Revista Alcantarilla No. 10

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BRUJAS & CHOLITOS II
REVISTA ALCANTARILLA
EL SILENCIO DEL VACÍO IVÁN CARVAJAL
PanteónMunicipalÁngelaPeralta,NADIAVERDE,MAZATLÁN
Alcantarilla @revista_alcantarilla_mzt @alcantarillamzt ÓLEO SOBRE TELA PREMIO ESTATAL DE ARTES VISUALES DE HORROR DE SINALOA 2022
laballenaliterata@gmail.com Revista

EL MIEDO: Ingenio enhebrado

TOBÍAS TATÚ DE DUTZ, CDMX, 1978

“Quiéntodolopuede,hadetemerlotodo”

El miedo atraviesa a la corporalidadparacontraefectuarse. Lo que aplica es un desorden para enfrentar las incertidumbres.

Las maximiza, pero es sólo una de las vertientes de su función. El temor elabora su fuerza como instrumento inmaterial para la manufactura de otra idea, otro ímpetu, otra acción que le sea ajena. Hay un impasse, pero es el primer actuar para cosmografiar sus líneas. La incisión del pavor ejecuta una oscilación en los cuadrantes que dejan de serlo para metamorfosearse oblicuos. El aparato de terror se conserva en un estado de desercióninserción para su desarrollo que ocurre entre lo embrionario y lo cuasi-concreto. No hablamosdecuestionesmeta-

físicas, estamos desenvolviendo la práctica del miedo transversado como terreno a forjarse en potencias, en magnitudes a canalizarse activas y jamás como actuantes reactivos.

ElfilósofofrancésGilles

Deleuze y el psicoanalista Félix Guattari enriquecen la arista por la que el miedo surca como elemento alotrópico(ellosloasignanalacuasi concreción máquinica) y no a una inyección hermética. “Pues como hemos visto, toda máquina es máquina de máquina. La máquina sólo produce un corte de flujo cuando está conectada a otra máquina que se supone productora de flujo.

Y sin duda, esta otra máquina es, en realidad, a su vezcorte.Pero no lo es más

PierreCorneill LudwigBorne “Elvalorespera,elmiedovaabuscar” JoséBergamín
REVISTA ALCANTARILLA 03 El miedo: ingenio enhebrado TOBÍAS TATÚ DE DUTZ BRUJAS & CHOLITOS II BACHI JOEL MENDOZA MAR DE JULIA ADRIANA LETECHIPÍA 03 05 11 EL NIGROMANTE PRINCIPE SIN TRAJE 12 Paralelo n23 TITO VELAZQUEZ 14 HúMEDA OSCURIDAD CAROLINA VEGA 16 ERÓTICAS EXTRAÑAS EDUARDO HONEY 18 EL TÍO MISERIA ISRAEL MONTALVO 21 LOS DESESPERANZADOS SERGIO H. GARCÍA 24 TLAUELPUCHI YESSENIA HURTADO 26 La insoportable levedad del no ser EDWIN ALEXANDER GARCÍA 30 DIFUSA VILMA ISABEL DOMINGUEZ RODRIGUEZ 32 LA MALDICIÓN DEL HAZ ROJO GERAL GALAN 35 LEGADO WHITE USAGI 36 EL GUARDIAN RONNIE CAMACHO 40 NOCTURNO ANTONIOUS VAZQUEZ 43 TE ACUERDAS AMAURY SANCHEZ 45 DESESPERACIÓN RODOLFO LOPEZ MILLÁN 48 ESPECTRO DEL NORTE LINDA IBARRA 50 PLANES CULINARIOS ANDREI VELIT 51 EL DERRUMBE DE LA LUZ DAVID ESQUIVEL 51 COLECCIONES OKTUBRE DAELI LUNA POST-MORTEM CAERULEUM LORETO SOLEDAD EUSTOLIA ANA ANDALUZ A L C A N T A R I L L A R E V I S T A 02 REVISTA ALCANTARILLA

que en relación con la tercera máquina que produce idealmente, es decir, relativamente, un flujo continuo infinito”. (1985, p. 42). El cuerpo-liado-al-miedo conglomera multitudes de epilepsias microfísicas para la convulsión de que funcione y se despliegue del actuar estratificado: el deportista frente a lacompetencia,elartistaenel escenario,ellídersocialfrente a la colectividad, la víctima ante el atacante, etc.

El desdoblamiento de ingredientes se explaya y se adhiere. Hay bloques, más no cuadros inconexos. Tanto uno comodeotroladofabricansus vehemencias para la conjetura de nuevas porciones y ligamentos.

El cerote atenta contra el cuerpo, pero la trasgresión obedece a su proceso de asimilación.

La violencia incorporal diseña sus abismos. Se peligra al poder rendirse ante las oquedades, pero son los riesgos propios del acontecer apocado. “Los registros de transmisiones provenientes de los códigos internos del medio exterior, de una región a otra del organismo, se cruzan según las vías perpetuamente ramificadas de la

gran síntesis disyuntiva”. (Deleuze&Guattari,1985,p.45).

El pánico concibe en su embestir lo contrariamente distinto a lo que produce. No es la congruencia de las emociones, ni los efectos de lo mismo lo que interesa. Es la emanación de lo diferencial porsecrecionesenciabogapor descomposición y a contraflujo de lo que se considera ya resuelto o diagnosticado como evidente.

Repeler la diagnosis de las turbaciones para lograr un procesamiento a-significante y, porende,unaincorporación alotrópica sensible. La confluencia del somacon el miedo suelta desbaratamientos para la confección o contención de los acaecimientos insospechados: “…a la vez partes componentes y productos de descomposición que no se localizan especial-mente más que en tal o cual momento, en relación con la gran máquina temporal que es el sistema nervioso”. (Deleuze & Guattari,1985,p.46).

BACHI JOEL MENDOZA, MZT, 2000

Bibliografía:

Deleuze, G., & Guattari, F. (1985). El Anti Edipo. Buenos Aires:PRE-TEXTOS.

Los niveles de oxigenación en la cámara ocho estaban por debajo de lo normal desde hace algunos días. Después de veinte años, sin ningún percance de cualquier tipo, los índices de oxígeno en los

vasos sanguíneos cerebrales no marcaban las condiciones estables. Claro que había que preocuparse, sobre todo Gil, quien durante todos esos años tenía el único trabajo de supervisarquetodoestuviera

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BOLA DE CRISTAL, DAELI LUNA, PTO PEÑASCO, 1995

en orden; desde la concentración de proteínas, carbohidratos y electrolitos presentes en el líquido semiamniótico, hasta la presión arterial. Era un trabajo sumamente sencillo para un doctor en biotecnología, pero logró saciar su curiosidad al conocer lo que se tramaba dentro de los laboratorios ultrasecretos de esa organización y el salario no era malo.

De hecho, era demasiado generoso, considerando la gran cantidad de ceros que ten-dría su cuenta al terminar con todo aquello. Sin embargo, tuvo que pagar un precio que solo alguien aficionado a la ciencia podía lograr.

Cuando ellos, quienes fuesen ellos, lo reclutaron endulzándolo con palabras que solamente podían en-tenderse entre verdaderos científicos, le hicieron firmar el contrato que nunca esperaba aceptar. Viviría solo, dentro de un gran complejo científico, donde lo tendría todo. No bastaba con el alimento o la bebida disponible, sino que contaba con una seguridad infalible, un laboratorio de investigación donde se le permitía realizar cualquier

investigación, zonas recreativas y los simuladores de realidad virtual más sofisticados, aprobados científicamenteporgrandesbiólogosde sistemas y con certificación psiquiátrica afirmando que nadie podría volverse completamente loco dentro de un simulador incluso en condiciones de completa soledad.

Y, por si fuera poco, podía comunicarse con un servicio disponible para solicitar cualquier cosa del exterior, desde artículos exóticos hasta personas reales para satisfacer sus deseos sexuales.

Sin embargo, la única condición era pasar veinticinco años supervisando a los diez sujetos. Sí, era mucho tiempo, pero cuando accedió a ser parte de lo que posiblemente sería el cambio que le abriría los ojos al mundo, tenía veinticinco años y no estaría lo suficientemente viejo cuando terminara para disfrutar de su vida y su fortuna.

Ciertamente sentía apre-hensión. Lo que comenzó con el interés, la curiosidad y la ambición, pronto se volvieron tan cotidianos que su única motivación era la liberación de los resultados al.

mundo, hacerles saber lo que habían logrado y la nueva visión de la humanidad. Total, era cierto que él no fue participe del verdadero experimento, de la modificación genética de las células neuronales presentes en la materia gris a través de una sofisticada técnica de corte y empalme de secuencias géneticas en zonas específicas del genoma, pero él lo entendía todo, él sabía qué hacer y estaba capacitado para atender al verdadero producto de todo aquello: los sujetos. Cada fue nombrado por un científico que participó en el experimento y Gil se sentía orgulloso de haber nombrado a uno. Una chica, Bachi, precisamente quien se encontraba en la cámara ocho y los últimos días no estaba suministrando el suficiente oxígeno al cerebro. Desde el inicio del experimento le aseguraron que no habría problema alguno en los lapsos de tiempo desdeeldesarrollofetal,hasta las fases del crecimiento humano, solo era importante modificar el ambiente semiamniótico, drenarlo cada ciertotiempoysuministrarletodo lo necesario en una nueva carga. Como todo ser humano, lossujetos tenían sus necesi-

dades fisiológicas incluso en su estado, por lo que era conveniente extraer el líquido mezclado con orines, material fecal y, en el caso de las mujeres, la menstruación. No habría necesidad de hacer cambios en los índices de oxígeno, nutrientes, en la presión de la cámara, la temperatura o cualquier condición, porque estaba programado para ajustarse a la edad de los sujetos; es decir, no se implementaba la misma concentración de nutrientes a un feto en desarrollo que a un niño de cuatro años o a un adolescente en estado de pubertad.

El equipo bioinformático que estaba detrás de toda la programación había hecho un excelente trabajo, tanto que por poco no era necesario la presencia de un supervisor humano, pero aun en los tiempos actuales los humanos y las computadoras saben marcar sus diferencias.

Gil decidido esperar, pero la culpa se apoderó de él de tal forma que no le quedó otra opción: tenía que solucionar el problema o ellos le harían pagar las consecuencias de haber fracasado en su única tarea.

