Armas y letras 101-102

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101 - 102 Poemas / FRANCIA PERALES / 4 Carta a un tal Ferlinghetti / DENISE LONGORIA / 8 Canaima / IVÁN MEDINA CASTRO / 14 La huida / LUIS SÁNCHEZ / 18 TRES REVISTAS CULTURALES DE NUEVO LEÓN

Primeras batallas de una larga guerra: las revistas culturales en América Latina pensadas desde la redacción de Armas y Letras / VÍCTOR BARRERA

UNA LARGA CONVERSACIÓN SOBRE LOS MATICES DE LA VIDA: LA CAJA DE COLORES, DE ARTURO CANTÚ

La madre está cumplida / CAROLINA OLGUÍN / 53 La verdad bien redonda / ROSA ALBINO GARAVITO / 56 Los muchachos de Monterrey: el grupo Khatarsis en la arqueología literaria de Nuevo León / MARGARITO CUÉLLAR / 60

MISCELÁNEA

ENDERLE / 22

Veinticinco años de Papeles de la Mancuspia /

Verso coloquial, el cuerpo y la vanguardia / SHEN HAOBO. Traducción de SUN XINTANG / 63

FERNANDO J. ELIZONDO G ARZ A Y LORENA SANMILLÁN / 27

Velocidad y lentitud de la poesía española / JUAN CARLOS ABRIL / 66

Deslinde: una invitación al diálogo / MARÍA FERNANDA MARTÍNEZ / 31

TOBOSO ANATOMÍA DE LA CRÍTICA

La materia no existe: Imperios / ALBERTO CHIMAL / 74

Liu Zhenyun en la Narrativa China de hoy / RAMÓN

Letras al margen: Retorciendo el lenguaje / EDUARDO

DÍAZ ETEROVIC / 34

ANTONIO PARRA / 77

Notas sobre la poesía de Shen Haobo /MARGARITO

Plumas al vuelo: La fascinante escritura común /

CUÉLLAR / 38

JESSICA NIETO / 80

Poemas / SHEN HAOBO. Traudcción de SUN XINTANG / 40

ANDAR A LA REDONDA Alfonso Reyes y Cecilia Meireles: un diálogo sobre la revolución educativa en América Latina / MARCOS

CABALLERÍA Tres obras sobre la crisis / GABRIELA REYES TREJO / 83 In-misericordia / ISAÍ MORENO / 84 Disposiciones del amor / IRMA TORREGROSA / 88

DANIEL AGUILAR / 42

DE ARTES Y ESPEJISMOS Cuerpo y territorio en la exploración de Dei Ved / CRISTÓBAL LÓPEZ CARRERA / 50

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ÍNDICE Universidad Autónoma de Nuevo León Rogelio G. Garza Rivera Rector Santos Guzmán López Secretario General Celso José Garza Acuña Secretario de Extensión y Cultura Antonio Ramos Revillas Director de Editorial Universitaria Margarito Cuéllar armasyletrauanl@gmail.com Director editorial Nohemí Zavala nohemizav@gmail.com Editora responsable Verónica Rodríguez veronica.rz@gmail.com Alejandro Estrada Alexis Valadez Responsables de Diseño Armas y Letras. Revista de literatura, arte y cultura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Año 23, No. 101-102, enero-junio 2019, es una publicación trimestral, editada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, a través de la Editorial Universitaria de la UANL. Casa Universitaria del Libro, Padre Mier 909 Pte. esquina con Vallarta, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000, Tel. + 52 81 83294126, Fax + 52 81 83294111, www.armasyletras.uanl.mx/, armasyletrasuanl@gmail.com Editora responsable: Nohemí Zavala Castrellón. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2009-061817570300-102, ISSN en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de Título y contenido No. 14, 918, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro de marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual, en trámite. Impresa por Serna Impresos, S.A. de C. V., Vallarta 345 Sur, Centro, C.P. 64000, Monterrey, Nuevo León, México. Este número se terminó de imprimir el 30 de junio de 2019 con un tiraje de 1,500 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del autor de la publicación. Prohibida su reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del editor.

EN PORTADA: EL LATIR ENDÉMICO ACRÍLICO SOBRE MADERA, 29 X 36 CM /

Impreso en México Todos los derechos reservados Copyright 2017

2016 / FOTO: EMANUEL GARCÍA

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Poemas ¥¥  FRANCIA PERALES

Liar los rostros No hay prisa. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser nadie salvo uno mismo. Virginia Woolf

He dejado paralizadas las hojas de los manzanales, he extendido mis pies que se alargan hasta pisar los extremos del lecho para así, ya no hundirme. Voy dilatando mi cuerpo al punto de quedar suspendida encima del mundo y mi espíritu ahora puede desprenderse de mi cuerpo. Había carecido de rostro por mucho tiempo, me he dado cuenta que me han robado la identidad. Buscaré otro rostro que me quede, buscaré y me pondré el que yo quiera, el que yo desee y no el que otras personas me confieran. Me he encontrado con una hiena, le he arrancado la cabeza y me la he puesto. No me queda. He visto un caballo correr entre los mares, le he de preguntar si es posible intercambiarle mi rostro de hiena. Cambiamos de cabeza. Me he puesto mi nueva cabeza y esta vez sí me queda. Me he convertido en una yegua que relincha, que corre. Con mi propio rostro y vestida de negro, mi respiración ya no se sentiría oprimida, me sentiría más ligera, flotando como si fuese una lechuza liberada. Ahora me han salido aletas.


Me voy dejando ver Ă­ntegramente por segundos, me sofoco y me lanzo de un lado a otro por el crimen de mi emociĂłn. Todo dentro de mĂ­ parece haberse vuelto liviano y las plantas de mis pies vibran como si estallaran contra colisiones elĂŠctricas.


Revestimiento negro En lo subterráneo de mi revestimiento femenino, cada evocación queda desentrañada y en una nube gris aparece mi pasado. Cargo a mí misma, hallada en un campo de cosidos serpentinos. Cada instante sobrevivo y me designo con mi vestido negro. Me oculto bajo la montaña de las vestiduras de la suFrida y la Sor Juana. Me reflejo en el espejo secundario perdiéndome entre gritos [ellas]. Cruzo ríos y saco espinas de lo profundo de mi coraza. Cada instante sobrevivo al caminar, soy la clave del tejido que llevo dentro. Cada milímetro que se teje en mi piel se percibe de mis ausencias solitarias que crecen para que siga aquí y dentro de mí, desarticulando Palabras mortíferas bordadas a mí espalda. Desde la raíz de mi hemisferio cruzaré la montaña deconstruyendo la membrana, siempre con mi vestido negro. Confluencia de manos que me arrastran al lodo sedado del recuerdo. //Me visto de negro como pájaro desolado bajo la lluvia incauta.


Desconocida de mí misma Se me encienden las palpitaciones de las sienes Entre la oscuridad del abismo Mezcla de desbordamientos en la nostalgia estremecida Soy desconocida de mí misma Desconocida del camino Desconocida de lo femenino Desconocida de ser mujer La corriente me arrastra, me lleva, me engaña Siento que escribo sin escribir Que las palabras se me han cortado Siento que me han robado el vocabulario Trato de garabatear desde la oscuridad de mi casa Pero me siento muda, que no alcanzo a gritar desde la intimidad del claustro Siento un deseo insaciable de tenebrosidad De arrancarme las entrañas De vaciarme las emociones de estas habitaciones que rodean mi templo Me siento desconocida de mí misma Sin saber en qué momento perdí el rumbo del pasaje Me sabía culta, Me sabía mujer de todos los pedazos rotos y desenterrados Me había conocido sin rostro y lo había encontrado Pero lo he vuelto a perder Me siento yegua sin camino Yegua suspendida en el tiempo, en el mundo En el desasosiego, vuelvo a tener miedo El miedo que se había alejado de mi firmamento ¿Dónde ha quedado esa hiena con la que intenté cambiar de cabeza? Quiero su cabeza, quizás así, ya no tenga miedo de caer Quisiera volver a creer, quisiera ya no tratar de correr


Carta a un tal Ferlinghetti ¥¥  DENISE LONGORIA

Se nos fue el tiempo, Ferlinghetti diluido espectro inclasificable sonrisa de un espíritu chimuelo flecha de luz en el espacio transporte sin gloria objeto-herramienta romper destrozar destruir ¿La esperanza? Ellos no creen, nada saben, Ferlinghetti Oye, iba por ahí, borracho y muerto, cuando apareció un viajero en el camino contando mentiras: que el tiempo y la eternidad. No sé, cosas que no entiendo. Mi madre es una patria pervertida, sin esperanza, cínica y estoica como la muerte entre dos espejos. Mi madre: cultura pervertida y petrificada ¿La esperanza? El tiempo no nos separa a mí

de su padre

de su padre de mis abuelos El espacio es la idea única sueño y destino No hay eternidad, pero hay destino Olvida la esperanza y recordarás el miedo Nadie menor de nunca he salido de mi pueblo


sabe algo de revolución ni los mayores de he salido de aquí algunas veces saben algo tampoco Quer emos desc ubrir en lo s laberint os si lenciosos de l olvido, a tormenta dos por la m emoria antrop omorfa de una hu ella como antropólogos inv estigando unas voce s ahogadas en un su eño profundo Voces de los muertos ahogadas en un sueño profundo Puras falsas pretensiones Lxs úlwtixmes seráxaeion lxs primwerxs Dm lws pxbres seráeo el rweinx dm lxs cieluxs Diiiiiiiiiiii-os axvsí lx quixso Negación a simpatizar con falacias publicitarias y esperanza-putizas(a-das) (a-doras) que anestesian contra el malestar general del mundo como si “tenemos chorrillo en la cultura pero la raja más apretada que…”. En el pueblo somos hijos


de la guerra, y marchamos sedientos a la madre soñando con sus pechos floridos, listos para recibir las balas, listos para usar cuerpos muertos como escudos, vacunas contra la ignorancia, la pobreza, la ternura y esos chistes humanos, que escuchamos en peace and love brother mátenlo pinche hippie mugroso alguna vez en clase de civismo ¿Ellos o nosotros? Nosotrxs los hijos más o menos consentidos de la máquina los que somos miserables porque no somos tan miserables como ellos (según nosotros) Cáncer porque la máquina se atrofia ¿virus de la tradición? uxnzya revolución, uxzwn cambio hijos y nietos de una época olvidada siglo desaparecido algo parecido a la esperanza No hay inocentes Viajero perdido vagabundo clown de la vieja escuela ahogado en el abismo mutilado cayendo perforado por sus propias balas asesino de sus sueños mamando la leche amarga de una madre enfurecida ¿Quién contuvo en su mano la piedra? ¿Quién no tiene una seña en la frente?


Caer otra vez y otra vez las tripas siempre contracturadas en el instante frenético de caer, caer vértigo ante una realidad inamovible estreñimiento cotidiano transcurrir normal del tiempo Madre de mi madre, dulce compañía Tus soldados heridos batallón incinerado cayendo de cabeza a las fauces abiertas de una máquina Ni tú ni yo Cobijados en la noche Miserables porque fui(mos) a la escuela y aprendimos a mirar el deseo profundo como un sol lejano que roza apenas el borde de esta fosa nosotros, los pobres de verdad que muy tarde o nunca supimos ¿para qué chingadamadrepadrechingado fuimos a la escuela? Ferlinghetti, ¿quién nos va a enseñar de revolución? Los revolucionarios están atascados revolucionando sus camas


Muertos o desaparecidos en las noches de los símbolos Que transforman para siempre el sentido de los números ¿Cómo sobrevivir? Sólo las voces sin cuerpo te recuerdan, pero no saben quién eres, Ferlinghetti Sólo saben cómo te llamas, dónde naciste, a quién te cogiste, etc. Ellos y nosotros, ovejas perdidas. Acarreadas por las hienas fuera del paraíso. Sin piedad al ruedo de las becas, corte literaria, trono de la literatura. Mundo maravilloso parecido al pulcro y melódico consultorio de un psiquiatra. Blanquísimo como la carpa de algún gurú de las fuerzas supremas divinas new age virgencita apiádate de nosotros Santo McDxxxlds, tengo fetiches con tus McThrexxxmes Coc&Coc o veneno de mi sangre patrocíname la universidad la maestría el doctorado ¡Deber expresar lo que opino(-as)(-aste) de la revolución! Tu padre fue joto y mariguano Mi padre mira un libro vacío Mi abuelo mira un libro vacío ¿Por qué miras tú un libro vacío? Comiendo y bebido, le lamo la mugre de las uñas a la mano invisible que nos bendice con el dinero para parecer menos esclavos que los esclavos, que produjeron las cosas por las que gozosos servimos para parecer menos esclavos frente a los esclavos que menos gozosamente producen las cosas que nos esclavizan


El frenesí contra la circunstancia La espora contra el olvido Ferlinghetti, son. Luego de un tiempo somos. Porque ya hubo quién muriera por nosotros para hacernos hermanos deudos de las mismas deudas. Somos el virus contra la quimera sorda y ciega que habla la lengua de la madre en el mundo patriarca de los piratas del sentido, gritando lenguas afuera porque las plantas las arrancaron todas y construyeron amplios estacionamientos. Nube, ave, montaña, río, relámpago, fiera tierra, insectos, peces, reptiles, humanos de la tierra, flores, fósiles y genes por evolucionar (Aquí la firma de un viajero cayendo sin límites por el espacio)


IVÁN MEDINA CASTRO

CALENTAMIENTO / TÉCNICA MIXTA, 25 X 35 CM / 2015 / FRAGMENTO EN MONOTONO

C A N A I M A


A María Celina Santos. Un hombre muere en mí siempre que un hombre muere en cualquier lugar, asesinado por el miedo y la prisa de otros hombres. Jaime Torres Bodet

M

adre cavó en tres momentos su tumba y a nada pueden compararse aquellas fosas alineadas con la aridez. Ella no se encuentra debajo de ninguna de esas cruces acertadas en el corazón de la tierra, no tuvo tiempo. Madre abandonó su casa, dispersó a la familia y se fue sin más, pues tomó en serio las palabras de padre, quien siempre le dijo: “Mercedes, cuando encuentre a su príncipe azul… váyase con él”. La noche de su ausencia pensamos que su distracción la llevó a fugarse del tiempo, pero tras horas de desconcierto supimos que se había marchado con su profesor polaco. Madre dejó como prueba de su existencia un cántaro estrecho sin asas, con cuatro hoyos laterales, con el que ella creaba música cuando entristecía. Ánfora andina que mantendría durante décadas hasta proyectarla hacia el futuro una vez que en el horizonte se presentara un mundo nuevo para mí A padre lo conocían como el juglar de Táchira, también era astrólogo, aunque de adivino nada, a pesar de que el firmamento noche tras noche vaticinaba el mal augurio. Padre perdió toda esperanza de recuperar a madre y enloqueció por falta de amor. Dejó de recitar poesía. Él fue el primero en ocupar una de las fosas cavadas por madre. De repente la vida se eclipsó. Mis hermanas Laura, Galletana y yo debimos avanzar a solas como el caudal del río Orinoco a pesar de las apariencias y de las miradas indiferentes. Para Laura, la exuberante, la desdicha parecía no perturbarla, ejerció sus encantos y engatusó a los militares de la zona. Ella fue la segunda en ocupar la fosa cavada por madre, una enfermedad venérea de súbito la devoró como a un personaje de Rómulo Gallegos. Galletana, la soñadora, como era costumbre, fantaseaba con el regreso de madre y en cualquier oportunidad decía: “el tiempo del retorno de madre se aproxima”. Ella fue la tercera en ocupar la fosa cavada por madre; murió ahogada en su propio vómito. Aunque Galletana era más recatada que Laura, cedió a los escarceos del alcohol. No supe si fue por depresión o lo traía en los genes pues la abuela hasta a gatas iba por guarapo. Estaba sola y en ese momento reflexioné que en ese cementerio familiar ya no quedaba sino la tierra sobre la tierra sepultando como lápida cuerpos dormidos, labios que ya no podrían decir ni una sola palabra. La vida, si existió aquí, había sido apenas un recuerdo. Al cabo de los días, cedí a la galantería de un luchador social por necesidad más que por amor o ideología; no obstante, con el tiempo lo amé. La dicha fue pasajera: una bala en una manifestación le reventó la frente. El hecho fue muy comentado en la prensa nacional. Él llegó con vida al nosocomio pero los médicos se negaron a atenderlo pues había firmado la lista Tascón exigiendo la revocación del presidente. Él, entre mis brazos, agonizante, se vaciaba en sangre viva por cada uno de los poros. Lloré a mi muerto haciendo bramar el ánfora de barro. A él también se lo tragaba la tierra. ¿Se es o no se es? Me cuestioné una y otra vez hasta decidirme enarbolar la lucha de él que era también la causa de mi país. Se vislumbra un escenario de deterioro, todo pronostica que la escasez de alimentos y medicamentos puede derivar en un estallido social. (Estudiante de Leyes de la UIC).


El día 12 de febrero a las 06:00 horas, sindicalistas y motorizados pertenecientes a las UBCH, en apoyo al gobierno, iniciaron la marcha desde Paseo las Industrias con detonaciones de cohetes. Nosotros, los congregados en el Bulevar de la Resistencia, nos manifestamos con proclamas antigubernamentales en contra de la inseguridad, la corrupción, el desabasto de alimentos y medicinas, mientras, bloqueábamos las calles principales para atajar la marcha de los colectivos. La protesta continuó y los vecinos salían de sus hogares para apoyarnos con piedras en las manos, víveres y bebidas. Del lado contrario, miembros del Servicio Bolivariano de Inteligencia se hacían presentes sobre tanquetas con la intención de levantar la barricada, y, para ahuyentar a los manifestantes, la autoridad realizaba disparos con armas automáticas sin distinción, e incluso disparaban a los edificios para amedrentar a sus moradores y así desalentar algún tipo de filmación. El sonido de las balas se escuchaba cortando el aire y la disonancia de la corredera y el griterío desencajado era apabullante. Hubo detenciones ilegales, múltiples evidencias de tortura y persecución. A quienes les tocó vivir aquellas violaciones humanas en las protestas contra el régimen, fueron reprimidos por la “Guardia Nacional Bolivariana”, quienes disparaban con perdigones y gases lacrimógenos a los manifestantes, incluso entraban a los edificios buscando a los manifestantes para detenerlos. (Patricia López, refugiada). A las 9:30 de la mañana regresé a casa para buscar un botiquín de primeros auxilios y regresé para asistir a los manifestantes, había muchos heridos. Las ráfagas que desprendían un olor seco y duro persistían, de pronto, él cayó a mi lado. Era poco lo que podía hacer. Empezaron las manifestaciones estudiantiles a las que se sumó la sociedad civil, después iniciaron los asesinatos durante las protestas que ocurrían en las principales ciudades del país. (Miguel Alejandro Sánchez León, comerciante). Al día siguiente consentí una entrevista televisiva para desmentir al Presidente de la República quien en cadena nacional afirmó: “Francotiradores antagonistas al régimen, establecidos en las azoteas de los edificios, fueron quienes habían matado a los manifestantes en el Bulevar de la Resistencia.” Mi testimonio causó revuelo y el mismo día de los funerales llegaron periodistas que querían escuchar el testimonio de lo sucedido. Por eso llegaron a mi domicilio miembros del SEBIN, identificados con brazaletes ceñidos al brazo izquierdo con las siglas “4F”, quienes me sacaron a empellones, me subieron la camisa amarrándola en mi rostro, y sentí el frío metal que apuntalaba mis costillas, después una voz cavernosa como bufido de toro de lidia dispuesto a embestir dijo: “Jodida escuálida, si continúas dando entrevistas, la próxima vez te florearé el culo con una macana”. El Estado no garantiza la seguridad para vivir en el país y si no te gusta dicen que te vayas. Los funcionarios del Estado no viven la realidad. (Damián Romero Nieto, jefe de familia). No me intimidé ante las amenazas y proseguí dando entrevistas. El país se colapsaba ante los atropellos judiciales así que decidí fundar un grupo llamado “Escuálidos en contra la represión” que congregaba a miembros de diversas universidades y a víctimas del régimen. En poco tiempo constituimos una verdadera resistencia civil. El 18 de marzo convoqué a los medios para emitir un comunicado de prensa y llamar a la movilización, pues las arbitrariedades habían escalado hasta lo insoportable. Ahora las consignas serían en contra de las detenciones ilegales, la tortura y el asesinato. El día de la entrevista, la Guardia Nacional Bolivariana ya nos esperaba en la sede de la rueda de prensa, sin embargo, después de la entrevista, los reporteros nos llevaron por una salida alterna. Al


llegar a la Plaza Bolívar nos percatamos de que una camioneta sin placas mientras nos seguía, nos tomaba fotografías, por lo que decidí dispersarnos y vernos en mi domicilio. Fui la primera en llegar al punto de reunión y me postré en la ventana para avistar a los compañeros, así fueron llegando, hasta que, contra esquina al edificio, se estacionó el mismo vehículo que previamente nos había seguido, y de él descendieron cuatro personas. Nos sentíamos protegidos dentro de la casa, pero faltaba por llegar Manuel, uno de los organizadores. Marqué a su aparato móvil, no respondió. Manuel llegó, lo abordaron los esbirros y lo encañonaron en el rostro. No opuso resistencia, lo montaron en el automóvil y se lo llevaron. No supimos durante semanas qué había pasado con él, hasta que un vecino suyo nos llamó para decirnos que de su departamento emanaba un olor nauseabundo, fuimos a averiguar y lo encontramos ahorcado. Si regresara al país, yo seguiría participando en el movimiento porque no se puede ser indiferente. (Cecilio Rafael Acosta Díaz, restaurantero). Para abril, un grupo de motociclistas identificados como los “Tupamarus” arrojaron piedras a la casa de la periodista Viczelis Faudul, simpatizante del grupo y en una de las piedras había una hoja con trazos amenazantes: “Los perseguiremos hasta matarlos, uno a uno, guarimberos de mierda”. En la hoja estaba mi retrato. Viczelis se asustó y me exigió que abandonara el país antes de que algo grave me pasara. Aprovechamos los contactos de Viczelis en el exterior y ese mismo día, a mi pesar, salí del país. Mi mirada y mi voz quedaron desnudas y por mi desnudez pasó la vida posible en otro lugar. Tomé el ánfora y la rompí. Yo planifico salir esta semana, pero hay restricción de vuelo. (Gerardina Rafaela Espina Machado, maestra). Todo está derrumbado, roto, y nada queda en pie, ni un sepulcro para mí. Ahora alcanzo a comprender por qué madre no cavó una cuarta fosa, no fue por falta de tiempo, sino ella sabía que yo era la única con un destino por completar. Salí de mi país por la situación política y social que se vive. ¿Cómo podría vivir en donde se tienen que hacer colas por horas para comprar alimentos de primera necesidad? (José Gilberto Bello Romero, músico).


D

LA HUIDA

aniela se tragó la paroxetina y esperó que ahora sí tuviera efecto su fórmula. Los últimos días la ansiedad le había hecho insoportable la clase y su alumnado; la había alejado de su ya muy menguada vida social; la tenía tirada en cama y a menudo apenas con un bocadillo en el estómago. Supuso que era necesario el escape. Vio la promoción en internet: hotel a la orilla de la playa, habitación de lujo, todo incluido. Era octubre, y la temporada baja promesa de una tranquilidad que seguramente ayudaría. Por su cabeza no pasó siquiera el compromiso con el colegio, se dejó obcecar por el entusiasmo del viaje y por un instante su mente se libró del hastío terco. La recibió Puerto Vallarta con una llovizna tímida al salir del aeropuerto, ya en el taxi supo que el huracán “Aby” amenazaba con golpear de frente a la ribera. Mejor así, menos gente, más tranquilidad, pensó. Lo primero que hizo fue recorrer la orilla de la playa, desde donde otros inquilinos, en trajes de baño secos, observaban con tristeza la altura anormal a la que se erguían las olas. El ambiente para los turistas era más bien fúnebre, pero ella encontró un poco de paz en aquel horizonte gris bravo. El reencuentro con el mar fue menos doloroso de lo que hubiera esperado, aunque apenas y veía el entorno desde la lejanía, esa deriva a la que fue arrastrada por la partida de Juan hacía más de cuatro años. Desde entonces, sintió que la separaba de la realidad un inmenso túnel; tenía la sensación de que debía gritar para hacerse escuchar y le costaba enfocar las imágenes. Los

LA MATERIA ARCAICA / TÉCNICA MIXTA, 68 X 80 CM / 2015 / MONOTONO

¥¥LUIS SÁNCHEZ


NUDO MATUTINO / TÉCNICA MIXTA, 21 X 30 CM / 2016 / MONOTONO

doctores concluyeron que estaba somatizando, según todas las pruebas fisiológicas gozaba de una excelente salud. Vino luego su desequilibrio y la prescripción de los inhibidores. En cada muro el hotel se disculpaba por las inconveniencias a que los sometía la amenaza del huracán. El bar y el restaurante de la playa estaban cerrados, solo estarían habilitados los respectivos de la torre 3. Los pocos inquilinos concentrados en un solo edificio le daban a la noche una sensación veraniega y de temporada alta. Ahí volcaban el entusiasmo vacacional que “Aby” les arrebataba afuera. La música en vivo los tenía bailando y en el bar el cantinero hacía malabares para abastecer la sed festiva. Daniela se sentó junto a la barra. Al otro extremo un gringo le guiñó el ojo. Ella le correspondió con una sonrisa displicente. La música se detuvo y los encargados del hotel hicieron un llamado a los huéspedes que habían arribado en coche para que lo retiraran del estacionamiento, recomendaciones de seguridad exigidas por protección civil. Reanudó el bullicio la música, pero sobre todo las carcajadas de un hombre fornido que bailaba con dos chicas. Daniela decidió alejarse de ahí, bebida en mano, rumbo al pasillo decorado con un enorme mural marino. Una pareja sentada en una banca comentaba la obra. Daniela los saludó y se sentó más adelante en una sala obscura, apenas iluminada por una lámpara. No que Juan hubiera sido un gran hombre. Rechoncho de complexión, para nada divertido, no muy listo, difícilmente lo tomaban en cuenta en su trabajo, siempre pasaba desapercibido, a veces incluso ella no se daba cuenta de tenerlo a un lado. Jamás lo esperó hacedor de algo grande. Más bien su virtud consistía en una pasividad reposada que le transmitía: a su lado, estaba tranquila. El viento arreció, el repiqueteo de la lluvia en las ventanas se intensificó, desde el pasillo le llegaba el rumor del bar, la lejanía se intensificó y Daniela se rindió ante la amenaza de una ansiedad sin precedentes. A pesar de las píldoras su cama la recibió sin devolverle el descanso, se le fue la madrugada en la frontera del sueño y la vigilia. La tarde siguiente una calma gris y húmeda permitió que los intrépidos nadaran a la orilla de la playa. El naranja de los hombres de protección civil brillaba a lo lejos, en el brazo extendido de un rompeolas. A lo largo de la zona hotelera los huéspedes alzaban sus celulares para registrar el oleaje emisario de Aby. Daniela avanzó, despojándose de su ropa a cada paso que hundía en la arena, se quería hacer creer que atrás ya no había nada. Sintió el agua tibia en los pies y luego en todo el cuerpo. Muchos celulares captaron a Daniela internándose peligrosamente en la mar embravecida. El túnel cedió, la lejanía la arrojó de nuevo a un contacto directo con la realidad y antes de perder de vista la bahía, todos sus sentidos registraron la hermosura de unos edificios altos abrazados por una bruma de llovizna y nube; un montón de gente que se congregaba para verla perderse en la marea; el graznar indiferente de un montón de aves que no sabía si la veían a ella; el olor de océano que la sobrecogió por una profunda noción de inmensidad. Cuando sus pies sintieron el vacío el pánico la traicionó. Quería regresar a tierra, quería regresar a casa. Para entonces ya todo lo que veía eran crestas espumosas que subían y bajaban. Cuando la fuerza le faltó también perdió la conciencia, entre tragos de agua salada y ese otro mundo sordo marino. Es una tarde de verano despejada. Cielo azul sin nubes. La playa está llena de gente. En un camastro, a su lado, Juan mira hacia el horizonte. Ella da un trago a su sol caribeño, el alcohol la tiene un poco adormecida. Se siente plena y feliz recostada bajo la frescura de aquella palapa. Juan se levanta y le da un beso, la invita al mar. Ella le dice que lo alcanza luego. Su gordo se quita la playera y camina sin complejos, levantando un poco el short que deja ver la raya formada por unas nalgas flácidas. Daniela no lo pierde entre el gentío, parece un niño feliz recostado panza al sol en la orilla del mar. Ella dormita. Ahora ve a Juan dejándose mecer por las olas. Seguramente está meando la cerveza que se bebió. Vuelve a dormitar. Una hurraca la distrae, está parada en la mesa donde tiene su bebida y unos nachos que Juan apenas y tocó. No tiene ganas de espantarla, finalmente se queda dormida. La despierta un empleado del hotel que está levantando los camastros y las sillas. El sol acaba de ocultarse tras el horizonte. En la playa solo hay una


SOMATIZ / ACUARELA SOBRE PAPEL, 21 X 30 CM / 2013 / MONOTONO

mujer con su niño, un par de siluetas recortadas contra el crepúsculo anaranjado. Las cosas de Juan están como las dejó: su celular, su playera, sus chanclas, su toalla, su cerveza. Daniela mira a todas partes, espera verlo acercarse de la dirección de los baños, el primer lugar en el que busca. Recorre las instalaciones del hotel, su habitación, la calle, pero no lo encuentra. El único rastro de él son las huellas que se pierden en la playa. Nadie lo ha visto, nadie reconoce la descripción que ella les da, los empleados del hotel le dicen que no es la primera vez que esa playa se traga a alguien pero que están obligados a no hablar de ello. No lo percibe aún, pero a sus sentidos ya los vela la opacidad, parada frente a la playa no sabe qué hacer, su gordo simplemente desapareció. El grito entrecortado por la tos se prolongó varios segundos. Pataleó y manoteó el agua que ya no era agua sino aire. Un grupo de curiosos la veía tendida en la arena y no faltó quien grabara la escena. El salvavidas le pidió calma y le recomendó no volver al mar, un milagro la había devuelto a la playa. Inclinada junto a ella una señora batallaba para cubrirle la desnudez con una toalla y la abrazaba para tratar de tranquilizarla. Poco a poco Daniela se rehízo, luego el llanto, el desahogo. Aquello no ofrecía más, los mirones se dispersaron, entre los gritos de advertencia de los elementos de seguridad y el rugido del mar comentaban si la pobre chica se había tratado de matar o se había expuesto sin querer. “Aby” pasó de la categoría 4 a la 3. En las últimas horas se había desviado, su embate lo recibirían las costas del norte de Nayarit y el sur de Sinaloa. En su habitación, la ducha en la tina de agua reanimó a Daniela. Bajó al bar con la mente despejada: la lucidez había quedado de su encuentro con la mar crespa. El gringo de la víspera platicaba animadamente con una mujer en la barra. La Kumbala que sonaba parecía una versión banda en la voz aguardentosa y chillante del hombre del karaoke. Vio de nuevo al fornido con las dos chicas corear con pasión beoda la melodía. El cantinero le extendió una cerveza y le dio la buena nueva, mañana saldría el sol y se reanudarían las actividades programadas. Salud. A la quinta cerveza brindó por la tumba vacía de Juan, un fantasma al que se declaró ahogado. El fornido se acercó a la barra y pidió tres wiskis, Daniela lo vio sin interés, pero un estímulo que le vino de lo más profundo fulminó al cabo su apacibilidad: esa nariz redonda que terminaba en el ceño partido, las cejas gruesas, la quijada inferior salida. Incluso el ademán del hombre para agradecer al cantinero con una sonrisa forzada era calco de otro que conocía muy bien. Se movió a la mesa que tenía un lugar justo atrás de él, sorprendida de lo que un impulso autómata la movía a hacer, de esa atracción a la que no podía oponer resistencia. Las dos chicas que acompañaban al fornido se levantaron, era su turno para cantar en el karaoke. Daniela aprovechó esa oportunidad, sin tratar de disimular, se sentó al lado él; respiró hondo, reunió fuerzas y lo miró. El hombre primero le devolvió una expresión de extrañeza y desosiego. La mirada entre ambos duró unos segundos, en los que ella creyó reconocer la gama almendra de sus pupilas. El fornido se incorporó, ahora la miraba con atención. —Yo te conozco, eres la chica que casi se traga el mar. La voz terminó por confirmarla. Esa persona no podía ser otro más que Juan. —Oye ¿estás bien? Hecha un montón de estertores, abanicándose con las manos, reunió el ánimo necesario. —Te me figuraste a alguien. El hombre la vio levantarse y alejarse con calma en el pasillo del gran mural. No podía evitar el temblor en su mandíbula y uno de sus párpados. Regresó la vista al karaoke, una de sus acompañantes le cantaba dramatizadamente: “cuanto te quiero, cuanto te odio, cuanto te llevo en mis sentidos” Los tics desaparecieron. Daniela se perdió tras las puertas del ascensor. Decidió salir de ahí aquella misma noche, con enormes ganas de volver a casa y recomenzar. Sentía que el duelo finalmente le daba tregua. En todo caso a su gordo se lo había tragado el mar hacía cuatro años.


