Anonimato 6, enero de 2015 ¿Qué es AnonimAto? AnonimAto somos un grupo de amigos, afincados en Sevilla, con una verdadera pasión por la poesía. Nos conocimos a propósito de un ciclo de recitales, organizado por la Sección Juvenil de la PLACA (Plataforma de Artistas Chilango Andaluces). La mayoría estudiamos Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla. Aunque contamos con la participación de estudiantes de Filosofía, Historia del Arte, Lengua y Literatura Españolas, Medicina y Periodismo. Completan el plantel una artista plástica y un informático. ¿Quiénes somos? Coordinadores: Daniel Martínez Romero Joselito Ramone Colaboradores: Pablo Alonso Dafne Benjumea Rodríguez Elena Berrocal Luna Paco Carrascal Marta Hoyo Portilla Gonzalo Lúcela Patricia Luque Herrera Rocío Muñoz Vergara David Eloy Rodríguez Fran Seisdoble Beto Steinmann
Nuestra intención es poner en pie el sueño de Juan Ramón Jiménez de editar una revista llamada AnonimAto, que publicase poemas, no poetas; textos, no firmas. Ya que la literatura es colectiva, proponemos una poesía anónima. A esto tiende nuestra revista… En conclusión, AnonimAto es un homenaje a Juan Ramón Jiménez, la consecución de su sueño; es la ilusión de un grupo de jóvenes, su punto de encuentro; es nuestro regalo al mundo, en forma de poemas; es un lugar para el amor y, en definitiva, un espacio para la poesía. Ilustradores: Sara Bernal Kry García Rafael Guerrero Peralta Tamara Kadoura Mila Parodi Irene Suárez Maquetación: Fco. José Dorado Farfán Diseño gráfico: Beatriz López Gallego Desarrollo web: Víctor Chumillas Martínez
Anonimato, Revista de poesía © 2013-2015 ISSN 2341-0043
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ÍNDICE NúMERo CINCo.....6 EN Lo MáS ALTo DEL TRÍPTICo.....9 CARToGRAFÍA TáCTIL.....11 LoS FUSILADoS.....12 TRáNSITo INTERIoR.....15 YA Lo NoTo.....17 MEDITACIóN CATáRTICA.....20 BAILéMoNoS.....25 CAVALo MoRTo.....27 oLIVER AToN.....31 EN UN HoTEL DE ALGúN LUGAR DEL NoRTE......32 HACE UN FRÍo DEL DEMoNIo EN ESTA CASA.....37 A LoS JULIoS Y A LAS CoSAS IMPoRTANTES.....39
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NúMERo CINCo creéis brillar bajo la luz de un opel con los bajos retumbando pero nunca os habéis planteado la muerte por taquicardia comiendo techo asumid fenómenos virales de un día que por ser no sois nada no conocéis la pobreza junto a un altavoz un terremoto y asfixia fin del mundo fin de la juventud desguace de sueños rotos no sois nada mi vida lleva un tatuaje taleguero en la nuca y he tragado el miedo a mirar atrás me he chutado mi mortalidad la he acelerado juntos seremos el tabique que resista tempestades blanca pura será la cal corred conmigo
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EN Lo MáS ALTo DEL TRÍPTICo En lo más alto del tríptico recojo el farol –que yo quiero pensar que yo quiero pensar que yo quiero pensar que esto es un juego. Recojo la ventosa de la espera con los pies despertando alcántares –hijos de Alcantarilla [Alcázar– con los pies, con los pies presumidos de oblicuo y silencio. Todas las mañanas veo la misma vieja entre los muslos. Y en lo más alto del tríptico... ¡Pero yo quiero pensar por fuera! Pero nadie, ¡nadie! Ni río, mar, río, muro, perro, vaso, río dejan hablar. Que dicen con la mirada lo que no digo en mi idioma y la sangre delata el día, a peces ciego, solo a peces, con humo hinchado y algo de puntas y espiga en el asunto, sin hueso y a pies despiertos siempre. Siempre mantengo erguida la fase inicial: en lo más alto del tríptico recojo el farol y lo aplasto con el culo.
