REVISTA
ALCANTARILLA
Cefalograma de un alma, Óleo/Lino, Edgar Salinas "Bache" Primer lugar del Premio Antonio López Sáenz, Mazatlán 2022
OCTA V A CARTA DE RENUNCIA
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Miguel García Ramírez
CLACK Lola Mijai
ENSAYO DE UNA OLA
E DICIÓ N
05 *POESÍA Miguel García Ramírez
06 08
07 09
Hamlet Garibay
EL JUEGO DEL FANTASMA
Juventino Montelongo
Veladora para amada
10 15 20
Nameless 524
TSUNAMI Nameless 524
ELEGÍA A BETO Sergio H. García
AMOR DE MADRE
12 Carlos Ramos Nadia Verde
DONDE 22 EN SE HABLA
23
CMC RAP
COTIDIANO
PARÍS CABÍA EN SU DEPARTAMENTO
18 GALERÍA
Fernando Alarriba
PARÉNTESIS NECESARIO
Lola Mijai
Erik Sandoval
Brenda Palacios
Dos poemas
CORONASHIT
26 30 34
Irasema Orona
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PLANTAS AROMÁTICAS Socoyote Lugo
SIN SALIDA
28 Fernanda
Sarmiento
31 PERSONAJE SECUNDARIO Diana Nieves Armenta
FOTOGRAFÍA DE NADIA VERDE
DEDICADO A TODXS LXS ARTISTAS—JÓVENES, VIEJXS & MÁS VIEJXS— QUE PARTICIPAN DIRECTA E INDIRECTAMENTE EN ESTE PROYECTO REVISTA ALCANTARILLA — OCTAVA EDICIÓN
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CARTA DE RENUNCIA Miguel García Ramírez, Cdmx, 1993 Por medio de la presente me dirijo a quien le quede éste saco remendado que viene siendo la poesía Sincerándome alzando la voz por quienes nunca leerán esto: Los despalabrados. Los muertos de hambre. Los sin sitio. Las de ningún lado. Por medio de la presente, les hago saber que renuncio : A morir ahogado con mis propias palabras A quedarme sentado mientras vuelven a saquearnos A ser el hombrecito de la casa Al diccionario aquel –caduco desde hace varios siglosRenuncio a las fronteras donde nos venden por partes A los muelles donde moriremos ahogados A cargar sobre mi espalda la culpa de los culpables A mis frustraciones y a las de mis antepasados Renuncio a suicidarme bajo una luna de hierro -los muertos no escriben poesía*, las muertas en una de esasRenuncio al silencio …
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Renuncio al silencio, benefactor de los injustos de los pederastas de los enfermos porque quieren de la complicidad de los pobres Renuncio para no darle al sistema
la satisfacción de echarme.
*POESÍA
Miguel García Ramírez, Cdmx, 1993 Estructura formal de gritar en medio del matadero para ver si alguien -1 planta, 1 vaso de agua medio lleno, 1 niño herejealcanza a escucharnos y se guarda la duda de saber si pudo haber hecho algo por nosotros.
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CLACK Lola Mijai, Culiacán, 1989 Ya no escucho música, ni cuenta me había dado No salgo a sentarme afuerita No abrazo y no beso No bebo cerveza No tomo camiones No miro películas No veo a la cota, ni a zulema, miriam No me he pintado el pelo Tome clonazepam para dejar de llorar, no podía parar. El patio esta cagado por los perros y no me molesta No he hablado con Kiara No me veo mucho en el espejo No cocino No salgo del cuarto No pinto, no coloreo, no hago ejercicio No limpio como una TOC No veo mis libros No existe mucho la gente afuera Todo está vacío, hace calor. Estoy un poquito muerta.
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CORONASHIT
Lola Mijai, Culiacán, 1989
Todo esto se ha llevado mi buen humor, todo lo que veo son pelos de perro por toda la casa. Sobrepeso. Malilla. Ausencia de arte, sin ganas de escribir pero mucho que decir. Mucho que limpiar, mucho que desear, mucho que aprender. Quisiera llegar en forma de monstruo gigante estilo power ranger y cagarme en el trabajo que me tiene hasta la verga, que me tiene apestada literal. Lamento haber cambiado, lamento no decirte lo que quieres oir. Lamento lastimarte. Me envenena tanta pereza, tanto feisbuk, tanto mame del terror, del hastío. Estoy harta. Ayúdame a entretenerme. Me tienen hasta la verga de harta. Me oyen!! hasta la puta verga de asqueada Mundo de shit, sistema de shit. Te vomito encima, te defeco. No puedo respirar aire puro.
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ENSAYO DE UNA OLA Hamlet Garibay, Michoacán, 1996
Siempre hay una ola que pareciera desaparecer a los lados de los caminos. Producto de que el viento choque con el agua o de que la tierra tiemble debajo de los mares, la ola pareciera verse piadosa cuando con fuerza explota al llegar a tierra. Ola que viene de donde la mirada no alcanza. Ola gigante a lo lejos y pequeña a lo cerca, pero fuerte. Siempre hay una ola peligrosa asechando mis vertiginosas sendas, una ola que intenta matarme y que cada vez que rosa su perversa, fría y ahogante materia líquida contra mi piel va debilitando mis brazos y sepultando mis pies. Ola de miseria que me acosa y me acostumbra a sus caprichos.