POR LIGEREZA / TÉCNICA MIXTA, 35 X 15 CM / 2015 / FRAGMENTO EN DUOTONO


¥¥VICTOR BARRERA ENDERLE

P R I M E R A S

B A T A L L A S

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L A R G A

G U E R R A :

LAS REVISTAS CULTURALES EN AMÉRICA LATINA PENSADAS DESDE LA REDACCIÓN DE

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ace algunos años, en un encuentro de editores de revistas culturales realizado en Xalapa, hablé sobre el devenir de las revistas culturales. Mi intención principal consistía en esbozar una impresión del estado actual de este tipo de publicaciones periódicas. El panorama, como ahora, era incierto. Pensaba entonces, como pienso ahora, que abordar el tema significaba ir más allá de las circunstancias inmediatas que las envuelven, esto es, de la búsqueda y configuración de un público específico y de la adquisición de medios para garantizar su existencia y difusión. En aquel momento empecé con una confesión que creí necesaria, dije que no me sentía autorizado para dictaminar o pronosticar, de una manera “objetiva” y práctica, el porvenir de las revistas culturales. Mi experiencia se limitaba en aquellos días a los pocos años que llevaba ejerciendo la función de director editorial de la revista Armas y Letras (perteneciente a la Universidad Autónoma de Nuevo León), y que se extendieron de 2006 a 2011. La situación no ha cambiado mucho: todavía no me siento capaz de hablar de un tema tan basto y complejo. Hace tiempo que dejé la dirección de la revista, pero esos cinco años que pasé en su redacción y los veinte números que sacamos durante ese tiempo, me sirven ahora de plataforma para enfocar mi ensayo y mirar a través de ese cristal. Me asomo, entonces, a contemplar el devenir de las revistas culturales desde la plataforma de Armas y Letras. Pero no sólo miro hacia lontananza, también reviso sus cimientos. La misma historia de la revista nos otorga un extraordinario aprendizaje: surgida en 1944, en pleno contexto bélico, fue el resultado de lo que hoy llamaríamos redes intelectuales, y en esos circuitos comunicativos intervinieron personajes como Raúl Rangel Frías y Alfonso Reyes, e instituciones como la Universidad de Nuevo León y su Departamento de Acción Social. Fue un proyecto cultural a la vez regional, nacional e internacional, ya volveré sobre ese punto.

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Me atendré, pues, a esta peculiar perspectiva, y añadiré aún más: apelaré a mi experiencia como lector de revistas (sobre todo, de corte literario). Pero ahora debo señalar que para intentar esbozar una reflexión sobre la situación actual de las revistas culturales en América Latina es preciso rastrear su historia y describir un poco su genealogía y las características (históricas y culturales) que presenta su desarrollo. Comienzo con un punto básico: la relación, tácita y explícita al mismo tiempo, entre este tipo de publicaciones y ese abstracto, tan difuso y movible, que llamamos opinión pública. La historia de esa relación nos remite, básicamente, al nacimiento de la modernidad, a la apertura de espacios especializados para el desarrollo, el estudio y la difusión de las artes. La opinión pública se consolida como un espacio discursivo alternativo a las instancias oficiales y religiosas. Surgió como la voz (o la expresión de los intereses) de la renovada burguesía, pero también fue, para los artistas e intelectuales, un instrumento para emanciparse del lastre del mecenazgo, acarreado desde épocas anteriores. La publicación periódica de corte cultural fue uno de los principales instrumentos para la conformación de la figura del intelectual en la modernidad. De los diarios ingleses The Tatler (1709) y The Spectator (1711-1714) a la Enciclopedia francesa, estos papeles incendiarios volaban de mano en mano. En estás hojas periódicas se confecciona un saber especializado, que poco a poco se va alejando de los ámbitos de la teología o de la añeja filología medieval. Surge así la dimensión crítica, una forma de mirar sinóptica que lo envuelve todo, incluso a quien la ejerce. En América Latina, las instituciones literarias y culturales nacieron como parte integral del estado nación. Constituían una vía importante para la difusión del ideario político y para la consolidación de las nuevas identidades nacionales. Las primeras publicaciones, que podríamos denominar “modernas”, guardando, claro, todas las proporciones, surgieron


de la Constitución de Cádiz (que instalaron por vez primera en nuestro suelo la libertad de imprenta) y comenzaron su consolidación al consumarse la independencia política. La prensa fue el elemento primordial. Sin ella, sin la dinámica lectora que inaugura, la vida de las revistas y suplementos culturales hubiera sido imposible. A su vez, este tipo de publicaciones ayudó a resarcir el vacío que dejaban la ausencia de libros. No otra fueron las funciones que desempeñaron empresas editoriales insurgentes como El Despertador Americano (1810-1811) en México, La Gaceta de Buenos Aires (1810), en Argentina, y La Aurora de Chile (1812-1813), por nombrar sólo algunos. Al mencionar este aspecto, no puedo dejar de pensar en las empresas (tal vez debería decir “pasiones”) periodísticas de José Joaquín Fernández de Lizardi en México; pero también en la labor fundamental que realizó desde Londres Andrés Bellos con sus dos publicaciones: El Repertorio Americano y la Biblioteca Americana. La revista se forma de una manera peculiar: es a un tiempo grupal y anónima. Es prensa, pero de otro tipo; su relación con el tiempo y el espacio es distinta. Se alimenta, sin embargo, del mismo potencial de lectores: son ellos los que, en teoría, deberían suministrar, a través de las suscripciones, su financiamiento. Como producto de esa tendencia hacia la especialización (impulso vital de la modernidad), la revista cultural informa, difunde, pero también define, selecciona y separa. Establece un criterio valorativo, ideológico y estético (en este punto, pienso principalmente en las publicaciones literarias). Detrás de ellas se esconde la genealogía de un encuentro (o reencuentro) de voluntades afines. Y no sólo por su contenido (que debe o debería ser heterogéneo, pues de lo contrario se convertiría en manifiesto o propaganda), sino por su organización y estructura: ellas denuncian una lectura compartida. Las revistas “tradicionales” nacen ligadas (aunque de manera especial) a su época y su región. Representan uno de los productos más vitales de los determinados campos literarios. En ellas se manifiesta el “humus” de una periodo literario o cultural preciso. Por eso, más que hablar de los libros fundamentales de la América Latina en la era republicana, podríamos mencionar las revistas y los periódicos que ayudaron a dotar de sentido y profundidad histórica a las nuevas naciones. El fenómeno no fue espontáneo, ya en el siglo XVIII comenzaron a despuntar periódicos,

gacetas y folletines con tintes ilustrados, y en donde ya se podían atisbar las primeras manifestaciones de la modernidad. Pienso en El Mercurio Volante (1772-1773), dirigido por Juan Ignacio Bartolache en México; en La Gaceta de Guatemala (1729); y en La Gaceta de Lima (1749). En ellas comienzan a circular de manera tácita ciertas nociones básicas de los nuevos tiempos, como la soberanía de los pueblos y el derecho a la libertad de impresión. Se iniciaba un largo debate sobre la identidad propia. Basta recordar aquí las disputas del criollo novohispano Juan José Eguren con el abate español

LAS PRIMERAS IDEAS SOBRE LAS PARTICULARIDADES DE LAS NACIONES LATINOAMERICANAS SURGIERON EN ESTOS PAPELES PERIÓDICOS. Manuel Martí en torno a la cultura mexicana, o la polémica entre José Joaquín Fernández de Lizardi y el árcade José María Lacunza, realizada en El Diario de México en 1811, sobre la referencialidad de la literatura. Me detengo un momento en esta discusión porque en ella se discutirán temas que estarán presentes a lo largo de todo el siglo XIX latinoamericano. ¿Debe la literatura dar cuenta de la identidad local o sólo debe reproducir los modelos autorizados por las culturas hegemónicas de Occidente? Lacunza apelaba al idilio para “escapar” de la parca realidad circundante; el Pensador Mexicano, por su parte, defendía la tesis de que la escritura (y por tanto los medios impresos que la soportan) debían estar en relación directa con el entorno. Las primeras ideas sobre las particularidades (culturales, estéticas, ideológicas) de las naciones latinoamericanas surgieron en estos papeles periódicos. El mismo Fernández de Lizardi creó la publicación El Pensador Mexicano en 1812 para demostrar a España y al mundo que México (o lo que muy pronto se constituiría como México) poseía voz propia. No es casualidad que el primer número estuviera dedicado a ponderar los beneficios de la libertad de imprenta. Unos años más tarde y desde Londres Andrés Bello proclamaría el inicio de la


revuelta literaria de la América hispana (la búsqueda de su propia expresión) en su poema “Alocución de la poesía”, publicado en su Biblioteca Americana en 1823, publicación que, junto con su otra empresa editorial (El Repertorio Americano de 1826), se dedicó a promover, en el ámbito europeo, las producciones de los noveles escritores hispanoamericanos. Al comenzar la era republicana, cuando los anhelos bolivarianos de una unión continental comenzaban a derrumbarse y se hacía evidente que nuestras naciones efectivamente estaban separadas por anchurosos mares y enormes montañas (por parafrasear al propio Libertador), los nuevos estados nacionales buscaban afanosamente su identidad particular. De nueva cuenta, las revistas y periódicos culturales desempeñaron una labor fundamental. Enumero unos cuantos: el ya referido Diario de México (1805), El Mercurio de Chile (1827), El Comercio de Perú (1839), El Siglo Diez y Nueve de México (1841), La Prensa (1869) y La Nación (1870) de Argentina, entre muchos otros, fueron espacios donde se forjaron la identidad y la opinión pública. En sus páginas se debatieron cuestiones políticas, estéticas, históricas y literarias. Pienso en la polémica fundamental y fundacional para nuestras letras sostenida entre Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmiento en las páginas de El Mercurio en 1842 sobre el uso del lenguaje literario y las fuentes donde debería abrevar: el pueblo o la gramática. ¿Apegarse a las reglas o dejarse llevar por los senderos ignotos de la exploración formal? El asunto era, como sospechamos, más profundo: tenía que ver con el desarrollo de una literatura que ya empezaba a mostrar sus propias características. No deja de impresionar que estas discusiones se dieran en el ámbito público (en la prensa) y no en las aulas o en los cenáculos de los aristócratas que auspiciaban a los creadores. En este momento, la literatura y la cultura formaban parte integral de la política (eran cimientos del proyecto de estado nación). Podríamos afirmar que una de las primeras publicaciones enfocada –en teoría– a lo literario fue El Renacimiento, creada en 1869 por Ignacio Manuel Altamirano. Dije “en teoría” porque, a pesar de la intención confesada de su creador de reunir a todos los literatos, sin importar su pertenencia a algún bando político, este periódico literario fue la culminación del proyecto juarista de nación. Su propósito. Fundar de una buena vez la literatura mexicana. Altamirano “unió” las propuestas

dispares de Bello y Sarmiento y se propuso concretar una expresión que fuera a la vez correcta y original, y esencialmente mexicana. Fue el último gran intento por ponderar al mismo tiempo la autonomía de la literatura y su dimensión política. El fin de siglo latinoamericano trajo renovaciones importantes. El cambio de paradigma modernista fue claro: no ya una literatura nacional, sino una literatura propia. Las revistas y periódicos culturales ya no convocaban a todos, sino que discriminaban y buscaban cofrades. Altamirano invita a todos a participar en El Renacimiento, Manuel Gutiérez Nájera advierte, al lanzar Azul (1894), que el vigilará celosamente el portal de la redacción para que no se cuele ningún escritor advenedizo, de esos que creen que la literatura está para servir a reyes y papas y no a la literatura misma. Hay un impulso, una detonación que hacen surgir estos proyectos colectivos. Y aquí se precisa otra distinción que será valida hasta nuestros días: su carácter heterogéneo. He mencionado que ellas surgieron como parte de la emancipación moderna de las artes y la crítica; pero a partir de entonces han cumplido funciones diversas. Podríamos dividirlas, de manera básica y precaria, en dos grandes tendencias: las revistas institucionales (donde se incluyen las patrocinadas por los gobiernos y otras dependencias parecidas, y las que constituyen el órgano de difusión de instituciones educativas) y las independientes (que no cuentan con “apoyo oficial”, y busca marcar una distinción entre su proyecto y el entorno). Aclaro lo provisional de esta división, pues en realidad toda revista importante conlleva un poco de estos dos elementos. Sea para promover un proyecto de nación, como en el caso del ya mencionado periódico literario El Renacimiento (1869), o para marcar distancia y denunciar la adopción de un credo estético (o ideológico), como la también nombrada Revista Azul (1894), las revistas registran antes que nadie el debate vivo y permanente de las funciones literarias y culturales dentro de las sociedades. Dos tendencias poderosas parecen marcar su dinámica (desde luego, hay más variantes): los procesos de distinción y los de asimilación. Una rápida lectura de nuestra historia literaria distinguiría a las revistas institucionales como fuertes procesos de distinción. Ellas han intentado establecer, determinar y difundir el carácter cultural de la nación (carácter que la distingue del resto de los países). Los proyectos individuales e independientes


han estado más cerca de los procesos de asimilación Porque, en general, lo que se ha perdido es la con las grandes corrientes culturales de Occidente. La presencia en los espacios públicos. La opinión mayoría de las estrategias modernizadoras (como en el pública (otrora difusa, mas reconocible) se ha caso de la Revista Azul) persiguen la contemporaneidad desvanecido casi por completo. Lo que tenemos es con el “mundo civilizado”, desdeñando lo nacional una sustitución, o mejor: una tergiversación. Los como triste afán chovinista. Esto obviamente no intereses mediáticos han suplantado y transformado impide las excepciones. Las ha habido, sin duda. El los espacios de encuentro, reflexión y discusión de Estado postrevolucionario, por ejemplo, promovió a los asuntos estéticos e intelectuales. Esa coyuntura la vez ambos procesos y desde instancias oficialistas afecta por igual a las revistas independientes y a las se financiaron proyectos tan disímiles como el institucionales (aunque sus efectos son distintos). muralismo pictórico y las traducciones literarias de ¿Cómo pensar la cultura cuando ésta ha sido los Contemporáneos. Sin embargo, la época actual “subsumida” a la lógica mercantil del capitalismo presenta cambios considerables en esta dinámica, tardío? Supongo que para ambas empresas se ha hecho aunque el drama mayor (la parte triste de esta imperante la reflexión de la condición propia. Todo historia) permanece y se convierte en un reto a vencer: empeño crítico reciente debe ser también autocrítico. la ausencia de lectores. Debemos estar al tanto de que nos movemos sobre El debate que nos arenas movedizas, y ocupa en la actualidad, LA DISYUNTIVA ENTRE HOJA DE evitar caer en el fárrago referente al “dilema” publicitario de la entre la producción PAPEL Y HOJA ELECTRÓNICA NO desterritorialización impresa de revistas ES TAL, SINO UNA CONJUNCIÓN p o s t m o d e r n a . N o o la edición digital podemos difundir, como de las mismas, pasa POSIBLE Y PLAUSIBLE. simple eco, la inercia de invariablemente por los tiempos que corren; algunos temas. El relativo al financiamiento y a la ni debemos nombrarnos portavoces de fenómenos difusión es particularmente especial. Pero también es que ni siquiera conocemos. Eso sería peligroso importante la relación entre cultura y mercado. sobremanera. Es preciso distinguirnos entre el La implantación de la tecnología se ha dado en campo borroso de lo publicitario, reconocer nuestras nuestro medio a la par de las reformas neoliberales. No preocupaciones (nuestras obsesiones) y trabajar con y hay aquí ninguna coincidencia. Vienen en conjunto. a partir de ellas. Escuchar las ideas y percibir las voces La pérdida de presencia del Estado como patrocinador creativas. cultural y el desarrollo y crecimiento de las industrias Y la reflexión se extiende obviamente al uso culturales han transformado sin duda nuestro campo de la tecnología. Ya lo he dicho en otra parte: el artístico e intelectual. La producción de revistas ha desarrollo tecnológico ha marchado a la par de la sido modificada, evidentemente. Tras las constantes hegemonía capitalista. Pero esto no impide un uso crisis económicas y políticas de las décadas del alternativo y crítico de ella. He aquí otra misión setenta y ochenta, nuevas dinámicas se han impuesto, imperiosa. La apropiación del instrumental técnico afectando tanto a las ediciones “institucionales” y su aprovechamiento en la difusión y recepción de como a las independientes. Algunos han alzado nuestras producciones críticas y creativas. ingenuamente las campanas al vuelo, celebrando esta La disyuntiva entre hoja de papel y hoja electrónica “apertura” como una prueba irrefutable de los “nuevos no es tal, sino una conjunción posible y plausible. tiempos democráticos”; otros han satanizado estas El dilema no consiste, creo yo, en tener que optar nuevas dinámicas y se han apertrechado, buscado entre un soporte y otro, sino en el uso provechoso de refugio en la petrificación de ciertos discursos en ambos (en la medida de lo posible). Las dos cumplen extremo radicales. Al final, las dos posturas terminan funciones cercanas, pero diferentes. Una no puede ensimismadas y su mirada se estrecha y se limita a suplir a la otra. Repito, hablo desde mi experiencia, y la inmediatez de una creencia o añoranza. Ambas ella se reduce al ámbito de las revistas institucionales posturas pasan por alto lo fundamental: la revisión (aquéllas que, en apariencia, sólo en apariencia, no crítica del fenómeno. tienen que preocuparse tanto por el financiamiento,


sino principalmente en la difusión y alcance). La edición impresa garantiza (o debería de hacerlo) la presencia “local”, el diálogo con el medio, con la vida literaria y cultural inmediata (ello no impide, evidentemente, una difusión e influencia mayores). Esa relación es fundamental para el desarrollo

LA BÚSQUEDA DE AUTONOMÍA IMPLICABA TAMBIÉN UN MANEJO HÁBIL DE LOS ASPECTOS ADMINISTRATIVOS Y LA HABILIDAD PAR A SORTEAR LOS RIESGOS QUE CONLLEVA LA CIRCULACIÓN EN LOS MERCADOS DE L AS INDUSTRIAS CULTURALES. creativo e intelectual. La revista, aunque sea efímera, ayudará a definir una época, un lugar (un “momento decisivo”, en palabras de Antonio Cándido): será parte de un capítulo más amplio. Allí podremos revisar los movimientos y las modas literarias y estéticas, veremos las apuestas y las experimentaciones formales, y comprobaremos el diálogo y las polémicas críticas. Es el registro al interior del campo cultural. Clausurar ese proceso por el simple hecho de “actualizarnos” sería peligroso. Reconozco, no obstante, las dificultades que implica mantener y difundir una edición impresa: su alcance es más corto, y generalmente, su tiempo es efímero. Ahora la otra parte. Voy a mencionar brevemente algunos de los riesgos que correría una publicación exclusivamente digital. Confieso antes que no guardo ningún prejuicio irracional contra la tecnología. Internet es sin duda una gran posibilidad. Pero precisamente su vastedad provoca una banalización de los contenidos. Por más variantes que pueda ofrecer, la lectura en la “pantalla” (o en su formato) tiende hacia la homogenización. No generalizo, desde luego, sólo señalo algunos de sus efectos contradictorios. La inmensidad no es siempre una ventaja: se puede volver una dificultad. Además, el hecho de que una publicación se encuentre en la red no garantiza el acceso mayoritario, solamente facilitará su búsqueda a los lectores interesados. Pero sus ventajas son también considerables: la difusión puede ser más amplia y más económica y la revista puede actualizarse

constantemente y mostrarse “completa” (desde su primer número hasta el más reciente). La edición digital apela a otro tipo de relación con el campo cultural, una relación en cierta medida “atemporal” y desterritorializada (esto no impide un vínculo cercano con ella). La posibilidad de un uso combinado de ambos soportes puede ser útil sobremanera. Y aquí regreso y tomo como referencia a la revista que en la cual trabajé. Durante más de sesenta años, Armas y Letras ha sido la publicación institucional de corte cultural más importante de Nuevo León, pero su presencia no pasaba de los límites geográficos del estado. Durante mi etapa como director editorial, combinamos su condición de publicación regional con su presencia en la red. El cambio fue significativo. Pero no trastocamos sus objetivos primordiales: dar cuenta de la vida cultural de la región y difundir los movimientos culturales y debates internacionales. Considerábamos (y yo lo considero todavía) que esos dos objetivos no eran –no son– incompatibles. Y al enfocarnos en ellos, buscábamos lograr cierta autonomía dentro del mismo carácter institucional. La revista debería, en la medida de lo posible, seguir sus propios fines; no por ello dejaría de representar a los organismos que la solventan. El reto fue doble. Pues la búsqueda de autonomía implicaba también un manejo hábil de los aspectos administrativos y la habilidad para sortear los riesgos que conllevaba la circulación en los mercados de las industrias culturales. Un aspecto pudo ayudar al otro: con el soporte institucional pudimos resistir los embates del mercado y con las estrategias de difusión y ventas garantizamos cierta emancipación de los lastres “oficialistas” (como la eterna dependencia al presupuesto). Armas y Letras ha seguido, así su propia ruta, consolidando su propia identidad y dando cuenta al mismo tiempo de los fenómenos, ricos y contradictorios, del campo cultural mexicano. Ha sido, de igual manera, una estrategia para combatir el centralismo cultural y rechazar, al mismo tiempo, el chovinismo regionalista. Esa ha sido mi experiencia y mi lectura del fenómeno, y de sobra sé que el proceso se encuentra en plena marcha y cada día hay que inventar nuevas estrategias para que las revistas culturales no sean sinónimos de una vida efímera, de un corto noviazgo. Por fortuna, con cada nuevo número Armas y Letras nos otorga una nueva lección sobre el tema.


VEINTICINCO AÑOS DE

PAPELES DE LA MANCUSPIA

Las mancuspias nos entretienen mucho, en parte porque están llenas de sagacidad y malevolencia, en parte porque su cría es un trabajo sutil, necesitado de una precisión incesante y minuciosa. Julio Cortázar, “Cefalea”. FERNANDO J. ELIZONDO G ARZA Y LORENA SANMILLÁN

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l 1 de enero de 1994, (González y Gómez, 1999) en México, nos enteramos de la existencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional; ese mismo día entra en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. En febrero, Sofía Loren recibe el Oso de Oro en Berlín, como reconocimiento a su trayectoria; en Estados Unidos, los Cowboys de Dallas ganan el Super Bowl; Laura Pausini obtiene el primer lugar en el Festival de San Remo. En marzo, el candidato del PRI a la presidencia de la república, Luis Donaldo Colosio, es asesinado en Lomas Taurinas, Tijuana. En abril se suicida Kurt Cobain, vocalista de Nirvana; el Papa Juan Pablo II reinaugura la Capilla Sixtina. En junio, el mundial de futbol se realiza en Estados Unidos; México es eliminado en octavos de final; Brasil es campeón del mundo. En agosto, Ernesto Zedillo es declarado presidente electo de México. En septiembre, hay huelga en la liga de béisbol de los Estados Unidos. Madonna lanza Bedtime stories. El premio Nobel de Literatura es para Kenzaburo Oe. Jaime Sabines recibe la medalla Belisario Domínguez. México atraviesa una fuerte crisis económica. En Monterrey se anulan las elecciones para alcalde. Selena es la reina de la Feria de Monterrey. Y, también en Monterrey, en abril de 1994, como una conclusión implícita o independiente de todos estos eventos, nace la revista literaria Papeles de la Mancuspia. La mancuspia es un animal inexistente, inventado por el escritor Julio Cortázar en un cuento titulado “Cefalea” que forma parte de su libro Bestiario (1951). Se sabe que se alimentan de avena y, ocasionalmente, de leche con vino blanco. Son caprichosas y su cuidado requiere mucha atención. El título de la revista nace en un ejercicio lúdico entre

articulistas de la Coordinación de Publicaciones del Estado de Nuevo León, entre ellos Humberto Salazar y Héctor Alvarado, que elaboraron una lista de posibles nombres para revistas literarias. Aunque el arte puede ser un placer estético solitario, la gran mayoría los escritores buscan ser leídos, disfrutan el compartir sus ideas y leer lo que los demás hacen cuando es de calidad literaria. Bajo este impulso de colectividad nace la revista Papeles de la Mancuspia. Los escritores Héctor Alvarado, José María Mendiola, Patricia Laurent, Julio César Méndez, Dulce María González, Rocío Garza Leonard, Mario Anteo Hinojosa, Gabriel González Meléndez, Gabriel Contreras y Edgar Jaime, se reúnen en la ciudad de Monterrey para dar inicio a una aventura editorial que persiste hasta el día de hoy. Jóvenes entonces; entusiastas, conocedores, lectores profesionales, llenos de defectos, conformaron un primer número con textos de ellos mismos y de Bukowski, aderezándolo con citas diversas y viñetas selectas para alegrarla visualmente. Desde sus inicios, bajo unos lineamientos de la Mancuspia, que pueden ser interpretados como capricho, pero que abren posibilidades, se incluyen numeralias, correspondencia de lectores, secciones, directorios editoriales, numeraciones azarosas, esto con una periodicidad impredecible, con una metodología caótica y con colaboradores que pueden aparecer y desaparecer según la temperatura de la pasión o la indiferencia. El formato que se establece es un pliego doblado como un periódico de esa época –aproximadamente 52 por 36 centímetros– lo cual permite abstraerse del mundo para adentrarse en la lectura; se imprime en papel cultural –color crema/marfil– lo cual vuelve cómoda su lectura. Los textos se imprimen en negro


con tipografía Times New Roman y las viñetas en algún color. En los espacios en blanco que quedan entre textos, se incluyen citas, aforismos, estrofas, haikus, apotegmas o axiomas que están o no relacionados con los textos adyacentes. En los primeros números estas citas provenían de cuatro o cinco autores. En la actualidad, las citas que acompañan los textos le pertenecen generalmente a un solo autor, y dentro de un delirio obsesivo se obtienen ya sea de un libro, un ensayo, un artículo o un discurso que esté relacionado con la temática de los números especiales. La confección de los primeros números fue un trabajo artesanal y de mucho contacto personal. Los mancuspios se reunían principalmente en el Bar Reforma (frente al Círculo Mercantil de Monterrey) o en casas, y llevaban sus textos mecanografiados en hojas de máquina. Recortaban, pegaban y armaban la revista artesanalmente. El Pritt y las tijeras, así como el tequila, la camaradería, y sobre todo el sentido crítico, eran los invitados imprescindibles de esas sesiones de maquetación. En la actualidad, el Consejo Editorial intercambia sus apreciaciones por medio de bytes, todo sucede por correo electrónico o WhatsApp; la tecnología y la inseguridad han reclamado su protagonismo. El Pritt y las tijeras han cedido su espacio a los comandos copy-paste y los tequilas se consumen de forma personal, en la intimidad de un cuarto propio, como señaló Virginia Woolf; o desde las alturas, emulando la torre de Montaigne. En lo efímero y volátil de este mundo en metamorfosis, lo que permanece constante y actualizado es –además del tequila– el espíritu crítico y de búsqueda en la literatura, más allá de las tendencias que rodean el momento en que se está planeando un nuevo número. Es de bien nacido ser agradecido, por eso se reconoce la influencia que tuvo el suplemento cultural "Aquí vamos" del periódico El Porvenir en la gestación de la revista. Muchos de los mancuspios iniciales recibieron enseñanzas de Jorge Cantú de la Garza, director de dicho suplemento y uno de los primeros talleristas en la ciudad. Las convocatorias siguen haciéndose como al principio, de boca en boca, y ahora también se utilizan los correos electrónicos y las redes sociales de algunos colaboradores. A algunos mancuspios no le gusta el Twitter ni el Facebook, otros se pierden en ellos, sin

embargo, la revista sobrevive en el mundo digital y cuenta con su propia página web, bajo el cuidado de Bernardo Chapa, encargado de la misma. En esta página se encuentran la mayoría de los números digitalizados y fotografías diversas que abonan a la memorabilia. El proceso de selección no es sencillo, aunque puede resumirse en algunos breves pasos: Se reciben los textos en español de autores de todas las nacionalidades, edades, géneros y temáticas. Se reciben textos propios y ajenos, siempre y cuando se cuente con los derechos de autor. También se reciben traducciones en las que es indispensable el nombre del traductor. Somos proclives a incluir textos antiguos, de esos que han probado su calidad y permanencia, aunque sus formas estén o no fuera de moda. En el caso de textos extensos, se selecciona un fragmento. Todos los textos se concentran en un archivo y se pasan a lectura y votación. Se publican los textos con menos votos en contra. Las mancuspias son entes sensibles que reaccionan violenta, drástica y negativamente

CADA CREACIÓN ES UN A P R E N D I Z A J E PA R A TO D O S LO S I N VO LU C R A D O S . ante lo mediocre, los textos motivacionales, la rima fácil, los lugares comunes y lo cursi. Se discuten las votaciones apretadas y se llega a un concilio ameno y aleccionador, si se puede. Todo el trabajo editorial se efectúa virtualmente y solo en las fiestas se mantiene ese afán sensorial no retransmitido. Cada creación es un aprendizaje para todos los involucrados. En caso de que algún texto necesite algo de trabajo, se le envían las sugerencias al autor para que lo autorice o si no, se excluye. No hay, no ha habido, ni habrá, retribución monetaria por la publicación. Se ceden los derechos a la revista tanto para la publicación impresa como para la digital. Los textos que se publican son breves, debido a las condiciones de espacio. En algunos números se han tenido restricciones más marcadas, de acuerdo a su temática o circunstancia. Podemos imaginarnos vagamente cómo será un número, pero siempre nos han sorprendido los resultados.