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CARToGRAFÍA TáCTIL Paisaje dividido. La ceguera inunda solo aquello que los ojos han podido superar: una lista de rutinas y deseos como el amor o las ficciones de un telediario. Es entonces cuando el miedo parece borrarse de ciertas imágenes que la memoria arrastra. Y aprendemos a nombrarlas como un puñado de recuerdos limpios, diminutos e hipnóticos frente a un atardecer como este. Aquí el mar ya no se ve, pero se grita.
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LoS FUSILADoS Los fusilados, todos, tienen nombre algunos hijas que permanecen en la espera a la hora de comer algunos tienen madres y novias y amigos para el vino los fusilados se derraman entre flores heridas que ya no son blancas la Historia los recuerda solo a veces unos con iglesias por ropa otros con hoces por manta todos pagaron un alto precio todos nos recuerdan el odio, el sabor del fango, la lejanĂa del suelo, el aroma del miedo el sonido del disparo en la tarde antes del sueĂąo.
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TRáNSITo INTERIoR Quiero saber quién soy tirando piedras a un panal de avispas. JUAN MANUEL RoMERo
I Hemos abierto agujeros en la pared por si fuera necesario escapar. La libertad es esta forma de sentir, esta forma de hacer. Cayeron estos cascotes, escombros, polvo por todos lados. No se puede respirar bien. Pero una pizca de sol para la sombra, estas ganas de salir adelante. II No, no somos tan complicados, y no es tampoco una cuestión generacional. ¡Todo se había dicho tantas veces con tanta antelación! Pero no era posible escuchar. Llevamos para siempre nuevas magulladuras y extraordinarios conocimientos. Ya no sabemos con qué soñar.
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YA Lo NoTo Me palpitan todos los corazones que posee mi cuerpo. Mis manos frías –llamémoslas enero– pulsaciones dactilares desdibujan(do) progresivamente huellas de manos tibias –llamémoslas noviembre– y vistiendo los placeres que, desnudos, olvidaron la visita a los rincones ya marchitos. Llenando efímeramente un interior tan hueco, tan vacío y malherido, que se agita inerte ante el intento de rememorar cualquier noviembre. Todos los noviembres habitan hoy en mi recuerdo. Noviembre, manos cálidas e incontrolables acudían entonces a borrarme la temperatura del otoño en mis rincones.
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Bocas, bocas y miradas sucediĂŠndose a las manos, avivaban el rocĂo de mi cuerpo, me mimaban los resquicios derrotando el aire que nos separaba. Que nos separaba. Enero y frĂo quedan ahora recordando, solo recordando y reanudando el mimo a solas. Y ya lo noto, ya se acerca el palpitante final que anuncia el vientre alocado, el pecho dislocado. Ya lo noto, ya se acerca y no es espasmo. Es el llanto.
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MEDITACIóN CATáRTICA Siempre vuelven, los demonios siempre vuelven. Ellos cada vez más cansados, yo cada vez más fuerte. Mercenarios indisciplinados se reagrupan y traman. Establecen alianzas que duran lo que dura un pensamiento, yo las detecto y destruyo. Hordas de bestias son como hormigas desde aquí arriba. Ellos menguando y yo cada vez más fuerte. observo, centinela milenario desde la torre más alta de mi Ser, su despliegue atolondrado. Mampostería de elevados y sólidos sentimientos adornada con flores de plata: Soy invencible. Soldados rasos con uniformes y cascos pintarraqueados: Duda, Miedo, Mentira, Exceso. Pelotón desorganizado avanza al frente un sargento severo y amargado: el no-ser, la Vanidad: holograma incierto de la personalidad, culpable de la tragedia por el choque de trenes ennortados, de la decepción con la expectativa. Enviemos reflejos rojos, azules y dorados al campo de batalla, mientras planeamos atentados contra el capitán general de todos los ejércitos, el Miedo, y su segundo de abordo, el odio.
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Los demonios se revuelven en su opaca naturaleza: la virtualidad, la inexistencia. Parásitos de la célula. Siempre vuelven, los demonios siempre vuelven. Aunque la guerra esté ganada de antemano, cada enfrentamiento cuenta... armamento... suministros... no podemos derrochar ni una gota de energía, de ello depende el suelo firme de los días felices. Sepultado bajo vuestros negros golpes refugio mi mirada en el malva del cielo, y arde mi nuca y tiembla mi centro. Recinto violento erróneo ilegítimo, muerto... ...Pronto. Siempre vuelven, los demonios siempre vuelven. Alerta roja siempre. Hasta que dejen de volver... Se hará en mí el Gran Silencio y no temeré la siniestra silueta del Lago, sino que esta vez saltaré en él, y nadaré hacia lo hondo libre de compromiso y de duda. Podré entonces navegar lo profundo de lo Eterno y sentir lo tranquilo del Gusto. Y pronto habré recaudado el alimento necesario para adentrarme en el Bosque Rúnico y custodiar el tesoro oculto en el Templo del Tantra.
