
1 minute read
El arte de José Clemente Orozco, por Alfonso Reyes Aurrecoechea
Todo el escenario del pintor es la humani- dad, la humanidad toda, con sus grandes pasiones, sus altas cualidades y sus do- lientes lacerias. En ella se inspira y de ella recoge todos los detalles que pueden dar forma a la ex- presión de su mensaje recóndito. Los violentos escorzos, las formas grotescas de la convivencia social, las escenas de manicomio, los arrebatos de heroicidad, toda esa escala de sucesión de la vida real que le impresionan vivamente, suelen encon- trarse en sus tremendas creaciones artísticas.
“La pintura, como la música y la poesía, es una expresión bella o fea que trasmite algu- na idea. Una expresión determinada, buena o mala, pero expresión al fin. Lo importante es que diga algo”, dice el artista. Y es que Orozco ha reunido todo un mundo de formas que utili- za como válvula de escape de su mundo interior. Toda su obra ha sido una expresión permanente, una larga e intensa expresión que se afianza en el espectador como un abrazo convulsivo y atra- yente.
Advertisement
Orozco es el único que ha logrado destacar su obra –de perfiles inimitables y originales– como el más legítimo índice orientador que se alarga hacia la definitiva estructuración de este impor- tante y novedoso empeño: dar carta de natura- lización universal a la pintura moderna mexica- na. Él se ha esforzado por hacer del movimiento pictórico nacional, un modo clásico de pintura. Convencido de que el academicismo y todas las tendencias anteriores son expresiones en desuso, en decadencia, ha puesto todo su genio en conso- lidar la ruta de la pintura mexicana y presentar- la ante el mundo como el más natural camino hacia la salvación del arte. §
[Fragmento de: “El arte de José Clemente Orozco”, en Armas y Letras, Boletín mensual de la Universidad de Nuevo León, Año IV, Núm. 4, 30 de abril de 1947.]