La imagen icónica que ha representado la revista Papeles de la Mancuspia desde el primer número, que siempre va en la parte superior izquierda de la primera hoja, es de Miguel Carmona y lleva por título “Naufragios del arca de Noé”. Para las viñetas se ha contado con muy diversos artistas plásticos como María de Jesús Rodríguez, Sergio Villarreal, Emir, Jorge Elizondo, Ismael Rodríguez, Ximena Subercaseux, Roberto Maldonado Espejo, Gerardo Cantú, Armando López, entre muchos más. Además, se han incluido códices, timbres, grabados, retratos a tinta, esquemas industriales, balones de futbol, mapas, entre muchos otros temas. Para la edición del número dedicado a Monterrey, por primera vez se incluyeron postales a color. En los números especiales dedicados a los Talleres literarios de Monterrey, al Encuentro Internacional de Escritores Sanmillanos y en el de nuestro 20 Aniversario, se incluyeron fotografías en blanco y negro. La mancuspia conmueve hasta la ternura o agrede a mansalva y siempre ha sido acogida por benefactores anónimos. El primer número tuvo como benefactores a Armando Alanís Rodríguez, Alejandra Rangel, Ana Luisa Laurent Kullick y Luis Mariano Montemayor. A lo largo de los años, diferentes personas u organizaciones como CONARTE, han colaborado económicamente para mantener vivo este proyecto editorial. También se ha recibido el apoyo de diferentes instituciones, como la UANL, y eventos literarios, para la realización de presentaciones en México y en el extranjero. Hay otros dos elementos que forman parte del esqueleto de la Mancuspia: el texto de Presentación y el texto del Directorio. En el texto de presentación, que se incluye en los números especiales, el Coordinador editorial ofrece una breve introducción de la temática; en los números ordinarios, éste corresponde a la sección Teoría del Caos, de Héctor Alvarado. En el Directorio, que es de naturaleza lúdica, es parte esencial del texto un colectivo imaginario que cambia de piel en cada ejemplar. En un número puede ser el CALSÚER (Comité de Asesores Literarios del Sindicato Único de Escritores Robots), en otro el SEUBEPPI (Sindicato de Escritores Unidos por la Bendición Económica de Puestos Políticos Inferiores). Nunca se han repetido. La mancuspia es

sabia y, discípula de Heráclito, sabe que todo cambia, aunque parezca igual. En las ediciones de este año se ha agregado el logotipo oficial del 25 Aniversario, que es un original creado exprofeso por José Luis Álvarez Torres, diseñador gráfico de Monterrey. Los aspectos visuales de Papeles de la Mancuspia son coordinados y estrictamente supervisados por María de Jesús Rodríguez Flores. Resultaría exhaustivo nombrar en este artículo a todas las personas que han formado parte del

PAPELES DE LA MANCUSPIA ACTUALMENTE SE ELABORA COMO SI FUERA UNA REVISTA DE ESCRITORES PARA ESCRITORES. Consejo Editorial o los ilustradores y colaboradores; esta información puede ser consultada en nuestra página web. Para todos ellos va nuestro más profundo reconocimiento y agradecimiento. Nada es casualidad. Ya lo había señalado Freud (1976) y lo reafirma Jodorowsky (“El significado del nombre…”) nombre es destino. La mancuspia es un ser de naturaleza caprichosa cuyo cuidado requiere mucha paciencia y minuciosidad, por eso, esta revista ha pasado por diversas etapas y sigue moviéndose. A veces, hay que ir a su madriguera y consentirla un rato para que se anime a salir, conminándola amorosamente, a veces surge por sí misma, con toda su voluntad, desafiando las circunstancias que la rodean. Su alumbramiento siempre ha sido una fiesta. Papeles de la Mancuspia actualmente se elabora como si fuera una revista de escritores para escritores, para cumplir con las expectativas de un público lector selecto y conocedor, que nos obliga a no bajar la guardia. Desde sus inicios se reparte sin costo alguno en eventos culturales, congresos literarios y encuentros de escritores, nacionales e internacionales. Alguna vez su frecuencia fue mensual, un año (2009) sólo se editó un ejemplar. En algún momento entre 1997 y 1999 se decidió suspender la producción de la Mancuspia para hacer una publicación monotemática que se bautizó como Correo Chuan. En el 2010 la mancuspia decidió reposar y no hubo ningún número,


mas no por ello su corazón dejó de latir. Ahora, bajo la batuta de Fernando J. Elizondo, se edita un promedio de seis números cada año: un número ordinario, sin temática definida, y cinco números especiales con temática específica, para los cuales son invitados coordinadores editoriales junto con sus especialidades y obsesiones. Entre los números especiales podemos mencionar Concursos de belleza, Talleres literarios, Cosas del ayer, Robots, Futbol; figurando entre los coordinadores: Oscar David López, Fernando Galaviz, José Eugenio Sánchez, Nelson Simón, Luis Aguilar, Dolores Hernández, Eduardo Zambrano, etcétera, quienes han trabajado libremente bajo los lineamientos de la Mancuspia que, para mantener la calidad de lo que se publica, sólo recibe textos literarios de alto perfil. Se ha abordado la temática de la diversidad sexual, con un número dedicado a escritoras lesbianas (Mujérica) sin más censura que la calidad literaria. A la Mancuspia, como organización literaria impredecible, no le han bastado sus papeles periódicos, también ha publicado libros: 3 series, una autoproducida, otra con la colaboración del FONCA y otra en coedición con la Universidad Autónoma de Nuevo León. Entre los autores publicados se encuentran Patricia Laurent, Fernando J. Elizondo, Dulce María González, José María Mendiola, Anna Kullick, Julio César Méndez, Malena Múzquiz, Eduardo Zambrano, Luis Aguilar, entre otros. Por su trayectoria artística, la mayoría de los colaboradores del Consejo Editorial ha recibido reconocimientos o ganado premios literarios locales, nacionales o internacionales. Por citar sólo algunos: Patricia Laurent, Dulce María González, Héctor Alvarado comparten la distinción de Premio Nuevo León de Literatura y, junto con Luis Aguilar y Guillermo Meléndez han sido galardonados con el Premio a las Artes por la UANL. Luis Aguilar ostenta el Premio Internacional Gilberto Owen de poesía. El más joven de los miembros del Consejo, Óscar David López, obtuvo el Prix de la Jeune Littérature Latinoaméricaine 2004-2005. La mancuspia es fiel a su naturaleza antinatura, puesto que lo normal de las revistas culturales es el agotamiento y pronta desaparición, y ha sabido adaptarse a los cambios tecnológicos, económicos y caracterológicos: muta de piel, se reinventa y pervive.

Cuando los mancuspios se aburren generan algún proyecto para entretenerse. Se ha convocado un concurso de aforismos, otro de textos eróticos (con juguetes ad hoc como premios); también se convocó a un concurso de microficciones por SMS, dando paso a nuevas formas de hacer literatura, editándose dos números especiales, coordinados por Ihoeldis Rodríguez, vía remota desde Cuba. Otra actividad recurrente en el mundo mancuspiano son las presentaciones y fiestas literarias, ya sea en encuentros literarios, centros culturales, ferias de libros, o donde se pueda promover la literatura. En el espectro pendular de la vida, ese que en un extremo tiene a las sonrisas y en el otro a las lágrimas, los mancuspios hemos cantado y reído en cantinas, sufrido marasmos y llorado cuando nos ha tocado despedir para siempre de este plano existencial a nuestros queridos compañeros de viaje. Echamos de menos las letras, creatividad, mirada crítica, talento, polémicas y brindis de Dulce María González, Zacarías Jiménez y Chema Mendiola, miembros del Consejo Editorial, quienes aún en el recuerdo siguen comportándose como mancuspios. Tras 25 años de hacer la revista, cada nuevo ejemplar implica el desafío de una primera vez: Así es la vida mancuspiana. Algunos humanos trabajan en poner orden al mundo, para hacerlo más vivible, los mancuspios sólo aceptan el caos y, aunque se contradicen frecuentemente, buscan la felicidad para los humanos, a través de la buena literatura, ésa que da sentido al vivir.

REFERENCIAS Cortázar, J. (1976). Bestiario. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. De la Fuente, D. (19 de diciembre de 2009). “La Mancuspia y su cría de letras”, El Norte. Especial del 20 aniversario (agosto de 2014). Papeles de la Mancuspia, No. 79. Disponible en http://www.papelesdelamancuspia. com/index.php/papeles-de-la-mancuspia/mancuspia-79-ago-20anos-de-mancuspia-pdf/viewdocument Freud, S. (1976). “El olvido de los nombres propios”, en Obras completas, Vol. VI. Psicopatología de la vida cotidiana (1901). Buenos Aires: Amorrortu editores. González, F. y Gómez, P. (1999). Crónica del Siglo XX. Plaza & Janes, Editores. 1999. Jodorowsky, A. “El significado del nombre en Psicogenealogía”. Disponible en: https://hermandadblanca.org/el-significado-delnombre-en-psicogenealogia-por-alejandro-jodorowsky/ consultado en junio de 2019.


LA CURA DE LOS LADOS / TÉCNICA MIXTA, 60 X 75 CM / 2016 / FRAGMENTO EN MONOTONO

¥¥MARÍA FERNANDA MARTÍNEZ

Deslinde: una invitación al diálogo Aunque es indiscutible el poder que tiene el tiempo para convertir en ceniza cualquier página, es el hombre quien fuera llamado a descubrir una y otra vez el rescoldo: guiño luminoso que nos dirige nuestro semejante desde el ayer. Raúl Rangel Frías, “Águeda o de la pintura”, Deslinde, 53-56 (julio de 1996-junio de 1997), pp. 39-42.

H

ace dieciocho años, con la publicación del número 67-70, la revista Deslinde se dirigió a sus lectores con el aviso de una pausa en su publicación, un tiempo de reposo para replantearse “nuevos objetivos, examinar los futuros escenarios y encontrar los productores de la palabra de los próximos

años”. En 2016 la revista regresó a manos de los lectores con hojas llenas de tinta fresca, de voces nuevas e hizo nacer el deseo de encontrar un espacio de diálogo, creación y crítica, en un público formado por nuevos y anteriores lectores. A propósito de esta unión de distintas generaciones, me gusta pensar a mis maestros de la Facultad de Filosofía y Letras cuando tenían mi edad esperando la próxima publicación de la revista: mensual, trimestral, semestral, ustedes digan. El punto es la añoranza de tener en las manos un objeto multifacético donde tal vez su propia creación estaba plasmada o la de amigos o la de maestros. Menciono esto porque, como hija del siglo XXI, sin poder negar mi contexto familiar en el que el hábito de leer no era común y menos las revistas literarias, y debido a mi cercanía con las nuevas tecnologías –vaya, crezco con ellas–, mi experiencia con la lectura de publicaciones periódicas es muy distinta al modo en que me hubiera gustado que fuese. Por otro lado, desde el punto de vista también del ejercicio de la escritura, las nuevas generaciones, acostumbradas a la inmediatez y al multitasking, parecen desconocer lo que significa


un tiempo de espera para poder ver un texto propio evocamos memorias, proyectamos deseos; entablamos publicado (estamos siempre a un click de distancia conversaciones con el autor y con los autores citados de compartir nuestra opinión), o para poder leer a un por éste (en el caso de los ensayos) y en otras ocasiones compañero (siempre nos estamos leyendo en las redes dialogamos con la lectura y las intertextualidades. Es sociales). Y pienso que esta rapidez atenta contra la un acto que renueva a la persona y la persona a las reflexión. dinámicas sociales, creando así espacios y ambientes Por coincidencias, me encuentro ahora más cerca críticos y seguros, donde hay cabida para todos. de los procesos editoriales de revistas y hace poco Siguiendo con esta comparación, entre la relación llevaron a jóvenes de una con el Internet y la relación de las preparatorias de la con la lectura, sabemos que el Universidad a visitar la CONFORME LEEMOS INI- Internet nos ha condicionado Casa del Libro, a conocer a una respuesta inmediata, CIAMOS UN PROCESO DE y dirán: “En la lectura no un poco sobre su historia, el patrimonio cultural de COMPRENSIÓN Y DE INTER- hay respuestas inmediatas, nuestra Universidad y les participa un lector”, pero hablaron de la importancia PRETACIÓN; COINCIDIMOS como sabemos, los textos de las publicaciones como por sí solos pueden entablar O DIFERIMOS CON ALGUla revista Armas y Letras. un diálogo por su entretejido No fue una sorpresa ver NAS IDEAS, ARGUMENTOS literario e intelectual, a esto a muchos jóvenes que nos sumamos nosotros, y O CORRIENTES ESTÉTICAS; así como cuando quitamos prefirieron estar atentos al celular y, frente a esto, la señal de wifi de nuestros E VO C A M O S M E M O R I A S , aparatos móviles, nosotros pienso en la gran pena que me da conocer jóvenes PROYECTAMOS DESEOS, EN- podemos retirar nuestra alejados de la lectura de vista de la hoja y pausar TABLAMOS CONVERSACIOlibros y revistas, de la crítica nuestra lectura para asimilar y del diálogo. nuestros pensamientos y NES CON EL AUTOR Y CON Si no me equivoco, en la emociones que la lectura, presentación del número LOS AUTORES CITADOS POR i r r e m e d i a b l e m e n t e , anterior de Deslinde, el siempre suscita. También ÉSTE. editor José Javier Villarreal me podrán decir: “Bueno, señaló que esta nueva pero con el Internet la revista es para lectores respuesta inmediata de la y la carta editorial del número 71 lo confirma: es que hablamos es tal que no hay pausas como cuando una revista de lectores para lectores. Me permitiré estamos al pendiente de una publicación periódica”. estirar lo más posible el siguiente comentario que Pero pensemos entonces en Netflix y las próximas escucho continuamente: que estas generaciones son temporadas por salir de las series top del momento, las que más leen porque están inmersos en un mar de llámese Luis Miguel o Game of Thrones. Se espera un tiempo comunicación incontenible que es el Internet. Y de ser para su transmisión y la emoción es igual, o incluso diría así, entonces deseo con gran fervor que esta revista que mejor, comparada con el deseo de adquirir el libro sea entonces para todos, porque estoy convencida nuevo de un autor favorito o la próxima publicación de que no hay nada más inmediato, ni otra actividad una revista. que requiera mayor multitasking que la lectura. Porque En la relación entre lector y revista podemos encontrar conforme leemos iniciamos un proceso de comprensión mayor placer que en la relación lector–Facebook. Y y de interpretación; coincidimos o diferimos con está por demás decirlo. Creo que el propósito de esta algunas ideas, argumentos o corrientes estéticas; analogía es encausar el deseo de lectura todavía un poco


ARRAIGA / PIROGRABADO SOBRE PAPEL/ 20 X 30 CM / 2018 / MONOTONO

más allá. Que, si esa ansia que yo he visto en los jóvenes por las redes sociales es tanta, pues entonces hay que encausarla en un deseo que los y nos desborde por un objeto en el que hay espacio para todos, y esto es para mí Deslinde. Esa pausa tomada en el año 2000 para buscar nuevos objetivos y nuevas plumas ya ha encontrado desde el 2016 realidad. Deslinde es una publicación de nuestra Facultad que ha buscado, y a mi parecer ha logrado, abrir espacio para plumas de todo tipo. Poetas,

traductores, ensayistas, académicos, estudiantes y artistas gráficos (porque, honor a quien honor merece, esta revista es una belleza de diseño). Y me voy a dar la licencia otra vez de estirar todavía más una palabra: creación. En suma, todo lo publicado aquí parte de una creación de un autor nuevo –sin reparar en grados– que ha dado origen a ideas a partir del diálogo, de la lectura y de escuchar. Y es un enorme placer poder leer a compañeros, sus ensayos y poemas, conocer traducciones y leer crítica para poder ser críticos nosotros también. Encontramos en este número un conjunto de voces que hablan a veces desde la intimidad, otras desde la cotidianeidad o la anécdota; tenemos voces críticas y académicas. Un ensamble, pues. En este número visitamos y en algunos casos revisitamos lecturas, como es el caso por ejemplo de los artículos que coinciden en hablar de la obra Pedro Páramo de Rulfo, o el dossier dedicado a Carlos Fuentes por el coloquio de autor. En otro caso, muy particular para mí, la lectura del artículo “Violencia, odios y rencores añejos en la vida de Placeres: la fatalidad como condena en los personajes de Jesús Gardea”, sin haber leído aún la novela de La canción de las mulas muertas, me llevó a pensar en Ixtepec, pueblo mágico (no de los oficiales, no lo confundan) de Los recuerdos del porvenir. Los autores, Mónica Torres Torija y José Javier Villarreal hablan de un tiempo “muerto y sin esperanza” (p. 128) y de la fatalidad que condena a los personajes, y no puedo evitar hacer comparaciones –que deberé justificar después con la lectura de Gardea–, entre el tiempo en ambas novelas: condenado a repetirse y en el que, por tanto, todo futuro es pasado y presente, y todos los personajes (excepto el extranjero, y aquí notamos una gran diferencia entre Garro y Gardea) se condenan a la tragedia. Cuando leamos los textos publicados en Deslinde no solo pensemos en el artículo que habla sobre un estudio o reseña un libro, aceptemos la invitación a cuestionarnos, a comparar lecturas y a enriquecer así nuestra capacidad de análisis y de deleite lector. Una lectura no puede ser otra cosa que no sea fértil. De tal manera, Deslinde, con todos los ejemplares que antecedieron a este número, se queda como una memoria y un rescoldo que espero siempre nos lleve a leer y escribir, a dialogar.


¥¥RAMÓN DÍAZ ETEROVIC

LIU ZHENYUN

EN LA NARRATIVA CHINA DE HOY P arte de la obra del escritor Liu Zhenyun se inserta en lo que se llama “el nuevo realismo”, tendencia en la narrativa china que pretende dar cuenta de los cambios que acontecen en el país, a través de historias cotidianas, protagonizadas por personajes comunes que intentan dar un sentido a sus vidas en una época de cambios en la que tradición y modernidad pugnan por imponer sus valores. Un recorrido por cuatro de sus novelas traducidas al español se puede comenzar con Yo no soy una mujerzuela, en la que Liu Zhenyun apunta sus críticas hacia la burocracia y la corrupción. Dos males que hacen decir

a uno de los personajes: “La corrupción y las conductas poco éticas son nuestro mayor dolor de cabeza porque provocan el mayor descontento del pueblo. Día con día, la corrupción se agrava (…) El agua sostiene el barco; pero también puede voltearlo”. La historia se centra en Liu Xuelian una mujer que se ha divorciado de su marido para esquivar la política de hijo único y proteger de ese modo a la hija que porta en su vientre. El divorcio es parte de un falso acuerdo con su marido, pero el marido piensa de otra manera y a poco andar contrae matrimonio con una nueva mujer. Desde ese momento, Liu Xuelian decide conseguir que un organismo judicial declare falso su divorcio.

NOT GPS / AEROSOL, ÓLEO Y ACRÍLICO, 1.20 X 80 CM / 2018 / PIEZA ORIGINAL

A N ATO M ÍA D E L A CRÍTI CA


A N ATO M Í A D E L A C R Í T I C A

Pero, las cosas no serán fáciles para la mujer y durante muchos años deberá recorrer los distintos escalones de la burocracia gubernamental para obtener el dictamen que precisa. Liu Xuelian se constituye en el prototipo de la mujer que rompe las barreras que le impone el medio y es capaz de revolucionar su entorno para luchar por una causa que considera justa. En su novela Teléfono móvil, Liu Zhenyun narra la vida de Yan Shouyi, conductor de un programa de televisión que se caracteriza por sus erráticas decisiones, y que un día, al dejar su celular en casa, desata una serie de cambios en su vida. Utilizando el celular, su mujer descubre

sus engaños, luego tiene problemas con su amante y finalmente llega a su vida una conviviente con la que tampoco las cosas son muy apacibles. Todo esto, más una serie de buenas historias paralelas, está contado en tono de comedia, pero tras el acento irónico o humorístico hay una aguda mirada a la sociedad china actual; el modo en que se desarrollan las relaciones sociales y económicas, el deseo de poder y dinero rápido; los cambios tecnológicos y materiales que intervienen de pronto en las vidas, como un tornado que las despoja de contenidos y valores. En la novela casi todos mienten y participan del juego de las apariencias. Muchos buscan contactos para obtener


A N ATO M ÍA D E L A CRÍTI CA

mejores trabajos; y los pocos que parecen ver las cosas Liu Zhenyun describe toda esta situación con cuidadosos detalles y apoyado en documentos de la claras son los personajes de pueblo o los ancianos que época. Se explaya en las manifestaciones de la hambruna siguen viviendo a otro ritmo, sin el avasallador deseo de y la reacción de la gente que va desde alimentarse con poseer cosas materiales o éxitos que pueden desvanecerse hojas, cortezas de árboles y animales domésticos, hasta de un día a otro. casos de asesinatos por una ración de trigo. También Liu Zhenyun nos muestra una sociedad donde hay más se describen las dolorosas escenas que se producen medio de comunicaciones, pero no necesariamente una cuando los hambreados campesinos intentan salir de sus mayor o mejor comunicación. Las parejas se comunican pueblos utilizando el tren o emprendiendo desesperadas todo el día, pero no se dicen nada; y lo que es peor, y caminatas. Cincuenta años después de estos hechos, como le ocurren al protagonista de la novela, los mensajes Liu Zhenyun volvió a su provincia natal y obtuvo los se confunden o se difunden cuando no se desea. La vida testimonios que nutren su relato. Su mirada está puesta privada puede transformarse en una escena pública, las sobre los protagonistas directos, mentiras se hacen cada vez muchos de los cuales vieron más difíciles de sostener. La LA PALABRA, LA QUE SE destruidas sus familias para estructura y el desarrollo de DICE Y LA QUE SE CALLA, siempre. Su libro está entre los Teléfono móvil están al servicio conmovedores relatos que han de una historia que no deja de ES EL FACTOR COMÚN DE dado cuenta del horror al que fluir de una situación a otra, con progresivo interés. La novela es ESTA NOVELA MOSAICO, fue sometido el hombre durante el siglo XX. un logrado retrato de un sector EN LA QUE UNA INFINIDAD La palabra que vale por diez mil social de China, fascinado con es una novela de largo aliento el mundo propuesto desde DE PERSONAJES SE que entrega un amplio cuadro la tecnología y el consumo; y RELACIONAN ENTRE SÍ. de la vida cotidiana en la al mismo tiempo muy frágil China contemporánea. Casi un respecto a la construcción de siglo de historias individuales relaciones sólidas. y colectivas en las que un ramillete de personajes En otra línea narrativa se encuentra la novela De regreso representa, con mayor o menor fortuna, la vida que les a 1942, la que los estudiosos de la narrativa china actual ha tocado en suerte. Un extenso período unido por ubican en lo que se denomina la “nueva novela histórica”, la existencia de tres miembros de una misma familia: tendencia narrativa que ha tenido un gran impulso en Moisés Wu, Cao Qinge y Niu Aiguo. Tres personajes China desde 1990 a la fecha. Se trata, en términos generales, unidos por existencias marcadas por la búsqueda de novelas que describen distintos episodios de la historia permanente de algo que cambie el rumbo de sus vidas, china contemporánea, no desde la perspectiva de los de sus anhelos y hasta de los nombres con los que se grandes hechos o de personajes destacados, sino que desde identifican. La palabra, la que se dice y la que se calla, el testimonio de personas comunes que fueron testigos o es el factor común de esta novela mosaico, en la que una protagonistas de los sucesos que se abordan. Liu Zhenyun infinidad de personajes se relacionan entre sí, unidos por trabaja con entrevistas y artículos de prensa relacionados lazos familiares, sentimentales, relaciones laborales y con la gran hambruna y posterior plaga de langostas que sueños que se van desgastando en el ejercicio de oficios asoló durante los años 1942 y 1943 a la provincia de Henan. muchas veces duros, de mera sobrevivencia. La mayoría En esos años la provincia sufrió una intensa y prolongada de los personajes viven los efectos de no expresar en sequía que afectó drásticamente los cultivos de trigo palabras sus sentimientos, o bien los efectos de los que y otros cereales. El gobierno de la época estaba más otros han dicho sobre ellos y sus destinos. Es una novela preocupado de los avatares de la guerra y de las disputas sobre la soledad, en la que no faltan los personajes que con el Partido Comunista. Se seguían cobrando impuestos viajan miles de millas por encontrar un amigo que los a los empobrecidos agricultores y, además, éstos debían escuche, que los consuele o aconseje. En tal sentido, llama contribuir con forraje para la alimentación de los animales la atención que, en un mundo habitado por millones de del ejército. La desgracia cae sobre los campesinos cuando personas, los ámbitos individuales carecen de afectos se hace evidente la falta de comida. Son treinta millones de enraizados, de compañías que hagan más llevable la personas sometidas a una situación extrema. existencia cotidiana.


MURO DIVINO / ACUARELA SOBRE PAPEL, 30 X 21 CM / 2013 / MONOTONO

A N ATO M Í A D E L A C R Í T I C A

La palabra que vale por diez mil es un relato que no da tregua al interés del lector. A las historias principales se van sumando otras, subordinadas o laterales, que en su conjunto dan una imagen muy atractiva de la vida en China. Si algún paralelo se puede hacer de esta novela con alguna que conozcamos en el ámbito latinoamericano, sin duda es con Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. En ambas la realidad está poblada de aspectos fantásticos, y en ambas hay una voz que refleja las vivencias de múltiples personajes que, por sobre todas las cosas, se empeñan en vivir y ser amados. Es también una novela de fuerte color local: los diversos trabajos que ejercen los protagonistas y personajes secundarios, sus comidas y vestuarios, la música que escuchan y los espectáculos que observan, la manera en que se relacionan en el día a día, las formas en que expresan sus alegrías y temores, la organización de las familias, las relaciones laborales, los vínculos de la gente con credos propios y foráneos. Todo esto, y mucho más se despliega frente al lector que se va compenetrando de aspectos reales y fantásticos que son los hilos que se tejen y dan fuerza a una poderosa cuerda vital. Y al final de todo, la sensación de conocer la existencia china, marcada por una cultura diferente a la occidental, pero en la que están en juego los mismos sentimientos que motivan por igual a todos los hombres y mujeres, más allá de las diferencias que imponen los medios en los que viven. Lo que prevalece en definitiva es la gana de vivir y de dar algún significado al tránsito vital de casa persona. Reseñar el sinnúmero de anécdotas que pueblan esta novela es una tarea imposible. Si es posible decir que todas son atractivas y que en su conjunto dan a esta novela el carácter de novela mayor e imprescindible en el panorama de la narrativa china que conocemos en traducciones al español. La escritura de Liu Zhenyun es simple, directa y llena de matices. Su voz se apropia con acierto de dichos y citas de versos tradicionales; construye personajes llamativos, historias que provocan risas y dolor, escenarios que se pintan con riqueza de detalles. Liu Zhenyun (1958) es un autor popular en su país y su obra ha sido traducida a varios idiomas. La palabra que vale por diez mil, recibió el prestigioso premio Mao Dun 2011, y fue publicada por la editorial mexicana Siglo XXI, como parte de una colección destinada a dar a conocer las obras más destacadas de la literatura china. En esta novela se basó la buena película de Liu Yulin: Alguien con quien hablar. Leer a Liu Zhenyun es una experiencia aconsejable. Al término de la lectura de sus textos sentimos que hemos sido testigos de un cuadro social palpitante, narrado con estilo y coraje.