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Pronto... Las costuras de mi piel cederรกn al Ser de Cristal que habita mi cuerpo.
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BAILéMoNoS Sácame a bailar esta noche donde todos estén muertos o quieran ver bailar a dos pájaros saboreando el suelo. El saxo, el sexo tímido y pulcro, el laberinto allí en tu música, en tu boca junto a la del instrumento. Así de rítmico, los labios efímeros, la boca exasperante. La vida se parece a tu nota grave, verbal, milagro de tu espalda rozando el templo de mi cuerpo. Más allá, nosotros más allá, sin materializarnos, sin tocarnos siquiera las palabras; donde el conocimiento ya no sabe de dudas, en tu boca bajo el toldo oscuro de luces, ambos réplicas de una vida pasajera.
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CAVALo MoRTo Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Juan Carlos Mestre. Cavalo Morto es un lugar donde las mujeres miran fijamente a los ojos, pero no saben amar. Esperan, tumbadas en la cama, esperan, con la ropa tendida por el suelo, a que alguien las quiera retratar. En Cavalo Morto, se venden retratos de memoria de mujeres desnudas en el bazar. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Juan Carlos Mestre. Un poema de Juan Carlos Mestre es una nube haciendo filigranas en el cielo, luchando contra otra nube haciendo filigranas en el cielo. Los pedacitos de algodón de nube que se desprenden son joyas engastadas en joyas, y así sucesivamente, esperando a un joyero que los pueda tasar. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Juan Carlos Mestre. Juan Carlos Mestre es un hombre pegado a un acordeón. Cuando abre los labios, suenan acordes desacompasados, imperceptibles para el oído humano, que sólo los delfines pueden escuchar. En el fondo del mar, los delfines danzan con alborozo, y de conchas y caracolas le han creado un altar.
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Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Juan Carlos Mestre. Cavalo Morto es un lugar donde los hombres vagan de cama en cama y compran retratos de memoria de mujeres desnudas en el bazar. Por la noche, al amparo de la oscuridad, se refugian en sórdidas cuevas y se masturban quedamente, con la esperanza de un amor platónico que nunca llegará. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Juan Carlos Mestre. Un poema de Juan Carlos Mestre es un experimento sobre el ciclo del agua en una botella. Es una botella con un mensaje desesperado. Es un mensaje desesperado escrito con rocas en la playa de una isla desierta. Es una isla desierta mecida por las voluptuosas olas del mar. Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Juan Carlos Mestre. Juan Carlos Mestre es un hombre que ha visto mundo. Nació en Villafranca del Bierzo, León; estuvo viviendo en Chile; y trabajó para la Academia de España en Roma. Incluso estuvo en Cavalo Morto. Yo vi a Juan Carlos Mestre paseando por la ciudad.
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oLIVER AToN Lo más fálico de oliver Aton era el tiro con efecto. Y yo pensaba: «tiro con efecto: falo». Tanta ficción me iba a hacer mal tarde o temprano. La boca llena de sangre fue lo más parecido que encontré. La boca llena de sangre en un parque de diversiones. Siempre mejor la cancha, siempre más dionisíaca y desgarrante. El sexo convencional no pasaba de ser algo monótono como cualquier peli porno al uso. ¡Qué desengaño! Crecer demasiado. La mirada lasciva, sin poesía, en el otro. «Nena ya sos grande hagamos cosas de gente grande.» Una pena que el sexo sea para la gente grande con lo que se parece a la cancha, al parque de diversiones, y al tiro con efecto, por supuesto.
