su trabajo. En los perfiles que reúne Coral se encuentran mujeres de mirada penetrante, marcadas por la curiosidad y el rigor, y sobre todo porque a pesar de la adversidad no claudican cuando se trata de perseguir sus sueños. Y las miradas nos llevan a diversos espacios: Inge –geóloga– se encuentra en palabras de Coral “hurgando en el corazón de la tierra”, Caroline en el espacio,
Jeanne estudiando el mar como la primera bióloga marina, Miss Anning descubriendo fósiles, María Sibylla observando y estudiando la metamorfosis de orugas en mariposas. Perfil de mujeres científicas nos habla de la pasión, de los silencios, de la manera en que quienes escriben la historia borran las aportaciones de las mujeres para enaltecer sus propias figuras. Es una historia contada a varias voces. Pero Coral no cae en el error de replicar lo que denuncia. Se toma el tiempo. Se detiene en cada una de ellas. Nos las presenta en la dimensión de científicas y mujeres. Esta dimensión ética, tanto de rescate como de visibilidad, es la que lleva a dar cuenta del presente. Revertir el error –no sólo retomando y reconstruyendo las vidas de quienes en el pasado aportaron al conocimiento científico–, sino también dando visibilidad a la labor actual. Por eso la segunda parte del libro es un perfil de mujeres científicas latinoamericanas del presente, en donde la autora recorre diversos países para darnos una radiografía actual del estado de la ciencia y las mujeres científicas. Este relato nos muestra barreras en común: una especie de embudo donde las mujeres comienzan a estudiar disciplinas científicas, pero al llegar a los puestos de investigación el número es más reducido por la falta de oportunidades que en ocasiones enfrentan las mujeres científicas que, además, son madres. Pero también Coral nos muestra las redes de apoyo: premios como la Medalla Madame Curie de la
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Unesco otorgada a Idelisa Bonnelly de República Dominicana o el Premio L’Oreal de la Unesco a la argentina Cecilia Bouzat impulsan la creación e innovación de mujeres científicas. También la Red de Mujeres de la Ciencia en Colombia y la Asociación de Mujeres Científicas en Guatemala. La labor de Coral consiste en hilvanar el presente y el futuro, dar visibilidad, rendir homenaje
a las mujeres que con tesón defienden su pasión científica, que hacen de su curiosidad una vocación. Dice la autora:
revela que hay una condición de género de la cual estamos haciendo éticamente responsables.
A las mujeres del pasado con las que convivo a diario, siempre les pasa ser olvidadas por un tiempo. Es el trabajo obstinado de sus hermanas del futuro el que las revive de a poco, una a una. Entonces se
Esta dimensión ética es desde donde leo y celebro el trabajo de Coral Aguirre en Perfil de mujeres científicas. Hilda Larrazabal
LETRAS POR VENIR
En nuestro próximo número doble 99-100 contaremos con imágenes de la exposición colectiva Atlas de superviviencia, diez años de arte contemporáneo universitario 2007 -2017, con ensayos de Josefa Ortega, Enrique Ruiz y Futuro Moncada. Además, la serie Inmaterialidades materiales de la poeta Rocío Cerón con intervenciones de los artistas Nury R. Melgarejo y Rubén Gil; y entrevistas a los autores Serenella Iovino y Armando Romero, entre otros ensayos, crítica, columnas, reseñas y selección de poesía y narrativa.
99-100
editorial.uanl@uanl.mx
AU TO R E S
Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2016. Premio Regional de Poesía Carmen Alardín 2011. Becario del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico, PECDA Tamaulipas (2012). Ha publicado El libro que no he escrito (CONARTE, 2012) y un backgammon (FETA, 2017). CARLOS DEL CASTILLO.