NOTAS SOBRE LA POESÍA DE SHEN HAOBO MARGARITO CUÉLLAR

A

ires de novedad y ruptura, a partir del árbol llamado tradición, brotan de los poemas de Shen Haobo (Jiangsu, 1976). Se entiende, después de leer sus poemas y su poética, que hay un pasado que conserva verdes y vivas sus raíces y que da nuevos brotes. Y un pasado arcaico cuyas piezas recuerdan un viejo orden e intentan reconstruirse. Aplica a la poesía y a la historia, a la filosofía y al lenguaje. De ahí que el escepticismo y poner en acción los verbos “cuestionar” y “transgredir” hacen del poeta un detonador de instantes al servicio de un nuevo orden poético. Si Shen Haobo nos habla de la telefonía móvil en sus poemas y de cómo un signo de bajo perfil como el asterisco (*) trae noticias de los tiempos oscuros (me refiero aquí a textos incluidos en el libro Palabra hablada (Salón de la Poesía / Motie, 2017. Trad. de Isolda Morillo y Tyra Diez), no es por seguir el dictado de una moda o por llamar la

atención, sino porque tanto los objetos como los signos alejan y acercan al hombre, desde las Cuevas de Altamira a la galaxia de Internet. A veces me pregunto qué resulta más complicado para los poetas, si expresarse en un lenguaje coloquial o en un lenguaje oscuro. Pienso que para lograr un buen texto las dos herramientas resultan difíciles y que cada autor elige el camino que sus registros poéticos, sus lecturas y su visión del mundo le permiten. Poetas como Octavio Paz y Jorge Luis Borges suelen resultar complicados, pero a la vez profundos y le permiten al lector entrar en laberintos que de otra manera desconocería. El poeta chileno Nicanor Parra, sobre todo en sus antipoemas, es en apariencia sencillo y conversacional, pero más allá de lo coloquial que resulten sus versos no hay que olvidar que los buenos poemas suelen tener un doble fondo: el que llama la atención a simple vista por su sintaxis y su construcción semántica y lo que hay más allá una vez que hayamos develado su misterio.

CALENTAMIENTO FASE 2 / TÉCNICA MIXTA, 25 X 35 CM / 2015 / FRAGMENTO EN ESCALA DE GRISES

A N ATO M ÍA D E L A CRÍTI CA


A N ATO M Í A D E L A C R Í T I C A

Los poemas de Shen Haobo son una especie de en Moscú, las chicas de la fábrica de algodón son obreras de valija con doble fondo: en la superficie podemos día y se prostituyen en la noche. encontrar elementos cotidianos, por ejemplo, Leo los poemas de Shen reunidos en Crónicas de Wenlou historias que hablan de la amistad, de un atardecer, y no puedo dejar de pensar que la realidad supera siempre del enamoramiento, la desesperación, la infidelidad la ficción y el lenguaje, cuando se convierte en una noticia o del país; si buscamos en otros compartimentos poética, no deja de estrujar el corazón y poner en órbita los ocultos, el sentido figurado, la sutilidad, la sonrisa hemisferios cerebrales. Y en que tal vez hay fantasmas – el irónica o la carcajada abierta nos sugieren otros del Sida, por ejemplo- que recorren el mundo, de los pueblos pasajes, otro paisaje y otros referentes. Como dice de África a los de China y de ahí a las aldeas olvidadas y a las Paz, “la poesía, como la filosofía enfebrecidas urbes de América Latina. (…) es contemplación (…) es UNA POESÍA ABIERTA, Roger Santibáñez, en el prólogo una actividad anfibia (…) que participa en las aguas movientes SIN FRONTERAS, QUE a Palabra hablada (Salón de de la historia y de la limpidez del ABREVA TANTO DEL Poesía MOTIE, Beijing, 2017, trad. movimiento filosófico, pero que no PASADO COMO DE LA de Isolda Morillo y Tyra Diez), apunta las coordenadas en las es ni historia ni filosofía. La poesía VA N G U A R D I A . L O S siempre es concreta, es singular, que se mueve el poeta. “Llama la nunca es abstracta, nunca es PECES DE SUS POEMAS atención el manejo de situaciones SON DE LA TIERRA Y raras, absurdas, provistas de general”. Algunos temas de la poesía DE LAS ALTURAS. LO cierto humor discreto, en las de Haobo pueden resultarle MISMO ENCONTRAMOS que encontramos expresiones incómodos a ciertas mentes y giros tomados directamente ordenadas y conservadoras. U N A H I STO R I A Q U E del habla coloquial. Shen Haobo Pienso sobre todo en poemas SUCEDE EN UNA ALDEA retrata la voz de la gente y así nos como “Menuda mierda”, incluido R E M O T A Q U E L O S ofrece una sensación de realidad en el libro mencionado y en “Una VICIOS DE UN MUNDO perfectamente verosímil. Su verdad mujer descendiente china vuelve GLOBALIZADO. llega a profundizar dentro de sí de Estados Unidos”, texto que se mismo, al realizar una suerte de traduce por primera vez al español. viaje introspectivo, para después salir hacia afuera Pero no hay que olvidar que esa aspereza aparente, esa -digamos- y pintar el terrible lienzo de la dimensión rispidez, son hijas de nuestro tiempo. Respuestas a las social”. eternas interrogantes sobre la utilidad de la poesía y el papel que juegan los poetas en la sociedad. Los poemas a los que he tenido acceso de Shen Haobo Por otra parte, hay momentos de su obra en que suele me hacen ver en ellos una suma de preocupaciones, ser drásticamente tierno. Capaz de decir, como en el poema andanzas y lecturas. La leo como una poesía abierta, “Manojo de estrellas”: “fuegos artificiales brillan tras la sin fronteras, que abreva tanto del pasado como de la ventana/ de la sangre hicieron mundo/ y de la molécula vanguardia. Los peces de sus poemas son de la tierra y partido/ y todo se volvió rojo/ como tu rostro rojo de novia// de las alturas. Lo mismo encontramos una historia que bajo este manojo de estrellas mortecinas/ yo te beso”. sucede en una aldea remota, que los vicios y la noción de Otros textos son verdaderas desgarraduras, como donde progreso de un mundo globalizado. La figura del padre habla del padre, de la resistencia a ser padre otra vez, del y la madre, el poema mismo en el que lilas y violines miedo o cuando se da cuenta que “quizá, las otras épocas parecen contrastar con temas como las enfermedades fueron mierda de gallina, o mierda de vaca, o de cerdo, y tal venéreas o el Sida, conforman un corpus más allá de las vez nuestra época sea mierda de perro”. ideologías, las fronteras del habla y la controversia entre Es un hecho que en los versos de Haobo la muerte poesía pura y poesía de lo cotidiano. construye escaleras de cristal, la nieve cae sobre las estatuas


Poemas SHEN HAOBO

Traudcción de Sun Xintang

Una mujer descendiente china vuelve de Estados Unidos Ella tiene un espléndido currículum fue alcaldesa de una ciudad norteamericana ahora en China naturalmente se porta como parte de la clase alta va y viene entre las ocasiones sociales En una cena le pregunto cómo ve a Donald Trump la cuestión enciende de inmediato su ira Ella odia al grosero presidente estadunidense “Pero ustedes los estadunidenses lo eligieron” Ella dice ofendida: “Fueron los pobres que lo hicieron. Pobres hay muchos en Estados Unidos Estos inútiles escogieron a este cabrón” Estas palabras me dejan boquiabierto pero ella sigue con furia: “Esa gente nunca se preocupa por este mundo mientras nosotros luchamos por los derechos de las personas transgénero mientras hacemos tantos esfuerzos para que no solo haya baños de hombres y mujeres sino también baños exclusivos para los transgénero aquellos pobres solamente se preocupan de sí mismos” Esta mujer descendiente china de izquierda ex alcaldesa norteamericana ensimismada y emocionada con la superior moral de la clase a la que pertenece me pronuncia un discurso elocuente indicándome que sus preocupaciones son la dirección inconfundible de la civilización humana cosa totalmente incomprensible para los estadunidenses miserables


La luna de ella Tener una hija y verla crecer de esto no estoy nada seguro no sé qué proceso será en el futuro Es como la luna, que traspasa la ventana y llega al suelo del living quedo inmerso en sus brillos y ella, sólo viene a decirme que estos destellos tan claros como el agua me alumbran pero su destino no me pertenece A veces, miro con curiosidad a mi hija de dos años que me atrae cada día con mayor fuerza Abrazando su tierno cuerpo besando su cara redondita pero estos momentos son los que siento una distancia entre ella y yo más misteriosa que Dios más transparente que el aire Debe tratarse de un cálido abismo tal como entre el sol y la luna entre la luna y yo Lo vivo con mucho esmero pero sin poder llegar a la clara luna de su alma Está creciendo muy rápido, como la luna que corre en el cielo con el rostro que cambia de un día a otro con las centellas que pasan por encima de las palmas de mi mano y que se extienden por el cielo entero Ella me vencerá como vencerá igual la oscura noche


VIVOS SIEMPRE / TÉCNICA MIXTA, 30 X 42 CM / 2016 / FRAGMENTO EN DUOTONO

A N DA R A L A RED O N DA


A N DA R A L A R E D O N DA

¥¥MARCOS DANIEL AGUILAR

ALFONSO REYES Y CECÍLIA MEIRELES: un di ál o go so b re l a revolución educativa en América Latina I. La política

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ué tiempos éstos tan raros en que casi nada se analiza a través del lenguaje. Ahora las palabras se van al aire y los mensajes son echados al océano de noticias de cualquier red social o website. Qué tiempos éstos en que las palabras que deberían estar en el centro de la discusión cotidiana hoy se hallan al margen, porque en el centro está la frase de moda, lo maisntream, en espera de que sea sustituida por otra a las pocas horas sin haber siquiera celebrado un día de gloria. En su ensayo La anomalía kirchnerista, el filósofo argentino Ricardo Forster explica lo que más o menos ocurre en el siglo XXI con el lenguaje: El lenguaje no sólo está en la poesía y en la literatura, sino que es tan diverso que llega a ser instrumento político, de comunicación cultural e ideológico capaz de cambiar los rumbos de una sociedad… Los mass media se disputan el sentido de las palabras el día de hoy. Los medios no actúan por juegos espontáneos, sino que actúan y arrojan lenguajes para cubrir el espacio público.

El filósofo argentino cree que los que controlan el sistema económico imperante son los que manipulan este lenguaje y que por ello “nos oprimen… y disciplinan política y económicamente”. ¿Tendrá tanto poder el idioma para sacar al individuo de su voluntad de decidir lo que desea hacer y pensar? Para Forster sí, y da como ejemplo lo ocurrido en países de América Latina en la década de 1990, que en la lucha


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por la hegemonía, el capitalismo cooptó el concepto de “sentido común” y hasta de la misma “política” y lo sustituyó por el de “ajuste”, el cual, dice él, ha ido en detrimento de los derechos y conquistas sociales y la “dignidad de las personas”. Lo que propone Forster es recuperar el lenguaje y llegar a ese equilibrio entre intereses particulares y generales para una “convivencia democrática”. Se preguntarán, ¿qué tiene que ver el uso de la lengua y las palabras y lo que dice un ideólogo y filósofo argentino con el humanista mexicano Alfonso Reyes? Pues todo. Porque el escritor mexicano fue un político, ideólogo y filósofo de su época que supo a bien recurrir a las palabras adecuadas para dar a entender a sus lectores e interlocutores el mensaje correcto de la idea de transformación social y democrática que deseaba no sólo para México, sino para el resto del continente americano. Alfonso Reyes, a lo largo de su vida, fue madurando su pensamiento hasta el punto de poner la palabra “Política”, así entre comillas y con alta, en el centro de

La existencia de este mexicano siempre estuvo ligada a la política nacional e internacional. Y la vio y trató desde diferentes perspectivas, a veces personales como en tiempos de la Revolución mexicana, a veces desde la teoría como hizo durante su exilio en España, de 1914 a 1924, y también desde la práctica como embajador en Francia, Argentina, pero sobre todo, en Brasil, donde echó a andar sus dotes como pensador y político a lo largo de su representación entre 1930 y 1936. Si bien es cierto que durante la etapa brasileña, el autor del Discurso por Virgilio estaba echado para adelante teorizando sobre la cosa pública, alentando a sus pares escritores a emprender una causa social más certera y motivando a través de ensayos y discursos a la transformación colectiva rumbo a una justicia democrática, esto no siempre fue así. En uno de sus artículos firmado en El Sol de Madrid, en 1919, bajo el título de “El sentido de la política”, Reyes aún ve con mucha precaución el acercamiento del intelectual con la gente del poder:

REYES RECONSTRUYE LA NOCIÓN QUE TENÍA DE POLÍTICA, LA DOTA CON LAS MÁS ALTAS VIRTUDES Y LA COLOCA EN UN LUGAR PRIVILEGIADO DENTRO DE LA ESTRUCTURA SOCIAL E INDIVIDUAL.

…tampoco el verdadero sentido de la política está en la ambición del poder. La función de la inteligencia está en pensar bien. La inteligencia sirve mejor para consejero que para gobernante: mejor que para llevar la rienda, para ejercer una bien intencionada censura, asomarse de cuando en cuando a la portezuela del coche y gritarle al cochero de la nación: ¡No es por ahí!

toda la cultura. Y utilizando el sistema de pensamiento alfonsino, ese de hablar de una figura del pasado de la cultura y de la literatura como Goethe, la diosa Atenea o Virgilio, para en realidad tratar temas del presente, sería interesante tratar la idea de revolución política con base en la educación popular, según Reyes, para pensar en las condiciones sociales y culturales en las que se encuentra México y otras sociedades como ésta en el siglo XXI. Lo cierto es que las letras de Reyes son vigentes porque él, Alfonso, sigue enviando ecos desde el pasado sobre lo que veía venir para estos tiempos, esa luciérnaga del pasado cuya luz de pronto ilumina todo y al siguiente segundo desaparece, una fórmula que supo describir bien Walter Benjamin a propósito del conocimiento de la Historia.

En pleno auge de la segunda República española –de carácter popular– y de la revolución brasileña de octubre de 1930 que no se alejaba en algún sentido de ésta, Reyes reconstruye la noción que tenía de política, la dota con las más altas virtudes y la coloca un lugar privilegiado dentro de la estructura social e individual. En esta campaña de proselitismo político-intelectual latinoamericano, por llamarla de alguna manera, Alfonso escribe documentos, ensayos ejemplares con los que quiere incitar a esa revolución cultural. Uno de esos documentos es “El discurso del día panamericano” leído en Río de Janeiro el 14 de abril de 1932, el pensador y embajador ya habla sobre la urgencia de fortalecer una comunicación entre los intelectuales del continente que “tendría que producir efectos políticos”, pues la política no era “coto cerrado” ni un privilegio para ciertos grupos de individuos sino que se trata, dice Reyes, del “acto humano por excelencia”, es decir, hace una reivindicación de este concepto ante su público carioca para manifestarle


LA ESCALA DEL NOS / TINTA NEGRA SOBRE PAPEL, 21 X 30 CM / 2012 / MONOTONO

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que este se “reflejaba en la polis y todo redunda en bien o en mal de la convivencia de los hombres”. No deja de sorprender la insistencia de Alfonso en tratar sobre “una vida política americana”, e incluso se pregunta que, si este espíritu de transformación y de comunión se desarrollara, ¿cómo sería la fisonomía de la política de América? ¿de todo este continente? Va acercando la idea de que el intelectual está obligado a hacer política y a forjar “una sociedad de los espíritus” para formar la “sociedad de las naciones”. Es decir, una sociedad de las inteligencias y las ideas para hacerle frente a lo que él llamó “los problemas técnicos” que “amenazan perturbar las conciencias”, los cuales “provocan grandes inquietudes sobre el porvenir de la civilización”. Está haciendo una crítica severa a la idea del progreso basado en el desarrollo técnico y científico, con sus bienes y males, que él mismo ya había experimentado y atacado con el ensayo desde su primera etapa mexicana como lo dice Liliana Weinberg en su texto “Alfonso Reyes y el ensayo”: Reyes comprendió que el positivismo se había vuelto ya ideología en el poder y para el poder, que si el lema comptiano había sido “orden y progreso” poco quedaba ya del potencial de reforma de la sociedad tradicional a través del programa de progreso, ciencia y razón…

Combatiente del positivismo porfiriano, Alfonso Reyes sabía que el hecho de negar y callar las voces, tanto del pensamiento como del sentimiento, era quitarle una posibilidad al individuo de trabajar con la otra parte de su ser, pues no solo con el trabajo mecánico y técnico se desenvuelven los pueblos para alcanzar valores de comunión y entendimiento de lo que es la justicia y la felicidad, así como el dolor del prójimo. Pues para Reyes solo con esta comprensión del trabajo manual e intelectual del otro se podía tener una esperanza para las sociedades hermanas, al menos de la región. Y aquí volvemos con lo planteado por Ricardo Forster, pues tanto él como el mismo Reyes, critican cada uno en sus diferentes tiempos a aquellos gobiernos. Dice Reyes, “que habían fatigado al pueblo”, con una “oligarquía… con un sentimiento poco castizo, con una manera de fríos comerciantes internacionales sin más vinculación en la tierra que sus negocios en el litoral”. El embajador de Brasil en aquella década de 1930 se preguntaba, y se pregunta hoy en torno a la idea de Estado, “¿por qué –éste, el Estado– no avanzaba por los derroteros que el pueblo le indicaba?”.

En estos discursos, y en sus informes políticos enviados a sus jefes de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, el diplomático recupera, para todos, palabras olvidadas en esta era de los Estados modernos, y dota a otras de nuevos significados para trabajarlas desde un nuevo origen: política, transformación, esperanza y espíritu son algunas que se pueden mencionar. Para Alfonso esta misión sólo podía venir desde la educación y desde los estudiantes, los jóvenes. Y para ello, en Brasil tuvo dos aliados. Primero el ensayo-discurso o artículo periodístico. Y segundo, a sus pares intelectuales, en este caso, la más avanzada y preocupada en estos temas, fue la poeta y periodista Cecília Meireles.


2. El ensayo: prosa y arma de ideas En su texto crítico “Alfonso Reyes. Brazil and Story of a Pasion”, Fred P. Ellison escribe que hasta en la serie de cuentos de ficción que Reyes escribió en Brasil hay reflexiones sobre la vida social, geográfica, histórica y política del gigante sudamericano. Una condición de su literatura que no es exclusiva del autor nacido en Monterrey en 1889, sino de toda su generación. El mismo Ellison cita la descripción que Ortiz de Montellano hizo en torno a los integrantes del Ateneo de la Juventud: “Éstos se caracterizan por la seriedad de su producción, enciclopedismo de una firme y laboriosa cultura, por el alejamiento de las fuentes francesas, bien buscando el camino de otras como la inglesa especialmente, o bien buscando en el corazón de la patria misma, por la multiformidad de disciplinas”.

Esto para darle sentido a una nueva forma literaria: el ensayo. Estamos ante una singular generación de escritores mexicanos y latinoamericanos, como la describió Pedro Henríquez Ureña, cuyas letras están encaminadas en pensar el pasado, presente y devenir de sus sociedades en relación con el mundo. Y como lo dijo José Gaos en su ensayo sobre la “Historiografía del pensamiento hispanoamericano”:

El pensamiento no tiene que ver con los sistemas filosóficos, sino con los hechos de la vida humana y sus circunstancias. Su expresión es oral y escrita, similares a los de la filosofía sin ser sistemático. Porque el pensamiento también es literatura.

Gaos está hablando de que la América hispana heredó una tradición que por medio del lenguaje y su expresión oral y escrita se formó una literatura que refleja los valores históricos de las personas que habitan en esta región; es decir, que se hizo una literatura original y renovada a partir del pensamiento nuevo que surgió tras la conquista o invención de América –como lo planteó Edmundo O’Gorman–. Entonces, en América la escolástica española, el erasmismo, la utopía de Tomás Moro y el humanismo cobraron un nuevo sentido y una línea de escritura que siguieron los escritores barrocos mexicanos del siglo XVII, los jesuitas del siglo XVIII, quienes propusieron una reforma educativa universalista, así como los independentistas, liberales y conservadores latinoamericanos del XIX como Morelos, Bolívar, Bello, Sarmiento en Argentina, Lastarria en Chile, Martí en Cuba, Montalvo en Ecuador, y en México, personajes como José María Luis Mora, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano o Gabino Barreda.

MENTE MIGRANTE / ACUARELA SOBRE PAPEL, 30 X 21 CM / 2013 / MONOTONO

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Esta literatura de ideas o de pensamiento llegará al siglo XX con los anti-positivistas, la generación de Reyes, cuyo instrumento más eficaz para sus inquietudes y ambiciones estéticas, filosóficas, teológicas y políticas fue el ensayo. Si no fueron tanto hombres de acción política como los románticos escritores del siglo XIX, sí fueron hombres de pensamiento político por medio de este género literario; así lo explica Weinberg: Reyes en hazaña prometeica, hizo del ensayo una herramienta mediadora fundamental que le permitió arrebatar a los dioses un saber que entregó a los hombres, esto es, abrió y expandió la cultura de élite, para establecer un puente con la cultura de base popular en expansión. Con Reyes el ensayo alcanza un difícil equilibrio entre creación y reflexión, imagen y concepto, pero también entre literatura y crítica, literatura y ciencias sociales… Reyes había elegido, a diferencia de su padre, el camino de la política cultural.

El camino de la política, una política por medio de las ideas y la escritura, una política desde el lado del diplomático que también es intelectual. A eso se refiere Liliana Weinberg cuando dice que Reyes también había elegido el camino de la política, como su padre, pero no siendo un Cervantes militar, sino el Cervantes que escribe y sueña las batallas de don Quijote, ese aquél que en la práctica había sido su padre. Si por medio del ensayo escrito, si por medio del ensayo oral, que es el discurso, Alfonso y sus compañeros del Ateneo habían derrocado al positivismo y transformado así la educación en México, para cambiar posteriormente la cultura y dotarla de valores como la justicia social, la apreciación histórica y estética, la valoración de las diversas filosofías y religiones. Si eso había pasado en México, y el grupo de Alfonso lo había promovido desde 1906 hasta la conformación de la Universidad Popular en 1912, ¿por qué no habría de pensar hacer lo mismo en aquella otra Revolución que le estaba tocando vivir?

3. Revolución y educación Cuando estalla la Revolución brasileña de octubre de 1930, de golpe a Reyes se le vienen los recuerdos de la revolución que a él le había tocado vivir en México. Como embajador de México en Río de Janeiro, Reyes fue un mediador entre las diversas posiciones políticas que se estaban disputando el poder en el

país sudamericano. Conservadores del viejo régimen contra los revolucionarios cuyas posiciones oscilaban entre la izquierda socialista-radical y una supuesta izquierda militarizada. Durante el desarrollo de este periodo en que se consolidaba o la dictadura o el régimen constitucional de Getulio Vargas, el diplomático mexicano aprovechó el momento histórico para plantear algunas de las ideas más profundas de lo que debería ser la revolución en los países de América Latina, y cómo a partir de ésta deberían cambiar las dinámicas sociales y políticas. Ahí, Alfonso no encontró y no pensó en otra manera de hacer la revolución más que por medio de la transformación educativa. Reyes sabía que desde los jóvenes estudiantes universitarios debía venir

EL MEXICANO PLANTEÓ QUE EN LAS ESCUELAS Y UNIVERSIDADES LOS ALUMNOS DEBERÍAN TENER UN ENLACE CERCANO Y DE CONCORDIA CON LOS ESCRITORES E INTELECTUALES. el cambio, y así lo manifestó tanto en sus informes políticos que ahora se pueden consultar –pues están editados–, pero también en ensayos, que fueron discursos para la juventud no solo brasileña, sino hispanoamericana. Muchas de estas ideas fueron captadas por escritores brasileños en ese ánimo de cambio social y cultural. Cuando Reyes en Río de Janeiro pronuncia la conferencia “En el Día Panamericano” en abril de 1932, el mexicano plantea que en las escuelas y universidades los alumnos deberían tener un enlace cercano y de concordia con los escritores e intelectuales, pues “éstos ni se leen ni se conocen”. De esta concordia, dice Reyes, saldrá una acción política como parte de la vida intelectual y la vida social de estas naciones. Por su parte, la poeta y periodista Cecília Meireles va recogiendo los comentarios del diplomático mexicano a la par que estudia y comprende el modelo educativo surgido tras la Revolución mexicana. Todo lo escribe y publica en su columna para el Diario de Noticias. Además, de esta nueva idea educativa


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y revolucionaria propuesta por Reyes –la de liarse intelectuales y estudiantes como forma de hacer política– el autor de Cartones de Madrid propone también forjar un nuevo “espíritu” con base en la responsabilidad, espíritu plural que sea capaz de llegar al resto del mundo y dar a conocer así que en América existe un nuevo ser humano. Pero este nuevo ser no sólo es “la raza cósmica” de Vasconcelos basado en su linaje mixto o mestizaje racial, sino que va más allá, se refiere al amanecer de la “hora de América”, cuando todas las culturas que existen aquí finalmente se atemperan y equilibran: Tomar partido es lo peor que podemos hacer. Es mucho más legítima la esperanza en la raza cósmica de Vasconcelos; la fe en la cultura humana de Waldo Frank. Adoptémoslo todo y tratemos de conciliarlo todo. Aquello en que no haya conciliación será equivocado, y de ello podremos prescindir a la izquierda ya a la derecha… Está en juego un alto interés y no una mezquina ambición. Lo que ha de salir no será oriental ni occidental sino amplia y totalmente humano.

Estas son palabras de Discurso por Virgilio, texto que complementa a su conferencia y a su idea del nuevo ser americano, desde la educación. Cecília Meireles, que por varios años publicó esta columna sobre educación, recupera estas palabras de Reyes sobre la cultura y las replica en sus artículos periodísticos, labor que ejerció años antes de que se convirtiera en una de las grandes educadoras y poetas del Brasil. Así lo demuestra esta columna llamada “Educación y revolución” del 8 junio de 1932 en el Diario de Noticias: Luchas para abrir en todas las direcciones del espíritu, ahora, sí, y nos estamos preparando efectivamente una definición de la nacionalidad. Mientras duran estas luchas, usted sabe que hay un sueño de la formación brasileña. Un sueño y una esperanza. Es decir, la preparación de una realidad. La victoria más bella debe ser el hombre que ofrece la libertad más superior, la liberación de los hombres. Y por lo tanto, esta revolución habrá sido finalmente un trabajo de propaganda rápida de la educación, que muestra a los brasileños su realidad, y esta realidad, la urgencia con la que es necesario hacer una nueva vida, una vida congruente con la vida, menos automática y más humano.

La idea alfonsina está en el pensamiento de Meireles. Ahí está esa “dirección del espíritu”, que no es otra cosa más que la conciencia de las ideas con que se toman las decisiones de la vida como dice Vasconcelos en La raza cósmica; ahí está el sueño y la esperanza, la esperanza de concordia americana con la que tanto soñó Alfonso; ahí está el hombre nuevo, en la vida nueva brasileña para Meireles. O en esta otra columna en donde de manera directa quiere que el nuevo gobierno revolucionario tome como ejemplo el modelo educativo mexicano de la posrevolución: Quien conoce el espíritu de la Revolución de México [sic] ya sabe que la dedicación y el esfuerzo a los cuales se referían esas palabras estaban íntimamente ligados a la cuestión educativa, y se puede decir que se resumían propiamente en ésta. Así es la labor de la educación moderna. No se trata de alfabetizar, sino de humanizar a las criaturas. Para traerlas, realmente, a su condición humana, y así, entonces, integrarlas a la vida social. ¿No tendremos, nosotros, en Brasil, un problema paralelo a ese? ¿No necesitaremos de una solución también paralela? Sin embargo, aquel estado de exención que México defendía para su labor educativa, “prohibiendo que esta labor se realice por interés político-personalista”, necesita ser defendido también entre nosotros, para que consigamos alguna cosa en esta hora plástica de la posRevolución.

Idea que se relaciona directamente con la otra conferencia de Reyes, ofrecida en mayo de ese 1932, “Atenea política”, ante 200 estudiantes universitarios en Río de Janeiro; ahí Alfonso les dice que “Atenea también es polias o política, pero una política inteligente y humana”. El modelo que propone el autor de El Suicida es el cambio de valores, así lo va a demostrar algunos años después, ya en México, en la década de 1940, cuando escriba su Cartilla Moral, libro hecho para ser difundido en las escuelas mexicanas. En este texto, invita a los estudiantes a seguir el bien por medio de la política justa, el conocimiento de lo social por la opinión pública, preponderar el bien social antes que el bien individual, y luchar por la paz por medio de las alianzas. En cierta medida, esta “Hora Americana” de Reyes se consolidó en dos facetas dentro de la vida intelectual de Meireles: una, al forjar a una ensayista preocupada por el porvenir de Brasil; y, dos, al formar a una educadora que intentó consolidar un proyecto como el Centro Cultural Infantil en el Distrito Federal


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HOY ESTAMOS VIVIENDO LA “DEMONIZACIÓN DE LA JUVENTUD”. ESTAMOS ANTE UN SISTEMA POLÍTICO REGIDO POR LA ECONOMÍA LIBERAL QUE CRITICA Y ATACA CUALQUIER MANIFESTACIÓN QUE PROVIENE DE LOS ESTUDIANTES.

de Brasil en 1934, en donde Reyes iba a impulsar su Biblioteca Infantil Iberoamericana. Sin embargo, el conservadurismo brasileño de la época aniquiló este intento, al hacer todo lo posible para clausurar esta institución al poco tiempo, así lo analizó Fred P. Ellison en su texto sobre sobre el influjo de Reyes en Meireles.

4. A manera de conclusión Quiero plantear dos reflexiones finales con base en este capítulo de la historia de las letras hispanoamericanas. Una, si ese cambio moral, político, que partió desde la educación cambió y dotó de características y valores al ser nuevo, ¿dónde estamos ahora los hispanoamericanos?, ¿hace falta una renovación de valores como la que propusieron Alfonso Reyes y Cecília Meireles? ¿Se podrá efectuar esa renovación educativa y de valores en medio de un estado de violencia que viene desde la política, la política internacional, el sistema económico y el crimen organizado? ¿Dónde están los intelectuales ahora – como en su tiempo fueron ellos dos– hablando con los estudiantes para recuperar el sentido más original y noble de la política?, ¿Dónde está nuestra Atenea? Porque como lo dice Armando González Torres en su libro Del crepúsculo de los clérigos: Actualmente, como ocurre en otras latitudes, el hombre de letras, prototipo del intelectual de antaño, ha disminuido paulatinamente su protagonismo en la vida pública. La desacralización de la historia viene acompañada de la desacralización del intelectual, sus competencias parecen limitadas frente a los ultra especialistas como los politólogos, sociólogos, economistas, encuestadores.

