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Midnight Vaquero // Gerson Gómez Salas

Te lo juro cabrón, siempre tuviste buen gusto con las viejas. Te valía verga donde las conocieras. Si en la pista desgastada del Azul Tequila o el privado humeante del Desextres. En el after alterado del Chocolate o el precopeo inflamatorio del María Tequila. Todos los días te descolgabas. Les endulzabas el oído. Siempre supiste como hacerla. Eras todo un misterio con los asuntos de la lana. Manejando pura troca del año. No bebías una sola gota de alcohol ni probaste tabaco. Ya con ver las ruinas vivientes de tus padres desdentados, en los puros huesos, malviviendo hacinados en casa. Donde las moscas hicieron sus nidos en la cocina y en los sanitarios. Te cansaba el aroma a podredumbre. La densidad del aire contaminado y sin circulación. Nunca brillaron los pisos de la estancia. La cochera se llenó de tierra y aceite a media combustión. Te enculaste de una morra de San Bernabé. Prejuicios de clase, la mamada. Da lo mismo una forrada en billetes como una sin lana. Le presentaste a tus zombies padres un lunes. Luego se encerraron en la habitación a coger. No traías humor de andar en la resolana buscando hotel con alberca o mínimo yacusi. Encendido el aire lavado bajaste las cortinas hasta el piso. No te molestaba tanto la luz de la canícula de Monterrey filtrándose por el ventanal ocalentando los muros intermedios de la construcción, sino lo cadavérica de su figura. Te parecía una superviviente de alguna hambruna africana. Cogieron como perros. Aullaron heridos de sed. La tomaste de la mano desnuda y la llevaste a la ducha. En el sanitario, la mierda de una cagada reciente. Las moscas dándose un festín. Puta madre, volvieron a reducir el agua. Ni modo morena, le dijiste, como crucificados, pegados a la cebolla. Aguanta el aroma de la caca de mi hermano. Saliendo de la ducha nos vamos a comer a un restaurante. Como pudieron se enjabonaron, mientras le repasaste su sexo con la lengua. Te lo prometo morena, te voy a poner tetas en menos de dos meses. Así lo hizo. Fue la primera de varias cirugías. Pasó del discreto top deportivo a 36 DD. Luego la lipoescultura para vientre plano y nalgas alzadas mirando al norte. Le afiló la nariz y le retiró el sobrante de piel de las mejillas. La puso al tiro. Ella le correspondió tatuándose el nombre en el pubis depilado a la manera de mohawk. Por toda la zona norte de la ciudad imposible no verlos pasear en la motocicleta todo terreno. Un martes, le invitó a una party con las compañeras de la boutique. En el Smith llevaron sus trajes de baño. La tarde con tragos coquetos a precio por las nubes. Se hicieron notar en la barra, mientras mojaban los pies en el agua de color verde esmeralda. Te presentó a su mejor amiga Yadira. Un poco rellenita para tus gustos y demasiada blanca lechosa en la textura de su piel. Las salpicaste a ambas con un clavado descomunal. A la salida de la piscina la abordaste en los baños. Le pediste el número de celular. Guiñaste un ojo e invitaste otro tequila frappe. Por medio del WhatsApp te enteraste de su situación sentimental. Madre soltera con bendición viviendo en casa de sus padres. Sus sueños de éxito, salir a cuadro en televisión. Hacer vida con un buen hombre. No como con el cabrón quien jamás se hizo responsable de su niño. Te fuiste deslindando de tu pareja y encariñando con Yadira. Le permitiste a su hijo te llamara papá. A los 27 es buena edad para sentar cabeza. Tomar juicio, ser independiente. Harto del aroma de tu hogar, la mierda flotando en el sanitario y los trastes a medio lavar en la cocina. Le propusiste matrimonio a Yadira. Hablaste con sus padres. Le darás vida de reina. Con auto del año y le abrirás las puertas de los medios de comunicación. En todas partes te llamaban el licenciado. Con esa carta de presentación imposible no resaltar. Comulgabas con los asuntos penales, defensas y amparos para criminales del fuero federal, los importantes. De esa cartera salieron los billetes de las operaciones, como con la primera. Hasta el mismo cuchillo del cirujano plástico. Para no fallarle con el tamaño de las prótesis. Hizo precio al ser cliente frecuente. Consumidor de sueños en formato femenino. En los pasillos de las televisoras reconocieron tu talento de gestor para aficiones privadas. Así le permitieron audicionar en los programas de variedades, en la barra nocturna. Para el enlace nupcial la Catedral Metropolitana de Monterrey. Frente a la Virgen lloraron mientras le colocaban el ramo de rosas. A Yadira le construyeron su castillo en el municipio de Apodaca. Con acceso restringido a las mansiones de medio pelo. Para los clientes en los juzgados penales, el licenciado Landeros las podía todas. Como cuando en su época de estudiante becado driblaba en el futbol soccer, con el número 10 en los dorsales. El midnigth vaquero se tatuó esa leyenda en su brazo izquierdo, rodeado de rosas espinadas y del nombre de su mujer. Así fue como lo reconocieron sus familiares la tarde del sábado de su ejecución, en un terreno baldío al lado del Aeropuerto del Norte, frente a los hoteles de paso y la carretera a Laredo.

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