DAYAN GAMBOA FLORES (Cozumel, 1985). Licenciado
en Turismo por la Universidad Metropolitana de San Agustín de Mérida, Yucatán. En 2007 obtuvo mención honorífica en el concurso Criaturas de la noche en Saltillo, Coahuila. Ha publicado otros cuentos en revistas literarias como Molino de letras, Delatripa, Punto en línea, Crítica, Casa del tiempo, Revista Antrópika y la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea. (Ciudad de México, 1970). Ensayista, narrador, cuentista, cronista, promotor de la lectura y editor. Se ha dedicado al estudio de las novelistas mexicanas. Investigador del cuento corto, de la narrativa de Felipe Garrido y la literatura infantil. Es Premio Nacional de Ensayo Alfonso Reyes 2013; Premio de Ensayo Literario de Bellas Artes “José Revueltas” 2014; Premio Certamen Histórico-biográfico sobre Miguel Jerónimo de Zendejas, 2015 y Mención Honorífica en ensayo en el VIII Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz 2016, entre otros reconocimientos. ALEJANDRO GARCÍA
NORA LIZET CASTILLO AGUIRRE (Monterrey, 1970). Es-
tudiante del Doctorado en Filosofía con énfasis en Estudios de la Cultura, UANL. Colaboradora en distintas revistas de literatura y humanidades. Actualmente prepara su tesis doctoral en torno a la escritora María Luisa Garza, Loreley. Es autora de Precursoras de la literatura nuevoleonesa. Crítica y recepción en el siglo XX. (Noctis, 2015). SELENE VERGARA. Es licenciada en Letras Españolas
y maestra en Administración de Instituciones Educativas, por el Tec de Monterrey. Estudia el doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Baja California Sur y es profesora en la carrera de Lengua y Literatura, y Ciencias de la Educación en la misma institución; además, es correctora de estilo independiente y autora del libro álbum Fortín publicado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura en 2017.
(Ciudad de México, 1949). Cronista, ensayista, narrador, poeta, traductor y editor. También es docente e investigador en el área de literatura y filología. Ha merecido numerosas distinciones nacionales e internacionales, entre ellas, el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2010 por el conjunto de su obra poética. Ha sido colaborador en distintas épocas de las revistas y suplementos Confabulario, La Jornada Semanal, La Semana de Bellas Artes, Periódico de Poesía, Proceso, Punto de Partida, Revista de la Universidad de México, Sábado y Vuelta. MARCO ANTONIO CAMPOS
(Monterrey, 1977). Autora del poemario: Hierba de los días (UANL, 2011). Textos suyos han sido incluidos en antologías en México, Canadá y Ecuador. Becaria por el Centro de Escritores de Nuevo León (PECDA, 2007). Consejera Vocal de Literatura para Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (2013-2016). Actualmente es gestora de proyectos e iniciativas culturales, es traductora y trabaja como editora independiente. ZAIRA ELIETTE ESPINOSA
(Torreón, 1978). Es autor de los libros de cuentos La Biblia Vaquera y La marrana negra de la literatura rosa. Premio Nacional de Cuento Magdalena Mondragón 2005. Con su crónica El karma de vivir al norte obtuvo el Premio Nacional de Testimonio Carlos Montemayor 2012. En 2017 publicó La efeba salvaje y El Pericazo Sarniento (Selfie con cocaína). CARLOS VELÁZQUEZ
PAOLA CEDEÑO-MARMOLEJO. Amatoria; artista con-
temporánea, escritor de narrativa, modelo de figura humana y docente. Su obra se ha presentado en varias ciudades de México y Barcelona. Estudió la licenciatura en Artes Visuales y diplomados en el área de humanidades, como semiótica, psicoanálisis, ontología, filosofía y estudios visuales. Actualmente es representada por la Galería Alternativa Once, y está produciendo una exposición individual para primavera 2018, .;. AMOR PLACER INACABADO. Prepara la edición de su primer libro con la editora independiente Tres Nubes.