Y la otra que quisiera dejar como reflexión es la idea de que hoy estamos viviendo la “demonización de la juventud”, como lo describe el inglés Owen Jones en su libro Chavs, para hablar sobre la “satanización” que

Occidente está haciendo hacia la juventud. Estamos ante un sistema político, regido por la economía liberal, que critica y ataca cualquier manifestación que proviene de los estudiantes. O como lo planteó Sergio González Rodríguez al hablar de su ensayo Los 43 de Iguala, en donde dice: El ideal del hombre libre ha culminado en la libertad de aniquilar a las personas entre los resquicios de las reglas universales. La escritura posee, entre otros cometidos, el de sondear la persistencia de lo perverso, que quiere ser invisible.

Por ello Reyes escribía sobre el bien y el mal para estas sociedades, para evidenciarlo, como dice González Rodríguez. La lectura de Reyes y Meireles nos muestra que ocultar la realidad y no decirlo ni con las palabras no siempre fue así.

REFERENCIAS Ellison, Fred P. (1997). “Alfonso Reyes, Brazil, and the story of a pasión”, en James Willis Robb (selección y bibliografía). Más Páginas de Alfonso Reyes, Vol. IV, Ciudad de México: El Colegio Nacional. Ellison, Fred P. (2000). Alfonso Reyes y el Brasil. (Un mexicano entre los cariocas). Ciudad de México: Conaculta. Forster, Ricardo. (2013). La anomalía kirchnerista. Buenos Aires: Planeta. González Rodríguez, Sergio. (2015). Los 43 de Iguala. México: verdad y reto de los estudiantes desaparecidos. Ciudad de México: Anagrama. González Torres, Armando. (2008). Del crepúsculo de los clérigos. Ciudad de México: Editorial Terracota. Meireles, Cecília. (2001). Crônicas de Educação, (5 volúmenes). Río de Janeiro: Nova Fronteira. Reyes, Alfonso. (1997). Obras completas, Vol. XI. Ciudad de México: FCE. Weinberg, Liliana. (2010). “Alfonso Reyes y el ensayo”, en Alberto Enríquez Perea (Coord.). Alfonso Reyes y las ciencias sociales. Homenaje a 120 años de su nacimiento y a 50 años de su muerte. Ciudad de México: UNAM-FCPyS.


NATURAL TOUCH / TÉCNICA MIXTA, 49 X 46 CM / 2017 / FRAGMENTO

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¥¥CRISTÓBAL LOPÉZ CARRERA

CUERPO Y TERRITORIO EN LA EXPLORACIÓN DE DEI VED 52


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unque este creador tiene formación académica, su obra gráfica tiene la informalidad del registro popular, de la escuela de la calle: de quienes hacen grabado en madera y pintan murales, de aquellos artistas que, en alguna esquina de la ciudad, crean –in situ– con aerosol escenas y panoramas de otros mundos. Dei ved trabaja representaciones realistas en retratos y paisajes, pero su obra tiene siempre una veta onírica, surrealista. Está hecha de componentes pictóricos y combinaciones inesperadas, abigarradas; además, predominan en sus composiciones figuras informes, deformes, casi monstruosas. En la obra que le conocemos son recurrentes motivos que guardan una tensión equilibrada entre las representaciones de la muerte, por medio de cráneos y esqueletos, y la poética del vivir, a través de imágenes de garras, animales, cuerpos femeninos, corazones, recién nacidos y niños; entre estas dos motivaciones aparentemente opuestas se encarna el territorio urbano y de la vieja naturaleza: blocks, paredes, edificaciones, piedras, vistas y cactáceas. Sea en acrílico, acuarela, mural, grabado en madera y arte objeto, la obra de Dei ved explora vetas en busca de un proyecto de vida artístico; sabemos que es inquieto y se documenta de distintas maneras, también, que comparte y dialoga sus procesos creativos con gente de todas las edades. Su perseverancia y humildad son los que le abren puertas y caminos en el arte y en la vida.

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UNA LARGA CONVERSACIÓN

SOBRE LOS MATICES DE LA VIDA:

LA CAJA DE COLORES DE ARTURO CANTÚ

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REMEDIOS CASEROS / TÉCNICA MIXTA, 35 X 40 CM / 2015 / DUOTONO

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TAPADERA INCONCLUSA / TÉCNICA MIXTA, 12 X 20 CM / 2016 / FRAGMENTO

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¥¥CAROLINA OLGUÍNS

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l gran poeta José Lezama Lima mucho indagó en ese lazo rotundo que es la relación con la madre; en su poema El llamado del deseoso nos dice: “Deseoso es aquel que huye de su madre”, y luego matiza: “Deseoso es dejar de ver a su madre”, y enseguida alude a la muerte: “La madre es fría y está cumplida. / Si es por la muerte, su peso es doble y ya no nos suelta. / No es por las puertas donde asoma nuestro abandono. / Es por un claro donde la madre sigue marchando, pero ya no nos sigue”.

La caja de colores, de Arturo Cantú, emprende un viaje hecho de memoria y de honda reflexión en torno a la ausencia de la madre, que es también presencia porque ella, en su camino sin regreso, ha dejado abierta una dimensión donde, como diría Lezama, “ya no nos suelta”, “pero ya no nos sigue…”. Qué misterio en esta paradoja y a la vez qué humana sensación la de sentir que quien ya se ha ido sigue estando. Arturo Cantú, periodista y poeta, aquel joven que dejó la huella imborrable de una de las revistas más


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importantes del ámbito literario en la historia de Nuevo León, Kátharsis, es el hombre maduro que escribe las páginas de La caja de colores cuando tiene alrededor de 60 años de edad, poco después de la muerte de su madre. Sin embargo, la voz de Cantú atraviesa el tiempo para instalarse en la mirada de la infancia y la temprana juventud. Quién diría que este niño que emerge en el hombre mayor para recordar a la madre y escribir un libro sobre ella, sobre él con ella, moriría en 2006, apenas cinco años después de que viera la luz la primera edición de este libro. ¿Será por ello que las reflexiones y el lenguaje transparente con que lo escribe reflejan una profunda comprensión de aquello a lo que todos nos acercamos ineludiblemente? No lo sé. Pero lo cierto es que La caja de colores se vuelve un paseo sosegado, lúcido y meditativo por entre los afectos y los objetos que rodearon a la madre. Gracias a Cantú y su prosa sencilla y emotiva, imaginamos la casa materna, la ropa de la madre a través de una fotografía, la vemos andar con el niño de la mano, como todas las madres, pero a la vez única, como todos vemos a la nuestra. La prosa de Cantú se desenvuelve tan naturalmente, tal como vemos a la madre ser la guía de las emociones tiernas del niño, desplegando una sabiduría que escapa de los discursos y se instala en las acciones más elementales y a la vez más significativas: las cotidianas, las que marcarían al niño pues, en ese momento, aunque no lo sabe, ya mucho ha aprendido. Por ejemplo, el mundo se ha trastocado en el espíritu del niño cuando escucha de la madre la gran frase: “Todos vamos a morir”. Esta frase, y a la vez sentencia, toma tal peso y fuerza en el niño, que llega hasta la escritura de este libro, se instala en él y acentúa el tono melancólico que por momentos se impone en los sucesos narrados. La madre dice la frase en una conversación con el niño cuando él en su inocencia cree que los doctores no mueren, pero entonces se convierte en una revelación, pues con la dolorosa aceptación de la frase, el niño gana realidad y, a partir de ese momento, ya es un poco menos niño. Y cito a Cantú: Un niño no tiene medios para aceptar o comprender la furia de la vida, porque las nociones de límite o muerte no poseen todavía el significado ineludible que cobran con el tiempo. Lo que ocurre en el mundo no ocurre en el mundo, le ocurre a él, ocurre en él.

Pero este asomo de melancolía no es un llamado al drama en La caja de colores, es más bien un modo de apreciar aquel mundo lleno de una belleza esencial que se ha ido, pero que persiste en la memoria; un modo que tiende más a la mirada filosófica, pues escarba en los misterios de la existencia, de la vida y la muerte, la muerte de la madre: la muerte madre. Por estas razones, encontramos la fuerza de lo simbólico en ese gesto que narra Cantú cuando

¿CÓMO HACE CANTÚ PARA QUE EN ESTE LIBRO SE COMBINE LA RETIRADA SOLEMNE HACIA L A MUERTE Y EL FULGOR TRANSPARENTE Y COTIDIANO DE LA VIDA? después del funeral de la madre él sale a comprarse unos zapatos. Él mismo nos da la respuesta meditada: tuvo ese impulso porque ir a comprar zapatos le evocaba sus paseos de la infancia con la madre. Y digo un gesto simbólico porque ¿qué hacen los símbolos sino representar lo ausente, traer de nuevo al presente lo que ya no está, lo que es necesario perdure? Ahora, el hombre maduro, casi viejo y huérfano de madre se transforma en el niño para despedir a la madre joven, en ese paseo donde “la madre sigue marchando, pero ya no nos sigue” y tampoco “nos suelta”, como en el poema de Lezama. Por otro lado, ¿cómo hace Cantú para que en este libro se combine la retirada solemne hacia la muerte y el fulgor transparente y cotidiano de la vida? Creo que lo logra con una gracia de poeta, pues conoce los recursos del lenguaje, el tono, la palabra justa y el momento propicio para la observación aguda, reflexiva. Pero posee, sobre todo, la sensibilidad y además nos revela cómo ésta se configura desde el ser niño. Con esa gracia, Cantú nos coloca frente a objetos de la vida diaria, como un par de sodas de sabor (y nótese que utiliza el término norteño de “sodas” en lugar del estandarizado “refresco”), o nos coloca frente al jabón Mariposa o la vieja máquina de coser Singer, al tiempo que nos está conduciendo por los caminos donde el niño educó su sensibilidad. Las sodas de sabor están ahí para ilustrar la anécdota, el momento en que el niño descubrió la pobreza en una casa ajena y no necesitó ningún


FÁBRICA DE SERES / TÉCNICA MIXTA, 43 X 16 CM / 2015 / ESCALA DE GRISES

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discurso aleccionador de la madre; el jabón Mariposa, para ilustrar cómo es que el niño aprendió de la madre a trabajar y reutilizar los cajones en que el jabón se vendía; la vieja máquina Singer, además de recordarnos el aura de aquel objeto a quienes lo conocimos, muestra las maneras en que la madre dominaba ese reino material de colores y texturas, en la presencia del niño. Escribe Cantú: “A través de la infancia, de su mano, uno practicaba una filosofía natural tangible, sorprendente y verdadera: la física de los seres y las materias del mundo”. Es así como la madre educa la sensibilidad del niño a través del trato fino de la madera, los tiempos necesarios de la cocina y el trabajo delicado con las plantas, y afirma el autor que de ahí nació “el gusto por los objetos acabados con exactitud”, objetos que “repiten el esplendor del mundo, retrotraen el reino de la infancia cuando nuestra madre nos mostraba el orden evidente de las cosas y el encanto puro y perfecto de lo sensible”. Finalmente, he dicho, en otras palabras, que Cantú logra montar y desmontar este mundo de la memoria con la gracia de poeta porque, además, el poeta canta. Quién sabe si el propio Cantú se dio cuenta de que con este libro estaba cantando la despedida de la madre.

En el libro nos relata cómo él y la madre solían cantar juntos por las tardes, con la casa en silencio, algunas canciones de un cancionero popular. Cantar juntos canciones con historias que el niño ni siquiera había experimentado era lo de menos, pues el canto era una evocación del sentimiento, fuera triste o dichoso; el niño iba penetrando en el acontecimiento de la música por medio del canto, el poder de ésta para despertar emociones que el niño iba reconociendo, haciendo suyas. Dice Cantú: Al cantar, uno descubría el curso delicado de una materia interior que fluía en un tiempo propio, que se apoyaba en las palabras y en el ritmo pero que tenía una realidad distinta a los sonidos y los significados, y que producía una felicidad como de suspensión y encanto aun en medio de la desdicha. Y yo me pregunto, ¿no es este libro también “el curso delicado de una materia interior” que fluye en un tiempo propio y se apoya en las palabras y el ritmo, que suspende la felicidad y produce encanto aun en medio de la desdicha de la madre muerta?


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V E R D A D

BIEN REDONDA ¥¥ROSA ALBINO GARAVITO ELÍAS

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A LA SOMBRA DEL SENTADO / TÉCNICA MIXTA, 46 X 64 CM / AÑO / DUOTONO

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ara iniciar esta presentación, déjenme contarles que soy una mujer afortunada, pues tengo el privilegio de que Arturo Cantú me haya regalado el ejemplar número 14 firmado por él, de su edición de 21 ejemplares de La caja de colores que diseñó y cuidó al alimón con Eduardo Clavé, en 2001. Y ahora celebro que la UANL lo haya reeditado, y también el privilegio de estar aquí con ustedes para presentarlo. Mucho le agradezco al maestro Humberto Salazar su invitación. Y quiero contarles algo más. Hace algunos días, desolada escribí a Humberto Salazar para notificarle que no encontraba el libro de mi maestro Cantú, precisamente cuando me disponía a preparar esta presentación. Me resistía a creer que no estuviera en el lugar que hace tiempo le asigné junto a En la red de cristal, que es su estudio del poema “Muerte sin fin”, de Gorostiza, y al lado de Alfonso Reyes, su maestro. Humberto, muy gentil, me envió la versión electrónica de la pequeña joya que hoy estamos presentando. Mientras la releía maravillada, también por las bellas ilustraciones de su amigo Gerardo Cantú, y el prólogo de su también amigo, Alfonso Rangel Guerra; en una especie de arrebato me levanté a buscar de nuevo mi ejemplar de La caja de colores. Lo encontré al lado de los cinco libros sobre las necesidades esenciales en México que el maestro Cantú coordinó en Coplamar y que publicó Siglo XXI en 1982, es decir en mi sección de Economía. Así pasa con los filósofos cuando, como Arturo, se toman en serio el amor por saber, por entender, por conocer, por dilucidar, por desentrañar las máscaras de lo real para transformarlo. Los podemos encontrar, como un Leonardo Da Vinci, por todos los rincones de la creación. si La caja de colores había ido a dar al lado del diagnóstico de las necesidades esenciales, no es que yo sea desordenada, lo que pasa es que hay un puente entre ambas obras, porque estoy segura de que Arturo tomó la decisión de estudiar la pobreza en México a los diez años, cuando su compañero de quinto grado de primaria lo invitó a su fiesta de cumpleaños. Ese, que es uno de los pasajes más entrañables de este libro, inicia así: “Hacia el final del quinto de primaria, uno de los compañeros de la escuela me invitó a su cumpleaños”. Y después que describe esa vivencia nos dice: Siempre recordé esa tarde en que descubrí, nuevo Buda, que en el mundo había pobreza. ¿O cómo llamar entonces a una fiesta de cumpleaños de un solo invitado, a unos tamales sin carne, a un patio para jugar que era un montón

de escombros, a una casa que sólo tenía un cuarto de tablones sin desbastar con aberturas por las que se podía ver la calle? Había algo incomprensible en aquella miseria que entonces me pareció la mayor posible…

Y evidentemente Arturo no quiso que la miseria fuera algo fatal, como es todo lo incomprensible, y a su paso por Coplamar coordinó la elaboración del diagnóstico de la pobreza más profundo y exhaustivo que jamás se hubiera hecho en México, antes de que los gobiernos hubieran puesto de moda a la pobreza porque hicieron del país una fábrica de pobres. Y, claro, de la mano del diagnóstico propuso las soluciones. Sólo el libro de Andrés Molina Enríquez Los grandes problemas nacionales, publicado dos años antes de que estallara la Revolución Mexicana de 1910, podría estar a la par de la obra coordinada por Arturo. La caja de colores es un homenaje a su madre, y a lo largo del libro Arturo se presenta de cuerpo entero. Un hombre comprometido con las ideas, con la inteligencia, con la justicia, con lo bueno y con lo bello, con su país y con el mundo. Seguramente la señorita Consuelo Meyer, fundadora de la Facultad de Economía de esta universidad, atisbó en el joven Arturo (tan joven como el veinteañero que era) su humanismo renacentista y no dudó en pedirle que diseñara y editara una magna obra: los 24 fascículos de Historia de la Civilización Contemporánea para los 3 cursos que formaban parte de la preparación de los economistas. Así fue como nos hizo leer a los pensadores en sus textos originales, desde Platón hasta Sartre, para que los interpretáramos sin más armas que el pensamiento y la palabra. Nunca una explicación del maestro Cantú, sólo la pregunta aguda e inteligente y el comentario filoso ante las respuestas de sus adolescentes estudiantes. Mejor maestro no he tenido. Esa ha sido una de las aventuras intelectuales más formativas y enriquecedoras de mi vida. Hace años me comentaron que han desechado ese curso del programa de la Facultad de Economía. ¡Ojalá haya escuchado mal! Me encantó saber por medio del maestro Humberto Salazar que se obsequiará La caja de colores a los asistentes a este evento. Se llevarán ustedes una pequeña y preciosa joya de la literatura. Léanla y vuélvanla a leer. Y nunca serán los mismos de la


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lectura anterior. Porque lo bello transforma el alma y el entendimiento. Pero la tragedia también está presente, no sólo la tragedia de la pobreza sino también la tragedia de la muerte. Y así acompañamos al niño Arturo que va caminando de la mano de su madre y por aquella charla descubre que ser doctor cuando fuera grande no lo salvará de ser mortal. “Mamá me aclaró que todos vamos a morir, tarde o temprano…”. Su madre le había quitado el filtro de la inmortalidad y se sintió atrapado. La tragedia de la finitud de la vida desde la inocencia del pequeño dios que es un niño, es abismal. Al leer este pasaje recordé aquella parte de su curso de Civilización Contemporánea sobre la mitología griega; aquel diálogo juguetón entre los dioses del Olimpo, eternos, y los hombres, simples mortales tratando de alcanzar el Olimpo. ¿Acaso la

ENTENDÍ QUE LAS PALABRAS HACEN FLUIR EL CONCEPTO, QUE AMBOS VAN DE LA MANO. Y QUE EL PROCESO DE CONOCIMIENTO ALGO DE ARTESANAL TIENE. madre no fue uno esos dioses que arrojó del Olimpo de la inmortalidad al pequeño Arturo de tres o cuatro años? Tarde o temprano Arturo habría descubierto la dolorosa condición de la finitud humana, pero yo nunca he leído el descubrimiento de la mortalidad con la profundidad y belleza que lo hace Arturo en estas páginas, como sólo un adulto desde su esencia de niño lo podría hacer. Regalos especiales, auspicios interesados sobre mi vocación y mi futuro, dice Arturo en su libro, a propósito de los que recibió de su madre y de sus familiares como el primogénito que fue. Y así resultaron. Porque, ¿cuánto de la caja de colores que le regaló su madre y que da título a esta pequeña joya, estaba en aquellos abundantes lápices pulcros, con la punta afilada, con los que corregía los textos que llevábamos a su oficina a revisión? Lápices que hendía con fuerza en las páginas, de manera que en el vaso que los mantenía verticales, parecían soldados en

imaginaria, prontos para el recambio en el campo de batalla. ¿Y cuánto de aquel mecano, también regalo de su madre, no estuvo en su amor por las grandes obras de ingeniería? En su admiración por la inteligencia humana puesta en acto para dominar la naturaleza. Una tarde poco antes de morir, de manera inopinada me llamó por teléfono, como el maestro que tiene la obligación de serlo también fuera del aula y a lo largo de toda la vida. Por esos días habíamos hablado sobre la situación en Pemex. La orden fue breve y concisa: “Prende la televisión, en tal canal están pasando un documental sobre la construcción de una plataforma petrolera en alta mar”. Y en efecto, era fascinante ver cómo los tritones humanos con sus grandes máquinas, como los mecanos del Arturo niño, dominaban la fuerza del océano para sembrar enormes torres de acero. En su libro, nos dice Arturo que de niño vio en el cuidadoso embalado de su mecano, en la disposición de sus piezas, “el ensayo de una arquitectura más vasta, columbrada con asombro y con deleite, sin palabras, a la altura de aquellos ocho años de vida”. Subrayo: “el ensayo de una arquitectura más vasta”. Por ejemplo, la construcción de una plataforma petrolera en alta mar. Algún día quise su opinión sobre un largo escrito que elaboré. Muy serio, con su soldado-lápiz en la mano, casi molesto, me preguntó: ¿Por qué en Arial? Nerviosa, yo esperaba su opinión sobre el contenido, y él me recibía con esa observación sobre la fuente que utilicé. “Los textos literarios siempre se escriben en Times New Roman”, me espetó. Por cierto, así escribí esta presentación. ¿El minimalismo del trazo Arial no puede contener los recovecos literarios? No lo sé. Sólo sé que para el maestro Cantú, tan importante era el contenido como la forma. “Si no saben cómo decirlo es porque en su cabeza no lo tienen claro”, nos dijo alguna vez en clase. Desde entonces entendí que las palabras hacen fluir el concepto, que ambos van de la mano. Y que el proceso de conocimiento algo de artesanal tiene, pues a la hora de escribir y de hablar se escucha el ruido de las herramientas del entendimiento moldeando las palabras como en un crisol, y las palabras de regreso puliendo al concepto. Pero si Arturo me estuviera escuchando, quizá diría: ¿qué tonterías estás diciendo, Rosa Albina? La caja de colores es un libro profundo y bello, como profundo y bello puede ser el texto de un filósofo


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poeta, que eso era Arturo Cantú. Un homenaje a su madre muerta apenas dos años antes, construido con los recuerdos de su primera infancia. Y el dolor de esa muerte, nos dice, no es por la mujer de 83 años, sino por … la mamá que me dijo sonriendo, con traje color aguamarina, “todos vamos a morir” y que se había quedado ahí, detenida, inmortal… Porque la conciencia de sí mismo es siempre inmortal. El presente es todo de golpe, completo, inexpugnable como “el intrépido corazón de la verdad bien redonda” (verso tomado del “Poema de Parménides”).

Y si todo es poesía en La caja de colores, en las últimas páginas del libro esa poesía alcanza una fuerza telúrica domada por la dulzura de las imágenes. Es una loa a la tranquila regularidad de las cosas que de la mano de su madre descubrió de niño, una expresión muy recurrente en él. La tranquila regularidad de las cosas que discurren y están contenidas como potencias listas para desplegarse en el universo de las cosas físicas. Basta cultivarlas, basta trabajarlas, para descubrir verdades bien redondas, en un proceso infinito, inagotable, como la vida misma que parece eterna para un día desaparecer, sólo desaparecer. Gracias a la iniciativa del maestro Humberto Salazar, hoy podemos recrearnos en esta pequeña joya literaria de Arturo Cantú. Y por mi parte he mencionado otras dos, igual de preciosas pero no pequeñas, sino extensas. Me refiero a su investigación elaborada en Coplamar, y a su estudio del poema filosófico “Muerte sin fin” de José Gorostiza que tituló En la red de cristal; pero también a otras por ahí desperdigadas. Mucho valdría la pena rediscutirlas, recuperarlas, reeditarlas. Creo que de esa manera la UANL fomentaría el legado universal y humanista que sembró Alfonso Reyes en estas tierras y del cual Arturo Cantú, su discípulo, es un heredero indiscutible. Una tarea sin duda difícil, pero también es cierto que intentarla contribuiría a hacer un poco más habitable nuestra deshumanizada realidad. Ojalá mi sugerencia caiga en terreno fértil. “Intenten siempre lo más difícil”, fueron las inspiradoras palabras que nos dijo el maestro Cantú, nuestro padrino de la generación 1963-1968 de la Facultad de Economía. Faltaban pocas semanas para que iniciara el movimiento estudiantil de aquel año.

¿Percibió Arturo que muy pronto miles de jóvenes lo intentaríamos para tratar de cambiar el asfixiante mundo en que vivíamos? ¿Para tomar el cielo por asalto? No lo sé. Nunca se lo pregunté, pero creo haber encontrado la clave en mi limitado acercamiento a José Lezama Lima; clave que supone un puente entre dos escritores y poetas, el cubano y mi maestro Cantú. Apenas publicado, en el Grupo Socialista de la Facultad de Economía leímos Paradiso, y ahora que lo recuerdo, la atmósfera exuberante del barroco que se respiraba en ese libro, era semejante a la que estaba inmersa en nuestra generación y que culminaría con el estallido del movimiento estudiantil de 1968. “Sólo lo difícil es estimulante”, escribió Lezama Lima. Y en otro pasaje el escritor cubano relata: “Entonces se me ocurrió una temeridad, hacer una locura que fue mi sistema poético del mundo, que lo considero un intento de intentar lo imposible”. Y sobre ese su intento, Alfonso Alegre Heitzmann escribe en Letras Libres (número 37, enero del 2002) nos explica su objetivo: “Crear un sistema poético del mundo que no acabara en la obra literaria, sino que cambiara la realidad, que la hiciera de nuevo habitable en la poesía”. ¿Y no fue acaso ese el propósito de Arturo Cantú? Cambiar la realidad, hacer de su vida una larga poesía, una forma de conocer el mundo para transformarlo, para acabar con la pobreza, con la injusticia; pero también para intentar colmar con sorprendentes imágenes a través de las palabras, la abismal soledad de sabernos mortales. Pero no se tomen muy en serio este mi supuesto hallazgo de la semejanza entre la forma de habitar la realidad de Lezama Lima y la de Arturo Cantú. Es apenas una intuición que tendría que seguir trabajando; aunque como diría Arturo, me “late” que por ahí va. Lo cierto es que diez años después, en 1978, mientras estaba exiliada en Italia, me escribió para decirme: “No intentes siempre lo más difícil”. Su rectificación me dejó un cierto sabor agridulce. Y entonces recordé aquel cuento de Chesterton que narra el caso de un ejército que fue derrotado por exceso de disciplina, lo que en términos militares es una inquietante paradoja, pero que bien puede ser una alegoría sobre el “intrépido corazón” que no alcanza a atrapar la “verdad bien redonda”.


¥¥MARGARITO CUÉLLAR

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i pienso en un título como La caja de colores, sin tener referencia del autor o del tema, lo primero que se viene a mi mente es que probablemente se trata de un libro infantil, donde quizá la trama tenga que ver precisamente con dos palabras clave: caja y colores. Si pienso en que el autor de esa caja de colores y de las sorpresas que pudiera haber dentro de ese artefacto colorido es Arturo Cantú, pensaré que sin

duda se trata de un libro de poemas o quizá de relatos o, ¿por qué no?, de ensayos. En principio debo decir que el nombre de Arturo Cantú, lejos de dejarme una sensación de vaguedad, me remonta a una época de aprendizaje y conocimiento respecto a las letras regiomontanas. Si bien no tuve la oportunidad de conocerlo más que a través de sus escritos, sobre todo a través de un puñado de poemas

TIGRES, RIUS Y ZACATEPEC / MARCADOR NEGRO SOBRE PAPEL/ 21 X 33 CM / 2017 / ESCALA DE GRISES

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LA METÁFORA CAJA DE COLORES ME PUEDE REMITIR A LOS MATICES DE LA VIDA… LO LEO TAMBIÉN COMO UNA LARGA CONVERSACIÓN, AUNQUE ES UN LIBRO BREVE. publicados entre 1955 y 1960 en la revista Kátharsis, hecha por un grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Nuevo León, había cierta admiración hacia las aventuras juveniles de Cantú y sus compañeros de barco generacional. Cuando con la complicidad de amigos como Humberto Salazar y Eligio Coronado supe de Arturo Cantú y del grupo Kátharsis el tema me ponía enfrente algunas preguntas. ¿Por qué ese grupo de jóvenes brillantes, cuya poesía estaba impregnada de una estética nueva en los años cincuenta, no dejó libros propios ni antologías? ¿Por qué hacen una revista y luego desaparecen del escenario regiomontano? ¿Qué vio en “los muchachos de Monterrey” Octavio Paz que lo llevó a interactuar con ellos? De alguna manera, personajes como Arturo Cantú, Hugo Padilla y Gabriel Zaid eran un misterio por resolver. Si de algo estábamos seguros a principios de los 80 los poetas que hacíamos pesquisas sobre la arqueología literaria en Nuevo León, era que los poetas del grupo Kátharsis querían decirnos algo nuevo. Pero teníamos la sensación de que nos dejaban con un sabor de boca. Los poemas dispersos en la revista Kátharsis eran apenas una probada poética que incluía, ciertamente, poemas sorprendentes y abundantes en imágenes –como lo que hacían ya Octavio Paz y Marco Antonio Montes de Oca– al menos en el caso de Arturo Cantú y Hugo Padilla, ya que la poesía de Zaid siempre se ha cosido aparte. Dice Gesualdo Bufalino que los escritores no se leen, sino que se vigilan. Para ir en contra de la sentencia de Gesualdo yo leía lo que de vez en cuando encontraba de Arturo Cantú y lo vigilaba de lejos. Su nombre salía a flote en las largas noches de debates etílicos y era un referente a la hora de hacer el parteaguas de la poesía en Nuevo León. En el antes y el después los muchachos de Monterrey siempre estaban después. Leo La caja de colores y no deja de resultarme un libro lleno de sorpresas, gratas e ingratas. Gratas porque es un libro rigurosamente escrito, dueño de una lucidez a prueba de inteligencia. Ingrato porque los personajes que están en esa caja de colores van desapareciendo y la

conciencia de su ausencia nos trae cierto desasosiego. Grato porque se trata de una pieza literaria maestra que deja una estela brillante tras la lectura de sus páginas. Ingrata porque el ser que va morir o que ya ha partido se revela como una cinta que pasa por nuestra mente de manera nítida a veces y otras en forma de nebulosa. ¿Por qué un libro como éste mete ruido en sus lectores? Pienso que, porque nos enfrenta a nuestra propia vida y nos hace volver la mirada hacia la otra orilla, esa que no se ve a ciencia cierta a qué distancia está, pero a la que se llega tarde o temprano, a veces de manera sigilosa. La caja de colores nos recuerda el alcance que puede tener la memoria como recurso de recuperación de nuestro entorno. En la memoria está el tiempo comprimido y aumentado, el momento recreado o dibujado a medias. La memoria es un almacén matizado por los colores que le queremos dar al tiempo transcurrido. El fuego oculto que produce la llama, ya no a la sombra de la emoción y el sentimiento que originan tales vivencias o recuerdos, sino a la luz de la razón. A su vez, el memorioso es un equilibrista en la cuerda floja de la existencia. Al igual que al maestro Alfonso Rangel Guerra, autor del prólogo de La caja de colores, me llama la atención la nitidez de los detalles con los que el autor evoca a la madre. No es que el dolor ya no esté presente. No es que la parte emotiva y sentimental se haya borrado de la memoria de quien escribe, pienso más bien que esos momentos, únicos e irrepetibles, se han transformado, no en un documento frío o en un montón de palabras, sino en un testimonio en el que la caja de colores devela su misterio. Para mí como lector la metáfora caja de colores me puede remitir a los matices de la vida. Para el autor es un recuerdo nítido, plasmado con sobriedad y precisión, de su niñez en compañía de su madre. Lo leo también como una larga conversación, aunque es un libro breve. Ya en otro libro, La red de cristal, Arturo Cantú se reafirmaba como un maestro de pocos libros, un mentor fuera de las aulas y un conversador inteligente. La caja de colores lo confirma.