Había diez monitores,

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uno por cada sujeto. En las pantallas aparecían las gráficas que mostraban las regularidades de los niveles actuales.

Todas se regían interconectadas bajo las condiciones establecidas por la computadora central automatizada,eracuestióndedesviar a Bachi de los demás, incrementar el suministro de oxígeno mediante la válvula conectada por tubos vía nasofaríngea y que la sangre acarreara el gas necesario.

Resultaba lógico incluso para alguien que no estuviese especializado en esos asuntos y para Gil era sencillo en su totalidad. No tenía completo conocimiento informático,peroloscontroles eran de fácil manejo y no tardó ni diez minutos en desconectar a Bachi del modo automático. Por un momento se sintió bien, un ligero cosquilleo le pico en la nuca y se consideró incluso más participe dentro del experimento.

Movió unas cuantas veces el cursor y pulsó varias teclas hasta encontrar el apartado del oxígeno con una advertencia que le indicaba que estaba alterando los nivelesnormales.

Ignorando los símbolos rojos, aumentó un diez por ciento la concentración de oxígeno mediante una perilla.

De la misma forma, incrementó la presión arterial para que se distribuyera por la sangre lo más rápido posible. Por supuesto no era lo que Gil deseaba, pero su instinto no lo abandonó, estaba seguro de lo que hacía, por lo que no dudó en pulsar el botónpara aceptar los cambios.

Todo el laboratorio había desaparecido. En su lugar había destrucción.

Sus ojos no alcanzaron a abarcar todo el paisaje. Caminos de consistencia lodosa subían por una pendiente más allá de un horizonte infinito. La vegetación no era natural. Las hojas de los árboles y de las plantas que crecían en lugares dispersos sobre suelos pantanosos que parecían a punto de colapsar, semovíanenespiral,dandoel aspecto de agujeros negros que distorsionaban su contorno.

Aves, con picos curvos desde la base, sobrevolaban los agujeros negros dejando una estela de polvo oscuro. Sonidosguturalessalíandesu cuello,rezongandopor doqui-

er,interrumpiendoelbramido de algo grande, de algo presente. Escupían gran-des bolas de un líquido verdoso que encendía cualquier cosa que tocara.

Ríos de agua hirviendo corrían a través de las grietas formadas por el suelo mientraselaírearras-trabatodolo que podía mover.

Pero lo que más consternó a Gil fue lo que se encontraba en la montaña del fondo. En la base, había personas atadas de brazos y encadenados de la cintura unos con otros. Caminaban lentamente, soportando los embistes de una vara que azotaban unas criaturas sin rostro.

Eran grandes, robustas, de su cuerpo salían protuberancias que se confundían con sus extremidades.

De su cabeza salía humo que se perdía en la oscuridaddelcielo.Gilera ca-

paz de escuchar los lamentos de las personas, que gritaban, lloraban y suplicaban a los seres que se detuvieran, pero éstos no conocían la misericordia.

Subían la ladera hacía la montaña, para llegar a la cima. Fue la última noción de conciencia para Gil.

En la cima había algo enorme, incalculable, de dimensiones desconocidas.

Una masa deforme, con incrustaciones del mismo paisaje que lo rodeaba, de los mismos agujeros negros, de rocas que parecían asteroides ycoronado porunsoloojoque lo abarcaba todo. Y el bramido tuvo sentido para sus oídos: —Baaaaaachiiiiiiiiiiii, Baaaaaachiiiiiiiiii.

Y antes de ser víctima de la hipnosis, y de unirse a la multitud que subía hasta la cosa de la cima, lo supo. Ese era el objetivo, el resultado.

La nueva visión del mundo.

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MAR DE JULIA

ADRIANA LETECHIPÍA, CMDX. 1984

Lo vi por primera vez como el dibujo bidimensional de una anomalía, lo reconocí como un conjunto de Julia.

Comprendía varios kilómetros cuadrados en uno de los planetas de Branson, explotado porsuriqueza enlitio. La minería facilitada por la captura y redirección de meteoritos era común en el sector, la colisión con una gran veta del mineral en estado puro la creó.

Rápidamente se convirtió en un mar nutrido por los cuerpos neguentrópicos de miles de mineros.

Lithium Corp. me contrató para documentar el desastre, los sindicatos lo exigían por la situación paradójica de los trabajadores que morían y vivían en una suerte de burla de Schrödinger.

El viaje en clase económica duró nueve años. El descenso a la anomalía fue sorprendente, pero no tanto como los hoteles de lujo que circundaban el fenómeno que transfigurabaeltiempo.

Acampé a diez kilómetros de ahí, donde la vegetación aún se recuperaba. En la hora penúltima de la madrugada, la poca iluminación que hay en la playa de Mandelbrot emana de aquel ponto de crestas corruptas. Los cuerpos de los mineros aún flotan en agonía reverberante. Los fractales que les envuelven se descomponen hasta formar pequeñoshacesdeluz.Soncomo miles de luciérnagas voraces que remueven la piel, tejido adiposo y músculo de aquellos miserables.

Libero el enjambre de pequeños drones que transcribirán el instante de realidad en imágenes tridimensionales. Primero servirán para cerrar el caso, después podrán descargarse en sitios populares por varios créditos.

Su belleza es mezclade lo inmundo. Evadiendo las manos implorantes, me quito la escafandra para verlo con mis propios ojos y me entrego alanáuseaoníricadanzante.

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MULIER MORTUS, LORETO SOLEDAD, CHILE, 1993
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PRINCIPE SIN TRAJE, TLATELOLCO, 1998

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EL NIGROMANTE
Haymusasfétidasenelbalcón esperandolaseñaldelobispo, puesenelcampanarioserealizará elcultoalNigromante. Losmuertosestiranlosdedos yrecogensucabelleradelpesebre, mientraslosvivosseescondendetrás delcharlatánconlatúnicadeacero. Elinciensomarcalarutadelosolvidados paraquepuedanllegaracasaydestierren alosreyesdeazufrequeseasfixian poratragantarsebajoelCerecero. Elobispoiniciaelritualylas musascreanarpasdesusfémures. Elresonardelacampanillaexhuma almásenterradodelosataúdes. 12 REVISTA ALCANTARILLA
Elseñordelasmoscasdacomo tributounenjambredelangostas ylosnecrófagostraenconsigouna cruzdeorocubiertadecomposta. ¡HaresucitadoelNigromante! Ahoraelmundoquedaráentinieblas mientrascomienzalaoleadafinal. Nuncaantesverásatantacarnede sangreblancacorriendoporsuvida. Loscementeriosimitaránalasestrellas delcieloparaatraeralosperegrinos ycomoesdecostumbre, robarlesusalmasacambio deunanuevaoportunidadparavivir. Haymusasfétidasquedecorazón sepostranalospiesdelNigromante. Ytú,¿quétienesparaofreceracambio desalvaguardaralahumanidad?

PARALELO 23ºN

TITO VELAZQUEZ, MZT, 1989

Desde que murió el mesías, nadie ha vuelto a caminar sobreelagua,sobrelosmares.

Por eso, durante aquel paseo en aguas del Océano Pacifico, sobre el paralelo 23º norte, noté a lo lejosuna si-

lueta apenas descifrable que permanecía quieta sobre la superficie del mar

Al verla sentí nauseas. No fui el único en observarla. La silueta mantenía una posturaerguida, antropomor-

fica. Todos los presentes, hasta los más cultos intentaron dar una explicación.

Me reservé la mía.

Esa mañana el mar estuvo cubierto de neblina, de esa misma que es capaz de desaparecer hasta al faro más grande del mundo. Aun así, guiados por la gloriosa frase “navegar es necesario, vivir no…”, salimos a altamar.

El aire frio, el exceso de humedad y el panorama sombrío a nuestro alrededor nos mantuvo con la piel erizada y los sentidos alerta durante la mayor parte del trayecto. Llámenme loco pero la aparición sorpresiva de aquella “entidad” (llamémosle así por ahora), también me disparó un ataque de risas incontrolables que se prolongaron por varios minutos.

El capitán que no dejaba de monitorear su reloj de pulsera sugirió usar los remos para desplazarnos en silencio. La silueta seguía ahí, y nosotros nos acercábamos más y más.

Porunmomentorecordé haber leído “Ocaso de sirenas”,deJoséDurandylas historias de cómo anti-guos marineros confundían mamíferosmarinos comomanatísy dugongosconseresmitológi-

cos como sirenas y/o nereidas y deseé que no fuera nuestro caso. Nopudeevitarpensaren la fauna de la región: lobos marinos, delfines, e incluso en aves,estasúltimaslasimaginé tan grandes como agúilas reales pero con rostros de mujer como en las representaciones griegas de las sirenas y creí estar perdiendo la cordura. Avanzamos metros más, hasta que el capitán indicó guardar los remos. En esos momentos, la bruma empezó a desvanecerse y el campo de visibilidad fue mayor. Ahí fue cuando la “silueta” reveló su identidad.

Sin embargo, el encuentro duró un instante, en un giro acelerado se sumergió en el mar dejando ver una brillante y escamosa cola bifurcada. Su color de piel era grisáceo, con algunos tonos más oscuros, venas visibles entre vientre y cuello y no logré distinguir el color de sus ojos.

Ahora, que cada que intento contar esta historia, desaparece la sonrisa, se me corta la voz y termino en llanto.

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DIABLITO, DAELI LUNA, PTO PEÑASCO, 1995

HÚMEDA OSCURIDAD

CAROLINA VEGA, MZT, 2000

Sin duda desperté por la falta de aire, porque mis pulmones no podían llenarse más, y a pesardehacerdemasiadofrío, todo mi cuerpo sudaba.

Sentía que el corazón semesalíadelpecho,nopodía ver nada y era im-posible moverme. Lo más que podía hacer era ladearme ligeramente de un lado a otro, pero después de unos segundos comencé a desesperarme y, pensando que me habían metido a un arma-rio, le grité a mis hijos que me abrieran. Sin embargo, ahora que sé cuál era mi situación, lamento cada segundo que tardé en procesarlo.

No sabía si afuera era de día o de noche, ni siquiera sabía si había gente aún. Antes de estar ahí yo me recordaba en mi cuarto, en el que he dormido siempre. Estaba enfermo, sí. Pero vivo, y de pronto me encontraba metido en la oscuridad, lejos de todos, lejos de los míos, sin unteléfono.