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Ola que no quiere llegar a la orilla por el temor que causa terminar algo y empezar otra cosa. Ola como yo; desapare-ciendo gracias al capricho del viento y regresando deshecho y sin ganas a ser parte del mar y sus vespertinas mareas agitadas y puntuales. Ola inter-minable como los sueños de los que ha ahogado, como los sonidos que cantan las piedras que acompañan a tan mala ola. Ola cargada de obediencia y rutina. Tsunami maldito que deja de ser necesario cuando quitas la vista del inmenso mar y te obliga a observar el conjunto de olas que inundan de miseria la miseria y ahogarían a cualquiera. Ola y olas impertinentes pero puntuales. Charco maldito que mueve el viento hasta lograr sepultar mis pies y me regresan al mar.
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PARÍS CABÍA EN SU DEPARTAMENTO
Erik Sandoval, Nayarit, 1985
El sol disponía sobre aquel piso un intento de calor que ya había nacido de sus brazos y sus cuerpos hechos uno al dormir y soñar, aunque esto último lo hacían por separado. Ella lo miraba a él irse cada tanto por la avenida de la duda y observaba desde la ventana cerrada una ciudad que se descubría lejana, sin importancia, todo cabía en aquel lugar. Una especie de misterio se trasladaba al interior de los besos y las caricias, amor podrían haberlo llamado los historiadores. Él leía en la pequeña mesa un futuro carente de profundidades y soñaba con los ojos de ella que alegres se perdían en la idea del presente cálido. La luz coloca los espacios para el amor, los claroscuros eran ellos mismos que encontraron tras esa puerta un refugio, otra parte del mundo que nadie imaginaba. Y había música y había llanto, ella era él, él era ella y París se antojaba lejano. Afuera la ciudad era el frío, la lejanía y el desencanto. La noche espera de ambos: una historia cotidiana, la construcción primera de la realidad recostada sobre el piso. Él la besa un lunes por la tarde, ella se despide un viernes taciturno.
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EL JUEGO DEL FANTASMA De repente el mundo se detuvo, el periférico es-taba silencioso, todo era muy solemne, sin música, sin borrachos afuera de las tiendas. Parecía que el virus estaba en el aire, en el sol, en las nubes, en la primavera. Estaba somnoliente en mi sofa negro, picándome el ombligo, viendo una y otra vez mi celular y sintiendo la cara caliente ¿Qué podía hacer? ¿Qué hacemos todos los jóvenes de esta generación? ¿Cómo buscar el contacto? Exacto; tinder. Sin expectativas, subes unas fotos, deslizas ¡Pum! Mach, te presentas, deslizas, match, te presentas, match, te aburre contar las mismas cinco cosas, sigues ha-blando, dejan de con-testar, deslizas, match, hablas, te conformas, concretas el encuentro, lo conoces. Él llegó, me gustó, sólo eso.
Brenda Palacios, Cdmx, 1995
nos volveremos a ver? ¿Me puedo quedar a dormir? ¿Me vas a extrañar? ¿Cocinamos algo? Entonces sí, ahí sí sentí como el mundo se detenía, en ese sofá negro que no pensé que fuera tan grande como para envolvernos. En las paredes se dibujaban flores al ritmo que iban floreciendo. Estábamos en un lugar donde el tiempo era relativo, el sol entraba por la ventana y dejaba ver la claridad de nuestras pupilas,
Siempre tuve claro que no era el amor de mi vida y que no quería ser su princesa, sólo nos íbamos a divertir en medio de una catástrofe. Qué más daba lo que fuéramos o para que nos queríamos si el mundo nos estaba demostrando que le dábamos mucha importancia a un montón de trivialidades que no importaban en una pandemia. Todo cambió cuando me dijo ¿Cuándo
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el aire tocaba la piel que íbamos recorriendo con nuestros dedos y una vibración se metía en mi cada vez que nos que-dábamos viendo fija-mente. Me empezó a gustar la pandemia, dejó de im-portar lo que estuviera pasando afuera porque nosotros teníamos nuestra propia cápsula del tiempo.Teníamos nuestra propia rutina, tomábamos ron en tazas, desayunábamos en la tarde, nos besábamos medio drogados y prohibimos la ropa sobre todo si se trataba de estar en el sofá. Me miró, nos besamos, cerré la puerta y jamás lo volví a ver. No sabía que ese era el final por eso lo llamé varias veces. Le envíe mensajes que iban a un sitio inexistente y oscuro. Lo busqué como ahora buscas a cualquier persona(en redes sociales) ahí estaba. Le hablaba pero parecía como si no me viera, como si habláramos en idiomas diferentes, como si estuviéramos en distintos lados de una cabina y por más que la golpeara o gritara él estaba del otro lado haciendo su vida. Fue de repente, de la nada, sin saber cómo o hasta cuándo. Las flores se marchitaron y des-prendieron un olor agrio por toda la habitación. El gran domo se cayó a pedazos. Bus-caba entre las ruinas una explicación, trataba de reconstruir los recuerdos borrosos para encontrar una señal, una grieta, el punto donde había cambiado algo.