AU TO R E S
ENRIQUE RUIZ ACOSTA. Mexicano, nació en McAllen,
Texas. Es Licenciado en Artes Visuales. Realizó una Especialización en Artes en Darmstadt, Alemania. Obtuvo el grado de Maestría en Diseño de Información y ahora es pasante del Doctorado en Creación y Teorías de la Cultura por la UDLA. Es productor visual desde 1975 hasta la fecha (instalaciones, intervenciones, arte correo, autorretratos y otras actividades). Ha recibido reconocimientos y estímulos a la producción de Fonca y Conarte, y en 2003 obtuvo el Premio a las Artes UANL. Fue Maestro en la FAV, UANL hasta febrero de 2013. Ha publicado artículos (Armas y Letras, Movimiento Actual, El Porvenir, El Norte, entre otros) y dos libros en coautoría: Transferencias, convenciones y simulacros y 100 años a través de 100 artistas. Ha participado en conferencias, cursos y seminarios en MARCO, Museo Monterrey, Centro de las Artes de Nuevo León, Museo Carrillo Gil, etc. CORAL AGUIRRE. Narradora,
dramaturga, ensayista y docente. Es catedrática en la FFYL de la UANL y coordinadora de la Escuela de Teatro de la misma institución. Entre numerosos reconocimientos en México e internacionales, en 2009 mereció el Premio a las Artes que otorga la UANL en la categoría de Artes narrativas y en 2016 el Premio Teatro del Mundo de la Universidad de Buenos Aires por Memorias del teatro combatiente. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte. EDGAR IBARRA ZAVALA (Monterrey, 1984). Es docente.
Estudia el Doctorado en Filosofia de la Cultura, de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente prepara su tesis doctoral en torno a la obra de Octavio Paz. (Bogotá, 1983). Escritor y actor colombiano. Ha obtenido el Premio India Catalina, del Festival Internacional de Cine y televisión (Cartagena) y el T.V. y Novelas. Ha recibido el premio Casa de poesía Silva, Premio del Club del libro de las Naciones Unidas en Suiza y el Ydalio Huerta Escalante (México). Autor de las novelas El demoledor de Babel (El perro y la rana, 2010) y Caracaos (Planeta Colombia, 2017). LARRY MEJÍA
(1970). Escritor, practicante y estudioso de la escritura digital. CNN México incluyó su cuenta de Twitter en una lista de las 140 mejores del país. Mantiene el sitio web: www.lashistorias.com.mx ALBERTO CHIMAL
EDUARDO ANTONIO PARRA (León, 1965). Narrador
y ensayista. Por el relato breve Nadie los vio salir ganó el Premio de Cuento Juan Rulfo 2000. Fue becario de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation en 2001. Su libro más reciente es Desterrados (2013). JESSICA NIETO (Monterrey, 1982). Editora, ensayista
y aspirante a calígrafa. Fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León en 2010. Ha publicado el libro Metal de la voz. Ensayos en torno a la escritura literaria (Ediciones Intempestivas, 2011). (Casma, 1942). Poeta, novelista, dramaturgo, ensayista y crítico literario. Es investigador y docente de Literatura Latinoamericana en la Universidad Brown. Miembro de las academias de la lengua de Perú, Venezuela, Puerto Rico y Nicaragua. Ha recibido la condecoración Andrés Bello del gobierno de Venezuela en 1998 y es doctor honorario por las universidades del Santa y Los Ángeles, Perú, y la Universidad Americana de Nicaragua, entre otras distinciones. JULIO ORTEGA
(Monterrey, 1988). Estudió Bibliotecología y Ciencias de la Información en la UANL. Escribe cuento, poesía y crítica. Ha publicado en Hermano Cerdo, Bitácora de vuelos, y Revista El Humo. JOSÉ LUIS AGUIRRE
Es Licenciada en Letras Españolas por el Instituto Tecnológico de Monterrey y Maestra en Humanidades por la University of Chicago. Es Candidata a Doctor por la University of Chicago. Actualmente escribe su tesis doctoral sobre la construcción de Sor Juana como ícono nacional. Es profesora de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Sus intereses de investigación son la literatura novohispana y la decimonónica. HILDA LARRAZÁBAL.