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EQUIDAD DE GÉNERO
Mary LINARES*
En la historia de todas las naciones, destaca la prócer que forma el país actual. En nuestro caso, es al Padre Don Miguel Hidalgo y Costilla, a quien le debemos el inicio de la independencia con el Grito de Dolores en 1810. comenzar, veremos que, ya mayor, fue papá, pues tenía más de 50 años cuando comenzó la 1753. Y, aunque con mucho brío para la lucha, hemos de admitir que su edad ya era avanzada; como papá mayor le faltó poner disciplina a su vástago recién nacido.
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No olvidemos que ya era padre de cinco hijos más que no le impidió su condición de cura y aunque era una persona grande de edad, trató de llevar el ritmo del México naciente, aunque ni siquiera era un buen padre proveedor, y se ausentó muy pronto.
Así que en esta ocasión quiero tomarme una taza de té de tila con Don Miguel para ponerlo al
* Mujer de tiempo completo.
carmenlinares_mujeres@hotmail.com
tanto de cómo se encuentra la niña de sus ojos:
Don Miguel Hidalgo y Costilla, le quiero comentar las consecuencias de ese Grito de Dolores. bastante mal lograda, tuvo una adolescencia revolucionaria y grandes carencias afectivas por las constantes guerras internas; tal vez por eso o por de las riquezas para seguirse mintiendo asimisma y manteniendo “las formas” ante los demás. en otro momento, un gañan le quiso ver la cara con un violador por más de 70 años, bueno, mejor le paro porque le veo la cara de dolor. que necesitaba estar sobrio y ponerse a trabajar para pagar todas las deudas, muchas ya añejas, fueron años violentos porque para desintoxicarse, hubo que cortar con todas las drogas y no le fue posible. a una secta mesiánica que lo está llevando cuesta abajo. Yo sé que ha de ser muy triste escuchar el
En su esperanza por recuperarse, hizo varios transparente para no volver a caer en el engaño enderezar el camino y evitar parejas abusivas. su salud estaba protegida, lo de la escuela nunca de preocuparse de ella porque la tomaron un grupo de rijosos que ya están deteriorándola gravemente. ¿está bien?. No llore, cálmese, el médico y seguramente podamos rehabilitar a
Detrás del 10 de Mayo
Enriqueta PÉREZ*
San Luis Potosí, SLP.- Saben, me siento extraña escribiendo sobre ella. ¡Qué puedo decir yo ante ella que era una poeta! que sabía de la belleza de las palabras en sus imágenes acompañadas casi siempre de un sentimiento de nostalgia y añoranza del qué hubiera sido. Los humanos somos bastante contradictorios, probablemente por eso los alienígenas no nos han contactado aún, puede que ellos no gocen tanto del sufrimiento por el mal de amores, por ejemplo. De lo que sí puedo hablar, es de cómo era ella conmigo. Mi abuela no era un caramelo endulzado, pero a su manera me demostró su afecto a mí y al resto de sus nietos. No recuerdo jamás haber recibido un regaño de mi abuela. Cocinaba las cosas más deliciosas que he probado en mi vida, como su nicuatole que cero que ver con los venden en las esquinas, lo tamales michoacanos, su calabaza dulce remojada en un tazón con leche, sus bocadillos de papa. Todavía no entiendo a qué hora encontraba el tiempo para sentarse a escribir sus poemas. Su casa era como un mueso de reliquias que guardaba muñecas de otro tiempo, libros, bajillas de cerámica y huevos de barro de los que salían animales diversos, desde mamíferos, reptiles, y elefantes. En aquella casa, había un cuarto dedicado a los libros, había algunos estantes, pero la mayoría de los ejemplares yacían en el suelo amontonados. Ahí, en esa casa, tuve mi primer acercamiento con la lectura. El primer libro que me fascinó fue uno que hablaba acerca de los mitos griegos y claro, después con la adolescencia, no pude separarme de las novelas rosas que ahí convivían.
Era una mujer testadura, aunque no recuerdo nunca haberla visto con ese carácter fuerte en la versión de madre que la propia conoció. Más bien, me parecía, en mi juventud tonta, una mujer obstinada que se negaba ser cuidada por sus propios hijos. Y ahora, en mi adultez, entiendo a la perfección su postura. Para ella, lo más importante era su libertad y esa sólo la podía encontrar ahí en su territorio, en su casa museo. ¡Ah!, pero aún no les he dicho él porqué su casa estaba llena de diversos artículos; era porque ella había sido propietaria de una tienda de regalos. Sacó adelante -mediante esta labor y la venta de comida- a sus tres hijos, ella sola, porque el abuelo emigró a los Estados Unidos y sus visitas, al igual que el dinero, se volvieron esporádicas.
Su salita llena de documentos y con su máquina de escribir lista para crear algún verso, estaban ahí en la mesa de centro. Sus amiguitas que la visitaban y las frases ingeniosas con las que solía responderles, también estarán ahí, en mi memoria. Pero sobre todo, las ocasiones en que recostadas en su cama, me compartía historias mientras le amasaba su mano para cubrirla posteriormente con una venda para evitar algún dolor. Son innumerables los recuerdos, lo legado por ella es inmenso; solo encuentro una forma de corresponderle en su reciente partida: su valor y terquedad para defender lo único que probablemente tenemos; la libertad para decidir la forma en que deseamos hacer nuestra vida. ¡Gracias por todo mi querida Doña Lucha donde quiera que sea que ahora brilles!.
* Socióloga por la UNAM. Actualmente soy Coordinadora académico del Programa Diploma de la Organización del Bachillerato Internacional, representante legal de Ambientare A C. Consultora de Ánimos Novandi AC en SLP, docente y oaxaqueña de corazón.