Una y otra vez grité para que me escuchara pero sólo rebotaba el sonido en el muro. Un muro que había puesto para evitar la empatía a la que estamos condicionados como especie. Así de simple era evitar todo el trámite de las explicaciones, las lágrimas, las preguntas, las despedidas. Pero todo eso no se fue, se quedó en un cubito que de vez en cuando miro y me repito que no necesito una explicación porque no hay justificación para meter a alguien en una caja simple-mente para no verlo.
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AMOR DE MADRE Carlos Ramos, Hidalgo, 1984
tenías planeado, no querías estar aquí y te hiciste cargo de tu propio funeral, hasta de la banda que tocó mientras te estábamos sepultando, fregado muchacho. A mí me ocurrió la de malas encontrarte colgado en tu cuarto, ya tenías la lengua de fuera y estabas morado. Vinieron a bajarte y tú lo sabes, lloré mucho, me causó una impresión espantosa, ojalá hubiéramos hablado más para que esto no ocurriera, porque duele mucho que no estés.
Ay, hijito, todavía no comprendo por qué lo hiciste. Siento un vacío en el estómago cada que me acuerdo. Ya pasaron cuatro años, pero duele como si hubiera sido ayer, sé que tenías tus razones, no soy quién para juzgarte, aun así, una pena se anida en mi corazón. Hoy te voy a llevar tu comida favorita, aunque sea para que la huelas, ahí me voy a quedar contigo un rato, ¿qué otra cosa puedo hacer? Si vieras cuánto he sufrido, <<madrecita, discúlpeme por este disgusto, era algo que tenía que hacer, ya no podía más>>. Usé todo el dinero que dejaste, te lo he dicho en otras ocasiones, sé que todo lo
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Te digo que usé el dinero, así como lo pusiste en la nota que encontré junto a tu cuerpo, canijo mucha-cho. La familia vino y no lo creían “si estaba bien, era muy alegre, siempre se reía” y muchas otras cosas que oí que decían. Era cierto, así eras, reías muchos, hacías chistes, pero solo vemos lo de afuera, un mar en calma esconde océanos bravos. Bueno, vinieron familiares porque te querían y comenzaron a cooperar para lo que hiciera falta. Tu primo Chuy pagó el material para la tumba, tu tío Macario la banda, tu papá la caja, Luis el lugar en el panteón, Mercedes y sus hijas la comida, Celia la misa, Paco las flores, Paty la renta de las sillas y la lona. Luego se fueron turnando para dar algo de comer en los nueve días siguientes.
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Encontré el dinero en una caja de zapatos sobre el ropero de mi cuarto, tuve que regresar a cada uno lo que gastó, porque ¿ya ves lo que hiciste? <<discúlpeme, madrecita, no quería ser una molestia para nadie>>. Después de todo, tenías que hacer tu santa voluntad, pero te entiendo, solo así podrías estar en paz. Tu papá me dijo que el día que te enterramos soñó contigo, que le pedías disculpas por lo que habías hecho y le decías que no pagara nada, que me dijera para que le regresara su dinero, si vieras la enojada que me di, le dije de todo, que era un tacaño, un maldito, un cabrón que no era capaz ni de pagar la caja de su hijo. Ya que se me bajó el coraje entendí que solo me estaba contando su sueño, pero yo estaba triste y luego enojada, por eso le dije aquello. Después comprendí lo que pasaba, porque así hiciste con varios, aunque con tu primo Chuy sí te pasaste, te saliste de su sueño y le diste un buen susto, casi te
lo llevas contigo, no había necesidad de querer ahorcarlo, ya sé que con él te llevabas pesado, pero, condenado mucha-cho, él únicamente pagó el material y tú le haces eso, no hay manera. Ya luego fue chistoso porque dijeron que se le subió el muerto, pero él sabía que habías sido tú. Por eso comencé a re-partir los centavos, porque sabía que no ibas a dejarlos en paz. No fue difícil, los involucrados tenían una historia contigo, “qué buen mucha-cho era, si vieras que me agradeció por la comida”, dijo Mercedes, que cada que hablaba de ti se le iluminaban los ojos y los demás contaban cosas parecidas. Canijo muchacho, no lo hubieras hecho y toda-vía estuvieras aquí disfrutando de los chiles rellenos que tanto te gustaban, no que ahora nada más puedes olerlos, porque es lo único que tienen permitido los difuntos, quisiera que los saborearas como antes, pero ni modo, me da tristeza,
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pero no puedo hacer otra cosa. Sabes que en noviembre y el día de tu cumpleaños te los traigo, no me vas a dejar mentir, no he fallado, porque eras mi muchachito, ay, si no te hubieras ido de esa manera. Nunca fuiste malo y ahora te lo digo (aunque parece que ya no sirve de mucho), tú eras el consentido, el hijo menor, el que más estuvo con-migo. Todavía no entiendo tus razones, tal vez jamás lo comprenda, no lo dijiste ni lo pusiste en la nota, no sé si fue por amor, por algún problema en el trabajo, no lo sé. Quisiera que estuvieras aquí y poder abrazarte, pero ya no se puede, ya van cuatro años, fregado muchacho. Ya casi están listos los chiles rellenos, capeados, unos de queso y otros de atún, porque sé que te gustaban así, además unos frijolitos negros con epazote. Si estuvieras aquí estoy segura que te chuparías los dedos, porque también hay tortillas de esas pequeñas que te encantaban. Ahora solo los vas a oler, qué otra queda, <<no esté triste, madrecita, ya no podía más>>.
