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TINTERO
UÑAS DE NIÑAS
Aída GAXIOLA*
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Existen muchos temas que pueden ser foco de equidad, sin embargo, cuando la atención se va a los temas de género, mi niña interna empieza a hacer revolución.
Entonces, estás con tus hijos tratando que la sobremesa de un desayuno de domingo no se vuelva jurisprudencia del porqué los más pequeños hacen menos o más tareas que los grandes. O bien, porqué las niñas pueden o no hacer cosas que los chicos pueden o no realizar. La verdad es que, cuando un adolescente se monta en su burro de “tener la razón”, es muy difícil que el burro no termines siendo tú, pero como madre, siempre intentas que cada plática cuente (por eso del tiempo de calidad o por la culpa del poco tiempo). Entonces, dentro del juicio oral llamado “Desayuno”, intervienes cual abogado del diablo diciendo: “Lo que quieres o no hacer, es lo que te nace”. En eso, tu hijo el grande te interrumpe y dice “¿Ves?, por eso te digo, las mujeres son las únicas que les nace hacer algo”. Tu, escuchas una voz interna que te dice “Este San Pendejo del Youtube, machista” (emoji de la mujer pegándose en la frente con blusa azul), te acomodas el pelo y tratas de replicar, cuando tu hijo el chico dice “Pero entonces, ¿las mujeres sí tienen cosas exclusivas que solo ellas hacen o pueden hacer?”. Volteas para contestar cuando el mediano exclama “¡Pues claro!, las mujeres son buenas para cosas específicas”. Aquí, tu feminismo ya está que revienta del coraje, pero tu conciencia te grita “No los mates, no sabes qué hacer con los cuerpos”. Para liberar el nudo feminista atorado, ibas a empezar a aleccionarlos cuando de pronto, el más pequeño, con toda la inocencia te dice “Pues creo que en lo que sí son buenas las mujeres es que ven cosas de sus hijos que nadie más ve ¡como magia!, y son buenas pintándose las uñas de la mano izquierda. Recuerden que ninguno de nosotros pudo la otra vez”.
Con cara de “NOS CACHARON”, mis hijos dieron término al desayuno y la sentencia se dio con ese argumento: que resolvió el misterio del barniz azul roto y de la mancha de la alfombra con forma de Goku.
* Psicóloga Clínica, madre, yogui Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano.
aidagaxiolav@hotmail.com

Cuando iba a su casa y veía que los reclamos eran los mismos, yo aconsejé al muchacho que pusiera atención en cumplir sus tareas para no ser reprendido y de paso le advertí que no hiciera enojar a mi madre. Con las semanas, el muchacho parecía mejorar, aunque había otra cosa que me molestaba de él, era la forma en que trataba a mi madre, pues ella se quejaba que la ignoraba y se la pasaba todo el tiempo en el teléfono, bueno en realidad esto último lo hacía con toda la familia, puesto que yo nunca llegue a conocerle aunque sea un poco. Dicen por ahí que uno no se puede encariñar con lo que no conoce. I N T R U S O M A L E D U C A D O Siempre he tenido un carácter fuerte y explosivo en el que trabajo a diario, ya que me he convencido Jasmina HARTIANA* a mi misma que hay batallas que no valen la pena librar. Ese día llegué temprano y el “niño” Hace poco, mi madre aceptó al hijo adolescente de una pariente lejana. Su madre se fue a trabajar al norte y le encargó al “niño” en lo Si acudías por esos días a la casa de mi madre, la cantaleta era siempre la misma hacia el adolescente: recoge tus cosas, tiende tu cama, se rehusaba a hacer sus tareas, solo quería estar pegado al teléfono y amenazaba a mi madre con marcharse a vivir con una de las amigas de su que ella realiza su trámite de residencia, ya que te tienes que bañar, no dejes sucia la tasa del baño, madre. No resistí más, le hablé a gritos y le dije sus hijos mayores nacieron allá; el trato es que recoge el bello que tiraste al rasurarte, etc., etc. que hiciera su maleta y que yo mismo lo llevaría; estaría un par de meses. Yo me acuerdo que aprendí a lavar mis calcetas creo que lancé un par de maldiciones. Salió la
La combinación resulto fatal; mi madre es una y calzones a la edad de siete años. Desde joven mujer de más de sesenta acostumbrada a dar los intrusos mal educados. Una de mis hermanas lecciones de grado militar a sus hijos, empleados y los dedicaba hacer el aseo de la casa. me acusó del uso excesivo de furia hacia el pobre a todo al que se acerqué a pedir un simple consejo. Realmente agradezco a mi madre esa parte chamaco e incluso, me pidió que me disculpara El muchachito, bastante consentido y casi con de orden y disciplina, gracias a ello ahora soy una con él; le contesté que no porque no me arrepentía nula educación, ya que fue dejado al cuidado de adulta y no una niña que aún vive con ella. Soy y que posiblemente era de las pocas personas su abuela desde hace tiempo, la cual falleció y ya no hubo quien lo cuidara. Aprendí a manejar moto y carro, gracias a ella, lo cuando era necesario usarlos. Esa misma tarde, que me hace una mujer independiente. Pago mis pasaron por el muchacho. Le deseo que aprenda *Soy fotográfa y cuentista Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail. com propias cuentas y aunque decidí no tener hijos, planeo desde ahora mi vejez o alguna enfermedad hacerse funcional en este mundo, pues es la base para una autoestima sana y sobre todo, que no en el futuro, ya que no deseo ser una carga para vuelva a ser la visita de mi madre. mi familia.