¡Sin un maldito quedó de otra que pelear, sacar las garras, golpear y patear como si alguien ahí afuera pudiera escuchar el alboroto y acercarse a ver. Alguien que pudiera escucharme, creer en mis palabras y ayudarme a salir. Pero eso no pasó.

Golpeé hasta quedarme tirado y sin fuerzas. Me quedé viendo la nada y luego fingí estar muerto para que la muerte tuviera piedad y me llevara de una vez. Aguanté las ganas de orinar hasta que no pude más y de un momento a otro me sentí en una sauna, mojado de sudor, de meados y de lágrimas. Yo nunca he creído en nada, y siempre me he considerado ateo. Pero ese día recé a los cuatro vientos, pasé de pedirle a Dios, a nombrar todos y cada uno de los santos, ángeles y arcángeles que me venían a la mente.

Incluso pensé en el universo, la naturaleza, dioses antiguos,loquesea.

Cuando menos me di cuenta le estaba rezando al mismísimo Diablo y, en medio de mi desesperación, solo gritaba por ayuda para que alguien me escuchara y le dijera al mundo que me sacaran de ahí. Pero nadie escuchó. Nadie nunca fue por mí y si lo hicieron nunca me ayudaron.

No es que me cansaría de pelear, es que ya no había aire para que mis pulmones pudieran seguir viviendo. Intenté respirar menos, pero de nada sirvió. Así como renací me volví a morir y todo porque no tuve fuerzas para seguir gritando que yo estaba vivo y que me habían enterradoporerror.

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KASA, DAELI LUNA, PTO PEÑASCO, 1995

ERÓTICAS EXTRAÑAS

EDUARDO HONEY, CDMX, 1969

Erotogastronomía

Para él, todo empezó en su adolescencia por influencia de una película y un pay. Como pretexto para esconder sus efluvios nocturnos cursó repostería. Logró dominar el arte de elaborar pays profundos y ocultar en el sabor sus blancas culminaciones.

En el caso de ella, el asunto inició con legumbres y frutos tales como calabazas y pepinos. Tras usarlos, los aderezaba un poco más y los integraba en el menú familiar. Acudió a cursos con el deseo de experimentar con otros alimentos y dimensiones.

Se conocieron en la escuela gastronómica.

La atracción fue inmediata igual que el entendimiento. Con el fin de compenetrarse, se reunían en las respectivas cocinas familiares. Como mutuos regalos, él creó panes de corteza endurecida; ella, verduras suavizadasalvapor.

Sin embargo, fue insuficiente y los restos pasionales recubrieron las camas de muchos moteles.Ante la mutua necesidad, anunciaron que cursarían la carrera en gastronomía.

Así que se inscribieron y experimentaron por varios semestres trabajando siempre en equipo.

Comoproyectodetesis, ante el grupo y familias, presentaron la baguette inversa: él preparó un delgado pastel de carne con el que amorosamente recubrió las paredes vaginales de su compañera.

Ellaenvolvióelfalocon un crocante envoltorio de carne, tocino y verduras que tenía como centro un suave y cálido pan.

El acto final ante la vista de todos fue la fusión orgásmica de los ingredientes que se bañaron en humedades yblancoslíquidos.

Ortodoncias monstruosas

Una noche estaba por cerrar el consultorio cuando Adán, el retoño del Dr. Frankenstein, hizo acto de presencia.

—¿A qué se debe el honor de tu visita? —pregunté una vez que me saludó.

—Doc, vengo a reparación.

—¿Y cuál es el problema?

Se señaló la entrepierna. No dije más y le indiqué el vestidor donde estaban las batas para pacientes.

—¿Ycómopasóesto?— inquirí casi gritando. El pene estaba cercenado prácticamente en la base. De no ser porque su fisiología cicatrizaba velozmente como efecto secundario de la galvaniza-

ción, estaría muerto.

—Es algo con mi novia, se vino y lo cortó con sus dientes.—¿Y lo arrancó con un mordisco?

—No, con su rajita. Tras algunos problemas logré encontrar una parte del tamaño adecuado para Adán. Lo reparé y durante la convalecencia cité a Penélope, su novia. Tras examinarla, le propuse una leve intervención. Luego de eso, ambos se recuperaron, no hubo mayor problema y han formado una feliz pareja. Inclusoyaplaneantenerhijos. Mientras,antelaolade casos que aparecieron, aspiro a un Nobel de Medicina: soy el único doctor que sabe cómo alivianarunavaginadentada.

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Pacto célibe

Male, respuesta en peso y figura tras su primer y único embarazo, acariciaba el flácido miembro y los vacíos testículos de Andrés, su pareja.

—¿Cuándo el siguiente paso?

—Decídelo, Perpetradora.

—Mañana podemos ir. Tal como te dije, prefiero esto a una boda y su faramalla. Un compromiso serio y para siempre requiere actos, no papeles. Además, es la moda para estos tiempos inciertos.

—¿Doce invitados cada uno? ¿Era el acuerdo?

—Así es, invitemos de una vez y la hacemos en cuanto nos repongamos. Mientras permanecerán congelados.

Seis meses después había veintiséis asistentes sentadosbajounampliotoldo.

La mesa estaba dispuesta en una larga “u” en cuyabase,vestidos de rojo y negro, estaban Male y su compañero.

Atrás, una abuela estaba al tanto del bebé de la pareja.

El banquete empezó con un soufflé de frutas de la pasión. Como primer tiempo se sirvió pan campesino relleno de crema de ostiones. El plato principal para los invitados era nana de vaca rellena con machitos de cabra.

A la pareja principal les presentaron una bandeja cuya tapa, al retirarse, mostró dos trozos de carne asada término medio sobre una cama de arroz blanco.

Mientras los invitados coreaban una y otra vez “Por la fidelidad eterna”, Male partió un trozo de su matriz asada y Andrés, a la vez, un pedazo de su verga.

—Yo, para ti, por siempre—sesusurraronantes de darse de comer mutuamente. Detrás, la abuela, se aprestó a preparar al nene paralospostres.

EL

TÍO

MISERIA

ISRAEL MONTALVO, CDMX

El tío miseria llevaba un tiempo en esa Babel, no recordaba cómo había terminado ahí, aunque estaba seguro de que no lo había hecho en vida. Recordaba vagamente sus andanzas en su otra existencia, antes de la muerte, donde se dedicaba a recorrer los parques y las escuelas con un enorme abrigo a mediados del verano, en ese felpudo y voluminoso abrigo resguardaba su pena, la que compartía a la menor provocación, abriendo su abrigo y mostrando su miseria marchita de unos cuantos centímetros, él, era una advertencia, un grito desesperado que nadie pudo comprender, y es que ese drama, para las nuevas vertientes de una cultura desechable se convirtió en un símbolo de sus tiempos, uno que incluso con el tiempo hizo que todo desesperado en las vías del amor deseará tocar esa miseria marchita, acariciarla, para que les diera buena fortuna. La miseria nunca lograbadespuntar,ni endure-

cer. Lo que originó el mito de quién logrará despertarla de esa calma perpetua, convertirla en un firme tótem, se ganaría el favor en el amor eternamente. Sólo los desesperados intentaron en vano lograr el alzamiento, hombres y mujeres casi deformes en su fealdad, solterones perdidos en la más absoluta desesperación carnal, fueron aquellos que se atrevieron a todo por lograr la suerte en el amor, pero fue una mujer con cara de mono y ojos saltones que iba más allá de las tallas extra, extra, grandes, quien lo llevó a su desgracia. En su desesperanzaporconseguirsu favor, le dio un mordisco a la miseria marchita.

Y así, el tío miseria se desangró en lo profundo del bosque, en un parpadeo despertó en esa Babel que lo acogió, ahí nadie lo consideraba una bendición, sólo era otro remedo más.

Cada martes iba a AA (Aceptación Anónima), “¡Acéptalo, Has muerto!”, era el lemadelgrupo,pero el tíomi-

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seria nunca tuvo problemas con aceptarlo, se sen-tía tan vivo en esa muerte, su piel había mutado, ahora era un reptiloide, tan semejante a los que cazaban los ufólogos, aunque seguía poseyendo una miseria entre sus piernas, ese era el único rastro que había traído de esa existencia gris, pero su nueva forma le dio habilidades que lo hicieron triunfar en aquello en lo que nunca pudo, era la lengua bífidamáslargaquesehundía en una entrepierna, las féminas descarnadas y mutiladas lo solicitaban cada noche, se peleaban por él después de cada reunión de AA, pero lo bueno no dura para siempre, y es así como llegamos a la caída y a la desafortunada resurrección de la miseria, y es que un grupo devoto de ese santo que fue en vida decidió traerlo a su mundo sin una consulta previa, e imitando el procesoderesurreccióndeun Lázaro standard, lo sepultaron en una cueva y al tercer día fueron a su encuentro, más no se encontraron con el santo invocado, en su lugar estaba aquel demonio lengua largaconelabrigoabiertoyla miseria expuesta, marchita y minúscula.

Losdesesperadosaco-

gieron a la nueva encarnación, sin reservas bajo el concepto karmico “es lo que hay”, pero el tío miseria no venía a conceder el favor en el amor, esta vez, deseaba actuar como era en esa otra vida y ser un gigolo de ultratumba, por lo que buscó trabajo en la farándula,seanunciababajoel verídico lema “murió en la muerte para llegar ante ustedes”, y es que esa contradicción era su epitafio, había muerto en aquella muerte para caer en el limbo de la vida, en ese caos que era cada hombre y cada mujer.

Allá era un demonio jocoso, sin preocupaciones ni prejuicios, le daba igual si estaban deformes, mutiladas o descarnadas,ahísulenguaera la más rápida al chupar una entrepierna, y en esa vida que era la vida, sólo pudo conseguir trabajo como hombre lagartija en un circo de horrores de medio pelo.

Se había vuelto a enfundar en la desesperación del día a día, en lo burdo de la interacción humana.

Debes en cuando aparecía algúndevoto enbusca de su miseria, y en esos momentos, añoraba morir para volver a sentirse vivo en aquellamuerte.