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EN UN HoTEL DE ALGúN LUGAR DEL NoRTE Viajamos sin brazos, sin piernas, sin gargantas, sin pasaporte ni grupo sanguíneo. Viajamos desmembrados: sin cuerpos. Sin ilusiones. Viajamos, viajamos, viajamos... Prendemos la vieja carretera en nuestros ojos y nos [devuelve su nocturnidad, sádica nos reta a un combate desigual: nos golpea el rostro con cada brisa descuartizada que surca el [oscuro paraíso de tus sangrantes pupilas contra el duro asfalto. Nos tiraniza con nuevos kilómetros superados –un nuevo hálito hacia el abismo azul. Viajamos –tan dementes– sobre el calor de los neumáticos sobre el calor que antecede a los mismos infiernos neón de los paraísos situados en la planta 13 de este delirio al que sólo llegan los volátiles ascensores que atraviesan tus venas, [en paseos inquietos hacia las entrañas del hombre. Engañosas arpías sobrevuelan el nervio central de este capítulo onírico dictando sentencias de muerte, animando al ícaro vuelo en el mismo centro del fulgor de tu Dios derrotado, en el último pulso de mis sienes apostadas contra
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el cuentakilómetros etéreo, que sólo indica que –por ahora– estamos mejor que muertos. Abortas tu ausencia de válvulas, combustible y [fuegos de artificio para dejar caer tus miembros en combustión en un hotel de algún lugar del norte. Donde maniquís sangrantes te reciben planeando en sus neuronas nuevas carreteras que te empujen a abandonar tu conciencia muerta en el taburete de un bar en llamas –donde un pianista [etílico va rompiendo sus costillas en Rapsodias húngaras. Tú no bailas. Estás cansado de viajar y en tus ojos jamás se hará de día. ¡oh, Sísifo! Aprieta el pedal y sigue devorando a mis hijos: tenemos que perder aún mil batallas y no podemos demorarnos. Recuerda que lo único que poseemos es el miedo y la certeza de una muerte anónima en algún lugar transfigurado de estas carreteras que [jamás alcanzarán –para extirparlo– el corazón de esta demente existencia. No sé dónde estás. No sé dónde estoy. Te observo desde mi asiento de inerte copiloto. Te escucho: tan lejano, tan distante. Escucho el humo de tus cigarrillos deshaciéndose en [nirvanas que alcanzamos en un automóvil desconocido, que busca flotar una noche más sobre un hotel de algún lugar del [norte. Un hotel apátrida, un hotel endiosado
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en guerras nucleares, en impúdicas danzas de ángeles [y vírgenes y figuras bíblicas a las que te agarras –con más fuerza [que al volante porque –sabes– que de este celestial accidente no escaparemos bañados en oro.
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HACE UN FRÍo DEL DEMoNIo EN ESTA CASA hace un frío del demonio en esta casa en estas arrugas le he cogido asco a las ausencias y acepto lacónico, nunca indiferente, lo que viene hace rato que no lloro si no es por Palestina concreción más bárbara de todas las injusticias volví a fumar y tomar café mejor no te hablo del alcohol ya no me achico como antes, pero tiemblo como nunca volvieron también las pesadillas y el recuerdo de nosotros que me encoje la mirada y acentúa el endiablado frío de esta casa
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A LoS JULIoS Y A LAS CoSAS IMPoRTANTES Mi cuñado Julio es un tipo que sabe muchas cosas. Un día estábamos en el río tomándonos unos vinitos. Ya era tarde, hacía horas que estábamos ahí, y él se paró medio tambaleando y con un pie en el agua me cantó, con un paso medio de ballet: «Sigo en la carretera buscándote». «Julio iglesias» –le dije yo– «¡qué temazo!». Y él seguía cantando las partes que se acordaba y las ponía en el lugar que se le antojaba o que podía, intentando seguir la melodía. Hacía como que manejaba, yo me reía, el zapato elegante que tenía estaba totalmente sumergido en el agua y el barro. Yo solo me reía. él es un tipo que no tiene miedo de mojarse, se moja siempre que puede, no como la gran mayoría de las personas que conozco o como yo. él se moja. Y de pronto me dijo: «¿Entendés? ¡Era una puta! ¡Era una puta la mina! La mejor puta de todos los tiempos. Y el gran Julio la seguía y le hizo una canción ¿entendés?»– me decía. Y de golpe se cayó al agua con saco y todo, y cuando sacó la cabeza me miró fijo y me dijo: «¡Una puta, boludo!».
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