tu muerte fueron muy difíciles, hubo bastante gente, yo no podía entender lo que acababa de pasar. Muchos te querían, eras buena persona, pero decidiste no estar más y yo no supe qué hacer, durante esos días me quedé muda, simplemente no me salían las palabras, algunos pensaron que me había vuelto loca y casi ocurre y todo por encontrarte de esa manera, fregado mucha-cho. El silencio hace bien, porque hablas para adentro, contigo, tal vez eso me ayudó. También me sirvieron las lágrimas que sacaron poco a poco la pena de perderte, <<madre-cita, no quise que pasara por esto, pero no podía más>>. Me apoyó la familia y me rehíce, aunque toda-vía me duele, siempre dolerá. Lo más complicado fue al año de tu muerte, tú nunca lo sabrás, es terrible ese vació que siente una madre cuando pierde a un hijo, no te estoy culpando de nada, es solo que ese primer año fue muy complejo, un caos, el mundo se puso de cabeza y después un ruido sordo, algo verdaderamente horrible.
Los nueve días siguientes después de
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FOSA DE AGUA,
Juventino Montelongo, Mazatlán, 1988 me decías, una fosa de agua ¿quién había tirado los árboles? ¿y quién mató a todos los pájaros? tú les dices aves, fosa de agua yo no puedo ver el agua, decía con eco, no puedo ver la fosa, muerte ¿qué sostiene al ojo que la ve? ¿quién dice estoy viendo un rayo hablar? nadie tiene manos para eso boca hígado que soporte nadie tiene un pilar bajo la manga dicen los magos ¿quién inventó los trucos? ¿quién dijo abracadabra y apareció una boca abierta? ¿de quién son estos pájaros muertos colgados en los árboles? son las seis de la tarde gritan todos los pájaros no graznan, no hay parvadas hay un árbol oscuro con voces gritos pues entra agua al oído pero aún hay gritos y pájaros y árboles negros sombras nada más, acariciando mis manos sombras nada más, en el temblor de mi voz. REVISTA ALCANTARILLA — OCTAVA EDICIÓN
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UNTITLED
Juventino Montelongo, Mazatlán, 1988 “I'm still living at all the old addresses”. —Charles Simic
cada cierto tiempo vuelvo a las mismas citas de los mismos libros cada cierto tiempo busco las primeras fotos que tomé y me tomaron cuando llegué a vivir a esta ciudad cada cierto tiempo recuerdo las mismas escenas que viví de niño cada cierto tiempo regreso al centro de esta ciudad, que ya puedo decir mía, y a la otra ciudad, pequeña, que aún es mía cada cierto tiempo, leo lo mismo y recuerdo cómo era/me veía en ese entonces, recuerdo cómo era de niño y lo que vivía, camino por las calles del centro en donde también era otro y recuerdo las calles del otro centro y cómo era en ellas.
me veo a mí caminando bajo otras sombras observando la lucecita de un robot dentro de la oscuridad de la cobacha cierro los ojos para ver qué es real ¿soy yo dentro de otro que observaba? ¿observo a otro que quiso mirarme? me recuerdo de niño a través del adulto que soy soy feliz, logré hacerme feliz hacer feliz a ese niño ser feliz ahora mientras veo a ese niño .
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aún vivo en mis antiguos domicilios, como los de Simic y mis domicilios también son las tres veces que me abrí la barba la bicicleta roja que salió de la nada y fue al taller las mismas veces que me mudé aún vivo en mis antiguos domicilios y estoy desnudo en baños ahora ocupados por otras personas todos los días me desnudo en otros cuartos cuartos que fueron hogar y lloré en ellos cuartos donde comía sardinas y tortillas salas en donde apagué cigarros y me quité los tenis aún vivo en todos mis antiguos domicilios y sigo batallando para acomodar la escoba entre el bote de basura y la pared cada que trapeo también sigo trapeando los otros pisos donde viví y llené de lodo, papeles, cerveza, pelusa y digo, como Davis, que debajo de toda esta suciedad el piso está realmente limpio recuerdo. .