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FULMINA, LORETO SOLEDAD, CHILE, 1993

LOS DESESPERANZADOS

SERGIO H. GARCÍA, NAYARIT, 1995

«Hoynomellevas,muerte,calavera Hoyno» Piedras EduardoLangagne

Tengolasangrerotadelágrimas saladadesudores ycaída exiliada desórdidassoledadessufridas engruposdemiradas Muerte tengoelgestodelaternuraguardado metidoycocidosinanestesia enlosfríosdoloreshepáticos Losamaneceressenegaronavermisojos yllorémáseclipsesquesoledadesMagdalena Hoy Muerte nomellevas

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y tristeza en los ojos me dijo:

YESSENIA HURTADO, EDO. MÉXICO, 1990

Dormía en el vientre de mi madre cuando una mujer que mi padre despreció me maldijo.

Ninguno de los dos se dio cuenta hasta después de que la primera gota de sangre se desprendió de mis entrañas y puso una mancha impura en mis calzones de manta.

El primero en notarlo fue mi padre porque una noche mientras yo dormía vio como mi cuerpo flotaba encima del petate que tenía del otro lado del cuarto sobre el piso de tierra de la casa y no le dijo nada a mi madre porque bien pudo estar soñando. .

Mi mamá no le dio importancia a la tarde que me descubrió detrás de unas macetas bebiendo la sangre de una gallina que había degollado con el machete porqueellanosdabadecomer la carne de los guajolotes y hasta guisaba su sangre.

Yodescubríqueeradi-

ferente a las otras niñas de mi edad cuando una noche el calor que sentía dentro de mi cuerpo hizo que saliera sin hacer ruido de mi casa hacia el río para mojar mi cara, pero fue en vano, era como si la lumbre quisiera brotar de mí. Cerré los ojos e imaginé como una llama naranja me abrazaba hasta hacernos una sola y cuando los abrí me di cuenta que no estaba imaginando nada, yo era el fuego y empecé a brincar entre los árboles, contenta.

Regresé antes de que saliera el sol y antes de que mis padres se dieran cuenta de que no estaba junto al petate de mi hermanalamenorasíquecerré los ojos de nuevo y bastó con desear volver a ser Citlalli para estar de pie frente a la puerta de mi casa.

Ese día todo lo que anhelaba era que regresara la noche pero se me ocurrió preguntarle a mi madre si era posible que una mujer se pudiera convertir en lumbre y volar, ella con mucho miedo

-LasTlahuelpuchi,esas además de ser lumbre se convierten en animales y tienen sed de sangre de recién nacidos. Una de esas fue la que se chupó a tu hermano Hilario, tú no te acuerdas porque estabas más chamaca. ¿Por qué preguntas eso? ¿Por qué te pusiste tan pálida, mijita?-

Con la piel tan pálida como el mantel que mi mamá había puesto en el altar de los santitos y la Virgen de Guadalupe me quedé pensando en que yo no quería chuparme la sangre de nadie, yo noqueríaquelaspersonasme tuvieran miedo y mucho menos quería ser un monstruo pero ¿qué podía hacer? yo era una niña de apenas 12 años con 3 hermanitos a los que amaba y defendía hasta de los zancudos.

Pero esa noche el zancudo fui yo cuando en medio de mis sueños las palabras de mi madre replicaban como la campana cuando la tocan por un difunto, hicieron tanto eco quemelevantarondegolpede mi petate, me tomaron de la mano y me sacaron de la casa guiada por un instinto y hambre que nunca había sentido.

Sin pensar en nada cerré los ojos, me transformé en esa bolita de lumbre y volé hasta el pueblo.

Entre el silencio y la oscuridad escuché los llantos deunreciénnacido,eraelhijo deDoñaLupe,el5°hijo quele paríaaDonJoséysinmásme paré en su tejado ante los ojos deungatoquealvermecorrió y saltó hasta el tejado vecino.

Admiré su destreza y agilidad así que le copié la forma para bajar más rápido por las columnas de vigas podridas que sostenían el portal de la casa.

Una vez en el patio céntrico ubiqué el cuarto de Doña Lupe y con mi andar felino caminé hasta la puerta con ventanas a través de las cuales la vi a ella, a Don José y a ese bebé que a mis ojos eran un pequeño ratón con el que podía jugar antes de arrancarle su primer y último suspiro en este mundo.

Lamí mis bigotes imaginando elvirginalydulce sabor.

Presa de un deseo desconocido mi cuerpo comenzó a convertirse en una especie de vapor apenas perceptible para la vista que me permitió colarme por debajo de la puerta.

TLAHUELPUCHI
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Yo no sabía que podía hacer eso pero me encantaba el poder que sentía y soló dejé que mi instinto hiciera presencia.

La pareja de esposos cayó dormida víctimas de mi hipnótica neblina verde permitiendo así que yo me materializara al lado de la cuna de ese bebé que también dormía, su olor tan puro y limpio provocó que se me hiciera agua la boca, justo como me pasaba cuando veía las manzanas grandes y rojas que Don Pedro vendía los domingos en el mercado e imaginaba lo jugosas que debían estar.

Lo tomé en mis brazos y una sonrisa se me dibujó en la cara, le pasé la lengua por aquellos cache-titos rosados y mi saliva resbaló por ellos hasta llegar a su pequeño cuello, ahí clavé los dientes y comenzó mi festín.

El pobre bebé no rompió en llanto como lo pensé, eso me hizo disfrutar más el momento, no pude evitar recordar aquella tarde cuando maté a la gallina.

El dulce néctar de su ser viajaba por mi garganta inundando todo mi cuerpo provocándome un éxtasis total y deseandosólounaco-

sa: dejar seco a ese pobre inocente.

Cuando terminé de comer volví a convertirme en neblina para salir del cuarto, esperé a que alguno de ese par despertara y viera la cuna con aquel niño que había pasado del color blanco al color morado.

Escuchar el gritó de horror de Doña Lupe me produjo una satisfacción sin nombre seguida de una risa que jamás me había escuchado la cual provocó que todos los perros de la calle comenzaran a aullar. Don José abrió la puerta para ver si encontraba al culpable de dejarlo sólo con 4 hijos pero yo fui más rápida y me convertí en esa bola de lumbre que salió de un brinco de su patio dejándole los ojos como platos por el asombro de lo que acababa de ver.

Regreséacasaantesde que el sol apareciera atrás de los montes pero se me olvidó que mi papá era muy madrugador y que ese día se iba más temprano que de costumbre porque tenía que trabajar en otro pueblo.

Lo vi cuando estaba cerrando la puerta de madera que él mismo había hecho.

El miedo de que me descubrierahizoque yotoma-

ra la forma de un coyote para escondermedetrásdenuestro pozo.

Pero mi papá no era tonto y tenía un oído envidiable así que escuchó cuandomis patas traseras pisaron las hojas secas, volteo hacia donde estaba y sus ojos se encontraron con los del animal que era su hija, los miró fijamente y dijo:—Yo sé que tú eres mi Citlalli y también sé de dónde vienes. Vete de aquí antes de que despierte tu mamá y se muera de la vergüenza por tener una hija como tú. Yo le voy a decir que te encontré muerta. Le diré que los coyoteste mataron,que te qui-

taron cachos de carne y para evitarle tanto dolor agarré los pedazos que quedaron y los eché al río. Si alguna vez encuentras flores blancas en la corriente no vayas a dudar que las echó tu mamá para pedir por tualma, peroflores yrezos te van a faltar para salvarte. Vete y no hagas tus maldades aquí en el pueblo porque ahora todos te estarán cazando.- Se limpió las lágrimas y se fue. Yo me levanté en mis dos piernas, sequé el agua salada que me salía por los ojos, abrí quedito la puerta para ver por última vez a mi mamá y a mis hermanitos, ¿quién los iba a cuidar ahora deloszancudos?

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LA INSOPORTABLE

LEVEDAD DEL NO SER

EDWIN ALEXANDER GARCÍA, TOLUCA, 1985

Gilas, un vampiro adolescente, desoyendo los consejos de su hermano mayor, entró al club Bendito Infierno con una sed mortal. Las luces y el sonido terminaron por cegarlo y confundirlo. Preguntó

por el baño y a tientas pudo llegar, ya se estaba arrepintiendo de acudir a un lugar tan concurrido, cuando un ronquido lo puso alerta: un gordo de 130 kilos dormía plácidamente en el asiento

delbañoconlapuertaabierta. Parecía un regalo. Así que lo tomó con gusto. Bebió de él hasta saciarse. Al siguiente viernespasóalgosimilar,pero ahora en el baño de mujeres con una adolescente menudita.

Al tercer viernes encontró a dos amigas que se ayudaban mutuamente a vomitar y decidió pasar de ellas. Esedíadecidiósalirconlentes obscurosa labarra delclub,el humo y la atmosfera densa le gustaban, además nunca había olido sangre tan joven y embriagante como aquella.

Una chica lo interceptó y no lo dejó hasta que bailó con ella.

Se hizo asiduo del lugar. Los meseros le apartaban un reservado y le servían blody marys con sangre humana, el gerente había hecho un trato con él: cuando alguien indeseable se presentará, él se lo señalaba y Gilas tenía derecho a bebérselo en su privado, en el baño, no importaba, solo tenía que

avisar a los de seguridad para que lo recogieran.

Sucedió que el gerente le señalaba toda clase de personas: al de la renta, a los quenopagabanlascuentaslos que reñían en el lugar, alos de hacienda, a los trabajadores, hasta a su segunda esposa un día. Gilas ahora era un gordo de 150 kilos, los hombres le hablaban de Don, las chicas creían que era un narco importante, y los meseros le temían como al diablo. Y aunque pudiera parecer que tenía toda su vida arreglada, se sentía miserable.

Antes se exigía. Acechaba. Cazaba.

Era de una clase superior a la del hombre, había vivido más vidas que diez de ellos juntos… ahora, hacía lo que tenía que hacer, obtenía su comida y esperaba la próxima semana.

Su hermano apenas y podía verlo a los ojos, se había convertido en uno de ellos, un humanomás.

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DRAKÓN, DAELI LUNA, PTO PEÑASCO, 1995

Vilma Domínguez, CDMX, 1987

Eran las tres de la madrugada, lo supe al ver el celular que suelo dejar junto a la cama. A mi lado se encontraba mí esposo y los gatos esparcidos de tal forma que hacíamos un rompecabezas mitad humanos mitad felinos. Odio despertar a esa hora, desde niña he escuchadoquelosespectrosla toman para salir a deambular.