UN RESTO DE TINTA / TÉCNICA MIXTA / COLLAGE, (INVARIABLE) / 2017 / DUOTONO

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¥¥SHEN HAOBO

Traducción de Sun Xintang

VERSO COLOQUIAL, EL CUERPO Y LA VANGUARDIA

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n el Festival Internacional de Poesía de Costa Rica 2017 conocí a un poeta colombiano, a quien pregunté cuál de los países hispanohablantes, a su parecer, tiene mayores éxitos en la poesía contemporánea, y cuál tiene menos. Me contestó que Perú tiene la mejor poesía contemporánea porque es más abierta, mientras España es la más retrasada porque su poesía actual es demasiado tradicional. Todos tenemos la siguiente experiencia: no creer fácilmente en las palabras de un poeta, pues estos hacedores son todos seres de fuertes conceptos, y sus juicios están basados totalmente de su voluntad y concepción personal de las cosas, así es que en realidad no pude sacar de él ninguna conclusión sobre la poesía peruana y la española. Sin embargo, me gusta mucho el punto de partida de su opinión: lo abierto es mejor y lo tradicional es encerrado y retrasado. Bien comparto la idea. Esta perspectiva es próxima a lo que planteo: la vanguardia significa la apertura, la evolución y la creatividad de la poesía, mientras que la tradición siempre implica lo conservador y lo anticuado. Hablando del verso coloquial, de la vanguardia, y también de las relaciones entre los dos temas me siento muy afortunado: hablar del tema en Chile, en Santiago, a lo mejor va a resultar más fácil la comunicación, porque el tema a que nos referimos tuvo sus antecedentes expresivos. Siento mucho placer hablar en la patria de Nicanor Parra, de esta materia que el poeta chileno hizo en los años cincuenta del siglo pasado. No sé cuál es la situación de

C O M PA R A D O C O N E L CLÁSICO Y ELEGANTE L E N G UA J E E S C R I TO , E L LENGUAJE COLOQUIAL ES LA VANGUARDIA. la poesía chilena actual y si Parra sigue considerado como héroe, pero tengo la convicción de que lo coloquial y la vanguardia aún son temas frescos, vigentes y modernos. ¿Qué es vanguardia? En comparación con Pablo Neruda, Parra es la vanguardia. ¿Qué es vanguardia? Comparado con el clásico y elegante lenguaje escrito, el coloquial es la vanguardia. ¿Qué es vanguardia? Cuando el verso coloquial entra en la poesía, pero es manipulado por los poetas como lenguaje coloquial tipo más fino, más literario, más aceptable por los catedráticos de las universidades, empieza a perder su calidad vanguardista. Este verso coloquial es como un toro castrado, mientras el lenguaje más vulgar, más fresco, más cercano a la vida es aún más vanguardista. La vanguardia depende de la distancia que mantenemos del clásico gusto conservador, y naturalmente depende de cuán distante es nuestro lenguaje del estilo escrito tradicionalista. Fue hace 60 años cuando Nicanor Parra planteó la antipoesía. ¡Un verdadero genio!


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En la década de los 80 del siglo XX, en China se produjeron los primeros poetas de lenguaje coloquial, reclamando manifiestamente la revolución en el lenguaje y en la poesía. Estos poetas líderes del movimiento de poesía coloquial se convirtieron en estrellas de poesía de su época. Pero después de 1989, su revolución se declaró terminada apresuradamente y el sistema académico empezó su defensa colectiva a favor de los valores tradicionalistas de la poesía. China es un país antiguo, un país de poderosa cultura tradicional basada en la civilización agrícola, en el que el modernismo literario del Occidente nunca pudo establecer sus raíces profundas. Los comunes chinos aficionados a las letras tenían sus conocimientos sobre la literatura occidental tercamente estancados en el romanticismo del siglo XIX. Por lo tanto, para los poetas chinos, existen ante ellos tres poderosas tradiciones, que son tres enemigos: primero, la visión tradicionalista, EL MOVIMIENTO DE L A POESÍA clásica de la literatura, formada bajo el telón de fondo de civilización agrícola; segundo, el COLOQUIAL DESDE SU COMIENZO romanticismo occidental del siglo XIX y siglos E S P O S M O D E R N I S M O Y E L anteriores. Muchos chinos creen que la poesía L E N G U A J E C O L O Q U I A L E S es equivalente al romanticismo y casi todos los P O S M O D E R N I S M O N AT U R A L . chinos son fans de Pablo Neruda considerando que la poesía es y solamente es la de Neruda, y de ninguna manera la de Parra. Tercero, el criterio de literatura socialista, ¡tomando la literatura por un instrumento de la revolución social! arruinamiento durante decenas de años de la poesía en Ahora podemos ver claramente cuán poderosos son español. los enemigos para los seguidores del modernismo y Para mí una gran pena ha sido la siguiente: como héroe posmodernismo. Pero para los posmodernistas, incluso de la poesía latinoamericana, como artífice del concepto la literatura modernista se ve demasiado tradicionalista de la antipoesía formulado hace 60 años, Nicanor Parra y clásica. El movimiento de la poesía coloquial desde su hubiera podido jugar el importante papel de influyente, comienzo es posmodernismo y el lenguaje coloquial es como un espíritu, un valor, una visión, en el movimiento posmodernismo natural. En China el antagonismo entre el chino de la poesía coloquial iniciado en la década 80 del coloquial y el escrito en realidad implica la oposición entre siglo pasado. las visiones literarias del posmodernismo y el modernismo. Por otra parte, el movimiento chino de la poesía de Se trata de una batalla feroz sobre la estética de poesía. vanguardia desde su inicio ha crecido de manera difícil y Cuando los catedráticos partidarios de la literatura clásica sinuosa en un ambiente de gran impedimento. Se trata de un movimiento de mi país que no podría completarse modernista se ponen al lado opuesto de la vanguardia para de ninguna manera en una época determinada o por unos cercar junto con otras visiones tradicionalistas, los grupos grupos de poesía o corrientes poéticas. Lo que está haciendo vanguardistas de China, nacidos en la década de los 80 en la poesía coloquial es romper los tradicionales valores el movimiento de poesía coloquial, estaban destinados a lingüísticos y visiones poéticas para construirlos totalmente un fracaso estilo vanguardista: unos nunca escribirían más obras buenas, otros dejaron de escribir, otros más llegaron nuevos, lo que necesariamente requiere un largo proceso. Lamentablemente, no sé mucho de Parra, aunque unos poemas suyos han sido traducidos al chino. Por otra parte, parece que la poesía de Parra no tiene buena traducción al chino. En China la traducción de poesía frecuentemente resulta un desastre. Los catedráticos en la universidad que no saben escribir poesía y las autoridades lingüísticas son muy buenos para traducir en basura a los ilustres poemas del mundo, empleando su atrasada estética poética para sabotear el alma de los poetas a quienes traducen. Muchos poetas chinos vieron con sus propios ojos esta realidad: un traductor de una prestigiosa universidad china lleva décadas traduciendo al chino la poesía en castellano. Es un hispanista de autoridad académica en el país, pero casi ha destruido en idioma chino a todos los poetas a los cuales tradujo. Y para colmo, parece que el gobierno español le otorgó una valiosa medalla en reconocimiento de su


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a ser poetas famosos pero separados de los valores de internet y encontró su feroz desarrollo. La ruptura con vanguardia y carácter coloquial, para ser defensores de los conceptos hace conscientes a cada vez más poetas las tradiciones o escritores de poesía clásica modernista. de que solo el verso coloquial puede ser de carácter Para los años 90, los intelectuales dominaban la escena, vanguardista, porque desde el lenguaje expresa una hasta el año 1999 en el que el resto vanguardista de los resistencia contra lo clásico y lo tradicional. Solamente años ochenta y la nueva generación joven de vanguardia lo coloquial permite a la poesía tener un cuerpo vívido, de los noventa se unieron en un famoso seminario de poesía para declarar guerra formalmente contra la poesía de la escuela NO HAY TEMAS, VALORES SUPREMOS O académica. El año posterior la poesía china GRUPOS DE ÉLITE INTELECTUAL QUE PUEentró en la era de internet y gran cantidad DAN POSEER L A POESÍA, L A CUAL de poetas jóvenes se presentan en la red. Lo increíble fue que casi todos estos poetas ES IGUAL PARA TODOS, PERTENECE fueran vanguardistas firmes. El internet AL SER HUMANO, NI SIQUIERA PUEDE SER les permitió formar parte de la historia POSEÍDA POR DIOS OMNIPRESENTE. de la poesía actual china sin necesidad de recurrir al orden literario tradicional, sino directamente con sus actitudes y poemas. Siempre hay poetas más jóvenes que reciben al testigo terrenal, y sólo en la poesía coloquial caben nuestras de la vanguardia. En 1999 y 2000, este testigo se pasó a vidas y todo en nuestra vida, convierte todo en poesía. mí. En ese año estaba en el cuarto curso del pregrado y, La capacidad de la poesía contemporánea se vuelve descontento con el sistema poético y los valores de la ilimitada gracias a lo coloquial. No hay temas, valores escuela académica, escribí un artículo en contra de esos supremos o grupos de élite intelectual que puedan valores de poesía de los años noventa. El artículo ejerció poseer la poesía, la cual no tiene clases, es igual para mucha influencia y directamente levantó el gran debate todos, pertenece al ser humano, ni siquiera puede ser de 1999 que mencioné. poseída por Dios omnipresente. El coloquialismo, el A partir del 2000, con más poetas jóvenes, lancé en cuerpo, la vanguardia, el posmodernismo, todo apunta internet el movimiento poético “Partes Bajas”, lo que a un punto común: anular las clases de la literatura fue un boom intenso de la poesía coloquial en el nuevo para que la poesía vuelva al individuo. Ningún valor es siglo. Seguimos en contra de los valores tradicionalistas mayor que el de nuestra persona. Cuando abrimos la y clásicos y con nuevos reclamos de la poesía: lo concreto boca, el lenguaje de la vida es el de la poesía: ¡decimos contra lo abstracto, lo terrenal contra lo metafísico, lo real directamente poemas! No necesitamos que Dios nos contra la hipocresía impuesta y configurada por la cultura, conceda el derecho a la poesía, ni hace falta que nos intentamos destacar “lo corporal” de la poesía, escribir una sometamos a lo tradicional y a lo clásico, ni menos poesía del cuerpo, real, directa, concreta. En fin, el alma hacer caso a los representantes del sistema y del orden, no puede existir de manera abstracta y desprendida del como el sistema académico del mundo entero, porque cuerpo. éste es contrario a la poesía. Dicen que actualmente ¿Qué lenguaje es el que tiene cuerpo? ¡El coloquial en EEUU muchos catedráticos de literatura aún no por supuesto! Gracias al movimiento de “Partes aceptan a Allen Ginsberg y a Charles Bukowski. ¡Están Bajas”, la poesía coloquial tuvo una nueva explosión en contra de la humanidad! en China, y eso en el momento en que la escuela Hace 60 años Nicanor Parra propuso la antipoesía. académica poseía las palabras y después de que la Si la poesía solamente son las pautas establecidas conservadora y osificada poesía retórica llevaba diez tradicionalmente, solamente el canon de los clásicos años en la popularidad. De este modo, la vanguardia pasados, como poetas, debemos sumarnos a la china expuso de nuevo su indudable voz en la era de antipoesía.


EN LA POESÍA ESPAÑOLA ¥¥JUAN CARLOS ABRIL

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LA SENSIBILIDAD DE UNA PIEDRA I / LÁPIZ DE COLOR SOBRE PAPEL, 50 X 35 CM / 2015 / PIEZA ORIGINAL

VELOCIDAD Y LENTITUD

esulta complicado atender a las novedades de la poesía española contemporánea cuando el concepto de “novedad” ha evolucionado hasta el punto de hacer irreconocible lo que hace pocos años dábamos por válido. En una librería no duran los libros de poesía más de tres meses, con suerte, y los suplementos literarios –con cada vez menos incidencia– en papel, se mueven de manera interesada y piramidal, holdings que agrupan desde el leñador que corta el árbol y la papelera que procesa el papel, hasta la editorial que lo edita, los diarios donde se reseña y los reseñadores que elogian al libro de turno. Incluso promueven premios literarios que se quedan en casa, ya que los autores suelen participar con columnas de opinión o tertulias radiofónicas donde de manera endogámica se repiten los mismos nombres. Así el pensamiento se recicla y se perpetúa. Así funciona el poder. Aunque el papel se halla en entredicho, se está reduciendo casi exclusivamente al libro, y las cosas están cambiando. La influencia de la prensa se está constriñendo al espacio virtual, la radio y la televisión.


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Prensa escrita, sí, pero en la red, en la pantalla. Cuando queremos acceder a la información vamos a la red, no vamos ya al kiosco a comprar el periódico. Sólo la gente mayor sigue comprando su diario, lo cual sigue teniendo su tradición y su romanticismo, pero los más jóvenes acuden a la pantalla, y casi por lo general al teléfono móvil, que se ha convertido en primera instancia en la herramienta más recurrente. A veces, cuando las aplicaciones del teléfono no te permiten hacer una cosa u otra, acudimos al ordenador, que suele tener más funciones (aunque no siempre, pues hay opciones que da uno que no da el otro, y viceversa). Ese puede ser un panorama muy resumido de la situación. En este nuevo espacio, la implantación del libro electrónico es más relativa, ya que no todo el mundo le ve utilidad. Mucha gente compra el libro electrónico y se descarga miles de libros gratis, ¿pero de qué sirve? La cultura del libro es bien distinta. Aunque cada lector posee sus propias manías y particularidades, y no todos son especializados o cualificados, lo cierto es que la lectura implica un grado de perfeccionamiento cada vez mayor. No se trata de que todos seamos filólogos, pero la verdad es que mientras que no todos podemos ser matemáticos o realizar por hobby –ojo, no hobbit– ecuaciones diferenciales, en literatura sí que leemos por hobby, llegando a poseer una biblioteca sólo por gusto. La literatura posee ese grado de intrusismo que no es habitual en otras disciplinas. En general todo lo relacionado con la palabra –oral y escrita– ofrece esas posibilidades, véase el periodismo, que es quizá la profesión que mayor grado de intrusismo posee. Pero la cultura del libro físico no se pliega al libro electrónico con tanta facilidad. Obviamente ha habido mucha gente que se ha beneficiado y que ha aprovechado el nuevo soporte, lectores de best-sellers y demás, pero el lector formado, el lector avisado, ese no se encuentra en la órbita del eBook, no al menos por el momento, y no mientras que este no ofrezca un grado de especialización como el que se necesita, es decir un alto grado de especialización. Ni se venden los poemarios en formato electrónico (aunque cada vez hay más editoriales que incorporan el formato electrónico en sus catálogos), ni las novelas del siglo XIX (las menos populares, o las de cualquier siglo), ni en general mucha literatura de baja intensidad mercantil, con un público menos masivo. He ahí el momento en que se diferencia el público de los lectores. La poesía

ENCONTRAR UNA LIBRERÍA QUE CONOZCA BIEN LOS TÍTULOS Y LAS EDITORIALES EMERGENTES, O CONSAGRADOS, LOS AUTORES Y LOS LIBROS DE REFERENCIA, CLÁSICOS, LAS REEDICIONES, L O S Q U E S E E N C U E NTR A N AGOTADOS, NO ES FÁCIL. siempre tuvo lectores mientras que la literatura –y en especial los best-sellers– ofrece un espectro más amplio, el del público. También hay novelas, cuentos y prosas que son más propias de lectores, pero la novela, y en general las novelas de autores “famosos”, calificadas como subliteratura, se hallan en otra órbita: ahí es donde está el público. Afortunadamente en poesía existen otros parámetros. Si la cultura es una realidad compuesta de centro y márgenes, la poesía se encuentra en el margen (Eliot, 1949). Como hemos dicho, un libro especializado posee una duración relativa en las estanterías de una librería, y más tratándose de un poemario, que siempre funciona por otros parámetros distintos a los de la lógica del mercado, como bien explicó Pierre Bourdieu (1995). Además, también se ha sustituido el oficio de librero por el de vendedor de libros. Digo esto a propósito de otros oficios como el de carnicero o pescadero, que ahora son simplemente vendedores de carne o de pescado en grandes superficies. Se ha sustituido el oficio por el trabajo, y no es lo mismo. Esto también ocurre con los vendedores de libros, como una vez se llamaron a los vendedores de enciclopedias, personajes grises sin vocación que iban al tanto por ciento y no tenían ningún interés ni en el producto ni en la formación del individuo, pues lo que les interesaba era vender. Igual ocurre con los vendedores de libros actuales: las librerías se han convertido en sucursales de las grandes multinacionales. El mercado anima las ventas (Abril, 2014), y está bien, pero encontrar una librería que conozca bien los títulos y las editoriales emergentes, o consagrados, los autores y los libros de referencia, clásicos, las reediciones, los que


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CADA VEZ SOMOS MÁS IGUALES Y PENSAMOS DEL MISMO MODO. Y PARADÓJICAMENTE NOS PENSAMOS ÚNICOS. se encuentran agotados, no es fácil. Hay librerías que ni siquiera venden ese libro específico que necesitas, porque no les interesa, porque eso no les trae cuenta. Debes ser un buen cliente para que se animen a traerte los libros que les pides, siempre y cuando se los distribuyan sin demasiados problemas, porque si se trata de volúmenes hispanoamericanos, entonces ya ni hablamos. En fin. Puede ser que esto también cambie, tanto a mejor como a peor. La realidad que describe Bourdieu no es eterna ni inmutable, aunque el horizonte en que nos desenvolvemos, por el momento, no ofrece otras alternativas. No obstante siempre hubo un abismo entre lectores de poesía y mercado, ya que este no podía regular que un poema circulara libremente y gratis entre las conciencias de los lectores. Con la modernidad aparece el mercado “actual”, pero también comienza la poesía a establecerse como un género aparte, funcionando independientemente de las normas impuestas, la razón instrumental y los mecanicismos propios del sistema. El poeta se aísla de la sociedad, pero no es una característica única del poeta. Cada vez más nos creemos más especiales y únicos, cuando los procesos de homologación cultural, y unificación de los discursos ideológicos, son más potentes, como denunciara Pasolini en la década de los setenta. Cada vez somos más iguales y pensamos del mismo modo. Y paradójicamente nos pensamos únicos. Así, cada uno de nosotros se siente en libertad de abrir un blog mientras que antes no era tan fácil publicar un libro. Ya sé que no son hechos equiparables. Un conocido mío se jacta de publicar en su blog todo lo que escribe. Sus poemas, a mi entender, no valen nada, pero él está muy orgulloso de sus publicaciones. No pretende, según él, hacerse famoso ni ser conocido como poeta. Todo esto según él. Sólo lo publica por el mero hecho de darse el gustazo. Sin embargo, su vanidad de poeta le traiciona no pocas veces. Nadie publica un poema por publicar, nadie escribe por escribir. Todo poeta quiere ser leído o escuchado. Y él también: un día me pidió publicar unos poemas en Paraíso y le contesté –para quitarme de en medio el compromiso– que la revista sólo publica poemas

inéditos, y si aparecen antes en internet, ya no se publican en la revista. Él comprendió que lo que yo argumentaba era algo más que una cuestión de formato, porque me atreví a hacerle alguna sugerencia, muy sutilmente, estética. Todo lo captó de manera inmediata y me retiró el saludo. Así son los poetas, publiquen donde publiquen, en blogs o libelos. Juan Carlos Rodríguez, el magister, me dijo hace más de dos décadas que si dos arquitectos se pelean por la adjudicación de una obra, tiene mucho sentido, porque pueden tener en juego millones –ahora euros–, pero si dos poetas se pelean por tal o cual endecasílabo, imagen o poema, ¿qué ganan? Además, incluso publicar hoy día se ha convertido en algo relativamente accesible. En España se editan más libros que nunca, cada año se superan las cifras, y España abastece a toda Hispanoamérica. Ahí queda eso: cualquiera puede abrir una página de Facebook y autopromocionarse, conseguir 10.000 likes y colocar fotos de un evento donde has leído poesía en la Sociedad de Amigos del País, en una Hermandad cofrade, en la Fundación de Periquillo Pérez, o te han editado un libro porque has ganado el Premio de Mengano Rodríguez, ¿quién se atreve a decir que ese poeta es bueno o malo y hacer un juicio de valor? Esta contradicción se genera por la propia dinámica de nuestra sociedad. Al mismo tiempo que hay más medios, también se difuminan más los criterios para establecer dónde y cómo leer, es decir a quién leer. Nos creemos estupendos y tenemos medios para publicar, de acuerdo. Hay poetas muy mediocres y muy locuaces – muy sonrisueños– que no paran de subir fotos a todas las redes sociales habidas y por haber. Frente a eso, o mejor dicho, paralelo a eso, el poeta encerrado en la torre de marfil, como propugnaba Juan Ramón Jiménez, ha creado también una especie de esquizofrenia de la diversidad que ha desembocado en una identidad repetitiva de la “especialidad”, cuando lo que nos encontramos en realidad son personajes sin ningún valor, sin ninguna carga discursiva, sin relato. Seres vacíos que enuncian lo que son por su juventud o su arrojo, pero que acaban desinflándose y convirtiéndose en caricaturas con los años. Todos quieren ganarse la vida, abrirse paso, pero


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ya está bien de ir dando codazos. Los años, esa prueba de la resistencia, sí, pero también del talento y la formación. Y aquí matizamos que talento y formación, unidos al entusiasmo, hacen que un poeta valga o no valga, formule la propuesta estética que formule, y se desenvuelva en el formato que se desenvuelva. Aun así, es obvio que cada siglo va imponiendo una vuelta de tuerca más al género poesía, a la lírica, aislándola y creando su aura “sublime” y esencial por encima de cualquier otro arte… Pero desmitificando esto, que nos llevaría por otros derroteros, y aunque se imponga la lógica de la supervivencia al margen del mercado, ponerle límites a la poesía es como ponerle puertas al campo, tarea fallida desde antes de ser concebida. La frontera entre “la oralidad y la escritura” (Ong, 1987) explica muy bien que tiempo después de que la escritura haya calado en una sociedad, todavía hay recelos hacia la palabra escrita. No sé si eso ocurrirá con la palabra virtual, con la poesía y la literatura en general que circula por la red, pero da igual. Lo cierto es que hay un hecho distintivo. Por un lado, la poesía –si es buena– sobrevive independientemente del formato, y por otro, los nuevos formatos fomentan otros campos, y se lee más. Leer más siempre es bueno. No voy a entrar aquí a cuestionar si lo que se lee posee criterios de calidad o no, y si por eso un poeta vale la pena o no. Hay muchos críticos que establecen sus criterios en torno a cuestiones cuantitativas, pero eso sería remontarnos al debate del huevo y la gallina. Leer más siempre es bueno. Internet ha fomentado muchas cosas y ha creado un nuevo modo más para acceder a la lectura (García 2008 realiza un panorama sistemático e interesante, aunque requiere hoy de actualización). Celebremos esto, pero no nos conformemos, ni nos confundamos, y no bajemos la guardia: el hecho de que haya una herramienta más no significa que se lea mejor, y ahí tenemos el ejemplo de la televisión, que en vez de mejorar la formación de los televidentes ha empeorado ostensiblemente en las últimas décadas, pues rebajó la programación hasta la telebasura, buscando los instintos más básicos, el patetismo, el populismo… Bueno. Tengamos esperanza en lo que simboliza Internet, en lo que significa este nuevo espacio. Aunque también habría que preguntarse, a propósito de esto, si no hay poesía que también rebaja su carga poética con tal de llegar a esos instintos, al patetismo, al populismo… Todo es válido “porque, como las paga el vulgo, es justo / hablarle en necio para darle gusto”.

No existe un a priori en torno a la poesía, como una esencia que tenemos que rescatar a partir de nuestra mirada –siempre subjetiva– o una realidad –objetiva y ajena– que acaba convirtiéndose en el modelo a seguir. Lo único que cambia es cómo circula la poesía, pero la “libre” circulación sigue siendo su cauce lógico, necesario e inexorable. La lectura y apropiación –individual o colectiva– de las palabras –en minúscula y en plural– es una herencia del ser humano que no podrá cambiarse fácilmente. Ni prohibiendo los libros, como en Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. De lo que se trata muchas veces es de cómo el lector se enfrenta a esas palabras, no de cómo circule. Las palabras llegan de un modo u otro. Es el significado, el cómo, llega o no llega. En la Edad Media, por ejemplo, podían memorizarse los romances y los cantares de gesta a través de técnicas mnemotécnicas como la repetición de los epítetos, lugares comunes o rima. En la actualidad, y tras la revolución mallarmeana, la poesía no se memoriza ni responde a los parámetros de la rima. Hay un cambio importante y el ritmo se convierte en la clave de un poema, igual que si una composición se

EL CRITERIO NO ES ALGO QUE SE ADQUIERA EN DOS DÍAS. NO SE TRATA DE GUSTO, SINO DE FORMACIÓN. tratara, donde no puede faltar el elemento musical que da estructura. Fondo y forma, un poema participa de dos elementos, música (o ritmo, o forma), y contenido (o significado, o fondo). Detectar cuándo un poema cumple con ambos requisitos no siempre es tarea fácil para el lector, que posee muchos estímulos para acercarse a la poesía. ¿Todo es válido? Entonces, ¿cómo estipular qué es bueno o qué es malo? Si me gusta leer un poema, me apasiona o emociona, ¿no merece la pena? ¿No cumple ya una función, y para eso precisamente fue escrito? Sin embargo, el criterio no es algo que se adquiera en dos días. No se trata de gusto sino de formación. Y aun así habría mucho que decir. Es muy complicado pontificar qué es buena poesía o mala, se escriba en la red o no, aunque allí se produzca un hecho que no se produce de igual modo por escrito, y es que cualquiera puede tener un blog. Repito: aunque cualquiera puede publicarse –autoedición– un libro, no es


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tan sencillo como abrir un blog. En eso al menos estamos mucha amabilidad, mientras que para los demás –los que de acuerdo. Y ahí comienza el escaparate. Y los seguidores. no le mostraban sus respetos– se mostraba absolutamente Y los likes. Dejo estas ideas aquí apuntadas más como envenenado. No voy a comparar a Juan Ramón Jiménez elementos de reflexión que como conclusiones, pues en con Luis García Montero, son dos mundos diversos, pero todos estos asuntos las preguntas superan las respuestas, sí en el sentido de haber creado una escuela. Ya se sabe y al encontrarse en movimiento constante, más todavía. Y la mala leche que gastaba JRJ, quien rompió con casi aquí entra la velocidad, muy en relación con la facilidad con todo el 27 excepto Altolaguirre, “discípulo” suyo a pesar la que accedemos a la red. La poesía es todo lo contrario a de no imitarle. No soportaba que los del 27 hubieran eso. Ni el rap, ni la canción que se pasa de moda, ni la serie emprendido sus propios caminos. Hoy día Luis García de televisión. La poesía no conoce la prisa, y sus cauces Montero genera imitadores, admiración y expectación en de expansión y permanencia son muy distintos. Siempre todo el mundo hispánico. Los que somos discípulos suyos, en poesía hay una reivindicación de la lentitud implícita. sin imitarle, sabemos de su generosidad, su amistad y su Todo buen poeta posee biorritmos al margen de las prisas complicidad. Hay muchas maneras de imitar al maestro, cotidianas, y desconfío de los poetas que publican mucho, y sus lecciones –poéticas y teóricas– son amplias y ricas a no ser que sean como para leerle desde genios. No dudo EL RESTO, EL COMÚN DE LOS MORTALES, muchas direcciones, de que hay genios tantas como seamos en poesía, pero son TENEMOS QUE PUBLICAR UN LIBRO capaces. Un inciso: en el pocos, como aquel realismo y en el lenguaje “Inventario de CADA DIEZ AÑOS, CON SUERTE, Y pragmático se halla la lugares propicios poesía social, que se alía a l a m o r ” , d e PENSAR Y REPENSAR MUY BIEN QUÉ con la sentimentalidad Ángel González. en el caso de la poesía PUBLICAMOS. Cuando me refiero española de las últimas a genio aludo a décadas. Cerca se esa capacidad verbal –al genio tutelar (Agamben, 2005: 9 encuentran la canción y la denuncia, y eso facilita la y ss.) que nos define desde que nacemos– extraordinaria comprensión. En algunos casos, incluso, con demasiada que tienen algunas personas, ese don innato por verbalizar obviedad, límite o frontera donde siempre la poesía social la realidad, por extraer de la realidad poesía. No hay se topa. Donde siempre se topó. Pero eso tampoco es nada nada metafísico. Es sabido y asumido que hay gente con nuevo. diferentes talentos y aptitudes. Por su parte, la poética ashberyana ha fertilizado muchas En concreto, un genio poético tiene que tener dos poéticas actuales, no sólo hispánicas. No hay oposición con cualidades: haber creado un estilo, un discurso poético, y el realismo, aunque es un discurso distinto con bastantes saber hasta dónde se repite. Cuando un genio es consciente e importantes seguidores en España e Hispanoamérica de esto, puede reciclarse. Esos sí son capaces de publicar también. A partir de Ashbery se abre una concepción más, en caso de ser conscientes hasta dónde su fórmula “menos” realista –en el sentido lineal y borgiano– y más es capaz de renovarse, indagar en ella, y mantener el fragmentaria que ha colonizado el discurso poético de pertinente silencio, en caso necesario. El resto, el común de las dos últimas décadas. Sus libros han proliferado. Está los mortales, tenemos que publicar un libro cada diez años, claro que Ashbery es un genio poético, candidato al Nobel con suerte, y pensar y repensar muy bien qué publicamos. que a lo mejor no lo gana, como tantos otros que nunca lo Hoy día, por ejemplo, las legiones de imitadores de ganaron, pero en cualquier caso ya consiguió la gloria por Luis García Montero o de John Ashbery, por poner dos la cantidad de seguidores. Y por su evidente valor literario, paradigmas contemporáneos muy seguidos, suelen ser independientemente de gustos. Se trata de un discurso actualidad. Luis García Montero es el poeta más leído en poético complejo que combina realismo fragmentado lengua española, y también el más imitado. Acordémonos con asociaciones y analogías, imágenes y superposiciones de Juan Ramón Jiménez. Cuando se fue dando cuenta de la de planos y pensamientos, en continuo diálogo con la capacidad de su voz poética, y le escribían de todas partes vanguardia. Es un discurso más difícil para el lector, e del orbe hispánico, él siempre atendía a sus imitadores con implica rechazo. Es más dúctil estilísticamente, se abre


