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LA SEGURIDAD ALIMENTARIA ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

Las sequías son cada vez más frecuentes debido al cambio climático, y esto afecta gravemente al sector agrícola en todo el mundo.

En los últimos dos años hemos sido testigos de los impactos del cambio climático en una escala inédita, y se habla ya de una crisis climática. A partir de 2021 experimentamos temperaturas que rebasaron los máximos históricos en varias partes del mundo, y se registraron tasas de derretimiento de hielo en los polos sin precedentes, elevaciones en el nivel del mar, inundaciones y sequías nunca registradas. Y estos son apenas los efectos de un grado centígrado de aumento en la temperatura promedio de la Tierra. Se ha estimado que, con la presente tasa de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en poco tiempo subiremos un grado centígrado más. Las consecuencias de ese calentamiento podrían ser desastrosas para la humanidad, con afectaciones en la salud, la economía y la producción de alimentos.

Es importante considerar que en el proceso del cambio climático existen varios procesos interrelacionados y reacciones en cadena que nos llevan a puntos sin retorno. Estos cambios irreversibles incluyen pérdidas significativas en vegetación y biodiversidad en la selva amazónica y el derretimiento del suelo congelado (permafrost en inglés), con la liberación de grandes cantidades de metano a la atmósfera, un gas con capacidad para absorber calor 28 veces mayor que la del CO2

Ante el prospecto de una crisis climática y el aumento en la población en los próximos treinta años, se prevé que la demanda de alimentos que consuman más recursos, como la carne y los productos lácteos, aumente en casi 70 por ciento. Hoy en día, más de 800 millones de personas padecen hambre o están desnutridas. Aumentar la producción de alimentos respetando el bienestar humano y el ambiente presenta enormes desafíos. La agricultura ya ocupa casi la mitad de los ecosistemas con vegetación del mundo. Además, las actividades agrícolas y otros cambios en el uso de la tierra generan una cuarta parte de las emisiones anuales de GEI.1

Desgraciadamente, la vida cómoda que llevamos en las ciudades nos hace olvidar la estrecha relación de la producción de alimentos con el clima. Nuestra salud, alimentación y seguridad dependen de la salud de nuestros ecosistemas, de las plantas y los animales que los componen. Como fuente de alimentos e incluso de medicamentos, la biodiversidad es fundamental para la sociedad y el bienestar de las personas. Toda nuestra actividad económica depende en última instancia de la naturaleza. Se estima que, a escala mundial, la naturaleza proporciona servicios por un valor aproximado de 125 billones de dólares al año. La estabilidad del sistema planetario ha permitido el desarrollo de la sociedad humana moderna; sin sistemas naturales saludables, los investigadores se preguntan si es posible continuar el desarrollo humano. 2

En los próximos 20 a 30 años, la humanidad enfrentará varios retos relacionados con la producción de alimentos:

1. Con el aumento de la población, se prevé que para 2050 la demanda de alimentos se incremente en 50% con respecto a 2010.

2. La cantidad de tierras disponibles para aumentar la producción de granos, frutas, verduras, carne y leche es muy limitada. Bajo los esquemas actuales de producción, necesitaríamos un área con el doble del tamaño de la India para producir los alimentos necesarios en 2050.

3. Ya no hay mucha tierra disponible, así que deberá mejorar el rendimiento de la tierra existente si deseamos producir los alimentos para la población del futuro. En resumen, se requiere hallar formas para aumentar la producción de alimentos por hectárea, mientras se adapta al cambio climático.

La crisis climática requerirá replantear los esquemas de producción y alimentación. Si las condiciones de sequía persisten en el sureste de los Estados Unidos y en Europa, los productores deberán cambiar los cultivos tradicionales por otros mejor adaptados a escasez de agua y las altas temperaturas. La producción de arroz y almendras en California, EE. UU., y la producción de aceitunas en España ya se ven gravemente afectadas. Habrá que mejorar por mucho el manejo de los alimentos, porque un tercio de todos los alimentos producidos en el mundo se pierde o desperdicia entre la granja y el tenedor.3 Por otro lado, la gente deberá repensar sus hábitos alimenticios, consumiendo productos con menor impacto sobre el planeta en términos de emisiones de GEI (huella de carbono), en la cantidad de agua que utiliza (huella hídrica), el empaque de los alimentos y en la energía que requiere su producción. Por ejemplo, las frutas y verduras tienen una huella de carbono e hídrica menor que la de la carne y la leche. Los productos regionales tienen una huella de carbono más baja que los importados, por las emisiones debidas al transporte.

En la gráfica siguiente4 se aprecia cómo los alimentos producidos en 2010 serán insuficientes para alimentar la población en 2050.

Los cambios que inducimos en el planeta están alterando de manera irreversible los procesos y recursos vitales de los que dependemos, incluyendo la producción de alimentos. Por ello, la humanidad enfrenta graves amenazas a su bienestar relacionadas con la crisis climática, crisis que a todas luces empeorará porque las emisiones de GEI siguen en aumento; la temperatura del planeta seguirá subiendo, y habrá impactos sorpresivos. Estamos entrando en terreno desconocido. Es urgente llevar la solución del problema ambiental al nivel del individuo y revisar nuestros patrones de consumo, buscando reducir las emisiones de CO2, y al mismo tiempo estar muy pendientes de los cambios en el clima que afectarán distintas partes del planeta, para encontrar la mejor manera de adaptarnos, y que los cambios sean menos dañinos. <

Nota: Los datos reflejan los alimentos para consumo humano directo. Excluyen los cultivos destinados a la alimentación animal, las semillas y los biocombustibles. Las cifras de consumo y disponibilidad mostradas son promedios mundiales.