Me levanté a tomar agua. El calor en la habitación me había cortado el sueño. Procure no ser brusca, luego de servirme un trago localicé entre las sombras el control del aparato. Estaba apagado, caminé al baño y comprobé que no había luz. Esa noche más temprano llovió, supuse que algún transformador se descompuso. Moví la cortina, la oscuridad era general, la colonia estaba en grises.

Regresé a la cama, entré a las redes para invocar al cansancio. No tenía señal, tomé mi libro electrónico y reanudéunalecturavieja.

Pasado un rato vi la hora, esta no había cambiado, revisé el teléfono, seguía marcando las tres. descompuso. Moví la cortina, la oscuridad era general, la colonia estaba en grises. Regresé a la cama, entré a las redes para invocar al cansancio. No tenía señal, tomé mi libro electrónico y reanudé una lectura vieja. Pasado un rato vi la hora, esta no había cambiado, revisé el teléfono, seguía marcando las tres.

En ese punto el sudor era insoportable, me puse de pie y abrí la puerta del balcón que da directo al cuarto.

La espesura de la habitación era menos densa y me sorprendí al ver el traje negrodemiespososobreunas maletas.

Habíamos discutido días antes, pero no recordé que fuera tan grave.

De hecho no recordaba la noche anterior aunque hice un gran esfuerzo.

Me senté en la orilla de la cama angustiada porella-

ente viaje del cual ignoraba todo. Él dormía tranquilo sobre su lado izquierdo, con una almohada entre las piernas.Lomovíparainterrogarlo pero mí mano al contacto con su piel se desvaneció.

La acerque a mi corazón, estaba terriblemente asustada, el silencio

era tan puro que a mis oídos llegaba cada ruido, respiración, el más mínimo movimiento de los gatos.

Le hablé, primero suave, luego gritando hasta casi desgarrarme la garganta, él siguió bajo el mismo sueño.

Luego cerré los ojos implorando respuesta, escuchésullantoyminombre.

DIFUSA
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HOMINE MORTUS, LORETO SOLEDAD, CHILE, 1993

LA MALDICIÓN DEL

HAZ ROJO

GERAL GALÁN, BOGOTÁ

Cuentan los lugareños. Un haz deluzrojalosintimidacuando la oscuridad llega al bosque, alguien hambriento los observa desde lo olvidado, quien viene a través de otro plano.

Exhibe sus colmillos brillantes a aquellos que traen en su interior la gran marca. Los arrastra hasta lo recóndito de las sombras para sellarlos en el dolor interminable.

Intangible, señala a todo aquel que observa el grisáceo de las hojas de los árboles y el blancuzco de la luz del sol frio cubriendo los ladrillos desgastados de su tumba en aquella vieja foto-.

grafía, o a quienes han leído estas palabras o tan siquiera las han escuchado involuntariamente. .

El monstruo tan cromado y filoso como un puñal, reflejasobreéllaoscuridaddel mundo, mientras susurra tu nombre con tu propia voz en tu mente

Dicen los habitantes de esta tierra remota que no debes mirar la luz roja que ha de aparecer en el lugar menos esperado, su mirada, porque llevas aquel símbolo en tu alma. No importa que tan lejos o que tan rápido corras en la noche,puesessudominio.

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DAEMONIUM ALTERNIS, LORETO SOLEDAD, CHILE, 1993
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LEGADO

WHITE USAGI, CHILE, 1989

Marian siempre quiso ser una académica del arte. Por su puesto que amaba pintar y dibujar, pero su interés por la ilustración digital, la pintura en acuarela, y el renderizado en tres dimensiones, no eran más que las primeras expresiones espontáneas de su más profundo deseo: Investigar, divulgar, y proteger el arte en todas las formas posibles.

Su pasión y sed de conocimiento le llevaron a explorar los rincones más profundos y complejos del espectro artístico. Sus compañeros y profesores se limitaban a un estudio superficial del pintor y su obra, repasando una y otra vez capítulos de vida que ya todos conocían, aferrándose a los colores más brillantes del prisma. Sin embargo, Marian nunca tuvo miedo de mirar un poco más allá, de enfrentar y rasgar con sus propias manos, las sombras que pululan los abismosdelainspiración.

Si para los demás la huella del artista era importante, para Marian lo realmente valioso estaba en el fango que se movió bajo esos pies.

Fue en octubre del 2022 que ella recibió una invitación timbrada por el rector de su facultad de arte.

Por azares del destino, uno de los pintores más famosos y misteriosos del siglo XXI haría una exposición especial en su país. Frank Aman Anzorena, conocido por trabajar desde el anonimato y por presentar una sola obra cada cinco años: Un retrato humano al oleo con una técnica de veladuras y claros-curo capaz de impregnar una incomparable carga emocional.

Eralaoportunidaddesu vida y no la iba a desperdiciar. Convenció a su pareja de tomarse algunos días libres y así viajar juntos hacia la exposición montada en el Museonacionaldebellasartes.

Pese a las quejas de especialistas y críticos, el representante de la muestra no quiso explicar el porqué de los extraños horarios disponibles para visitar la obra: desde las 1:25AM hasta las 3:47AM en punto.

Marian,siendofielasu posición de preservar la visióndel artistasinimportar lo extraña o confusa que pueda ser, no puso objeción alguna y organizó su estancia en la capital para poder ver los cuadros.

Ya sea porel horario, o por la incómoda atmosfera proyectada por los cuadros, el día de la exposición apenas y si había personas en la sombría galería. Marian los percibió como siluetas deformes, como entidades sin rostroquesepaseabandecuadro en cuadro, de luz en luz, desapareciendo en las esquinas oscuras de pasillos que rechinaban a la distancia.

Este lugar me da mala espina dijo Andrés, pareja de Marian.

Sí, y es maravilloso respondió ella, tomando la iniciativa y caminando hacia uno de los retratos más recientes mientras tironeaba a Andrés de una mano.

La tensiónen el aire,

los murmullos a la distancia, las luces mal colocadas, todo tiene una intencionalidad.. Se pararon frente al cuadro y lo observaron en silencio.

Titulado “El tormento de Hyperonides”, la pintura al óleo retrata a un hombre mayor, canoso, barbudo, piel morena, y mirada frágil.

Ambos se sintieron incomodos, pero solo Marian sonreía de oreja a oreja.

Da la impresión de que no quería ser pintado Andrés miró a su pareja y luego la pintura.

Es perfecto respondió ella, acercando una mano, pero sin tocar el lienzo. Hay pinturas que son más realistas y detalladas, ¿no?

No lo entiendes. Cada trazo, cada color, cada sombra, está cargada de sentimientos. Quizá no lo notas a simple vista, pero la forma en que se agrieta el lienzo o se mezclan los tonos, depende de lo que se quiera expresar. Pero a diferencia de otros artistas, Anzorena no impregna su visión o sentir en sus trabajos, más bien… es como si tuviese el don de deconstruir a cada modelo y hacer un mapa de sus mentes atravésdela pintura. Lo que

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vesnoeslamanodelpintor,es la conciencia de quien ha sido retratado.

Andrés no supo que decir. Las palabras de Marian abrieron un nuevo abanico de interpretaciones, lo que también aumentó la sensación de incomodidad.

Te amo, iré al baño. No tealejes demasiado, ¿sí? acotó Andrés, alzando una de las manos ajenas para besar el reverso antes de caminar siguiendo los letreros adosados a la pared.

En soledad, Marian se conectó con la pintura en una especie de trance. No importaba que parte de la obra analizara, era imposible encontraralgoreferentealautor.

Dime, Frank ¿Por qué te escondes?, ¿te pintas a ti mismo con diferentes rostros?

Quizá ambas respondió una voz masculina desconocida, desde atrás.

Marian dio media vuelta, y el movimiento deformó el entorno por el rabillo de sus ojos.

Al detenerse, se dio cuenta de que estaba en un lugar totalmente diferente, pero que compartía la oscuridad ylaatmosfera pesada de lagalería,alguna clase de es-

tudio de pintura abandonado hace mucho tiempo.

A unos cinco metros por delante de ella, un hombre sentado sobre un taburete le daba la espalda mientras miraba un lienzo en blanco montado sobre un caballete de madera tan clara que reflejaba la poca luz que los viejos focos eran capaces de ofrecer.

¿No puedes pintar? El pintor se puso a reír. La persona que había seleccionado como sucesora no decepcionó.

Me encanta como te preocupa más el lienzo que haber cambiado de locación. ¿es un sueño?, ¿es un trance con mi retrato? Quien sabe acotó él, manteniendo la postura .Deseo hacer el autorretrato perfecto, pero me temo que no tengo la habilidad necesaria.

¿Eres Frank Anzorena?

Frank no tiene una forma definida. Es un nombre que se hereda cada vez que un nuevo pintor es seleccionado. Y tú has sido seleccionada por mí.

Marian no supo como sentirse. La noticia debería de hacerle feliz, pero todo era demasiado extraño y onírico

como para tomarlo enserio. ¿Y qué debo hacer? preguntó ella, confundida. Debes pintarme, fusionar mi cuerpo con el lienzo el pintor se levantó, solo allí se pudo ver el hacha ensangrentada que cargaba .Deconstruir mi existencia, desdibujar mi mente. ¿Qué?

Quitar mi piel, arrancar mis músculos, cortar mis órganos. Diluye colores con mi sangre, lubrica tus pinceles con el LCR en mi cabeza el pintor caminó hacia Marian y le ofreció el mango del hacha. Sé que puedes hacerlo, lo veo en tus ojos. Quieres ver que hay del otroladoyacátienestu opor-

tunidad.

Marian titubeó, miró hacia atrás en busca de su pareja, y volvió la atención al hacha.

Recordó su deseo más grande, su anhelo más poderoso, y lo que estaba dispuesto a dar para llegar a los rincones más profundos de la inspiración. Así fue que tomó el arma, la alzó entre ambas manos, dudó unos cuantos segundos, tragó saliva y finalmente atacó.

Ella siguió las indicaciones, desmembrando el cuerpo amedida queavanzaba con la pintura.

Allí entendió razón por la que los retratos erantanperfectos.

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EL GUARDIÁN

RONNIE CAMACHO, MATAMOROS, 1994

El poder llegó a mí, al mismo tiempo que recibí la sorpresa de que mi esposa esperaba a nuestro primer hijo, todo comenzó con pequeños susurros en mí cabeza, advertencias de cosas terribles que podían pasar y que solo yo podía detener.