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GALERÍA POR NADIA VERDE
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VELADORA PARA AMADA
Fernando Alarriba
I En un sueño ella me dijo: Deja una luz donde nace el agua y nómbrame… Amada, así se llamaba cuando conoció a Agustín Lara en Tlacotalpan. Llevaba la partitura de un bolero, “No puedo engañarte”, escrito para la voz del maestro. Pero después de aquella cita se convirtió en cazadora de tesoros. Comenzó a ver en sus manos mapas con ríos de oro y amparada por lunas descomunales, recorrió montes, sierras, desiertos junto a hombres lacerados por el machete y la obsidiana. Una madrugada, a orillas del río, se convirtió en rugido. II Se volvió partera. Entre 1970 y 1978 atendió más de mil alumbramientos, todos afortunados, a excepción del último. Afirmaba que el recién nacido fue un hombrecito que tan pronto salió del vientre le exigió utilizar su don para algo elevado. Partió hacia Catemaco para adorar la imagen de un Dragón rendido ante una Virgen y sabios de otros tiempos la asistieron en sus sanaciones:
La llama de tus manos es el amor, madre de las estaciones. En esas ceremonias, un inmenso Cristo negro la velaba y su fulgor bañaba un pentagrama y a siete muñequitas albinas que la miraban desde una vitrina. Las sesiones espiritistas terminaron cuando llegó Sizibú. La casa vibró con voces impronunciables. -Sizibú… ¡cállate porque nos está escuchando!
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III Un día mi padre desparramó su mirada sobre la alfombra amarilla y salió del cuarto. Abandonó el detector de metales con el que jugábamos en la playa y “Piensa en mí” se perdió en el silencio flaco de nuestras tardes. Me contó que Irma (ese era su verdadero nombre) realmente enloqueció cuando se los quitaron a él y a sus hermanos para regarlos por todo México. Irma, Madre desmembrada, te fuiste a vagar por los mares de Tampico, corriste contra las olas hasta perderte. IV Dejé una luz donde nace el agua y tres meses después me despedí de ella. El Alzheimer ya la había borrado. A veces vuelvo al olor nauseabundo de su casa, a los innumerables Santos y Vírgenes que nos vieron entrar silenciosos, eternos. Aún la veo desnuda, desnuda en cada muro de esta ciudad que el mar resguarda. Papá quedó más solo que nunca. No asistió al entierro y durante meses, en las noches, prendió una veladora. Quizás esperaba que ella viniera. Que tocaría sus manos y, al ritmo de la lumbre, la noche eterna y sin estrellas finalmente se iría.
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EN DONDE SE HABLA DE LA IMÁGEN COMO INSTRUMENTO DE LA MEMORIA
Irasema Orona, Mazatlán
¿Alguien ha visto mi espejo? Me acerco exploro con los ojos el rostro reflejado. Un tiempo. Las voces saltan a configurar la imagen. No soy yo. Soy las voces que se escuchan ¿Existo en la inercia del tiempo? 30 minutos. Empiezo a ser la imagen de mí que habita en el espejo -se funde ese constructo de hechos y de formas- Las arrugas, el cansancio, la historia. No soy yo. Soy todas las que saltan a mi encuentro. Un sabio reloj con cabalgata fúnebre. -60 minutosHe abandonado el lugar donde me guardo. Pensar en un tiempo es ponerse en pausa -¿A qué hora pasa la vida?Y todas las preguntas surgen de la misma. No soy yo. Somos. .
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CMC RAP
(PARÉNTESIS NECESARIO)
Antecedentes: Es la CMC, una pequeña gran Comunidad de Maestros de Ceremonias, conformada por Cruel, rapero con un camino labrado en el underground mazatleco, campeón de competencias como Artes-anos del Freestyle, Big Bang y Guerra de Titanes; Mitchel Pastrana, guitarrista, y Chnk trompetista y rapero de Guerrilleros Band a la vez de beatmaker. Cruel y Chnk cantoneando en el mismo barrio, Pradera Dorada, se comenzaron a juntar por su cuenta para tirar freestyle, escuchar music y escribir rolas en colaboración. Comenzando Cruel a caerle esporádi-camente a los ensayos, tocadas y partys de Guerrilleros. Ahí surgió la idea de agregarle el toque hard de la lira del Sr. Mitchel a los raps de los de la “C”, comenzando a juntarse por su cuenta para hacer maquetas (y rolar el gallo).
Concepto Musical: CMC tiene como base las letras de Rap Hard y ritmos principal-mente BoomBaperos en fusión con sonidos Reggae, Funk, Hard Rock y Metal, buscando experimentar con la armonía y la melodía la mayor parte del tiempo, con el fin de proyectar un sonido ponchado, tanto en la cabina como en el escenario, para que la raza baile.
Letras: La lírica cemeciena suele partir de las experiencias comunes y la cotidianeidad de sus integrantes, donde se tocan temas como la fiesta, las drogas, la libertad, las consecuencias de los actos individuales, el grafiti, lo que te puedes topar en la calle y hasta el cuestionamiento de ciertas normas sociales.