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otras posibilidades, pero también culturalista, pues lo que gana en riqueza estética, lo pierde en accesibilidad. En las redes, como en cualquier otro formato, un contenido que se comprenda tiene mejor acceso que otro que no se comprenda, y esto en poesía es servir la cabeza del Bautista en bandeja de plata. Nosotros, los Salomé de turno, la pedimos sin remordimientos en el mismo momento que no nos gusta algo. A nadie le gusta ir a leer poesía y encontrarse con un jeroglífico. Pero tampoco que te cuenten algo que ya sabes. La poesía debe escarbar en la realidad, esto es indagar en la ideología del momento, en los discursos que nos atraviesan, que nos configuran. No se trata de repetir lo que ya sabemos, ni de repetir lo que han dicho otros, sino de hacer explicar o analizar –a través de la poesía– la realidad, el misterio de la realidad, con el lenguaje de la creación. Demasiado a menudo oponemos realismo a fragmento, como si esos fragmentos no fueran parte del puzle o poliedro de la realidad. Cuando Pasolini hablaba de “cine de poesía” frente a “cine de prosa” de Rohmer, lo que discutían no era que un cine fuera poético y otro prosaico, que un cine tratara asuntos más complejos (poéticos) y otros más fáciles (prosaicos). No. Lo que argumentaban cada uno eran dos propuestas formales, y aquí viene de perlas el símil: en poesía también hay una propuesta “poética” y otra propuesta “prosaica”. La propuesta “poesía poética” trabaja el fragmento, la secuencia, el capítulo, y no tiene por qué tener un final cerrado, borgiano, una historia desde el inicio al final bien detallada, con el máximo de particularidades. La posibilidad de enfocar desde distintos personajes, o de diluir al personaje en el vacío, a la manera de Lipovetsky, por ejemplo, y focalizar así varias historias y realidades, es también realismo, pero desde una perspectiva múltiple. Por el contrario, la “poesía prosaica” es todo lo contrario: la historia “bien” contada, sin demasiados trucos, con una argumentación –la razón poética– lineal y un trasunto cerrado... Todo esto –con otras palabras– lo abordé en mi prólogo a Deshabitados, en 2008, pero hoy día sigue teniendo validez. Esta nueva caracterización a través de “poesía poética” o “poesía prosaica” me parece muy oportuna para analizar no los discursos, sino el modo de esos discursos. La historia de la literatura nunca ha sido la historia de qué, del por qué, del dónde o del cuándo, sino del cómo. Lo importante siempre es el cómo. Lo que cambia no es la realidad, que siempre está ahí esperando ser escrutada, sino el modo de examinarla. En cuanto a las redes sociales, el fragmento se expande como cualquier otro “estilo”. No existe un modo distinto de lectura o de escritura a través de la red, ni una circunstancia

que asocie fragmento a internet. Sí existe, por el contrario, una manera de mirar que ha cerrado y diversificado los pensamientos únicos y cerrados, no se aspira a la unidad ni a la realidad única, a pesar de la oposición de los holdings. ¿Esta disgregación de pensamiento es conservadora? ¿Es posmoderna? ¿Hemos renunciado a una respuesta global al liberalismo? Puede ser, puede ser. Lo cual no implica que hayamos perdido la guerra, o que no sigamos pensando cómo articular herramientas frente a la barbarie. Cualquier época posee mecanismos de relación entre los textos que se escriben y los lectores, una suerte de actualización del pacto autobiográfico relanzado a través de la simbiosis texto/lector. Porque olvidémonos de una vez por toda de esa patraña de la relación del escritor con sus lectores, no hay ningún hilo que los una, ¡eso es pura superstición! Así que no confundamos: lo importante es el texto, y el lector es quien se enfrenta a él con diferentes capacidades. Que los escritores vayan un paso por delante de la sociedad no debe sorprendernos. No son los únicos. Los artistas, los visionarios, los soñadores, o también mal llamados “idealistas”, suelen estar siempre un paso por delante. Lo que hace falta es que esos discursos acaben calando en la sociedad, o que la sociedad se reconozca en ellos. La red podría facilitar todo esto, y ahí se crean de nuevo confusiones con la instrumentalización del medio. He hablado de confusión no porque sienta algún mal augurio apocalíptico, o sea pesimista, sino porque si fuera tan fácil escrutar la realidad, ni habrían existido religiones en la historia del hombre, ni se intentaría desentrañar el misterio que nos rodea, la vida y el mundo. Porque la poesía indaga en el misterio, lo explica, lo desentraña. Lo desenmascara. Pero vivimos rodeados de confusión. Confusión... en esta torre de babel –como vaticinara Walter Benjamin– de La obra arte en la era de su reproductibilidad técnica son muchas las propuestas, muchos los estímulos y muchos los referentes. En medio de todo este marasmo de posibilidades, el artista debe formarse gadamerianamente, y presentar una obra que resuelva poéticamente las contradicciones del tiempo que le tocó vivir. Muchos artistas, poetas, etc., hablan o cacarean, repiten mecánicamente lo que ya otros dijeron o lo que flota en el aire. Les sirve acoplarse a los discursos conocidos en vez de trabajar ellos mismos su propia lectura. ¿Qué quedó de los imitadores de Rubén Darío? ¿Cuántos poetas se salvan de los epígonos del modernismo? Un poco Villaespesa, Lugones, algo de Juan Ramón Jiménez y el escaso Machado de esa época también. Perdonad, seguro que hay más. Pero lo que haya sonará más a arqueología


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foucaultiana (Foucault,1997) que a otra cosa. Rubén Darío no quería que nadie le imitara, él presentaba su propuesta personal. Y de eso se trata, que cada poeta indague en su propia voz poética, que la busque y trate de encontrarla, que la desarrolle. A partir de ahí, el cauce que se elija es más una cuestión de orgullo y vanidad poética, de pretensión y expectativas, y de modo de vida. Si se prefiere ser un poeta de Internet no le restará mérito a la obra, aunque suele ser “natural” publicar en papel, y en la editorial que cada uno pueda. El papel, hasta ahora, es la inclinación de los escritores, da prestigio, pero estamos hablando de una sociedad literaria y de un circuito literario. También esto está cambiando. Aunque todo va más lento de lo que parece, y va poco a poco.

REFERENCIAS Abril, J. C. (2008). Deshabitados. Granada: Diputación: El Maillot Amarillo. ________. (Enero de 2014). “El mercado de la poesía de la experiencia”, Tonos Digital: Revista electrónica de estudios filológicos, 26, Universidad de Murcia. Disponible en: http://www.um.es/tonosdigital/znum26/secciones/estudios01-abril_poesia_exper.htm Agamben, G. (2005). Profanaciones. Trad. de Edgardo Dobry. Barcelona: Anagrama. Bourdieu, P. (1995). Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Trad. de Thomas Kauf. Barcelona: Anagrama. Eliot, T. S. (1949): Notas para la definición de la cultura. Trad. de Jerónimo Alberto Arancibia, Buenos Aires: Emecé Editores. Foucault, M. (1997 [1966]). Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Trad. de Elsa Cecilia Frost. Madrid: Siglo XXI. García, J. de D. (2008). “Revistas digitales de poesía en lengua española hoy”, Paraíso. Revista de Poesía, 3, Universidad de Jáen, 29-38. Ong, W. J. (1987). Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. Trad. de Angélica Scherp. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. Pasolini, P. P. y Rohmer, E. (1970). Cine de poesía contra cine de prosa. Trad. de Joaquín Jordá. Barcelona: Anagrama.

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FÁBRICA DE SERES II / TÉCNICA MIXTA, 60 X 45 CM / 2015 / MONOTONO

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LA ESQUINA INHÓSPITA / TÉCNICA MIXTA, 53 X 53 CM / 2017 / PIEZA ORIGINAL

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[LA MATERIA NO EXISTE]

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scribo esta nota a un par de semanas de que se anunciara el retiro de Alan Moore (1953), escritor británico, conocido especialmente por sus cómics y novelas gráficas (Watchmen, From Hell, Batman: The Killing Joke y muchos otros). Moore no es tan famoso entre quienes no se interesan por la narrativa gráfica, pero su influencia es –de manera sutil– profunda y de alcance global. En los años ochenta, su trabajo, más sofisticado y atrevido que el de la mayoría de sus contemporáneos, volvió populares dos estrategias textuales de la posmodernidad en la cultura popular de lengua inglesa (y, con el tiempo, del resto del mundo occidental): la deconstrucción, el desmontaje y crítica de arquetipos y argumentos tradicionales, y el remix, la reunión de varias fuentes distintas en obras nuevas. La primera estrategia se ve en Watchmen (1987), una crítica de las historias de superhéroes desde dentro del género que propició el tratamiento de esas historias y de sus personajes como “propiedad intelectual” digna de atención y comercialmente explotable. La segunda, en The League of Extraordinary Gentlemen (1999-2019), una prolongada serie de aventuras que involucra a un reparto cada vez mayor de personajes tomados de las más diversas fuentes, desde la literatura del siglo XIX hasta la televisión actual.

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Ahora, naturalmente, podemos ver estas estrategias cotidianamente en cine, televisión, libros, juegos y todas las otras avenidas de la cultura de masas, incluso sin reconocer el precedente de Moore y de otros pioneros de su momento. Y es posible considerar este fenómeno a partir del estatus de Moore como creador (comparativamente) marginal: un artista surgido de la clase media baja de su país que, si bien ha tenido acceso a la publicación a escala internacional, no se dedicó a ninguna de las artes y espectáculos de mayor alcance –música, cine, etcétera– y por lo tanto tiene una influencia mucho mayor que su reputación individual. Un personaje eclipsado, en la sombra de la vasta cultura de masas del presente que ayudó a crear. Cabe preguntarse cómo es posible que un creador así, pese a todo, consiga influir decisivamente en el mundo entero. No es usual en la cultura de lengua inglesa, y en las demás –aun teniendo en cuenta las proverbiales excepciones– lo es muchísimo menos. En México tenemos nuestro propio Alan Moore: es José Luis Zárate (1966), un narrador en activo también desde los años ochenta. De origen e intereses parecidos a los de Moore –en el caso de Zárate, los subgéneros clave son el cómic de superhéroes, el horror sobrenatural y diferentes formas del camp y la narrativa popular de su propio país–, tiene tres novelas: Xanto. Novelucha libre (1994), La ruta del hielo y la sal (1998) y Del cielo oscuro y del abismo (2001), que se ocupan de deconstruir y remixear –ambas cosas al mismo tiempo– la mitología de los luchadores mexicanos, el

Drácula de Bram Stoker y la figura de Superman, respectivamente. Aunque las tres obras son posteriores a Watchmen, dos de ellas se adelantan a The League of Extraordinary Gentlemen, y como fuentes de influencia no tienen precedentes dentro de la literatura mexicana. Si bien hay remixes en novelas como Terra nostra (1975) de Carlos Fuentes o Héroes convocados (1982) de Paco Ignacio Taibo II, ninguna de esas novelas tiene su interés central en semejantes posibilidades creativas, las usa para algo más que apuntar a otros objetivos ni tiene, realmente, sucesores. Respecto de esta discusión, la diferencia crucial entre Alan Moore y José Luis Zárate es (para decirlo pronto) que uno es inglés y el otro es mexicano, es decir, que las posibilidades de difusión de ambos, pese a tener logros comparables, son enormemente diferentes, y la desventaja la tiene Zárate. No se trata nada más del elitismo de la cultura nacional, que ha frenado las posibilidades creativas de generaciones enteras; también es que –por mucho que nos pese, y aunque se haya vuelto un tema “delicado” en medio de discusiones actuales acerca de pobreza y justicia social– la desigualdad global también existe. Se podría argumentar que el poder y el alcance de la cultura inglesa es, además de enorme, desproporcionado, y que eso tiene que apuntar a una sobreabundancia de genio: de grandes artistas, pensadores, innovadores. El Reino Unido es un país del Primer Mundo, sí, pero uno pequeño. No hay manera de que su afiliación actual al neofascismo oligárquico que

se afianza en tantos lugares –los regímenes de Bolsonaro, Orbán, Trump, Salvini, etcétera– vaya a restaurar la gloria y el poder perdidos del Imperio británico. Y, sin embargo, su dominio prevalece: podemos listar centenares de obras artísticas relacionadas con los territorios, tradiciones e historia del Reino Unido, y varias de ellas son de las más influyentes en la Historia humana, mucho más que la de Moore en la cultura occidental. Podría decirse que estas obras y sus creadores son, cada una, imperios dentro de la cultura y el arte. (Un ejemplo en una sola palabra: Shakespeare. Otro en dos palabras: Harry Potter.) La explicación es precisamente esa: el Reino Unido fue un imperio, que gozó de un periodo de esplendor durante el que era la potencia más avanzada de la Tierra, y de siglos de prosperidad debidos a la extracción de recursos de otras regiones y sociedades del mundo. Como otras naciones europeas –el caso más cercano a nosotros será España, evidentemente–, gran parte de su riqueza fue arrebatada a otros territorios, con frecuencia de manera violenta. Desde luego, no se puede negar la brillantez de Geoffrey Chaucer, J. M. W. Turner, Christina Rossetti, John Dowland, Virginia Woolf, Delia Derbyshire, Siouxsie Sioux o cualquier otro de los miles de figurones del Reino Unido (ni de cualquier otro sitio en el norte global). Pero observarlos con frustración desde un lugar que se presume inferior es otra forma de racismo. Y probablemente Moore y Zárate estarían de acuerdo en esto.


EXPLORACIÓN DEL GEN / TÉCNICA MIXTA, 22 X 27 CM / 2015 / ESCALA DE GRISES

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¥¥EDUARDO ANTONIO PARRA

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aestro indiscutible en el ejercicio del relato breve, género en el que ha publicado volúmenes tan importantes como Los ángeles enfermos y La banda de los enanos calvos, que bien pueden ser considerados clásicos de las letras mexicanas, Agustín Monsreal dio en 2016, al cumplir los 75 años de edad, un libro que desde su presentación en la portada ya despierta cierta polémica. En ella, después del título, Mamá duerme sola esta noche, viene la leyenda “novela”, aun cuando su autor afirma que se trata de un cuento, y de

RETORCIENDO LENGUAJE

que en varias ocasiones ha declarado que se mantendrá siempre fiel al género, esto es, sin escribir novela. La contraportada del libro, que lleva el sello de la casa editorial Jus, habla por su parte de dos relatos, uno muy breve y otro muy largo, por lo que su autor insiste en que se trata de un libro de cuentos. Muy bien. Pero, ¿lo es en realidad? Todo indica que sí, como veremos líneas más adelante. El primer relato de los dos que conforman el volumen lleva por título “Reencarnación” y sólo contiene cuatro palabras (por lo cual

no es conveniente citarlo en este comentario), extensión que lo ubica entre las ficciones más breves de la lengua española. No obstante, esas cuatro palabras le sirven al autor para establecer el tono humorístico que predominará a lo largo de las páginas restantes, y además muy bien podrían ser el cierre, o el colofón, del relato largo. Ello le otorga al libro, aunque suene raro a causa de sus características, unidad y solidez. El segundo relato “Mamá duerme sola esta noche” es el susceptible de levantar polémica.


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Aunque sabemos que la extensión de un relato de ficción no es determinante para decidir si se trata de un cuento o de una novela, pues ambos géneros poseen leyes propias que tienen que ver con su estructura y desarrollo, muy poca gente consideraría una historia desplegada a lo largo de casi 170 páginas como un cuento. Son, si no me equivoco, más que las que tiene, por ejemplo, Pedro Páramo, de Juan Rulfo, la novela más importante de nuestra literatura. Y, sin embargo, todo parece indicar que, en efecto, sí es un cuento. ¿Por qué? La historia inicia con un grupo de compañeros de oficina que, luego de la jornada laboral, se preparan para correrse una buena parranda con el pretexto de que esa es la noche previa al 10 de mayo y por lo tanto cada uno tiene que llevarle serenata a su “madrecita santa”. Cuando los más entusiastas ya están listos, se dan cuenta de que la mayoría ha desertado del plan, por lo que tendrán que irse ellos solos. Son cuatro: Tito, Albino, el Oruga y Bernabé, a quienes seguiremos durante las páginas por el resto de la noche. Los amigos llevan a cabo la primera parada en un cabaret con ficheras, donde pasan un rato poniéndose a tono, y de ahí salen rumbo a Garibaldi en busca de un mariachi para ir a visitar a las “madrecitas”. Hay nuevas deserciones conforme el alcohol hace estragos en el entendimiento de los protagonistas y, al final, una tragedia que no es posible adelantar. De este modo, tenemos que los personajes son muy pocos. A pesar de que nos topamos con las ficheras y prostitutas del cabaret, con los músicos, con la muchedumbre que atiborra la Plaza de Garibaldi y con algunos miembros de las familias

de ellos, los principales son tan sólo cuatro, y están unidos todo el tiempo. La historia, a pesar de las múltiples peripecias que hay en ella, es una sola, con lo que el relato cuenta con lo que desde tiempos de Aristóteles como “unidad de acción”. Se podrá decir que no existe en el texto la “unidad de espacio”, debido a que los protagonistas viajan en auto toda la noche y visitan diversos lugares, y sí, lo hacen, pero desde la perspectiva de quien esto escribe lo que dota al relato de esta característica es la urbe, la Ciudad de México, a la que personajes y narrador declaran su amor, su fidelidad, su preocupación por ella una y otra vez, y que queda plasmada con gran fidelidad en las páginas del libro: (Ah, ciudadsota mía, conforme creces y te multiplicas te vas convirtiendo cada vez más en tristeza, en desesperanza: ya no hay nada ni nadie que te pueda salvar, nadie siquiera que te pueda cuidar como se debe: ¿quién te cuidará de mí, de nosotros?: ¿quién te podrá poner a salvo? Ah, ciudadsota, te tumbaron en el catre, te birlaron la inocencia y te dejaron suspirante suspicaz. El águila en su nopal, de tan dolorida por lo que ve, sangra infinitamente. Un gigantesco espacio negro ocupa el lugar de la conciencia.) (pp. 66-67).

Además, “Mamá duerme sola esta noche” está escrito con precisión de relojero, con esa capacidad de concisión que le ha dado a su autor pasar toda una vida en la escritura del cuento. Pero si es un relato conciso, ¿entonces por qué las casi

170 páginas?, podría preguntar cualquiera. La respuesta se advierte en la cita anterior, en su lenguaje y la disposición de las palabras: el autor ha escrito un cuento, pero también algo muy cercano a un poema. No sólo porque, en vez de acomodar las frases en sucesión hasta llenar los párrafos, las corta en algo semejante a versos siguiendo un ritmo interno peculiar, sino porque la mayor parte de las palabras se agrupan en metáforas e imágenes, en retruécanos y derivaciones verbales que convierten una historia en apariencia corta y sencilla en una verdadera fiesta del lenguaje, con estallidos y luces artificiales. Sí, en este texto Agustín Monsreal no dice nada de modo llano y directo; al contrario, ha forzado la lengua española, la lengua mexicana, a que diga más de lo que por lo regular denota, retorciendo los términos, volteándolos como calcetines viejos para encontrar, del otro lado, un colorido distinto, novedoso, chispeante, para la vista y el oído. Para muestra, este fragmento de cuando los amigos recién llegan al cabaret: Más tardó el volandero mesero en apersonarse con la caña y las cocas que un conglomerado de moscaseantes meretrices en arrancarse desde la pista y aterrizarles encimosas papaciteándolos, papichuleándolos, desproporcionando para ellos el claro clamoreo de sus risas y sus ya muy bregados encantamientos que (suponemos) hicieron época doradona y causaron no pocos furores con refulgencia de sus ampulosidades hoy caídas en tan pirujera desgracia: enfundadas cual legendarias sirenas del mar muerto de ansiedad en entallados vestiditos destacadores


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BOTANTE / TINTA NEGRA SOBRE PAPEL, 15 X 20 CM / 2014 / ESCALA DE GRISES

por igual de las poquísimas encantadurías bien ubicadas que de las hartitas sobranteces que se les desparramaban impúdicas y lastimeras. (pp. 24-25).

Como podemos ver, la precisión no se ubica en este caso en la llamada “economía de lenguaje”, sino en su opuesto. El autor establece las líneas y quiebres del relato, las escenas, los goznes y los clímax, con trazos rápidos, cortos y desnudos, pero al narrarlos acude a lo que nos atreveríamos a llamar un mexicanísimo gongorismo, echando a volar la poesía, dejando que suenen los ritmos y bombardeando nuestras pupilas con multitud de líneas y colores. Además, si no hay “economía de lenguaje”, sí la hay en lo que respecta a la construcción de la trama, pues en todo el cuento sólo son necesarios cuatro flash backs, uno por cada protagonista, para que sus personalidades y sus biografías le queden claras al lector. Mamá duerme sola esta noche presenta asimismo un retrato fiel del mexicano, sobre todo del mexicano en plan de fiesta, que por mucho que los años pasen y los tiempos cambien sigue siendo idéntico desde muchas décadas atrás. Del mexicano que se burla de los demás, pero también y sobre todo de sí mismo. Como se señaló al inicio de este comentario, el humor es fundamental en este volumen, se mantiene desde la primera hasta la última página. Pero por debajo de las vibraciones humorísticas laten el drama, la tragedia y la crítica dirigida a una sociedad que parece haberse quedado anclada en una eterna adolescencia. A lo largo de cada una de las escenas, el narrador desliza sus reflexiones y nos muestra el interior de los personajes con todos

sus defectos, sus tribulaciones, sus fantasmas. Si por fuera se divierten, en su interior carga cada cual su infierno: el complejo de inferioridad, el machismo arraigado muy adentro, la incapacidad para construirse una vida mejor, las traiciones, los rencores que por momentos salen a la superficie, la frustración de la mediocridad, la tristeza perpetua, la obediencia obligada: (Y ellos cuatro: ¿huérfanos de qué serían?: pues de todo ha de ser: porque cuando los metieron a las rebatingas del mundo ya todo estaba muy sucio, muy zarandajoso, muy resignado: nada de levantar polvaredas, ¿eh?, les enjaretaron con hierro fundido en el centro del cerebro, nada de embravuconar olas: construccionar todo esto para ustedes nos ha costado muchísima trabajosidad, hartísimo sudor y mocos, inenarrables sacrificios: así que cuídense bien de colocarlo en entredicho con rebeldías ni locuras: aprendan a ser sumisos, acaten las palabrosidades de sus mayores, respeten su voluntariosidad y todo marchará sobre ruedas: prohibido pensar, salirse del huacal, chistar siquiera: y por eso es que andaban pedigüeños de una sola verdadcita que colgarse en el costado izquierdoso del pecho, pegándose de frentazos contra las esquinaduras de la existencia, aporreándose a lo loco, sin ton ni son, descarrilando por lo más tobogán de la existencia, pasando de largo y sin afincarse en nada, ignorantemente, sandezmente, lloriqueantemente.) (pp. 95-96).

Mamá duerme sola esta noche es, en

fin, un libro de cuentos que puede ser confundido con una novela, pero también es una historia llena de humor y drama, un reflejo de nuestra idiosincrasia, una crítica a las condiciones de vida de los mexicanos, condiciones que nos han heredado nuestros ancestros, una mirada irónica y a la vez comprensiva de nuestra realidad. Es, también, una feria de las palabras. Una muestra de cómo, cuando se conoce bien la lengua española, sobre todo la lengua española hablada en este país, se le puede retorcer, estirar al máximo y encontrar en ella nuevos sonidos, nuevos significados, ritmos inéditos capaces de plasmar la existencia contemporánea. Y es, por último, un libro maduro, donde un autor como Agustín Monsreal, que ha pasado la vida entera jugando con las técnicas y las estrategias narrativas, nos demuestra que es posible escribir un producto literario de gran calidad sin dejar de divertirse ni un momento.


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[PLUMAS AL VUELO]

FASCINANTE ESCRITURA COMÚN

¥¥JESSICA NIETO

A Julieta, quien me apoyó con sus ideas y escribe mucho más que yo.

E

n su libro La cultura escrita de la gente común en Europa, Martyn Lyons desarrolla una comparación entre los procesos de alfabetización en Francia, Italia y España, desde mediados del siglo XIX a principios del XX. A Lyons lo que le interesa es desentrañar qué y cómo se escribía en este periodo cuando la escritura comenzó a democratizarse y se iba tornando de uso cotidiano para todos y todas, y no sólo para las personas de cierto status o con cierta educación.

Ahora, en esta época plagada de escri–bientes, parece increíble pensar en esto; pero hubo un tiempo en que la escritura era solo para los pudientes, para quienes podían acceder al papel y a la tinta, a los libros y a la escuela; es decir, para quienes dominaban los formatos y los instrumentos. Ahora, aprender a escribir es un derecho y desde muy pequeños somos instruidos en el arte de dibujar letras en el papel. Así, Lyons se sumerge en archivos para ubicar manuscritos como

cartas, diarios, registros de compras, transacciones, notas… todos textos de escritura ordinaria. No le interesan los textos literarios o religiosos o cualquier otro surgido de una élite intelectual: quiere estudiar toda esta escritura que suele desdeñarse, pero que, si lo pensamos, es la que ha sostenido a la humanidad: la escritura del día a día. Una de estas escrituras cotidianas es la de los niños. Lyons la menciona, pero admite que por cuestiones de tiempo y logística no pudo incluirla en su

HEDOR DE CIUDAD / TÉCNICA MIXTA, 45 X 46 CM / 2017 / ESCALA DE GRISES

LA


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estudio. Y es que basta con recordar todo lo que cada uno de nosotros hemos escrito desde nuestra primera infancia hasta la preparatoria, para que nos abrume la cantidad de texto que hemos generado. Hagamos a un lado si tiene valor literario o no: el hecho es que hemos ido dejando huellas escritas de nuestra existencia prácticamente desde que tenemos uso de razón. Es comprensible, hasta cierto punto, que Lyons se haya visto intimidado ante el discurso escritural infantil. Creo verdaderamente que es durante nuestra infancia y adolescencia cuando más escribimos. En general, todos y todas. Ya si alguien de la generalidad desea y puede seguir escribiendo con cierto afán de trascendencia, está bien. Pero cuando somos muy, muy pequeños, y empezamos a ir al kínder, es estar todo el día con los trazos; trazos que se convertirán en letras, letras en palabras, palabras en oraciones. De pronto, casi sin darnos cuenta, ya estamos escribiendo. En el texto de presentación de uno de los libros de mis hijas, uno de estos manuales para enseñar primeros trazos, la autora afirma que el proceso de aprendizaje de la escritura ocurre de manera automática. Emilia Ferreiro, una psicóloga especializada en los procesos de aprendizaje de lectoescritura, comenta algo al respecto –y ese algo resulta crucial para entender cómo desde niños se va condicionando nuestra relación con la escritura–: “Pero esa lengua escrita no es lengua escrita, es dibujo de letras y sonorización de palabras […] Sólo se trataría de asociar cada letra con un sonido y mediante una operación mágica esos objetos individuales se sintetizarían dando lugar a formas sonoras que corresponden a palabras que entendemos”.

Tiene razón Emilia en denunciar la automatización del aprendizaje de la escritura. Cuando leí la presentación del libro de mi hija, debo admitir que me escandalicé: por supuesto que no deseaba que mi hija asumiera la escritura como algo meramente instrumental, accesorio, una habilidad para ir avanzando en la escuela y ya. La escritura siempre ha sido más que eso. Pero no estoy de acuerdo en la forma en que Emilia desprecia la esencia visual de la escritura: escribir es dibujar, siempre ha sido así, y minimizarlo me resulta erróneo. De hecho, si hay algo que acerca mucho a los niños y a las niñas con las letras, es pensarlas como dibujos. Por eso de pequeños invadimos el mundo con nuestros garabatos, y las letras pueden serlo todo. Los trazos infantiles contienen la maravilla primera, la posibilidad de nombrar sin hablar, el fuego del descubrimiento. Mi hija mayor, Julieta, dice que cuando aprendió a escribir experimentó una gran “emoción, porque sentía que estaba haciendo algo nuevo, que iba a empezar a conocer cosas nuevas”. Julieta está convencida que “la escritura es importante porque puedes comunicarte y te ayuda a pensar”. No dudo que esta forma de entender la escritura sea común en casi todos los niños y niñas. Escribir es fascinante. Nunca debiera dejar de serlo, y los métodos de enseñanza de la misma deberían apuntar a esa fascinación. Quiero creer que, aunque la automatización de la escritura persiste, los niños y niñas se rebelan y, fascinados, escriben. Dibujan letras y componen cartas –todas las cartas a Santa, a los Reyes, forman parte

del discurso escritural infantil–; hacen sus tareas y cómics; crecen y comienzan sus bitácoras personales, sus diarios; escriben ensayos, resúmenes, todo lo que van aprendiendo lo van registrando. Es un universo de palabras. Lyons, aunque no lo integra a su estudio, reconoce su importancia y deja entrever cuán necesario es considerar los textos de los niños cuando se trata de hacer una historia de la escritura. Y yo ahora pienso que sí debió incluirlos, porque hay que comenzar a tomarlos en serio. Si se trata de reivindicar la escritura cotidiana, habría que empezar por ésta. También creo que una de las razones que han mantenido al margen de las historias de la escritura a la practicada por la gente ordinaria, es asumir que se usa como un mero instrumento, sin reflexionar en torno a ella, es decir, automáticamente. No dudo que en ocasiones así sea, sobre todo en estos tiempos en los que más que escribir tecleamos o texteamos con el mismo impulso automático que nos adoctrinaron desde pequeños. Pero si volvemos la mirada a la escritura infantil, encontraremos la fascinación primera. Julieta dice: “Me gusta más la escritura a mano, aunque a mano me tardo más y en la tableta, no”. Escribir toma tiempo, y en ese lapso estoy segura que los niños y las niñas piensan en cómo y en qué están escribiendo, tal y como lo harían los grandes escritores. “La escritura de los niños tiene el mismo valor que la de los adultos, no hay ninguna diferencia”, afirma Julieta, una escribiente común, ordinaria, pero fascinada.