Al principio traté de ignorarlos y por mi negligencia, mi cuñado resultó muerto en un accidente de auto, debí obedecer a los susurros cuando pude y cortarlelosbrazosparaevitar que fuera a esa fiesta.

Entonces lo comprendí, el poder había llegado a mí no para enloquecerme, sino, para darme la oportunidad de convertirme en un guardián que protegería al mundo y lo haría un lugar más seguro para el advenimiento de mi hijo.

Desde entonces, comencé a seguir sus lineamientos y previne decenas de catástrofes, como el robo de un banco, un ataque terrorista en el aeropuerto desués de hacer una amenaza de bombaylacaídadeunmeteo-

rito que impedí dispa-rándole al perro del vecino .Salvé muchas vidas, pero las autoridades no lo comprendieron y cuando se enteraron todas las cosas que hice, me llevaron a juicio. De no haber sido por mi abogado que apeló ante la corte, que yo presentaba principios de esquizofrenia, hubiera terminadoveinteañostraslasrejas.

Jamás supe de dónde la sacó, pero fue una idea brillante,elúnico defectodesu plan, era que por orden del juez y tranquilidad de mi esposa, tuve que asistir con un loquero que a base de píldoras y largas sesiones, trató de curar mi “enfermedad”.

Por más que lo intentaron no pudieron con-migo, fingí tomarme sus absurdas pastillas y durante cada sesión, solo les seguí el juego hastaconvencerlosdequetodo estaba bien.

Al paso de los meses, el vientre mi esposa creció y del mismo modo, el alcance de mi poder también lo hizo, ya no solo se limitaba a voces en mi cabeza, ahora teníaclaras vi-

siones de las cosas malas que ocurrirían y de quienes serían los futuros responsables. Los nuevos males en el porvenir eran más grandes de lo esperado y ya no bastaban los sabotajes ni las amenazas para detenerlas, tenía que llegar más lejos, eliminar al mal de raíz. Fue así como la cacería comenzó y fui detrás detodosaquelloshombresque conspiraban para traer el fin del mundo, como ese reportero del canal cincuenta y siete que encubría los movimientos de los reptilianos, el alcalde que a cambio de poder vendió su alma al diablo y el director de un hospital que en secreto fabricaba un virus mortal.

Hice eso por varios meses y cada vez que asesinaba a otro, las advertencias de mi poder disminuían, hasta el punto de que para el día del nacimiento de mi hijo, llevaba semanas sin tener una visión. En contra de todo pronóstico, había logrado mi objetivo, hice del mundo un lugar seguro para él o al menos,eso penséhastaquelo

sostuve entre mis brazos.

Apenas entramos en contacto, vi la peor de mis visiones, el mundo convertido en un caos llameante consumido por la guerra, donde un hombre parecido a mí, pero con los ojos de mi esposa, se alzaba sobre un trono de cadáveres y sangre.

“¡Mátalo, mátalo, mátalo!” el poder comenzó a ordenar en mi cabeza y por primera vez en mucho tiempo, no supe qué hacer, me esforcé tanto para proteger la seguridad del mundo, solo para enterarme de que al final sería mi propio hijo quien lo destruyera.

Finalmente tomé mi decisión y comencé a estrujar alniñoentremisbrazosconel fin de quebrar su cuello, pero antesdequepudieraaplicarla fuerza necesaria, los médicos intervinieron y me lo arrebataron.

Traté de explicarles lo que pasaba, nadie me escuchó y después de llamar a la policía, fui llevado a un manicomio, lejos de mi mujer y deeseniño.

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Ya han pasado veinticinco años desde entonces, ese monstruo se ha vuelto un hombre y yo jamás pude escapar de aquí para detenerlo.

Ahora, mientras me preparo para saltar de la azotea, observo a la distancia

las explosiones provocadas por las bombas nucleares, aquel engendro ha comenzado con su plan.

Realmente me sabe amargo el sabor de mi fracaso, pero al menos, el mundo por fin sabrá que su guardián siempretuvolarazón.

NOCTURNO

ANTONIOUS VAZQUEZ, MZT,

1984

Siempreestoicodelcrepúsculoalalba,túeresmicura

Paradesistiralmantolúgubre(nopierdoesperanzaalguna) solitarioysedientoderojocarmesí,medesgarraeldeseo, laangustiaylalocura

Deambulandoenlasnochesentresombras, ybajounalunallena recorrolascallesdelasoledadylaamargura, sinti,songriseseinexpresivas Soyélhijodelassombras,soyunanimamaligna, soyununángelcaido

Midestinoesoscuridad soyunservilyesaesmiesencia

¡Unvampirosoy!ynuestroamoresmaldito (¿aunasílodeseas?)

Aunqueteameintensamentetedigoconsinceridad quebusquesaotrohombreconprimordialhumanidad Mientasduermessoyelguardiánqueteobserva, yteacompañaentualcoba cadanochefría Esperandoeldíaenquenuestroamorrenazca (entrelagrimas) tuhombremaldecidopermaneceenvela

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NOCHE, DAELI LUNA, PTO PEÑASCO, 1995
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TE ACUERDAS

AMAURY SANCHEZ, OAXACA, 1994

Nací en abril de 1983. Nadie se molestó en darme un nombre y mucho tiempo después me llamaron Abram sólo para diferenciarme del resto. Puedo describir un único recuerdo en todo su detalle: un llano cubierto por flores blancas, el sol apenas apareciendo entre las montañas, mi pecho congestionado por el olor de las azucenas y el frío del sereno, papá arrancando flores en uno de los pocos recuerdos que tengo de él… Mamá dijo la primera mentira que escuché en mi vida. Gritó que saldría con el niño a jugar en el parque. Éramos un par de bloques de piedra: ella sin mirarme ni hablarme, golpeando sus dedos contra la caja de cigarros que llevaba escondida desde que salimos de casa de la abuela. Aunque la calle estuviera a reventar de ruido, íbamos sumergidos en un silencio tan espeso como el humo que salía de su boca. No puedo asegurar si todo lo que recuerdo pasó en realidad. Miento sin darme cuenta. Recuerdonorecordarnadade

lo que Alejandra estaba contando. A veces se interrumpía para voltear y preguntarme “¿Te acuerdas?” cada que algún detalle le parecía divertido; yo respondía que sí con una sonrisa nerviosa esperando que nadie lo notara. Más tarde le preguntaría “¿Te acuerdas?”, refiriéndome a un recuerdo falso que acababa de inventar. No había mentido hasta entonces. Pronto mi técnica de mentiras se hizo tan perfecta que todos se reían y ella nunca recordaba. ¿Alejandra, Daniela, Eduar-do?... pudo ser cualquiera.

Algunos recuerdos no son recuerdos: son un deseo, ficciones salidas de la nada. Hace poco me encontré con alguien en la calle.

Tuve que responder a su emoción de la misma manera aunque su cara no me fuera familiar. No recuerdo cuándo pasó esto pero hoy lo recordé. Me obsesiona perder la memoria. A veces escribir se convierte en un intento desesperado para no olvidar. Por ejemplo: Encontré la carta que mamá escribió mientras

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EUSTOLIA, ANA ANDALUZ, MORELIA, MICHOACÁN,1999
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se moría en la ignorancia de su enfermedad, aliviada a base de inyecciones de morfina.

Entre otras cosas dijo “David, te amé desde aquel septiembre lluvioso en que te tuve por primera vez en mis brazos”. Las mentiras se convierten en verdad despuésdetantorepetirlas,como las palabras que pierden su sentido de tanto decirlas frente a un espejo. Hubiera apreciado que Osvaldo me saludara el día que nos encontramos en la calle, pero pasó de largo. Algunos de mis recuerdos no lo son: son una especie de felicidad fabricada que podría estar en cualquier parte.

Tal vez no me reconoció. La ciudad me aturde. Cualquier lugar es una pequeña ciudad y contiene un caos en sí misma. Como, por decir algo, un edificio en el que encontraste trabajo recogiendo la basura que dejan los demás. Les gusta tu empeño; todo siempre está limpio. Limpiasdenuevoporquesete olvidó si ya barriste ahí…

Pero éstas sólo son suposiciones. Norecuerdoqué escribí en partes que hora están tachadas.

Tengo un gato imagi-

nario que se llama Raúl. No puedo tener uno de verdad. No soporto laideade un día ya no encontrarlo y no saber qué haré con un costal casi lleno de croquetas, un arenero, un plato para comi-da y otro para agua, juguetes, el pelo que todavía encuentro en mi ropa...

A Raúl le conté sobre una película que vi anoche: iniciaba con la imagen de un hijo al lado de la cama de su madre, dándose cuenta de cómo ella había olvidado la manera de sujetar un tenedor, y él sólo podía pensar en que ya no encontraría transporte de regreso a su casa. Olvidé cómo terminaba, pero tuve un pensamiento.

Los perros agitan su cola hasta que reciben por primera vez una patada, entonces aprenden a gruñir, a mostrar los colmillos y las encías.

Mamá vive con la mandíbula rígida como una prensa, como si su boca guardara verdades que se niega a decir; tiene un sueño recurrente donde los dientes se le caen a pedazos, intenta hablar y no puede más que escupir trozos de hueso.

Me gustaría sentarme algúndíaenunparquey tirar

migajas de pan a las palomas. De papá me queda un único recuerdo que estalla con una foto del álbum familiar: en el fondo un campo de flores amarillas; el cielo nublado; en su mano derecha el cadáver de una liebre sostenida por las orejas; su pantalón manchado de sangre; en su mano izquierda sostiene la mano pequeña de una niña que parpadeó justo cuando el obturador de la cámara se cerró. Intento adivinar a qué olíala sangre, cuántodolíala

presión que el hombre ejercía sobre su mano… To-dos mienten. Puedo decirte que estoy enfermo, que bebí demasiado y no soy dueño de mis palabras, que soy esclavo demisimpulsos,quedetrásde esa fotografía leí “Mi querido hijo Raúl”. Cuando conozca a mi papá, pienso decirle: Soy tu hijo, una mañana salimos a cortar azucenas y me cargaste en hombrosderegresoacasa.

¿Teacuerdas?