Futuro: A corto plazo, se encuentra el lanzamiento del primer EP del grupo, en proceso de grabación, del cual ya se tienen la mitad de los tracks terminados y pronto verán la luz. A mediano y largo plazo, CMC RAP pretende colaborar con artistas que han influenciado su concepto musical, tanto locales como nacionales e internacionales.
@cmcelgrupo REVISTA ALCANTARILLA — OCTAVA EDICIÓN
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PLANTAS AROMÁTICAS
Socoyote Lugo, Culiacán, 1962
Desde el principio percibí ahí un olor
Hablamos de un tema y otro; mi voz era
dulce que me agradó y llamó la atención.
tan
El lugar era atendido por un par de
reparé en que todos los clientes ya se
chicas: quizá eran empleadas o quizá las
habían enterado de mis preferencias
dueñas. Unos cuantos comensales se
políticas, gustos musicales, ocupaciones
distribuían
las
y otras intimidades. El olor a dulce
pocas mesas de ese breve espacio. Por
estaba presente de manera tenue. Al
allá, una familia tradicional: madre,
principio pensé que lo provenía de las
padre y dos chavitos adolescentes bebían
bebidas
unos capuchinos espumosos.
cuando me acerqué un poco a Victoria
Por acá, una pareja treintañera platicaba
para leerle algo, entreví que el aroma
discretamente:
provenía de ella.
cómodamente
ella
entre
degustaba
una
estentórea
que
que
ahí
hasta
después
preparaban,
pero
infusión de frutos rojos y él una bebida
En la conversación salió a relucir que
verde
ella vendía mezcal de Guerrero y café
que
bien
podría
haber
sido
jengibre, cardamomo o té limón. Victoria
de
y yo nos instalamos junto a la barra y
imaginado! Ya que yo también vendo
pedimos dos cafés americanos grandes.
mezcal de Oaxaca y café de Veracruz.
Traíamos hambre y ordenamos unos
Nos reímos de esa otra coincidencia.
paninis de pollo que nos supieron a
Oaxaca.
Estábamos
¡Nunca
muy
lo
cerca
hubiera
de
su
gloria.. Nos dio risa que hayamos elegido
departamento y me invitó a degustar
la misma bebida y los mismos alimentos.
su mezcal. El depa era un lugar
Cuatro o cinco años tenía de conocer a
acogedor y nuestra co-versación fluyó
Victoria y era la primera vez que nos
con el sabor de un maravilloso mezcal
veíamos para charlar un rato.
artesanal y una música de relajación.
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En un momento tomé su mano y
Me quedé a beber mucho tiempo, como
después su brazo. La besé suavemente
un sediento, como un demente, como
y un golpe de chocolate con vainilla
un adicto al néctar sabor chocolate-
impregnó mi olfato y mis labios. ¡Era el
vainilla.
mismo
estado
pequeños gemidos de placer, movió
inquietando desde que estuvimos en la
todo su cuerpo como una ola brava del
cafetería! Las partículas de estas dos
mar. Mi boca quedó pegajosa y los dos
plantas
me
yacimos exhaustos. Nos abrazamos y
desquiciaban tanto que deseé explorar
nos quedamos dormidos. Ella siguió
sus redondos y exquisitos pechos. Sería
desprendiendo ese olor.
olor
que
me
aromáticas
había
mexicanas
el mezcal (también planta de origen mexicano), pero sus senos se volvieron montañas de cuyas cimas fluía un elíxir: una bebida afrodisíaca que me impulsó
a
degustarlos
de
manera
intensa; me sentí en un viaje sin retorno del que no podía detenerme: seguí
adelante,
siempre
adelante.
Saboreé su espalda, su cuello, su cabello, sus dedos, sus pies, sus tobillos y sus piernas hasta llegar a su hermosa flor morena: de manera increíble el olor y el sabor a chocolate y vainilla se intensificaron al cien. La vi entonces como
una
mujer
llamada Victoria.
planta
mexicana
Victoria
suspiró
y
emitió
En la madrugada, aún oscura, nos despedimos por motivos que no viene al caso detallar. Rumbo a casa, en el metro, me sucedió algo inaudito: me sentía impregnado de ese delicado olor a vainilla-chocolate con un ligero toque de
mezcal.
intrigados,
Los se
pocos
miraban
pasajeros, entre
sí
tratando de descubrir la procedencia de ese olor dentro del vagón. Una mujer madura que viajaba a mi lado, volteó su rostro hacia mí y me interrogó:
–Disculpe
chocolates
en
su
usted,
morral?
¿trae ¡Huele
mucho!