GEODISLOCACIÓN / ACRÍLICO SOBRE TELA, 60 X 90 CM / 2015 / DETALLE EN DUOTONO

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T R E S

OBRAS SOBRE LA CRISIS

T

odas mis lecturas abordan el transporte urbano de Monterrey. Viajamos de mi casa al trabajo, del trabajo a la universidad y de la universidad a mi casa. El libro Spek, Los payasos, Ello Inc., estaba pacientemente esperando a que llegara el momento para sacarlo de mi mochila al instante en el que tomara asiento en los incómodos lugares del camión. Empezamos a avanzar y todo se movía como si de un terremoto se tratara. El calor, los saltos al pasar por un tope, al caer en un bache, el casi golpe cuando el chofer frena de repente. Son tres las obras que se me presentan, el orden no parece importar. “Los payasos” será la primera. Una colonia de escasos recursos del norte de México, Toño y Chiquilín son los protagónicos, un par de payasos poco o nada reconocidos, quienes aspiran a dejar de conformarse con marinitas y chili dogs como pago por su trabajo. Entonces viajo a esos momentos en los cuales los payasos se han apoderado del ambiente del camión, con sus chistes a veces machistas, a veces clasistas, pero que, al final del show, hacen reír. Pasan por el pasillo con su mano extendida y reciben tres, dos, cinco pesos, una paga máxima de treinta

TÍTULO: SPEK / Los Payasos

/ Ello Inc. AUTOR: Cristina Alanís,

Emanuel Anguiano, Luis Guerrero, Celeste Espinosa EDITORIAL: UANL AÑO: 2017

pesos por show en el camión. Y así me imagino a Toño y Chiquilín, pues noto los momentos de crisis por los que se pasa al desempeñarse en el arte de hacer reír cuando se inicia desde cero, leo y veo cómo estos dos payasos no son más que unos “huevones” o unos “jotos” para la gente de su barrio y para su familia; el oficio del payaso es visto como signo de degradación, pues nunca llegarán a ser considerados como artistas. Rechinidos. Gritos de “¡bajan!” y comentarios criticando al conductor, “pinche vato ni se para”. “Ello Inc.” será la segunda. Se me presenta en un formato distinto. No sé si es una obra de teatro o no. “Usted es el arquitecto de su

propio destino” dice en la primera página, frase repetida que he visto en anuncios pegados en la calle, en libros y comerciales. ¿Qué onda con la “ciencia” que promete la felicidad y la realización personal? Una pausa. Respiro de la lectura continua y veo a mi alrededor. Obreros, secretarias, estudiantes, amas de casa, profesionistas. Vuelvo a leer y noto cómo cualquiera de nosotros podría ser –o es– ese que se somete a dichas pruebas en la compañía Ello Inc, cualquiera puede sufrir una crisis en la búsqueda del destino, en la búsqueda de convertir sus sueños en una realidad. Paralelamente la obra también me muestra un


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cuadro desolador en las relaciones intrafamiliares que, al parecer, hacen que se desemboque un anhelo para someternos a cualquier medida que nos prometa ser felices. El camión se sacude, el chofer está presionando al conductor de adelante para que se mueva. Acelera de golpe y frena igual. Al final “SPEK”. Empiezo a leer y me desaparezco. El asiento incómodo se transforma en una cómoda butaca acolchada. Ya no siento calor, ni estoy sofocada, ahora una brisa agradable llega a mi piel. El pequeño y amontonado espacio del autobús se convierte en un gran y majestuoso recinto. Un teatro. Solo estoy yo, en una fila de en medio. Se abren

los telones y todo comienza. Un neurocientífico llamado Víctor y una directora de teatro llamada Eva, ellos dos contra un espektador encontrado en estado catatónico. Dicen que lo hallaron en una butaca de un teatro al finalizar una obra, que no habla, que no recuerda nada. Quieren saber por qué quedó en tales condiciones, y yo también. Víctor quiere abrirlo y Eva no parece estar de acuerdo. Es una riña entre la ciencia y el arte. Pero a ambos les conviene tal experimento. ¿Qué le pasa a una persona que está espectando? ¿Qué clase de reacciones tiene un espectador al ser sometido a “una experiencia que fue diseñada específicamente

para causarte emociones”? El arte no es todo rosas, el arte nos pone frente a nuestros demonios, nos hace reconocerlos y confrontarlos; y, a veces, nos hace salir de nuestra cotidianeidad y entrar en un estado catatónico, nos deja sin habla. Un codazo golpea mi cabeza, hace que saque un pie de mi enajenación. “Perdón”. Un sentimiento de ser abducida. Observo a mis compañeros de viaje, unos suspiran, otros miran por las ventanas. Tres obras sobre la crisis, crisis en el arte, crisis en la ciencia, crisis en lo individual. Mi otro pie queda afuera. Regreso a mi realidad y ya estoy en la calle Hidalgo. Grabiela Reyes Trejo

IN MISERICORDIA

M TÍTULO: Misericordia AUTOR:Miguel Ángel

Hernández Acosta EDITORIAL: UANL / Librosampleados AÑO: 2018

isericordia no es un libro de cómoda lectura y sin embargo lo seguimos leyendo. Queremos seguir pasando sus páginas ateniéndonos al orden de sus cuentos tal como nos lo propone Miguel Ángel Hernández Acosta, el autor. Entre sus líneas hay entreverada una persecución implacable de la memoria, donde los personajes intentan escapar sin éxito al paso de cada hoja, resignándose al recuerdo puro que no es sino la memoria despojada de artificios e incluso de prendas de vestir. El pequeño dispositivo de textos que significa este libro se acciona párrafo a párrafo en la lectura


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LETRAS

POR VENIR En nuestra próxima edición contaremos con una lectura crítica sobre la obra de dos narradoras contemporáneas, Mariana Enríquez y Fernanda Melchor; una selección y traducción de poetas suecas a cargo de Petronella Zetterlund y obra de la poeta zoque, Mikeas Sánchez; así como dos textos relacionados con los oficios de traductora y editora a cargo de Juana Adcock y Virginie Kastel, entre otros ensayos, crítica, columnas, reseñas y narrativa. Con imágenes de la obra de Chantal Peñalosa.

con la finalidad de soplarnos una maldición. Estas historias están contadas con un sello particular, como cuando se rebana con un chuchillo pan, carne, alguna legumbre, y lo que en todos esos elementos queda es la herida del mismo filo. Flannery O’Connor se expresa sobre el cuento diciendo que el problema del cuentista reside en cómo hacer que la acción que

describe revele tanto como sea posible respecto del misterio de la existencia. Si algo abunda en Misericordia es ese tipo de revelaciones, donde la existencia no solo arroja enigmas, un sinfín de preguntas, sino va signada por un cúmulo de obsesiones. Siempre he creído que los críticos literarios, e incluso varios escritores al analizar la obra de otro, soslayan las obsesiones del autor al que se

disponen a destrozar o vindicar. En la narrativa de Miguel Ángel Hernández Acosta, es clara la presencia del Diablo, y por Diablo me refiero al narrador que está en cada detalle, si es que nos apropiamos del famoso refrán anglosajón. Cada cuento de Misericordia inicia con una voz adrede contenida, para, a leves y amistosos empujones, irnos orillando al prisma colorido de


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la condición humana. Pasiones, casi todas de carácter ominoso, pululan entre cada línea y se hacen manifiestas cuando ya estamos dentro del infierno y ahí sudamos sin parar como le ocurre al narrador del relato “Cruz y Gómez”. Si alguien desea una prueba de que “el Diablo está en los detalles” lea “Villa Ocaranza”, un cuento para llenar de azoro a cualquier lector. Si algo me atrajo en particular de las historias de Hernández Acosta es que nunca pretende finales sorpresa, pero sí sorprendernos con sus finales. En “Villa Ocaranza”, sin que soltemos incómodos spoilers, se desata un motín de dementes que se lee en lenguaje cinematográfico, recordando escenas de ultraviolencia a lo Danny Boyle, como la parte climática de su filme Exterminio. Advierto que este relato de monstruos y monstruosidad no se lee sin pulsaciones en el pecho. Un libro sin emociones (ya sea emociones inmediatas o la emoción estética producto de su lectura) es un libro muerto. Martín Solares sugiere un método de escritura emocional y este consiste en colorear un texto según las emociones presentes. En Misericordia habría líneas subrayadas de color rojo por la ira, y bastante azul por la melancolía, pero también en verde y amarillo y, lo más interesante, mezclas de colores, o sea mezclas de emociones o emociones encontradas. Memoria y persistencia de la memoria son dos de los temas que en su obra explora Hernández Acosta, como lo hicieran en su momento Sergio Pitol o Salvador Elizondo influido por el cine de Alain Resnais. En “Sábado, Brasil”, una historia llena de melancolía,

nos encontramos sin querer a Rulfo, a quien homenajea el autor de Misericordia a la vez que su personaje homenajea al padre héroe que todo lo puede y todo lo sabe y resuelve. Es emocionante imaginar el encuentro real entre Rulfo y Guimarães Rosa, del que nada se supo pues fue a puerta cerrada, pero Hernández Acosta lo acomete mediante el taladro poderoso de la ficción en medio de un paraje donde, vamos cayendo en cuenta, prima una dictadura de brutalidad carioca. El narrador nunca se suelta de la mano de su héroe permanente, arrancando al olvido petrificaciones del pasado e imágenes precisas de este. El olvido es más poderoso que la memoria y viceversa. Siempre. En este libro de relatos aparece en cada uno el padre, presentado de muchas formas: a veces como el padre maravilloso, el tío que funge como padre, el padre adoptivo/ esclavizador, el padre desatento… Esta forma de telemaquia es curiosa, porque en el género cuyo más conocido precursor es Homero, es el hijo quien va en busca del padre y en Misericordia el hijo es perseguido por el fantasma y la pulsión del padre. Sin duda, los narradores de estas historias, como ocurre también en la novela Hijo de hombre, de Hernández Acosta, son seres desamparados de padre o huérfanos de padre, y sabemos que el tema del padre y su búsqueda (en este caso en el pasado, y no necesariamente para una reconciliación) son dos de los temas universales en la literatura, tratado desde el aedo griego hasta los herederos de Juan Rulfo. Misericordia n o s o b l i g a a plantearnos las preguntas: ¿por qué recordamos?, ¿por qué olvidamos?

Y también las siguientes: ¿por qué amamos?, ¿por qué odiamos? Son las preguntas básicas de la literatura, acompañadas de una interrogante más: ¿quién nos las responderá? Parece que este tema atormentaba al poeta romano Catulo. Salí agradecido y asombrado del relato que da título al libro. En el carácter metatextual de “Misericordia” (el cuento) hay una técnica que volveré a revisar varias veces por el uso de planos entreverados. Este relato emociona por varias razones, entre ellas por el acecho de un buitre, que no es sino el ave de rapiña que lleva todo buen escritor dentro, pero también por esa experimentación apenas notoria pero sí ostensible, cuya factura invita a quienes escriben al experimento propio en su propia hoja en blanco y con su propio bolígrafo. Volviendo a la maestra O’Connor, un cuento es una acción dramática completa, y en los buenos cuentos los personajes se muestran por medio de la acción. La voz discreta de los personajes de este libro los obliga a las acciones, o a la acción de recordar las acciones. Los cuentos de Hernández Acosta, reitero, están contados por seres autónomos, pero giran en torno a un punto específico del espacio, atados al mismo demonio. El cuento, digámoslo ya, es una alteración en el espaciotiempo, donde la introducción del desorden genera una historia. Depende del autor, y solo de él, en qué medida introduce el desorden en el lector. Pues bien, y esto sí lleva un spoiler alert, nadie sale de la lectura de estos seis relatos inmisericordes sin heridas en algún órgano del alma. Isaí Moreno


editorial.uanl@uanl.mx


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DISPOSICIONES

DEL AMOR L

El múseo de las mascaras AUTOR: Sergio Pérez Torres EDITORIAL: Tierra Adentro AÑO: 2017 TÍTULO:

os museos son lugares que me introducen en la posibilidad. Creo que la experiencia de entrar a un recinto en donde uno, con sus pies solamente, va trazando y extrayendo una historia contenida debería tratarse con más delicadeza que un mero registro y un gesto de falsa amabilidad. Aquí comienza todo, te dice el recepcionista en turno. Un museo es un lugar con una historia que se va contando a sí misma y que nos permite, más allá de revivirla, caminar sobre ella. Sin embargo, la mayoría de las personas no se detienen el tiempo suficiente para escuchar lo que dice cada cosa exhibida, sino que se acostumbra a repasarla por lo exterior. La contemplación es un ejercicio que deberíamos practicar con más frecuencia en los museos, en sus piezas exhibidas, en las personas que los visitan, en el cuerpo que tenemos al lado nuestro. Pensando lo anterior fue que entré con mucha cautela a este libro, El museo de las máscaras. Me pregunté si acaso habría un museo de las máscaras

tangible, con el número de museos en nuestro país no dudaría de su existencia. Un libro que se llama como un lugar; mis ojos servirían para caminar y desplazarme a través de las imágenes que Sergio Pérez Torres dispone para construir este museo a partir de los escombros de otro lugar más antiguo, el amor. Pienso en la distribución de las piezas en los museos que he visitado. Cada sala dispone un juego de elementos con un cierto orden o lógica que sostiene una versión oficial de los hechos que se cuentan. El recorrido que se prepara está dispuesto para que aceptemos los hechos sin cuestionarnos demasiado el lugar y la participación de cada personaje en la historia, lo que sucedió entre ellos, quiénes ganaron y quiénes perdieron. Los museos son, de alguna forma, una manera de legitimar una versión de la historia. A pesar de ello, en el acto individual de una visita y un recorrido propio, se pueden extraer otras versiones y, más allá, quizás descubrir otras historias. En El museo de las máscaras,


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el autor propone una idea de museo que parece más sensata y que no viene del afán de institucionalizar una verdad, sino que los poemas que levantan las galerías se disponen como elementos que, aunque se componen de materiales distintos, se encaminan a matizar los hechos a través del hablante lírico. De esta forma, el museo que Sergio levanta se construye con confesiones, plegarias, francos momentos de desesperanza que, en sí mismos, muestran sólo fragmentos de lo que se ha perdido en el camino, dejando que el lector llene los vacíos y tome, si es que lo desea, una versión verdadera para sí en la historia del amor. Dentro del museo que propone el autor las galerías se dividen por materiales; algunos con mucha distancia entre sí, como el hierro y la piel, la madera y el espejo. En cada galería vemos una historia más pequeña que contribuye a la versión con la que elegimos quedarnos como lectores/visitantes. En cada galería se cuenta la trayectoria de la relación amorosa entre el hablante lírico y un hombre que es nombrado y renombrado a través de los materiales de los que están hechas las máscaras. Este hombre amante muchas veces es el faro que guía los puntos más altos y más bajos del hablante lírico, que después de las euforias del amor, se encuentra en busca de su propio sentido. En un punto del poemario, por ejemplo, se pregunta si vale la pena dejar palabras habitando un hogar que ya no existe. También reflexiona sobre la función de la memoria: ¿para qué sirven los recuerdos? Y de esta forma, enuncia que "lo terrible de una cárcel no son sus paredes / es la ventanilla que nos recuerda el exterior y donde perder toda esperanza es una victoria extraña". En este libro la memoria, además de reconstruir sobre el escombro,

alimenta un deseo estéril por encontrar algo del amado que ya se ha ido. El hablante lírico no tiene más remedio, entonces, que construir un propio lugar en donde poder revisitar lo vivido, y con los recuerdos que guarda, erigir galerías para consagrarse a su historia. Lo anterior es un ejercicio mental muy recurrente después de una ruptura: tomar lo que queda y erigirle un sitio dentro de nuestra memoria y visitar el sitio hasta agotar sus posibilidades. Aunque de lo que sucedió sólo queden fragmentos de una historia versionada por el deseo y la desesperación. Ahora bien, las máscaras usualmente funcionan si ocultan el rostro de quien las porta. En este museo, la máscara funciona para mirar hacia el anverso de lo que se nos cuenta en los poemas. La atención de los textos no está centrada en que miremos a la máscara, lo exterior, lo que se puede ver de lo que ocurre entre los dos amantes, sino que miremos en el anverso. Lo importante de la disposición de los poemas es que su lenguaje cargado de imágenes que apuntan hacia lo interior y nos hacen dirigir la mirada a otros lugares de la misma escena, incluso como si el otro amante fuera el nuestro y lo viéramos distorsionado de tan cerca que se encuentra: "es cierto que era alto como encino / y que en él los ojos se detienen / como si quisieran descansar del mundo". Conforme se avanza en las galerías de este museo también conocemos cómo se caracterizan los amantes. La voz lírica construye y contiene con suma fragilidad los recuerdos con los que construye lo que puede con lo que queda. El otro amante (que es uno y otros) se configura desenfadado, dominante y terrible. A pesar de lo anterior, los versos de Sergio no incurren

en el lugar común al hablarnos del otro. Los versos que lo llevan a nuestra mente rescatan los detalles más finos del cuerpo, casi como fragmentos que sugieren una belleza avasalladora, mas nunca se nos muestra completamente. La sugerencia es la herramienta principal en su construcción, los detalles de su corporalidad dejan espacio para que el lector complete su imagen, a través de los fragmentos propios de la memoria. De esta forma, el recorrido que realiza la voz lírica a través de su historia, es también el del lector. El camino que se sigue a través del recuerdo es confuso, por largo e impreciso. Hacia el final de este museo la voz lírica se encuentra ya exhausta y sale de su memoria para intentar enunciarse desde otra parte. El tono de los últimos poemas surge desde lo que está fuera de lo planeado para mostrarse, máscaras fuera de exhibición. La resignación que produce la pérdida y la búsqueda de reconstrucción de ella misma después de tanto: ¿qué habrá de ocurrirme en el olvido?, se pregunta en uno de los poemas. La incertidumbre de lo que pasa después, en ese lugar fuera de nosotros, en el borde de nuestra memoria. Más allá de todo, lo importante de este libro es el tratamiento y la exploración de las formas que va tomando el recuerdo con el paso del tiempo. Las revisitas al amor que ya no existe son recorridos de un museo en el que nos contamos de nuevo lo vivido desde el dolor, la contemplación y la pérdida. Lo hacemos siempre y de otras formas, por ejemplo, observando por la noche las galerías de nuestros teléfonos, mirando las fotografías y preguntándonos qué ocurrió con todo aquello, qué depara para nosotros el olvido. Irma Torregroso


AU TO R E S

FRANCIA PERALES. (Tamaulipas, 1990). Ganadora del concurso de poesía “La Mujer y la Independencia en América Latina” The University of Nottingham 2013 y del Premio Municipal de la Juventud 2014 en San Pedro Garza García. Ha publicado en antologías y revistas digitales en México, Chile, Argentina y Venezuela. Su trabajo literario y escénico la ha llevado a presentarse en encuentros y festivales de poesía en Colombia y Cuba, y foros de derechos humanos y de diversidad sexual en México. DENISE LONGORIA. (Monterrey, 1991). Poeta, escritora y artista performer, licenciado en letras mexicanas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Cursó estudios de teatro en la escuelita de teatro de la misma Facultad, y danza contemporánea de forma independiente. Autodidacta en desarrollo de empresas digitales y páginas web, fundó y dirige desde 2017 Freeskull por Denise Longoria, escuela digital para artistas y empresarios culturales. En deniselongoria.com publica regularmente y mantiene comunicación sobre sus actividades artísticas y literarias. IVÁN MEDINA CASTRO. Diplomado en Creación Literaria por la UNAM y Especialista en Literatura Mexicana por la UAM. Actualmente cursa la maestría en Literatura Hispanoamericana en la UAEM. Autor de Saqueador de tumbas (Tintanueva, 2008), Espíritus de paz (Oblicuas, 2010), En cualquier lugar fuera de este mundo (CONACULTA, 2012), y Más frío que la muerte (UAM, 2017). Ha participado en charlas referentes a la creación literaria en universidades como Universidad de Caldas en Manizales, Colombia y Northeastern Illinois University, Chicago. LUIS SÁNCHEZ. (Monterrey, 1982). Ha cursado talleres de narrativa con Dolores Hernández, Mario Anteo, Coral Aguirre y Patricia Laurent Kullick; y de creación de ensayo con Víctor Barrera Enderle. Ganador del certamen Transfrontera convocado por la revista Arcilla Roja, de Zacatecas, con el cuento “De regreso”. Ha escrito, producido y dirigido 6 cortometrajes de ficción bajo el sello De Regreso: https://vimeo.com/deretache. Actualmente colabora con artículos de opinión en el portal de noticias “Julio Astillero, periodismo con credibilidad”. VÍCTOR BARRERA ENDERLE. (Monterrey, 1972). Trabaja con diferentes registros como el ensayo, la crítica, la historiografía de la literatura, etc. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores de México. Fue director de Armas y Letras y coordinador del Centro de Escritores de Nuevo León. Es presidente de la revista Levadura. Sus libros más recientes son El centauro ante el espejo. Charlas y apuntes sobre el ensayo (UANL, 2017) y Reyes. La conquista de la vocación. Vida de Alfonso Reyes en tres ensayos (Universidad de Guanajuato, 2019).

FERNANDO J. ELIZONDO GARZA. Escritor y editor literario y científico. Profesor Emérito de la UANL. Ha publicado 6 libros, entre ellos: Historias Megicanas en Libros de la MancuspiaFONCA, 1998; El Metodicón en Editorial UANL, 2006; Son de sin ton ni son en Ediciones Intempestivas-CONACULTA, 2013; El libro de la musa en Vistalmar Editores, Cuba, 2014. Ha sido antologado en más de 12 publicaciones. Ha participado en más de 20 eventos literarios nacionales e internacionales. LORENA SANMILLÁN. (Monterrey, 1973). Arquitecta, narradora, tallerista y promotora cultural. Diplomada en Creación Literaria por el INBAL. Forma parte del Consejo Editorial de la revista Papeles de la Mancuspia y coordina Ediciones Especiales en la misma. Fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León. Su poemario Retales de mi vida obtuvo el Accésit y Mención Especial del Jurado por la Revista Katharsis de Madrid. Ha obtenido diversos premios de minicuento, cuento, y crónica. Escribe en http//:lorenasanmillan.wordpress.com MARÍA FERNANDA MARTÍNEZ QUINTANILLA. Estudia la licenciatura en Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Fue becaria en el Festival Cultural Interfaz “Desdibujando límites” en agosto 2017 y es actual becaria del Centro de Estudios Humanísticos UANL. Ha publicado en las revistas Levadura y Deslinde. Trabaja como editora en Ediciones Atrasalante. Actualmente realiza su tesis acerca de la figura de la mujer en el discurso de la prensa conservadora del siglo XIX en México. RAMÓN DÍAZ ETEROVIC. (Punta Arenas, Chile en 1956). Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura 1995 y Premio Municipal de Santiago en el género de novela, 1996 y 2002. Entre sus libros destacan la serie de novelas protagonizadas por el detective Heredia, que abordan los crímenes políticos en Chile y Latinoamérica, premiada y traducida a diversos idiomas. Destacan también la novela Correr tras el viento, y los libros de poesía El poeta derribado y Pasajero de la ausencia. MARGARITO CUÉLLAR. (San Luis Potosí). Estudió periodismo y una maestría en artes en la UANL. En 2003 obtuvo el Premio de Poesía otorgado por Radio Francia Internacional. Su poemario más reciente es Las edades felices. Es editor, maestro universitario y colaborador en Grupo Milenio y la revista Nexos. SHEN HAOBO. (Jiangsu, 1976). Es poeta y editor. Se graduó de la Universidad Normal de Beijing en Filología y Literatura China. Fundador a finales de los años 90 del movimiento literario Partes Bajas, que refiere a un estilo poético signado por temas y lenguajes terrenales. Fundador de CEO Beijing Motie Book Co., editorial independiente de gran prestigio en su país natal y que ha innovado en formas de distribuir literatura en soportes digitales e internet.


AU TO R E S

SUN XINTANG. Profesor de la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing y subdirector del Centro Regional de Institutos Confucio para América Latina. Es coordinador académico del proyecto de traducción “Joyas de Literatura Contemporánea China”, de más de treinta tomos literarios. Ha traducido de chino a español y de español a chino obras de diversos autores. MARCOS DANIEL AGUILAR. (Ciudad de México, 1982). Estudió comunicación política en la UNAM. En 2004 fundó Palestra, revista literaria. Fue guionista de noticias del Instituto Mexicano de la Radio; reportero para el Canal 22 de México y editor en jefe de la Agencia de Información Cultural N22. Ha colaborado en Armas y Letras, La Jornada Semanal; Maldoror, Punto en Línea, Rúbrica, y Relatos e Historia en México. Es coautor de Facciones. Ensayos sobre Alfonso Reyes, editado por la Universidad Veracruzana. DAVID RODRÍGUEZ (DEI VED). (Monterrey, 1990). Licenciado en Artes Visuales por la UANL. Ha participado en festivales artísticos como Bella Vía, Enlazarte y Legado Encuentro Multidisciplinario, y como artista seleccionado en Ciudad Mural San Nicolás y Ciudad Mural Iztapalapa, organizado por Colectivo Tomate. Fue reconocido por la pieza de video “La poesía Morelos collective” dentro del taller TURBINEGENERATION organizado en asociación MARCO-TATE- UANL en 2012. Primer lugar de MasterPeace México “Más de 43”, en la categoría de caricatura, en 2016 con la obra “Vivos siempre”. CRISTÓBAL LÓPEZ CARRERA. Investigador de tradición oral y religiosidad popular del Noreste. Coordinador de la Kooperativa Rayenari, colectivo que realiza proyectos de investigación y análisis sistémico con metodología TRIZ. La Kooperativa Rayenari distribuye libros como fuente de financiamiento y edita una colección de microdosis textuales; su último libro, sobre el venado en la región, ha sido coeditado con la Planetaria: Archivo de investigación y documentación autónoma. CAROLINA OLGUÍN. Poeta, profesora de lengua y literatura y editora independiente. Es autora de Libro de la vigilia (Abismos Casa Editorial, 2014). Sus publicaciones han aparecido en revistas como Tierra Adentro, Letras Explícitas, Revista de la Universidad de México, Armas y Letras, así como en antologías nacionales, y periódicos y revistas de Bolivia y Venezuela. Colabora en La Resolana de Nuevo León y Revista Levadura. Su libro más reciente es Canicular (Mantis Editores/ Conarte, 2019). ROSA ALBINO GARAVITO ELÍAS. (Santa Cruz, Sonora, 1947). Es economista por la UANL y maestra en Sociología por la FLACSO de Santiago de Chile. Profesora investigadora del Departamento de Economía de la UAM-Azcapotzalco, fundó la revista El Cotidiano de la misma institución. Fundó la revista

Coyuntura del Instituto de Estudios de la Revolución Democrática y ex directora de ese Instituto. Colaboradora en La Jornada y El Universal, y en diversas revistas y libros sobre economía, economía laboral y política. Es Premio Nacional de Periodismo, 2002. JUAN CARLOS ABRIL (Los Villares, Jaén, 1974). Poeta, traductor, editor y crítico literario. Doctor en Literatura Española por la Universidad de Granada, donde es profesor. Forma parte de numerosas antologías y ha coordinado otras, como Deshabitados (2008), o Gramáticas del fragmento. Estudios sobre poesía española para el siglo XXI (2011); también ha preparado ediciones de autores como Luis García Montero, J. M. Caballero Bonald, y traducido, junto a Stéphanie Ameri, obras de Pasolini, Michaux y Marinetti. Dirige la revista Paraíso. ALBERTO CHIMAL. (1970). Escritor, practicante y estudioso de la escritura digital. CNN México incluyó su cuenta de Twitter en una lista de las 140 mejores del país. Mantiene el sitio web: www.lashistorias. com.mx EDUARDO ANTONIO PARRA. (León, 1965). Narrador y ensayista. Por el relato breve “Nadie los vio salir” ganó el Premio de Cuento Juan Rulfo 2000. Fue becario de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation en 2001. Su libro más reciente es Desterrados (2013). JESSICA NIETO. (Monterrey, 1982). Editora, ensayista y aspirante a calígrafa. Fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León en 2010. Ha publicado el libro Metal de la voz. Ensayos en torno a la escritura literaria (Ediciones Intempestivas, 2011). GABRIELA REYES TREJO. (Monterrey, 1997). Estudiante de la Licenciatura de Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Ha publicado en la revista digital Levadura, y es becaria por Centro de Estudios Humanísticos. Miembro activo del Colectivo Polifonías ISAÍ MORENO. (Ciudad de México, 1967). Doctor en matemáticas por la Universidad Autónoma Metropolitana. Licenciado en Lengua y Literaturas por la UNAM. Es profesorinvestigador en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Su novela Pisot obtuvo el Premio Juan Rulfo a Primera Novela en 1999 y Orange Road, el Premio Nacional de Novela Corta Juan García Ponce en 2016. Colabora en revistas literarias, suplementos y blogs culturales. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. IRMA TORREGROSA. (Mérida, 1993). Licenciada en Comunicación Social. Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2012 y Premio Hispanoamericano de Poesía San Román 2017. Profesora en el Centro Estatal de Bellas Artes, en Yucatán.





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