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PUER MORTUS I, LORETO SOLEDAD, CHILE, 1993

DESESPERACIÓN

RODOLFO LOPEZ MILLÁN, MZT, 1998

Siempre que despierto creo que será distinto, como si el pasado hubiese sido algo que soñé durante la noche. Ese optimismosemantienetodala mañana; me levanto y escondo el licor, tiro la ceniza del tabaco y silbo la misma melodía mientras pongo la cafetera. Después de ordenar todo, cuando limpié cada rincón del estudio, entonces busco mis notas, estoy escribiendo un libro… que dios me bendiga si un día por fin lo termino.

A veces ni siquiera he escrito media cuartilla cuando la cafetera me anuncia que el agua está hirviendo. En las mañanas más frías la taza humea tanto quemeantojaun cigarrillo, aunque de todas formas siempre fumo hasta que los colores del estudio se tornan grises, ahí me doy cuenta que tengo hambre. Para cuando pongo el sartén en la estufa ya me amenaza la incertidumbre, pero pienso que es una angustia sin fundamento todavía.

El silbido, sí, el silbido,más café,sí. ¿Dónde puse

el más café, si ¿Dónde puse el tabaco?

Bueno, el sartén está caliente; tres huevos, el tocino y un tomate, como siempre. Tengo náuseas, es el maldito cigarro, tengo que dejarlo. El plato por fin está en la mesa, ya calenté las tortillas también. La tortilla, un huevo, el tocino y dos rodajas de tomate, me desayuno tres tacos idénticos; aunque puede ser demasiado tarde para decirle desayuno

Ya no puedo entrar al estudio, ahí apesta. No, no, sin fundamento, sí, el silbido.

Desamparada y puta la mujer que me parió, ahora estoy temblando. No, es una angus-tia sin fundamento, el silbidosí,elsilbido,caféyano, ni tabaco, ahora un poco de licor, sí, eso, sí, así dejaré de temblar. Puta y re puta, no me puedo ni servir, ahora me tiembla hasta el mentón.

No, no, condenada ella y también la madre que la parió a ella y también la madre del vestigio de hombre que se haya atrevido a cogerla.No,no,no,ahívienen,son

alacranes, me perforan las venas, pero están dentro de la carne. No hay fundamento, recuerda el silbido, sí el silbido, es cierto, el silbido, sí. Estas nauseas se van solamente vomitando, igual que los alacranes. Después de vomitar, sus pequeñas tenazas suenan como castañuelas por toda la casa.

Una veladora alta, perfecta al molde, así me siento al despertar cuando enciendolamecha,peropasan las horas del día y me brota por los oídos cera caliente. Me da la impresión de que, si no bebiera, jamás dormiría. Beber me ayuda mucho, me tranquiliza, así puedo seguir trabajando.

De vuelta al estudio, aquí estaban los cigarros, es cierto. Estoy escribiendo una novela, trata de un hombre que vive el mismo día una y otra vez, pero nunca se da cuenta.Asíenvejece, atrapado en un rompecabezas compuesto por miles de piezas que son la misma, no embonan. ¿No se entiende verdad?

Cómo puede haber un rompecabezas y que sus piezas no se pertenezcan. Ay de mí, necesito más ron. Ay de mí, se me congeló el pecho. Estaquietudsólopue-

de preceder una cosa, otro ataque..

Vienen los alacranes, ya los oigo castañear, o los estoy confundiendo con el sonidoquehacenmishuesosal temblar, como tambores de guerra. ¿Qué mierda hice ayer?Nolorecuerdo, aydemí, me ha abandonado dios. Ay de mí, estoy desamparado ¿Qué hice ayer maldita sea?

El silbido sí, el silbido, más ron. Y más ron, antes de que lleguen. Ya los siento, van por el intestino, pudieron entrar por mi recto sin que me diera cuenta, o los anteriores deja-ron crías antes de vomitarlos. Como metal al rojo vivo me queman cuando depositan su ponzoña en las venas. Malditos, si están dentro mío, ¿cómo los voy a combatir? Sólo puedo vomitarlos. ¡Más ron! ¡Más ron! ¡El silbido sí, el silbido! Mis labios no pue-den, pero en la mente, el silbido, sí. Así, hasta que los desalojo en emesis.

Se fueron, no los escucho. Otra vez tranquilo, porfinpuedodormir.Antes,un poco más de ron.

Gracias a dios que no me ha abandonado y todavía queda licor, será necesario porque maña-na es otro día, otrodíaigual.

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ESPECTRO DEL NORTE

LINDA IBARRA, MZT,

1995

Alsondeltamborlaislatiembla

Haciaelsurelvientohuye

Enotoñalmatizseasoma

Entrelaneblinalanegrarisa

Elorovitaldelacalavera

Yacecercadelaarena

Humanoentradoenlajuventud

Quelavejeznotocará

Supálidocuellolucerubíespuntos

Asupasoelvampirodejó

Portodoelcuerpodelhombre

Rastrodeljuegodeldolor

Laderretidaimagendelcuerpo

Delasfalangesescurrecarne

Desnudoelesqueletoqueda

Elcielolluviaescupe

PLANES CULINARIOS

ANDREI VELIT, PERÚ, 1988

Una vez que cese el eco de esos gritos divertidos ―manifestó uno de los hermanos, relamiendo sus labios mientras hablaba― propongo despellejarlo, separar la carne, quitarle la mayor cantidad de grasa, rebanarlo, esparcirlo de sal y deshidratarlo exponiéndolo a los rayos del sol. Y listo; tendremos carne seca para todo el mes.

Los otros dos hermanos advirtieron el hilillo de saliva escurriéndose por la boca del más sadista de los tres. Su idea no los convenció del todo.

―Yo opino que lo saquemos de ahí ―tomó la palabra el más benévolo de los hermanos―, acabemos de una buena vez con su miseria desnucándolo con el hacha que nos vendió el leñador y disequemos su cabeza para colgarla en la entrada de este hogar. Luego, diseccionamos su cuerpo, separamos sus órganos, embrochetamos su corazón y sus pulmones para llevarlos a la parrilla y con las demás vísceras preparamos un consomé de menudencias. Le quitamos toda la grasa

podemos hacer salchichas con ella― y troceamos su carne para llevarla al congelador. De ese modo, podremos disponer de comida por semanas.

Esta última idea parecía más sensata. No desperdiciarían ni un gramo del venidero cadáver.

La noche estaba por caer y todo hacía indicar que llegaban a un acuerdo cuando, de pronto, el tercero arrastró su cuerpo rollizo hacia el gran caldero ―donde aún se oían gritos de pánico e inútiles forcejeos― y le echó querosén al fuego, avivándolo al instante.

Adentro, unos aullidos lastimeros llegaron a su clímax y luego cesaron de súbito revelando una penosa y despiadada muerte.

―¡Dejen la palabrería y los plancitos a largo plazo por un instante! ―les refutó el mayor y más práctico de los tres hermanos, mostrándoles unamiradainquisidora―.Esta noche haremos una fiesta en honor a ese lobo miserable, prepararemos un gran banquete con su carne―propon-

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go medallones de lobo con aderezo de trufas y peras caramelizadas― y bebe-remos vino hasta quemar nuestras entrañas de gozo. Pueden invitar a Caperucita, a Pedrito y a las ovejas si así desean… Pero recuerden: mañana, con resaca o sin ella, debemos reconstruir las casitas que usamos como anzuelos para atraer al truhan que las derribó sin saber que, de esa manera, firmaba su sentencia de muerte.

Los otros dos asinti.-

eron al unísono.

El primogénito continuó: “No se desesperen; hay otros cánidos como él infectando estas tierras con su presencia. Los cazaremos a todos, prepararemos deliciosas rece-tas con cada uno de ellos y seremos los chefs más aclamados de la comarca”.

El fuego seguía ardiendo bajo el caldero, el cuerpo del lobo yacía inerte, y los tres malignoscerditosnodejabande reír…

EL DERRUMBE DE LA LUZ

DAVID ESQUIVEL

Losespejosylacópulason abominables,porque multiplicanelnúmerodelos hombres.

JorgeLuisBorges.

Conocí a Braulio en un salón de fiestas. En aquellos días mi hermanoelbajistasededicaba al hueso, que es como llaman los músicos al trabajo que paga las cuentas. Yo llegué a aquel lugar porque no tenía quehacer y mi hermano me usaba de cargador y jalacables, al terminar la tocada me daba algo de su paga y me invitaba unos tacos de cabeza.

Braulio y mi hermano eran parte de una banda versátil que se llamaba Viento 16. Casi siempre tocaban en bodas porque hay gente que solo en esos momentos felices se permite el derroche y paga de cuatro a cinco horas de música en vivo. Mi hermano era metalero de corazón, el cabello recogido y el saco negro que usaba para esas fiestas lo hacían ver fuera de lugar mientras llevaba el ritmo encumbias como“Ellistón de tu pelo” o “Amor carnal” pero algo había que

hacer para tragar y si las tocadas versátiles eran precarias las de adoración al Señor Oscuro todavía más.

Braulio ya era hombre maduro cuando lo conocí, rondaríaloscincuenta.Suvozera potente y clara. Tenía un rango muy amplio y si el espectador cerraba los ojos podía asegurar que se trataba de algún cantante famoso pero al abrirlos se encontraba simplemente con Braulio que era bajo, moreno, tenía ya poco cabello cortado con máquina y al ras, le sobraban muchos kilos y era ciego.

Nunca había conocido decercaaunciego.Cuandoyo eraniño, mipapámepresentó a un primo lejano suyo que además de ceguera tenía retraso mental. Hablaba yentendía casi todo pero un tic le hacía mover los brazos y la cabeza de manera involuntaria, le tenía mucho miedo.

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GATO, DAELI LUNA, PTO PEÑASCO, 1995
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Laprimeravezquevia

Braulio en el escenario me pareció raro que usara lentes oscuros en una noche fría de diciembre. Pensé que era por estiloso o porque le molestaban las luces y los rayos que se usaban para animar al público. Cuando vi que lo sujetaban para bajar del escenario me di cuenta de que no podía ver. Ya en la mesa me pareció que sus compañeros de la banda lo evitaban o que no mostraban demasiado entusiasmo por él. Braulio preguntaba si lo había hecho bien y sonreía, parecía estar deseoso de una aprobación que él mismo se daba.

Al finalizar la tocada comenzómitrabajo,laschicas que cantaban junto a Braulio fueron las primeras en irse, no se despidieron de él. Otros miembros de la banda fueron desapareciendo mientras mi hermano me indicaba qué cables había que enrollar y en qué cajas había que depositarlos. Nadie me ayudó porque, luego lo sabría, los músicos tienen que cuidar sus manos y no se permiten cargar cosas pesadas.