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COTIDIANO
Nameless 524, Acapulco, 2001 La frialdad de la mascarilla empaña mis lentes. A estas alturas, soy un experto en caminar esquivando siluetas. Me muevo entre la multitud, apenas chocando con un par que ni siquiera se disculpan. Todos corremos antes de que el semáforo cambie de color y, arriba de nosotros, un perro usa el puente peatonal. Siento que mis orejas se van a rebelar en cualquier momento. Tienen que cargar con mis lentes, mis auriculares, el cubrebocas y el eventual bolígrafo que coloco para que parezca que he hecho algo durante el día. La migraña de hoy empezó dos horas antes, los analgésicos de nuevo me volvieron a fallar y la cafeína lo empeoró. Buenos días, mundo. El transporte público parece una lata de sardinas, sólo que en lugar de peces lleva personas y muerte. Cuando pensaba en el futuro de niño me imaginaba que los autos volarían; nunca creí que ir al trabajo sería una lucha entre ver qué te mata primero, si la muerte, el virus o el asaltante de turno cuando no te la sepas. Cuento las personas que no portan barbijo, pero después de las 50 me canso y entonces el autobús dobla la primera esquina. El conductor tiene su música a todo volumen y mis auriculares no son tan buenos como para protegerme del ruido. Mi cabeza está a punto de explotar, el mundo es demasiado ruidoso y las luces insoportablemente brillantes. Así que cierro los ojos. Desconectarme de la realidad es lo único que el futuro no me ha podido quitar. Me imagino qué sería estar de vacaciones, sentir la cálida arena bajo mis pies, los rayos del sol contra mi piel, la calma de no soportar los días interminables. La última vez que respiré aire y no esmog fue cuando iba en la primaria; creo que a estas alturas rechazarían cualquier gas que no provenga del escape de un auto. Estar en la playa, con un coctel en una mano y neumonía en mis pulmones suena ideal.
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Que las olas que me revuelquen sean las del mar y no las de la pandemia… Irreal, fantástico, colorido. Llegó a mi parada y tengo que bajar del autobús. El conductor arranca antes de que termine de bajar y trastabillo por un segundo. Mi deseo se va con esa vieja cafetera, me deja respirando sus gases tóxicos mientras un tren de rostros me marca a dónde tengo que ir. Al parecer, anoche hubo otra fiesta clandestina y mejor me voy preparando para otro encierro que no es encierro, pero se siente como el fin del mundo. Afuera del hospital, un gordo guardia de seguridad con un cubre-papadas reparte gel antibacterial rebajado con agua y un joven se desmaya al ver una aguja. Nada ha cambiado, seguimos como el primer día. Y yo ya no puedo recordar el calor de un abrazo.
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SIN SALIDA
Fernanda Sarmiento, Mazatlán, 1999 Frio invierno. Desolación. Silencio. Desierto de decepciones. Jardín de ilusiones apagadas. Frágil al sufrimiento. Conforme a una pizca de humanidad. No espero amor, ni odio. Sin esperarlo, tu sonrisa amable me atrapó, mostrando una salida del dolor. “No te preocupes, volverás a amar”. -dijiste con los dientes desnudos y un brillo falso en tus ojos. La tranquilidad me arropa, pero sé que es breve. Fue más efímero de lo que soñé; encuentro la destrucción. Pesadumbre de haberlo perdido todo. Quiero llorar, pero como es costumbre me trago el nudo. El me castiga y no logro comprender la razón. Solo sé que quema, arde más de lo que pensé podría soportar.
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Eran sus ojos los que engañaban, pero sus manos las que mataban Yo suplicando por vida y el peleando por sus ambiciones. Llanto incontenible. Asesinato de ilusiones, sueños, esperanza. Muerte. No mintió; el dolor se esfumo.
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津波
Tsunami
Nameless 524, Acapulco, 2001
津波は生まる。 岩に打ち寄せる。 海岸に死体がある。
Tsunami wa umaru. Iwa ni ushiyoseru. Kaigan ni shitai ga aru.
El tsunami nace. Golpea las rocas. Hay cadáveres en la playa.
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PERSONAJE SECUNDARIO
Diana Nieves Armenta, Baja California Sur, 1992
Hoy me siento bien. Gracias por preguntar, querido lector. No creí que alguien se interesara por nosotros, por los personajes secundarios. Pero supongo que con la situación de los principales…Bueno, es mejor hablar con alguien de confianza, ¿no? Bien, como sabes, y tú mismo lo has vivido, todo empezó en marzo de 2020. Nos enteramos porque ella comenzó a leer, escuchar y ver todo sobre el nuevo virus. Tú sabes bien de lo que hablo, así que está demás explicarlo. Continuo, ninguno de nosotros podía creerlo, todos coincidimos en que ni a ella en sus ideas más descabelladas, pudiera crear un escenario tan catastrófico. Y mira que la ciencia ficción no se le da mal, ha ganado algunos premios con cuentos distópicos. Después, llegó el confinamiento, creímos que eso le haría bien. Llevaba meses con una idea rodándole en la cabeza para una novela y nosotros estábamos listos para dar el salto a la página. Pero no fue así. Las primeras semanas fueron buenas; ella hacia yoga, leía, cocinaba nuevas recetas, jugaba con sus gatos y se mantenía en contacto con sus amigos y familiares. En esos días todos estaba-
mos muy activos esperando el momento del protagonismo. Aquí dentro nos esforzábamos por hacer más habitable nuestro espacio. Verás, nosotros creamos nuestras casas con las herramientas que ella nos da para interpretar los símbolos de una historia. Yo una vez fui la amiga fotógrafa con un departamento amplio y de grandes ventanales. Ahora este es mi hogar. De mis otros personajes he conservado libros, muebles y cuadros que ahora hacen más agra-dable mi morada. Me gusta pero la verdad desearía tener la versión “premium” de los principales. Ellos si se dan una vida de lujos, son tan completos y con tantas historias que pueden tener prácticamente todo. ¡Como los envidio! Sé que nunca seré como ellos, pero me encantaría tener un poco más de protagonismo.
