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Editorial

EN AQUEL lejano 5 de febrero de 1964, un grupo de profesores llevaron a cabo la fundación del Sindicato de Trabajadores de la Universidad de Nuevo León (STUNL). En esa época, los universitarios —trabajadores y estudiantes— no solían ser sujetos dignos de mención para los periódicos y las estaciones de radio y televisión, como no fuera para difamarlos y tergiversar sus causas y sus denuncias.

El STUNL, al nacer como organización independiente, además de velar por los intereses de sus miembros, se proponía luchar por la democratización del país, del Estado y de la universidad. Al surgir, fue recibido con la animadversión propia de los sectores políticos, económicos y sociales más retrógrados, los cuales le aplicaron un trato discriminatorio y excluyente, haciéndolo objeto de constantes ataques con el fin de aniquilarlo; en este acoso se empeñaron diversas autoridades gubernamentales y universitarias de ese tiempo, quienes hicieron acopio de los recursos más ruines a su alcance: la represión, la corrupción y la división.

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Muchos profesores participaron en la fundación e inicial consolidación del STUNL, lo cual hace imposible mencionarlos a todos; pero los siguientes nombres emblemáticos los representan:

Vicente Reyes Aurrecoechea, Ángel Martínez Maldonado, Rolando Guzmán Flores, Manir González Martos, Mario López Ramírez, Héctor Menchaca Solís, Gonzalo Ocañas Domínguez, Omar Arteaga Elizondo, Hugo Padilla Chacón, Rafael Serna Treviño, Arturo Cantú Sánchez, Román Garza Mercado, Alfredo Delgado, Martín Martínez, Horacio Salazar Ortiz, Jaime Aguilera Barraza, Roberto Flores Escobar y Rodrigo F. Barragán.

Aquellos primeros sindicalistas fueron visionarios. Abundantes logros así lo demuestran. Mencionemos sólo dos de ellos: integraron en una sola organización a todos los trabajadores —docentes y no docentes—, caso único en las universidades mexicanas hasta nuestros días, y sentaron las bases, en los documentos básicos, para que, en 1969, sus miembros pudieran ser un firme pilar —al lado del estudiantado— en la lucha y el logro de la autonomía de su centro de trabajo: la Universidad de Nuevo León.

Aunque los escenarios actuales son muy diferentes a los de hace 55 años —en lo político, lo económico, lo social y lo cultural—, el STUANL sigue de pie como factor de unión de los trabajadores. Y en nuestros días, este hecho constituye un suceso digno de mencionar y recordar.

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