Braulio estaba sentado en una jardinera, las luces de los autos que se iban iluminabansurostropensativo mien-

tras fumaba un cigarro.

Mi hermano me dijo que una de sus tantas “exnovias” le había enviado un mensaje. Comprendí que esa noche no iba a haber tacos de cabeza para mí. El camión con las cosas arrancó y yo me quedé solo con Braulio.

Aunque no podía verme él sabía que yo estaba ahí y que me había quedado solo. Lo único que se me ocurrió preguntarle era si necesitaba que lo acompañara a su casa. De inmediato me tomó del brazo y comenzamos a caminar en medio de la noche.

Creo que a estas alturas ya te habrás dado cuenta de que soy un monstruo o que la gente me trata como uno, me dijo. Yo no puedo ver los gestos de las personas cuando me miran pero a estas alturas de mi vida ya los tengo muy claros en mi mente. Se asombran, se maravillan, se apenan, agradecen por lo que ellos tienen y yo no. ¿Tú y tu hermano tienen padre? Yo no, nunca lo conocí. Solo éramos mamá y yo. Nunca supieron qué fue lo que me quitó la vista, posiblemente algún medicamento.Enaquellosdías los médicos no tomaban las precauciones de ahora. No le guardorencora nadie porque

esta sombra es lo que conozco desde que ten-go memoria. No puedes de-sear algoque nunca has tenido.

Mamá cantaba también. Uno de los recuerdos más dulces que tengo es el de su voz, y el del rostro que coloqué en mi memoria con mis manos. Mamá era buena persona pero estuvimos siempre necesitadosdetodo.Hastaque descubrió que mi voz era lo suficientemente buena para que alguien quisiera escucharla. Fuimos a la radio y a la televisión. Gracias a eso pudimos vivir un poco mejor pero aquello no duró mucho. La gente está deseosa de sentir pero se aburre rápida-mente de esas emociones yva pronto en busca de otras. No puedo decir que me trataron como un animal de circo, mamá no lo habría permitido. Nos prometieron de todo pero al final nos quedamos solos.

Yo era apenas un adolescente cuando ella enfermó.

Era un tumor en el intestino, recuerdo que el olor de mi mamá cambió para siempre, ya nunca más fue dulce. Era como si la Muerte lehubieraechadounmantode olor encima. Te lo aseguro, nunca podrás experimentar unolorcomoaquel que acabó

dejánome solo en el mundo. Ciego y solo.

¿Tienes novia? Apuesto que sí, pero casi estoy seguro de que no tienes la suerte de tu hermano. Ah, deberías aprender a tocar un instrumento como él. Los músicos tienen mucho imán con las mujeres excepto si son ciegos.No se puede fincar el amor verdadero en la lástima, ¿no crees? Procura nunca dar lástima. ¿Cómo se llama esa chica? Mi mujer se llama Estela. ¿Qué? ¿Te sorprende que esté con alguien? No dejes quelasex-presionesdeesepar de brujas que dicen “cantar” juntoamítehaganpensarque soy un hombre solitario.

Ya sé que el hecho de que me acompañes no incluye el servicio de psicología pero me gustaría contarte de Estela. Espero que seas discreto con esto y no lo comentes con nadie, especialmente con tu hermanooconalgúnotrodela banda. Estela ha estado ra-ra conmigo últimamente. Solíamos pasar noches enteras conversando, contándonos cosas del pasado y también nuestros planes. Todo el tiempo está cansada o le duele la cabeza. Hay días en que no escucho más sonido que el de sussuspiros.

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Entramos a la casa de Braulio. Había mucho espacio ysenotabaquehabíasidouna casa rica mucho tiempo atrás. En el centro de la habitación principal no había más que una mesa y una silla bajo un focoamarillentoparecidoaun mango sucio que colgaba de un cable eléctrico lleno de grasa y pelusa gris. Pasa, por favor, siéntate, dijo Braulio. ¿Quieres algo de beber? Estela debe haber salido pero seguro regresará pronto.

Noté entonces que la falta de muebles se compensaba con la abundancia de espejos que colgaban de las paredes. Tenían toda clase de marcos. Había unos nuevos y relucientes y otros muy antiguosypicadospor eltiempoy la humedad.

Braulio se movía con rapidez por la casa, tomó un par de tazas de un rincón y comenzó a preparar café. Cuando lo vi encender un cerillo y dar gas a la hornilla sentí que estaba frente a un hombre que veía. ¿Sería posible que fingiera la ceguera o que aquella casa derruida le devolviera el sentido perdido para siempre? Luego de varios movimientos ágiles el café estuvo listo sobre la mesa.

La vida en pareja es algo muy complicado, dijo Braulio, no me considero un experto pero creo que podría darle algunos consejos a alguien como tú. Estela y yo nos conocimos siendo niños.

Al principio ella se portaba conmigo como con cualquier otro niño, conforme fue creciendo se dio cuenta de que yo era diferente. Pero todos somos diferentes en algún sentido. Su madre y mi madre eran hermanas. Ya sé queesotepuedepareceratroz pero hace no mucho tiempo eracostumbremuycomúneso de enamorarse de los parientes. Estela y mi madre fueron las únicas personas que estuvieron a mi lado cuando la fama tocó esa puerta y también las únicas que estuvieron cuando se fue.

Quisimos tener un bebé. Sabíamos que eso implicaba un riesgo porque éramos de la misma sangre pero también porque el futuro era incierto.

Ocurrió el día menos pensado, mi madre ya había muerto entonces y la casa se llenó de un nuevo aroma. El aroma de la vida ¿Has olido a unbebéalgunavez?Eslacosa más embriagante que hay sobrelatierra. Hay momentos

en que quisieras hacer algo para conservar ese olor para siempre, meterlo en un frasco y tomar algo de él cada vez que te sientes triste o desanimado. Yo pensé que había llegado por fin lo que tanto esperábamos. Íbamosa serlas tres personas más felices sobre la tierra pero a mí la sombra me persigue. Al bebé lo llamamos Lucio.

Todo parecía normal hasta que noté que Estela no podía levantarse de la cama.

Era como si una infinita tristeza se hubiera apoderado de ella. Lucio no paraba de llorar y ella no lo atendía, ni siquiera se acercaba a verlo. Yo hacía todo lo que podía pero no fue suficiente. Unanoche,másbiende madrugada, Estela me despertó y me dijo que cerrara la ventana porque Lucio tenía frío.Laventanaestabaabierta de par en par porque era agostoy afuera hacíacalor. Ya no llora, me dijo Estela, se ha quedado tan quietecito. Te habría encantado ver su carita.

Tuvimos que ocultarlo todo, lo que no pude ocultar fue mi rabia. Sé que en aquel momento Estela no era dueña desus accionesperola perso-

sona a la que amé me había quitadolomásamadoyesono puede generar más que contradicción y amargura. Nos gritamos mucho. Nos culpamos el uno al otro de lo que había ocurrido. Llorábamos juntos por las noches y hacíamos las paces paravolvera odiarnos por la mañana. Maldito ciego. Estúpida y triste bruja.

Mientras Braulio contaba aquello los despintados muros de la casa se llenaban de sombras. Nada se movía en aquellugar perola tristefruta luminosa sobre nuestras cabezas proyectaba sombras y más sombras. Una mujer tirada sobre la cama, alguien que sujeta su cabeza entre las manos abatido. Un pecho que se estremece por los sollozos. Un bebé que mira atento su manita y la mueve buscando sus posibilidades. Toda clase de olores fueron llenando el ambiente. Las paredes olían, la mesa y la silla en la que yo estaba sentado también. Pude percibir el olor a cuerpo humano resudado, a tela recién lavada, a café, a chi-les y a cebollasasadas,agrasahumana y animal, a mierda, a jabón de flores y a carne en descomposición.

Luegosucedióloincreí-

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ble, vi rostros en los espejos. Vilasonrisaampliayclarade una mujer, su cuerpo sólido y moreno recién salido del baño. Sus pechos llenos de leche y vida.

Vi una mano llena de pecas, apenas cubierta de una piel fina y unos dedos largos que se aferraban con fuerza a una almohada como si estuviera en un trance de dolor. Vi la piel tersa de un bebé, llena de vello y de vida. Vi rostros con ojeras. Narices llenas de mocos verdes y amarillos. Pupilas abiertas que no reaccionan a la luz. Vi sonrisas extrañas, algunas francas, otras llenas de sorna y locura. Vi en el espejo los ojos perdidos de Braulio mirandohacialanada.Unosojos deformesatravesadosporuna tela gris, una masa manchada de recuerdos y eran los mismos ojos que yo tenía frente a mí. Braulio sonreía en trance.

Salí corriendo de aquellacasa.Corríycorrí.Las calles estaban desiertas y hacía mucho frío. Me sentí un fantasma.

Llamé a mi hermano que llegó por mí una hora después.

No le conté nada de lo que había pasado en aquella casa. Le dije que había estado vagando por los bares del centro y que olvidé mi cartera en la casa. Me regañó un poco y me llevó después a los tacos de cabeza. Ahí vi, entre el amasijo de carne cocida, el ojo muerto de una vaca que me miraba. Intenté comer pero vomité todo

Desde entonces no los soporto.

Evité todo contacto con la banda durante algún tiempo. Mi hermano no mencionó jamás a Braulio y al poco tiempo se volcó por completoasupropiogrupoya la adoración del Señor Oscuro.

Mucho tiempo después volví a pasar por la que fue la casa de Braulio. Ya no existía.

En su lugar había un depósito de cerveza. Pregunté por Braulio a una señora que tomaba el fresco en una poltrona a media cuadra de ahí. Me confirmó que en esa casa había vivido un hombre ciego hace mucho tiempo. Había muerto solo, siempre estuvo solo. Seguí caminando por la acera, un destello de luz hirió mi ojo, era el sol reflejándoseenunespejoroto.

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I L L A R E V I S T A
A.J.
JULIO
A.J.
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A L C A N T A R
dirección Consejo editorial Corrección de estilo Diseño de arte JULIO ZATARAIN
RODRÍGUEZ
ZATARAIN LUCAS VELARDE
RODRÍGUEZ JULIO ZATARAIN

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