Fuentes: Análisis del WRI basado en el modelo GlobAgri-WRR con datos fuente de FAO (2019a); FAO (2011c) y UNDESA (2017) (escenario de fertilidad media).

Referencias:

1 Creating a Sustainable Food Future. World Resource Institute, 2019.

2 WWF. 2018. Living Planet Report - 2018: Aiming Higher. Grooten, M. and Almond, R.E.A.(Eds). WWF, Gland, Switzerland.

3 Creating a Sustainable Food Future. World Resource Institute, 2019.

4 Ídem.

Ing. Víctor Fernando Guzmán Enríquez Director

El Valor Agregado Como Herramienta

Para El Desarrollo De Un Sistema Alimentario Sostenible

El sistema agroalimentario está en evolución continua, porque se halla sujeto a presiones de orígenes diversos, como el cambio climático, factores sociales (entre ellos la pandemia de covid-19) y un consumidor cada día más informado y con mayor poder de decisión, que busca productos que, además de satisfacer su hambre, aporten beneficios a su salud.

Así mismo, el sistema agroalimentario enfrenta el reto de satisfacer las necesidades de la población actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Según estadísticas de la ONU, en 2050 seremos más de 9700 millones de personas, 2000 millones más de los que somos ahora. Con base en estas estimaciones, la FAO (2015) presentó sus 17 objetivos de desarrollo sostenible, dirigidos a erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar prosperidad para todos. En particular, el objetivo 2, denominado “Hambre Cero”, habla de seguridad alimentaria, es decir, de garantizar el abasto suficiente de alimentos inocuos y nutritivos.

México, y en particular el estado de Jalisco, se han distinguido por su liderazgo en la producción de productos agropecuarios como el huevo, la carne de cerdo, berries, aguacate, maíz y jitomate. Sin embargo, la mayor parte de estos productos se venden en fresco, sin procesar, lo que dificulta su comercialización y provoca que muchos de estos productos no lleguen al consumidor final, por maduración excesiva y por la falta de una logística adecuada, lo que representa pérdidas económicas para el productor y desabasto y encarecimiento de los productos. Se estiman pérdidas y desperdicio de alimentos en nuestro por más de 24 millones de toneladas; es decir más de 30% de los alimentos producidos no llegan al consumidor final. Por ello, es importante impulsar la generación de valor agregado en estos productos a través de un proceso o transformación, para garantizar una mayor vida útil. Mediante un procesamiento, empaque y distribución adecuados es posible garantizar la inocuidad de los alimentos, para tranquilidad del consumidor. Podemos clasificar esta transformación de la siguiente manera:

Los alimentos congelados puede ser una opción para que los productos lleguen al consumidor final.

• Procesamientos simples: selección y empacado.

• Operaciones mecánicas simples: molienda, corte, mezcla y despulpado.

• Tratamientos fisicoquímicos simples: cocción, pasteurización, congelación y deshidratación.

• Tratamientos fisicoquímicos más complejos: procesos biotecnológicos, fermentación, liofilización y texturización.

Los métodos de transformación y conservación de alimentos han evolucionado, y se han desarrollado tecnologías que permiten conservar los alimentos por más tiempo sin necesidad de usar aditivos o conservadores químicos, que en los últimos años han causado tanta controversia. Una de estas tecnologías es el liofilizado, un proceso que a través de congelación hasta −70 grados centígrados en una cámara especial logra —a través de un efecto de sublimación— extraer hasta 90% del agua del producto sin que pierda sus propiedades originales, con una vida útil de hasta 24 meses y con la posibilidad de reconstituir el producto.

Así mismo, podemos considerar como valor agregado el uso de mecanismos de diferenciación a través del cumplimiento de lineamientos geográficos, de calidad y procesos estandarizados para la siembra, cosecha, transformación y distribución de ciertos productos; tal es el caso de las denominaciones de origen, como las del tequila y el chile de Yahualica de nuestro estado de Jalisco, que ha permitido a los productores posicionar y comercializar ambos productos en todo el mundo. Por último, otro mecanismo de generación de valor agregado para un producto agroalimentario es la obtención de certificaciones que garanticen al consumidor que es un producto inocuo, orgánico o que la empresa es socialmente responsable. De esta manera, el consumidor se sentirá más identificado con la marca, lo que se traducirá en una mayor fidelidad.

Podemos concluir que la generación de valor agregado en los productos agropecuarios contribuye al fortalecimiento de un sistema alimentario sostenible, es decir, que garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición todas las personas, de tal forma que no se pongan en riesgo las bases económicas, sociales y ambientales para las futuras generaciones. <

El 30% de los alimentos frescos no llegan al consumidor final; se tienen que crear procesos para disminuir el desperdicio.

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