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Por eso aprovecho el tiempo y practico mis dotes histriónicos para cuando llegue el momento. Después de practicar salía al área común, que es el centro de la mente de la autora, donde comentábamos su energía y optimismo, se-guros de que pronto nos convocaría. Con el aumento de contagios por las nuevas variantes del virus, los días y meses pasaron. Ella comenzó a levantarse tarde, a comer a deshoras, no hacia sus rutinas de yoga, parecía evitar sentarse frente al escritorio y ya no llamaba a nadie. Ni si quiera prestaba atención a sus gatos, a veces hasta olvidaba darles de comer. Tampoco pensaba en nosotros, ni en las historias que venían tras ella. Comenzamos a preocuparnos de que no tecleara palabras de nuevo, si eso pasaba ¿qué sucedería con nosotros? Sabíamos de escritores que habían abandonado la pluma después de una exitosa carrera literaria, como Juan Rulfo. Y nos preguntábamos sobre el destino de sus personajes, intuyendo que habían desaparecido. ¡Eso nos aterraba! Cuando ella salía al súper y recibía a los repartidores, lavaba todo con abundante
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jabón y cloro temiendo que el virus se colara en su casa. A veces, incluso creía sentir la garganta irritada y su temperatura alta, y aunque siempre era falsa alarma eso no la mantenía tranquila. Aquí dentro también empezaba el caos; un personaje principal, que antes había interpretado a un hipocondríaco, parecía tener los síntomas del virus. Sabíamos que no podíamos enfermarnos a menos que la autora lo decidiera, pero nadie se atrevió a com-probarlo. Así fue como decidimos ya no reunir-nos en el área común y nos resguardarnos cada uno en su rincón. Al pasar los meses, ella seguía eludiendo el escritorio. Los días se le iban frente a las pantallas y no leía porque no podía prestar atención. Tomaba siestas durante el día y sus duchas las prolongaba. Recibía casi a diario correos de su editor pidiéndole avances de su nuevo libro, lo que termino causándole insomnio pero también la regresó frente a la computadora. Las noches eran activas para nosotros, entrabamos y salíamos de la página. Aunque no permanecíamos ahí mucho tiempo, eso era un gran respiro.
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Esas actividades nocturnas nos dejaban todos? El tiempo nos dijo que no. agotados. A ella, le costaba concentrarse A ella, le costaba concentrarse durante el día y se que escuchábamos durante el día y se mantenía sino monosílabos ilegibles y sutiles somnolienta A nosotros, nos limitaba pasos, hasta que un día dejaron de las herramientas que teníamos para escucharse por completo. Supongo que mejorar nuestros papeles, sobre todo a deben estarse preparándose para un los secundarios. Pero yo confiaba en que papel importante. Porque ahora la pronto mejoraríamos. No fue así. Al autora se ha dedicado a escribir cartas tiempo, los personajes principales a sus seres queridos. Sospecho que debe perdieron la cordura; gritaban sus ser para una novela de autoficción diálogos y se aventaban contra las dónde juega con su muerte. Como en el paredes. A nosotros no nos pasó, cuento de Andrea Chapela, “En parecía que al fin tenía una ventaja ser proceso”, que leyó durante de la un personaje secundario. Era de pandemia. Esta vez estoy seguro que esperarse, después de todo eran los todo irá bien y al fin tendré el símbolos más cercanos a la autora. protagonismo que merezco. ¿Sería que eso podría sucedernos a
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ELEGÍA A BETO
Sergio H. García, Nayarit, 1995 A Beto
Hay jueves que el universo te cae encima y no puedes sino tomar un paraguas cubrirte la cabeza llamar al otro y preguntar sobre tu futuro sobre los huesos y techos rotos sobre los universos que te caen encima los jueves o quizás solo por el paraguas y esta necesidad de cubrir la cabeza para salvar la propia vida Yo poco sé de estas cosas El día que Beto con las ganas amanecidas en los ojos y los impulsos metidos entre las costillas despegó en su propia búsqueda las estrellas que parecían encerradas fuera de nosotros cayeron sobre la tierra y los niños no pudieron sino colgar los columpios y fingir que las esperanzas no les rodaban por la mejillas Así fue siempre Beto un oleaje impulsivo una misión imposible una condena y la determinación oceánica de salvar a los otros Beto jamás regresó Hay jueves que sería mejor no despertar
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